Que tu juicio me libere,
que tu luz separe la luz de la noche,
que tu espada separe la vida de la muerte,
que tu Palabra me diga lo que eres
y lo que no eres,
que tu mirada aleje de mí lo que no eres tú.
Que tu fuego destruya, funda y queme
el mal entretejido en mí, que me martiriza;
el mal reprimido en mí en la raíz y en las fibras
de tu vida crucificada.
Que tu amor llame, suscite
mi rostro en el que puedo reconocer tu vida.
(Imagen de la película Yentl de Barbra Streisand, que se estrenó el 18 de noviembre de 1983)
Hay un antiguo cuento judío sobre un rabino que pregunta a sus alumnos: “¿Cómo sabemos cuándo ha terminado la noche y ha comenzado el día?”.
Los alumnos ofrecen varias respuestas: cuando hay suficiente luz para saber dónde termina mi propiedad y comienza la propiedad de mi vecino; cuando hay suficiente luz para poder distinguir mi casa de la casa de mi vecino; cuando hay suficiente luz para poder distinguir entre un caballo y una vaca.
Ninguna de estas respuestas satisfizo al rabino. Les dijo que todas sus respuestas se basaban en destacar las diferencias y las divisiones. La respuesta correcta, les dijo, era que la noche se convierte en día cuando hay suficiente luz para mirar a la cara a alguien que está a tu lado y ver a esa persona como un miembro de la familia o un amigo.
Muy cerca de este sentido, nuestra María Zambrano utiliza los términos alba y aurora de manera intercambiable. Ambos nos remontan al instante en el que empieza a clarear, tras la montaña o el mar, más allá de la línea del horizonte. Denotan el intervalo en el que deja de ser de noche, sin ser tampoco de día; el instante en el que empezamos a intuir el sol sin que asome aún.
En El hombre y lo divino, Zambrano nos habla de la aurora y del alba, en clara contraposición a esa luz cegadora de la razón ensoberbecida. Así, nos presenta la aurora y el alba como metáforas para una razón conciliadora. Frente a luz deslumbrante de la razón occidental, totalizadora y absolutista, la aurora aparece como una luz humilde, libre de soberbia, desde la que esforzarse por entrever una realidad que solo poco a poco se va desvelando… en el hermano que camina a nuestro lado.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
entre estremecida, asustada, aturdida,
expectante… enamorada,
percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón
los rescoldos del deseo de otros tiempos.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
sintiendo cómo despiertas, con un toque de nostalgia,
mi esperanza que se despereza y abre los ojos,
entre asustada y confiada,
deslumbrada por el agradecimiento.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
enfrentada a las paradojas de esperar lo inesperable,
de amar lo caduco y débil,
de confiar en quien se hace humilde,
de enriquecerse entregándose.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
con la mirada clavada en tus ojos que me miran
con el anhelo encendido y el deseo en ascuas,
luchando contra mis miedos,
queriendo entrar en las estancias.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa,
medio cautiva, medio avergonzada,
a veces pienso que enamorada,
queriendo despojarme de tanto peso, inercia y susto…
para entrar descalza en este espacio y tiempo de gracia.
Aquí estoy, Señor,
¡tú sabes cómo, mejor que nadie!,
intentando traspasar la niebla que nos separa,
rogándote que enjugues tú mis lágrimas,
queriendo responder a tu llamada con alegría
y salir de mí misma hacia el alba.
Aquí estoy, Señor,
orientando cuerpo y alma
hacia el lugar de la promesa que no veo,
aguardando lo que no siempre quiero,
lo que desconozco,
lo que, sin embargo, es mi mayor certeza y anhelo.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa.
¡No te canses de llamar, Señor!
¡No te canses de llegar!
¡No te canses de venir, Señor!
Yo continuaré aquí confiado en tu Palabra.
Del blog de Alfonso J. Olaz El Rincón del Peregrino:
| Alfonso Olaz
¡Si no vivo para ser evangelio! ¡No vivo para servir a mis hermanos!
Sí, entre las preciosas páginas del Evangelio del amor tu nombre no logras ver.
Entre los amigos de Jesús
Ni entre la muchedumbre
Ni en el círculo de los pobres.
Será quizás porque no confías en él.
Si no te encuentras en las escenas del Evangelio.
¡Qué extraño es!
Todos nosotros estamos ahí.
Solo tienes que creer…
Cuando tu entendimiento, memoria y voluntad están tocados
Es quizás porque no estás haciendo lo que tu Padre quiere de ti.
Vivir de su total y absoluta confianza
Él te ha dado toda su fuerza, toda: para que vivas el evangelio, en alegría, paz y bien
No para que te desanimes por lo que es relativo,que casi todo es ya relativo.
Si no para que conozcas que lo único que vale la pena es él, lo absoluto.
Cuando en él confías y sigues leyendo, tu nombre aparece muy cerca de él, en todas las escenas del Evangelio
Padre
Tú siempre me escuchas.
Aun cuando atravieso el desierto, ahí estás tú.
En la noche oscura estás tú.
Tú jamás abandonas a tus hijos
No quieres que sufran en la injusticia
Padre
Te doy gracias por la noche oscura, por el desierto
Si no la tendría, no te amaría.
