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Archivo para la categoría ‘Espiritualidad’

¿Qué o a quién buscamos? ¿Por qué seguimos buscando a Jesús?

Domingo, 29 de diciembre de 2024

 

sainte-famille-2007Lc. 2, 41-52

En pleno ambiente navideño nos encontramos este domingo, dedicado a la Sagrada Familia, con un texto evangélico nada fácil. Nada fácil por el texto en sí mismo y por ese ambiente que tiñe o sesga nuestra lectura.

Son los últimos versículos de estos dos primeros capítulos de Lucas que conocemos como los evangelios de la infancia de Jesús. En el versículo siguiente ya se nos presenta otro escenario y a Juan Bautista y Jesús en plena vida pública.

Intentemos dejar a un lado el “evangelio del niño perdido” y acerquémonos al texto, elaborado como una parábola que quiere mostrar o dar testimonio de Jesús, el Hijo de Dios, propósito que vertebra todo el evangelio de Lucas. Y desde esta perspectiva os invito a pararnos en tres aspectos:

– Jesús, Hijo de Dios, un adulto que toma la Palabra en el Templo

Recordamos que en Israel, en tiempos de Jesús, un niño pasaba a ser considerado adulto a los doce años, con una serie de ritos y obligaciones, entre ellas la subida al Templo de Jerusalén en la Pascua. Por lo tanto el relato no trata de un niño, sino de un hijo adulto, que va descubriendo, y esta es la intención del evangelista, que su vida tiene su razón de ser en cumplir la voluntad de Dios, su Padre. Y nos lo presenta en un ambiente concreto, el Templo, rodeado de maestros de Israel, a los que trata como a iguales, les hace preguntas y les responde. Es decir, el evangelio nos presenta a Jesús como “maestro”, y maestro que asombra y deslumbra.

Y correlativa a la imagen de Jesús maestro, está la de discípulo. En este caso una imagen rompedora de discípula, porque es una mujer, María, su madre, la que conservará todo esto en su corazón. Verdadera actitud de discípulo, llevar en el corazón las palabras y gestos de su Señor.

– Jesús que nos pregunta a nosotros como a María y José ¿Por qué me buscabais?

No es cualquier pregunta al paso, en el texto de hoy aparece cuatro veces la idea de “buscar” (vv. 44, 45, 48 y 49). Es más, el evangelio está lleno de expresiones sobre los que “buscan a Jesús” sin encontrarle unas veces (Lc 2, 44-45 y 24, 3, 23-24) y encontrándole otras (Lc 2, 46; cf. Lc 24, 7, 21, 46).

Porque esta búsqueda, nos dice Lucas, requiere unas actitudes, o responde a unos “por qués”. Lo vemos en los pastores, pobres y marginados, y los Magos, estudiosos y extranjeros, (Mt 2,11) que fiándose de las señales, escuchando atentamente lo que saben interpretar como voz de Dios, expresada en ángeles o en la estrella, le reconocen y le encuentran en ese niño pobre pequeño, recostado en un pesebre, tan distinto a lo que esperaban. Actitud tan distinta a la búsqueda de los maestros de la Ley que, a pesar de leer las escrituras o precisamente por ello, no lo encuentran. No lo encuentran porque solo buscan lo que confirme sus teorías, sus planes, sus leyes…  ¿Por qué buscamos nosotros a Jesús? ¿Cómo le buscamos? ¿Estamos abiertos/as a las pobrezas, a los pesebres, a los llantos de un niño como expresión de la cercanía y la ternura de nuestro Dios? ¿O intentamos marcarle los caminos, los nuestros, que nunca son los suyos?

– Jesús que interpela a María y José y a cada uno de nosotros: “¿No sabíais que yo…?”

Otra expresión que recorre el evangelio de Lucas, de estos primeros capítulos al último. Hoy escuchamos cómo reprocha a sus padres, inquietos y preocupados, lo mismo que a los discípulos de Emaús, decepcionados y tristes: “¿Es que no sabíais…?  Y en ambos el texto añade: Pero ellos no comprendieronno comprendieron los hechos ni las palabras de Jesús.

¿Cuántas veces no nos pasa a nosotros lo mismo? No comprendemos los silencios de Dios, no entendemos lo que hace o sus planes entre nosotros…  En esos momentos el evangelio nos invita a dar el salto de la fe, a “guardar en nuestro corazón” eso que no entendemos y, a pesar de ello, como María la discípula fiel, abandonarnos a su voluntad para seguirle, para ser también sus discípulos.

Que este domingo, al acoger el evangelio nos dejemos interpelar por Jesús. Que después de escuchar de sus labios de tantas formas ese ¿Por qué me buscáis? ¿No sabéis que yo?…  comprendamos que Él sigue bajando con nosotros al Nazaret de nuestra vida, allí donde cada uno estamos, donde se va desarrollando lo ordinario y lo excepcional, donde nos encontramos con los demás y vamos creciendo, donde las relaciones de familia y amistad se afianzan, donde gratuitamente recibimos las gracias que nos hacen mejores, más felices…  Porque al final de nuestras búsquedas descubrimos que es Él el que ha decidido estar para siempre a nuestro lado y animar desde dentro nuestras vidas, si le dejamos. Que esta sea la continua Navidad que vivamos día tras día.

Mª Guadalupe Labrador Encinas, fmmdp

 

Fuente Fe Adulta

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La casa del Padre.

Domingo, 29 de diciembre de 2024

IMG_9051Domingo I de Navidad: Fiesta de la Sagrada Familia

29 diciembre 2024

Lc 2, 41-52

Sin duda, Lucas elaboró este relato con el fin de presentar a Jesús como hijo fiel que vive desde y para el Padre. No puede ser casual que, en este evangelio, el término “Padre” sea el primero que aparezca en boca de Jesús y sea igualmente el último: “Padre, a tus manos confío mi espíritu” (Lc 23,46).

¿Qué significa “estar en la casa del Padre”? Desde un nivel mítico de consciencia, el Padre es alguien separado que marca el destino del mundo y del ser humano. El acierto consiste, por tanto, en vivir cumpliendo su voluntad, entendida de manera heterónoma, y anhelando el encuentro con él, acabando con la separación sentida como fractura.

Desde la comprensión no-dual, la “casa del Padre” es la única y misma “casa” de todo. No se trata, por tanto, de un lugar ni de un ser separado, sino que se refiere a ese Fondo último que constituye el núcleo y la identidad última de todo lo que es: el Fondo que constituye y sostiene a todas las formas.

Vivir en la casa del Padre es vivir en conexión con eso que somos, ese no-lugar -dado que no puede ser pensado-, que es Plenitud. Se halla siempre disponible, si bien, para acceder al mismo, se requiere entrenarse en acallar la mente. Es justamente el silencio de la mente (silencio del yo) el que nos permite ver más allá de las formas y conectar, descansar, permanecer, vivir y actuar desde el Fondo. De hecho, a poco que agudicemos el oído interno, si no lo tenemos muy desacostumbrado o incluso atrofiado, no tardaremos en oír la voz interior del Anhelo que clama: Ven a casa.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Sagrada Familia sí, pero difícil también

Domingo, 29 de diciembre de 2024

IMG_9165Del Blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Jesús en el Templo: Un hecho teológico.

El relato de Jesús en el Templo bien pudo acontecer y bien está que conservemos estas “crónicas” y tradiciones de Navidad: los relatos evangélicos, villancicos, “belenes”. Pero no parece que sea una narración histórica.

Hemos de pensar que es un relato compuesto por San Lucas para hablar a aquellas comunidades y a nosotros de quién es Jesús.

        La cuestión es que, a partir de una “romería”, se arma un diálogo para sordos:

Es lógico que: “Tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Pero también es evidente que María no está hablando de Dios Padre, sino de su marido, José.

        María y José ¿encontrarían a Jesús discutiendo con los “doctores del Templo o con los teólogos del concilio de Trento, por ejemplo? ¿Jesús era un niño prodigio que se lo sabía todo? No parece que sea ese el significado de este relato evangélico.

        La cuestión es que Jesús responde un tanto “extrañamente”:

        “¿No sabíais que yo tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?”

Jesús les recuerda a María y José que no tiene ninguna obligación hacia su familia. Él, -Jesús-, no ha venido para seguir el camino de los padres, sino del Padre.

Lo recordarán siempre, pero sin entenderlo. No entendieron aquellas palabras que les decía, (Lc 2,50).

02.- La cuestión de fondo es ¿quién es JesuCristo

Cristología ascendente y descendente.

        Quizás las palabras “ascendente y descendente” son un poco raras y difíciles. Vamos a ver si nos acercamos a intuir y comprender un poco -solamente un poco- el asunto Jesús.

Cristología descendente

        La mayor parte de los creyentes tenemos la mentalidad de una cristología “descendente”. Jesús era una especie de “extraterrestre”, un niño prodigio, que vivía en los espacios siderales, quién sabe dónde, y que -un buen día- a Dios se le ocurrió enviarlo a la tierra. Por eso se encarnó de manera muy extraña, pero ya desde niño “se lo sabía todo” de “este mundo y del otro”. Pasó unos treinta años esperando a su crucifixión, pero sin que tampoco tuviera demasiada importancia, pues Jesús ya sabía que iba a resucitar.

        Con esta mentalidad Jesús “desciende” del cielo a la tierra, pero la tierra y lo terrenal, lo corpóreo no tienen excesiva importancia ni interés.

Cristología ascendente.

        Es otra manera de ver y acercarse a. Jesús.

El hijo de María, es la Palabra, lo que Dios nos quería decir, nos lo va a decir por medio de un Jesús que nace entre nosotros, vive en una familia, iría al colegio-ikastola (sinagoga) de Nazaret. Siendo niño-adolescente subió algunas veces con sus padres a Jerusalén, al templo (de adulto subiría muchas más). Así, poco a poco, Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

        Jesús no fue un “niño prodigio”, sino que fue creciendo, madurando.

Jesús fue la expresión de Dios. Lo que Dios nos  quería decir se llama Jesús. La última y definitiva Palabra salvífica de Dios es Jesús.

Jesús vivía desde su fe profunda y desde su  continua unión con el Padre: Yo y el Padre somos uno, (Jn 10,30), predicaba, curaba enfermos, discutía con el legalismo y las injusticias de los fariseos, saduceos, sacerdotes del Templo, etc.

Es la cristología ascendente. Podríamos pensar que el relato de Jesús en el Templo no es el final de la infancia de Jesús, sino el “comienzo” de Jesús como creyente adulto.

El Jesús que vuelve a Nazaret no es el mismo que el de antes de subir a Jerusalén, al Templo. “Las cosas” del Padre le queman por dentro: un fuego que ha llegado para incendiar la tierra, (Lc 12,49). Le entristece no logra transmitir esta llama a sus padres, del mismo modo que tampoco lo ha logrado con los maestros del Templo.

Algo ha cambiado en Jesús. Jesús crecía.

03.- María conservaba estas cosas en su corazón.

        María, la madre de Jesús, como José y como toda la familia no entendían y estaban desconcertados ante el comportamiento y actitudes de Jesús. Incluso pensaban que Jesús estaba “fuera de sí”, (Mc 3,20-21).

La actitud de Jesús en la vida Jesús era extraña: discutía en el Templo con los sabios, Jesús que vuelca las mesas y las “ventanillas” del Templo, Jesús se salta la ley por menos de nada: cura en sábado, toca la lepra, la muerte, se deja tocar por la hemorroísa, etc., Jesús al que le siguen zelotas y prostitutas…

        María estaba desconcertada. María pensaría muchas veces ¿Quién es este hijo mío?

Por eso María conservaba y meditaba todas estas cosas en su corazón. Seguramente que María y José le dieron más de cuatro vueltas en la cabeza a la cuestión.

        El anuncio del ángel Gabriel llega a María después que ella ha llegado a la fe en su hijo Jesús. María es madre, pero sobre todo, es creyente en Jesús.

04.- La de Jesús: ¿una familia romántica?

La familia de Nazaret será santa y sagrada, pero en calma, no.

La Sagrada familia fue sin duda santa, pero ciertamente no fue tranquila. Es obligado distanciarse de la imagen consabida imagen tradicional de la familia de Nazaret: La Virgen vestida de manto celeste que hila lana, “San José” todo seráfico que trabaja la madera y  “Jesús niño” rubio como un sueco, ojos azules, de color sonrosado, con un vestido más blanco imposible, siempre en una pose de bendición como preparándose para la futura misión … algún angelito disperso por el cuadro, algún pajarillo y florecillas. ¿Todo muy idílico? Nada de nada.

        La agitación, como en tantas familias, es causada por el Hijo.

        No le entienden. Y él, Jesús, no hace nada por facilitar las cosas.

        Los tres, Jesús, José y María  son santos pero inquietos.

        Inquieto José porque no ve respetada su autoridad y ve que Jesús rompe con la tradición (religión) de su pueblo. Inquieta María, que no entiende a este Hijo. Inquieto Jesús, porque soporta mal las pretensiones de sus padres.

Lo más probable es que hubiera una grave tensión y más de cuatro discusiones entre Jesús y su familia

05.- Meditemos y conservemos.

        Nunca está de más echar una “pensada” a la vida, a los problemas y conflictos. Es la actitud de María.

        Bueno será que pensemos las cosas personalmente y en la familia, en la sociedad y  en la Iglesia.

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“ Jesús y su fidelidad a los “asuntos” de su Padre”, por Consuelo Vélez

Domingo, 29 de diciembre de 2024

IMG_9159De su blog Fe y Vida:

Comentario al domingo de la Sagrada Familia 29-12-2024

El mensaje más importante de este texto es la figura de Jesús y su relación de fidelidad a “los asuntos” de su Padre

La discusión con los maestros de la Ley está mostrando la necesidad de discernir cuál es la voluntad de Dios, cuál es el significado de la ley, cómo ha de vivirse

El texto nos muestra al Jesús humano que crece en su seno familiar, realiza las tradiciones culturales y religiosas de su tiempo, creciendo en “sabiduría, en estatura y en gracia” delante de Dios y de los hombres

Para la fiesta de Pascua iban sus padres todos los años a Jerusalén.  Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre.  Al terminar ésta, mientras ellos se volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran.  Pensando que iba en la caravana, hicieron un día de camino y se pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos.  Al no encontrarlo, regresaron a buscarlo a Jerusalén.

Luego de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.  Y todos los que lo oían estaban maravillados ante su inteligencia y sus respuestas.  Al verlo, se quedaron desconcertados, y su madre le dijo:

–Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.

Él replicó:

–¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo estar en los asuntos de mi Padre?

Ellos no entendieron lo que les dijo.  Regresó con ellos, fue a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.  Jesús crecía en saber, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.

(Lc 2, 41-52)

Este texto de Lucas que hoy se nos pone a consideración, se sitúa entre el llamado evangelio de la infancia, buscando hacer un recuento sucinto de lo que debió ser la vida de Jesús antes de comenzar su predicación o vida pública. Lucas nos presenta a Jesús en el seno de su familia y cumpliendo las prácticas de todo buen judío: subir en la Pascua a Jerusalén. Jesús ya, con 12 años, comienza a ser adulto para aquella sociedad, cumpliendo sus deberes religiosos.

No podemos tomar al pie de la letra el texto ni creer que nos está hablando de la familia “ideal” como tantas veces se predica, porque no es el objetivo de este texto. Posiblemente lo que podemos aprender es la necesidad de todo ser humano de un grupo familiar que le transmite y le ayuda a cultivar los valores. Pero no hay que olvidar que, ayer como hoy, la familia supera el modelo papá, mamá, hijos, ya que en la época de Jesús la familia era ampliada a todos los familiares cercanos y, en la actualidad, hay muchas familias monoparentales y también familias ampliadas, sea por necesidades económicas, sea por relaciones filiales. Convendría tener siempre una imagen más amplia de familia para construir mucho más esos lazos de amor tan necesarios para todo ser humano pero que, supera tantas veces, los estrechos lazos de padres e hijos. Lo que quiero decir es que la familia no es el tema central de este texto y menos que algunos predicadores excluyan de la iglesia a los casados por segunda vez o que viven sin casarse. Como lo ha dicho el papa Francisco recientemente, todos tienen cabida en la Iglesia.

El mensaje más importante es la figura de Jesús y su relación de fidelidad a “los asuntos” de su Padre. La discusión con los maestros de la Ley o las preguntas y respuestas que el texto manifiesta están mostrando la necesidad de discernir cuál es la voluntad de Dios, cuál es el significado de la ley, cómo ha de vivirse. Es interesante que el texto dice que todos los que lo escuchaban quedaban maravillados por su inteligencia y sus respuestas e incluso quedaban desconcertados. Lo que podremos ver por el final de la historia de Jesús es que de ese maravillarse y desconcertarse se pasa a la persecución y a la muerte. Así es el mensaje del reino: se comienza a acoger y cuando se percibe su radicalidad, es más fácil repudiarlo o domesticarlo.

Muy interesante es el hecho de ver a María dirigiéndose a Jesús para preguntarle por lo que ha hecho. Lo normal hubiera sido que fuera José el que lo reprendiera. De alguna manera se muestra esa subversión de valores que se va engendrando alrededor del mensaje del reino. María sigue tomando la palabra como lo hemos visto en otros relatos del evangelio, visibilizando su protagonismo como mujer, protagonismo acallado por siglos.

Ante tantas especulaciones de las películas o de relatos apócrifos de que Jesús se fue esos treinta años de vida oculta a estudiar técnicas de meditación o a entrenarse en poderes extraordinarios, este texto nos muestra al Jesús humano que crece en su seno familiar, realiza las tradiciones culturales y religiosas de su tiempo, creciendo en “sabiduría, en estatura y en gracia” delante de Dios y de los hombres. No son cosas extraordinarias lo que Jesús va a anunciar en su vida pública, sino que se convertirá en profeta y testigo de esa experiencia de Dios que asimiló, discernió, discutió, entendió en su juventud. Nadie da lo que no tiene y Jesús comunicó su experiencia con el Dios del reino y su fidelidad indiscutible a su voluntad y mensaje.

