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“Los olvidados de la reforma protestante”, por Alfonso Pérez Ranchal

Lunes, 4 de noviembre de 2019
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1509436414_540249_1509436618_noticia_normal“Cuando yo era joven, se exaltaban las luchas de Lutero. De pasada se nombraba a Calvino y a otros reformadores”

“Para que todo encaje en el relato, se hace invisibles a otros hombres y mujeres de la reforma”

“Erasmo de Rotterdam tuvo un agrio enfrentamiento con Lutero”

Como todos los 31 de octubre, las redes sociales se llenarán de felicitaciones por el día de la Reforma Protestante. Tampoco faltarán durante todo este mes artículos en diferentes revistas digitales en donde el rostro que predomine será el de Lutero.

Todavía recuerdo cómo en mi ciudad natal cada vez que se acercaba esta fecha se anunciaba una conferencia en donde se invitaba a asistir a los creyentes y, de paso, a otras personas que estuvieran interesadas en el tema.

Siendo un adolescente, y más tarde un joven, tal y como se presentaba al reformador año tras año, hizo que en mí se despertara una gran admiración por él. Se hablaba sobre todo de su etapa como agustino, de sus luchas, de su descubrimiento de la salvación por gracia. Recuerdo que se le mostraba como a un hombre al que únicamente le movía la pasión que sentía por Dios y su Palabra. También se hablaba de su matrimonio con Catharina von Bora para resaltar, con todo lo que estaba cayendo a su alrededor, el magnífico ejemplo de esposo y padre que era. De pasada se nombraba a Calvino y a otros reformadores como Zwinglio.

Al presente debo decir que si de esto trata la celebración anual de la Reforma, por mi parte poco tengo que celebrar. Por supuesto que se dieron grandes logros gracias a estos reformadores, pero en la misma medida en la que a otros se los ha olvidado es mi falta de entusiasmo por este tipo de efemérides.

La realidad de lo que allí ocurrió es mucho más compleja y no es honesto presentar únicamente “las grandes hazañas” obviando o aparcando “los grandes errores”. Pero todavía es más preocupante, si cabe, que para que todo encaje en la exaltación de estos reformadores se tenga que hacer invisibles a otros hombres y mujeres, que en no pocos aspectos los superaron. Pienso que no se habla de ellos ya que dejarían en muy mal lugar a las columnas del protestantismo con los que en algunos casos estos “otros” tuvieron serios enfrentamientos con ellos y además llevaban la razón. Castellio denunció públicamente la condena a muerte por herejía

000349950Tal fue el caso de Erasmo de Rotterdam, un intelectual y cristiano de una talla excepcional que preparó el terreno para lo que después sucedería. Sus escritos se “colaron” por muchos rincones de aquella Europa antes de que Lutero apareciera en escena. Era un hombre tranquilo, un auténtico humanista enamorado de la cultura y con unas ideas muy claras sobre la necesidad de una reforma dentro de la Iglesia Católica. Supo sortear la condena de sus escritos y llegar con ellos a muchas personas que clamaban y anhelaban esta reforma eclesial. Cuando Lutero irrumpió y las primeras grandes tensiones se dieron, Erasmo supo ver con gran preocupación la radicalización de ciertas posturas y las consecuencias que podrían traer. Supo leer las situaciones que se estaban dando y señalar los grandes males que vendrían casi de inmediato: intransigencia, odio y divisiones incurables dentro de la cristiandad.

Lutero intentó “ganárselo” para su causa, pero él no cedió. Lo mismo procuraron hacer por el lado católico e incluso lo intentó el mismo Emperador. Pero él, espíritu libre, no quiso apuntarse a ningún bando. Tenía muy claro la necesidad de una reforma, pero también de que la misma fuera dándose paso a paso lejos de posiciones extremas y que el respeto por el ser humano fuera esencial. Su proyecto se fue al traste y tuvo un agrio enfrentamiento con Lutero.

Erasmo rehuía cualquier discusión, pero fue finalmente la negación de toda libertad humana frente a Dios y su salvación, defendida por Lutero, lo que le hizo comenzar un intercambio epistolar. Lutero, alguien explosivo al defender sus opiniones, descargó sobre Erasmo toda clase de improperios y descalificaciones. El humanista, desde entonces y hasta el fin de sus días, llevó sobre sí una gran tristeza al comprobar cómo lo que él había predicho se cumplía a rajatabla. Una cristiandad rota, odios enconados, muerte y desprecio entre naciones que se decían cristianas. La historia se ha encargado de colocar a cada cual en su lugar, pero claro, debe ser una historia que se relate al completo para que así pueda ser conocida.

