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13 Enero. Bautismo del Señor. Ciclo C

Domingo, 13 de enero de 2019
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“Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”

(Lc 3, 15-16. 21-22)

Todavía con la resaca de Navidad, del comienzo de año y de la Epifanía, y ya se nos presenta a Jesús tomando sus propias opciones.

En los versículos anteriores Lucas nos presenta a Juan anunciando un tiempo nuevo y aclarando que él no era el Mesías esperado. Jesús, como tantos israelitas, también escucha esta buena noticia por boca de Juan. También quiere Jesús participar de este cambio comenzando por el bautismo. Se mezcla con el pueblo, es uno más de tantos; también hace fila, también espera en el calor del desierto… ¿Y nosotras? ¿En qué nos toca esperar? ¿Cómo esperamos? ¿En qué situaciones optamos por ser una persona entre tantas?

Para Jesús, este momento está cargado de contenido, se da una íntima comunión con el Padre y con su Espíritu. En ese momento en el que Jesús está orando es cuando recibe la confirmación personal: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”.

El destinatario de ese mensaje es exclusivamente Jesús. Será más adelante en su vida cuando tres discípulos (Pedro, Santiago y Juan) escuchen esta misma frase, en el monte Tabor, al ser testigos de la Transfiguración de Jesús (Lc 9, 28-36). En esa ocasión se les pedirá que lo escuchen.

¿Y nosotras? ¿Hemos escuchado nuestro mensaje personal de parte de Dios? ¿Estamos atentas para escucharlo? ¿Nos sabemos sus hijos e hijas amadas?

Dios Trinidad se hace presente en este pasaje de forma palpable. También el Espíritu Santo, al que parece que es más difícil describir, aparece hoy en forma de paloma. Dios Trinidad se hace presente en la historia, también en la actualidad. Dios es comunión, una comunión a la que también estamos llamadas nosotras.

Oración

Trinidad Santa, que nuestras esperas sean oportunidades de comunión íntima contigo.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

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Celebramos hoy el verdadero nacimiento de Jesús.

Domingo, 13 de enero de 2019
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2754-neonian-baptistery-ravenna-dome-mosaic-baptism-christ-detailLc 3, 15-22

Comenzamos el “tiempo ordinario”. El bautismo es el primer acontecimiento que los evangelios nos narran de la vida de Jesús. Es además, el más significativo desde su nacimiento hasta su muerte. Lo importante no es el hecho en sí, sino la carga simbólica que el relato encierra. El bautismo y las tentaciones hablan de la profunda transformación que produjo en él una experiencia que se pudo prolongar durante años. Jesús descubrió lo que Dios era para él y lo que tenía que ser él para los demás. Descubrió el sentido de su vida.

Los cuatro evangelistas resaltan la importancia que tuvo para Jesús el encuentro con Juan el Bautista y el descubrimiento de su misión y; a pesar de que es un reconoci­miento de cierta dependencia de Jesús con relación a Juan. Ningún relato nos ha llegado de los discípulos de Juan. Todo lo que sabemos de él lo conocemos a través de los escritos cristianos. Si lo han narrado todos los evangelistas, a pesar de que se podía interpretar como una subordinación a Juan, quiere decir que tiene unas posibilidades muy grandes de ser histórico.

Celebramos hoy el verdadero nacimiento de Jesús. Él mismo nos dijo que el nacimiento del agua y del Espíritu era lo importante. Si seguimos celebrando con mayor énfasis el nacimiento carnal, es que no hemos entendido el mensaje evangélico. Nuestra religión sigue empeñada en que busquemos a Dios donde no está. Dios no está en lo que podemos percibir por los sentidos. Dios está en lo hondo del ser y allí tenemos que descubrirlo. El bautismo de Jesús tiene un hondo calado en todos los evangelios, porque el relato nos lanza más allá de lo sensible. Marcos y Juan comienzan su evangelio con el bautismo.

Lc no da ninguna importancia al hecho del bautismo. Destaca los símbolos: Cielo abierto, bajada del Espíritu y voz del Padre. Imágenes que en el AT están relacionadas con el Mesías. Se trata de una teofanía. Según aquella mentalidad, Dios está en los cielos y tiene que venir de allí. Abrirse los cielos es señal de que Dios se acerca a los hombres. Esa venida tiene que ser descrita de una manera sensible, para poder ser percibida. Lo importante no es lo que sucedió fuera, sino lo que vivió Jesús dentro de sí mismo. Jn no narra el bautismo, lo da por supuesto y habla directamente de la presencia del Espíritu en Jesús.

El gran protagonista de la liturgia de hoy es el Espíritu. En las tres lecturas se hace referencia directa a él. En el NT el Espíritu es entendido a través de Jesús; y a la vez, Jesús es entendido a través del Espíritu. Esto indica hasta qué punto se consideran mutuamente implicados. Comprenderemos esto mejor si damos un repaso a la relación de Jesús con el Espíritu en los evangelios, aunque no en todos los lugares “espíritu” se refiere a lo mismo.

 

 Marcos: 1,10 Vio rasgarse los cielos y al Espíritu descender sobre él.

1,12 El Espíritu lo impulsó hacia el desierto.

 Mateo:  3,16 Se abrieron los cielos y vio el Espíritu de Dios que bajaba como paloma.
 Lucas:  3,22 El Espíritu Santo bajó sobre él en forma corporal como una paloma.

4,1 Jesús salió del Jordán lleno del Espíritu Santo.

4,14 Jesús, lleno de la fuerza del Espíritu, regresó a galilea.

4,18 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.

 Juan: 1,32 Yo he visto que el Espíritu bajaba del cielo y permanecía sobre él.

1,33 Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu, es quien bautiza con E. S. y fuego.

3,5 Nadie puede entrar en el Reino, si no nace del agua y del Espíritu.

6,63 El Espíritu es el que da vida, la carne no sirve de nada.

También hay que recordar que estamos hablando de la experiencia de Jesús como ser humano, no de la segunda o de la tercera persona de la Trinidad. Lo que de verdad nos debe importar a nosotros es el descubrimiento de la relación de Dios para con él, como ser humano, y la respuesta que el hombre Jesús dio a esa toma de conciencia. Lo singular de esa relación es la respuesta de Jesús a esa presencia de Dios-Espíritu en él. En contra de lo que siempre se nos ha dicho, el bautismo no es la prueba de la divinidad de Jesús, sino la prueba de una verdadera humanidad. Un ser humano que afronta sus limitaciones y ora.

En el discurso de Jn en la última cena, Jesús hace referencia al Espíritu que les enviará, pero también les dice que no les dejará huérfanos. Esas dos expresiones hacen referencia a la misma realidad. También dice que el Padre y él vendrán y harán morada en aquel que le ama. Jesús se siente identificado con Dios, que es Espíritu. No tenemos datos para poder adentrarnos en la psicología de Jesús, pero los evangelios no dejan ninguna duda sobre la relación de Jesús con Dios. Fue una relación personal. Se atreve a llamarle Abba, (papá) cosa inusitada en su época y aún en la nuestra. Hace su voluntad; Le escucha siempre; etc.

Todo el mensaje de Jesús se reduce a manifestar su experiencia de Dios. El único objetivo de su predica­ción fue que también nosotros lleguemos a esa misma experiencia. La comunicación de Jesús con su “Abba” no fue a través de los sentidos ni a través de un órgano portentoso. Se comunicaba con Dios como nos podemos comunicar cualquiera de nosotros. Ningún hilo telefónico especial. Tenemos que descartar cualquier privilegio en este sentido. A través de la oración, de la contemplación el Hombre Jesús descubrió quién era Dios para él. Lc dice que esa manifestación de Dios en Jesús se produjo “mientras oraba”.

El descubrimiento de esa presencia nace sencillamente de su concien­cia de criatura. Dios como creador está en la base de todo ser creado, constituyéndolo en ser. Yo soy yo porque soy de Dios. Todo lo que tengo de positivo me lo está comunicando Dios; es el mismo ser de Dios en mí. Solo una cosa me diferencia de Dios; mis limitaciones. Esas sí son mías y hacen que yo no sea Dios, ni criatura alguna que pueda identificarse absolutamente con Dios. Lo importante para nosotros es intentar descubrir lo que pasó en el interior de Jesús y ver hasta qué punto podemos nosotros aproximarnos a esa misma experiencia.

La experiencia de Dios que tuvo Jesús no fue un chispazo que sucedió en un instante. Más bien tenemos que pensar en una toma de conciencia progresiva que le fue acercando a lo que después intentó transmitir a los discípulos. Los evangelios no dejan lugar a duda sobre la dificultad que tuvieron los primeros seguidores de Jesús para entender esto. Eran todos judíos y la religiosidad judía estaba basada en la Ley y el templo, es decir, en una relación puramente externa con Dios. Para nosotros esto es muy importante. Una toma de conciencia de nuestro verdadero ser no puede producirse de la noche a la mañana.

¿Cómo interpretaron los primeros cristianos, todos judíos, este relato? Dios, desde el cielo, manda su Espíritu sobre Jesús. Para ellos Hijo de Dios y ungido era lo mismo. Hijo de Dios era el rey una vez ungido; el sumo sacerdote, también ungido; el pueblo elegido por Dios. Lo más contrario a la religión judía era la idea de otro Dios o un Hijo de Dios. ¿Cómo debemos interpretar nosotros esa interpretación? Hoy tenemos conocimientos suficientes para recuperar el sentido de los textos y salir de una mitología que nos ha despistado durante siglos. Jesús es hijo de Dios porque salió al Padre, imitó en todo al Padre, le hizo presente en todo lo que hacía. Pero entonces también yo puedo ser hijo como lo fue Jesús.

Meditación

Jesús nació del Agua y del Espíritu.
Este segundo nacimiento dará a luz mi verdadero ser.
Ya está en mí, pero tengo que descubrirlo.
No te identifiques con tus limitaciones.
Tus fallos son carencias, pero tú eres lo positivo que hay en ti.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Nosotros somos la Palabra.

Domingo, 13 de enero de 2019
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BAUTISMO DE JESUS“La palabra es el espejo de la acción” (Solón de Atenas)

13 de enero. Bautismo del Señor.

Lc 3, 15-16. 21-22

Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto (v 22)

Nadie sabía en aquel tiempo por dónde andaba la Palabra, pues andaba muy lejos de los hombres, sin que ninguno pudiera certificar dónde. Por eso, aunque era su luz y brillaba en las tinieblas, no la comprendieron. Y cuando vino a iluminar su casa, el mundo no la reconoció, y su casa permaneció en tinieblas. Desde entonces caminan a tientas como ciegos, con su bastón y perro por aceras, por calles y por campos. Aunque lo más comprometido es que el universo entero anda invidente por todos los espacios.

En la Galaxia nuestra, La Vía láctea, el Camino de Santiago, en lugar de ser blanco es negro. La Palabra quiso hacerse hombre y venir a hospedarse a nuestra tienda, pero al ver que no había día en ella devolvió su billete a la estrella y se quedó en el cielo.

Juan Bautista daba gritos solemnes en un desierto sin farolas, y el sonido de su testimonio también se quedó en tinieblas y sin la plenitud que le era propia. Quizás por eso nadie ha visto jamás a Dios, incluso cuando en el monte Horeb su voz ardía en una zarza asustando a Moisés.

“Cuando se necesitan brazos, el socorro y las palabras no sirven de nada” (Esopo, fabulista griego)

El Hombre no es demostrable, como no lo son el Mundo ni Dios. Si, a pesar de ello, el saber intenta demostrar uno de los tres, necesariamente se pierde en la nada. No puede equivocarlos, así se apodere de las alas de la aurora para ir a los confines extremos del mar. (Sam 139, 11-12: Si digo que me sorba la tiniebla, / que la luz se haga noche en torno a mí, / tampoco la oscuridad es oscura para ti, / la noche es clara como el día: / da lo mismo tiniebla o luz).

CORO

Al igual que la brisa ligera
levanta en espesos torbellinos
el polvo de los surcos,
¡que el vals nos arrastre!
¡Haced retumbar la llanura
con el estallido de vuestras canciones!

Apoteosis. Coro Celestial

ÁNGELES

¡Salvada!
¡Cristo ha resucitado!
¡Cristo acaba de renacer!
¡Paz y felicidad
a los discípulos del Maestro!
¡Cristo acaba de renacer!
¡Cristo acaba de renacer!
¡Cristo ha resucitado!

