Ven de noche…
Ven de noche, pero en nuestro corazón siempre es de noche:
por tanto, ven siempre, Seńor.
Ven en silencio, nosotros no sabemos ya qué decirte:
por tanto, ven siempre, Seńor.
Ven en soledad, pero cada uno de nosotros se encuentra cada vez más solo:
por tanto, ven siempre, Seńor.
Ven, hijo de la paz, nosotros ignoramos qué es la paz:
por tanto, ven siempre, Seńor.
Ven a liberarnos, nosotros seguimos siendo cada vez más esclavos:
por tanto, ven siempre, Seńor.
Ven a consolarnos, nosotros estamos cada vez más tristes:
por tanto, ven siempre, Seńor.
Ven a buscarnos, nosotros andamos cada vez más perdidos:
por tanto, ven siempre, Seńor.
Ven, ya que nos amas, nadie está en comunión con su hermano
si antes no lo está contigo, Seńor.
Todos estamos lejos, perdidos, no sabemos quiénes somos, ni qué queremos:
ven, Seńor. Ven siempre, Seńor.
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D.M. Turoldo,
“Lungo Ą fíume…”. I Salmi,
Cinisello B 1987, p. 7
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