220px-SebastianCastellioOtro tanto pasó con el enorme Sebastián Castellio que se dice que dejó prematuramente esta vida al fallecer de muerte natural pero, personalmente, no tengo ninguna duda que mucho contribuyó a este final el gran sufrimiento que tuvo que soportar por parte de Calvino. Tenía 48 años y su físico estaba muy debilitado. Fueron muchos años de calumnias, de jornadas laborales interminables para así poder mantener a su familia en medio de todo tipo de presiones.

No podía entender cómo en la Ginebra que Calvino regía con mano de hierro, se podía condenar a morir como hereje a alguien tal y como pasó con Miguel Servet. Denunció públicamente este enorme despropósito y señaló a Calvino como el mayor de los responsables a pesar de que éste intentó disimular su responsabilidad. El reformador ginebrino no soportaba la crítica y además pensaba estar investido de una especie de infalibilidad, por lo que siempre creía tener la interpretación correcta del texto bíblico.

Desde entonces, Calvino intentó por todos los medios silenciar a Castellio, quien abogaba por la libertad de conciencia para así poder defender diferentes posiciones en medio del respeto mutuo. Gritó ante la monstruosidad de esa especie de “Santa Inquisición” ginebrina, lo que le acarreó toda clase de sufrimientos. Como ya he apuntado, falleció de muerte natural, pero podría haber acabado de igual forma que Servet. De nuevo el silencio escandaloso se cierne sobre Castellio al que ni siquiera conocen muchos de los que dicen celebrar la Reforma. Y es que, otra vez, si hablamos de Castellio resulta que el lado más oscuro de Calvino aparece…

En este sentido tiempo me faltaría hablar de lo que se ha llamado la Reforma Radical, cuyo exponente más conocido son los anabaptistas después conocidos como menonitas. Fueron masacrados tanto por protestantes como por católicos por defender algunas doctrinas que hoy en día muchos practican. En medio de otros tantos errores, acertaron en señalar que aquella reforma únicamente llegaba a algunos aspectos mientras que otros tantos esenciales quedaban sin tocar. Abogaban por una vuelta radical al evangelio y a una condena de todo tipo de violencia. Pero ya la Reforma había entrado de lleno en el campo de lo político, las guerras y la represión eran un hecho y esto último se llevaba a cabo tanto en el terreno protestante como en el católico. Ellos fueron atrapados en medio de las furias enfrentadas.

big_9f753d099a73db36d6e570d1ede1a95ePor último, me gustaría acordarme de las mujeres, una vez más ellas son las grandes ausentes. Tuvieron, en ocasiones, un protagonismo muy relevante, pero pronto se las relegó al papel de madres y esposas ejemplares. Nombres tales como la propia esposa de Lutero, Catharina von Bora, u otras como Argula von Grumbach, Ursula de Munstenberg (1491-1534), Isabel de Brandeburgo (1485-1545) o Isabel de Brunswick (1510-1558).

Si hemos de celebrar la Reforma, hagámoslo pero, como decía al principio de este artículo, siendo honestos con lo que allí ocurrió. Sin duda hubo aciertos de gran calado, pero también se dieron graves errores. Si vamos a traer a colación a los principales protagonistas de aquellos tiempos convulsos no deberíamos dejarnos atrás a los que no encajan con nuestra visión para de esta forma realizar una exaltación desmedida y alejada de la realidad.

Es cierto que se trata de una fecha para recordar, pero si hablamos de Lutero también deberíamos hacerlo de Erasmo de Rotterdam; si escribimos sobre Calvino no deberíamos olvidar a Castellio; y otro tanto de aquellos que llamaron a una reforma radical y, por supuesto, también estaban las mujeres…

Ahora sí que me apunto a rememorar aquel siglo XVI, con sus luces y con sus zonas oscuras. Un siglo de una enorme importancia que marcó la historia para siempre y que tratando a todos sus protagonistas por igual, pone de manifiesto una enorme riqueza que de lo contrario permanecería oculta. El protestantismo fue muy variado en sus mismos inicios y defendió toda una serie de valores, algunos de los cuales fueron sepultados por las figuras más destacadas, pero que no deberíamos olvidar por lo impresionante de su relevancia. De esta forma no solo se muestra la historia al completo, sino que se coloca en primera línea a hombres y mujeres de una enorme talla y que, sin duda, también eran “protestantes”.