(foto tomada de:  https://www.literaturabautista.com/el-nino-jesus-y-los-doctores-de-la-ley-bosquejo/)

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“Sagradas Familias”, por Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Domingo, 29 de diciembre de 2024

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Comentario a la lectura evangélica (Lucas 2, 41-52) de la Misa del Domingo de la Sagrada Familia – 29 diciembre 2024 –

Sagradas Familias

Fiesta de la familia, recita la liturgia.

Fiesta de mi familia, añado yo.

De la familia concreta, objetiva, real, de la que provengo o que he formado o deseo formar. Y, en los tiempos que corren, esta fiesta resulta chocante y provocativa, casi una provocación que sobrevuela nuestras disputas políticas y sociales, que infunde vigor y energía a nuestra vida cotidiana.

Nos guste o no, la familia es y sigue siendo el corazón de nuestro itinerario vital, de nuestra educación, a menudo fuente de muchos sufrimientos, de algunas decepciones y, gracias a Dios, de inmensas alegrías.

Nos hace sonreír que Dios haya querido vivir la familia.

Es sorprendente que haya elegido una familia tan anómala y complicada para hacerlo.

Asombra que la Iglesia persista en proponer esta familia como modelo, donde la pareja vive en la precariedad de lo cotidiano, el niño es la presencia de la Palabra de Dios, y la pareja se encuentra huyendo por la repentina notoriedad del recién nacido…

Pero no es en la diversidad en lo que queremos seguir a María y José, sino en su concreción como pareja que ve su vida trastocada por la acción de Dios y por el delirio de los hombres, en su capacidad de apartarse, seriamente, sin chantajes, sin angustias, para formar parte de un proyecto mayor, el que Dios tiene sobre el mundo.

Si la Navidad nos obliga a preguntarnos si realmente queremos a un Dios tan indefenso, la meditación sobre esta familia y los treinta años que vivieron en Nazaret, si cabe, nos proporcionan intuiciones aún más incisivas…

Dios crece, pues.

Crece en la vida cotidiana de una familia de pobres, llena de fe y entregada al Misterio. Una familia que tiene algo que decir a mi familia.

Cotidianeidad

La primera reflexión procede de la cotidianidad que viven María y José.

Estamos acostumbrados a considerar el tiempo dividido en días laborables y festivos. Otro es el paso repetitivo y aburrido de los días, otro es el acontecimiento que preparamos con intensa alegría; otro la fatiga del trabajo, otro la embriaguez de las vacaciones de verano. Así en la fe: los domingos, si podemos, sacamos cuarenta cinco… minutos para la Misa y luego, durante la semana, nos vemos desbordados por los compromisos.

Nazaret nos enseña que Dios viene a habitar en el hogar, que en lo cotidiano y en la repetitividad de los gestos podemos realizar el Reino, tener una experiencia mística, crecer en el conocimiento de Dios.

Podemos (¡en serio!) elaborar una teología del pañal, un tratado místico de los deberes de los niños, una espiritualidad de la hipoteca que hay que pagar.

La extraordinaria novedad del cristianismo es -¡precisamente! – su absoluta ordinariez.

Parejas que tenéis un primogénito: vuestras fatigas y noches de insomnio, la agotadora relación entre vosotros a causa del cansancio y las preocupaciones, son lo mismo que María y José.

Amigos que tenéis problemas en el trabajo: José también tuvo noches de desasosiego antes de solicitar una hipoteca para poder ampliar su taller de carpintería.

Dios decidió habitar lo mundano, tender un puente sobre el paso de los días.

El Padre

La segunda reflexión surge de la respuesta aparentemente dura y poco amable de Jesús a sus padres (¡como buen adolescente!) sobre su permanencia en Jerusalén después del Bar Miztvah: debe atender las cosas del Padre. Jesús recuerda a sus propios padres (¡!) la primacía de Dios en la vida de una familia. Estamos juntos para ayudarnos a encontrar la felicidad, el sentido de la vida, estamos juntos para caminar hacia la plenitud. Dios no es un apéndice superfluo de nuestras opciones, que quizá haya que sacar a relucir cuando hay vacaciones o algún problema. Si nos convertimos en buscadores de Dios, nos damos cuenta plenamente de la finalidad de nuestro estar juntos.

El misterio en casa

Me he preguntado cientos de veces cuánta fe tuvieron que tener estos padres para decirse a sí mismos que este niño, idéntico a todos los niños, era realmente el Hijo de Dios. José miraba a menudo a su virginal esposa al final del día, avergonzado por la inmensidad de su fe, sintiéndose un poco inadecuado por tan maravillosa tenacidad.

María, cuando llevaba café a media mañana a José con su pelo rizado lleno de virutas, bendecía al Señor en su corazón por haberle dado un compañero tan sencillo y verdadero.

La Sagrada Familia nos invita a mirar a los demás miembros de la familia con una mirada de fe y de luz, descubriendo el Misterio escondido en personas que consideramos estáticas e inmutables.

Confiemos a Dios nuestras familias concretas, las que tenemos o hubiéramos querido tener, con todas las fatigas y alegrías, contradicciones y pobrezas, emociones y bondades que sabemos dar.

Dios habita en ellas.

Feliz Navidad.

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

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IN MEMORIAM: 28 de Diciembre, Día de los Santos y Santas Inocentes

Sábado, 28 de diciembre de 2024

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Hoy recordamos, en el día de los Santos y Santas Inocentes, los nombres de los asesinados y asesinadas o que acosados y perseguidos llegaron a suicidarse en este año 2023 
por el único “delito” de ser personas LGTBIQ+.

Un auténtico Holocausto del que hemos rescatado estos nombres, estas vidas truncadas, que hemos podido conocer hasta hoy, a través de los medios de comunicación. Pero sabemos que hay más, que muchos otros y otras permanecen en el anonimato.

Hoy queremos hacer memoria de todos ellos y ellas y dedicarles este hermoso poema del gran poeta vasco Gabriel Celaya recitándolo, propiciando un momento de reflexión y  pronunciando en alto sus nombres. Se lo debemos.

 

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SIN COMENTARIOS

He pensado: Un poema no debe de ser vago.

Si quiero que funcione debe de ser exacto.

Entonces no he cantado, he contado

de uno en uno los muertos que llevamos.

Me he sentado ante mi mesa, y he apuntado

sus nombres y apellidos. Sin comentarios.

Al llegar al noveno ya estaba llorando

pero hacia dentro. Sin comentarios.

Veintidós, veintitrés y veinticuatro.

La rabia me retorcía. Las lágrimas corrían.

Pero había que tragarlas. Sin comentarios.

Treinta y tres. Treinta y cuatro.

¿Se pueden llevar más lejos el dolor y el espanto?

He tirado mi boli. He suspirado pensando:

Cumplí lo que podía. Mi poema ha terminado.

Y entonces un amigo me ha anunciado

que acaban de matar al treinta y ¿cuántos?

*

Gabriel Celaya

***

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***

 

1.- Gaby Ortiz, mujer trans. Su cuerpo fue encontrado al borde de un camino rural de la carretera Progreso – Ixmiquilpan (México). Tenía signos de violencia y a un lado de ella, dejaron una cartulina con un mensaje amenazante.

2-3.- Las activistas Samantha Gómez Fonseca y Miriam Ríos, respectivamente, ambas iban a contender por un cargo político en las elecciones de este año. Asesinadas en México.

4-5-6.- Jean Andrés Yepes Patiño, gay. Asesinado por arma de fuego. Dixon Javier Quintero Zocadagüí, gay. Sufrió golpes mortales con un palo y piedras en la cabeza. Cristina Ramírez, mujer intersex de 40 años. Fue abordada de forma violenta en su vivienda, donde sujetos armados le propinaron cuatro impactos de bala, ocasionándole la muerte. En Colombia.

7.- Lay, gay de 52 años. Asesinado a tiros en EEUU.

8.- Elisa Cortez mujer trans de 24 años. Se encontró su cuerpo con heridas de arma de fuego en una zona de rancherías en el tramo de la carretera Villahermosa-Cárdenas, en Tabasco, un estado al sureste de México.

9.- Mujer transgénero de 18 años. Apuñalada repetidamente, 14 veces, en Londres.

10.- Nex Benedict persona no binaria de 16 años. Muere tras paliza de sus compañeras en el baño del instituto en Oklahoma.

11.- Miguel Ángel Zavala Reyes. Asesinado.

12.- Alize Díaz, mujer trans. Fue sacada de un bar y golpeada, según contaron testigos. Los golpes le causaron una hemorragia, le quitaron la blusa y la asfixiaron para finalmente ultimarla de dos disparos de arma de fuego.  Asesinada en Tapachula, Mexico.

13.- Darshan Elena Campos, mujer trans de 48 años. Asesinada, su cadaver aparecio  despues de 15 dias desaparecida en la playa Ostiones (Puerto Rico).

14.- Ariel Millar Leal, gay de 26 años. Su cuerpo sin vida presentaba múltiples lesiones atribuibles a la acción de terceros:  8 heridas cortopunzantes en el cuerpo y, cuando ya estaba agónico,  le golpearon su cabeza con una mancuerna de 12 de kilos. En Valdivia (Chile).

15-16-17-18-19-20-21-22-23.- Nueve hombres condenados a muerte por “crucifixión y lapidación” por presunta sodomía por un tribunal hutí, Ansar Allah,  en Yemen.

24.- Manuel José Bermúdez Andrade, gay de 58 años. Líder y activista gay de la ciudad de Medellín. Su cuerpo fue descubierto en las orillas del río Medellín cerca del municipio de Santo Domingo, en el nordeste antioqueño, tras haber sido denunciado como desaparecido en días antes.tras haber sido denunciado como desaparecido en días antes.

25.- Dámaris Julieth León Guamán, mujer trans de 38 años. Asesinada en Argentina.

26-27-28.- Meredith, mujer trans de 20 años que murió a causa de una golpiza por al menos cuatro hombres en Michoacán (Mexico). Terminó con fractura de base de cráneo, fractura nasal, traumatismo torácico y abdominal. Fue trasladada al Hospital Civil donde permaneció en terapia intensiva unos días. Sin embargo, murió por las lesiones. Alison fue asesinada en su domicilio en Nuevo León (Mexico) en una doble ejecución en el contexto de la violencia generalizada entre el narcotráfico y las fuerzas armadas hay huellas de saña contra ella lo que indica que también es un feminicidio por transfobia. Al sur del país, Fernanda, trabajadora sexual, murió atropellada en Veracruz (Mexico) y aún no se determina si se trata de un homicidio doloso.

29.- Freddy Enrique López Ospina, gay de 64 años. Fue hallado sin vida dentro de su vehículo en una calle pública de Valledupar. Su muerte se habría producido por asfixia mecánica en Valledupar (Colombia).

30.- Ethan Henderson, gay de 15 años. Suicidio. Arkansas.

31.- Tee Arnold, hombre trans de 36 años. Asesinado a tiros afuera de un centro comercial de Florida.

32.- Emma Garcia, mujer transgénero de 25 años. Asesinada en el área de Santurce de San Juan, Puerto Rico.

33.- Meraxes Medina, mujer transgénero latina de 24 años. Asesinada.

34.- Alex Taylor Franco, hombre transgénero de 21 años. Asesinado a tiros en Taylorsville, Utah.

35.- Diamond Brigman, mujer trans negra de 26 años. Asesinada durante un tiroteo desde un vehículo mientras estaba parada en una calle de Houston.

36.- Righteous TK “Chevy” Hill, hombre trans negro de 35 años. Asesinado trágicamente a tiros en East Point, Georgia, en el patio delantero de su casa.

37.- Kitty Monroe, persona transgénero latina de 43 años. A.sesinada en Phoenix, Arizona.

38.- Andrea Doria Dos Passos, mujer trans de 37 años. Vivia en la calle y un delicuente violento habitual la golpeo con un tubo de metal en la cabeza hasta matarla. En Miami Beach (Florida).

39.- River Nevaeh Goddard, persona no binaria de 17 años. Asesinada tras dos años desaparecido. En California.

40-41-42-.- Verónica Dantez, mujer trans, conocida afectuosamente como La Gringuita. Verónica, reconocida por su participación activa en los círculos artísticos y de resistencia, fue víctima de un acto de violencia. Valentina, mujer trans. Fue brutalmente asesinada. Macarena, sufrió graves heridas que culminaron con su fallecimiento. Todas asesinadas en Colombia.

43.- Julio Alberto Zapata Osorio, una persona LGBTIQ+, cuya profesión era la comunicación social y el periodismo, lo cual le facilito reconocimiento en la comunidad.  Fue hallado sin vida en su residencia, presentando una herida fatal de arma blanca en el abdomen. En Colombia.

44.- Sharon Muñoz Zúñiga, mujer trans. Asesinada. Su cuerpo fue hallado en el municipio de Yumbo, Valle del Cauca (Colombia).

45.- Luciana Román, mujer trans de 25 años. Fue encontrada sin vida en un hotel ubicado en el distrito de Chapinero, Bogotá.

46.- Sasha Williams, mujer trans de 36 años. Apuñalada hasta morir en Las Vegas.

47-48-49.- Pamela Cobbas, Roxana Figueroa y Andrea Amarante fallecieron y la cuarta resultó herida de gravedad tras el ataque de un vecino perpetrado en un hotel del barrio porteño de Barracas (Buenos Aires). Según el relato de habitantes del inmueble, el hombre provocó un incendio al arrojar una bomba casera en la habitación donde vivían dos parejas lésbicas.

50-51-52-53.- Starr Brown, una mujer trans negra de 28 años de Memphis, Tennessee. Fue encontrada muerta dentro de un automóvil accidentado en un vecindario local. Según los informes, un joven de 20 años llamado Alexavier Williamson confesó haberle disparado en el costado, después de salir con ella de su lugar de trabajo en el restaurante siete horas antes. Ha sido acusado de homicidio en segundo grado. Kita Bee, una mujer trans negra de 46 años de Kansas City, Missouri. Murió en un atropello y fuga de dos vehículos; sus seres queridos sospechan que alguien pudo haberla empujado a la carretera, según informó The Kansas City Star. La policía ha identificado a uno de los conductores, pero hay cargos pendientes. Jazlynn Johnson, una joven trans de 18 años de Las Vegas, Nevada. Supuestamente recibió un disparo de César Sandoval, de 17 años. Tay Dior, una chica trans de 17 años de Mobile, Alabama. Fue asesinada por un agresor que le disparó 18 tiros.

54-55-56-57-58-59-60.- Debaly Vilchis, mujer trans de 30 años. Fue asesinada, tenía 30 años. Era conocida como ‘La Pepona’ y fue agredida por un individuo de 27 años con arma de fuego cuando se encontraba en un negocio. Por las heridas permaneció hospitalizada hasta que murió. Vanessa, mujer trans iba a cumplir 34 años en abril. Pero el 21 de febrero encontraron su cuerpo sin vida en una cancha de futbol en Iztapalapa, al oriente de la ciudad. La asesinaron con un arma de fuego. Debanny García mujer trans de 41 años ejercía el trabajo sexual en Tlalpan y fue asesinada el 27 de febrero. Según una nota publicada en La Jornada por la reportera Laura Gomez, su asesinato fue “derivado de un cobro de piso”. Es decir, una forma de extorsión en la que trabajadoras sexuales son obligadas a pagar para trabajar. Alondra, mujer trans, tenía 27 años cuando fue asesinada en su domicilio el 27 de mayo. Según notas de prensa el hecho sucedió durante la madrugada y fueron vecinos quienes alertaron por sonidos de arma de fuego.

Y tres mujeres trans más de las que no se sabe su nombre.
Todas en Ciudad de México.

61.- Liara Tsai, mujer transgénero de 35 años. Fue encontrada muerta, envuelta en una manta ensangrentada en el asiento trasero de un automóvil en Minnesota.

62-63.- Albert Alfonso, de 62 años, y Paul Longworth, de 71 años, gays. Asesinados y sus cuerpos fueron metidos en maletas y los dejaron bajo el puente de Clifton (Londres).

64.- Carolina Machado, mujer trans de 29 años murió en la calle mientras esperaba turno para un parador (casas abiertas que forman parte del circuito de atención integral a chicos en situación de calle) en Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

65.- Cristell Martínez, mujer trans de 32 años. Fue asesinada por ocho impactos de arma de fuego en el municipio de Comalcalco, Tabasco, un estado del sureste mexicano.

66.- Pauly Likens, adolescente transgénero de 14 años . Asesinada y desmembrada. Sus restos aparecieron esparcidos por el lago Shenango River en Sharpsville, Pensilvania.

67.- Joven transgénero de 17 años. Después de cortar a la víctima 18 veces en la cara, el cuello y las piernas, el agresor intentó arrojar al adolescente trans por la barandilla del cuarto piso de la Terminal J del aeropuerto de Miami.

68- 69-70.-  Arantza Castillo, mujer trans de 23 años. Encontraron su cuerpo sin vida y con signos de violencia. Jaqueline, mujer trans. Asesinada mientras ejercía el trabajo sexual. Joven trans. Asesinada en un motel, de ella aún se desconoce su identidad. Los tres crimenes fueron cometidos en Nuevo León (México).

71-72-73.-  Kenji Spurgeon, mujer trans de 23 años. Asesinada a tiros en Seattle, Washington. Shannon Boswell, mujer trans de 30 años. Asesinada tras recibir un disparo y luego ser atropellada por un automóvil en un suburbio de Atlanta, Georgia. Monique Brooks, mujer trans de 49 años. Encontrada muerta de un disparo cerca del centro comercial Florida Mall en Orlando.

74.- Verónica Dantes, mujer trans y destacada participante en los procesos de Caribe Afirmativo en Medellín (Colombia). Fue brutalmente atacada y asesinada por tres individuos con arma blanca.

75.-  Tai’Vion Lathan, mujer trans de 24 años. Asesinada a tiros. Su cuerpo fue encontrado en un callejón de North Monroe Street (Baltimore).

76.- Chantell “Abuja Area Mama, mujer trans de 33 años. En Nigeria, el cuerpo golpeado y magullado fue encontrado al costado de una autopista de la capital de Abuja.

77.- Dylan Gurley, mujer trans de 20 años. Asesinada en Texas.

78.- Kazaandra McKenzie, Mujer trans asesinada por dos sujetos en motocicleta que le propinaron varios impactos de bala en Bucaramanga (Colombia).

