Comentarios desactivados en La Epifanía muestra que no hay excepciones
La Adoración de los Magos, por Edward Burne-Jones (1904)
La “Epifanía”, como se llama la fiesta litúrgica de hoy, suele definirse como revelación, manifestación, realización. En las narraciones de la infancia de los evangelios, la Epifanía marca la importancia del hecho de que las naciones no judías, representadas por los Magos, reconozcan la presencia de Cristo como Redentor. La primera lectura y el pasaje del evangelio de hoy enfatizan esa dimensión de esta fiesta.
Pero la segunda lectura, de Efesios 3, enfatiza que también se revela un misterio más específico: “que los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio”. Desde esta perspectiva, esta fiesta nos recuerda que Dios ha venido al mundo para redimir no sólo a quienes se consideran elegidos, sino a quienes tradicionalmente fueron excluidos por quienes se consideran elegidos.
¿Suena familiar? Sí,
El año 2023 fue un año en el que esa lección comenzó a volverse más tangible y real en la Iglesia Católica, a medida que los líderes, en particular el Papa Francisco, enseñaron con la palabra y el ejemplo que las personas LGBTQ+ son “miembros del mismo cuerpo” que otros en nuestra comunidad de fe. A finales de año, The National Catholic Reporter editorializó que el año pasado se produjo un “movimiento extraordinario, aunque tentativo” con respecto a “cómo la Iglesia Católica incluye y ministra a sus miembros LGBTQ. En los últimos 12 meses han sucedido cosas que alguna vez habrían parecido obra de un novelista desconectado de la realidad”. (Para obtener más evidencia de este hecho, basta con mirar la lista de los diez mejores eventos católicos LGBTQ de 2023 de Bondings 2.0).
La última frase de la cita del editorial de NCR resonó en mis oídos cuando leí la línea de la lectura de Efesios de hoy, que hablaba de cómo una nueva comprensión del amor de Dios “no se dio a conocer a personas de otras generaciones como se ha revelado ahora”. Eso literalmente hizo que un escalofrío recorriera mi columna vertebral, al darme cuenta de lo increíblemente bendecido que soy (y todos nosotros) de vivir en una época en la que podemos ver que tales gracias se vuelven reales. Y estoy agradecido a todos nuestros antepasados que esperaron y trabajaron para que se produjera un año como el 2023.
La noticia culminante de un año tan maravilloso llegó justo antes de finales de diciembre, cuando el Vaticano anunció que los sacerdotes tenían permiso para bendecir a parejas del mismo sexo. Fiducia Supplicans, la declaración que concedió tal permiso, en realidad no se centró en las parejas del mismo sexo, sino en qué son las bendiciones en general y cómo deben administrarse. Aunque este documento provino del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF), tenía las huellas del Papa Francisco por todas partes, especialmente el mensaje que ha estado enseñando desde que se convirtió en pontífice: que el amor de Dios es para “todos, todos, todos”, y que los ministros de la iglesia no deben negar a nadie el cuidado pastoral.
En efecto, lo que el Papa Francisco y el DDF han estado haciendo es mostrar lo que describe la carta a los Efesios: “la mayordomía de la gracia de Dios” fue dada a los líderes de la iglesia, no para protegerla y atesorarla, sino que fue dada para el “beneficio” de la gente.” En otras palabras, los líderes de la iglesia no deberían preocuparse por preservar las ideas e ideales de la iglesia, sino por compartir extravagantemente el amor de Dios de manera tangible y significativa con todas las personas, sin excepciones. La mejor manera de compartir ese amor es dando bendiciones a cualquiera que tenga suficiente hambre como para solicitarlo a la iglesia.
Así que hoy, mientras acercas las estatuas de los Reyes Magos de tu Belén al pesebre, tómate un momento para recordar que la fiesta de hoy no se trata sólo de nuestros viajes hacia Jesús, sino del viaje de Dios hacia todas las personas del mundo, especialmente aquellos que tienen tradicionalmente ha sido excluido.
—Francis DeBernardo, Ministerio New Ways, 7 de enero de
Comentarios desactivados en “Jesús bautiza con Espíritu Santo”. Bautismo del Señor – B (Marcos 1,7-11)
El Bautista representa como pocos el esfuerzo de los hombres y mujeres de todos los tiempos por purificarse, reorientar su existencia y comenzar una vida más digna. Este es su mensaje: «Hagamos penitencia, volvamos al buen camino, pongamos orden en nuestra vida». Esto es también lo que escuchamos más de una vez en el fondo de la conciencia: «Tengo que cambiar, debo ser mejor, he de actuar de manera más digna».
Esta voluntad de purificación es noble e indispensable, pero no basta. Nos esforzamos por corregir errores, tratamos de cumplir con nuestro deber con más responsabilidad, intentamos hacer mejor las cosas, pero nada realmente nuevo se despierta en nosotros, nada apasionante. Pronto el paso del tiempo nos devuelve a la mediocridad de siempre. El mismo Bautista reconoce el límite de su esfuerzo: «Yo os bautizo solo con agua; alguien más fuerte os bautizará con Espíritu y fuego».
El bautismo de Jesús encierra un mensaje nuevo que supera radicalmente al Bautista. Los evangelistas han cuidado con esmero la escena. El cielo, que permanecía cerrado e impenetrable, se abre para mostrar su secreto. Al abrirse, no descarga la ira divina que anunciaba el Bautista, sino que regala el amor de Dios, el Espíritu, que se posa pacíficamente sobre Jesús. Del cielo se escucha una voz: «Tú eres mi Hijo amado».
El mensaje es claro: con Cristo, el cielo ha quedado abierto; de Dios solo brota amor y paz; podemos vivir con confianza. A pesar de nuestros errores y nuestra mediocridad insoportable, también para nosotros «el cielo ha quedado abierto». También nosotros podemos escuchar con Jesús la voz de Dios: «Tú eres para mí un hijo amado, una hija amada». En adelante podemos afrontar la vida no como una «historia sucia» que hemos de purificar constantemente, sino como el regalo de la «dignidad de hijos de Dios», que hemos de cuidar con gozo y agradecimiento.
Para quien vive de esta fe, la vida está llena de momentos de gracia: el nacimiento de un hijo, el contacto con una persona buena, la experiencia de un amor limpio… que ponen en nuestra vida una luz y un calor nuevos. De pronto nos parece ver «el cielo abierto». Algo nuevo comienza en nosotros; nos sentimos vivos; se despierta lo mejor que hay en nuestro corazón. Lo que tal vez habíamos soñado secretamente se nos regala ahora de forma inesperada: un inicio nuevo, una purificación diferente, un «bautismo de Espíritu». Detrás de esas experiencias está Dios amándonos como Padre. Está su Amor y su Espíritu «dador de vida».
Comentarios desactivados en “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”. Bautismo del Señor. Domingo 07 de enero de 2023. Domingo primero ordinario-
Leído en Koinonia:
Isaías 42,1-4.6-7: Mirad mi siervo, a quien prefiero. Salmo responsorial: 28: El Señor bendice a su pueblo con la paz. Hechos de los apóstoles 10, 34-38: Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo. Marcos 1,7-11: Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.
Hoy, como comunidad de creyentes, celebramos el bautismo de Jesús y, junto con él, nuestro bautismo. Así pues, las lecturas de este día nos ofrecen tres elementos que identifican el verdadero bautismo en el Señor.
Un primer elemento lo encontramos en el texto de Isaías, quien nos habla de la actitud del siervo de Dios; éste ha sido llamado y asistido por el Espíritu para llevar a cabo una especial misión en el pueblo de Israel: hacer presente con su vida la actitud misma de Dios para con la humanidad; es decir, evidenciar que Dios instaura su justicia y su luz por medio de la debilidad del ser humano. Por tanto, la tarea de todo bautizado es testimoniar que Dios está actuando en su vida; signo de ello es su manera de existir en medio de la comunidad; debe ser una existencia que promueva la solidaridad y la justicia con los más débiles, pues en ellos Dios actúa y salva; en ellos se hace presente la liberación querida por Dios.
El segundo elemento está presente en el relato de los Hechos de los Apóstoles. La intención central de este relato es afirmar que el mensaje de salvación, vivido y anunciado por Jesús de Nazaret, es para todos sin excepción. La única exigencia para ser partícipe de la obra de Dios es iniciar un proceso de cambio (respetar a Dios y practicar la justicia), que consiste en abrirse a Dios y abandonar toda clase de egoísmo para poder ir, en total libertad, al encuentro del otro, pues es en el otro donde se manifiesta Dios. A ejemplo de Jesús, todo bautizado tiene el deber de pasar por la vida “haciendo el bien”; tiene la tarea constante de cambiar, de despojarse de todo interés egoísta para poder así ser testigo de la salvación.
El evangelio de Mateo desarrolla el tercer elemento que identifica el verdadero bautismo: La obediencia a la voluntad del Padre. “La justicia plena” a la que se refiere Jesús en el diálogo con Juan el Bautista manifiesta la íntima relación existente entre el Hijo de Dios y el proyecto del Padre. Esto significa que el bautismo es la plenitud de la justicia de Dios, ya que las actitudes y comportamientos de Jesús tienen como fin hacer la voluntad de Dios. Esta obediencia y apertura a la acción de Dios afirma su condición de hijo; es hijo porque obedece y se identifica con el Padre. Esta identidad de Jesús con el Padre (ser Hijo de Dios) se corrobora en los sucesos que acompañan el bautismo: El cielo se abre, desciende el Espíritu y una voz comunica que Jesús es Hijo predilecto de Dios. Es «hijo» a la manera del siervo sufriente de Isaías (Is 42,1): hijo obediente que se encarna en la historia y participa completamente de la realidad humana. El bautismo, en consecuencia, provoca y muestra la actitud de toda persona abierta a la divinidad y voluntad de Dios; y hace asumir, como modo normal de vida, el llamado a ser hijos de Dios, identificándonos en todo con el Padre y procurando, con nuestro actuar, hacer presente la justicia y el amor de Dios. Por desgracia, en la actualidad el bautismo se ha limitado al mero rito religioso, desligándolo de la vida y la experiencia de fe de la persona creyente. Se ha olvidado que el bautismo es el hecho fundamental del ser cristiano, pues evoca la vida, la muerte y la resurrección de Cristo y la participación de todo cristiano en este misterio. El bautismo viene a significar en síntesis, y teniendo en cuenta los elementos descritos anteriormente, la entrega generosa a Dios y a los hermanos a ejemplo del mismo Cristo. Leer más…
Comentarios desactivados en 7.1.24. Epifania 2: Benedicto XVI: Teología de los reyes magos (adorar a niños y excluidos).
Del blog de Xabier Pikaza:
Ayer (6.1: Epifanía) ofrecí, con U. Luz, exegeta suizo, una visión bíblica de la parábola/leyenda de los reyes magos (Mt 2). Hoy (7.1: Domingo de Epifanía) presento, la mejor interpretación teológica “tradicional” de ese pasaje, con J. Ratzinger (B.XVI), La Infancia de Jesús (Planeta, Barcelona 2012).
No todos están de acuerdo con esa interpretación, pero ella ofrece una poderosa síntesis teológica, que ha de ser actualizada en sentido social: A Jesús niño se le adora sirviendo y abriendo vida para los niños perseguidos o amenazados.