(Los muros de la prisión se han abierto.
El alma de Margarita sube al cielo.
Fausto la sigue con ojos cargados de
desesperación   cae de rodillas y reza.
Mefistófeles, en el centro, es derribado
por la espada luminosa del arcángel.)

MISA DE ÁNGELIS

¡Oh, Dios, que brillas en el mundo!

He encendido las luces de mi tienda,
alfombrada con pieles y con sueños,
y yo te espero impaciente en ella.

Celebraremos una ‘Misa de ángelis’,
con serafines, querubines y tronos,
dominaciones, virtudes, potestades,
principados, arcángeles y ángeles,
entonando canciones a tu nombre.

De celebrantes, las brillantes estrellas
Sirio, Alpha Centauri, Arturo, Vega, Lira,
y los vistosos corazón sangrante,
anémonas, lirios y rosas
y, cómo no, el Arco Iris trazado sobre el cielo,
iluminando el corazón de gentes y universos.

………………………….

Y Tú y yo repicando campanas
Y llenando los bancos de la iglesia.

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Hij@s amad@s. Y punto. Sobran los efectos especiales.

Domingo, 13 de enero de 2019
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bautismo-jesusSan Lucas (3,15-16.21-22)

Respeto profundamente cualquier otro comentario que se haga del evangelio de hoy, pero no debe distraernos Juan Bautista, para captar mejor el mensaje central.

Una cosa es que tengamos una experiencia profunda y otra que tengamos los recursos apropiados para explicarla o compartirla. Cuando no encontramos las palabras apropiadas, recurrimos a las imágenes, símbolos, expresión corporal, música o danza…

Los evangelistas nos repiten una y otra vez que Jesús, en diferentes momentos de su vida, tuvo la experiencia de ser Hijo Amado. Y punto. El resto son envoltorios que hay que quitar.

Para que las primeras comunidades cristianas se hicieran una idea de lo que pudo experimentar Jesús, los evangelistas tuvieron el detalle de recurrir al lenguaje y a los símbolos propios de las teofanías. Sin duda, ayudaron a sus oyentes y a sus lectores.

Hoy, en 2019, nos sobran los cielos abiertos, la paloma, las voces y todos los “efectos especiales” que van unidos al bautismo de Jesús.

Corremos el riesgo de quedarnos con el envoltorio y pensar que la vida de Jesús transcurrió entre ángeles, nubes, voces y facilidades de todo tipo.

La experiencia personal de ser y sentirnos hij@s amad@s ¿marca un antes y un después en nuestra vida? ¿Hasta qué punto es la experiencia fundante, la raíz de nuestra vida cristiana?

Sentirnos amad@s ¿impulsa nuestro comportamiento moral? San Agustín lo entendió muy bien: “Ama y haz lo que quieras”. ¿Hemos descubierto que el Amor nos ama?

Si no lo hemos descubierto, o lo olvidamos, nuestro discurso moral se convierte en una retahíla de normas y mandamientos. Puede llevarnos a los escrúpulos o a concebir el seguimiento de Jesús como un código de la circulación que nos ayuda a movernos por la vida, con la amenaza de que puede caernos “una multa o un castigo divino” en cualquier descuido.

Jesús no respetó el sábado reiteradas veces, se saltó leyes de pureza ritual, anduvo con compañías poco respetables… pero amó hasta el extremo. En sus entrañas estaba el manantial del Amor, que recibía el agua del Abbá. En el bautismo se entrelazaron y confluyeron más aún sus caudales.

El sacramento del bautismo es uno de los muchos caminos que pueden ayudarnos a descubrir que somos hijos e hijas amados. Pero, en nuestra vida diaria ¿qué conexión hay entre estar bautizados y sentirnos amados, como Jesús?

Ojalá, al leer o escuchar el evangelio de hoy, sintamos una sacudida y nos demos por aludidos. Ojalá el Espíritu Santo nos ayude a comprender que somos hijos e hijas, no siervos; y que hemos sido gratuitamente salvados.

Si descubrimos también que todo ser humano es hijo amado, se habrá producido un milagro.

Marifé Ramos González

Fuente Fe Adulta

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¿Quién soy yo? la respuesta se halla en el silencio.

Domingo, 13 de enero de 2019
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599c9badcaa54_juanbautistaGDomingo después de Epifanía: Fiesta del Bautismo de Jesús. 13 enero 2019

Lc 3, 15-16.21-22

Los evangelistas presentan a Jesús como el Mesías esperado que “bautiza con Espíritu Santo y fuego”, es decir, que comunica la misma vida divina. Para ellos, Juan es solo el “precursor”, quien anuncia que “el tiempo último se ha cumplido”, pero es con Jesús con quien se hace presente la plenitud.

Más dificultad debieron experimentar para explicar el motivo por el que el propio Jesús se pusiera en la fila de quienes esperaban a ser bautizados por Juan. Porque este hecho no resultaba fácil de conciliar con lo que ellos mismos afirmaban a propósito de su Maestro. La disonancia es de tal calibre que, probablemente, nos hallamos ante un dato estrictamente histórico: ningún discípulo se hubiera atrevido a afirmar el bautismo de Jesús por parte de Juan, de no haber ocurrido realmente.

En cualquier caso, lo que interesa al evangelista es la proclamación que introduce a continuación, con la que presenta la fe de aquella primera comunidad en Jesús como “el hijo amado” de Dios.

Esta proclamación nos remite a la cuestión decisiva: ¿quiénes somos? Desde la mentalidad judía, de Jesús se dijo que era “el hijo amado de Dios” y, más tarde, desde la fe cristiana, se le reconoció como “Dios y hombre”, “el Hijo de Dios encarnado”.

Pues bien, eso que se afirma de Jesús es válido igualmente para todos los seres humanos. Todos somos Plenitud de Presencia expresándose y experimentándose en esta forma concreta que llamamos “persona” o “yo”.

Ahí radica el secreto profundo de nuestra paradoja. Y eso explica que todo radique en encontrar la respuesta adecuada a la pregunta quién soy yo. Pero esa respuesta no puede provenir de la mente.

Por ese motivo, me parece que ante cualquier pregunta mental –que tiende a encerrarnos en discusiones tan prolongadas como estériles–, lo adecuado es “retraducirla” a esta otra: ¿quién soy yo? A diferencia de las otras, esta primera cuestión nos resitúa –nos coloca en “otro lugar”– y, al resituarnos, toda pregunta mental aparece en el marco adecuado. De otro modo, podemos enzarzarnos en debates interminables que no pasarán de ser meros juegos mentales.

La mente, necesariamente ambigua e incapaz de atrapar la verdad, no puede conducirnos más allá de sí misma. Es una herramienta preciosa para manejarnos en el mundo de los objetos –de las formas– y para desenmascarar la irracionalidad –este es el gran logro de la llamada “razón crítica”–, pero se revela absolutamente incapaz de responder a la gran cuestión: ¿quién soy yo? En este campo, lo que se requiere es justamente aprender a acallarla si queremos empezar a ver con claridad. Tal como repite Marià Corbí, siguiendo lo que han dicho sabios y místicos de todos los tiempos, “el silenciamiento desde la mente pretende conducir nuestra comprensión hasta llegar a ver con toda claridad que lo que damos por realidad es solo una construcción de nuestra mente” [1].

Ante cualquier debate, sobre todo si nos vemos “pillados” emocionalmente –el sujeto de la emoción siempre es el ego–, el camino adecuado es el de acallar la mente y abrirnos a saborear la Verdad que se oculta en el Silencio. Ahí salimos de la ambigüedad y experimentamos la Plenitud que, constituyendo nuestra identidad, transciende por completo el mundo de las formas y de las construcciones mentales. Es justamente el Silencio quien guarda la respuesta a la pregunta ¿quién soy yo?, tal como recuerda la bella parábola de Chuang-Tzú (siglo IV a.C.):

“El Emperador Amarillo fue paseando al Norte del Agua Roja, a la montaña de Kwan Lun. Miró a su alrededor desde el borde del mundo. Camino a casa, perdió su perla del color de la noche.

Mandó a la Ciencia a buscar su perla, y no consiguió nada. Mandó al Análisis a buscar su perla, y no consiguió nada. Mandó a la Lógica a buscar su perla, y no consiguió nada. Entonces preguntó a la Nada. ¡Y la Nada la tenía!

El Emperador Amarillo dijo: “Es en verdad extraño: ¡La Nada, que no fue mandada, que no trabajó nada para encontrarla, tenía la perla del color de la noche!”.

“¿Por qué somos temporales?, se pregunta Pedro Miguel Lamet. ¿No sería mucho mejor ser eternos? En realidad somos temporales y eternos a la vez, si despertamos a nuestra auténtica identidad. Y después de todo, ¿este sentirse temporal no es también fuente de gozo? ¿No hay un sabor a infinito en todo lo finito?” [2].

En esa comprensión se halla la clave de la sabiduría, que Fidel Delgado formula en clave de bienaventuranza: “Feliz quien se sabe en camino y en casa a la vez” [3].

¿Vivo consciente de lo que soy? ¿En qué se nota?

 

Enrique Martínez Lozano

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[1] M. CORBÍ, Silencio desde la mente. Prácticas de meditación, Bubok, Barcelona 2011, p.15.

[2] P.M. LAMET, El sabor eterno del tiempo, en http://www.pedrolamet.com/?p=1503

[3] F. DELGADO, Prólogo al libro de E. MARTÍNEZ LOZANO, Metáforas de la no-dualidad. Señales para ver lo que somos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2018, p.21.

Fuente Fe Adulta

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Los cielos están abiertos para todos

Domingo, 13 de enero de 2019
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bautismo-de-jesc3bas1Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. EL BAUTISMO EN EL RÍO JORDÁN: EN EL DESIERTO, NO EN EL TEMPLO.

Hemos terminado de celebrar la Navidad y -para entendernos- entre el nacimiento de Jesús y el relato que acabamos de escuchar han transcurrido treinta años.

El bautismo se solía celebrar en el templo, en las piscinas del Templo de Jerusalén.

Juan Bautista se encuentra en el desierto, en el río Jordán. Juan lleva el templo y el culto al desierto, que evoca el Éxodo y la libertad. La relación con Dios no se resuelve tanto en los ritos del templo sino en el camino del desierto de la vida, en el camino hacia la tierra de promisión, en la libertad.

La situación y la escena es parecida a la del encuentro de Jesús con la samaritana: A Dios se le adora en espíritu y honradez.

Posiblemente el Bautismo solamente se celebra cuando hay amor a la libertad, a la tierra de promisión, cuando se intenta tener un espíritu honrado.

02. BAUTISMO DE JESÚS: SOLIDARIDAD DON LA HUMANIDAD.

El que no tenía pecado se hace solidario con nosotros, comparte las penas y sufrimientos de la humanidad.

Jesús desciende a lo profundo de las aguas (a los infiernos) con nuestras debilidades.

Jesús comparte con nosotros la densidad de nuestra historia y de nuestras historias.

Jesús se hizo uno de nosotros (San Pablo).

El papa, Benedicto XVI, hace una lectura hermosa de este pasaje en su libro “Jesús de Nazaret”

Jesús había cargado con toda la culpa de la humanidad: entró con ella en el Jordán.

03. LOS CIELOS SE ABREN.

El pueblo de Israel (¡y gran parte la mentalidad católica!) pensaba que los cielos estaban cerrados para la humanidad.

Ha pasado al lenguaje coloquial y es hermoso experimentar, escuchar o decir: “se le abrió el cielo”, “se me abrieron los cielos”. Bueno, pues esto es lo que JesuCristo experimentó y nos comunicó desde el comienzo de su misión de Jesús: que los cielos se han abierto.

El relato del Bautismo de Jesús significa que el camino hacia nuestra salvación, hacia la casa de Dios Padre está definitivamente abierto.

Jesús abre los cielos: Dios Padre ha abierto su casa al hijo pródigo (en realidad nunca la había cerrado, pero los sistemas religiosos se empeñan siempre en condenar al ser humano). El banquete está preparado para todos. Zaqueo está invitado, el buen ladrón está también en los cielos.

Los cielos se han abierto para todos y definitivamente.

Esperemos que no sea verdad aquello de que lo que salva el Evangelio lo condenan los eclesiásticos.

04. CONSOLAD A MI PUEBLO (ISAÍAS / 1ª LECTURA).

Vitral de San Juan Bautista en la Iglesia de San Cipriano de Muskildi (Zuberoa)Es una hermosa tarea abrir cielos y tierras, alimentar esperanzas, consolar al pueblo.

