Comentarios desactivados en Tú, María Magdalena, mujer.
Del blog Tras las huellas de Sophia:
Mirófora te reconocen,
tanto en evangelios canónicos como apócrifos.
Se te atribuyen tan contrastantes cualidades,
como solo un ser vital puede tener.
Prostituta, compañera, servidora, apóstol, adúltera, discípula,
proveedora, amiga, seguidora, la amada, hospedadora
enferma, penitente, enjugadora de lágrimas…
empero en cada una, tu impronta de MUJER.
En ti, Jesús el Señor,
mirándote a los ojos,
vio la creación de su Padre Celestial,
al cual Él también iba poco a poco descubriendo,
en su vida terrenal.
Mujer que con ímpetu desbordado,
creíste en el Rabí, que te amó,
como creación de su Padre celestial.
Seguiste al Maestro,
que hablándote de amor,
enjugó tus lágrimas
y te enseñó lo que es la esperanza,
en el Padre misericordioso.
Mujer fuerte que aún tras una cortina de llanto,
pudo ver en la mirada del Rabí,
la certeza del cielo prometido
y creyéndole, ayudada por Él,
te levantaste desde tu pobreza,
hasta convertirte en apóstol de los apóstoles,
por tus muchas batallas libradas y ganadas
en el Señor.
Magdala te vio nacer,
al pie de la cruz, renaciste en el Señor.
Mujer intrépida que ejemplo eres,
para muchos, para muchas otras como yo,
que en el cotidiano, libramos duras batallas por
ser como tú,… MUJERES valientes, seguidoras
del Maestro,
sororas con otras que al igual que tú,
muchas veces pareciera tenemos la contienda perdida.
No obstante, la fuerza del Espíritu dándonos la mano
nos levanta y nos une a ti,
gloriando eternamente al Rabí,
Señor del amor y de la misericordia.
Donde tú dices ley, yo digo Dios. Donde tú dices paz, justicia, amor, ¡yo digo Dios! Donde tú dices Dios, ¡yo digo libertad, justicia, amor!
*
Pedro Casaldáliga, Clamor elemental.
Editorial Sígueme, Salamanca 1971
***
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
– “Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.“
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
*
Marcos 6,30-34
***
«Queridos pastores:
El Señor os pedirá un día cuentas de si el espíritu que ha animado vuestro compromiso político ha sido el del servicio o el del selfservice. Comprended lo que significa todo esto. «Haz camino a los pobres sin hacerte camino», escribía don Milani a su amigo Fabbrini. Pero cuántas veces dais la impresión de que, si no precisamente vuestro cálculo personal, sí al menos el de una parte prevalece sobre el de la comunidad. De otro modo, no se explicarían tantas luchas hasta la última gota de sangre. Cuando esas luchas tienen en su origen la carcoma del beneficio y el virus del interés, merecen un solo nombre: sacrilegio. Y es entonces cuando debería resonaros como una condena el lamento del Señor: «Sintió compasión de ellos, pues eran como ovejas sin pastor» (Mc 6,34)
Queridos amigos, creo que las cosas cambiarían mucho en nuestras ciudades si cada uno se aplicara a sí mismo las palabras que Jesús atribuía a su persona: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; no como el asalariado, que ni es verdadero pastor ni propietario de las ovejas. Este, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye. Y el lobo hace presa en ellas y las dispersa. El asalariado se porta así porque trabaja únicamente por la paga y no tiene interés por las ovejas» (Jn 10, 11-13). ¡Ánimo!
Escuchad lo que decía el alcalde La Pira a los concejales de Florencia el 24 de septiembre de 1954: «Tenéis respecto a mí un solo derecho: el de negarme la confianza. Pero no tenéis derecho a decirme: Señor alcalde, no se interese por las criaturas que no tienen trabajo (despedidos o desocupados), ni casa (desahuciados), ni asistencia (viejos, enfermos, niños)… Ése es mi deber fundamental. Si hay alguien que sufre, tengo yo un deber concreto: intervenir como sea, con toda la sagacidad que sugiere el amor y suministra la ley, a fin de que ese sufrimiento sea disminuido o aliviado. No existe otra norma de conducta para un alcalde en general y para un alcalde cristiano en particular».
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Del blog de Alfonso J. Olaz El Rincón del Peregrino:
¡María, madre de los crucificados, de todos, de todos!
Madre,
Muéstrame el surco invisible del amor entre tus manos,
y haz que me sea visible cuando le tocaste en la cruz,
para hacerlo visible ya
entre todos mis hermanos.
