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Un joven gay es agredido por energúmeno de extrema derecha a las puertas de una discoteca de Vejer (Andalucía)

Lunes, 11 de julio de 2022
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7B10DAC3-98F5-459E-BF47-797DBA039D07-768x441  “Se sintió con la libertad de decirme que yo era un maricón de mierda, que España estaba así por culpa de personas como yo, y que era una maricona mala”,

. La discoteca se desmarca de los hechos: “Jamás se ha discriminado a nadie en nuestro establecimiento”

“La Policía no cogió ni los datos de los agresores”

P.Merello

José Aguilera, un joven gaditano, ha denunciado en sus redes sociales la agresión homófoba que ha sufrido este lunes a las puertas de la discoteca El Cortijo, en Vejer. El chico, con lágrimas en los ojos, ha detallado los hechos en un vídeo que ha difundido en su Instagram.

Según explica, los porteros del local le dijeron que debía salir del local a las 5.00 horas. “Se me ha echado por maricón. Le he preguntado al portero por qué me estaban echando y me ha saltado con que él votaba a Vox. Me echaron de la discoteca sin ningún motivo aparente”, denuncia.

En ese momento, un chico ebrio que pasaba por la puerta escuchó la conversación. “Se sintió con la libertad de decirme que yo era un maricón de mierda, que España estaba así por culpa de personas como yo, que me callara la puta boca y que era una maricona mala”, expone José.

Acto seguido, le propinó una paliza “delante de todo el mundo”, ataque por el que el gaditano ha tenido que darse cinco puntos en la oreja derecha. “Perdí el conocimiento cuando vi la sangre. Ningún portero fue capaz de separarle“, dice aún conmocionado por el suceso.

 

Según explica, llamó a la Policía para denunciar lo ocurrido, sin embargo, los agentes, que tardaron más de dos horas en llegar, “no le cogieron ni los datos a los agresores. Eso dice mucho de la sociedad en la que nos estamos convirtiendo”.

El joven ha querido contar la agresión delante de la cámara para denunciar y hacer un llamamiento a la sociedad. “Por desgracia, desde que Vox entró en nuestro gobierno se están perdiendo muchos derechos y libertades de las personas LGTBI. Estoy cansado”, expresa José que desea que el vídeo se difunda “para que se vea la clase de personas que hay en ese establecimiento”.

El gaditano no comprende cómo ningún portero, que supuestamente deben velar por la seguridad de todas las personas, actuó y tampoco entiende que le echaran sin motivo. “Estas son las consecuencias de que la extrema derecha esté en un país democrático. Me da mucha pena que yo tenga que ir a una discoteca con miedo de cómo voy vestido por si no me dejan entrar y que, si me ven pluma, que me peguen”, finaliza.

Comunicado oficial de la discoteca El Cortijo

Mediante un comunicado, ladiscoteca el Cortijo, de Vejer de la Frontera, quiere aclarar lo sucedido en la madrugada del día 5 de Julio “después de ser señalados por el señor Aguilera en redes sociales a través de un video por unos hechos que en nada tienen que ver con el establecimiento“. Según el local, “es cierto que al señor Aguilera se le invitó a salir del local porque su comportamiento era inadecuado y hay actitudes que no se pueden tolerar, máxime cuando molesta al resto de clientes, en ningún caso por su condición sexual, tal y como manifiesta en el video que ha subido a redes; que desde que salió no dejó de increpar a los porteros que lo único que estaban haciendo es su trabajo, sin que por estos se atendiera a ninguna de sus provocaciones. Pruebas de esto, más de 45 minutos de grabación; que una vez alejado de la puerta y fuera del establecimiento, al parecer tuvo una trifulca con otro sujeto, sin saber por nuestra parte el motivo de la misma; que desde el primer momento se ha colaborado con los agentes de la Guardia Civil para poder identificar con nuestras cámaras a la persona que presuntamente agredió al señor Aguilera, siendo esta una persona ajena al establecimiento”.

Nuestro establecimiento —han aclarado— jamás a discriminado a nadie. Nos caracteriza la tolerancia y la educación en el trato tanto con el personal, como con nuestros clientes, sin distinción ninguna por razón de sexo, condición sexual o nacionalidad. Nos parece de una total manipulación, utilizar la “discriminación a un colectivo” como es el LGTBI, para enmascarar un comportamiento reprochable, mal educado e intolerable de un sujeto que no sabe estar de manera correcta en un establecimiento”.

Igualmente, añaden, “consideramos inadmisible que sin saber la versión del local, asi como las pruebas existentes al respecto, se convoque para perjudicarnos una concentración en las puertas de nuestro establecimiento. Y como no todo vale, no vamos a tolerar que se calumnie a nuestro establecimiento y mucho menos a nuestro personal. Si lo que se pretende con la concentración es dañar la imagen del local tachándonos de homófobos, procederemos a tomar las medidas oportunas para la restitución de nuestro honor, asi como de la labor de nuestro personal”.

Fuente La Voz del Sur

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Oración

Miércoles, 2 de febrero de 2022
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Del blog de José Arregi umbrales de luz:

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Miren odiaba visceralmente el miedo que su madre llevaba pegado al cuerpo, la tendencia a ver en cada paso huellas del mal y de la muerte, el lenguaje construido a base de cuidados y porsiacasos. Odiaba visceralmente las consecuencias de aquel miedo: el día a día plagado de prohibiciones, normas, oraciones, misas y de demás ritos opresores. Le sacaba de quicio ver a su madre sin voluntad propia ni independencia, siempre sometida a algo más grande e inconcreto.

Para escándalo de su madre, a los 15 años se plantó ante todo eso: mató a Dios, y se designó como guías la valentía, la razón y la voluntad. Desde entonces, a quien quiera escucharle le dice que la vida es única y que hay que estrujarla hasta el fin, que luego no serviremos más que para abono, que no derramen lágrimas en su entierro. Sea como fuere, Miren huye de todo lo que huele a muerte: cementerios, quietud, hospitales, ancianos… sobre todo los ancianos. Asimismo, vive aferrada a la vida: movimiento, acción, deporte, cosmética, juventud… sobre todo la juventud.

Hoy, Miren ha visto en el espejo sus ojeras hinchadas, la comisura del labio arrugada, los pechos caídos, las carnes flojas, el vientre hinchado. “No, por favor, todavía no”, ha dicho suplicante. Como si estuviera rezando.

*
(Idurre Eskisabel,
Diario BERRIA,
15-06-2014)
(Traducido del vasco)

***

 

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , ,

“Espiritualidad y transcendencia. Como vivir la vejez”, por José Arregi

Jueves, 11 de noviembre de 2021
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mayores_lgtbDe su blog Umbrales de luz:

Abro estas reflexiones con dos sentencias bíblicas y tres observaciones introductorias.

“Una rica experiencia es la corona de los viejos”, dice el sabio Ben Sirak en un libro escrito hacia el 160 a.C. (Si 25,6).

“Enséñanos a calcular nuestros días para que adquiramos un corazón sabio”, dice el salmo 90 (Sal 90,12).

Tres observaciones introductorias en torno al título: “Espiritualidad y trascendencia. Cómo vivir la vejez”.

1) ¿Cómo vivir la vejez?, dice el título. Tal vez sea demasiado pretencioso. No vengo a dar consejos ni recetas sobre cómo vivir la vejez, condición de un sector social cada vez más numeroso afortunadamente, un sector social del que formo parte. Lo que os digo me lo digo, pues, humildemente, conociendo bien la distancia que va del dicho al hecho, y, a pesar de todo, convencido de que la vejez puede ser edad de plenitud vital, es decir, de libertad en el desapego, de fecundidad en la pérdida. A eso aspiramos, estoy seguro, cada uno a su manera.

2) En eso, en ese milagro del desapego, que nos permite abrirnos a una nueva plenitud en medio de crecientes pérdidas, en eso consiste en última instancia la llamada “espiritualidad”. “Espiritualidad” es un término muy equívoco. Yo la traduciría como el “Buen Vivir” o “la vida con hondura” o con “alma”, o, en palabras del anciano sabio Marià Corbí, la “cualidad humana profunda”.

3) El título dice también “Espiritualidad y transcendencia”. Nuevo equívoco. La OMS, en el informe 804 (Cancer pain relief and palliative care) de 1990, tras afirmar que la espiritualidad es un componente de la salud intregral, la define como “aquellos aspectos de la vida humana que tienen que ver con experiencias que transcienden los fenómenos sensoriales. No es lo mismo que religioso”. Que la espiritualidad no es lo mismo que religión me parece indiscutible, pero que tenga que ver con experiencias que transcienden los fenómenos sensoriales no me parece tan claro. La experiencia espiritual no se da fuera de los sentidos, sino en los sentidos y gracias a los sentidos, como el afecto amoroso o la emoción estética. La transcendencia no se refiere a un supuesto mundo superior más allá del universo, ni a un Ente o divinidad suprema ni a una vida más allá de esta vida después de la muerte. La transcendencia es la hondura sin fondo de todo cuanto es, el aliento vital que nos anima en esta vida y más allá del paso, el tránsito, que llamamos muerte.

