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Levantó los ojos…

Miércoles, 16 de noviembre de 2022
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Un día cualquiera,
cuando menos lo esperas
porque es tanto el tiempo
que llevas soñándolo,
y has previsto todos los detalles
y preparado todos los pasos, sin resultado,
resulta que Él pasa a tu lado.

Un día cualquiera,
en el que repetías, otra vez,
tus costumbres y monotonías
como quien respira sin darle importancia,
resulta que Él levanta la vista,
te ve, te llama por tu nombre,
y se te abre el horizonte…

Tu vida, tan llena y tan vacía,
no te satisfacía;
no acostumbrabas a estar en calles y plazas
y, menos, subido a higueras
que te exponían a comentarios y risas;
pero aquel día rompiste todas las rutinas…
y resulta que Él levantó la vista.

Ya en tu casa,
en la intimidad con quien se había invitado
a hospedarse y comer contigo,
te desahogas, pones sobre la mesa
tus miserias y tus promesas;
y Él levanta la vista,
te mira y te abraza.

Tú te sientes renovado,
con la vida y el destino en tus manos,
y Él levanta los ojos al Padre,
sonríe, le da gracias…
y continúa por otras calles y plazas
en busca de más hermanos y hermanas.

Y tú, no lo retienes
pero te haces discípulo
en tu pueblo, profesión y casa..
Por eso, quizá hoy Él levante su mirada,
nos vea y llame por nuestro nombre
y descubramos todo lo que Dios nos ama,
porque, aunque pecadores, nos quiere en su casa.

*

Florentino Ulibarri,
Fe Adulta

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Cosas maravillosas en nuestra tienda.

Jueves, 3 de noviembre de 2022
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religic3b3n-diversidad-sexual-y-activismo-san-sergio-y-san-baco-santos-gaysAunque ya hemos celebrado ambas jornadas, el artículo merece la pena ser publicado:

En la próxima semana, nuestra iglesia celebra dos días especiales: Solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre) y Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos (2 de noviembre). La publicación de blog de hoy refleja estos dos días desde una perspectiva católica LGBTQ+. Al final de la publicación, encontrará enlaces a dos ejercicios de reflexión espiritual que son nuevas entregas de la serie “Journeys” de New Ways Ministry.

Parte de la novena a los Santos Sergio y Baco dice:

“Nuestro Dios estaba tan orgulloso de vuestro amor y coraje que a la muerte de Baco, cuando Sergio estaba en su punto más bajo y solitario y comenzaba a desanimarse, Dios envió el espíritu de Baco a Sergio para consolarlo con la promesa de que los dos volveríamos a estar juntos en el Cielo.”

Anticipándose a los días festivos de la Solemnidad de Todos los Santos y la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, la narración de los santos emparejados, Sergio y Baco, es una historia de amor que vale la pena recordar, ya que vincula elementos de ambos memoriales.

Según John Boswell,  en su Libro Uniones del mismo sexo en la Europa premoderna, tanto Sergio como Baco eran soldados romanos de alto rango que disfrutaban de una amistad privilegiada con el emperador. Sin embargo, en una ocasión provocaron la ira del emperador por negarse a ofrecer sacrificios a los dioses paganos. Cuando se aferraron a su fe cristiana, el emperador ordenó que fueran despojados de su atuendo militar y desfilar por las calles vestidos con ropa de mujer.

Sin embargo, este edicto, en una sociedad obsesionada con la masculinidad guerrera, no logró humillar a Sergio y Baco. Como cristianos, familiarizados con las Escrituras, cantaron con audacia:

“Nos regocijamos en ti, oh Dios, porque nos has vestido con vestiduras de salvación, y nos has cubierto con manto de justicia; como novias, nos has ataviado con vestidos de mujer y nos has unido para ti a través de nuestra confesión”.

Baco fue azotado hasta la muerte y Sergio encarcelado. Esa noche, Sergio, deprimido y desconsolado por la pérdida de Baco, lloró y gritó: “Hermano y compañero soldado, ya no cantaremos juntos: ‘¡Mirad cuán bueno y cuán agradable es para los hermanos permanecer en unidad!’ Te has desprendido de mí y has subido al cielo, dejándome solo en la tierra, ahora solo, sin consuelo”.

Esa misma noche, después de que Sergio hubo pronunciado estas palabras, el espíritu de Baco se le apareció y le dijo:

“¿Por qué te afliges y lloras, hermano? Si he sido tomado de ti en cuerpo, todavía estoy contigo en el vínculo de la unión… Apresúrate, pues, tú mismo, hermano, a través de la hermosa y perfecta confesión para perseguirme y alcanzarme, cuando hayas terminado el curso. Porque la corona de la justicia para mí es estar con ustedes”.

Al observar la Solemnidad de Todos los Santos el 1 de noviembre, podemos celebrar a todos los santos, tanto conocidos como desconocidos, que sirvieron como discípulos y mártires de Cristo y que ahora se regocijan ante el trono de Dios. Podemos invocar a estos santos en oración; déjate inspirar por su audacia o humildad, y siéntete representado por esta inmensa nube de testigos de toda nación, raza, pueblo y lengua (Apocalipsis 7).

16F086E3-2937-4902-A998-05FD38791DD3Santas Perpetua y Felicidad

Al imitar a estos santos, también podemos reflexionar sobre nuestro propio llamado al discipulado LGBTQ/aliados, ya que muchos de estos santos nos presentan un precedente humano de lo que significa vivir, amar y seguir a Cristo. Santas Perpetua y Felicidad, madres y patronas de las parejas del mismo sexo, amaban a sus hijos, pero estaban dispuestas a morir antes que renunciar a su fe cristiana. Santa Mónica, a través de su fe, dedicación y preocupación por sus hijos, formó a uno de los más brillantes filósofos y santos de todos los tiempos: su hijo, San Agustín de Hipona.

Al honrar a los Fieles Difuntos el 2 de noviembre, reconocemos el “vínculo de unión” que nos rodea a nosotros y a nuestros seres queridos (difuntos) que forman el Cuerpo vivo de Cristo. Permanecemos en la esperanza sabiendo que lo que nos espera al final no es solo estar en la presencia de Dios (el tema de las lecturas de estos dos días) sino también estar en “unidad” con aquellos a quienes amamos mucho, pero perdidos en la muerte. (La promesa de Dios a Sergio fue que “los dos volverían a estar juntos en el cielo”).

Cuando Sergio finalmente fue decapitado, y cuando entregó su espíritu a los ángeles, una voz del cielo dijo:

“Ven, también, Sergus, soldado y vencedor, al Reino preparado para ti. Las huestes de ángeles, las filas de matriarcas y patriarcas, los coros de apóstoles y profetas, las almas de los justos, todos esperan tu llegada para compartir con ellos las cosas maravillosas que allí te esperan”.

En estas fiestas de Todos los Santos y Todas las Almas, que la unidad perdurable de Sergio y Baco, Perpetua y Felicidad, sea un tierno recordatorio de algunas de las cosas maravillosas que también os esperan.

– Dwayne Fernandes, New Ways Ministry, 30 de octubre de 2022

Para mayor reflexión, diario o conversaciones grupales, visite nuestra serie JOURNEYS:

Solemnidad de Todos los Santos

Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos

Fuente New Ways Ministey

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Zaqueo

Domingo, 30 de octubre de 2022
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LOS ÁRBOLES Y EL BOSQUE

Porque soy yo,
porque eres tú
—humano empeño singular
y ningún bosque nos impide
la florecida identidad—,
puedes amarme,
te puedo amar.
Porque somos nos-otros,
te doy, me das
—la voz y el eco mutuamente,
en compartida humanidad—.

´*

Pedro Casaldáliga
El Tiempo y la Espera, 1986

***

  Zaqueo (Lc 19)

Estafador, usurero,
de raquítica estatura,
más que por fuera por dentro;
así era y así son
los soberbios con dinero.

Curioso él y atrevido,
se ha encaramado el primero
a un sicomoro sin higos,
y, escondido entre el ramaje,
quiere observar sin ser visto;
quiere ver bien al Maestro
cuando llegue de camino.
Zaqueo le quiere ver,
pero no quiere ser visto.
Parece querer jugar
con Jesús al escondite,
ignorando que es Jesús
el que le busca y persigue.

“¡Baja, por favor, Zaqueo!
-le dice al pasar Jesús-
porque, hoy, hospedarme quiero
en tu casa y con los tuyos,
¡vamos a hablar de dineros!

¿Qué le diría a Zaqueo
aquella tarde Jesús
que, alegre, feliz, contento,
reconoció sus usuras
y devolvió los dineros?

En Jericó, en otro tiempo,
se quebraron las murallas
al son de trompas y cuernos,
mas, hoy, se han venido abajo,
-sin estrépito, sin truenos,-
las mil torres que cercaban
el corazón de Zaqueo.
Sin estrépito en el cerco,
sin las trompetas de plata
y sin los gritos del pueblo,
hoy cayeron las murallas
del corazón de Zaqueo.

¡Tus murallas han caído,
porque te miró el Maestro!

Ya no hay de qué avergonzarte,
ya eres de verdad pequeño,
ya te hiciste como un niño,
¡como los grandes del Reino!

*

José Luis Martínez SM

***

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

“Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.”

Él bajo en seguida y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:

– “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor:

“Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.”

Jesús le contestó:

“Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.”

*

Lucas 19, 1-10

***

 

Hoy os hablaré de la pobreza. Debemos permanecer fieles, de manera simultánea, al pensamiento mismo de Cristo y a la solicitud concreta de nuestro amor por los que sufren las injusticias y la miseria. Por consiguiente, es a la luz de una comprensión cada vez más profunda del Evangelio, que debemos redescubrir cada día, como debe ir formándose poco a poco en el fondo de nuestro corazón, en nuestros reflejos, en nuestros juicios -en una palabra, en todo nuestro comportamiento-, el verdadero pobrecito de Jesús, tal como él lo desea, tal como él lo quiere. Una pobreza así está llena de alegría y de amor, y debemos esmerarnos en evitar oponer a esta pobreza, que es cosa delicada y divina, una falsificación humana que tal vez tuviera su apariencia, que tal vez pudiera hasta parecer a algunos más «materialmente» auténtica, pero correría el riesgo de resolverse en dureza, en juicios sumarios, en condenas, en desunión, en rupturas de la caridad. Seremos pobres porque el espíritu de Jesús estará en nosotros, porque sabemos que Dios es infinitamente sencillo y pobre de toda posesión y, sobre todo, porque queremos amar como él a los pobres y compartir su condición [….]

Recordad siempre que el amor consuma todo en Dios, que el amor condujo a Cristo a la tierra y que los hombres siempre tienen sed de amor. Si vuestra pobreza no es simplemente un rostro de amor, no es auténticamente divina. Las exigencias de la pobreza no pueden estar por encima de las exigencias de la caridad: desconfiad de las falsificaciones demasiado humanas de la pobreza. La tentación del pobre son la envidia, los celos, la aspereza del deseo, la condena de todos los que poseen más que él.

*

René Voillaume,
Come loro,
Cinisello B. 1987, pp. 412ss).

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“Jesús ama a los ricos”. 31 Tiempo ordinario – C (Lucas 19,1-10)

Domingo, 30 de octubre de 2022
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El encuentro de Jesús con el rico Zaqueo es un relato conocido. La escena ha sido muy trabajada por Lucas, preocupado tal vez por la dificultad que encontraban algunas familias ricas para integrarse en las primeras comunidades cristianas.

