Comentarios desactivados en Todos santos, aquí y ahora.
La vida futura es el opio del pueblo, es una mistificación que hace esperar del futuro un cambio que no se habría producido o por lo menos no se ha preparado en el presente.
La verdadera fe cristiana no es la fe en una vida futura, sino en la vida eterna, y si es eterna, sólo se necesita un momento de reflexión para comprender que ya se ha iniciado. Vivimos ahora, o no viviremos nunca.
*
Luis Evely, “Ese hombre eres tú” (1957), p. 58
***
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
“Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.”
*
Mateo 5,1-12a
***
La meditación del bautismo de Jesús (Lc 3,21 ss) supuso para mí un intento de hacerme consciente del amor de Dios. Jesús baja al Jordán, al agua cargada con la culpa de las muchas personas que iban al Jordán a que Juan las bautizara. Mientras baja, se abren sobre él los cielos y Dios le promete: «Tú eres mi hijo amado, en ti me he complacido». También esta frase –que somos hijos e hijas amados de Dios- la escuchamos hoy de una manera suficiente en los discursos espirituales, pero lo más frecuente es que estas palabras nos resbalen. Son justas, pero no provocan nada. Siempre será un don el hecho de que estas palabras alcancen nuestro corazón de modo que se sienta realmente amado, sanado y cambiado por el amor […].
Experimenté en la meditación la realidad de este amor cuando referí la frase: «Eres mi hijo amado», precisamente en mi miedo, en mi oscuridad, en mi rechazo, en mi mediocridad, en las mentiras de mi vida. Sólo cuando referí a mi vida concreta la palabra que me dice que soy un hijo amado, me tocó en lo más profundo de mi ser y me proporcionó paz interior. Todos los discursos sobre el amor de Dios nos resbalarán si no llegan a tocar las experiencias de nuestra vida de cada día.
*
Anselm Grün, Abitare nella casa dell’amore,
Brescia 2000, pp. 50ss, passim).
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La vida futura es el opio del pueblo, es una mistificación que hace esperar del futuro un cambio que no se habría producido o por lo menos no se ha preparado en el presente.
La verdadera fe cristiana no es la fe en una vida futura, sino en la vida eterna, y si es eterna, sólo se necesita un momento de reflexión para comprender que ya se ha iniciado. Vivimos ahora, o no viviremos nunca.
*
Luis Evely, “Ese hombre eres tú” (1957), p. 58
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En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
“Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.”
*
Mateo 5,1-12a
***
La meditación del bautismo de Jesús (Lc 3,21 ss) supuso para mí un intento de hacerme consciente del amor de Dios. Jesús baja al Jordán, al agua cargada con la culpa de las muchas personas que iban al Jordán a que Juan las bautizara. Mientras baja, se abren sobre él los cielos y Dios le promete: «Tú eres mi hijo amado, en ti me he complacido». También esta frase –que somos hijos e hijas amados de Dios- la escuchamos hoy de una manera suficiente en los discursos espirituales, pero lo más frecuente es que estas palabras nos resbalen. Son justas, pero no provocan nada. Siempre será un don el hecho de que estas palabras alcancen nuestro corazón de modo que se sienta realmente amado, sanado y cambiado por el amor […].
Experimenté en la meditación la realidad de este amor cuando referí la frase: «Eres mi hijo amado», precisamente en mi miedo, en mi oscuridad, en mi rechazo, en mi mediocridad, en las mentiras de mi vida. Sólo cuando referí a mi vida concreta la palabra que me dice que soy un hijo amado, me tocó en lo más profundo de mi ser y me proporcionó paz interior. Todos los discursos sobre el amor de Dios nos resbalarán si no llegan a tocar las experiencias de nuestra vida de cada día.
*
Anselm Grün, Abitare nella casa dell’amore,
Brescia 2000, pp. 50ss, passim).
Comentarios desactivados en “La Madre Tierra posee sorpresas desagradables”, por Leonardo Boff.
De su blog La fuerza de los pequeños:
“Como es un Super Ente vivo, reacciona”
“Desde la más remota antigüedad la Tierra ha sido considerada siempre como Madre que, junto con otras energías cósmicas, nos proporciona todo lo que necesita la vida sobre el planeta”
“Solamente en la modernidad europea, a partir del siglo XVII, la Tierra fue considerada como una ‘mera cosa extensa’, sin propósito”
“Dejemos de lado este modo fúnebre de habitar la Tierra ecocida y geocida, por más amenazador que pueda ser en cualquier momento. Dejémonos desafiar(sin la pretensión de explicarlos) por los últimos eventos extremos ocurridos”
“De todo debemos sacar lecciones… Si el peligro es grande, decía un poeta alemán, también es grande la posibilidad de salvación. En ella espero y confío, no obstante las calamidades antes descritas”
Desde la más remota antigüedad la Tierra ha sido considerada siempre como Madre que, junto con otras energías cósmicas, nos proporciona todo lo que necesita la vida sobre el planeta. Los griegos la llamaron Gaia o Demeter, los romanos Magna Mater, los orientales Nana, los andinos Pachamama. Todas las culturas la consideraban como un Super Ente vivo que, por ser vivo, produce y reproduce vida.
Solamente en la modernidad europea, a partir del siglo XVII, la Tierra fue considerada como una “mera cosa extensa”, sin propósito. La naturaleza que la cubre, no posee valor en sí, solo en la medida en que es útil al ser humano. Este, no se considera parte de la naturaleza, sino “su dueño y señor”. Han hecho de todo con ella, sin el menor respeto, unas cosas buenas y otras letales. Esa modernidad atrevida creó el principio de su propia autodestrucción con armas que pueden destruirla totalmente, a ella misma y a la vida.
Dejemos de lado este modo fúnebre de habitar la Tierra ecocida y geocida, por más amenazador que pueda ser en cualquier momento. Dejémonos desafiar (sin la pretensión de explicarlos) por los últimos eventos extremos ocurridos: grandes inundaciones en el sur del país y en Libia, un terremoto arrasador en Marruecos, fuegos incontrolables en Canadá, en Filipinas y otros lugares.
Mayoritariamente se está creando un consenso entre la comunidad científica (menos en la política y en los grandes oligopolios económicos dominantes) de que la causaprincipal de aquellos, no la única, se debe al cambio del régimen climático de la Tierra y a los límites de insostenibilidad del planeta. Es la conocida Sobrecarga de la Tierra (Earth Overshoot Day): consumimos más de lo que nos puede ofrecer. Y ella ya no aguanta más.
Como es un Super Ente vivo, reacciona enviándonos calentamiento global, oleadas de eventos extremos, terremotos, huracanes, virus letales etc. Hemos llegado al punto de que si no cambiamos este modo de devastar los ecosistemas, podemos ir al encuentro de nuestro exterminio como especie humana. Los últimos hechos son preavisos.
“Hemos llegado al punto de que si no cambiamos este modo de devastar los ecosistemas, podemos ir al encuentro de nuestro exterminio como especie humana. Los últimos hechos son preavisos”
De todo debemos sacar lecciones. Hoy conocemos, lo que les era negado a las generaciones anteriores: cómo funcionan las placas tectónicas que componen el suelo de la Tierra. Conocemos sus grietas peligrosas, qué placas pueden estar moviéndose. La consecuencia es que si construimos nuestras ciudades y casas sobre estas grietas puede llegar un día en que ocurra un desplazamiento o entrechoque de grietas y se produzca un terremoto con sacrificios humanos y culturales incalculables. Por ahí se destruyen obras de la genialidad humana. La consecuencia que debemos sacar hoy es que no podemos construir nuestras casas y ciudades sobre esos lugares. O debemos desarrollar tecnologías, como hicieron los japoneses, de edificios basados en materiales que equilibran todo el conjunto hasta el punto de soportar los movimientos de terremotos.
Algo semejante vale para las grandes inundaciones de magnitud avasalladora.Sabemos que todo río tiene su lecho por donde corren las aguas. Pero la naturaleza prevé que a lo largo de sus orillas haya espacios suficientemente amplios para soportar las inundaciones. Estos espacios forman parte de su lecho ensanchado. En vano se construyen edificios y ciudades enteras sobre ellos. Cuando llega la crecida, el agua reclama el espacio por el que discurre y se producen las grandes calamidades. Conscientes de estos hechos, se impone tomar medidas de contención o simplemente no permitir que en esos sitios se construyan casas, fábricas y barrios. En términos más radicales, estas partes de la ciudad deben encontrar otro lugar, seguro, para no sufrir daños o destrucción.
Estos son conocimientos que los gobernantes y operadores del poder público deben tener en cuenta. De lo contrario, por una falta de conocimiento rayana en irresponsabilidad, tendrán que hacer frente cada cierto tiempo a catástrofes que matan personas, destruyen casas y hacen una región inhabitable.
Estas catástrofes son parte de la historia de la Tierra. Hemos conocido 15 grandes extinciones masivas. Una de las más importantes ocurrió hace 245 millones de años durante la formación de los continentes (a partir de la única Pangea). Desapareció el 90% de la vida animal, marina y terrestre. La Tierra necesitó unos cuantos millones de años para reconstruir su biodiversidad.
La segunda mayor extinción masiva ocurrió hace 65 millones de años cuando un asteroide de casi 10 km de extensión cayó en Yucatán, al sur de México. Provocó un inmenso maremoto, con gran volumen de gas venenoso y una tiniebla inmensa que oscureció el sol, impidiendo así la fotosíntesis, y el 50% de todas las especies perecieron. Los dinosaurios que durante 130 millones de años habían vagado por parte de la Tierra fueron las principales víctimas.
Curiosamente, después de cada extinción masiva, la Tierra conoció una floración fantástica de nuevas especies. Después de la última, aparecieron especialmente los mamíferos, de los cuales nosotros descendemos. Pero misteriosamente comenzó también una tercera extinción masiva. La actual no es como las otras dos que ocurrieron de golpe; se va haciendo lentamente, por diversas fases, empezando en la era glacial hace 2,5 millones de años. En los últimos tiempos se constata la aceleración de esta extinción. El régimen climático está aumentando día a día y los eventos extremos se multiplican, como hemos descrito. Hemos entrado en alarma ecológica, pues como dice muy seriamente el Papa en la Fratelli Tutti: «Estamos en el mismo barco, o nos salvamos todos o no se salva nadie».