Muéstrame la mirada, de tu hijo, en tu corazón. Y en tu corazón de madre Hazme ver, Tu mirada en él
Y si así lo acepto y reconozco
Veré la mirada de la Madre y de Jesús, en todos los crucificados, en Todos.
Y veré mi propia mirada entre todos tus pobres,
porque me reconocí pobre entre ellos.
Y así seré yo también pobre
Y podré verte a TI
Madre
Muéstrame su rostro dolorido
en el seno de tu corazón,
para no dudar jamás
¡De mi Confianza en Él
De su Confianza en mi!
Y en tu corazón de Madre.
Dame un poco, del tuyo, si tú quieres…
Y Haz que vea tu angustiado rostro de Madre
para queriendote como eres
Te acepte como eres
Y ya me acepte como soy
Sin buscar ya otra cosa, y nada más.
María madre mía,
del pueblo, de los últimos… que hasta el último instante estuviste con tu hijo
¡Muéstrame, si así tú lo quieres!
Las plegarias que tú le hiciste,
con tu voz quebrada
Y luego…
Tu silenciosa oración desde tu gran corazón.
Madre,
Muéstrame si tú quieres:
Los sentimientos que tuviste,
Enseñame los pensamientos, que tú le entregaste, y luego guardaste,
Para más tarde desvelarlos,
a sus discípulos, para compartirlos con tus testigos
Con los de la Madre, con los de Jesús.
Y así prepararme para ser tu testigo, Madre mía.
María, Madre Mía,
Muéstrame por un instante de mi vida,
Tu corazón
Que tú transformaste en puro amor
para aliviar por un instante su dolor con Todo, con todo tu corazón de Madre.
Con toda la energía amorosa de la Madre, como vendaval del espíritu,
Que tú llevaste al corazón de tu hijo, instantes antes de morir.
Y que él lo aceptó de sumo bien
Antes de encontrarse con la muerte.
Y Él, con una sonrisa, se despidió de ti y luego del mundo.
Para morir sonriendo, de amor, de amor, para todos, para Todos.
Y que solo esto es posible
que solo Tú lo vieras
para la llena de gracia
Sin pecado concebida
¡Para ella todo era posible!
Con humildad te ruego
Verdadera Madre mía
que a él le ruegues;
que mi Cruz sea por lo absoluto, por lo que merece la pena,
Que mi Cruz sea
Como la tuya;
Sencilla, Sincera, Humilde, Obediente
Sea lo que sea que me tengas preparado
te ruego en esta noche, que se haga su santa voluntad conmigo
Con la confianza de que ya me has dado lo que te he pedido
Y que con la dignidad de ser siempre hijo tuyo, Madre,
Ahora podré llevar en mi corazón, la señal de ser tu hijo
como tú quieres que la lleve, con la misma dignidad y humildad con que tú la llevaste.
Y de esta manera
Podré empezar a entender y amar
A todos los crucificados
De este mundo
No porque yo lo quisiere
Síno, porque tú lo quieres.
No porque yo lo valiere
Síno, porque tú lo haces valer.
No porque yo quisiera amarte
Sino, porque tú me amas con los crucificados de este mundo.
María, madre;
Si tú quieres, concédeme esta gracia que te pido
para adelantarme ya
a la misericordia de tu hijo
y ser del todo misericordioso, con todos, con todos.
Porque todo el año es Pentecostés… Del blog de Henri Nouwen:
“Cuando hablamos del Espíritu Santo, estamos hablando del aliento de Dios que respira en nosotros. La Palabra griega que significa “espíritu” es pneuma y quiere decir aliento. Rara vez tenemos conciencia de nuestra respiración. Es tan esencial para la vida que sólo pensamos en ella cuando no funciona como debiera. El Espíritu de Dios es como nuestro aliento, es más íntimo en nosotros de lo que somos nosotros para nosotros mismos. Podemos no tener conciencia de ello, pero sin él no podemos vivir una “vida espiritual“. Es el Espíritu de Dios quien reza en nosotros, el que nos ofrece los dones del amor, el perdón, la amabilidad, la bondad, la serenidad, la paz y el gozo, Es el Espíritu quien nos da la vida que la muerte no puede destruir. Digamos siempre en nuestras oraciones: “Ven, Espíritu Santo, ven“.
Comentarios desactivados en Estamos siempre viajando.
Del blog Amigos de Thomas Merton:
Thomas Mertonfue, durante toda su vida, un viajero, un peregrino del Espíritu, siempre en camino:
“En cierto sentido, estamos siempre viajando, y viajando como si no supiéramos adonde vamos. En otro sentido, ya hemos llegado. No podemos llegar a la perfecta posesión de Dios en esta vida, y por eso estamos siempre viajando y en tinieblas. Pero ya lo poseemos por la gracia, y por eso, en este sentido, ya hemos llegado y habitamos en la luz. ¡Pero cuan lejos tengo que ir para encontrarte a Ti, en quien ya he llegado!“.
