Archivo

Archivo para la categoría ‘Espiritualidad’

25 Diciembre- Solemnidad de la Natividad del Señor

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

Navidad-ciclo-C


“… y habitó entre nosotros”

(Jn 1, 1-18)

Te voy a contar una situación real. Una chica cristiana, no practicante, bastante indiferente ante la iglesia, empezó a trabajar en un centro de educación religioso. A comienzos de diciembre la directora le estuvo enseñando el belén, que ella misma había estado colocando durante el fin de semana con algunos familiares. Un belén muy grande, puesto con mucho cariño y gusto, a sabiendas de que lo iban a admirar los alumnos, los trabajadores del centro, las familias de los alumnos… Tenía un sinfín de detalles, hasta un huerto con calabazas. Esta chica, a pesar de su fe adormilada, estaba enamorada de las fiestas navideñas. Las comidas familiares, cenas con amigos, las luces de las calles, los adornos, villancicos, la cabalgata de los reyes magos, hasta del cortylandia; de todo ese ambientillo que se crea y respira estos días.

Ahí estaba ella, entusiasmada con el belén que tenía delante, cuando se dio cuenta de que faltaba el Niño. Dudó entre decírselo o no a la directora ya que pensaba que se le había olvidado. Al final le preguntó: “¿y el niño?”. La religiosa no disimuló su sorpresa ante la pregunta y tras unos momentos de silencio contestó: “Es que todavía no ha nacido Jesús, lo pondré el día 24 por la tarde”. Más sorprendida se quedó la chica por esa ocurrencia de esperar hasta el día de Nochebuena para poner al Niño en su pesebre, hasta entonces vacío.

Ya ha llegado el día, es Navidad. Y esto de caer en la cuenta de cuándo ponemos al Niño en el belén, puede ser un buen termómetro que nos indique desde dónde celebramos la Navidad: desde el dejarnos llevar por lo externo o desde la fe. Porque, ¿qué celebramos en realidad?, ¿el nacimiento de Jesús, sin más, o que esa Palabra que ya existía en el principio se hizo uno de los nuestros? Sí, uno de los nuestros, un ser humano con su proceso, como tú y yo; desde su nacimiento, hasta la muerte, y, mientras, habitando entre nosotros. Esa Palabra, que es Dios mismo, hoy vuelve a nacer con el deseo de vivir la realidad del mundo, la nuestra.

Oración

Bendita seas, Trinidad Santa.
La que eras en el principio, la que eres hoy y la que serás por todos los siglos.
Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

Biblia, Espiritualidad , , ,

La vida De Dios que se manifiesta en Jesús es la misma que hay en mí.

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

index_clip_image002_0000

NAVIDAD (C)

Jn 1,1-18

En el texto de Lucas de anoche encontramos un relato folclórico del nacimiento de Jesús. En el de Juan que acabamos de leer, afrontamos un relato metafísico. Es imposible comprender racionalmente que hacen referencia al mismo hecho. En ambos se quiere comunicar el misterio de la encarnación. Pero al hablar de Dios, una sutil variación puede marcar diferencias abismales. Decir que nace Dios es excesivo. Nace un niño divino, como todos. Decir que nos nace un salvador es incorrecto, porque nos mete en la dinámica de una salvación que tiene que venirnos de fuera.

El primer versículo nos dice ya tres cosas sobre Dios y el Logos: Que el Logos está en el origen (En el principio ya existía la Palabra). Que los dos estaban volcados el uno sobre el otro. (La Palabra estaba junto a Dios). Que, aunque distintos uno y otro eran lo mismo (La Palabra era Dios). No se trata de conceptos trinitarios posteriores a Nicea. El texto de Juan, al comenzar con la misma palabra que el Génesis, nos está diciendo que la encarnación no es el comienzo de algo nuevo, sino la culminación de Todo. El Logos no comenzó, porque es el origen de todo. Luego se hace carne (comienza a ser en el tiempo) para terminar la creación del hombre.

Al traducir de ‘Logos’ por Palabra, se pierde la originalidad del concepto que quiere expresar el texto. La palaba ‘Logos’ ya existía, pero el concepto que Juan aporta es nuevo. ‘Logos’ se encuentra por primera vez en Heráclito. s. VI a C, (precisamente en Éfeso, donde se escribió este evangelio) y significaba la realidad permanente dentro de todo lo que fluye. La utilizan los estoicos, Platón, y Filón de Alejandría que la emplea 1.200 veces. En NT tiene un amplísimo significado; desde palabra engañosa hasta el sentido cristológico del prólogo que estamos comentando.

Repito que aquí el concepto es original; no deducible de las distintas tradiciones. No se repite más, ni siquiera en Juan. El concepto es incomprensible sin la experiencia pascual. Sin una profunda experiencia mística no se puede acceder el significado que se quiere expresar. Podíamos decir que es el Proyecto eterno que esa comunidad descubrió realizado en Jesús. Es muy interesante la expresión: “junto a Dios”, en griego: vuelto hacia…, volcado sobre… Expresa proximidad, pero también distinción. Está en íntima unión por relación, pero no se confunda con Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo”. En el AT Dios crea siempre por su Palabra. No se trata de un sonido que emite Dios. Otra vez tenemos que ir más allá del significado primero de las palabras. Quiere decir que Dios al concebir una idea, está creando lo que significa esa idea. Nos está diciendo que el Logos es origen de todo. Con una redundancia, intenta llevarnos más allá de la misma palabra. Al margen de Dios y del Logos, no existe nada. No se trata solamente de lo que existe en el tiempo, sino de todo lo que existe en absoluto sea material o espiritual.

En la palabra había vida y la vida era la luz de los hombres. No me explico por qué tenemos tantas dificultades para entender esto correctamente. El texto no dice que la luz me llevará a la Vida, sino al revés, es la Vida la que me tiene que llevar a la luz, es decir, a la comprensión. No es el mayor o mejor conocimiento lo que me traerá la verdadera salvación, sino la vivencia dentro de mí. Dios que es Vida está en mí y me comunica esa misma Vida; todo lo demás es consecuencia de vivir esta realidad. Lo que salga de mí, será la manifestación de esa Vida-salvación.

Y la tiniebla no la recibió. El mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Esta insistencia tiene que hacernos reflexionar. En Juan se percibe esa lucha incesante entre la luz y la tiniebla. Era una idea que flotaba en el ambiente de la época. En un escrito de Qunrám se dice: “Que la luz no sea vencida por las tinieblas”. Ni siquiera los suyos fueron capaces de descubrirla. Tenemos aquí el primer reproche al pueblo judío que no fue capaz de ver en Jesús la Vida que podía llevarle a la comprensión de la ley. Dudo que lo hayamos descubierto nosotros

Pero a cuantos la recibieron… Vemos que lo anterior era una exageración. Unos no la recibieron, pero otros sí la recibieron. Se habla aquí de creer en sentido bíblico. No se trata de la aceptación de verdades sino de la aceptación de su persona. Sería: a los que confían en lo que significa Jesús y lo viven, Les da poder para ser hijos de Dios. Tenemos aquí la buna noticia. El que cree descubre que es engendrado como hijo de Dios. En Juan, se advierte una diferencia clara en el concepto de hijo cuando se dice de Jesús y cuando se dice de otros. Se descubre que Jesús es Hijo porque actúa como Dios, no porque identifiquemos su naturaleza con la de Dios.

Y la Palabra si hizo carne. Meta de toda lo anterior. Se trata de una nueva presencia de Dios. Dios no está ya en el templo, ni en la tienda del encuentro ni en el Arca. Ahora está en Jesús. No se identifica Palabra y Jesús. Se deja una margen al misterio. En la antropología semita, el hombre se podían apreciar cuatro aspectos: hombre-carne, hombre-cuerpo, hombre-alma, hombre-espíritu. Se hizo hombre-carne; limitado pero susceptible de Espíritu. Se hizo carne sin dejar de ser Logos. Sin dejar de estar volcado sobre Dios se identifica con lo más bajo del hombre.

Los cristianos no hemos sido aún capaces de armonizar la trascendencia con la inmanencia en Dios y en nosotros. En nuestra estructura mental cartesiana, no cabe que una realidad sea a la vez material e inmanente y trascendente. Nuestra razón no puede comprender las realidades que están más allá del tiempo y el espacio. Por eso nuestro lenguaje sobre Dios es siempre ambiguo. Dios está más allá que toda realidad, pero a la vez es el fundamento de todo, está siempre encarnándose. En Jesús esa encarnación se manifestó claramente. De esa manera nos abrió el camino para vivirla nosotros. Nos da poder para ser hijos de Dios.

En la eucaristía, tomando conciencia de nuestras limitaciones, patentes en nuestra manera de actuar. Si descubrimos la actitud de Dios para con nosotros, amor que nos acepta como somos, por lo que Él es, no por lo que somos nosotros, tomaremos conciencia de su presencia en lo hondo de nuestro ser y nos identificaremos con esa parte divina de nuestro ser. Desde ahí, intentaremos que nuestra vida esté de acuerdo con ese ser descubierto. Se trata de dejar que nuestro actuar, surja espontáneamente de nuestro verdadero ser. Si no descubrimos y nos identificamos con nuestro verdadero ser, nuestra vida cristiana seguirá siendo artificial y vacía de verdadero sentido cristiano. Seguiremos intentando ser fieles a una programación.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , ,

Para ver a Dios, mirad ese niño

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

IMG_9135Lc 2, 1-14

«Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

Ella estaba encinta, anochecía y se acercaba su hora. Recorrían las posadas pidiendo alojamiento, pero no había sitio para ellos. María aguantaba como podía el dolor y la zozobra. José suplicaba impotente y desgarrado, consciente del sufrimiento de su esposa. Al fin, un posadero les ofreció la cuadra para que María pudiese dar a luz con alguna intimidad.

Tras el parto se acurrucaron en un rincón sonriendo al niño que acababa de nacer. Algún pastor de los alrededores oyó su llanto en aquel lugar insólito y se acercó. Vio a María y José sonrientes en su rincón de la cuadra, pero ateridos de frío y extenuados de cansancio. Fue en busca de sus compañeros y volvieron con mantas y algo de alimento que llevaban en sus zurrones. Hicieron fuego y todos pudieron participar de la paz infinita de aquel momento. El niño dormía.

Pasó lentamente la noche y llegó el alba. Parecía que todo seguía igual, pero todo había cambiado, porque el mundo, que caminaba en tinieblas, se había visto envuelto en una gran claridad. Como dijo el ángel a los pastores: «En la ciudad de David, ha nacido un salvador: el Mesías, el Señor».

Que Jesús hubiese nacido así es una magnífica señal. Si hubiera nacido en el Templo de Jerusalén, hijo de reyes y rodeado de gente importante, todos podríamos decir: “más de lo mismo” … Pero nace desapercibido para todos los poderes y anunciado a los marginales; y ésa es la mejor señal de que todo ha cambiado. Es la señal de que por fin Dios está con los que le necesitan, que Dios está para salvar, no para oprimir, que ningún poder opresor tiene nada que ver con Dios; que Dios no está con los poderosos para asegurar su poder, sino con las víctimas de su poder para liberarlos.

Como decía Ruiz de Galarreta: «El signo de la Navidad es la luz en la noche vista solo por los más sencillos. La noche sigue siendo noche, sigue habiendo dolor, vejez y desgracia, nos siguen apeteciendo mil cosas que destrozan nuestra vida… Vivimos en la noche, pero en la noche hay luz para ver mejor y poder caminar mejor por la vida».

«Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre»Excelente señal…

Para ver a Dios, mirad a ese niño.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer un artículo de José E. Galarreta sobre un tema similar, pinche aquí

Biblia, Espiritualidad , , ,

La auténtica Natividad está en nosotr@s

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

IMG_9138COMENTARIO AL EVANGELIO Jn 1, 1-18

25 de diciembre de 2024

¡¡Feliz Navidad, herman@s!! No conozco otra manera mejor para narrar el verdadero sentido de la Navidad que este prólogo de Juan. Nos regala uno de los textos más bellos y profundos. Poco hay que predicar, son palabras para gustar internamente y conectar con la fuerza de los tres pilares que sostienen este relato: PALABRA, VIDA Y LUZ.

Tal vez pensemos que la Encarnación de Dios en Jesús es algo excepcional, que solo le ocurrió a él y que nada tiene que ver con nosotros. Si de verdad nos creemos que somo hij@s en el Hijo, primogénito de toda criatura, estamos hablando de que compartimos unos genes inscritos en nuestra identidad más profunda. En Jesús está proyectada toda la humanidad, cada ser humano está hecho de Encarnación de la dimensión divina en su verdadera naturaleza.

La Encarnación de lo divino en lo humano procede de la PALABRA; Dios es Palabra, como expresa la narración de Juan; somos llamados a la existencia a través de la Palabra, ella es la que crea y genera la Vida. Nuestro ser está constituido por una Palabra comunicada que nos hace vivir y nos capacita para ser Palabra en esta realidad humana. La Palabra, la comunicación auténtica, nos saca de nuestro ego exagerado cuya palabra, a veces, es simple, neutra, sarcástica, soberbia, incluso puede generar dolor y una dominación sobre otr@s; Aunque, ciertamente, también los silencios matan, dañan y bloquean la Vida.

La Encarnación de lo divino en lo humano genera la VIDA. Juan nos introduce en el profundo sentido de nuestra existencia. Nuestro nacimiento verdadero no procede de un impulso pasional o por deseo del ser humano, según expresa este relato. El verdadero nacimiento, como le hizo saber Jesús a Nicodemo, nace del soplo de Dios y, esa vida, se convierte en fuerza que nos mantiene en el Ser. Reducir la vida a los roles que nos toca vivir no puede ser más castrante y pobre. Es importante trascender para comprender esta natividad en su más auténtico y profundo significado.

La Encarnación de lo divino en lo humano se convierte en una LUZ interior que ni siquiera las tinieblas pueden sofocar y que se proyecta en el mundo. La Luz refleja lo que esencialmente somos y lo que esencialmente transmitimos. Ser personas de luz tiene mucho que ver con la conexión con el foco interior de donde nace la verdadera Luz. Desenchufarnos de este foco nos lleva a una oscuridad en la que la Vida y la Palabra se convierten en una amenaza y no en una Bendición.

Si el mundo se sintiera sostenido por la Palabra, la Vida y la Luz, ya estaríamos hablando de una nueva Humanidad en la que tod@s somos incluidos e igualados en una misma dignidad. ¿Te atreves a facilitar esta Encarnación?

Nuevamente ¡¡Feliz Navidad, herman@s!! Permitamos que la Natividad de la Palabra, la Vida y la Luz conduzca nuestra existencia desde lo esencial que somos.

Rosario Ramos

Biblia, Espiritualidad , , ,

Navidad: Dios es aquel que “menor”, no puede ser pensado.

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

373E8536-DE88-47B8-9E91-6A78092F1B28Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Palabra: logos: sentido

        El comienzo, el prólogo del evangelio San Juan es un himno solemne, un mosaico de gran densidad humano-cristiana.

        Mateo y Lucas componen sus evangelios con los relatos del nacimiento y de la infancia de Jesús: La Anunciación, la Visitación, Belén, los Magos, Herodes, los inocentes, la huida a Egipto, etc.:

  • San Mateo que escribe a cristianos provenientes del judaísmo hace descender a Jesús de Abraham, padre del pueblo judío.
  • San Lucas (evangelio para comunidades cristianas del mundo pagano) remonta la genealogía de Jesús hasta Adán (padre de la humanidad).
  • El Evangelio de Juan remonta la existencia de Jesús al “origen, al principio”. Antes de que “todo” fuese, antes de la creación, existía ya la Palabra… Y la presencia de Dios entre nosotros, la Palabra se hizo carne (sarx – debilidad).

        Este comienzo del evangelio de San Juan es un canto al humanismo, a lo humano, que se construye sobre lo biológico. Es un canto a la Palabra: la razón, la sensatez, la luz, la vida y el sentido de la vida. Todo eso -y más- significa logos (Palabra). Desde el comienzo existe la Palabra, el logos, es decir, el sentido de la vida.

02.- Principio y palabra (logos)

        San Juan despliega una meditada y densa meditación sobre el sentido de la vida (Palabra / Logos) desde JesuCristo.

        JesuCristo es palabra y esta Palabra estaba y es- Dios, por tanto es luz y vida.

        Principio no es tanto la primera página de un libro. El principio es en griego es arquetipo (arjé). El cosmos, la vida, la humanidad desde su origen y arquetipo tienen Palabra, sentido. Desde antes del big bang originario del universo hasta el Apocalipsis, todo transcurre en la armonía de Dios…

        Creemos que desde el principio todo, la creación, la historia, la vida tienen sentido, Palabra, y esa Palabra es luz y vida para el camino de la vida. Desde el Éxodo hasta Emaús la vida, la historia humana es un camino pleno de sentido (también de pecado). Desde Adán hasta el fin de los tiempos la historia camina con sentido.

        Detrás de estas cosas hay muchas preguntas para las que no tenemos respuesta: ¿Qué hubo antes de la creación, antes del Universo? ¿Había tiempo antes de la creación? ¿Qué existía antes del big bang? ¿Había luz, sol y estrellas antes de esos orígenes? ¿Quiénes eran y dónde estaban Dios y JesuCristo?

        Son cosas que se nos escapan y quizás nuestra actitud sea la de Job ante la inmensidad de Dios. He hablado como un necio… y humildemente, como Job, terminamos confiando en Dios.

        Estas cuestiones y otras hoy afloran pero ya no en la serenidad de la Navidad (del pensamiento religioso), sino en la depresión, en el hundimiento personal, en el suicidio, en la psiquiatría, en la nada…

        Ante las preguntas, dudas e inquietudes propias de nuestra condición humana nos hace bien pensar que “todo está en orden”, todo tiene sentido”, la luz y la vida nos vienen de la Palabra…

        No sé cómo ni quién pero haríamos bien en la Iglesia, en la diócesis transmitir que la vida tiene sentido. En nuestras homilías, en las catequesis a los niños / adolescentes, etc… sería muy valioso recordarnos unos a otros que desde el principio, por principio la vida tiene sentido…

Lo primero es el sentido. La sed es la que nos conduce a las fuentes de agua viva. El sentido de la vida es Dios.

03.- Lo que Dios nos quería decir es JesuCristo (Palabra).

        Que Dios sea Palabra nos está indicando su voluntad de hablar con nosotros: sentarse a la mesa de la vida para hablar con nosotros. Dios quiere dialogar con nosotros.

        Llama amablemente la atención que el evangelio de San Juan no narra ningún relato de la infancia (como Mateo y Lucas: Belén, Nazaret, la posada, los pastores, los Magos, Egipto, etc…). Sin embargo San Juan subraya con energía que la Palabra se hizo carne, debilidad (sarx)

        Decía San Anselmo (1033-1109) en su conocido argumento sobre Dios que: Dios es aquel que mayo no puede ser pensado. Podríamos darle la vuelta y decir que: Dios es aquel que menor no puede ser pensado.

        Navidad es que Dios se ha hecho barro, debilidad como nosotros, y esa es la palabra, el sentido, la luz y la vida.

Biblia, Espiritualidad , , ,

“Y la Palabra se hizo carne – Misa de Navidad”, por Consuelo Vélez

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

IMG_9147De su blog Fe y Vida:

Comentario al evangelio de la Natividad del Señor 25-12-2024

El evangelio de Juan no relata el acontecimiento histórico del nacimiento de Jesús sino el sentido teológico de ese nacimiento y la verdad definitiva para la humanidad: La palabra se hizo carne y habitó entre nosotros

La encarnación es, entonces, el misterio central de nuestra fe del que hemos de dar testimonio

La encarnación ha hecho posible que lo humano se haga divino, que se nos redima desde dentro

Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella existía al principio junto a Dios. Todo existió por medio de ella y sin ella nada existió de cuanto existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres, la luz brilló en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.

Apareció un hombre enviado por Dios, llamado Juan, que vino como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino un testigo de la luz.

La luz verdadera que ilumina a todo hombre estaba viniendo al mundo. En el mundo estaba, el mundo existió por ella, y el mundo no la reconoció. Vino a los suyos y los suyos no la recibieron. Pero a los que la recibieron, a los que creen en ella, los hizo capaces de ser hijos de Dios: ellos no han nacido de la sangre ni del deseo de la carne, ni del deseo del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.

La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y verdad.

Juan grita dando testimonio de él. Éste es aquel del que yo decía: Él que viene detrás de mí, es más importante que yo, porque existía antes que yo. De su plenitud hemos recibido todos: gracia tras gracia. Porque la ley se promulgó por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad se realizaron por Jesús el Mesías.

Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, Dios, que estaba el lado del Padre, Él nos lo dio a conocer. (Jn 1, 1-18)

En la misa vespertina de navidad se pone a consideración el texto de Mateo donde se relata, desde la perspectiva del José, como María queda embarazada sin tener relaciones con él y, gracias al ángel que le revela a José que el niño que María espera es hijo de Dios, él no la rechaza y así María da a luz al niño a quien le ponen el nombre de Jesús. Pero el evangelio de Juan que se lee en la misa de navidad del día 25, no relata el acontecimiento histórico del nacimiento de Jesús sino el sentido teológico de ese nacimiento y la verdad definitiva para la humanidad: La palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Ahora bien, esa afirmación central de nuestra fe está inmersa en un himno cristológico anterior que, muy probablemente, le sirve a Juan de base para la composición de este himno a la Palabra de Dios.

Por el lenguaje ya más elaborado y en forma de discurso, se facilita hacer la narración desde antes de su encarnación histórica. La Palabra ya existía junto a Dios y desde el principio es Hijo de Dios. No es que primero existiera Dios y luego se originara el Hijo, sino que nuestro Dios Trinidad existe desde el principio como comunidad de amor, comunidad que crea y acompaña la creación. Pero, en un determinado momento histórico, ese Hijo de Dios eterno, se hace carne y comparte nuestra suerte. La encarnación es, entonces, el misterio central de nuestra fe del que hemos de dar testimonio, como ya lo hizo Juan el Bautista siendo precursor del Señor. Gracias a Jesús podemos conocer al Padre y nos dejará el Espíritu para que nos acompañe hasta el encuentro definitivo con Dios. Jesús es el Mesías esperado, el que trae la gracia y la verdad.

Navidad, por tanto, es la celebración gozosa del Hijo de Dios que se hizo como nosotros y por eso la salvación que nos ofrece no es algo que cae de arriba, sino que surge de abajo, de ser como nosotros, de hacerse ser humano con todas las consecuencias. La encarnación ha hecho posible que lo humano se haga divino, que se nos redima desde dentro. San Ireneo decía “lo que no es asumido, no es redimido” para referirse a que, precisamente en Jesús, todo lo humano es asumido y, por tanto, verdaderamente hemos sido redimidos.

Con Jesús lo humano es bueno y todo ser humano es imagen del Hijo. Por esta razón Jesús se identifica con los más pobres: “lo que hiciste a uno de estos más pequeño, a mí me lo hiciste” y todos estamos llamados a “no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Gál 2,20), como decía San Pablo.

Agradezcamos a Dios este misterio de la encarnación y dispongámonos a acoger al Dios hecho ser humano en Jesús, siguiendo su camino, sin temor a correr su misma suerte.

