La fotografía de Zanele Muholi, muestra la comunidad LGTBI en Sudáfrica
La fotógrafa sudafricana, Zanele Muholi, define a su nuevo proyecto como “activismo social” cuyo principal objetivo es dar visibilidad a la comunidad LGTBI.
Zanele Muholi, fotógrafa y artista visual sudafricana de 41 años. Negra y lesbiana. Estas son las credenciales de una mujer que ha hecho de su identidad su trabajo, reconocido con numerosos premios internacionales, el último, el Príncipe Claus del Ministerio de Cultura holandés.
Tras diez años dedicados al desarrollo de este nuevo proyecto, la fotógrafa sudafricana lo define como “un trabajo de activismo visual”. El principal objetivo se concentra en dar visibilidad a la comunidad negra de LGTBI porque no son buenos tiempos para el colectivo LGTB (lesbianas, homosexuales, transexuales y bisexuales), castigado judicialmente en la mayoría de países del continente, y perseguido por la intransigencia de una sociedad y gobernantes que los ven ajenos a lo africano. Es la Zanele activista, la que desde hace más de una década decidió poner su talento al servicio de todos esos gais, lesbianas o transexuales que se juegan el tipo. “Soy ante todo y primero de todo, una activista que con mi cámara consigo más visibilidad para la lucha contra la discriminación”, advierte al ser preguntada por su trabajo.
Ahora tiene en Johannesburgo, la ciudad donde reside, dos exhibiciones en marcha: Mo(u)rning (un juego de palabras en inglés entre Luto y Mañana) en el Museo Wits y, en la galería Stevenson la que lleva por título De amor y pérdidas. Las dos exposiciones son un conjunto de fotografías y vídeos que sirven de guía y hemeroteca para conocer de primera mano la vida cotidiana de lesbianas y homosexuales negros sudafricanos. Sus sufrimientos y sus alegrías.
La galería de fotografía se compone de imágenes de una multiplicidad de identidades, la mujer es el centro del proyecto, las cuales han colaborado de forma voluntaria. Zanele Muholi denuncia que son mujeres que participan directamente en la economía, política y lo social pero que, sin embargo, no forman parte de la historia. La lucha de la fotógrafa se centra en vivir como una lesbiana negra en una sociedad con construcción de una democratización.
No solo se muestra las diversas experiencias o la lucha de las diferentes mujeres, sino el amor que existe en cada una de ellas. Con ello, refleja las contradicciones en la política progresista sudafricana con respecto a la comunidad LGTBI y la continua agresión homofóbica que reciben a diario. Y es que Sudáfrica es sobre el papel un oasis para los homosexuales. Tras la segregación racial del apartheid, la nueva Constitución democrática de 1994 se empeñó en huir de las discriminaciones y en 2006 se convirtió en el primer país africano que autorizó el matrimonio igualitario, equiparándolo en derechos y deberes al de hombre y mujer. Un éxito que, sin embargo, no siempre viene acompañado a pie de calle, sobre todo entre las clases pobres negras, abiertamente homófobas.
“Yo soy negra y lesbiana y por eso me es más fácil retratar a homosexuales negros porque yo vengo de ahí y sé de qué hablo y por lo que pasan”, explica Muholi, que antes de salir del armario trabajó como peluquera.
Nueve pequeñas cruces de madera, que simulan las tumbas de otros tantos homosexuales asesinados en Sudáfrica en los últimos años dan la bienvenida al visitante en Mourning, que se adorna con gigantes rosarios que cambian el crucifijo por cuchillos y las cuentas por pelotas de tenis. Es el dolor por las numerosas víctimas que engrosan las abultadas estadísticas de violencia del país, por lo que es casi imposible cifrar la magnitud. En septiembre de 2013, el Gobierno avanzó su intención de presentar una Ley contra los crímenes del odio, en la que se incluirían los ataques físicos y verbales a homosexuales e inmigrantes. Según el viceministro de Justicia, John Jeffry, señaló entonces que desde 1998 habían sido asesinadas 31 lesbianas y admitió que la propia policía es en algunas ocasiones la responsable de agresiones.
Muholi pretende que esos asesinatos, violaciones y ataques no pasen desapercibidos: “No quiero que estas muertes sean únicamente estadística”, afirma la fotógrafa que para realzar ese objetivo recrea los macabros hallazgos de cadáveres, tapados con plásticos y hojas muertas caídas de los árboles. Sin embargo, subraya que el activismo gráfico que practica necesita “de espacios que se atrevan a mostrar este tipo de trabajos porque en Sudáfrica y en África hay activistas valientes que están trabajando en dar visibilidad a estas agresiones pero no encuentran salas de exposiciones, museos que quieran exhibir las fotos”. Por ello, reclama la “solidaridad” de otros artistas o Gobiernos de todo el mundo “en las luchas abiertas contra todos los tipos de violencia” que en el pasado reciente se añadieron a la lucha contra el apartheid. Muholi ha expuesto en solitario en Estados Unidos y Europa y tiene en agenda repetir en los próximos meses.
La otra muestra en marcha en Johannesburgo recibe con un ataúd de cristal relleno de algodón blanco, unas flores marchitas y un gran retrato de la artista, que justifica esta performance como su particular “aportación contra la homofobia” reinante. En ese amor de que habla la exhibición, Muholi no tiene reparos en mostrarse en la intimidad junto a su novia, blanca, en unas fotos artísticas que sirven de contrapunto a las pérdidas. Pero hay más amor. Como el vídeo de la boda de Ayanda Mogoloza y Nhlanhla Moremi o de Promise Meyer y Gift Sammone, que se dieron el sí quiero rodeados de otros GLTB y familiares y que Muholi retrató y filmó. Igual que hizo en los entierros de Duduzile Zozo , Gift Makau o Maeswane Radebe, lesbianas asesinadas sólo por el hecho de no esconderse. Tan sólo días o semanas separaron las celebraciones de los matrimonios y de los funerales.
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