El relato del bautismo de Jesús es un texto de revelación: Este es mi hijo amado. Lo que Jesús nos revela es que ha sido enviado a sanar los corazones que sufren, curar a los enfermos, dar de comer a los hambrientos, liberar las conciencias, a consolar. Jesús pasó la vida haciendo el bien.

Consolar es aliviar, -cuando menos intentarlo- una pena, un sufrimiento.

Claro que para ello hay que haber experimentado en nuestro propio ser el alivio y el consuelo. Quien no tiene experiencia de la bondad humana, del amor humano y de Dios, difícilmente podrá consolar a los demás.

FANATISMO

Las actitudes fanáticas de personas religiosas, políticas, de corte nacional, de determinadas instituciones, etc. en el fondo es que no han experimentado el amor y la bondad de la vida, de Dios, de los demás.

El fundamentalismo que muestran algunos obispos y curas en el fondo es una carencia de afecto, ternura e indulgencia originarios. El que no ama, no ha conocido a Dios, (1Jn 4,8).

Los fanatismos, las superortodoxias, las intransigencias en el fondo no son tanto problemas políticos o cristianos, cuanto problemas de origen y contenido psíquico de falta de consuelo, de amor. Quien tiene experiencia del amor, no es fanático, ni fundamentalista.

Muchas personas religiosas ordenan, disponen e imponen, mandan, etc. El cristiano consuela, alivia, ayuda.

Quizás sea por estas cosas por las que el papa Francisco sea mal visto y poco apreciado en determinados sectores católicos: porque Francisco en el fondo ayuda, consuela, alivia…

Noble tarea la de consolar en la vida.

05. MIENTRAS JESÚS ORABA.

Jesús se encuentra con Dios en el silencio y la oración (como nosotros). Y ahí es donde se manifiesta que Jesús es hijo de Dios.

Jesús toma conciencia de su ser y misión en los grupos de Juan Bautista (conciencia mesiánica). Jesús lentamente va tomando conciencia de que Dios se expresa en Él.

Jesús sentía que Dios Padre embargaba su vida, le protegía, le impulsaba.

En el evangelio de Lucas la oración tiene una importancia mayor que en otros. Lucas presenta a Jesús orando en los momentos decisivos:

o El bautismo le “pilla” a Jesús orando, (Lc 3,21).

o En toda su actividad pública, Jesús se retiraba para orar, (Lc 5,16)

o Jesús ora cuando ha de escoger a los Doce (Lc 6,12-13)

o La oración transfigura a Jesús (y no al revés), (Lc 9,28-29).

o Cuando ora, Jesús expresa su experiencia de Dios: Padre, (Lc 11,1).

o Jesús agradece a Dios los signos que se van dando en su misión, que es del Padre, (Lc 10,21).

o Cercana ya la muerte, en el huerto de los Olivos, Jesús ora “trágicamente”, (Lc 22,39-46).

o En la cruz Jesús ora y pone su vida-muerte en manos de Dios Padre, (Lc 23,46).

o También en la cruz Jesús ora a Dios Padre por quienes le están ejecutando: Padre, perdónales porque no saben lo que hacen.

Acabamos de celebrar la Navidad. Jesús es hijo de María: nace de entre nosotros.

De la misma manera, Jesús tomó conciencia de su ser y misión en su familia, en la sinagoga, en los grupos de Juan Bautista (conciencia mesiánica), en el silencio y en la oración.

Jesús toma conciencia de su misión en la oración. Jesús “no viene a este mundo con la lección sabida”, sino que Jesús va madurando en la oración. Jesús va tomando conciencia de los problemas que va viendo y viviendo: el tipo de religión, el fariseísmo y legalismo, el Templo ritualista, la injusticia de saduceos, sacerdotes, la pobreza, etc. Jesús lentamente va tomando conciencia de que las cosas no van como Dios Padre quiere. El poder (Pedro) piensa como los hombres, pero no como Dios, etc. Dios Padre tiene otro designio que, poco a poco, se va expresando en Él.

La oración no es una huida del mundo y de los demás, la oración no le encierra a Jesús en sí mismo, sino que le impulsa a la madurez, a contrastar las cosas con Dios y a la solidaridad.

Todo ser humano necesitamos momentos de silencio, de reflexión y de oración, de encuentro con nosotros mismos, con los demás y con Dios.

La oración no es un narcisismo, sino un “hogar” en el que vivimos en silencio y contemplación las cosas de “casa”, nos vemos en nuestro caminar con nuestras ilusiones y preocupaciones, nuestras enfermedades y limitaciones, en la oración vemos las injusticias, y todo lo vemos y vivimos con Dios como ultimidad y los demás como referencia.

La oración es la brecha por la que se nos abren los cielos.

LOS CIELOS ESTÁN ABIERTOS

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“Relato desconcertante”. Epifanía del Señor – C (Mateo 2,1-12) 06 de enero 2019

Domingo, 6 de enero de 2019
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9_Epifanía-del-Señor_C-283x300Ante Jesús se pueden adoptar actitudes muy diferentes. El relato de los magos nos habla de la reacción de tres grupos de personas. Unos paganos que lo buscan, guiados por la pequeña luz de una estrella. Los representantes de la religión del Templo, que permanecen indiferentes. El poderoso rey Herodes que solo ve en él un peligro.

Los magos no pertenecen al pueblo elegido. No conocen al Dios vivo de Israel. Nada sabemos de su religión ni de su pueblo de origen. Solo que viven atentos al misterio que se encierra en el cosmos. Su corazón busca verdad.

En algún momento creen ver una pequeña luz que apunta hacia un Salvador. Necesitan saber quién es y dónde está. Rápidamente se ponen en camino. No conocen el itinerario preciso que han de seguir, pero en su interior arde la esperanza de encontrar una Luz para el mundo.

Su llegada a la ciudad santa de Jerusalén provoca el sobresalto general. Convocado por Herodes, se reúne el gran Consejo de «los sumos sacerdotes y los escribas del pueblo». Su actuación es decepcionante. Son los guardianes de la verdadera religión, pero no buscan la verdad. Representan al Dios del Templo, pero viven sordos a su llamada.

Su seguridad religiosa los ciega. Conocen dónde ha de nacer el Mesías, pero ninguno de ellos se acercará a Belén. Se dedican a dar culto a Dios, pero no sospechan que su misterio es más grande que todas las religiones, y tiene sus caminos para encontrarse con todos sus hijos e hijas. Nunca reconocerán a Jesús.

El rey Herodes, poderoso y brutal, solo ve en Jesús una amenaza para su poder y su crueldad. Hará todo lo posible para eliminarlo. Desde el poder opresor solo se puede «crucificar» a quien trae liberación.

Mientras tanto, los magos prosiguen su búsqueda. No caen de rodillas ante Herodes: no encuentran en él nada digno de adoración. No entran en el Templo grandioso de Jerusalén: tienen prohibido el acceso. La pequeña luz de la estrella los atrae hacia el pequeño pueblo de Belén, lejos de todo centro de poder.

Al llegar, lo único que ven es al «niño con María, su madre». Nada más. Un niño sin esplendor ni poder alguno. Una vida frágil que necesita el cuidado de una madre. Es suficiente para despertar en los magos la adoración.

El relato es desconcertante. A este Dios, escondido en la fragilidad humana, no lo encuentran los que viven instalados en el poder o encerrados en la seguridad religiosa. Se les revela a quienes, guiados por pequeñas luces, buscan incansablemente una esperanza para el ser humano en la ternura y la pobreza de la vida.

José Antonio Pagola

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Fiesta de la Epifanía del Señor. 6 de enero de 2019

Domingo, 6 de enero de 2019
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Leído en Koinonia:

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Isaías 60, 1-6: La gloria del Señor amanece sobre ti. 
Salmo responsorial: 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra. 
Efesios 3, 2-6: Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos. 
Mateo 2, 1-12: Venimos de Oriente para dorar al Rey.

 La época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías (Tercer Isaías) corresponde a la restauración, es decir, al regreso a Jerusalén de los exiliados en Babilonia, regreso a la gran ciudad de Dios. Cuando este grupo de exiliados llegó a Israel encontró sus ciudades destruidas, sus campos abandonados o apropiados por otras familias, las murallas derruidas y el templo, el lugar donde Yahvé habitaba, incendiado. Esta dramática realidad los desanimó completamente, centrando sus esperanzas y sus motivaciones únicamente en la reconstrucción de sus viviendas y sus campos, dejando de lado la restauración del templo y, con ello, la confianza en la venida gloriosa de Yahvé, quien traería para Israel la salvación plena en la misma historia. Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo, por ello Jerusalén será una ciudad radiante, llena de luz, en donde la presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande, ante cuya presencia se postrarán todos los pueblos de la tierra. El profeta manifiesta con esta gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva época para Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie podrá hacerle daño.

Esta visión profética posee una comprensión muy reducida de la acción salvífica de Dios, ya que es asumida como una promesa que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente del pueblo de Israel y no de toda la tierra. Pablo, a través de la carta a los Efesios, ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida por Dios, a través de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos. El plan de Dios, según Pablo, consiste en formar un solo pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo, una sola Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la vida y la salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa que el misterio recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva de Cristo se hace efectiva también en los paganos, ellos son coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo; esto significa que Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos, salva a todos, reconcilia a todos sin excepción.

El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía», confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el evangelista insiste en nombrar con exactitud el lugar donde nació Jesús y en confirmar, a través del Antiguo Testamento, que con su presencia en la historia se da cumplimiento a las palabras de los profetas. Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos, venidos de Oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del evangelio a los paganos y su vinculación a la comunidad cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas, que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.

En un tiempo como el que vivimos, marcado radicalmente por el pluralismo religioso, y marcado también, crecientemente, por la teología del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de proselitismo, de «convertir al cristianismo» a los «gentiles», y la «universalidad cristiana» era entendida desde la centralidad del cristianismo: éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, la religión-destino de la humanidad. Todos los pueblos (universalidad) estaban destinados a abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos… Tarde o temprano el mundo llegaría a su destino: a ser «un sólo rebaño, con un solo pastor»…

Hoy todo esto ha cambiado, aunque muchos cristianos (incluidos muchos de sus pastores) todavía siguen en la visión tradicional. Buen día hoy, pues, para presentar estos desafíos y para profundizarlos. No desaprovechemos la oportunidad para actualizar también personalmente nuestra visión en estos temas. En la RELaT (servicioskoinonia.org/relat) hay muchos materiales para estudiar el tema, así como para debatirlo en grupos de estudio o de catequesis.

En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos referencias a Belén en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca del nacimiento del Salvador en la ciudad de David. La tradición de que el Mesías debía nacer en Belén tiene su base en el texto de Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debía salir quien gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. Hoy ya sabemos que Jesús nació probablemente en Nazaret, y que la afirmación de que nació en Belén es una afirmación con intenció teológica.

El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa matemático, astrónomo y astrólogo. Estas dos últimas disciplinas eran una misma en la antigüedad, por lo que con ambas se podía estudiar el destino y designio de las personas. Es decir, los «reyes magos» no fueron ni reyes ni magos en el sentido actual de estas palabras; habrían sido astrólogos o estudiosos del cielo. Fue el teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220 d.C.) quien aseguró que los magos serían reyes y que procederían de Oriente. En la visita de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia vieron simbolizadas la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo. Leer más…

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6.1.19. Me pido un abrazo. Epifanía de Dios: Magas, mujeres (y reyes)

Domingo, 6 de enero de 2019
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48422018_2276606585947275_8657895783669956608_nDel blog de Xabier Pikaza:

Dice una tradición que los Magos trajeron a Jesús Oro, Incienso y Mirra, pero que lo hicieron para despistar, pues en realidad lo que ellos querían era sólo abrazar a Jesús, y así lo hicieron, dejándose abrazar por él.

Sigue diciendo esa misma tradición que no eran reyes, ni varones, sino mujeres sabias, eficientes y buenas (o quizá dos mujeres y un hombre: Melchora, Gaspar y Baltasara…), pues lo que Jesús niño y María con José necesitaban no eran hombres barbudos y sesudos, sino mujeres cercanas, amorosas, sabias, parta ofrecer su presencia y enseñarle a ser Mesías (con María y José, sus padres).

