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Ante el cambio de año: Navidad Judía, Navidad Cristiana (con Hannah Arendt)

Lunes, 1 de enero de 2018
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

— Todo nacimiento humano es Navidad, presencia y promesa de Dios, en la fragilidad y riqueza de la vida, abierta al futuro de una esperanza que nos sobrepasa.

-No hay nacimiento sin promesa de los padres y/o educadores, esto es sin compromiso de asistencia y de futuro. Sólo se nace por otros, es decir, donde hay personas (madre, padre, sociedad…) que dicen al niño “tú serás”, con comprometemos a que vivas, te daremos cuidado, palabra y asistencia, para que tú seas.

Todo nacimiento es finalmente perdón, esto es, gratuidad, por encima de los mecanismos de violencia y de ira, de la lucha mutua y la venganza… Nacer humanamente es recibir vida gratuita, por encima de todos los “pecados”, los errores, las venganzas, poner en marcha una existencia nueva, una “ventana” de Dios en la tierra.

Así pueden resumirse los tres momentos principales del pensamiento maduro de Hanna Arendt (1906-1975), filósofa y antropóloga judía, que ha marcado el pensamiento del siglo XX, en torno al holocausto nazi (la anti-navidad) y a su superación, más allá de la pura justicia retributiva (vindicativa).

De esa forma, ella ha trazado, desde su tradición judía, de una manera básicamente laica, pero abierta al misterio de la Vida universal, los tres elementos básicos que la Navidad Cristiana ha desarrollado desde el mismo judaísmo, en clave religiosa.

Pienso que ella puede y debe presentarse como testigo privilegiado de la Navidad cristiana, repensada desde la más honda tradición judía, de un modo universal…como esperanza y tarea de Navidad, que es nacer, perdonar, pactar:

26167593_910087169168476_3037925899468190298_n1. Ser hombre es nacer, ser hombre es Navidad (es decir, que te nazcan), en gratuidad, para iniciar un nuevo camino de vida, como Dios ha querido hacerse nueva vida humana en Jesús.

2. Ser hombre es prometer, esto es, que prometan darte vida: es pactar, recibiendo y dando la palabra… Ser hombre es palabra hecha carne, como dice Jn 1, 14, ofreciendo a cada niño que nace un espacio en la gran alianza de la vida.

3. Ser hombre es,finalmente perdonar…, no hallarse atado al pasado, comenzar de nuevo, cada vez, en cada nueva historia… superando incluso el holocausto nazi (nacimiento), esperando encontrar nuevos caminos de vida.

Éstos son los tres momentos de la “navidad” universal, tal como los ha puesto de relieve H. Arendt, judía ejemplar, en clave antropológica. Con ellos quiero evocar la Navidad Judía, en línea antropológica.

Hay cientos de libros sobre la “infancia judía” de Jesús, casi siempre en clave de piedad intimista y folclórica (cf. imagen 3: Presentación de Jesús en el templo, como aténtico israelita, navidad judía). Pero entre ellos (sobre ellos) destaca esta fuerte Navidad Israelita universal de H. Harendt.

 

die_darbringung_im_tempelCiertamente, los judíos “ortodoxos” pueden sentirse a veces molestos por la Navidad cristianano creen en la “encarnación” radical de la Palabra de Dios en Jesús, ni creen en la “intimidad vital” de Dios (como Padre/Hijo en el Espíritu), y según ellos la verdadera Navidad prometida por Isaías no ha llegado aún.

— Y porque sienten que los defensores de la Navidad cristiana han sido a veces anti-semitas, han utilizado el nacimiento de Jesús-judíos para oponerse a los judíos..

Sea como fuere, los judíos más tradicionales siguen a la espera de la verdadera Navidad, admirados, emocionados… ante lo que será la Futura Presencia Universal de Dios, como cumplimiento del mesianismo del AT.

En esa línea, no en contra de los judíos, sino aprendiendo de ellos lo que nos parece “mejor” (su gran herencia mesiánica) y creyendo humilde pero intensamente que su esperanza ha empezado a cumplirse en Jesús de Nazaret, los cristianos celebramos la Navidad de Dios (y de los hombres) en Jesús de Nazaret.

En esa línea, entre los judíos que nos enseña mejor a celebrar la Navidad quiero citar a H. Aredt, discípula de Heidegger,perseguida por el nazismo, quizá la mejor antropóloga del siglo XX. Ella nos dice que la Navidad no es un fiesta particular de algunos cristianos, sino fiesta y tarea universal de todos los hombres y mujeres del siglo XXI

Un camino universal de Navidad.

Estos días he venido tratando de la Navidad, entendida en sentido cristiano y de esa forma he presentado a Jesús como Hijo de Dios, nacido de María, a partir de Gal 4, 4 y Jn 1, 13. Desde ese fondo se entienden y avanzan algunas observaciones y propuestas de Hanna Arendt, filósofa e historiadora judía, experta en violencias y totalitarismos.

Nadie ha trazado como ella, que yo sepa, una teoría personal y social del ser humano como nacimiento, promesa y alianza, esto es, del hombre como ser que puede y debe nacer de nuevo, pues no está condenado a repetir siempre lo anterior.

Hanna Aredt es radicalmente judía, pero desde sus bases judíos (que nosotros, los cristianos, entendemos como primer testamento y camino) ha trazado una experiencia clave de la navidad cristiana. Por eso he querido hablar hoy, en el paso entre el 2017 el 2018, en un tiempo de grandes riesgos y deseos de paz, los tres rasgos principales de eso que he llamado la Navidad Judía.

Sí, ya sé que los judíos “tradicionales” (rabínicos, nacionales…) no celebran la Navidad Cristiana, pues dicen que ella va en contra de la pura trascendencia y separación del Dios Uno, de Yahvé, Dios de Israel. Pero eso no quita que la Navidad Cristiana sea la más honda experiencia y culminación del camino judío, tal como lo ha formulado H. Arendt.


Sólo podemos recuperar la Navidad volviendo a su fondo judío,
volviendo a los tres rasgos que H. Arendt ha destacado: La Natalidad, el Perdón y la Promesa

El judaísmo tradicional sigue centrado en la promesa (testimonio y esperanza de futuro). Los cristianos, partiendo del judaísmo, hemos destacado de un modo especial los otros dos elementos judíos de la vida, que son el perdón y la natalidad.

Quiero unir aquí esas tres actitudes, culminando en la Natalidad (que se expresa de un modo especial en la Navidad cristiana). Que estas palabras sirvan de homenaje a todos los judíos de paz que han existido y siguen existiendo, que ellas sirvan de testimonio de eso que quiero llamar la Navidad Judía, tiempo de perdón y de promesa de la vida

1. Perdón.

El primer requisito para alcanzar la paz, en las condiciones actuales de la humanidad, dividida por la imposición de unos, el deseo de revancha de otros y el odio de todos, es el perdón, que viene a revelarse como el único poder que rompe el círculo del eterno retorno del pasado (con su ley de acción y reacción) que encierra a los hombres en su destino de violencia. Dios mismo ha roto ese eterno retorno de la violencia, naciendo entre los hombres (según los cristianos, que culminan y recrean así una profunda tradición judía). En esa línea dice H. Arendt (sin dejar de ser judía):

El descubridor del papel del perdón en la esfera de los asuntos humanos fue Jesús de Nazaret. El hecho de que hiciera este descubrimiento en un contexto religioso y lo articulara en un lenguaje religioso no es razón para tomarlo con menos seriedad en un sentido estrictamente secular (H. Arendt, La condición humana, Paidós, Barcelona 1993, 258.)

El perdón rompe la “lógica” de la venganza (del talión que siempre se repite: ojo por ojo, diente por diente); de esa forma libera al hombre del automatismo de la violencia y permite que su vida trascienda el nivel de la ley, donde nada se crea ni destruye, sino que sólo se transforma. Sólo el perdón nos sitúa en un nivel de gratuidad creadora. El perdón es gracia; de esa forma supera el pasado y abre un comienzo de vida allí donde la vida se cerraba en sus contradicciones y luchas de poder .

H. Arendt contrapone el perdón al castigo (que actúa según ley), añadiendo que los hombres sólo pueden perdonar aquello que son capaces de castigar. La ley tiene un valor, pero el perdón lo sobrepasa. Hay, sin embargo, un “mal radical” que los hombres no pueden castigar ni perdonar, pues se sitúa más allá de sus potencialidades.

“Aquí, donde el propio acto nos desposee de todo poder, lo único que cabe es repetir con Jesús «Mejor le fuera que le atasen al cuello una rueda de molino y le arrojasen al mar»” (Ibid 260). La cita está tomada de Mc 9, 42 par. En esa línea se sitúan las reflexiones de otro pensador judío muy significativo: V. JANKÉLÉVITCH, El Perdón, Seix Barral, Barcelona 1999.

Encerrados en su círculo de acción y reacción eterna, los hombres no podían perdonar… Pero, naciendo en el mundo, Dios puede hacerlo. De esa forma, antes de la muerte en cruz, el nacimiento de Jesús es ya testimonio y promesa de un perdón posible, en línea de humanidad de Dios.

2. La facultad de prometer.

En ese sentido, como he dicho, nacer es prometer…abriendo un camino de perdón (de reconciliación) sobre la tierra. Todo nacimiento es una promesa de vida: Los padres y la sociedad dicen al niño “tú serás”, podrás vivir, te lo prometemos.

La promesa puede entenderse en sentido individual (¡yo prometo!) o sentido dialogal (¡nosotros nos com-prometemos y pactamos!). En un caso y en otro, ella capacita a los hombres para superar la fatalidad de aquello que vuelve siempre de forma necesaria (como puro destino), haciéndoles responsables y creadores de un futuro que, por un lado, les desborda (es don de Dios) y que, por otro, ellos mismos puedan realizar de una manera humana, renunciando a la imposición y a la arbitrariedad.

Nietzsche entendió la capacidad de prometer como el carácter específico del hombre, que (en contra del animal, prendido a un antes y después que no son suyos), puede asumir de manera personal su futuro, dándole un sentido; pero él no supo sacar las consecuencias. En contra de eso, H. Arendt ha mostrado que, más que voluntad de poder y eterno retorno de lo mismo, el hombre es persona porque puede prometer y pactar, trazando de esa forma un futuro nuevo y propio, que puede ser futuro de paz . Ibid 262-264.

Eso significa que la paz no es algo previo, dado ya, sino que puede y debe entenderse como un don, vinculado a la promesa. En esta línea viene avanzando, de un moco consecuente, el pensamiento de J. MOLTMANN, a partir de su Teología de la esperanza, Sígueme, Salamanca 2002 (original de 1964).

Así, cada niño que nace, es una promesa de ida, como ha dicho de forma impresionante el mayor de todos los profetas de la Navidad, que fue Isaías, en el Libro y Pacto del Emmanuel (Is 7-12), en medio de la gran “guerra mundial” del Oriente antiguo, entre Egipcios y Mesopotamios: Una mujer ha concebido y dará a luz y cuidará a su hijo… Esa es la promesa y garantía de la Navidad, perdón y vida, en medio de la guerra.

En ese contexto ha prometido Isaías la llegada del gran pacto ecológico (morarán juntos el lobo y el cordero, la víbora y el niño…) y político: Un niño nos ha nacido, un niño que será el “gran soberano”. Esta es la promesa de crear un reino nuevo para que los niños vivan y crezcan en paz, en Navidad.

3. Natalidad.

Los hombres pueden liberarse de la esclavitud del pasado (perdón) y del futuro (promesa, pacto) porque son cada vez, cada uno, una nueva creación y así nacen: no están hechos desde siempre o fabricados (como cosas), definidos de antemano. Ellos se definan, más bien, a sí mismos como seres natales, que no están fijados de antemano, sino que pueden trazar su trayectoria y ser distintos, lo que ellos mismos quieran:

Sin la articulación de la natalidad estaríamos condenados a girar para siempre en el repetido ciclo del llegar a ser, sin la facultad para deshacer lo que hemos hechos y controlar parcialmente los procesos que hemos desencadenado (H. Aredt, Ibid 265).

La mayor parte de la filosofía y sociología moderna supone que los hombres están hechos, como realidades que en el fondo pudieran intercambiarse. En contra de eso, H. Arendt, lo mismo que H. JONAS, otro testigo y promotor judío de la paz (cf. El principio de la responsabilidad, Herder, Barcelona 1995) ha fundado la paz futura sobre la fragilidad y grandeza del hombre, como ser que nace del cuidado de los otros, para iniciar una existencia cualitativamente nueva.

Nacer significa ser creado y vivir sobre una ley que nos ata a lo que ha sido y debe ser, definiéndonos desde fuera, en un todo que nos determina. Todo nacimiento se define como creación: Es el surgimiento de un ser autónomo, que puede asumir su propia realidad (su destino) y realizarse de esa forma, de manera distinta, autónoma. Por eso, cada nacimiento es una promesa de vida

Ampliación: Un nuevo Nacimiento

H. Arendt ha conducido así las tradiciones de Israel hasta el lugar donde ellas pueden volverse más fecundas, de un modo mesiánico, vinculadas de manera intensa con la raíz del cristianismo (que es, ante todo, mesianismo). No existirá paz sin Navidad, es decir, sin nuevo nacimiento, como aquel que los cristianos celebran en Jesús.

H. Arendt piensa que el futuro de la paz, es decir, de vida humana (porque una nueva guerra mundial puede llevarnos a la destrucción de todos), sólo es posible en coordenadas de gracia, esto es, allí donde los hombres superan el nivel de la pura ley y de la guerra del sistema, abriéndose al milagro de una vida que es don de Dios y que puede ser distinta de aquello que ha sido previamente. La paz es posible si brota, según eso, del milagro del perdón y de la palabra de promesa de los hombres, que sitúan su vida en un nivel donde los gestos primordiales son la fe y la esperanza. Sólo será posible la paz si hay un nuevo nacimiento

–La razón es necesaria, en plano de sistema. Ella funciona en un nivel organización económica y social, pero en sí misma resulta insuficiente. La pura razón cierra a los hombres en aquello que siempre es lo mismo, en la batalla incesantemente repetida por los poderes de la vida, dentro de un todo de violencia. Esto significa que los hombres no viven sólo de pan, ni pueden resolver sus problemas en un plano de argumentación y de poder.

– Más allá de la razón del sistema se extiende un espacio de racionalidad humana más profunda, vinculada al perdón, a la palabra de promesa, a la natalidad. Estos rasgos nos sitúan en un plano más hondo de humanidad. Ellos no niegan el valor de la Ilustración, ni se oponen en modo alguno a los principios de la ciencia y de sus leyes. Pero nos muestran que en un plano de pura ciencia y sistema la vida de los hombres se destruye. O se despliegan como gracia o mueren.