*
Thomas Merton
La montaña de los siete círculos, p. 419
(Diálogos con el Silencio, p. 13).
Comentarios desactivados en ️ Jesús, el primer Hombre y Hermano, muy Humano, Pobre y Resucitado (l-II)
Del blog de Alfonso J. Olaz El Rincón del Peregrino:
Jesús, el primer Hombre y Hermano, muy Humano, Pobre y Resucitado.(I-II)
️
¡Ah, sí, por fin entendiéramos al pobre!
Los Cristianos decimos que amamos a Jesús, al que no vemos,
Y mal amamos a Cristo Jesús Pobre,
al que invisibilizamos para no verle en nuestros hermanos.
El amor del pobre, no es un pobre amor, caricatura mal dibujada y sin colorear,
pero aun así, lo hacemos más pobre todavía.
El Amor no es pobre
Y es el primer amor de todos los pobres
Nosotros lo hacemos trizas cada día
No sea que recupere su dignidad, y algún día los pobres asalten nuestras conciencias
Nada o poco creemos en Jesús pobre y resucitado
Nada o poco creemos en nuestro hermano menor el pobre
Tú, hermano, naciste igual que el pobre,
Pero tienes todos los derechos, menos los del Pobre
¡Para ganarte los derechos del pobre…!
Ama como el pobre, como pobre, para ser pobre, como Jesús ama
Ese es el primer derecho del pobre, amar como Jesús ama cada día, siendo pobre
Si no eres pobre, no amarás como pobre,
Ni jamás entenderás el amor de Jesús,
que fue el primer Hombre Pobre y Resucitado.
Jesús, el primer Hombre y Hermano, muy Humano, Pobre y Resucitado (ll)
¡Jesús, Hermano y pobre resucitado!
Que no te amemos como crucificado con los pobres
Y nos olvidémonos que fuiste resucitado
Para que con tu fuerza, toda tu fuerza, creamos y hagamos resucitar a todos,
A todos los crucificados de este mundo pobre y no resucitado.
Jesús,
Eres el amor verdadero de los pobres
El primer amor
Y debería ser también nuestro…
¡Si pudiéramos amar por un instante como los pobres!
Todo lo que pensaríamos
Sería de Dios.
¡Y con su Espíritu, si quisiéramos…!
Todo, todo sería posible.
El que no conoce el amor de los pobres,
no conocerá ni amará al amor, ni a otro amor; que es Jesús pobre y resucitado
El primer amor de todos los amores
El primero de los Amores.
Jesús,
Haz que veamos nuestra pobreza hasta que nos duela.
¡Que nos duela tanto, tanto, nuestra pobreza, !
Que ya no nos sea indiferente, hasta lo más profundo de nuestro vil corazón.
Que nos duela
en nuestra familia
Que nos duela
Con nuestros amigos
Que nos duela
En nuestras comunidades
Que nos duela
Con nuestros vecinos
En nuestros trabajos,
En nuestras responsabilidades,
En nuestro ocio,
En nuestra vida pública.
Que nos duela con la Iglesia de los Pobres, la de Jesús.
Jesús,
Que la Iglesia Tuya, vuelva a ser Iglesia tuya
Que tú, Espíritu Santo, te dejemos ser Espíritu.
Que nuestros pobres, dejen de serlo, para que solo haya amor estando tú.
Y no pobreza que no es de Ti,
Si no de todos, todos nosotros.
¡Porque si no Jesús!
Es imposible conocerte,
Y muy fácil falsificarte
dónde tú no estás.
Ni es posible amarte, si tu amor no está en tus amores.
¡Jesús!
Haz que hagamos posible lo increíble
Para haciendo lo imposible
Hacerlo creíble
en las pequeñas cosas de cada día…
Para hacerlo creíble
Y mostrar tu rostro, A Todos
A todos los pobres que no creen en Ti
¡Jesús!
Y en mi rostro, que vean el tuyo
Y viendo el tuyo, ¡Crean!
Que hay un gran tesoro para descubrir, muy cerca de nosotros, muy cerca
Que es para Todos…
¡Una gran causa para vivir!
La mejor oferta gratuita para donar tu vida
Que no está en el mercado de este mundo.
Y con la mayor recompensa, que supera a todas las de este mundo.
¡Hermano, amigo!
Serás pacificador y muy claro con tu Vida
Que no hay mayor convicción,
Que seguir a Jesús de Nazaret
Y mayor amor, que dejarse amar.
