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No estamos huecxs. El Colectivo Teresa de Cepeda y Ahumada celebra su décimo aniversario.

Viernes, 18 de octubre de 2024
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IMG_8113Del Blog de Oswaldo Gallo, Concordia:

El Colectivo Teresa de Cepeda y Ahumada celebra su décimo aniversario

“Teresa, una palabra que invita, seduce y aún resuena fuerte en la asamblea y fuera de ella, a pesar de oposiciones e incomodidades por ser mujer”

“El poder de esta palabra suya está en la experiencia: Teresa no habla desde silogismos, palabras elevadas o esotéricas. Todo en ella es fuego, pues es lo que habita dentro de su pecho, lo que vive, lo que hace necesario ‘dar voces'”

“Su espiritualidad tan cotidiana, tan de ‘los pucheros’ es la que hizo que las monjas Descalzas Reales de Madrid, durante su visita en 1569, exclamaran: ‘¡Bendito sea Dios, que nos ha dejado ver una santa a quien todas podemos imitar, que come, duerme y habla como nosotras, anda sin ceremonias!'”

“Con motivo del décimo aniversario de su fundación, el Colectivo Teresa de Cepeda y Ahumada celebraron una misa en la casa de las hermanas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa, quienes destacan por su cercanía con las comunidades católicas LGBT+ de México”

Teresa de Ávila interpela la memoria universal. Después de sus hermanas y hermanos carmelitas, y mucho más allá de la Iglesia Católica […] convoca a las feministas, interroga a filósofos, historiadores y psicoanalistas, fascina a artistas escritores. Teresa invita al mundo secularizado a revaluar, sin descanso y sin prejuicio, la necesidad de creer que subyace al deseo de saber”, Julia Kristeva.

Desde que fray Juan de la Miseria pintó aquel verdadero retrato de santa Teresa de Jesús, allá por 1576, son muchas las representaciones artísticas que tenemos de ella, pero a lo largo de estos 10 años caminando a su lado, desde los márgenes, como Colectivo Teresa de Cepeda y Ahumada, la que más nos parece aglutinar todo lo que Teresa era es una pintura que resguardan las carmelitas de Toro. La vemos iluminada por el Espíritu Santo, en un estrado parecido a un púlpito, con un dedo apuntando al cielo mirando hacia una asamblea compuesta sólo por varones, que la ven con una mezcla de admiración, horror y complacencia.

Ésa es Teresa, una palabra que invita, seduce y aún resuena fuerte en la asamblea y fuera de ella, a pesar de oposiciones e incomodidades por ser mujer. Como bien apunta don Víctor García de la Concha: “En aquella época de prohibiciones en la que se decía que en el plano religioso a las mujeres les basta con oír sermones y oír alguna lectura mientras hilan, Teresa de Jesús alza la voz: ‘Querría dar voces para dar a entender qué engañados están’. Le llueven persecuciones y dicen que quiere enseñar en vez de aprender. Pero ella sigue su camino. Enemiga de todo rigorismo, quiere que el espíritu vuele libre en diálogo con el pensamiento. Por eso se hizo escritora. Necesitaba contrastar su propia experiencia interior, sus vuelos, y sentía necesidad imperiosa de asociar a todos a su fascinante aventura”.

El poder de esta palabra suya está en la experiencia: Teresa no habla desde silogismos, palabras elevadas o esotéricas. Todo en ella es fuego, pues es lo que habita dentro de su pecho, lo que vive, lo que hace necesario “dar voces”. Teresa no sólo se siente inundada de lo divino, ella se siente habitada por Dios. Ésta es la raíz de toda la doctrina teresiana, la base desde la cual deben leerse sus vivencias místicas, sus decisiones de vida y lo subversivo de su mensaje, en especial ante un sistema patriarcal, de castas, honras y dineros, al que Teresa planta cara diciendo que todas las personas sin excepción somos capaces de Dios, que somos “un paraíso adonde dice Dios que tiene sus deleites” (1M 1,1) y dotadas, por tanto, de toda dignidad.

Otra de las cosas que da fuerza a la palabra teresiana es su humanidad. Fue enemiga de hipocresías, de aparentar virtudes que no se tenían y de imponer rigores y disciplinas que coartaban la libertad, el proceso, o la salud de las personas. Ejemplo de esto está en la recomendación que hace a la priora del Carmelo de Soria sobre la dieta de la subpriora enferma: “Si hubiere menester siempre carne, poco importa que la coma, aunque sea en cuaresma, que no se va contra la regla cuando hay necesidad” (Cta. 428).