Por eso, para que sea posible la vida de los hombres como tales, para que exista un futuro para ellos, tenemos que pasar del plano de la pura ciencia y ley (que se encarna en forma de sistema) al plano de la comunión en libertad, donde la vida del hombre se define como fe y como esperanza. Sólo en ese contexto (de fe y esperanza personal), es posible el despliegue del perdón, que capacita a los hombres para regalarse gratuitamente la vida, superando el orden del destino, abriéndose a la promesa de la vida que no está fijada de antemano.

Nacer como Jesús. Os ha nacido hoy un salvador

Esto significa que el hombre es más que elemento de un “todo” que se organiza de un modo legal. Los viejos y los nuevos imperios corren el riesgo de encerrar al hombre en el nivel de sus conquistas sociales y económicas, que acaban destruyendo su existencia. Pues bien, la esperanza mesiánica, que nos abre a la paz de la vida compartida (del don de la vida) se expresa y despliega en un nivel más alto, por encima de los cálculos legales y de las coordenadas de un sistema que se impone sobre todos.

Esa paz mesiánica no puede establecerse ni asentarse sobre bases de imposición, sobre un tipo de racionalismo ontológico, como el que ha venido dominando en Occidente a partir de los griegos. Esa paz sólo es posible allí donde los hombres, superando la racionalidad instrumental del sistema, con la pura ley de acción y reacción, dejan que su vida se ilumine y se vuelva creadora en claves de perdón y de promesa, es decir, de fe y de esperanza.

Esta fe y esperanza en el mundo encontró tal vez su más gloriosa y sucinta expresión en las pocas palabras que en los evangelios anuncian la gran alegría: «Os ha nacido hoy un Salvador» (H. Arendt, 266). Las palabras del evangelio (Lc 2, 11) recogen la proclamación mesiánica de Israel, sobre todo la que aparece vinculada al Libro del Emmanuel (Is 7-11) y al Segundo Isaías (Is 40-55).

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“Hogares cristianos”. Sagrada Familia – B (Lucas 2,22-40)

Domingo, 31 de diciembre de 2017
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JESÚS ADOLESCENTE EN EL TALLER DE JOSÉ.-John Everett Millais

Hoy se habla mucho de la crisis de la institución familiar. Ciertamente, la crisis es grave. Sin embargo, aunque estamos siendo testigos de una verdadera revolución en la conducta familiar, y muchos han predicado la muerte de diversas formas tradicionales de familia, nadie anuncia hoy seriamente la desaparición de la familia.

Al contrario, la historia parece enseñarnos que en los tiempos difíciles se estrechan más los vínculos familiares. La abundancia separa a los hombres. La crisis y la penuria los unen. Ante el presentimiento de que vamos a vivir tiempos difíciles, son bastantes los que presagian un nuevo renacer de la familia.

Con frecuencia, el deseo sincero de muchos cristianos de imitar a la Familia de Nazaret ha favorecido el ideal de una familia cimentada en la armonía y la felicidad del propio hogar. Sin duda es necesario también hoy promover la autoridad y responsabilidad de los padres, la obediencia de los hijos, el diálogo y la solidaridad familiar. Sin estos valores, la familia fracasará.

Pero no cualquier familia responde a las exigencias del reino de Dios planteadas por Jesús. Hay familias abiertas al servicio de la sociedad y familias egoístas, replegadas sobre sí mismas. Familias autoritarias y familias donde se aprende a dialogar. Familias que educan en el egoísmo y familias que enseñan solidaridad.

Concretamente, en el contexto de la grave crisis económica que estamos padeciendo, la familia puede ser una escuela de insolidaridad en la que el egoísmo familiar se convierte en criterio de actuación que configurará el comportamiento social de los hijos. Y puede ser, por el contrario, un lugar en el que el hijo puede recordar que tenemos un Padre común, y que el mundo no se acaba en las paredes de la propia casa.

Por eso no podemos celebrar la fiesta de la Familia de Nazaret sin escuchar el reto de nuestra fe. ¿Serán nuestros hogares un lugar donde las nuevas generaciones podrán escuchar la llamada del Evangelio a la fraternidad universal, la defensa de los abandonados y la búsqueda de una sociedad más justa, o se convertirán en la escuela más eficaz de indiferencia, inhibición y pasividad egoísta ante los problemas ajenos?

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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“El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría”. Domingo 31 de diciembre de 2017. La Sagrada Familia de Nazaret.

Domingo, 31 de diciembre de 2017
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06-familia (B) cerezoLeído en Koinonia:

Eclesiástico 3,2-6.12.14: El que teme al Señor honra a sus padres.
Salmo responsorial: 127: Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Hebreos 11,8.11-12.17-19: Fe de Abrahán, de Sara y de Isaac.
Lucas 2,22-40 El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría

Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada Familia. Los textos de la liturgia hacen referencia a temas familiares. En la primera lectura, tomada del libro del Eclesiástico, escuchamos los consejos que un hombre, Ben Sirac, que vivió varios siglos antes de Jesucristo, da a sus hijos. El respeto y la veneración de éstos hacia sus padres es cosa agradable a los ojos de Dios, que éste no dejará sin recompensa. Los hijos que veneren a sus padres serán venerados a su vez por sus propios hijos. Todo estos consejos, aún conservando hoy plena validez, parecen insuficientes, puesto que están dados desde una mentalidad estrictamente rural, en donde otros aspectos de la vida familiar no son tenidos en cuenta. No sólo importa hablar hoy del respeto que los hijos deber a los padres, sino de la actitud de éstos con relación a los hijos. Esta insuficiencia resulta particularmente notable en momentos como los actuales, cuando la familia tiene planteados problemas de pérdida de sus funciones.

Desde una perspectiva cristiana, la familia continúa teniendo una función insustituible: ser una comunidad de amor en donde los que la integran puedan abrirse a los demás con una total sinceridad y confianza. Dejando aparte los consejos que en último lugar da San Pablo, y que son puramente circunstanciales y muy ligados a las costumbres y mentalidad de la época, la exhortación a la mansedumbre, a la paciencia, al perdón y, sobre todo, al amor, es algo realmente básico para la familia de nuestro tiempo.

El evangelio de Lucas que hoy proclamamos nos cuenta –dentro del género de los «relatos de la infancia»- el rito de la presentación del niño en el Templo, celebrado también por los padres de Jesús. El fragmento de hoy concluye con unas palabras muy importantes, que, junto con otros pasajes paralelos de Mateo, proclaman el “progreso” en el “crecimiento” de Jesús «en edad, sabiduría y gracia, ante los hombres y ante Dios».

Tiempos hubo en que la «cristología vertical descendente» clásica se veía en la necesidad de corregir estas palabras diciendo que, obviamente, eran metáforas, porque Jesús no podía «crecer, progresar en sabiduría ni en gracia», ya que era perfecto… La cristología renovada, «ascendente» ahora, por el contrario, se fijó en estos versículos y los subrayó: sería el evangelio mismo el que nos estaría afirmando que Jesús «fue haciéndose», no sólo creciendo en edad, sino «en sabiduría» e incluso «en gracia».

Este evangelio, y sus paralelos, es, por ello muy importante, por cuanto nos insta a desvincularnos de los planteamientos metafísicos griegos fixistas. La «encarnación» no sería un chispazo de conexión instantánea entre dos «naturalezas», sino todo un proceso histórico.

Pablo da algunos consejos para la convivencia con otros. Se requiere humildad, acogida mutua, paciencia. Y si fuese necesario, perdonar. Así procede Dios con nosotros. Su actitud debe ser el modelo de la nuestra (v.12-13). Pero, “por encima de todo”, está el amor, de Él tenemos que revestirnos, dice Pablo empleando una metáfora frecuente en sus cartas (v.14). De este modo “la paz de Cristo” presidirá en nuestros corazones (v.15).

Si el amor es el vínculo que une a las personas, la paz se irá construyendo en un proceso, los desencuentros irán desapareciendo (los enfrentamientos también) y las relaciones se harán cada vez más trasparentes. En el marco de la familia humana, esos lazos son detallados en el texto del Eclesiástico (3,3-17).

Lucas nos presenta a la familia de Jesús cumpliendo sus deberes religiosos (vv. 41-42). El niño desconcierta a sus padres quedándose por su cuenta en la ciudad de Jerusalén. A los tres días, un lapso de tiempo cargado de significación simbólica, lo encuentran. Sigue un diálogo difícil, suena a desencuentro; comienza con un reproche: “¿Por qué nos has hecho esto?”. La pregunta surge de la angustia experimentada (v. 48). La respuesta sorprende: “¿Por qué me buscaban?” (v. 49), sorprende porque la razón parece obvia. Pero el segundo interrogante apunta lejos: “¿No sabían que yo debía estar en las cosas de mi Padre?”. María y José no comprendieron estas palabras de inmediato, estaban aprendiendo (v.50).

La fe, la confianza, suponen siempre un itinerario. En cuanto creyentes, María y José maduran su fe en medio de perplejidades, angustias y gozos. Las cosas se harán paulatinamente más claras. Lucas hace notar que María “conservaba todas las cosas en su corazón” (v. 51). La meditación de María le permite profundizar en el sentido de la misión de Jesús. Su particular cercanía a él no la exime del proceso, por momentos difícil, que lleva a la comprensión de los designios de Dios. Ella es como primera discípula, la primera evangelizada por Jesús.

No es fácil entender los planes de Dios. Ni siquiera María “entiende”. Pero hay tres exigencias fundamentales para entrar en comunión con Dios: 1) Buscarlo (José y María “se pusieron a buscarlo”); 2) Creer en Él (María es “la que ha creído”); y 3) Meditar la Palabra de Dios (“María conservaba esto en su corazón”). Leer más…

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31.12.17 ¡Corre, corre José, que no cojan a Jesús y María! Domingo de la familia.

Domingo, 31 de diciembre de 2017
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26001093_909140222596504_7701184174724347274_nDel blog de Xabier Pikaza:

Se junta el 31 la fiesta de fin de año (San Silvestre) con la Sagrada familia. Es por un lado la fiesta de las grandes carreras de fondo, con el despilfarro de la Nochevieja (gastar y gastar), y, por otro, la fiesta (!) de los que huyen perseguidos, buscando libertad, como José y María, con Jesús, solos en la noche, con un pobre asno (imagen 1: cuadro de Rembrandt, no necesita comentario).

Acaba así el año con la “navidad” de la Sagrada Familia, formada por José, con María y Jesús, una banda “ejemplar” de emigrantes peligrosos, que deben huir de su patria (donde les persiguen), buscando otra tierra también rica en opresiones (Egipto).

Tomo como evangelio de este día el de Mt 2, que es una continuación del ayer (los Inocentes), un reflejo impresionante de la “fiesta de la vida”, mientras Jesús huye, en un mundo dividido:

— Unos niños mueren en Belén, sin más pecado que el haber nacido en un mundo ocupado por otros, como signo de Jesús, que morirá en la Cruz, ya de mayor, con y a favor de esos niños, y de todos los perseguidos y asesinados de la historia.
— Pero Jesús logra escapar, porque José y María le llevan a Egipto… llevando en el alma la historia de los niños muertos, para vivir y proclamar por ellos (para ellos) el reino de la libertad completa.

26167722_909183089258884_7052104130616249236_nSobre la “huida” y estancia de la familia sagrada en Egipto se han escrito mil historias, y algunos añaden que Jesús habría aprendido allí las artes antiguas del país de las pirámides, haciéndose mago etc. Pero el texto del evangelio, de tipo simbólico, sólo trata de la huida y la persecución sin más, una historia desnuda, pero llena del milagro de la libertad en medio de la persecución.

No sabemos si los padres de Jesús tuvieron que saltar algún muro, cruzar empalizadas, burlar policías con perros adiestrados. Algunos dicen que siguen por ahí, en una patera (imagen 2, tampoco necesita comentario), que aún no ha llegado a las islas de la libertad, otros afirman que intentan salir de Belén, pero que el muro actual es mucho más alto que el de Herodes, otros dicen que siguen buscando coyotes buenos para cruzar la raya de Nueva México o Azizona…

Según el Evangelio, José, con María y Jesús, lograron escapar y huir al exilio, volviendo después, bajo peligros de su tierra. Así aparecen como patronos de emigrantes, fugitivos, ilegales.. Ellos tuvieron suerte, logran escapar; muchos no lo consiguieron entonces, ni lo consiguen ahora. Pero no se escaparon para desentenderse de los otros, sino para ayudarles mejor.

la-familia-en-la-bibliaMientras tanto, muchos de nosotros podemos seguir celebrando la fiesta de la Familia Vacía (vacía de Dios, carente de solidaridad humana…), con mucha cava, perfumes caros y vestidos de diseño,… con regalos inútiles para nuestros niños… corre, corre, familia de Jesús, como una banda célula de exiliados peligrosos, buscados por la policía…

Sigue, sigue la familia de Jesús, como recuerda hoy la liturgia, para que nosotros no olvidemos que Dios nace en una “cuadra” o una “cueva”, en las pateras, en los caminos del exilio, en medio de la noche.

Sigue, sigue, familia de Jesús, tenemos que decir nosotros, no sólo con palabras, sino con hechos, con un gesto de acogida social y familiar, personal y universal, abierta a todos los niños, a todos los mayores fugitivos, errantes, sin tierra, en una tierra que sigue “manando leche y miel” para los privilegiados de la historia.

Ha nacido Dios en una familia de “fugitivos”, emigrantes perseguidos por un tipo de ley que aquí en España, como en la Mesopotamia de Abrahán y en la Judea de Jesús sigue estando al servicio de los “propietarios” de turno, que sirven a sus “dioses”, según la ley inventada por ellos.

Así lo quiere indicar la imagen 3, con Abrahán, que huye también de la alta Mesopotamia, buscando libertad, con sus mujeres e hijos, como digo en ese libro… Su huida fue signo de la huida de los hebreos de Egipto, de la huida de José y María, con Jesús (con un pobre asno, sin camellos)..

Desde Abrahan e Isaac/Ismael, hasta María y José con Jesús, ésta es nuestra verdadera historia, la historia de la familia humana, que ha existido y existe por el tesón de fugitivos como estos. Esto somos, hijos de fugitivos, por ellos existimos. Nuestro Dios es también un fugitivo (Vino a los suyos y los suyos no le recibieron, como dice el relato fundante de la Navidad: Jn 1).

Texto.

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.” José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: “Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto”.

Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: “Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.” Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno. Mateo 2,13-15.19-23.