Zaqueo es un rico bien conocido en Jericó. «Pequeño de estatura», pero poderoso «jefe de los recaudadores» que controlan el paso de mercancías en una importante encrucijada de caminos. No es un hombre querido. La gente lo considera «pecador», excluido de la Alianza. Vive explotando a los demás. «No es hijo de Abrahán».

Sin embargo, este hombre quiere ver «quién es Jesús». Ha oído hablar de él, pero no lo conoce. No le importa hacer el ridículo actuando de manera poco acorde con su dignidad: como un chiquillo más, «corre» para tomar la delantera a todos y «se sube a una higuera». Solo busca «ver» a Jesús. Probablemente ni él mismo sabe que está buscando paz, verdad, un sentido más digno para su vida.

Al llegar Jesús a aquel punto, «levanta los ojos» y ve a Zaqueo. El relato sugiere un intercambio de miradas entre el profeta defensor de los pobres y aquel rico explotador. Jesús lo llama por su nombre: «Zaqueo, baja enseguida». No hay que perder más tiempo. «Hoy mismo tengo que alojarme en tu casa y estar contigo». Jesús quiere entrar en el mundo de este rico.

Zaqueo le abre la puerta de su casa con alegría. Le deja entrar en su mundo de dinero y poder, mientras en Jericó todos critican a Jesús por haber entrado «en casa de un pecador».

Al contacto con Jesús, Zaqueo cambia. Empieza a pensar en los «pobres»: compartirá con ellos sus bienes. Se acuerda de los que son víctimas de sus negocios: les devolverá con creces lo que les ha robado. Deja que Jesús introduzca en su vida verdad, justicia y compasión. Zaqueo se siente otro. Con Jesús todo es posible.

Jesús se alegra porque la «salvación» ha llegado también a esa casa poderosa y rica. A esto ha venido él: «a buscar y salvar lo que está perdido». Jesús es sincero: la vida de quienes son esclavos del dinero son vidas perdidas, vidas sin verdad, sin justicia y sin compasión hacia los que sufren. Pero Jesús ama a los ricos. No quiere que ninguno de ellos eche a perder su vida. Todo rico que le deje entrar en su mundo experimentará su fuerza salvadora.

José Antonio Pagola

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“El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Domingo 30 de octubre de 2022 Domingo 31º del Tiempo Ordinario

Domingo, 30 de octubre de 2022
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56-ordinarioc31-cerezoLeído en Koinonia:

Sabiduría 11, 22-12,2: Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los seres.
Salmo responsorial: 144:  Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
2Tesalonicenses 1, 11-2, 2Que Cristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él.
Lucas 19, 1-10: El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido

La primera lectura es una bella oración meditativa sobre Dios, que nos posibilita hacer unas reflexiones menos habituales.

Solemos hablar a y escuchar hablar sobre Dios como algo ya sabido, como algo que, por definición, no necesita replanteamiento. Ello ha empezado a cambiar, a la altura de la crisis que atraviesan las religiones, ante la constatada «crisis de Dios» (Gotteskreise, Juan Bautista Metz), crisis que ya nadie considera coyuntural o pasajera, sino epocal. Algo muy profundo está cambiando en la cultura y en la conciencia humana, que hace que ese concepto central que ha brillado con luz propia en el centro del firmamento mental de la humanidad durante los últimos milenios, el de Dios, se opaque y entre en lo que ya Martín Buber llamó el «eclipse de Dios».

La lectura de hoy del libro de la Sabiduría habla muy correctamente a Dios, y no lo presenta con ninguno de los rasgos éticamente menos adecuados, de los que hemos tenido que purificar tantas veces la imagen de Dios, no; este texto presenta una bella e impecable imagen de Dios… sólo que no deja de utilizar un lenguaje «teísta».

La palabra «Dios» viene de deus en latín, que a su vez viene de theos en griego. Aunque el concepto tiene orígenes más antiguos, para nuestra cultura occidental fueron ellos, los filósofos griegos, quienes lo configuraron definitivamente. Siempre que decimos dios estamos evocando el theos griego, pues nos servimos de un concepto suyo, que además fue heredado y trasmitido culturalmente. No importa que personalmente quisiéramos matizar la palabra; la palabra está ya «ocupada» en nuestra cultura, y el concepto que le está asociado está registrado en el subconsciente colectivo, como un tipo de divinidad que está «ahí afuera, ahí arriba», en una especie de segundo piso celestial, desde donde puede intervenir en nuestro mundo, para revelarse, para actuar, para reaccionar… en función de su manera de ser, concebida muy antropomórficamente (los dioses piensan, aman, deciden, se ofenden, se arrepienten, perdonan… como nosotros, que al fin y al cabo estaríamos hechos «a su imagen y semejanza» –¿y viceversa?–).

Concebir la razón y el misterio supremos de la Realidad en forma de theos (en sentido genérico), eso es lo que llamamos «teísmo». Es un «modelo» de representación del Misterio, una forma de imaginar y de relacionarnos con el Misterio que hemos llamado Dios. Con mucha frecuencia ese «modelo» nos ha resultado transparente: no se veía, ni siquiera éramos conscientes de su mediación. Nos parecía como que nuestro hablar de Dios evocaba automáticamente su descripción directa, en vez de caer en la cuenta de que simplemente utilizábamos un modelo (theos), y que al Misterio que denominábamos con ese nombre, se le podría concebir con otros modelos muy diferentes. Podríamos, en efecto, pensar –y amar– a la Divinidad de un modo no teísta… Porque hay religiones no teístas. El judeo-cristianismo ha tenido una expresión teísta constante en la historia, pero hoy sabemos que aunque ese modelo teísta nos haya acompañado de modo permanente, no es esencial al cristianismo, ni le resulta imprescindible.

Más aún. La evolución de la espiritualidad –sin descartar el influjo de otras religiones– hace sentir a muchos cristianos un no disimulado malestar ante el uso y abuso del teísmo en nuestra tradición. Son cada vez más los que abogan por colocar al teísmo en su sitio, en una consideración simplemente mediacional: es una mediación, con sus ventajas y sus dificultades. Las dificultades no son pocas, y son crecientes en nuestra sociedad de mentalidad crítica; no faltan teólogos que postulan su superación. La alternativa al teísmo no es el ateísmo, obviamente, sino el pos-teísmo: una consideración y una (no-)representación de la Divinidad más allá del modelo del teísmo…

El tema es profundo y desafiante. Merece la pena prestarle atención, para no quedarnos en «la fe del carbonero», la fe acrítica, repetitiva y fundamentalista. (John Shelby SPONG es un obispo-teólogo anglicano -que está comenzando a ser conocido en el ámbito latino- que está escribiendo bastante sobre el tema; véase Un cristianismo nuevo para un mundo nuevo, en la colección Tiempo Axial, tiempoaxial.org; también la Agenda Latinoamericana’2011, dedicada ese año al tema de la religión, abordó en varios artículos el tema del teísmo y la necesidad de renovar las imágenes de Dios –puede tomarse esa Agenda de su página digital: latinoamericana.org/digital–.

En el evangelio de hoy, Jesús nos enseña hoy que el Padre–Dios no deja de ser el mismo, siempre compasivo perdonador, amigo de la vida, siempre saliendo al encuentro de sus hijos y construyendo con ellos una relación nueva de amor. Las lecturas de este domingo son una preciosa descripción de este comportamiento de Dios con la persona humana. Nos dicen que Dios ama entrañablemente todo lo que existe, porque su aliento de vida está en todas las cosas.

El episodio de la conversión de Zaqueo se encuentra en el itinerario o “camino” de Jesús hacia Jerusalén y sólo lo encontramos narrado por el evangelio de Lucas. En él pone de manifiesto el evangelista, una vez más, algunas de las características más destacadas de su teología: la misericordia de Dios hacia los pecadores, la necesidad del arrepentimiento, la exigencia de renunciar a los bienes, el interés de Jesús por rescatar lo que está “perdido”. Este evangelio es una ocasión excelente para recordar que éstos son los temas que se destacan en el material particular de la tradición lucana y que resaltan la predilección de Jesús por los pobres, marginados y excluidos.

El relato nos muestra la pedagogía de Dios, en la persona de Jesús, hacia aquellos que actúan mal. Dios es paciente y compasivo, lento a la ira y rico en misericordia, corrige lentamente, respeta los ritmos y siempre busca la vida y la reconciliación. En este sentido, Dios es definido como “el amigo de la vida”, y buscando ésta, su auténtica gloria, sale hacia el pecador y lo corrige, le brinda su amor y lo salva.

Muy seguramente nosotros, por nuestra incapacidad de acoger y perdonar, no hubiéramos considerado a Zaqueo como un hijo bienaventurado de Dios, como no lo consideraron sus paisanos que murmuraron contra Jesús diciendo: “Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador”. Decididamente, Jesús y sus coetáneos creían en un Dios diferente. Por eso pensaban también de forma diferente. Para el judaísmo de la época el perdón era cuestión de ritos de purificación hechos en el templo con la mediación del sacerdote, era un puro cumplimiento; para Jesús la oferta del perdón se realiza por medio del Hijo del hombre, ya no en el templo sino en cualquier casa, y con ese perdón se ofrece también la liberación total de lo que oprime al ser humano.

Por eso, la actitud de Jesús es sorprendente, sale al encuentro de Zaqueo y le regala su amor: lo mira, le habla, desea hospedarse en su casa, quiere compartir su propia miseria y su pecado (robo, fraude, corrupción) y ser acogido en su libertad para la conversión.

La actitud de Jesús es la que produce la conversión que se realiza en la libertad. Todo lo que le pasa a Zaqueo es fruto del amor de Dios que actúa en su hijo Jesús, es la manifestación de la misericordia y la compasión de Dios que perdona y da la fuerza para cambiar. De esta manera la vida se reconstruye y me puedo liberar de todas las ataduras que me esclavizan, puedo entregarlo todo, sin miedos y sin restricciones.

Con esta actitud, Zaqueo se constituye en prototipo de discípulo, porque nos muestra de qué manera la conversión influye en nuestra relación con los bienes materiales; y en segundo lugar nos recuerda las exigencias que conlleva seguir a Jesús hasta el final. Aquí la salvación que llega en la persona de Jesús opera un cambio radical de vida.

No dudemos que Jesús nos está llamando también a nosotros a la conversión, nos está invitando a que cambiemos radicalmente nuestra vida. No se lo neguemos, no se lo impidamos. El Señor nos propone unirnos a El, ser sus discípulos y a ejemplo de Zaqueo ser capaces de despojarnos de todo lo que no nos permite vivir auténticamente como cristianos. Esta misma experiencia es la de muchos otros testigos de Jesús que, mirados por El, se convirtieron, renació su dignidad, y recuperaron la vida. Aceptemos la mirada de Jesús, dejemos que El se tropiece con nosotros en el camino e invitémoslo a nuestra casa para que Él pueda sanar nuestras heridas y reconfortar nuestro corazón. No tengamos miedo, dejémonos seducir por el Señor, por el maestro, para confesar nuestras mentiras, arrepentirnos, expresar nuestra necesidad de ser justos, devolver lo que le hemos quitado al otro… No dudemos, Jesús nos dará la fuerza de su perdón. El Señor está con nosotros para que experimentemos su amor. El ya nos ha perdonado, por eso es posible la conversión.