79.- Ana Paula Costas, mujer trans de 43 años. Murió después de 12 días de internación en grave estado de salud tras sufrir un ataque. Ella regresaba a su casa en el barrio Alto Comedero de la ciudad de San Salvador, capital de la provincia de Jujuy, cuando fue golpeada en la cabeza con un objeto contundente.

80.- Redd, mujer transgénero negra de 25 años. Asesinada a tiros por un agresor desconocido en Chicago, Illinois.

81.- Kesaria Abramidze, mujer trans de 37 años. Fue asesinada en el ataque con cuchillo en Georgia.

82.-  James Alberto Arboleda, gay. Su cuerpo fue encontrado sin camisa y con múltiples heridas en la espalda y una pierna, producto de un ataque con arma blanca. En Medellin (Colombia).

83.- Mujer transgénero negra. Murió en un incidente de atropello y fuga en Nueva York.

84.- Jader Andrés Agudelo Muñetón, gay de 43 años. Fue encontrado sin vida, asesinado por arma blanca, en su apartamento en el barrio El Trapiche, Bello (Colombia).

85-86-87-88-89.- Mayte López Regalado, mujer trans. La encontraron con signos de tortura. Su cuerpo tenía el impacto de un arma de fuego. Yacía en un tramo de la carretera que conecta Tehuantepec y Juchitán (México). Rigo Calderón, mujer trans. Fue asesinada en la vía pública, en el municipio de Guadalupe, estado de Zacatecas (México). De acuerdo a la prensa local, un grupo armado le disparó al menos en cuatro ocasiones. Mujer trans entre 45 y 50 años, de quien no se ha logrado conocer su nombre, fue asesinada a golpes en Tamaulipas (México). Ariana Ponce mujer trans de 25 años. Asesinada por arma blanca en Chihuahua (México). María Lima, mujer trans de 34 años. Asesinada a golpes en Tlaxcala, un estado del centro de México.

90-91.- Dos mujeres trans asesinadas en su casa por dos hombres armados con puñales. En Pakistán.

92-93-94-95-96-97.-  Clement Hadebe, mujer trans de 22 años. Asesinada con múltiples heridas de bala. Le dispararon nueve veces mientras caminaba a casa en Malvern, Johannesburgo. Xolani Xaka, hombre gay de 32 años. Fue asesinado a puñaladas repetidas veces por tres hombres en  Gqeberha, Sudafrica. Nombulelo Thandathina Bhixa y Minenhle Ngcobo, lesbianas. Asesinadas a tiros mientras abordaban un taxi en Edendale, Pietermaritzburg (Sudafrica). Lazarus Ikaneng Thomas, gay de 50 años. Fue estrangulado hasta la muerte y le arrojaron ácido por todas partes. Ocurrio en Galeshewe, Sudafrica. Diego Jacobs, gay de 21 años. Fue apuñalado fatalmente en el cuello mientras caminaba a casa con amigos.

98.- Omar Guido Chávez, gay de 51 años. Fue desmembrado y colocado en el maletero de su propio automóvil en Tijuana, México.

99.- Serenity Birdsong, una estudiante transgénero de la Universidad Estatal Middle Tennessee (MTSU), se suicidó dentro de la biblioteca James E. Walker del campus.

100.- Santonio Coleman, mujer trans de 48 años.  Fue encontrada mortalmente herida, murieron a causa de sus heridas poco después. En Georgia, EEUU.

101.- Cameron Jamal Miikquise Thompson, mujer tras de 18 años. Asesinada a tiros en Tuscaloosa, Alabama.

102.-…

 

***

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***

Cuando se marcharon los sabios, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:

Levántate, toma al nińo y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.

José se levantó, tomó al niño y a su madre de noche, y partió hacia Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por el profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Entonces Herodes, viéndose burlado por los sabios, se enfureció mucho y mandó matar a todos los niños de Belén y de todo su término que tuvieran menos de dos años, de acuerdo con la información que había recibido de los sabios

Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías:

“Se ha escuchado en Rama un clamor de mucho llanto y lamento: es Raquel que llora por sus hijos, y no quiere consolarse porque ya no existe”.

*

Mateo 2,13-18

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Oremos…

Os bendecimos, santas y santos inocentes. Proteged a los jóvenes que son expulsados de sus casas y viven en las calles por ser LGTBIQ+, proteged a las niñas y niños que sufren acoso en las escuelas, proteged a quienes son perseguidos, encarcelados, torturados y asesinados en todo el mundo por su orientación sexual o identidad de género. Cuidad de las y los que son obligadas y obligados a prostituirse, alentad a las personas encarceladas, animad a las deprimidas. Fortaleced a quienes viven escondidos en la prisión de los armarios. Abrid las puertas, dadnos confianza, paz a vosotras y vosotros. Amén.

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“Lleva tu cruz a través de un manto de niebla”, por Jeanine Gramick.

Sábado, 28 de diciembre de 2024

IMG_1509Simón de Cirene ayuda a Jesús a cargar la cruz en un detalle de la Quinta Estación de la Cruz en el Santuario de Nuestra Señora de Fátima en Portugal. (Wikimedia Commons/Teresa C)

Cargó la cruz sin saber por qué. O adónde iba. Pero no estaba perdido. Estaba siguiendo al Señor.

La hermana Jeannine Gramick, cofundadora del New Ways Ministry, escribió una reflexión en el National Catholic Reporter sobre cómo encontrar el propio camino incluso cuando es difícil saberlo. Cita al ex obispo de Saginaw, Kenneth Untener, quien una vez escribió sobre Simón de Cirene: “Cargó la cruz sin saber por qué. O adónde iba. Pero no estaba perdido. Estaba siguiendo al Señor”. A esto, Gramick añade:

Recientemente tomé The Little Black Book, (El pequeño libro negro), escrito por el difunto obispo Ken Untener de Saginaw, Michigan, para ayudarme a reflexionar sobre las Escrituras y profundizar mi relación con Cristo. Una de las reflexiones del libro versaba sobre Simón de Cirene. Simón se ha hecho mundialmente famoso, pero sólo escuchamos sobre él en las Escrituras una vez.

Simón vino de Cirene a Jerusalén, probablemente para la Pascua. Simón era un transeúnte; él no era pariente de Jesús. Luke dice que “vino del campo“. Él era solo parte de la multitud que miraba boquiabierta a este hombre que luchaba bajo el peso de una enorme cruz en camino a ser crucificado. Simon no se ofreció a ayudar. Los soldados romanos lo obligaron a realizar el trabajo tan difícil de llevar una pesada cruz.

El Pequeño Libro Negro dice: “Cargó la cruz sin saber por qué ni adónde iba. Pero no estaba perdido. Estaba siguiendo al Señor”.

Estas palabras se han convertido en un mantra para mí. He pensado en ellos y se los he repetido a otros que, siento, también los han reflexionado. “Llevó la cruz sin saber por qué ni adónde iba. Pero no estaba perdido. Estaba siguiendo al Señor”.

Ojalá hubiera tenido estas palabras para reflexionar una noche oscura cuando conducía por una carretera de dos carriles sin iluminación al costado. Sólo los faros de mi coche iluminaban la autopista.

De repente, el camino quedó sumido en un manto de niebla. Niebla delante, niebla detrás, niebla por todos lados. No podía ver el capó de mi auto. Estaba asustado. Recé a Dios para poder ver algunos faros frente a mí. Pero no hay luces. ¿El camino era recto o tenía curvas? No lo sabía. Agarré el volante y oré a Dios para que el camino no se curvara.

No recuerdo haber estado nunca más asustado en mi vida. Pensé que chocaría contra la barandilla y otro auto se estrellaría contra mí. Cargué la cruz del miedo y oré: “Hágase tu voluntad”.

Al igual que Simon, no sabía dónde ni cuándo ni cómo terminaría este oscuro camino. Al igual que Simon, yo no elegí esta circunstancia. No estaba perdida, pero no tenía idea de dónde o cómo terminaría esto. No podía hacer nada más que seguir a donde el Señor me llevara.

Entonces, tan repentinamente como había aparecido, la niebla se disipó y vi el camino. ¡Me alegró mucho ver árboles a un lado y algunos carriles al otro lado de la división de metal al otro lado de la carretera!

Me gusta pensar que aprendí de esta experiencia a confiar en Dios en que, no importa cuán sombrías y trágicas parezcan las cosas, Dios arreglará todas las cosas. Pero no estoy seguro de haber aprendido.

Mi fe es débil. Veo tanto dolor y sufrimiento en el mundo. Miro a los refugiados que huyen de la violencia de un país devastado por la guerra. Veo a los económicamente pobres perdidos en una sociedad donde la brecha de riqueza entre ricos y pobres aumenta cada año, agravada por el cambio climático. Observo cómo las personas encargadas de protegerlas acosan y golpean a personas de color. Como Simón, todos llevan una cruz sin saber por qué.

Se necesita una confianza sincera en Dios para experimentar dolor o sufrimiento “en la oscuridad“, sin entender por qué o cómo este dolor puede ser redentor, cómo este dolor de alguna manera se transformará en bien. ¿No es eso parte del significado de la fe?

Una confianza total en que Dios puede sacar el bien, incluso del mal. Como dijo Julián de Norwich en sus Revelaciones del Amor Divino: “Todo estará bien, todo estará bien y todo tipo de cosas estarán bien”.

En el fondo, creo que con el tiempo todo estará bien. Pueden pasar siglos o incluso milenios, pero esta “plenitud de los tiempos” llegará. Cuando la comunidad humana haya crecido en su comprensión del bien y del mal; cuando la gente reconoce honestamente que siempre se debe hacer el bien y evitar el mal; cuando la familia humana viva como hermanos y hermanas amorosos, entonces Cristo llegará una vez más para proclamar el reino eterno de Dios. Entonces todo mal será vencido y la tristeza y la opresión ya no existirán.

Pero hasta entonces, nosotros, como individuos y como sociedad, somos todos Simons. Nos piden que llevemos una enorme cruz llena de astillas y no sabemos por qué. No sabemos adónde vamos. Pero cuando confiamos, no estamos perdidos. Simplemente estamos siguiendo al Señor.

Fuente  National Catholic Reporter

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“La santidad de los inocentes“, por Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Sábado, 28 de diciembre de 2024

IMG_9157En la Fiesta de los Santos Inocentes.

Dolorosa, aunque resignada, toda pena y protesta, la condena de Fyodor Dostojevski contra la arrogancia de los poderosos que se ensaña con los pobres y sobre todo con los niños inocentes: el último Fyodor Dostojevski es toda una pasión de transfiguración en la participación en tanto dolor inocente que parece hundir al hombre en el horror de lo insignificante e inútil.

El martirio de los Santos Inocentes se convierte en cambio para Charles Péguy en poema y prodigio de amor. El martirio para Péguy es una fiesta de amor, y el martirio de los tiernos niños, en brazos de sus madres desgarradas, es tal pero en un marco muy preciso: la celebración de la pureza que domina la parte anterior del admirable relato cristiano. Todo ello en el contexto de una robusta eclesiología que descansa en la divinidad del Hijo de Dios y la Comunión de los Santos en la asamblea celestial del Hombre-Dios, precedido por los Profetas y seguido por los Santos.

Jesús prefiere a los niños – es el Padre quien habla: «Es mi Hijo quien dijo una vez: sinite parvulos venire ad me, – dejad que los niños vengan a mí». Y el Hijo de Dios había dicho esto de unos niños que estaban jugando y que, acabando de recibir la bendición, lo dejaron para volver a jugar. Pero yo digo, pero se lo hacen decir a cada niño que nunca volverá a jugar…: ‘Si no es en mi Paraíso’. Y aquí Péguy, con admirable imaginación poética, describe el funeral de un niño precedido por la Cruz, las mujeres lloran pero el celebrante canta el viejo salmo de David: Bienaventurados los que son inmaculados en el camino – Bienaventurados los que no se manchan en el camino.

Los Santos Inocentes son los inmaculados, estos desdichados niños que los soldados de Herodes masacraron en los brazos de sus madres – Oh Santos Inocentes seréis por tanto los puros – Santos Inocentes seréis por tanto los inmaculados y blancos. – Benditos inmaculados en el camino. Benditos los inocentes, los sin mancha en el camino.

Y ahora el círculo lírico teológico se amplía y Cristo mismo entra a participar en la fiesta. «Ego sum via, veritas et vita. – Yo soy el camino, la verdad y la vida». Oh Santos Inocentes con la blancura original de toda vuestra inocente infancia. Los más cercanos a Cristo serán estos inmaculados e inocentes infantes, junto con el pobre Lázaro, que no han hecho nada en la vida ni en la existencia más que recibir un buen golpe del dolor y de la muerte. Es el triunfo de los puros en el Juicio Final junto al Cordero. No hay martirio más inaudito, más atroz, más espantoso… que los creyentes de todos los tiempos hayan sufrido por Cristo…

La conclusión final sólo puede ser la sencillez de la más alta alegría: «Así es mi paraíso, dice Dios. Mi paraíso es lo más sencillo: un altar, y los niños jugando con sus palmas y sus coronas. Y la ‘palmera’ -es el último toque de tanta poesía- siempre les sirve aparentemente de bastón». Así es como la liturgia celebra la gloria del «misterio de los Santos Inocentes» con la glorificación que hace la oración: un misterio de fe que llega hasta la gloria del Paraíso en los rayos del Apocalipsis de Juan.

Ciertamente, el misterio del mal, de la iniquidad, permanece: pero queda el «misterio de los Santos Inocentes», queda la dignidad de todo ser humano frente a toda tiranía. Desgraciadamente, la historia enseña que el ser humano prefiere la esclavitud a la libertad, que es la esclavitud del pecado según la Biblia de la que sólo Cristo nos ha liberado; es la esclavitud de las tinieblas que los hombres han preferido a la liberación de la luz. Pero el hijo de Dios que es el cristiano reza siempre para que «venga el reino de Dios» y para que «Dios nos libre del mal» (Mt. 5, 11 ss.).

Así, el misterio de los Santos Inocentes, que había escandalizado a Albert Camus e Ivan Karamazov, como misterio del mal invencible y prueba de la inexistencia de Dios, se convierte para el converso Charles Péguy en el signo del triunfo del amor de Dios y en la aurora de la esperanza de nuestra salvación.

Las voces de los pequeños víctimas de la violencia de todos los tiempos y de todos los lugares hoy se alzan en una acción de gracias a esta celebración. En su dolor está el sufrimiento de todos aquellos pequeños que todavía hoy pagan por el egoísmo de los adultos. La escena que propone hoy la liturgia golpea el corazón: el rey de Judea, atemorizado por lo que podría llegar a ser Jesús, es decir, un nuevo «gobernante» como anunciaban los Magos, decidió hacer matar a todos los niños nacidos al mismo tiempo.

La provocación es muy actual: ¿están dispuestos los adultos a dejar que las nuevas generaciones se conviertan en aquello a lo que están llamadas, o prefieren sofocar su destino para evitar cualquier «riesgo»? Creer significa también dar crédito al futuro, confiarse totalmente a un niño indefenso, nacido en una «periferia» y acostado en un pesebre. El verdadero inocente a los ojos de Dios es la criatura que no conoce la malicia, no conoce la mentira, no conoce la fealdad, y nadie es más inocente que un niño que se confía total, loca y amorosamente.

Es la inocencia la que está llena y es la experiencia la que está vacía. Es la inocencia la que gana y es la experiencia la que pierde. Es la inocencia la que es joven y es la experiencia la que es vieja. Es la inocencia la que sabe y es la experiencia la que no sabe. Es el niño el que está lleno y es el adulto el que está vacío.

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

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“La sangre de los inocentes clama a mí”, por P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Sábado, 28 de diciembre de 2024

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“La sangre de los inocentes clama a mí -Génesis 4, 10 y Apocalipsis 6, 10-“.
Con motivo de la Fiesta de los Santos Inocentes el 28 de diciembre.

Dios, interrogado por Job (este es el cuarto diálogo del libro), niega en primer lugar a los tres que creían apoyar las razones de Dios, y muestra que quiere tomar en serio todas las preguntas de Job, incluso aquellas que parecían demasiado pesadas y blasfemas, como: ¿por qué me trajiste al mundo? ¿solo para sufrir? Pensemos con qué frecuencia escuchamos este argumento: ¿qué hice mal para merecer todo esto? Era mejor ni siquiera venir al mundo, era mejor morir. Dios, repito, niega los tres y da la razón a Job porque reconoce que con razón se rebeló contra un dolor injusto, reconoce su derecho a clamar su inocencia, a quejarse, a protestar.

Y aquí hay una conexión muy importante con el Nuevo Testamento: el momento en el que el mismo Jesús clama a Dios: ¿por qué me has abandonado? Existe este momento, luego será superado, pero está ahí. Por tanto, si incluso el mismo Jesús supo gritarle esto a Dios, significa que, cuando nos encontramos ante personas que gritan su dolor, su sufrimiento, del que no se sienten culpables, no debemos silenciarlos, sino dejarles que se desahoguen, que transcurra en modo y tiempo este momento. Porque en esos momentos y en esas situaciones son inútiles todas las supuestas palabras de ánimo y consuelo.

Entonces Dios responde a la objeción de Job: ¿para qué vine al mundo si tengo que sufrir tanto? Pero es una respuesta muy diferente de lo que Job (¡y nosotros con él!) esperaría. De hecho, no le dice nada sobre el significado de su inocente sufrimiento, ni tampoco le dice nada sobre el significado de todo el mal que existe en el mundo.

¿Qué le dice en su lugar? ¿Qué hace Dios realmente? Cambiar el eje del discurso. Job le preguntó: ¿por qué el sufrimiento? Y Dios le dice: “¿Pero eres capaz de hacer todo lo que yo he hecho? Y en cierto momento, llega incluso a proponer invertir los papeles.En definitiva, Job, ¿quieres intentar ser Dios? Mientras tanto, primero, empieza a hacer un mundo, como lo hice yo. Y luego sigue adelante y ataca a todos los malvados de la tierra, ¿lo harías mejor que yo?