Su espiritualidad tan cotidiana, tan de “los pucheros” es la que hizo que las monjas Descalzas Reales de Madrid, durante su visita en 1569, exclamaran: ¡Bendito sea Dios, que nos ha dejado ver una santa a quien todas podemos imitar, que come, duerme y habla como nosotras, anda sin ceremonias!. Más allá de todas las construcciones que a lo largo de la historia han hecho de la fundadora carmelita —que si excesivamente penitente, que si santa de la raza, que si extasiada a perpetuidad—, quienes la leen encuentran en ella una mujer de carne y hueso que descubre lo divino de lo cotidiano, que se sabe acompañada de un amoroso Jesús que le anima y conforta no sólo en la capilla, sino también en los caminos, en las peleas de los mesones donde debía quedarse y hasta en las persecuciones que en su contra orquestaban las buenas conciencias de su época, incluyendo a su amada madre, la Iglesia.

“Quienes la leen encuentran en ella una mujer de carne y hueso que descubre lo divino de lo cotidiano”

Estas líneas no son sólo para ensalzar a una mujer, una escritora, una mística… estas líneas son una invitación a leerla, a escucharla para ir al fondo de su Verdad que es el Cristo humano. Ella nos advierte que de nada sirven los rigorismos, las conversiones, la oración e incluso nuestras experiencias de lo divino si no ponemos a la persona en el centro: “Ande la verdad en vuestros corazones, como ha de andar por la meditación, y veréis claro el amor que somos obligadas a tener a los prójimos” (C,20,4). No basta con que Teresa siga la voz de su Amado: es de Él, su dechado, de quien aprende que la santidad no consiste en ritualismos, ascesis mortal o fenómenos extraordinarios. La santidad es relación, por eso: “Mientras más santas, más conversables” (C. 41,7).

Experiencia, humanidad y relación, así podemos resumir el carisma teresiano, uno que no se agota en sus carmelitas o en los institutos inspirados en su figura, también beben de ella colectivos de personas que, atraídas por su figura, luchan por llevar a cabo el sueño de su Jesús, el del gran banquete del Reino donde ninguna persona queda fuera, pues todas, sin importar su condición, su orientación o su situación de vida, tienen una inmensa dignidad y hermosura por ser moradas de Dios. Ojalá también nosotrxs podamos atender a esta invitación.

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N. B.: Colectivo Teresa de Cepeda y Ahumada es un espacio de reflexión, liderazgo y defensa del lugar teológico de los grupos vulnerados. Desde su fundación, en 2014, se ha dedicado al acompañamiento espiritual de personas LGBTQ+, la promoción de la espiritualidad y reflexión teológica desde perspectivas queer y feministas, que hagan una crítica a los sistemas patriarcales y kiriarcales de dominación. Su objetivo es ser un centro de reflexión teológica y mística incluyente enraizado en una cultura y contexto específicos, que forme personas realmente comprometidas con su misión profética individual y comunitaria.

Con motivo del décimo aniversario de su fundación, celebraron una misa en la casa de las hermanas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa, quienes destacan por su cercanía con las comunidades católicas LGBT+de México. Durante la homilía, Mons. Salvador González Morales, obispo auxiliar de México, refrendó el compromiso de la arquidiócesis por ser un lugar seguro para cualquier miembro de la Iglesia, independientemente de su orientación sexual o su identidad de género.

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Espiritualidad, Espiritualidad Inclusiva, Iglesia Católica, Iglesia Inclusiva , , , ,

“Juntos andemos, Señor”… de la mano de Teresa de Jesús.

Martes, 15 de octubre de 2024
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Hoy, el Carmelo Teresiano, la Iglesia Católica y muchos creyentes del mundo entero, recordaremos a esta genial mística castellana y española, Teresa de Jesús… Yo os recomiendo vivamente leer sus Obras completas, acercarse a alguna de las buenas biografías que hay en el mercado. Caminemos de la mano de esta mística de la Humanidad de Cristo, maestra de oración que en el capítulo ocho de su autobiografía nos recuerda que, “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8, 5).