Biblia, Espiritualidad , , ,

“Dios está aquí”, por Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

nhh1fotolospeonesbananerosd10i1Comentario a la lectura evangélica (Juan 1, 1-18) de la Misa de la Natividad del Señor – 25 diciembre 2024 –

En realidad, ya estamos en marcha.

Nos hemos preparado, quizás como nunca antes, para esta Navidad. Hemos conseguido, espero, no entristecernos por la situación, las muertes, la incertidumbre, las ausencias… Y hemos recibido la Navidad casi con modestia, quizá incluso sin los excesos que han caracterizado los últimos años.

Seguirá siendo una Navidad dura porque seguirá reinando la incertidumbre.

Y ahora, al comienzo de este brevísimo e intenso tiempo de Navidad, estamos llamados a sintetizar, a subir una octava, a ir más allá, a comprender, en fin.

Antes que nosotros, los discípulos del Señor lo han hecho, en el entusiasmo y la euforia del descubrimiento, tras la resurrección del Maestro, releyendo los acontecimientos, descifrando el código, desentrañando el enigma oculto durante siglos.

Dios está aquí. Dios está entre nosotros. Ha asumido la humanidad.

Se revistió de fragilidad, lo único que no conocía.

Y Juan, el místico, relee lo sucedido y vuelve su mirada a lo Eterno, a la lógica de Dios.

Dios es y ha sido siempre, y es comunión, relación, Trinidad.

Y Dios, en su Palabra, bajó entre nosotros para revelarse, para decirse.

Esto es lo que sucedió.

Solo.

Eres magnífico

Pero, como hemos dicho una y otra vez, la luz llega, pero las tinieblas no la han querido, no la han acogido. Ni la han vencido.

La Navidad que hemos llenado de azúcar está llena de sangre. Es el drama de un Dios presente y un hombre ausente. Un drama que se repite en la vida de cada hombre, de cada uno de nosotros.

Mira adelante, ahora, Juan:

A los que le recibieron, sin embargo, les dio el poder de convertirse en hijos de Dios.

Yo lo recibí, claro que lo recibí. Y me convertí en hijo de Dios.

Siempre lo fui, pero no lo sabía.

Perseguía (mendigaba) la imagen de mí que los demás me devolvían. ¡Cuánto sufrimiento me ha creado y me sigue creando este mendigar, este depender del juicio de los demás!

Pero acoger a ese niño, hacerme cueva, pesebre, ofrecer mi corazón dolorido como tabernáculo del Eterno, me cambia la vida. Me la ilumina.

Soy hijo de Dios. Ni más ni menos.

Y cuando tomo conciencia de ello, mi alma se eleva ante Dios.

Sí, Dios viene al mundo como un hijo para hacernos hijos de Dios. ¡Qué regalo tan maravilloso! Hoy Dios nos sorprende y nos dice a cada uno de nosotros: “Eres una maravilla”. Hermana, hermano, no te desanimes. ¿Estás tentado a sentirte mal? Dios te dice: “¡No, tú eres mi hijo!” ¿Tienes la sensación de no lograrlo, el miedo de ser inadecuado, el miedo de no salir del túnel de la prueba? Dios te dice: “Ánimo, yo estoy contigo”.

Los ojos del corazón

Tendremos tiempo para acoger más y meditar y reflexionar. Si nos hemos decidido -¡ya era hora! – iniciar el camino de conocer toda la verdad, de mirar las cosas desde la perspectiva de lo Eterno. Nos queda mucho camino por recorrer, pero no estamos solos. Ya no estamos solos.

Como San Pablo desea que estemos:

Que el Padre de la gloria, os dé un espíritu de sabiduría y de revelación para un conocimiento profundo de Él; ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis a qué esperanza os ha llamado, qué tesoro de gloria encierra su herencia entre los santos.

 Ser hijos de Dios es descubrir la esperanza que nos aguarda, a pesar de las dificultades, el desaliento, la pesadumbre que a veces parece prevalecer. Hay un tesoro de gloria que aún no hemos descubierto, pero, para ello, se nos invita a profundizar en el conocimiento del Señor. Y a descubrir que Él nos sonríe.

Como lo hizo María, la Madre.

Que veas la luz del rostro de Dios, el resplandor de su rostro.

El resplandor del rostro significa la sonrisa de una persona: cuando sonreímos nuestro rostro se ilumina. Así que hoy te bendigo: pase lo que pase, ahora y siempre, que captes el rostro sonriente de Dios en tu vida, en tus asuntos, incluso en tus labores.

Dios sonríe, por supuesto. El que ama, incluso en la adversidad, sonríe.

El rostro sonriente de Dios nos lo revela Jesús recién nacido.

Dios sonríe; no es huraño, ni impenetrable, ni desquiciado.

Dios sonríe, siempre. El problema, en todo caso, somos nosotros.

En momentos de fatiga y dolor no miramos hacia Dios, sino hacia nosotros mismos, hacia el dolor, hacia el lado oscuro de la realidad; nos abruma la emoción, no reconocemos en Dios ninguna sonrisa.

No esperes que Dios te resuelva los problemas, te allane la vida o te la simplifique.

La vida es un misterio y como tal hay que acogerla y respetarla, y al discípulo no se le ahorra el sufrimiento.

Pero si Dios te sonríe, siempre, significa que hay un truco que no veo, una razón que ignoro, un horizonte más allá, algo más, y entonces confío.

Pase lo que pase en tu vida, ahora y siempre, que Dios te sonría, hermano, hermana.

Poner orden

Para notar la sonrisa de Dios, hay que imitar a la adolescente María.

María, a quien celebraremos dentro de unos días con el título de «Madre de Dios», se ve turbada por demasiados acontecimientos durante la última semana: dar a luz sola, estar lejos de su casa, vivir más que temporalmente, recibir la visita de pastores sombríos. ¿Qué hace? Guarda todas estas cosas meditándolas en su corazón.

Mejor aún, Lucas escribe que «tomó los pedazos y trató de unirlos».

Nos falta un centro en nuestras vidas, estamos abrumados por la vida vivida. Como la colada amontonada en la pila, necesitamos un hilo en el que colgar todas las cosas para que se sequen.

Este centro unificador que es la fe es precioso para nosotros.

¿Por qué no comprometernos a partir de nuevo de Dios, a poner la escucha de la Palabra y la meditación en el centro de nuestra jornada?

Sólo entonces nos daremos cuenta de que Dios nos sonríe.

Feliz Navidad.

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

Crédito de la imagen: Autor desconocido, sin fecha, Imagen 1943-1944, Mujeres campesinas, Colección fotográfica Fondo Jorge Eliécer Gaitán.

Biblia, Espiritualidad , , ,

Cristo entre los escombros…

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

IMG_2011


Niño Jesús entre escombros. Captura de pantalla del video: Navidad silenciosa en Belén: Solidaridad con los palestinos en Gaza del canal de Al Jazeera en inglés en YouTube.


Ante la situación que vive la población de Gaza y Cisjordania, rescatamos este artículo que publicamos el pasado año:

Una liturgia de lamento

Servicio dado en la Iglesia Evangélica Luterana de la Natividad: Belén, 23 de diciembre de 2023

Este pesebre es nuestro mensaje al mundo de hoy y es simplemente este: El genocidio debe terminar YA. Repitamos al mundo: ¡DETENGAN este genocidio YA!

Belén: cerrado por Navidad. Las iglesias cristianas de Belén han cancelado oficialmente todo tipo de celebraciones.

Estamos enfadados…

Estamos quebrantados…

Este debería haber sido un momento de alegría; en cambio, estamos de luto. Tenemos miedo. Más de 20 mil asesinados ( A día de hoy pasan de los 44.000). Miles de personas siguen bajo los escombros. Cerca de 9 mil niños y niñas asesinadas de las formas más brutales. Día tras día tras día. ¡Un millón novecientos mil desplazados! Cientos de miles de viviendas destruidas. Gaza, tal como la hemos conocido, ya no existe. Esto es una aniquilación. Es un genocidio. El mundo está mirando; las iglesias están mirando. Los habitantes de Gaza envían imágenes en directo de su propia ejecución. ¿Quizás al mundo le importe? Pero continúa… Nos preguntamos: ¿podría ser este nuestro destino en Belén? ¿En Ramallah? ¿En Yenín? ¿Es este también nuestro destino?

Estamos atormentados por el silencio del mundo. Los líderes de los llamados “libres” se alinearon uno tras otro para dar luz verde a este genocidio contra una población cautiva. Dieron su cobertura. No sólo se aseguraron de pagar la factura por adelantado, sino que ocultaron la verdad y el contexto, proporcionando el respaldo político. Y se ha añadido otra capa más: el respaldo teológico, donde la Iglesia occidental ocupa el centro de atención. Nuestros queridos amigos y amigas sudafricanas nos enseñaron el concepto de “la teología de estado”, definida como la justificación teológica del status quo con su racismo, capitalismo y totalitarismo”. Esto lo logra haciendo un mal uso de conceptos teológicos y textos bíblicos para sus propios fines políticos.

Aquí en Palestina, la Biblia es usada como un arma en contra nuestra. Nuestro propio texto sagrado. En nuestra terminología, en Palestina, hablamos del Imperio. Aquí nos enfrentamos a la teología del Imperio. Un disfraz para superioridad, supremacía, “elección” y el derecho propio. A veces se le pone una bonita portada usando palabras como misión y evangelización, cumplimiento de las profecías y la expansión de la libertad. La teología del Imperio se convierte en una poderosa herramienta para enmascarar la opresión bajo el manto de la sanción divina. Divide a las personas en “nosotros” y “ellos“. Deshumaniza y demoniza. Habla de una tierra sin gente, incluso cuando saben que la tierra tiene gente, y no cualquier gente. Pide vaciar Gaza, del mismo modo que calificó la limpieza étnica de 1948 como “un milagro divino”. Ahora nos pide a nosotros y nosotras, palestinos y palestinas que vayamos a Egipto, o quizá a Jordania, o ¿por qué no directo al mar? Pienso en las palabras que le dijeron a Jesús sus discípulos cuando iban a entrar en Samaria: “Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo y los consuma?”. Esto dijeron de los samaritanos. Esta es la teología del Imperio, es lo que están diciendo acerca de nosotros hoy.

Esta guerra nos ha confirmado que el mundo no nos ve como iguales. Quizás sea el color de nuestra piel. Tal vez sea porque estamos del lado equivocado de una ecuación política. Ni siquiera nuestro parentesco con Cristo nos protegió. Como han dicho, si es necesario matar a 100 palestinos para capturar a un solo “militante de Hamás“, ¡que así sea! A sus ojos no somos humanos (pero a los ojos de Dios… ¡nadie puede decirnos que no lo somos!). ¡La hipocresía y el racismo del mundo occidental son transparentes y atroces! Siempre toman las palabras de los palestinos con sospecha y reservas. No, no nos tratan por igual. Sin embargo, a la otra parte, a pesar del claro historial de desinformación, ¡casi siempre se considera su palabra como infalible!

A nuestros amigos europeos: ¡No quiero volver a oírlos darnos sermones sobre derechos humanos o derecho internacional! No somos blancos, supongo, por lo que no se aplica a nosotros según la lógica que usan. En esta guerra, las muchas personas cristianas del mundo occidental se aseguraron que el Imperio tuviera la teología necesaria. ¡Es defensa propia, nos dijeron! (Y pregunto nuevamente, ¿de qué manera el asesinato de 9 mil niños y niñas es defensa propia?). Bajo la sombra del Imperio, convirtieron al colonizador en víctima y al colonizado en agresor. ¿Hemos olvidado que ese Estado fue construido sobre las ruinas de las ciudades y pueblos de los mismos habitantes de Gaza?