Temas principales

Sería bueno leer el texto completo tiene dos partes: huida a Egipto, con la muerte de los Inocentes (Mt 2, 13-114), y vuelta a Nazaret (2, 19-23). Aquí queremos exponer sólo la primera, insistiendo en su importancia social, en su actualidad.

xxa-112-indio-fugida-02b-xEs difícil que alguien pudiera haber escrito escenas más bellamente duras y sangrantes. Ellas son como el espejo de nuestra historia asesina, que avanza sobre cadáveres de niños sacrificados, de inocentes fugitivos, de varones y mujeres errantes, perseguidos, en busca de patria. Nuestra historia de la falsa navidad avanza sobre la Navidad verdadera que se sigue escribiendo y cumpliendo en los caminos de los fugitivos, en las cárceles del mundo (porque no todos logran liberarse, como la familia de Jesús). Quien quiera precisar los detalles del texto que busque y lea un buen comentario. Aquí sólo podemos destacar los rasgos más significativos en nuestro contexto:

– Rey miedoso, rey asesino.

Parece que lo puede todo, así le llaman Herodes el Grande; y sin embargo está atrapado entre las mallas de su envidia y miedo que le vuelven impotente y duro. Para asegurar su reino tiene que matar a todos los posibles competidores, sentándose en un trono de sangre. Para mantenerse a sí mismo, un tipo de capitalismo o dictadura económica tiene que matar a todos los opositores…

– Dios salvador oculto, Dios escondido ¿Dios impotente?.

Deja que Herodes se imponga con armas de muerte; parece escondido, incapaz de actuar, pero él es quien dirige lo que existe; así protege al niño y a su madre, guiando su camino en medio de las pruebas y peligros de la historia. Es un Dios misterioso: ¿por qué salva a Jesús y no a los niños inocentes de Belén? ¿por qué salva a Jesús y siguen muriendo millones y millones de inocentes? ¡Quizá para que Jesús pueda abrirnos a todo un camino de salvación!

– Familias, sagradas, niños inocentes.

Allí donde el rey (o la política y economía de turno) persigue a los pobres… las familiar pobres y perseguidas son las familias sagradas. Los primeros mártires cristianos son los niños inocentes que mueren “por política”. Sólo se puede celebrar hoy la fiesta de la “buena familia” (con papa, mamá y niños ricos: ¡que Dios los bendiga!), si descubrimos que las familias más sagradas, las que debemos respetar, proteger y potenciar (las familias de Dios) son las que no tienen casa ni patria, ni medios de vida… y sin embargo siguen y siguen caminando

– Jesús Niño.

Herodes le quiere matar, pero no puede pues Dios mismo protege su camino, le libera. Mueren los niños en su lugar, perecen los millones de inocentes, pero él no les olvida ni abandona: crecerá para anunciarles luego el reino y morir por todos ellos, ofreciéndoles la gloria de su pascua.

– La madre.

Comparte la suerte del niño, vive para él, con él asume los peligros de evasión y exilio. Sigue pareciendo pasiva (se le dice a José: toma al niño y a su madre: Mt 2, 14.20) y, sin embargo, en su pasividad ella es la más activa: cuida, protege, educa al niño entre persecuciones y exilio. Mientras haya madre que protege al niño, como la de Is 7, 14… habrá Navidad.

– José.

Vuelve a cumplir, en medio de la persecución, aquella misma tarea de fe que está en el fondo de Mt 1, 18-25: cree en María, acoge, dirige, libera a la madre con el niño, poniéndose al servicio del Dios fugitivo, expulsado, exilado en el mundo. Mientras haya padres como José que se arriesgan por la mujer y por el niño…que son su riqueza, el don de Dios…, mientras haya padres que estén dispuestos a sufrir en el exilio o en la pobreza por sus hijos y por la madre de sus hijos… habrá Navidad.

-Todos los perseguidos del mundo…

En el tema central de esta día católico de la Sagrada Familia quedan todos los niños perseguidos del mundo, todas las “sagradas familias” de los que tienen que huir, emigrar, esconderse…

Reflexión de fondo

Jesús nace sobre un mundo de envidias, violencias y opresiones. Evidentemente asume la suerte de los perseguidos y exilados: como un simple ilegal, “indocumentado” peligroso, se esconde el Mesías. Su madre ha cometido el gran “delito” de dar a luz a un hijo que puede ser liberador; pues bien, persistiendo en el delito, ella esconde y cuida al niño peligroso, por encima (en contra) de la ley de estado que refleja o representa Herodes. No están solos: hijo y madre cuentan con la ayuda de un varón amigo, del fuerte José que les guía escondidos a Egipto y que después les devuelve con prudencia al pueblo de su origen (Nazaret). Leer más…

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Fiesta de la Sagrada Familia. Ciclo B. “Donde la familia no es lo importante”

Domingo, 31 de diciembre de 2017
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circuncisionDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Dos lecturas que encajan

En una fiesta de la Sagrada Familia, esperamos que las lecturas nos animen a vivir nuestra vida familiar. Y así ocurre con las dos primeras.

El libro del Eclesiástico insiste en el respeto que debe tener el hijo a su padre y a su madre; en una época en la que no existía la Seguridad Social, “honrar padre y madre” implicaba también la ayuda económica a los progenitores. Pero no se trata sólo de eso; hay también que soportar sus fallos con cariño, “aunque chocheen”.

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6. 12-14

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

La carta a los Colosenses ha sido elegida por los consejos finales a las mujeres, los maridos, los hijos y los padres. En la cultura del siglo I debían resultar muy “progresistas”. Hoy día, el primero de ellos provoca la indignación de muchas personas: “Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor.” Cuando se conoce la historia de aquella época resulta más fácil comprender al autor.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-21

Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Un evangelio atípico

presentacion-del-nino-jesus-en-el-temploSi san Lucas hubiera sabido que, siglos más tarde, iban a inventar la Fiesta de la Sagrada Familia, probablemente habría alargado la frase final de su evangelio de hoy: “El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.” Pero no habría escrito la típica escena en la que san José trabaja con el serrucho y María cose sentada mientras el niño ayuda a su padre. A Lucas no le gustan las escenas románticas que se limitan a dejar buen sabor de boca.

Como no escribió esa hipotética escena, la liturgia ha tenido que elegir un evangelio bastante extraño. Porque, en la fiesta de la Sagrada Familia, los personajes principales son dos desconocidos: Simeón y Ana. A José ni siquiera se lo menciona por su nombre (sólo se habla de “los padres de Jesús” y, más tarde, de “su padre y su madre”). El niño, de sólo cuarenta días, no dice ni hace nada, ni siquiera llora. Sólo María adquiere un relieve especial en la bendición que le dirige Simeón, que más que bendición parece una maldición gitana.

Sin embargo, en medio de la escasez de datos sobre la familia, hay un detalle que Lucas subraya hasta la saciedad: cuatro veces repite que es un matrimonio preocupado con cumplir lo prescrito en la Ley del Señor. Este dato tiene enorme importancia. Jesús, al que muchos acusarán de ser mal judío, enemigo de la Ley de Moisés, nació y creció en una familia piadosa y ejemplar. El Antiguo y el Nuevo Testamento se funden en esa casa en la que el niño crece y se robustece.

La misma función cumplen las figuras de Simeón y Ana. Ambos son israelitas de pura cepa, modelos de la piedad más tradicional y auténtica. Y ambos ven cumplidas en Jesús sus mayores esperanzas.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.»

Simeón

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: – «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.

Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: – «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Sorpresa final

Las lecturas de hoy, que comenzaron tan centradas en el tema familiar, terminan centrando la atención en Jesús. Con dos detalles fundamentales:

  1. Jesús es el importante. La escena de Simeón lo presenta como el Mesías, el salvador, luz de las naciones, gloria de Israel. Ana deposita en él la esperanza de que liberará a Jerusalén. José y María son importantes, pero secundarios.

2. Jesús es motivo de desconcierto y angustia. Lo que Simeón dice de él desconcierta y admira a José y María. Pero a ésta se le anuncia lo más duro. Cualquier madre desea que su hijo sea querido y respetado, motivo de alegría para ella. En cambio, Jesús será un personaje discutido, aceptado por unos, rechazado por otros; y a ella, una espada le atravesará el alma. Lucas está anticipando lo que será la vida de María, no sólo en la cruz, sino a lo largo de toda su existencia.

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“Segundo Domingo de Navidad”. Ciclo B. 31 Diciembre, 2017

Domingo, 31 de diciembre de 2017
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sagrada-familia

“Una profetisa, Ana, se presentó en ese mismo momento y daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban que Jerusalén sería liberada.”

(Lc 2, 22-40)

En el evangelio de hoy nos encontramos a Jesús todavía como un bebé. A sus pocas semanas aún no puede explicar quién es, pero ya hay quienes lo reconocen.

En la escena, María y José suben al templo de Jerusalén para presentar a su hijo al Señor. Están cumpliendo con la Ley judía y con la costumbre. Pero lo que podría haber sido un simple trámito se convierte en una fiesta de alabanza a Dios. En la entrada del templo se encuentran con Simeón, “un hombre justo y piadoso”, y con Ana, una profetisa. Las dos son personas mayores y mantienen una relación muy cercana con Dios: Simeón “tenía el don del Espíritu Santo”, y Ana “daba culto a Dios noche y día”.

Donde la mayoría solo verían a una familia más, Ana y Simeón reconocen al Mesías, quien liberaría a su pueblo. Si son capaces de verlo en un bebé, su mirada tiene que ser necesariamente especial: miran desde sus esperanzas más antiguas y profundas, desde la gratuidad, con unos ojos limpios de expectativas y pretensiones. Reconocen porque su corazón está lleno de Dios. Así, no dudan ni por un momento de quién es ese niño. Bendicen y dan gracias a Dios llenos de alegría y con naturalidad: la experiencia de su larga vida les dice que Dios está especialmente en lo humilde, por eso no se extrañan ante tal Mesías.

Ana y Simeón reconocen la maravilla delante de ellos, el tesoro que Dios les regala y pone en sus manos, y lo aceptan dando gracias y bendiciendo.

Oración

“Enséñanos, Trinidad Santa, a reconocerte en los acontecimientos más sencillos. Concédenos una mirada capaz de asombrarse ante la maravilla. Y que no nos olvidemos nunca de alabarte y agradecerte.”

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Toda familia es divina si es verdaderamente humana.

Domingo, 31 de diciembre de 2017
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medjugorje-junio-2014-pentecostes-078Lc 2, 22-40

Debemos aclarar que el modelo de familia de aquella época tenía muy poco que ver con el nuestro. Los estudios sociológicos que se han hecho sobre la familia en tiempo de Jesús, no dejan lugar a duda. Si no tenemos en cuenta los resultados de esos estudios será imposible entender nada del ambiente en que se desarrolla la infancia de Jesús. El tipo de familia de Nazaret que se nos ha propuesto durante siglos, no ha existido nunca. El modelo de familia del tiempo de Jesús, era el patriarcal. La familia molecular era completamente inviable, tanto por motivos sociológicos como económicos. ¿Qué podían hacer dos jóvenes de 13 y 14 años con un recién nacido en los brazos?

Cuando el evangelio nos dice que José recibió en su casa a María, no quiere decir que fueran a vivir a una nueva casa. María dejó de vivir en la casa de su padre y pasó a integrarse en la familia de José. Esto no quiere decir que no tuvieran su intimidad y sus relaciones más estrechas los tres. El relato de la pérdida del Niño en Jerusalén es impensable en una familia de tres. Pero cobra su verosimilitud si tenemos en cuenta que es todo el clan el que hace la peregrinación y vuelven a casa todos juntos.

El relato evangélico que acabamos de leer, es muy rico en enseñanzas teológicas. Está escrito sesenta o setenta años después de morir Jesús. Lc quiere dejar claro, desde el principio de su evangelio, que la vida de Jesús estuvo insertada plenamente en las tradiciones judías. Su persona y su mensaje no son realidades caídas del cielo, sino surgidas desde el fondo más genuino del judaísmo tradicional.

Debemos buscar la ejemplaridad de la familia de Nazaret donde realmente está, huyendo de toda idealización que lo único que consigue es meternos en un ambiente irreal que no conduce a ninguna parte. Sus relaciones, aunque se hayan desarrollado en un marco familiar distinto, pueden servirnos como ejemplo de valores humanos que debemos desarrollar, cualquiera que sea el modelo donde tenemos que vivirlos. Jesús predicó lo que vivió. Si predicó el amor, es decir, la entrega, el servicio, la solicitud por el otro, quiere decir que primero lo vivió él. Todo ser humano nace como proyecto que tiene que ir desarrollándose a lo largo de toda la vida con la ayuda de los demás.

Debemos tener mucho cuidado de no sacralizar ninguna institución. Las instituciones son instrumentos que tienen que estar siempre al servicio de la persona que es el valor supremo. Las instituciones no son santas ni sagradas. Nunca debemos poner a las personas al servicio de la institución, sino al contrario. Con demasiada frecuencia se abusa de las instituciones para conseguir fines ajenos al bien del hombre. Entonces tenemos la obligación de defendernos de ellas con uñas y dientes. Claro que no son las instituciones las que tienen la culpa. Son algunos seres humanos que se aprovechan de ellas para conseguir sus propios intereses a costa de los demás.

No debemos echar por la borda una institución porque me exija esfuerzo. Todo lo que me ayude a crecer en mi verdadero ser, me exigirá esfuerzo. Pero nunca puedo permitir que la institución me exija nada que me deteriore como ser humano; ni siquiera cuando me reporte ventajas o seguridades egoístas. La familia sigue siendo el marco privilegiado para el desarrollo de la persona humana, pero no sólo durante los años de la niñez o juventud, sino que debe ser el campo de entrenamiento durante todas las etapas de nuestra vida. El ser humano solo puede crecer en humanidad a través de sus relaciones con los demás.

La familia es el marco insustituible para esas relaciones profundamente humanas. Sea como hijo, como hermano, como pareja, como padre o madre, como abuelo. En cada una de esas situaciones, la calidad de la relación nos irá acercando a la plenitud humana. Los lazos de sangre o de amor natural debían ser puntos de apoyo para aprender a salir de nosotros mismos e ir a los demás con nuestra capacidad de entrega y servicio. Si en la familia superamos la tentación del egoísmo amplificado, aprenderemos a tratar a todos con la misma humanidad: exigir cada día menos y darse cada día más.

No tenemos que asustarnos de que la familia esté en crisis. El ser humano está siempre en constante evolución, si no fuera así, hubiera desaparecido hace mucho tiempo. En el evangelio no encontramos un modelo de familia. Se dio siempre por bueno el existente. Más tarde se adoptó el modelo romano, que tenía muchas ventajas, pues desde el punto de vista legal era muy avanzado. Los cristianos de los primeros siglos hicieron muy bien en adoptar ese modelo. Lo malo es que se sacralizó y se vendió después como modelo cristiano, sin hacer la más mínima crítica a los defectos que conllevaba.