Como dice Peter Ward en su libro O fim da evolução (Campus 1997): «Hace 100 mil años, otro gran asteroide alcanzó la Tierra, esta vez en África. Este asteroide se llama Homo sapiens». En otras palabras, es el ser humano moderno que ha inaugurado el antropoceno, el necroceno y el piroceno.
Si el peligro es grande, decía un poeta alemán, también es grande la posibilidad de salvación. En ella espero y confío, no obstante las calamidades antes descritas.
*Leonardo Boff ha escrito El doloroso parto de la Madre Tierra, Vozes 2021; Habitar la Tierra 2022.
Comentarios desactivados en Magda Bennásar Oliver: La Tierra sueña.
San Juan de Gaztelugatxe (Bizkaia). Foto tomada por la autora.
También la Tierra tiene sueños. Su sueño es tener una comunidad planetaria justa, en diálogo con todx, en continua evolución.
Nosotrxs somos Tierra.
Como gesto concientizador te invito a descalzarte y, si puedes, camina sobre tierra, arena o yerba. Siente el frescor de tu pisada desnuda sobre la tierra que te sostiene. Siéntete, agradece, camina despacio, estás donde tienes que estar. Respira. Esta Tierra que pisas es sagrada, no nos pertenece, es del Todo.
Fíjate en algo de la naturaleza que te invite a que os miréis: miraos un rato, así descalza, respirando, dejándote ver por esa flor, por ese árbol, por el río… dejarte decir lo que la naturaleza ve en ti de vida, de belleza, de cariño, de posibilidades. Y en ese diálogo silencioso, déjate amar, así, sin más, sin méritos ni maquillajes, sin necesidad de mostrar el perfil más agraciado.
Cuando yo hago esta meditación me vienen imágenes del Resucitado caminando en la playa. Hay silencio y sonido del mar; él sonríe y trata de disolver mi seriedad, esa que solemos arrastrar en los temas religiosos porque casi siempre nos hicieron sentir culpables. Y el Resucitado, libre y divertido se atreve a preguntar, con su picardía y carácter apasionado, tratando de cambiar las caras de los monseñores y moralistas y profetas del desastre climático…
¿Me quieres? ¿Qué? Si yo sólo estaba paseando, y me dice, pues por eso, porque te atreves a disfrutar a tope con todo lo bello, y a aceptar el placer gratuito de todo lo que la Vida pone a nuestro alcance, con respeto y veneración. ¿Me amas? Pues claro, pero… no hay peros que valgan, ¿me amas? Disfruta con todo, cuida de todo, ama a todo, vive en armonía con todo…
Devuélvele a la Tierra su derecho fundamental a ser respetada.
Los expertos nos dicen que estamos terminando la era Cenozoica en la historia de la Tierra y entrando en la era Ecozoica.
Esta transición geográfica está evidenciada por la ya iniciada sexta extinción que estamos provocando lxs humanxs. Sí. Sin más.
La supervivencia de millones de especies depende de nuestra adaptación a esta transición. Como dicen los expertos esta es una transición hacia un período de comunidad con la Tierra conectando con su dimensión sagrada.
Somos naturaleza no sólo naturaleza humana. Y todo, absolutamente todo es sagrado.
Por ello, para desde esta página respetar y bendecir –decir bien- de todo lo que es Vida que permea absolutamente todo, y como un ejercicio sencillo y básico de creatividad, co-creando, compartiendo con madre Tierra, se nos ocurre hablar de un lugar recientemente honrado con nuestra visita, acariciado con toda clase de bien decir, de agradecer, de admirar y contemplar, y con fotos que compartimos con vosotrxs.
Dicen los expertos que detener la destrucción del planeta no lo conseguiremos a base de intimidaciones y cifras escalofriantes de lo inhumanos que somos los humanos… esto al final nos bloquea, nos cierra y asusta tanto que podemos dejar de trabajar en positivo porque de alguna manera tiramos la toalla.
Los geólogos contemplativos nos dicen: estableced una relación de amistad, de intimidad con la creación. Dialogad, es decir, escuchad el diálogo de las hojas moviéndose con el viento, la música del mar, según su diálogo y danza con la luna, con las brisas, los vientos.
Las olas en la orilla te hacen reír y correr, como veía ayer que casi me pillan, y los niños se ríen y hablan con ellas, y los padres se relajan y se ríen y juegan con los niños… Se organiza una danza sencilla y preciosa, todo porque una ola juguetona te sigue mientras tu caminas embelesada en tus pensamientos y te mondas de risa pensando qué pensará la ola de mí, de “mis profundos pensamientos” y mientras lo piensas la ola ya te pilló y se ríe de mis profundidades y me invita a jugar, a danzar, a correr, a mojarme, a permanecer tranquila, sin pensar tanto en lo que ocurre, besando el mar y la arena y dejándome asombrar ante la belleza, que pasamos de largo tantas veces, dando por sentado que esto es así, sin valorar los ciclos, las dinámicas internas, la sabiduría infinita que no puedo ni intuir.
El lugar que nosotras compartimos hoy lo visitamos hace poco de nuevo, después de muchos años, es en Vizcaya, San Juan de Gaztelugatxe.
Este lugar tiene una magia que si escuchas el cuerpo cuando lo contemplas y sientes, notarás casi temblor. Es una ermita centenaria que desafía al bravo mar Cantábrico, en un entorno casi de fantasía. Ubicado a 35 kms de Bilbao. La isla está conectada con tierra firme por un puente de piedra, que se convierte en un estrecho camino de 241 peldaños zigzagueantes hasta la cima.
Ahí está elegante y sencilla la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, dedicada a Juan Bautista. Majestuosa y desafiante en mitad del Océano. Erigida en el siglo IX. Actuó de defensa en diferentes batallas e incluso como mazmorra de brujas en tiempos de la inquisición. Entiendo que siempre eran mujeres y los perseguidores varones eclesiásticos dignos de no mencionar. Quiero creer que ellas disfrutaron de la belleza del entorno, de la fuerza de la naturaleza salvaje, pura, llena de la energía del Amor en continua recreación. Me gustaría rescatar su memoria.
Cuando fuimos hace unos días, pudimos escuchar infinidad de idiomas, ya que es un lugar visitado y venerado por todo el que sabe de su existencia.
Está catalogado como Biotopo protegido. Ubicado entre las localidades costeras de Bakio y Bermeo. Esperamos os guste y vengáis pronto a hacer una pequeña peregrinación. Con calzado firme y el corazón sano, ya que es bastante fuerte la bajada y subida. También podemos contemplarla desde arriba, desde un cómodo mirador. ¡Impresionante!
Creo, como nos indica la neurociencia, que estar en contacto con la naturaleza nos reformatea el cerebro. Si puedes invertir tiempo de calidad acariciando con la vista esos monumentos naturales en total armonía con la mano humana, en nuestro caso la ermita, las escaleras, el puente que une, no destruye, no invade… vemos que es posible ese matrimonio humano con la creación. El fruto es una sinergia de vida, de Vida, en todo y por dentro.
Terminamos agradeciendo a madre Tierra su amor infinito con la humanidad, su bondad que le ha llevado a estar en sus límites de salud por no negarnos nada, como una madre. Ahora desbordada.
Comentarios desactivados en Magda Bennásar Oliver: El sueño de la Tierra.
También la Tierra tiene sueños. Su sueño es tener una comunidad planetaria justa, en conversación con todx, en continua evolución.
Nosotrxs somos Tierra, y lo es todo lo creado.
Como gesto concientizador te invito a descalzarte y, si puedes, camina sobre tierra, arena o yerba. Siente el frescor de tu pisada desnuda sobre la tierra que te sostiene. Siéntete, agradece, camina despacio, estás donde tienes que estar. Respira.
Fíjate en algo de la naturaleza que te invita a que os miréis: miraos un rato, así descalza, respirando, dejándote mirar por esa flor, por ese árbol, por el río… dejarte decir lo que la naturaleza ve en ti de vida, de belleza, de cariño, de posibilidades. Y en ese diálogo silencioso, déjate amar, así, sin más, sin méritos ni maquillajes, sin necesidad de mostrar el perfil más agraciado.
Cuando yo hago esta meditación me vienen imágenes del Resucitado caminando en la playa. Hay silencio y sonido del mar; él sonríe y trata de disolver mi seriedad, esa que solemos arrastrar en los temas religiosos porque casi siempre nos hicieron sentir culpables. Y el Resucitado, libre y divertido se atreve a preguntar, con su picardía y carácter apasionado, tratando de cambiar las caras de los monseñores y moralistas y profetas del desastre climático…
¿Me quieres? ¿Qué? Si yo sólo estaba paseando, y me dice, pues por eso, porque te atreves a disfrutar a tope con todo lo bello, y a aceptar el placer gratuito de todo lo que la Vida pone a nuestro alcance, con respeto y veneración. ¿Me amas? Pues claro, pero…no hay peros que valgan, ¿me amas? Disfruta con todo, cuida de todo, ama a todo, vive en armonía con todo…
Los expertos nos dicen que estamos terminando la era Cenozoica en la historia de la Tierra y entrando en la era Ecozoica.
Esta transición geográfica está evidenciada por la ya iniciada sexta extinción que estamos provocando lxs humanxs. Sí. Sin más.
La supervivencia de millones de especies depende de nuestra adaptación a esta transición. Como dicen los expertos esta es una transición hacia un período de comunidad con la Tierra conectando con su dimensión sagrada.
Somos naturaleza no sólo naturaleza humana. Y todo, absolutamente todo es sagrado.
Por ello, para desde esta página respetar y bendecir –decir bien- de todo lo que es Vida que permea absolutamente todo, y como un ejercicio sencillo y básico de creatividad, co-creando, compartiendo con madre Tierra en su día, se nos ocurre hablar de un lugar recientemente honrado con nuestra visita, acariciado con toda clase de bien decir, de agradecer, de admirar y contemplar, y con fotos que compartimos con vosotrxs.