Estamos indignados por la complicidad de la iglesia. Que quede claro: el silencio es complicidad, y los llamados vacíos a la paz sin un alto el fuego y el fin de la ocupación, y las palabras superficiales de empatía sin acción directa, están todos bajo la bandera de la complicidad. Así que este es mi mensaje: hoy Gaza se ha convertido en la brújula moral del mundo. Gaza era un infierno en la tierra inclusive antes del 7 de octubre y el mundo mantuvo silencio. ¿Nos debería sorprender su silencio hoy?

Si no están consternados por lo que está sucediendo; si no están conmocionados hasta lo más profundo, algo anda mal con su humanidad. Si nosotros, como cristianos y cristianas, no estamos indignados por este genocidio, por el uso de la Biblia como arma para justificarlo, ¡algo anda mal con nuestro testimonio cristiano y está comprometiendo la credibilidad del mensaje del Evangelio! Si dejan de llamar lo que está sucediendo un genocidio, que recaiga sobre ustedes. Es un pecado y una oscuridad lo que abrazan voluntariamente. Algunos ni siquiera han pedido un alto el fuego… Me refiero a las iglesias.

Siento pena por ustedes; estaremos bien. A pesar del inmenso golpe que hemos sufrido, los palestinos nos recuperaremos. Nos levantaremos de nuevo de la destrucción, como siempre lo hemos hecho como palestinos; aunque este es, con diferencia, el mayor golpe que hemos recibido en mucho tiempo. Pero nuevamente, por aquellos que son cómplices, lo siento por ustedes. ¿Podrán algún día recuperarse de esto? Su caridad, sus palabras de asombro DESPUÉS del genocidio, no harán ninguna diferencia. Y sé que estas palabras vendrán. Pero sus palabras de arrepentimiento no te bastarán. No aceptaremos sus disculpas después del genocidio. Lo hecho, hecho está. Quiero que se miren al espejo… y pregunten: ¿dónde estaba yo cuando Gaza estaba viviendo un genocidio?

A nuestros amigos y amigas que están aquí con nosotros: han dejado a sus familias e iglesias para estar con nosotros. Encarnan el término “acompañamiento“: una solidaridad costosa. Pensemos en las palabras de Jesús: “Estábamos en prisión y nos visitaron“. Qué marcada diferencia con el silencio y la complicidad de los demás. Su presencia aquí es lo que significa la solidaridad. Su visita ya ha dejado una impresión que nunca nos podrán quitar. A través de ustedes, Dios nos ha dicho “no están desamparados”. Como dijo esta mañana el padre Rami de la Iglesia Católica, han venido a Belén y, como los Reyes Magos, trajeron regalos, pero regalos que son más preciosos que el oro, el incienso y la mirra. Trajeron el don del amor y la solidaridad”.

Necesitábamos esto. Para esta temporada, tal vez más que nada, nos preocupaba el silencio de Dios. En estos dos últimos meses, los Salmos de lamento se han convertido en preciosos compañeros. Gritamos: Dios mío, Dios mío, ¿por qué has abandonado Gaza? ¿Por qué escondes tu rostro a Gaza? En nuestro dolor, angustia y lamento, hemos buscado a Dios y lo hemos encontrado bajo los escombros en Gaza. Jesús se convirtió en víctima de la misma violencia del Imperio. Cuando estuvo en nuestra tierra fue torturado. Crucificado. Se desangró mientras otros observaban. Lo mataron y gritó de dolor: Dios mío, ¿dónde estás?

Hoy en Gaza, Dios está bajo los escombros. Y en esta temporada navideña, mientras buscamos a Jesús, no lo encontraremos del lado de Roma, sino de nuestro lado del muro. Está en una cueva, con una familia sencilla, bajo ocupación. Vulnerable. Habiendo a duras penas sobrevivido una masacre. Con una familia de refugiados. Aquí es donde se encuentra Jesús.

Si Jesús naciera hoy, nacería bajo los escombros de Gaza.

Cuando glorificamos el orgullo y la riqueza, Jesús está bajo los escombros…

Cuando confiamos en el poder, la fuerza y las armas, Jesús está bajo los escombros…

Cuando justificamos, racionalizamos y teologizamos el bombardeo de niños y niñas, Jesús está bajo los escombros…

Jesús está bajo los escombros. Este es su pesebre. Se siente en casa con los marginados y las marginadas, quienes sufren, los oprimidos y los desplazados.Este es su pesebre. He estado mirando, contemplando esta imagen icónica… Dios está con nosotros, precisamente de esta manera. ESTA es la encarnación. Desmarañado. Ensangrentado. Empobrecido.

Este niño es nuestra esperanza e inspiración. Lo miramos y lo vemos en cada niño asesinado y sacado de debajo de los escombros. Mientras el mundo continúa rechazando a los niños y las niñas de Gaza, Jesús dice: “cuanto le hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron”. “Lo hicieron conmigo“. Jesús no sólo los llama suyos, ¡él es parte de ellos! Él es la niñez de Gaza. Miramos a la Sagrada Familia y la vemos en cada familia desplazada y errante, ahora sin hogar y desesperada. Mientras el mundo discute el destino del pueblo de Gaza, como si fueran cajas no deseadas en un garaje, Dios en la narrativa navideña comparte su destino. Él camina con ellos y los llama suyos.

Este pesebre trata sobre la resiliencia – صمود. La resiliencia de Jesús está en su mansedumbre; debilidad y vulnerabilidad. La majestuosidad de la encarnación reside en su solidaridad con los marginados. Resiliencia porque este mismo niño, se levantó en medio del dolor, la destrucción, la oscuridad y la muerte para desafiar a los Imperios; para decirle la verdad al poder y lograr una victoria eterna sobre la muerte y la oscuridad.

Hoy es Navidad en Palestina y este es el mensaje navideño. No se trata de Papá Noel, árboles, regalos, luces… etc. ¡Dios mío! ¿Cómo retorcimos el significado de la Navidad? ¿Cómo hemos comercializado la Navidad? Estuve en Estados Unidos el mes pasado, el primer lunes después del Día de Acción de Gracias, y me sorprendió la cantidad de adornos y luces navideñas, todos los productos comerciales. No pude evitar pensar: “Nos envían bombas, mientras celebran la Navidad en su tierra. Cantan sobre el príncipe de paz en su tierra, mientras tocan el tambor de la guerra en la nuestra”. Navidad en Belén, lugar del nacimiento de Jesús, es este pesebre. Este es nuestro mensaje al mundo de hoy. Es un mensaje evangélico, un mensaje de Navidad verdadero y auténtico, sobre el Dios que no se quedó callado, sino que dijo su palabra y su Palabra es Jesús. Nacido entre los que están bajo ocupación, las y los marginados, Él es solidario con nosotros en nuestro dolor y quebrantamiento.

Este pesebre es nuestro mensaje al mundo de hoy y es simplemente este: El genocidio debe terminar YA. Repitamos al mundo: ¡DETENGAN este genocidio YA!

Este es nuestro llamado. Esta es nuestra súplica. Esta es nuestra oración. ¡Escucha, oh Dios! Amén.

Sermón completo en inglés: (2) Vidéo | Facebook

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

Rondas de Navidad

Martes, 24 de diciembre de 2024

felicitacion_2019_LR

Rondar por esos lugares poco frecuentados,
que no existen para los mercados
y están abandonados
de políticos, gobernantes y ricos.

Rondar por barrios periféricos,
parques tristes y sin alumbrado,
pabellones con nuevos esclavos
y campos de refugiados superpoblados.

Rondar por las costas del Mediterráneo
y ver pateras, cayucos y barcos a la deriva
llenos de hermanos nuestros
solo con lo puesto y el último soplo de vida…

Rondar por esos sitios olvidados
donde siguen naciendo niños
que tienen el futuro hipotecado
porque les negamos lo mínimo necesario.

Rondar por esos espacios cercanos,
con los ojos bien abiertos
y el corazón ardiendo,
para ver a los que se esconden o escondemos.

Rondar, saliendo de nosotros mismos
y de los belenes de exposición y concurso,
para encontrarnos con los sin techo
que son hermanos nuestros.

Rondar y estar despiertos,
porque Tú vienes, como vienen todos ellos,
sólo con lo puesto

 *

Fuente Fe Adulta

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

Natividad del Señor: Misa de medianoche.

Martes, 24 de diciembre de 2024

pastores

LECTIO

 Isaías 9,1-3.5-6

El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en tierra de sombras una luz les ha brillado.

Acreciste la alegría, aumentaste el gozo: se alegran ante ti con la alegría de la siega, como se regocijan al repartirse un botín.

Porque, como hiciste el día de Madián, has roto el yugo que pesaba sobre ellos, la vara que castigaba sus espaldas, el bastón opresor que los hería.

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros descansa el poder, Y es su nombre: «Consejero prudente, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz».

Dilatará su soberanía n medio de una paz sin límites, asentará y afianzará el trono y el reino de David sobre el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El amor ardiente del Señor todopoderoso lo realizará.

***

Todas las lecturas bíblicas de las misas de Navidad, si bien con perspectivas diversas, intentan responder a una pregunta: ¿cuál es el sentido de la Navidad? Iniciamos el recorrido desde los antiguos profetas. El oráculo de Isaías presupone una situación dramática para el país de Israel, porque el estrépito de las armas resuena por doquier. La invasión asiría (siglo VIII a.C.) comenzada en Galilea amenaza ya la misma Judea y Jerusalén, y el pueblo, bajo el terror enemigo, camina en la oscuridad y no sabe adonde dirigirse. A esta gente sin esperanza anuncia el profeta: «El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz». Luego, dirigiéndose a Dios, exclama: «Acreciste la alegría, aumentaste el gozo» (v. 2).

¿Qué es lo que permite a los hombres pasar de las tinieblas a la luz, de la tristeza a la alegría? La alusión de Isaías se refiere a la huida de los Asirios, pero el profeta de Dios habla también de fuga de todo enemigo.

Anuncia la alegría por el que será: «Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz» (v. 5), el que, verdadero héroe de Israel, cumplirá todo esto. Pero ¿cómo será posible todo esto? Isaías responde: «El amor ardiente del Señor todopoderoso lo realizará» (v. 6). He aquí, pues, el sentido y el mensaje más antiguo de la Navidad: el fin del miedo, la liberación de la dominación enemiga y todo ello gracias a que: «un niño nos ha nacido» (v. 5: cf. Is 7,14; Miq 5,1- 3; 2 Sm 7,12-16), un descendiente de David que dará vida a una sociedad en la que habrá justicia, paz, alegría y que dará a todos el coraje de vivir.

 *

Tito 2,11-14

Porque se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres.

Ella nos enseña a renunciar a la vida sin religión y a los deseos del mundo, para que vivamos en el tiempo presente con moderación, justicia y religiosidad, aguardando la feliz esperanza: la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, el cual se entregó a sí mismo por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de que seamos su pueblo escogido, siempre deseoso de practicar el bien.

***

Pablo escribe a Tito, su discípulo convertido del paganismo y ahora obispo de Creta, explicándole el sentido de la venida de Jesús a nosotros con palabras llenas de esperanza: «Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (v. 11). La universalidad de la salvación es una dimensión esencial de la Navidad, y su verdadero mensaje es el anuncio de salvación y de vida nueva para toda la humanidad sin distinciones de razas ni colores, de clases sociales, ni de dotes intelectuales ni ninguna otra cosa. El Salvador que nos ha sido dado no es sólo un niño que ha elegido nacer en un pobre establo, entre incomodidades y queridos silencios, es sobre todo la sonrisa de Dios que se ha hecho visible, porque no ha perdido su esperanza en los hombres. Ha venido para enseñarnos el camino del bien, de la sobriedad y de la justicia, el desprecio de los atractivos malos e ilusorios del mundo, a la espera del retorno glorioso del Señor (v. 13). Libremente, dirá Pablo, «se entregó a sí mismo por nosotros» (v. 14), primero habiéndonos del Padre y llamándonos amigos, y después, al final, muriendo en la cruz por amor, nos ha liberado de toda esclavitud para reconducir al Padre, de una vez para siempre, a la humanidad reconciliada con él. Sólo la fe ayuda a descubrir el poder de Dios en la vivencia de un pobre. Desde que el Hijo de Dios se ha hecho hombre, quiere ser acogido y reconocido como hombre: aquí es posible la búsqueda de Dios, porque él se ha quedado entre nosotros.