Con el evangelio en la mano, debemos intentar dar respuesta a los problemas que plantea la familia hoy. La Iglesia no debe esconder la cabeza debajo del ala e ignorarlos o seguir creyendo que se deben a la mala voluntad de las personas. No conseguiremos nada si nos limitamos a decir: el matrimonio indisoluble, indisoluble, indisoluble, aunque la estadística nos diga que el 50 % se disuelven. No se trata de que las personas sean peores que hace cincuenta años. Hoy, para mantener un matrimonio, se necesita una madurez mayor.

Al no darse esa madurez, los matrimonios fracasan. Dos razones de esta mayor exigencia son: a) La estructura nuclear de la familia. Antes las relaciones familiares eran entre un número de personas mucho más amplio. Hoy, al estar constituidas por tres o cuatro miembros, la posibilidad de armonía es mucho menor, porque los egoísmos se diluyen menos. b) La mayor duración de la relación. Hoy es normal que una pareja se pase sesenta años juntos. Es más fácil que en algún momento, surjan dificultades.

Como cristianos tenemos la obligación de hacer una seria autocrítica sobre el modelo de familia que proponemos. Jesús no sancionó ningún modelo, como no determinó ningún modelo de religión u organización política. Lo que Jesús predicó no hace referencia a las instituciones, sino a las actitudes que debían tener los seres humanos en sus relaciones con los demás. Jesús enseñó que todo ser humano debía relacionarse con los demás como exige su verdadero ser, a esta exigencia le llamaba voluntad de Dios. Cualquier tipo de institución que permita esta relación plenamente humana, puede ser cristiana.

No solo no es malo que se separen dos personas que no se aman. Es completamente necesario que se separen, porque no hay cosa más inhumana que obligar, por decreto, a vivir juntas a dos personas que no se aman. Esto no contradice en nada la indisolubilidad del matrimonio, porque lo único que demostraría es a la falta de amor que ha hecho nulo, de todo derecho, lo que hemos llamado matrimonio. Si hay sacramento ciertamente es indestructible. Pero para que haya sacramento, no es suficiente que hagamos el signo. Es imprescindible que se dé la realidad significada, el amor.

Meditación

Éste es el Jesús que nos interesa de verdad.
Un ser humano que recorre nuestro propio camino.
Solo así nos puede indicarnos la verdadera dirección.
En nuestra vida espiritual
lo importante es no instalarse ni apoltronarse.
Paso a paso debemos avanzar, aunque sea en la oscuridad.
Mientras sigas dando pasos, estás en el buen camino.

Fray Marcos

 Fuente Fe Adulta

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Un Dios más allá de Dios.

Domingo, 31 de diciembre de 2017
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Sagrada_Familia_iconoLa vida de calidad es un proceso, no un estado del ser. Es una dirección, no un destino (Carl Rogers)

31 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia

Lc 2, 22-40

El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría (v 40)

En la película Sonata de Otoño (1978), del sueco Ingmar Bergman (1886-1970), la protagonista Eva, dice a Charlotte: “Cuando interpretas el movimiento lento de Beethoven en la Sonata para piano, debes sentir que vives en un mundo sin ninguna limitación, que estás ante un hecho que averiguas sin descanso, y que nunca comprenderás”.

¿Eran realmente tres los miembros que integraban la tradicionalmente llamada “Sagrada Familia” por la literatura y por el arte? Los teólogos e investigadores de la vida de Jesús no estás de acuerdo con esta visión, y defienden su punto de vista en su obra Otro Dios es posible, Parte I, que acaba de publicar Colección Exégesis Fe Adulta. María y José Ignacio López Vigil, ex jesuita, lo avalan con estos datos: “Los cuatro evangelios hablan en varias ocasiones de los “hermanos de Jesús, utilizando siempre la palabra griega “adelphos” que etimológicamente significa “de un mismo vientre” (Mateo 12, 46-47; Marcos 3, 31-32; Lucas 8, 19-21; Juan 2, 2) En el evangelio de Mateo (13,53-58) se mencionan incluso los nombres de los cuatro hermanos varones de Jesús: Santiago (Jacobo), José, Judas y Simón y se habla también de sus hermanas. En Lucas 2, 7 se lee que Jesús fue un hijo “primogénito” de María, no el hijo “unigénito”, lo que sugiere que María tuvo otros hijos”.

El calendario gregoriano señala la noche del 31 de diciembre como la última del año. En Roma, existe la tradición de arrojar los objetos viejos de la casa por las ventanas antes de las 12. Su significado es el de iniciar el año desprendiéndonos de todo lo que no nos sirve. (¿Se arrojarán, también, las viejas ideas por las del Vaticano?).

“Sabiduría es saber qué tienes que hacer, habilidad es saber cómo hacerlo, y virtud es hacerlo”, decía el naturalista americano David Starr Jordán. El Diccionario de la Real Academia Española la define en términos de conocimiento. Pablo la menciona en 1 Corintios 1, 20, y en Efesios la atribuye la función de impulsarnos “hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, y seamos hombres cabales y alcanzamos la edad de una madurez cristiana” (Ef 4, 13).

En el Antiguo Testamento nos encontramos con una especie de “Pentateuco Sapiencial” –Proverbios, Job, Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría– del que dice Shökel en su Biblia del Peregrino, que su propósito “no es la enseñanza intelectual, ni proponer una especie de catecismo ético, ni indagar el puesto de la vida humana en el orden cósmico. Más bien sería como una ‘oferta de sensatez’, que no imposición, como guía para todo ser humano”.

Y no sólo para todo ser humano, sino también para cada una de sus criaturas. Cuando Dios creó el mundo y dijo: “Creced, multiplicaos y llenad la tierra” (Gn 1, 28), les propuso alcanzar su plenitud, a cada uno según su especie y naturaleza. En la Grecia antigua se la personificaba como Σοφία (Sofia), y en los iconos rusos aparece como Sabiduría Santa.

En ese mandato universal podríamos encontrar los protagonistas a que se refirió el novelista húngaro Sándor Márai en El último Encuentro, cuando escribió este sugerente texto: Estuvieron largo rato sentados así al pie de la higuera. Escuchaban el mar: su rumor les era conocido. Murmuraba como murmuran los bosques de su patria. El niño y la nodriza pensaron que todo estaba conectado con el mundo”.

Carl Rogers, el fundador de la Escuela Humanista de Psicología, dijo en una ocasión: La vida de calidad es un proceso, no un estado del ser. Es una dirección, no un destino. Y esto es lo que se cumplen Jesús cuando de él escribe Lucas en 2, 40 que El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría”.

En la ópera El castillo de Barba Azul, del también húngaro Béla Bartók, la protagonista Judith, canta de su jardín secreto: “¡Ah, delicadas flores! / ¡Lirios gigantes, altos como hombres! / ¡Rosas frescas, sedosas, exquisitas! / ¡Rojos claveles que brillan a la luz! / ¡Nunca he contemplado belleza tal!”.  Jesús la alcanzó, y ojalá nosotros la logremos. La siguiente historia puede orientarnos en cómo hacerlo.

UN RELOJ EN EL GRANERO

Una vez un campesino descubrió que había perdido su reloj en el granero. No era un reloj cualquiera porque tenía un valor sentimental para él. Después de buscar en todo el heno durante bastante tiempo, se rindió y buscó con la ayuda de un grupo de niños que jugaban fuera del granero. Les prometió que el que lo encontrara sería muy bien recompensado.

Al oír esto, los niños corrieron dentro del granero, buscaron en todo el pajar y alrededor de él, pero ellos tampoco pudieron encontrar el reloj. Cuando el granjero estaba a punto de dejar de buscar, un niño se le acercó y le pidió otra oportunidad.

El granjero le miró y pensó: “¿Por qué no? Después de todo, este niño parece bastante sincero”.

Así el granjero envió al niño otra vez al granero. Pasado un rato, ¡el niño salió con el reloj en la mano! El granjero se sintió feliz y, sorprendido, le preguntó cómo él tuvo éxito cuando los demás habían fracasado.

Y creo que este es un problema que hay que resolver. El niño le respondió: “No hice nada, solo me senté en el suelo y escuché. En el silencio, oí el tictac del reloj y fui a buscarlo en esa dirección”.

Una mente tranquila puede pensar mejor que una mente alterada. ¡Déjale unos minutos de silencio a tu mente todos los días y te ayudará a dirigir tu vida en la manera que lo esperas!

Cuento popular

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Somos en Familia

Domingo, 31 de diciembre de 2017
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vidriera04Del blog de Tomás Muro, La Verdad es libre:

01. UNA FAMILIA IDEALIZADA.

Dentro de las fiestas de Navidad celebramos hoy la fiesta de la familia de Jesús, la Sagrada familia.

A la mayoría de los creyentes (y también no creyentes) la palabra “familia” nos sugiere la idea de un remanso de paz, un lugar-comunidad idealizada de color de rosa. Sin embargo no es la experiencia más común de la vida familiar.

La educación y la misma Iglesia “han internalizado” unas formas ideales de un hogar cálido, acogedor y sin conflictos. Lo mismo pensamos de la familia de Jesús.

La familia así entendida conlleva una gran carga de ideologización. En el fondo pensamos en una familia de clase media alta, más bien intimista, sin problemas de ningún tipo, cerrada en su vida privada.

02. LA REALIDAD ES OTRA.

La realidad de la familia nos habla de una manera muy distinta: en las personas y, por tanto en las familias, hay diferencias, modos de pensar y vivir, hay conflictos y discusiones.

En el matrimonio, en cuanto matrimonio hay divergencias y también como padres, se dan infidelidades de todo tipo, rupturas, abandono de los niños, rivalidades fraternas, crisis afectivas, crisis de crecimiento de los hijos, distintas concepciones de la sexualidad y de la vida en pareja, etc… La adolescencia no es un mal, pero sí una crisis. La crisis de los “diez años” de vida matrimonial no es un mal, pero sí una crisis. La tan estudiada crisis de los “40 años” no es un mal, pero sí una dura etapa de la vida

La fiesta de la Sagrada Familia pretende recordar y recuperar los valores humanos y cristianos de la familia. Pero el camino no es el de pensar con nostalgia en un nido protector, una especie de “eterna incubadora”, sino más bien el camino de la familia, como el personal y como la vida misma es el de un largo y difícil aprendizaje del amor en medio de los conflictos. No creo que sea exagerado decir que toda familia crece resolviendo conflictos pequeños o grandes.

Ello supone un saber asumir al “otro” y discutir-dialogar con el “otro”. Supone también saber respetar las identidades, diferencias y opciones.

Construir una familia no es tarea sencilla es vivir y crecer amablemente en medio de pequeños o grandes conflictos.

La familia no es una cuestión fácil.

03. NUESTRA FAMILIA

Ojalá hayamos tenido la gran suerte de nacer y crecer en una familia sana y hayamos podido abrirnos a la vida no digo desde una infancia feliz, pero sí en una familia de una experiencia confiada en el amor incondicional de los nuestros.

Pero aunque hayamos nacido y crecido en una familia acogedora y amable, siempre quedan carencias, recuerdos dolorosos, “asignaturas pendientes”, encontronazos y algunas situaciones traumáticas quedan para siempre.

Desde la Encarnación familiar de Jesús, que asume nuestra condición humana, por tanto también familiar, hemos de intentar un proceso de reconciliación con nuestro pasado, asumir, dejar de lado, olvidar muchas cosas forman parte también de la vida familiar.

04. NO HAY LIBERTAD ADULTA SIN RUPTURAS FAMILIARES.

No se llega a una libertad adulta, no llegamos a ser personas adultas sin rupturas familiares.

No siempre las rupturas son negativas. Hay veces que hay que cortar el cordón umbilical y dejará el hombre a su padre y a su madre y correrá los caminos personales de la vida, del matrimonio u otras opciones vocacionales, de estudios, opciones culturales, políticas, etc.

Otras rupturas pueden ser más traumáticas, pero también estas hay que saber asumir: rupturas o “llegada a punto muerto” matrimoniales; enfrentamientos por diferencias de tipo religioso, político, por cuestiones económicas.

Asumir las rupturas es crecer en libertad personal y familiar.

CONCLUSIÓN

Ser niño no es vivir siempre la mañana del día de Reyes, ni el matrimonio es el día festivo de la boda. La familia tiene un principio de realidad, que es la diversidad humana, la libertad vivida comunitariamente en respeto y amor, lo cual nos abre a todos hacia el futuro.

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Natividad del Señor

Lunes, 25 de diciembre de 2017
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Leído en Koinonia:

05-Navidad (B) cerezo

Misa del día

Isaías 52,7-10

Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es rey”! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Salmo responsorial: 97

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

Hebreos 1,1-6

Dios nos ha hablado por el HijoEn distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado que los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado”, o: “Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios.”

Juan 1,1-18

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotrosEn principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo: “Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”” Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]

 

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(25 de diciembre de 1977)

Hoy llega a nosotros la noticia del nacimiento de Cristo a través de su Iglesia. Cómo María, como nos cuenta el evangelio, al irse los pastorcitos que vinieron invitados por los ángeles a adorar al Niño Jesús, María se quedó reflexionando todo esto en su corazón. Para una comunidad cristiana la Navidad no tiene sentido si no es a base de una profunda reflexión, por eso para muchos cristianos la Navidad no es más que una fiesta que se espera y que luego pasa efímera, como la pólvora que se quema, y no deja más que basura en las calles. Para el cristiano es algo más que un cohetillo, es la gran noticia que debe reflexionarse y comprometer al hombre con este episodio en que Dios se hace hombre, no en una forma transitoria, sino para siempre, y el hombre debe también reflexionar ante el Señor.

Ese Cristo en Belén lo podemos representar hoy en esta homilía con este título: Cristo manifestación de Dios, Cristo manifestación del hombre y en tercer lugar, la Iglesia manifestación de Cristo.

PROLONGAR LA ENCARNACIÓN

Por eso la Iglesia, que prolonga la encarnación, o sea el Dios hecho hombre, no puede prescindir de la historia. Desde aquel momento Dios ha asumido la humanidad y ha dejado ese encargo de seguir asumiendo hacia Dios a todos los hombres, a la Iglesia, la cual, por tanto, peregrina en la historia, va recogiendo, no puede dejar de vivir las circunstancias en las cuales ella va prolongando esa encarnación. Por eso hermanos, estas noticias en las cuales yo reflejo lo más sobresaliente de la semana, no es con el afán de hacer aquí un noticiero. Lo hace mucho mejor cualquier instrumento de comunicación social, sino que es simplemente decirles a todos mis queridos hermanos, que vivimos en esta semana, en esta hora, que esta Navidad de 1977, siendo la eterna Navidad de Cristo, se ha vivido aquí en El Salvador en estas circunstancias de las cuales no podemos prescindir.