Conforme a la visión de Benedicto, los magos han sido y son los mejores teólogos del cristianismo, uniendo la sabiduría oriental con el pensamiento griego, vinculando los diversos planos de la vida: mundo (estrella), razonamiento (ciencia/filosofía) y contemplación religiosa vida).
BXVI ha sido un inmenso teólogo y así expongo aquí su visión teológica de la Epifanía. Dejo para una postal posterior (/3) una visión centrípeta y centrífuga del mensaje de los magos, en la línea del Papa Francisco.
| Xabier Pikaza
Benedicto XVI. Teología de los Magos
Introducción
Benedicto XVI ha querido presentarse en este libro como falible, en contra de la actitud de papas anteriores (como Pio XII) que estuvieron rodeados de un aura de infalibilidad constante. Por un momento, al escribir y presentar este libro,Benedicto no quiere actuar como Papa de la Iglesia universal sino como pensador y teólogo.
Benedicto ha recogido, en forma unitaria, algunos de sus recuerdos e interpretaciones mejores de la teología de los magos, desde la perspectiva de su formación de joven teólogo antes del Vaticano II (1962-1965), en clave de piedad, de apertura a los Padres de la Iglesia y simbolismo eclesial…
Desde antiguo, el relato de los Magos ha sido un campo propicio para la investigación y la imaginación, el simbolismo creador y el seco rigor científico, pues junta estrellas y magos, astrología y ciencia, realeza del niño y tragedia real. Benedicto XVI ha sabido interpretar ese relato recogiendo experiencias de su mundo eclesial de Baviera y de su fe de niño y de adolescente germano que iba a arrodillarse ante el arca de los reyes de Colonia (Renania) donde los emperadores germanos, como pretendidos reyes supremos de la cristiandad, quisieron ser herederos de los magos, convertidos ya en Reyes del mundo).
Éstas son algunas posibles carencias de Benedicto:
‒ Benedicto XVI no sitúa el tema en la perspectiva de Mateo frente a Pablo: El mesianismo del Niño, frente al mesianismo de Jesús Mesías crucificado; la misión universal de Oriente, frente a la apertura de la Iglesia a partir de occidente; la búsqueda de un universalismo más ligado a la tradición judía, con lo que significa Babilonia en la creación y recreación del judaísmo…
‒ No explora la experiencia específicamente religiosa de los magos, desde un fondo oriental y judío, f en clave de adoración del Niño que nace, no del Crucificado, como hace Pablo (como en Flp 2).
– No ha precisado el sentido particular de la religión de los magos, que son más astrólogos que filósofos, y que buscan la armonía imaginada en el cielo de estrellas, más que la luz clara de los griegos. El Papa ha seguido buscando la ciencia y filosofía del helenismo, más que la sabiduría oriental (como puso de relieve en el discurso de Ratisbona).‒ No ha definido el tipo de ciencia y religión que vincula a los magos de Oriente con el Rey de los judíos? Quizá debería haber comparado la religión de los magos con el realismo de Herodes, el rey semi-oriental que pacta con Roma para mantener por encima de todo el poder, la Real-Politik. Posiblemente, el Papa no ha querido (ni sabido) entrar en la gran crítica política que hallamos al fondo del pasaje. No sabe que el fondo un tipo de ciencia/religión ha caído en manos de la política
– Significativamente, el Papa no ha destacado el tema de la Gebira, Madre del Rey Niño, un símbolo clave del Oriente y también del judaísmo, que se hará después esencial en la Iglesia… Por eso no encuentra explicación al hecho de que en el contexto de la adoración no aparezca José, sino sólo Jesús y su madre. En una postal anterior, propia del Adviento, he puesto de relieve el sentido de la Gebira (madre del rey), que el papa debería haber tenido cuenta. Es evidente que no ha leído las investigaciones recientes sobre el tema.
BENEDICTO XVI: LOS MAGOS DE ORIENTE
1. Cuadro histórico y geográfico de la narración
Difícilmente habrá otro relato bíblico que haya estimulado tanto la fantasía, pero también la investigación y la reflexión, como la historia de los «Magos» venidos de «Oriente», una narración que el evangelista Mateo pone inmediatamente después de haber hablado del nacimiento de Jesús: «Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos [astrólogos] de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”» (2,1s).
Con la mención del rey Herodes y el lugar del nacimiento, Belén, encontramos aquí primero una neta determinación del contexto histórico. Se indica un personaje bien conocido de la época y un lugar geográfico fácilmente reconocible. Pero en ambas referencias se ofrecen al mismo tiempo elementos de interpretación. Rudolf Pesch, en su pequeño libro Die matthäischen Weihnachtsgeschichten —los relatos de Navidad según Mateo, ha resaltado con énfasis el significado teológico de la figura de Herodes: «Así como al principio del Evangelio de la Navidad (Lc 2,1-21) se menciona al emperador romano Augusto, la narración de Mateo 2 comienza de modo análogo denominando a Herodes, “rey de los judíos”.
Belén es el pueblo natal del rey David. El significado teológico de aquel lugar se esclarecerá todavía con mayor nitidez en el curso de la narración mediante la respuesta que dan los escribas a Herodes acerca del lugar en el que debía nacer el Mesías. También podría comportar una intención teológica el que la localización geográfica se precise aún más, añadiendo «de Judá». En la bendición de Jacob, el patriarca dice a su hijo Judá de manera profética: «No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos» (Gn 49,10). En una narración que trata de la llegada del David definitivo, del recién nacido rey de los judíos que salvará a todos los pueblos, se ha de percibir de algún modo esta profecía como trasfondo.Junto con la bendición de Jacob hay que leer también una palabra atribuida en la Biblia al profeta pagano Balaán. Balaán es una figura histórica de la que hay una confirmación fuera de la Biblia.
n 1967 se descubrió en Transjordania, una inscripción en la que aparece Balaán, hijo de Beor, como «vidente» de divinidades autóctonas; un vidente al que se le atribuyen anuncios de fortuna y de calamidad (cf. Hans-Peter Müller, en lthk3, II, 457). La Biblia le presenta como un adivino al servicio del rey de Moab, que le pide una maldición contra Israel. Pero Dios mismo impide que Balaán lleve a efecto lo que pretende, de manera que el profeta, en vez de una maldición, anuncia una bendición para Israel. A pesar de ello, sigue siendo mal visto en la tradición bíblica, como instigador a la idolatría, y muere de una forma considerada como punitiva (cf. Nm 31,8; Jos 13,22). Por eso adquiere más importancia aún la promesa de salvación que se le atribuye a él, no judío y siervo de otros dioses; su promesa era conocida también fuera de Israel. «Lo veo, pero no es ahora, lo contemplo, pero no será pronto: Avanza una estrella de Jacob, y surge un cetro de Israel…» (Nm 24,17).
¿Quiénes eran los «Magos»?Pero ahora es preciso preguntarse ante todo: ¿Qué clase de hombres eran esos que Mateo describe como «Magos» venidos de «Oriente»? El término «magos» (mágoi) tiene una considerable gama de significados en las diversas fuentes, que se extiende desde una acepción muy positiva hasta un significado muy negativo.
La primera de las cuatro acepciones principales designa como «magos» a los pertenecientes a la casta sacerdotal persa. En la cultura helenista eran considerados como «representantes de una religión auténtica»; pero se sostenía al mismo tiempo que sus ideas religiosas estaban «fuertemente influenciadas por el pensamiento filosófico», hasta el punto de que se presenta con frecuencia a los filósofos griegos como adeptos suyos (cf. Delling, Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament, IV, p. 360). Quizá haya en esta opinión un cierto núcleo de verdad no bien definido; después de todo, también Aristóteles había hablado del trabajo filosófico de los magos (cf. ibíd.).
Los otros significados mencionados por Gerhard Delling designan a los dotados de saberes y poderes sobrenaturales, y también a los brujos. Y, finalmente, a los embaucadores y seductores. En los Hechos de los Apóstoles encontramos este último significado: Pablo califica a un mago llamado Barjesús «hijo del diablo, enemigo de toda justicia» (13,10), manteniéndolo así a raya.
Los diversos significados del término «mago» que encontramos aquí hacen ver también la ambivalencia de la dimensión religiosa en cuanto tal. La religiosidad puede ser un camino hacia el verdadero conocimiento, un camino hacia Jesucristo. Pero cuando ante la presencia de Cristo no se abre a él, y se pone contra el único Dios y Salvador, se vuelve demoníaca y destructiva.
Qué tipo de hombres eran aquellos que se pusieron en camino hacia el rey. Tal vez fueran astrónomos, pero no a todos los que eran capaces de calcular la conjunción de los planetas, y la veían, les vino la idea de un rey en Judá, que tenía importancia también para ellos. Para que la estrella pudiera convertirse en un mensaje, debía haber circulado un vaticinio como el del mensaje de Balaán. Sabemos por Tácito y Suetonio que en aquellos tiempos bullían en el ambiente expectativas según las cuales surgiría en Judá el dominador del mundo, una expectación que Flavio Josefo interpreta como referida a Vespasiano, con el resultado de que éste pasó a gozar de su favor (cf. De bello Iud., III, 399-408). Leer más…
Ayer celebramos la fiesta de la Epifanía, con Jesús niño de menos de dos años, y de repente lo vemos ya adulto, en el momento del bautismo. De los años intermedios, si prescindimos de la visita al templo que cuenta Lucas, no se dice nada.
Esta ausencia de datos resulta especialmente dura en el bautismo de Jesús. ¿Por qué decide ir al Jordán? ¿Cómo se enteró de lo que hacía y decía Juan Bautista? ¿Por qué le interesa tanto? Ningún evangelista lo dice. El relato de Marcos, el más antiguo, cuenta el bautismo con muy pocas palabras. Y ni siquiera se centra en el bautismo, sino en lo que ocurre inmediatamente después de él.
En aquel tiempo, proclamaba Juan:
̶ Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:
̶ Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.
Marcos destaca dos elementos esenciales: el Espíritu y la voz del cielo.
La venida del Espíritu tiene especial importancia, porque entre algunos rabinos existía la idea de que el Espíritu había dejado de comunicarse después de Esdras (siglo V a.C.). Ahora, al venir sobre Jesús, se inaugura una etapa nueva en la historia de las relaciones de Dios con la humanidad.
La voz del cielo. A un oyente judío, las palabras «Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» le recuerdan dos textos con sentido muy distinto. El Sal 2,7: «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy», e Isaías 42,1: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero». El primer texto habla del rey, que en el momento de su entronización recibía el título de hijo de Dios por su especial relación con él. El segundo se refiere a un personaje que salva al pueblo a través del sufrimiento y con enorme paciencia. Marcos quiere evocarnos las dos ideas: dignidad de Jesús y salvación a través del sufrimiento. En este sentido, es importante advertir que la vida pública de Jesús comienza con el testimonio de la voz del cielo («Tú eres mi hijo amado, mi predilecto») y se cierra con el testimonio del centurión junto a la cruz: «Realmente, este hombre era hijo de Dios» (Marcos 15,39).
El programa futuro de Jesús (42,1-4.6-7)
Las palabras del cielo no sólo hablan de la dignidad de Jesús, le trazan también un programa. Es lo que indica la primera lectura de este domingo, tomada del libro de Isaías.
Así dice el Señor:
Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.