Si no te olvidaría por no tenerla
Y por no tenerla jamás olvidarte
Porque con la razón no volaré tan alto para darte alcance
Y en tu absoluto amor di caza a la caza para alcanzarte.
Padre Siempre nos quieres alegres Siempre nos quieres tranquilos ¡Siempre nos quieres en paz!
¿Entonces qué nos pides?
Vivir en amistad fuerte contigo
Hacer oración de la vida
Para estar continuamente en tu presencia
Habiendo abandonado el ego
Viviendo ya solo para él
Sin importante el juicio del hombre.
Sin turbarte el juicio del mundo
Sin esperar nada de la higuera, que ya no da fruto
Entrar en su corazón que mendiga tu amor
Ser constantes en las tribulaciones
Como tú lo fuiste con tu padre
Solo vivir para ti y lo demás no vale nada, como una moneda falsa
Padre
Ya no me importará nada.
Solo estar en tu presencia
El mundo será lo relativo
Contigo ya nada me podrá dañar
Señor.
No permitas que la verdadera alegría se me convierta en tristeza por los acontecimientos de la vida
No permitas que las tinieblas entren en mi corazón y ensombrezca tu verdadera alegría.
Solo quieres que sea muy feliz
Llevar tu alegría, tus ganas de vivir, por donde pase cada día
Entre los caminos que tú me lleves
Aprender a desaprender
Para volver a comenzar
Comenzar a perdonarme para sanarme
Y perdonar a los demás para sanarlos para ti.
Para ser solo un pobre hermano franciscano
Con la alegría de la mujer que me has dado, con los hijos tuyos que me has prestado
Con la fraternidad universal que me has regalado
Para ser amigo tuyo y hermano de toda la fraternidad universal.
He aquí que me encuentro con una persona que dice ser cristiana y que se dedica a la labor pastoral. ¡Pastoral de jóvenes! Ella me dice rotundamente que la homosexualidad está prohibida en la Biblia.
Ni siquiera sé por qué me habla de esto, porque no es el tema de nuestro encuentro y ella no sabe que he estado trabajando en este tema, por así decirlo, durante años.
Pero ella está segura de sí misma. Ella afirma. Sin demostración pero con la convicción de que…¡da miedo!
No puedo creerlo. ¿Cómo es posible que en 2023 los agentes de pastoral sigan estando tan mal (in)formados? ¿Que la Biblia prohibiría la homosexualidad? Pero ella no habla de eso, no es su tema. La moralidad sexual no es nada en todos los escritos bíblicos. Por otro lado, la justicia social, oprimir o explotar a tu hermano, juzgarlo y condenarlo en lugar de ejercer misericordia o simplemente ocuparte de tus propios asuntos, eso está prácticamente en cada página.
¡Ah, el Levítico! Argumento anticuado siempre esgrimido: el Levítico que prohibiría la homosexualidad. Ya ni siquiera quiero responder. ¿Por qué este único versículo de un libro grande que contiene muchas prohibiciones que hoy ya no consideramos tendría más peso que los demás? Básicamente, dice más sobre la persona que esgrime la prohibición que sobre el libro bíblico, pero ¿cómo puedo decírselo amablemente, sin que ella se escandalice o grite al hereje que no respeta la palabra bíblica?
No, ya ni siquiera quiero discutir.
Sé una cosa que el apóstol Pablo nos enseña en su carta a los Gálatas (5:1) y en muchos otros lugares: “Hermanos, para que seamos libres, nos ha liberado Cristo. Permaneced, pues, firmes y no os dejéis someter de nuevo al yugo de la esclavitud.”.
Gratis. Por lo tanto, está claro, ¿no? Libres para no respetar más las prohibiciones, libres para no dejarnos encerrar en juicios. Que cada uno viva lo que tiene que vivir y respete al hermano/a. Esta obsesión por querer impedir que otros acepten y vivan su orientación sexual es dolorosa. Es un verdadero contratestimonio del Evangelio que nos hace libres.
Pero de hecho me hace volver a publicar aquí. La pelea no parece haber terminado.
“Sigue demasiado vivo el fantasma de una omnipotencia abstracta, según la cual Dios podría hacer lo que quisiera, sin resistencias de ningún tipo. No nos damos cuenta de que por su parte no hay límites, evidentemente; en sí misma y en abstracto, su omnipotencia lo puede todo; pero, en su funcionamiento concreto, la omnipotencia dice relación al otro, y el otro tiene necesariamente límites: el círculo no puede hacerse cuadrado sin desaparecer, y la libertad finita no puede, sin quedar anulada, ser forzada a obrar bien siempre. Dios, por lo que a Él respecta, lo puede todo y quiere lo mejor para nosotros; pero no todo es posible en sí mismo. El amor de Dios consiste en “estar siempre trabajando” (Jn 5,17), contra toda inercia y resistencia, por nosotros y por nuestra salvación”.
