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“Se vende iglesia “, por Isabel Gómez Acebo

Sábado, 3 de octubre de 2020
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                El suplemento inmobiliario del Financial Times de este fin de semana, trae un largo artículo sobre la reconversión de los templos en el Reino Unido para pisos. Empieza hablando del complejo residencial que, se ha hecho con una iglesia gótica en Woodside Park de Londres, tras mucho papeleo y dificultades arquitectónicas, ha conseguido realizar 21 apartamentos exclusivos por un precio entre medio millón y un millón de euros

                La entidad que se ocupa de los edificios de la Iglesia Anglicana publicó un estudio sobre el tema con el título: Luchando y cerrando iglesias” en el que analizaba todos los templos que se habían cerrado entre el 2004 y el 2018, la mayoría en las zonas más deprimidas del país. El informe terminaba con una noticia en la que comentaba que era una situación inédita desde el siglo XVI y que el principal motivo era la mudanza de los fieles a otros lugares

                A cada diócesis le corresponde la decisión de cerrar un templo, pero la Comisión que se ocupa de este asunto tiene que dar su aprobación. Los templos se cierran porque están en un lugar inadecuado, los fieles se han marchado a otros sitios y el edificio está viejo y necesitado de costosas reparaciones. Otros motivos, aparte del Covid, es que la Lotería Nacional ha dejado de aportar fondos

                El proceso para desacralizar el templo es largo y requiere paciencia a potenciales compradores. El precio se calcula comparándolo con otros edificios históricos de la zona y la compra se puede hacer a través de un agente inmobiliario o de la página web que tiene la Iglesia. Hay que tener en cuenta que las iglesias caen dentro de la clasificación de edificios no residenciales con lo que en general se convierten en museos, colegios o entidades de utilidad pública

                Pero hay excepciones que consiguen permisos para apartamentos después de un periodo de 28 días de información pública. Algunas Iglesias tienen un jardín con tumbas y el promotor debe permitir que los parientes accedan para cuidar a sus deudos muertos. En la mayoría de los casos, el edificio perdura y sólo se arregla su interior que suele albergar, por la altura que tenía el templo, dos pisos. El artículo menciona una iglesia que conservó el altar mayor, el órgano, las vidrieras y el púlpito que se veían desde el salón de los nuevos pisos. La verdad es que me asombra que alguien compre un piso de estas categorías pero hay gustos para todo. Al final, oímos al constructor decir que con su actuación había salvado un edificio ruinoso, pero hay mucha gente que no está de acuerdo con estos arreglos pues prefiere que los templos alberguen edificios públicos

                Al terminar la lectura de este artículo me invadió la pena, un dolor como el que sentí viendo una ópera bufa en una iglesia desacralizada en Nueva York rodeada de vidrieras con la historian de Jesucristo  ¿Qué va a pasar con nuestras preciosas iglesias rurales, antiguas y costosas de mantener? ¿Con el paisaje europeo de grandes templos rodeados por pequeñas casitas? ¿Con un cristianismo que no valora la liturgia de la eucaristía comunitaria? Con la venta de nuestros templos renunciamos a una parte de nuestra religión e historia, pero me temo que a mucha gente no le importa y la ley de memoria histórica no toca este punto ¡Una pena!

Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad , , ,

J. I. González Faus: «Es obligatorio que la Iglesia piense cómo los objetos del culto pueden servir a los pobres» , por Javier Morán

Domingo, 4 de mayo de 2014
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obligatorio-iglesiaImagen extraída de: La Nueva España

Voces. Javier Morán. [La Nueva España] El jesuita José Ignacio González Faus, uno de los dos o tres grandes teólogos españoles, advierte de las presiones en las que se mueve el Papa Francisco y defiende que la Iglesia se desprenda de sus bienes en favor de los pobres. González Faus dictó ayer, sábado, la conferencia “De Romero a Francisco, y los pobres de Cristo”, promovida por el Comité Óscar Romero de Asturias. Monseñor Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, fue asesinado el 24 de marzo de 1980, después de que denunciase con tenacidad las injusticias de su pueblo. Y aunque antes había sido un mitrado de corte clásico, fue otro asesinato, el del jesuita Rutilio Grande (12 de marzo de 1977), el que acentuó sus denuncias en nombre del Evangelio.

González Faus, nacido en Valencia en 1933, ingresó en la Compañía de Jesús en 1950. Culminó sus estudios teológicos con el doctorado en la Facultad de Innsbruck (Alemania). Ha sido profesor en el Instituto de Teología Fundamental de San Cugat del Vallés (Barcelona), así como en varias universidades latinoamericanas. También fue responsable académico del Centro de Estudios Cristianismo y Justicia de Barcelona. Entre sus libros destacan “La humanidad nueva. Ensayo de cristología” (1974), “Acceso a Jesús” (1979), “Clamor del reino” (1982) y “Proyecto de hermano. Visión creyente del hombre” (1989). Sus últimas obras publicadas han sido “El rostro humano de Dios”, “Otro mundo es posible… desde Jesús”, “Herejías del catolicismo actual” y “El amor en tiempos de cólera… económica”.