NAVIDADES TRISTES

Así es como tienen un sentido profundo, en medio de tarjetas y telegramas de Navidad, me hayan llegado cartas que son lamentos profundos, por ejemplo de aquellas madres y esposas que “en esta celebración de Navidad que con júbilo espera todo el pueblo cristiano, nosotras expresemos no una Navidad sino el profundo dolor de un calvario al albergar en nuestro corazón esa separación insuperable de nuestros hijos y esposos”. En otra carta parecida dice: “Estamos angustiadas y tristes por el llanto de nuestros hijitos que a cada momento que se despiertan en la noche están llamando a sus padres y de ellos no nos dan ninguna razón en los cuerpos de seguridad”. Y cartas de expresión así dolorosa, pues, son muchas las que llegan. Por nuestra parte hemos tratado de hacer todo lo que está a nuestro alcance recurriendo a recursos jurídicos y estamos dispuestos siempre, pues, a ayudar el dolor de la humanidad. Leer más…

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“En un pesebre”. Natividad del Señor – B (Lucas 2,1-14)

Lunes, 25 de diciembre de 2017
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05_nativ_b-600x399Según el relato de Lucas, es el mensaje del ángel a los pastores el que nos ofrece las claves para leer desde la fe el misterio que se encierra en un niño nacido en extrañas circunstancias en las afueras de Belén.

Es de noche. Una claridad desconocida ilumina las tinieblas que cubren Belén. La luz no desciende sobre el lugar donde se encuentra el niño, sino que envuelve a los pastores que escuchan el mensaje. El niño queda oculto en la oscuridad, en un lugar desconocido. Es necesario hacer un esfuerzo para descubrirlo.

Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: «No temáis. Os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo». Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo de unos privilegiados. Es para toda la gente.

Los cristianos no hemos de acaparar estas fiestas. Jesús es de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado, de quienes confían en Dios y de los que dudan de todo. Nadie está solo frente a sus miedos. Nadie está solo en su soledad. Hay Alguien que piensa en nosotros.

Así lo proclama el mensajero: «Os ha nacido hoy un Salvador: el Mesías, el Señor». No es el hijo del emperador Augusto, dominador del mundo, celebrado como salvador y portador de la paz gracias al poder de sus legiones. El nacimiento de un poderoso no es buena noticia en un mundo donde los débiles son víctima de toda clase de abusos.

Este niño nace en un pueblo sometido al Imperio. No tiene ciudadanía romana. Nadie espera en Roma su nacimiento. Pero es el Salvador que necesitamos. No estará al servicio de ningún César. No trabajará para ningún imperio. Es el Hijo de Dios que se hace hombre. Solo buscará el reino de de su Padre y su justicia. Vivirá para hacer la vida más humana. En él encontrará este mundo injusto la salvación de Dios.

¿Dónde está este niño? ¿Cómo lo podemos reconocer? Así dice el mensajero: «Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». El niño ha nacido como un excluido. Sus padres no le han podido encontrar un lugar acogedor. Su madre le ha dado a luz sin ayuda de nadie. Ella misma se ha valido como ha podido para envolverlo en pañales y acostarlo en un pesebre.

En este pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres. No le encontraremos entre los poderosos, sino en los débiles. No está en lo grande y espectacular, sino en lo pobre y pequeño. Vayamos a Belén; volvamos a las raíces de nuestra fe. Busquemos a Dios donde se ha encarnado.

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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El verdadero Jesús nace del Espíritu.

Domingo, 8 de enero de 2017
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BAUTISMO DE JESUSMt 3, 13-17

Empezamos el tiempo ordinario del año litúrgico. A lo largo de todo el año vamos desgranando los más importantes acontecimientos de la vida pública de Jesús. Es lógico que empecemos con el primer hecho importante de esa andadura, el bautismo. Los especialistas dicen que el bautismo, es el primer dato de la vida de Jesús que podemos considerar, con una gran probabilidad, como verdaderamente histórico. Sin duda fue muy importante para Jesús. Fue también muy importante para los primeros cristianos que intentaron comprender su vida y milagros, porque el bautismo deja claro que el motor de toda la trayectoria humana de Jesús fue obra del Espíritu.

La hondura de la fiesta la marcan las dos primeras lecturas. Ahí podemos descubrir que va mucho más allá de la narración de un hecho más o menos folclórico. Isaías hace un cántico al libertador del pueblo oprimido que la primera comunidad cristiana identificó con Cristo. Pedro hace un resumen muy certero de la vida de Jesús. En las tres lecturas se habla del Espíritu como determinante de la presencia salvadora de Dios. La presencia de Dios en la historia se lleva a cabo siempre a través de su Espíritu. Dios es causa primera, y no puede ser causa segunda. Actúa siempre desde lo hondo del ser y sin violentarlo en nada. Por eso decimos que actúa siempre como Espíritu.

Aunque el bautismo de Jesús fue un hecho histórico, la manera de contarlo va más allá de una crónica de sucesos. Cada evangelista acentúa los aspectos que más le interesan para destacar la idea que va a desarrollar en su evangelio. Lo narran los tres sinópticos y  Hechos aluden a él varias veces. Jn  hace referencia a él como dato conocido, lo cual es más convincente que si lo contara expresamente. Dado el altísimo concepto que los primeros cristianos tenían de Jesús, no fue fácil explicar su bautismo por Juan. En ningún caso pudo ser un invento posterior. Si a pesar de las dificultades de encajarlo, se narra en todos los evangelios, es que era un hecho conocido de todos y no se podía escamotear.

El relato del bautismo intenta concentrar en un momento, lo que fue un proceso que duró toda la vida de Jesús. La mejor demostración es que en los sinópticos está relacionado con las tentaciones. Ni en uno ni en dos momentos quedó definitivamente clara su trayectoria. No tiene mucha lógica que el bautismo marque el punto de inflexión hacia su vida pública. Aceptar el bautismo de Juan, era aceptar su doctrina y su actitud vital fundamental. No se entiende que esa aceptación del bautismo de Juan sea a la vez el comienzo de un proyecto propio, distinto del de Juan.

En el brevísimo diálogo entre Jesús y Juan, Mt expresa que Jesús rompe todos los esquemas del mesianismo judío. No es el bautizar a Jesús lo que le cuesta aceptar al Bautista, sino el significado de su bautismo, que trastoca la idea del Mesías juez poderoso, que Juan manifestaba en sus discursos. Es muy probable que Jesús fuera discípulo de Juan y que no solo se vio atraído por su doctrina, sino que formaría parte del pequeño grupo de seguidores. Solo después de ser bautizado, desde su propia experiencia interior, trasciende el mensaje de Juan y comienza a predicar su propio mensaje, en el que la idea de Mesías y de Dios que el Bautista había predicado, queda notablemente superada.

Con sus constantes referencias al AT, Mt quiere dejar muy claro que toda la posible comprensión de la figura de Jesús tiene que partir del AT. La manera de hablar es totalmente simbólica. Lo que nos cuentan, pasó todo en el interior de Jesús. Lucas nos dice: “y mientras oraba…” Los demás evangelistas lo dan por supuesto, porque sólo desde el interior se puede descubrir el Espíritu que nos invade. Jesús una persona ya madura pero inquieta, se siente atraído por la predicación de Juan. No solo la acepta, sino que se quiere comprometer con las ideas del Bautista. Todo ello prepara a Jesús para una experiencia única. Se le abren los cielos y ve claro lo que Dios espera de él.

Jesús no fue un extraterrestre de naturaleza divina que estaba dispensado de la trayectoria que cualquier ser humano tiene que recorrer para alcanzar su plenitud. No nos tomamos en serio esa experiencia humana de Jesús. Pero los primeros cristianos tomaron muy en serio la humanidad de Jesús. Hablar de que Jesús hizo un acto de humildad al ponerse a la fila como un pecador, aunque no tenía pecados, es pensar en una acto teatral que no pega ni con cola a una personalidad como la de Jesús.

A este relato nos acercamos siempre con demasiados prejuicios: El primero, olvidarnos de que Jesús era completamente humano y necesitó ir aclarando sus ideas. En segundo lugar el concepto de pecado y conversión, que no tiene nada que ver con lo que se entendía entonces. Entendemos la conversión como un salir de una situación de pecado. Lo que se narra es una auténtica conversión de Jesús, lo cual no tiene que suponer una situación de pecado, sino una toma de conciencia de lo que significa para un ser humano alcanzar la plenitud de una meta aún no conseguida.

Dios llega siempre desde dentro, no de fuera. Nuestro mensaje “cristiano” de verdades, normas y ritos, no tiene nada que ver con los que vivió y predicó Jesús. El centro del mensaje de Jesús consiste en invitar a todos los hombres a tener la misma experiencia de Dios que él tuvo. Después de esa experiencia de Dios, Jesús ve con toda claridad que esa es la meta de todo ser humano y  puede decir a Nicodemo: “hay que nacer de nuevo”. Porque él ya había nacido del agua y del Espíritu.

El bautismo de Jesús tiene muy poco que ver con nuestro bautismo. El relato no da ninguna importancia al bautismo en sí, sino a la manifestación de Dios en Jesús por medio del Espíritu. Fijaros que Mt dice expresamente: “apenas se bautizó, Jesús salió del agua…”. Mc dice casi lo mismo: “apenas salió del agua…” Lc dice: “y mientras oraba…”. La experiencia tiene lugar una vez concluido el rito del bautismo. En los evangelios se hace constante referencia al Espíritu para explicar lo que es Jesús.

La alusión a los cielos que se abren definitivamente, es la expresión de una esperanza de todo el AT. (Is 63,16) “¡Ah si rasgasen los cielos y descendieses!” La comunicación entre lo divino y lo humano, que había quedado interrumpida por culpa de la infidelidad del pueblo, es desde ahora posible gracias a la total fidelidad de Jesús. La distancia entre Dios y el Hombre queda superada para siempre. La voz la oyó Jesús dentro de sí mismo y le dio la garantía absoluta de que Dios estaba con él para llevar a cabo su misión.

Estamos celebrando el verdadero nacimiento de Jesús. Y éste sí que ha tenido lugar por obra del Espíritu Santo. Dejándose llevar por el Espíritu, se encamina él mismo hacia la plenitud humana, marcándonos el camino de nuestra plenitud. Pero tenemos que ser muy conscientes de que solo naciendo de nuevo, naciendo el agua y del Espíritu, podremos desplegar todas nuestras posibilidades humanas. No siguiendo a Jesús desde fuera, como si se tratara de un líder, sino entrando como él en la dinámica de la vivencia interior.

La presencia de Dios en el hombre tiene que darse en aquello que tiene de específicamente humano; no puede ser una inconsciente presencia mecánica. Dios está en todas las criaturas como la base y el fundamento de su ser, pero solo el hombre puede tomar conciencia de esa realidad y puede vivirla. Esto es su meta y el objetivo último de su existencia. En Jesús, la toma de conciencia de lo que es Dios en él, fue un proceso que no terminó nunca. En el relato del bautismo se nos está hablando de un paso más, aunque decisivo, en esa toma de conciencia.

Meditación-contemplación

Jesús vio que el Espíritu bajaba sobre él.
Ésta es la experiencia máxima de un ser humano
si tenemos en cuenta que Dios-Espíritu no tiene que venir de ninguna parte,
porque está en nosotros antes de que nosotros empezáramos a ser.
………………….

Descubrir el Espíritu en lo hondo de mi ser,
es el segundo nacimiento que Jesús pide a Nicodemo.
Con esa experiencia, comienza otra Vida que es la verdadera.
Es la misma Vida que es Dios la que se despliega en mí.
…………………..

No tengo que romperme la cabeza para conseguirla.
Es un don que el mismo Dios me ha hecho ya.
Estoy preñado de Dios
Lo único que tengo que hacer es atreverme a darle a luz.
……………………..

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Fiesta de la Epifanía del Señor. 6 de enero de 2017

Viernes, 6 de enero de 2017
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Leído en Koinonia:

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Isaías 60, 1-6

La gloria del Señor amanece sobre ti

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, los dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.

Salmo responsorial: 71

Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes:
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

Que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributos;
que los reyes de Sabá y de Arabia
le ofrezcan sus dones,
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. R.

Porque él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.

Efesios 3, 2-6

Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos

Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Mateo 2, 1-12

Venimos de Oriente para dorar al Rey

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

“¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”.

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:

– “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel””.

Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

– “Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo”.

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

***

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(6 de enero de 1978)

Queridos hermanos sacerdotes y fieles,

Distinguidos miembros de la Comisión Nacional de Justicia y Paz,

Estimados radio-oyentes:

 INTRODUCCIÓN

 DESDE TODOS LOS CONFINES VAN LLEGANDO A JESÚS

Esta noche esta Catedral repleta de fieles es protagonista de una procesión de siglos y de pueblo, que comenzó hace 20 siglos.

El profeta Isaías en la primera lectura de esta noche nos anunciaba cómo desde la oscuridad del mundo iban a surgir los pueblos en busca de aquella mística luz que brillaba en Jerusalén: LA LUZ DE DIOS. Y con una poesía maravillosa nos ha cantado esta noche el profeta esa Epifanía de un Dios que se hace presente a los pueblos; encontradizo a los que en las tinieblas, en las dudas, en la oscuridad BUSCAN. Buscan la solidez de una paz, de una alegría que al fin encontraron, precisamente -según nos ha contado el Evangelio de San Mateo también esta noche- aquellos magos qué fueron precisamente la primicia de esa profecía que comenzaba a cumplirse. Aquellos magos del Oriente son los que van como a la vanguardia de esa procesión de siglos y de pueblos. Y entonces comenzó a cumplirse lo de Isaías: “Que desde todos los confines van llegando a la cuna de Jesús a reconocerlo Dios, Rey, Salvador de los hombres”.

Nosotros ahora, esta noche, somos parte de esa procesión. ¡Dichosos los que con fe sienten la alegría inmensa de los magos de haber encontrado a Jesús! y los que aún no tengan esta fe -que ciertamente habrá personas que dudan todavía en esas tinieblas del mundo en esta hora de confusión- se preguntarán: ¿Y existe de verdad esa paz? ¿Y existe de verdad ese Cristo Salvador? ¿Existe acaso ese Dios que puede salvar estas situaciones tan horrorosas en que vivimos?

JORNADA DE LA PAZ. MENSAJE DE PABLO VI

Hermanos, terminamos precisamente 3 noches de reflexión.

Yo quiero felicitar muy cordialmente a los laicos de la Comisión Nacional de Justicia y Paz, que han hecho eco tan profundo al Magisterio de la Iglesia. Gracias a ellos hemos escuchado en esta misma cátedra las profundas reflexiones teológicas del Sr. Arzobispo de Panamá, uno de los grandes teólogos actuales de América Latina, enfocando el mensaje de Pablo VI no solamente en 1978, sino a lo largo de toda la historia de la Iglesia, que no ha sido otra cosa que proponer a los hombres un mensaje de paz, que se hace más enfático en estos tiempos cuando la paz se deteriora por la violencia y se oye el grito rotundo del Magisterio de esa Iglesia: “NO A LA VIOLENCIA, SÍ A LA PAZ”.