“Acaso estemos empezando, por fin, a comprender, como de manera simbólica pero unívoca nos lo muestra la vida de Jesús, que, más que “señor“, Dios es “servidor” de sus criaturas; que jamás es el “verdugo” de sus sufrimientos, sino siempre, con ellas y a favor de ellas, la “víctima“. Empezamos a intuirlo con san Juan de la Cruz, como “océano de amor” que trata de inundarlo todo con su gracia y su gozo, que trabaja en todo, con todo y a través de todo: la tierra que nos sostiene, el aire que respiramos o el alimento que comemos, la mano amiga que nos acaricia o nos ayuda, el trabajo y la lucha de tantos por un mundo mejor… Si todo ello resulta posible es porque Dios lo creo así, en esa dirección y con esas capacidades, que Él está sosteniendo y apoyando a cada instante. Que se logre, es lo único que Él quiere y por lo que trabaja. Cuando no se logra, Él es el primer contrariado: el fracaso o la desgracia suceden contra Él en la misma e idéntica medida en que suceden contra nosotros”.
“Lo malo que acontece nunca “estaba de Dios“, por la sencilla razón de que eso es justamente lo que Él no quería: lo soporta con nosotros y nos apoya en la lucha por superarlo; y cuando la superación inmediata no resulta posible, nos asegura que la derrota no es definitiva, que la última palabra palabra de nuestra existencia se llama salvación“.
La Gracia, que es considerada por el hombre natural como un don que le llega de una Divinidad externa, es para el hombre iniciático el acceso a la conciencia del Dios interior, de su propio ser.
*
Karlfried Graf Durckheim, (1896 – 1988), místico y filósofo alemán, La experiencia de la trascendencia.
«Puesto que no basta con contemplar la miseria y pedir ayuda, puesto que es necesario obtener justicia como condición de paz, que cada uno empiece examinando si está en paz con la justicia o si está cometiendo injusticias» (Hélder Cámara).
Dicen los medios que, a fecha de hoy y día a día, aumentan los problemas sociales, la delincuencia en las calles, la violencia contra las mujeres, el consumo y tráfico de drogas, la proliferación de actos fascistas, la violencia terrorista, las guerras interminables y un aumento cada vez mayor de los gastos militares, junto con la venta y tráfico de armamento… Y ante esta avalancha de sucesos que dificultan, oscurecen a impiden una vida y una cultura de paz, las personas se aíslan, se cierran, se protegen, buscan seguridad, un momento de paz entre tanto dolor y barbarie: «Amí dejadme tranquilo, ¡que nadie me moleste!, no quiero problemas, dejadme en paz. No quiero complicaciones de ningún tipo».
Sería la falsificación de la paz, pues lo que se desea es evitar los conflictos personales y sociales, la paz que va matando el interior de las personas, la paz de los muertos que todavía viven, la paz de los hombres y mujeres que delimitan los afectos, que van perdiendo poco a poco las pulsiones del corazón aunque, de vez en cuando, siente algún dolor, alguna ternura; la falta de deseos por transformar la propia vida, la vida de los demás, las situaciones que impiden la paz en la sociedad, en nuestro mundo: «Por dejar de comer yo, no van a comer los demás; por ir a una manifestación o firmar un escrito no voy a salvar a nadie; por compartir parte de mi sueldo no voy a sacar de la pobreza a tantos muertos de hambre; por participar en actos solidarios no voy a cambiar nada; si doy algo de dinero a una ONG para paliar los efectos de una catástrofe, se quedará en el bolsillo de alguno…».
Sería la paz de los que desean mantener a salvo el buen orden en la sociedad, la paz impuesta, pese a quien pese. «Con tal de que haya paz» se da un cheque en blanco para que hagan lo que deseen quienes tienen que mantener la paz; se mantienen situaciones injustas para evitar el conflicto; se calla ante hechos cotidianos y violentos para no romper una relación imposible; no se denuncian los malos tratos, por los hijos, por la seguridad económica, por ver si cambia… para que vivamos en paz, aunque sea una falsa paz, una paz imposible.
En cambio, para la verdadera paz hay que firmar un compromiso ineludible y personal con la verdad, para llegar a caminar por sendas de concordia, de diálogo, de sinceridad. Sabiendo y anunciando con la propia vida que la justicia y la paz van siempre e indisolublemente unidas.
Con el ejemplo de Jesús, Francisco de Asís, Gandhi, Martin Luther King, Helder Cámara, Berta Cáceres, Dorothy Day, Aung San Suu Kyi, Carmen Magallón, Rigoberta Menchú… y de otros muchos profetas y profetisas de la paz, podremos vivir cada día la lucha no-violenta superando discordias, resolviendo enfrentamientos. Para ello hay que apartar del propio corazón las semillas del odio, de la ofensa, del miedo.
La paz auténtica no evita los conflictos, sino que los enfrenta de otra manera, por eso deja a un lado la indiferencia, la tibieza, y se sumergen en el compromiso por la justicia, a costa muchas veces de persecuciones y sufrimientos.
Unidos siempre conseguiremos alcanzar mayores y mejores metas. Para ello, antes hay que valorar, reflexionar y optar en común por acciones para conseguir una paz basada en la sinceridad, la equidad, el entusiasmo, la esperanza y la solidaridad.
«Felices quienes en su lucha por la paz, no abandonan la ternura, la cercanía, la intimidad, la atención personalizada, una mirada y una sonrisa plena de cariño».