El programa indica, ante todo, lo que no hará: gritar, clamar, vocear, que equivale a amenazar y condenar; quebrar la caña cascada y apagar el pabilo vacilante, símbolos de seres peligrosos o débiles, que es preferible eliminar (basta pensar en Leví, el recaudador de impuestos, la mujer sorprendida en adulterio, la prostituta…).
Dice luego lo que hará: promover e implantar el derecho, o, dicho de otra forma, abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión; estas imágenes se refieren probablemente a la actividad del rey persa Ciro, del que espera el profeta la liberación de los pueblos sometidos por Babilonia; aplicadas a Jesús tienen un sentido distinto, más global y profundo, que incluye la liberación espiritual y personal.
El programa incluye también cómo se comportará: «no vacilará ni se quebrará». Su misión no será sencilla ni bien acogida por todos. Abundarán las críticas y las condenas, sobre todo por parte de las autoridades religiosas judías (escribas, fariseos, sumos sacerdotes). Pero en todo momento se mantendrá firme, hasta la muerte.
Misión cumplida: pasó haciendo el bien(Hechos de los Apóstoles 10,34-38)
Pedro, dirigiéndose al centurión Cornelio y a su familia, resume en estas pocas palabras la actividad de Jesús.
Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»
El Niño que estaba ayer en pañales y recibía la visita de los Magos es hoy el que se pone a la fila de los pecadores como uno más. El Dios desconcertante. El Dios que aparece donde menos le iríamos a buscar (¡en un establo!) y se escapa de todos nuestros templos y palacios.
Ese es el Dios que nos muestra Jesús. El Dios que rompe nuestros esquemas. Nosotros querríamos que se manifestara con su fuerza. Le invocamos como Dios Omnipotente, Señor de los Ejércitos, pero él viene a que le bauticemos.
Se pone en la fila sin anticipos ni privilegios. Como uno más, como el más corriente. Sin escolta, sin anunciar su llegada, sin tratos especiales.
Pero, ¿no te das cuenta, Dios Omnipotente, Señor del Cielo y de la Tierra, que así no impresionas a nadie? Déjate asesorar por nosotros. Te falta “marketing”, te falta “puestaen escena”. Hay que cuidar la imagen y medir las palabras. También sería bueno que elijas mejor a las personas con las que te rodeas. Busca a personas influyentes. Rodéate de gente con buena imagen…
¡No hay quien pueda Contigo! Sigues tercamente empeñado en ir por tus caminos y hacer las cosas a tu manera. ¿Qué esconden la vulnerabilidad y la pobreza? ¿Por qué vienes a que te bauticemos en lugar de bautizarnos tú a nosotros? ¿Qué haces tú en la fila de los pecadores?
Así es nuestro Dios encarnado en Jesús. Viene a “necesitarnos”. Primero en la fragilidad de un recién nacido. Ahora como uno más que desea ser bautizado. Vienes a necesitarnos, nosotros querríamos que vinieras a solucionarnos la vida.
Oración
Trinidad Santa, ayúdanos a descubrirte allí donde tú quieras manifestarte. En la cola del autobús, entre quienes cruzan la calle o jugando con los niños del parque. Que como Juan Bautista sepamos reconocerte allí donde hayas querido manifestarte.
Comentarios desactivados en El verdadero Jesús no puede ser concebido sin Espíritu.
DOMINGO 1º (B) BAUTISMO DE JESÚS
Mc 1,6-11
Estamos en el primer domingo del “tiempo ordinario”. Celebramos hoy una de las tres manifestaciones de Jesús que estuvieron durante los primeros siglos integradas en la fiesta de la Epifanía. Las dos lecturas nos preparan para entender el evangelio. Para Marcos, es el comienzo. El relato es la clave para comprender todo su evangelio. Hay pocas dudas sobre la historicidad de hecho. Lo narran los tres sinópticos, y Jn más contundente, lo da por supuesto.
El bautismo de Jesús es el primer dato que se puede constatar históricamente por fuentes extra bíblicas. Es un relato que ningún cristiano se hubiera atrevido a inventar, porque compromete el altísimo concepto que tuvieron de su maestro. Si no hubiera tenido importancia, seguramente se les hubiera olvidado. De ahí la necesidad de dejar clara, en todos los relatos, la diferencia entre Jesús y Juan.
El mensaje teológico que se quiere trasmitir con este relato es muy importante. No fue un acto de humildad ni una comedia ante los demás, sino una búsqueda de su identidad que manifestó durante toda su vida. Para aceptar este punto de vista tenemos que admitir que fue verdadero hombre. Esto no es fácil, a pesar de que un concilio lo definió como dogma de fe. Un hombre al que hicieron tantas “judiadas” y murió como murió, nos obliga a aceptar que fue un hombre.
Los humanos no podemos aceptar racionalmente que una realidad sea, a la vez, dos cosas contradictorias entre sí. Desde nuestra racionalidad, no podemos pensar en un ser que es a la vez, hombre y Dios, porque tenemos una idea equivocada de los que es Dios. Como no podemos pensar en una bola de billar que sea a la vez, blanca y negra. El listo de turno nos puede decir que podemos poner la mitad de pigmento blanco y la mitad negro; pero entonces resultaría una bola gris…
A través de la historia, nos hemos visto “obligados” a pensar a Jesús como hombre, olvidándonos de lo divino o pensarlo como Dios, olvidándonos de lo humano. En una palabra, parece que no podemos hacer cristología sin caer en la herejía. Lo mismo que no podemos hacer teología sin hacernos un ídolo. Tenemos dos salidas: a) aceptar las formulaciones sin entender ni palabra. b) aparcar la razón y buscar la vivencia para superar la contradicción: Lo divino y lo humano ni se mezclan ni se excluyen. En Jesús está la plenitud humana y la plenitud divina.
Si aceptamos que Jesús es un ser humano, tendremos que admitir una trayectoria humana como la de cualquier hombre. No fue un extraterrestre, sino que tuvo que desarrollarse para alcanzar plenitud. Desde esta perspectiva, podemos entender lo que sería para Jesús descubrir al Bautista. Hacia trescientos años que no había profetas en Israel; es natural que se sintiera atraído por esta figura y que intentara aprender de él. El hecho de que se bautizara, nos lleva más allá de un encuentro fortuito. Jesús aceptó la predicación de Juan y se comprometió con ella.
Lo importante no es que narren lo que pasó, sino cómo nos lo dicen. La liturgia de hoy lo pone bien de manifiesto. Las tres lecturas nos hablan del Espíritu. El evangelio, para hablar del Espíritu, emplea una imagen sensible, como paloma. No significa que vio una paloma que bajaba sobre él como normalmente se entiende. Oseas 8,1, dice: Como un águila cae el mal sobre la casa de Israel. Quiere decir que el Espíritu cayó sobre Jesús como un ave se lanza en picado desde lo alto. La misma Biblia dice que el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas.
El Espíritu transforma a Jesús, y le capacita para llevar a cabo la difícil tarea que le esperaba. En el AT se ungía al rey para que el Espíritu lo capacitara para su misión. Están hablando del nuevo nacimiento del agua y del Espíritu. Lo que Jesús pide más tarde a Nicodemo lo había vivido él. “Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es Espíritu”. No se puede concebir a Jesús sin el Espíritu. Porque nacer de la carne es menos importante que nacer del Espíritu, lo que celebramos hoy es más importante que lo que hemos celebrado en Navidad.
No debemos pensar en fenómenos aparatosos. La manera de narrar el hecho puede ser una trampa. Ni Espíritu visible, ni voz audible, ni cielo rasgado. Todos estos fenómenos no son más que imágenes para comunicarnos verdades teológicas. El Espíritu actúa siempre de la misma manera, silenciosamente, desde dentro, sin ruidos, sin aspavientos, sin violentar la naturaleza porque actúa siempre de acuerdo con ella. “No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha humeante no la apagará“. (Isaías)
Aunque no tenemos datos suficientes para poder adentrarnos en la psicología de Jesús, los evangelios no dejan ninguna duda sobre la relación de Jesús con Dios. Fue una relación que desbordó todo lo conocido. Se atreve a llamarle “Abba” (papá). Hace su voluntad: Le escucha siempre. El mensaje de Jesús se reduce a manifestar su experiencia de Dios. El único objetivo de su misión fue que nosotros lleguemos a esa misma experiencia. Toda relación de Jesús con Dios era con un Dios que es Espíritu. En el diálogo con la Samaritana lo dejó claro. Dios es Espíritu.
Tú eres mi Hijo amado. La experiencia de ser amado es la base del verdadero amor. Solo a través de la contemplación, el Hombre Jesús descubrió quién era Dios para él. Lucas, dice: “y mientras oraba…” El descubrimiento de esa presencia nace sencillamente de su conciencia de hombre. Dios como creador está en la base de todo ser. Yo soy yo, porque soy de Dios. Todo lo que tengo de positivo me lo está dando Él. Mi verdadero ser es el mismo ser de Dios.
El cielo rasgado recuerda a Isaías: “¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!”. El cielo se había cerrado. Hacía siglos que Dios no hablaba a través de sus profetas; ahora se abre. La comunicación entre el cielo y la tierra queda abierta para siempre por medio del ser humano que se siente identificado con Dios. Mc está trasmitiendo el descubrimiento de la vocación de Jesús y su conciencia de enviado del Padre.
Pedro dice: Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos. Dios también está contigo, solo falta que tú respondas como respondió él. La más importante tarea de tu vida es desplegar tus posibilidades de ser. Si despliegas solamente tus posibilidades biológicas, habrás desarrollado solo una parte de ti. Eres también Espíritu y si quieres alcanzar tu plenitud, tienes que desplegar el Espíritu.
Jesús “descubrió” a Abbá. Es el primero que se atrevió a mirar a los ojos del Dios Altísimo y Todopoderoso y decir, sonriendo: “papá”. Y nos encantaría poder hacer la crónica de este descubrimiento: de cómo el espíritu de Abbá fue rompiendo sus odres viejos, cómo se le fue quedando estrecha la antigua Ley, cómo fue creciendo su sentimiento filial o se fue desarrollando su compromiso de proclamarle… pero no es posible, y sólo podemos aspirar a conjeturas que de alguna forma afianzan nuestra fe.
Por ejemplo, es razonable pensar que Jesús sintió la llamada de Dios en un momento determinado de su vida, abandonó Nazaret y se dirigió al encuentro de Juan. Es posible que allí permaneciese un tiempo como su discípulo, y también es posible que aquel ambiente de oración y penitencia propiciase que Jesús se empapase de tal modo del espíritu de Dios, que tomase la decisión de dedicar la vida a proclamar su Reino.
Lo que sí sabemos es que el bautismo de Jesús es un suceso histórico (porque a sus discípulos no les interesaba nada presentar a Jesús siendo bautizado por Juan), aunque los cuatro evangelistas tienen buen cuidado de adobarlo con una fuerte interpretación teológica en forma de teofanía. El resultado es que en los textos del bautismo podemos distinguir dos relatos complementarios: lo que vieron los ojos (Jesús es bautizado por Juan), y lo que la fe entendió después de la experiencia pascual (ese hombre que parecía uno más en la cola de bautizandos, es el hijo predilecto de Dios).