Quien lo experimentó,
sabe de todo esto
Y así, siendo ya humilde y sencillo
Nada me importará lo que digan de mí.
Y ni me extrañará todo lo que me ocurriera.
Dedicado, en este día de la Virgen del Carmen, a todos los hombres y mujeres que, como lo hizo mi padre, y su padre y su abuelo… bregan en el Mar…
En el mar de la duda en que bogo ni aun sé lo que creo: ¡sin embargo, estas ansias me dicen que llevo algo divino aquí dentro!
*
Gustavo Adolfo Bécquer
***
En aquel tiempo, aún estaba Jesús hablando a la gente cuando llegaron su madre y sus hermanos. Se habían quedado fuera y trataban de hablar con él.
Alguien le dijo:
-¡Oye! Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que quieren hablar contigo.
Respondió Jesús al que se lo decía:
+ ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?
Y señalando con la mano a sus discípulos, dijo:
+ Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.
*
Mateo 12,46-50
***
El encuentro de María con Jesús en medio de su predicación es un momento importante de la revelación de la identidad del Maestro de Nazaret y de la de su madre, acompańada en este episodio por algunos parientes.
María aparece siempre en el evangelio en comunión con todos, y conduce a la comunión con el Hijo. Ahora bien, el paso desde la fraternidad-familiaridad puramente natural a la espiritual, que María vive ya (como Lucas ha demostrado en su evangelio de la infancia), se vuelve ahora evidente en las palabras del Hijo.
La pregunta retórica de Jesús, consciente de la presencia de su familia natural y de la necesidad de proclamar la novedad de su relación con él en otro ámbito, es por lo menos significativa. Se trata de poner de manifiesto el necesario paso que se ha dado ahora con la nueva familia que el mismo Jesús está formando con sus discípulos: ‘¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?’ (v. 48). Su respuesta, en una revelación que forma también parte constitutiva de la nueva fraternidad que acontece mediante la acogida de Jesús, de su Palabra, es claramente indicativa: ‘Éstos son mi madre y mis hermanos’ (v. 49). Se ensancha el círculo de los familiares de Jesús, porque supera las medidas del clan y de la familia natural. Y así se establece la nueva relación de consanguinidad que es la vida de la Palabra y, en concreto, el cumplimiento de la voluntad del Padre celestial.
María, la sierva, la discípula, la madre que se ofrece por completo a fin de que se cumpla la voluntad del Padre, es el ejemplo sumo de esta comunión familiar con Jesús, a través del vínculo de la Palabra escuchada y vivida, como con frecuencia subrayan los Padres de la Iglesia. También el cristiano engendra en sí mismo a Jesús mediante el cumplimiento de la Palabra. Corresponde muy bien a la espiritualidad del Carmelo, toda ella centrada en la escucha, meditación y contemplación de la Palabra, la visión de María que presenta a Jesús sus verdaderos hermanos e hijos suyos, instruidos por ella en el cumplimiento de la voluntad del Padre.
***
Salve
Estrella de los mares
De los mares iris
De eterna ventura
Salve
O fénix de hermosura
Madre del divino amor
De tu pueblo
A los pesares
Tu clemencia de consuelo
Fervoroso llegue al cielo
Hasta a ti hasta ti
Nuetro clamor
Salve
Salve
Estrella de los mares
Salve estrella de los mares
Si, fervoroso llegue al cielo
Hasta ti hasta ti
Nuestro clamor.
Salve salve
Estrella de los mares
Estrella de los mares
Salve;
Salve,
Salve salve
***
***
La devoción a la Virgen del Carmen hunde sus raíces en un lugar y en un tiempo bien precisos. El lugar es el monte Carmelo, cadena montańosa de Galilea, que se asoma al mar por un alto promontorio y por el otro lado da a la llanura de Esdrelón.
Karmel significa ‘jardín’ en hebreo. Es el monte santo, lugar de la oración y donde moró Elías, cantado en la Escritura por su belleza. En este monte – y más precisamente en uno de sus valles-, algunos de los cruzados venidos de Occidente dedicaron, a comienzos del siglo XIII, una iglesia a la Virgen María, poniendo bajo su protección la Regla de vida que les había dado Alberto, patriarca de Jerusalén y tomando el título de Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo.
Desde aquel momento, la figura de la Virgen, Madre y Hermana, acompańa a la historia del Carmelo, de sus santos y de sus santas. Se trata de una historia de favores de la Virgen y de santidad de los miembros de su orden. El Carmelo ha contemplado en María a la Virgen purísima, a la Madre espiritual, a la Estrella del mar. Ha recibido como don, para extenderlo a todos los devotos, el escapulario, signo de protección y de alianza, prenda de salvación eterna.