Sea como fuere, la Iglesia celebra el 6 de Enero la fiesta de la Epifanía, es decir, de la revelación de Dios a los Magos/as de Oriente, esto es, a los sabios, astrónomos… que buscan la Estrella de Dios, es decir, el signo de la Vida (la Promesa Mesiánica) en las tradiciones del judaísmo.

a) No se dice que sean Reyes, sino magos”, representantes de la sabiduría y religión de Oriente (Persia, India, China, el mundo entero…), hombres de culturas distintas, muy sabia, que interpretan los signos de los “astros” (la sacralidad cósmica), pero que siguen buscando algo más, que puede ofrecerles el Mesías Judío de los pobres y excluidos de la tierra.

49704075_1146217962222061_3092584488450916352_nb) Son mujeres sabias, como la Reina de Saba, que vino a ver a Salomón, como recuerda el mismo Jesús (Mt 12, 42‒44), que trajeron a Jesús lo más importante: El cariño, el cuidado, comida apropiada. Sí, estoy convencido de que eran “magas” en el sentido radical de la palabras, porque sólo las mujeres saben recibir a los que vienen, acompañando a la madre (como en la historia famosa de Gloria Fuertes, con portada e ilustración de su libro).

c) Son el Oriente… No vienen de Grecia (sabiduría racional), ni de Roma (orden político), sino del ancho mundo de la vida abierta al misterio y a la verdadera fraternidad. Vienen impulsados por su propia religión. No tienen que renunciar a nada (a sus posibles dioses, a sus tradiciones zoroastrianas o hindúes, budistas o taoístas…), sino a culminar su camino. Son la humanidad que busca, desde sus propias religiones.

d) Buscan al Rey de los Judíos… pero encuentran a Jesús, simplemente un Niño, como ellas sospechaban ya, un niño que fuera signo de la Humanidad Nueva. No llegan a la Iglesia organizada de tiempos posteriores, ni al cristianismo cultual, sino sólo a Jesús, rechazado por los representantes políticos del judaísmo o de la religión establecida de su tiempo. En este contexto se sitúa el texto, que tiene muchos rasgos, que ahora no quiero destacar. Sólo presentaré la lectura y una breve aplicación.

49439064_1146211245556066_2304244869062721536_nA todos los lectores y amigos del blog: Buen días de magos y magas, es decir, de reyes verdaderos, amorosos, viniendo llenos de abrazo.

Texto. Mateo 2, 1-12

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel””.
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: “Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo”. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

EXPLICACIÓN GENERAL

49338801_1146209512222906_6510249154545975296_nEl texto es muy rico, está lleno de indicaciones que deberían estudiarse con más cuidado. Ahora sólo ofrezco algunas indicaciones generales

1. Jesús, Mesías de Dios, no está encerrado en el templo y ley de Jerusalén, sino abierto en Belén para todos los que vengan. No es Rey que impone su derecho en Sión, sino Niño necesitado, en brazos de su madre. No es Sacerdote que expande la sacralidad divina desde el tabernáculo del templo, sino niño amenazado, que debe exilarse en Egipto, asumiendo así la historia del auténtico Israel, Hijo de Dios (cf. 2, 15).

2. Los representantes religiosos y sociales de Israel (de la Gran Iglesia de entonces), todos ellos varones, no han venido a Belén para adorar al Rey de los judíos. Ellos conocen de algún modo el misterio (saben que el Mesías debe nacer en Belén), pero no quieren buscarle, ni le ofrecen el tesoro de su vida (cf. Mt 2, 11), pues están fijados en sus sacralidades nacionales y sociales. Esta es la paradoja de un mesías de Israel que los israelitas no aceptan. La subida mesiánica de los pueblos hacia Jerusalén queda truncada, pues Jerusalén no les reciba.

3. Herodes, el rey de los hombres poderosos, varones impositivos, no acepta el mesianismo de Jesús y decide matarle. De manera consecuente, la venida de los magos se inscribe en un contexto de persecución: el rey de turno persigue al verdadero Rey de los judíos, obligándole a exilarse, mientras los buscadores mesiánicos de oriente vuelven a sus tierras por otro camino. De esa forma, el Israel histórico de Herodes queda en manos de su propia violencia destructora (relato de los inocentes). Eso significa que la búsqueda de los pueblos que quieren adorar en Jerusalén al Rey Mesías ha fracasado, pues el Mesías no se encuentra allí.

4. El camino de los magos (es decir, de todos los pueblos que buscan de hecho a Dios, buscando la luz, en especial las mujeres) forma parte del mesianismo de Jesús: Como he dicho, estos magos gentiles que han buscado y le siguen buscando, para ofrecerle el homenaje de sus dones, son mujeres amigas: Ella traen el oro de la realeza, el incienso de la sacralidad, la mirra del perfume gozoso… Pero traen sobre todo el cariño, el abrazo la presencia, la palabras… La vida de los hombres ha sido y sigue siendo un don de mujeres, de madres, de hermanas, de amigas.

49787429_1146212082222649_5991821729763164160_n5. A lo largo de la historia de la cristiandad, muchos han aplicado y siguen aplicando a Jesús sólo un modelo de graves varones, reyes impositivos, que tiende a confundir el evangelio con sus intereses culturales o sociales, en Roma o Londres, en Moscú o América. Este ha sido quizá el mayor problema cristológico moderno: la vinculación de Jesús con los poderes dominantes de occidente, con un mundo de hombres-reyes que buscan poder y dinero. Los magos antiguos eran distintos, eran magos y magas, personas abiertas al amor. Muchos de nosotros (y, de algún modo, la iglesia) hemos secuestrado a Jesús en los muros de nuestra cultura dominante, sea filosófica o social, económica o militar.

6. La cristiandad posterior ha sentido miedo de esta universalidad del Cristo, encerrándole de nuevo bajo llaves religiosas de dominio, dentro de estructuras de poder cultural o social de graves varones; no ha dejado que emerja el Cristo verdaderamente ecuménico, capaz de unificar en amor a todas las naciones de la tierra. Se plantea así uno de los grandes retos de la iglesia ante el siglo XXI: o la cristología se vuelve católica (universal), capaz de recibir a los magos y de abrirse a todas las culturas de la tierra, en respeto fuerte y búsqueda de amor, o ella termina convirtiéndose en ideología particular de un pequeño grupo de cristianos, cada vez más perdidos dentro de una humanidad que busca otros caminos de realización, en clave de violencia.

7. El camino de los magos que buscan a Jesús… es el camino de todos los hombres (es decir, de mujeres y hombres), de todas las religiones… El Jesús de Belén o del Monte de pascua ha de estar dispuesto a recibir el oro de la cultura de los pueblos, el incienso de todas las formas de cultura religiosa… la mirra de todos los dolores… Los cristianos tenemos que sentirnos capaces de acoger la cultura religiosa de los pueblos… Sólo en ese sentido se puede hablar de “epifanía”. No se trata sólo de ir y llevar a los otros lo que tenemos, sino de recibir lo que nos ofrecen otros, en abrazo de amor…desde las mujeres sabias que fueron a visitar y engrandecer a Jesús.

AMPLIACIÓN TEOLÓGICA

Para los que tengan algo más de tiempo, he querido ampliar lo anterior, volviendo al texto del evangelio, vinculando este pasado de los magos (Mt 2, 1‒11) con el final del Evangelio (28, 16-20), distinguiendo así dos tipos misión:

a) Hay una misión centrípeta, es decir, de testimonio y levadura: Ofrecer una estrella de luz a quienes busquen y venga, de Oriente (como los Magos) o de Occidente (como serían en el caso de Jesús los Romanos). Esta es la misión de la vida y el ejemplo, la atracción creadora, como la de Jesús en Belén, que con su misma humanidad llama a todos los pueblos.

b) Hay una misión centrífuga, es decir, de salida y siembra: Extender la palabra entre todos los pueblos y personas. Se trata de dejar lo que tenemos, de perder nuestras seguridades, para buscar y enriquecer a todos con nuestra palabras. Así lo índice Jesúa, ya crecido, al final del evangelio, tras la pascua, desde el Monte de Galilea: «Id y haced discípulos entre todos los pueblos… y yo estaré con vosotros…” (Mt 28, 16-20).
Ambas misiones se implican y completan, la de Epifanía (testimonio) y la de Pentecostés (envío). Así lo mostraré en lo que sigue. Buen final de Epifanía a todos.

Introducción

Mateo ha evocado en torno al nacimiento de Jesús el tema de la expansión misionera de la iglesia (con el relato de los Magos), recuperando un tema clásico de la tradición israelita: la peregrinación de pueblos de Oriente, que vienen a Sión para ofrecer sus dones en el templo. Pues bien, según Mateo, ellos no quedan ya en Sión (ciudad del templo), sino que continúan el camino y llegan a Belén, lugar de las promesas mesiánicas. No adoran al Dios judío, que reina glorioso desde el santuario nacional de Jerusalén, sino que vienen a inclinarse ante el Niño que ha nacido en Belén, como signo de bendición para las naciones. Leer más…

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Los reyes magos somos nosotros. Fiesta de la Epifanía.

Domingo, 6 de enero de 2019
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images21Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El autor del primer evangelio (el de Mateo), que probablemente vive en Antioquía de Siria, lleva años viviendo una experiencia muy especial: aunque Jesús fue judío, la mayoría de los judíos no lo aceptan como Mesías, mientras que cada vez es mayor el número de paganos que se incorporan a la comunidad cristiana. Algunos podrían interpretar este extraño hecho de forma puramente humana: los paganos que se convierten son personas piadosas, muy vinculadas a la sinagoga judía, pero no se animan a dar el paso definitivo de la circuncisión; los cristianos, en cambio, no les exigen circuncidarse para incorporarse a la iglesia.

Mateo prefiere interpretar este hecho como una revelación de Dios a los paganos. Para expresarlo, se le ocurre una idea genial: anticipar esa revelación a la infancia de Jesús, usando un relato que no debemos interpretar históricamente, sino como el primer cuento de Navidad. Un cuento precioso y de gran hondura teológica. Y que nadie se escandalice de esto. Las parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano son también cuentecitos, pero han cambiado más vidas que infinidad de historias reales.

La estrella

Los antiguos estaban convencidos de que el nacimiento de un gran personaje, o un cambio importante en el mundo, era anunciado por la aparición de una estrella. Orígenes escribía en el siglo III:

“Se ha podido observar que en los grandes acontecimientos y en los grandes cambios que han ocurrido sobre la tierra siempre han aparecido astros de este tipo que presagiaban revoluciones en el imperio, guerras u otros accidentes capaces de trastornar el mundo. Yo mismo he podido leer en el Tratado de los Cometas, del estoico Queremón, que han aparecido a veces en vísperas de algún aconteci­miento favorable; de lo que nos proporciona numerosos ejemplos” (Contra Celso I, 58ss).

Sin necesidad de recurrir a lo que pensasen otros pueblos, la Biblia anuncia que saldrá la estrella de Jacob como símbolo de su poder (Nm 24,17). Este pasaje era relacionado con la aparición del Mesías.

El bueno: los magos

De acuerdo con lo anterior, nadie en Israel se habría extrañado de que una estrella anunciase el nacimiento del Mesías. La originalidad de Mt radica en que la estrella que anuncia el nacimiento del Mesías se deja ver lejos de Judá. Pero la gente normal no se pasa las noches mirando al cielo, ni entiende mucho de astronomía. ¿Quién podrá distinguirla? Unos astrónomos de la época, los magos de oriente.

La palabra “mago” se aplicaba en el siglo I a personajes muy distin­tos: a los sacerdotes persas, a quienes tenían poderes sobrenaturales, a propagandis­tas de religiones nuevas, y a charlatanes. En nuestro texto se refiere a astrólogos de oriente, con conocimientos profundos de la historia judía. No son reyes. Este dato pertenece a la leyenda posterior, como luego veremos.

El malo: Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas

La narración, muy sencilla, es una auténtica joya literaria. El arran­que, para un lector judío, resulta dramático. “Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes”. Cuando Mt escribe su evangelio han pasado ya unos ochenta años desde la muerte de este rey. Pero sigue vivo en el recuerdo de los judíos por sus construcciones, su miedo y su crueldad. Es un caso patológico de apego al poder y miedo a perderlo, que le llevó incluso a asesi­nar a sus hijos y a su esposa Mariamme. Si se entera del nacimiento de Jesús, ¿cómo reaccionará ante este competidor? Si se entera, lo mata.

Un cortocircuito providencial

Y se va a enterar de la manera más inesperada, no por delación de la policía secreta, sino por unos personajes inocentes. Mt escribe con asombrosa habili­dad narrativa. No nos presenta a los magos cuando están en Oriente, observando el cielo y las estre­llas. Omite su descubrimiento y su largo viaje.