Marcos quiere empezar su evangelio con una profesión de fe que nos allane el camino para entender el mensaje que encierra: “Ése al que veis siendo bautizado por Juan, que se va a lanzar a los caminos a proclamar la buena Noticia, que va a enfrentarse a los santos y los sabios de Israel, que va a subir a Jerusalén y romper definitivamente con todos los estamentos de poder, y que va a ser crucificado por ello… ése es el Hijo amado lleno del espíritu de Dios”.
El propio Marcos narra otra teofanía similar, y con el mismo propósito, justo antes de la subida de Jesús a Jerusalén donde va a ser crucificado: «Éste es mi hijo muy amado, escuchadle» … Marcos quiere dejar claro que, a pesar de su aparente fracaso posterior, cuando Jesús nos habla de Dios debemos escucharle, porque quien nos lo cuenta es el Hijo. Pero no vale de nada creer “en” Jesús si luego no nos creemos lo que nos dice; no vale de nada admitir su divinidad o aceptar que es el hijo predilecto de Dios… si no vivimos con sus criterios y con sus valores.
No cuesta demasiado creer “en” Jesús, pero nos cuesta mucho creerle “a” Jesús cuando nos habla de Abbá, o cuando nos dice cosas tan chocantes como que debemos ir por el mundo proclamando el evangelio… Sentimos la tentación de quedarnos sólo con lo que nos parece razonable; creerle en lo que cuadra con nuestros criterios (que son los del mundo) e ignorarle en el resto…
¡Escuchadle!
Miguel Ángel Munárriz Casajús
Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí
Comentarios desactivados en El bautismo es un proceso en espiral.
Mc 1, 7-11
El bautismo es un proceso. Hay un momento especial para su ritual en el seno de la comunidad cristiana. Pero la conciencia de nuestra identidad profunda sólo va llegando lenta y profundamente.
Puede que llegue lentamente porque es demasiado grande para ser asimilado con rapidez. Como un bálsamo, se desliza por la piel de nuestra alma, impregnando cada poro, hidratando la sequedad de nuestro interior, tan cansado de buscar fuera lo que habita dentro.
Es el agua que abre nuestra alma a la Ruah, el agua que limpia el polvo de nuestro ojo interior, para que seamos capaces de comprender, poco a poco quiénes somos en verdad.
Decimos que trabaja en espiral porque como cualquier relación, tiene sus diferentes estaciones: un día de invierno puede ir seguido de una experiencia de primavera durante un periodo de tiempo, y luego volver al invierno. Depende de nuestra realidad personal y social, y de las emociones y cambios vitales que experimentemos: nuestro dolor personal y social, la injusticia que vivamos o veamos, la alegría que siempre en algún rincón del alma experimentamos o la renovación en la que estamos inmersas la mayoría de personas que despertamos a una consciencia más global.
Entrar en el dinamismo espiral de la Ruah es entrar en un espacio y refugio seguro. Ella entiende de procesos y espirales, y si permanecemos quietas, en silencio expectante del que nos habla el Evangelio, ella hace su trabajo.
Es en este movimiento del Espíritu en nosotrxs y a través de nosotrxs donde el bautismo, recibido ritualmente una vez, adquiere de nuevo su significado: “Tú eres mi hijo, en ti encuentro placer”. Y la rueda de la vida comienza a rodar de nuevo, dejando atrás la ira, el dolor y la soledad, y ofreciendo el agua, el sentido y el amor necesarios, como aire para respirar de nuevo, para sanar heridas, para ver el futuro con luz.
Una de esas respiraciones profundas en la Ruah, llena de nuevo aire fresco para mí, ocurrió hace unos años en Wicklow, Irlanda. Una pequeña comunidad de hermanas dominicas ofrece un programa sabático integrado sobre “la Nueva Historia“. Se trata de una inmersión de 10 semanas en el estudio y la experiencia del comienzo de todo tipo de vida en sus diferentes formas; de la vida interior y exterior, a través de las lentes de la ciencia actual y de diversas espiritualidades, especialmente la espiritualidad celta.
El lugar se llama An Tairseach que significa “Umbral” en gaélico. Alberga un centro de ecología y espiritualidad cuya misión es “crecer en la conciencia de que la Tierra es nuestro propio hogar y el hogar de todos los seres vivos.”
Y sucedió que la experiencia, generosamente proporcionada por una beca de las hermanas, fue para mí el umbral de un nuevo bautismo.
Estaba llegando al límite de mi aguante con el modelo patriarcal-clerical, cuya presencia sigue dominando nuestra iglesia en España. Necesitaba crear un espacio dentro de mí y a mi alrededor que estuviera a salvo de sus tantas veces tóxicos tentáculos.
Y aunque es cierto que la fuerza viene de dentro, ayuda si puedes sumergirte un tiempo en las profundas y cálidas aguas del bautismo.
Esas hermanas dominicas y su programa fueron para mí las manos, la mente y el corazón de la Ruah.
Experimenté personalmente y en comunidad una entrada, a través de su umbral, a una comprensión más profunda de todo: la ciencia, la mística, yo misma.
Ahora, unos años más tarde, experimento que los dones de “llegar a ser” -sacerdotes, profetas y pastores- que se nos otorgaron en nuestro primer bautismo ritual, han adquirido un nuevo significado:
– Veo mi sacerdocio como una profunda llamada a consagrar todo lo que tocan mis manos y mi mente y mi corazón: el planeta dentro del universo en sus múltiples facetas; el aire, el agua, la propia tierra, las montañas, los bosques, los animales; y sobre todo las personas que sufren -especialmente las que están en una consciente búsqueda de sentido-, que es el tipo de pobreza e injusticia al que me siento llamada a enfrentar:
La pobreza de no encontrar lugares, comunidades donde poder estar, donde poder alimentarme de alimento fresco, sano que conduce a una espiritualidad y compromiso más creativo, menos estandarizado.
– Ser profetas es un reto asombroso para las personas de hoy de todas las edades. Estamos en un umbral como civilización, y está surgiendo un nuevo paradigma. Somos la comadrona de nuevas formas de vivir, por tanto de pensar y de rezar y de relacionarnos con todos y con todo.
Esto ya no es nuevo para nadie; lo que es nuevo para mí es que, tras haber sido tocada por una nueva comprensión, mi llamada a ser profética da un giro en la espiral de la vida, un giro del que no hay vuelta atrás. Y eso significa un cambio de actitud sobre quién soy y qué hago con la energía de mi mente, mi creatividad, mis votos religiosos, o para tantos laicos, vuestro compromiso a vivir los consejos evangélicos, como María de Nazaret, laica comprometida con su experiencia interior que le conduce a gestar Vida.
O cómo el hecho de compartir todo lo que soy y tengo está adquiriendo una dimensión que nunca sospeché que experimentaría: colaborar con el planeta, mucho más allá de la culpa represiva de no ser nunca lo bastante pobre. Compartir con personas indígenas, sobre todo con mujeres, para que sigan en sus tierras defendiendo y cultivando su patrimonio -estilo de vida que tiene muchas de las respuestas que los occidentales buscamos- como el respeto a la tierra, la protección de los cultivos originales, el respeto infinito a las personas, sin paternalismos…
– Ese ser reyes/pastores desde una invitación al amor incondicional – no a abstenerse del amor, sino a participar en una vida de dar amor, creatividad, compasión y pasión para cuidar y sanar la Tierra y sus habitantes, así como no dejar de compartir el evangelio después de estudiar con gran responsabilidad las actualizaciones que lxs exégetas actuales nos ofrecen, y después de orarlas ofrecerlas preparadas con mimo como el mejor de los guisos cocinados a fuego lento, con ingredientes ecológicos.
Sí, me gusta ver el desarrollo de las experiencias que este nuevo bautismo ha encendido en mí. Y me atrevo a decir que, como consecuencia, muchas personas se han sentido tocadas por él.
Gracias, hermanas, cuidadoras de la Tierra, por vuestras nuevas formas de consagrar la vida, de ser profetas y excelentes pastoras cuyos pastos son tan verdes como los de Irlanda.
Y a nosotrxs que deseamos comprender el Bautismo, “nos invito” a preguntarnos en un espacio oracional ¿te sientes bautizadx? ¿qué te falta? ¿cómo lo vives? ¿hay en tu vida reciente alguna experiencia que si la miras desde esa lente que ofrecemos, puedas decir: “Ajá, ahí en esa situación, aquella tarde, en aquel lugar, yo reviví mi Bautismo, porque me sentí amada, consagrada, enviada al desierto a seguir evolucionando en mi comprensión y vivencia de esa gran experiencia fundante, que como en espiral vuelve y se aleja, vuelve y nos envuelve”.
Tal vez ahora comprendamos mejor que Marcos nos diga que el cielo se rasgó para ya jamás poder cerrarse, algo así ocurre en nuestra vida cuando descubrimos que somos la Hija Amada en quien Dios tiene puesto su deleite y su confianza. Una experiencia que no se puede silenciar o guardar.
Si puedes, no dejes de compartirla porque pertenece al patrimonio y matrimonio cristiano universal y es lo que le falta a la iglesia. Los sermones en general aburridos, dormitivos y alejados son fruto de la ausencia de la experiencia de toda la diversidad que constituye la comunidad cristiana.
No desvaloricemos nuestro primer Bautismo, revivido, renovado cientos de veces a lo largo de la vida y que es la transversal que mantiene viva la comunidad, si lo comunicamos.
En el marco de la religión teísta, la mejor noticia que un ser humano puede escuchar es la de ser proclamado por Dios mismo como “su hijo amado”. Recuerdo que, cuando mi marco era ese, podía orar durante días, centrando toda mi atención en esa expresión, que dejaba reverberar dentro de mí: “tú eres mi hijo amado”, en la convicción de que esas palabras estaban definiendo mi identidad más profunda. Porque, en tal marco, ¿podría haber algo que superara esa afirmación?
Al superar el teísmo, no he perdido nada de aquella vivencia. No solo no he perdido, sino que, en mi experiencia personal, sé que todo se ha enriquecido. Lo único que ha cambiado ha sido el paradigma o, si se prefiere, el mapa mental con el que leo la realidad.
Si antes me veía “hijo amado de Dios”, ahora veo que la divinidad no es algo o alguien separado, sino justamente Eso -plenitud de vida y de amor- que nos constituye en nuestra verdadera identidad.
No somos un yo amado por Dios -aunque nuestra mente tienda a leerlo de ese modo-, sino la misma divinidad expresándose o experimentándose en un ser humano particular.
El Maestro Eckhart, uno de los más grandes místicos de la tradición cristiana, distinguía entre “Deus” (Dios) y “Deitas” (Deidad). El primero es el dios pensado, “personal”, aquel a quien el fiel se dirige, a quien le habla, a quien ora, en quien confía… Pero tal dios no puede sino poseer muchos rasgos antropomórficos ya que, en cierto modo, está siendo creado a imagen de quien se dirige a él. Por el contrario, el término “Deitas” hace referencia a Eso que no puede ser pensado: “El único Dios verdadero -decía Margarita Porete, otra mística, contemporánea del Mestro Eckhart- es aquel del que nada puede pensarse”. Eso que no puede ser pensado, porque no es objeto, es justamente lo que somos, el Fondo último de todo lo que es. Y lo “vemos”, nos vemos, al acallar la mente.