Se eligió la fecha del 16 de julio porque el 17 de julio del ańo 1274, el segundo Concilio de Lyon sancionó la permanencia de la orden (que debía ser suprimida). La conmemoración fue extendida a toda la Iglesia por Benedicto XIII en 1726.
Para el camino, Señor,
no llevo oro, ni plata,
ni dinero en el bolsillo
me fío de tu palabra.
Ni tengo alforja con provisiones y repuestos,
que me basta tu compañía
y el pan de cada día.
Túnica, la puesta, sin más,
que no tengo que ocultar nada,
y el frío y el calor se atemperan
cuando se comparten, en familia.
Tampoco llevo bastón,
aunque tú dijiste que podíamos,
pues mis hermanos me sostienen y dan la mano
cuando el camino se hace duro,
y sangro, tropiezo y caigo.
Y sandalias, unas de quita y pon,
abiertas y bien ajustadas,
para evitar callos y rozaduras
en el cuerpo y en el alma,
andar ligero
y no olvidarme del suelo que piso
cuando tu Espíritu me levanta,
me mece libre, al viento,
me lleva y me arrastra.
Eso sí, voy en compañía,
desbordando ternura y paz
regalando salud y buena noticia
y caminando con alegría.
Casi ligero de equipaje,
fiándome de tu palabra,
yo te sigo y…
eso me basta.
Yo, pecador y obispo, me confieso de haber llegado a Roma con un bordón agreste; de sorprender el Viento entre las columnatas y de ensayar la quena a las barbas del órgano; de haber llegado a Asís, cercado de amapolas.
Yo, pecador y obispo, me confieso de soñar con la Iglesia vestida solamente de Evangelio y sandalias, de creer en la Iglesia, a pesar de la Iglesia, algunas veces; de creer en el Reino, en todo caso -caminando en Iglesia-.
Yo, pecador y obispo, me confieso de haber visto a Jesús de Nazaret anunciando también la Buena Nueva a los pobres de América Latina; de decirle a María: «¡Comadre nuestra, salve!»; de celebrar la sangre de los que han sido fieles; de andar de romerías…
Yo, pecador y obispo, me confieso de amar a Nicaragua, la niña de la honda. Yo, pecador y obispo, me confieso de abrir cada mañana la ventana del Tiempo; de hablar como un hermano a otro hermano; de no perder el sueño, ni el canto, ni la risa; de cultivar la flor de la Esperanza entre las llagas del Resucitado.
*
Pedro Casaldáliga, Todavía estas palabras. 1994
*
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió:
– “Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.”
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
*
Marcos 6, 7-13
***
El mensaje y la actividad de los mensajeros no se distinguen en nada de la de Jesucristo. Han participado de su poder. Jesús ordena la predicación de la cercanía del Reino de los Cielos y dispone las señales que confirmarán este mensaje. Jesús manda curar a los heridos, limpiar a los leprosos, resucitar a los muertos, expulsar los demonios. La predicación se convierte en acontecimiento, y el acontecimiento da testimonio de la predicación.
Reino de Dios, Jesucristo, perdón de los pecados, justificación del pecador por la fe, todo esto no significa sino aniquilamiento del poder diabólico, curación, resurrección de los muertos. La Palabra del Dios todopoderoso es acción, suceso, milagro. El único Cristo marcha en sus doce mensajeros a través del país y hace su obra. La gracia real que se ha concedido a los discípulos es la Palabra creadora y redentora de Dios.
Puesto que la misión y la fuerza de los mensajeros sólo radican en la Palabra de Jesús, no debe observarse en ellos nada que oscurezca o reste crédito a la misión regia. Con su grandiosa pobreza, los mensajeros deben dar testimonio de la riqueza de su Señor. Lo que han recibido de Jesús no constituye algo propio con lo que pueden ganarse otros beneficios. «Gratuitamente lo habéis recibido». Ser mensajeros de Jesús no proporciona ningún derecho personal, ningún fundamento de honra o poder. Aunque el mensajero libre de Jesús se haya convertido en párroco, esto no cambia las cosas. Los derechos de un hombre de estudios, las reivindicaciones de una clase social, no tienen valor para el que se ha convertido en mensajero de Jesús. «Gratuitamente lo habéis recibido». ¿No fue sólo el llamamiento de Jesús el que nos atrajo a su servicio sin que nosotros lo mereciéramos? «Dadlo gratuitamente». Dejad claro que con toda la riqueza que habéis recibido no buscáis nada para vosotros mismos, ni posesiones, ni apariencia, ni reconocimiento, ni siquiera que os den las gracias. Además, ¿cómo podríais exigirlo? Toda la honra que recaiga sobre nosotros se la robamos al que en verdad le pertenece, al Señor que nos ha enviado. La libertad de los mensajeros de Jesús debe mostrarse en su pobreza.
