El nuevo director del CDC cree que el SIDA es el “juicio de Dios” a los homosexuales
Trump ha nombrado como director del CDC al Dr. Robert Redfield, un médico militar con un lamentable historial de decisiones respecto al VIH y a la salud pública en general.
El Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos, EL CDC, tiene nuevo director designado por Trump: el Dr. Robert Redfield.
Redfield fue mayor del ejército norteamericano e investigador de vacunas en el Instituto Armado de Investigación Walter Reed de Maryland durante los 80 y los 90, la época más cruda de la crisis del SIDA. Es decir: Redfield era el que dirigía la respuesta de los servicios de salud del ejército frente al virus y, además, trabajaba para encontrar una vacuna. ¡Qué bien! Pensarás. Pues no. Porque la forma en que lo hizo fue desastrosa.
En octubre de 1985 Redfield, bajo el paraguas del Departamento de Defensa, ordenó que se realizaran test de VIH a todos los miembros de las fuerzas armadas sin ningún tipo de confidencialidad. Lo que significaba que un soldado norteamericano que diera positivo en VIH no se enteraba de su estado serológico hasta que la cadena de mando estaba al tanto. Primero avisaban a los superiores y éstos al soldado. Los tests también se realizaban a los nuevos reclutas y si daban positivo se les prohibía servir en el ejército.
Los tests no confidenciales se utilizaron también en el personal en activo. En caso de dar positivo eran degradados. A los soldados más jóvenes que daban positivo en VIH se les encerró en cuarentena en Fort Hood, Texas; una base militar que con el tiempo llegó a conocerse como el “Hotel VIH”. Fueron tratados como prisioneros durante su estancia allí, que solo terminaba cuando desarrollaban SIDA o cuando se les licenciaba con honores. Laurie Garrett, periodista ganadora de un Pulitzer y experta en temas de salud pública, describe a Redfield como “la persona exactamente equivocada para el puesto” y explica: “En 1989 ya se habían hecho pruebas a más de 5 millones de soldados y reclutas, con 6.000 de ellos dando positivo en VIH. Algunos de esos jóvenes se suicidaron y la mayoría fueron expulsados del ejército y se quedaron sin cobertura médica, muriendo en la pobreza cuando desarrollaron SIDA.”
Por si alguno cree que Redfield solo era uno más en la cadena de mando, el propio “doctor” se ha encargado con el tiempo de dejar claro que es homófobo y serófobo. Y va a dirigir el CDC.
En 1990 Redfield escribió el prólogo de un libro escrito por W. Shepherd Smith Jr. Shepherd es el líder de la organización cristiana Americans for a Sound AIDS/HIV Policy (ASAP), que aboga por realizar tests de VIH obligados y poner en cuarentena a los que den positivo.
Algo que intentaron legalizar en 1990 bajo la fallida ley H.R. 2788, presentada por el ultraconservador William Dannemeyer. Para los miembros de ASAP, el SIDA es “el juicio de Dios” contra los homosexuales y se estaba extendiendo por Estados Unidos por culpa de los hogares monoparentales y la pérdida de los valores familiares.
En el libro, “Cristianos en la era del SIDA“, Redfield escribió lo siguiente:
Es hora de rechazar la tentación de negar la crisis del VIH/SIDA; de rechazar a los falsos profetas que proclaman soluciones rápidas como los condones o las agujas gratis; de rechazar a aquellos que hablan de prejuicios; y de rechazar a aquellos que tratan de suplantar a Dios como juez. Ha llegado el momento en que la comunidad Cristiana -tanto miembros como líderes- se enfrenten a la epidemia.
Obviamente la forma de enfrentarse a la epidemia era promover la abstinencia sexual. Y no solo durante los 90. Durante la década de los 2000 Redfield colaboró activamente con el programa “ABCs of AIDS” en África, que promovía la monogamia y al abstinencia como única forma de prevenir el VIH, dejando a los condones como el último recurso.
En 1992 Redfield, que por entonces era coronel, formó parte de un equipo de investigadores del Walter Reed que decía haber encontrado una vacuna que protegía los sistemas inmunes de los soldados portadores del VIH. La VaxSyn, que así se llamaba, fue un fraude y el propio ejército investigó a Redfield y llegó a la conclusión de que había cometido un “fallo inocente“. Eso no impidió que Redfield formara un lobby en el Congreso de los EE.UU. para intentar conseguir 20 millones de dólares con los que llevar a cabo un ensayo clínico de la VaxSyn. El ensayo no se llegó a realizar porque, obviamente, la VaxSyn no funcionó nunca y no iba a funcionar.
El nombramiento de Redfield como director del CDC es solo una de las muchísimas decisiones que ha tomado Trump durante su mandato y que han dejado claro que su gobierno es profundamente homófobo… y bastante estúpido. A Redfield no solo lo están criticando por ser un inepto, sino porque además el puesto de director del CDC conlleva un sueldo de 375.000 dólares anuales. Cifra que, tras una entrevista por parte de los demócratas, acabó rebajándose a 209.700 dólares (y los republicanos pretenden vender como un gesto de buena voluntad de Redfield).
Fuente | CNN – The Maven – Gay Star News, vía EstoyBailando
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