*

Lucas 2,1-14

En aquellos días apareció un decreto del emperador Augusto ordenando que se empadronasen los habitantes del imperio. Este censo fue el primero que se hizo durante el mandato de Quirino, gobernador de Siria.

Todos iban a inscribirse a su ciudad. También José, por ser de la estirpe y familia de David, subió desde Galilea, desde la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, para inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta.

Mientras estaban en Belén le llegó a María el tiempo del parto, y dio a luz a su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.

Había en aquellos campos unos pastores que pasaban la noche al raso velando sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció, y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Entonces les entró un gran miedo, pero el ángel les dijo:

“No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será también para todo el pueblo: Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.

Y de repente se juntó al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!».

***

Sobre el fondo de los anuncios proféticos (cf. Miq 5,1-4; 1 Sm 16,1-3), Lucas en el evangelio nos habla del nacimiento histórico de Jesús. El relato es simple, pero sugestivo, lleno de matices teológicos y construido sobre el modelo del anuncio misionero, que comprende tres momentos. Primero la narración del acontecimiento: el edicto de César Augusto en tiempos de Quirino, gobernador de Siria, y el nacimiento de Jesús en Belén, en la pobreza, en un país sometido a una potencia extranjera (w. 1-7); después el anuncio hecho por los ángeles a los pastores, primeros testigos del evento de la salvación (w. 8-14); y, por último, la acogida del anuncio, con los pastores que van a la gruta, encuentran a Jesús, y sucesivamente el relato de su experiencia a otros (w. 15-20).

El punto central del relato, sin embargo, son las palabras de los ángeles a los pastores, que consideran con respeto el sentido gozoso del acontecimiento y la fe en Jesús Salvador en la figura de un niño pobre, «envuelto en pañales, acostado en un pesebre» (v. 12). Dos motivos, pues, se iluminan uno a otro en el texto: la visible pobreza en la vivencia humana de Jesús y la gloria de Dios escondida en su presencia entre los hombres. Sólo unos cuantos pastores, representantes de gente pobre y humilde, reconocen al Mesías esperado: éste es el signo divino extraordinario del inicio de una época nueva en la historia de los hombres.

MEDITATIO

Para contemplar el misterio de Navidad necesitamos, sobre todo, simplicidad para asombrarnos ante su mensaje. Capacidad de asombro y mirada de niño son los medios necesarios para gustar el anuncio lleno de alegría de esta noche santa. Y esta alegría tiene una motivación clara: el nacimiento de un niño, Salvador universal, que trae motivos de esperanza para todos, que son paz, justicia y salvación. Y ¿qué signos cualifican a este niño? La debilidad, la pobreza, la impotencia y la humildad, cosas que el mundo ha rechazado siempre y que, por el contrario, ha hecho propias el Hijo de Dios.

Con la venida de Jesús las falsas seguridades de los hombres han zozobrado, porque Dios ha elegido no a los fuertes ni a los sabios, ni a los poderosos de este mundo, sino a los débiles, a los pequeños, a los necios, a los últimos: ha elegido «un niño acostado en un pesebre » (Le 2,7.12.16; cf. 1 Cor 1,27; Mt 11,26), pobre, marginado y desestimado. Precisamente sobre esta pobreza se despliega el esplendor del mundo del Espíritu, mientras nosotros estamos complicados en dramas de conciencia, porque nos tienta seguir principios de fuerza, de poder, de violencia. El niño de Belén nos dice que el milagro de la paz de la Navidad es posible para aquellos que acogen sus dones.

A esta luz el acontecimiento de esta noche no es sólo una fecha para conmemorar, sino evento capaz, también hoy, de contagio y de transformación. Cuatro son las noches históricas de la humanidad, según una antigua tradición rabínica: la noche de la creación (Gn 1,3), la de Abraham (Gn 15,1-6), la del Éxodo (Ex 12,1-13) y la de Belén, es decir, esta noche, que es la más importante, porque el Hijo de Dios ha traído su paz, distinta de la pax augusta, y es el fundamento de la «civilización del amor» (Pablo VI). ¿Somos capaces de vivir el misterio?

ORATIO

Te damos gracias, Señor del universo y de los hombres, porque en Jesús niño, que vino a la tierra portador de tus dones -la paz, la alegría, la justicia y la salvación-, se ha manifestado tu amor a todos. Queremos comprender, si bien con la pequeñez de nuestra mente, algo del misterio del Verbo encarnado, porque con ello se iluminará nuestro misterio humano.

Para los judíos era absurdo pensar que la Palabra definitiva de Dios apareciese en la debilidad del hombre Jesús. Para los paganos era escándalo aceptar la plena humanidad del Hijo de Dios, lugar indigno de la divinidad.

Nosotros, por el contrario, creemos que la Palabra, en un momento histórico muy preciso, «se hizo carne» en la fragilidad e impotencia como toda criatura, naciendo de una mujer, María (cf. 1 Jn 4,2-3), y creemos que en Cristo Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, reside la revelación definitiva del Padre y el anuncio de la fe que nos salva.

El hombre del tercer milenio tiene necesidad de Jesús, revelador de tu amor de Padre, para escapar de su individualismo y de su superficialidad, que lo privan de los verdaderos valores en que se puede encontrar la esperanza de vivir. Señor, el nacimiento de tu Hijo nos revela que también nosotros en Jesús hemos sido hechos hijos tuyos y te podemos conocer.

Haz que toda nuestra vida, sobre el modelo de la de Cristo, se vuelva en actitud de docilidad filial hacia ti y, para ello, en la noche de Navidad nos ponemos de rodillas, en adoración ante el rostro humano del Jesús-Niño, tu Hijo unigénito, en el que resplandece e irradia tu rostro invisible de Padre, para ver nuestro rostro divino.

CONTEMPLATIO

Pero ¿quién soy yo? ¿Podré decir algo digno de lo que se ve? Me faltan las palabras: la lengua y la boca no son capaces de describir las maravillas de esta solemnidad divina. Por eso yo con los coros angélicos grito y gritaré siempre: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!».

Dios está en la tierra; ¿quién no será celeste? Dios viene a nosotros, nacido de una Virgen; ¿quién no se hará divino hoy y anhelará la santidad de la Virgen, y no buscará con celo la sabiduría, para hacerse más cercano a Dios? Dios está envuelto en pobres pañales; ¿quién no se hará rico de la divinidad de Dios si acoge algo humilde?

Exulto como los pastores y me sobresalto escuchando estas voces divinas: ansío ir al pesebre que acoge a Dios y deseo llegar a la celestial gruta: anhelo ver el misterio manifestado en ella y allí, en presencia del Engendrado, levantar la voz cantando: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!» (Sofronio de Jerusalén, Le Omelie, Roma 1991, 55-57).

ACTIO

Repite a menudo y vive hoy la Palabra: «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado» (Is 9,5).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

En aquella noche de Navidad una multitud del ejército celeste se apareció en Belén a los pastores, diciendo: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!»; en este mismo momento nosotros celebramos ¡untos el nacimiento de nuestro Señor y su pasión y muerte. Según el mundo, este modo de comportarse es extraño. Porque ¿quién en el mundo puede llorar y alegrarse al mismo tiempo y por el mismo motivo? En efecto, o la alegría será dominada por la aflicción, o la aflicción será aniquilada por la alegría; solamente en nuestros misterios cristianos podemos alegrarnos y llorar al mismo tiempo y por la misma razón. Pero pensad un poco en el significado de la palabra «paz». ¿No os parece extraño que los ángeles hayan anunciado la paz mientras el mundo está incesantemente azotado por la guerra o por el miedo de la guerra? ¿No os parece que las voces angélicas se hayan equivocado y que la promesa fue una desilusión y un engaño?

Reflexionad ahora sobre cómo habló de la paz nuestro Señor mismo. Dijo a sus discípulos: «Mi paz os dejo, mi paz os doy». ¿Entendía Él la paz como nosotros la entendemos: el reino de Inglaterra está en paz con sus vecinos, los barones están en paz con el rey, el jefe de familia que cuenta sus pacíficas ganancias, la casa bien limpia, su mejor vino sobre la mesa para el amigo, su mujer que canta a sus hijos? Aquellos hombres que eran sus discípulos no conocían nada de esto: ellos salieron a hacer un largo viaje, a sufrir por tierra y por mar, a encontrar la tortura, la desilusión, a sufrir la muerte con el martirio. ¿Qué cosa quería, pues, decir Él? Si queréis saberlo, recordad que dijo también: «No os la doy como la da el mundo». Así pues, Él dio la paz a sus discípulos, pero no como la da el mundo

*

T. S. Eliot,
Asesinato en la catedral,
Madrid 1996.

***

Biblia, Espiritualidad ,

“Tú eres la Navidad de Dios”, por Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Martes, 24 de diciembre de 2024

hq720Comentario a la lectura evangélica (Lucas 2, 1-14) de la Misa de Medianoche de la Natividad del Señor – 24 diciembre 2024 –

Navidades decepcionantes, dicen.

Será la guerra, las guerras, será la crisis económica (desde que tengo uso de razón, no recuerdo una época sin crisis económica), será una sensación de desconcierto y miedo al futuro, será una Iglesia occidental que lucha por sacudirse el síndrome de la minoría… O tal vez sea simplemente el hecho de que nuestros corazones han sido siempre y para siempre un abismo de expectativas.

Así que nos metemos en una burbuja durante unas horas para olvidar. Las canciones, las luces, los olores, los recuerdos de niño, todo es hermoso y legítimo hacerlo.

Pero entonces atreveos. Atreveos. Atreveos. Atreveos a Dios.

Bien mirado, ésta puede llegar a ser la mejor Navidad de nuestras vidas.

Quitada la guarnición, queda el plato, lo esencial, lo inaudito de Dios.

Dios está ahí. Y está aquí. Todavía. No se cansa.

Sucedió que

Una joven pareja llega a Belén, la ciudad que vio nacer al rey David.

Es un censo lo que les ha llevado hasta allí, tal vez un censo regional, una forma que siempre han tenido los poderosos de manifestar su autoridad para imponer tributos.

La mujer espera a su primogénito y es acogida en casa de algún pariente (¡inimaginable que se les niegue con el sagrado sentido de la hospitalidad en el mundo oriental!), pero para proteger su pudor da a luz en la parte trasera de la casa, que normalmente consiste en una sola habitación, donde se guardaban los animales pequeños y los víveres -la caja fuerte de todo hogar-.

La escena se traslada al exterior, a un grupo de pastores que pasan sus días y sus noches, de marzo a octubre, en los áridos pastos de Judea. No son los pastores de nuestros belenes, sino gente tosca y endurecida por el trabajo, a los que los rabinos de la época comparan con los publicanos, considerados mentirosos (no podían testificar en un juicio) y poco fiables.

Ellos reciben el anuncio: los vencidos, los perdedores, los condenados.

No los sacerdotes de Jerusalén, enfrascados en los trabajos del templo reconstruido para esperar realmente a un mesías inoportuno.

No Herodes, que obtuvo el trono con determinación y ferocidad, y que ve en el Mesías un peligroso competidor.

Ni las buenas gentes de Jerusalén, absortas en la vida cotidiana.

Accesibilidad

La joven da a luz, lava al niño, lo envuelve en pañales y lo deposita en el pesebre.