Paso a señalar algunos rasgos de esta transcendencia en la inmanencia, de esta sabiduría vital profunda, unos rasgos que pueden ser de alguna forma más propios y específicos de la vejez.

  1. Tiempo de crecer, tiempo de decrecer

La vejez es tiempo de decrecer o, más bien, de crecer decreciendo.

Entre tantas paradojas que nos constituyen, nos encontramos con ésta: Nadie quiere morir joven (salvo algunos, demasiados jóvenes, que quieren pero desgraciadamente no pueden vivir), pero nadie –digámoslo así– quiere ser viejo. Lo tenemos difícil. Uno de los grandes retos de hoy es el aprendizaje de la vejez: la aceptación de las pérdidas y el disfrute de los bienes propios de la vejez. La indudable carga y la innegable bendición de ser viejo. Aceptar que somos viejos y aprender a serlo.

Hace algo más de 2200 años que un sabio judío escribió un librito de 10 páginas sin desperdicio que se conoce como Qohelet. Dice, por ejemplo: “Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: Tiempo de nacer y tiempo de morir (…), tiempo de destruir tiempo de construir (…), tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar, tiempo de buscar y tiempo de perder, tiempo de guardar y tiempo de tirar (…), tiempo de callar y tiempo de hablar” (Qoh 3,1-8). Y podríamos seguir diciendo: Hay tiempo de crecer y tiempo de decrecer, tiempo de ganar y tiempo de perder, tiempo de adquirir y tiempo de despojarse, tiempo de esforzarse y tiempo de descansar, tiempo de aprender y tiempo de olvidar, tiempo de cuidar y tiempo de dejarse cuidar, tiempo de poder y tiempo de no poder…

Todos esos tiempos de lo uno y de su contrario –contradicciones aparentes– son propios de cada edad, pero la vejez es más particularmente tiempo de perder, de descansar, de desprenderse, de dejarse llevar. El aprendizaje esencial de la vida, en todas las edades de la vida, se vuelve radical en la vejez. Y la raíz y lo radical, lo más radical, de la vida, fuente de los mayores bienes, es el aprendizaje de la pérdida, del decrecimiento. Solo decreciendo podremos crecer en hondura, crecer hacia el fondo. Solo aprendiendo a perder podremos ser más plena y libremente sin aferrarnos a ninguna forma ni posesión. Es la gran exigencia y la gran oportunidad de la vejez: vivir cada vez más con cada vez menos. Somos viejos, pero es hora de vivir. Es la hora de perder – de perder fuerzas, poder, protagonismo, salud–, sí, pero el saber perder forma parte del saber vivir más a fondo.

La vejez es la hora de vivir más a fondo, más plenamente, más desprendida y libremente, más serena y reconciliadamente. Por todo ello, la vejez es, o debiera ser, la edad privilegiada para vivir la espiritualidad, es decir, la aceptación en paz de la pérdida y del decrecimiento.

Es el gran reto personal de quienes ya somos viejos. Pero saber decrecer para ser más  es uno de los grandes retos de la sociedad a nivel local y mundial. Aprender la sabiduría de vivir mejor con menos, y compartiendo lo que tenemos, es todo un reto cultural, político, económico, ecológico. Un reto espiritual en el fondo. Es también un reto mayor el ofrecer a los viejos los medios para vivir más plenamente decreciendo cada vez más. No solo de pan y de confort vivimos los viejos.

  1. Tiempo de liberación

En el hinduismo tradicional se enseña que la vida del ser humano comprende cuatro etapas, llamadas ashrama. Os las presento con cierta libertad:

1) La primera etapa comprende los primeros 20 años: en ellos, el niño nace y crece, se hace joven, se desarrolla, adquiere capacidades; como joven aprendiz célibe (Brahmacharya) se prepara para el breve y complejo viaje de la vida.

2) La segunda etapa va desde los 20 a los 40 años: el joven ya adulto forma pareja, cría una familia, o crea sociedad, trabaja y se afana, participa de lleno en la vida social, se ocupa, es protagonista, es un Grihastha que vive atareado en mil quehaceres y responsabilidades.

3) A los 40 años – eso era en aquel tiempo…–, ya se encuentra libre de las cargas de la familia y de la sociedad, y puede pasar a la tercera etapa, hasta los 60: para ello se retira, se vuelve ermitaño (Vanaprastha), hace silencio, viaja al interior, a lo más profundo de sí y de todo, haciéndose uno con el Misterio y la Presencia y el Todo en cada parte, más allá de toda categoría de interioridad-exterioridad.

4) Por fin, a partir de los 60, puede acceder a la libertad última de la que es capaz, se libera de sus aspiraciones, éxitos o fracasos, de la atadura de sí y de todas las demás ataduras, lo abandona todo –casa, familia, bienes– y se vuelve renunciante  (Sannyasa), caminante vagabundo, sin techo ni lugar propio; en cualquier recodo de camino, la muerte le saldrá al paso, pero le encontrará sin nada propio y uno con todo, de modo que nada podrá contra él, solo será su paso al ser pleno sin forma o a la Vida que ni nace ni muere.

No es mi intención presentaros como modelo válido y aplicable hoy estas cuatro etapas que, por cierto, se referían originariamente a varones de la casta de los brahmanes, de modo que la mayoría de la población no tenía ni siquiera la oportunidad de recorrer las cuatro etapas y llegar a ser libres. ¿Qué joven puede hoy, a los 20 años, tener un empleo digno, una casa adecuada, lograr una autonomía económica, formar una pareja, crear una familia si así lo desean? ¿Qué adulto queda libre de sus cargas a los 40 años o  dedicarse a la contemplación a los 60?

Es impensable aplicar el modelo ideal de la tradición hindú, y no sé ni si es deseable. Pero el reto está ahí, y los interrogantes sobre nuestra civilización también. El mundo ha cambiado mucho en estos dos mil años, y observad lo que ha cambiado solo en los últimos 200, desde el comienzo de la Revolución industrial hasta la era postindustrial en la que ya nos hallamos. Muchas cosas han cambiado para bien, pero no es nada seguro que el balance global del desarrollo esté resultando positivo para la vida común: jóvenes en masa entre 20 y 40 años, mejor preparados que nunca, se ven excluidos de la sociedad, sin un empleo digno ni una casa propia; los equilibrios del planeta, comunidad de vivientes, se desgarran. ¿Será que a más progreso hay más opresión? ¿A dónde se encamina nuestra especie Homo Sapiens, tan sorprendentemente capacitada y tan terriblemente contradictoria, pues lo que le capacita para hacer mayor bien que nunca eso mismo le sirve igualmente para provocar heridas y desgracias personales y planetarias?

Necesitamos la sabiduría de Oriente y de Occidente. La sabiduría del auténtico progreso humano liberador. ¿De qué nos sirve un progreso sin liberación?

La espiritualidad consiste en la liberación personal y política, y eso vale en todas las edades de la vida. Pero vuelvo a la sabiduría hindú tradicional, al fondo de su enseñanza más allá del detalle literal. Su intuición de fondo nos vale hoy como entonces: la vejez como tiempo de una difícil, pero necesaria y posible liberación radical. Esto es verdad ayer como hoy.

Llega una edad –ojalá llegara para todas y para todos– en la que nos vemos libres de muchas cargas familiares y sociales, de la competitividad, de responsabilidades profesionales, de estresante protagonismo, de planes y proyectos de futuro. Claro que, una vez libres de esas cargas –eso en el mejor de los casos–, llegan otras: achaques de salud, pérdida de fuerzas, irrelevancia social, soledad, proximidad de la muerte… Es la hora de la gran liberación, la hora de ser libre de todo y de sí mismo, la hora de renunciar a proyectos, éxitos y ganancias, la hora de aprender a perder o, mejor, a ser más con menos, de ganar perdiendo. La enfermedad y la muerte son ataduras severas, radicales, que trae consigo la vejez, pero quien accede a la raíz de su ser se libera también de ellas, nada le puede atar porque nada tiene.

Para eso es necesario un trabajo interior de toda la vida. La liberación no se improvisa en la vejez. Pero, llegados a la vejez, libres de muchas cargas, no estaría mal que nos dedicáramos un poco más a ese viaje interior que nos libere más profundamente.

  1. Tiempo de desapego

La liberación profunda exige desapego. Desapego es el término clave de todas las tradiciones sapienciales. Aprender a vivir es aprender a desapegarse de éxitos y fracasos, de lo logrado y malogrado, de proyectos y protagonismos, de lo ganado y de lo perdido. Del propio ego, en definitiva.