Fuente Religión Digital

Cristianismo (Iglesias), Cuáqueros, Iglesia Anglicana, Iglesia Bautista, Iglesia Católica, Iglesia de la Comunidad Metropolitana, Iglesia Luterana, Iglesia Menonita, Iglesia Metodista, Iglesia Presbiteriana, Iglesias Evangélicas, Iglesias Pentecostales, Iglesias Reformadas (Calvinistas) , , , , , , , , , , , , ,

“Las protagonistas olvidadas de la primera generación de la Reforma”, por Lidia Fernández

Lunes, 8 de abril de 2019
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Interesante artículo, pero echo de menos a Juana de Albret (1528-1572). Hija juana-de-navarray sucesora al trono de Margarita de Navarra, siguió en los pasos de su madre y bajo sus auspicios se llevó a cabo la traducción del Nuevo Testamento a la Linguæ Navarrorum (euskera), rompió totalmente con el catolicismo.

Al igual que su madre escribía uno de sus poemas, “Jesús es mi esperanza”.

Fue excomulgada por el papa.

Declaró su reino oficialmente protestante aun cuando permitió que continuara el catolicismo. Para ella, la Reforma era oportuna y necesaria, tanto que pensaba que sería una cobardía y deslealtad a Dios dejar que el pueblo permaneciera en un estado de suspenso e indecisión.

Martín Lutero y las Reformas

Como bien sabemos, este año se viene celebrando en todo el mundo el 500 aniversario de la Reforma Protestante con una gran diversidad de eventos culturales y eclesiásticos. La elección de la fecha se debe a un acontecimiento de gran valor simbólico protagonizado por el entonces fraile agustino Martín Lutero, el cual puso en marcha un movimiento que fue capaz de aglutinar los anteriores intentos reformistas fracasados en torno a su figura carismática –es el caso de los valdenses, que surgieron en el último tercio del siglo XII, o de las figuras de John Wyclif (1320-1384) y Jan Hus (1369-1415)–. La hagiografía y la leyenda –más que la historiografía propiamente dicha– narran que el 31 de octubre de 1517 Lutero clavó sus famosas 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. El profesor de Nuevo Testamento no hacía más que seguir la costumbre de la época, según la cual se hacían públicas las opiniones clavándolas en la puerta de la iglesia, y de este modo se abría el debate universitario a todo el que deseara participar. Ese gesto marcó en la memoria colectiva el inicio de un movimiento de renovación de la Iglesia occidental que se inspiró en cuatro sencillos principios –sola gracia, sola fe, solo Cristo y sola Escritura–, del que muchas Iglesias protestantes y evangélicas son herederas hoy.

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Sin Martín Lutero no se habría producido la Reforma en Alemania, ya que sus críticas sobre el sistema de indulgencias, el poder papal o la corrupción del clero cayeron en un suelo fértil, mucho más fértil de lo que el propio Lutero pudo imaginar. Ahora bien: quienes protagonizaron el proyecto reformista durante la primera mitad del siglo XVI fueron diferentes figuras con importantes divergencias teológicas entre sí, así como con desarrollos eclesiales y teológicos independientes. Baste mencionar algunos ejemplos renombrados: el propio Lutero en los estados alemanes, Thomas Kramer en Inglaterra, Juan Calvino en Francia o Ulrich Zwinglio en Zúrich. En consecuencia, sería más apropiado hablar de “reformas” en plural, en lugar de “la reforma”, ya que desde sus mismos inicios la Reforma Protestante fue un fenómeno plural que incluyó, también, a mujeres notables. Durante las primeras décadas del siglo XVI, mujeres de toda condición social –ya pertenecieran a la nobleza, a la incipiente burguesía e incluso al campesinado–, abrazaron con entusiasmo los ideales de Lutero, Calvino o Zwinglio y se involucraron de forma activa en su propagación, sobre todo en las llamadas “ciudades libres”, como Basilea o Estrasburgo.