Comentarios desactivados en liberador El diluvio, el mar Rojo, el Jordán: espléndidas catequesis sobre el Éxodo liberador
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. Relatos de revelación
En Navidad y Epifanía hemos celebrado la presencia de Dios en nuestra historia por medio de Jesús. Hoy, la fiesta del Bautismo del Señor, es también un relato de Revelación.
Tanto el Bautismo de Jesús como la Transfiguración, (Mc 9,2) son relatos de Revelación. Ambos relatos (Bautismo y Transfiguración) tienen elementos comunes tomados del AT: el cielo, la nube, la voz que surge, los cielos se abren. Y -sobre todo- se nos dice de Jesús que: “Este es mi hijo amado, escuchadle”.
San Marcos no narra el nacimiento de Jesús. La inserción de Jesús en la humanidad la presenta Marcos con el relato de bautismo de Jesús en el río Jordán, asumiendo la condición de pecado de la humanidad. El que no tenía ni era pecado, descendió con nuestro pecado a las aguas bautismales del Jordán.
Por otra parte, tanto el Bautismo de Jesús como la Transfiguración son la experiencia, el camino que aquellos primeros cristianos hicieron de que Dios nos habla en la persona de Jesús, es la Palabra: Cristo es mi hijo amado, escuchadle.
Aquellos primeros discípulos de Jesús llegaron a ver y creer en que en Jesús hombre como todos, era la expresión, la Palabra de Dios. Y le escucharon: Este es mi hijo muy amado, escuchadle…
02.- Jesús descendió a las aguas abismales (Jordán – Nuevo Éxodo).
El río Jordán es una evocación, un recuerdo del Éxodo.
Los relatos bíblicos que emplean el simbolismo del agua son como catequesis bautismales. Podemos evocar para nosotros:
En las aguas bautismales del diluvio queda sepultado el pecado de la humanidad. (Gn 7)
En la aguas del mar Rojo que sepultados los carros de combate de la opresión del faraón, que inicia el éxodo de la libertad. (Ex 1-12).
Cuando Jesús desciende al río Jordán queda sepultado el pecado de la humanidad pecado y comienza una nueva vida, un Éxodo hacia la libertad. (Mc 1)
El agua de la samaritana (Jn 4) nos ofrece ya el agua que salta hasta la vida eterna.
En la tradición de San Juan del costado de Jesús crucificado brota agua y sangre (agua y nueva vida en el Espíritu>): es el bautismo en la Iglesia naciente representada por la madre del Señor y el Discípulo Amado. (Jn 19,34).
Con Jesús comienza un nuevo y definitivo Éxodo de libertad.
La vida es un Éxodo, siempre caminando hacia la libertad, hacia la felicidad. Tendremos cansancios como los israelitas se cansaban de caminar en la vida:
Los hijos de Israel (caminando cansados por el desierto) decían:
Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud. (Exodo 16,2)
A veces se oye decir que en tiempos de la dictadura vivíamos mejor, o que en aquellos años pasados de la Iglesia vivíamos más seguros.
Podremos tener cansancios y retrocesos en la vida, pero no renunciemos a caminar, a seguir hacia adelante, a vivir en Éxodo (salida) hacia la libertad.
Nos hará bien recordar aquella canción de Labordeta:
Habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad
03.- Los cielos se rasgaron y desciende la bondad de Dios.
El cielo era el “lugar” de Dios, pero estaba cerrado a los seres humanos. Con JesuCristo se abren los cielos, Dios se acerca al ser humano y se inicia un nuevo Éxodo de la esclavitud de Egipto a la libertad; comienza la vuelta a la casa “lugar” del Padre, su casa está abierta definitivamente para la humanidad.
De hecho Dios nunca dio un portazo a la humanidad.
Es lo que significa el “rasgarse los cielos” es la misma expresión que utiliza el evangelista san Marcos cuando a la hora de la muerte de Jesús dice que el velo del templo se rasgó. La redención de Cristo “rasga el velo del templo” (Mc 15,38 / Mt 27,51).
Las alianzas religiosas de los templos quedan abolidas, rasgadas. Estamos ya en una amistad (una nueva Alianza) sellada definitivamente por JesuCristo.
04.- Este es mi Hijo amado.
Los hijos son expresión de sus padres. Los hijos tienen parecido con sus padres, parecidos físicos, modos de ser, modos de vivir.
Cristo también “se parece”, “es” como su Padre. Los cristianos vemos y experimentamos a Dios en Jesús.
La experiencia que Jesús tiene de Dios y que Dios tiene de Jesús es amable: Este es mi Hijo amado.
Por tanto el “adn” de Jesús y de Dios es el amor. Somos hermanos del hijo amado de Dios.
Dios nos ama incondicionalmente. Dios no nos quiere porque nosotros “creemos” que somos buenos o listos, o rectos, Dios nos ama porque Él es bueno.
No mires un revuelvas el pasado, viejas cuestiones, antiguos -o nuevos- pecados. “Me has curado y me has hecho revivir y volviste la espalda a todos mis pecados”, (Cántico de Isaías 38).
El Dios de Jesús se hace notar por su amor: “De Ti procede el perdón, y así infundes respeto”. (Salmo 129,4).
El mal y el pecado de la humanidad, el nuestro, quedó sepultado en las aguas bautismales del Jordán.
05.- Escuchadle.
El relato del Bautismo como el de la Transfiguración terminan con la exhortación: Este es mi Hijo amado y añade: escuchadle. (Mc 9,7).
El bautismo no es un mero rito al comienzo de la vida. Para bautizarse hay que escuchar a Cristo.[1] A lo mejor no estamos realmente bautizados hasta que no escuchamos a Cristo y lo que Cristo nos dice de Dios es que Dios le ama y nos ama.
Este es el Hijo amado, escuchadle
[1] En la vida pastoral si no hay escucha de la Palabra y fe, no hay bautismo. Como aquel eunuco de los HH: primero escucha la palabra y luego pide el Bautismo. (HH 8,35-36)
Comentarios desactivados en “Nuestra incapacidad para adorar”. Epifanía del Señor – B (Mateo 2,1-12)
El hombre actual ha quedado en gran medida atrofiado para descubrir a Dios. No es que sea ateo. Es que se ha hecho «incapaz de Dios». Cuando un hombre o una mujer solo busca o conoce el amor bajo formas decadentes, cuando su vida está movida exclusivamente por intereses egoístas de beneficio o ganancia, algo se seca en su corazón.
Muchos viven hoy un estilo de vida que los abruma y empobrece. Envejecidos prematuramente, endurecidos por dentro, sin capacidad de abrirse a Dios por ningún resquicio de su existencia, caminan por la vida sin la compañía interior de nadie.
El teólogo Alfred Delp, ejecutado por los nazis, veía en este «endurecimiento interior» el mayor peligro para el hombre moderno: «Así el hombre deja de alzar hacia las estrellas las manos de su ser. La incapacidad del hombre actual para adorar, amar y venerar tiene su causa en su desmedida ambición y en el endurecimiento de su existencia».
Esta incapacidad para adorar a Dios se ha apoderado también de muchos creyentes, que solo buscan un «Dios útil». Solo les interesa un Dios que sirva para sus proyectos individualistas. Dios queda así convertido en un «artículo de consumo» del que disponer según nuestras conveniencias e intereses. Pero Dios es otra cosa. Dios es Amor infinito, encarnado en nuestra propia existencia. Y, ante ese Dios, lo primero es la adoración, el júbilo, la acción de gracias.
Cuando se olvida esto, el cristianismo corre el peligro de convertirse en un esfuerzo gigantesco de humanización, y la Iglesia en una institución siempre tensa, siempre agobiada, siempre con la sensación de no lograr el éxito moral por el que lucha y se esfuerza.
Sin embargo, la fe cristiana es, antes que nada, descubrimiento de la bondad de Dios, experiencia agradecida de que solo él salva: el gesto de los magos ante el Niño de Belén expresa la actitud primera de todo creyente ante Dios hecho hombre.
Dios existe. Está ahí, en el fondo de nuestra vida. Somos acogidos por él. No estamos perdidos en medio del universo. Podemos vivir con confianza. Ante un Dios del que solo sabemos que es Amor no cabe sino el gozo, la adoración y la acción de gracias. Por eso, «cuando un cristiano piensa que ya ni siquiera es capaz de orar, debería tener al menos alegría» (Ladislao Boros).
Comentarios desactivados en ”Venimos de Oriente para adorar al Rey”. Domingo 6 de enero de 2023
Leído en Koinonia:
Isaías 60, 1-6: La gloria del Señor amanece sobre ti. Salmo responsorial: 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra. Efesios 3, 2-6: Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos. Mateo 2, 1-12: Venimos de Oriente para adorar al Rey
Hoy la Iglesia católica celebra con gozo desbordante la fiesta de los reyes magos. Litúrgicamente se denomina “epifanía”que significa manifestación de la salvación de Dios. Con esta fiesta vamos concluyendo el ciclo de navidad que nos permitirá contemplar a Jesús pequeño, humilde y pobre… niño que, a su vez, revela la grandeza del amor de Dios.
El profeta Isaías exalta la grandeza de la ciudad de Jerusalén porque se convertirá en luz para todos los pueblos. Es la luz para toda la humanidad, es la esperanza para los pobres. La oscuridad de la injusticia y la violencia, la opresión y la marginación será vencida definitivamente por la presencia luminosa de Dios manifestada en el niño de Belén. El salmo 71 también canta las maravillas que hace Dios en medio de su pueblo. Manifiesta la esperanza que todos los reyes y poderosos se abajen y se postren ante la pequeñez y la humildad. Los motivos de la alabanza es la justicia de Dios que derrota a los opresores y defiende a los pobres y oprimidos. La justicia de Dios a favor de lo empobrecidos y excluidos de todos los tiempos se hace motivo de regocijo y alabanza para el salmista.
La época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías (Tercer Isaías) corresponde a la restauración, es decir, al regreso a Jerusalén de los exiliados en Babilonia, regreso a la gran ciudad de Dios. Cuando este grupo de exiliados llegó a Israel encontró sus ciudades destruidas, sus campos abandonados o apropiados por otras familias, las murallas derruidas y el templo, el lugar donde Yahvé habitaba, incendiado. Esta dramática realidad los desanimó completamente, centrando sus esperanzas y sus motivaciones únicamente en la reconstrucción de sus viviendas y sus campos, dejando de lado la restauración del templo y, con ello, la confianza en la venida gloriosa de Yahvé, quien traería para Israel la salvación plena en la misma historia. Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo, por ello Jerusalén será una ciudad radiante, llena de luz, en donde la presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande, ante cuya presencia se postrarán todos los pueblos de la tierra. El profeta manifiesta con esta gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva época para Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie podrá hacerle daño.
Esta visión profética posee una comprensión muy reducida de la acción salvífica de Dios, ya que es asumida como una promesa que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente del pueblo de Israel y no de toda la tierra.
En la carta de Pablo a la comunidad de Éfeso hace caer en cuenta a todos los creyentes que las promesas hechas al pueblo de la ley y la alianza ahora se extienden a los gentiles, es decir, a toda la humanidad. De tal manera que la salvación no será propiedad exclusiva de un pueblo sino de todos los pueblos, del gran pueblo de Dios, es decir, de todos los seres humanos que se abren a la buena noticia de la salvación.