El caso de Zaqueo puede ser iluminador para el tema de la opción por los pobres. En la polémica oficial contra esta opción que sacaron a la luz la teología y la espiritualidad latinoamericanas, se insistió mucho en que no podría tratarse sino de una opción «preferencial», no de una «opción por los pobres» sin más, porque sin aquel adjetivo podría entenderse como una opción «exclusiva o excluyente»… Pero el adjetivo «preferencial» rebaja y diluye la esencia de la opción por los pobres, porque quien opta por los pobres preferencialmente, se entiende que opta también por los ricos, aunque sea menos preferencialmente… Una opción preferencial es una opción que no acaba de optar, que no quiere definirse, que no toma partido, que «se queda encima del muro», como dice la expresión brasileña…

Jesús opta por los pobres, mira la vida desde su óptica, es uno de los pobres, y comparte con ellos su causa. Evidentemente, no excluye a las personas ricas, y ése es el caso de Zaqueo. Pero Jesús no es neutral en el tema de riqueza-pobreza. Su encuentro con Zaqueo no deja a éste indiferente: Jesús lo desafía a pronunciarse, incluso económicamente. Jesús no excluye a Zaqueo, ni a ninguna otra persona rica, pero «sí excluye el modo de vida de los ricos», exigiéndoles la justicia y el amor. La opción por los pobres no excluye a ninguna persona (¡al contrario, desearía alcanzar y cambiar a todos los que no asumen la causa de los pobres!). Lo que excluye es la forma de vida de los ricos, la opresión y la injusticia. Buen tema éste para enfocar la homilía sobre la opción por los pobres. Leer más…

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30.10.22. Iglesia de Zaqueo, el publicano (Dom 31 TO, Lc 19, 1-10).

Domingo, 30 de octubre de 2022
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E92AEA5F-A2CF-4AE0-9795-CE1A7899A44ADel blog de Xabier Pikaza:

Este pasaje responde al tema de fondo domingo anterior (fariseo y publicano), con la conversión del publicano, que se llama ahora Zaqueo, no del fariseo. Culmina también el tema de  la riqueza y la justicia en el evangelio de Lucas (ciclo litúrgico C). 

Domingo tras domingo hemos venido comentando pasajes y parábolas, dichos y sentencias sobre el dinero.Ellos desembocan y se aclaran de algún modo, en esta inmensa y dramática figura de Zaqueo, oficial de publicanos (ministro de hacienda), hombre rico, que recibe la visita de Jesús y propone un plan radical de conversión, en nombre propio y quizá de los publicanos del entorno. Éste es un pasaje simbólico, de escalofriante actualidad, programa de un alto oficial de la economía de Judea.  Todo a medias, ése es un programa de fondo que el Papa Francisco parece que quiere aplicar al Vaticano.  No está mal, lo que dice Zaqueo este domingo, que he dedicado a su nombre.

Texto. Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Él bajo en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituyo cuatro veces más Jesús le contestó: “Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.”

Texto simbólico y realísimo, creado posiblemente por Lucas, para condensar el mensaje de Jesús sobre el dinero, desde la perspectiva de los publicanos. Evidentemente, ha recogido y transformado las tradiciones anteriores sobre los publicanos y sobre Jesús, que comía con ellos ofreciéndoles el Reino de Dios (cf. Mc 2, 15-16 par; Lc 5, 27).De un modo especial, ha retomado el tema del publicano de la parábola anterior (del fariseo y publicano: Lc 18, 11-13). Se trata de un texto simbólico, tanto por el nombre como por el lugar y las circunstancias:

 Zaqueo es una abreviatura popular de Zacarías, que significa “Dios se acuerda” (Dios tiene misericordia). También parece vinculado la terminología de la justicia (zedaka), de manera que se suele tomar como equivalente a Justo (hombre limpio). Es evidente que “Dios se ha recordado de él”, ha entrado en su casa. Jericó es la última etapa de la subida de Jesús a Jerusalén. En el camino de Jericó han sucedido grandes cosas, como las que indica la parábola del buen Samaritano. Aquí, en Jericó, se hallaba una de las “aduanas” y oficinas de impuestos más importantes de la zona oriental de Judea; por aquí pasaban caravanas y caminos. Era un lugar apropiado para señalar la última exigencia del evangelio de Jesús en torno a la pobreza.

Zaqueo es pequeño y tiene que subirse a la higuera (que es signo de la mala Jerusalén que corre el riesgo de no dar frutos: Mc 11, 13-21). Pero, subiéndose a la higuera, por encima de ella, Zaqueo logra ver a Jesús, que se invita a su casa.. Quizá no sucedió de esa manera, pero marca y dice lo que debe suceder en todo tiempo, en la Iglesia y el Estado, allí donde Jesús va de camino y donde alguien quiere recibirle en casa… y no quedar fuera, como aficionado curioso de turno, que mira la ceremonia desde fuera.

Anotación primera. Todo es dinero La gente va de fiesta, con curiosidad, por ver y escuchar a Jesús. Pero Zaqueo no va de fiesta, sino que quiere recibir de verdad a Jesús, ofrecerle su casa, escucha su palabra… A así lo hace. Parece que quiere a Jesús pero al final parece que el tema que más le escuece e interesa es el dinero. 

De manera clásica, el fariseo de Lc 18, 9-14 aparecía realizando los tres los tres gestos religiosos tradicionales de la piedad israelita: oraba, ayunaba y daba el diezmo o limosna requerida, según ley (son los tres gestos centrales de la conversión que aparecen en Mt 6, 1-18, la catequesis central sobre el tema).‒ Pues bien, ahora vemos que esos tres elementos se condensan en uno (la limosna, el dinero). Orar y ayunar son secundarios, ellos culminan y se centran en el buen uso del dinero.

Cómo se convierte el publicano La gente acusa a Jesús diciendo que “ha entrado en casa de un pecador”. De esa forma supone que Zaqueo no puede convertirse (es mal publicano y mal publicano permanecerá); de esa forma indica que Jesús es un mal Mesías, pues no se ocupa de las cosas de la religión, sino que se mezcla con los ladrones oficiales, dejándose invitar por ellos. Pero Jesús no ha entrado en casa de Zaqueo simplemente para saludarle, dejando las cosas como estaban, sino para solidarizarse con él… (¡que también es hijo de Abrahán, objeto del cuidado y recuerdo de Dios!) y para que él cambie de un modo profundo (pues lo más profundo de un publicano son siempre sus dineros).

En el centro de la escena está el dinero. El relato no conservar las conversaciones y saludos anteriores, a lo largo de la comida, sino sólo la palabra final de Zaqueo que dice: ¡doy la mitad de mis bienes, restituyo cuatro veces…! El encuentro con Jesús ha hecho cambiar al publicano. Jesús entra en la casa de ese hombre que “estaba perdido”, aunque era hijo de Abrahán (israelita). Con Jesús entra la salvación, que se expresa en el cambio económico. Éste es un publicano que pone su casa (su administración del dinero) en la línea del mensaje de Jesús.

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El extraño caso del explotador que se convierte. Domingo 31. Ciclo C

Domingo, 30 de octubre de 2022
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ierihon_zacheuDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

El protagonista del evangelio de hoy es un jefe de publicanos y rico. Este término no sugiere al lector actual del evangelio el odio y desprecio que sentía el pueblo judío hacia los miembros de esta profesión, que trabajaban al servicio de los romanos y oprimían al pueblo con el cobro de los impuestos. El antiguo publicano no tiene nada que ver con el banquero actual. Pero el odio que suscitan los banqueros en mucha gente desde hace unos años ayuda a entender el evangelio más que una larga exposición histórica sobre los publicanos. Sobre todo, cuando el banquero se ha enriquecido, mientras quienes depositaron su dinero en el banco lo han perdido todo o casi todo.

¿Mandamos a todos los ricos al infierno?

Hasta ahora, en su evangelio, Lucas no se ha limitado a defender a los pobres y a anunciarles un futuro definitivo mejor. Ha criticado también con enorme dureza a los ricos. Ha puesto en boca de María, en el Magníficat, unas palabras más propias de una anarquista que de una monja de clausura, cuando alaba a Dios porque «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos.»

Y Jesús se muestra aún más duro en el Discurso de la llanura (equivalente al Sermón del Monte de Mateo): «¡Ay de vosotros, los ricos, porque recibís vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados, porque pasaréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque lloraréis y haréis duelo! (Lc 6,24-25). El ejemplo más claro del rico que llora y hace duelo es el de la parábola del rico y Lázaro, que no podrá disfrutar de una eternidad feliz.

¿Significa esto que ningún rico puede salvarse? El episodio del rico que pretende seguir a Jesús, aunque al final desiste porque no es capaz de renunciar a su riqueza, demuestra que un rico puede salvarse si observa los mandamientos (Lc 18,18-23).

¿Qué ocurre cuando se trata de un rico explotador? La respuesta la da Lucas en el evangelio de hoy.

El ejemplo de Zaqueo (Lc 19,1-10)

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»

Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»

Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

Breve comentario

  1. Jesús no le pide a Zaqueo que lo invite a comer, le dice que quiere alojarse en su casa. Se trata de algo mucho más personal. Cuando Jesús continúe su camino, seguirá presente en la casa y la vida de Zaqueo.
  2. La conducta de Jesús resulta escandalosa. Esta vez no escandaliza a fariseos y escribas, a seglares piadosos y teólogos rancios, sino a todos sus seguidores y partidarios, que han aplaudido hasta ahora sus críticas a los ricos.
  3. La diferencia entre Jesús y sus partidarios radica en la forma de considerar al jefe de publicanos. Mientras Jesús lo considera una persona y lo llama por su nombre («Zaqueo, baja…»), sus partidarios lo desprecian («un pecador»). Ellos se dejan guiar por una ideología que condena al rico, mientras que Jesús se guía por la fe («también Zaqueo es hijo de Abrahán») y por su misión de buscar y salvar al que se ha perdido. La historia de Zaqueo recuerda las parábolas del hijo pródigo y de la oveja y la moneda perdidas.
  4. La conducta de Zaqueo supone un cambio radical y muy duro. Sin que Jesús le exija nada, por pura iniciativa, da a los pobres la mitad de sus bienes y está dispuesto a restituir cuatro veces si se ha aprovechado de alguno. Y esto es lo que Lucas pretende enseñar: incluso un rico hipotéticamente injusto puede convertirse y salvarse; pero no basta invitar a Jesús a comer, debe darse un cambio profundo en su vida, con repercusiones en el ámbito económico.

Finalmente, la conducta de Jesús con Zaqueo trae a la memoria el refrán castellano: «más moscas se atraen con una gota de miel que con un barril de hiel». Jesús podía haber criticado y condenado a Zaqueo. Sus seguidores lo habrían aplaudido una vez más. Y Zaqueo habría seguido explotando al pueblo.

Un texto precioso (Sabiduría 11,22-12,2)

La primera lectura es un excelente complemento al evangelio. Muchos piensan que el Dios del Antiguo Testamento es un ser cruel y justiciero, enemigo despiadado del pecador. Quien lea este texto tendrá que cambiar de idea: la actitud de Dios es la misma que la de Jesús con Zaqueo.

Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra. Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido? ¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado? Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. Todos llevan tu soplo incorruptible. Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor.

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Domingo XXXI del Tiempo Ordinario. 30 de 0ctubre, 2022

Domingo, 30 de octubre de 2022
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Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.”

(Lc 19, 1-10)

El fragmento del evangelio de este domingo es precioso. Está lleno hasta los bordes de naturalidad y frescura. Zaqueo, todo un alto funcionario, un señor, subido a un árbol. Jesús que, ni corto ni perezoso, se auto invita a comer en casa ajena.  Y todos los demás, llenos de envidia, se ponen a criticar. Y así me imagino que fue el resto de la comida, todo espontaneidad por parte de unos y otros.

Para meternos más en la escena podemos imaginarnos a algún personaje de hoy (el más famoso que te venga a la cabeza) subido a un árbol. Deseoso de que pase algo que cambie su vida por completo.