La estrella podría haberlos guiado directamente a Belén, pero entonces no se advertiría el contraste entre los magos y las autoridades políticas y religiosas judías. La solución es fácil. La estrella desaparece en el momento más inoportuno, cuando sólo faltan nueve kilómetros para llegar, y los magos se ven obligados a entrar en Jerusalén.

Nada más llegar formulan, con toda ingenuidad, la pregunta más compromete­do­ra: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”. Una bomba para Herodes.

El contraste

Y así nace la escena central, importantísima para Mt: el sobresalto de Herodes y la consulta a sacerdotes y escribas. La respuesta es inmediata: “En Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas”. Herodes informa a los magos y éstos parten. Pero van solos. Esto es lo que Mt quiere subrayar. Entre las autori­dades políticas y religiosas judías nadie se preocupa por rendir homenaje a Jesús. Conocen la Biblia, saben las respuestas a todos los proble­mas divinos, pero carecen de fe. Mientras los magos han realizado un largo e incómodo viaje, ellos son incapa­ces de dar un paseo de nueve kilómetros. El Mesías es rechazado desde el principio por su propio pueblo, anunciando lo que ocurrirá años más tarde.

Los magos no se extrañan ni desaniman. Emprenden el camino, y la reapari­ción de la estrella los llena de alegría. Llegan a la casa, rinden homenaje y ofrecen sus dones. Estos regalos se han interpretado desde antiguo de manera simbólica: realeza (oro), divinidad (incienso), sepultura (mirra). Es probable que Mt piense sólo en ofrendas de gran valor dentro del antiguo Oriente. Un sueño impide que caigan en la trampa de Herodes.

Los Reyes magos, somos nosotros

A alguno quizá le resulte una interpretación muy racionalista del episodio y puede sentirse como el niño que se entera de que los reyes magos no existen. Podemos sentir pena, pero hay que aceptar la realidad. De todos modos, quien lo desee puede interpretar el relato históricamente, con la condición de que no pierda de vista el sentido teológico de Mt. Desde el primer momento, el Mesías fue rechazado por gran parte de su pueblo y aceptado por los paganos. La comunidad no debe extrañarse de que las autoridades judías la sigan rechazando, mientras los paganos se convierten.

La mitificación de la estrella

La estrella ha atraído siempre la atención, y sigue ocupando un puesto capital en nuestros naci­mientos. Mt, al principio, la presenta de forma muy sencilla, cuando los magos afirman: “hemos visto salir su estrella”. Sin embargo, ya en el siglo II, el Protoevangelio de Santiago la aumenta de tamaño y de capacidad lumínica: “Hemos visto la estrella de un resplandor tan vivo en medio de todos los astros que eclipsaba a todos hasta el punto de dejarlos invisibles”. Y el Libro armenio de la infancia dice que acompañó a los magos durante los nueve meses del viaje.

En tiempos modernos incluso se ha intentado explicarla por la conjunción de dos astros (Júpiter y Saturno, ocurrida tres veces en 7/6 a.C.), o la aparición de un cometa (detectado por los astrónomos chinos en 5/4 a.C.). Esto es absurdo e ingenuo. Basta advertir lo que hace la estrella. Se deja ver en oriente, y reaparece a la salida de Jerusalén hasta pararse encima de donde está el niño. Puesta a guiarlos, ¿por qué no lo hace todo el camino, como dice el Libro armenio de la infancia? ¿Y cómo va a pararse una estre­lla encima de una cuna? Para Dios «nada hay imposible», pero dentro de ciertos límites.

El número y nombre de los magos

En el Libro armenio de la infancia (de finales del siglo IV) se dice: “Al punto, un ángel del Señor se fue apresurada­mente al país de los persas a avisar a los reyes magos para que fueran a adorar al niño recién nacido. Y éstos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el momento en que la Virgen daba a luz… Y los reyes magos eran tres hermanos: el primero Melkon (Melchor), que reinó sobre los persas; el segundo, Baltasar, que reinó sobre los indios, y el tercero, Gaspar, que tuvo en posesión los países de los árabes”. Para Mt, el dato esencial es que no son judíos, sino extranjeros.

            Según Justino proceden de Arabia. Luego se impone Persia. En cuanto al número, la iglesia siria habla de doce.

El contraste entre la primera lectura y el evangelio

La liturgia parece ver en el relato de los magos el cumplimiento de lo anunciado en el libro de Isaías (Is 60,1-6).

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;

la gloria del Señor amanece sobre ti!

Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos,

pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti.

Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.

Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti;

tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás, radiante de alegría;

tu corazón se asombrará, se ensanchará,

cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar

y te traigan las riquezas de los pueblos.

Te inundará una multitud de camellos,

de dromedarios de Madián y de Efá.

Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,

y proclamando las alabanzas del Señor.

            Sin embargo, la relación es de contraste. En Isaías, la protagonista es Jerusalén, la gloria de Dios resplandece sobre ella y los pueblos paganos le traen a sus hijos, los judíos desterrados, la inundan con sus riquezas, su incienso y su oro. En el evangelio, Jerusalén no es la protagonista; la gloria de Dios, el Mesías, se revela en Belén, y es a ella adonde terminan encaminándose los magos. Jerusalén es simple lugar de paso, y lugar de residencia de la oposición al Mesías: de Herodes, que desea matarlo, y de los escribas y sacerdotes, que se desinteresan de él.

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06 Enero. Epifanía. Ciclo C

Domingo, 6 de enero de 2019
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“¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?

Hemos visto salir en Oriente su estrella, y venimos a adorarle.”

(Mt 2,1-12)

Hoy recordamos la visita de unos sabios extranjeros a Jesús recién nacido. La historia es como un juego de reyes: en primer lugar, para entrar en el espíritu del Evangelio, podemos olvidarnos de todas las ideas sobre Melchor, Gaspar y Baltasar que pueblan nuestro imaginario. El segundo rey es Herodes, el rey de Judea. Y el tercer rey es Jesús, el Mesías judío que ya desde el comienzo atrae a gente de otras naciones.

En la escena, los sabios son quienes van de acá para allá. Vienen de lejos siguiendo una estrella que les ha de llevar hasta el rey de los judíos. Mirándoles sentimos el sabor que nos dejan las personas libres: lo que les guía es una estrella del cielo, están en movimiento, les llena la alegría. Van sin expectativas, prejuicios ni intereses, saben reconocer a Jesús. Y, lo más importante: lo adoran.

Esto es lo que la liturgia nos invita a hacer en este tiempo: como los sabios, ponernos delante de Jesús vacías de nosotras mismas, sin pedir, sin querer comprender, sin esperar nada. Solo permanecer en silencio.

La actitud de Herodes es completamente diferente. Quiere saber dónde está el Mesías, pero tiene miedo. Teme por su propio poder. Pretende encontrar a Jesús sin moverse de su palacio.

Y Jesús, tan pequeñín, ya mueve a tanta gente. Este tiempo nos ayuda tal vez a acercarnos a él con más sencillez, confianza, silencio. Cuando crece, a veces sentimos que no le comprendemos, que le pedimos demasiado y hacemos demasiado poco, que no tenemos ganas de acercarnos a él por miedo a que la vida se nos complique más de lo que ya está… Hoy se nos regala una buena ocasión para estar, para poner el corazón, sin más propósito, delante del Señor de nuestra vida.

Oración

Padre, que tu Santa Ruah nos vaya transformando en personas sabias y libres,

capaces de cruzar oasis y desiertos buscando a tu Hijo en nuestro mundo.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Dios se está manifestando siempre en todo lo que es.

Domingo, 6 de enero de 2019
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mirando-al-cieloMt 2, 1-12

Es una de las fiestas más antiguas, anterior a la Navidad. “Epifanía” significa en griego manifestación. Parece ser que en su primer significado hacía referencia a la primera luz que aparecía en Oriente y anunciaba el nuevo día. Hasta hace bien poco se conmemoraban este día tres ‘manifestaciones’ de Jesús: la adoración de los magos, la boda de Caná y el bautismo. Hoy celebramos en occidente la adoración de los magos, más conectada con la Navidad y como símbolo de la llamada de todos los pueblos a la salvación ofrecida por Dios en Jesús. En oriente se sigue celebrando hoy la Navidad.

No hay la más mínima posibilidad de que el relato, que hoy leemos del evangelio de Mt, sea histórico. Esto no nos debe preocupar en absoluto, porque lo que se intenta con esa “historia” es dar un mensaje teológico. Dios se está manifestando siempre. El que lo descubre tiene que convertirlo en imágenes para poder comunicarlo a los que no lo han descubierto. Si nos quedamos en los signos, no descubriremos la realidad. Dios se manifiesta siempre, pero nosotros lo descubrimos solo en circunstancias muy concretas.

El concebir la acción de Dios como venida de fuera, y haciendo o deshaciendo algo en el mundo material, sigue jugándonos muy malas pasadas. Muchas veces he intentado explicar cómo es la actuación de Dios, pero acepto que es muy difícil de comprender, mientras sigamos creyendo en un Dios todopoderoso, apto para deshacer cualquier entuerto. Pensemos, por ejemplo, en el comienzo de la mayoría de las oraciones de la liturgia: “Dios todopoderoso y eterno… para terminar poniendo el cazo.

Debemos superar la idea de Dios creador como hacedor de algo que deja ahí fuera. Dios no puede desentenderse de la criatura, como hacemos nosotros al ‘crear’ algo. Lo que llamamos creación es manifestación de Dios, que está ahí sosteniendo en el ser a su criatura. Imaginad que la creación es la figura que se refleja en el espejo. Si quitamos del medio la realidad reflejada, el espejo no podría reflejar ninguna imagen. Dios crea porque es amor y en la creación manifiesta su capacidad de darse. Al crear, Dios solo puede buscar el bien de las criaturas, no puede esperar nada para Él.

La creación no falla nunca. Siempre está manifestando a su creador. En el Génesis se repite una y otra vez, que lo que iba haciendo Dios era “bueno”. Cuando llega a la creación del hombre, dice: era todo “muy bueno”. La idea de un Dios que tiene que estar haciendo chapuzas con la creación, es mezquina. La idea de una salvación como reparación de una creación que le salió mal, es consecuencia de un maniqueísmo mal disimulado. Cada ser humano puede no ser consciente de lo que es y vivir como lo que no es, pero en el fondo seguirá siendo manifestación de Dios, y como tal, único y perfecto.

Podemos seguir diciendo que Dios actúa puntualmente en la historia, que se sigue manifestando en los acontecimientos, pero conscientes de que es una manera impropia de hablar. Con ello queremos indicar que el hombre, en un momento determinado, se da cuenta de la presencia de Dios, y para él es como si en ese momento Dios se hiciera presente. Como Dios está en toda criatura y en todos los acontecimientos, está ahí en todo momento. La manifestación de Dios es siempre la misma para todos, pero sólo algunos, en circunstancias concretas, llegan a descubrir su teofanía.

La presencia de Dios nunca puede ser apodíctica, nunca se puede demostrar, porque no tiene consecuencias que se puedan percibir por los sentidos y por lo tanto no se puede obligar a nadie a admitir esa presencia. Es indemostrable. Tener esto claro equivaldría a desmontar todo el andamiaje de las acciones espectaculares como demostración de la presencia del poder de Dios. No digamos nada cuando ese poder se quiere poner al servicio de los “buenos”, e incluso, en contra de los “malos”. Pascal decía: “Toda religión que no confiese un Dios escondido es falsa”.

Dios es a la vez, el Dios que se revela siempre y el Dios que siempre está escondido. La experiencia de los místicos les llevó a concluir que Dios es siempre el ausente. S. Juan de la Cruz lo dejó claro: “A dónde te escondiste, Amado y me dejaste con gemido. Como el ciervo huiste, habiéndome herido. Salí tras ti clamando y eres ido.” Y el místico sufí persa Rumi dice: “Calla mi labio carnal. Habla en mi interior la calma, voz sonora de mi alma, que es el alma de otra Alma eterna y universal. ¿Dónde tu rostro reposa, Alma que a mi alma das vida? Nacen sin cesar las cosas, mil y mil veces ansiosas de ver Tu faz escondida.

El relato de los Magos. No hace referencia a personas sino a personajes. Ni eran reyes ni eran magos ni eran tres. Eran sabios que escudriñaban el cielo para entender la tierra. Porque estaban buscando, encontraron. Fijaos que lo descubren los que estaban lejos, pero no se enteraron de nada lo que estaban más cerca del niño. Para descubrir la presencia de Dios, lo único definitivo es la actitud. Al descubrir algo sorprendente, se pusieron en camino. No sabían hacia donde encaminarse, pero arriesgaron.

