Migró a Argentina buscando derechos y la asesinaron: piden justicia por la bailarina trans Dámaris León
Dámaris “Biscochito” León migró desde Ecuador para vivir su identidad trans y cumplir su sueño de ser bailarina. Fue asesinada por un hombre.
Fuente Agencia Presentes
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Dámaris Julieth León Guamán, “Karicia” para las amigas y “Biscochito” para su seguidores de TikTok, una mujer trans de 38 años, llegó a la Argentina desde Ecuador en 2018. Quería abrir una academia de baile, estudiar maquillaje y tener una vida mejor en un país con Ley de Identidad de Género. El 1° de abril sus amigas del barrio porteño de Constitución se enteraron que la habían asesinado. “Ojalá que su muerte no quede impune y que se haga justicia por ella”, piden sus compañeras.
La causa la tramita el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 49, a cargo de la jueza Ángeles Mariana Gómez Maiorano, e interviene la Fiscalía N° 30. Hasta el momento hay un detenido, el hombre con quien compartía su vivienda y algunas fuentes lo reconocen como su pareja, quien se encuentra imputado por homicidio.
Sus hermanas llegaron esta semana a la Argentina para hacer las gestiones que permitan la repatriación de su cuerpo. En la solicitud formal, su hermana Mercedes compartió que Julieth emigró para “encontrar mejores días y sobre todo apoyar económicamente a nuestra madre (…) quien en la actualidad tiene 78 años”.
“Siempre que hay un crimen de odio pedimos reunión con la fiscalía, incluso con el juzgado, para llevarles nuestro informe de crímenes de odio. Pedimos que investiguen la línea de femicidio y/o crimen de odio, según el caso”, compartió a Presentes María Rachid, integrante de la Defensoría LGBT.
El Mapa de crímenes de odio que realiza este medio desde 2019 registró el año pasado cuatro asesinatos a personas travestis y trans: Zoe López García, Liliana “La Chaqueña”, Sofía Fernández y Sofía Agustina Bravo. En tanto, el informe de Travesticidios y Transfemicidios de la Corte Suprema y la Oficina de la Mujerrelevó que entre 2016 y 2021 se iniciaron 32 causas judiciales de travesticidio/transfemicidio con 32 víctimas. El 33% de ellas eran de origen extranjero.
Los sueños de la migración
Con argollas en sus orejas, top amarillo, a veces de pollera y botas y otras de jogging, Julieth atrapaba la atención de sus seguidores con pasos de baile y una sonrisa sincera en sus videos de TikTok: disfrutaba lo que hacía. “Era una bailarina profesional”, afirmó orgullosa Konny Macías, una amiga, colega y compatriota ecuatoriana de Karicia. “Siempre quiso tener una academia de baile porque le encantaba bailar”, recordó.
El sueño de Biscochito era el de muchas. “Tener lo suyo, descansar tranquila, llegar a su país con su familia, ayudar a las personas que más quiere, comprar una casa, mantener un negocio”, describió Konny.
“La situación de las compañeras migrantes en Argentina es de mucha vulnerabilidad. La mayoría de ellas provienen de los países de Perú, Colombia y Ecuador. Manifiestan que se ven desplazadas de sus países por la violencia que reciben, porque el Estado no contempla políticas públicas para su sector y también por mucha crisis económica. Entonces se desplazan a Argentina eligiendo este país como un país amigable para su género porque tiene ley de identidad de género y se sienten acá un poco más resguardadas por las legislaciones que cuenta nuestro país”, explicó a esta agencia Georgina Orellano, secretaria general de AMMAR. A Judith la conoció en Casa Roja, un espacio impulsado por AMMAR autogestionado por trabajadoras sexuales, a donde distintas compañeras asisten para consultar por trámites migratorios o su situación habitacional, entre otras cosas.
El apoyo de las compañeras
La mayoría de las migrantes trans ejerce el trabajo sexual y tienen a cargo económicamente a sus familias, compartió Orellano. “Por mes colaboran con mejorar la calidad de vida de su grupo familiar y también otorgarle la posibilidad a su sobrino, sobrina, hermano o hermana a que pueda acceder a la universidad y seguir una carrera”, sostuvo.
Brisa Miranda, una mujer trans de 49 años que llegó en el 2009 a la Argentina desde Quito, Perú, conoció a Julieth en la esquina de Garay y San José. La invitó a compartir la parada de trabajo juntas y desde ese momento se hicieron amigas íntimas.
“Nos veíamos todos los días, laburábamos juntas. Salíamos a las 11, regresábamos 4, 5 de la mañana a la casa. Salíamos de paseo, nos íbamos a la playa en verano, me invitaba a sus cumpleaños, a su casa”, contó, en diálogo con Presentes.
En cada brazo Julieth llevaba tatuadas las patas de sus caniches y en varios de sus TikToks se la ve bailando junto a ellos. “Daba la vida por sus perritos, les hacía sus cumpleaños, eran como sus hijos”, afirmó Brisa.
A su amiga la recordó como “una persona muy tranquila” que emanaba una “linda energía”. “Julieth ha sido una persona muy querida. Se hizo querer en todas las chicas. Era buenísima, cuando había que apoyar apoyaba”, compartió.
Ser trabajadora sexual y migrante: doble vulnerabilidad
Para Brisa, que también tuvo que irse de su país, migrar “es un gran sacrificio”. En primer lugar, decidió irse por las violencias que podía recibir en su país. “A nosotras a veces se nos torna difícil porque quizás en nuestro país no sentimos progreso, la identidad que queremos; que la gente, tu pueblo, tu presidente no está contigo. Entonces, ¿a qué voy a quedarme? A ser marginada, golpeada, a no tener derecho a nada”, explicó.
Sin embargo, al llegar a la Argentina su situación continuó siendo vulnerable. “Nos intervienen por cualquier cosa, nos revisan, nos patean. Trabajar en Constitución siendo migrante es feo. Te llaman con el nombre masculino y eso no nos gusta. Por defendernos nos hacen causas por ser travestis y no tener legítimamente documentos argentinos”, indicó.
“Las estadísticas reflejan que son las migrantes las más perseguidas por la policía, las que atraviesan situaciones de violencia institucional, de robo de su dinero en procedimiento en el espacio público, en razias”, agregó Orellano. Además advirtió que “la policía muchas veces ha jugado con el desconocimiento de la legislación en nuestro país para generar el temor de que pueden correr el riesgo de ser expulsadas”.
“Queremos como extranjeras tener el mismo derecho que todos”, subrayó Brisa. Además pidió justicia por su amiga y por “todas las compañeras asesinadas”. “Es injusto que nos estén matando así. Ojalá que su muerte no quede impune y que se haga justicia por ella”, concluyó.
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