Mujeres transexuales aprenden a vivir su sexualidad tras someterse a cirugía
Muchas de ellas ocultan que han sido operadas, incluso a su pareja, y “se hacen invisibles en sus relaciones sexuales porque son chicas alejadas del activismo transexual”.
Enseñan los cuidados que necesita la vagina transexual
Tina Recio es una mujer transexual y activista que lleva siete años movilizándose por los derechos de las personas transexuales y que acaba de crear el proyecto I-Vaginarium para ayudar a otras mujeres transexuales operadas en el aprendizaje de su nuevo sexo.
Tina Recio ha explicado que se trata de una iniciativa pionera en España para suplir la carencia de información y pedagogía, durante el proceso y después, que tienen las mujeres transexuales que se someten a una reconstrucción genital.
Según Recio, “son un 90 % las mujeres transexuales que, independientemente del momento en que se encuentren en la transición de género, desean terminar el recorrido con una vaginoplastia”.
El proyecto, que consiste en clases y sesiones presenciales, “enseña los cuidados que necesita la vagina transexual y que muchas veces se pasa por alto entre las personas que se operan, además de ser un espacio donde compartir las vivencias y preocupaciones de las chicas”, detalla Recio.
“El año pasado se puso en contacto conmigo una chica intersexual que había sido operada en España y que sufrió una mala praxis médica”, recuerda la impulsora de estos talleres, que explica que uno de los países donde es más común hacer más vaginoplastias es Tailandia, donde ella se operó hace cuatro años.
Aunque la experta muestra una preocupación sobre estas malas praxis, reconoce que “nunca será lo mismo un cirujano que opere a seis u ocho personas al año, como es el caso de España, que un cirujano que opere a cerca de 500 personas al año”.
La activista precursora de este proyecto pionero en España confiesa que “lo más complicado es llegar a las chicas que, tras operarse, por su apariencia física son irreconocibles como mujeres transexuales”.
Muchas de ellas, según Recio, ocultan que han sido operadas, incluso a su pareja, y “se hacen invisibles en sus relaciones sexuales porque son chicas alejadas del activismo transexual”.
Cuando estas chicas tienen problemas a nivel fisiológico, se enfrentan a muchas dificultades, ya que “la vagina transexual no está reconocida como un órgano de pleno derecho y, por lo tanto, muchos ginecólogos no la reconocen como normal y, en la mayoría de casos, no han tratado nunca con los genitales de las mujeres transexuales”, según Recio. “Sería impensable imaginar que los médicos no reconocieran un órgano trasplantado como un órgano real”, lamenta la transexual, que solo pide “derechos humanos muy básicos que se deben cumplir y no se están cumpliendo, como una asistencia digna a la Seguridad Social y a la Sanidad”.
Aunque la OMS todavía considera la transexualidad como una enfermedad mental, el sistema sanitario catalán reconoció hace apenas unas semanas que ya no será tratada como una patología, por lo que las personas que quieran iniciar un reajuste de sexo no tendrán que acreditar en Cataluña que padecen un trastorno psiquiátrico, denominado disforia de género.
Recio afirma que su objetivo principal en estos momentos es consolidar el proyecto I-Vaginarium y conseguir llegar a estas chicas, que, escondidas del mundo transexual, también padecen la poca información relativa al cambio de sexo.
I-Vaginarium se presenta en formato conferencia o en formato taller, con varias sesiones donde las chicas que asisten van experimentando con resultados casi inmediatos, además de ser un proyecto sin ánimo de lucro y todas las sesiones son gratuitas gracias al apoyo del Centro Cívico Barceloneta.
Ya ha impartido tres sesiones, a las que han asistido unas 30 chicas operadas y en las que también participan una ginecóloga y una sexóloga para aportar la visión más profesional.
La activista quiere llegar al mayor número de chicas posible, con la difusión del proyecto en las redes sociales y mediante asociaciones intramuros, como el sindicato CC. OO. que arropa su proyecto.
Fuente Agencias/Cáscara amarga
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