Otro mensaje importantísimo para los primeros cristianos, casi todos judíos, es que todos los seres humanos están llamados a la salvación. Para nosotros hoy esto es una verdad obvia, pero a ellos les costó Dios y ayuda salir de la conciencia de pueblo elegido. Pablo lo propone como un misterio que no había sido revelado en otro tiempo: “También los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la de la promesa”. Lo definitivo no es pertenecer al pueblo elegido, sino estar en sincera búsqueda.

Preguntan por un Rey, contrapuesto al rey Herodes. La ciudad se sobresaltó con él, es decir identificada con el rey en su tiranía. Es Herodes el que lo identifica con el Mesías. Los sacerdotes y escribas “sabían” donde tenía que nacer, pero no experimentan ninguna reacción ante acontecimiento tan significativo. Una vez más se demuestra que el conocimiento puramente teórico no sirve de nada.

En aquellas culturas, el signo de la presencia extraordinaria de Dios en una vida humana era la estrella. Se creía que el nacimiento de todo personaje importante estaba precedido por la aparición de su estrella. El relato nos dice que la estrella de Jesús solo la pudo ver el que está mirando al cielo. Solo los que esperan algo nuevo están en condiciones de aceptar esa novedad. Los magos, insatisfechos, siguen escudriñando el cielo y por eso pueden detectar la gran novedad de Jesús. En Jerusalén nadie la descubre.

Los dones que le ofrecen son símbolo de lo que significa aquel niño para los primeros cristianos después de haber interpretado su vida y su mensaje. El oro, el incienso y la mirra son símbolos místicos de lo que el niño va a ser: el oro era el símbolo de la realeza;

El incienso se utilizaba en todos los cultos que solo se tributan a Dios; la mirra se utilizaba para desparasitar el cuerpo y para embalsamar, como hombre.

Meditación

¿Por qué no descubrimos a Dios? Muy sencillo:
O busco un dios que no existe.
O le busco donde no está.
O le busco con la razón y no con el corazón.
No hay que buscar a Dios
si no la luz que nos permita verlo en todas partes.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Una Estrella en Oriente.

Domingo, 6 de enero de 2019
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_reyesmagos“Cuando miras el cielo y fijas una estrella, si sientes escalofríos bajo la piel, no te abrigues, no busques calor, no es frío, es solo amor” (Kahlil Gibran)

6 domingo. Festividad de los Reyes Magos

Mt 2, 1-12

Vimos su estrella en oriente y venimos a adorarle (v 2)

El llamado evangelio del Pseudo Tomás -o Evangelio de la infancia- del siglo II, es un evangelio apócrifo, no incluido en la actual Biblia, y dice que estos magos tenían vínculos familiares entre sí, y que llegaron a Belén con tres legiones de soldados: una de Persia, otra de Babilonia y otra de Asia. De ahí, puede ser, que se les considerara reyes o líderes.

¿Os imagináis el espanto, de San José, la Virgen, el niño, el buey, la vaca, los pastores, las ovejas, y hasta los ángeles, que estuvieron quizás a punto de reclamar el rápido descenso de las doce legiones celestiales al son de divinas trompetas celestiales, ante semejante terrenal comitiva?

“¿Quién nos dio ojos para ver los astros, sin darnos los brazos para alcanzarlos?, dijo la escritora portuguesa Florbela Spanca. Mis brazos se alargaron más allá del oriente y se perdieron abrazando y besando estrellas buscando al niño en la cuna. Porque, como también dijo el francés Christian Bobin Hay una estrella en el cielo para cada uno de nosotros, lo suficientemente lejos para que nuestros errores no la opaquen jamás”.

El pasaje evangélico de La adoración de los magos, es una de las escenas religiosas más representadas en la pintura, sobre todo en le época que va desde el románico hasta el barroco, en todas sus etapas, aunque se sigue practicando en todos los estilos posteriores hasta la actualidad.

El Greco pintó una escena que muestra la Adoración de los Reyes Magos. En la composición, María y el Niño Jesús son la figura central. El niño extiende un brazo para recibir los presentes que le ofrecen los magos, quienes se muestran tanto con atuendos como con colores de piel diferentes; alegoría pictórica de los continentes conocidos en el contexto del autor. El que le ofrece directamente el regalo deja su corona en el suelo como símbolo de la jerarquía divina de Jesús. La escena transcurre en un ambiente palaciego, de la que se observa detrás de las columnas plasmadas con trazos clasicistas, una cúpula.

Lionello Puppi comenta, en El Greco en Italia y el arte italiano, haciendo referencia a la Adoración que se conserva en el Museo Benaki: “…manifiesta una evidencia híbrida en la que se mezclan y conviven, si bien con algunos desequilibrios estridentes, signos iconográficos y estilemas de procedencia italiana y griega”.

Kahlil Gibran, decía: “Cuando miras el cielo y fijas una estrella, si sientes escalofríos bajo la piel, no te abrigues, no busques calor, no es frío, es solo amor”.

Yo por las noches miro más allá de las nubes y clavo estrellas en el cielo sin sentir temblores en el cuerpo. No me pongo el abrigo de colores, ni busco calentar mis sentidos, porque desde que veo una Estrella en oriente, el frío se convierte en amores.

Rubén Darío nos introduce el la escena con el siguiente Poema modernista:

LOS REYES MAGOS

Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso.
Vengo a decir: la vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
¡Todo le sé por la divina Estrella! 

Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo
Existe Dios. Él es la luz del día.
La blanca flor tiene sus pies en todo.
¡Y en el placer hay la melancolía!

Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro
que existe Dios. Él es el grande y fuerte.
Todo lo sé por el lucero puro
que brilla en la diadema de la Muerte.

Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos.
Triunfa el amor y a su fiesta os convida,
¡Cristo resurge, hace luz del caos
y tiene la corona de la Vida!

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Epifanía del Señor.

Domingo, 6 de enero de 2019
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fichero_25918_20130104(Mt 2, 1-12)

Epifanía: Manifestación de Jesús como Mesías esperado, como salvador universal, a todos los pueblos y culturas. El relato de “la Adoración de los Magos” representa de manera simbólica que, en Jesús, Dios se hace visible, se manifiesta. Epifanía es, también, la fiesta de la luz. Dios, desde Jerusalén, es la luz para todos los pueblos (1ª lectura de hoy). Jesús de Nazaret es la luz de todos los hombres. Y Jesús nos encomienda a sus seguidores “ser luz del mundo y sal de la tierra”.

Mateo escribe para una comunidad de judeo-cristianos en lenguaje y simbología judía del siglo I de nuestra era. Su audiencia conoce el Antiguo Testamento y Mateo lo usa como punto de partida para la enseñanza de la Buena Nueva que les trae. En el relato de la Adoración de los Magos, actualiza y adapta los siguientes textos bíblicos: Num 24,17. Is 60,6 (nuestra primera lectura de hoy) y el Salmo 72. Diríamos que Mateo se acomoda a su audiencia para facilitarles los nuevos aprendizajes. Les habla en su vocabulario a partir de sus conocimientos previos y su cultura. Es un buen ejemplo que tenemos que imitar nosotros. Para comprender y asimilar el mensaje que la Biblia trasmite, tenemos que traducir ese texto a pensamiento cristiano del siglo XXI. Leerlo y predicarlo desde nuestra cultura, con nuestro vocabulario, metáforas y modos de pensar.

En el Evangelio de hoy, la Adoración de los Magos, se nos relata cómo unos sabios (astrólogos) de Oriente buscan lo que una estrella nueva les revela. Buscan al Rey de los judíos. A los Magos su inquietud, (“han visto su estrella”) los lleva a lo imposible e inverosímil. Nada los detiene. Tienen muy claro lo que quieren y no renuncian a su logro. La necesidad no repara en medios. Tesón no les falta. Los guía una estrella que han visto nacer.

Los Magos (sabios) de Oriente son símbolo (semeia significa que trasmite “experiencias”) del ser humano en su búsqueda de Dios, su anhelo de infinito y plenitud. La estrella simboliza la fuerza de los anhelos más profundos del ser humano. Es la impronta, la huella, la marca de cantero que Dios ha dejado en nosotros. La nostalgia de lo divino, lo sublime, lo infinito, lo pleno, lo Otro.

Intentemos seguir los pasos del proceso de búsqueda-encuentro-manifestación que siguieron los Magos. Los Magos buscan al Rey de los judíos porque “hemos visto su estrella” (los prohombres de la Antigüedad eran anunciados por una estrella. Ejemplos: Alejandro Magno, César Augusto). Lo encuentran en un niño, en casa, con su madre, María. Descubren lo divino en lo humano, en lo más débilmente humano. Este es el núcleo del mensaje del relato de la Adoración de los Reyes Magos. Lo divino está en lo humano. Cuanto más humano más divino. ¡Hace falta tener ganas para descubrirle de esa guisa! ¿Dudarían los Magos de lo que estaban viendo? ¿Cómo puede ser que este niño sea “el Rey de los judíos que ha nacido “el hijo del Altísimo”?

Como los Magos nosotros también somos buscadores de Dios. Y como ellos debemos preguntarnos ¿A qué Dios buscamos? ¿Dónde lo encontraremos? ¿Cómo sabremos que lo hemos encontrado? A nosotros también nos será difícil descubrir a Dios donde hoy sabemos que está pero no parece que nos convenza la propuesta. En nuestra cultura postmoderna, con frecuencia, nos hemos hecho “incapaces de Dios”. Dios no cuenta en nuestras vidas tanto como necesitamos. Nuestra fe está descafeinada, es demasiado líquida, inoperante. Confundimos a Dios con los ídolos. Parece que no necesitamos a Dios, superficialmente, pero en el fondo “mi alma tiene sed de Ti”. Este es nuestro dilema, nuestra contradicción.

El Dios que necesitamos buscar es el Dios de Jesús, el Abba, el Padre, que es Amor-ágape (fusión). El Dios que es Uno con nosotros y en nosotros. El Dios que solo puede amar y busca solo nuestra felicidad. Toda otra imagen de Dios no nos vale. Nos destruye. Lejos de ser nuestra fuerza es nuestro peligro, nuestro placebo. De ahí el miedo y temor a esas imágenes “tétricas” del dios que no puede ser Dios en quien confiar ya quien amar. La fe cristiana es la experiencia de la bondad de Dios, de su amor para con nosotros, de su presencia en nuestra historia personal y comunitaria. Por eso podemos vivir con confianza en su preocupación por nuestra felicidad.

A este Dios hay que buscarle en donde está. En ti, en los otros, en la naturaleza, en el Evangelio, en Jesús. No le busques fuera, está dentro de ti. Más íntimo a ti que tu mismo (S. Agustín) o como Elías en el Horeb. Dios no esta en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego. Está en la brisa suave: paz, silencio, sosiego, esperanza. Lo que buscas está en ti y en los otros.

Por último ¿cómo puedo saber que lo he encontrado? Por los frutos. Si de mí surge la necesidad de un compromiso con las tareas del Reinado de Dios. Si lo que he recibido gratis yo lo doy gratis. Si soy amor porque Dios es amor. Si mi vida no tiene sentido sin “el principio Dios”. Si soy para mis próximos un regalo de Reyes. Entonces ten la seguridad de que has encontrado lo que buscabas, tu plenitud humana. Y ahora serás lámpara encendida y puesta en el candelero para iluminar a los que te rodean.

En resumen: El mensaje del evangelio de los Reyes Magos es un mapa que nos muestra el terreno a pisar en la búsqueda, encuentro y manifestación del “Enmanuel”, Dios con nosotros. Y en versión siglo XXI. “Dios en nosotros”.

África De La Cruz Tomé

Fuente Fe Adulta

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La estrella y el camino de la verdad. Fiesta de Epifanía.

Domingo, 6 de enero de 2019
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reyes estrella6Mt 2, 1-12

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

-“¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”.

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:

-“En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel»”.

Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

-“Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarle”.

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abrieron sus cofres y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Parece claro que el presente texto es una construcción del evangelista, que le sirve para mostrar la dimensión universal del nacimiento de Jesús, como apertura o “epifanía” (manifestación) a todos los humanos, personificados en los “magos de Oriente”.

