Personas trans de Kenia en busca de refugio en medio de las represalias tras la muerte de un activista
Arya Rams posa para una foto fuera de una casa segura en Kenia
Por Ayenat Mersie
NAIROBI, 13 ene – Por primera vez en años, Arya Rams se duerme y se despierta cada día sin una sensación de miedo en el pecho.
Vive en una habitación de una casa segura en lo más profundo del valle del Rift, en Kenia, con el apoyo de la organización no gubernamental holandesa Trans Rescue.
Ser transexual en Kenia puede ser peligroso. En 2021, una turba apedreó hasta la muerte a una amiga suya en una playa cercana a la ciudad de Malindi, comentó. Unos meses más tarde, Arya dijo que fue perseguida por personas que blandían machetes.
Arya, de 27 años, afirmó que las protecciones de la casa segura han sido aún más importantes durante la última semana, ya que se ha producido una reacción violenta contra lesbianas, gays y transexuales en Kenia tras la muerte del activista de los derechos LGBTQ Edwin Chiloba.
El cadáver de Chiloba fue hallado la semana pasada en una caja metálica al borde de una carretera cerca de la ciudad de Eldoret. Según un patólogo, murió por asfixia causada por unos calcetines que le metieron en la boca.
“La gente visitaba las redes sociales de otros homosexuales diciendo: ‘¿Has visto a Chiloba? Eres el siguiente'”, sostuvo Arya.
La policía señaló esta semana a la supuesta pareja de Chiloba como principal sospechoso de su muerte. Reuters no ha podido ponerse en contacto con él para pedirle comentarios.
Al margen de la investigación, gran parte de los comentarios públicos sobre el caso han sido duros y, en ocasiones, amenazadores.
“No perdamos el tiempo discutiendo sobre LGBTQ (…) es ilegal (…) Deben encarcelarlos”, escribió el martes en Twitter el legislador Mohammed Ali.
Una ley de la época colonial, rara vez aplicada, castiga las relaciones homosexuales con 14 años de cárcel. Identificarse como homosexual o transexual no es delito.
Amnistía Internacional y otros grupos de activistas afirmaron la semana pasada que en Kenia habían aumentado los casos de violencia sexual y de género, así como los malos tratos en el ámbito familiar.
Afirmaron que hay una “respuesta descoordinada y a menudo renuente a la violencia sexual y de género por parte de agentes estatales y no estatales” y pidieron a las autoridades que hicieran más por investigar los delitos y trabajar con las sobrevivientes.
(Reporte de Ayenat Mersie; Editado en Español por Ricardo Figueroa)
El sexo gay en Kenia se castiga con hasta 14 años de prisión. Aunque rara vez se hace cumplir, los miembros de la comunidad LGBTQ del país enfrentan rutinariamente discriminación y estigma, y los esfuerzos para despenalizar el sexo gay se han visto frustrados.
El año pasado, el asesinato de la lesbiana no binaria Sheila Lumumba dio lugar a una campaña en las redes sociales para obtener #JusticeForSheila.
Hubo campañas similares en 2021 tras los asesinatos de la activista transgénero Erica Chandra y el activista LGBTQ Joash Mosoti.
Un pasado de persecución y LGTBfobia de Estado
Kenia es un país mayoritariamente cristiano (aunque con una importante minoría musulmana), en el que a las leyes vigentes y a la agresividad de las fuerzas policiales se suma una marcada homofobia social. Según un estudio del Pew Global Attitudes Project de 2013, únicamente un 8% de sus 44 millones de habitantes estaba dispuesto a algún reconocimiento social de los homosexuales, y un 90% consideraba tal orientación sexual inaceptable. La prensa alienta esta homofobia social: en mayo de 2015 se publicaba, en la portada de un periódico keniano, un listado con el nombre y la fotografía de las que supuestamente eran las doce personas gais y lesbianas más influyentes en el país, poniendo en grave riesgo su vida.
Aun así, existe en Kenia un valeroso grupo de activistas LGTB. Entre sus miembros se encuentra por ejemplo Denis Nzioka, que en 2012 trató de presentarse a las elecciones presidenciales como candidato y así visibilizar a la población LGTB. También David Kuria Mbote se presentó entonces como senador, aunque tuvo que cancelar su campaña debido a las fuertes amenazas recibidas y la falta de fondos. Su breve campaña, sin embargo, sirvió para que por primera vez un político abiertamente gay pudiera dirigirse a sus conciudadanos. El de Kuria es, como no podía ser menos, otro de los nombres citados en la publicación.
La salida del armario del escritor keniano Binyavanga Wainaina y el que se desarrollaran sin incidentes las protestas convocadas en Nairobi en 2014 contra la legislación ugandesa alentaban incluso la esperanza de una mayor apertura en Kenia para los derechos LGTB. Esperanza que vio luego truncada, como muestra la detención en julio de 2014 de sesenta personas en un club de ambiente de Nairobi. Incluso se ha presentado una iniciativa ante el Parlamento de la nación, que pretende que los actos homosexuales sean sancionados con cadena perpetua para los kenianos y lapidación para los extranjeros. El propio presidente Uhuru Kenyatta declaraba en 2015 que, si bien no permitiría “cazas de brujas” contra la población LGBT de Kenia, tampoco derogaría las leyes que castigan la homosexualidad debido a su gran aceptación social. En junio de 2016, un tribunal de este país consideraba “legal” y “razonable” usar torturas anales para incriminar a sospechosos de ser gais. Kenyatta se reafirmaba en su posición en abril de este año tachando los derechos LGTB de asunto «no aceptable» y «sin importancia para el pueblo de la República de Kenia».
Otro gran revés para la población LGTBI de Kenia fue la negativa de su Tribunal Superior de Justicia a derogar la criminalización de las relaciones homosexuales en mayo de 2019 (no deberíamos olvidar, en este sentido, la campaña que CitizenGO, la marca internacional de la organización ultraconservadora HazteOír, llevó a cabo contra la despenalización).
Fuente Reuters/Cristianos Gays
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