El estudio siguió a niños trans durante una década. Casi ninguno de ellos se arrepintió.

Por Mira Lazine Lunes, 21 de octubre de 2024

Un nuevo estudio revela que la gran mayoría de los jóvenes transgénero en gran medida no realizan la detransición incluso después de varios años de transición.

El estudio, publicado en JAMA Pediatrics, analizó las experiencias de 220 jóvenes transgénero que han estado en transición durante al menos cinco años. Fueron reunidos a través del TransYouth Project de la Universidad de Princeton, un estudio longitudinal nacional sobre jóvenes transgénero.

Este estudio disipa las preocupaciones planteadas por los defensores anti-trans de que los jóvenes transgénero, después de varios años de transición, tendrían una alta tasa de destransición, ya que solo informa que el 4% de los participantes realmente destransicionó en algún momento, y el 97% de los participantes continúan recibiendo atención de afirmación de género.

De la muestra total, sólo unos nueve pacientes expresaron algún arrepentimiento. Cuatro participantes habían dejado de recibir atención, un participante planea dejar de recibir atención y los otros cuatro están optando por continuar con la atención. Esto sugiere que el arrepentimiento es multifacético y no necesariamente puede ser un desistimiento en la identidad de género, aunque los investigadores no analizaron el tipo de arrepentimiento observado en el estudio.

En comparación, la cirugía de reemplazo de rodilla tiene una tasa de arrepentimiento de alrededor del 20%, según una investigación de 2020.

El estudio además tuvo una muestra secundaria de 49 jóvenes destinada a representar a los participantes que se perdieron en seguimientos adicionales. El 94% de esta muestra estaba satisfecho con su transición. Esto sugiere que no existe un sesgo sustancial entre los jóvenes trans perdidos por el abandono de la encuesta en estudios longitudinales similares.

El estudio tuvo una cohorte inicial de 317 jóvenes y el reclutamiento comenzó en 2013. Se habló con los jóvenes una década después, en 2023, donde debían tener al menos 12 años para participar, de modo que los investigadores pudieran hablar con los jóvenes uno a uno. uno. La muestra era predominantemente blanca y rica. Se preguntó a los participantes sobre su satisfacción y experiencias, además de informar sobre cualquier efecto secundario en escalas numéricas.

“Me gustaría que no necesitáramos una investigación como esta, pero la necesitamos”, dijo Chris Barcelos, profesor asociado de estudios de sexualidad de género de las mujeres en la Universidad de Massachusetts en Boston, al Washington Post. Barcelos no participó en este estudio. “Es importante que haya más datos que respalden algo que las personas trans… saben, que es que hay una tasa realmente baja de arrepentimiento y tasas realmente altas de satisfacción con la atención que afirma el género de los jóvenes”.

“Lo que la gente no entiende acerca de la atención que afirma el género es que no es fácil de obtener… incluso si vives en un estado donde no existen barreras legislativas o políticas”, dijo Barcelos. “Las investigaciones nos han demostrado que muchas más personas trans (jóvenes y adultos) desean atención que afirme su género de las que pueden acceder a ella”.

Kristina Olsen, autora principal del estudio, dijo al Washington Post, que “Hay enormes disparidades en quién accede a esa atención”, lo que se relaciona con una limitación del estudio. Dijo que debido a las disparidades en quién accede a la atención médica, la muestra de los estudios de investigación será predominantemente blanca y rica.

Dijo además que el arrepentimiento en el estudio es multifacético. “Es una especie de amplia gama de cosas que incluimos en el arrepentimiento. Podría haber sido cualquier cosa”. No todo el arrepentimiento es necesariamente que los jóvenes dejen de identificarse con su identidad de género; podrían ser problemas con los efectos secundarios de los medicamentos o quejas por no haber recibido hormonas en lugar de bloqueadores de la pubertad.

Fuente LGBTQNation

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Nuevo ejemplo de visibilidad en el deporte estadounidense. Mason Darrow, jugador de los Princeton Tigers en la liga universitaria de fútbol americano, ha concedido una entrevista a Outsports.com en la que explica su proceso de salida del armario ante los miembros de su equipo. Su acogida ha sido muy positiva, y el deportista espera que sirva de ejemplo a los que estén en su situación.

Darrow tomó la decisión de hablarle a un compañero sobre su orientación sexual a raíz de una mala racha deportiva, motivada según dice por su incomodidad con el hecho de ocultar su homosexualidad. Ocurrió a finales de 2013, y la buena acogida de Caleb Slate, el jugador en cuestión, lo animó a seguir adelante con el proceso. A principios de este año se sinceró con sus entrenadores, que le han mostrado todo su apoyo.

Según explica en la entrevista, su falta de identificación con el estereotipo gay fue la causa de su dificultad para aceptarse como tal. Aún a día de hoy, casi dos años después de dar el primer paso, asegura no acabar de reconocerse en la comunidad LGTB. La escasez de referentes en el mundo del deporte profesional tampoco supuso ninguna ayuda; una situación que solo está empezando a cambiar en los últimos años.

Todo empezó a cambiar después de hablar con Slate. De manera gradual, el resto de los compañeros del equipo fueron conociendo y aceptando sin problemas el asunto. “Nada va a cambiar” es la respuesta más frecuente que recibía Darrow y que lo ayudaba en el camino de su autoaceptación. Los últimos en enterarse fueron los miembros del equipo directivo. La reacción del entrenador jefe fue de alivio ante la noticia: había supuesto que el jugador le informaría de una lesión que le impidiera jugar.

El deportista había decidido hacer pública su historia para ayudar a otros como él, por lo que el paso previo de hablar con sus superiores era imprescindible. Por parte de su entrenador, no hubo ningún problema. “Aquí en Princeton, si no podemos manejar esto y decir: ‘apoyamos a todos con independencia de sus orígenes, religión, raza u orientación sexual’, entonces no tenemos a los chicos adecuados en el vestuario”, fue su respuesta.

La extraordinaria acogida de todo el equipo deportivo ha llevado a Darrow a afirmar que salir del armario ante sus compañeros fue “la mejor decisión que he tomado en la vida”. Y tiene un mensaje para los que se encuentren en su misma situación al principio del proceso: “No da tanto miedo como parece”.

El ejemplo de Michael Sam

Si Mason Darrow es el primer jugador abiertamente gay en la liga universitaria de fútbol americano (del que tengamos noticia), Michael Sam abrió camino en la liga profesional del mismo deporte (NFL). Sam se convirtió en mayo de 2014 en el primer jugador abiertamente gay de la NFL. Su reclutamiento por los Rams de Sant Louis (Misuri) para la siguiente temporada supone un hito en cuanto a la visibilidad LGTB en el que es el deporte profesional más popular de los Estados Unidos.

Michael Sam, que salió públicamente del armario en febrero de 2014, seguía así el camino abierto por Robbie Rogers, de la liga de fútbol europeo (MLS) y Jason Collins, de la liga profesional de baloncesto (NBA).

Fuente Dosmanzanas

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