El Bhagavad Gita (del s. III a.e.c.) es uno de los textos en que mejor se resume la sabiduría hindú, y el más popular y leído. La clave de la liberación, de la paz y de la felicidad, viene a decir, es el desapego. Leemos, por ejemplo, en el capítulo II:

“Porque la acción, oh Dhananjaya, es muy inferior a la acción desinteresada; busca refugio en la actitud de desapego. Desgraciados son los que buscan el fruto en sus acciones (49).¡Oh Partha! Cuando un hombre pone a un lado todos los anhelos que surgen en la mente y se reconforta solamente en el Atman, entonces es llamado el hombre de sabiduría estable (55). El que no es perturbado por las penas y no anhela las alegrías, el que está libre del apego, miedo e ira, ese es llamado el asceta de sabiduría estable (56). El que no siente apego en ninguna parte, el que no se alegra ni se entristece ya le sobrevenga un bien o un mal, la sabiduría de ese hombre es estable (57)”.

Y en el capítulo VI: “Para aquel que se ha conquistado a sí mismo y que permanece en perfecta calma, su ser está tranquilo en el frío y en el calor, en el placer y en el dolor, en el honor y en el deshonor (7). El Yogui que está satisfecho con la sabiduría y el conocimiento, firme como una roca, dueño de sus sentidos y para quien un puñado de tierra, una piedra o el oro son lo mismo, él está en posesión del Yoga (8). Es superior el que considera igual al bienhechor, al amigo y al enemigo, al desconocido, al indiferente y al aliado, como también al santo y al pecador (9). Tal como la llama de una lámpara no vacila en un lugar sin viento, así el Yogui con su pensamiento controlado busca la unión con el Atman (19). Tal estado debe ser conocido como el Yoga, la desconexión de toda unión con el dolor. Uno debe practicar este Yoga con resolución firme y fervor inagotable (23)”.

Quien se hace uno con su verdadero “sí mismo”, su propio ser profundo (eso significa “Yoga” o unión), se desapega o libera de su ego inquieto e infeliz, el ego engañoso con sus éxitos y fracasos, ambiciones y sus miedos, sus filias y fobias. Y quien, desapegándose de todo cuanto no es en verdad, se centra y unifica en su verdadero ser profundo, se realiza plenamente, es feliz. Jesús de Nazaret dijo lo mismo con otra imagen: “Quien quiera salvar su vida la perderá, quien pierda su vida la conservará” (Mt 16,25). Quien se aferra a su ego pierde su ser o su vida. Quien se desapega de su ego gana su ser o su vida. Para aprender a vivir hay que aprender a morir.

Se dice fácil, me diréis, también lo digo yo. “Ser feliz es muy sencillo, lo difícil es ser sencillo”. Pero no es cuestión de voluntad férrea o de puños. Es cuestión de relajar nuestro afán, dejar que fluya nuestro ser, dejar que todo venga y se vaya, sin rechazarlo ni retenerlo, dejar también que a menudo nos visite el sufrimiento, solo el sufrimiento inevitable, sin someternos ni rebelarnos. La vejez es quizá la edad propicia para el desapego radical y, por lo tanto, para la plena realización de nuestro ser. Es la edad en la que, como el barco que deja el puerto, podemos levar el ancla y partir a alta mar, pues el Océano es nuestro puerto.

  1. Tiempo de silencio

Vivimos en la vorágine del ruido. La palabra, las imágenes, los reclamos, los mensajes, la información nos inundan como nunca en la historia de la humanidad. Sabemos más que nunca, pero somos incapaces de discernir y procesar lo que vemos y oímos. Todo cambia sin cesar, sin darnos tiempo ni a mirar o a pensar. Vivimos aturdidos. La aceleración creciente, el primado de la producción, la competitividad de todos contra todos, el torbellino universal –cuya imagen más plástica pueden ser las redes sociales, el tráfico y la bolsa– asfixian la vida de la humanidad y de la naturaleza entera. El ruido interior y exterior nos ahogan.

La espiritualidad es silencio: no solo ni en primer lugar el silencio físico, sino más aun el silenciamiento del ruido emocional y mental. Y más todavía el silencio profundo del ser, que no es aislamiento, sino muy al contrario, comunión honda con nuestro ser profundo, que es también el ser profundo de todos los seres. En el silencio del ser nos comunicamos a fondo, pues ahí se nos revela la llamada del prójimo con su fragilidad y su belleza. En el silencio, todos los seres se vuelven prójimos.

Me invito y os invito a sumergirnos en el silencio. La vejez es un tiempo privilegiado para practicar el silencio profundo del ser, a pesar de la vorágine que también nos atrapa. Podemos tomarnos un tiempo para parar y callar. Para escuchar la música silenciosa que emana de todo, en la soledad de la habitación, en los ruidos de la calle o en medio del campo. Podemos tomarnos un tiempo para deshacernos de nuestras prisas, para contemplar con calma, para mirar y querer simplemente, tal vez en silencio, a la gente que pasa, o para meditar o practicar la atención silenciosa, o para conversar tranquilamente, o para escuchar música, o para disfrutar de una fruta o de una galleta o de un café, o para informarnos reposadamente sobre lo que pasa en el mundo con sus mentiras y verdades.

Eso es espiritualidad. No es cosa de creencias, templos y rezos, sino de adentrarnos a través de los sentidos más allá de los sentidos, en ese silencio originario, primordial y sereno que sustenta todo cuanto es. Y aquella persona a la que un sencillo rezo o el silencio de un templo le ayuden, hará muy bien en servirse de ello. Pero otras prácticas podrán ayudar igualmente a otras personas a sumergirse en el mismo silencio hondo del Ser desnudo o en la misma comunión universal liberadora.

  1. Tiempo de respiro y de aliento

En esto se resume todo lo dicho. La vejez es, debería ser y podría ser un tiempo de respiro. Un tiempo de calma, de profunda tranquilidad, de paz. Un tiempo de respiro y aliento. ¿Pero, cuanto más viejos somos, no estamos acaso más cerca de perder el aliento vital, dejando de respirar definitivamente? Yo diría más bien que estamos más cerca de que nuestra respiración se haga una con la respiración universal eterna, más cerca de que nuestro aliento vital se funda con el Aliento Vital en maýuscula que no tiene comienzo ni fin. Miro el cosmos infinito y eterno sostenido por esa misteriosa, profunda y universal energía, respiración, aliento vital. De eso nacimos y en ello nos refundimos como la gota de agua en el mar.

Y notad que Espiritualidad (derivada de espíritu) y respiro (como inspirar y espirar) tienen una misma raíz: sp, la misma raíz de la que se deriva también espacio. Dicen los lingüistas que la raíz indoeuropea sp significa justamente amplitud, anchura, espaciosidad.

Pues bien, eso es en el fondo la espiritualidad: espíritu o energía vital, ancho espacio vital. O respiro (inspirar y espirar, recibir y dar aliento vital). Todos necesitamos respirar, hoy más que nunca. Las religiones (con sus credos, códigos y cultos), no son imprescindibles, pero la respiración sí. Cuando la vida se convierte en pura competencia con nosotros mismos y con los demás, cuando vivimos jadeantes y agitados en una loca carrera, cuando han caído los sólidos marcos religiosos y culturales de antaño y perdido las certidumbres confortables, se hace más patente la necesidad de respirar. Necesitamos espiritualidad, con religión o sin religión, pero más allá de la religión.

Todos necesitamos respiro, aliento vital. Y en la medida en que, con los años, la respiración se va haciendo más corta y estrecha, y nos vamos encontrando con nuestros últimos límites, los viejos más que nadie necesitamos respiro. El respiro profundo o la paz profunda de nuestro ser.

La vejez es un tiempo propicio para vivir en paz: con nuestro pasado, con nuestros fracasos, con las heridas que hemos sufrido y provocado. En paz con nuestro entorno familiar, en el que más abundantes suelen ser los conflictos enquistados, pequeños o grandes rencores, resentimientos no curados que necesitamos curar para vivir en paz. En paz con el mundo de hoy, a pesar de sus dramas y amenazas. En paz con la naturaleza, de la que nos comportamos como enemigos.

El Dao De Jing, texto referencial de la sabiduría taoísta, atribuido al legendario Laozi, enseña desde hace más de 2000 años:

La persona buena no gusta de discutir,
quien gusta de discutir no es persona buena.

 El sabio no es erudito,
el erudito no es sabio.

El sabio no atesora: cuanto más hace por los demás,
tanto más posee;
cuanto más da, tanto más pleno es.

 He ahí el Camino del Cielo:
hacer bien y no hacer daño.
He ahí el Camino del Sabio:
hacer lo que ha de hacer y no competir

*

(cap. 81, último).

***

Nota:

(Conferencia en los CURSOS DE VERANO de la UPV-EHU, dentro del Curso “Sentido y espiritualidad para la vida. Abordando nuevas dimensiones en los paradigmas de la vejez”, en el Palacio Miramar, Donostia, 13 de septiembre de 2021)

Espiritualidad , ,

“Mi testamento espiritual en tres mensajes”, por José María García Mauriño

Miércoles, 11 de septiembre de 2019
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mauriñoBalance fecundo de vida…

1.- Mensaje de la edad avanzada

Haber cumplido los 80 se puede decir que es una edad avanzada, pero haber cumplido los 90 es haber entrado en una edad superavanzada. Por primera vez en mi vida he cumplido 90 años. Es la primera vez que acumulo 90 años de juventud. A esta edad se piensan muchas cosas, por ejemplo, si desde que se nace, la autenticidad y profundidad de la persona radica en el ser, más que en el hacer… A cierta edad de la vida, la esencia de la persona está ya plenamente en el ser; pero el Ser está configurado por el hacer: somos lo que hacemos es una sentencia de Ortega y Gasset. Somos ahora, a la edad avanzada, lo que hemos ido haciendo a lo largo de nuestra existencia.