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“Estando en la Encarnación el segundo año que tenía el priorato, octava de San Martín, estando comulgando, partió la Forma el Padre fray Juan de la Cruz, que me daba el Santísimo Sacramento, para otra hermana. Yo pensé que no era falta de Forma, sino que me quería mortificar, porque yo le había dicho que gustaba mucho cuando eran grandes las Formas (no porque no entendía no importaba para dejar de estar el Señor entero, aunque fuese muy pequeño pedacico). Díjome Su Majestad: «No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de Mí»; dándome a entender que no importaba. Entonces representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo interior, y dióme su mano derecha, y díjome: «Mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy. Hasta ahora no lo habías merecido; de aquí adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra, sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía». Hízome tanta operación esta merced, que no podía caber en mí, y quedé como desatinada, y dije al Señor que o ensanchase mi bajeza o no me hiciese tanta merced; porque, cierto, no me parecía lo podía sufrir el natural. Estuve así todo el día muy embebida. He sentido después gran provecho, y mayor confusión y afligimiento de ver que no sirvo en nada tan grandes mercedes.”

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Rel 35;Cfr 7M 2, 1).

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“Lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino intelectual, aunque más delicada que las dichas , como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax vobis»“. Continúa diciendo sobre esta unión de Dios y el alma: “Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual“. *

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 Moradas. 7, capítulo 2, núm 2,3

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Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.”

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(Libro de la Vida, capítulo 9,1)

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“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejara yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo.

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(Libro de la Vida, capítulo 6,9)

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“Juntos andemos Señor.

Por donde vayas tengo que ir,

por donde pases tengo que pasar.”

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(Camino de Perfección 21, 26)

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Entre los pucheros anda el Señor…

 

“No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior.”

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Fundaciones 5, 8

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Teresa de Jesús, hoy.

Martes, 15 de octubre de 2024
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1572630141_4139682b84Leído en la página web de Redes Cristianas

Si la máxima de Ortega, “yo soy yo y mis circunstancias” fuera cierta, no lo sería menos referida a la espiritualidad del ser humano. En cualquier circunstancia, una espiritualidad que diera la espalda a la realidad histórica estaría renunciando a un componente muy sustancial de su propia identidad, y, por eso mismo, estaría acumulando sobrados motivos para ser tachada de engañabobos. Pero, a su vez, una espiritualidad religiosa, cristiana, que renunciara a la tras”-des”-cendencia”y “calidez” del misterio, sería, cuando menos, imperfecta y difícil de entender. Uniendo ambas dimensiones, el papa Francisco, desde su llegada al obispado de Roma, no cesa de clamar contra la“cultura de la indiferencia” y de proponer como revulsivo “la revolución de la ternura”.

La espiritualidad en las religiones siempre ha estado tentada por el escapismo o la huida de la realidad, y por refugiarse en mundos imaginarios y fantásticos frecuentemente aberrantes. La historia, como se irá evidenciando en estas páginas, está cuajada de ejemplos en este sentido. Pero simultáneamente se ha venido desarrollando otro tipo de espiritualidad, generalmente incomprendida por las instituciones, que, desde tiempos inmemoriales, se ha ido haciendo cargo de las irritaciones y desafíos de la realidad. Las tradiciones bíblicas —desde los primeros capítulos del libro del Éxodo, pasando por los Salmos, Job y los profetas hasta Jesús de Nazaret— no han cesado de preguntarse, desde el lado oscuro de la historia, “¿dónde está tu Dios?”. Porque el Dios bíblico, descubierto como amor, es también Dios de justicia; siendo la justicia la mejor imagen que representa al Dios que es amor.

Desde el último cuarto del pasado siglo, el teólogo J. B. Metz ha venido calificando este tipo de espiritualidad, profundamente bíblico, como “Mística de ojos abiertos” (cfr. Por una Mística de los ojos abiertos. Cuando irrumpe la espiritualidad). Una espiritualidad samaritana que, en la terminología del mártir Ignacio Ellacuría, se hace cargo de, carga con, y se encarga de la realidad doliente. A juicio de este eminente teólogo de Münster, cofundador de la revista Concilium, se trata de una espiritualidad que, mirando de reojo al juicio evangélico de las naciones (Mt 25), asume como imperativo ético y político la centralidad y autoridad de las víctimas.

Pues la búsqueda incesante del ser humano por un más allá —que la teodicea reasume en la pregunta por Dios— solo se justifica plenamente desde el sufrimiento y la justicia debida a las personas que sufren y a las empobrecidas. Se trata entonces de una espiritualidad que sitúa en la encrucijada de la historia humana el conflicto entre la injusticia reinante (que proyecta el ser humano a una tarea mesiánica, liberadora) y la plenitud de la justicia que se espera del futuro.