Compartir de algún lugar que os proponéis visitar o habéis visitado en persona, no virtualmente, es algo que nos gustaría que pudierais hacer con nuestra página y lo publicaríamos estos días de conmemoración de madre Tierra.
¿Por qué? Dicen los expertos que detener la destrucción del planeta no lo conseguiremos a base de intimidaciones y cifras escalofriantes de lo bestias que somos los humanos… esto al final nos bloquea, nos cierra y asusta tanto que podemos dejar de trabajar en positivo porque de alguna manera tiramos la toalla.
Los geólogos contemplativos nos dicen: estableced una relación de amistad, de intimidad con la creación. Dialogad, es decir, escuchad el diálogo de las hojas moviéndose con el viento, la música del mar, según su diálogo y danza con la luna, con las brisas, los vientos.
Las olas en la orilla te hacen reír y correr, como veía ayer que casi me pillan, y los niños se ríen y hablan con ellas, y los padres se relajan y se ríen y juegan con los niños…Se organiza una movida sencilla y preciosa, todo porque una ola juguetona te sigue mientras tu caminas embelesada en tus pensamientos y te mondas de risa pensando qué pensará la ola de mí, de “mis profundos pensamientos” y mientras lo piensas la ola ya te pilló y se ríe de mis profundidades y me invita a jugar, a danzar, a correr, a mojarme, a permanecer tranquila, sin pensar tanto en lo que ocurre, besando el mar y la arena y dejándome asombrar ante la belleza, que pasamos de largo tantas veces, dando por sentado que esto es así, sin valorar los ciclos, las dinámicas internas, la sabiduría infinita que no puedo ni intuir.
Por todo ello, por la urgencia que hay de que tú disfrutes, de que la tierra disfrute, y de que no sea necesaria otra pandemia para que el planeta se recupere sino que aprendamos a compartir, congeniar, dialogar… os ofrecemos hoy el inicio de un compartir algunos lugares de esos que nos tocan por dentro. De un modo sencillo, con alguna foto del lugar y una descripción de qué es, dónde está y de porqué te llega tanto que nos lo compartes.
El lugar que nosotras compartimos hoy lo visitamos hace poco de nuevo, después de muchos años, es en Vizcaya, San Juan de Gaztelugatxe.
Este lugar tiene una magia que si escuchas el cuerpo cuando lo contemplas y sientes, notarás casi temblor. Es una ermita centenaria que desafía al bravo mar Cantábrico, en un entorno casi de fantasía. Ubicado a 35 kms de Bilbao. La isla está conectada con tierra firme por un puente de piedra, que se convierte en un estrecho camino de 241 peldaños zigzagueantes hasta la cima.
Ahí está elegante y sencilla la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, dedicada a Juan Bautista. Majestuosa y desafiante en mitad del Océano. Erigida en el siglo IX. Actuó de defensa en diferentes batallas e incluso como mazmorra de brujas en tiempos de la inquisición. Entiendo que siempre eran mujeres y los perseguidores varones eclesiásticos dignos de no mencionar. Quiero creer que ellas disfrutaron de la belleza del entorno, de la fuerza de la naturaleza salvaje, pura, llena de la energía del Amor en continua recreación. Me gustaría rescatar su memoria.
Cuando fuimos hace unos días, pudimos escuchar infinidad de idiomas, ya que es un lugar visitado y venerado por todo el que sabe de su existencia.
Está catalogado como Biotopo protegido. Ubicado entre las localidades costeras de Bakio y Bermeo. Esperamos os guste y vengáis pronto a hacer una pequeña peregrinación. Con calzado firme y el corazón sano, ya que es bastante fuerte la bajada y subida. También podemos contemplarla desde arriba, desde un cómodo mirador. ¡Impresionante!
Creo, como nos indica la neurociencia, que estar en contacto con la naturaleza nos reformatea el cerebro. Si puedes invertir tiempo de calidad acariciando con la vista esos monumentos naturales en total armonía con la mano humana, en nuestro caso la ermita, las escaleras, el puente que une, no destruye, no invade…vemos que es posible ese matrimonio humano con la creación. El fruto es una sinergia de vida, de Vida, en todo y por dentro.
Terminamos agradeciendo a madre Tierra su amor infinito con la humanidad, su bondad que le ha llevado a estar en sus límites de salud por no negarnos nada, como una madre. Ahora desbordada.
Y como homenaje os invitamos a compartir algunos de esos lugares que para ti sea importante, mágico, sanador o simplemente lleno de vida.
El canto quiere ser luz.
En lo oscuro el canto tiene
hilos de fósforo y luna.
La luz no sabe qué quiere.
En sus límites de ópalo,
se encuentra ella misma,
y vuelve.
*
Federico García Lorca
***
El Señor ha puesto su mirada sobre nosotros; ha puesto su confianza y su esperanza; el Señor Dios ha hablado y cuenta con nosotros.
Nos pusiste , Señor, en esta tierra,
como luz, como hoguera abrasadora,
a nosotros que apenas mantenemos encendida
la fe de nuestras lámparas.
Nos dejaste , Señor, como testigos,
como anuncio brillante entre la gente,
a nosotros, tu pueblo vacilante,
tus seguidores de lengua temblorosa.
No te oirán si nosotros nos callamos,
si tus hijos te apartan de sus labios.
no verán el fulgor de tu presencia,
si tus fieles te ocultan con sus sombras.
Fortalece , Señor, nuestra flaqueza,
que tus siervos anuncien tu Palabra;
resuene tu voz en nuestra boca;
que tu Luz resplandezca en nuestras vidas;
que tu fuego sea siempre llama viva en nuestros corazones.
Quiero entrar en el ritmo gozoso de tu Palabra;
quiero encontrar en tu llamada, mi libertad.
Dame tu fe, que rompan los esquemas que me cercan;
Dame tu fe, que entre en la luz de tu camino.
Dame tu fe, para que ame la verdad de corazón.
Aquí estoy , Señor,
desbordado por el sermón de la montaña,
fascinada por tus retos,
desconcertada ante tus exigencias.
Aquí estoy, Señor, apasionado por la utopía,
eres audaz, eres arriesgado en tu mensaje,
eres un imposible al corazón de la persona,
sólo posible en tu Espíritu.
Necesito un corazón pobre, humilde , sencillo,
capaz de firmeza y esperanza,
capaz de buscar tu voluntad y hacerla ley en mi comportamiento.
Un corazón misericordioso, compasivo,
que acoge al que sufre,
que vive en la verdad y la transparencia,
que trabaja por la paz y la justicia.
Jesús, Señor del camino lleno de exigencias, de utopía, de esperanza,
abre mi corazón a tu horizonte,
y alienta mi empeño con tu Espíritu de vida.
Jesús ha puesto su mirada en nosotros
y nos dice que seamos sal y luz de la tierra.
Sal y luz para dar sentido a la vida;
para hacer ver que merece la pena ser vivida
desde el proyecto de Jesús.
*
(De una celebración de las Hijas de la Caridad)
***
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– “Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.”
Comentarios desactivados en Todos santos, aquí y ahora.
La vida futura es el opio del pueblo, es una mistificación que hace esperar del futuro un cambio que no se habría producido o por lo menos no se ha preparado en el presente.
La verdadera fe cristiana no es la fe en una vida futura, sino en la vida eterna, y si es eterna, sólo se necesita un momento de reflexión para comprender que ya se ha iniciado. Vivimos ahora, o no viviremos nunca.
*
Luis Evely, “Ese hombre eres tú” (1957), p. 58
***
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
“Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.”
*
Mateo 5,1-12a
***
La meditación del bautismo de Jesús (Lc 3,21 ss) supuso para mí un intento de hacerme consciente del amor de Dios. Jesús baja al Jordán, al agua cargada con la culpa de las muchas personas que iban al Jordán a que Juan las bautizara. Mientras baja, se abren sobre él los cielos y Dios le promete: «Tú eres mi hijo amado, en ti me he complacido». También esta frase –que somos hijos e hijas amados de Dios- la escuchamos hoy de una manera suficiente en los discursos espirituales, pero lo más frecuente es que estas palabras nos resbalen. Son justas, pero no provocan nada. Siempre será un don el hecho de que estas palabras alcancen nuestro corazón de modo que se sienta realmente amado, sanado y cambiado por el amor […].
Experimenté en la meditación la realidad de este amor cuando referí la frase: «Eres mi hijo amado», precisamente en mi miedo, en mi oscuridad, en mi rechazo, en mi mediocridad, en las mentiras de mi vida. Sólo cuando referí a mi vida concreta la palabra que me dice que soy un hijo amado, me tocó en lo más profundo de mi ser y me proporcionó paz interior. Todos los discursos sobre el amor de Dios nos resbalarán si no llegan a tocar las experiencias de nuestra vida de cada día.
Anselm Grün, Abitare nella casa dell’amore,
Brescia 2000, pp. 50ss, passim).
Comentarios desactivados en “Habitar la Tierra: ¿Cuál es el camino para la fraternidad universal?”, por Leonardo Boff
De su blog La fuerza de los pequeños.
Venimos del barro de la Tierra, es el lazo que une
Estamos ante una triste constatación: el tipo de mundo en el que vivimos es todo menos fraternal. Lo que predomina es el poder, que desde el inicio establece una división entre quien tiene poder y quien no tiene poder
Sin embargo, el anhelo humano de libertad, igualdad y fraternidad es imperecedero. Son muchos los motivos que fundan la fraternidad
Todos somos portadores de la misma humanidad, poco importa el origen. Todos los seres, también los humanos, tenemos algo en común: venimos del barro de la Tierra
Estas raíces comunes nos invitan a vivir en fraternidad universal e ilimitada. Es el gran sueño de Francisco de Roma, el Papa actual, que ha escrito una valiente encíclica Fratelli tutti como respuesta a un mundo globalizado
La fraternidad puede ser una actitud permanente, un modo de ser, un espíritu que impregne todas las relaciones entre las personas a condición de renunciar al poder-dominación y de tener humildad
Este libro ‘Habitar la Tierra: cuál es el camino para la fraternidad universal’ quiere traer a debate la urgencia del amor social y de la fraternidad universal
Ante las graves amenazas que pesan sobre la Madre Tierra superexplotada y la ruptura del tejido social de las naciones, la fraternidad sin fronteras, como un nuevo tipo de presencia en el mundo, nos podrá salvar
Estamos ante una triste constatación: el tipo de mundo en el que vivimos es todo menos fraternal. Lo que predomina es el poder, que desde el inicio establece una división entre quien tiene poder y quien no tiene poder. Se trata del poder-dominación, político, económico, ideológico, mediático, también familiar, y otros. De esta división nacen toda suerte de desigualdades: unos imponiéndose a los demás, la mayoría situada en el piso de abajo y unos pocos en el piso de arriba.
