Del blog de Xabier Pikaza:
Dom, 5 de Pascua. Juan 14,1-12. Jesús nos dice este domingo varias cosas fundamentales, entre ellas:
1. En la casa de mi padre hay muchas moradas... Eso significa que la verdad es sinfónica, es múltiple. Caben en ella diversas tendencia, lugares distintos… No se puede imponer en ella la dictadura de la verdad única, la única morada.
2. Yo soy la verdad… Eso significa que también tú eres la verdad. La verdad es de personas no de ideas o sistemas, no de estados ni de capitales… La verdad eres tú, somos nosotros, todos los hombres y mujeres; que podamos vivir en sinfonía, en abundancia, sin excluir a nadie.
3. Yo soy el camino… Jesús ha podido atreverse a decir “yo” porque ha dado la vida, porque no es un “yo” que se impone, sino que se ofrece, acompaña, comparte… un camino que lleva a las múltiples moradas de la concordia, cien caminos, mil caminos de iluminación y de concordia…
4. El que cree en mí hará las cosas que yo hago… y aún mayores. Jesús no dice “yo” y cierra la puerta. Dice yo y añade “hagamos”, haced vosotros. Por una parte él parece todo, y sin embargo nos dice que podemos ser más grandes, que debemos hacer cosas más grandes que las suyas. Él no es tope, es principio…Nos dice “haced”, hagamos pues, seamos y vivamos, en la vía de las múltiples verdades que se unen en la verdad de dar/regalar y compartir la vida.
Buen domingo a todos.
Jesús dice yo soy la verdad…
ocultándose a sí mismo, para que podamos ser nosotros, haciendo camino… y respondiendo tú eres la verdad.
La verdad no soy nunca yo para mí mismo, sino que la verdad es siempre el otro, aquel que me sale al encuentro y me espera y necesita, aquel que me hace amar.
Jesús muerto y resucitado puede decir así “yo soy la verdad”, para que cada uno descubramos la verdad en el otro. De aquí brotan y aquí se condensan los temas del evangelio de este domingo.
Temas principales.
Quizá nunca se han dicho las cosas que dice nuestro texto, condensadas, luminosas, palabras como rayos que rasgan la oscuridad e iluminan la noche de la vida. Éstos son algunos de los temas:
Las moradas del Padre. “En la casa de mi Padre hay muchas moradas o estancias…”. Parece que en la tierra no hay sitio para todos…
Por eso luchamos por obtener un lugar. Pero en la casa del Padre hay lugar para todos… hay muchas moradas, de manera que cuanto más tiene uno más pueden tener los otros.
Jesús, el Camino. Caminantes somos (¡navegantes!), y todos los caminos y los mares se centran y condensan para los creyentes en el Cristo. Por eso, quien toma su estela, que es estela de Evangelio, está ya en manos del Padre.
dos maestros que preguntas. En este evangelio se elevan dos voces que preguntan: uno es Tomás, otro es Felipe. Significativamente, ellos aparecen más tarde como autores de los dos evangelios gnóstico, apócrifos, más significativos de la Iglesia (esos a los que apelan todos los que buscan tradiciones ocultas de Jesús). Pues bien, aquí no aparecen como autores de evangelio, sino como discípulos del único Cristo.
Jesús dice “yo soy”: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida… Éste es el Jesús pascual que se atreve a decir “yo”, como el Dios del Antiguo Testamento (¡Yo soy el que soy!), pero no un yo aislado en sí, sino abierto al Padre (un yo-camino) y dirigido a todos los que quieran acogerle (un yo-ensanchado, que se hace verdad y vida para todos).
El que me ve a mí ve al Padre… Ésta es la experiencia de los cristianos: ver a Jesús resucitado es ver a Dios. Quien ha visto de verdad a un hombre o a una mujer ha visto a Dios, porque se ha revelado en la vida de los hombres.
El que cree en mí hará las “obras que yo hago”. Jesús no está cerrado, como maestro exclusivo, sino como maestro que ofrece y comparte, que enseña y promueve. Por eso, sus seguidores, que somos nosotros, podemos hacer no sólo sus obras, sino aún mayores… La obras del Espíritu de Dios.
Al que le importen esos temas vaya al texto
a. Introducción. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.”
b. Pregunta 1, con respuesta. — Tomás le dice: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús le responde: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.”
c. Pregunta 2, con respuesta.— Felipe le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta.” Jesús le replica: “Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia.
d. Conclusión. — El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.” (Jn 14, 1-12).
a. Introducción, las moradas del Padre.
En la casa de mi Padre hay muchas moradas o estancias; hay lugar para todos, quizá de formas distintas, por caminos diversos, pero hay lugar abundante. La casa de Dios es amplia, hay en ella lugar para altos y bajos, montes y ríos, llanuras. Es la casa de todos los hijos, es decir, de todos los seres humanos, casa de reconciliación y justicia, abierta ante todo para aquellos que han sido y son oprimidos.
Los que no caben en la casa de este mundo (los expulsados de todas las casas del capital) pueden entrar y entran de balde en la casa de la Vida de Jesús. Leer más…
Biblia, Espiritualidad
5º Domingo de Pascua, Camino, Dios, Evangelio, Jesús, Pascua, Resurrección, Verdad, Vida
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