Dedicamos estas páginas a Teresa de Ávila en el quinto centenario de su nacimiento. Es nuestro pequeño homenaje a esta mujer tan entrañablemente nuestra. Fue la suya una espiritualidad de “ojos abiertos”. Nos sigue cautivando aquel gracejo del que es ejemplo su disgusto ante el único retrato en su vida, que le hizo fray Juan de la Miseria: “Me habéis hecho fea y legañosa, fray Miseria, ¡Que Dios os lo perdone!”.

Nos sigue sorprendiendo la profundidad que una mujer “sin letras” —como ella misma se dice en el Libro de su Vida— llegó a cultivar su propio “huerto” y alcanzar una tal experiencia del ser humano y de la divinidad. Nos sobrecoge, sobre todo, su gran habilidad para moverse al filo de la censura doctrinaria de la institución y sortear las siempre amenazantes llamas de la Inquisición. La riqueza personal, de la que Teresa es plenamente consciente, la empuja a moverse con serenidad y sabiduría entre aquellas aguas turbulentas de la religión de su tiempo. El extraordinario temple de esta mujer singular se refleja plenamente en la confesión que le hizo a un fraile carmelita cuando ya rondaba los cincuenta años: “Sabed, padre, que en mi juventud me dirigían tres clases de cumplidos; decían que era inteligente, que era una santa y que era hermosa; en cuanto a hermosa, a la vista está; en cuanto a discreta, nunca me tuve por boba, en cuanto a santa, solo Dios sabe”.

Editorial del nº 127 de EXODO, espiritualidad: Teresa de Jesús, hoy

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Santa Teresa de Jesús: inquieta, andariega, desobediente … muy distinto sería el sínodo con ella, por Consuelo Vélez

Martes, 15 de octubre de 2024
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santa-teresa-avilaDe su blog Fe y Vida:

Una mirada a la carmelita abulense desde el siglo XXI

“Le importaba lo que pasaba y sentía la necesidad de implicarse en ello para dar alguna respuesta”

El 15 de octubre se celebra la fiesta de Santa Teresa de Jesús. Su vida y su obra mantienen actualidad porque ella fue una mujer que supo vivir en “su tiempo” y “adelantada a este”. Vivió en su tiempo y afrontó las circunstancias que su momento le deparaban, con naturalidad, confianza, intrepidez. Pero también vivió adelantada a su tiempo porque rompió moldes y estereotipos de su época, ganándose así enemigos y contradictores. Muchas cosas podríamos decir de ella para mostrar la actualidad de su legado. Recordemos algunas para celebrarla en su fiesta.

Fue una mujer a la que le importaba lo que pasaba y sentía la necesidad de implicarse en ello para dar alguna respuesta. Así lo expresa: “Está ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que, por ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia”. O, como también lo expresó: “Veo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres”. Por supuesto esta expresión refleja la comprensión sobre las mujeres de aquella época -y de aún hoy en ciertos sectores-. Pero para ella, aquellas que tildan de “débiles”, en realidad tienen “ánimos virtuosos y fuertes”.

Su mayor legado fue la experiencia de oración que supo vivir y enseñar, especialmente, a sus monjas. En tiempos donde no estaba permitida la oración mental para las mujeres, ella no duda en instar a sus hermanas que emprendan el camino de oración y que ante las críticas que puedan recibir de parte de los clérigos por tener la osadía de seguir ese camino, no les hagan caso porque, según ella, esas críticas –“son opiniones del vulgo”-; y también les recomienda que cuando les digan que dejen la oración, apelen a la regla que “manda a orar sin cesar”.

Dos cosas son centrales para ella en la oración: (1) la importancia del amor y (2) la humanidad de Cristo. Lo primero es muy significativo porque no es la oración por la oración, no la propone como una técnica, un ascetismo -como a veces se enseña hoy- porque lo que interesa es el amor: “no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho, y así lo que más os despertare a amar, eso haced”. Lo segundo es definitivo: la humanidad de Cristo es el medio para la más subida contemplación, aunque sus contemporáneos lo negaban: “Y veo yo claro (…) para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita (…) He visto claro que por esta puerta hemos de entrar (…) Así que vuestra merced, señor (el P. García de Toledo) no quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de la contemplación, por aquí va seguro (…) y en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y lo vemos con flaquezas y trabajos y es compañía”. Busca orientaciones sobre su propio proceso de oración, pero lo hace con personas “letradas” -porque sabe lo fácil que es caer en cualquier tipo de explicaciones falsas- pero, al mismo tiempo, para ella la oración es fuente de sabiduría porque “la verdad de Dios se nos entrega en la oración, en el trato amistoso con Él”. Por eso puede contradecir a quienes le dicen que no tiene razón.