Sin luces misteriosas, sin maravillas, sin efectos especiales.

Dios nace como cualquier niño, la salvación nos llega de la forma más banal.

Y los pastores buscarán un pesebre para reconocer al Mesías. Y los astrónomos una estrella.

Dios se da a conocer allí donde estamos, habla a nuestros corazones con el lenguaje que conocemos.

Es nuestra mirada la que cambia, es la luz de nuestro corazón la que sabe ver más allá de las apariencias.

He aquí a nuestro Dios: es un niño de puños cerrados y piel enrojecida, ojos que apenas soportan la luz y boca pequeña que busca el pecho inmaduro de su madre.

Es un niño indefenso y frágil al que hay que lavar y calentar, cambiar y besar, y al que se abraza contra la piel áspera de su padre, José, que deja que la emoción humedezca sus ojos y luego vuelve a la concreción de una situación problemática.

No da, pide, no tiene delirios de omnipotencia, se ha despojado de las vestiduras de la realeza y las ha puesto a los pies de nuestra inquieta humanidad. No lo cuidan ángeles, sino una muchacha inexperta y generosa.

Quisiera un Dios que resolviera mis problemas, no un Dios que los creara.

Quisiera un Dios poderoso y fuerte, no un infante necesitado de todo.

Me gustaría un Dios más eficiente, no un perdedor. Que se ponga del lado de los fuertes, no que defienda a los débiles.

Me gustaría algún efecto especial, para convencerme.

Pero en vez de eso.

Luz y sombra

Asusta al recién nacido. Irrita. Perturba.

Nos perturba incluso imaginar que Dios, ¡de verdad!, ha dejado su vestido de eternidad para ponerse el andrajoso y sucio de la humanidad. Cuando se toma en serio, la Navidad nos pone en crisis.

Nos interroga.

Dios haciéndose accesible, encontrable, un niño frágil e indefenso, derriba nuestros infinitos prejuicios sobre Dios.

Dios es distante. Dios se desinteresa de nosotros. Dios es misterioso y oscuro, malhumorado e incomprensible.

Dios ve y no interviene, deja morir de hambre a los niños.

Dios no detiene las guerras ni a los terroristas. Dios deja morir de cáncer a la joven madre y mantiene con vida al asesino despiadado.

Un Dios chapucero e inquietante. También el de los católicos que creen sin hacerse nunca una pregunta, sin un temblor, sin un estremecimiento, sin una duda. Creen como piedras, no firmes, sino frías e inanimadas.

¿Qué tiene que ver este niño mamando del pecho inmaduro de una adolescente con la horrible idea de Dios que llevamos en el corazón?

Sin embargo, Dios se hizo hombre precisamente para cambiar nuestras vidas. Para revelarnos quién es. Porque al verle, comprendemos quiénes somos. Quién soy yo.

Masa de barro moldeada a imagen de Dios. Lleno de alma.

Sin embargo

Dios se hace hombre para salvarnos del pecado, como escribieron los Padres de la Iglesia latina.

Dios se hace hombre para que el hombre llegue a ser como Dios, como escribieron los Padres de la Iglesia oriental.

Dios se hace hombre, añadiría yo, para que, finalmente, el hombre aprenda a hacerse hombre.

¿Dónde está Dios?, me preguntan tantos, perseguidos por su miedo.

Yo sonrío, esta noche, mientras rezo ante mi pequeño pesebre.

Ahí está, Dios.

En la mirada temerosa de quien, solo, se enfrenta a la enfermedad.

En la mano que estrecha una mano, en la paciencia de quien enciende una esperanza, en la belleza de quien vive en la plenitud de una humanidad honrada de dar forma a Dios.

En la fuerza de los que no se rinden, de los que animan, de los que dejan a un lado el victimismo y las quejas.

Aquí está. De ti depende acogerlo si quieres, aquí, ahora.

Aunque nuestro corazón esté pensado y vacío, como una cueva, como un establo. Como ese establo.

Y es allí donde Dios pide nacer.

Nadie te quita la Navidad. Nadie te la roba, tenlo por seguro.

Si aún te atreves a creer, si aún te maravillas ante ese niño recién nacido que encierra el Infinito, si aún te conmueves ante el Dios desarmado, yo lo hago vivo y presente.

Tú eres la Navidad de Dios. Tú, la custodia de Dios. Su tabernáculo.

El primer lamento que nos revela cuánto somos amados.

Y cuánto podemos amar.

Amarse tanto como Dios nos ama.

Feliz Navidad, pues.

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

Biblia, Espiritualidad ,

No va a venir

Martes, 24 de diciembre de 2024

IMG_9140Me choca mucho. En los rezos, en la predicación, en los comentarios hablamos de que Jesús va a nacer. La mayoría de las personas comentan qué vamos a cenar este día.

Ya nació hace aproximadamente 2.000 años. Y ya está siempre con nosotros. Lo que vamos a celebrar es el aniversario de su nacimiento, cuya fecha exacta no sabemos y la hemos colocado el 25 de diciembre, en sustitución del dios Sol. Dios, hecho hombre en Jesús, está siempre en nosotros y con nosotros. Los adornos literarios, musicales, expositivos nos pueden ayudar a descubrir a ese Jesús que vive en cada realidad y en cada persona. Lo que son luces, adornos, cantos, belenes son desarrollo de lo que pudo ser y expresión de nuestra sensibilidad. Y en muchas ocasiones fruto de nuestro consumismo y negocio.

Cada vez veo más necesario el descubrir, sentir, vivir a Dios presente y ya actuante en cada cosa y en cada persona.

Hoy estamos en condiciones de dar un paso más y descubrir que la salvación ha llegado ya porque Dios no tiene que venir de ninguna parte y con su presencia en cada uno de nosotros, nos ha comunicado lo que Él mismo es. No tenemos que estar contentos ‘porque Dios está cerca’, sino porque Dios está ya en nosotros. La alegría es como el agua de una fuente, la vemos solo cuando aparece.

Si descubro que Dios forma parte de mí, encontraré la absoluta felicidad. Imitarle en la actitud de entrega a los demás. El evangelio nos dice una y otra vez, que la aceptación por parte de Dios es el punto de partida, no la meta. Seguir esperando la salvación de Dios es la mejor prueba de que no la hemos descubierto dentro. La pena es que seguimos esperando que venga a nosotros lo que ya tenemos. Lo que nos dice la encarnación es que no hay nada que cambiar. Dios está ya en mí y esa realidad es lo más grande que podría esperar. Ésta tendría que ser la causa de nuestra alegría.

Lo tengo ya todo. No tengo que alcanzar nada. No tengo que cambiar nada de mi verdadero ser. Tengo que descubrirlo y vivirlo. Mi falso ser se iría desvaneciendo y mi manera de actuar cambiaría. La respuesta que debo dar a la pregunta: ¿qué debemos hacer?, es simple: Compartir. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? Tengo que adivinarlo yo. Ni siquiera la respuesta de Juan nos puede tranquilizar, pues la realización de las obras puede ser programación. No se trata de hacer o dejar de hacer sino de fortalecer una actitud que me lleve en cada momento a responder a la necesidad concreta del otro.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , ,

“Navidad in itinere” por José Arregi

Martes, 24 de diciembre de 2024

velas660x650-1200x800-e1543178364218De su blog Umbrales de Luz:

Toño Martínez, un amigo poeta que trabaja en Zurich como limpiador, me escribe hoy un mail titulado Navidad in itinere (en camino):

“En mi trabajo de limpieza me suelo desplazar de distintas maneras: coche, andando, tranvía,  tren…. Suelo preferir el transporte público si la prisa no impone su ritmo. Y si el día nos sonríe, a pie se descubren un montón de matices.

¿Y esta Navidad, qué? Desde hace tiempo la mayoría de las luces me sobran y prefiero los matices tintineantes de una vela. El amasijo de luces simulando un gran paquete de regalo en un centro comercial de Zürich NO ES NAVIDAD”.

Toño acompaña sus observaciones citando poemas:

“Es Navidad desde finales de octubre. Las luces se encienden siempre antes, mientras que las personas son cada vez más intermitentes. Yo quiero un diciembre con las luces apagadas y con las personas encendidas” (Charles Bukowski)

“La vida está hecha de días que no significan nada  y de momentos que significan todo” (Cristina Peri Rossi)

Intento fijarme cuando viajo por motivos laborales en otros currantes como yo que van llevando sus esperanzas y cansancios consigo a la carrera. Y recuerdo un poema de P. Aguirre al cruzar nuestras miradas:

“[…] ellos poseerán la tierra
Los fieles, los constantes,
los condenados a lo eterno,
los asombrados de una sola vez,
los que solo confían en el miedo,
los que edifican sobre el desengaño,
los cuidadosos que cosechan pasos,
los fareros de la rutina,
los cómplices tenaces del trabajo,
los que se mueren razonablemente,
esos que en tantas ocasiones
desearían con urgencia
que hubiese un dios al que pedir socorro” (Paca Aguirre)

Toño Martínez
Zurich, 20 de diciembre 2024

Espiritualidad , , ,

“Navidad es humanizar”, por Carlos Ayala

Martes, 24 de diciembre de 2024

IMG_9075En el libro ‘Un minuto para el absurdo’, de Anthony de Mello, encontramos la siguiente historieta: “¿No vas a desearnos una feliz Navidad?”. El maestro echó un vistazo al calendario, vio que era jueves y dijo: “Prefiero desearles un feliz jueves”. Aquello ofendió a los cristianos que había en el monasterio, hasta que el maestro se explicó: “Son millones los que van a disfrutar, no el día de hoy, sino la Navidad; por eso su gozo es efímero. Pero, para aquellos que han aprendido a vivir cordialmente el presente, todos los días son Navidad”.

La anécdota nos trae a la memoria aquella canción popular, propia del tiempo litúrgico del Adviento: “Todos los días nace el Señor / Para esta tierra sin luz, para vencer las tinieblas, para cambiar nuestro mundo, todos los días nace el Señor / Para quitar la opresión, para borrar la injusticia, para vencer la pobreza, para los pobres que sufren, por la igual dignidad, todos los días nace el Señor / Para traernos amor, para vencer el egoísmo, para estrechar nuestras manos, todos los días nace el Señor / Para traernos la paz, para esta tierra que sangra, en cada hombre y mujer que luchan, todos los días nace el Señor”.

La historia de De Mello y la letra de la canción nos ponen en un contexto que va más allá de fechas convencionales; nos remiten a un acontecimiento. Día tras día, podemos celebrar un nuevo comienzo: el que inicia el Misterio que llamamos Dios en cada uno de nosotros, cuando irrumpe en nuestro tiempo, en nuestra historia, en nuestra vida. Acostumbrados a dejarnos impresionar por lo extraordinario y aparatoso, somos incapaces de advertir cómo Dios viene diariamente a nosotros.

El teólogo José Antonio Pagola nos dice que Dios no se deja aprisionar en nuestros esquemas y moldes de pensamiento: “Lo imaginamos fuerte y poderoso, majestuoso y omnipotente, pero él se nos ofrece en la fragilidad de un niño débil, nacido en la más absoluta sencillez y pobreza. Lo colocamos casi siempre en lo extraordinario, prodigioso y sorprendente, pero él se nos presenta en lo cotidiano, en lo normal y ordinario. Lo imaginamos grande y lejano, y él se nos hace pequeño y cercano”.