Las mujeres de la Reforma

– Predicadoras y teólogas que defendieron la actividad pública de las mujeres

Lutero_y_mujerLutero y su mujer, Katharina von Bora Sin embargo, en la memoria colectiva apenas ha quedado recuerdo de ellas. En el monumento internacional de la Reforma construido en Ginebra entre 1909 y 1917 hay una sola mujer, cuyo nombre aparece en una estela añadida en una fecha tan reciente como el 3 de noviembre de 2002: la belga Marie Dentière (ca. 1495-1561). Antigua monja agustina, desempeñó un activo papel en la vida política y religiosa de Ginebra participando activamente en el cierre de conventos femeninos y predicando públicamente en contra del celibato. En 1539 escribió la conocida 26041301como Muy útil epístola (L’Epistre très utile), una carta abierta dirigida a la reina Margarita de Navarra (dcha), en la que rechazaba con ironía los roles de abnegada ama de casa y de esposa sumisa que proponía la Reforma Magisterial: “Solo quieren de nosotras, mujeres, que seamos agradables, como es nuestra costumbre, que hagamos nuestras labores, hilar la rueca, vivir como las mujeres antes que nosotras lo hicieron, como nuestras vecinas. Porque la que vive como su vecina no hace ni bien ni mal.”

Afirmaba, para escándalo de sus coetáneos, que hombres y mujeres estaban igualmente cualificados para interpretar las Escrituras y reflexionar teológicamente: “Si Dios ha dado gracia a algunas mujeres buenas, revelándoles a través de su Sagrada Escritura algo santo y bueno, ¿deberían ellas abstenerse de escribir, hablar o declararlo unas a otras por causa de los difamadores de la verdad?” Esta defensa provocó la indignación tanto de católicos como del reformador Juan Calvino, con el cual había colaborado durante algún tiempo, y muchos de sus escritos fueron prohibidos, e incluso destruidos.

marie-dentiere41uCP7VFfvL._SX331_BO1,204,203,200_Marie Dentière (izda) no fue la única mujer silenciada de su tiempo. Un segundo caso es el de Katharina Zell (Dcha), nacida Schütz (1497-1562), quien debió firmar algunos de sus escritos bajo el pseudónimo de su esposo, Matthäus Zell, un afamado predicador de Estrasburgo, para evitar la censura. En su comentario al Padre Nuestro se atrevió a comparar a Dios con una madre que conoce los dolores de parto; exigió la posibilidad del diaconado para las mujeres y defendió la participación pública de las reformadoras a partir de textos bíblicos como Gálatas 3,27s y los ejemplos de la profetisa Ana o de María Magdalena. Zell apelaba a menudo a la centralidad de la libertad de la conciencia individual, informada por el Evangelio, para defender los derechos de los anabautistas, duramente perseguidos por católicos y por otros movimientos reformados (luteranos y calvinistas). Se consideró a sí misma como “madre de la Iglesia”, y durante los dramáticos sucesos de la Guerra de los Campesinos (1524-1525), Zell organizó un eficaz servicio de acogida para los desplazados por el conflicto y asistió a cientos de refugiados, enfermos y presos. En 1562, gravemente enferma, predicó poco antes de morir en los funerales de dos mujeres anabautistas, a las que todos los pastores de la ciudad les habían negado cristiana sepultura.

– Nobles que ejercieron el patronazgo del movimiento reformado

images (1)Argula von Grumbach Aprovechando la innegable capacidad propagandística de la imprenta, varias mujeres de la nobleza dedicaron recursos económicos propios a publicar panfletos y otros textos polémicos a favor de los nuevos planteamientos reformados, como la duquesa regente Elisabeth von Braunschweig-Lüneburg (1510-1558), princesa de Calenberg-Göttingen, la cual recibió el título honorífico de “Reformationsfürstin”. De entre todas ellas destacamos a Argula von Grumbach (1492-1554), descendiente de una familia de la antigua nobleza bávara y considerada la primera mujer en publicar una carta a favor de la Reforma. Ante el estupor de los inquisidores, esta mujer y laica se atrevió a exigir un debate público en alemán a la Universidad de Ingolstadt en la carta de protesta escrita de su puño y letra, enviada el 20 de septiembre de 1523, donde denunciaba la expulsión de un joven magister de 18 años, Arsacius Seehofer, por haber hecho campaña a favor de las enseñanzas luteranas. Su carta no obtuvo respuesta oficial, pero se convirtió en un auténtico fenómeno editorial, con catorce reimpresiones en apenas unos meses, primero de forma casi simultánea en las ciudades de Núremberg y Basilea, y poco después en ciudades tan importantes como Augsburgo, Erfurt, Estrasburgo, Stuttgart o Leipzig. La campaña de Argula von Grumbach tuvo, lamentablemente, terribles consecuencias para ella: enemistada con buena parte de su familia, sufrió los malos tratos de su marido, enfurecido por haber sido depuesto de la prefectura ducal debido a las simpatías que su esposa había manifestado públicamente por Lutero.

