El obispo de Vitoria prohíbe cualquier actividad parroquial a un feligrés homosexual que quería ser cura
El pasado mes de julio publicábamos la carta que el vitoriano Alfonso Ruiz de Arcaute enviaba al papa Francisco relatçándole su caso… La respuesta ha llegado de la mano vicaria de su obispo Juan carlos Elizalde… ¿Hay quien piensa aún que en esta inmisericorde iglesia romana hay algún lugar para una persona LGTBI?
(Jesús Bastante).- El pasado mes de julio, Alfonso Ruiz de Arcaute se mostraba esperanzado. El obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, se había comprometido a enviar una carta al Papa en la que este hombre de 50 años, monitor de Confirmación, miembro del Consejo pastoral de Santa Teresa de Jesús y que, en ausencia del párroco, celebraba la Palabra, pedía poder entrar al Seminario pese a su homosexualidad. El pasado miércoles, Elizalde (a través del párroco) comunicaba a Alfonso que tenía prohibida cualquier participación en la parroquia.
Ese mismo día, Alfonso entregó las llaves del templo, que tenía consigo desde hace años. “Me convocaron el párroco, que ahora se jubila, y el que entra, y me dijeron que el obispo me había prohibido cualquier participación en la vida parroquial. Que podía seguir yendo a misa, eso sí”, relata Alfonso en conversación telefónica.
Como se recordará, Alfonso Ruiz de Arcaute había escrito una misiva al Papa, por mediación de Elizalde. Una carta que nunca llegó a su destino. “Sí, yo soy homosexual y cada día doy gracias a Dios por haberme creado tal como soy, con todas mis virtudes y todos mis defectos, con mi personalidad entera”, afirmaba este hombre en su carta, en la que confesaba a Francisco que, con 14 años, sufrió abusos por parte de un religioso. Algo que no minó su fe. Tampoco va a hacerlo la cerrazón de Juan Carlos Elizalde.
“En Vitoria se le conoce como un lobo con piel de cordero“, confiesa este hombre, quien en los últimos días se debatió entre denunciar y quedarse callado “para que la parroquia no sufra”, y acudir a otro templo para no “generar escándalo”. Sin embargo, la experiencia le ha enseñado que el silencio es un caldo de cultivo para la progresiva pérdida de la fe. “En estos días he descubierto, además de muchos apoyos, la cantidad de gente que vive alejada de la Iglesia porque se sienten apaleados y discriminados. Yo me siento así, pero no quiero vivir alejado de mi Iglesia”.
Así las cosas, Alfonso seguirá acudiendo a su iglesia, y mantiene firme su vocación, todavía con la esperanza de que la carta al Papa (él volvió a enviarla, por otros canales, en julio) pueda surtir efectos. “Durante toda mi vida, mis decisiones laborales y de pareja han estado por detrás del compromiso pastoral“, afirma Alfonso. Ahora, que no puede llevar a cabo dicho compromiso desde la institución, plantea “trabajar el tema de la oración y la espiritualidad con personas que se han ido alejando de la Iglesia”.
Como se recordará, durante su conversación de hace unos meses, Elizalde veía inviable el camino de Ruiz de Arcaute hacia el sacerdocio por su homosexualidad, “pese a que llevo varios años viviendo desde la castidad acogida con alegría al poner en mi compromiso eclesial el centro de mi vida”, cuenta.
El obispo de Vitoria se acogió entonces a la instrucción del año 2005 sobre la admisión en las órdenes sagradas de las personas homosexuales para prohibirle a Alfonso la ordenación y lo dejó en un callejón sin salida. porque Elizalde solo le ofrecía que, si lo tenía tan claro, buscara un obispo que le ordenase, algo poco probable.
Alfonso propuso otra solución: escribir una carta al papa Francisco contando su historia. El obispo se comprometió a entregar en mano a Bergoglio la misiva. Meses después, le prohibe cualquier participación en la vida de su comunidad.
Curiosamente, en su carta pastoral para este comienzo de curso, titulada “De una parroquia de mantenimiento a una parroquia misionera”, el obispo de Vitoria señala que “la diócesis de Vitoria está abierta de par en par a todos los carismas en comunión de la Iglesia. Reconoce que todos somos necesarios y que nos necesitamos unos a otros porque nadie agota la riqueza de la fe (…). Quien tiene y alimenta su propia identidad se alegra de las diferencias porque se trata de sumar y no de restar”.
“Como hasta ahora, hechas las debidas consultas, con el consejo de mis vicarios y tras el oportuno diálogo, yo seguiré tomándolas y seguiré estando cercano para quien quiera pedirme explicaciones. No temo las diferencias si son entre quienes compartimos la pasión por Cristo y por su Iglesia. Desde la fe, hemos de tener el coraje de poner al descubierto nuestras discrepancias con el ánimo de unir corazones y voluntades en la búsqueda de la voluntad de Dios”, argumenta Elizalde, quien sin embargo no ha tolerado la más mínima crítica a su actuación en este caso.
En su carta, el obispo de Vitoria alerta contra “el cotilleo eclesiástico”, tomando palabras de la homilía del Papa en Santa Marta sobre el particular. Pero añade que “la Iglesia de Vitoria tiene cauces dignos de expresión y de contraste en un sano espíritu crítico. Yo soy el primero en estar abierto a todo diálogo y en todo momento”. ¿Dónde queda el diálogo del obispo en el caso de Alfonso Ruiz de Arcaute?
Fuente Religión Digital
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