Observamos que este procedimiento es típico de las Escrituras. Dios deja hablar al hombre, porque lo respeta y lo creó libre, pero luego lo corrige, si es necesario, en sus preguntas. De hecho, el hombre a menudo hace preguntas equivocadas y Dios no puede responder a esas preguntas, porque la pregunta es incorrecta. Cuántas veces Jesús no responde en los evangelios, sino que desplaza la discusión, precisamente para dejar claro que la pregunta es errónea, que el verdadero problema no es el planteado, sino otro.

¿Y cuál es el debate principal aquí? Dios dice: tú Job tienes razón al clamar tu inocencia y esos tres estúpidos amigos tuyos, que estaban ocupados tratando de defenderme, se equivocaron. Tienes toda la razón. Pero a las preguntas que me hagas, responderé esto: piensa en tu condición, no eres Dios, no puedes crear un universo, no puedes reemplazarme porque eres una criatura. Yo te hice, te di vida, eres criatura y por eso tienes límites; tienes que reconocer tus límites. Y eso significa que nunca podrás explicarlo todo.

Este discurso, entiendo, también puede verse como una especie de estratagema, no sé si una solución del todo conveniente al problema según nuestras expectativas, pero es la respuesta de la Palabra de Dios, sobre el tema del sufrimiento inocente: es un gran misterio.

No existe una explicación racional para el misterio del mal y del sufrimiento; si repasamos todas las explicaciones dadas por la filosofía, nos damos cuenta de que ninguna es verdaderamente satisfactoria. En mi opinión, la explicación más convincente sigue siendo este misterio, porque los demás fracasan por todos lados. Ésta es la gran enseñanza que quiere dejarnos el autor bíblico del libro de Job, en esa parte escrita en poesía que se interpuso entre las dos prosas.

Sin embargo, intentemos abordar el tema en profundidad. Ciertamente el tema del dolor, y sobre todo el dolor inocente de los niños, constituye una de las cuestiones más dramáticas de la vida del hombre. ¡La historia de la humanidad está marcada por millones de muertes inocentes! Según estimaciones de la OMS de hace unos años, más de 500 millones de personas en todo el mundo viven con discapacidad. Más del 5% de los niños en el mundo nacen con una malformación congénita o hereditaria y de ellos aproximadamente más de 3 millones con trastornos muy graves, que provocan la muerte de los niños enfermos en los primeros tres años de vida. Pensando en una escala diaria, esto significa que cada día vienen al mundo más de 8.000 niños con discapacidades graves.

El teólogo belga Edward Schillebeeck escribía: “Tanto la teología como la filosofía se encuentran desorientadas y sin palabras ante este complejo conjunto de males y sufrimientos humanos causados por la naturaleza, las personas y las estructuras. Hay demasiado dolor inocente y absurdo como para racionalizarlo ética o teológicamente”.

Es significativo que el teólogo Romano Guardini dijera, poco antes de su muerte: “En el día del juicio responderé a las preguntas que Dios me haga; pero yo mismo le haré preguntas como ésta, que ningún libro, ni siquiera las Escrituras mismas, puede responder: “¿Por qué, oh Dios, existen caminos de salvación tan retorcidos y tan terribles? ¿Por qué el dolor, el dolor de los inocentes?”. Incluso el protagonista de la película “Cien clavos” de Ermanno Olmi le dice al sacerdote que le recuerda el juicio universal: “¡Es Dios quien en el día del juicio tendrá que responder por todos los sufrimientos del mundo!

Es cierto que en esta tierra no hay una respuesta satisfactoria a esta pregunta. Ante el sufrimiento de los inocentes, como ante todas las grandes experiencias de la vida, hay quienes rechazan el dolor, se rebelan y no logran aceptarlo. Hay quien culpa a Dios y en consecuencia pierde la fe. Llegué a conocer una persona discapacitada que todos los días maldecía a su madre y a Dios por su situación. También en el libro “Cartas desde Stalingrado”, en la terrible situación de la guerra, vemos una rebelión sorda y enojada por parte de algunos soldados. En este sentido, quedan famosas algunas frases de la literatura de Fyodor Dostoievski, después de un episodio terrible en el que un niño sufre un castigo terrible. Cuando es cruelmente mutilado por una jauría de perros, Iván dice: “No quiero una armonía de este tipo, no la quiero por amor a el mundo, así que me apresuro a devolver mi billete de invitación. No es que no quiera que haya un Dios, pero con mucho respeto le doy mi boleto de regreso a ese mundo“.

En “La peste” de Albert Camus, el doctor De Rieux dice: “Tendré otra idea del amor y me negaré hasta morir a amar esta creación, donde tanto se atormenta a los niños”. E incluso en la Biblia existe una reacción negativa ante el mal. Menciono el libro de Eclesiastés que clama –todo es vanidad– y que expresa una forma de profunda rebelión. Debemos tener un gran respeto por el dolor de las personas que reaccionan con ira; a veces simplemente no hay palabras para decir; es mejor el silencio y, en todo caso, la caridad amorosa activa.

Del libro de Job se desprende que Dios mismo permite a Job desahogar todo su dolor. Pero, siempre ante el sufrimiento, hay quien, por el contrario, precisamente en el dolor, descubre o redescubre la fe, se encuentra con Dios mismo, como fue el caso de Job. Y en efecto Job lo comprende: “Entiendo que Tú todo lo puedes; nada es imposible para vosotros… He expuesto sin discernimiento cosas demasiado superiores a mí, que no comprendo [por eso reconoce su orgullo]. Escúchame y hablaré, te interrogaré y tú me instruirás. Te conocía de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso cambio de opinión y siento arrepentimiento por encima del polvo y la ceniza”.

Hermoso, porque primero dice que será enseñado por Dios, y luego: ahora mis ojos te ven de verdad, antes te conocía “de oídas”, es decir, superficialmente. Te tenía veneración, seguía tus mandamientos, también fui piadoso y devoto; pero “ahora mis ojos te ven”, es decir: ¡sólo ahora te conozco realmente, te he conocido, te he experimentado!

En la Escritura el sufrimiento no se explica, sino que se ve como una oportunidad -la mayor oportunidad que tenemos- de LIBERTAD, es decir, de no dejarnos aplastar por el sufrimiento mismo, es la oportunidad de conocer mejor a nosotros mismos y Dios, es una oportunidad para vivir menos superficialmente, más profundamente. Asimismo en el citado libro de ‘Cartas de Stalingrado’, si hay soldados que se rebelan contra Dios, otros en cambio, precisamente en el drama de la guerra, lo redescubren. Hay situaciones de sufrimiento tan terribles que no hacen falta consoladores humanos. Ninguna palabra puede atravesar la oscuridad, el manto plúmbeo de ciertas tragedias. Quien puede entrar en tales tinieblas es sólo el Espíritu consolador de Dios, aquel Dios que se hizo “cercano” (del latín “proximus” = lo más cercano que pudo) a cada uno de nosotros en su Hijo Jesucristo.

Paul Claudel había dicho: “Dios en Cristo no vino a explicar el sufrimiento, sino que vino a llenarlo con su presencia”. El amor de Dios no nos protege de todo sufrimiento, sino en todo sufrimiento. Y entonces también puede ocurrir este “milagro“.

Kirk Kilgour, estadounidense, campeón mundial de voleibol, irremediablemente discapacitado tras una dramática lesión sufrida en Roma el 8 de enero de 1976, se convirtió en un gran e incomparable campeón de la vida y de la fe, como se desprende de uno de sus célebres poemas, de los cuales cito algunos versos: “Pedí a Dios que fuera fuerte para realizar proyectos grandiosos y Él me hizo débil para mantenerme en la humildad. Le pedí a Dios que me diera salud para realizar grandes empresas y me dio dolor para entenderlo mejor… Le pedí a Dios todo para disfrutar la vida y me dejó la vida para que pudiera ser feliz con todo. Señor, nada recibí de lo que te pedí, pero tú me diste todo lo que necesitaba y casi en contra de mi voluntad. Las oraciones que no hice fueron contestadas. ¡Alabado seas, mi Señor: entre todos los hombres, ninguno tiene más que lo que yo tengo!

P. Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

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San Juan, Evangelista

Viernes, 27 de diciembre de 2024

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LECTIO

Primera lectura:

1 Juan 1,1-4

Queridos hermanos:

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han tocado nuestras manos acerca de la palabra de la vida, pues la vida se manifestó y nosotros la hemos visto y damos testimonio, y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó

Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.

 Os escribimos estas cosas para que vuestro gozo sea completo.

***

       El breve prólogo de la carta de Juan, que expone los diversos criterios para entrar en comunión con Dios, nos presenta un itinerario de fe sobre los compromisos de la vida cristiana que emanan de la caridad y sobre las precauciones contra el pecado.

       El evangelista fundamenta la fe cristiana sobre el argumento de su testimonio ocular que es la ‘palabra de la vida’ y sobre algunos episodios esenciales descritos de modo sintético y concreto. Juan, sin embargo, aquí pone el acento no tanto sobre la ‘Palabra’, como en el prólogo de su evangelio (cf. Jn 1,1-18), sino sobre la ‘vida’ que Jesús posee y dona. Todo tiene comienzo en la experiencia del apóstol vivida en contacto directo con Jesús, que Juan presenta con hechos históricos documentables: ‘Nosotros hemos oído… visto… tocado… contemplado la palabra de la vida’ (v. 1). Esta experiencia llega a ser más tarde en el Apóstol testimonio y ejemplo coherente (v. 2 a); este testimonio se hace anuncio valiente a los otros para que participen del mismo don (v. 2b); además, el anuncio genera la comunión entre los hermanos de la comunidad, comunión que, en realidad, es auténtica participación en la vida trinitaria con el Padre y el Hijo Jesús (v. 3). Por último, esta comunión hace brotar el fruto de la alegría que colma el corazón (v. 4). Pero un elemento importante, subrayado por Juan, es el reiterativo ‘nosotros’, que nos pone ante la tradición de la escuela de Juan: tradición que desarrolla el testimonio del discípulo amado, basado en la ‘vida divina’ hecha visible en Jesús y que el testigo nos ha hecho conocer.

***

Evangelio:

Juan 20,2-8

El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. se volvió corriendo a la ciudad para contárselo a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús tanto quería. Les dijo:

-Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto.

Pedro y el otro discípulo se fueron rápidamente al sepulcro.

Salieron corriendo los dos juntos, pero el otro discípulo adelantó a Pedro y llegó antes que él.

Al asomarse al interior vio que las vendas de lino estaban allí; pero no entró.

Siguiéndole los pasos llegó Simón Pedro que entró en el sepulcro, comprobó que las vendas de lino estaban allí. Estaba también el paño que habían colocado sobre la cabeza de Jesús, pero no estaba con las vendas, sino doblado y colocado aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó.

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      En estos pocos versículos se nos narran los hechos ocurridos la mañana de Pascua, que tienen como protagonista primera a María Magdalena y después a Pedro y Juan. La noche espiritual en la que los discípulos están hundidos cederá el puesto a la experiencia de la fe, que toma el relevo junto a la tumba vacía, signo de la presencia del Resucitado (v. 2). Ante la noticia de que la piedra ha sido retirada del sepulcro y de que el cuerpo de Jesús no estaba allí, Pedro y el discípulo amado corren al sepulcro (w. 3-4). Su carrera revela su amor y veneración y hace pensar en el ansia de la Iglesia que busca signos visibles del Seńor, especialmente cuando se encuentra en dificultades por su ausencia y no logra verlo. Los responsables de la Iglesia de los orígenes viven la experiencia de la búsqueda de los signos visibles del Señor. Juan llega antes que Pedro al sepulcro por su intuición de discípulo amado, pero Pedro entra primero por su función eclesial (w. 5-7). Observados el orden y la paz que reinaban en él, el discípulo amado se abre a la visión de la fe, creyendo en los signos visibles del Señor: ‘Vio y creyó’ (v. 8). No es aún la fe perfecta en la resurrección. Para esto será necesario que el espíritu del discípulo se abra a la inteligencia de la Escritura (cf. Le 24,45), que vea al Señor en persona y que reciba de él el don del Espíritu Santo.

*

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MEDITATIO

La figura de Juan es de fundamental importancia en la Iglesia primitiva, no sólo por su condición de discípulo amado por el Señor, sino sobre todo por habernos dado con su contemplación el Jesús más íntimo, el que se revela Hijo de Dios hecho carne, venido a desvelarnos el rostro del Padre y el camino que lleva a la comunión con él. Entre los varios títulos que la tradición antigua atribuye a Juan destaca el de teólogo, porque el objetivo de sus escritos es creer en Jesús, Mesías e Hijo de Dios (cf. Jn 20,31). El símbolo del evangelista es el águila, porque, como declara un dicho rabínico, es como el único pájaro que puede mirar el sol (que para Juan es Cristo) sin quedar deslumbrado. Y su presencia en la comunidad cristiana, que en todo tiempo debe estar a la búsqueda de los signos visibles del Señor, es la de la contemplación y la comprensión penetrante de la Palabra de vida.

Son muchos los carismas en la Iglesia, todos preciosos y necesarios, como, por ejemplo, el carisma de la institución de Pedro o el de la profecía de Juan. Sólo el respeto recíproco y la búsqueda común en el compartir sincero y atento a los dones del Espíritu, permite adentrarse en el misterio. El ejemplo de la búsqueda común y de la ayuda entre hermanos de la misma fe, de que claramente nos habla el discípulo amado, lleva necesariamente a reencontrarse juntos, reunidos en el reconocimiento de los signos del Resucitado.

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ORATIO

Señor Jesús, que revelaste los misteriosos secretos de la Palabra al discípulo amado, Juan, da también hoy a tu Iglesia una nueva inteligencia espiritual de las Escrituras.

El Espíritu Santo, a través de las palabras del concilio, nos ha recordado que ‘la Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras como el Cuerpo mismo de Cristo’ y que la Palabra de Dios es ‘fuente pura y perenne de la vida espiritual’ (DV 21). Por esto nosotros queremos iluminar cada vez más nuestra vida espiritual con tu Palabra, para aprender ‘la sublime ciencia de Jesucristo ť (Flp 3,8). Sentimos cada vez más verdadera, sin embargo, la afirmación conciliar según la cual la Escritura ‘debe ser leída e interpretada con la ayuda del mismo Espíritu con que ha sido inspirada’ (DV 12).

Da, Señor, a tu Iglesia pastores sabios y santos que sepan captar el sentido espiritual y profundo de tus Escrituras e introducir al pueblo entero de Dios en tu intimidad para conocer mejor tu pensamiento, las profundidades del Espíritu y como guías a tu Iglesia. Pero haznos comprender también que tantas crisis de nuestras comunidades religiosas se superan sólo con la frecuente lectura y meditación de tu Palabra ‘acompañadas por la oración, para que pueda brotar el coloquio entre Dios y el hombre’ (DV 25), lugar donde se opera en nosotros la conversión del corazón nuevo y la apertura a la fraternidad universal.

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CONTEMPLATIO

Seńor Jesús, quien escoge amarte no queda defraudado porque nada se puede amar mejor y más provechosamente que a ti, y esta esperanza nunca decae. No hay miedo de excederse en la medida, porque en amarte a ti no está prescrita ninguna medida. No hay que temer a la muerte, que pone fin a las amistades del mundo, porque la vida no puede morir. En el amarte a ti no hay que temer ofensa alguna, porque no puede haberlas, si no se desea otra cosa que el amor. No se insinúa sospecha alguna, porque tu juzgas según el testimonio de la conciencia que ama. Ésta es la suavidad que excluye el temor.

¡Verbo devorador, ardiente de justicia, Verbo de amor, Verbo de toda perfección, Verbo de ternura. Verbo devorador a quien nada puede escapar! Verbo que compendias en ti toda la ley y los profetas. Del que tiene tal amor, dice abiertamente la Verdad estas palabras: ‘El que acepta mis mandatos y los cumple, este me ama’ (Jn 14,21). Se debe saber también que el amor de Dios no se mide por sentimientos momentáneos, sino por la perseverancia de la voluntad. El hombre debe unir su voluntad a la de Dios, de modo que la voluntad humana consienta todo lo que dispone la voluntad divina, sin querer esto o aquello si no es porque sabe que lo quiere Dios.

Esto significa amar a Dios de modo absoluto. En efecto, la misma voluntad no es otra cosa que amor (Elredo de Rievaulx, Discurso sobre el amor de Dios).

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ACTIO

Repite a menudo y vive hoy la Palabra: ‘La Palabra se hizo carne, y nosotros hemos visto su gloria’ (Jn 1,14).

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Jes__s y el Disc__pulo Amado

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Sentirse amado es el origen y la plenitud de la vida del Espíritu. Digo esto porque, apenas comprendemos un destello de esta verdad, nos ponemos a la búsqueda de su plenitud y no descansamos hasta haber logrado encontrarla. Desde el momento en que reivindicamos la verdad de sentirnos amados, afrontamos la llamada a llegar a ser lo que somos. Llegar a sentirnos los amados: he aquí el itinerario espiritual que debemos hacer. Las palabras de san Agustín: ‘Mi alma está inquieta hasta reposar en ti, Dios mío’, definen bien este itinerario.

Sé que el hecho de estar a la constante búsqueda de Dios, en continua tensión por descubrir la plenitud del amor, con el deseo vehemente de llegar a la completa verdad, me dice que he saboreado ya algo de Dios, del amor y de la verdad. Puedo buscar sólo algo que, de algún modo, he encontrado ya.

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H. J. M. Nouwen,

Tú eres mi amado: la vida espiritual en un mundo secular,

Madrid s.f.