El que Marcos y Lucas se diferencien de Mateo en la enumeración de las cosas que están prohibidas o permitidas llevar a los discípulos no permite sacar distintas conclusiones.
Jesús manda pobreza a los que parten confiados en el poder pleno de su Palabra. Conviene no olvidar que aquí se trata de un precepto. Las cosas que deben poseer los discípulos son reguladas hasta lo más concreto. No deben presentarse como mendigos, con los trajes destrozados, ni ser unos parásitos que constituyan una carga para los demás. Pero deben andar con el vestido de la pobreza. Deben tener tan pocas cosas como el que marcha por el campo y está cierto de que al anochecer encontrará una casa amiga, donde le proporcionarán techo y el alimento necesario.
Naturalmente, esta confianza no deben ponerla en los hombres, sino en el que los ha enviado y en el Padre celestial, que cuidará de ellos. De este modo conseguirán hacer digno de crédito el mensaje que predican sobre la inminencia del dominio de Dios en la tierra. Con la misma libertad con que realizan su servicio deben aceptar también el aposento y la comida, no como un pan que se mendiga, sino como el alimento que merece un obrero. Jesús llama «obreros» a sus apóstoles. El perezoso no merece ser alimentado. Pero ¿qué es el trabajo sino la lucha contra el poderío de Satanás, la lucha por conquistar los corazones de los hombres, la renuncia a la propia gloria, a los bienes y alegrías del mundo, para poder servir con amor a los pobres, los maltratados y los miserables? Dios mismo ha trabajado y se ha cansado con los hombres (Is 43, 24), el alma de Jesús trabajó hasta la muerte en la cruz por nuestra salvación (Is 53,11).
Los mensajeros participan de este trabajo en la predicación, en la superación de Satanás y en ¡a oración suplicante. Quien no acepta este trabajo, no ha comprendido aún el servicio del mensajero fiel de Jesús. Pueden aceptar sin avergonzarse la recompensa diaria de su trabajo, pero también sin avergonzarse deben permanecer pobres, por amor a su servicio.
*
Dietrich Bonhoeffer, El precio de la gracia. El seguimiento,
Sígueme, Salamanca 1999, pp. 136-138.
Comentarios desactivados en ¡Hijo mío, te empeñas en pedirme tanto, tanto! Qué no me escuchas
Del blog de Alfonso J.Olaz El rincón del Peregrino:
Y no me escuchas Que te estoy pidiendo Que me bajes de esta Cruz De la que tú, has participado.Te empeñas en pedirme tanto y tanto…
Y ya no oyes…
¡Que te pido que me ayudes!
Y no te puedo ayudar,
Si no me atiendes
Si me oyeras sabrías
que estoy aquí Clavado
Y necesito que me bajes
para completar mi obra contigo.
Si me sintieras, verías que tengo el cuerpo quebrado
Y te necesito para que puedas curarme. Solo estás tú conmigo. ¡Y tú podrías curarme!
No me pidas que te ayude,
Si no quieres escucharme,
Y bajarme de este madero
Para ya siempre Sanarme.
Tener dignidad, Quiero Creer en el hombre, Deseo Hacer Fraternidad, Sueño
¡Creer! Y Soñar
Que contigo todo es posible
Y Sin ti nada, nada es posible, ¡Nada!
Para tener una mirada tuya,
De frente
De abajo hacia arriba
Y poder ver mi rostro en tus hermanos
Y bajarlos de la Cruz,
¡De esta Cruz que hemos creado,
para someter a todos, a todos!
¡Por nuestro egoísmo inhumano!
De los submundos que hemos alentado.¡Hermano!
¡No te pido tanto!
Ya te he escuchado,
¡Ahora Tú, Escúchame!
Si tú lo haces, harás lo que yo quiero, contigo.
Y ya no estarás solo
Porque quiero cada día apoyarte,
Y bendecirte, porque me has escuchado.
Y has empezado a romper las cruces,
que matan al hombre-a todos mis hijos e hijas de este mundo.
¡Bendito seas Jesús!
¡Bendito seas hermano, hermana!
Si hoy te has unido al Maestro
Él jamás te abandonará.
Y te ayudará cada día a bajar de tu Cruz.