Pero como las cosas del Evangelio no son “remedios” para otros, sino invitaciones para quien se aventura por sus páginas, lo mejor será que hoy hagamos un pequeño esfuerzo y nos subamos a algún árbol. A un árbol que nos permita ver el paso de Jesús por nuestra historia personal.

Será bueno ver por dónde tiene pensado pasar Jesús y hacer todo lo posible para provocar el Encuentro. Hay que subirse al árbol aunque nos de miedo caernos, pereza subirnos o vergüenza que nos vean hacer locuras. Precisamente habrá que subir al árbol del miedo, de las críticas ajenas, de la propia vergüenza… esos árboles que crecen junto al borde del camino por el que hoy tiene que pasar Jesús.

Porque solo si nos arriesgamos a subir, podremos recibir la invitación a bajar: “…, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”.

Y bien pensado vale la pena ese pequeño esfuerzo con tal de recibir a un huésped tan especial como Jesús.

Oración

“Alójate hoy en nuestra casa

y llénala de tu salvación.

Damos la valentía necesaria

para convertir la críticas ajenas

en trampolín para llegar más arriba.”

*

Fuente: Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

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Salvarse es compartir.

Domingo, 30 de octubre de 2022
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DOMINGO 31 (C)

Lc 19,1-10

Una vez más se manifiesta la actitud de Jesús hacia los excluidos, que hemos catalogado como malos. Está denunciando nuestra manera de proceder equivocada, es decir, no acorde con el espíritu de Jesús. Cuando el relato lo encontramos solo en Lucas, que fue el último de los tres sinópticos en escribir su evangelio, es muy probable que no sea una tradición original sino que se formó en algún momento de la trayectoria de esa comunidad. Seguramente para responder a problemas que surgieron dentro del grupo. Que sea o no histórico no es lo importante, lo que importa son las enseñanzas que quiere trasmitirnos.

Poco antes de decir Jesús: ¡qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios! Aquí llega la salvación a un rico, que además es pecador público. En las primeras comunidades no había ni publicanos ni ricos. Todos eran pobres judíos que buscaban en Jesús una liberación que no encontraban en su religión. Pero cuando se escribe este evangelio ya se estaban incorporando judíos ricos y gentiles que están representados por Zaqueo. Estos daban el salto al seguimiento sin tener que abandonar su situación social y su trabajo. La única exigencia: salir de la injusticia y pasar a compartir lo que tienen con los que no tienen nada.

En el relato hay que presuponer más cosas y más importantes de las que dice: ¿Por qué Zaqueo tiene tanto interés en conocer a Jesús, aunque sea de lejos? ¿Cómo es que Jesús conoce su nombre? ¿Cómo tiene tanta confianza Jesús para autoinvitarse a hospedarse en su casa? ¿Qué diálogo se desarrolló entre Jesús y Zaqueo para que éste haga una promesa tan radical y solemne? Solo las respuestas a estas preguntas darían sentido a lo que sucedió. Pero es ese itinerario interno de ambos, el que marca la relación profunda entre Jesús y Zaqueo.

La reflexión de este domingo conecta con la del domingo pasado: el fariseo y el publicano. ¿Os acordáis? El creernos seguros de nosotros mismos nos lleva a despreciar a los demás, a no considerarlos; sobre todo, si de antemano los hemos catalo­gado como “pecadores”. Incluso nos sentimos aliviados porque no alcanzan la perfec­ción que nosotros creemos haber alcanzado, y de esta manera podremos seguir mirándolos por encima del hombro. “Todos murmuraban diciendo: ha entrado a comer en casa de un pecador”.

Podemos imaginar la cara de extrañeza y de alegría cuando oye a Jesús llamarle por su nombre; lo que significaría para él que alguien de la categoría de Jesús, no solo no le despreciase, sino que le tratara incluso con cariño. Zaqueo se siente aceptado como persona, recupera la confianza en sí mismo y responde con toda su alma a la insinuación de Jesús. Por primera vez no es despreciado por una persona religiosa. Su buena disposición encuentra acogida y se desborda en total apertura a la verdadera salvación.

Una vez más utiliza Lucas la técnica del contraste para resaltar el mensaje. Dos extremos que podíamos denominar Vida-Muerte. Vida en Jesús, abriéndose a otro hombre con limitaciones radicales. Vida en Zaqueo que, sin saber muy bien lo que buscaba en Jesús, descubre lo que le restituye en su plenitud de humanidad y lo manifiesta con la oferta de una relación más humana con aquellos con los que había sido más inhumano. Muerte en la multitud que, aunque sigue a Jesús físicamente, con su opacidad impide que otros lo descubran. Muerte en “todos”, escandalizados de que Jesús ofrezca Vida al que solo merecía desprecio.

¿Hemos actuado nosotros como Él, a través de los dos mil años de cristianismo? ¿Cuántas veces, con nuestra actitud de rechazo, truncamos esa buena disposición inicial y conseguimos desbaratar una posible liberación? Al hacer eso, creemos defender el honor de Dios y el buen nombre de la Iglesia. Pero el resultado final es que no buscamos lo que estaba perdido y, como consecuencia, la salvación no llega a aquellos que sinceramente la buscan. Como Zaqueo, hoy muchas personas se sientes despreciadas por los dirigentes religiosos, y además, los cristianos con nuestra actitud, seguimos impidiéndoles ver al verdadero Jesús.

Muchas personas que han oído hablar de Jesús quisieran conocerlo mejor, pero se interpone la “muchedumbre” de los cristianos. En vez de ser un medio para que los demás conozcan a Jesús, somos un obstáculo que no deja descubrirlo. ¡Cuánto tendría que cambiar nuestra religión para que en cada cristiano pudiera descubrirse a Cristo! Estar abiertos a los demás es aceptar a todos como son, no acoger solamente a los que son como yo. Si la Iglesia propone la actitud de Jesús como modelo, ¿por qué se parece tan poco nuestra actitud a la de Jesús?

Siempre que se ha consumado una división entre cristianos, habría que preguntarse quién tiene más culpa, el que se equivoca pero defiende su postura con honradez o la intransigencia de la iglesia oficial, que llena de desespe­ranza a los que piensan de distinta manera. Lutero no pretendía una separación de Roma, sino una purificación de los abusos que los jerarcas de la iglesia estaban cometiendo. ¿Quiere decir esto que Lutero era el bueno y el Papa el malo? Ni mucho menos; pero con más comprensión y menos soberbia se hubiera evitado la división.

Hacer nuestro el espíritu de Jesús es caminar por la vida con el corazón y los brazos siempre abiertos. Estar siempre alerta a los más pequeños signos de búsqueda. Acoger a todo el que venga con buena voluntad, aunque no piense como nosotros; incluso aunque esté equivocado. Estar siempre dispuestos al diálogo y no al rechazo o la imposición. Descubrir que lo más importante es la persona, no la doctrina ni la norma ni la ley.

No acogemos a los demás, no nos paramos a escuchar, no descubrimos esa disposición inicial que puede llevar a una conversión. La acogida con sencillez tendría que ser la postura de los seguidores de Jesús. Apertura incondicional a todo el que llega a nosotros con ese mínimo de disposición, que puede reducirse a simple curiosidad, como en el caso de Zaqueo; pero que puede ser el primer paso de un auténtico cambio. No terminar de quebrar la caña cascada, no apagar la mecha que todavía humea, ya sería una postura interesante; pero hay que ir más allá. Hay que tratar de restablecer y vendar la caña cascada y avivar la mecha que se apaga.

El final del relato no tiene desperdicio: “He venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. ¿Cuándo nos meteremos esto en la cabeza? Jesús no tiene nada que hacer con los perfectos. Solo los que se sienten perdidos podrán ser encontrados por él. Esto no quiere decir que Jesús tenga la intención de restringir su misión. Lo que el relato deja claro es que todos necesitamos avanzar. Solo el que tiene conciencia de estar enfermo buscará un médico.

El relato desmonta el cacareado discurso populista de que Jesús hizo una opción preferencial por los pobres. Sería cierto si entendemos por pobreza la carencia de humanidad. Jesús intentó librar al hombre de su pobreza material, que le impedía desplegar su propia humanidad y también liberar al rico de su riqueza que le impide ser humano con los demás. Es fácil liberar al pobre de su pobreza que no depende de él y está deseando superar. Es más difícil liberar al rico porque está encantado con sus privilegios y no desea otra cosa.

Meditación

Solo lo que está perdido necesita ser buscado.
No se trata de sentirse “indigno pecador”.
Se trata de tomar conciencia de la dificultad del camino
y sentir la necesidad de ayuda para alcanzar la meta.
Si me empeño en caminar en solitario, seguro que me perderé.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Zaqueo.

Domingo, 30 de octubre de 2022
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Lc 19, 1-10

«Al ver esto, todos murmuraban»

Hay escenas del evangelio que se prestan especialmente a la contemplación, y ésta es una de ellas. Su mensaje de fondo es que Jesús no considera al pecador un ser malvado, sino necesitado, y ésa es una de las mejores noticias que podíamos recibir. Pero, aparte del mensaje, este pasaje nos invita a disfrutar contemplando un suceso que muestra fielmente su independencia de juicio y su libertad de acción.

Imaginemos Jericó en tiempos de Jesús; un vergel de palmeras y pinos silvestres en las cercanías del Jordán. La benignidad de su clima y la belleza de su paisaje hacían de esta población un lugar idóneo para residir, y no eran pocos los personajes notables de Jerusalén que la habían adoptado como lugar de residencia. Bien es cierto que el fenómeno de masas surgido en Galilea en torno a Jesús no tenía demasiado eco en Judea, pero su fama de líder poderoso le había convertido en un personaje conocido por muchos judíos.

No es extraño, por tanto, que cuando sus habitantes le vieron acercarse rodeado de un amplio séquito de galileos camino de Jerusalén, saliesen para recibirle en la puerta del Este. Como ocurre en estas ocasiones, los notables de la ciudad se esforzaban por no pasar inadvertidos, y es de suponer que se disputaban el honor de hospedar al profeta y sus amigos más íntimos en sus casas.

Entró pues Jesús en la ciudad rodeado de personas importantes que le estrujaban y le agobiaban con mil atenciones superfluas. De pronto, y ante el asombro de todos, detuvo su marcha, miró a un hombre que se hallaba subido a un árbol para verle mejor, y le dijo: «Zaqueo … hoy me hospedaré en tu casa».

Zaqueo era el jefe de los publicanos de Jericó; un hombre, por tanto, muy rico, aunque proscrito y odiado por causa de su profesión. Por eso, cuando la gente importante que acompañaba a Jesús se vio preterida por un pecador público, quedó atónita y escandalizada. Ya no le aclamaban ni le apretujaban, y una oleada de murmullos de desaprobación llenó la escena. El espectáculo había terminado de la forma más inesperada,

No conocían a Jesús. Ignoraban que para él los importantes no eran los sabios, los ricos o los poderosos, sino los necesitados —aunque en este caso la necesidad no fuese de índole económica—. Tampoco sabían que nunca le detenían los prejuicios o el qué dirán, y que no tenía ningún reparo en que le viesen en compañía de personas aborrecidas por todos.

Y es que, con su actitud, Jesús quería mostrarles que lo importante son las personas; que los tenidos por pecadores son en realidad los más necesitados de ayuda, y que él no los despreciaba, sino que, por el contrario, les prestaba el apoyo que necesitaban. Y lo hacía a su manera; liberándoles de la vergüenza, la humillación y el sentido de culpa que con tanto ahínco fomentaban en ellos los tenidos por buenos.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Altura social y pequeño de estatura.