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“La esperanza no defrauda (Rom 5,5). A propósito del próximo jubileo”, por Consuelo Vélez

Viernes, 27 de diciembre de 2024

IMG_8984De su blog Fe y Vida:

” Hemos de ser testigos de la esperanza para construir un mundo donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos”

“Mirando la realidad de los pobres, el año jubilar nos pide ser signos de esperanza para tantos hermanos y hermanas con rostros tan diferentes de pobreza: las personas privadas de la libertad, los enfermos, los afectados por alguna discapacidad, los jóvenes que tantas veces temen que sus sueños se derrumben; los migrantes, exiliados, desplazados y refugiados tan necesitados de una efectiva solidaridad internacional para seguir adelante con sus vidas”

“En este año jubilar se celebrarán 1700 años del primer Concilio de Nicea y se acaba de realizar el sínodo de la sinodalidad”

Con esta cita bíblica, el papa Francisco convocó el “Jubileo de la esperanza que comenzará el próximo 24 de diciembre y terminará el 6 de enero de 2026. Un año jubilar es un tiempo especial que se vive en la Iglesia, llamando a acoger la misericordia de Dios, es decir, tiempo de perdón y reconciliación, para fortalecer la vida cristiana. Se inspira en la tradición judía del jubileo que se proponía cada 50 años, como una oportunidad de que todo judío que hubiera perdido su tierra pudiera recuperarla. También los esclavos podían recuperar su libertad. De esa manera se garantizaba la oportunidad de tener un nuevo comienzo.

El primer jubileo de la Iglesia católica fue declarado por el Papa Bonifacio VIII el 22 de febrero de 1300 quien propuso celebrarlos cada cien años. Con el paso del tiempo se fue acortando el tiempo entre cada jubileo hasta llegar a realizarlo cada 25 años. En el año 2000, convocado por Juan Pablo II, se celebró el jubileo conmemorando los dos mil años del nacimiento de Jesucristo y ahora Francisco, propone este jubileo continuando la tradición. Cabe anotar que en 2015 había convocado un jubileo “extraordinario” para celebrar el 50 aniversario del fin del Concilio Vaticano II y lo dedicó a la misericordia, tema tan central del evangelio y también de su pontificado.

En tiempos donde parece que la esperanza se pierde y se vive en el inmediatismo, con más señales de pesimismo y decepción que de esperanza en el futuro, la propuesta de este jubileo es la de ser “testigos de la esperanza”, revitalizando así esta virtud teologal -don de Dios, al igual que la fe y el amor- para dar testimonio, como dice la carta de Pablo a los Romanos, de que la esperanza cristiana no defrauda porque se cree en el Dios vivo revelado en Jesucristo que lejos de irse de la historia, está aquí, acompañando nuestro caminar, llenándonos de su gracia para no decaer en la construcción de un mundo más justo y en paz.

La Bula de convocación a este jubileo afirma que la esperanza cristiana no defrauda porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino (Rm 8, 35-39). Por eso, esta esperanza no cede ante las dificultades: se fundamenta en la fe y se nutre en la caridad y de este modo podemos seguir adelante en la vida. Invita a reconocer los signos de esperanza de nuestro mundo hoy, ver todo lo bueno que hay en él para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia. Es así como este jubileo nos convoca a reconocer algunos signos de esperanza tales como la paz para nuestro mundo que contrarreste tantas guerras en la actualidad.

Mirando la realidad de los pobres, el año jubilar nos pide ser signos de esperanza para tantos hermanos y hermanas con rostros tan diferentes de pobreza: las personas privadas de la libertad, los enfermos, los afectados por alguna discapacidad, los jóvenes que tantas veces temen que sus sueños se derrumben; los migrantes, exiliados, desplazados y refugiados tan necesitados de una efectiva solidaridad internacional para seguir adelante con sus vidas. En otras palabras, es sembrar la esperanza defendiendo la vida y los derechos de los más débiles. No podemos acostumbrarnos o resignarnos a las situaciones de pobreza. Por el contrario, debemos ser testigos de esperanza para tantos millares de pobres que carecen con frecuencia de lo necesario para vivir.

El papa Francisco haciendo eco a la palabra de los profetas recuerda que los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos. De ahí que en este año jubilar el papa llama a que el dinero usado para la guerra se emplee para erradicar el hambre en el mundo. De igual manera hace un llamado a las naciones más ricas para que condonen la deuda de los países que nunca podrán pagarla. Además, recuerda que desde los tiempos apostólicos los pastores se han reunido en concilios o sínodos para tratar diversos temas doctrinales y disciplinares. Precisamente en este año jubilar se celebrarán 1700 años del primer Concilio de Nicea y se acaba de realizar el sínodo de la sinodalidad. Por este motivo, Francisco señala que el año jubilar puede ser la oportunidad de concretar una Iglesia sinodal que hoy se advierte como expresión cada vez más necesaria para una evangelización eficaz.

El Papa abrirá la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, el 24 de diciembre. El siguiente domingo abrirá la Puerta Santa de la Catedral de San Juan de Letrán y el 1 de enero de 2025 abrirá la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor. Por último, el domingo 5 de enero abrirá la Puerta Santa de la Basílica de San Pablo extramuros. Los peregrinos que vayan a Roma durante este año jubilar tendrán la oportunidad de vivir esta gracia ofrecida, cruzando simbólicamente esas Puertas Santas. Para los que no pueden viajar -la mayoría- el 29 de diciembre en todas las catedrales, los obispos diocesanos celebrarán la apertura del año jubilar y los creyentes de cada lugar podrán vivir el jubileo desde sus respectivas catedrales u otros lugares que los obispos designen en sus diócesis. Junto a las visitas a estos lugares designados se espera que los fieles realicen obras de misericordia y de penitencia.

Dispongámonos a vivir este año jubilar, como señaló el papa Francisco, manteniendo la esperanza que no declina porque es la esperanza de Dios. Que recuperemos la confianza necesaria, tanto en la sociedad como en la Iglesia, en los vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de toda persona y en el respeto a la creación. Hemos de ser testigos de la esperanza para construir un mundo donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos, con la confianza puesta en el Dios que siempre cumple sus promesas.

(Foto tomada de: https://www.diocesisdezamora.es/noticias/ver-jubileo-de-la-esperanza-837)

Biblia, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad , , , , ,

San Esteban, diácono y protomártir.

Jueves, 26 de diciembre de 2024

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LECTIO

Primera lectura:

Hechos 6,8-10; 7,54-60

Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes signos y prodigios en medio del pueblo, algunos de la sinagoga llamada ‘de los libertos’, a la que pertenecían cirenenses y alejandrinos, y algunos de Cilicia y de la provincia de Asia, se pusieron a discutir con él, pero no pudieron hacer frente a la sabiduría y el espíritu con que hablaba,

Oyendo sus palabras, se recomían de rabia en su corazón y rechinaban los dientes contra él.

Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, mirando fijamente al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y exclamó:

-Veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.

Ellos, dando grandes gritos, se taparon los oídos y se arrojaron a una sobre él. Lo echaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos habían dejado sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo.

Mientras lo apedreaban, Esteban oraba así:

-Señor Jesús, recibe mi espíritu.

Luego cayó de rodillas y gritó con voz fuerte:

-Seńor, no les tomes en cuenta este pecado. Y dicho esto, expiró.

***

       Esta página de los Hechos narra la muerte de Esteban, primer mártir de la Iglesia. Hombre de fe y de Espíritu Santo, fue elegido diácono para el servicio de la comunidad cristiana, a fin de que la comunión de vida fuese visible incluso en la distribución de los bienes (cf. Hch 6,1-6). Lleno de dones carismáticos, de sabiduría contemplativa en la predicación y de fuerza evangélica en la evangelización, fue intrépido testigo de Cristo resucitado con la fuerza de su Espíritu (w. 8-10). La parte final del valiente discurso de Esteban, hecho ante los ancianos y los jefes del pueblo, y la sucesiva narración de su martirio (w. 54-60) son un magnífico ejemplo de catequesis bíblica. El discurso, en efecto, concluye por una parte con la profesión de fe en Jesús, hecha por Esteban y, por otra, con la falsa acusación de los jefes contra él por haber pecado contra la Ley de Moisés y el templo y, por tanto, con la decisión de su condena a muerte.

        La lapidación del protomártir Esteban es narrada por Lucas según el modelo de la muerte de Jesús, porque también él murió confiándose al Señor y perdonando a sus verdugos (cf. w. 59-60; Le 23,34-46). El testimonio de Esteban no es otro sino que la vida de Cristo continúa en la vida de la Iglesia por la disponibilidad al Espíritu, la predicación, la coherencia evangélica y la muerte misma. Es preciso estar abiertos al paso del Espíritu por la propia existencia para comprender los tiempos nuevos que Jesús ha inaugurado, porque ahora su persona es la plenitud de la ley que ninguna persecución podrá eliminar jamás.

***

IMG_9041San Esteban
Luis de Morales (Badajoz, ca. 1510-1586)

Evangelio:

Mateo 10,17-22

Dijo Jesús a sus apóstoles:

Tened cuidado, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas.

Seréis llevados por mi causa ante los gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los paganos.

Cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo hablaréis, ni de qué diréis. Dios mismo os sugerirá en ese momento lo que tenéis que decir, pues no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará a través de vosotros.

El hermano entregará a su hermano a la muerte y el padre a su hijo. Se levantarán hijos contra padres y los matarán.

Todos os odiarán por causa mía, pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

***

         El evangelio de Mateo se coloca en el contexto de las persecuciones y refiere algunas enseñanzas de Jesús a sus discípulos acerca de las pruebas que la Iglesia deberá sufrir en el curso de su historia. Jesús expone esta situación con tanta claridad y tanto detalle concreto, que parece estar describiendo la Iglesia primitiva después de los años 70, que debió afrontar diversas pruebas internas y externas en su vida y fácilmente hubiera podido caer en el desaliento y haber perdido la fe en Él.

        Jesús provee así a la continuidad de su obra en el tiempo y en el espacio, anticipando acontecimientos y signos que la comunidad cristiana deberá afrontar en el mundo, para ayudar a sus discípulos a superar el escándalo de la cruz, que permanece siempre como verdadero obstáculo en el camino de fe de todo creyente.

        La palabra repetida por Jesús en el texto –‘no os preocupéis’ y ‘no tengáis miedo’ (w. 19.26.28.31)- son el alivio del Señor al miedo de los suyos, real impedimento al alegre anuncio del evangelio que, por el contrario, debe ser proclamado con entusiasmo y muestras de alegría. Ante los reyes y en los tribunales es ‘el Espíritu del Padre’ el que hablará por vosotros (v. 20). También el odio de parientes y amigos ‘a causa del nombre’ de Jesús (v. 22) será recompensado porque el Padre lo ve y concederá a los suyos la salvación y la verdadera vida.

*

MEDITATIO

        ¿Cuál es el sentido cristiano del sufrimiento y de la muerte del texto bíblico que considera la liturgia de hoy? La respuesta a interrogantes tan fundamentales de la vida humana se encuentra sólo en el dejarse iluminar totalmente por la enseńanza y el testimonio vividos por Jesús. ‘Humanamente hablando, la muerte es el fin de todo’ escribe Kierkegaard, ‘y humanamente hablando hay esperanza sólo mientras hay vida’. Pero para el  cristiano el sufrimiento y la muerte no son en modo alguno el fin de todo; son solamente pequeños acontecimientos comprendidos en el todo que es la vida eterna. En el sentido cristiano, pues, hay infinitamente más esperanza en la muerte que hablando en un mundo meramente humano, en el que no sólo hay vida, sino una vida en plena salud y fuerza física’.

        La muerte de Esteban o de tantos primeros testigos de la fe cristiana no tendrá la ultima palabra sobre la vida de estos discípulos de Jesús, porque Cristo es el Señor de la vida y de la muerte. La resurrección de Jesús muestra la verdadera gloria, como única realidad de la verdadera vida, hacia la que se encamina todo creyente. Esta prevé, sin embargo, que la gloria de Jesús y de cada uno de sus discípulos pasa justamente a través del Gólgota y la muerte en cruz. El sufrimiento y la muerte de Jesús y de todo discípulo suyo ofrecen un signo que habla a la fe. El plan de Dios es más grande que el pequeńo y estrecho del hombre. El amor de Dios supera con mucho el interés particular de cada uno de sus hijos.

        Sólo Jesús, signo del amor de Dios a los hombres es capaz de liberar al hombre de la muerte y de hacer brotar en el corazón del discípulo la fe como respuesta radical a la salvación ofrecida por Dios.

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San Esteban protomártir, mosaico en la Catedral de Wetsminster. Foto Lawrence OP.


ORATIO

        Señor de la vida y de la muerte que, con tu enseñanza y ejemplo de coherencia y de vida, nos has enseñado a afrontar el sufrimiento e incluso la muerte, nosotros deseamos alzar la mirada, como dice la Escritura, hacia ti, que eres ‘el que traspasaron’ (Jn 19,37). Ésta es una invitación dirigida a todos los hombres para que vean y crean a tu corazón traspasado con una mirada interior y contemplativa que los introduzca en el misterio de la salvación.

      Nosotros, como el primer mártir Esteban y tras él todos los mártires y los santos, queremos hacernos partícipes de la experiencia y de la fe del primer testigo, que ha visto durante su martirio tu gloria, aquella gloria que el Padre te ha reservado por tu dócil obediencia hasta la cruz. También para nosotros esta mirada hacia el cielo debe hacerse contemplación de fe, experiencia interior, posesión permanente. Esto quiere ser también un compromiso para celebrar contigo la obra del Padre y de penetrar en la contemplación tu vida divina con un testimonio de fe y de amor.

       Sabemos que el único remedio válido contra el miedo es la fe. Señor, tú has pedido a tus discípulos superar el grave momento del dolor y de la prueba, no tanto acogiéndose con la mente a tus palabras, cuanto creyéndote a tí con el corazón y con la vida entera, a ti que comunicas la palabra del Padre, la única que salva y elimina toda turbación. No hay, pues, verdadera fe en Dios sin fe en ti, porque Dios se ha revelado como tu Padre y tú nos has revelado su rostro luminoso.

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CONTEMPLATIO

San Esteban, bienaventurado Esteban, Esteban bueno, fuerte soldado de Dios, primero de la serie de sus mártires: he sabido y creo y abrazo con alegría el hecho de que tú, todavía en esta tierra hayas tenido santidad tan luminosa que tu rostro venerable resplandecía como el de los ángeles. En efecto, cuando tus enemigos se encarnizaban contra ti, tú, de rodillas, exclamaste en un grito: ‘Señor, no les tengas en cuenta este pecado’.

Hombre dichoso, ¡cuanta esperanza das a tus amigos pecadores al escuchar que te has preocupado tanto de enemigos arrogantes! ‘Señor, no les tengas en cuenta este pecado’. ¿Cómo responderá cuando es invocado aquel que, provocado respondía de esa manera? ¿Qué bondad sabrá usar con los humildes ahora que es ensalzado, aquel que socorría de ese modo a los soberbios cuando era humillado? Anda, dime, bienaventurado Esteban, żqué cosa te caldeaba el corazón para derramar al exterior tantas bondades juntas? No hay duda de que estabas colmado de todas, adornado de todas, iluminado por todas.

Te suplico, caritativo Esteban, ruega para que mi alma endurecida se llene de caridad generosa. Haz que mi alma insensible, por don de Aquel que la ha creado, arda en el fuego de la caridad (Anselmo D’Aosta, Ovacione a santo Stefano, in Orazioni e Meditazioni, Milán 1997, 318-333).

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ACTIO

Repite a menudo y vive hoy la Palabra: ‘Señor, no les tomes en cuenta este pecado’ (Hch 7,60).


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PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Desde ahora ningún honor del mundo o de la iglesia me puede tentar. Llevo conmigo la confusión de cuanto el Santo Padre ha querido hacer por mí enviándome a París. Tener un alto cargo en la jerarquía o no tenerlo me es del todo indiferente. Esto me da una paz grande. Y me deja más libre para el cumplimiento de mi deber, a toda costa y a todo riesgo. Es bueno que esté preparado a alguna gran mortificación o humillación. Este será el signo de mi predestinación.

Quiera el cielo que signifique el inicio de mi verdadera santificación, como ha ocurrido con almas más selectas, que recibieron en los últimos años de su vida el toque de la gracia que los hizo santos auténticos. La idea del martirio me da miedo. Temo por mi resistencia al dolor físico. Sin embargo, podría dar a Jesús el testimonio de sangre, ¡oh que gracia y que honor para mí!

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Juan XXIII,

Diario del alma,

Madrid 1998

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¿Experiencia de Dios… O experiencia de lo que somos?

Jueves, 26 de diciembre de 2024

Young Caucasian woman standing and looking at Lago di Carezza in Dolomites

Del blog de Enrique Martínez Lozano:

En algunos espacios donde nos conocemos más o vivimos más confianza, he compartido cómo sigo “experimentando” a Ana tras su fallecimiento, hace ya algo más de catorce meses. Al hilo de ello, hablando de la fe, una persona comentó que ella vivía la experiencia de Dios, sin importarle tanto las creencias. Y fue ahí donde surgió la cuestión que me parece importante clarificar: ¿es posible una experiencia, desnuda de creencias?

Tal como lo veo, solo tenemos acceso directo a la experiencia de lo que somos en profundidad. Eso que somos no podemos pensarlo ni nombrarlo, porque no es un objeto. Sin embargo, podemos percibirlo de una manera inmediata y autoevidente: es lo que queda cuando no ponemos pensamiento. De hecho, únicamente lo podemos conocer cuando lo somos. Antes de experimentarlo, es imposible conocerlo, ya que solo se conoce lo que se es. Y en ausencia de conocimiento, no habrá sino mapas mentales y creencias.

Pues bien, ese “Fondo”, que solo puede ser conocido cuando se experimenta, es único y compartido por todos los seres. Carece de forma y de nombre: de ahí que los místicos lo nombren en ocasiones como “Nada” -piénsese en las famosas “nadas” de Juan de la Cruz o de Miguel de Molinos-. Sin embargo, la mente puede proyectar un nombre sobre él y llamarlo Ser, Consciencia, Vida, Dios… Por lo que, al experimentarlo, la persona podrá decir: “he experimentado el ser, o la consciencia, o la vida, o Dios…”. En realidad, el nombre no es nada más que una proyección mental, de acuerdo al mundo representacional y afectivo de cada persona. Así se explica, por ejemplo, que una persona diga que vive una “experiencia” de Dios o una “experiencia”… de Ana. En ambos casos, la experiencia remite al mismo y único Fondo, a Eso que somos todos, por más que nuestra mente y nuestros afectos le otorguen nombres diferentes.

