“La Virgen de la barcaza”, por Jesús Bastante
¿Ves esa estrella de cinco puntas? Ella nos marcará el camino. No dejará que nos perdamos no temas, nos llevará a un puerto seguro. Ten esperanza. Sí, es cierto, llevamos semanas navegando, y ninguna ciudad nos ha abierto sus muelles. Nadie quiere acogernos. Somos muchos, y extranjeros, no tenemos nada que ofrecer. Pero es Navidad, hoy tendremos suerte. Ten fe.
Antes de acurrucarte, has imaginado un pequeño pesebre con esas botellas rotas. Se hace de noche, y las olas te mecen, ojalá duermas, ojalá sueñes.
Se ha abierto una vía de agua, la gente empieza a inquietarse. Hace días que los móviles dejaron de funcionar, que el motor se paró, que el patrón huyó en otra lancha. Ya no nos queda comida. Pero tú, mi niño, no pierdas la esperanza. Confía. Todo saldrá bien.
Esta noche, ¿te acuerdas? No, cómo vas a hacerlo, si eres aún un bebé. Venían los tíos desde Kirkuk, los abuelos repartían caramelos, los vecinos abrían sus cocinas, tu padre… antes del terror y de la huída, antes de llegar a esta barcaza. Todos nos juntábamos en la plaza, reíamos y cantábamos. Encendíamos velas y compartíamos el fuego.
Nos contaban la historia de aquella familia de Belén, de su borrico, de la noche en que nadie les quiso dar posada. Ella, María, estaba embarazada. Él, José, no quiso abandonarla a merced del frío. Y su hijo nació en un pesebre, al abrigo de los animales.
Algún día te contarán esta historia, y dirán que tú naciste aquel día. Se hace de noche, mi vida. Calor no te faltará, aquí somos muchos. Duerme y espera… Tú busca la estrella, que el cielo está oscuro y cubierto de niebla, pero es la noche. Seguro. Tú duerme, que es Navidad. Que todo saldrá bien. Mira la estrella, mírala. Mira la estrella…
No habrá Navidad si Jesús no nace de verdad, cada día, en en el corazón de aquellos que todavía tienen sueños que cumplir, y realidades que cambiar. Y barcas que salir a buscar al mar oscuro. Para eso, también, nace el Niño. ¡Feliz Navidad!
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