La desigualdad significa injusticia social, que éticamente es inaceptable. Para las personas de fe, la injusticia social es un pecado contra el Creador porque le ofende a Él y a sus hijos e hijas. Por lo tanto, estamos en una situación que no nos agrada a nosotros y tampoco agrada a Dios.
Es intensa la búsqueda humana de una sociedad libre, igualitaria, justa y fraterna. En nombre de ella se hicieron las grandes revoluciones, siempre derrotadas, pero nunca vencidas definitivamente, pues el anhelo humano de libertad, igualdad y fraternidad es imperecedero. Siempre habrá personas y movimientos sociales que mantendrán vivo ese sueño y tratarán de concretarlo en la historia.
Son muchos los motivos que fundan la fraternidad. En primer lugar, todos somos portadores de la misma humanidad, poco importa el origen, el color de la piel, la religión y la visión de mundo que tengamos. Todos tenemos el mismo código genético de base, presente en todos los seres vivos: los veinte aminoácidos y las cuatro bases nitrogenadas. Dicho en lenguaje pedestre: estamos construidos de 20 ladrillos diferentes y cuatro tipos de cemento. Los ladrillos combinados y amalgamados con los varios tipos de cemento producen la biodiversidad. Lo cual quiere decir que existe un lazo de fraternidad real entre todos los seres vivos y especialmente entre los humanos. La fraternidad es universal, incluida la naturaleza.
Otra razón de la fraternidad es el hecho de que todos los seres, también los humanos, tenemos algo en común: venimos del barro de la Tierra. Homo, ser humano, procede de humus, tierra buena y fértil. De la misma forma, nuestro antepasado bíblico Adán, se deriva de adamah, que quiere decir: tierra arable y fecunda. De ese barro el Creador nos sacó y moldeó como sus criaturas, todos hermanados entre sí.
Estas raíces comunes nos invitan a vivir en fraternidad universal e ilimitada. Este fue el sueño de Jesús, que advirtió que nadie sea llamado maestro porque todos somos hermanos y hermanas. La fraternidad sin fronteras fue la búsqueda ardiente de San Francisco de Asís, que llamaba a todos los seres de la naturaleza con el dulce nombre de hermanos y hermanas. Fue a conversar con el sultán musulmán en Egipto porque quería una fraternidad universal que implicaba incluir a cristianos y no cristianos. Es el gran sueño de Francisco de Roma, el Papa actual, que ha escrito una valiente encíclica Fratelli tutti, “todos hermanos y hermanas”, como respuesta a un mundo globalizado que crea socios, pero no hermanos y hermanas, que nos hace virtualmente próximos, pero realmente distantes por causa de la riqueza de algunos a costa de la pobreza de muchos.
Dentro del mundo actual, fundado en el poder-dominación sobre personas, sobre pueblos y sobre la naturaleza, la fraternidad universal no tiene condiciones para realizarse. Sin embargo, si bien no parece viable, ella puede ser una actitud permanente, un modo de ser, un espíritu que impregne todas las relaciones entre las personas, y también las institucionales, de participación igualitaria y cooperativa. Todo eso a condición de renunciar al poder-dominación y de tener humildad, no como una virtud ascética, sino como un mojar nuestras raíces en el mismo humus de donde la naturaleza y nosotros aseguramos nuestra existencia, viendo en cada ser y en cada persona, un hermano y una hermana, con el mismo origen y el mismo destino. Entre hermanos y hermanas hay amor, cuidado y un sentimiento profundo de pertenencia.
Ante las graves amenazas que pesan sobre la Madre Tierra superexplotada y la ruptura del tejido social de las naciones, la fraternidad sin fronteras, como un nuevo tipo de presencia en el mundo, nos podrá salvar. Este libro ‘Habitar la Tierra: cuál es el camino para la fraternidad universal‘ quiere traer a debate la urgencia del amor social y de la fraternidad universal, por lo menos como un modo de ser tierno y despojado de la voluntad de poder-dominación, creando un lazo de afecto y de cuidado entre todos los seres del mundo natural y del mundo humano.
*Leonardo Boff, 1938, se doctoró en teología sistemática en Múnich. Fue 22 años profesor de teología del Instituto Teológico Franciscano de Petrópolis. Posteriormente se doctoró en filosofía en la UERJ y fue profesor de Ética, Filosofía de la Religión y Ecología Filosófica en la Universidad de Río de Janeiro. Fue profesor visitante en varias universidades europeas. Fue muchos años editor religioso de la Editorial Vozes y coordinó la publicación de la obra completa de C.G.Jung en portugués. Recibió el premio Nobel alternativo de la Paz 2001 del Parlamento sueco. Es doctor honoris causa por varias universidades. Ha escrito cerca de cien libros en las áreas de teología, filosofía, espiritualidad y ecología.
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“El ser humano siempre podrá escoger un camino de salvación”
“Hemos construido el principio de autodestrucción con armas nucleares, químicas y biológicas que, activadas, pueden eliminar la vida visible sobre la Tierra”
“¿Nos habrá llegado el turno de ser eliminados de la faz de la Tierra, ya sea por nuestra irresponsabilidad o porque ocupamos casi todo el espacio terrestre de forma no amigable sino agresiva?”
“La humanidad ha pasado por varias crisis de gran magnitud y siempre consiguió salir y de forma mejor. ¿Por qué ahora sería diferente?”
“En el mundo están actuando por todas partes los nuevos Noés, construyendo sus arcas salvadoras”
En todas las épocas, desde las más antiguas, como por ejemplo cuando se inventó el fuego, han surgido imágenes del fin del mundo. De pronto el fuego podría quemar todo. Pero los seres humanos consiguieron domesticar los peligros y evitar o postergar el fin del mundo. En la actualidad no es diferente. Pero nuestra situación tiene una singularidad: de hecho, no imaginariamente, podemos efectivamente destruir toda la vida visible, tal como la conocemos. Hemos construido el principio de autodestrucción con armas nucleares, químicas y biológicas que, activadas, pueden eliminar la vida visible sobre la Tierra, salvaguardados los microorganismos que por quintillones de quintillones se ocultan debajo del suelo.
¿Ante este eventual Armagedón ecológico qué podemos hacer? Sabemos que cada año millares de especies de seres vivos, llegados a su clímax, desaparecen para siempre, después de haber vivido millones y millones de años en este planeta. La desaparición de muchos de ellos está causada por los comportamientos voraces de una porción de la humanidad que vive un super-consumismo y se encoge de hombros ante los eventuales desastres ecológicos.
¿Nos habrá llegado el turno de ser eliminados de la faz de la Tierra, ya sea por nuestra irresponsabilidad o porque ocupamos casi todo el espacio terrestre de forma no amigable sino agresiva? ¿No habríamos creado de esta forma las condiciones de no retorno y de ahí nuestra desaparición?
Todo el planeta, afirman algunos microbiólogos (Lynn Margulis/Dorion Sagan), sería una especie de “cápsula de Petri”: son dos placas que contienen bacterias y nutrientes. Al percibir el agotamiento de estos, ellas se multiplican furiosamente y, de repente, mueren todas. ¿No sería la Tierra una cápsula de Petri y nuestro destino semejante al de estas bacterias?
En efecto, los humanos ocupamos el 83% del planeta, agotamos casi todos los nutrientes no renovables (the Earth Overshoot), la población ha crecido en el último siglo y medio de forma exponencial y así entraríamos en la lógica de las bacterias de la “cápsula de Petri”. ¿Iríamos fatalmente al encuentro de un fin semejante?
Como somos portadores de inteligencia y de medios técnicos además de valores ligados al cuidado de la vida y de su preservación, ¿no tendríamos condiciones de “retrasar el fin del mundo” (en la expresión del líder indígena Ailton Krenak) o de “escapar del fin del mundo,” expresión usada por mi? No olvidemos la seria advertencia del Papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti (2021): “estamos todos en el mismo barco: o nos salvamos todos o no se salva nadie” (n.32). Tenemos que cambiar, en caso contrario vamos al encuentro de un desastre ecológico-social sin precedentes.
Agrego algunas reflexiones que apuntan hacia una posible salvaguarda de nuestro destino, de la vida y de nuestra civilización. Nos parece esperanzadora esta reciente afirmación de Edgar Morin:
“La historia ha mostrado varias veces que el surgimiento de lo inesperado y la aparición de lo improbable son plausibles y pueden cambiar el rumbo de los acontecimientos”. Creemos que ambos –lo inesperado y lo plausible– son posibles. La humanidad ha pasado por varias crisis de gran magnitud y siempre consiguió salir y de forma mejor. ¿Por qué ahora sería diferente?
Además existe en nosotros aquello que fue recogido por el Papa en la referida encíclica: “os invito a la esperanza que nos habla de una realidad enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y de los condicionamientos históricos en que vive” (n.55). Ese principio esperanza (Ernst Bloch) es fuente de innovaciones, nuevas utopías y prácticas salvadoras.
El ser humano se mueve por la esperanza y se presenta como un ser utópico, es decir, como un proyecto infinito. Siempre podrá escoger un camino de salvación, pues el deseo de más y mejor vida prevalece sobre el deseo de muerte.
Generalmente, lo nuevo posee la naturaleza de una semilla: comienza en pequeños grupos, pero carga la vitalidad y el futuro de toda semilla. De ella brota lentamente lo nuevo hasta ganar sostenibilidad e inaugurar una nueva etapa del experimento humano.