Más que una fecha, pues, con la Navidad se conmemora un acontecimiento: en Jesús, Dios se hace uno de nosotros, con nosotros y en nosotros. En otras palabras, Dios se ha hecho condición humana para renovar el prototipo del ser humano, para “humanizar a la humanidad”. Y Jesús lo hizo desde un modo de ser y desde una práctica ciertamente novedosa: se compadece de las muchedumbres hambrientas y desorientadas; desenmascara a los que oprimen al pueblo; no quiere que sus discípulos lo llamen maestro, sino amigo; se llena de profunda tristeza ante la muerte de su amigo Lázaro; se indigna ante la dureza de corazón de los que se hacen pasar por bienhechores; valora la fe de la gente sencilla y devuelve la dignidad a los que son despreciados y excluidos. Así humanizó Jesús. Un Dios humano que humaniza. En Jesús se hizo evidente que el hombre no es solo el lugar en que Dios se manifiesta, sino que puede constituir un modo de ser del mismo Dios.

Ese anhelo de humanizar la humanidad está poéticamente descrito en una canción del cantautor español Miguel Ángel Marín (Migueli). Citamos algunos fragmentos:

Humaniza sin piedad cada ciudad. Humaniza sin parar donde no hay paz. Humaniza con “te quieros”, con cariños, con boleros. Dar una rosa de vida: eso es humanizar.

Humaniza para crecer y no parar. Humaniza y tu vida no coge olor a humedad. Humaniza los dolores con caricias, colores de un momento: una sonrisa. Eso es humanizar.

Una vuelta de tuerca, un abrazo que dar, una cara mojada, una entrega total, otra gota de sangre, estar hasta el final sin pasarme de rosca: eso es humanizar.

Un ratito de escucha, la sonrisa para estar, una mano extendida, vuelvo a verte sin más; mantener la esperanza, no rendirse jamás, poner toda la carne y en silencio esperar. Humaniza y ya verás todo cambiar.

IMG_9073

Sin duda, este modo de entender lo que humaniza descrito por Migueli es coherente con el sentido de la Navidad, cuyo horizonte es la consecución de una realidad humanizada. La Navidad nos muestra cómo podemos convertirnos en verdaderos seres humanos. El niño Jesús creció y se hizo disponible a Dios y a los demás, concretó el sueño de la redención. Es significativo, en este sentido, el pasaje donde los discípulos de Juan el Bautista le preguntan: “¿Eres tú el que había de venir o tenemos que esperar a otro?”. Jesús responde: “Vayan a contar a Juan lo que ustedes ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la Buena Noticia; y ¡feliz el que no se escandaliza por mi causa!”. Esta fue la manera de humanizar de Jesús. Por eso afirmamos que en su nacimiento y en su misión estaba la fuerza salvadora de Dios. Navidad es humanizar. Y humanizar es desarrollar la capacidad de compasión ante el sufrimiento de otros y la capacidad de indignación ante las injusticias del mundo. Y la puesta en práctica de la compasión y la indignación hay que hacerla día a día. Cuando esto ocurra, viviremos la Navidad.

Carlos Ayala Ramírez (*)

(*)Profesor del Instituto Hispano de la Escuela Jesuita de Teología (Santa Clara, CA); profesor de la Escuela de Pastoral Hispana (Arquidiócesis de San Francisco, CA); Profesor jubilado de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” El Salvador. Ex-director de radio universitaria YSUCA; difusor del legado teológico-pastoral de san Óscar Romero.

Biblia, Espiritualidad , , , ,

Dios es Encarnación y se está encarnando siempre.

Martes, 24 de diciembre de 2024

el-drama-de-los-refugiadosNOCHEBUENA (C)

Lc 2,1-14

Cualquier clase de discurso que podemos hacer hoy se me antoja ridículo. Nada se puede expresar con propiedad del misterio que estamos celebrando. Hoy mejor que nunca debíamos aplicar el proverbio oriental: “Si tu palabra no es mejor que el silencio, cállate”. Solo en clave de silencio seremos capaces de entender algo. Esta noche debemos intentar una meditación sosegada sobre Jesús y sobre lo que su figura supone para todos nosotros. Lo que tienes que descubrir y vivir no puede venir de fuera, tiene que surgir de lo más hondo de ti mismo.

El evangelio que acabamos de leer nos coloca ante el misterio, pero tendrás que adentrarte tú solito en él. Es fácil que se desborden los sentimientos en este tiempo de Navidad, pero eso no basta para vivir el misterio que celebramos. Es una noche, no para el folclore sino para la meditación. Sin esta contemplación, se quedará en algo vacío sin ningún sentido religioso. El valor de esta fiesta depende de mi actitud. Nada suplirá el itinerario hacia el centro de mí mismo. Solo allí se desarrolla el misterio. Solo en lo hondo de mi ser descubriré la presencia de Dios.

Recordar el nacimiento de Jesús, nos puede ayudar a encontrar a Dios dentro de nosotros y en los demás. Jesús vivió y murió en un lugar y un tiempo determinado, pero no estemos celebrando un cumpleaños. Los datos históricos no tienen importancia. Jesús nació, no sabemos dónde, no sabemos cuándo, ni en qué día, ni en qué mes, ni en qué año. Todo lo que digamos de él, desde el punto de vista histórico, apunta al desconcierto. El encuentro con Jesús que apareció en un momento de la historia, me tiene que llevar al encuentro con Dios que no tiene historia. Dios es siempre el mismo, pero para mí será siempre diferente.

La encarnación no es un hecho puntual, sino una actitud eterna de Dios. Dios no tiene actos. Todo lo que hace, lo es. Si se encornó, es encarnación, es Emmanuel. Si en Jesús se hizo presente a Dios, debemos buscar en nosotros lo que descubrimos en él. No se trata de recordar y celebrar lo que pasó hace dos mil años sino de descubrir que la presencia de Dios se da hoy en mí y debo descubrir y vivir conscientemente esa realidad sublime. Lo que pasó en Jesús, está pasando en cada uno de nosotros, está pasando en mí. Este es el sentido de la Navidad.

Ni María ni José ni nadie de los que estuvieron relacionados con los acontecimiento que estamos celebrando, se pudo enterar de lo que estaba pasando, porque Dios actúa siempre acomodándose a la naturaleza de cada ser. En lo externo no pudo acontecer nada que diera cuenta de la realidad que estaba en juego. Seguimos sin enteramos del significado de la Navidad, porque nos limitamos a recordar acontecimientos externos y extraordinarios que nunca se dieron. Si yo quiero enterarme tendré que tomar conciencia de lo que Dios me ofrece en este instante.

Ponernos en el lugar del que escribe es la clave para poder entender lo que nos quiere trasmitir. Para Lucas, de mentalidad mítica, Dios está en el cielo. Si quiere hacerse presente, tiene que bajar. Viene a salvar a los pobres y empieza por compartir su condición. La salvación se hará desde abajo, pero para llevarla a cabo, Dios tiene que bajar. Pero solo lo encontrará el que está buscando, no los que están satisfechos, instalados cómodamente en este mundo. No lo encontrarán en el bullicio de las relaciones sociales del día, sino en el silencio de la noche.

Los dioses necesitan intermediarios, se ponen en acción y anuncian la noticia. ¿Quién estará preparado para escucharlo? Solo los pastores, la profesión más despreciada y marginada de aquella sociedad. La salvación se anuncia en primer lugar a los oprimidos, a los que menos cuentan. Los demás están descansando, dormidos, cómodos; no necesitan ninguna salvación. Este dato es decisivo porque nosotros nos encontramos entre ese grupo que para nada necesita la salvación que el ángel anunció. Solo necesitamos que nos confirmen en nuestro bienestar.

El anuncio es ‘buena noticia’. La cercanía de Dios es siempre buena noticia. Dios muestra su salvación en Jesús. “Os ha nacido un Salvador”. Puesta al día, la noticia sería: Dios está viniendo siempre hacia mí para darme plenitud. Los pastores salen corriendo sin saber muy bien hacia dónde dirigirse. No será fácil encontrarlo con las pistas que me da la religión oficial. Alguna pista: Un niño en un pesebre desnudo y entre pajas. Él mismo es alimento. Sus padres no dicen ni palabra. ¿Qué podrían decir? Dios decide enviar su Palabra y nos envía a un niño que no sabe hablar. Esta paradoja debía invitarnos a reflexionar en profundidad.

En el ambiente de la celebración de la Navidad hoy, corremos el peligro de quedemos en las pajas y no descubrir el grano. La importancia del acontecimiento se la tengo que dar yo. Dios no tiene que venir de ninguna parte. Dios está donde nosotros le descubrimos y le hacemos presente. Dios está donde hay amor. Allí donde un ser humano es capaz de superar su egoísmo y darse al otro. Allí donde hay comprensión y tolerancia, allí está Dios. Dios no será nada si yo no lo hago presente con mi postura ante los demás, con mi entrega desinteresada a todos.

Todo lo que nos hace más humano debemos incorporarlo a la fiesta. La reunión con la familia, la comida, los abrazos, todo puede ayudarnos a descubrir lo que somos y a manifestarlo con alegría. La fiesta cobrará sentido para todos en el momento que sepamos aunar lo humano y lo divino. Si sabemos ir más allá del folklore, nos podemos encontrar celebrando la única realidad que interesa. La VIDA que está en mí y espera ser desplegada. Merece la pena hacer un esfuerzo en estos días y tratar de ser hoy más humanos que ayer pero menos que mañana.

El misterio seguirá siendo misterio. Ni los sentidos ni la razón lo pueden percibir. La buena noticia es que, aunque no lo comprenda, puedo vivirlo. Solo el silencio me puede acercar al Dios encarnado. Lo que no me diga el silencio, nadie lo podrá decir. Todo lo que venga de fuera, no me va a servir de nada. El pozo donde tienes que apagar tu sed está en tu interior. Solo podrás beber en él si de verdad bajas hasta lo más profundo de ti mismo. Intentar apagar tu sed con otras bebidas será siempre una torpeza que no puede saciarte.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

Cristianos Gays os desea una Feliz Navidad

Martes, 24 de diciembre de 2024

 

bbc-nativity-mary-joseph-jesus

 

“Como nos ama
hacese a nuestra medida”

Santa Teresa de Jesús

Los Administradores y Moderadores de Cristianos Gays queremos desearos a todos una muy feliz Navidad, a pesar de la Pandemia y sabiendo que hemos de cuidarnos entre todos siguiendo las recomendaciones sanitarias.

Deseamos que el Niño Dios se encarne no solo en nuestros corazones, sino también en nuestras obras.

Que sepamos reconocer a este Dios que se hace carne en una madre soltera, criado por un padre que no es el suyo en lo humano. Al margen de lo establecido. Por eso felicitamos la Navidad con el Niño que nace en el hogar con dos madres. El hogar con dos padres. El hogar con una sola madre o con un solo padre. Porque hogar es donde hay amor, no un numero y tipo de personas. Y si hay amor, ahí nace Jesús.

Hoy contemplamos en el relato del Evangelio cómo la Palabra se hizo carne (Jn 1, 1-18). Nos suele resultar complicado pensar en Jesús tal y como nos lo presenta hoy Juan: preexistente, divino, revelador del Padre… Es un misterio que desborda pero que llena de gozo desmesurado. Dios se nos muestra de una forma inauditamente cercana porque el amor tiende a abajarse y a hacerse próximo. También mi amor debe tender a encarnarse en gestos hacia los demás que muestren cómo es Dios.

Gracias por los que entráis, leéis, compartís y nos regaláis vuestra amistad y oraciones.

Que el Niño Dios colme de bendiciones todos vuestros nobles deseos y esperanzas.

¡Feliz Navidad!

***

Cerremos la puerta detrás de nosotros. Escuchemos con oído atento la inefable melodía que resuena en el silencio de esta noche. El alma silenciosa y solitaria canta al Dios del corazón su canto más suave y afectuoso. Y puede confiar que él le escucha. De hecho, este canto no debe ya buscar al Dios amado más allá de las estrellas, en una luz inaccesible, donde habita y ninguno puede verle.