Escuchamos anoche también a un hombre que, viviendo en la profesión y en el mundo, recoge la sintonía de los hombres del siglo, de los hombres que en el mundo saben que tienen que mirar a este Magisterio, a esta Iglesia; y cuando se tiene el corazón noble, la intención sana, se oye a la Iglesia. No hay prejuicio contra ella y se escucha con el corazón limpio que la Iglesia tiene razón en su grito tan actual como eterno: NO A LA VIOLENCIA, SÍ A LA PAZ.

MENSAJE ESPECÍFICO DE PABLO VI PARA EL SALVADOR.

Y yo creo, hermanos, que es providencial que junto con este regalo del mensaje Mundial de Pablo VI, haya resonado también un mensaje específico para El Salvador. Que junto al mensaje de los ángeles en Belén se concretara como una homilía dirigida a los salvadoreños, aquel “Paz a los hombres” en el discurso de Pablo VI al Embajador de los salvadoreños ante la Sede Apostólica, para decirles que esta búsqueda sincera de los salvadoreños de la paz, que ha caracterizado estas noches, tiene una respuesta. Y que si el corazón salvadoreño sigue esta búsqueda con sinceridad la encontrará. Yo quisiera recoger toda esa esperanza de Pablo VI para sembrarla precisamente en el corazón de los salvadoreños y hacer de esta Epifanía, como los magos, nosotros salvadoreños encontrar a Cristo en los brazos de MARÍA, REINA DE LA PAZ, precisamente bajo el signo más bello de Jesús: La Paz, el don que simboliza todo el fruto de la redención. Aquel con que saludaba resucitado, libre ya de las ataduras de los pecados que habían sido ya redimidos, libre de los cerrojos de la muerte y del infierno que ha quedado ya clausurado bajo el imperio de la redención. En una sola palabra, todo su saludo a los hombres de buena voluntad: “PAZ A VOSOTROS”, “MI PAZ OS DOY”, no como la da el mundo. La paz, la que sigue ofreciendo esta Iglesia. Leer más…

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“Responder a la luz”. Epifanía del Señor – A (Mateo 2,1-12)

Viernes, 6 de enero de 2017
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epifaniaSegún el gran teólogo Paul Tillich, la gran tragedia del hombre moderno es haber perdido la dimensión de profundidad. Ya no es capaz de preguntar de dónde viene y adónde va. No sabe interrogarse por lo que hace y debe hacer de sí mismo en este breve lapso de tiempo entre su nacimiento y su muerte.

Estas preguntas no encuentran ya respuesta alguna en muchos hombres y mujeres de hoy. Más aún, ni siquiera son planteadas cuando se ha perdido esa «dimensión de profundidad». Las generaciones actuales no tienen ya el coraje de plantearse estas cuestiones con la seriedad y la hondura con que lo han hecho las generaciones pasadas. Prefieren seguir caminando en tinieblas.

Por eso, en estos tiempos hemos de volver a recordar que ser creyente es, antes que nada, preguntar apasionadamente por el sentido de nuestra vida y estar abiertos a una respuesta, aun cuando no la veamos de manera clara y precisa.

El relato de los magos ha sido visto por los Padres de la Iglesia como ejemplo de unos hombres que, aun viviendo en las tinieblas del paganismo, han sido capaces de responder fielmente a la luz que los llamaba a la fe. Son hombres que, con su actuación, nos invitan a escuchar toda llamada que nos urge a caminar de manera fiel hacia Cristo.

Nuestra vida transcurre con frecuencia en la corteza de la existencia. Trabajos, contactos, problemas, encuentros, ocupaciones diversas, nos llevan y traen, y la vida se nos va pasando llenando cada instante con algo que hemos de hacer, decir, ver o planear.

Corremos así el riesgo de perder nuestra propia identidad, convertirnos en una cosa más entre otras y vivir sin saber ya en qué dirección caminar. ¿Hay una luz capaz de orientar nuestra existencia? ¿Hay una respuesta a nuestros anhelos y aspiraciones más profundas? Desde la fe cristiana, esa respuesta existe. Esa luz brilla ya en ese Niño nacido en Belén.

Lo importante es tomar conciencia de que vivimos en tinieblas, de que hemos perdido el sentido fundamental de la vida. Quien reconoce esto no se encuentra lejos de iniciar la búsqueda del camino acertado.

Ojalá en medio de nuestro vivir diario no perdamos nunca la capacidad de estar abiertos a toda luz que pueda iluminar nuestra existencia, a toda llamada que pueda dar profundidad a nuestra vida.

José Antonio Pagola

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“Venimos de Oriente para adorar al Rey”. 7 de enero de 2017. Epifanía del Señor

Viernes, 6 de enero de 2017
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08-epifania (C) cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 60, 1-6: La gloria del Señor amanece sobre ti¡ .
Salmo responsorial: 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.
Efesios 3, 2-6: Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos.
Mateo 2, 1-12: Venimos de Oriente para adorar al Rey.

La época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías (parte llamada del «Tercer Isaías») corresponde a «la restauración», es decir, al regreso a Jerusalén de los israelitas que habían sido deportados a Babilonia. (Es el tiempo en el que ha sido escrita la mayor parte de la Biblia). Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo, con lo que Jerusalén volverá a ser una ciudad radiante, llena de luz, en donde la presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande, ante cuya presencia se postrarán todos los pueblos de la tierra. El profeta manifiesta con esta gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva época para Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie podrá hacerle daño.

Esta visión profética posee una comprensión muy reducida de la acción salvífica de Dios, ya que es asumida como una promesa que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente del pueblo de Israel y no de toda la tierra. Pablo, a través de la carta a los Efesios, ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida por Dios, a través de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos. El plan de Dios, según Pablo, consiste en formar un solo pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo, una sola Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la vida y la salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa que el misterio recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva de Cristo se hace efectiva también en los paganos, ellos son coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo; esto significa que Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos, salva a todos, reconcilia a todos sin excepción.

El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía» [manifestación], confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el evangelista no duda en ubicar con exactitud el lugar donde nació Jesús, Belén, para decirnos que con su presencia en la historia se estaría dando cumplimiento a las palabras de los profetas… Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos, venidos de Oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del Evangelio a los paganos y su llamado a formar parte de la comunidad cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas (religiones), que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.

En un tiempo como el que vivimos, marcado por la conciencia del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de proselitismo, o sea, de un esfuerzo por ir a «convertir» al cristianismo a los «gentiles» o «paganos». La «universalidad cristiana» era entendida desde la centralidad del cristianismo: éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, una religión que era el destino establecido por Dios para toda la raza humana… Todos los pueblos (universalidad, sí) estaban destinados a abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos… Tarde o temprano el mundo llegaría a su destino: ser «un sólo rebaño, con un solo pastor»… (y al decir esto, los católicos imaginábamos una Iglesia católico-romana felizmente extendida a todo el mundo, extendida incluso a las demás confesiones cristianas, que habrían aceptado finalmente al Papa como pastor supremo y único…). Es decir, se trataba de una universalidad, sí, pero cristianocéntrica: la universalidad se da en nosotros, en el cristianismo, y fuera del cristianismo, todos los valores religiosos son inferiores y están destinados a subsumirse o a desaparecer…

Hoy todo esto está cambiando, aunque muchos cristianos (incluidos no pocos de sus pastores y la teología más oficial) todavía siguen anclados, incluso inamovibles, en la visión tradicional. Buen día hoy, la fiesta de la Epifanía, para replantearse estos desafíos y para reflexionar sobre ellos en la homilía y en la comunidad cristiana. No desaprovechemos esta oportunidad para actualizar también personalmente nuestra visión en estos temas. En la RELaT (servicioskoinonia.org/relat) hay bastantes materiales para estudiar el tema, así como para debatirlo en grupos de estudio o de catequesis (véase por ejemplo los artículos nº 351, 419, 277, 366, 409, 363, 445…). El último de ellos nos resulta novedoso: nunca habíamos leído un texto teológico desde una visión de la misión misionera que no incluye la conversión del otro al cristianismo; merece la pena estudiarlo y debatirlo.

En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos referencias a Belén en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca del nacimiento de Jesús. La tradición de que el Mesías debía nacer en Belén tiene su base en el texto de Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debería salir quien gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. Hoy ya sabemos que Jesús nació probablemente en Nazaret, y que la afirmación de que nació en Belén es una afirmación simplemente teológica, no histórica.

El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa matemáticos, astrólogos, es decir, estudiosos del cielo. Más tarde el teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220 d.C.) aseguró que los magos eran reyes y que procederían de Oriente. En los regalos de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia ven simbolizadas la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo. Por cierto, la mayor parte de nuestras celebraciones litúrgicas nunca hacen referencia a las religiones no cristianas; nos mantenemos en una esfera férreamente cerrada a todo lo ajeno: no dejamos entrar ninguno de los regalos magníficos que otras religiones nos hacen… Buen día hoy para referirnos a esos dones que Dios mismo nos hace a través de las demás reigiones, sus prácticas religiosas tan diferentes de las nuestras, sus métodos de oración, sus acentos éticos diversos… Como la familia de Jesús aceptó los dones que aquellos «paganos» le trajeron, así nosotros deberíamos abrirnos a ese intercambio de bienes… Leer más…

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Herodes, Rey-Molok. Jesús, Rey-Niño. La fiesta de los Magos

Viernes, 6 de enero de 2017
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15823696_714002958776899_3255907007681234119_nDel blog de Xabier Pikaza:

Hay un “complejo (un mito y ritual) de Molok, que consiste en sacrificar a los niños (los propios hijos), para reinar así de un modo perverso .

Ha habido y sigue habiendo muchos Rey-Molok, y más Molok que no son reyes en sentido antiguo, pero exigen el sacrificio de niños, matándoles de un modo externo (especialmente por hambre), o utilizándoles en un plano sexual, laboral… Entre ellos, ll más importante en la Biblia y en la memoria de occidente ha sido Herodes, rey de Judá (que mató a los niños de Belén para asegurar su trono, aunque no pudo matar a Jesús).

Nuestra cultura (nuestra política y economía, e incluso a veces nuestra religión) es molokita, pues sacrifica (=deja morir) o utiliza cada día varias decenas de miles niños para seguir triunfando

El mito de Molok pero se expresa y configura de un modo especial en las culturas semitas del antiguo oriente (fenicios, sirios, cananeos…), donde el rey (Melek/Molok), y los grandes del reino, debían sacrificar a su hijos primogénitos al Melek/Molok divino, que sólo así les ofrecía su asistencia.

Conforme a ese “mito” (o complejo), sólo aquel que sea capaz de “pasar” sobre su propio hijo (es decir, de sacrificarle) tiene el temple y fuerza suficiente para reinar. Todo rey (Dios) fuerte impera y se impone sobre los demás costa de la vida de sus hijos. Si alguien no puede matar a esos hijos (los débiles…) no puede reinar de verdad.
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Pues bien, los judíos antiguos de la Biblia descubrieron, al menos en principio, que esa adoración de Molok (con sacrificio de los hijos) era la perversión suprema de la tierra, el mayor pecado. Ellos vieron que los reyes (y los personajes importantes) de los pueblos vecinos (moabitas, amorreos, fenicios…) sacrificaban a sus hijos a Molok para reinar, sin que temblaran las manos (como en caso del Rey Mesha de Moab).

De todas formas, aún sabiendo eso, muchos reyes judíos, durante largo tiempo, han tendido que matar a sus hijos, para así imponerse (sin miedo, sin piedad, sin vacilación…), como sabe y dice bien la historia de los libros de los Reyes y la profecía de Ezequiel, donde se afirma que el mayor pecado de Israel ha sido “matar a sus hijos”, sacrificar a sus propios Molok ante Molok (a pesar de que el mismo Dios hubiera dicho a Abrahán que no matara a su hijo, en Gen 22).


En una página desgarrada y fuerte, el profeta Ezequiel (Ez 20) afirma que también los judíos, en su deseo de poder, han caído en la mayor de las perversiones,
como si el mismo Dios les hubiera abandonado, fascinado, pervertido… haciéndoles capaces de “pasar por el fuego” (matar y luego quemar) a sus primogénitos. Esa es la perversión suprema: Creer que podemos (y quizá debemos) dejar dejar que mueran miles y millones de inocentes (sobre todo niños) para que nuestra gran cultura homicida,filicida, siga adelante.

Ésta es una historia (una experiencia) que está en el fondo de la fiesta de los “magos” de Mt 2, una fiesta radicalmente antimonárquica (en el sentido normal de la monarquía filicida)… un texto de revelación del gran misterio de la perversidad (reinar matando a los niños) y de la gracia de la salvación (Jesús es rey niño).

En ese contexto se entiende la escena de Mt 2, la fiesta de los magos (no reyes) qu vienen corriendo a Belén:
images‒ Los magos de oriente no son reyes que matan a niños para reinar, sino sabios que ponen su vida al servicio del Niño (de los niños).

‒ El único “rey” del texto es Herodes (¡signo del Imperio romano!) que quiere matar y mata a los niños (los sacrifica a Molok, el Dios del puro poder), para seguir reinando.

‒ Ciertamente, Jesús aparece como “rey de los judíos”, pero de una forma “antimonárquica”… Es Rey como niños perseguido

Éste es un tema central de nuestra historia… pues el poder de este mundo sigue triunfando sobre los cadáveres de los niños… Ciertamente, ya no sacrificamos los niños ofreciéndolos por el fuego a un Dios Molok/Rey sagrado, pero hacemos algo peor… Para que el mundo siga en su marcha “real” tienen que morir cada día unos 40.000 niños. La historia perversa de Moloc continúa, como verá quien siga leyendo.

1ª imagen: Los magos, mosaico de S. Apolinar, Ravenna (siglo VI
2ª imagen: Horno de Molok donde se quemaban los niños sacrificados.
3ª imagen: Códice de Roda (Huesca, siglo X)

1. EL MITO DEL NIÑO PERSEGUIDO A QUIEN LOS PERVERSOS HAN DE MATAR

Este es un tema que aparece en todos los comentarios a Mateo, como el de U. Luz (Mateo, Sígueme, Salamanca) y el que yo mismo acabo de escribir (Mateo, VD, Estella). La sabiduría de los pueblos ha sabido desde antiguo que los grandes poderes reinan en el mundo “sacrificando” de algún modo a los niños.

Como protesta en contra de esa situación, de formas diversas, muchos mitos del Este y del Oeste han anunciado el nacimiento de un niño que será liberador de todos… aunque después los poderes establecidos (de Israel a Roma, de la India a Persia) ha tendido a interpretarlo desde su perspectiva de poder, como si ellos fueran representantes de un poder más alto, de un Niño divino, salvador de los niños.