El hacer se va dejando para las nuevas generaciones, que lo necesitan y lo pueden hacer mejor. Saber dar paso a la juventud desde esta conciencia y disposición interior, es importante. Saber hacerse a un lado, y no pretender seguir con ciertas tareas, que se las dejamos a los jóvenes, es un acierto de la edad de la sabiduría. Esta disposición me lleva a vivir en libertad y armonía con mi ser más profundo; a habitar el fondo insondable de mi tierra, mi yo más íntimo. Y, es desde esta conciencia como vivo con gozo la propia edad, con todo lo que ella conlleva de riqueza, pobreza y limitaciones. A mi edad veo muy mal y oigo peor… Son mis limitaciones. Yo cambio de ritmo, pero no de camino; continúo por la senda de la opción por los pobres, que ha guiado mi vida entera.

En la avanzada edad las fuerzas físicas disminuyen, la energía y dinamismo no es el mismo de la juventud; todo se realiza a paso lento, con un ritmo más bien pausado, acompasado, armonioso, melodioso; se ter- minó el ritmo estridente, rápido y a veces discordante; para dar paso a otro, mucho más suave y armonioso.

En la avanzada edad se da una belleza que ni la persona misma ha llegado a descubrir, y mucho menos los que la rodean. Aprender a vivir la belleza de las distintas etapas de la vida es señal de madurez, de un buen equilibrio mental, humano y espiritual.

Las notas de la avanzada edad son más armoniosas, porque la vida ha ido modelando el ser más profundo de la persona, redondeando las esquinas y picos que hacían que la vida reprodujese muchas notas discordantes, rompiendo la armonía, el equilibrio y la belleza de la “pieza”.

Pues la vida es como una partitura de música en la que aprendemos a reproducir las notas a lo largo y ancho de nuestra existencia. La nota esencial de la vida será la muerte, asumida desde la libertad de la vida. El sentimiento de que soy una creatura limitada, finita, es el acto de mayor libertad, la nota más armoniosa y justa que podemos cantar… Aunque el “canto” sea de un hombre mayor que apenas puede ver y oye muy mal.

El tiempo no es oro, el tiempo es vida, el tiempo es historia. El Tiempo es algo más que el oro, algo que ni se compra ni se vende, se Vive. El tiempo no es dinero, el tiempo son vivencias, experiencia, sentimientos, ideas, lucha por la vida y movimiento. El movimiento que tanto asusta al poder. La vida que florece, la vida que se impone, la vida que estalla y grita y piensa y siente, asusta al poder que nos prefiere callados, quietos, como muertos.

El poder nos quiere asustados. El poder nos asusta para dominarnos. Frente al miedo retorcido que retuerce las palabras y nos retuerce el cuello, hay que oponer la valiente sencillez y claridad de ideas y la sencilla pero difícil tarea de la libertad de pensamiento. Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión y la democracia no valen nada.

Yo lo he recordado en múltiples ocasiones: el mandato latino de Horacio que Kant divulgó como lema de la Ilustración. “Sapere aude”. Atrévete a pensar. ¡Piensa por ti mismo! Y si te atreves a pensar, te atreverás a vivir. Solo el que se atreve a vivir, puede llegar a vivir con libertad. La vida es el arte de vivir; somos “artesanos de la vida”. Se trata de salir de la minoría de edad para pasar a la edad madura.

La libertad es un don de la avanzada edad. Un fruto que va madurando en el transcurso de la existencia y que se recoge con gozo y alegría al atardecer de la vida, como quien se encuentra con un gran tesoro. La libertad es el tesoro más extraordinario que la persona puede adquirir. La naturaleza nos ha proporcionado la libertad, esa libertad interior que siempre lleva a obrar el bien y a amar en plenitud, sin miedos. Y también a actuar con justicia y equidad, a ser lo que realmente soy sin caretas, sin armadura que me desfigure. La libertad va unida a la autenticidad, a la verdad.

También es la edad de la fe profunda, la que deja a un lado las “seguridades” intelectuales, para dar paso a la confianza plena en Jesús, fiarse de él, a pesar de la oscuridad y las dudas. Estamos en las manos de Dios. Esta es la edad del creyente, es decir, de mi fe en Jesús y en el mensaje subversivo de Jesús, del que me fío y confío más que en mis propios razonamientos.

Y en esta avanzada edad se posee un “patrimonio” unificador, el cual da seguridad, paz, confianza y gozo de la misión cumplida, del compromiso realizado. Con la edad madura todo se va unificando para vivir, en paz, la entrega, la libertad y el amor.

2.- Mensaje de Bondad

Lo importante es restaurar la BONDAD en el mundo. Hay mucha maldad en el mundo, hay mucha injusticia. Ser buenos es ser buenas personas y esto comporta una exigencia ética. “El principal talante ético es la bondad” –escribía A.Machado–. La bondad es una actitud vital ante la vida, una actitud alegre, una vida sencilla que hace cosas sencillas, ordinarias, cada día. Pero haciéndolas de forma extraordinaria se puede cambiar el mundo, decía Galeano. Significa no perder nunca el ánimo, no perder nunca la esperanza. Significa defender siempre los derechos humanos, preocuparse por humanizar la justicia, quitar el hambre en el mundo, defender siempre la libertad y los valores éticos fundamentales.

La bondad es incompatible con el capitalismo: porque es una opción de vida y nuestro actual sistema es un sistema de muerte. Quiero un mundo donde la bondad sea tan fuerte que sea capaz de acabar con las guerras y con el hambre en todo el planeta. Una bondad atravesada por la Justicia, y empapada en el compromiso por los Derechos Humanos, es una conducta solidaria y liberadora, y es propia de una buena persona.

Una bondad que toma parte y partido por los más débiles y excluidos de la sociedad es, sin duda, lo propio de una buena persona.

Una bondad llena de compasión por el sufrimiento humano, desobediente con las leyes injustas, es propia de una buena persona.

Una bondad que es incapaz de hacer daño a nadie es propia de una buena persona.

Una bondad que sabe perdonar siempre cualquier ofensa, es propia de una buena persona.

Una bondad que se acepta como la mejor persona, amiga y compañera de sí misma en esta vida, configura una personalidad muy madura.

En definitiva, una bondad que supera la mediocridad de la mayoría.

La bondad es compasión en el sentido profundo del término, y está transida de indignación ética, ya que la conmoción interna experimentada (esa es la indignación ética) se traduce en una exigencia ineludible contra la injusticia y sus causas.

La indignación ética percibe como intolerable el sufrimiento humano y reacciona frente a él, no se queda de brazos cruzados. Esta compasión, este padecer-con, siempre apuesta por el cambio transformador. Decimos esto porque el término “bueno” puede dar lugar a equívocos. Ser bueno de verdad tiene un carácter rebelde y desobediente frente al orden establecido.

La bondad no se predica, ni se enseña, ni se impone. La bondad se contagia. El que es bondadoso/a, crea un clima de bondad. Y eso cambia la vida; La de uno; Y la de los demás. Ser siempre bondadoso, reconocer los propios límites y las propias contradicciones. Sólo así podremos hacer que, pase o no pase la crisis, viviremos mejor. Y nos sentiremos mejor.

Ya sé que esto no es la panacea universal. Sería ingenuo pensar que sólo con el “buenismo” se arregla el mundo. No. Entre otras razones porque la bondad lleva consigo no quedarse callados y pasivos cuando uno ve sufrir, y sufrir tanto, a los más débiles. El que se calla, en tales condiciones, no se distingue por su bondad, sino por su cobardía, por su miedo, por intereses inconfesables. Eso no es bondad. Eso da vergüenza verlo, sufrirlo y hasta pensarlo. Porque, es un hecho, la bondad es lo que más nos asusta y hasta nos desconcierta.

No tiene nada que ver con ese dicho que “todo el mundo es bueno” (tó er mundo é güeno) o con ser un “bonachón”. Juan XXIII era el Papa “bueno” pero armó un escándalo con el concilio Vaticano II. No se trata sólo de ser mejores, de ser más buenos; lo que se pretende es organizar la convivencia para que todos y todas seamos capaces de ser felices. No es nada fácil tratar de ser buenas personas en una sociedad que se rige por códigos capitalistas.

A Jesús no lo mataron por ser “bueno”: lo mataron porque estorbaba, denunciaba a los que mantenían las injusticias y entró en un duro conflicto con los dirigentes políticos y religiosos. Sólo podremos hablar de bondad, si asumimos la tarea ética de luchar contra este (des)orden establecido por quienes se empeñan en mantener un mundo en el que sólo unos pocos viven muy bien, mientras una inmensa mayoría malvive o muere lentamente.