Domingo, 30 de octubre de 2022
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zaqueo(Lc 19, 1-10)

Zaqueo era un personaje de altura social, encumbrado por su status de jefe de publicanos, es decir, judío importante que colaboraba con Roma para cobrar impuestos a la gente del pueblo al que pertenecía.

Hay que recalcar que no era un simple publicano sino jefe de publicanos con un equipo de recaudadores que gestionaban el cobro de impuestos.

Estaba situado en un perfil que podríamos llamar “prestigio-desprecio”. La gente que tenía un recaudador judío para los pagos al Imperio Romano no debía mirar con buenos ojos a estos tipos.

Pero el evangelio añade más información sobre Zaqueo: además de una privilegiada profesión, era rico.

No hace falta haber estudiado economía y finanzas para comprender que debía ser fácil la corruptela de inflar las cantidades que Roma quería recaudar y fueran quedándose en los bolsillos de los que las administraban. Esto es un clásico en la historia de la humanidad. Lo sabemos.

Zaqueo, que tenía altura social, no le pasaba lo mismo con su altura física, era pequeño de estatura. Pero hay que reconocer que cuando algo le interesaba no le importaba hacer incluso el ridículo. Era un hombre con empuje.

“Trataba de ver a Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío”, ya hemos dicho que era bajo de estatura. “Corriendo más adelante se subió a una higuera para verlo, porque tenía que pasar por allí”.  Ni corto ni perezoso, con decisión, sin que le importara qué dirían de él, estuvo subido a un árbol aguantando miradas. Podemos imaginarlo, además, vestido con un traje que denotara su posición social. Impresionante.

¿Qué habría escuchado de Jesús para atreverse a hacer lo que hizo? Sólo verle pasar. No creo que esperara nada más.

“Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Dice el texto que “él se dio prisa en bajar”, más que prisa debió ser el sobresalto de emoción al escuchar lo que Jesús le decía. “Y lo recibió muy contento”, en su casa, en su espacio vital; él que sólo pensó lo vería a vista de pájaro.

Pero, los que vieron entrar a Jesús en casa del jefe de publicanos “al ver esto, murmuraban diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.

Aquí empieza la reflexión. Quizás Zaqueo empezó la repartición de la mitad de sus bienes a los pobres y restituyendo cuatro veces más lo que hubiera defraudado, haciendo un repaso a sus miserias como recaudador y rico, frente a la figura de Jesús que se dejó acoger por él.

Aquel día puede ser hoy o cualquier otro día. “También este es hijo de Abrahán”, le devuelve a su dignidad. “Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Toda persona es hija de Dios e importante para ser salvada.

Zaqueo nos da que pensar. Hay un primer paso y él lo dio para conocerte.

¿Cómo llegar a Tu comprensión mirando a los que ponen precio a los recursos naturales, la salud, la educación, la justicia, los derechos humanos, al cuidado del planeta, a la vida de la gente?

¿Cómo llegar a Tu comprensión si apartamos la vista para no ver a quienes buscan una vida digna y se van quedando por el camino?

Subámonos, como Zaqueo, a una higuera para ver el mundo desde esa perspectiva y llevemos para leer el Libro de la Sabiduría (Sb 11, 22-12,2): “Te compadeces de todos, porque todo lo puedes y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste. (…) Por eso corriges poco a poco a los que caen, los reprendes y les recuerdas su pecado, para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor”.

Echemos una mano en la búsqueda y ayudemos a salvar lo que está echado a perder.

Mari Paz López Santos

2022.10.30 – FEADULTA

 Fuente Fe Adulta

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El amor transforma

Domingo, 30 de octubre de 2022
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300B25B5-D100-47F2-8B9A-104057FD332CDomingo XXXI del Tiempo Ordinario

30 octubre 2022

Lc 19, 1-10

El relato del encuentro de Jesús con Zaqueo contiene una extraordinaria riqueza, que se manifiesta incluso en los detalles aparentemente más insignificantes, cuando se leen en clave simbólica, en la que, con seguridad, fue escrito. En el texto cabe distinguir, al menos, cinco escenas: la situación de Zaqueo, su actitud, la actitud de la gente, la actitud de Jesús y el resultado final.

Zaqueo era “jefe de publicanos y rico”, pero al mismo tiempo, por su profesión, objeto de desprecio manifiesto por parte, no solo de la gente más religiosa, sino de la mayor parte del pueblo. Desprecio que lo condenaba a la marginación social.

Sin embargo, aun en esa situación, algo le impulsa a buscar, llegando al extremo de un comportamiento manifiestamente ridículo -subirse a una higuera- para un hombre de su rango económico.

Jesús lo ve, le habla y se invita a su casa, afrontando las murmuraciones de la gente, para quienes alguien se contaminaba por el hecho de entrar en la casa de un pecador. Pero Jesús es libre frente a críticas y prejuicios. Él es un hombre que “ve” a Zaqueo en su corazón -el que era un “hijo del demonio” para la gente, es visto por Jesús como un “hijo de Abraham”-, toma la iniciativa y hace posible el encuentro con aquel con quien nadie quería encontrarse.

El efecto es sorprendente: Zaqueo “se pone en pie” -es decir, recupera su dignidad humana- y libera, a la vez, su anhelo de justicia y su capacidad de amar. Y ello fue posible porque se sintió “visto” en su corazón.

Y el relato culmina con una frase que, según el autor del evangelio, sintetiza toda la existencia de Jesús y constituye el “programa” de vida de toda persona sabia: “buscar y salvar lo que estaba perdido”, es decir, ayudar a pasar de la ignorancia y del sufrimiento a la comprensión y a la vida plena.

¿Qué evoca en mí cada una de las cinco escenas?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Zaqueo: Zacarías, que significa: Dios me recuerda con afecto.

Domingo, 30 de octubre de 2022
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índiceDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Zaqueo: Dios me recuerda, me salva “Hoy”

    Zaqueo es una contracción, como un diminutivo de Zacarías, que significa: Dios me recuerda. Es algo de lo que significa Jesús: Dios salva. Dios no se olvida de nosotros.

“hoy” (no mañana)hoy ha entrado la salvación a esta casa”

La salvación del Dios de Jesús ha acontecido ya, Hoy estamos salvados: Hoy tengo que alojarme en tu casa. Hoy ha entrado la salvación a esta casa, (Lc 19,5.9).

Es la teología lucana (S Lucas) que nos hace ser conscientes de que hoy –no mañana- hoy estamos salvados.

  • El hoy del evangelio de Lucas es radical. La salvación ya está entre nosotros: estamos salvados hoy, no mañana. San Lucas lo repite de comienzo a fin de su evangelio:
  • Cuando Jesús nace en Belén la noticia se difunde a los pastores (marginados): Hoy os ha nacido, un Salvador, (Lc 2, 11).
  • En su “discurso programático, al comienzo de su ministerio, tras leer la Escritura Jesús dice: la sinagoga: Hoy se cumple ante vosotros esta Palabra, (Lc 4, 21).
  • Ahora con Zaqueo ocurre lo mismo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa.
  • Al pobre Pedro le pasó algo por el estilo: Pedro se acuerda de que el Señor le había dicho; Hoy mismo, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces y arrepentido llora amargamente, (Lc 22, 61)
  • Y fue lo último que Jesús hizo en este mundo: le dijo (al buen ladrón): Hoy estarás conmigo en el Paraíso. (Lc 22, 61)
  • No estaría de más una revisión de la asignatura pendiente de las indulgencias, del “perdón a plazos” del purgatorio, etc.
  • La salvación está ya, hoy, en nuestra historia.

Estamos, pues, en un ámbito, en una historia de salvación.Hoy (no mañana) estamos salvados

Desde esta teología de Lucas  nos haría bien una revisión de la doctrina del purgatorio.

Zaqueo era archi (jefe) de publicanos: cobrador y ladrón de impuestos para el Imperio romano (poder opresor).

    Lo de los publicanos en san Lucas tiene su ironía. En este evangelio aparecen seis publicanos y todos son puestos como modelos de buena actitud existencial.

    Y es que el Dios de Jesús es así. Ya en el Antiguo Testamento Dios se muestra bondadoso y salvífico. Lo hemos escuchado en el espléndido texto de la Sabiduría (1ªlectura)

Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado… a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida.

    Después de leer este texto, el alma se esponja. Dios no odia a nadie, sino que a todos nos acoge ya desde ahora, hoy. El cristianismo es un canto a la vida, al amor, al perdón.

Desde este texto del libro de la Sabiduría nos haría bien una revisión de la doctrina del infierno.

02.- No da la talla.

Y los males de Zaqueo no terminan ahí, no solamente era un ladrón legal, sino que además era “corto de estatura”: no daba la talla, diríamos nosotros. Y la cortedad no se refiere a lo físico.

Todo ser humano es pequeño, poca cosa, por mucho que se lo tenga o nos lo tengamos creído…

Zaqueo andaba corriendo de aquí para allá queriendo y saber quién era Jesús, quería ver a Jesús (v 3). Trataba de distinguir quién era Jesús. Zaqueo buscaba la verdad, la vida.

En la vida hay evoluciones, involuciones, revoluciones, devoluciones… Hay etapas, situaciones en las que no vemos el camino a seguir, andamos perdidos, despistados. No hay que quedarse en la higuera.

¿Cambio algo alguna vez en mi vida?

03.- Zaqueo se sube a un árbol, a una higuera.

Zaqueo, el pobre hombre,  no podía entrar en ninguna casa, porque era “persona non grata”, tampoco podía entrar en institución alguna, ni en el Templo.

Se sube a un árbol, lo cual tiene también su retranca Se sube a una higuera (sicómoro). (Lc 19,4), para ver quién era Jesús. La higuera es Israel, algo así como el pozo de Jacob en Juan 4. La higuera representa la Complutense, la UPV, el centro de la sabiduría, el árbol de Gernika, el parlamento, el Obispado, la cátedra. Pero desde esas instancias e instituciones se ve poco, más bien nada, al menos nada decisivo.

    Baja de una vez de esos árboles

La alusión a otro árbol es también evidente: donde se ve a JesuCristo es en el árbol de la cruz.

04.- Jesús le mira de abajo arriba (y no al revés).

Es Jesús quien se acerca y le mira de abajo arriba: levantó los ojos (Lc 19,5) [1]. No es lo mismo mirar de abajo arriba: el publicano que no se atrevía a levantar la mirada (Lc 18,13), que mirar de arriba abajo, por encima del hombro. (Que se lo pregunten a los emigrantes, a los negros, a los pobres, a los sin techo, a los marginados de la sociedad y de la Iglesia…

05.- ¡Anda, baja rápido de la higuera! Y Zaqueo baja y se pone contento, (Lc 19,5).

    Lo de “estar en la higuera” tiene para nosotros un sentido de despiste e ingenuidad: “estás en la inopia, que no te enteras, baja del guindo”. Jesús le dice a Zaqueo: baja de la higuera: de Israel, del poder, del escaño parlamentario, de la sede, deja ya de medrar y ponte “a pueblo llano”. [2]

06.- Zaqueo bajó a toda prisa y lo recibió muy contento en su casa.

    Dos hermosas actitudes de Zaqueo:

  1. a) Deja corriendo los tinglados del poder (la higuera). Lo del poder es que no tiene remedio: no nos gusta bajar ni dejar un milímetro de nuestra cota de poder.
  2. b) Baja encantado: dos veces hace alusión el evangelio de hoy a estar contento: Zaqueo termina contento conociendo y comiendo con Jesús.