¡Qué tiempos estos que nos toca vivir
en la calle y en la Iglesia,
en casa y en el trabajo,
tan convulsos y duros
que, para afrontarlos,
necesitan tu palabra evangélica!
Hay en ellos cosas
que nos deslumbran antes de conocerlas,
o que nos seducen
al primer golpe,
o al cabo de un rato,
o al caer de la tarde,
o en plena noche,
porque tienen tantas caras y brillos
como nosotros portamos
frustraciones y necesidades.
Y también las hay
que juegan a camuflarse
y engañan a los caminantes
perdiéndonos entre debates,
comparaciones,
dogmas
y yermas verdades.
Aunque más duro y triste
es encontrarse con personas,
de cultura y fe reconocida y solvente,
que, humildemente y en tu nombre,
se proclaman servidores
mas ejercen de jefes y señores
sin descubrir sus contradicciones,
y hacen sufrir a sus semejantes
y traicionan a tantos y tantos creyentes….
Pero Tú nos dijiste para momentos así:
Tened cuidado y no os dejéis engañar.
Y aunque desplieguen gran parafernalia,
no los sigáis ni a orar ni a tomar cañas.
Aprended de esa viuda, que es pobre
y ha dejado en el cepillo lo que necesitaba.
Permaneced firmes en mi palabra
y tendréis vida en abundancia.
“… La palabra de Jesús siempre se hace carne, en este caso en la persona de una viuda que se acerca, y aun siendo su situación histórica, religiosa y social parecida a la nuestra, ella sin dudar, sin pestañear, da todo. Realmente exagerado (..)
(…) Y Jesús la admira. Ellos dos no se conocían. Ella no es discípula, ni cristiana… ella es una mujer de pies a cabeza, que fiel a su conciencia, da todo al Templo cuyo Dios la excluye de casi todo por ser mujer, pero que suponemos, ella sabe, como Jesús, en el fondo de su entraña, que Dios no es como dicen aquellos que oprimen y aparentan…sino como dicen los profetas y los salmos…y se confía totalmente (…)
(…) Jesús, de nuevo nos pone a una mujer, pobre e insignificante, como modelo de discípulo. Mira que le gusta el tema, pero no se da cuenta de que esto no mola y que posiblemente va a acabar mal… pues sí, pero no se calla, porque hay tan poca gente que dice la verdad, que a los que la dicen les quitan de en medio. Caramba, que raro es el evangelio. ¿Y si lo contáramos así? No sé, tú, impresiona un poco. Me lo pensaré. Tal vez a los niños y jóvenes les gustaría saber como fue en realidad Jesús. Tendremos que buscar a algunas de esas “viudas” para que se lo cuente y les contagie de ese reino.”
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:
– “¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.”
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a los discípulos, les dijo:
– “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.”
*
Marcos 12, 38-44
***
Dios es absolutamente más rico que nadie, porque es absolutamente el más pobre. No tiene nunca nada para sí, sino siempre para el otro. El Padre para el Hijo, el Hijo para el Padre, el Padre y el Hijo para el Espíritu Santo común. Pero tampoco el Espíritu tiene nada para sí, sino todo para el Padre y para el Hijo. Esto no es tampoco un egoísmo a dos o a tres, puesto que en Dios cada uno piensa verdaderamente sólo en el otro y quiere enriquecer al otro. Y toda la riqueza de Dios consiste en este darse y recibir el Tú.
La pobre viuda, que ha dado todos sus haberes, está muy cerca de este Dios. ¿Acaso no se puede decir que Dios ha echado todos sus haberes en el cepillo de las ofrendas del mundo, cuando nos dio a aquel hombre sin apariencia, escondido, apenas localizable en la historia del mundo, llamado Jesús de Nazaret?
¿No se puede decir que en este casi nada nos ha entregado Dios más que con el rico y gigantesco universo, puesto que así nos ofreció «todo lo que necesitaba para vivir», a fin de que nosotros, aunque él muriera, pudiéramos vivir de su vida eterna?.
*
H. U. von Balthasar, Tú coronas el año con tu gracia,
Encuentro, Madrid 1997.
Del blog de Alfonso J. Olaz El Rincón del Peregrino:
¡Un corazón que no vive para servir, no sirve para vivir!
¡De qué me vale vivir, sin ser corazón de carne!
Mi razón pretende
Lo que mi corazón no entiende
Y lo que no comprende es del mundo de la razón
Para hacerlo corazón partido
que ya no es corazón
Si no mal partido, por haberlo dividido y roto su corazón
¡Corazón verdadero, que de todos eres, de todos, de todos!
Eres el corazón original
Imposible de falsificar, ni con la inteligencia artificial
Corazón de carne
A imagen y semejanza de Dios: hecho, “El hombre”
Pues ya lo demostraste cuando por este mundo ya pasaste
Corazón, padre de Corazones
Que contigo todo es posible,
Si el hombre quiere.
Incluso Jesús, tanto quisiste, tanto, tanto
Que por ello te empeñaste en esto
Y para ello muy poco nos pediste, muy poco,
Que fuéramos a la casa de empeños para desempeñarte
y con una pequeña plegaria de amor,
el prestamista de nuestro corazón ya nos devolvió lo que era tuyo
Y así, tú hiciste lo más grande.