La trampa de deificar lo que es solo un nombre -un pensamiento que nombra a “Dios”-, supo verla con nitidez el Maestro Eckhart, uno de los más sublimes místicos de la tradición cristiana, distinguiendo “Deus” (Dios) de “Deitas” (Deidad). El primero es el dios pensado, a quien el creyente se dirige, ora, le habla… Tal dios es solo un constructo humano. Por el contrario, “Deitas” apunta al Fondo al que antes me refería, a aquello que somos en nuestra identidad profunda. No se trata ya de una divinidad separada, mucho menos antropomorfa, sino de lo realmente real, que trasciende tono nombre y todo concepto. No es extraño que, desde su propia experiencia de comprensión, el místico renano expresara: Le pido a Dios que me libre de Dios.

Así entendido, ese “Fondo” innombrable del que hablo, remite directamente al “Ser”, de Parménides, cuando, de manera tan simple como contundente, expresaba: “Todo lo que es, es” o “Solo hay Ser”. Remite igualmente a la “Consciencia” universal, como fuente, sustrato y contenido último de todo lo que es.

De Eso, innombrable, tenemos experiencia directa. Lo que ocurre es que, por razones cognitivas o afectivas, nuestra mente proyecta “Eso” en una persona particular o en un ser en el que se cree, y a partir de ahí afirmamos tener experiencia de esa persona (o de ese dios). Como decía, estamos experimentando lo único que es; los nombres vienen después.

Este fenómeno se constata con un simple dato: ¿por qué la Virgen María solo se aparece a personas católicas? La respuesta es sencilla: porque solo el “mapa” mental católico permite proyectar el Fondo último en esa imagen. Y lo mismo vale para replantear la fe en Jesús: ¿por qué los cristianos hablan de la “divinidad” de Jesús, entendida como una divinidad separada, cualitativamente distinta del resto de los humanos? Porque el “mapa” mental cristiano ha proyectado en Jesús aquel mismo y único Fondo.

¿A dónde conduce este planteamiento? A una constatación tan simple como revolucionaria: todos somos lo mismo desplegándose en formas diferentes. Dios (“Deus”), Jesús, María… o Ana: son formas concretas en la que se manifiesta lo único realmente real, aquello de lo que todo está hecho, aquello, por tanto, que constituye nuestra identidad. Ante este reconocimiento, cae cualquier comparación. Es innegable que en una persona concreta podemos apreciar cualidades notables, pero eso no niega que el fondo sea siempre el mismo. Se ve con claridad en la metáfora de las gotas de agua: una gota puede ser más grande o incluso más limpia que otra, pero todas ellas son la misma agua.

A partir de aquí, se abre el paso, de manera coherente y ajustada, a lo que ha venido en llamarse “paradigma posreligional o transteísta”. Cuando leo ciertos textos que se mueven en esa órbita, admiro su esfuerzo por actualizar creencias obsoletas, aunque sus reflexiones me producen una sensación de cansancio y de pereza, como si giraran en vano queriendo encontrar una salida a un callejón que no la tiene.

En concreto, desde mi punto de vista, me parece que esas reflexiones adolecen de dos problemas. Por un lado, parecen empeñarse en defender o sostener la creencia, como tratando de “modernizarla”. Ante ello, la pregunta es: ¿para qué tanto esfuerzo en “reinterpretar” la creencia cuando son las propias creencias las que han de ser superadas y trascendidas? Por otro, las percibo como discursos típicamente “mentales”, por lo que, ya de entrada, están condenados a la esterilidad. Lo que nace de la mente no podrá ir más allá del mundo de los objetos. Por lo que, aun queriendo replantear o “modernizar” aquellos contenidos, por más piruetas que quieran hacerse, no se conseguirá sino cambiar los nombres para quedar enredados en el mismo laberinto del que se pretendía salir. No niego que, en un momento determinado, esas relecturas ayuden a personas que se hallan en una situación determinada. Lo que afirmo es que son incapaces de alcanzar alguna salida real.

Siempre desde mi punto de vista, todos esos callejones sin salida únicamente pueden superarse desde la comprensión no-dual. Porque es esta comprensión la que lee ajustadamente la realidad como unidad-en-la-diferencia, por lo que podemos reconocer lo Uno -aquello que somos todos- en lo Múltiple -las diferencias en las que se despliega y expresa-.

Sin embargo, de manera sorprendente, tengo la sensación de que muchos de los autores que propugnan el paso a un “paradigma posreligional o transteísta” parecen “protegerse” de la no-dualidad, cuando no manifiestan prevenciones o incluso descalificaciones globales. El resultado es que se sigue manteniendo un discurso “mental”, que puede sonar más “moderno”, pero que no da el salto cualitativo que sería necesario para llegar a la meta que parecen proponerse.

Solo la comprensión no-dual permite trascender el paradigma religional, el mundo de las creencias y el propio teísmo. Porque nos sitúa, más allá de la mente, en el lugar donde cesan conceptos y palabras, por más que, en un segundo momento, los necesitemos, como “mapas”, para comunicarnos y comunicar lo que hemos vivido.

Enrique Martínez Lozano

Zizur Mayor (Navarra), 27 de octubre de 2024.

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Sobre Elphaba y crecer como católico gay: reflexiona el autor de ‘Wicked’

Jueves, 26 de diciembre de 2024

gm c helen newman (1)_0Gregory Maguire (Foto de Helen Maguire Newman)

La publicación invitada de hoy es de Gregory Maguire, autor de más de 40 libros para adultos y niños, el más famoso Wicked: The Life and Times of the Wicked Witch of the West, un éxito de ventas de 1993 que se convirtió en la base del musical Wicked. , uno de los espectáculos de mayor duración en la historia de Broadway. La obra se transformó recientemente en una película de gran éxito, protagonizada por Cynthia Erivo y Ariana Grande, que se proyecta en cines de todo el mundo.

Gregory, un católico gay que, con su esposo, Andrew Newman, crió a tres niños adoptados hasta la edad adulta, dirigió un taller durante el Sexto Simposio Nacional del Ministerio New Ways en 2007 sobre familias encabezadas por gays y lesbianas. También habló sobre la vida de su familia en un evento de prensa titulado “Cinco minutos con el Papa”, durante la visita del Papa Benedicto XVI a Estados Unidos en 2008.

Llegué a escribir la novela que llamé Wicked: The Life and Times of the Wicked Witch of the West en 1993. Había estado pensando en ello durante varios años, pero estaba esperando hasta que sentí que mi confianza en mis habilidades podía Acompáñame a través de la tarea. Comencé la novela en Londres, el día que cumplí 39 años.

Mi madre biológica había muerto en el hospital una semana después de que yo naciera, por complicaciones derivadas de traerme al mundo. Si bien tuve una segunda madre que me apoyó totalmente (la mejor amiga de mi madre biológica desde la infancia, da la casualidad de que) el gran peso de la historia narrativa de mi nacimiento pesaba sobre mí hasta entonces. Francamente, todavía me pesa. Yo no pedí nacer y mi primera madre no pidió morir. Pero ocurrió la tragedia y tuve que vivir con cierto inevitable sentimiento de culpa.

MV5BOWMwYjYzYmMtMWQ2Ni00NWUwLTg2MzAtYzkzMDBiZDIwOTMwXkEyXkFqcGc@._V1_FMjpg_UX1000_Cartel de la película “Wicked”

Nací en un hogar católico, en un vecindario católico; al parecer, la mayoría de los vecindarios de mediados de siglo en Albany, Nueva York, eran católicos. Así que caminé con dificultad durante la infancia, jadeando: respirando los conceptos de obligación, de deuda moral, de responsabilidades que asumir en cada admisión; y exhalando el miedo de no estar a la altura de la tarea que parecía que Dios me había encomendado. ¿Qué tarea? De vivir una vida de suficiente virtud y de beneficio para los demás, como para poder rectificar de alguna manera el costo de mi existencia. Sentí, y cuando tenía unos doce años pude afirmar, que mi vida tenía que ser el doble de fructífera, para compensar el espíritu y el alma de mi madre muerta, quien creía que velaba por mí y por mis tres hermanos mayores. .

Pero cuando tenía unos dieciséis años y las primeras punzadas de atracción por otros chicos comenzaron a hacerse sentir, caí en un tormento de culpa. ¿Fue por eso que mi madre había muerto, por lo que yo crecí de forma extraña, retorcida y defectuosa? Que broma tan cruel. Las tres ies, lo consideré entonces: ilegal. Inmoral. Enfermo.

Reprimí la creciente sensación de horror tanto como pude. Yo estaba en negación, supuse; No podía estar seguro. Y en mi generación, al menos en mi ambiente provinciano irlandés-católico, el concepto de “experimentación” apenas se discutía, y mucho menos se abordaba. Quiero decir, si los padres no mencionaban a los adolescentes la práctica sexual entre los heterosexuales, entonces, la posibilidad o incluso la existencia de la homosexualidad ni siquiera se susurraba en los vestuarios. Creo que muchos jóvenes que crecen ahora en una era de accesibilidad y de políticas de identidad no pueden imaginar lo abandonado, náufrago que podría sentirse un chico gay en una escuela secundaria católica. Tan solo como Elphaba de piel verde, aislado sin igual en un mundo de ciudadanos comunes y corrientes y seguros.

Si bien podía leer bastante bien y entendía la historia de Oscar Wilde y lo que algunos (pocos) niños estaban haciendo cuando se burlaban de los niños más sensibles o queer entre nosotros (rara vez era el objetivo, afortunadamente para mí), la realidad Lo que realmente significaba todo aquello (cuando se trataba de amor, cuando se trataba de pasión o de promesa) parecía una gran pizarra negra en la que nadie, jamás, había escrito una palabra legible. Sabía sobre Miguel Ángel y tal vez sobre Shakespeare y Oscar Wilde. Pero no conocí personalmente a nadie que fuera gay y fuera gay hasta después de graduarme de la universidad, aunque sí encontré personas que actuaban por afecto e incluso por romance, incluidos algunos hombres que de alguna manera me amaban.

Lo que me ayudó a sobrevivir a esta extraña tormenta de ignorancia fue precisamente lo que más me amenazaba: mi fe e identidad católicas.

No voy a intentar defender ni siquiera definir lo que mi fe significa para mí ahora. Hace mucho que llegué a la conclusión de que es una tarea que está más allá de mi capacidad de articulación. De todos modos, mi comprensión de cuán piadoso o cuán escéptico soy se agita con toda la geolocalización de un electrón imposible de rastrear, de acuerdo con lo que afirma el Principio de Incertidumbre de Heisenberg. Pero lo que puedo afirmar es que ser bueno me parecía al menos dos veces más necesario que lo que requerían las enseñanzas de la iglesia, como requería Jesús, ya que tenía que ser bueno para mí y también para mi madre muerta.

9780060987107_p0_v5_s600x595Diseño de portada de libro original de los años 90. 

 Consideré el suicidio, aunque no con mucho fervor. La iglesia enseñaba que el suicidio era un pecado mortal. No poder reunirme finalmente con mi madre en el cielo hizo que esa solución fuera imposible. También leí Death by Choice de Daniel C. Maguire (sin relación). Un teólogo respetado, no me proporcionó una manera de tomar esa decisión. En el lado positivo, crecí en una época en la que las oficinas de los consejeros académicos católicos tenían carteles edificantes que decían que “Dios no hace basura”, un eslogan del orgullo negro que fue útilmente adoptado para casi cualquier crisis moral de la escuela secundaria católica. . Creía en la bondad de Dios y en el misterio del plan de Dios y en la sagrada gracia del discernimiento. Pensé que no tenía más opción que aguantar, resolverlo y aprender lo que Dios tenía reservado para mí, algo que ninguna amada monja o sacerdote podía nombrar, y ningún padre se atrevería a plantear en una conversación.

Entonces sublimé mi dolor y mi sensación de aislamiento. Por supuesto que lo hice. La mayoría de nosotros lo hacemos. Pero como crecí en un hogar en el que disfrutaba escribir y leer, y contar historias divertidas durante la cena, un hogar cuyo único beneficio real era la abundancia de tarjetas de biblioteca entre nueve de nosotros, leí para sobrevivir. Sí; No fueron las buenas monjas y los sacerdotes dignos, los padres trabajadores y emocionalmente tímidos quienes me rescataron. Era la biblioteca.

Leí sobre Aslan y las sufrientes criaturas de Narnia, congeladas en el interminable invierno de la Bruja Blanca. Vi el perdón de Aslan hacia el pecador Edmond, lloré por cómo Meg Murray, en Una arruga en el tiempo, pudo salvar a su hermanito a través del poder del amor (con mucho simbolismo cristiano para recordarle lo que estaba haciendo). .

Y seguí las indicaciones de Harriet la espía de Louise Fitzhugh sobre cómo llevar un diario podría fortalecer el corazón y la mente de un escritor. Compré un cuaderno espía, comencé a observar el mundo y así (eventualmente) a comprenderme y desenvolverme a mí mismo. Aprendí a ser honesto y a honrar la honestidad, incluso si me parecía cruel expresar algunos pensamientos en voz alta (a la página secreta).

Y así, a mi ser católico romano y mi ser gay, un par de características aparentemente intratables, se les unió una tercera identidad: la de ser escritor.

Lo que nos lleva, a través de Narnia y a través del amor, a mi vida en Inglaterra cuando cumplí 39 años y comencé a sentir que había llegado mi momento. Si yo era un día mayor que mi madre (ella murió a la edad de 38 años), entonces era, por definición, un adulto. (Nadie cuenta nunca con ser mayor que su madre). Al comenzar como escritora para niños, sentí que ahora tenía que tener edad suficiente para escribir una novela para adultos. Dejé de lado mis miedos y dudas, compré un cuaderno nuevo y comencé a escribir Wicked a mano. Fue publicado cuando yo tenía 41 años, hace casi treinta años.

BB1ibwIiFoto fija de la película “Wicked”: Cynthia Erivo como Elphaba y Ariana Grande como Galinda

¿Wicked se trata de ser gay, se trata de ser cristiano de alguna manera? No explícitamente. Pero sí intenté poner en el tejido de mi mirada antropológica a la alegre tierra original de cartón, tonterías y vodevil de L. Frank Baum algo de la seriedad moral de la Tierra Media y de Narnia. Por un lado, reclamé fe para Oz, fe en el extranjero en Oz. No una fe mágica, como en Narnia, no una fe de milagros e intervenciones, sino una fe humana, practicada y a menudo abusada. Y más de una fe, porque mi Oz pretendía emular nuestro propio mundo real con sus cruzadas y credos, sus fricciones y sus paradojas.

También afirmé posibilidades románticas más amplias para el pueblo de Oz, aunque lo indiqué en gran medida de forma indirecta. El hijo de Elphaba, Liir, tiene un romance masculino (en la secuela Hijo de una bruja), y cuando lo volvemos a encontrar a mitad de La bruja de Maracoor, cinco libros más adelante en mi serie, él y Trism son de mediana edad. y amas de casa. Cuando la gente me pregunta si Elphaba se basa en mí, digo que cada fortaleza de Elphaba es mi ambición y casi cada debilidad es un autorretrato. Pero Liir, que es inepto, confuso, quejoso, romántico, un soldado de infantería en el camino hacia su propio Calvario, probablemente, Liir soy definitivamente yo.

Al igual que Tolkien, cuyo cristianismo llegó a la Tierra Media de forma sesgada, traté de indicar la fuerza, el valor y el peligro del fervor religioso en Oz sin ponerme del lado de un sistema de creencias u otro. Intenté ser honesto. Una de las principales motivaciones de Elphaba en la segunda mitad de la novela es la búsqueda del perdón, un proyecto complicado por el hecho de que no está segura de tener alma. Además, les di a los ciudadanos de Oz más variedad de preferencias afectivas y traté de evitar patologizar a mis queridos personajes, evitar asignar causas obvias o directas de por qué las personas son como son.

Si preguntas: “¿Existe un elemento tan romántico como Gelphie, un enamoramiento de Galinda y Elphaba?”, encuentro que no puedo responder eso. Si puede, respóndala lo mejor que pueda. Tu suposición es tan buena como la mía.

20090327-tows-maguire-640x360Dentro de la vida familiar de Gregory Maguire y Andy Newman – Vídeo de Oprah Winfrey show

La mayoría de las cosas son incognoscibles, como la trayectoria de los electrones alrededor del núcleo de un átomo. Por el bien de la conversación, y para darnos una falsa sensación de estabilidad en un universo cuyos planetas se balancean tan salvajemente como los electrones, hacemos declaraciones generales de seguridad sobre esto o aquello. Nos da un asidero tentativo y temporal. Es probable que cambiemos de opinión tarde o temprano. Al final, el verdadero desafío es aceptar el misterio del desconocimiento y rechazar nuestro instinto de compartimentar, de dividir el mundo entre nosotros y ellos, los buenos y los malos, tú y yo. (Heterosexual y gay, incluso. Piadoso y caído.) Si ni siquiera puedo conocerme muy bien a mí mismo, ¿cómo puedo afirmar que te conozco? Si no puedo estar seguro de si soy una persona de fe o una persona de fe vacilante, o sin fe, ¿cómo puedo estar seguro de quién eres y de lo que crees, quieres o eres capaz de hacer?

Lo que Wicked se esfuerza por hacer es pedir paciencia con la ambigüedad. En palabras del título del libro del filósofo Alan Watts, La sabiduría de la inseguridad, otra obra literaria que sirvió para mantenerme funcional cuando comenzaba la universidad. Yo podría hacer esto. Podría mantener el equilibrio en el aire. Podría hacer algo por mí mismo y saldar mi deuda moral. Quizás podría desafiar un poco la gravedad. Por un tiempo. Y al escribir Wicked y mis otros cuarenta y tantos libros, podría tratar de consolar a otros que se aferran a la barandilla en la que han sido criados para confiar y descubren que falta.

Nos convertimos en pasamanos unos de otros.

En los primeros párrafos de Wicked, que hace poco tuve motivos para volver a leer, veo que cuando describo a la Bruja volando, Elphaba no se monta a horcajadas en su escoba como un jugador de polo lo haría con un caballo, ni se sienta a lomos de un caballo como una dama. en la caza del zorro. No. Utiliza la escoba como balaustrada. Esta forma de volar se replica tanto en la obra de teatro como en la película, imitando mi descripción en la novela. Elphaba en pleno vuelo utiliza la escoba como barandilla. Por un momento, ha inventado su propia barandilla.

