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El Espíritu y mi vocación

Viernes, 27 de mayo de 2016
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pentecostes-2016Hoy, un día más en mi vida, traigo este texto que refleja muy bien qué siento hoy, mirando hacia atrás,  al reflexionar en la llamada que hace ya tantos años me hizo Jesús… Hoy sigo queriendo ser fiel a “este amor primero” al que hace tan poco le he dado un SI definitivo…

Comparto contigo, si te animas a leer esto, que no concibo mi historia personal, más precisamente mi historia vocacional, sin la presencia insistente del Espíritu.

Cuando con 21 años me doy cuenta de que mi vida empieza a tomar un camino que para nada es el que yo deseaba, pongo todo mi empeño en volver los pasos hacia la senda que yo prefería. De una manera casi inconsciente se me estaba colando en la cabeza y, ¡peor aún!, grabando en las entrañas la posibilidad de ser monja en el monasterio de Suesa.

¿Quién quiere ser monja? Ciertamente muy muy muy muy pocas personas. Yo no quería serlo, desde luego. Ya sabía lo que quería ser, ya estaba dando pasos en esa dirección, ¿a qué santo surgía en mí esa posibilidad con una fuerza que no lograba dominar?

Fueron meses muy duros, de bastante soledad. Cuando empiezas a sentir una vocación de estas características, cuando alguien te plantea esa posibilidad, muchas veces ni siquiera le abres la puerta, no sea que lo que sospechas sea verdad y la “cosa se líe”.

Pero yo sentía de una manera casi física, el Espíritu de Dios colocado sobre mi hombro izquierdo, susurrándome tozudamente que aquello era lo mejor, que no tuviera miedo, que me atreviera, que, al menos, lo intentara y confiara. La situación era casi absurda, una especie de loro en mi hombro, como el pajarraco de Long John Silver en la novela de Stevenson “La Isla del Tesoro”.

Efectivamente, el Espíritu iba ganando terreno, poco a poco fui asumiendo que aquello que estaba viviendo era más fuerte que yo y que tenía que tomar una decisión. Me atreví, respondí al Espíritu de Dios que sí, que confiaba y me arriesgaba, que no podía continuar siempre con esa duda, con una vida a medio vivir.

Estoy de fiesta, Ruah santa, porque fuiste terriblemente cabezota conmigo y me empujaste con tu fuerza.

En este día de Pentecostés me siento en la obligación de poner en tu corazón la palabra vocación, entrega a Dios, monja. Es posible que no sea la primera vez que resuenan en ti estos términos. Te pido que los dejes bailar en tu interior al ritmo del Espíritu. Venga, ¿por qué no?, ¿por qué no vas a poder tú vivir como vivo yo?

Que sea como Dios quiera.

Espiritualidad , ,

La vida que no puede pararse …

Miércoles, 30 de marzo de 2016
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Del blog Pays de Zabulon:

Thomas-Millet-Resurrection

El reino de Dios traspasa el mundo

Lo que quiero deciros,
ya lo sabéis como yo lo sé
pero no lo sabemos bastante ni vosotros ni yo.

Es lo que hace el fondo de nuestra vocación cristiana.

Lo que nos será recordado esta noche,
es que Cristo sobre la cruz nos ha dado su vida,
es que sabremos mejor esta noche que esta vida que él nos ha dado
es una vida que ha atravesado la muerte y la ha vencido,
que es la vida resucitada, que es la vida eterna.

Es que esta vida
es la misma que brota de Cristo para salvarnos
como brota sin cesar para seguir creándonos.

Es que esta vida no se puede parar
y, sumergidos por ella,
tenemos que salvar por ella, en ella, con ella.

Pero ya ves,
cuando el reino de los cielos quiere traspasar el mundo
cuando el amor de Dios quiere buscar a alguien que se perdió,
cuando ese alguien es una multitud,
lo que es mucho más importante,
esto es lo que somos, mucho más de lo que uno es;
cómo se hace, mucho más de lo que hacemos.

Para vivir y seguir al Señor Jesús
en las circunstancias de la gente de hoy
hacen falta las mismas cosas esenciales que en todos los tiempos,
sólo es diferente el choque producido entre estas cosas y el mundo.

Puede ser un comerciante de pescado o farmacéutico o empleado de banco;
puede ser un hermanitoo del padre de Foucauld o hermanita de la Asunción;
puede ser guía o jocista …  cada uno en su sitio …
Pero es un lugar al que no se puede cortar, que es para todos nosotros:
– Servir al Señor en primer lugar como un Dios que lleva el mundo;
– Amar al Señor más que nada como un Dios que ama a los hombres;
– Amar a cada ser humano hasta el final;

– Amar a todos los hombres hasta el final porque el Señor los ama y como Él ama.