3.- Mensaje de rebeldía

Este es mi mensaje: Jesús dijo no podéis servir a Dios y al dinero. Yo he optado por servir al Dios de la vida y de la libertad y rechazar al dios del dinero, al dios del capital, que es el reino de la muerte y de la esclavitud.

Quiero mantener siempre vivo el espíritu de rebeldía frente a este sistema de muerte, que es lo mismo que luchar y gritar el derecho de los pobres para vivir con dignidad. Es decir, exigir el derecho de los empobrecidos a tener propiedad privada de unos bienes necesarios que les permitan tener lo indispensable para una vida humana, como pueden ser: el trabajo, la vivienda, la alimentación, sanidad (médicos y medicinas), cultura (que todo el mundo sepa leer y escribir, ocio, tiempo libre).

Cuanto mayor voy siendo, me siento más rebelde, porque sin duda veo la injusticia con mayor claridad. Soy un antisistema, (y no lo digo gritando y con el puño levantado, sino sencillamente pero con voz firme e inalterable). Soy un insubordinado de este mundo insostenible. Insisto en la necesidad de disentir, de desobedecer, de oponernos con justicia a este capitalismo depredador, este modelo injusto. No nos podemos rendir. Creo que tenemos el deber de vivir. Tenemos el deber de pensar libremente.

Tenemos también el derecho, el derecho que nos niegan quienes deberían garantizar ese derecho. Pero no se puede negar la vida, La vida vence. La vida empuja. La vida crea. Otro mundo no solo es posible, es seguro.

Cuesta aprender a vivir, es decir, amar la vida sobre todas las cosas, la vida digna, la vida humana y humanizada, una vida que reúna la humanidad, el bienestar y la justicia suficientes para ser merecedora de tal nombre. Se trata de la apasionante tarea que es vivir, aprender a vivir, que la vida puede sobre el silencio, la palabra sobre el ruido, el pensamiento sobre la sinrazón, la humanidad sobre el capital.

Esta es la edad de la fortaleza, de la serena rebeldía, de la audaz sensatez, de saber decir que NO a este sistema depredador y decir que SÍ a la solidaridad con los excluidos de este mundo.

José María García Mauriño. Madrid, 9 de agosto de 2019

Fuente Atrio

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“Mayores, pero no viejos”, José María García-Mauriño

Sábado, 13 de abril de 2019
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Seniors spending time at the park

Seniors spending time at the park

Ha sido una gozada leer y publicar este artículo de José María, empedernido aprendiz de joven. Creo que aporta una gran sabiduría, nacida más de su experiencia que de los libros, muy provechosa a quienes estamos empeñados en conseguir ese ideal: morir mayor siendo joven. ¡Gracias, José María, por esta reflexión-testimonio! AD.

1- Introducción: sociología de la vejez

  • Las culturas:

Hay culturas en las que cuidar de los mayores representa «un honor y una bendición», como ocurre en el mundo islámico o en el gitano. Pero, también hay testimonios de maltrato a las personas mayores desde la antigüedad, cuando los individuos que ya no podían valerse por sí mismos eran abandonados por la tribu.

El maltrato puede ser físico, psíquico e incluso sexual, el tipo más frecuente es «la negligencia o el abandono», que tiene en el anciano consecuencias tales como deshidratación, desnutrición, ropa inadecuada o falta de cuidados médicos. Un ejemplo extremo, pero desgraciadamente habitual, se produce cada 31 de julio en las urgencias: algunas familias, deseosas de irse a la playa sin cargas molestas, dejan al abuelo o la abuela en el hospital y se marchan, en la confianza de que alguien se ocupará de cuidarlo.

El trato inadecuado a las personas mayores procede, muy a menudo, de la sociedad en general. Se trata de la «violencia estructural» que generan las viviendas no adaptadas, las barreras arquitectónicas en las calles, las dificultades de acceso al transporte urbano o los semáforos que se ponen rojos sin dar tiempo a pasar a los peatones más lentos.

  • El problema más grave es cultural:

«Socialmente, en el mundo occidental hay una devaluación de la vejez que se aprecia en los medios de comunicación, en la publicidad, en las películas». Como ejemplo, se puede destacar la obsesión por ocultar las huellas del paso del tiempo, desde las canas hasta las arrugas.

«¿En qué quedamos? Llegar a viejo ¿es un éxito o un fracaso? –se preguntó la psicóloga del Hospital de San Rafael de Madrid– Las personas mayores tienen una vida previa riquísima: han superado enfermedades, accidentes, guerras, malnutrición, pérdidas de seres queridos, problemas…». En ese aspecto, la Doctora Triviño reivindicó la madurez emocional de los ancianos, su capacidad para aceptar las dificultades de la vida, asumir las decisiones tomadas y superar miedos y convencionalismos sociales. Y sin embargo, recordó, los mayores son castigados porque, para la sociedad, resultan un recordatorio de la muerte: “Envejecer conlleva un declive biológica que podemos retrasar, pero seguiremos envejeciendo”.

La mayoría de las personas ancianas se sienten bien, están a gusto, y mantienen una vida activa, dice la Doctora: viajan, asisten a espectáculos, hacen ejercicio físico, realizan labores de voluntariado y utilizan las nuevas tecnologías. Y, por si fuera poco, con la crisis se han convertido también en el sostén económico fundamental de muchísimas familias: según una reciente encuesta de la Unión Democrática de Pensionistas, el porcentaje de mayores que ayudan económicamente a sus hijos y nietos ha pasado del 10% en 2010 al 60% en 2014. Y mientras tanto, las pensiones pierden poder adquisitivo, el copago obliga a muchos enfermos y enfermas a renunciar a sus tratamientos y las personas solicitantes de la Ley de Dependencia se mueren aguardando ayuda en la lista de espera. «En muchos aspectos, los mayores están muy por encima de nuestra sociedad», concluyó un médico.

2.- Qué significa ser Mayores:

  • que tenemos una cierta edad: Pasados los 50 o los 60 llegamos a más de 70 o hasta 80, y 90, es decir, Superada la edad juvenil y un poco más.
  • que tenemos algunas dificultades físicas, las piernas no nos sostienen como antes para andar, artrosis, dolores de espalda, perdemos mucha vista, oímos peor, paso lento, etc.
  • que sentimos un cierto cansancio, agotamiento, sin ganas de hacer nada.
  • Significa que hemos llegado a ser ancianos, de 70 o de 80 y 90 años. Significa que esa edad va asociada al declive del organismo: es ley de vida y es una característica intrínseca a la naturaleza de cualquier ser vivo. Pero, llegar a anciano significa haber superado las enfermedades y la muerte en edades más tempranas, lo cual no lo ha conseguido el ser humano en épocas históricas previas o fuera del mundo occidentalizado en la actualidad. Si a esto añadimos que es la edad en la que se alcanza la madurez cognitiva, emocional, familiar y social, podríamos decir que el llegar a ser ancianos es sinónimo de éxito. Todo el mundo quiere llegar a viejo. Pero nadie quiere serlo. Vivimos en una sociedad que potencia los valores de la belleza, la riqueza y la juventud. En este sentido los ancianos parten con desventaja y, por desgracia, priman los aspectos negativos de la vejez.
  • Significa que vamos teniendo una serie de enfermedades que surgen debido al declive físico del ser humano: enfermedades cardiovasculares, pulmonares, digestivas, hepáticas, del sistema nervioso, etc., así como la proliferación de tumores y otras enfermedades degenerativas. Sin embargo, si consideramos la enfermedad como la pérdida de la salud en todos sus aspectos –biológicos, psicológicos y sociales–, no podemos olvidar que hacerse viejo conlleva sufrir la pérdida de seres queridos; perder, en ocasiones, parcial o totalmente la independencia funcional; sufrir un menoscabo de las relaciones sociales y de los recursos económicos; y, por supuesto, afrontar el acercamiento silencioso del propio final, de nuestra propia muerte.

3.- Qué significa ser viejos:

Todo el mundo quiere llegar a viejo, pero nadie quiere serlo. No es cuestión solamente de años, es un talante del espíritu, además de tener cierta edad. Hay que añadir Vida a la edad, no lo contrario, añadir años a la propia vida. Para no querer serlo conviene mirar un poco en qué consiste ese talante.