Y pronto llegará el momento de que ella sirva de pasamanos a otra persona. Como creo que todos anhelamos hacer.

–Gregory Maguire, 17 de diciembre de 2024

Fuente New Ways Ministry

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Navidad ¿Qué va a cambiar?

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

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¡Una vez más: NAVIDAD!

¿Qué va a cambiar?

Nada, excepto tú.

Hazte luz y verás la Luz …

Todo está ahí.

No busques en otra parte el significado de este  acontecimiento-advenimiento.

La humanidad fraterna de Jesús lleva el día que tiene que levantarse en ti.

El Dios vivo vuelve a ponerse en tus manos.

Por tí, para crear con Dios y a  su imagen, un mundo de alegría, luz, belleza.

*

Maurice Zundel

vierge-afrique

***

           El sentido de la fiesta navideña es la Palabra, de la que el himno de Juan (cf. Jn 1) dice que al principio estaba ¡unto a Dios. De esta Palabra se dice también que se hizo carne y habitó entre nosotros.

        Este es el acontecimiento que celebramos cada año en Navidad: Dios ha venido a nosotros. El nos quita la falta de sentido y las monótonas repeticiones de nuestra vida cotidiana. El mismo es el sentido que da contenido a nuestra vida.

           Estamos acostumbrados a traducir así la primera frase del evangelio de Juan: «En el principio ya existía la Palabra». Pero el término griego logos que se encuentra en nuestro texto, es mucho más amplio. Logos no connota tanto a la pura palabra sino más bien el sentido que viene expresado mediante la palabra. En logos, sentido y palabra son inseparables: el sentido, pues, que captamos en cualquier acontecimiento, supera siempre el episodio concreto que puede ser expresado solamente con palabras. Si uno dice: «Te deseo muchas felicidades» o «Feliz Navidad», no se dirige cordialmente a otro solamente en este momento, sino que con estas palabras expresa algo que trasciende el momento. Así cada sentido supera el momento y el concreto evento en que se produce el encuentro.

           Cuando en Navidad oímos decir: «Nos ha nacido un niño», pensamos en el Niño del pesebre y en todos los demás niños, si bien diferenciándolo de todos, porque él no ha nacido sólo para sus padres, sino también para todos nosotros. También así el sentido del acontecimiento supera siempre el episodio particular, a través del cual ha entrado en nuestra vida. Quien ve sólo lo que tiene ante los ojos no capta el sentido, ni el de la Navidad ni el de la vida en general. El sentido, es decir, la profundidad de la realidad que constituye su contenido. Y porque el sentido de cada acontecimiento trasciende lo que está ante los ojos, para captarlo tenemos necesidad de la palabra.

        Si ahora decimos que: «En el principio era el Sentido», queremos expresar que en el principio era lo que da contenido y significado a toda vida. Ésta es la profundidad de la realidad, de la que se habla cuando se usa la Palabra de Dios. Este sentido último, que confiere contenido y significado a cualquier otro evento, ha sido participado al mundo en el acontecimiento de Navidad.

*

W. Pannenberg,
Presencia de Dios,
Brescia 1974, 119-120).

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Natividad del Señor

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

05-navidad (C) cerezo


Leído en Koinonia:

Misa del día

Isaías 52,7-10

Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es rey”! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

***

Salmo 97

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

***

Hebreos 1,1-6

Dios nos ha hablado por el Hijo

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado que los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado”, o: “Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios.”

***

Juan 1,1-18

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

En principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo: “Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”” Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]

***

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(25 de diciembre de 1977)

Hoy llega a nosotros la noticia del nacimiento de Cristo a través de su Iglesia. Cómo María, como nos cuenta el evangelio, al irse los pastorcitos que vinieron invitados por los ángeles a adorar al Niño Jesús, María se quedó reflexionando todo esto en su corazón. Para una comunidad cristiana la Navidad no tiene sentido si no es a base de una profunda reflexión, por eso para muchos cristianos la Navidad no es más que una fiesta que se espera y que luego pasa efímera, como la pólvora que se quema, y no deja más que basura en las calles. Para el cristiano es algo más que un cohetillo, es la gran noticia que debe reflexionarse y comprometer al hombre con este episodio en que Dios se hace hombre, no en una forma transitoria, sino para siempre, y el hombre debe también reflexionar ante el Señor.

Ese Cristo en Belén lo podemos representar hoy en esta homilía con este título: Cristo manifestación de Dios, Cristo manifestación del hombre y en tercer lugar, la Iglesia manifestación de Cristo.

PROLONGAR LA ENCARNACIÓN

Por eso la Iglesia, que prolonga la encarnación, o sea el Dios hecho hombre, no puede prescindir de la historia. Desde aquel momento Dios ha asumido la humanidad y ha dejado ese encargo de seguir asumiendo hacia Dios a todos los hombres, a la Iglesia, la cual, por tanto, peregrina en la historia, va recogiendo, no puede dejar de vivir las circunstancias en las cuales ella va prolongando esa encarnación. Por eso hermanos, estas noticias en las cuales yo reflejo lo más sobresaliente de la semana, no es con el afán de hacer aquí un noticiero. Lo hace mucho mejor cualquier instrumento de comunicación social, sino que es simplemente decirles a todos mis queridos hermanos, que vivimos en esta semana, en esta hora, que esta Navidad de 1977, siendo la eterna Navidad de Cristo, se ha vivido aquí en El Salvador en estas circunstancias de las cuales no podemos prescindir.

NAVIDADES TRISTES

Así es como tienen un sentido profundo, en medio de tarjetas y telegramas de Navidad, me hayan llegado cartas que son lamentos profundos, por ejemplo de aquellas madres y esposas que “en esta celebración de Navidad que con júbilo espera todo el pueblo cristiano, nosotras expresemos no una Navidad sino el profundo dolor de un calvario al albergar en nuestro corazón esa separación insuperable de nuestros hijos y esposos”. En otra carta parecida dice: “Estamos angustiadas y tristes por el llanto de nuestros hijitos que a cada momento que se despiertan en la noche están llamando a sus padres y de ellos no nos dan ninguna razón en los cuerpos de seguridad”. Y cartas de expresión así dolorosa, pues, son muchas las que llegan. Por nuestra parte hemos tratado de hacer todo lo que está a nuestro alcance recurriendo a recursos jurídicos y estamos dispuestos siempre, pues, a ayudar el dolor de la humanidad. Leer más…

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“Una noche diferente ”. Natividad del Señor – C Natividad del Señor – C (Mateo 1,1-25; Lucas 2,1-14; Juan 1,1-18)

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

IMG_9170La Navidad encierra un secreto que, desgraciadamente, escapa a muchos de los que en esas fechas celebran «algo» sin saber exactamente qué. No pueden sospechar que la Navidad ofrece la clave para descifrar el misterio último de nuestra existencia.

Generación tras generación, los seres humanos han gritado angustiados sus preguntas más hondas. ¿Por qué tenemos que sufrir, si desde lo más íntimo de nuestro ser todo nos llama a la felicidad? ¿Por qué tanta frustración? ¿Por qué la muerte, si hemos nacido para la vida? Los hombres preguntaban. Y preguntaban a Dios, pues, de alguna manera, cuando buscamos el sentido último de nuestro ser estamos apuntando hacia él. Pero Dios guardaba un silencio impenetrable.

En la Navidad, Dios ha hablado. Tenemos ya su respuesta. No nos ha hablado para decirnos palabras hermosas sobre el sufrimiento. Dios no ofrece palabras. «La Palabra de Dios se ha hecho carne». Es decir, más que darnos explicaciones, Dios ha querido sufrir en nuestra propia carne nuestros interrogantes, sufrimientos e impotencia.

Dios no da explicaciones sobre el sufrimiento, sino que sufre con nosotros. No responde al porqué de tanto dolor y humillación, sino que él mismo se humilla. No responde con palabras al misterio de nuestra existencia, sino que nace para vivir él mismo nuestra aventura humana.

Ya no estamos perdidos en nuestra inmensa soledad. No estamos sumergidos en pura tiniebla. Él está con nosotros. Hay una luz. «Ya no somos solitarios, sino solidarios» (Leonardo Boff). Dios comparte nuestra existencia.

Esto lo cambia todo. Dios mismo ha entrado en nuestra vida. Es posible vivir con esperanza. Dios comparte nuestra vida, y con él podemos caminar hacia la salvación. Por eso la Navidad es siempre para los creyentes una llamada a renacer. Una invitación a reavivar la alegría, la esperanza, la solidaridad, la fraternidad y la confianza total en el Padre.

Recordemos las palabras del poeta Angelus Silesius: «Aunque Cristo nazca mil veces en Belén, mientras no nazca en tu corazón estarás perdido para el más allá: habrás nacido en vano».

José Antonio Pagola

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“Natividad del Señor. Tres misas el mismo día”. 25 de diciembre

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

IMG_9146Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Natividad del Señor

Tres misas el mismo día

La celebración de tres misas el día de Navidad debe de ser muy antigua, porque la famosa misa del Gallo, por la noche, se remonta al siglo V. Sigue la misa de la aurora y se termina con la del día. Cada una de ellas tiene sus lecturas propias, las mismas en los tres ciclos (A, B, C). No es normal que la gente asista a las tres misas. Por eso indico brevemente el mensaje global de los tres evangelios.

El de la misa del Gallo nos habla de un niño que nace muy pobremente, sin nada que envidiarle a los más pobres de la actualidad. Pero, inmediatamente después, un ángel nos presenta a ese niño como Salvador, Mesías y Señor.

El de la misa de la aurora indica diversas reacciones ante ese niño: los pastores corren a visitarlo y vuelven alabando y dando gloria a Dios; los presentes se admiran; María medita todo lo que oye.

El evangelio de la misa del día, el Prólogo de Juan, dice de ese niño algo más grande que el ángel a los pastores: es el Verbo de Dios, que lo acompaña desde el principio, antes de la creación. Y, aunque fue ignorado por el mundo y rechazado por su propio pueblo, se hizo carne, habitó entre nosotros y nos concede poder ser hijos de Dios.

Misa de media noche

Aunque desconocemos el día y la hora en que nació Jesús, imagino que fueron estas palabras del libro de la Sabiduría las que animaron a situar el nacimiento a medianoche: «Un silencio sereno lo envolvía todo, y al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó desde el trono real de los cielos» (Sab 18,14-15).

En cualquier caso, el papa Sixto III (siglo V d.C.), introdujo en Roma la costumbre de celebrar en Navidad una vigilia nocturna, a medianoche, «en seguida de cantar el gallo», en un pequeño oratorio situado detrás del altar mayor de la Basílica de Santa María la Mayor. Ya que los antiguos romanos denominaban Canto del Gallo al comienzo del día, a la medianoche, se quedó con el nombre de Misa de Gallo la que se celebraba a esta hora.

La liturgia, con tres lecturas preciosas y muy ricas de contenido, suponen un desafío para quien pretenda comentarlas sin agotar al auditorio.

Tres motivos de alegría (Isaías 9,2-7)

En El Danubio rojo, película ambientada en la Segunda Guerra Mundial, la noche de Navidad, en medio del frío y la nieve, un grupo numeroso de soldados y refugiados comienza a cantar en un tren el villancico «Noche de Dios». Ese es el ambiente más adecuado para entender la primera lectura. El profeta se dirige a un pueblo que camina en tinieblas, que ha sufrido durante un siglo la opresión del imperio asirio, y le anuncia un cambio prodigioso: un mundo de luz y alegría. Por tres motivos:

el fin del opresor, el imperio asirio, que oprime a Israel con el yugo y el bastón, como si fuera un animal de carga; será derrotado, igual que lo fueron los madianitas en tiempos de Gedeón;

el fin de la guerra, simbolizado por la desaparición, no de lanzas y espadas, sino de los elementos menos peligrosos del soldado: bota y túnica;

la aparición de un niño, que se puede interpretar como el nacimiento de un príncipe o su entronización. Influido por el ritual egipcio, se coloca sobre sus hombros un manto que simboliza el poder, y se le dan diversos nombres: en Egipto eran cinco, aquí son cuatro, que expresan las cualidades más admirables que se pueden esperar de un gobernante: que sepa aconsejar, que sepa defender, que se comporte como un padre con sus súbditos, que traiga un reinado de paz. Por último, abandonando el influjo egipcio y con mentalidad plenamente judía, se relaciona a este niño con David. Y su labor de paz, justicia y derecho, aparentemente imposible, será obra del celo de Dios.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;

Habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.

Acreciste la alegría, aumentaste el gozo:

Se gozan en tu presencia, como gozan al segar,

como se alegran al repartirse el botín.

Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro,

los quebrantaste como el día de Madián.

Porque la bota que pisa con estrépito y la túnica empapada en sangre

serán combustible, pasto del fuego.

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:

lleva a hombros el principado, y es su nombre:

«Maravilla de Consejero, Dios fuerte,

Padre de eternidad, Príncipe de la paz».

Para dilatar el principado con una paz sin límites,

sobre el trono de David y sobre su reino.

Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho,

desde ahora y por siempre.

El celo del Señor del universo lo realizará.

Dos motivos de compromiso (Carta a Tito 2,11-14).

El autor une la primera venida de Jesús («se ha manifestado la gracia de Dios») con la segunda y definitiva («la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo»). ¿Motivos de alegría? Sin duda. Pero estas dos venidas son también motivo de compromiso. Amor con amor se paga. Hay que renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, llevar una vida sobria y honrada, esperar la vuelta del Señor, dedicarse a las buenas obras.

Querido hermano: Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo, el cual se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras. 

 

¿Un niño pobre o un personaje maravilloso? (Lucas 2,1-14)

El evangelio de esta noche consta de dos escenas radicalmente distintas, pero que se complementan.

El nacimiento de un niño pobre

Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.

La primera escena, que se desarrolla únicamente en la tierra, contrasta a poderosos y débiles. Empieza hablando del emperador Augusto, con autoridad para dar órdenes a todos sus súbditos, y del gobernador de Siria, Cirino, que manda empadronarse a la población de su provincia, cada cual en su ciudad, sin preocuparle las molestias que eso puede causar.

Frente a los poderosos, los débiles, representados por una familia muy modesta, a la que solo le cabe obedecer, aunque la esposa deba recorrer, embarazada, los 150 km de Nazaret a Belén. Según Lucas, cuando llegan a su destino no encuentran alojamiento y deben pasar algunos días en la parte baja de una casa, donde están los animales. Son pobres, y para ellos no hay sitio en el piso de arriba («la posada»).

Los «nacimientos» que se montan actualmente en iglesias, casas particulares y otros sitios, ofrecen un pesebre bonito y limpio. Lucas piensa en uno muy distinto, en el que habrá comido un animal poco antes, arreglado aprisa para recostar al niño.

Es una escena de pobreza y humillación. Basta pensar en José, un padre que no tiene otra cosa que ofrecer a su mujer y a su hijo. La escena no se presta a comentarios románticos, sino a preguntas candentes: ¿por qué Gabriel no le dijo a María toda la verdad? ¿Por qué le anunció que su hijo sería el rey de Israel sin advertirle que no tendría riqueza ni poder? ¿Por qué elige Dios el camino de la pobreza y la humillación? ¿Por qué rechazamos los cristianos a quienes no pueden pagarse un pasaje en avión o en barco para llegar hasta nosotros? ¿Por qué no imaginamos que Dios pueda nacer en una chabola de mala muerte, en una familia pobre que trabaja recogiendo la aceituna? ¿Se puede esperar algo de este hijo de emigrantes, que no tendrá cultura ni formación?

El Salvador, el Mesías, el Señor 

En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente, un ángel del Señor se les presentó, la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo:

-No temáis, os anuncio una buena noticia, que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial que alababa a Dios diciendo:

-Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.

La segunda escena se desarrolla en cielo y tierra. Es también de poderosos y débiles, de ángeles y pastores. La profesión de pastor, aunque a algunos le recuerde a los antiguos patriarcas de Israel, era de las más despreciadas y odiadas en aquel tiempo, sobre todo por los campesinos. En la escala social de la época, los pastores ocupan el penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se equipara al de los ladrones. Y pasar la noche al aire libre, vigilando el rebaño, no es la ocupación más agradable. El hecho de que el ángel se dirija a ellos deja clara la «política incorrecta» de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no se comunica al Sumo Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a los estudiosos escribas, ni a los piadosos fariseos.

Por otra parte, el anuncio modifica totalmente la imagen de la escena anterior. El niño que ha nacido no es un simple niño pobre. Su nacimiento supone «una gran alegría para todo el pueblo», porque es Salvador, Mesías y Señor. Este ángel anónimo es muy escueto. No comenta ninguno de los tres títulos. Pero es más sincero que Gabriel. No oculta que, a pesar de su grandeza, el niño está envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Afortunadamente, los pastores no son especialistas en la Biblia ni teólogos. En tal caso habrían preguntado de inmediato de qué o de quién iba a salvar ese niño; si era un mesías-rey, como David, o un mesías-sacerdote, como Aarón; si su señorío era igual que el de Dios o que el del César; si los pañales y el pesebre debían ser interpretados de forma real o simbólica… y cómo se compagina la «gran alegría para todo el pueblo» con el hecho de que, años después, el pueblo termine alejándose del Calvario golpeándose el pecho. En realidad, los pastores no tienen tiempo de preguntar nada porque, de pronto, aparece una legión del ejército celestial alabando a Dios y proclamando la paz.

¿Qué harán los pastores? Quien desee saberlo tendrá la respuesta en el evangelio de la Misa de la Aurora.

Pero el lector del evangelio puede ponerse en su lugar y advertir el mensaje que le está proponiendo Lucas. La vida de Jesús se puede interpretar de dos formas muy distintas: desde una óptica puramente humana o desde la fe. La primera resulta descarnada y dura. La segunda puede parecer ingenua; si no de cuento de hadas, de cuento de ángeles. Si se mantiene en la primera, terminará viendo a Jesús como un personaje peligroso y considerando justa su condena a muerte. Si acepta la segunda, a pesar de todas las dudas, terminará creyendo en él como su Salvador.