En el mundo están actuando por todas partes los nuevos Noés, construyendo sus arcas salvadoras, o sea, ensayando una nueva economía ecológica, la producción orgánica, formas solidarias de producción y de consumo y un nuevo tipo de democracia popular, participativa y ecológico-social.
Son semillas, portadoras de un futuro de esperanza. Ellas podrán garantizar una forma nueva de habitar la Casa Común, cuidando de ella, con todos los ecosistemas incluidos, viviendo, quien sabe, el sueño andino del bien vivir y convivir o la biocivilización del Papa Francisco.
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“Creemos que la construcción del Arca de Noé ha empezado”
La pandemia ha mostrado una abismal desigualdad mundial y una cruel falta de solidaridad hacia las personas que no pueden mantener la distancia social ni dejar de trabajar
En este contexto ultrajante dos alternativas pueden salvarnos: la solidaridad y el internacionalismo. En esa perspectiva consideramos inspiradora una categoría fundamental, venida de África. Esta se expresa por la palabra Ubuntu, que significa: yo solo soy yo a través de ti
Fue relatada por un viajante europeo y blanco que se extasió con el hecho de que siendo más pobres que la mayoría, los africanos eran menos desiguales. Quiso saber el por qué e ideó un test
La pandemia ha mostrado una abismal desigualdad mundial y una cruel falta de solidaridad hacia las personas que no pueden mantener la distancia social ni dejar de trabajar porque entonces no tienen qué comer. Para ser concretos: no hemos abandonado aún el mundo de la barbarie: si ya la habíamos dejado, hemos vuelto ella. Nuestro mundo no se puede llamar civilizado cuando un ser humano no reconoce y acoge a otro ser humano, independientemente del dinero que lleva en el bolsillo o tiene depositado en el banco, o de su visión de mundo y su pertenencia religiosa.
La civilizaciónsurge cuando los seres humanos se entienden iguales y deciden convivir pacíficamente. Si esto es así, estamos todavía en la antesala de la civilización y navegamos en plena barbarie. Este escenario es dominante en el mundo de hoy, agravado aún más por el ataque de la Covid-19. Él adquirió su más siniestra expresión mediante la cultura del capital, competitiva, poco solidaria, individualista, materialista y sin ninguna compasión con la naturaleza. En este contexto ultrajante dos alternativas pueden salvarnos: la solidaridad y el internacionalismo.
La solidaridadpertenece a la esencia de lo humano, pues si no hubiera habido un mínimo de solidaridad y de compasión, ninguno de nosotros estaría aquí hablando de estas cosas. Fue necesario que nuestras madres solidariamente nos acogieran, abrazaran, alimentaran y amaran para que podamos existir.
Sabemos por la bioantropología que por la solidaridad nuestros antepasados antropoides se volvieron humanos, y con esto, civilizados, cuando empezaron a traer comida al grupo, la repartieron solidariamente entre ellos y practicaron la comensalidad. Esta acción continúa todavía hoy, cuando muchos grupos, especialmente los Sin Tierra, se han mostrado solidarios distribuyendo decenas de toneladas de alimentos del campo y muchos centenares de marmitas para saciar el hambre de miles de personas en las calles y periferias de nuestras ciudades.
“Parece obvio: si el problema es internacional, debería haber también una solución concertada internacionalmente. ¿Pero quién cuida de lo internacional?”
Cada país cuida de sí mismo como si no hubiese nada más allá de sus fronteras. Ocurre sin embargo que hemos inaugurado una fase nueva de la historia de la Tierra y de la Humanidad: la fase planetaria, la de la única Casa Común. Los virus no respetan las fronteras nacionales. La Covid-19 ha atacado a toda la Tierra y amenaza a todos los países sin excepción. Las soberanías se muestran obsoletas. ¿Qué hubiera sido de los mayores de Italia, gravemente infectados por la Covid-19, sin la solidaridad de Angela Merkel de Alemania que salvó a la gran mayoría? Pero eso fue una excepción para mostrar que es mediante la superación del nacionalismo envejecido en nombre del internacionalismo solidario como podremos encontrar un camino de salida a nuestra barbarie. En esa perspectiva consideramos inspiradora una categoría fundamental, venida de África. Mucho más pobre que nosotros, ella es más rica en solidaridad. Esta se expresa por la palabra Ubuntu, que significa: yo solo soy yo a través de ti.
Por lo tanto, el otro es esencial para que yo exista en cuanto humano y civilizado. Inspirado por Ubuntu, el recién-fallecido arzobispo anglicano, Desmond Tutu, encontró para Sudáfrica una clave para la reconciliación entre blancos y negros en la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación.
Como ilustración de cómo el Ubuntu está enraizado en las culturas africanas, consideremos este pequeño testimonio:
Un viajante europeo y blanco se extasió con el hecho de que siendo más pobres que la mayoría, los africanos eran menos desiguales. Quiso saber el por qué. Ideó un test. Vio un grupo de chicos jugando futbol en un campo rodeado de árboles. Compró una hermosa cesta de variados frutos llenos de color y la puso en lo alto de una pequeña colina.
Llamó a los jóvenes y les dijo: “Allí arriba hay un cesta llena de sabrosos frutos. Vamos a hacer una apuesta, pónganse todos en fila y cuando dé la señal empiecen a correr. El primero que llegue arriba podrá coger la cesta y comer todo lo que quiera”.
Dio la señal de partida. Cosa curiosa: todos se dieron las manos y juntos corrieron hacia lo alto, donde estaba la cesta. Y empezaron a saborear solidariamente los frutos.El europeo, estupefacto, preguntó: ¿por qué hicieron eso? ¿no era que el primero que llegase podría comer todos los frutos él solo?
Todos gritaron al unísono: ¡Ubuntu! ¡Ubuntu! Y un chico algo más mayor le explicó: “¿Cómo uno de nosotros podría ser feliz solo si todos los demás estuvieran tristes?” Y añadió: “Mi señor, la palabra Ubuntu significa eso para nosotros: “yo solo puedo ser yo por medio del otro”. “Sin el otro no soy nada y estaría siempre solo”. “Soy quien soy porque soy a través de los otros. Por eso repartimos todo entre nosotros, colaboramos unos con otros y así nadie se queda fuera y triste. Eso hicimos con su propuesta. Comemos todos juntos porque todos ganamos la carrera y juntos disfrutamos los buenos frutos que nos trajo. ¿Entendió ahora?”
Este pequeño relato es lo contrario de la cultura capitalista. Esta imagina que alguien es tanto más feliz cuanto más puede acumular individualmente y disfrutarlo solo. A causa de esta actitud reina la barbarie, y hay tanto egoísmo, falta de generosidad y ausencia de colaboración entre las personas. La alegría (falsa) es de pocos, al lado de la tristeza (verdadera) de muchos. Para vivir bien en nuestra cultura, muchos tienen que vivir mal. Sin embargo, por todas partes en la humanidad, están fermentando grupos y movimientos que ensayan vivir esa nueva civilización de la solidaridad entre los humanos y también con la naturaleza. Creemos que la construcción del Arca de Noé ha empezado. Ella podrá salvarnos si el Universo y el Creador nos conceden el tiempo necesario. Fuera de la solidaridad y el sentido internacionalista pereceremos en nuestra barbarie.
*Leonardo Boff es eco-teólogo y ha escrito Covid-19, la Madre Tierra contraataca a la humanidad, Vozes 2020; Habitar la Tierra: ¿cuál es el camino para la fraternidad universal?, Vozes 2121.
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La vida futura es el opio del pueblo, es una mistificación que hace esperar del futuro un cambio que no no se habría producido o por lo menos no se ha preparado en el presente.
La verdadera fe cristiana no es la fe en una vida futura, sino en la vida eterna, y si es eterna, sólo se necesita un momento de reflexión para comprender que ya se ha iniciado. Vivimos ahora, o no viviremos nunca.
*
Luis Evely, “Ese hombre eres tú” (1957), p. 58
***
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
“Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.”
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Mateo 5, 1-12a
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Tu verdadera identidad es ser hijo de Dios. Esa es la identidad que debes aceptar. Una vez que la hayas reivindicado y te hayas instalado en ella, puedes vivir en un mundo que te proporciona mucha alegría y, también, mucho dolor. Puedes recibir tanto la alabanza como el vituperio que te lleguen como ocasiones para fortalecer tu identidad fundamental, porque la identidad que te hace libre está anclada más allá de toda alabanza y de todo vituperio humano. Tú perteneces a Dios y, como hijo de Dios, has sido enviado al mundo.
Dado que ese lugar profundo que hay dentro de ti y donde se arraiga tu identidad de hijo de Dios lo has desconocido durante mucho tiempo, los que eran capaces de afectarte han tenido sobre ti un poder repentino y a menudo aplastante. Pero no podían llevar a cabo aquel papel divino, y por eso te dejaron, y te sentiste abandonado. Pero es precisamente esta experiencia de abandono la que te ha atraído a tu verdadera identidad de hijo de Dios.
Sólo Dios puede habitar plenamente en lo más hondo de ti. Puede ser que haga falta mucho tiempo y mucha disciplina para volver a unir tu yo profundo, escondido, con tu yo público, que es conocido, amado y aceptado, aunque también criticado por el mundo; sin embargo, de manera gradual, podrás empezar a sentirte más conectado a él y llegar a ser lo que verdaderamente eres: hijo De Dios.
*
H. J. M. Nouwen, Lavoz del amor,
Brescia 21997, pp. 98ss, passim.
Comentarios desactivados en Luis Miguel Modino: El palpitar de la Vida: “Comprender la Creación como Palabra de Vida y no como un insumo productivo”
Leído en su blog:
Progreso y desarrollo no son mejores que agua limpia y tierra para plantar
Se trata de descubrir que nuestro corazón late al ritmo del Planeta, al ritmo del Dios Creador, que hizo que en el principio “todo era hermoso, todo era bueno, en el universo y en la libertad. Todo era uno y diverso, interconectadamente. Todo era esplendor”
Han conseguido que sea asumido que “nuestra felicidad consiste en consumir todo lo que ellos producen”, que las cosas llenan nuestros vacíos
“La eco-espiritualidad nos ayuda a pensar que, si nosotros habitamos una casa común, ¿cuál es nuestra idea común de casa?”