El ser un solo corazón contigo…
De ti nadie puede hacer copia
Pues eres verdadero
Y lo verdadero es irrepetible como toda tu vida
Y toda tu vida me llena cada día desde mi pequeñez
Para ser vasija, recipiente de tus esencias
que nunca se agotan, por confiar en tu confianza,
que cada día se renueva con mi mirada en tu presencia
Corazón de amor
Qué vueltas alto, muy alto
Y tan alto vuelas
Que las flechas de la razón no pueden darte alcance
¡Que pretendo con la razón, “de las verdades“,
que no son del corazón!
Porque él no necesita las verdades de la razón,
este da la vida a la razón
¡Qué curioso es el hombre! “Hacemos caridad con nuestros hermanos, incluso una caridad larga para satisfacer el estómago siempre lleno del ego”
Pero me llama la atención
que tengamos tan olvidado
al pequeño niño pobre y desnudo, enfermo,
sin ningún cuidado,
que habita en lo más profundo de nuestro interior
Niño nuestro, escondido, muy apartado,
tan anónimo, desconocido y lejano
como el leproso que tanto amó San Francisco de Asís
¡Qué duro que hayamos creado un corazón leproso y lo tengamos tan apartado, tan lejano y olvidado!
“Comienza por hacer lo necesario; luego haz lo que es posible; y, de repente, estarás haciendo lo imposible” (San Francisco de Asís)
“Cuando te veas obligado por las circunstancias a sentirte confuso e indefenso, vuelve a ti mismo cuanto antes, y no pierdas la medida más de lo necesario. Serás tanto más dueño de tu armonía interior cuanto más frecuentemente regreses a ella“.
*
Marco Aurelio
***
Con un comentario original sobre esta cita de Marc-Arrèle de Gianni Bergandi:
Muchos de los consejos que se dan en los libros sapienciales de la Biblia apuntan en esta dirección. Y en definitiva, respecto a los rumores y temores fundados o irracionales sobre el fin de los tiempos, ésta es también la instrucción de Jesús a sus discípulos: no os dejéis turbar, seguid haciendo lo que tenéis que hacer.
De ahí la elección de esta imagen que representa a un titán, imperturbable, que continúa con su tarea de mantener el universo entre el cielo y la tierra. En la mitología griega, los Titanes son hijos de Urano, dios del cielo (en su noche estrellada que muestra la inmensidad del mundo) y de la tierra (Gaia), diosa de la tierra. Gigantes con una fuerza impresionante, reconocen como soberano a Cronos, el más joven de ellos y el dios dueño del tiempo. La leyenda griega afirma que los hombres aparecieron durante el reinado de Cronos y que vivían entonces una existencia feliz y pacífica sin necesidad de trabajar, muy parecida a la descripción del Edén en el Génesis.
El hermano Carlos de Jesús en Beni-Abbès (1901-1905), con Paul Embarek y el pequeño Abd Jesus, esclavos que redimió.
Jesús te ha establecido para siempre en la vida de Nazaret:
La vida de misión y de soledad no son para ti sino excepciones: practícalas cada vez que su voluntad te lo indique claramente; tan pronto como deje de ser indicado, vuelve a entrar en la vida de Nazaret.
Toma por objetivo-ora estés solo, ora con otros Hermanos – la vida en Nazaret, en todo y por todo, en su sencillez y en su amplitud que miras…, sin hábito, como Jesús en Nazaret – sin clausura, como Jesús en Nazaret-, no vivas lejos de todo lugar habitado, sino cerca de una aldea, como Jesús en Nazaret – no menos de ocho horas de trabajo por día, (manual u otro; si posible manual), como Jesús en Nazaret-, ni grandes terrenos, ni grandes limosnas, ni grandes construcciones, ni grandes gastos, sino más bien una pobreza extremada en todo cómo Jesús de Nazaret…. En una palabra haz en todo como Jesús de Nazaret.
No te afanes en organizar; prepara el establecimiento de los Hermanitos del Sagrado Corazón de Jesús; si estás solo, vive como si debieras vivir y quedar solo; si sois dos, tres o algunos más, vivir como si nunca hubieras de ser más.
Ora como Jesús, tanto como Jesús, dando, como El, una gran cabida a la oración… Como El también, da amplia cabida al trabajo manual, que no es un tiempo robado la oración, sino dado más bien a la oración. Reza cada día con toda fidelidad el Breviario y el Rosario. Ama a Jesús con todo tu corazón…, y a tu prójimo como a ti mismo, por amor de Él.
La vida de Nazaret puede llevarse por doquier; llévala allí donde fuere más provechosa para tu prójimo”.
*
Carlos de Foucauld
***
(Sacado de un carnet – diario del Padre Foucauld con la fecha del 22 de julio de 1905, en Beni-Abbés)
Del blog de Alfonso J. Olaz El Rincón del Peregrino:
¡Señor, en tu presencia dejé mi ausencia,
En la ausencia del mundo me hice presencia, para ser uno contigo!