Benito (Nursia, c. 480 – Montecassino, c. 547) fue el fundador del monacato occidental. Cautivado e impulsado por el Espíritu, abrazó en su edad juvenil un período de absoluta soledad en una cueva de Subiaco; su fama le atrajo algunos discípulos, para los que organizó la vida cenobítica. Primero, en pequeńos monasterios y, después, en el célebre cenobio de Montecassino.
Su Regla reasume sabiamente la tradición monástica oriental y la adapta con discreción al mundo latino. Esta ‘escuela de servicio al Señor‘ se construye en torno a la lectura amorosa de la Palabra de Dios (Lectio Divina), a la liturgia de alabanza desarrollada de manera coral y al trabajo realizado en un clima de caridad fraterna, de humilde y obediente servicio.
San Benito, Francisco de Zurbaran. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.
El Padre corta todos los sarmientos unidos a mí que no dan fruto y poda los que dan fruto, para que den más fruto.
Vosotros ya estáis limpios, gracias a las palabras que os he comunicado.
Permaneced unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros. Ningún sarmiento puede producir fruto por sí mismo, sin estar unido a la vid, y lo mismo os ocurrirá a vosotros, si no estáis unidos a mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto; porque sin mí no podéis hacer nada.
El que no permanece unido a mí, es arrojado fuera, como los sarmientos que se secan y son amontonados y arrojados al fuego para ser quemados.
Si permanecéis unidos a mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo tendréis.
Mi Padre recibe gloria cuando producís fruto en abundancia, y os manifestáis así como discípulos míos.
*
Juan 15,1-8
***
“Y el Señor, que busca su obrero entre la muchedumbre del pueblo al que dirige esta llamada, dice de nuevo: “¿Quién es el hombre que quiere la vida y desea ver días felices?” (Sal 33,13). Si tú, al oírlo, respondes ‘yo’, Dios te dice: “Si quieres poseer la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal, y que tus labios no hablen con falsedad. Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela” (Sal 33,14-15). Y si hacéis esto, pondré mis ojos sobre vosotros, y mis oídos oirán vuestras preces, y antes de que me invoquéis os diré: “Aquí estoy”. ¿Qué cosa más dulce para nosotros, carísimos hermanos, que esta voz del Señor, que nos invita? Ved cómo el Señor nos muestra piadosamente el camino de la vida. Ciñamos, pues, nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras, y sigamos sus caminos guiados por el Evangelio, para merecer ver en su Reino a Aquel que nos llamó”
*
Benito, Regla, prólogo 14-21.
Sí, la Iglesia y el mundo, por diferentes pero convergentes razones, necesitan que San Benito salga de la comunidad eclesial y social y se rodee de su recinto de soledad y silencio, y desde allí nos haga escuchar el encantador acento de su sosegada oración, desde allí casi nos alabe y acaricie y nos llame a sus claustros, para ofrecernos el cuadro de un taller “del servicio divino”, de una pequeña sociedad ideal, donde finalmente reina el amor, la obediencia, la inocencia, la libertad de las cosas y el arte deusarlas bien, la prepondeancia del espíritu, de la paz. En una palabra, el Evangelio.
Que san Benito vuelva para ayudarnos a recuperar la vida personal; esa vida personal por la que hoy sentimos tanto ansia y afán y que el desarrollo de la vida moderna, a la que se debe el deseo exagerado de ser nosotros mismos, lo sofoca en tanto que lo despierta, lo decepciona al mismo tiempo que lo hace consciente.
Corría el hombre en un tiempo, en los siglos remotos, al silencio del claustro, como corría a ellos Benito de Nursia, para encontrarse a sí mismo. Hoy, no es la carencia de la convivencia social lo que impulsa al mismo refugio, sino la exuberancia. La excitación, el estruendo, la ansiedad, la exterioridad, la multitud amenazan la interioridad del hombre. Le falta el silencio con su genuina palabra interior, le falta el orden, le falta la oración, le falta la paz, le falta él mismo. Para recuperar el dominio y el gozo espiritual de nosotros mismos, tenemos necesidad de volver a asomarnos al claustro benedictino.
Y una vez recuperado el hombre para sí mismo en la vida monástica, es recuperado para la Iglesia. El monje tiene un puesto de privilegio en el Cuerpo Místico de Cristo, una función tanto más providencial y urgente como nunca.
*
Pablo VI
Discurso después de la Consagración de la Basílica de Monte Casino el día 24 de octubre de 1964.
¿Cómo dejarTe ser sólo Tú mismo,
sin reducirte, sin manipularte?
¿Cómo, creyendo en Ti, no proclamarte
igual, mayor, mejor que el Cristianismo?