Tomar conciencia de que todo viene de Dios, que Él es la fuente de la vida, que “nada fue hecho sin el palpitar de Dios”. Ese puede ser considerado el propósito, o al menos uno de ellos, del documental de Iglesias y Minería producido por la Verbo Films, que acaba de ser lanzado.
En 13 minutos, en un juego de imágenes y sonidos, intercalados con diferentes reflexiones y testimonios, somos llamados a reflexionar con una serie audiovisual que tiene por título “Caminos de la Eco-espiritualidad”. Se trata de descubrir que nuestro corazón late al ritmo del Planeta, al ritmo del Dios Creador, que hizo que en el principio “todo era hermoso, todo era bueno, en el universo y en la libertad. Todo era uno y diverso, interconectadamente. Todo era esplendor”, como nos relata el documental en sus primeras imágenes.
El documental es una oportunidad para entender que “somos tierra, humus”, pero también para descubrir que somos nosotros, género humano, quienes hemos arruinado el sueño de Dios. Por eso, el video hace una invitación a descubrir que “una de las enseñanzas de los pueblos indígenas, desde su experiencia espiritual, es que la creación es espiritual”, en palabras de José Fernando Díaz, de la Coordinación de Justicia, Paz e Integración de la Creación en Chile.
Frente a eso denuncia “una civilización que trata todo como un objeto”, haciendo la propuesta de “releer el Evangelio a la luz de la espiritualidad indígena”, llamando a “una verdadera conversión desde una espiritualidad que es capaz de comprender la Creación como Palabra de Vida y no como un insumo productivo”.
Vivimos en una realidad donde “un pequeño grupo de poder económico dirige al mundo desde sus intereses y sin importarle la vida humana”, según Alberto Franco Giraldo, de la Comunidad Eco-espiritual de Colombia, convenciendo a todos de que “sus intereses son los intereses de la humanidad, y que la visión de progreso que ellos tienen es la que nos conviene a todos y todas”. Han conseguido que sea asumido que “nuestra felicidad consiste en consumir todo lo que ellos producen”, que las cosas llenan nuestros vacíos.
Ante esta realidad el Papa Francisco propone la “sobriedad feliz”, fundamentada en “una espiritualidad de interacción con toda la Creación y los demás sin dominio, sin imposiciones”. Por eso, el padre Franco insiste en que “una sobriedad consciente y profunda es liberadora”.
La Eco-espiritualidad nos lleva a sentirnos parte del todo, a sentirnos dentro del todo, pues todo y todos están interligados. Desde esa perspectiva, Moema Miranda reconoce la importancia de la encíclica Laudato Sí, que llevó a entender “el sentido de que nos reconectemos con el concepto de Casa Común, que revivamos la idea de que somos parte de una casa más grande que nosotros y que es común a toda la vida”.
La antropóloga brasileña afirma que “la eco-espiritualidad nos ayuda a pensar que, si nosotros habitamos una casa común, ¿cuál es nuestra idea común de casa?”, haciendo ver que el lugar donde cada uno vive nos hace entender el concepto de casa desde una perspectiva diferente. En un mundo devastado, “la eco-espiritualidad nos llama a la idea de la reconexión, a la idea de que existe más allá de la ecología, un discurso, una comprensión de la articulación del mundo como un ecosistema, además de una idea de economía, que debería adecuarse a la casa, de una ecosofía”.
Estamos ante “una espiritualidad que conecta, que une, en el Espíritu de Dios Creador, Padre y Madre, que nos hermana, que nos construye como seres que son hermanos y hermanas de todo lo creado, de esta casa que es toda ella criatura, que es toda amorosidad”, afirma Moema Miranda. Por eso, hace una llamada a “regresar como hijos e hijas pródigos para disculparnos por lo que hemos hecho de devastación y reanudar la conexión”. La propuesta es aprender “de los pueblos que siempre supieron, que nunca se engañaron a sí mismos que el progreso y el desarrollo eran mejores que el agua limpia y la tierra para plantar y cosechar”.
No olvidemos, como relata el documental, que “en su vientre siempre hay la posibilidad de vida, porque la tierra es Gaia, la Tierra es Madre. ¡Su corazón late, late fuerte! Si prestamos atención y conectamos nuestra mente con el corazón del vientre de la tierra escucharemos un gemido, un gemido frágil, un gemido que es suyo, un gemido que es nuestro”.
Comentarios desactivados en “La raíz cósmica y antropológica del pensamiento ecológico”, por Leandro Sequeiros
“El pensamiento teilhardiano inspira la encíclica Laudato Si´ (2015) del papa Francisco y algunos autores opinan que el pensamiento teilhardiano inspira también lo que se ha llamado la ecología profunda (deep ecology)”
“Todas las realidades de la tierra tienen un valor intrínseco y propio ante Dios, y no pueden ser consideradas como meros recursos económicos al servicio de los humanos”
“En el pensamiento ecológico del papa Francisco en la Laudato si´ está muy presente la raíz cósmica de una reflexión científica, filosófica y teológica de la ecología integral”
“Los defensores de la ecología profunda consideran que el mundo no existe como un recurso libremente explotable por los humanos. La ética de la ecología profunda sostiene que todo el sistema es superior a cualquiera de sus partes”
| Leandro Sequeiros sj, vicepresidente de la Asociación de Amigos de Teilhard de Chardin
Como homenaje a los seis años de la Laudato Si´
El geólogo Helmut de Terra (1900-1981) decía refiriéndose al padre Pierre Teilhard: Ecología, Cosmos, Tierra, Laudato Si. [De Terra, H., Mein Weg mit Teilhard de Chardin. C. H. Beck, München, 1962, 131 pág.] Este es el lema que preside el presente número de Noosphère.
Pero el respeto por la Tierra, la dimensión ecológica del pensamiento de Pierre Teilhard de Chardin, no puede separarse de su inspiración en Vladimir I. Vernadski (1863-1945), como se ha apuntado en otros artículos de Noosphère. Y el pensamiento teilhardiano inspira la encíclica Laudato Si´ (2015) del papa Francisco.
Pero algunos autores opinan que el pensamiento teilhardiano inspira también lo que se ha llamado la ecología profunda (deep ecology). [Es sugerente la perspectiva de José Vico Martín. “La justificación científica y filosófica del respeto hacia la naturaleza: Teilhard de Chardin, Arne Naess y el Papa Francisco. The Scientific and Philosophical Justification of the Respect to Nature. Teilhard de Chardin, Arne Naess and the Pope Francisco”. Contrastes. Revista Internacional de Filosofía, vol. XXIII-Nº1 (2018), pp. 93-110. Departamento de Filosofía, Universidad de Málaga, Facultad de Filosofía y Letras Campus de Teatinos, E-29071 Málaga (España)]
Teilhard de Chardin en la Encíclica Laudato Si´
A muchas personas les pudo sorprender que en la Carta encíclica del papa Francisco “Laudato si”, sobre el cuidado de la casa común (24 de mayo de 2015) se hace una referencia explícita a Pierre Teilhard de Chardin (aunque sea en una nota a pie de página al número 83). Pero no es todo. Hay también unas reflexiones de eco cósmico teilhardiano al tratar el tema de la eucaristía (números 235-236). Estos datos tienen suficiente entidad como para que dediquemos un breve comentario a la raíz cósmica del pensamiento ecológico en la Laudato si´ del papa Francisco.
El Evangelio de la Creación
El capítulo 2 de la Laudato si´ (números 62-100) se titula “El Evangelio de la Creación”. Desde una perspectiva teológica, se afirma que “ninguna rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa con su propio lenguaje”. Y es que “las convicciones de la fe ofrecen a los cristianos, y en parte también a otros creyentes, grandes motivaciones para el cuidado de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles”.
“No somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada”, añade Francisco, rompiendo los antiguos esquemas, basados en una mala interpretación de las Escrituras (“creced y multiplicaos y dominad la tierra”), que daban al ser humano un poder soberano sobre la naturaleza.
“Hoy -señala- debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas”. Así, “mientras «labrar» significa cultivar, arar o trabajar, «cuidar» significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza”.
“La injusticia no es invencible”, subraya el texto, que presenta “un mundo frágil, con un ser humano a quien Dios le confía su cuidado, interpela nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder”.
Antropología oculta de la Laudato Si´
Esto no implica que el ser humano sea un animal más. Existe lo que se ha dado en llamar –desde un punto de vista filosófico- lo humano irreductible. El número 81 de la Laudato si´ sintetiza los rasgos de una antropología cristiana de base científica. Dice el texto: “El ser humano, si bien supone también procesos evolutivos, implica una novedad no explicable plenamente por la evolución de otros sistemas abiertos. Cada uno de nosotros tiene en sí una identidad personal, capaz de entrar en diálogo con los demás y con el mismo Dios. La capacidad de reflexión, la argumentación, la creatividad, la interpretación, la elaboración artística y otras capacidades inéditas muestran una singularidad que trasciende el ámbito físico y biológico”.
Supuesta esta diferencia cualitativa con el resto de los seres vivos, el papa reconoce que los humanos no hemos sabido desarrollar nuestras capacidades, porque otra visión, la “que consolida la arbitrariedad del más fuerte ha propiciado inmensas desigualdades, injusticias y violencia para la mayoría de la humanidad, porque los recursos pasan a ser del primero que llega o del que tiene más poder: el ganador se lleva todo” (número 82).
La raíz cósmica de la ecología y la defensa del antropocentrismo por el Papa Francisco en Laudato Si’
El número 83 de la Laudato Si´ es el que suscita aquí nuestro interés. Dice el papa: “El fin de la marcha del universo está en la plenitud de Dios, que ya ha sido alcanzada por Cristo resucitado, eje de la maduración universal”. Y es aquí donde, a pie de página, cita a Teilhard de Chardin, con una referencia a Pablo VI, a Juan Pablo II y a Benedicto XVI.
El texto de Pablo VI es: Discurso en un establecimiento químico-farmacéutico (24 febrero 1966): Insegnamenti 4 (1966), 992-993.
