“La tumba vacía, el triunfo del amor”, por Gabriel Mª Otalora
De su blog Punto de Encuentro:
| Gabriel Mª Otalora
No pocos críticos se han opuesto a la historia del sepulcro vacío afirmando que se trataba de la creación de una leyenda fabulada. Pero una de las evidencias más convincentes proviene de sus descubridoras, en femenino: fueron mujeres. Lo significativo es que en el tiempo de Jesús, las mujeres no tenían autoridad. La mujer no tenía derecho a prestar testimonio, excepto en algunos casos excepcionales, los mismos en que se aceptaba también el de un esclavo pagano, tal era la consideración que se tenía de ellas.
Si los relatos de la resurrección se hubieran inventado, como sostienes algunos, las mujeres no hubieran sido consideradas las primeras testigos. Con el descrédito que arrastraban por su condición de mujeres, su testimonio no se hubiese incorporado en sus relatos de manera unánime. Veamos:
Evangelio de Mateo = María Magdalena y la otra María descubrieron el sepulcro vacío y un ángel les revela que ha resucitado. Jesús les sale al encuentro. Evangelio de Marcos = María Magdalena, María la de Santiago y Salomé van al sepulcro y el ángel les anuncia la resurrección. Jesús se aparece a María Magdalena. Evangelio de Lucas = María Magdalena, Juana y María la de Santiago se les aparece el ángel con el anuncio de la Resurrección. Evangelio de Juan = María Magdalena descubre el sepulcro vacío y lo comunica a los discípulos. Cuando estos comprueban que el sepulcro estaba vacío, ella se queda llorando creyendo que habían robado el cuerpo de Jesús. Entonces se aparecen dos ángeles y Jesús, a quien no reconoce en un primer momento. Cristo la convierte en misionera (Jn 20, 17 y 18). Con diferentes detalles, ellas son las que reciben el primer anuncio de la Resurrección y solo a ellas se les encomienda el primer anuncio, con la Magdalena de protagonista.
Lo que se desprende de todo ello es que las mujeres fueron importantes teológicamente: de una mujer nació el Salvador, y mujeres fueron las que anunciaron la Resurrección.
Tras el testimonio de las mujeres, tenemos el de los apóstoles a posteriori, que llegaron a dar la vida proclamando que habían experimentado a Jesús resucitado y la Buena Noticia que anunciaban. Pero lo importante es que la resurrección es real desde la perspectiva de la fe hasta lograr un poderoso movimiento religioso muy influyente en la historia. Jesús no funda la Iglesia, pero la Iglesia se funda en las raíces y la savia de Cristo resucitado.
Los primero sujetos de esta experiencia son los que habían conocido a Jesús antes de su muerte. Podemos decir que las apariciones muestran a los miembros de la comunidad como testigos de Jesús y de Cristo resucitado. De hecho, perdieron la fe en Jesús como Mesías al verlo crucificado, muerto y sepultado. Tras su experiencia pascual, primero hubo incredulidad. El maestro querido se presenta y no es reconocido: sobre este punto los testimonios evangélicos concuerdan. Es Él mismo quien les conduce al punto de hacerles caer en la cuenta de lo que los profetas anunciaron cientos de años antes: el sufrimiento y la muerte del Mesías. Un elemento histórico, ciertamente. La transformación de su fe les permite reconocerle; la fe es necesaria, pero sólo el Resucitado puede hacerla nacer. Sin la fe, los signos tienden a desmoronarse.
El misterio de Cristo, muerto y resucitado, constituye el fundamento de nuestra fe en Dios-Amor; no podemos hablar del misterio como tal, pero sí de que es de la resurrección de Jesús de donde nace la comunidad embrionaria en la que se comienza a vivir la Buena Noticia. De esta experiencia brota sentirse amado y la consecuencia de amar a los congéneres, a las criaturas, a todo lo creado para ser hermano universal que sirve como lo hizo Jesús. Este es el camino para convertirnos en esperanza de resurrección entre tantos hermanos nuestros crucificados por los dolores de la vida, y a quienes tenemos que ver con los ojos de Jesús.
¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!
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