Así han cambiado las marchas del Orgullo Gay en España desde 1977
La noticia sólo ocupó 34 líneas en la página 25 de La Vanguardia del 28 de junio de 1977. A la derecha de la hoja, casi escondida entre publicidad y sin foto, había media columna titulada: “4.000 homosexuales se manifestaron por las Ramblas”.
Aquella manifestación, que aparentemente fue una noticia más y sin importancia, fue el germen de las marchas actuales del Orgullo Gay, que este sábado volverá a sacar a las calles de Madrid a centenares de miles de personas que celebrarán todo lo que se ha conseguido en materia LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) en estos años y reivindicarán todo lo que aún falta.
“Aquel día, el 26 de junio de 1977 -dos días antes de que se publicase la noticia-, en Barcelona había muchísimos más heterosexuales, pero muchísimos más, que homosexuales. Sorprendió que hubiera tanta gente, aunque sí esperábamos mucha porque se contaba con el apoyo de todo el tejido social, sindical y político de Barcelona”, rememora Empar Pineda, activista histórica del movimiento LGTB, que salió a la calle aquel día.
En aquella época la homosexualidad todavía estaba penada legalmente. Por eso, los manifestantes pedían amnistía para todos los gays y las lesbianas que aún permanecían en las cárceles. También querían la derogación de la Ley de Peligrosidad Social, que fue usada durante los últimos años del franquismo para la represión de la homosexualidad y no fue modificada hasta 1979. De hecho, los lemas de aquella primera manifestación fueron “¡Amnistía, ya!” y “¡No somos peligrosos!“.
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La Vanguardia by El Huffington Post
“Gritábamos ‘¡No somos peligrosos!’ para romper con la imagen que se daba de los gays como si tuviéramos los cuernos, el rabo y el tridente de Lucifer,” recuerda Empar. La Vanguardia de aquel día informaba de que la protesta acabó con la Policía lanzando pelotas de goma para disolver a las miles de personas reunidas.
“En un momento aparecieron los grises dando palos y hubo cantidad de gente de la mani que salió corriendo a izquierda y derecha por allá por donde pudo. Hasta se refugiaron en una iglesia. Y quienes se enfrentaron a la policía de una manera muy firme fueron los transexuales, cuya presencia en la primera fila había sido puesta en cuestión por la imagen que podría dar a la marcha”, asegura Empar.
“HABÍA TANTA OSCURIDAD…”
Con todo, la mecha ya había prendido y al año siguiente, 1978, 7.000 personas se concentraron en Madrid. Hubo, además, manifestaciones en Sevilla, Barcelona y Bilbao. Era la llegada definitiva a España de las marchas del Orgullo que habían comenzado en 1970 en Nueva York y Los Ángeles el 28 de junio de 1970, justo un año después de la redada policial en el pub neoyorquino Stonewall Inn -frecuentado por homosexuales y drag queens-, que desató multitudinarias manifestaciones y violentos disturbios.
Vito Virtudes estuvo en aquella primera marcha de Madrid, que, asegura, fue “una manifestación de una actitud cívica por parte de mucha gente, hombres y mujeres, que reivindicaron durante toda su vida que se tenía que visibilizar lo que estaba ocurriendo y la discriminación que había respecto a la opción sexual que cada uno y cada una tenía”.
Con todo, Vito subraya que antes de 1978 ya se habían producido protestas en Madrid, pero minoritarias. “Hubo gente antes que se dejó la vida en el camino. Quienes más se manifestaban eran grupos de mujeres feministas lesbianas. A eso hay que darle valor porque no salía en ningún sitio. Nunca se me va a olvidar que por la calle Preciados nos decían de todo menos bonitas. Nos manifestábamos todos los 28 de junio, pero íbamos 50, 60 o 70 personas sabiendo a lo que nos exponíamos”.
En aquella época, rememora Vito, los homosexuales iban buscando sitios en Madrid donde reunirse “a escondidas”: “Eran sitios oscuros. Recuerdo uno muy famoso que se llamaba Berlín. La primera vez que fui me asusté. Había tanta oscuridad, la gente iba a escondidas…”
“DETRÁS DE LAS VENTANAS TAMBIÉN HAY LESBIANAS”
Aquellas primeras manifestaciones de finales de los 70 dieron paso en los ochenta a marchas más minoritarias. Por ejemplo, en el 82 sólo se reunieron en Madrid 300 personas. Empar Pineda sí estaba allí.