¿Estoy contento en la vida, estoy contento porque el Señor esté en mi casa? (absténganse eclesiásticos).

07.- Zaqueo acoge a Jesús en su casa.

San Lucas emplea muchas de veces esta actitud de acogida y protección que es la casa.

  • María entró en casa de Zacarías y fue acogida por Isabel en su casa (Lc 1,40.57).
  • A pesar de ser de la casa y estirpe de David, Jesús no tuvo una casa en Belén para nacer con toda la tradición de David, del pueblo, la etnia etc. (Lc 2,7), no había una mujer como Rajab en el AT, ni un Zaqueo. Jesús entra en casa de la familia de Pedro y cura a su suegra y a toda la familia de la fiebre de poder (Lc 4,38).
  • El publicano, Leví, le ofreció a Jesús un gran banquete en su casa con un grupo grande de recaudadores de impuestos, (Lc 5,29)
  • El centurión romano no se consideró digno de que Jesús entrara en su casa, (Lc 7,6).
  • Jairo, oficial de la sinagoga le rogaba a Jesús que entrara a su casa, (Lc 8,41).
  • Marta le recibió en su casa. Lc 10,38
  • Los hijos de Israel se excusan ante el banquete y Jesús dice: Salid a los caminos y por los cercados, e invitad a todos para que se llene mi casa. (Lc 14,23).
  • El hijo perdido vuelve a casa, (Lc 15)

¿Jesús está en mi casa?

08.- El hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

Termina así el evangelio de hoy y termina así la misión del Señor. A estas alturas del año litúrgico y de nuestra vida, nos damos cuenta agradecidamente de qué significan estas cosas. Buscar y salvar lo que estaba perdido. Desde Rahab a Zaqueo: ahí andamos muchos “hijos perdidos, ovejas perdidas” en la vida.

Seamos Rahab o Zaqueos o los dos:

Hoy ha llegado la salvación a nuestra casa

[1] Recuerda un poco la Eucaristía: Jesús “eleva los ojos al cielo”.

[2] Esto es como lo de san Pablo, que más que caer del caballo, cayó del burro…

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Glasgow y Zaqueo.

Jueves, 16 de diciembre de 2021
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ginwEn plena reunión de Glasgow coincidió que tuvimos dos importantes encuentros el fin de semana. El sábado tarde extensa videoconferencia con nuestra comunidad en California: Compartir un texto sobre la Contemplación en las iglesias Negras y otro sobre Energías Renovables: microredes que podrían salvar a la humanidad de falta de energía y mantener la temperatura estable.

Cientos de miles de personas estábamos orando para que Glasgow fuera un éxito, y a duras penas llegan a algunos acuerdos importantes pero no suficientes. ¿Será que tenemos que hacer una cadena de oración-contemplación, real, viva, continua, aprendiendo de diferentes iglesias y tradiciones? Para nuestros hermanos de color sobrevivir al horror de la esclavitud fue posible, para muchos, gracias a su profundo abandono en su Dios, a su confianza en que el Dios que les dio la vida no podía abandonarles a la suerte de los blancos ambiciosos, indiferentes al holocausto que provocaban.

¿Acaso se repite la historia? ¿Acaso no le hacemos esto a madre/hermana Tierra, explotándola y violándola sin parar? La causa es la misma: la ambición.

De haber ido Zaqueo a Glasgow, les habría enseñado el camino, sin palabras, con un gesto: devolver con creces lo que había robado. Es la clave para salvar el Planeta de una hecatombe, y es la clave para salvar a la persona humana de su autodestrucción. Serán los Zaqueos que se dejen mirar-contemplar por Jesús, los que irán creando con su generosidad las micro-redes de energía que aprovechando el sol y el viento, que se nos regalan, alimentarán nuestras redes energéticas. De hecho ya lo hacen: cuando hace un tiempo hubo un apagón general en el norte de California por incendios incontrolados, fueron los indios nativos quienes regalaron el exceso de energía acumulada en sus micro-redes y gracias a ellos, los respiradores y los quirófanos y la sala de partos… en los hospitales, pudieron aguantar unos días.

Zaqueo es ese lado de nuestra persona que es ignorante de lo oscura que es su sombra hasta que se encuentra con la luz de una mirada bondadosa y penetrante. Mirada que lo transforma todo.

¿Os imagináis a los representantes de todo el mundo, implementando en Glasgow la metodología Zaqueo? En Lucas 19,1-9 está ese relato, que tiene la frescura de adaptarse a todos los tiempos, y a todas las conciencias y realidades. Tiene el contagio de Jesús, que cuando nos llega, nos volvemos un poco ilusxs, un poco niñxs, un poco profetas y profetisas.

La eucaristía que Zaqueo le ofrece a Jesús, les deja a ambos impactados. Zaqueo ha encontrado el tesoro; la vida de la que habla el Maestro le llega a los tuétanos y poco a poco va soltando sus amarres, sus riquezas obtenidas de aquella manera, pero suyas ahora, su seguridad al fin y al cabo. Jesús no le pide nada, a diferencia de al joven rico a quien le sugiere vender todo y dárselo a los pobres.

Zaqueo parte su pan con el Maestro, le invita a su casa, le ofrece una cena. Jesús descansa en casa de alguien a quien su religión condena. Los de su religión le acosan a preguntas para pillarle y quitarle de en medio. Zaqueo le ofrece un espacio de seguridad y discipulado, porque ambos aprenden del otro. Y como lxs amigxs de verdad, se admiran mutuamente, porque la quimera de uno se contagia al otro. El método Zaqueo salvaría el Planeta, trae luz a nuestra sombría sombra, llena de Eucaristía la desolación del rico ambicioso, siempre solitario y a la defensiva. Como los países ricos que no quieren dar su brazo a torcer por miedo a perder relevancia y poder. Y así son los holocaustos, que siguen ocurriendo en nuestras fronteras, en nuestros mares y océanos. Allí están los desahuciados por un sistema que juega con ellxs, y Zaqueo tiene la solución.

El tema está en «rezando y con el mazo dando». Día a día más instituciones y hogares se suman a las energías renovables. Es como el Evangelio hecho carne en personas que lo arriesgan todo, no en las grandes instituciones que hablan de ello, pero el compromiso real siempre, siempre llega tarde para los pequeños y vulnerables, que cada día son más.

La otra reunión la tuvimos el domingo, nuestra comunidad de Magdala casi al completo en pantalla, con risas y compartires y abrazos virtuales, seguida del Compartir y Celebrar al que estabas invitadx y fue una pasada de realismo esperanzado, de entrega a lo Zaqueo, de escucha intensa y prolongada, más allá de las palabras. Hubo compartires entrañables, no sólo del Evangelio del domingo, sino del Evangelio que había tocado a la gente, y era vivo, muy vivo. Gracias a todxs.

Esta comunidad de Magdala es un poco a lo Zaqueo. Personas que están ocupadas, que tienen otras cosas muy interesantes…invierten de lo mejor de sí compartiendo, contando, preguntando, estando.

Gracias a todos los Zaqueos de nuestra vida, que con su generosidad nos devuelven lo que en algún momento parecía nos quitaban: tiempo, dinero, energía…y no, era el Reino en aquella persona que a veces costaba comprender.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

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Zaqueo

Domingo, 3 de noviembre de 2019
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LOS ÁRBOLES Y EL BOSQUE

Porque soy yo,
porque eres tú
—humano empeño singular
y ningún bosque nos impide
la florecida identidad—,
puedes amarme,
te puedo amar.
Porque somos nos-otros,
te doy, me das
—la voz y el eco mutuamente,
en compartida humanidad—.

´*

Pedro Casaldáliga
El Tiempo y la Espera, 1986

***

  Zaqueo (Lc 19)

Estafador, usurero,
de raquítica estatura,
más que por fuera por dentro;
así era y así son
los soberbios con dinero.

Curioso él y atrevido,
se ha encaramado el primero
a un sicomoro sin higos,
y, escondido entre el ramaje,
quiere observar sin ser visto;
quiere ver bien al Maestro
cuando llegue de camino.
Zaqueo le quiere ver,
pero no quiere ser visto.
Parece querer jugar
con Jesús al escondite,
ignorando que es Jesús
el que le busca y persigue.

“¡Baja, por favor, Zaqueo!
-le dice al pasar Jesús-
porque, hoy, hospedarme quiero
en tu casa y con los tuyos,
¡vamos a hablar de dineros!

¿Qué le diría a Zaqueo
aquella tarde Jesús
que, alegre, feliz, contento,
reconoció sus usuras
y devolvió los dineros?

En Jericó, en otro tiempo,
se quebraron las murallas
al son de trompas y cuernos,
mas, hoy, se han venido abajo,
-sin estrépito, sin truenos,-
las mil torres que cercaban
el corazón de Zaqueo.
Sin estrépito en el cerco,
sin las trompetas de plata
y sin los gritos del pueblo,
hoy cayeron las murallas
del corazón de Zaqueo.

¡Tus murallas han caído,
porque te miró el Maestro!

Ya no hay de qué avergonzarte,
ya eres de verdad pequeño,
ya te hiciste como un niño,
¡como los grandes del Reino!

*

José Luis Martínez SM

***

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

“Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.”

Él bajo en seguida y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:

– “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor:

“Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.”

Jesús le contestó:

“Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.”

*

Lucas 19, 1-10

***

 

Hoy os hablaré de la pobreza. Debemos permanecer fieles, de manera simultánea, al pensamiento mismo de Cristo y a la solicitud concreta de nuestro amor por los que sufren las injusticias y la miseria. Por consiguiente, es a la luz de una comprensión cada vez más profunda del Evangelio, que debemos redescubrir cada día, como debe ir formándose poco a poco en el fondo de nuestro corazón, en nuestros reflejos, en nuestros juicios -en una palabra, en todo nuestro comportamiento-, el verdadero pobrecito de Jesús, tal como él lo desea, tal como él lo quiere. Una pobreza así está llena de alegría y de amor, y debemos esmerarnos en evitar oponer a esta pobreza, que es cosa delicada y divina, una falsificación humana que tal vez tuviera su apariencia, que tal vez pudiera hasta parecer a algunos más «materialmente» auténtica, pero correría el riesgo de resolverse en dureza, en juicios sumarios, en condenas, en desunión, en rupturas de la caridad. Seremos pobres porque el espíritu de Jesús estará en nosotros, porque sabemos que Dios es infinitamente sencillo y pobre de toda posesión y, sobre todo, porque queremos amar como él a los pobres y compartir su condición [….]

Recordad siempre que el amor consuma todo en Dios, que el amor condujo a Cristo a la tierra y que los hombres siempre tienen sed de amor. Si vuestra pobreza no es simplemente un rostro de amor, no es auténticamente divina. Las exigencias de la pobreza no pueden estar por encima de las exigencias de la caridad: desconfiad de las falsificaciones demasiado humanas de la pobreza. La tentación del pobre son la envidia, los celos, la aspereza del deseo, la condena de todos los que poseen más que él.

*

René Voillaume,
Come loro,
Cinisello B. 1987, pp. 412ss).

***

***

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“Para Jesús no hay casos perdidos”. 31 Tiempo ordinario – C (Lucas 19,1-10)

Domingo, 3 de noviembre de 2019
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31-TO-C-300x175Jesús alerta con frecuencia sobre el riesgo de quedar atrapados por la atracción irresistible del dinero. El deseo insaciable de bienestar material puede echar a perder la vida de una persona. No hace falta ser muy rico. Quien vive esclavo del dinero termina encerrado en sí mismo. Los demás no cuentan. Según Jesús, «donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón».