Pablo, a través de la carta a los Efesios, ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida por Dios, a través de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos. El plan de Dios, según Pablo, consiste en formar un solo pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo, una sola Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la vida y la salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa que el misterio recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva de Cristo se hace efectiva también en los paganos, ellos son coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo; esto significa que Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos, salva a todos, reconcilia a todos sin excepción.
Dos actitudes totalmente opuestas se reflejan en el relato de la visita de los reyes, sabios o magos de oriente que presenta el evangelista Mateo. Más allá de si es o no es un acontecimiento histórico, lo hermoso de este texto es hacer ver al lector cómo el corazón de los poderosos de Israel se cierra ante la presencia de la pequeñez del niño de Belén. En cambio los gentiles, los paganos o extranjeros se abajan de su realeza para reconocer en la pobreza, humildad y pequeñez de aquel niño la revelación de la propuesta salvífica de Dios ofrecida a toda la humanidad que le busca con sincero corazón. ¿En qué personas y situaciones de la vida reconoces a Jesús?
El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía», confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el evangelista insiste en nombrar con exactitud el lugar donde nació Jesús y en confirmar, a través del Antiguo Testamento, que con su presencia en la historia se da cumplimiento a las palabras de los profetas. Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos, venidos de Oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del evangelio a los paganos y su vinculación a la comunidad cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas, que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.
En un tiempo como el que vivimos, marcado radicalmente por el pluralismo religioso, y marcado también, crecientemente, por la teología del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de proselitismo, de «convertir al cristianismo» a los «gentiles», y la «universalidad cristiana» era entendida desde la centralidad del cristianismo: éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, la religión-destino de la humanidad. Todos los pueblos (universalidad) estaban destinados a abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos… Tarde o temprano el mundo llegaría a su destino: a ser «un sólo rebaño, con un solo pastor»…
Hoy todo esto ha cambiado, aunque muchos cristianos (incluidos muchos de sus pastores) todavía siguen en la visión tradicional. Buen día hoy, pues, para presentar estos desafíos y para profundizarlos. No desaprovechemos la oportunidad para actualizar también personalmente nuestra visión en estos temas. En la RELaT (servicioskoinonia.org/relat) hay muchos materiales para estudiar el tema, así como para debatirlo en grupos de estudio o de catequesis.
En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos referencias a Belén en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca del nacimiento del Salvador en la ciudad de David. La tradición de que el Mesías debía nacer en Belén tiene su base en el texto de Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debía salir quien gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. Hoy ya sabemos que Jesús nació probablemente en Nazaret, y que la afirmación de que nació en Belén es una afirmación con intenció teológica.
El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa matemático, astrónomo y astrólogo. Estas dos últimas disciplinas eran una misma en la antigüedad, por lo que con ambas se podía estudiar el destino y designio de las personas. Es decir, los «reyes magos» no fueron ni reyes ni magos en el sentido actual de estas palabras; habrían sido astrólogos o estudiosos del cielo. Fue el teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220 d.C.) quien aseguró que los magos serían reyes y que procederían de Oriente. En la visita de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia vieron simbolizadas la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo. Leer más…
La fiesta de la Navidad, que acabamos de celebrar, ha sido entendida por la iglesia como “epifanía” o revelación de Dios, que nace en la historia de los hombres, para iluminar su vida y abrir en ella un camino de salvación divina o resurrección.
Esta fiesta de la epifanía de Dios en el nacimiento de Jesús ha sido y sigue siendo fundamental en el oriente cristiano, anterior a la Navidad, de manera que en sentido estricto Dios “nace” el 6 de enero más que el 25 de diciembre. Por eso, teniendo en el fondo ese interesantísimo “detalle” quiero presentar en RD y FB tres postales complementarias sobre la epifanía: (1) Un estudio histórico-crítico con U. Luz. (2) Un análisis teológico con Joseph Ratzinger/BXVI. (3) Una propuesta pastoral, de tipo propio.
| Xabier Pikaza
LUMINOSA “LEYENDA” TEOLÓGICA (U. LUZ)
Ulrich Luz, exegeta protestante de Suiza (*1938) es autor del estudio más denso e influyente sobre Mateo en la segunda mitad del siglo XX. Siguiendo en parte sus huellas, escribí yo mismo un extenso comentario a Mateo. Más que seguir mi comentario, que el lector de RD y FB puede tener a mano, pues normalmente lo cito en mis postales, quiero seguir aquí el luminoso comentario de Luz que interpreta el relato de los magos (Mt 2) como parábola o leyenda teológica, que sirve para entender el sentido del nacimiento de Jesús y para fundar la misión cristiana, en un contexto política y religiosamente conflictivo, en un contexto de apertura de la Iglesia al paganismo (y del paganismo a la Iglesia) desde una perspectiva oriental (persa), Este relato de los magos es una parábola/leyenda, propia de Mateo (con su estilo y sus preocupaciones pastorales).
Como protestante,, U. Luz ha destacado el carácter personal de la estrella (cada creyente tiene la suya), más que su carácter histórico y comunitario, y tampoco ha destacado la importancia de la figura de la Madre de Jesús como Gebirá, Iniciadora mesiánica
Como hombre de fe, U. Luz ha puesto de relieve el carácter “espiritual” de los dones de los magos. Como buen suizo, no ha entrado en las implicaciones económicas y sociales del tema, pues eso complicaría su propuesta.
Texto:
1 Nacido Jesús en Belén de Judá, en tiempo del rey Herodes, llegaron unos magos de oriente a Jerusalén 2 y dijeron: «¿Dónde está el recién nacido rey de los judíos? Porque hemos visto salir su estrella y hemos venido a adorarle». 3 Cuando el rey Herodes oyó esto, se sobresaltó, y con él toda Jerusalén. 4 Y convocó a todos los sumos sacerdotes y letrados del pueblo y se informó por ellos del lugar donde había de nacer el Mesías. 5 Ellos le dijeron: «En Belén de Judá; porque así está escrito por los profetas:
6 ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, en modo alguno eres el menor entre los principales clanes de Judá, porque de ti saldrá un jefe que será pastor de mi pueblo, Israel’.
7 Entonces Herodes llamó aparte a los magos y se informó cuidadosamente acerca del tiempo de la aparición de la estrella, 8 los envió a Belén y dijo: «Id y averiguad exactamente qué hay de ese niño. Si lo encontráis, notificádmelo para que yo también vaya a adorarlo». 9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino. Y he aquí que la estrella que habían visto en oriente iba delante de ellos hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella sintieron mucha alegría. 11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre. Y postrándose, le adoraron y abrieron sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. 12 Y avisados en sueños de que no volvieran donde Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
Redacción y tradición. Históricamente estos “reyes” magos no existieron
Esta parábola está muy elaborada por Mateo. Rara vez contiene un lenguaje no mateano. Debemos suponer que él mismo la ha compuesto, y que no tiene un fondo histórico anterior. Por eso, hay que decir, que históricamente los reyes magos no existieron, como los niños aprenden a los 5 ó 6 años. Los magos son los padres o iniciadores de los niños a lavida y a la ve. Los magos tenemos que ser nosotros.
Temas y analogías en la historia de las religiones
Mateo a “inventado” esta parábola de los magos, pero no la inventado de la nada, sino recreando y adaptando poderosas y hermosas leyendas o parábolas de la historia anterior.
De los relatos afines sobre el niño rey, la haggadá de Moisés es la más próxima a nuestro relato y al texto de Mt 2, 13-23: los magos (TgJ a Ex 1, 15; ExR 1, 18 a Ex 1, 22) o los letrados (F. Josefo, Ant., 2, 205) anuncian al Faraón el nacimiento de Moisés; el Faraón se sobresalta (F. Josefo, Ant., 2, 206) y planea la matanza de niños. Las tradiciones mosaicas fecundaron probablemente nuestro relato… pero el texto de Mateo recibe también otros influjos.
La estrella proviene de tradiciones más cercanas a Grecia y Roma. En fuentes helenísticas se habla de un cometa en el nacimiento de Mitrídates y en el episodio de Nerón que cuenta Suetonio. También se habla de cometas u otros fenómenos luminosos en el nacimiento de dioses. En monedas de Alejandro, de los diadocos, de César, de Augusto, pero también de Alejandro Janeo y de Herodes, se encuentra una estrella como símbolo del rey.
Aparte de eso, está difundida la idea de que cada persona tiene su estrella, la gente rica una estrella brillante y los demás deslucida, que aparece con el nacimiento y se extingue con la muerte. En esta idea se basa la astrología popular de aquella época.
Más ardua es la cuestión de si hay que pensar en la profecía de Balaán sobre la estrella de Jacob (Nm 24, 17). La interpretación mesiánica de este pasaje fue muy frecuente. También en el relato de Balaán un profeta pagano frustra los planes de un rey malo al anunciar que Dios está con Israel (Nm 23, 21) y que en Israel surge un soberano. En tradiciones posteriores Balaán es caracterizado como mago. La historia de la exégesis muestra que los lectores cristianos pensaron en Balaán. Por otra parte, la estrella no se identifica con el Mesías, como en la exégesis de Nm 24, 17. Pero, la estrella de los magos de Mateo es una estrella subversiva (va en contra del rey Herodes, va a favor del niño opuesto a Herodes).
Historicidad.
Nuestro relato es una leyenda escueta y sobria que no sigue las leyes de la verosimilitud histórica. Esto lo muestran las preguntas desesperadas de los exegetas: ¿Por qué Herodes no agregó al menos un espía a los magos? ¿Cómo pudo todo el pueblo de Jerusalén y los letrados sobresaltarse junto con el odiado rey Herodes por la llegada del Mesías? Tampoco se describe la estrella de un modo realista, es decir, plausible a nivel astronómico.
En la abundante literatura astronómica sobre nuestro texto aparecen en primer plano tres posibilidades de explicación:
Una supernova, de la que no existen documentos de aquella época.
Un cometa. Pero el cometa Halley, el más mencionado, del año 12/11 a.C. llegó demasiado pronto para el nacimiento de Jesús. Más en serio hay que tomar un cometa (¿o una nova?) atestiguada por astrónomos chinos para el año 5-4 a.C..
La conjunción de Júpiter y Saturno, que se produjo tres veces el año 7-6 a.C. Llamó la atención y fue predicha por astrónomos babilónicos. No encajaba mal en nuestro relato, porque Júpiter es el astro de los reyes, y Saturno, como astro del sábado, fue considerado a veces como estrella de los judíos.
Hay que decir que todos esos intentos aportan muy poco a la explicación de nuestro relato. Mateo quiso describir una estrella milagrosa que apareció en oriente, precedió a los magos camino de Jerusalén y de Belén (de norte a sur) y se detuvo encima de la casa donde se encontraba el niño. Áster significa filológicamente una estrella concreta, no un grupo de estrellas (= astron). En las conjunciones de Júpiter y Saturno de los años 7-6 a.C., los dos planetas nunca se aproximaron lo bastante para verlos como un solo astro. Todo esto no excluye, obviamente, que el recuerdo de alguna aparición astral llamativa en la época del nacimiento de Jesús pudiera perdurar en la memoria de la comunidad.