Cosechador de riesgos y de dudas,
debelador de todos los poderes,
Tu carne y Tu verdad en cruz, desnudas,
contradicción y paz, ¡eres quien eres!
Jesús de Nazaret, hijo y hermano,
viviente en Dios y pan en nuestra mano,
camino y compañero de jornada,
Libertador total de nuestras vidas
que vienes, junto al mar, con la alborada,
las brasas y las llagas encendidas.
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Pedro Casaldáliga. El Tiempo y la Espera. 1986
*
A los que conmigo dicen de rodillas la Palabra,
a cuantos gritan conmigo
-quizá contra los que callan, siempre contra los que mienten-,
a los que conmigo emplazan la lenta aurora del Reino,
… todavía estas palabras.
*
Pedro Casaldáliga. Todavía estas palabras. 1994
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En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
– “¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?”
Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía:
– “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.”
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
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Marcos 6,1-6
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¿Quién es más frágil de los dos? ¿El que recibo en la comunión? […] ¿El pequeño ser al que querían degollar para quitarlo de en medio, sin ninguna protección que no fuera la de María y la de José y, en la eucaristía, la de la Iglesia? Cuando encuentres a un emigrante, ¿sentirás deseos de entrar en comunicación con él o le tendrás miedo?
¿El que recibo en la comunión? […] ¿El que carece de morada fija y para el que hasta una piedra hubiera sido una blanda almohada, que te pide alimento y cobijo en la eucaristía? ¿Por qué no invitas a tu casa a esta o aquella familia de gitanos a la que se hace acampar desde hace ya mucho tiempo detrás de la empalizada? ¡O es que tienes miedo? […].
¿El que recibo en la comunión? ¿Un hombre que en la cruz no puede mover ni siquiera un dedo, que casi no puede hablar, que respira con esfuerzos sobrehumanos, herido por la misma impotencia como en la eucaristía? ¿Y tú? ¿Amas a este hombre ante un poliomielítico? ¿O le tendrás miedo?
Pero si es a él a quien amas, no tendrás miedo de nada. Te atreverás a decirle: «Jesús, en su santa eucaristía, es más pobre que tú, más impotente que tú»
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D. Ange, Le nozze di Dio aove ¡I povero é re,
Milán 1985, pp. 241 ss).
Afortunadamente, hay una ‘fábula’ que es siempre verdadera, y lo sigue siendo cada día. Una ‘fábula’ vivida por alguien o por algo que, en general, no tiene nombre ni vistosidad, y se propone al libro de la vida desde su escondite lleno de sol. A veces es descubierta y contada por periódicos y libros, aunque es más frecuente que siga siendo desconocida por la publicidad, atareada en temas que no son en absoluto fabulosos.
La encuentran, como una gracia, los que buscan la luz: o bien porque tienen la mirada iluminada o bien porque sienten la desesperación del vacío. La ‘fábula’ cotidiana confirma en la paz a los primeros y lleva a la paz a los segundos. Es la maravilla que Dios mantiene en la tierra, donde son muchos los que trabajan para que sea cada vez menos maravillosa, aunque su maravilla acaba por imponerse siempre, sin escenarios ni estrépito, en la naturaleza y entre los hombres.
La llamamos ‘fábula’ de manera inapropiada, dado que es verdadera, aunque le conviene este nombre porque no parece verdadera, por lo mucho que se ha vuelto excepcional y obsoleta, cuando debía ser casi normal por el hecho de que todo hombre está llamado a ser y a obrar, y por el hecho de que está difundida por todas partes en la naturaleza. La ‘fábula’ se llama don, amor, unidad. Se cuenta en las casas de los pobres que se sienten seńores y en las casas de los ricos que comparten lo que tienen. Se encuentra en el asfalto, donde, junto con los ‘viajeros luctuosos’, va un peregrino de humanísima libertad; y se encuentra también en la estancia donde sonríe la enfermedad como sobreabundancia de vida. Se lee en el vuelo de las mariposas, en el canto del mirlo, en las conchas de las playas, en el juego de luces de un abetal de montańa. Verla y sentirla, tan difundida en su escondite, hace pensar que el ‘invierno’ de la vida diaria no es, de verdad, la estación dominante.
“TRASCENDER consiste en ir MÁS ALLÁ, en cruzar una frontera. No ésta o aquella, sino cualquier frontera que se vislumbre en el propio caminar. Consiste en no contentarse con lo que se es, con lo que se tiene, con lo que se siente, con lo que se sabe. Es esta voluntad indómita de no conformarse con lo que se conoce. Es la pasión por indagar lo que está más allá del límite, lo que se esconde más allá de lo que conocemos. El trascender expresa una carencia, pero también una esperanza“
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