Esta visión del peligro deshumanizador del dinero no es un recurso del Profeta indignado de Galilea. Diferentes estudios analizan el poder del dinero como una fuerza ligada a pulsiones profundas de autoprotección, búsqueda de seguridad y miedo a la caducidad de nuestra existencia.

Para Jesús, la atracción del dinero no es una especie de enfermedad incurable. Es posible liberarse de su esclavitud y empezar una vida más sana. El rico no es «un caso perdido». Es muy esclarecedor el relato de Lucas sobre el encuentro de Jesús con un hombre rico de Jericó.

Al atravesar la ciudad, Jesús se encuentra con una escena curiosa. Un hombre de pequeña estatura ha subido a una higuera para poder verlo de cerca. No es un desconocido. Se trata de un rico, poderoso jefe de recaudadores. Para la gente de Jericó, un ser despreciable, un recaudador corrupto y sin escrúpulos. Para los sectores religiosos, «un pecador» sin conversión posible, excluido de toda salvación.

Sin embargo, Jesús le hace una propuesta sorprendente: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Jesús quiere ser acogido en su casa de pecador, en el mundo de dinero y de poder de este hombre despreciado por todos. Zaqueo bajó enseguida y lo recibió con alegría. No tiene miedo de dejar entrar en su vida al defensor de los pobres.

Lucas no explica lo que sucedió en aquella casa. Solo dice que el contacto con Jesús transforma radicalmente al rico Zaqueo. Su compromiso es firme. En adelante pensará en los pobres: compartirá con ellos sus bienes. Recordará también a las víctimas de las que ha abusado: les devolverá con creces lo robado. Jesús ha introducido en su vida justicia y amor solidario.

El relato concluye con unas palabras admirables de Jesús: «Hoy ha entrado la salvación en esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». También los ricos se pueden convertir. Con Jesús todo es posible. No lo hemos de olvidar nadie. Él ha venido para buscar y salvar lo que nosotros podemos estar echando a perder. Para Jesús no hay casos perdidos.

José Antonio Pagola

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“El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Domingo 03 de noviembre de 2019 Domingo 31º del Tiempo Ordinario

Domingo, 3 de noviembre de 2019
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56-ordinarioc31-cerezoLeído en Koinonia:

Sabiduría 11, 22-12,2: Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los seres.
Salmo responsorial: 144:  Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
2Tesalonicenses 1, 11-2, 2Que Cristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él.
Lucas 19, 1-10: El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido

La primera lectura es una bella oración meditativa sobre Dios, que nos posibilita hacer unas reflexiones menos habituales.

Solemos hablar a y escuchar hablar sobre Dios como algo ya sabido, como algo que, por definición, no necesita replanteamiento. Ello ha empezado a cambiar, a la altura de la crisis que atraviesan las religiones, ante la constatada «crisis de Dios» (Gotteskreise, Juan Bautista Metz), crisis que ya nadie considera coyuntural o pasajera, sino epocal. Algo muy profundo está cambiando en la cultura y en la conciencia humana, que hace que ese concepto central que ha brillado con luz propia en el centro del firmamento mental de la humanidad durante los últimos milenios, el de Dios, se opaque y entre en lo que ya Martín Buber llamó el «eclipse de Dios».

La lectura de hoy del libro de la Sabiduría habla muy correctamente a Dios, y no lo presenta con ninguno de los rasgos éticamente menos adecuados, de los que hemos tenido que purificar tantas veces la imagen de Dios, no; este texto presenta una bella e impecable imagen de Dios… sólo que no deja de utilizar un lenguaje «teísta».

La palabra «Dios» viene de deus en latín, que a su vez viene de theos en griego. Aunque el concepto tiene orígenes más antiguos, para nuestra cultura occidental fueron ellos, los filósofos griegos, quienes lo configuraron definitivamente. Siempre que decimos dios estamos evocando el theos griego, pues nos servimos de un concepto suyo, que además fue heredado y trasmitido culturalmente. No importa que personalmente quisiéramos matizar la palabra; la palabra está ya «ocupada» en nuestra cultura, y el concepto que le está asociado está registrado en el subconsciente colectivo, como un tipo de divinidad que está «ahí afuera, ahí arriba», en una especie de segundo piso celestial, desde donde puede intervenir en nuestro mundo, para revelarse, para actuar, para reaccionar… en función de su manera de ser, concebida muy antropomórficamente (los dioses piensan, aman, deciden, se ofenden, se arrepienten, perdonan… como nosotros, que al fin y al cabo estaríamos hechos «a su imagen y semejanza» –¿y viceversa?–).

Concebir la razón y el misterio supremos de la Realidad en forma de theos (en sentido genérico), eso es lo que llamamos «teísmo». Es un «modelo» de representación del Misterio, una forma de imaginar y de relacionarnos con el Misterio que hemos llamado Dios. Con mucha frecuencia ese «modelo» nos ha resultado transparente: no se veía, ni siquiera éramos conscientes de su mediación. Nos parecía como que nuestro hablar de Dios evocaba automáticamente su descripción directa, en vez de caer en la cuenta de que simplemente utilizábamos un modelo (theos), y que al Misterio que denominábamos con ese nombre, se le podría concebir con otros modelos muy diferentes. Podríamos, en efecto, pensar –y amar– a la Divinidad de un modo no teísta… Porque hay religiones no teístas. El judeo-cristianismo ha tenido una expresión teísta constante en la historia, pero hoy sabemos que aunque ese modelo teísta nos haya acompañado de modo permanente, no es esencial al cristianismo, ni le resulta imprescindible.

Más aún. La evolución de la espiritualidad –sin descartar el influjo de otras religiones– hace sentir a muchos cristianos un no disimulado malestar ante el uso y abuso del teísmo en nuestra tradición. Son cada vez más los que abogan por colocar al teísmo en su sitio, en una consideración simplemente mediacional: es una mediación, con sus ventajas y sus dificultades. Las dificultades no son pocas, y son crecientes en nuestra sociedad de mentalidad crítica; no faltan teólogos que postulan su superación. La alternativa al teísmo no es el ateísmo, obviamente, sino el pos-teísmo: una consideración y una (no-)representación de la Divinidad más allá del modelo del teísmo…

El tema es profundo y desafiante. Merece la pena prestarle atención, para no quedarnos en «la fe del carbonero», la fe acrítica, repetitiva y fundamentalista. (John Shelby SPONG es un obispo-teólogo anglicano -que está comenzando a ser conocido en el ámbito latino- que está escribiendo bastante sobre el tema; véase Un cristianismo nuevo para un mundo nuevo, en la colección Tiempo Axial, tiempoaxial.org; también la Agenda Latinoamericana’2011, dedicada ese año al tema de la religión, abordó en varios artículos el tema del teísmo y la necesidad de renovar las imágenes de Dios –puede tomarse esa Agenda de su página digital: latinoamericana.org/digital–.

En el evangelio de hoy, Jesús nos enseña hoy que el Padre–Dios no deja de ser el mismo, siempre compasivo perdonador, amigo de la vida, siempre saliendo al encuentro de sus hijos y construyendo con ellos una relación nueva de amor. Las lecturas de este domingo son una preciosa descripción de este comportamiento de Dios con la persona humana. Nos dicen que Dios ama entrañablemente todo lo que existe, porque su aliento de vida está en todas las cosas.

El episodio de la conversión de Zaqueo se encuentra en el itinerario o “camino” de Jesús hacia Jerusalén y sólo lo encontramos narrado por el evangelio de Lucas. En él pone de manifiesto el evangelista, una vez más, algunas de las características más destacadas de su teología: la misericordia de Dios hacia los pecadores, la necesidad del arrepentimiento, la exigencia de renunciar a los bienes, el interés de Jesús por rescatar lo que está “perdido”. Este evangelio es una ocasión excelente para recordar que éstos son los temas que se destacan en el material particular de la tradición lucana y que resaltan la predilección de Jesús por los pobres, marginados y excluidos.

El relato nos muestra la pedagogía de Dios, en la persona de Jesús, hacia aquellos que actúan mal. Dios es paciente y compasivo, lento a la ira y rico en misericordia, corrige lentamente, respeta los ritmos y siempre busca la vida y la reconciliación. En este sentido, Dios es definido como “el amigo de la vida”, y buscando ésta, su auténtica gloria, sale hacia el pecador y lo corrige, le brinda su amor y lo salva.

Muy seguramente nosotros, por nuestra incapacidad de acoger y perdonar, no hubiéramos considerado a Zaqueo como un hijo bienaventurado de Dios, como no lo consideraron sus paisanos que murmuraron contra Jesús diciendo: “Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador”. Decididamente, Jesús y sus coetáneos creían en un Dios diferente. Por eso pensaban también de forma diferente. Para el judaísmo de la época el perdón era cuestión de ritos de purificación hechos en el templo con la mediación del sacerdote, era un puro cumplimiento; para Jesús la oferta del perdón se realiza por medio del Hijo del hombre, ya no en el templo sino en cualquier casa, y con ese perdón se ofrece también la liberación total de lo que oprime al ser humano.

Por eso, la actitud de Jesús es sorprendente, sale al encuentro de Zaqueo y le regala su amor: lo mira, le habla, desea hospedarse en su casa, quiere compartir su propia miseria y su pecado (robo, fraude, corrupción) y ser acogido en su libertad para la conversión.

La actitud de Jesús es la que produce la conversión que se realiza en la libertad. Todo lo que le pasa a Zaqueo es fruto del amor de Dios que actúa en su hijo Jesús, es la manifestación de la misericordia y la compasión de Dios que perdona y da la fuerza para cambiar. De esta manera la vida se reconstruye y me puedo liberar de todas las ataduras que me esclavizan, puedo entregarlo todo, sin miedos y sin restricciones.

Con esta actitud, Zaqueo se constituye en prototipo de discípulo, porque nos muestra de qué manera la conversión influye en nuestra relación con los bienes materiales; y en segundo lugar nos recuerda las exigencias que conlleva seguir a Jesús hasta el final. Aquí la salvación que llega en la persona de Jesús opera un cambio radical de vida.

No dudemos que Jesús nos está llamando también a nosotros a la conversión, nos está invitando a que cambiemos radicalmente nuestra vida. No se lo neguemos, no se lo impidamos. El Señor nos propone unirnos a El, ser sus discípulos y a ejemplo de Zaqueo ser capaces de despojarnos de todo lo que no nos permite vivir auténticamente como cristianos. Esta misma experiencia es la de muchos otros testigos de Jesús que, mirados por El, se convirtieron, renació su dignidad, y recuperaron la vida. Aceptemos la mirada de Jesús, dejemos que El se tropiece con nosotros en el camino e invitémoslo a nuestra casa para que Él pueda sanar nuestras heridas y reconfortar nuestro corazón. No tengamos miedo, dejémonos seducir por el Señor, por el maestro, para confesar nuestras mentiras, arrepentirnos, expresar nuestra necesidad de ser justos, devolver lo que le hemos quitado al otro… No dudemos, Jesús nos dará la fuerza de su perdón. El Señor está con nosotros para que experimentemos su amor. El ya nos ha perdonado, por eso es posible la conversión.