Y en este sitio, si no somos ingratos… ni idiotas… acostumbrarnos a esta posibilidad prodigiosa que es la nuestra: creer en el Dios vivo que nos ama y poder amarLe amando a los demás como Él nos ama.

*

Madeleine Delbrêl
(a los jóvenes, en el curso de una vigilia pascual)

MadeleineDelbrel_Au

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Fuente texto: Association des amis de Madeleine Delbrêl
Fuente foto:Thomas Millet – Sans gravité (auto-portraits)

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , , , ,

“Jesús no haría la pastoral vocacional de la Iglesia”, por Rufo González

Martes, 26 de agosto de 2014

21c6d7de73fe003fccf425df1812c02d_620x412Leído en la página web de de Redes Cristianas

¿“Llamaría” hoy Jesús como “llama” la Iglesia?

Cuando se trata de reclutar vocaciones para el Clero, la propaganda eclesiástica también utiliza medias verdades: “le espera un sueldo fijo, un trabajo gratificante y un buen hogar”.
Si esto fuera la verdad completa, la colas del paro se trasladarían de las Oficinas de Empleo a los seminarios o a los palacios episcopales (¡si Cristo lo viera! Mt 11,8; Lc 7,25). Basta preguntar dónde está ese chollo, para desvanecer toda esperanza. Lo primero: olvídate del “hogar”. No puedes casarte, hacer una familia, engendrar hijos, combate toda tu vida los instintos primarios, etc. Leamos la reflexión del buen amigo de este Blog, de Pepe Mallo, que nos obsequia con este artículo veraniego. Gracias.

Escribe Pepe Mallo:

“MUCHOS SON LOS LLAMADOS…” (¿En busca de las vocaciones perdidas?)

Si no lo leo no lo creo

Hace unos días (17 de julio), la Redacción de Religión Digital se destapó con este titular: “En busca de las vocaciones perdidas” y comienza su reseña con este texto:

“El más pequeño del grupo del seminario menor de Sevilla tiene 13 años, si continúa estudiando, le espera un sueldo fijo, un trabajo gratificante y un buen hogar. El sacerdocio ofrece una vida “diferente”, que no quiere decir “rara”, como afirma el rector del Seminario Metropolitano de Sevilla, Antero Pascual. Cuando el pequeño alumno termine sus estudios obligatorios y el bachillerato, si su fe es fuerte y siente la vocación, se ordenará sacerdote tras seis cursos de estudios teológicos y filosóficos.”

Un ilusionado futuro

En tiempo de crisis, tanto económica como eclesial, viene bien este eco publicitario de la Institución como reclamo. Se ofrece generosamente un ilusionado futuro, con un trabajo gratificante (sin riesgo de paro), un sueldo fijo, y sobre todo, un buen hogar (sin hipoteca); o sea, el sacerdocio como “medio de vida”. Para lo cual, sabiamente, se saca a los adolescentes de su hogar familiar, de su entorno escolar, de su ambiente de amigos y amigas y se le interna en un seminario donde el contacto con la familia y la sociedad será escaso o nulo. Con esta expectativa, comienza una vida de incertidumbre para los muchachos “llamados” en plena pubertad. Si después de acabar los estudios secundarios y el bachillerato, tras otros seis años de cursos filosóficos y teológicos, “siente la vocación, será ordenado sacerdote”. ¡¡¡Cuán largo me lo fiáis, Comendador!!!

“Comerciales” deDios

Hace pocos años, al comienzo de la crisis económica, ya la Iglesia española lanzó esta misma campaña el día dedicado al Seminario, casi con las mismas palabras que ha empleado este rector de Sevilla. Y digo yo. ¿La vocación la tiene ya el “aspirante”- lógicamente infundida por Dios- o le va a germinar en el “seminario” (que ya la palabra indica su función)? Si la vocación es una “llamada de Dios”, ¿por qué no “llama más”? Da impresión que Dios tiene poco poder de convocatoria, a pesar de ser todopoderoso. Claro, resulta que es que Dios no llama directamente, sino a través de… O sea que Dios, como cualificado empresario del culto, tiene sus “comerciales” que le simplifican y facilitan la labor de reclutamiento. Y además, son ellos mismos quienes realizan el casting y resuelven infaliblemente quién es realmente llamado por Dios y quién no. Así interpretan la frase “Muchos son los llamados y pocos los elegidos”.

¿Se intenta hacer futuro de un pasado frustrado?