“Un científico famoso dijo: cuanto más estudio la materia, más encuentro el espíritu. Quien investiga el mundo ve que hay leyes; Este mundo que parecía opaco, inerte, es una maravilla, y el Papa piensa que será la ciencia – que parece alejar a las masas, a los hombres modernos, a los jóvenes de Dios – para llevarlos de regreso a Dios, cuando el mundo sea verdaderamente inteligente. y dirá: tengo que entender lo que veo; Yo no creé esto: el mundo fue creado por Aquel que hizo llover su sabiduría sobre todas las cosas. Y el Santo Padre cita a Teilhard de Chardin, quien dio una explicación del universo que […] pudo leer dentro de las cosas un principio inteligente que debe llamarse Dios. Por tanto, la ciencia misma nos obliga a ser religiosos, y los inteligentes deben arrodillarse y decir: aquí está Dios”.
También a pie de página la encíclica cita la famosa carta del papa Juan Pablo II con ocasión del centenario de la publicación de los Principia de Newton: Carta al reverendo P. George V. Coyne (1 junio 1988): Insegnamenti 5/2 (2009), 60. Esta carta es accesible en la página web de la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Pontificia Comillas:
Y en tercer lugar, la Laudato si´ cita a pie de página un texto de Benedicto XVI, Homilía para la celebración de las Vísperas en Aosta (24 julio 2009). L’Osservatore romano, ed. semanal en lengua española (31 julio 2009), p. 3s. Puede consultarse aquí
. Y concluye el número 83 de la Laudato si´ de este modo: “Así agregamos un argumento más para rechazar todo dominio despótico e irresponsable del ser humano sobre las demás criaturas. El fin último de las demás criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios, en una plenitud trascendente donde Cristo resucitado abraza e ilumina todo. Porque el ser humano, dotado de inteligencia y de amor, y atraído por la plenitud de Cristo, está llamado a reconducir todas las criaturas a su Creador.
La Eucaristía cósmica
La palabra “cósmica” aparece en la encíclica en la última parte, al tratar el tema de la ecología, la espiritualidad y la educación. El número 235 es una reflexión ecológica sobre los sacramentos. Y el número 236 se refiere específicamente a la Eucaristía. Dice la encíclica, entre otras cosas: “En la Eucaristía ya está realizada la plenitud, y es el centro vital del universo, el foco desbordante de amor y de vida inagotable. Unido al Hijo encarnado, presente en la Eucaristía, todo el cosmos da gracias a Dios. En efecto, la Eucaristía es de por sí un acto de amor cósmico: «¡Sí, cósmico! Porque también cuando se celebra sobre el pequeño altar de una iglesia en el campo, la Eucaristía se celebra, en cierto sentido, sobre el altar del mundo»” Y a pie de página cita al papa Juan Pablo II, en la Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia (17 abril 2003), 8: AAS 95 (2003), 438.
Sin citarlo, el pensamiento de Teilhard de “El Sacerdote” (1918) y de “La Misa sobre el Mundo” (1923) está muy presente en el trasfondo de este planteamiento. Y prosigue el texto: “La Eucaristía une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado. El mundo que salió de las manos de Dios vuelve a él en feliz y plena adoración. En el Pan eucarístico, «la creación está orientada hacia la divinización, hacia las santas bodas, hacia la unificación con el Creador mismo»”. Y cita al papa Benedicto XVI, Homilía en la Misa del Corpus Christi (15 junio 2006): AAS 98 (2006), 513. Y concluye este texto de la Laudato si´: “Por eso, la Eucaristía es también fuente de luz y de motivación para nuestras preocupaciones por el ambiente, y nos orienta a ser custodios de todo lo creado”.
En el pensamiento ecológico del papa Francisco en la Laudato si´ está muy presente la raíz cósmica de una reflexión científica, filosófica y teológica de la ecología integral. Y este punto de vista completa el marco general de inteligencia de este texto magistral.
Teilhard, Laudato Si´ y ecología profunda
En estos últimos meses se ha escrito sobre las convergencias y divergencias entre la Laudato Si´ y la ecología profunda. Es verdad que el papa habla de ecología integral. Pero la llamada ecología profunda (deep ecology) ¿es similar a la ecología integral? ¿Tiene ecos teilhardianos?
A Vladimir Vernadski (1863-1945) debemos los amigos de Teilhard la generalización del concepto adoptado por Teilhard de biosfera, de noosfera y apunta a lo que después se llamó noocracia. El término noocracia alude a un sistema social y político que está basado “en la prioridad de la mente humana”, según Vladímir Vernadski. En 1987, el Catedrático de Sociología Benjamín Oltra y Martín de los Santos, define noocracia en la revista Política y Sociedad como: «Definimos noocracia como una “nueva clase” conformada por los que dominan la inteligencia o la razón ideológica, cosmológica, expresiva, científica, técnica, la imagen cinética y el diseño, como una fuerza productiva y un nuevo poder en los sistemas sociales capitalistas y colectivistas avanzados Leer más…
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Del blog Amigos de Thomas Merton:
“Érase dos monjes que en un antiguo libro habían leído que en el otro extremo del mundo había un lugar en el que el cielo y la tierra se tocaban. Entonces decidieron buscarlo y no regresar hasta haberlo encontrado. Atravesaron el mundo, superaron incontables peligros, sufrieron todas las privaciones que una gira semejante con lleva y todas las tentaciones que a uno pueden apartarlo de su objetivo. Ellos habían leído que allí había una puerta, que bastaba con llamar, y que uno se encontraba en la presencia de Dios. Al fin, encontraron lo que buscaban; llamaron a la puerta y vieron, con el corazón palpitando a tope, cómo se abría, y cuando entraron… estaban en casa, en la celda de su convento. Entonces lo comprendieron: el lugar donde el cielo y la tierra se juntan se encuentra en esta tierra, en el lugar que Dios nos ha asignado“.
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Jörg Zink
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“Paseaba un alumno por una terraza con Confucio. Abajo, unos jóvenes danzarines ensayaban la coreografía para un nuevo ballet. Fíjate lo armónicos que son sus movimientos, dijo Confucio. A mí el baile me parece algo superficial –repuso el alumno–. ¿No sería mejor que los jóvenes pasaran su tiempo en meditación?. A lo que Confucio replicó: ¡Magnífica pregunta! Si creyéramos que solo hay un camino que conduce a la sabiduría, pronto nos cansaríamos y careceríamos de entusiasmo. Pero si recorremos diversos caminos, si meditamos, bailamos, cultivamos un jardín o pisamos la uva, entonces encontramos nuevas y distintas facetas en nosotros. Todo ello nos hace más fuertes, nos da aliento y nos ayuda a reaccionar si un día surgen obstáculos en nuestro camino. Entonces, esos obstáculos no nos perturbarán.
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Willi Hoffsümmer
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“Un erudito intelectual acudió a un rabí. Como había oído hablar muy bien de él, le expuso un deseo completamente personal y le dijo: Llevo estudiando teología muchos años y he leído un libro tras otro, pero hasta ahora nunca he encontrado a Dios. Respondió el rabí: Entonces, seguro que todavía no te has agachado lo suficiente.
“Rabí, hay algo que no entiendo: se acerca alguien a un pobre y se muestra amable y le ayuda en lo que puede. Pero llega a un rico y ni siquiera lo mira. ¿Qué pasa con el dinero?. Entonces dijo el rabí: Acércate a la ventana: ¿qué ves?.Contestó:Veo a una señora con un niño. Y un coche que va al mercado. «Bien. Ahora ponte delante del espejo. ¿Qué ves?». ¡Por Dios, rabí, qué voy a ver: a mí mismo!. «Pues ya ves: la ventana está hecha de cristal, y de cristal está hecho el espejo. Basta con poner un poco papel de plata detrás, y uno ya solo se ve a sí mismo».
Comparto otro texto, que al leerse con detenimiento nos remite indudablemente a San Juan de la Cruz y a Thomas Merton: el hombre dividido, que necesita redescubrir su identidad desde la unidad con lo Divino, y que es impulsado por una nostalgia, un llamado interior a salir de sí, a buscar más allá de lo histórico y particular. Es el “sal de tu tierra” con que es convocado el padre de la fe; o el “A dónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido” del místico español. La vida, con sus obstáculos, y también con sus necesarias mediaciones, se convierte en oportunidad, en llamada de alerta, para reconsiderar y reorientar nuestros pasos hacia el CAMINO verdadero.
“En el hombre (entiéndase siempre: ser humano, hombre o mujer), la conciencia del yo quiebra la unidad de la vida más allá del tiempo y el espacio. De lo que resulta una dualidad: de una parte, un mundo “histórico”, que se forma en las condiciones espacio-temporales, siéndole así posible explorar y dominar; de otra un Ser supra-existencial, esencial, que escapa a toda comprensión racional.
[El SER único se quiebra cuando pasa a través del prisma de ese yo que lo fija todo, que conoce únicamente a través de los opuestos y que sólo se orienta con lo que es objetivo. Si es el aspecto egocéntrico el que cristaliza en la conciencia del hombre, parecerá real sólo aquello que cabe en este aspecto. Es así como el hombre pierde en su conciencia el contacto con el SER]
De ahí que el hombre se reconozca como viviendo entre cielo y tierra. Vive en la tensión de estas dos realidades: por un lado su realidad existencial que le limita en el tiempo y el espacio, y que supone una amenaza en su existencia, tentándole con posibilidades de “dicha” y llamándole a servir en sus marcos organizados; por el otro la realidad del SER supra-existencial.
Este, que se mantiene escondido en lo secreto de su Ser individual esencial, que se percibe como profunda nostalgia, presiona inexorablemente en él para que tome de ello conciencia, recabando su atención por medio de todos los obstáculos de su existencia, a través de todas las estructuras organizadas de su conciencia existencial, a fin de llevarle por la vía de lo DIVINO“.
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La vida futura es el opio del pueblo, es una mistificación que hace esperar del futuro un cambio que no se habría producido o por lo menos no se ha preparado en el presente.
La verdadera fe cristiana no es la fe en una vida futura, sino en la vida eterna, y si es eterna, sólo se necesita un momento de reflexión para comprender que ya se ha iniciado. Vivimos ahora, o no viviremos nunca.