El caso de Zaqueo puede ser iluminador para el tema de la opción por los pobres. En la polémica oficial contra esta opción que sacaron a la luz la teología y la espiritualidad latinoamericanas, se insistió mucho en que no podría tratarse sino de una opción «preferencial», no de una «opción por los pobres» sin más, porque sin aquel adjetivo podría entenderse como una opción «exclusiva o excluyente»… Pero el adjetivo «preferencial» rebaja y diluye la esencia de la opción por los pobres, porque quien opta por los pobres preferencialmente, se entiende que opta también por los ricos, aunque sea menos preferencialmente… Una opción preferencial es una opción que no acaba de optar, que no quiere definirse, que no toma partido, que «se queda encima del muro», como dice la expresión brasileña…

Jesús opta por los pobres, mira la vida desde su óptica, es uno de los pobres, y comparte con ellos su causa. Evidentemente, no excluye a las personas ricas, y ése es el caso de Zaqueo. Pero Jesús no es neutral en el tema de riqueza-pobreza. Su encuentro con Zaqueo no deja a éste indiferente: Jesús lo desafía a pronunciarse, incluso económicamente. Jesús no excluye a Zaqueo, ni a ninguna otra persona rica, pero «sí excluye el modo de vida de los ricos», exigiéndoles la justicia y el amor. La opción por los pobres no excluye a ninguna persona (¡al contrario, desearía alcanzar y cambiar a todos los que no asumen la causa de los pobres!). Lo que excluye es la forma de vida de los ricos, la opresión y la injusticia. Buen tema éste para enfocar la homilía sobre la opción por los pobres. Leer más…

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03.11.19. Dom 31, ciclo C. Lc 19, 1-10. La iglesia de Zaqueo el publicano

Domingo, 3 de noviembre de 2019
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E92AEA5F-A2CF-4AE0-9795-CE1A7899A44ADel blog de Xabier Pikaza:

 Con este evangelio culmina el tema de la riqueza y justicia de la Iglesia que ha de bajar de la Higuera, como hizo Zaqueo publicano,  signo de una iglesia enredada en el árbol del dinero, que ve pasar  a Jesús, como si fuera un extraño; pero Jesús  le ve en el árbol y le dice:  Baja pues  quiero comer en tu casa,  tengo algunas cosas que arreglar contigo (cosas de dinero).
Este Zaqueo es el signo de la Iglesia Publicana,  enredada en impuestos, dirigida por un oficial de publicanos, encaramada en su higuera… Es un hombre de dinero (administrador de hacienda), hombre rico, pero tiene curiosidad por Jesús, que pasa, le mira y le invita, para que él pueda ser publicano de iglesia de amor, de perdón y comunión, sobre el dinero.

Texto. Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Él bajo en seguida y lo recibió muy contento.Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituyo cuatro veces más. Jesús le contestó: “Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.”

Claudio Castro Paradela, publicano (Delegado de Hacienda en Pontevedra)

   Claudio influyó mucho en mi vida, sin él haberlo querido ni advertido, cuando volví  a Poio/Pontevedra el año 1969, donde estuve unos años como profesor de Biblia y Teología. Él era por entonces Delegado de Hacienda,cristiano de a pie, un inmenso creyente, que organizaba y dirigía cursos de Cristianismo. Yo un simple profesor de Biblia… Pero  un día me dijo “soy el publicano” de este pueblo, y Jesús me ha llamado para que bajé de la higuera; tenemos un grupo cristiano, y me gustaría que vinieras algún día y nos dijeras  cosas de Biblia”.

  Era Delegado de Hacienda, y se murmuraba que podía ser Ministro en Madrid. Pero no quiso (o no fue elegido) y quedó en Pontevedra,  como “publicano bajado de la higuera”,  al servicio del dinero público, que ha de ser para todos.  Un día le expliqué la parábola de Zaqueo, y él me contestó resumiendo el tema  en tres puntos:

  1. Zaqueo era un inspector o delegado de hacienda de Jericó, con una función como la mía en Pontevedra. Andaba a su negocio… Parece que se aprovechaba del cargo, haciéndose rico, utilizando los impuestos de Hacienda a su servicio.
  2. A mí gustaría ser un publicano justo, en esta  España dominada por  una  “injusticia económica estructural”: Los que más pueden se enriquecen a costa de los otros, diciendo que Dios les ayuda e incluso dan limosnas de lo que han robado, para aparecer como buenos fieles de la Iglesia. En contra de eso, hace falta una economía de justicia al servicio de todos. No se trata de dar/regalar bienes de lo robado, sino de hacer justicia, de manera que la Hacienda (los impuestos) estén al servicio de  todos.
  3. Quiero ser un Zaqueo  convertido… Estaba en la higuera,  y Jesús me ha llamado, no para que deje mi trabajo en Hacienda, sino para utilizar los bienes del Estado (los impuestos) para bien de todos. Eso es lo que Jesús le pidió en el fondo a Zaqueo… Esto es lo que yo debo hacer, mejorando para ello las leyes de este Estado, y contribuyendo a la igualdad y justicia entre todos…

  Ese era el centro de mis conversaciones con Don Claudio Castro, durante algunos años, del 1969 al 1974,  cuando se estaba gestando un nuevo modelo de economía en España. Como buen gallego, él era un poco pesimista, desde su despacho de la Delegación de Hacienda de Pontevedra (viejo convento franciscano). Sabía que la era Franco debía terminar, pero tenía miedo de que lo pudiera venir después, con un capitalismo  dominante, en contra del Estado social, de los buenos impuestos para bien de todos.

    Murió D. Claudio hace años, y aún le sigo añorando, pues me (nos) decía “mi casa es tuya, vuestra”,  casa simple de un hombre que administró muchos dineros del Estado para bien de todos, sin aprovecharse de nada, como buen Zaqueo bajado de la higuera.

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El extraño caso del explotador que se convierte. Domingo 31. Ciclo C

Domingo, 3 de noviembre de 2019
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ierihon_zacheuDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

El protagonista del evangelio de hoy es un jefe de publicanos y rico. Este término no sugiere al lector actual del evangelio el odio y desprecio que sentía el pueblo judío hacia los miembros de esta profesión, que trabajaban al servicio de los romanos y oprimían al pueblo con el cobro de los impuestos. El antiguo publicano no tiene nada que ver con el banquero actual. Pero el odio que suscitan los banqueros en mucha gente desde hace unos años ayuda a entender el evangelio más que una larga exposición histórica sobre los publicanos. Sobre todo, cuando el banquero se ha enriquecido, mientras quienes depositaron su dinero en el banco lo han perdido todo o casi todo.

¿Mandamos a todos los ricos al infierno?

Hasta ahora, en su evangelio, Lucas no se ha limitado a defender a los pobres y a anunciarles un futuro definitivo mejor. Ha criticado también con enorme dureza a los ricos. Ha puesto en boca de María, en el Magníficat, unas palabras más propias de una anarquista que de una monja de clausura, cuando alaba a Dios porque «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos.»

Y Jesús se muestra aún más duro en el Discurso de la llanura (equivalente al Sermón del Monte de Mateo): «¡Ay de vosotros, los ricos, porque recibís vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados, porque pasaréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque lloraréis y haréis duelo! (Lc 6,24-25). El ejemplo más claro del rico que llora y hace duelo es el de la parábola del rico y Lázaro, que no podrá disfrutar de una eternidad feliz.

¿Significa esto que ningún rico puede salvarse? El episodio del rico que pretende seguir a Jesús, aunque al final desiste porque no es capaz de renunciar a su riqueza, demuestra que un rico puede salvarse si observa los mandamientos (Lc 18,18-23).

¿Qué ocurre cuando se trata de un rico explotador? La respuesta la da Lucas en el evangelio de hoy.

El ejemplo de Zaqueo (Lc 19,1-10)

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»

Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»

Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

Breve comentario

  1. Jesús no le pide a Zaqueo que lo invite a comer, le dice que quiere alojarse en su casa. Se trata de algo mucho más personal. Cuando Jesús continúe su camino, seguirá presente en la casa y la vida de Zaqueo.
  2. La conducta de Jesús resulta escandalosa. Esta vez no escandaliza a fariseos y escribas, a seglares piadosos y teólogos rancios, sino a todos sus seguidores y partidarios, que han aplaudido hasta ahora sus críticas a los ricos.
  3. La diferencia entre Jesús y sus partidarios radica en la forma de considerar al jefe de publicanos. Mientras Jesús lo considera una persona y lo llama por su nombre («Zaqueo, baja…»), sus partidarios lo desprecian («un pecador»). Ellos se dejan guiar por una ideología que condena al rico, mientras que Jesús se guía por la fe («también Zaqueo es hijo de Abrahán») y por su misión de buscar y salvar al que se ha perdido. La historia de Zaqueo recuerda las parábolas del hijo pródigo y de la oveja y la moneda perdidas.
  4. La conducta de Zaqueo supone un cambio radical y muy duro. Sin que Jesús le exija nada, por pura iniciativa, da a los pobres la mitad de sus bienes y está dispuesto a restituir cuatro veces si se ha aprovechado de alguno. Y esto es lo que Lucas pretende enseñar: incluso un rico hipotéticamente injusto puede convertirse y salvarse; pero no basta invitar a Jesús a comer, debe darse un cambio profundo en su vida, con repercusiones en el ámbito económico.
  5. Finalmente, la conducta de Jesús con Zaqueo trae a la memoria el refrán castellano: «más moscas se atraen con una gota de miel que con un barril de hiel». Jesús podía haber criticado y condenado a Zaqueo. Sus seguidores lo habrían aplaudido una vez más. Y Zaqueo habría seguido explotando al pueblo.

Un texto precioso (Sabiduría 11,22-12,2)

La primera lectura es un excelente complemento al evangelio. Muchos piensan que el Dios del Antiguo Testamento es un ser cruel y justiciero, enemigo despiadado del pecador. Quien lea este texto tendrá que cambiar de idea: la actitud de Dios es la misma que la de Jesús con Zaqueo.

Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra. Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido? ¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado? Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. Todos llevan tu soplo incorruptible. Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor.

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Domingo XXXI del Tiempo Ordinario. 03 de noviembre, 2019

Domingo, 3 de noviembre de 2019
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Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.”

(Lc 19, 1-10)

El fragmento del evangelio de este domingo es precioso. Está lleno hasta los bordes de naturalidad y frescura. Zaqueo, todo un alto funcionario, un señor, subido a un árbol. Jesús que, ni corto ni perezoso, se auto invita a comer en casa ajena.  Y todos los demás, llenos de envidia, se ponen a criticar. Y así me imagino que fue el resto de la comida, todo espontaneidad por parte de unos y otros.

Para meternos más en la escena podemos imaginarnos a algún personaje de hoy (el más famoso que te venga a la cabeza) subido a un árbol. Deseoso de que pase algo que cambie su vida por completo.

Pero como las cosas del Evangelio no son “remedios” para otros, sino invitaciones para quien se aventura por sus páginas, lo mejor será que hoy hagamos un pequeño esfuerzo y nos subamos a algún árbol. A un árbol que nos permita ver el paso de Jesús por nuestra historia personal.

Será bueno ver por dónde tiene pensado pasar Jesús y hacer todo lo posible para provocar el Encuentro. Hay que subirse al árbol aunque nos de miedo caernos, pereza subirnos o vergüenza que nos vean hacer locuras. Precisamente habrá que subir al árbol del miedo, de las críticas ajenas, de la propia vergüenza… esos árboles que crecen junto al borde del camino por el que hoy tiene que pasar Jesús.

Porque solo si nos arriesgamos a subir, podremos recibir la invitación a bajar: “…, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”.

Y bien pensado vale la pena ese pequeño esfuerzo con tal de recibir a un huésped tan especial como Jesús.

Oración

“Alójate hoy en nuestra casa

y llénala de tu salvación.

Damos la valentía necesaria

para convertir la críticas ajenas

en trampolín para llegar más arriba.”

*

Fuente: Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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