Vino nuevo en odres nuevos.
La imagen de Jesús es ésta: «Os daré una nueva visión del mundo que vosotros gustaréis como un vino nuevo, pero esta novedad quedará completamente frustrada si no tenéis odres nuevos. Si no existen estructuras nuevas que reflejen la nueva actitud mental, entonces también se habrá perdido la actitud mental. Ambos deben ser renovados: el continente y el contenido; de otro modo, ambos se perderán».
Nosotros, tradicionalmente, hemos intentado predicar un Evangelio hecho en gran parte de palabras, de modos de pensar y de experiencias de salvación interiores. La gente dice que está salvada, que está «regenerada»; ahora bien, ¿cómo hacemos para saber si alguien está salvado? ¿Aman a los pobres? ¿Se han liberado de su yo? ¿Se muestran pacientes ante las persecuciones? Estos podrían ser los verdaderos indicadores […].
Todos somos un poco iguales. Es más fácil hablar del vino sin nombrar los odres; hablar de la salvación de una manera teórica, sin instaurar un nuevo orden en el mundo. Honestamente, las naciones europeas que se definen como cristianas fundamentan su sociedad -tal como hacemos todos nosotros- enteramente sobre estructuras de dominio y de control: racismo, sexismo, clase social, poder y dinero. Se fundamentan en todas esas cosas en las que Jesús nos dijo que no fundamentáramos nuestra vida. Hay un poco de vino nuevo en algunos odres muy viejos.
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R. Rohr,
Il piano di Gesú per un mondo nuovo,
Brescia 1 999
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