Allá por los años cincuenta del siglo pasado, delegados de seminarios y congregaciones religiosas peinaban los pueblos en busca de vocaciones sacerdotales. (Me tocó vivir esa época). El sacerdote entonces gozaba de gran autoridad y prestigio. Muchos de aquellos chavales pueblerinos buscaban en el seminario una salida a su futuro, para muchos de ellos única alternativa para resolver su vida; comenzaba la crisis del campo y el éxodo rural. Y así se llenaron los seminarios, que llegaron a convertirse en “ciudades-convento”. Una década después, durante los años sesenta, aquellos muchachos estaban estudiando Teología, muchos de ellos sin una clara definición vocacional. En plena transición motivada por el Concilio Vaticano II, la figura del sacerdote va decayendo, los jóvenes se replantean su “proyecto de vida” y comienzan los abandonos. Y los seminarios fueron despareciendo, y sus espléndidas y magníficas construcciones se venden o cambian de cometido.

¿Se trata, pues, de volver hoy, quizás con rabiosa nostalgia, a aquellos añorados, prósperos y florecientes años ya desvanecidos? ¿Se intenta hacer futuro de un pasado frustrado? No lo quiera Dios.

Es evidente que, en este siglo XXI, la vocación sacerdotal no responde a las expectativas de éxito postuladas por la sociedad. La mentalidad y sensibilidad de las jóvenes generaciones crea un estilo juvenil, en general, muy ajeno a las in­quietudes vocacionales. Digámoslo claramente: ser cura no entra hoy como una posibilidad real dentro de las perspectivas vitales de la inmensa mayoría de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. No constituye ni siquiera una alternativa que se considere atenta­mente, aunque sea para descartarla. Es una propuesta que ni siquiera se plantea.

¿Qué convocatoria haría Jesús?

Por eso, a la hora de “convocar”, la respuesta a tal llamamiento dependerá de la diversidad de la oferta. Se habla de seminarios florecientes y de seminarios precarios. Yo creo que todo depende de la forma con que se presente esta convocatoria. Podríamos poner unos ejemplos sugerentes:

Propuesta de seminario: “Joven, Cristo te llama para ser “su elegido”, entre los más dignos de entre todos los cristianos. Serás “hombre de Dios”, instrumento en las manos de Dios. Vas a ser “consagrado” sacerdote, como Cristo, Sumo Sacerdote. Te llamarán padre y (mon)-señor; te harán reverencias y ocuparás los primeros puestos en las celebraciones. Cuando tus manos sean ungidas con el óleo sagrado, signo del Espíritu Santo, serán destinadas a servir al Señor como sus manos en el mundo de hoy. Y las palabras sagradas que pronunciarás serán capaces de transustanciar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, el gran sacramento de nuestra fe. El celibato será signo de tu entrega total absoluta y exclusiva a los demás sin sentirte atado por otros lazos que no sean los de Cristo. Tú, como elegido y pastor de almas, impondrás las leyes en tu “feudo”. Atarás y desatarás. Quien te alabe y te pelotee será bendito. Quien te critique y censure será arrojado a las tinieblas exteriores… Y serás dignísimo sacerdote “in aeternum”. ¿Qué respondes a esta oferta?”

Propuesta evangélica: “Joven, Cristo te llama para “servir a la comunidad”, no tanto para servir a Dios ni a los ritos, sino a las personas. El que quiera ser el más importante que sea el “esclavo de todos”. No te dejes llamar padre ni (mon)señor. Y en los acontecimientos solemnes ocupa siempre los últimos puestos. No busques ser alabado. Tampoco lo vas a conseguir dado como está la sociedad. Más bien estarás en boca de todos como objeto de murmuración. No desees prebendas ni privilegios. Eres llamado a ser pastor, a ir tras la oveja perdida… No impongas más cargas sobre las espaldas de las personas; al contrario, echa una mano para aliviar las que ya soportan. Acoge a todos aunque no piensen como tú. No especules tanto en salvaguardar los derechos divinos, como en promover los derechos humanos, porque ante Dios todas las personas son iguales y no establece distinción ni por la raza, ni por el sexo ni por la ideología… Más que “hacer teología” vive el evangelio… Más que hombre de Dios (que lo serás), sé hombre de hombres. ¿Esperamos tu respuesta?” Leer más…

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Una historia de vocación.

Sábado, 1 de febrero de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

” Deberemos responder bien a nuestra verdadera vocación

 que no es producir y consumir

hasta el fin de nuestras vidas,

sino amar, admirar y ocuparse de la Vida

bajo todas sus formas. “

*

Pierre Rabhi

***

 

 

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