“Era muchísima más la gente que estaba en las aceras o en los balcones mirándonos. Recuerdo que había consignas del estilo ‘detrás de los balcones también hay maricones’ y ‘detrás de las ventanas, también hay lesbianas’. Porque era mucho mayor el número de gente que miraba, con cierto morbo, todo hay que decirlo”, asegura.
¿A qué se debió esa caída de la asistencia? Jordi Petit, otro activista histórico, subraya que “los frentes de liberación gay” identificaban la “liberación gay con una revolución más o menos socialista o marxista-leninista y usaban un lenguaje politizado que la mayoría no entendía”.
“Una vez conseguidos en tan pocos años unas libertades, se pasó de tener miedo a ir a un bar a poder ir a bailar. Así que los frente de liberación gay se vaciaron y se llenaron las pistas de baile”, argumenta.
LA CLAVE DEL 98
Todo cambió a partir de 1995, cuando se aprobó el Código Penal, que definió la protección de la orientación sexual como un derecho. En 1996 ya salieron a la calle en Madrid más de 3.000 personas y se utilizó la primera carroza.
Pero el punto de inflexión, al menos para Petit, fue 1998: “Aparece la revista Zero, que en portada presentó fuera del armario a un militar, a un sacerdote, artistas… También llega Boris Iaguirre en España, Dana International gana Eurovisión con televoto y es el año en que el efecto de los antirretrovirales se nota tras el duro azote del Sida”.
En 2005 se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo y el Orgullo se convirtió definitivamente en la gran marcha que es hoy. “El orgullo es la celebración de ser diferente, la lucha por la igualdad y nuestros derechos dentro de la diferencia, una afirmación de nuestra auténtica manera de ser, de nuestro derecho a amar, estar fuera del armario, estar en libertad, vivir sin ocultación, es activismo liberador, ese plus de autoestima que necesitamos las personas que sufrimos discriminación para ir rompiendo prejuicios”, resume Boti G. Rodrigo, presidenta de la Federación estatal de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales.
Pero no todos ven con buenos ojos la marcha del Orgullo tal y como se celebra ahora. “Ahora queda poquísimo de reivindicación. Los colectivos marchan con sus pancartas, pero para lo que miles de personas están esperando es para las carrozas y la fiesta que hay a la cola de la marcha. Hay un negocio muy oscuro controlado por unas pocas organizaciones”, lamenta Paco Ramírez, presidente de la Federación Colegas.
LO QUE AÚN QUEDA
Boti G. Rodrigo niega la mayor y afirma que se sale a la calle “en pie de lucha”. “Si no ven la parte reivindicativa es que no quieren ver nada. Quien tiene ojos para ver verá que esto es una manifestación política y una reivindicación de derechos que pone en pie a mucha ciudadanía de una forma festiva”.
Porque, avisan las asociaciones, aún queda mucho trabajo por delante. “Hemos ganado la plena igualdad legal y, sin embargo, no la plena igualdad social en lo que se refiere a la homofobia. Hemos de hacernos todavía visibles para llegar a ser indiferentes”, resume Jordi Petit, quien pone el fútbol como ejemplo de que aún persiste la homofobia. “Un partido se para cuando hay insultos racistas y en cambio todavía no se para ni hay sanción alguna cuando hay insultos homófobos”.
En la misma dirección apunta Boti G. Rodrigo, quien subraya que la discriminación pervive “en todas sus formas”. Afirma que se está dejando de trabajar activamente en la prevención del VIH, que existe discriminación laboral, que los transexuales siguen estando “fuertemente estigmatizados y discriminados”. Además, insiste, “las aulas no son un lugar seguro porque los jóvenes LGTB sufren acoso que en demasiados casos les está llevando al suicidio”.
Empar Pineda señala el que, a su juicio, es el gran problema en este sentido: “Los poderes públicos no se han tomado nunca en serio la educación. Es decir, lo importante que es la presencia en el currículum escolar de asignaturas que planteen abiertamente la existencia de la diversidad sexual, con lo que eso tiene de enriquecedor para el conjunto de la sociedad”.
Fuente Huffington Post
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