La historicidad de la estrella queda descartada, en fin, por el hecho de que Lucas nada sabe al respecto; además, el episodio de los magos no podría encajar en el relato lucano del nacimiento. Parece que tampoco los padres de Jesús saben nada de los acontecimientos prodigiosos de su nacimiento (Mc 3, 31-35). No se detecta, en suma, un núcleo histórico; en cambio, las numerosas tradiciones paralelas en la historia de las religiones hacen más comprensible la elaboración del relato. Resumiendo: este relato no posee, a mi juicio, un núcleo histórico.
El autor del primer evangelio, Mateo, que probablemente reside en Antioquía de Siria, lleva años viviendo una experiencia muy especial: aunque Jesús fue judío, la mayoría de los judíos no lo aceptan como Mesías, mientras que cada vez es mayor el número de paganos que se incorporan a la comunidad cristiana. Algunos podrían interpretar este extraño hecho de forma puramente humana: los paganos que se convierten son personas piadosas, muy vinculadas a la sinagoga judía, pero no se animan a dar el paso definitivo de la circuncisión; los cristianos, en cambio, no les exigen circuncidarse para incorporarse a la iglesia.
Mateo prefiere interpretar este hecho como una revelación de Dios a los paganos. Para expresarlo, se le ocurre una idea genial: anticipar esa revelación a la infancia de Jesús, usando un relato que no debemos interpretar históricamente, sino como el primer cuento de Navidad. Un cuento precioso y de gran hondura teológica. Y que nadie se escandalice de esto. Las parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano son también cuentecitos, pero han cambiado más vidas que infinidad de historias reales.
La estrella
Los antiguos estaban convencidos de que el nacimiento de un gran personaje, o un cambio importante en el mundo, era anunciado por la aparición de una estrella. Sin necesidad de recurrir a lo que pensasen otros pueblos, la Biblia anuncia que saldrá la estrella de Jacob como símbolo de su poder (Números 24,17). Este pasaje era relacionado con la aparición del Mesías.
Los buenos: los magos
De acuerdo con lo anterior, nadie en Israel se habría extrañado de que una estrella anunciase el nacimiento del Mesías. La originalidad de Mateo radica en que la estrella que anuncia el nacimiento del Mesías se deja ver lejos de Judá. Pero la gente normal no se pasa las noches mirando al cielo, ni entiende mucho de astronomía. ¿Quién podrá distinguirla? Unos astrónomos de la época, los magos de oriente.
La palabra “mago” se aplicaba en el siglo I a personajes muy distintos: a los sacerdotes persas, a quienes tenían poderes sobrenaturales, a propagandistas de religiones nuevas, y a charlatanes. En nuestro texto se refiere a astrólogos de oriente, con conocimientos profundos de la historia judía. No son reyes. Este dato pertenece a la leyenda posterior, como luego veremos.
Los malos: Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas
La narración, muy sencilla, es una auténtica joya literaria. El arranque, para un lector judío, resulta dramático. “Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes”. Cuando Mateo escribe su evangelio han pasado ya unos ochenta años desde la muerte de este rey. Pero sigue vivo en el recuerdo de los judíos por sus construcciones, su miedo y su crueldad. Es un caso patológico de apego al poder y miedo a perderlo, que le llevó incluso a asesinar a sus hijos y a su esposa Mariamne. Si se entera del nacimiento de Jesús, ¿cómo reaccionará ante este competidor? Si se entera, lo mata.
Un cortocircuito providencial
Y se va a enterar de la manera más inesperada, no por delación de la policía secreta, sino por unos personajes inocentes. Mt escribe con asombrosa habilidad narrativa. No nos presenta a los magos cuando están en Oriente, observando el cielo y las estrellas. Omite su descubrimiento y su largo viaje.
La estrella podría haberlos guiado directamente a Belén, pero entonces no se advertiría el contraste entre los magos y las autoridades políticas y religiosas judías. La solución es fácil. La estrella desaparece en el momento más inoportuno, cuando sólo faltan nueve kilómetros para llegar, y los magos se ven obligados a entrar en Jerusalén.
Nada más llegar formulan, con toda ingenuidad, la pregunta más comprometedora: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”. Una bomba para Herodes.
El contraste
Y así nace la escena central, importantísima para Mt: el sobresalto de Herodes y la consulta a sacerdotes y escribas. La respuesta es inmediata: “En Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas”. Herodes informa a los magos y éstos parten. Pero van solos. Esto es lo que Mt quiere subrayar. Entre las autoridades políticas y religiosas judías nadie se preocupa por rendir homenaje a Jesús. Conocen la Biblia, saben las respuestas a todos los problemas divinos, pero carecen de fe. Mientras los magos han realizado un largo e incómodo viaje, ellos son incapaces de dar un paseo de nueve kilómetros. El Mesías es rechazado desde el principio por su propio pueblo, anunciando lo que ocurrirá años más tarde.
Los magos no se extrañan ni desaniman. Emprenden el camino, y la reaparición de la estrella los llena de alegría. Llegan a la casa, rinden homenaje y ofrecen sus dones. Estos regalos se han interpretado desde antiguo de manera simbólica: realeza (oro), divinidad (incienso), sepultura (mirra). Es probable que Mt piense sólo en ofrendas de gran valor dentro del antiguo Oriente. Un sueño impide que caigan en la trampa de Herodes.
Los Reyes magos no son los padres, somos nosotros
A alguno quizá le resulte una interpretación muy racionalista del episodio y puede sentirse como el niño que se entera de que los reyes magos no existen. Podemos sentir pena, pero hay que aceptar la realidad. De todos modos, quien lo desee puede interpretar el relato históricamente, con la condición de que no pierda de vista el sentido teológico de Mt. Desde el primer momento, el Mesías fue rechazado por gran parte de su pueblo y aceptado por los paganos. La comunidad no debe extrañarse de que las autoridades judías la sigan rechazando, mientras los paganos se convierten.
El contraste entre la primera lectura y el evangelio
La liturgia parece ver en el relato de los magos el cumplimiento de lo anunciado en el libro de Isaías (Is 60,1-6).
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti.
Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti;
tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, radiante de alegría;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar
y te traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos,
de dromedarios de Madián y de Efá.
Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,
y proclamando las alabanzas del Señor.
Sin embargo, la relación es de contraste. En Isaías, la protagonista es Jerusalén, la gloria de Dios resplandece sobre ella y los pueblos paganos le traen a sus hijos, los judíos desterrados, la inundan con sus riquezas, su incienso y su oro. En el evangelio, Jerusalén no es la protagonista; la gloria de Dios, el Mesías, se revela en Belén, y es a ella adonde terminan encaminándose los magos. Jerusalén es simple lugar de paso, y lugar de residencia de la oposición al Mesías: de Herodes, que desea matarlo, y de los escribas y sacerdotes, que se desinteresan de él.
Alegría, adoración y regalo
Nosotros, descendientes de los pueblos paganos, debemos imitar el ejemplo de los magos: inmensa alegría al ver la estrella, adoración al niño, regalos. Alegría, regalos y niños son típicos del 6 de enero. Pero Mateo piensa en un niño distinto, al que debemos adorar y ofrecernos, llenos de alegría.
Hoy recordamos la visita de unos sabios extranjeros a Jesús acabado de nacer. La historia es como un juego de reyes muy diferentes entre ellos: en primer lugar, para entrar en el espíritu del Evangelio, podemos olvidarnos de todas las ideas sobre Melchor, Gaspar y Baltasar que pueblan nuestro imaginario. El segundo rey es Herodes, el rey de Judea. Y el tercer rey es Jesús, el Mesías judío que ya desde el comienzo atrae a gente de otras naciones.
En la escena, los sabios son quienes van de acá para allá. Vienen de lejos siguiendo una estrella que les ha de llevar hasta el rey de los judíos, a pesar de que ellos no lo son. Mirándoles sentimos el sabor que nos dejan las personas libres: lo que les guía es una estrella del cielo, están en movimiento, les llena la alegría. Van sin expectativas, prejuicios ni intereses, saben reconocer a Jesús. Y, lo más importante saben adorarle.
Esto es lo que la liturgia nos invita a hacer en este tiempo: como los sabios, ponernos delante de Jesús vacías de nosotras mismas, sin pedir, sin querer comprender, sin esperar nada. Solo permanecer en silencio.
La actitud de Herodes es completamente diferente. Quiere saber dónde está el Mesías, pero tiene miedo. Teme por su propio poder. Pretende encontrar a Jesús sin moverse de su palacio. Ahora diríamos que convoca a los expertos y quiere pruebas y evidencias científicas de lo que está sucediendo fuera de su control. Actúa con secretismo y engaño, con cálculo e interés.
Y Jesús, tan pequeñín, ya mueve a tanta gente. Este tiempo nos ayuda tal vez a acercarnos a él con más sencillez, confianza, silencio. Cuando crece, a veces sentimos que no le comprendemos, que le pedimos demasiado y hacemos demasiado poco, que no tenemos ganas de acercarnos a él por miedo a que la vida se nos complique más de lo que ya está… Hoy se nos regala una buena ocasión para estar, para poner el corazón, sin más propósito, delante del Señor de nuestra vida.
Oración
Padre, que tu Santa Ruah nos vaya transformando en personas sabias y libres, capaces de cruzar oasis y desiertos buscando a tu Hijo en nuestro mundo y adorarle.
Comentarios desactivados en Dios es el sol que nunca podremos ver, pero su claridad está en todo.
EPIFANIA (B)
Mt 2,1-12
Es la fiesta más antigua que se conoce. Fue la única fiesta de Navidad que se celebró en toda la Iglesia, hasta que en Occidente se empezó a celebrar el 25 de diciembre la Natividad. La palabra “Epifanía” significa en griego “manifestaciones“, sobre todo la primera claridad de la mañana, antes de verse el sol. Siguió celebrándose la fiesta de Epifanía, pero con otros significados. Durante mucho tiempo se celebraban en ella tres “epifanías”: la adoración de los Magos, el bautismo de Jesús y las bodas de Caná. El 6 de enero se celebraba en Roma el triple triunfo de Augusto César.
Empezábamos el tiempo de Navidad con un relato del evangelista Lucas que hablaba de pastores, ángeles y el niño en el pesebre. Hoy terminamos con otro relato de Mt sobre unos magos que vienen a adorar a Jesús. En esta “historia” está recogida la tradición del AT y la experiencia de los primeros cristianos. Se intenta expresar una cristología ya avanzada. Debemos recordar que el título de Rey no se le dio a Jesús hasta después de su muerte. Debemos tener presente que los tres títulos que en el relato se sobreentienden (Rey, Hijo de Dios y Mesías) se implican unos en otros.
La apertura a los paganos fue un salto cualitativo en la manera que tenía el pueblo judío de interpretar sus relaciones con Dios. Este cambio de perspectiva no se llevó a cabo sin traumas. Los escritos del NT dejan bien claro que solo se consiguió después de muchas discusiones y mucha reflexión. No nos debe extrañar esta dificultad. Los judíos se consideraban el pueblo elegido. Creían que Dios había hecho por ellos prodigios que no había hecho con ningún otro pueblo. Todavía nos cuesta mucho aceptar que Dios no puede tener privilegios con nadie, sea persona, pueblo o religión.
