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“Mujeres sacerdotes, imanas, rabinas”, por Juan José Tamayo teólogo

Lunes, 28 de agosto de 2023
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IMG_0130Leído en su blog:

“¿Es posible la existencia de una religión sin misoginia, sin discriminación de las mujeres?”

“He leído recientemente el libro de la escritora Yolanda Alba Sacerdotas. La mujer en las diferentes liturgias y religiones (Almuzara, Córdoba)”
“¿Mujeres sacerdotes, imamas, rabinas? Por supuesto que sí, responde la Alba. Y no como un capricho o privilegio feminista”

“Incluso en los monoteísmos masculinos encontramos el rostro femenino de Dios, que fue ocultado por las tradiciones patriarcales y por las interpretaciones androcéntricas”

“Me parece un signo esperanzador en el cambio de paradigma que se está produciendo en las religiones el que varios colectivos de mujeres pertenecientes a diferentes congregaciones religiosas católicas se incorporen a las multitudinarias manifestaciones del tan revolucionaria efeméride”

Las religiones siempre se han llevado mal con las mujeres. Es proverbial, más aún, un hecho empíricamente verificable, su misoginia, que las conduce, por lo general, a excluir a las mujeres del espacio de lo sagrado y de toda responsabilidad en las esferas del poder y del saber. ¿Será que Dios prohibe a las mujeres el acceso a lo sagrado, al sacerdocio, al imamato y al rabinato por ser impuras y, por ello, no pueden representar a la divinidad?

He leído recientemente el libro de la escritora Yolanda Alba Sacerdotas. La mujer en las diferentes liturgias y religiones (Almuzara, Córdoba) que responde negativamente a esta pregunta. Y lo hace no a la ligera, sino a través de un detallado y riguroso recorrido por la historia de las religiones desde las antiguas civilizaciones, del Nilo al Eúfrates, los cultos romanos, las druidesas celtas, pasando por el judaísmo, el cristianismo, el islam, el budismo, el hinduismo, las religiones africanas, las culturas y religiones de Indoamérica, Amerindia y Afroamérica. Y así hasta el siglo XXI donde la autora busca -y encuentra- a mujeres rabinas, sacerdotas, pastoras, obispas, ayatolás y sacerdotisas-brujas.

Ahí radica uno de los principales méritos de este libro: en que, frente a la pereza de muchos historiadores de las religiones a la hora de investigar sobre el papel fundamental de las mujeres en el terreno religioso, Yolanda Alba no se queda en la superficie y en los estereotipos patriarcales, generalmente negativos, sino que indaga, investiga, inquiere, busca –uso intencionadamente los cuatro verbos-, hasta encontrar el lugar protagónico que corresponde a las mujeres en el mundo de lo sagrado.

La autora ofrece un análisis dialéctico. Por una parte subraya el empoderamiento de las mujeres que se rebelan contra la marginación a la que son sometidas por el poder religioso en manos de los varones. Por otra, constata su papel subalterno y dependiente a partir de la inferioridad femenina, que se naturaliza y legitima apelando incluso al acto creador de Dios.

¿Mujeres sacerdotes, imamas, rabinas? Por supuesto que sí, responde la Alba. Y no como un capricho o privilegio feminista –el feminismo no defiende caprichos ni privilegios, sino derechos iguales-, sino como una legítima reivindicación en plena sintonía con la existencia de mujeres sacerdotes en todas las religiones a lo largo de la historia, con la teoría de género, las reivindicaciones de igualdad del feminismo y los movimientos feministas dentro de las religiones.

Hay una pregunta que recorre toda la obra: “¿Y si Dios fuera mujer?”. Quizá lo sea y la mayoría de las religiones lo han ocultado, al contar la vida y la historia de Dios y de los dioses desde la perspectiva del varón, al pasar del matrismo al patriarcado. “La historia y la teología patriarcales –afirma Yolanda Alba- omiten cualquier clase de información relacionada con la conquista de la diosa y la destrucción de la cultura que floreció en el pasado: la historia de esa época se enterró y solo ha surgido en la última mitad del siglo XX” (p. 83).