  1. Ser mayor consiste en vivir mirando demasiado el pasado, nostalgias llenas de recuerdos, repaso frecuente de fotos, etc. Las fotografías son siempre del pasado, no se hacen fotos del futuro.
  2. Ser mayor consiste en querer mantener a toda costa ese estúpido mito de la eterna juventud. Quitarse arrugas, mirarse con frecuencia al espejo, aparentar un vigor físico, una belleza, etc, que no se tiene como antes, pero se sigue teniendo aunque distinta.
  3. Ser mayor consiste en evitar los CUATRO errores de la vejez:
  • la inmovilidad física (no moverse o moverse poco, no salir a la calle, no andar, no bailar, quedarse en casa viendo la TV)
  • la inmovilidad cerebral, no hacer el esfuerzo de pensar, interesarse por saber qué pasa en el mundo, para qué o a quién voy a votar, leer un libro que me hace pensar, asistir a conferencias, debatir problemas, ideas, etc.
  • Inmovilidad afectiva (mantener muy pocas relaciones afectivas con los amigos y amigas, los de siempre). Y no querer hacer nuevas amistades
  • Inmovilidad relacional (no hacer el esfuerzo de querer seguir manteniendo interés por lo que les pasa a todos y cada uno de la familia, hijos, nietos, yernos, nueras, abuelos, etc.
  • Ser viejos consiste también en varias cosas positivas:
  1. Hay que disfrutar de la vejez:

 Es fundamental la prevención del declive biológico. Para ello existen ya en nuestra sociedad muchos mecanismos puestos en marcha, ya que se es cada vez más consciente de la importancia de la prevención: campañas para reducir el consumo del tabaco y alcohol, campañas para comer de forma saludable y hacer ejercicio, entrenar nuestra mente, etc. Pero no debemos ser ilusos y pensar que eso va a impedir la llegada del declive biológico y de las consecuentes enfermedades, por lo que es fundamental también el cuidado de nuestro organismo enfermo para lo cual contamos con magníficas medidas médicas, quirúrgicas y farmacológicas. A pesar de ello, siempre podemos potenciar el positivismo. La sociedad debería realizar un esfuerzo por introducir un sistema de valores que potencie la felicidad por encima de la enfermedad y los problemas que esta sociedad genera: se puede seguir disfrutando de la familia, de los amigos y de la vida misma, a lo largo de todas las fases de nuestra existencia.

  1. Aceptar las dificultades,

En lugar de evitarlas o negarlas, es un gran paso hacia la felicidad, la aceptación de las propias limitaciones. Y finalmente, hagamos lo que hagamos, no debemos negar la finitud, la limitación de nuestra vida, de nuestra existencia: es algo natural. Eso lo saben hacer mejor que nadie los que son mayores que nosotros y debemos aprender muchas cosas de ellos.

  1. Envejecer con calidad de vida:

Abordar el envejecimiento, al igual que cualquier otra etapa vital, requiere de madurez cognitiva y emocional: no hay una receta o unos pasos a seguir. Podríamos aludir a la tan conocida inteligencia emocional, que hace referencia a la capacidad de ‘actuar sabiamente’ en las relaciones humanas, regulando nuestras emociones a la hora de solucionar problemas y afrontar dificultades. Hay estudios que demuestran que la mayor madurez emocional se obtiene en la vejez, después de tantas y diversas experiencias vitales, vividas en primera persona. Esta inteligencia emocional lleva a afrontar la vejez, la enfermedad y la muerte de forma apacible, como una etapa más. Nuestros viejos son un ejemplo de esta inteligencia emocional: han sufrido una guerra, una postguerra, una dictadura y muchas dificultades familiares, sociales y económicas. Son tolerantes a la frustración, a la demora y al sufrimiento. Es una generación nacida para vivir y para luchar. ¿Qué sucederá dentro de unas décadas, cuando las nuevas generaciones criadas en el confort, el lujo y la inmediatez lleguen a viejos? ¿Tendrán esa inteligencia emocional? ¿Habrán sabido asimilar los recortes, la crisis, la falta de derechos humanos, como el paro, la precariedad, que ya no tendrán una pensión como nosotros?

  1. Nos da miedo la palabra vejez o ancianidad.

Pero, llegar a esa situación, a esas edades de los 70, 80 o 90 años eso es algo magnífico, un éxito, un triunfo de la vida. Cada vez hay más personas mayores, y eso es un tremendo éxito», recalcó un geriatra, quien recordó que España tiene una de las esperanzas de vida más altas del mundo, en torno a 84 años para las mujeres y 80 para los hombres A estas alturas de la vida ya tenemos que haber superado casi todos los miedos. Pero seguimos teniendo miedo por nuestros hijos o nietos, ¿qué será de ellos? ¿Tendrán trabajo, tendrán medios de vida? Y en estos últimos años, nuevos estudios, afirman que se puede llegar a los 90 y más con plena lucidez. No es cuestión de añadir años a la vejez o ancianidad, sino de añadir vida a los años, es decir, la calidad de vida a la que se puede llegar.

  1. Cuatro consejos prácticos para los mayores:

Se trata de mantener en lo posible la autonomía y buena compostura que es en definitiva, mantener la propia dignidad:

  1. Ir siempre bien arreglado con traje limpio, no ir de cualquier manera con ropa que da la impresión de abandono:
  2. Ir siempre con la cabeza levantada, no ir encorvado, aunque cueste un poco mantener esa postura:
  3. Nunca arrastrar los pies.
  4. Tomar las SALES: es decir, si sales de casa cada mañana, cada tarde, a pasear, a ir al cine, ir al mercado, si sales para ir de compras, o a tomar unas cañas con los amigos o amigas, te encontrarás mejor. Quedarse en casa, sentado en el sofá viendo la TV es una muerte lenta.

4.- El talante juvenil:

  1. Ser joven no es solo cuestión de edad, sino sobre todo de talante, de actitud del espíritu, es una cualidad de la imaginación y de una fuerte intensidad emotiva. Es la victoria del coraje sobre la timidez, de la aventura sobre la comodidad, del riesgo que supone el cambio frente a la comodidad.
  2. Nosotros no sólo hemos sido jóvenes llenos de ilusiones, de amores, altruismos, de contradicciones también; hemos desplegado las alas y los sueños de conquista, hasta hemos amado locamente y rumiado desengaños. Esta juventud no ha pasado a mejor vida, está palpitante en las fibras más entrañadas de nuestro ser que no tiene por qué arrugarse, que puede ser nuevo cada día, si le dejamos renacer. Conjugar estas experiencias, actualizarlas, eso es VIVIR. Pero vivir, vivir, ¿Cuánta gente está viva a los 12, 15, 20, 40 o 60 años? ¡Cuánto muerto ambulante se cuela por las calles, las oficinas, las universidades, las discotecas, hasta por algunos escritores! Nos extraña ver una persona “VIVA” a los 80 o 90 años y a veces qué pocas facilidades le damos para que siga viviendo así, como tiene que ser.
  3. Se trata de SER joven de verdad, no de APARECER joven. De seguir creciendo en madurez, hacia dentro. La gran pregunta: ¿Cómo Ser joven de verdad, no en apariencia? ¿cómo vivir joven en esta sociedad tecnológica en la que estamos? ¿Se puede Ser joven, es decir, seguir siendo joven a pesar de la edad (porque no estamos hechos de una vez por todas, no somos seres estáticos, somos seres en constante evolución? Seguir sintiendo ilusiones por las cosas, por querer cambiar la realidad, por estar con los que luchan por una sociedad mejor, distinta, pero manteniendo siempre nuestra propia identidad.
  4. Joven es aquel mayor que todavía, a pesar de los años es capaz de asombrarse, de ser un inconformista, una persona rebelde, la que se maravilla ante los espectáculos de la naturaleza, la que se sigue haciendo preguntas como un chico insaciable: ¿Y esto por qué? ¿Y después qué? Es la que desafía los acontecimientos y encuentra alegría en el juego de la vida.
  5. Ser de verdad, existir, vivir, supone siempre una cierta actividad en contra del inmovilismo. El inmovilismo es un sistema de muerte, la juventud es movimiento, es vida. ¿De qué actividad se trata? No de un activismo, de estar siempre haciendo cosas, de no parar un momento, sino de una actividad interior, que no es lo mismo que estar ocupado. Una actividad productiva. Actividad mental, afectiva, relacional, física., de tal modo que saquemos de dentro la enorme riqueza de la que estamos dotados. Esto significa renovarse, crecer, fluir, amar, estar activamente interesado en algo, dar lo mejor que tenemos.
  6. Plantearse cosas profundas: Esto lo planteaba Erich Fromm: “Si yo soy todo lo que tengo, y lo que tengo lo puedo perder, ¿Quién soy yo?”. Y yo pregunto, ¿Qué es lo que puedo perder? Salud, marido, mujer, hijos, amistades, dinero, posesiones, y acaso, la independencia personal, el cariño de los tuyos, la seguridad en ti misma, la autoestima. ¿Quién soy yo? Un Ser Humano magnífico, único e irrepetible, tu eres tus pensamientos, tus sentimientos, tu quehacer diario, tus motivaciones, tu entorno, -“yo soy yo y lo que me rodea”, decía Ortega- Aprender a ser felices, a estar a gusto consigo mismos con lo que tenemos y con lo que no tenemos. Siempre creciendo, nunca terminado del todo. Muchas personas mueren 2 o 3 años antes de ser enterrados.
  7. Una cosa importante: Hacerlo todo con pasión, no la pasión sexual solo, sino la pasión por la vida, pasión por la libertad, por la justicia, por la verdad, por los derechos humanos. Pasión por mantener viva la ilusión de vivir. Pasión por la democracia, pasión por la política. Pasión por tolo lo que significa la Vida, pasión porque siga habiendo vida en todas las instituciones, en toda la tierra. Pasión por la paz, por un mundo sin fronteras. La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. “Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito. La emoción revolucionaria, es una emoción religiosa”, decía un pensador contemporáneo.
  • Por último, ¿Qué retos tiene la sociedad española con las personas mayores?