-¿Qué es lo que va de Romero a Francisco?

-Lo que tienen ambos en común es la sintonía evangélica con el mundo de hoy. Una mirada al mundo desde los ojos del Evangelio que en Romero supuso su asesinato en El Salvador, y en Francisco, con un magisterio más amplio, supone lo contrario a una mirada puramente ejercida desde el poder religioso, que es la que tiene muchas veces la Iglesia oficial, como si se creyera la voz de Dios y fuera mucho más la de un juez que de un hermano. Y en el tiempo que va entre ambos se ha dado lo que el teólogo Karl Rahner llamó un “invierno eclesial”, es decir, que después del Concilio Vaticano II, por miedo o por la imprudencia de un lado, vino la reacción de la curia, que se supone la tenía más o menos pensada. Yo digo a veces que habíamos metido el Concilio en el congelador y a ver si ahora lo sacamos y lo ponemos un poco al baño María para que vuelva. Quizá la gran promesa de Francisco sea que saquemos la mirada evangélica del congelador.

modelo-mendigo-e1351374118361-¿Usted acaba de pedir en una carta al Papa que la Iglesia enajene bienes de culto para dárselos a los pobres?

-En esa carta no hago nada más que citar unas frases de Juan Pablo II cuando dijo que en tiempos de crisis es quizás obligatorio que la Iglesia piense en cómo los objetos del culto divino pueden servir a los pobres. Lo único que digo es que, si se hace así, se dará más culto a Dios que teniéndolos metidos donde sea.

-Hay quienes califican esas propuestas de demagógicas, porque ¿a quién se le vendería, por ejemplo, la custodia del Corpus de Toledo?

-No hablo nunca de vender, sino de enajenar, que es una palabra suficientemente vaga, y digo incluso en esa carta que se nombre a un grupo de expertos en economía que estudie a ver si con eso se puede hacer algo. A lo mejor el ejemplo de la custodia de Toledo no está bien puesto, pero hay infinidad de otras cosas, como cálices de oro y otros objetos. Lo que me hubiera gustado es ver en la Iglesia esa preocupación y, como no la he visto, pienso que si Francisco moviera a nuestros obispos y les recordara lo que dijo Juan Pablo II la Iglesia daría un ejemplo y mejor culto a Dios que teniendo esos objetos guardados en una vitrina.

-Al igual que recuerda esa frase de Juan Pablo II, usted suele citar la tradición de la Iglesia y los errores que cometió, por ejemplo, en el libro “La autoridad de la verdad. Momentos oscuros del magisterio eclesiástico”.

-También es algo que le debo a Rahner, es decir, que no descuidemos la tradición de la Iglesia porque, además de tener algunos aspectos muy lamentables, tiene unas riquezas enormes. Me he metido en la tradición de la Iglesia y creo que su fuente original, el Evangelio, es la que debe motivar a la Iglesia, y no el progresismo actual ni cosas de ésas. También me da cierto miedo que las generaciones que nos siguen, por no saber latín o por ser de otra época, crean que el mundo empieza con ellos o que la tradición de la Iglesia se reduce al siglo XIX. Pero ésa no es la tradición y me gustaría abogar por volver a lo mejor del cristianismo original.

-Con la tradición en la mano, ¿se puede ser crítico respecto a la Iglesia del presente?

-Se debe ser porque es evidente que la Iglesia se equivocó muchas veces, lo que pasa es que tal vez esos errores se pueden contextualizar y decir que en su tiempo no fue un error tan grande. Pero lo terrible es que cuando una medida discutible se acepta luego se le quiera convertir en palabra de Dios. Pongo el ejemplo de los Estados Pontificios. No sé si entre Carlomagno y el Papa Adriano I estuvo bien o mal darle un poder político a la Iglesia. Lo veo oscuro, pero en aquella época era todo muy oscuro. Lo que no entiendo es que diez siglos después, cuando Italia se quiere unificar, Pío IX diga que los Estados Pontificios no son suyos, sino de Dios, y que por ello no puede cederlos. Eso no tuvo sentido. Puede que en el siglo IX fuera una medida de excepción, pero en el siglo XIX no tenía ningún sentido y hubo que quitarlo a la fuerza, por desgracia.

-En sus críticas a la Iglesia o en sus escritos ¿ha recibido alguna censura de la Santa Sede?

-Sí he tenido alguna, pero no ha llegado la sangre al río. Y en parte también porque mis superiores jesuitas se han portado muy bien conmigo, incluso en la curia general de la Compañía en Roma. Leer más…

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