Lo sorprendente no es que existan paralelos al Nacimiento de Jesús (con persecución, muerte de niños, salvación milagrosa…),sino que ese nacimiento se cuente de forma tan sobria, como protesta radical frente a los reyes sagrados (como Herodes) que reinan matando niños.

Gilgamés
Niño que ha de ser triunfador… (cf. Varrón, Hist., 12, 21.
Los caldeos advierten del riesgo a Sokharos… y echan al niño de una torre para que muera, y les deje tranquilos…los dioses le salvan por medio del Águila y un campesino le educa

Krishna
Su historia se cuenta en la Mahabarata, 56-59; Baghavata Purana, 10, 3
Anuncio de nacimiento de Krisna… que será salvador de todos…
Los poderosos tienen miedo de su nacimiento… y reaccionan queriendo matar a los del clan de Chrisna…. Pero los poderes celestes protegen al niño bueno y en su lugar matan a los los niños falsos.

Ciro
Herodoto I, 107-122; Justino, Epítome, 1, 4
Sueño de Mandane, sueño de Astiages… con interpretación de los magos (Ciro triunfará).
El rey Astiages horrorizado quiere matar al niño, pero unos pastores le salvan

Abrahán
Billerbeck I, 77s
Visión de la estrella que anuncia su nacimiento. Interpretación por sabios y astrólogos. Angustia de Nimrod, el rey malvado, que quiere matar al niño… Los poderes divinos ocultade Abrahán… (pero en su lugar matan a muchos niños) .

Moisés
Éxodo, Josefp, Ant. 2; PsFilón; Tg Ex; ExR; Mekh Ex
Sueño del faraón (Tg Ex 1, 15); sueño de Amrán (Jos); profecía de Miriam (=Apocalipsis).Interpretación por letrados (Josefi) por los magos Jannes/ y Jambres (Tg Ex), por astrólogos (ExR 1, 22).
Sobresalto del faraón.Reacción: matanza de niños.
Salvación: sueño de Amrán; ocultamiento de la cesta en el río. Hija del Faraón.
Sacrificio supletorio: matanza de niños hebreos de Egipto.

Rómulo/Remo
Livio 1, 3-6. Rea embarazada de Marte; sueño de Rea.
Exterminio de los descendientes de Numitor: los niños en el Tíber.
Salvación por la loba.

Augusto
Suetonio, Aug. 94, 3; Dión Casio., 45, 1ss.
Sueño de la madre y del padre (Dión C.); relámpago (Suet.), sueño de Atia (¿nacimiento virginal?).El Astrólogo Nigidio Fígulo interpreta los presagios… Sobresalto del Senado.Reacción: decreto del Senado: no educar a ningún niño (Suetonio).
Salvación: se anula la decisión anterior.

Ap 12
Señales en el cielo. El Dragón quiere matar al niño… pero no lo consigue (Dios salva al niño)
Reacción: el dragón lanza a la mujer a la Tierra.
Salvación: rapto del niño.
Persecución a la mujer en lugar del niño.

2. FIESTA DE LOS MAGOS. JESUS, PROTESTA CONTRA MOLOK/HERODES REY

‒ Mt 2 asume y recrea ese “mito”, afirmando que el Niño Jesús es verdadero Rey… Pues bien, en ese contexto, los magos no son reyes, sino sabios… Representantes de la nueva sabiduría humana que debe reconocer dónde está el rey verdadero, que no es Herodes, sino el Niño.

Herodes, el Rey de los judíos, impuesto por Roma, es un adorador de Molok. Por eso sacrifica a los niños ante el altar de ese Molok, para reinar él, al servicio del imperio, es decir, del poder convertido en divino.

–Situada en ese contexto, la Fiesta del Niño Rey de Belén, adorado por los magos y perseguido por Herodes, tiene un sentido contra-cultural, pues va expresamente en contra Herodes, es decir, de aquellos poderes que gobiernan y se imponen sobre la muerte de los niños, una muerte que no tiene que ser activa, sino que puede ser y es en la mayor parte de los casos puramente de “omisión”… Dejar que las cosas sean así, crear una cultura en la que los niños no son verdadero centro de la Vida, en igualdad….

— Esta fiesta del Niño de Belén es provocadora, pues insiste en el el valor de los de fuera (los extranjeros, que le reconocen..), con su sabiduría y sus “dones” (oro, incienso, mirra…), en contra de todo intento de absolutizar lo propio (como hace Herodes, que es aquí el antagonista de Jesús, con los sacerdotes). Esos magos que vienen de fuera nos descubren el valor originario de los niños, de todos los niños del mundo, que no pueden ser sacrificados a ningún Molok del orden mundial, de la estructura económica etc. etc.

— Es una fiesta de ternura y gran protesta: Ternura hacia los niños, a quienes debemos ofrecer el regalo de nuestra vida (toda nuestra vida hecha regalo de gracia…); protesta en contra de todos los herodes y los sacerdotes que, en el fondo, utilizan a los niños para seguir reinando. Ciertamente, ellos no adoran a Molok como los viejos reyes de Judá, no matan a cuchillo y fuego a sus hijos, para seguir reinando, pero los dejan morir… Leer más…

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5/6.1.17. Nosotros, los mayores… Despertemos al mago que llevamos dentro

Viernes, 6 de enero de 2017
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15826647_713117145532147_7113943088570152725_nDel blog de Xabier Pikaza:

Así quiero empezar esta reflexión de “epifanía”, fiesta del ángel que despierta a los magos dormidos, los tres en una cama.

Ésta es la representación más común de esta fiesta, que aparece desde Georgia hasta Etiopía, desde Inglaterra y Francia (Autun) hasta España (Ávila), a lo largo de la Edad Antigua y Media: El mismo ángel de Dios despierta a tres hombres dormidos en una misma cama… para que vayan a ofrecer su magia y su vida Jesús, el Niño recién nacido.Así lo siguen reproduciendo de forma admirables las Hermanas de la Asunción y de Belén

Esta es la fiesta de la “revelaciòn de Dios”, su manifiestación suprema, en la vida de Jesús, un hombre-niño que nace para “alumbrar” a otros hombres mayores, que siguen dormidos por siglos. Ha sido durante más de mil años la fiesta principal de la Navidad, mejor dicho, la Navidad en sí, como expresión de la Luz de Dios que alumbra a los hombres.

Es una fiesta de ilusión creadora, pues los “reyes” no son reyes, sino buscadores de Dios, hombres atentos a la voz de la estrellas (pero dormidos en una cama, a la vera del camino)… Tampoco son “magos” en sentido vulgar, sino visitanes que vienen de lejos queriendo encontrar (y compartir) la verdad… Ellos nos preguntan. Podemos y debemos responderles.

15780869_713117642198764_2532630524500785562_nEsta es fiesta de los hombres y mujeres ya mayores, que están mal dormidos, y que debemos despertar al conocimiento completo de la venida de Dios, al servicio de la paz de los niños. Los que deben despertar en la noche para recibir el regalo de Dios no son los niños, somos nosotros, los mayores, para buscar al Niño (a los niños), para crear un mundo de paz y comunión para todos ellos.

Es una fiesta que se ha concretado en general en una ilusión de niños la fiesta de la Cabalgata de los Magos de la Paz, que quieren que el Niño Dios viva, que todos los niños vivan y tengan ilusiones y regalos, fantasía y gozo que inunda también a los varones. Pero lo ilusión de los niños es que nosotros seamos como los magos de oriente, que hagamos el camino de la paz para ellos, en un mundo donde los nuevos y viejos herodes siguen matando niños.

Pero a fin de que la fiesta “sea” han de despertar los hombres dormidos, tres o tres mil millones, despertar a la gracia de la vida, que es la gratuidad, el amor gratuito, el compromiso de andar (y andar juntos) todos los caminos, para que haya paz para los niños….

Es la fiesta de los tres (que pueden ser como he dicho tres mil…), que vienen según la tradición de las tres partes del mundo (¿quien ha dicho que hay cuatro parte? ¡La Biblia al principio dijo que eran tres: Un mago del Oriente total/Persia hasta China, otro de Occidente Sur/África, otro del Occidente Norte/Europa, América…

Son ellos, somos nosotros, los tres dormidos, los que tenemos que despertarnos y seguir a la Estrella, y buscar la paz. Pero eso significa que tenemos despertarnos, tenemos que dejar su cama, escuchar la palabra del ángel, ponernos en camino…

Ésta es una fiesta en la que pueden hacerse reflexiones infinitas. Aquí me contentaré con presentar el texto de la Biblia y ofrecer una breve evocación , de tipo erudito, evocando en este fondo la misión de la iglesia , que está llamada a ofrecer a todos los pueblos el don de Dios que es Jesús (el amor de la vida, la vida de amor), desde la tradición del judaísmo, conforme a la visión del evangelio de Mateo. (Sigue tras la imagen de la Iglesia de San Vicente de Avila mi reflexión sobre los magos. Buen día a todos).

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1. Texto de Mateo. Los magos somos nosotros

Esta es la fiesta del Dios que atrae en amor a los hombres, la fiesta de la Epifanía o manifestaciòn de su misterio desde Jerusalén, en el principio del evangelio. Cuando parece que todo está definitivamente cerrado vienen unos Magos para abrir las puertes de la vida. Cuando parece que el cielo está negro, brilla una luz para aquellos que quieren seguir caminando

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: – ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. La enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: – En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será pastor de mi pueblo Israel.”

Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que les precisara el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: – Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría, entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes se marcharon a su tierra por otro camino (Mt 2, 1-12).

La cara de esta fiesta tiene una cruz horrible: Herodes mata a los niños de Belén, asesina a los inocentes para seguir reinando. Pero queda uno, Jesús, que podrá reinar, para que nunca más mueran los niños inocentes. Y que, sobre todo, la certeza iluminada de que los magos somos nosotros, encargados de ofrecer a los niños un mundo donde sea posible la vida, la ilusión de la vida.

2 Debemos hacernos Reyes Magos

Nosotros, los mayores, tenemos que hacer de magos, para decir a los niños que hay estrellas que guían a la Navidad, en la ruta de la vida, que sigue abierta.

1. Nosotros, los mayores, somos los magos que debemos enseñar a los niños que la vida es un don, que el oro del mundo es un regalo, para todos los hombres y mujeres del mundo: que la economía de la tierra está al servicio de la vida y la ilusión de todos, desde China, la India y Persia (tierras de los magos) hasta el extremo del occidente. Que no nos mataremos por oro ni petrolio, sino que lo compariremos, para bien de todos los niños

2. Nosotros, los mayores, tenemos que decir a los niños que la vida es gozo y gloria, es incienso de admiración y de ternura, de intimidad orante y de cercanía. Tenemos que decirles que no buscaremos la gloria del poder, la victoria de la imposición, el incienso de la mentira, sino que buscaremos y compartiremos el incienso del amor que puede celebrarse en intimidad de familia. Les diremos que habrá siempre un perfume a su lado (a nuestro lado), al lado de todos los hombres y mujeres, que podrán comer y gozarse y soñar…

3. Nosotros los magos mayores tendremos que enseñar a los niños que la vida está hecha también de mirra. La mirra es perfume de amor (de enamorados),pero también es bálsamo de muerte (se emplea para honrar a los cadáveres). La mirra es como una flor preciosa que nos puede acompñar en la vida, en el crecimiento de cada día, en la comunión de cada noviazgo, en la tristeza y esperanza de cada despedida… Que cada muerte sea tiempo de amor, esperanza de amor (y no fruto de violencia). Leer más…

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Llegaron ya los Reyes y eran tres… 6 enero, 2017

Viernes, 6 de enero de 2017
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Sí, sí, hemos de ir ambientando esta bellísima fiesta de la Epifanía. En nuestro país es la gran fiesta cristiana de los niños. Noche de sueños, nervios y complicidades. La noche es un tiempo que invitaa las confidencias y a abrir el corazón, por eso invitamos a abrir el alma en esa noche (y todo el día 6, por lo menos) para que pueda caber cualquiera. Esa es la idea de esta fiesta: Dios de tod@s para tod@s.

Os dejamos con este clásico de Ariel Ramírez.

¡Feliz Epifanía! ¡Qué nervios! 😉

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Los reyes magos somos nosotros Fiesta de la Epifanía

Viernes, 6 de enero de 2017
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images21Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El autor del primer evangelio (el de Mateo), que probablemente vive en Antioquía de Siria, lleva años viviendo una experiencia muy especial: aunque Jesús fue judío, la mayoría de los judíos no lo aceptan como Mesías, mientras que cada vez es mayor el número de paganos que se incorporan a la comunidad cristiana. Algunos podrían interpretar este extraño hecho de forma puramente humana: los paganos que se convierten son personas piadosas, muy vinculadas a la sinagoga judía, pero no se animan a dar el paso definitivo de la circuncisión; los cristianos, en cambio, no les exigen circuncidarse para incorporarse a la iglesia.

Mateo prefiere interpretar este hecho como una revelación de Dios a los paganos. Para expresarlo, se le ocurre una idea genial: anticipar esa revelación a la infancia de Jesús, usando un relato que no debemos interpretar históricamente, sino como el primer cuento de Navidad. Un cuento precioso y de gran hondura teológica. Y que nadie se escandalice de esto. Las parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano son también cuentecitos, pero han cambiado más vidas que infinidad de historias reales.

La estrella

Los antiguos estaban convencidos de que el nacimiento de un gran personaje, o un cambio importante en el mundo, era anunciado por la aparición de una estrella. Orígenes escribía en el siglo III:

“Se ha podido observar que en los grandes acontecimientos y en los grandes cambios que han ocurrido sobre la tierra siempre han aparecido astros de este tipo que presagiaban revoluciones en el imperio, guerras u otros accidentes capaces de trastornar el mundo. Yo mismo he podido leer en el Tratado de los Cometas, del estoico Queremón, que han aparecido a veces en vísperas de algún aconteci­miento favorable; de lo que nos proporciona numerosos ejemplos” (Contra Celso I, 58ss).

Sin necesidad de recurrir a lo que pensasen otros pueblos, la Biblia anuncia que saldrá la estrella de Jacob como símbolo de su poder (Nm 24,17). Este pasaje era relacionado con la aparición del Mesías.

El bueno: los magos

De acuerdo con lo anterior, nadie en Israel se habría extrañado de que una estrella anunciase el nacimiento del Mesías. La originalidad de Mt radica en que la estrella que anuncia el nacimiento del Mesías se deja ver lejos de Judá. Pero la gente normal no se pasa las noches mirando al cielo, ni entiende mucho de astronomía. ¿Quién podrá distinguirla? Unos astrónomos de la época, los magos de oriente.