No te dejes creer en lo que digan
Ni te dejes hacer en lo que hacen
Cree sin medida en lo que tienes
Ama sin cesar con lo que llevas
Que tienes al amor entre tus manos
Que todo de Él lo has recibido
Para darlo a todos, a todos
Si confio en Ti, ya todo me da igual
Y ya nada será igual
Entre los iguales serás el último
Siendo el primero en servirte
Para ser distinto con los indiferentes
Respirando en un instante
Lo respirado por TÍ
Para ser Respiro permanente con el hermano
Para ser respiro para siempre con todos
Entender que recibes lo mejor de su vida, para ser ya vida
Viviendo en la presencia del amado y dejando toda tu ausencia ausente
Viviendo en sus mismos sentimientos
Palpando con sus mismas actitudes
Entendiendo el amor de las criaturas que solo aman,
Y aman y te alaban en gratuidad eterna
Viviendo con el hermano Sol y la hermana Luna
Y siendo ya hermano de la creación toda entera
Vibrando entre la hojarasca del amanecer
En la humildad y alegría de la mariposa por ser mariposa
Calentándome con tus dedos, con los rayos del sol mientras comienza el día
Padre
Dame la gracia de saberte por tenido desde siempre
Para teniéndote amarte en el presente
Y amarte sabiendo que siempre te tengo,
Pues nunca más podré dejarte
Porque tú nunca me dejaste
Padre
Dame la gracia de amarte
Y no espantarme
en lo que tú quieres
Aunque nada entienda y nada sepa
Que nada hay que entender, ni saber,
Para amar verdaderamente
Solo dejarse llevar por el amor del amado
En la confianza de pasar por donde tú pasaste
En la alegría de amar, por donde tú amaste
Padre
El hombre está hecho para TI
Para hacer lo que tú quieras
Llevarle, Traerle, Esconderte
Hasta que crea que todo es de Él, todo
Que nada es nuestro
Padre
Nada tengo
Nada soy
Todo es tuyo, gratuidad y alegría
Todo me lo das
De ti alegre lo recibo
Nada puedo dar, nada
Si de ti nada quiero
Y si de ti quiero
Todo podrá ser
Tú eres el Ser
Porque tú así lo has querido
Ya ni mis planes no seran mios
Ni mis noches, ni mis días
Todos serán tuyos
Y dejándome amar todo, todo
Seré ya amigo tuyo que sirve a todos
Testigo de tu vida
Testigo tuyo
Testigo para siempre
Para todo
Para todos
Escucha, Hijo, mi enseñanza
y pon fin al sueńo
que pesa sobre ti.
Sal del aturdimiento
que te inunda de tinieblas.
żPor qué seguir en tinieblas
si está a tu disposición la luz?
¿Por qué beber el agua turbia
si está al alcance de tu corazón la pura? […]
No ames el oro ni la plata
y, si te aferra el afán, la preocupación,
échalos sólo en Dios
y revístete de la Sabiduría
como de un manto.
Vuelve de continuo al Padre;
no tengas un corazón altanero,
sino sé tú mismo un hombre
plasmado por el logos (la Palabra de Dios).
Vence la hipocresía, la codicia y la vanagloria.
No digas palabras arrogantes
ni malas al juzgar,
porque todo hombre malo hace mal
antes que nada a su propio corazón.
Hijo mío,
deja a tu espalda a tu ‘hombre viejo’
y tú, en Cristo, toma altura
como un águila
*
Abbá Silvano el Egipcio, Vosotros sois mis amigos,
Magnano 1999, passim
Si me olvido del amor y de la justicia,
me separo de Ti, Dios mío,
y todo lo que haga, aunque te lo ofrezca,
no puede agradarte.
Mi culto es paja e idolatría
Si me olvido de tu mandato,
de amarte con todo mi ser y fuerzas
y de amar al prójimo de igual manera,
¿de qué me sirven mis saberes,
títulos y creencias?
Si me olvido de tus tiernas preferencias,
¿de qué me sirve lo demás?,
¿dónde pongo mi centro, eje y meta?
Me pierdo sin remedio.
Soy persona hueca y vacía.
Aunque me haga a holocaustos y sacrificios,
penitencias, rezos y obediencias,
no estaré mas cerca de tu casa solariega.
Sólo tu mandato de amarte y amarnos
es senda clara y segura.
Para creer en Ti
necesito creer en el amor y la justicia,
en tus tiernas preferencias.
Y vale mucho más creer en estas cosas
que pronunciar o adorar tu nombre con osadía.
Fuera del amor y de la justicia,
de tus tiernas preferencias,
es imposible que yo, con mi historia,
aunque te llame Padre y me considere hijo,
pueda llegar a tu casa solariega..
¡Llévame por tus sendas y caminos
aunque me haga el torpe,
me despiste
o resista!!
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
-“¿Qué mandamiento es el primero de todos?”
Respondió Jesús:
-“El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.“
El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
No hay mandamiento mayor que éstos.”
El escriba replicó:
-“Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.”
Jesús. Viendo, que había respondido sensatamente, le dijo:
–“No estás lejos del reino de Dios.”