Con ello prepara el próximo relato –debido a la persecución de Herodes, los padres del niño huirán con él a Egipto–, en el que se hace presente la intención de Mateo de presentar a Jesús como el “nuevo Moisés” que vendrá de Egipto para liberar a su pueblo.

Más allá de la intencionalidad del evangelista, el texto encierra un profundo simbolismo, cargado de sabiduría.

Todo empieza con una “estrella”. Es la luz interior (intuición, insight) la que desencadena el proceso de búsqueda y nos pone en camino. Puede aparecer de manera inesperada en cualquier momento y, con frecuencia, suele surgir en una situación de crisis que, al remover nuestros hábitos, hace que nos abramos a una dimensión más profunda.

En cualquier caso, se trata siempre de la voz del anhelo que nos habita, y que no es otra cosa que expresión de nuestra verdadera identidad que nos llama para “volver a casa”.

La estrella no tiene otra finalidad que la de conducirnos a “casa”. Pero apenas iniciamos el camino aparecen las dificultades: los apegos que no estamos dispuestos a soltar, las formas de funcionar que se nos han hecho habituales, el miedo a la incomodidad que supone todo cambio, el susto ante lo desconocido… y, en último término, la ignorancia básica que nos hace tomarnos por lo que no somos y nos mantiene en esa noria de insatisfacción que empieza y acaba en el yo.

El relato dice que los magos llevaron oro, incienso y mirra. La meta a la que apunta la voz del anhelo requiere desapego y desprendimiento de nuestros “tesoros”. Y eso solo es posible cuando comprendemos que aquello a lo que nos habíamos aferrado palidece ante la verdad de lo que somos.

En efecto, el camino en el que nos introduce el anhelo es el camino de la verdad: la estrella siempre conduce a la verdad. Y sabemos o intuimos que la verdad nos va a desnudar de todo aquello que habíamos absolutizado. Por ese motivo es importante que nos preguntemos si realmente buscamos la verdad… o nos conformamos con cualquier sucedáneo.

Puede ser que afirmemos alegremente que deseamos la verdad y, sin embargo, nos embarquemos en el llamado “camino espiritual” buscando sencillamente bienestar, tranquilidad o seguridad, es decir, una situación que podamos controlar. Si es así, no será extraño que nos veamos zarandeados por la Vida y, antes o después, confrontados con la motivación real que mueve nuestra búsqueda.

¿Busco la verdad por encima de cualquier otra cosa o busco que se puedan realizar mis expectativas?

Enrique Martínez Lozano

Boletín Semanal

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No hay sueño sin ensueño.

Domingo, 6 de enero de 2019
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estrella-belenDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

01. BÚSQUEDA DE LOS MAGOS DE ORIENTE.

Los Magos, gente pagana y extranjera han visto salir la estrella en ORIENTE (¿Y quién no es extranjero y medio pagano en esta vida?)

Las palabras tienen significados que pueden quedar olvidados o gastados. En castellano decimos: “ORIENTAR”, “estoy ORIENTADO / DESORIENTADO”, etc. La luz, el sol nace en Oriente.

Los Magos están en una espesa noche, como todos y como casi siempre. Si ven la estrella es porque están de noche, pero siempre que es media noche, comienza un nuevo día. Vienen de ORIENTE, vienen del sol naciente y caminan hacia la luz. Están ORIENTADOS.

Oriente es donde nace el sol, la luz. Los Magos siguen la luz, siguen la estela de la estrella. Aman y, por ello, buscan la verdad.

La vida nos puede ser favorable o menos, podemos atravesar por noches oscuras y valles de tinieblas, pero como antiguamente Abraham y los Magos, si miramos la estrella, estamos ORIENTADOS, quizás sufrientes, pero ORIENTADOS

Ya quisiéramos que los medios de comunicación, los planes de educación, colegios-ikastolas, universidades, incluidos obispos y mundo eclesiástico orientaran y transmitieran luz…

02. ¿DÓNDE ESTÁ EL REY DE LOS JUDÍOS? ¿DÓNDE ESTÁ DIOS?

v 2. PREGUNTARON: ¿DÓNDE ESTÁ EL REY DE LOS JUDÍOS? HEMOS VISTOS SALIR SU ESTRELLA Y VENIMOS A ADORARLE.

¿Dónde está el rey de los judíos?

Herodes es rey de Judea. Los magos buscan al rey de los judíos (¿). Y es que quien ama y busca la luz y la verdad únicamente se postran ante la Luz, la Verdad. Solamente la verdad os hará libres. (Jn 8,32).

Cristo es el rey de los judíos (de los seres humanos). Los magos están hablando con el rey Herodes, pero ni le buscan a él, ni se postran ante él, ni le adoran. Le preguntan: dónde está el rey, porque “tú no lo eres”.

En la vida tendemos a adorar, a postrarnos o a hacer el “rendez vous” al jefe, al político de turno, al obispo, porque así “guardo la viña”, el puesto de trabajo, el cargo, etc. Esto es algo muy frecuente y lo vemos continuamente en las ideologías, en las instituciones económicas, religiosas, en el obispado…

El “dónde”, el lugar del hombre es Dios, y “Dios con nosotros” se llama Jesús, Enmanuel.

Pero no basta con el lugar físico: con el cuerpo, con Belén, o en otro orden de cosas con una supuesta seguridad doctrinal, institucional, etc. Aunque lo sepamos “todo”: el lugar del nacimiento de Jesús, todo el NT, toda la teología y el catecismo, hemos de hacer el recorrido personal lo mismo que los Magos, con las incertidumbres de las noches, con las dudas y esperanzas, siguiendo los parpadeos de las estrellas que aparecen y desaparecen. La fe es una luz (luminosidad) pero no una demostración.

“Los sabios y entendidos” (el poder) lo saben todo, pero no creen en nada. Conocen las formulaciones legales, dogmáticas, pero se hallan muy lejos de la verdad, están lejos de ella; aman el poder no la verdad, ni la luz.

mas-punteroLos amigos de Job conocían la doctrina respecto de la escatología, y la repiten como “charlatanes de feria”, pero no dan un paso “siguiendo la estrella” en búsqueda de la verdad y la esperanza.

Hay muchas apreciaciones en la vida que no coinciden con la formulación y el dogma oficiales, pero son búsquedas. La verdad no está en el armario de “DVD” verdades, sino en el corazón y en el pensamiento que sufren y buscan.

Decía San Agustín que “El alma (el ánima) está más presente donde ama (en el “lugar”, en la persona que ama) que en el cuerpo que la anima”. (San Agustín). La luz está presente en la estrella del cielo y en quien la mira con nostalgia que en Jerusalén y en los entendidos. Abraham miró las estrellas y creyó.

v. 12 OTRA VEZ EL SUEÑO: LOS MAGOS SE VUELVEN A SU CASA POR OTRO CAMINO.

Los magos, como José, son sensibles y reciben el mensaje de Dios en sueños. Le oyen, le escuchan.

(El sueño es siempre un lugar un poco enigmático. Por eso en la Biblia se creía que Dios hablaba en el sueño y los sueños del ser humano)

Los Magos se vuelven a su casa por otro camino. Y no cambian de camino para evitar a Herodes, sino porque han encontrado el camino.

La luz no está en los caminos y pretensiones de Herodes (y hay mucho Herodes y faraones sueltos por la historia), sino en el débil y acostado en un pesebre.

Tras haber intuido la luz de la estrella.

Volvamos también nosotros a casa por otro camino.

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Santa María Madre de Dios. Martes 01 de Enero de 2019

Martes, 1 de enero de 2019
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De Koinonia:

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Números 6,22-27

Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré

El Señor habló a Moisés:

“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”

Salmo responsorial: 66

El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.

Gálatas 4,4-7

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Lucas 2,16-21

Encontraron a María y a José, y al niño.

A los ocho días, le pusieron por nombre JesúsEn aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

*

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*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(1 de enero de 1978)

Amados hermanos, amados radio-oyentes:

Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.

Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios.

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Año nuevo María madre: Dios está más allá del concepto de Padre y de Madre

Martes, 1 de enero de 2019
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familia tradicionalLc 2, 16-21

En esta fecha es inevitable hablar de tres temas: La paz, María Madre y el tiempo. Empezaremos hablando de la paz. Se nos llena la boca al pronunciar esta palabra, pero no nos interesa demasiado afrontar los problemas que plantea. Todos pedimos a Dios que nos libre de la guerra, pero no estamos dispuestos a exigir en nuestro entorno justicia, que es la condición de una auténtica paz. Luchar por la paz haciendo la guerra garantiza el fracaso. El concepto de guerra preventiva es más perverso que la ley del talión. El ser humano se puede defender de toda agresión sin tener que luchar contra nada ni contra nadie, trabajando por el bien de todos y cada uno de los hombres.

Juan XXIII, en su encíclica “Pacem in terris”, advirtió que la paz será la consecuencia de la Verdad, la Justicia, la Libertad y el amor. Esto lleva consigo tener claro que ningún ser humano es más que otro. Mientras no nos enteremos de esto, mientras haya un solo hombre que se sienta superior, no podrá haber paz. Estamos a años luz de esta utopía, que sin embargo debe ser el fundamento de toda relación humana. Hay muchas personas que intentamos ser justos, ser amables, ser comprensivos, pero con la condición de que no se ponga en duda nuestra superioridad. Esta postura es de auténtica hipocresía.

Unos buscamos la paz de los cementerios: ¡Que nadie se mueva! ¡Ay de aquel que se atreva a vivir! Ahí están los “vivos” de siempre, impidiendo el más ligero signo de vida a los demás. Otros nos contentamos con la paz romana: todos sometidos al servicio del imperio. Una paz que responde a la ley del más fuerte, sostenida con bombas y cañones. ¿Que mueren personas inocentes?, son inevitables “daños colaterales”. ¿Que quedan seres humanos destrozados en el camino?, da lo mismo, lo importante es que se han cumplido los objetivos. Paz conseguida gracias a que la inmensa mayoría de la humanidad no tiene capacidad de reivindicar los más elementales derechos.

La que debíamos buscar todos es la paz armonía, fruto de la Justicia. Pero el mayor enemigo de la justicia es la legalidad que unos pocos privilegiados imponemos a todos, buscando siempre nuestro provecho. ¿Qué pasaría si las leyes del comercio mundial las hicieran los países más pobres, los que pasan hambre hasta la muerte? El primer objetivo de las grandes coaliciones entre las naciones es defender sus intereses económicos. ¿Contra quién? Es demencial. Y encima tenemos que estar oyendo todos los días que somos los buenos. ¡Qué iba a ser del mundo si no fuera por nosotros!

Debemos tomar conciencia de pertenecer a una familia, donde no haya ni superior ni inferior, ni señor ni esclavo, esta es la clave del mensaje evangélico. La transformación debe empezar dentro de cada ser humano. Si desterrásemos de nosotros todo egoísmo, se terminarían todas las guerras. Según Jesús, es más humano el que es capaz de amar más. Es inútil pretender una plenitud humana a costa de los demás.

María Madre. Es la fiesta más antigua de María que se conoce. Pablo VI la recuperó del olvido. Es bonito empezar el año mirando a María Madre, sobre todo si aprendemos a verla sin capisayos y abalorios. La primera imagen que el hombre primitivo tuvo de Dios, fue la de Madre. María Madre viene a suplir las carencias que conllevaba la idea de un Dios exclusivamente Padre. La maternidad de María es un dogma, que fue definido en Éfeso en el 431. Es muy interesante constatar que ese dogma tuvo que ser aclarado y en cierto modo limitado veinte años después por el concilio de Calcedonia (451) afirmando que María era madre de Dios “en cuanto a su humanidad”. Esta aclaración la hemos olvidado por completo y seguimos interpretando mal lo que en el dogma se quiso declarar.

El dogma se definió para confirmar, que el fruto del parto de María fue una única persona, contra la tesis nestoriana que afirmaba dos personas en Jesús. Fue una definición cristología, no mariológica. María no era aún motivo de la reflexión teológica. No debemos olvidar que este concilio lo promovió Nestorio para que condenara a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo y por lo tanto que María era con pleno sentido, madre de Jesús Hijo de Dios. A Nestorio le salió el tiro por la culata, y fue condenado él; pero a punto estuvo de condenarse como herejía el dogma definido.