La universalidad del mensaje es el tema de las tres lecturas. Todas nos hablan de una novedad en la relación de Dios con los hombres. Dios se manifiesta siempre a todos, aunque solo le descubre el que le busca. La originalidad de la experiencia religiosa del pueblo judío no es obra de una persona sino de un pueblo, capaz de interpretar los acontecimientos como manifestación del amor de Dios hacia ellos. En realidad, Dios no puede hacer por uno lo que no hace por otro. Dios es AMOR absoluto. El amor es su esencia, no una cualidad, que podría tener o no tener, como en nosotros.
Dios constantemente se está manifestando en su creación, para todo aquel que está atento. Esa atención no se refiere a los sentidos sino al ser. Muchas veces os he dicho que Dios no actúa desde fuera como las causas segundas, sino desde el ser de cada criatura y acomodándose a su manera de ser; por lo tanto, será inútil todo intento de percibir esas acciones con nuestros sentidos o con nuestra razón. Para descubrir a Dios hay que desplegar una especial atención, dirigida al centro de nuestro ser.
El relato de los Magos va en esta dirección. Ellos descubrieron la estrella, porque se dedicaban a escudriñar el cielo; fueron capaces de levantar los ojos de la tierra. A pesar de estar lejos vieron la estrella; la inmensa mayoría de los que estaban alrededor del recién nacido, ni se enteraron. Nuestra religiosidad no consigue su objetivo, porque nos empeñamos en encontrar a Dios donde no está. Porque nos empeñamos en descubrir, no a Dios, sino al ídolo que nos hemos fabricado.
Dios no está en los fenómenos que percibimos por los sentidos. Mejor dicho, Dios está en todos los fenómenos, aunque no de manera especial en los que percibimos como maravillosos. Nosotros nos empeñamos en descubrirlo solo en lo extraordinario, pero Dios se manifiesta exactamente igual en los acontecimientos más sencillos y cotidianos. Hay que aprender a descubrir esa presencia. En la fragancia de una flor, en una puesta de sol, en la sonrisa de un niño, en el sufrimiento de un enfermo.
La experiencia de los místicos los llevó a llamar a Dios siempre el escondido. S. Juan de la Cruz: A donde te escondiste, Amado y me dejaste con gemido. Como el ciervo huiste, habiéndome herido. Salí tras ti clamando y eres ido. Y el místico sufí persa Edwin Rumi dice: Calla mi labio carnal. Habla en mi interior la calma, voz sonora de mi alma, que es el alma de otra Alma eterna y universal. ¿Dónde tu rostro reposa, Alma que a mi alma da vida? Nacen sin cesar las cosas, mil y mil veces ansiosas de ver tu faz escondida. Y Pascal: Toda religión que no predique un Dios escondido, es falsa.
Me preocupa que los católicos estemos convencidos de que no hay nada que aprender sobre Dios, porque ya lo sabemos todo. Sea en cuanto a las verdades, sea en cuanto a las normas morales, sea en cuanto a las celebraciones litúrgicas, el hecho de que no haya capacidad de innovación, es la mejor prueba de que estamos en una religión sin vivencia, en una religión muerta. Dios se manifiesta siempre como absoluta novedad. Si encontramos dos veces el mismo dios, podemos estar seguros de que es un ídolo.
La clave de esta celebración es la universalidad del mensaje. En Navidad veíamos a Dios encarnado. Hoy celebramos a Dios manifestado a todos y en todo; es decir, se está siempre manifestando y se manifiesta en todo lo creado. Esto no lo hemos asumido del todo, los cristianos. Seguimos creyéndonos unos privilegiados por conocer a Jesús. Seguimos lamentando la situación de los que no creen en él, porque no podrán participar de su salvación. Desde el Vaticano II, hemos avanzado mucho en la verdadera dirección, pero no hemos dado el paso definitivo.
Hoy debíamos tener muy claro que Jesús no vino a fundar una religión frente a la religión judía; ni una Iglesia frente a otras Iglesias. Jesús predicó el Reino de Dios. Jesús nos trajo un evangelio (buena noticia) para todas las religiones, para todas las Iglesias, para todos los pueblos, para todos los seres humanos. Nuestra religión tiene que estar abierta a esa buena noticia. No somos los únicos portadores de esa noticia.
Es curioso que el término “católica” que significa universal, haya terminado significando solamente una parte de los seguidores de Jesús. Claro que el término universal se puede entender de dos maneras. Universal porque todos pertenezcan a ella; universal por el objetivo de nuestra preocupación y nuestra entrega. Para mí, este segundo aspecto sería más evangélico que el primero. Que la preocupación, el cariño, -en una palabra, el amor- fueran todos los seres humanos sin excepción.
El relato era un mito ancestral muy común en otras culturas. Aunque sea un mito, fue muy bien traído a colación por los cristianos. La aparición de una nueva estrella era el signo más común de la singularidad de un personaje. Para los primeros cristianos no podía haber orto más importante que Jesús a quien ya consideraban divino.
Jesús nació en Belén de Judea en tiempo del rey Herodes*. Unos magos que venían de Oriente* se presentaron en Jerusalén, diciendo: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Es que vimos su estrella en el Oriente* y hemos venido a adorarlo”. (Mt 2, 1-12)
Desde primeros de diciembre todos los medios publicitarios hacen resonar mensajes sobre las fiestas que se aproximan para ir calentando el ambiente y animando al bolsillo a hacer gastos en preparativos para la Navidad.
Este año he puesto especial atención en una frase que es titular de anuncios publicitarios y en Google arrasa la información: “La magia de la Navidad”. Y también en algunos de sus derivados como “navidades mágicas”, “pon magia a tu navidad”, etc.
Leyendo la palabra “magos” en el texto del evangelio de Mateo, referida a aquellos que se pusieron en camino porque algo se les había manifestado interiormente, algo les fue revelado, no pude por menos seguir atenta a estas cosas.
Leyendo el pie de página de estos versículos, se indica que la salvación es ofrecida a los paganos a cuyos sabios atrae a la luz. Entiendo que los magos de entonces no son lo que entendemos ahora por magos: hechicero, ilusionista, prestidigitador, etc. El que había nacido se abría a todos, el mensaje que traía era para toda la humanidad.
Lo que se llama hoy día “la magia de la Navidad” no tiene que ver con lo que significa la Navidad para quien quiera llegar al fondo del nacimiento de Jesús.
“La magia de la Navidad” que exhibe una parte del mundo tiene que ver con el consumo puro y duro; nada que ver con lo que vive más de la mitad de la humanidad que no se puede permitir la magia del consumo.
Pero esa Navidad no es la Navidad que celebra la venida de Jesús, su vida y su mensaje. La Navidad real se parece al pequeño Belén que puse en la casita del pueblo: María, José, Jesús, un ángel y los tres reyes magos con sus ofrendas, una pequeña rama de árbol y una vela.
Mi pequeño Belén quedó allí silencioso y escondido. Me enseñó, mientras cerraba persianas y puerta, que es el que más se parece a aquel primero que celebramos en la Navidad, si lo vivimos desde dentro y repartimos esperanza confiada en que la humanidad vivirá mejor cuando reine el Amor, verdadero espíritu de la Navidad.
Que esa esperanza se mantenga en nosotros y nos ayude a saltarnos, como hicieron los que ahora llamamos reyes magos, los obstáculos de este mundo, estando atentos a los signos y los sueños; sabiendo descubrir la Navidad, la de verdad, en medio de un mundo sin sentido. Suena a sana rebeldía… ¿no?
Mari Paz López Santos –
FEADULTA, 6.1.2024
(*) Biblia de Jerusalén (Nueva Edición Manual, pie de página 1420): Mt. Expone en el Cap. 2 su misión de salvación ofrecida a los paganos, a cuyos sabios atrae a la luz.
Comentarios desactivados en Magda Bennásar: ¿Por qué revelación?
Después de que todo el montaje navideño termina es, tal vez, el momento de recuperar el sentido de lo que hemos celebrado y de lo que se nos ha comunicado.
Es muy propio de nuestra cultura griega buscar en el léxico algún término para explicar o describir lo vivido. Y muchas veces decimos: no encuentro la palabra, no sé cómo explicarlo… y no coincide siempre con grandes experiencias pero sí con experiencias reveladoras que quiere decir desveladoras de algo que antes estaba velado u opaco y que despacio se me presenta más claro o más diáfano.
Todo eso se resume en el corazón creyente, buscador, con un término proveniente del griego “epifanía”: revelación, manifestación. Navidad no es una fiesta familiar, así la hemos convertido quitándole mucho de su sentido propio y profundo en detrimento de nuestra fe. No porque una celebración familiar sea mala, Dios me libre, sino porque no es el significado propio y todo el montaje alrededor de familia, regalos, comidas, de encuentros y desencuentros muchas veces vela más que desvelar su sentido auténtico.
Y digo en detrimento de nuestra fe porque la comunidad cristiana nos pone delante de nuestros sentidos un montaje si queréis, muy distinto, y al no tener tiempo ni tal vez herramientas para desbrozarlo, se pasa, una vez más y seguimos corriendo buscando sentido, dejando atrás un reguero de contenidos, de manifestaciones, de epifanías sin recoger. Eran, son, el regalo del mismísimo Dios a ti, a tu familia, a la comunidad, al Universo.
En lenguaje simbólico bíblico una revelación es una estrella, es decir, una manifestación de Dios, es como una luz sesgada o indirecta que pasa a través de lo común y ordinario de nuestra vida.
Navidad, epifanía son momentos en nuestra vida en que se nos hace un poco de luz sobre el significado de todo, que tal vez seguimos sin entender pero empezamos a comprender a intuir a acoger en nuestro interior.
Puede ocurrir a través de alguien que “me escucha” o alguien que nos valora y acompaña, o alguien que con su vida, con su proyecto trae esperanza a la mía. Tal vez una circunstancia no buscada… Puede ser un encuentro con el Dios del silencio que nos habita y acompaña en la noche y de pronto su Palabra, su Presencia tenue me regala paz, renueva mi confianza, aunque siga sin entender en la noche. Es algo así eso de la estrella, como decimos “estrella fugaz”…sólo quien está atento y despierto la percibe, la siente, la ve.
Es propia en este momento de la reflexión la pregunta ¿quién o qué ha sido estrella, revelación en mi vida, en este año que estamos despidiendo, mientras el otro empuja con ganas y con vida nueva para los despiertos?
La conclusión sería, si algo, alguien…ha traído luz, es Dios quien te habla a través de ello o ell@s. No dejes que sea fugaz. Es la ruta que te indica por donde ir, por donde llegar.
Nuestra historia de salvación está llena de personas que a la luz de lo normal son diferentes. Son mujeres y hombres que acogen en sueños o despiertos esas delicadas luces que sólo el Dios del amor puede regalar con esa delicadeza. Ella no busca deslumbrar ni interferir en tus grandes planes y proyectos. Por eso luz sesgada, tímida e indirecta porque respeta que nosotros decidamos. El amor no impone, espera.
Eso sí, si algo o alguien ha sido luz, prioriza, no lo dejes, es tu luz para tu camino. Este es el regalo de Reyes y también el nuestro, de nuestra pequeña comunidad.
Si te sirve nosotras intentamos ese camino y no digo que sea fácil pero es liberador y gozoso, acompañado de nubarrones pero siempre, siempre hay experiencias, personas, que son lámpara, por lo menos para ese tramo del camino de nuestra vida.
No se trata de propósitos, se trata de seguir la luz que el corazón inteligente te insinúa.
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