– Esposas de ministros protestantes que desafiaron las convenciones sociales

Katharina_ZellKatharina von Bora La Reforma trajo consigo un cambio social crucial para quienes se dedicaban a ministrar la Iglesia. Frente al ideal católico del celibato obligatorio, los reformadores proponían el matrimonio y la familia como el estado ideal de vida para todo creyente cristiano, incluyendo a los ministros o pastores. En consecuencia, el matrimonio de los anteriores monjes/as, frailes y sacerdotes que se adhirieron al movimiento reformado se convirtió en una seña de identidad que produjo una curiosa oleada de bodas en la década de 1520.

La primera generación de esposas estuvo formada en su mayoría por monjas exclaustradas que debieron hacer frente tanto al estigma de la “barragana”, a las constantes habladurías acerca de las razones del abandono de sus votos, así como a las críticas acerca de su excesiva presencia pública que pronunciaron incluso reformadores como Lutero o Calvino. La nueva situación al frente de las parroquias les abrió un ámbito de servicio eclesial desconocido hasta entonces, ya que muchas mujeres actuaron de facto como ayudantes en las iglesias locales predicando e incluso celebrando los sacramentos del bautismo y la eucaristía en los primeros años, aunque sin remuneración alguna y siempre subordinadas a su esposo.

Es el caso de Katharina von Bora (1499-1552), una de las jóvenes monjas a las que Lutero había ayudado a huir del convento cisterciense de Marienthron tras pedirle ayuda por escrito y protagonizar una rocambolesca fuga. En 1525 contrajo matrimonio con Martín Lutero a sugerencia de ella, podríamos decir que casi por motivos puramente pedagógicos, para ilustrar el nuevo ideal de vida. Tuvo fuertes vínculos con la intelectualidad de su tiempo, ya que participó activamente en las famosas tertulias teológicas organizadas en su casa con estudiantes y otros reformadores (“Tischreden”), lo que le valió el apelativo de “doctora Katharina” o “doctora Lutero”. Auténtica emprendedora, supervisó la impresión de buena parte de las obras de su marido y sacó adelante a su extenso grupo familiar –que no solo incluía a los seis hijos habidos con Lutero, sino también a numerosos huéspedes y a estudiantes protegidos en su casa– y a las aproximadamente cuarenta persona asalariadas que trabajaban en su pequeño huerto y el establo, en una modesta piscifactoría, en el lagar de vino y la fábrica de cerveza. A su muerte, Lutero convirtió a su esposa en heredera universal, una decisión sorprendente para la época.

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– Conclusión

Aunque sin su apoyo el movimiento reformado no habría alcanzado la popularidad que logró en las primeras décadas del siglo XVI, la historia de la primera generación de mujeres de la Reforma es la historia de su silenciamiento y ocultación. Estos se iniciaron en una fecha tan temprana como 1560, cuando se prohibirá explícitamente a las mujeres predicar y enseñar, deslegitimando los roles públicos que habían desempeñado hasta entonces. Las ideas de la Reforma generaron un inicial entusiasmo que se convirtió en pocos años en perplejidad e inquietud, a pesar de lo cual lograron empoderarse, empujando mucho más allá las intuiciones de Lutero, Calvino o Zwinglio –y, en ocasiones, incluso en contra de su pensamiento–. Todo un ejemplo para las mujeres hoy.

*Profesora de la Universidad de Deusto, Doctora en Teología Biblíca y Lcda. en Literatura Española.

Fuente Entreletras/Fraternidad Teológica Latinomericana

Para ampliar la Información, puede leerse el siguiente artículo: Las mujeres en la reforma protestante del siglo XVI.

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