Algo sorprendente son las fundaciones que hace. No hay dificultad humana que se lo impida porque su confianza es absoluta en Dios y sabe que, si ella pone todo de su parte, Dios no dejará la obra inconclusa. Sabemos que no solo funda conventos de mujeres sino también de varones. Y parece que no le tema a nada. Es capaz de enfrentarlo todo y no cesa de buscar soluciones a las dificultades que se le presentan. Actúa con astucia para conseguir lo que persigue y sabe ocultar sus intenciones para no ser reprobada por los superiores hasta que se realiza la obra: “Y así me determiné de hablar al gobernador, y me fui a una iglesia que está junto con su casa y le envié a suplicar que tuviese por bien de hablarme. Había ya más de dos meses que se andaba en procurarlo y cada día era peor. Como me vi con él, le dije que era recia cosa que hubiese mujeres que querían vivir en tanto rigor y perfección y encerramiento, y que los que no pasaban nada de esto, sino que se estaban en regalos, quisiesen estorbar obras de tanto servicio de nuestro Señor. Estas y otras hartas cosas le dije con una determinación grande que me daba el Señor; de manera le movió el corazón, que antes de que me quitase de con él, me dio la licencia.”

Gracias a sus escritos podemos hoy seguir profundizando en su legado. Una y otra vez se estudian, se meditan, se oran, se reflexionan sus obras y siempre se saca mucho provecho de ellas. En sus escritos también muestra su osadía y su estar adelantada a su tiempo. Más de una obra fue cuestionada y retirada, pero la fuerza de su experiencia permitió que se recuperaran y podamos seguir aprendiendo hoy de su inmensa hondura espiritual.

Pero lo que más me encanta de Teresa es lo que un nuncio del Papa, afirmó de ella: “…femina inquieta, andariega, desobediente y contumaz, que a título de devoción inventaba malas doctrinas, andando fuera de la clausura, contra el orden del Concilio Tridentino y Prelados: enseñando como maestra, contra lo que San Pablo enseñó, mandando que las mujeres no enseñasen”. Precisamente esas palabras muestran todo lo que ella fue en su tiempo, saliéndose de los moldes establecidos porque en realidad amaba a la Iglesia y no se resignaba a que en ella no se viviera la radicalidad del evangelio.

Personas como Teresa son las que necesitamos en este tiempo en que se está realizando el sínodo de la sinodalidad como una concreción de la “reforma” de la Iglesia que Francisco propuso al inicio de su pontificado. Lamentablemente el coraje y audacia de Teresa no parecen presentes en los padres y madres sinodales que, atrapados en la estructura pesada y casi inmóvil de la Iglesia, van desarrollando lo estipulado en el proceso, pero dejando de lado muchos de los aspectos que salieron en la etapa de escucha. Se invocan muchas razones: no es el momento, no está suficientemente maduro, hay que tener paciencia, mejor lograr poco que no lograr nada, etc. Ojalá Teresa inspirara otra manera de actuar en la Iglesia: la del profetismo y la valentía para empujar caminos que rompen moldes y estrenan horizontes distintos e inéditos, aquellos que en verdad vienen del Espíritu, aquél de quien afirmamos que “hace nuevas todas las cosas (Ap 21,5)

(Foto tomada: https://alfayomega.es/la-santa-andariega-que-fascino-al-papa-caminante/)

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La cara feminista de Santa Teresa

Martes, 15 de octubre de 2024
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poster-mediano-11-731x1024Recuperamos este texto que ya publicamos al comienzo del V Centenario de su nacimiento y de mucha actualidad ahora que partidos negacionistas como la entente PP/VOX están retrocediendo, allí donde gobiernan juntos, en derechos de las mujeres y la defensa contra la Violencia de Género

El V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús muestra la imagen más revolucionaria de la fundadora de las carmelitas descalzas.

“El mundo nos tiene acorraladas”, escribió Santa Teresa de Jesús refiriéndose a las mujeres

Ana Flotats

Santa Teresa de Jesús fue probablemente la primera mujer feminista de la Iglesia Católica. En pleno siglo XVI, la fundadora de las carmelitas descalzas se despachó en diversos libros contra la desigualdad que observaba en las decisiones de la jerarquía eclesiástica. “El mundo nos tiene acorraladas”, “aunque las mujeres no somos buenas para consejo, alguna vez acertamos” o “no son tiempos de desechar ánimos fuertes, aunque sean de mujeres” son algunas de las afirmaciones que esta religiosa, doctora de la Iglesia Católica, dejó escritas en un momento en que las mujeres eran prácticamente invisibles, tanto en esta religión como en la sociedad civil.