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
*
Marcos 12, 28b-34
***
El rabí de Sasson contaba:
Aprendí de un campesino cómo deben amar los hombres. Este campesino se encontraba con otros en una hospedería y estaba bebiendo. Se quedó callado durante mucho tiempo con los otros, pero cuando el vino le movió el corazón, dirigiéndose a un compañero que se sentaba a su lado, le preguntó:
–Dime, ¿me quieres o no?
El otro respondió:
–Te quiero mucho.
Y dijo el campesino a su vez:
–Dices que me quieres mucho; sin embargo, no sabes lo que necesito. Si verdaderamente me quisieras, lo sabrías.
El amigo no se atrevió a rebatirle, y el campesino que le había preguntado calló de nuevo. Yo, en cambio, comprendí: amar a los hombres significa intentar conocer sus necesidades y sufrir sus penas
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Martin Buber,
«Legenda del Baal Sem»,
en G. Ravasi [ed.], El libro de los salmos: comentario y actualización, Bolonia 1985, p. 694).
“ ¡Ver los cementerios como un lugar de vida! Es en la Eucaristía donde estamos más en comunión con nuestros difuntos. Sin embargo, los cementerios son una proclamación magnífica de la esperanza en la resurrección de la carne, bien más allá del postulado simple y arbitrario de una cierta supervivencia del alma. Allí están aquellos a los que los primeros cristianos llamaban ” los durmientes “. Y es a sus hermanos vivos para Dios, por quien los cristianos van a visitar el cementerio. Si se va a la tumba del Cristo, aunque esté vacía, precisamente es porque allí se produjo la resurrección de Cristo, la prenda de nuestra propia resurrección. Mantengamos nuestras tumbas pero no cultivemos la flor del tormento, de la culpabilización. Tenemos algo mejor que hacer: reguemos la flor de la Fe, entonces hagamos de nuestros cementerios bellos jardines de esperanza! “
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Père Pierre Trevet
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¡La Eucaristía! Es el regalo más bello que puede ofrecerse a los que “se fueron”. La Salvación ya ha sido dada de una vez para siempre por la muerte y la resurrección de Cristo, pero la actualización de la misa va a abrir el corazón del difunto y a alumbrarlo con una luz nueva. Si está en el “Purgatorio“, la misa es potencia de liberación. Si ya está en el Cielo, podrá utilizar este don con una “inteligencia” celeste para los de la tierra que lo necesitan más. Comprendamos que es también un regalo para los vivientes porque purificar y lavar nuestra historia pasada aporta bendición en el presente y en el futuro.
La vida futura es el opio del pueblo, es una mistificación que hace esperar del futuro un cambio que no se habría producido o por lo menos no se ha preparado en el presente.
La verdadera fe cristiana no es la fe en una vida futura, sino en la vida eterna, y si es eterna, sólo se necesita un momento de reflexión para comprender que ya se ha iniciado. Vivimos ahora, o no viviremos nunca.
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Luis Evely, “Ese hombre eres tú” (1957), p. 58
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En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
“Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.”
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Mateo 5,1-12a
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La meditación del bautismo de Jesús (Lc 3,21 ss) supuso para mí un intento de hacerme consciente del amor de Dios. Jesús baja al Jordán, al agua cargada con la culpa de las muchas personas que iban al Jordán a que Juan las bautizara. Mientras baja, se abren sobre él los cielos y Dios le promete: «Tú eres mi hijo amado, en ti me he complacido». También esta frase –que somos hijos e hijas amados de Dios- la escuchamos hoy de una manera suficiente en los discursos espirituales, pero lo más frecuente es que estas palabras nos resbalen. Son justas, pero no provocan nada. Siempre será un don el hecho de que estas palabras alcancen nuestro corazón de modo que se sienta realmente amado, sanado y cambiado por el amor […].
Experimenté en la meditación la realidad de este amor cuando referí la frase: «Eres mi hijo amado», precisamente en mi miedo, en mi oscuridad, en mi rechazo, en mi mediocridad, en las mentiras de mi vida. Sólo cuando referí a mi vida concreta la palabra que me dice que soy un hijo amado, me tocó en lo más profundo de mi ser y me proporcionó paz interior. Todos los discursos sobre el amor de Dios nos resbalarán si no llegan a tocar las experiencias de nuestra vida de cada día.
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Anselm Grün, Abitare nella casa dell’amore,
Brescia 2000, pp. 50ss, passim).
Hoy se celebra el Día de la Reforma, que supuso para todas las confesiones cristianas, un redescubrimiento de la Palabra. Celebrémoslo junto con nuestros hermanos y hermanas de las iglesias luteranas, reformadas, evangélicas…
“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2: 12-13).
“Tengo tantas cosas que hacer,
que pasaré las primeras tres horas orando”
(…)
“La oración no es para cambiar los planes de Dios.
Es para confiar,
descansar en Él,
y hallar la paz”
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Martin Lutero
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“Omnipotente y eterno Dios, ¡qué terrible es este mundo! ¡Cómo quiere abrir sus quijadas para devorarme! ¡Y qué débil es la confianza que pongo en ti! Dios mío, protégeme en contra de la sabiduría mundanal. Lleva a cabo la obra, puesto que no es mía; sino tuya. No tengo nada que me traiga aquí, ni tengo controversia alguna con estos grandes de la tierra. Desearía pasar los días que me quedan de vida, tranquilo, feliz y lleno de calma. Empero, la causa es tuya; es justa; es eterna. ¡Dios mío, ampárame, tú eres fiel y no cambias nunca¡ No pongo mi confianza en ningún hombre.