Como es Navidad, como la Palabra se ha hecho carne, Dios está cerca, y la dulcísima palabra, la palabra del amor, encuentra su oído y su corazón en la sala más silenciosa del corazón. Y quien se ha detenido cerca de sí, aunque es de noche, en esta paz nocturna, en las honduras del corazón de Dios, percibe la dulce palabra del amor. Es preciso estar tranquilos, no temer la noche, hay que callar. De otro modo no se escucha nada.

De hecho, la última cosa se dice solamente en el silencio de la noche, cuando, por la llegada llena de gracia de la Palabra en la noche de nuestra vida, se ha hecho Navidad, noche santa, noche de silencio.

*

Karl Rahner,
Dios se ha hecho hombre,
Brescia 31990, 72-73).

***

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad ,

¡Señor de la noche, Dios de luz, Visita mi establo oscuro!

Martes, 24 de diciembre de 2024

refugees_30


Para decir juntos nuestra fe.

¡Señor de la noche, Dios de luz,
Visita mi establo oscuro!
Prepara en mí una cuna
Para que la Navidad tenga lugar esta noche (…)

En tus tierna manos
deposito mi miedo de no ser …
Esta noche naceremos
de un mismo aliento;
Nacerás en mí
Para venir al mundo que me rodea,
Y yo naceré de ti,
Acogida como una reina
Acogido como un rey
Hasta en mis más sombríos rincones.

¡ Señor de la noche, Dios de luz,
Visita mi establo oscuro!
Prepara en mí una cuna
Para que Navidad se efectúe esta noche (…)
Entonces, por fin, en mi desierto
habrá sitio para los otros,
Aquellos que te nombro ahora
En un silencio
Que implora tu compasión.

*

Lytta Basset

***

Nota:

Esta tarde a las 16:00, hora española, aparecerá la felicitación de Navidad y, a partir de las 18:00h, los textos y meditaciones de la Misa de Media Noche, y otros textos más para que nos acompañen los momentos previos a la cena de Nochebuena y a lo largo de esta noche santa… Acordémonos de quienes esta noche la pasan solos o no pueden celebrarlo por multitud de razones….

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , , , , ,

“El vientre de una mujer… la misericordia de Dios”, por Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Martes, 24 de diciembre de 2024

imageCreo que la maternidad es algo que los hombres sólo podemos adivinar y no comprender del todo. En el fondo quizás ni siquiera las mujeres lo entiendan. Ellas lo experimentan directamente mientras que sus parejas lo experimentan a través de ellas. No es sólo esto. Hombres y mujeres son intrínsecamente diferentes. Basta con mirar nuestro cuerpo. Las mujeres están hechas -es el cuerpo el que les dice- para acoger dentro de ellas. Su maternidad es acoger la vida. Vida que no es sólo biológica. De hecho, se necesita una premisa para evitar generar malentendidos. Una mujer que no puede generar vida biológica puede ser tanto o más madre que quien la genera.

Decía que su cuerpo es diferente. Su ADN es diferente. No tener ese cromosoma y hace una gran diferencia. Su cuerpo está hecho para recibir. Cuando recrea su sacramento, cuando tiene una relación íntima con su pareja, ella es quien da la bienvenida. Él la penetra físicamente. No ella a él. Esto hace que todo sea más complicado para ellas, las mujeres. Necesitan un completo abandono y confianza en su pareja. Acogerlo a él y a su semilla dentro de sí implica una implicación no sólo de su cuerpo, sino de todo. De su espíritu y su esfera psicológica. Por este motivo, quizás las relaciones físicas tengan un significado mucho más importante para ellas, las mujeres, que para los hombres. Esto no termina aquí.

Las mujeres tienen útero. Los hombres no. Juan Pablo I definió a Dios como padre y madre. Aquí el útero expresa la maternidad de Dios. ¿Cómo? Uno de los adjetivos con los que se define a Dios en la Biblia es misericordioso. En la traducción latina, misericordia se refiere al corazón. Significa llevar en el corazón. No en hebreo. El idioma original de la Biblia traduce el término que para nosotros significa misericordia de una manera completamente diferente. En hebreo misericordioso se traduce como “rahum”. “Rahum” que deriva de “rehem”. “Rehem” es el útero de la mujer. Es el útero. Ellas, las mujeres, más que los hombres, expresan esta característica de Dios. Expresan la misericordia de Dios. Son capaces, cuando viven plenamente su maternidad, de generar nuevamente a su pareja. Saben acogerlo tal como es, saben ver en él la persona que puede llegar a ser, saben ver su belleza. Saben mirarlo con los ojos de Dios. Esta mirada acogedora lo genera nuevamente, lo ayuda a convertirse en un verdadero ser humano. Esta acogida las convierte en verdaderas madres. Esto significa ser madres fecundas.

Las mujeres pueden generar la presencia de Dios. Amar como Dios ama. Ser capaz de aceptar el fruto del vientre tal como es. Incluso cuando una mujer no puede ser madre biológica puede ser madre de amor. El amor de una mujer puede convertirse en alimento para muchos. Con muchos modos diferentes. Por ejemplo, con la adopción: “Ese es tu hijo”.

La fecundidad va más allá de la fertilidad. La fertilidad genera vida biológica mientras que la fecundidad genera vida amorosa. Generar la presencia de Dios, que es amor, en el mundo. Jesús el Salvador, quien salvó y redimió al mundo, se encarnó gracias a María. María que con su SÍ acogió en sí misma a Dios mismo. Qué maravilla María. Qué belleza María. Que maravilloso cada mujer que se convierte en madre y que renueva esta bella imagen a través del tiempo y la historia. Quien con su amor acogedor y confiado renueva también hoy el nacimiento de Jesús en el mundo.

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

Biblia, Espiritualidad , , , , ,

El reverendo Richard Coles de I’m A Celeb habla sobre la trágica muerte de su esposo.

Martes, 24 de diciembre de 2024

IMG_8812La estrella de I’m A Celeb, el reverendo Richard Coles

Richard Coles, un campista de I’m a Celebrity, se ha sincerado sobre la muerte de su marido, hace cinco años.

El ex instrumentista de los Communards compartió su dolor emocional durante el episodio del martes (26 de noviembre) del reality show de ITV. “Lo extraño”, dijo. “Dejó un enorme vacío en mi vida y estoy viviendo mi vida en torno a esa pérdida”.

David Oldham, un sacerdote anglicano que tomó el apellido de Coles, murió en 2019 pocos días antes de Navidad después de una batalla contra una enfermedad hepática. Tenía 43 años.

Coles ha hablado de la dificultad de perder a un ser querido en numerosas ocasiones, incluso en su libro, The Madness of Grief: A Memoir of Love and Loss, en el que habló sobre la batalla de su pareja con la adicción al alcohol.

Fue muy, muy duro ver a alguien que amas destruirse a sí mismo,” escribió. “Es como si alguien se está ahogando y le lanzas un cinturón de seguridad, pero simplemente no lo toman [it]. Yo [intenté] todo lo que se me ocurrió para ayudarlo a dejar de beber, y en justicia para él lo hizo, pero fue demasiado para él.

Su compañero de campamento GK Barry le preguntó a Coles si le resultaba difícil ser gay y vicario.

No, en absoluto”, respondió. “Nunca me ha preocupado ni un momento si Dios pensaba que estaba bien o no. Si otras personas pensaban que estaba bien, bueno, estoy feliz de tener esa discusión”.

El clérigo jubilado continuó diciendo que no fue el primer vicario gay. “A veces miro documentos de la Iglesia primitiva, o de la Iglesia de la Edad Media, y simplemente pienso: tan gay”.

Aunque Coles afirmó en un principio que su relación con David era platónica (las normas de la Iglesia de Inglaterra exigían que la pareja fuera célibe), más tarde admitió ante The Times que eso no era cierto y que mintieron para evitar que los expulsaran de la Iglesia.

Cuando se le preguntó si esto le había afectado, Coles respondió: “Se pasa bastante rápido… Quiero decir, a veces sentía que yo estaba en la Resistencia y ellos eran la Gestapo. Estoy exagerando, pero lo que sí sentí es que ellos no tenían ninguna causa moral. No sentía que tuviera ninguna obligación moral en absoluto”.

Fuente PinkNews

Cine/TV/Videos, Espiritualidad, General, Iglesia Anglicana , , , , , , ,

Ain Karem,

Lunes, 23 de diciembre de 2024

ISABEL1_zps741982fb

Ain Karem, Señor,
aunque sea pequeño
y con poca historia,
es uno de esos lugares
tatuados en las entrañas
y presente, siempre,
en el corazón
y en la memoria.

Lugar fértil, Señor,
con jardines y viñas;
aldea escondida
del ruido y de las intrigas
de la gran ciudad
que era y es toda Jerusalén
que tiene sueños de grandeza
y mata a los profetas.

Ain Karem, Señor,
es para nosotros
la fuente de la viña,
fuente generosa
que mana paz y alegría,
que descansa y da vida,
que plenifica y ennoblece
a todo el que se acerca a ella.

Y es también, Señor,
desde aquel día de primavera
que narran y cantan
las crónicas evangélicas,
lugar de gozo y fiesta,
por aquella visita de María
y aquel encuentro
entre dos visitadas tuyas.

Ain Karem, Señor,
es ese lugar apropiado
para todos los que soñamos
con embarazos de vida
y no queremos encerrarnos
en nuestras miserias
aunque seamos personas estériles,
ancianas o muy niñas.

Ain Karem, Señor, es tu regalo
para que tengamos vida
y aprendamos a cuidarla
cantándote a ti, Dios de vida,
presente en nuestra historia y tierra.

*

Florentino Ulibarri

Fe Adulta

***

 

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

Recordatorio

Cristianos Gays es un blog sin fines comerciales ni empresariales. Todos los contenidos tienen la finalidad de compartir, noticias, reflexiones y experiencias respecto a diversos temas que busquen la unión de Espiritualidad y Orientación o identidad sexual. Los administradores no se hacen responsables de las conclusiones extraídas personalmente por los usuarios a partir de los textos incluidos en cada una de las entradas de este blog.

Las imágenes, fotografías y artículos presentadas en este blog son propiedad de sus respectivos autores o titulares de derechos de autor y se reproducen solamente para efectos informativos, ilustrativos y sin fines de lucro. Por supuesto, a petición de los autores, se eliminará el contenido en cuestión inmediatamente o se añadirá un enlace. Este sitio no tiene fines comerciales ni empresariales, es gratuito y no genera ingresos de ningún tipo.

El propietario del blog no garantiza la solidez y la fiabilidad de su contenido. Este blog es un espacio de información y encuentro. La información puede contener errores e imprecisiones.

Los comentarios del blog estarán sujetos a moderación y aparecerán publicados una vez que los responsables del blog los haya aprobado, reservándose el derecho de suprimirlos en caso de incluir contenidos difamatorios, que contengan insultos, que se consideren racistas o discriminatorios, que resulten obscenos u ofensivos, en particular comentarios que puedan vulnerar derechos fundamentales y libertades públicas o que atenten contra el derecho al honor. Asimismo, se suprimirá aquellos comentarios que contengan “spam” o publicidad, así como cualquier comentario que no guarde relación con el tema de la entrada publicada. no se hace responsable de los contenidos, enlaces, comentarios, expresiones y opiniones vertidas por los usuarios del blog y publicados en el mismo, ni garantiza la veracidad de los mismos. El usuario es siempre el responsable de los comentarios publicados.

Cualquier usuario del blog puede ejercitar el derecho a rectificación o eliminación de un comentario hecho por él mismo, para lo cual basta con enviar la solicitud respectiva por correo electrónico al autor de este blog, quien accederá a sus deseos a la brevedad posible.

Este blog no tiene ningún control sobre el contenido de los sitios a los que se proporciona un vínculo. Su dueño no puede ser considerado responsable.