La sociedad española es, en general, sensible a las necesidades de las personas mayores. Se ha evolucionado en los recursos sanitarios y de investigación, con unidades de valoración del deterioro cognitivo, investigaciones sobre marcadores genéticos de la demencia, farmacología y otros potenciales tratamientos futuros. También han crecido los recursos sociales y económicos disponibles para ellos (aulas de mayores, centros cívicos, viajes organizados, descuentos en transporte, actividades lúdicas diversas, etc.). La famosa ‘ley de la dependencia’ ha generado un marco legal y económico para seguir avanzando y, a pesar de que la han recortado y de que los tiempos actuales no son muy favorables, el germen está alojado en la sociedad.

Adjunto ejemplos de vida:

  • Hay grandes personajes de la historia, como Adenauer, Tiziano y Tintoretto, que nos han impartido lecciones magistrales en la asignatura de la vida.
  • Ejemplos como el famoso sabio de la antigüedad Catón, un romano que comenzó a estudiar griego a los 80 años.
  • A la misma edad, a los 80 años, Goethe acababa su obra maestra el “Fausto”. Si se hubiera retirado obedecido a las sugerencias de tantos amigos: “A tu edad es mejor viajar; no exageres, ya has escrito mucho; puedes sentirte orgulloso…”, ¿qué hubiera sucedido? Que hoy en día nos privaríamos quizás de la obra cumbre de la literatura alemana y nadie mencionaría el nombre de Goethe. Si a los 60 hubiera dejado de escribir sería un segundón, un don nadie.
  • Y los ejemplos son tantos… Me viene a la memoria el caso del compositor José Verdi. A sus 74 años regaló al mundo de la música el archiconocido “Otello”. Años más tarde, rozando los 80, continúa su producción y da a luz al “Falstaff”. Y como no era suficiente, a los 85 años de edad corona su vida con el “Ave María”, el “Stabat Mater” y el “Te Deum”.
  • A los 78 años el científico Juan Bautista Lamarck ponía punto final a sus investigaciones en el campo de la zoología, con una obra maestra, todavía reconocida y estudiada en nuestros días: “La Historia natural de los invertebrados”.
  • También el renombrado filósofo Manuel Kant deja a la posteridad cultural una gran obra: “Antropología y Metafísica de las Éticas y Conflicto de las facultades”. Acababa de festejar su cumpleaños número 70.
  • El cardenal Roncalli a sus 77 años de edad fue elegido Papa, Juan XXIII. Se pensaba quizás en una rápida transición, pero por cinco años guio la Iglesia universal y tuvo tiempo para convocar – nada más y nada menos – que un Concilio ecuménico, el Vaticano II.
  • Hace un par de años ha muerto un Joven a los 93 años, se llamaba José Luis Sampedro era catedrático de Economía.

Conclusión final:

Generar más recursos para mejorar la calidad de vida de las personas mayores es un gran reto. Pero no nos olvidemos que existe otro reto, más relacionado con los valores de la sociedad, y que supone la revalorización de la vejez: envejecer es positivo y morir mayor siendo joven es todo un éxito. A mis 86 me ha costado muchos años y mucho trabajo, llegar a ser joven. Esperamos que todas y todos podamos disfrutar de ese triunfo.

José María García-Mauriño

Fuente Atrio

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El viejo sabio

Martes, 24 de julio de 2018
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Del blog Pays de Zabulon:

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“El viejo sabio dijo:

el joven camina más rápido que el viejo,

pero el viejo conoce el camino.

*

(Proverbio africano)

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Fuente de la foto: “Memento”, 2016, © Philip Gladstone

Foto y texto: en la página de Facebook de At N’go

***

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Pesares

Viernes, 4 de diciembre de 2015
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No dejes pasar las oportunidades… Vive la Vida… Carpe Diem…

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“Os tocamos flauta,

y no bailasteis”

*

(Mateo 11, 17)

***

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La diversidad sexual y las desigualdades de género en la vejez

Lunes, 19 de octubre de 2015
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normaycachita“La diversidad sexual no tiene edad”

“Ellos viven menos, pero con menor discapacidad”

Feminización de la población adulta mayor

“En la vejez las mujeres tenemos más enfermedades crónicas y discapacitantes que los varones. Enviudamos y es muy difícil generar nuevas parejas, en cambio los varones mueren estando casados o en un uniones de hecho”.

Las desigualdades sociales que sufren las mujeres y que se potencian en la vejez, la invisibilización de las personas mayores del colectivo lésbico, gay, trans y bisexual y los prejuicios en torno a la sexualidad fueron analizados, entre otros temas, por especialistas nacionales y extranjeros durante el Primer Seminario Internacional sobre Género y Diversidad Sexual en la Vejez.

“Quisimos visibilizar estos temas, que se vean porque existen, ponerlos en agenda y ocuparnos. Las mujeres vivimos más tiempo que los varones pero en peores condiciones porque hemos sido un subgrupo vulnerado a lo largo de toda la vida y esto se potencia en la vejez”, manifestó la titular de la Dirección Nacional de Políticas para Adultas Mayores (DINAPAM), Mónica Roqué.

En declaraciones al Diario Popular, Roqué destacó “las mujeres somos quienes cuidamos pero luego no tenemos quien nos cuide. En la vejez tenemos más enfermedades crónicas y discapacitantes que los varones. Enviudamos y es muy difícil generar nuevas parejas, en cambio los varones mueren estando casados o en un uniones de hecho“.

También señaló que si bien “en nuestro país (Argentina) las mujeres mayores tienen cobertura previsional gracias a la moratoria (conocida como jubilación de ama de casa)” pero ellas reciben “una remuneración inferior a los varones porque ellos sí tuvieron trabajo formal” y mayores aportes. Estas desigualdades socio culturales, afirmó, “pone a las mujeres mayores en situación de vulnerabilidad”.

Asimismo se visibilizó la problemática de las personas mayores del colectivo lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI), quienes enfrentan “un doble prejuicio“. Primero, porque mantener una sexualidad activa aún “es tabú” en la vejez; y segundo, porque “no se asocia la diversidad sexual” con esas edades, sino solo “con la juventud”.

La especialista resaltó que el tratamiento de esta temática fue posible “gracias a que en Argentina se proclamó la Ley 26.618 de Matrimonio Igualitario y la Ley 26.743 de Identidad de Género”. Asimismo recordó la reciente sanción de la ley de cupo laboral mínimo, de al menos 1%, para las personas trans y travestis en la administración pública de la provincia de Buenos Aires.

Cabe destacar que la DINAPAM trabaja conjuntamente con la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero de Argentina (ATTTA) dictando cursos de cuidadores/as domiciliarios. .

El Primer Seminario Internacional sobre Género y Diversidad Sexual en la Vejez, realizado durante tres jornadas, fue organizado por la DINAPAM, de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social y la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

La actividad se enmarca dentro de la 4º Campaña Nacional de Buen Trato hacia las Personas Mayores. Este año, el lema es “La diversidad sexual no tiene edad”.

En el seminario expusieron la Dra. Sandra Huenchuan, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); la Dra. Guita Debertm de la Universidad Provincial de Campinas, Brasil; el Dr. Brian de Vries, de la Universidad de San Francisco, Chicago; la Dra. Toni Antonucci, del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan, Estados Unidos; la Dra. Anna Freixas Farré, de la Universidad de Córdoba, España; la Dra. María Victoria Zunzunegui, de la Universite de Montreal, Canadá; la Dra. Susan Somers, presidenta de la Red Internacional de Prevención del Abuso y Maltrato a las Personas Mayores; el Dr. Alexandre Kalache, presidente del Centro Internacional de Longevidad de Brasil; la Dra. Lía Daichman, presidenta del Centro Internacional de Longevidad de Argentina; el Dr. Ricardo Iacub, de la Facultad de Psicología de la UBA; entre otros. .

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) indican que en el año 2010 se registraron un total de 4,1 millones de personas de 65 años y más: 2,4 millones son mujeres y 1,7 millones varones.

La Directora Nacional de Políticas para Adultos Mayores, Mónica Roqué, destacó que la sobrevida de las mujeres está relacionada a cuestiones culturales: asisten más a los médicos, previenen enfermedades y cumplen los tratamientos. De esta forma “algunas patologías se vuelven crónicas o producen discapacidad, pero no nos matan”, resaltó.

En cambio, los varones, por un mandato cultural machista, consideran que “son el sexo fuerte, no se tienen que enfermar, sino solo trabajar”; por lo que asisten tardíamente a los centros de salud.

Respecto a la situación conyugal, en la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores se detalla que el 73% de los varones se encuentran unidos o casados mientras que entre las mujeres prevalece el matrimonio en un 40% y la viudez, 38%. En tanto, entre el grupo de 75 años y más, seis de cada 10 mujeres se declaran viudas, mientras que entre los varones esta situación afecta a algo más de dos de cada 10 hombres. .