¡Dios mío, Dios mío!, ¿No me oyes? ¿Estás muerto? No, no estás muerto, más te escondes. Dios mío, ¿dónde estás? Ven, ven. Yo sé que me has escogido para esta obra. ¡Levántate, pues, y ayúdame! Por amor de tu amado Hijo Jesucristo, que es mi defensor, mi escudo y mi fortaleza, ponte de mi lado. Estoy listo, dispuesto a ofrecer mi vida, tan obediente como un cordero, en testimonio de la verdad. Aun cuando el mundo estuviera lleno de diablos; aunque mi cuerpo fuera descoyuntado en el ‘potro’, despedazado y reducido a cenizas, mi alma es tuya: tu Sagrada Escritura me lo dice. Amén. ¡Dios mío, ampárame! Amén.”
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Martín Lutero Oración antes de presentarse ante la dieta de Worms. Salmo 43
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Lutero, orante de gran fe, visitó a Melanchton en una ocasión en que éste se encontraba en estado agonizante. Su muerte parecía tan próxima como inevitable. Entre sollozos, oró Lutero pidiendo a Dios la recuperación física de su más íntimo colaborador. Una exclamación vehemente al final de la oración hizo salir a Melanchton de su estupor. Sólo pronunció unas palabras:«Martín, ¿por qué no me dejas partir en paz?» «No podemos prescindir de ti, Felipe», fue la respuesta. Lutero, de rodillas junto al lecho del moribundo, continuó orando por espacio de una hora. Después persuadió a su amigo para que comiera una sopa. Melanchton empezó a mejorar y pronto se restableció totalmente. La explicación la daba Lutero con estas palabras: «Dios me ha devuelto a mi hermano Melanchton en respuesta directa a mis oraciones»
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José M. Martínez Pensamiento Cristiano, Octubre 2011
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“Concede, Dios Todopoderoso, que desde que estamos bajo la dirección de tu Hijo hemos sido unidos al cuerpo de tu Iglesia que, en muchas ocasiones se ha dispersado o desgarrado en pedazos; permite que podamos continuar en la unidad de la fe, y que luchemos con perseverancia en contra de todas las tentaciones de este mundo y que nunca nos desviemos del camino correcto, sin importar los nuevos problemas que se presenten diariamente; y aunque estemos expuestos a muchas muertes, permite que el temor no se apodere de nosotros/as de manera tal que extinga la esperanza de nuestros corazones; sino que, al contrario, levantemos nuestros ojos y nuestras mentes y todos nuestros pensamientos a tu gran poder, por el cual aligeraste la muerte, y levantaste de la nada cosas que no existían, para que así, aunque estamos expuestos a ruina diariamente, nuestras almas puedan aspirar a la salvación eterna hasta que verdaderamente te reveles como la fuente de vida, cuando podamos disfrutar de esa dicha sin fin que ha sido obtenida para nosotros por la sangre de tu único Hijo nuestro Señor. Amén.”
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Juan Calvino
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«Acostumbro a definir este libro como una anatomía de todas las partes del alma, porque no hay sentimiento en el ser humano que no esté ahí representado como en un espejo. Diría que el Espíritu Santo colocó allí, a lo vivo, todos los dolores, todas las tristezas, todos los temores, todas las dudas, todas las esperanzas, todas las preocupaciones, todas las perplejidades hasta las emociones más confusas que agitan habitualmente el espíritu humano».
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Juan Calvino (1509-1564) prefacio de su comentario a los salmos
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““El Señor nos mandó a orar. El lo ordenó, no tanto para su propio bien, sino para el nuestro. El actúa –como es correcto– para que la gloria sea para él, el reconocimiento de que todo lo que deseamos y consideramos para nuestro beneficio, viene de él.”
Dispuestos en la mente y el corazón, como corresponde a aquellos que entran en conversación con Dios… desde el fondo de nuestro corazón… las únicas personas que debida y correctamente se ceñirán para orar son los que están tan conmovidos por la majestad de Dios, que, libre de cuidados y afectos terrenales, llegan a la misma… manteniendo la disposición de un mendigo… con afecto sincero de corazón, y al mismo tiempo el deseo de obtenerlo de él… pedir con fe, no dudando nada…”
“… A menos que nos fijemos ciertas horas en el día para la oración, fácilmente se deslizará de nuestra memoria… A pesar de que nuestras mentes siempre deben estar levantadas a Dios, hay ciertas horas que no debemos dejar pasar sin oración- cuando nos levantamos en la mañana; cuando comenzamos y terminamos los alimentos cuando nos vamos a la cama. Pero también cuando nosotros u otros estamos siendo amenazados de cerca por peligro debemos volvernos a Dios por ayuda; cuando el bien nos llega debemos volvernos a Él en acción de gracias. De nuevo, debemos siempre dejar a Dios Su libertad y no decirle lo que debe hacer. Dejamos nuestra voluntad a Su disposición, y paciencia, no debemos cansarnos de orar.”
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