“Heterosexuales que parecen gais”, por Ramón Martínez
Interesante reflexión que publica en Cáscara amarga:
Interpretar humorísticamente como sexual un vínculo no sexual entre dos hombres presuntamente heterosexuales es una forma de homofobia.
Hay pactos que encierran dobles interpretaciones y, desde que Pedro Sánchez anunció que para la investidura que se malogró ayer mismo contaba ya con el apoyo de Albert Rivera, las reacciones no han versado únicamente sobre lo adecuado o inadecuado de dicho acuerdo.
Se establecía un vínculo político entre dos hombres de los que por el momento sólo conocemos relaciones heterosexuales, pero se consideraba un vínculo suficiente para que el humor hiciera de las suyas: Pedro y Albert, al menos hasta ayer, eran pareja.
El Mundo Today, periódico cómico de referencia, ha venido publicando diferentes noticias sobre la investidura, empleando en todo momento para este pacto entre PSOE y Ciudadanos la metáfora de un matrimonio: “Pedro Sánchez apuesta por los tonos pastel para su invitación de investidura“, y “Alfonso Guerra se encierra en el baño con Pedro Sánchez para hacerle la prueba del pañuelo“ en la mañana del 1 de marzo.
Ayer mismo Pablo Iglesias, en su intervención, siguió con “la broma” e interpeló al candidato socialista diciendo “El amor se abre paso: Pedro, sólo quedamos tú y yo”, para añadir después que el pacto de Podemos con el PSOE, que Iglesias cree que podrá posibilitar un gobierno del cambio, aunque tampoco salgan las cuentas, será “el pacto del beso”.
Interpretar humorísticamente como sexual el vínculo no sexual entre dos hombres presuntamente heterosexuales es una forma de homofobia. Sus víctimas no son lesbianas, gais, bisexuales o transexuales, sino personas supuestamente heterosexuales, porque la homofobia no es una amenaza exclusiva para la Diversidad Sexual y de Género: la homofobia compromete la libertad de toda la humanidad.
Si dos hombres heterosexuales reciben la “corrección” de su comportamiento, que se valora como demasiado afectivo, a través del humor, el modelo social que se fomenta es aquel en que no sea posible, para dos hombres heterosexuales, demostrar ninguna afectividad. “Los hombres no lloran” implica también que “los hombres no aman”, ni pueden establecer vínculos de amistad con personas de su mismo sexo. A la larga esto implica que tampoco podrán empatizar debidamente con otras personas. Y una sociedad sin empatía es una sociedad en la que difícilmente puede sostenerse la democracia.
Frente a esta parodización del vínculo político entre Pedro Sánchez y Albert Rivera, las redes sociales han vitoreado el supuesto beso en los labios de Pablo Iglesias y Xavier Doménech, aunque relamente parece que no fue tal, sino una confusión por la perspectiva, según me cuentan quienes lo vieron en directo.
No deja de ser extraño que se celebren las Nuevas Masculinidades, que dos hombres también supuestamente heterosexuales se besen en los labios sin ningún tipo de miedo o pudor, en la misma semana en que un acuerdo entre dos hombres suscita parodias burlescas.
Quizá es que en este momento en que se enfrentan la nueva y la vieja política, sin que quede claro qué partido representa cada una, haya quienes tengan la venia de la masculinidad “de abajo” para ser presentados como modelos de varones nuevos en tanto otros deban sufrir una homofobia sibilina que pone en tela de juicio su virilidad como consecuencia de un pacto político que alguien considera inadecuado.
La homofobia, como de costumbre se esconde en cualquier parte, incluso en lo que podía parecer un chiste inofensivo. No podemos permitirlo: la homofobia, ni en broma.
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