Norma Castillo, presidenta del centro de jubilados Lésbico, Gay, Trans, Bisexual e Intersexual (LGTBI) “Puerta Abierta a la Diversidad” manifestó que junto a su esposa Ramona “Cachita” Arévalo “estamos contentas de contribuir en algo”.

Abordar la diversidad sexual en la vejez “era un tema que se necesitaba y se va a seguir necesitando porque apenas estamos comenzado” a derrumbar los prejuicios, sostuvo Castillo. “Cuando nos casamos, todo el mundo se quedó boquiabierto porque nadie espera que fuésemos personas mayores. Cuando se habla de amor, solo se piensa en jóvenes”, recordó.

Norma y Cachita se casaron el 9 de abril de 2010 habiendo conseguido la habilitación de la Justicia. En julio de ese año se aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario. “Nos dijeron que ayudamos mucho porque cuando se hablaba (de homosexualidad) se decían cosas horribles, pecaminosas, y de repente nos casamos nosotras tras 30 años de estar juntas. La gente se quedó sorprendida”, destacó. “Cuando éramos chicas, la palabra lesbiana no se pronunciaba. Me habían impuesto de tal manera el modelo heterosexual que hasta los 35 años era homofóbica. Cuando me di cuenta lo que me pasaba, me quería morir. Sufrí mucho porque la gente te decía “degenerada”, “maldita”, de todo. Pero tuve la suerte de encontrar a Cachita y salimos adelante”, contó.

Por su parte, Jorge Giacosa, quien fue miembro del Frente de Liberación Homosexual (agrupación que funcionó en los 70) sostuvo que “es fantástico que se haya tomado este tema”. “Nunca nos hubiéramos imaginado vivir este momento”, comentó. “En los 70 militaba para que los demás no pasaran todo el sufrimiento por el que pasé. Y ahora es al revés, milito para que a mis pares les pase todo lo maravilloso que a mí me pasa. Es un momento de oro”, destacó Jorge, quien se casó con Javier en marzo pasado.

Fuente Diario Popular

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La Homosexualidad a lo largo del ciclo vital: retos y singularidades (II), por Javier Corchado

Miércoles, 4 de febrero de 2015
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homosexualidad-niño-arcoiris-compLas familias homoparentales son contextos familiares idóneos para la crianza de los hijos.

Con motivo del Orgullo, en Psicomemorias hicieron un interesante post sobre los retos y singularidades que se puede encontrar el colectivo en el desarrollo de su vida.

A lo largo de esta semana, se celebran en Madrid los actos del Orgullo LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales). Del 2 al 6 de julio habrá diferentes actividades reivindicativas bajo el eslogan “Nos manifestamos por quienes no pueden“, en alusión a aquellos países cuyas legislaciones prohíben y/o persiguen la homosexualidad.

Con motivo de esta fecha, en Psicomemorias queremos hacer una exposición sobre los retos y singularidades que se puede encontrar este colectivo en el desarrollo normal de su vida, desde la infancia hasta la vejez.

Hemos presentado toda esta información en dos entradas: la primera parte el 30 de Junio (Infancia y Adolescencia) y la segunda el 3 de Julio (Adultez, Familia y Vejez).

Adultez

Después de haber vivido una infancia y adolescencia con más o con menos retos que superar, llega la adultez y el afrontamiento de la vida laboral y familiar.

Vida laboral

Supongamos que la persona homosexual, por ejemplo nuestro famoso Pablo, tiene completamente aceptada su homosexualidad, y que vive con libertad y sin trabas. Pero imaginemos que tiene que hacer frente a un entorno laboral nuevo o que puede ser potencialmente homófobo, ¿qué problemas pueden surgirle?

Investigaciones llevadas a cabo por la Universidad de Sevilla y la Universidad de Manchester, revelan datos interesantes sobre la experiencia de gays y lesbianas en el contexto laboral español:

1) Estrategias usadas para comunicar su orientación sexual

La mayoría comunica su orientación sexual de forma indirecta, hablando de forma distendida sobre su vida. Se dan datos sutiles que permiten sacar conclusiones a los compañeros de trabajo. Puede ser hablando de unas vacaciones o un episodio de la vida cotidiana.

Muchas de estas personas afirman además que en algún momento de su vida laboral han escondido su orientación sexual por miedo a padecer consecuencias negativas. Una minoría continúa haciéndolo. En estos casos las relaciones con los compañeros de trabajo se ven afectadas al evitarse todas las situaciones sociales en las que sea necesario hablar de la vida personal, como desayunos o cenas de empresa.

2) Factores que influyen en adoptar una estrategia concreta

A la hora de no decir su orientación sexual, se dan varios motivos: el miedo al rechazo o el aislamiento de compañeros de trabajo, trabajar en sectores con un marcado carácter tradicional (banca o medicina) o muy masculinizado (cuerpos de seguridad o construcción) y trabajar con personas mayores (que puedan no aceptarlo) y con un nivel formativo más bajo.

A la hora de buscar un trabajo o promocionar en el mismo, perciben que desvelar su homosexualidad en la entrevista inicial o de cara a una promoción interna les perjudicaría en su candidatura con respecto a otros candidatos heterosexuales.

3) Consecuencias a nivel personal y organizacional

El hecho de que una persona no revele su orientación sexual puede conllevar una serie de consecuencias personales, tales como: relaciones distantes con los compañeros por la imposibilidad de compartir información sobre la vida personal, deterioro del nivel de motivación laboral, reducción en la percepción de bienestar y justicia (por ejemplo, el homosexual que no comunica que tiene un marido, se verá privado de unos días de asuntos propios por la hipotética intervención quirúrgica de su pareja al pensar en la empresa que está soltero). Esto podría dar lugar a estados de ánimo negativos e incluso depresión en algunos casos.

Entre las consecuencias para la empresa estarían: el deterioro de la calidad del trabajo y el trabajo en equipo (derivado de la falta de comunicación con los compañeros y la insatisfacción asociada), dificultad para centrarse en el trabajo desarrollado y aumentos en la intención de sustituir el puesto laboral por otro en el que sí puedan compartir su vida personal.

Cabe resaltar que en ocasiones se justifica la omisión de la propia orientación sexual por considerar que esta pertenece a la esfera privada de la persona y que no tiene por qué ser evidente en el trabajo. Evidentemente está en la libertad de cada uno vivir su sexualidad como quiera, pero no hay que olvidar que la orientación sexual forma parte de la identidad de la persona, al igual que su nombre, procedencia o aspecto físico. Sería deseable que todas las personas pudieran vivir su identidad de forma completa y no en base al contexto o entorno en el que se desenvuelven.

Vida familiar

Una de las etapas clave en la adultez es la formación de una familia. Puede que Pablo no decida formar una familia nunca, pero se considera un paso normal en esta etapa. Las familias homoparentales son el tipo de familia más desconocido, menos reconocido y aceptado, siendo contemplada con mirada prejuiciosa desde muchos sectores de la sociedad.

¿Cómo puede formarse una familia homoparental?

Existen distintas vías por las que se puede formar una familia. La más frecuente es la de las familias “reconstituidas”, es decir, aquellas en las que un miembro de la pareja homosexual tenía anteriormente una pareja heterosexual con quien tuvo un hijo biológico, y este convive ahora con la pareja homosexual de su padre o madre. Por otro lado, están los métodos seguidos por personas como Pablo, que no han vivido la experiencia anterior y que ya sabían que eran gays o lesbianas: adopción o acogimiento realizada por un miembro de la pareja (legal desde 1987) o por ambos (desde 2005) y la reproducción asistida realizada por un miembro de la pareja (desde 1988), conjunta (desde 2006) o con óvulos de la pareja (desde 2009). Por último, existe otro método que aún no es legal en nuestro país: la gestación subrogada. Ésta es una forma de reproducción asistida en la que, además de los futuros padres, participa una mujer que gesta el embrión. Este embrión puede ser el resultado de una inseminación artificial o de una fecundación “in Vitro” y los gametos pueden proceder de uno de los progenitores y de una donación, de los dos progenitores, o de donaciones.

Prejuicios sociales sobre las parejas homoparentales

Existen una serie de prejuicios sociales frente a las personas homosexuales a la hora de formar una familia. Ante estas ideas han ido apareciendo recientemente publicaciones científicas muy relevantes que han tenido por objetivo conocer mejor a estas familias y a sus hijos e hijas. Las preguntas que se han realizado y a las que han dado respuesta han sido:

1) ¿Son estas familias contextos idóneos para el desarrollo infantil y adolescente?

Se ha demostrado que las familias homoparentales son contextos familiares idóneos, presentando los adultos una buena salud mental, unas capacidades educativas adecuadas basadas en correctos estilos educativos, una dinámica saludable tanto en el ambiente familiar, en la relación de pareja, en las relaciones entre padres/madres e hijos y en la vida cotidiana. Además se trata de familias que disponen de redes sociales de un tamaño medio, con una alta variedad de personas dispuestas a echarles una mano (familiares, amistades, homosexuales, heterosexuales, con hijos, sin hijos…) y, además, se percibe este apoyo como satisfactorio.

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