Este dogma de la “Theotokos” (la que pare a Dios) se ha entendido mal, porque no se ha tenido en cuenta el sentido que tenían las palabras en aquel contexto. Es el mejor ejemplo de cómo, conservando las palabras, estamos diciendo algo completamente distinto de lo que se quiso definir. En aquella época, se creía que la nueva criatura procedía totalmente del padre. La madre no tenía otra misión que la de ser recipiente donde se desarrollaba la semilla. No se tenía ningún inconveniente en aceptar que alguien pudiera ser hijo de un dios naciendo de una mujer. Es ridículo hablar hoy de Hijo de Dios en sentido biológico.

En la concepción de Jesús, no podemos mezclar lo biológico y el divino. Se trata de dos planos de naturaleza distinta que no tienen posibilidad de interferir uno en otro. En el orden espiritual, lo biológico no tiene ninguna importancia. Hay que defender con rotundidad que, lo que Jesús fue y significó, sólo podía ser obra del Espíritu. Eso nadie lo pone en duda. En los relatos del nacimiento y del bautismo de Jesús, se ve con toda claridad: “Concebido por el Espíritu Santo”; “Nacido del Espíritu Santo”; “Ungido por el Espíritu Santo”; “Movido por el Espíritu Santo”; “El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada”.

Lo que estamos celebrando es que María hace presente a Dios (Emmanuel). S. Agustín dice que María fue madre de Dios, no por su relación biológica, sino por haber aceptado el proyecto de Dios. En eso, María puede seguir siendo modelo porque todos tenemos a Dios en el centro de nuestro ser y todos tenemos que dar a luz a Dios (Eckhart). Los primeros padres llamaban a la Iglesia partera, porque su misión era ayudar a los seres humanos a alumbrar a Dios. Dios sigue dándose a todos y cada uno de los hombres. Descubrir y experimentar ese don es la tarea más importante que puede llevar a cabo un ser humano.

El tercer tema tiene que ver con el tiempo (Año Nuevo). El comienzo del año nos tiene que hacer pensar en el tiempo y en la eternidad. Como seres construidos de materia, formamos parte del tiempo, del devenir, de la evolución. Pero a la vez, la eternidad, de alguna manera, nos está atravesando. Si camináramos por el tiempo con los ojos bien abiertos, descubriríamos horizontes de eternidad en la misma temporalidad. El concepto de eternidad que manejamos, como algo que está más allá del tiempo, nos está jugando una mala pasada. Alcanzaremos la eternidad sumergiéndonos en la temporalidad hasta el fondo.

En el NT se manejan dos conceptos muy distintos de tiempo. Uno es “Chronos” el tiempo astronómico (la medida del movimiento), que nos permite conectar con la realidad material y sentirnos inmersos en la contingencia. El otro concepto es el “Kairos”, que sería el tiempo psicológico o espiritual. Este nos permite ir más allá del tiempo y experimentar en cualquier momento lo trascendente, lo divino, la eternidad.

Meditación

Para saber dónde estoy, debo saber de donde vengo y a donde voy.
El presente consciente incluye el pasado.
El futuro está ya en el presente de la persona despierta.
La figura de María Madre nos ayuda a comprender a Dios.
Dios Padre = poder, autoridad, exigencia; seguridad externa.
Dios Madre = acogida, comprensión, cariño, seguridad interna.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El tiempo termina en la eternidad.

Martes, 1 de enero de 2019
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B7732049-1883-4CDE-AA88-9B9813B7D4C1Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. FELIZ AÑO NUEVO.

En primer lugar feliz tiempo, feliz año nuevo, feliz vida.

Existen dos modos de entender el tiempo (no calendarios, que calendarios hay muchos).

1. ETERNO RETORNO

Una forma de entender el tiempo es la del eterno retorno: todo se repite en la vida: las estaciones del año, los ciclos de la mujer, las etapas de la vida humana, etc. Es una concepción del tiempo como el caballo en la noria: gira y gira. No hay nada que esperar, solamente repetir lo que vivimos el año pasado, siglos anteriores, etc. No hay salida, ni esperanza. Es la visión de la filosofía griega y la Nietzsche).

2. EL TIEMPO ES UNA FLECHA QUE VIENE DEL PASADO Y VA AL FUTURO.

La concepción judía (bíblica) del tiempo es la que viene del pasado y como una -flecha- se dirige hacia el futuro. Venimos del Génesis (creación) y caminamos hacia el futuro absoluto (Apocalipsis). Es una vivencia del tiempo esperanzado, siempre caminando hacia el novum, hacia la plenitud.

Hoy en día, desde el nihilismo (nada, vacío) de Nietzsche, que muere en 1900 y lo “tocamos con los dedos”, estamos en una lectura del tiempo de eterno retorno. Lo más que esperamos son las vacaciones del año que viene, los carnavales y “sanfemines”. Pero no hay nada que esperar en sentido transcendente.

Claro que hay que tener cuidado con estas cosas porque la “nada” “nihiliza” la vida y el tiempo. ¿Para qué vivir si no hay nada que esperar?

02. ENTRE CRONÓMETROS Y VIVENCIAS.

Esta media noche las cadenas de televisión y radio nos han retransmitido con tanta precisión como estupidez las doce campanadas y, matemáticamente nos ha dicho que ya estamos en el año 2019 y que seamos muy felices con mucha prosperidad y demás…

Una cosa es el reloj, el cronómetro, las campanadas, el calendario y otra muy distinta el tiempo vivido.

El tiempo cronometrado, el tiempo de reloj, es algo distinto al tiempo vivido. Cuando uno está enfermo el tiempo es “eterno” y no pasa nunca. Cuando estamos sumidos en un problema, en un conflicto, el tiempo es infinitamente más largo a cuando estamos en una situación amable, más o menos feliz.

Muy tempranamente en la iglesia al tiempo vivido serenamente como salvación le comenzaron a denominar kairós: tiempo salvifico.

03. EL TIEMPO.

No es una cuestión fácil de dilucidar qué es el tiempo. Si no me preguntas, sé lo que es; en cuanto me peguntas, no sé lo que es, decía san Agustín

Podíamos pensar que el tiempo es una cristalización, una densidad del transcurrir humano. El tiempo en realidad somos nosotros mismos, nuestra alma es el “memoria es el aula del tiempo”. En nuestra memoria, ¿en nuestra alma?

 En nuestra memoria está presente nuestro pasado: nuestra infancia, nuestros padres, nuestra educación recibida, nuestros años jóvenes de crecimiento, de estudios, de abrirnos a la vida. En el tiempo cronológico han pasado muchas cosas. En el tiempo vivido están muy presentes hoy en día. En cierto sentido, hy somos lo que fuimos.

 Nuestro futuro, aunque cronológicamente no ha llegado, sin embargo en cierta manera, condiciona nuestra vida, nuestro presente. En cierto sentido y hasta cierto punto somos hoy, vivimos hoy como queremos vivir.

 De manera que lo que parece tener más consistencia, el presente, se nos va como el agua entre las manos. El presente es fugaz, tempus fugit.

04. ¿CONDENADOS A SER MARIONETAS DEL TIEMPO?

Antonio Machado tiene algún poema en el que describe el tiempo como aquellos viajes en tren en los que veíamos los postes del teléfono o de lo que fuere que pasaban a toda velocidad, los veíamos delante y al instante los dejábamos atrás.

¿Eso es todo lo que nos cabe esperar? ¿Estamos condenados a vivir el tiempo entre lo que todavía no es y lo que ya no es?

05. EL CONSUELO DEL TEMPO ES EL MÉRITO.

Hay expresiones un tanto significativas de cómo vivimos el tiempo: “pasatiempos”, “matar el tiempo”. Hay otras expresiones todavía más negativas: comamos y bebamos que estos es lo que hay, lo que nos vamos a llevar. Esperemos que pasemos por la vida haciendo algo más que comer y beber.

En otras etapas de la vida queremos amarrar el tiempo y no podemos.

El tiempo permanece cuando se vive con intensidad, cuando se llena de mérito. Los minutos y los años pasan, lo vivido y realizado, queda.

06. EL MÉRITO NO ES LO MISMO QUE EL ÉXITO.

En la vida muchas personas tienen mucho mérito y probablemente poco éxito. El éxito no es el indicador de lo vivido y realizado en la vida. La mayor parte de la humanidad trabaja silenciosamente en donde Dios y la vida le han puesto: en la familia, en el trabajo, en la vida monacal. Muchos de nosotros no tendremos éxito, ni brillo social, ni poder, pero hemos llenado nuestro tiempo: hemos llenado los días de nuestra vida, que dice la Biblia.

07. VIVIR ES RECORDAR Y PROYECTAR.

Vivir es recordar y proyectar. Somos pasado y futuro. Vivimos porque recordamos nuestro pasado, nuestros padres, familia, pueblo, cultura, idioma, fiestas, etc. Cuando no recordamos nuestra vida personal se comienza a desdibujar, (pensemos en enfermedades de la mente).

Vivimos en esa amalgama que es nuestro recuerdo y nuestro proyecto

08. EX MEMORIA, SPES: LA ESPERANZA NACE DE NUESTRA MEMORIA, DE NUESTRO RECUERDO.

96A65EA1-9561-42D6-AC1A-65BBD3AF1355Esto es algo que los hijos de la ilustración no aceptamos de buen grado, porque pensamos que la salida a la vida está en la ciencia, cuando en realidad está en el pasado vivido por Cristo.

Para el pensamiento moderno, -hijos de la Ilustración-, lo pasado es malo, lo viejo mejor dejarlo. Lo bueno es el último modelo, la última tecnología. No es así, ni mucho menos. Menospeciar el pensamiento clásico, el arte, la filosofía del pasado es una estupidez inmensa.

La eterna juventud no existe a pesar de que el capitalismo se empeñe en hacernos eternos jóvenes y nos gusta dejarnos engañar.

La salida al problema de la vida -y de la muerte- está en la resurrección, no en el hospital.

La salida al tiempo está en la eternidad.

09. COMO MARÍA.

En estos días, y en el transcurrir de nuestra vida, tengamos la actitud de María, que meditaba todas estas cosas, guardándolas en su corazón.

 

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“Una familia diferente”. Sagrada Familia – C (Lucas 2,41-52)

Domingo, 30 de diciembre de 2018
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Foto-no-Facebook-muda-vida-de-uma-família-no-litoral-de-SPEntre los católicos se defiende casi instintivamente el valor de la familia, pero no siempre nos detenemos a reflexionar el contenido concreto de un proyecto familiar, entendido y vivido desde el Evangelio. ¿Cómo sería una familia inspirada en Jesús?

La familia, según él, tiene su origen en el misterio del Creador que atrae a la mujer y al varón a ser «una sola carne», compartiendo su vida en una entrega mutua, animada por un amor libre y gratuito. Esto es lo primero y decisivo. Esta experiencia amorosa de los padres puede engendrar una familia sana.

Siguiendo la llamada profunda de su amor, los padres se convierten en fuente de vida nueva. Es su tarea más apasionante. La que puede dar una hondura y un horizonte nuevo a su amor. La que puede consolidar para siempre su obra creadora en el mundo.

Los hijos son un regalo y una responsabilidad. Un reto difícil y una satisfacción incomparable. La actuación de Jesús, defendiendo siempre a los pequeños y abrazando y bendiciendo a los niños, sugiere la actitud básica: cuidar la vida frágil de quienes comienzan la andadura por este mundo. Nadie les podrá ofrecer nada mejor.

Una familia cristiana trata de vivir una experiencia original en medio de la sociedad actual, indiferente y agnóstica: construir su hogar desde Jesús. «Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Es Jesús quien alienta, sostiene y orienta la vida sana de la familia cristiana.

El hogar se convierte entonces en un espacio privilegiado para vivir las experiencias más básicas de la fe cristiana: la confianza en un Dios Bueno, amigo del ser humano; la atracción por el estilo de vida de Jesús; el descubrimiento del proyecto de Dios, de construir un mundo más digno, justo y amable para todos. La lectura del Evangelio en familia es una experiencia decisiva.

En un hogar donde se le vive a Jesús con fe sencilla, pero con pasión grande, crece una familia acogedora, sensible al sufrimiento de los más necesitados, donde se aprende a compartir y a comprometerse por un mundo más humano. Una familia que no se encierra solo en sus intereses, sino que vive abierta a la familia humana.

Muchos padres viven hoy desbordados por diferentes problemas, y demasiado solos para enfrentarse a su tarea. ¿No podrían recibir una ayuda más concreta y eficaz desde las comunidades cristianas? A muchos padres creyentes les haría mucho bien encontrarse, compartir sus inquietudes y apoyarse mutuamente. No es evangélico exigirles tareas heroicas y desentendernos luego de sus luchas y desvelos.

José Antonio Pagola

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