La palabra “mago” se aplicaba en el siglo I a personajes muy distin­tos: a los sacerdotes persas, a quienes tenían poderes sobrenaturales, a propagandis­tas de religiones nuevas, y a charlatanes. En nuestro texto se refiere a astrólogos de oriente, con conocimientos profundos de la historia judía. No son reyes. Este dato pertenece a la leyenda posterior, como luego veremos.

El malo: Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas

La narración, muy sencilla, es una auténtica joya literaria. El arran­que, para un lector judío, resulta dramático. “Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes”. Cuando Mt escribe su evangelio han pasado ya unos ochenta años desde la muerte de este rey. Pero sigue vivo en el recuerdo de los judíos por sus construcciones, su miedo y su crueldad. Es un caso patológico de apego al poder y miedo a perderlo, que le llevó incluso a asesi­nar a sus hijos y a su esposa Mariamme. Si se entera del nacimiento de Jesús, ¿cómo reaccionará ante este competidor? Si se entera, lo mata.

Un cortocircuito providencial

Y se va a enterar de la manera más inesperada, no por delación de la policía secreta, sino por unos personajes inocentes. Mt escribe con asombrosa habili­dad narrativa. No nos presenta a los magos cuando están en Oriente, observando el cielo y las estre­llas. Omite su descubrimiento y su largo viaje.

La estrella podría haberlos guiado directamente a Belén, pero entonces no se advertiría el contraste entre los magos y las autoridades políticas y religiosas judías. La solución es fácil. La estrella desaparece en el momento más inoportuno, cuando sólo faltan nueve kilómetros para llegar, y los magos se ven obligados a entrar en Jerusalén.

Nada más llegar formulan, con toda ingenuidad, la pregunta más compromete­do­ra: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”. Una bomba para Herodes.

El contraste

Y así nace la escena central, importantísima para Mt: el sobresalto de Herodes y la consulta a sacerdotes y escribas. La respuesta es inmediata: “En Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas”. Herodes informa a los magos y éstos parten. Pero van solos. Esto es lo que Mt quiere subrayar. Entre las autori­dades políticas y religiosas judías nadie se preocupa por rendir homenaje a Jesús. Conocen la Biblia, saben las respuestas a todos los proble­mas divinos, pero carecen de fe. Mientras los magos han realizado un largo e incómodo viaje, ellos son incapa­ces de dar un paseo de nueve kilómetros. El Mesías es rechazado desde el principio por su propio pueblo, anunciando lo que ocurrirá años más tarde.

Los magos no se extrañan ni desaniman. Emprenden el camino, y la reapari­ción de la estrella los llena de alegría. Llegan a la casa, rinden homenaje y ofrecen sus dones. Estos regalos se han interpretado desde antiguo de manera simbólica: realeza (oro), divinidad (incienso), sepultura (mirra). Es probable que Mt piense sólo en ofrendas de gran valor dentro del antiguo Oriente. Un sueño impide que caigan en la trampa de Herodes.

Los Reyes magos no son los padres, somos nosotros

A alguno quizá le resulte una interpretación muy racionalista del episodio y puede sentirse como el niño que se entera de que los reyes magos no existen. Podemos sentir pena, pero hay que aceptar la realidad. De todos modos, quien lo desee puede interpretar el relato históricamente, con la condición de que no pierda de vista el sentido teológico de Mt. Desde el primer momento, el Mesías fue rechazado por gran parte de su pueblo y aceptado por los paganos. La comunidad no debe extrañarse de que las autoridades judías la sigan rechazando, mientras los paganos se convierten.

La mitificación de la estrella

La estrella ha atraído siempre la atención, y sigue ocupando un puesto capital en nuestros naci­mientos. Mt, al principio, la presenta de forma muy sencilla, cuando los magos afirman: “hemos visto salir su estrella”. Sin embargo, ya en el siglo II, el Protoevangelio de Santiago la aumenta de tamaño y de capacidad lumínica: “Hemos visto la estrella de un resplandor tan vivo en medio de todos los astros que eclipsaba a todos hasta el punto de dejarlos invisibles”. Y el Libro armenio de la infancia dice que acompañó a los magos durante los nueve meses del viaje.

En tiempos modernos incluso se ha intentado explicarla por la conjunción de dos astros (Júpiter y Saturno, ocurrida tres veces en 7/6 a.C.), o la aparición de un cometa (detectado por los astrónomos chinos en 5/4 a.C.). Esto es absurdo e ingenuo. Basta advertir lo que hace la estrella. Se deja ver en oriente, y reaparece a la salida de Jerusalén hasta pararse encima de donde está el niño. Puesta a guiarlos, ¿por qué no lo hace todo el camino, como dice el Libro armenio de la infancia? ¿Y cómo va a pararse una estre­lla encima de una cuna? Para Dios «nada hay imposible», pero dentro de ciertos límites.

El número y nombre de los magos

En el Libro armenio de la infancia (de finales del siglo IV) se dice: “Al punto, un ángel del Señor se fue apresurada­mente al país de los persas a avisar a los reyes magos para que fueran a adorar al niño recién nacido. Y éstos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el momento en que la Virgen daba a luz… Y los reyes magos eran tres hermanos: el primero Melkon (Melchor), que reinó sobre los persas; el segundo, Baltasar, que reinó sobre los indios, y el tercero, Gaspar, que tuvo en posesión los países de los árabes”. Para Mt, el dato esencial es que no son judíos, sino extranjeros.

            Según Justino proceden de Arabia. Luego se impone Persia. En cuanto al número, la iglesia siria habla de doce.

El contraste entre la primera lectura y el evangelio

La liturgia parece ver en el relato de los magos el cumplimiento de lo anunciado en el libro de Isaías (Is 60,1-6).

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;

la gloria del Señor amanece sobre ti!

Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos,

pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti.

Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.

Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti;

tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás, radiante de alegría;

tu corazón se asombrará, se ensanchará,

cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar

y te traigan las riquezas de los pueblos.

Te inundará una multitud de camellos,

de dromedarios de Madián y de Efá.

Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,

y proclamando las alabanzas del Señor.

            Sin embargo, la relación es de contraste. En Isaías, la protagonista es Jerusalén, la gloria de Dios resplandece sobre ella y los pueblos paganos le traen a sus hijos, los judíos desterrados, la inundan con sus riquezas, su incienso y su oro. En el evangelio, Jerusalén no es la protagonista; la gloria de Dios, el Mesías, se revela en Belén, y es a ella adonde terminan encaminándose los magos. Jerusalén es simple lugar de paso, y lugar de residencia de la oposición al Mesías: de Herodes, que desea matarlo, y de los escribas y sacerdotes, que se desinteresan de él.

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Dios se está manifestando siempre y a todos.

Viernes, 6 de enero de 2017
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vendran_orienteMt 2, 1-12

Epifanía (epifaneia) significa manifestaciones. En el origen significó la primera luz que aparece en el horizonte antes de salir el sol. Esa luz se tomó como símbolo de la iluminación espiritual en todas las religiones; por eso la luz viene siempre de oriente. Toda manifestación de Dios tiene que ser universal. Dios no puede tener ni privilegios ni exclusivismos. No estamos celebrando la fecha de un acontecimiento. Sino la realidad de lo que es Dios y la inmensa alegría de poder descubrirle. La inmensa mayoría de los fieles siguen pensando en una historia real. Es una narración fantástica que ni siquiera es original del cristianismo. En otras muchas culturas se habla de estrella que anuncia el nacimiento de un gran hombre; de tiranos que persiguen a un niño que va a ser un salvador para su pueblo; de inocentes que mueren para salvar al escogido; etc., etc.

La Natividad de Jesús se celebró el 6 de Enero en toda la Iglesia durante varios siglos. Más tarde en Occidente se comenzó a celebrar el 25 de Diciembre, para suplantar la fiesta pagana del sol. En Oriente se sigue celebrando la Navidad el día 6 de Enero. Al celebrarse en occidente la Natividad de Jesús el 25 de Diciembre, se reservó la fecha del 6 de Enero para celebrar las Epifanías, que incluían el Bautismo del Señor y las Bodas de Caná.

Dejemos bien claro, desde el principio, que cuando nació Jesús no pasó absolutamente nada fuera de lo normal. Todo el relato se desarrolla en un lenguaje específicamente mateano. Se trata de dejar claro que los de cerca rechazan de plano a Jesús por lo que significa, y los de lejos lo buscan y lo aceptan como lo que es.

A través de los siglos se ha ido adornando el relato con afirmaciones que no están en el texto, pero que hoy todo el mundo cree a pies juntillas. El relato ni dice que eran tres. Mucho menos sus nombres. Ni dice que eran reyes. Ni “Mago” tiene, para nada, el significado que hoy damos a la palabra mago. En su origen el termino magoi significaba un miembro de la casta sacerdotal persa. Más tarde designó a otros representantes de la teología, de la filosofía y de la astronomía. Según el texto, los “magos” son unos paganos que orientados por signos extraordinarios que solo ellos saben interpretar, llegan a descubrir a Jesús. Mt nos está advierte de la llamada a todos los hombres a descubrirle.

Los intentos que se han hecho a través de la historia de explicar la posibilidad de un fenómeno celeste que explicara la estrella, no merecen mayor comentario. Ni cometa ni estrella ni conjunción de astros, porque se trata de un relato simbólico. Una estrella no puede pararse “encima de donde estaba el niño”. Pero desde el punto de vista teológico, sí es relevante que el signo de la presencia de Dios se detenga en el lugar donde se encuentra Jesús: nos está recordando que al que busca de verdad, Dios lo guía y terminará encontrando lo que busca con ahínco.

También queda la historia fuera de toda lógica cuando nos dice que se sobresaltó toda Jerusalén con Herodes. Herodes era odiado por todos los judíos. El anuncio de un rey distinto, sólo podía provocar alegría entre los habitantes de Jerusalén. Pero Mt está pensando en la Jerusalén que dio muerte a Jesús. Para Mt el rechazo de los judíos no es cosa del último momento, sino constante y anterior a cualquier manifestación de Jesús. A pesar de la estrategia de Herodes para deshacerse del Niño, Dios está allí para salvarlo. Tanto la intervención de Dios por medio de la estrella y de los sueños, como la derrota de Herodes a pesar de su maldad, están hablando de la experiencia de la comunidad de Mt.

Si analizamos en profundidad nuestra actitud ante el Niño, resulta que el miedo de Herodes y de los jefes judíos, es también nuestro miedo. El reinado de Dios es una amenaza para nuestro egoísmo. Cuántas veces en nuestra vida hemos dicho: esto no lo creo, cuando queríamos decir: esto no me gusta. Estaríamos dispuestos a adorar a un Dios que potenciara nuestras seguridades y nuestro poder. Un Dios que reine sin hacernos reinar a nosotros, no nos interesa. Como los magos salen de su tierra para buscar, nosotros tenemos que salir de nuestro “ego”, de nuestras seguridades terrenas para buscarle. Sin esa actitud, aunque haya nacido el Niño, aunque aparezca la estrella, el encuentro no se producirá.

Los letrados lo saben todo sobre el Mesías, pero, instalados en sus privilegios religiosos y sociales, no mueven un dedo para comprobar. Están muy a gusto con lo que tienen. Se quedan con su conocimiento y sus libros. El mensaje de este relato puede advertirnos a nosotros que el amor a la verdad crea nómadas, no instalados satisfechos. Cuantas veces, los cristianos nos hemos conformado con marcar a los demás la dirección sin mover un dedo para acompañarles. Esta diferente actitud de los magos, nos tiene que hacer pensar. Los paganos adoran al Niño, los judíos intentan matarlo. Los paganos reconocen la Niño, los judíos no lo reconocen. Son tesis propias del evangelio de Mt.

El hecho de que en un momento determinado, los magos pregunten a Herodes y éste pregunte a su vez a los que conocen las Escrituras es muy interesante. Las Escrituras pueden servir de pauta, pueden indicarnos el camino a seguir cuando atravesamos lugares o tiempos sin estrella. Pero el valor de la Escritura depende de la actitud del que las estudia. A la Biblia hay que acercarse sin prejuicios; no para buscar argumentos a favor de lo que ya creemos, sino abiertos a lo que nos va a decir, aunque sea distinto a lo que yo espero. Ante millones de estrellas que brillan en el firmamento, lo magos descubren la de Jesús. Ante las miles de estrellas que llaman la atención en nuestro mundo, nosotros tenemos que descubrir la nuestra.

El hombre tiene que dejarse iluminar por su estrella, pero también debe ser guía para los demás. No se trata de “convertir” a nadie. Nuestra obligación es hacer ver a los demás el Dios de Jesús, manifestando con nuestra vida su cercanía. Hacemos presente lo que es Dios, siempre que salimos de nosotros mismos y vamos en ayuda de los demás. No debemos presentarnos como poseedores de al verdad, sino como compañeros en la búsqueda. El verdadero creyente será siempre un buscador de la verdad, no su guardián. Fijaros lo que tiene que cambiar la actitud de los cristianos, sobre todo la de sus jefes.

Esta celebración nos lanza más allá del marco de una iglesia, “fuera de la cual no hay salvación”. Dios se manifiesta siempre a todos los pueblos de todas las épocas. Todos los hombres están a la misma distancia de Dios. En el momento que nos sentimos privilegiados, hemos hecho polvo el mensaje de esta fiesta. Todos recibimos todo de Dios y todos tenemos la obligación de aprender de los demás y enseñar a los demás. Todos tenemos la obligación de encender una luz, en lugar de maldecir de las tinieblas. No podemos seguir mirándonos al ombligo con autocomplacencia sin límites.

El Reino de Dios no se limita a los contornos de una Iglesia. El amor, la entrega, la capacidad de salir de sí e ir al otro, son posibilidades que abarcan a todos los hombres. Lo que celebramos hoy es la apertura de Dios a todos los hombres, no el sometimiento de todos a la disciplina de una Iglesia. Allí donde haya un hombre que crece en humanidad, amando a los demás, allí se está manifestando Dios. No podemos entender la apertura a los gentiles como propuesta para que se conviertan a nuestra religión. Lo importante es potenciar lo que hay de cristiano en cada hombre, aunque no conozca a Jesús.

Meditación-contemplación

¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?
Nunca sabremos a ciencia cierta donde está,
Porque Dios está siempre revelándose y siempre ocultándose.
En cuanto dejo de buscarlo, desaparece.
…………………

Dios no es un ser concreto que puedo buscar con un candil.
Está en todas las cosas, pero no soy capaz de descubrirlo.
Está dentro de mí, formando parte de mi propio ser.
Si encuentro mi verdadero ser, ya lo he encontrado a Él.
……………………….

La puerta que te llevará a tu centro, se abrirá sola.
Pero tienes que dejar de buscarle en ninguna otra parte.
Céntrate y concéntrate una y mil veces.
Sin saber como, irá apareciendo la luz, en lo más íntimo de ti.
………………………………

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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