“Porque, cuando soy débil, es entonces cuando soy fuerte” (1 Cor 12, 10)
Del blog À Corps… À Coeur:
El culto al resultado reviste en nuestros días un carácter despiadado. Un divorcio, la pérdida de un empleo son sentidos como fracasos personales graves. (…) Se impone una conversión de la mirada. Ya es hora de admitir que, no sólo el fracaso no es un drama, sino que puede hacerse muy a menudo un acontecimiento positivo. Su primera ventaja, que está lejos de ser despreciable, consiste en disponernos en una actitud de humildad frente a la vida. Nos fuerza a aceptar la vida tal como es y no tal como la queremos o la soñamos. El verdadero sufrimiento nace de nuestra resistencia al cambio, al movimiento de la vida, a su flujo. Entonces regocijemonos cuando estemos en lo alto; y cuando los bajos se presenten, aceptemoslos y procuremos que nos sirvan de trampolines.
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Frédéric Lenoir
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