25 de diciembre

Misa de la aurora

El evangelio de la misa del Gallo nos dejaba con una duda: ¿qué harán los pastores tras escuchar al ángel y al coro celeste? No han recibido ninguna orden, solo una buena noticia. Lucas no se limita a contar su reacción.

Tres reacciones ante la noticia (Lucas 2,15-20)

Sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado». Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.

María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.

El evangelio empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. Esta gente, tan despreciada socialmente, corre hacia Jesús, cree que un niño envuelto en pañales y en un pesebre puede ser el futuro salvador, aunque ellos no se beneficiarán de nada, porque, cuando ese niño crezca, ellos ya habrán muerto. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: «Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla».

Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás personas de la posada, pero que probablemente representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.

Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina alabando en el Magnificat las maravillas que Dios ha hecho en ella. Sin embargo, cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite: «proclama mi alma la grandeza del Señor». Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.

Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios.

Lucas juega con el lector, lo desafía. ¿Qué salvador les ha nacido a los pastores? ¿Qué señal portentosa puede ser un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre? Al día siguiente, los pastores estarán de nuevo con el rebaño, vigilando en medio del frío. Pero su vida ha cambiado, y la dureza de su vida no les impide alabar y dar gloria a Dios. Con ello se convierten en un ejemplo perfecto para el cristiano.

El Señor hace oír esto hasta el confín de la tierra:

«Decid a la hija de Sión: Mira a tu salvador, que llega.

El premio de su victoria lo acompaña, la recompensa lo precede».

Los llamarán «Pueblo santo», «Redimidos del Señor»,

y a ti te llamarán «Buscada», «Ciudad no abandonada».

Una buena noticia para Jerusalén y la Iglesia (Isaías 62, 11-12)

Este breve pasaje recoge una imagen típica de la época del destierro en Babilonia: Jerusalén como esposa y madre. Como esposa, su marido, el Señor, la ha abandonado; como madre, ha perdido a su hijos, ha quedado despoblada. El profeta le anuncia un cambio radical: su marido vuelve, como salvador, acompañado de sus hijos.

La liturgia aplica este anuncio de la llegada de un salvador al nacimiento de Jesús. Y en los pastores podemos ver a ese «pueblo santo» y a «los redimidos del Señor». Cuando se piensa en los millones de cristianos que celebran la Navidad, vemos cómo se cumple la antigua profecía.

Una buena noticia para nosotros (Carta a Tito 3,4-7)

El evangelio habla de tres reacciones ante el nacimiento de Jesús. La carta de Pablo se centra en Dios y en nosotros.

Ante todo, lo ocurrido es una manifestación de la bondad de Dios y de su amor al hombre. Como diría el cuarto evangelio: «De tal manera amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único» (Juan 3,16). Si la gente se admiró de lo que decían los pastores, igual debemos admirarnos nosotros de esta prueba del amor de Dios. Sobre todo, teniendo en cuenta que no es algo que nosotros hayamos merecido ni ganado por nuestros propios méritos.

Además, la salvación que entonces tuvo lugar se actualiza en nuestro bautismo, que nos hace nacer de nuevo, nos concede abundantemente el Espíritu Santo, y nos hace herederos de la vida eterna, donde «estaremos siempre con el Señor» (1 Tesalonicenses 4,17).

Querido hermano: Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna.

25 de diciembre

Misa del día

La misa de la aurora nos presentó a María meditando lo que han contado los pastores. Es una pena que Lucas, que transmitió en el Magnificat su reacción a las palabras de Isabel, en este caso guarde silencio. Dos teólogos cristianos, los autores del cuarto evangelio y de la carta a los Hebreos, sí nos dejaron su reflexión sobre Jesús y su nacimiento. La liturgia les antepone la visión de un profeta-poeta.

«El Señor ha consolado a su pueblo» (Isaías 52,7-10)

El texto de Isaías de la misa de la aurora presentaba a Jerusalén como esposa y madre, que recupera a su esposo y sus hijos. Este la presenta como ciudad, sin rey y en ruinas después de la caída en manos de los babilonios. Pero el mensaje de esperanza es el mismo: Dios vuelve a ella como rey, y las ruinas, reconstruidas, cantarán de alegría. Como en el caso anterior, la liturgia aplica la venida de Dios-rey a Jesús, que nace como Mesías y Salvador.

Qué hermoso son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios. 

«El Señor nos ha hablado por su Hijo» (Hebreos 1,1-6)

Imaginemos al autor de la carta ante el pesebre. Pero el niño no acaba de nacer, él escribe bastantes años después. Es mucho lo que ya se ha dicho y discutido sobre Jesús. Y él comienza su carta con un resumen ambicioso, que abarca desde el comienzo de los siglos hasta la glorificación del Señor.

Lo primero que destaca es la novedad de que Dios nos hable a través de su Hijo, no a través de profetas. Un hecho tan grande que no debemos esperar algo distinto y mayor: estamos en la «etapa final».

Luego acumula palabras para describir la dignidad del Hijo. Retrocede del momento en el que hereda todo (se supone que tras la resurrección) al momento en el que intervino en la creación del mundo. Habla de su identidad e identificación con Dios con expresiones misteriosas: «reflejo de su gloria, impronta de su ser». Dedica una frase, casi de pasada, a la vida terrena, en la que solo sugiere, de forma velada, su muerte, que purifica nuestros pecados. Y termina con su triunfo a la derecha de la Majestad y su encumbramiento por encima de los ángeles.

San Ignacio de Loyola, al hablar del nacimiento de Jesús, sugiere al ejercitante pensar cómo el Señor nace en suma pobreza «y al cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz» (Ejercicios espirituales, nº 110). El autor de la carta a los Hebreos tiene una perspectiva más amplia. No menciona aquí los sufrimientos y la muerte (tema que desarrollará más adelante) sino su triunfo y su gloria.

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy»; y en otro lugar: «Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo»? Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios».

La historia del Verbo de Dios (Juan 1,1-5.9-14) (forma breve)

Dos advertencias:

1. Según muchos comentaristas, el autor del cuarto evangelio utilizó al comienzo un himno sobre el Verbo Dios, introduciendo por medio, en dos ocasiones, sendas referencias a Juan Bautista. La liturgia permite elegir entre la forma larga, con todo el texto actual, y la breve, que suprime lo referente a Juan. Es esta la que comentaré brevemente, presentando el himno como una historia del Verbo de Dios en cinco etapas.

2. Para comprender esta historia habría que conocer las reflexiones sobre la Sabiduría de Dios en los dos siglos antes de Jesús. En el segundo domingo después de Navidad se vuelve a leer el prólogo de Juan, y la lectura que lo acompaña es, con razón, la del libro del Eclesiástico.

Primera etapa: la Palabra junto a Dios

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios.

«En el principio creó Dios el cielo y la tierra». Así comienza el libro del Génesis. Para el autor del prólogo, en ese momento existía ya el Verbo, junto a Dios. Es lo mismo que se dice de la Sabiduría en el libro de los Proverbios y en el Eclesiástico.

Segunda etapa: el Verbo y la creación

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Aunque parece una nueva matización del Génesis, supone un desarrollo. Allí se dice que Dios crea por su palabra («dijo Dios») y su acción. Aquí, esa palabra se convierte en compañera suya imprescindible durante el acto creador. Todo fue creado por el Verbo: sol, luna, estrellas, montañas, mar, animales de toda especie, ser humano. Además de habernos creado, es también nuestra vida y nuestra luz. Dos términos claves en la teología del cuarto evangelio, que presentará a Jesús como «el camino, la verdad y la vida». En esa misma teología encaja la referencia a la tiniebla como símbolo de la oposición a Jesús y a Dios.

Tercera etapa: el mundo, creado por el Verbo, lo ignora.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.

El mundo no se refiere aquí a los seres inanimados sino a las personas que ignoran a Dios, no lo adoran, o prescinden de él. El autor del Prólogo piensa en los pueblos paganos, que podrían haber conocido al Dios verdadero, pero que habían caído en diversas formas de idolatría.

Cuarta etapa: la Palabra se instala en Israel; unos lo rechazan, otros la acogen.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

¿Qué hará el Verbo cuando se vea ignorado por el mundo? Para un judío, la respuesta es clara: refugiarse en Israel, el pueblo elegido, igual que hacía la Sabiduría: «Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad». Pero el Verbo se encuentra con una desagradable sorpresa: «los suyos no lo recibieron». Da la impresión de que un autor posterior consideró esta afirmación demasiado pesimista y añadió que algunos lo recibieron, convirtiéndose en hijos de Dios. Pero este aparente añadido destruye el dramatismo del himno primitivo.

Quinta etapa: el Verbo se hace carne y habita entre nosotros. 

La Palabra ha sufrido dos derrotas: el mundo la ignora, su pueblo la rechaza. ¿Qué haría cualquiera de nosotros en su lugar? Quedarse junto a Dios y olvidarse de todos. Afortunadamente, Dios no es así. El Verbo toma la decisión más asombrosa que se puede imaginar.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Reflexión final

El fiel cristiano que haya acudido a la iglesia pensando escuchar unas lecturas bonitas y sencillas sobre Jesús niño y los pastores se encuentra en la misa del día con unas lecturas muy teológicas, pero que le recuerdan la dignidad e importancia de ese niño que ve en el pesebre

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25 Diciembre- Solemnidad de la Natividad del Señor

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

Navidad-ciclo-C


“… y habitó entre nosotros”

(Jn 1, 1-18)

Te voy a contar una situación real. Una chica cristiana, no practicante, bastante indiferente ante la iglesia, empezó a trabajar en un centro de educación religioso. A comienzos de diciembre la directora le estuvo enseñando el belén, que ella misma había estado colocando durante el fin de semana con algunos familiares. Un belén muy grande, puesto con mucho cariño y gusto, a sabiendas de que lo iban a admirar los alumnos, los trabajadores del centro, las familias de los alumnos… Tenía un sinfín de detalles, hasta un huerto con calabazas. Esta chica, a pesar de su fe adormilada, estaba enamorada de las fiestas navideñas. Las comidas familiares, cenas con amigos, las luces de las calles, los adornos, villancicos, la cabalgata de los reyes magos, hasta del cortylandia; de todo ese ambientillo que se crea y respira estos días.

Ahí estaba ella, entusiasmada con el belén que tenía delante, cuando se dio cuenta de que faltaba el Niño. Dudó entre decírselo o no a la directora ya que pensaba que se le había olvidado. Al final le preguntó: “¿y el niño?”. La religiosa no disimuló su sorpresa ante la pregunta y tras unos momentos de silencio contestó: “Es que todavía no ha nacido Jesús, lo pondré el día 24 por la tarde”. Más sorprendida se quedó la chica por esa ocurrencia de esperar hasta el día de Nochebuena para poner al Niño en su pesebre, hasta entonces vacío.

Ya ha llegado el día, es Navidad. Y esto de caer en la cuenta de cuándo ponemos al Niño en el belén, puede ser un buen termómetro que nos indique desde dónde celebramos la Navidad: desde el dejarnos llevar por lo externo o desde la fe. Porque, ¿qué celebramos en realidad?, ¿el nacimiento de Jesús, sin más, o que esa Palabra que ya existía en el principio se hizo uno de los nuestros? Sí, uno de los nuestros, un ser humano con su proceso, como tú y yo; desde su nacimiento, hasta la muerte, y, mientras, habitando entre nosotros. Esa Palabra, que es Dios mismo, hoy vuelve a nacer con el deseo de vivir la realidad del mundo, la nuestra.

Oración

Bendita seas, Trinidad Santa.
La que eras en el principio, la que eres hoy y la que serás por todos los siglos.
Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

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La vida De Dios que se manifiesta en Jesús es la misma que hay en mí.

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

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NAVIDAD (C)

Jn 1,1-18

En el texto de Lucas de anoche encontramos un relato folclórico del nacimiento de Jesús. En el de Juan que acabamos de leer, afrontamos un relato metafísico. Es imposible comprender racionalmente que hacen referencia al mismo hecho. En ambos se quiere comunicar el misterio de la encarnación. Pero al hablar de Dios, una sutil variación puede marcar diferencias abismales. Decir que nace Dios es excesivo. Nace un niño divino, como todos. Decir que nos nace un salvador es incorrecto, porque nos mete en la dinámica de una salvación que tiene que venirnos de fuera.

El primer versículo nos dice ya tres cosas sobre Dios y el Logos: Que el Logos está en el origen (En el principio ya existía la Palabra). Que los dos estaban volcados el uno sobre el otro. (La Palabra estaba junto a Dios). Que, aunque distintos uno y otro eran lo mismo (La Palabra era Dios). No se trata de conceptos trinitarios posteriores a Nicea. El texto de Juan, al comenzar con la misma palabra que el Génesis, nos está diciendo que la encarnación no es el comienzo de algo nuevo, sino la culminación de Todo. El Logos no comenzó, porque es el origen de todo. Luego se hace carne (comienza a ser en el tiempo) para terminar la creación del hombre.

Al traducir de ‘Logos’ por Palabra, se pierde la originalidad del concepto que quiere expresar el texto. La palaba ‘Logos’ ya existía, pero el concepto que Juan aporta es nuevo. ‘Logos’ se encuentra por primera vez en Heráclito. s. VI a C, (precisamente en Éfeso, donde se escribió este evangelio) y significaba la realidad permanente dentro de todo lo que fluye. La utilizan los estoicos, Platón, y Filón de Alejandría que la emplea 1.200 veces. En NT tiene un amplísimo significado; desde palabra engañosa hasta el sentido cristológico del prólogo que estamos comentando.

Repito que aquí el concepto es original; no deducible de las distintas tradiciones. No se repite más, ni siquiera en Juan. El concepto es incomprensible sin la experiencia pascual. Sin una profunda experiencia mística no se puede acceder el significado que se quiere expresar. Podíamos decir que es el Proyecto eterno que esa comunidad descubrió realizado en Jesús. Es muy interesante la expresión: “junto a Dios”, en griego: vuelto hacia…, volcado sobre… Expresa proximidad, pero también distinción. Está en íntima unión por relación, pero no se confunda con Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo”. En el AT Dios crea siempre por su Palabra. No se trata de un sonido que emite Dios. Otra vez tenemos que ir más allá del significado primero de las palabras. Quiere decir que Dios al concebir una idea, está creando lo que significa esa idea. Nos está diciendo que el Logos es origen de todo. Con una redundancia, intenta llevarnos más allá de la misma palabra. Al margen de Dios y del Logos, no existe nada. No se trata solamente de lo que existe en el tiempo, sino de todo lo que existe en absoluto sea material o espiritual.

En la palabra había vida y la vida era la luz de los hombres. No me explico por qué tenemos tantas dificultades para entender esto correctamente. El texto no dice que la luz me llevará a la Vida, sino al revés, es la Vida la que me tiene que llevar a la luz, es decir, a la comprensión. No es el mayor o mejor conocimiento lo que me traerá la verdadera salvación, sino la vivencia dentro de mí. Dios que es Vida está en mí y me comunica esa misma Vida; todo lo demás es consecuencia de vivir esta realidad. Lo que salga de mí, será la manifestación de esa Vida-salvación.

Y la tiniebla no la recibió. El mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Esta insistencia tiene que hacernos reflexionar. En Juan se percibe esa lucha incesante entre la luz y la tiniebla. Era una idea que flotaba en el ambiente de la época. En un escrito de Qunrám se dice: “Que la luz no sea vencida por las tinieblas”. Ni siquiera los suyos fueron capaces de descubrirla. Tenemos aquí el primer reproche al pueblo judío que no fue capaz de ver en Jesús la Vida que podía llevarle a la comprensión de la ley. Dudo que lo hayamos descubierto nosotros

Pero a cuantos la recibieron… Vemos que lo anterior era una exageración. Unos no la recibieron, pero otros sí la recibieron. Se habla aquí de creer en sentido bíblico. No se trata de la aceptación de verdades sino de la aceptación de su persona. Sería: a los que confían en lo que significa Jesús y lo viven, Les da poder para ser hijos de Dios. Tenemos aquí la buna noticia. El que cree descubre que es engendrado como hijo de Dios. En Juan, se advierte una diferencia clara en el concepto de hijo cuando se dice de Jesús y cuando se dice de otros. Se descubre que Jesús es Hijo porque actúa como Dios, no porque identifiquemos su naturaleza con la de Dios.

Y la Palabra si hizo carne. Meta de toda lo anterior. Se trata de una nueva presencia de Dios. Dios no está ya en el templo, ni en la tienda del encuentro ni en el Arca. Ahora está en Jesús. No se identifica Palabra y Jesús. Se deja una margen al misterio. En la antropología semita, el hombre se podían apreciar cuatro aspectos: hombre-carne, hombre-cuerpo, hombre-alma, hombre-espíritu. Se hizo hombre-carne; limitado pero susceptible de Espíritu. Se hizo carne sin dejar de ser Logos. Sin dejar de estar volcado sobre Dios se identifica con lo más bajo del hombre.

Los cristianos no hemos sido aún capaces de armonizar la trascendencia con la inmanencia en Dios y en nosotros. En nuestra estructura mental cartesiana, no cabe que una realidad sea a la vez material e inmanente y trascendente. Nuestra razón no puede comprender las realidades que están más allá del tiempo y el espacio. Por eso nuestro lenguaje sobre Dios es siempre ambiguo. Dios está más allá que toda realidad, pero a la vez es el fundamento de todo, está siempre encarnándose. En Jesús esa encarnación se manifestó claramente. De esa manera nos abrió el camino para vivirla nosotros. Nos da poder para ser hijos de Dios.

En la eucaristía, tomando conciencia de nuestras limitaciones, patentes en nuestra manera de actuar. Si descubrimos la actitud de Dios para con nosotros, amor que nos acepta como somos, por lo que Él es, no por lo que somos nosotros, tomaremos conciencia de su presencia en lo hondo de nuestro ser y nos identificaremos con esa parte divina de nuestro ser. Desde ahí, intentaremos que nuestra vida esté de acuerdo con ese ser descubierto. Se trata de dejar que nuestro actuar, surja espontáneamente de nuestro verdadero ser. Si no descubrimos y nos identificamos con nuestro verdadero ser, nuestra vida cristiana seguirá siendo artificial y vacía de verdadero sentido cristiano. Seguiremos intentando ser fieles a una programación.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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