Incluso en los monoteísmos masculinos encontramos el rostro femenino de Dios, que fue ocultado por las tradiciones patriarcales y por las interpretaciones androcéntricas. La Biblia hebrea es un buen ejemplo de las imágenes femeninas con las que se presenta a Dios. La lectura feminista de los textos considerados sagrados de las religiones ayuda a recuperar dicho rostro.

Tras la lectura de esta excelente obra, me pregunto: ¿Es posible la existencia de una religión sin misoginia, sin discriminación de las mujeres? ¿Es posible una religión organizada desde la igualdad y la justicia de género? Es posible y necesario, pero no podemos negar que resulta difícil por la resistencia del patriarcado religioso, que presenta a Dios con atributos varoniles y convierte al varón en masculinidad sagrada, conforme a la afirmación de la pensadora feminista Mary Daly : “Si Dios es varón, el varón es Dios”.

Pero no por ello resulta imposible. Tenemos ejemplos en los movimientos de mujeres que resisten al patriarcado en el interior de las religiones y se organizan autónomamente, y en las numerosas experiencias igualitarias que se dan en las comunidades religiosas.

El feminismo como teoría crítica de la sociedad patriarcal, como movimiento social y como revolución reivindicativa de la subjetividad de las mujeres, constituye una excelente aliado para el objetivo de la creación de religiones y movimientos de espiritualidad, pensados organizados y vividos sin discriminación por razones de género, etnia, cultura, creencia religiosa, clase social, identidad sexual y discapacidad. A su vez, las religiones igualitarias son las mejores aliadas de las luchas feministas. Eso debería tenerlo en cuenta el movimiento feminista, que no siempre reconoce la importancia de los movimientos feministas dentro de las religiones en la lucha feminista

Me parece un signo esperanzador en el cambio de paradigma que se está produciendo en las religiones el que varios colectivos de mujeres pertenecientes a diferentes congregaciones religiosas católicas se incorporen a las multitudinarias manifestaciones del tan revolucionaria efeméride.

Estoy seguro de que este libro contribuirá al cambio de paradigma que se está produciendo en la sociedad y que debe producirse en las religiones: de la discriminación a la igualdad y a la justicia de género. Mi felicitación a la autora, Yolanda Alba, y mi invitación a que lean el libro los teólogos y dirigentes religiosos varones de las diferentes tradiciones religiosas y movimientos espirituales. Seguro que les (nos) ayudará a quebrar cráneos ideológicamente endurecidos, a liberarse (nos) de las estructuras mentales patriarcales excluyentes en las que con frecuencia suelen (solemos) estar cómodamente instalados y a abrir nuevos horizontes inclusivos fraterno-sororales.

¿Significa dicha liberación perder derechos? En absoluto. El único derecho que está aquí en juego es el de la igualdad entre hombres y mujeres. Y en la medida en que lo recuperen las mujeres, se habrá conseguido plenamente. Lo más contrario a los derechos humanos es la actual situación de la abismal desigualdad de género en las religiones, a decir verdad, en una más que en otras.

Con afirma Mary Wollstonecraft en su libro Vindicación de los derechos de la mujer, de 1792, pionero del feminismo filosófico, “las desigualdades entre los hombres y las mujeres son tan arbitrarias como las referidas al rango, la clase o los privilegios”.

¿Significa esa liberación que los varones perdemos privilegios? Sin duda. Y  deberíamos ser nosotros ser los primeros en desprendernos de dichos privilegios, que no pueden confundirse con derechos, por mucho que sea el tiempo en que vienen disfrutándolos injustamente.

Termino con una apelación al feminismo, en este caso aplicado a las religiones, que es una de las mejores mediaciones teóricas y prácticas para conseguir la igualdad (no clónica) y para eliminar los privilegios de la masculinidad hegemónica y sagrada.

Fuente Religión Digital

Biblia, Espiritualidad, Iglesia Católica , , , , , , ,

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