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Luis Evely, “Ese hombre eres tú” (1957), p. 58
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En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
“Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.”
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Mateo 5,1-12a
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La meditación del bautismo de Jesús (Lc 3,21 ss) supuso para mí un intento de hacerme consciente del amor de Dios. Jesús baja al Jordán, al agua cargada con la culpa de las muchas personas que iban al Jordán a que Juan las bautizara. Mientras baja, se abren sobre él los cielos y Dios le promete: «Tú eres mi hijo amado, en ti me he complacido». También esta frase –que somos hijos e hijas amados de Dios- la escuchamos hoy de una manera suficiente en los discursos espirituales, pero lo más frecuente es que estas palabras nos resbalen. Son justas, pero no provocan nada. Siempre será un don el hecho de que estas palabras alcancen nuestro corazón de modo que se sienta realmente amado, sanado y cambiado por el amor […].
Experimenté en la meditación la realidad de este amor cuando referí la frase: «Eres mi hijo amado», precisamente en mi miedo, en mi oscuridad, en mi rechazo, en mi mediocridad, en las mentiras de mi vida. Sólo cuando referí a mi vida concreta la palabra que me dice que soy un hijo amado, me tocó en lo más profundo de mi ser y me proporcionó paz interior. Todos los discursos sobre el amor de Dios nos resbalarán si no llegan a tocar las experiencias de nuestra vida de cada día.
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Anselm Grün, Abitare nella casa dell’amore,
Brescia 2000, pp. 50ss, passim).
¿Te imaginas si nos informasen de cada especie que extinguimos, y de cada animal o árbol o planta que destruimos, en los medios, continuamente, como hacen con la pandemia?
Esta semana (22 de abril) celebramos el día de la Tierra. Y le pregunto a ella, la bella dama, sabia, que conoce la vida, la evolución, la extinción, la primavera y los inviernos… ¿qué te gustaría te regalásemos madre-hermana-tierra en tu día? ¿Qué necesitas?
Te escucho hermana-tierra: háblame, necesito conocerte, no sólo pisarte, comerte, bañarme en tus aguas, poseer tu belleza, aprovechar tu ingenio para creer que “yo invento” algo, utilizar tus fuentes para saciar mi sed y vender tu agua a los más pobres, y enriquecerme vendiendo tu belleza para mi provecho, destruyendo tus litorales, tus montañas, tus bosques, tus océanos, mares, lagos, ríos…y como consecuencia destruyendo millones de hábitats, todos los días, para nosotros seguir creyéndonos los dueños también de los pobladores de los lugares más ricos de la Tierra.
Háblame, necesito conocerte para respetarte, para devolverte lo que es tuyo y qué necesitas para seguir evolucionando sin tener que estar atendiendo a las múltiples heridas que te causamos y que tú pacientemente y sabiamente vas resolviendo. Mientras puedas.
A la pregunta ¿qué necesitas? me llega rápida una respuesta que surge de dentro, de dentro de todo: ¡respeto!
La tierra, como tú y como yo, pide respeto, requiere respeto para subsistir. Si no, como en cualquier relación humana y también con los animales, se origina algún tipo de violencia. Y la violencia causa heridas, de todo tipo, en la persona y en todo lo vivo.
Los términos consumo, abuso, explotación…sólo indican, como una brújula, hacia un fatídico destino, cáncer del alma humana: el egoísmo.
Ese perverso señor, como todo fantasma, se desvanece cuando dejamos de prestarle atención y la ponemos en el silencio, que nos permitirá ir reconociendo otras voces y sonidos que están, pero que tenemos silenciados, en modo “tumba” para que no nos cambien la rutina.
Necesitamos ese silencio curativo que nos permite reconocer las voces que como una nana nos acunan y empoderan como las palabras de abuelas, madres, tías, padres…cuando nos tenían en brazos y nos decían, achuchándonos hasta hacernos protestar, que éramos la niña, el niño más hermoso del mundo, la más simpática en cuanto asomábamos una sonrisa y la más inteligente en cuanto decíamos: ba, ba o más difícil todavía: gu, gu.
Gracias a ese cariño, abundante, gratuito, lleno de mimo, de ternura, de cuidado, de protección y de dejarnos ir en su momento, hoy somos alguien, aunque no todo fuera fácil.
Ayer me enviaban una nana mallorquina con la que miles de nosotros fuimos acunados, dormidos, consolados. Fue mi oración de la tarde, salir al pequeño jardín comunitario del apartamento y cantar la nana a las plantitas y arbustos y gotas de lluvia que caían y resbalaban por las hojas, como por una pasarela de las más bellas modelos. Las gotas caían del cielo y al acercarme al arbusto, venían hacia mí, patinando sobre las hojas. Sencillo, pero entrañable, porque la creatividad, como dice Edith Warton “no consiste en una nueva manera, sino en una nueva visión”.
Y mi salmo de gotas de lluvia anoche, en la cama, cuando por no poder sacar la energía caminando… me costaba conciliar el sueño, me dejé arrullar por la lluvia cuya nana acabó durmiéndome.
La naturaleza, a través de cosas tan sencillas y preciosas me dice que necesita que respete su modo de ser, su modo de evolucionar. Si la dejamos saldremos ganando porque ahora la estamos matando, y sin ella nadie puede sobrevivir.
Nos repiten que ella no nos necesita pero sin ella nosotros no somos. Sólo nos pide respeto. Por ello, estos días en que celebramos su vida, y tenemos tiempo, tal vez, podríamos dedicarle una mirada y una palabra de agradecimiento y de respeto.
Escucharla, acoger sus sonidos, desde el sonido del viento y la lluvia, al ruido del mar y el correr del río y el chat de los árboles y pájaros entre ellos, al amanecer y al atardecer…añade tus palabras.
Si cuidamos de ella, dejará de haber pobres, dejará de haber emigración, porque todo se equilibrará. Y como dejará de haber ricos, porque se enriquecen a costa de ella, las gentes empezaremos a vivir la igualdad, poco a poco, pero con firmeza. Todo ello, será real si Escuchamos a fondo las voces de nuestra madre-hermana Tierra.
El tiempo junto con el espacio es una de las coordenadas que condicionan nuestra vida y sin embargo nos damos cuenta de lo relativo que es. El tiempo, nos pasa volando o parece que no se “mueve” dependiendo de lo ocupados, distraídos atareados que estemos.
No es que no tengamos tiempo, como estamos acostumbrados a decir, sino más bien que vivimos abocados hacia afuera sin notar lo que se cuece por dentro y cuando hay poca actividad hacia afuera, empezamos a vislumbrar que cuanto más trabajamos nuestro interior lo que exteriorizamos es de mejor calidad, más auténtico.
Estamos en el tiempo de Pascua, un tiempo que en general no sabemos cómo vivirlo porque se nos escapa lo atemporal. Nos cuesta entender los relatos de la Resurrección de Jesús y sus apariciones porque como el resto de los pasajes evangélicos no se narran desde lo histórico sino desde la experiencia.
Esa experiencia no es un privilegio de unos pocos: nace del deseo de encontrar la Vida dentro de nosotros y de darle espacio para que se expanda. Y tiempo…tiempo al silencio, tiempo para conectar con nuestro propio centro y ahí nace la certeza, se siente la presencia, la unidad con todo y con todos, una emoción difícil de describir, diferente para cada persona porque todos somos distintos, como los seguidores de Jesús, mujeres y hombres de su tiempo.
Una experiencia que no se puede “probar” pero que es personal y comunitaria. Personal porque somos únicos y diferentes como lo es toda la creación; ese es precisamente uno de los principios del Universo: LA DIVERSIDAD. La inimaginable expansión de la creación hace que aunque nos parezcamos cada cual sea único y diferente. Por eso también cada persona experimenta ese “encuentro” de forma personal y va ganando en profundidad a medida que vamos evolucionando.
Yo también soy única en el universo, como cualquier otra forma de vida. ¿Por qué compararme con otras personas? ¿Por qué deseo lo que tienen otros si a mí se me llama a aportar desde lo que se me ha regalado?
Es a la vez una experiencia comunitaria. Es precisamente en el compartir las experiencias donde nuestra fe se fortalece y se confirma. La comunidad es el lugar de la presencia de Jesús resucitado en la que experimentamos el amor, la aceptación y donde sentimos esa fuerza que se expande en el universo de comunión. Somos seres interdependientes y nuestra tendencia natural es hacia la común unión, hacia la UNIDAD (segundo principio del Universo)
La vida es una y todos provenimos de esa vida única. Somos seres interdependientes unos de otros y constantemente nos posibilitamos el vivir en esa cadena sin fin. Existimos porque existen todos los otros elementos, no hemos venido de fuera, surgimos de la Tierra.
¿Cómo trabajo esa unificación en mí y en todo lo que me rodea?
El tercer principio es el de la INTERIORIDAD. Hasta ahora habíamos creído que sólo los humanos sabíamos dar hondura a nuestras vivencias a través de nuestra dimensión espiritual. El mundo natural podía ser admirado y entendido como reflejo de la Creación de Dios, pero no habíamos captado esa dimensión sagrada de cada átomo, cada célula cada ser en su complejidad. Nos situábamos como seres superiores observando, estudiando la creación, cosificándola…
Todo es sagrado. Lo aprendemos ahora de nuestros hermanos y hermanas indígenas que han estado durante siglos en contacto con la tierra, respetándola, amándola, cuidándola como ella hace con nosotros.
Es verdad que nosotros tenemos la consciencia y eso nos hace no superiores sino responsables de las decisiones que tomamos, de lo que priorizamos…
Ya no hay diferencia entre sagrado y profano. El Universo camina hacia una evolución que es espiritual más allá de lo religioso.
Nos pueden dividir las ideologías pero no la búsqueda de sentido, de nuevos estilos de vida más acorde con el respeto mutuo, el respeto a la Tierra, el Misterio que nos envuelve.
Tenemos un tiempo maravilloso, este tiempo de Pascua en el que se nos invita a soñar con una vida nueva, renovada, invadida por la presencia del Resucitado en medio de nosotros.
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