Santa Teresa fue una mujer libre, independiente y con una fuerte determinación para emprender grandes reformas. Pero esa no es la imagen que se tiene de ella. Ni siquiera la serie que protagonizó Concha Velasco en los ochenta mostró, según los expertos, la verdadera cara de Teresa de Ávila. El V Centenario del nacimiento de Santa Teresa Jesús, que se conmemora a partir del año que viene, busca precisamente actualizar su figura. “Teresa apostó por la mujer en su condición de dignidad, para ser oída y no sólo oyente“, explica a Público Máximo Herraiz, ex vicario general, doctor en Teología y uno de los mayores expertos en el estudio de Teresa como mujer y escritora.

De hecho, precisamente para que su voz fuera escuchada, en el libro Camino de perfección la religiosa critica a los inquisidores por prohibir libros y, a su vez, a los sacerdotes que lo toleran, a quienes llama “falsos profetas” y “medios letrados”. En este texto dedicado a 12 mujeres que inician la fundación del nuevo Carmelo —llevado a cabo por Teresa—, la religiosa escribe: “No son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo” (…)”. Y exhorta a sus hermanas: “No hagan caso de la opinión del vulgo [el gremio sacerdotal].

Santa Teresa no quiere que ningún hombre ejerza de superior en los conventos. “Desea que las monjas sean independientes, autónomas, y de hecho, acaban eligiendo a sus superioras cada tres años, lo que supone una auténtica revolución“, insiste Herraiz. Después de la primera asamblea electiva y legislativa de los carmelitas, en marzo de 1581, Teresa insta a sus comunidades de carmelitas a que envíen su opinión sobre las constituciones que quieren y ella escribe: En nuestras cosas no hay que dar parte a los frailes”.

Santa Teresa quiere que sus monjas intervengan activamente en la elaboración de sus leyes. La clausura, explica Herraiz, “no es para que no puedan salir, sino para que nadie entre a gobernarlas”. “Esto es lo que temen mis monjas: que han de venir prelados pesados que las abrumen mucho”, escribe. La religiosa acusa a los sacerdotes de “malos cristianos” y “negros devotos” que “destruyen los conventos femeninos” por prohibir libros a las mujeres.

De hecho, sus obras fueron ampliamente censuradas y en 1559, cuando se publica el Índice de libros prohibidos del inquisidor Fernando de Valdés, los inquisidores —siguiendo sus instrucciones— desvalijan la pequeña biblioteca que Santa Teresa tenía en el monasterio de la Encarnación. La Inquisición mandó requisar su obra El libro de la Vida, pero Santa Teresa se quedó con una copia del manuscrito. “No se paró ni ante la Inquisición”, remarca Herraiz, “y se enfrentó también al arzobispo de Toledo y al de Burgos“.

Como dice el director del Centro Internacional de Estudios Teresianos de Ávila y vicepresidente de la Fundación V Centenario, Javier Sancho, “la fe cristiana ayudó a Santa Teresa a ser más mujer”. La religiosa, que creó 17 convenios en España y dos colegios para la formación de las niñas, defendió siempre su dignidad como mujer. Herraiz recuerda una anécdota: “Un día que Teresa fue a visitar las obras del primer monasterio, en Ávila, un albañil dijo a un compañero al ver pasar a Teresa: “¡Qué lástima, una mujer tan guapa y que sea monja!“. Teresa lo oyó, volvió sobre sus pasos y le dijo al piropeador: “A ti te da igual porque nunca me hubiera casado contigo”.

Parte de los pensamientos de Teresa de Jesús, además, pueden leerse ahora en el libro Estudios Teresianos. Autógrafos de Santa Teresa de Jesús en Europa y América, que supone una fotografía global de la existencia de las 500 cartas recuperadas en España, Italia, Portugal y América Latina. Sus autores, Tomás Álvarez y Rafael Pascual, han tardado cinco años en publicar esta obra, dadas las dificultades por encontrar a los depositarios de las cartas.

Fuente Público

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“¿De dónde vino esa fuerza y autoridad interna que llevó a las mujeres de la Iglesia primitiva a ignorar los intentos de silenciarlas?”, por Christine Schenk CSJ

Sábado, 23 de marzo de 2024
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Sarcófago con retrato femenino. Siglo IV

El valor de anunciar a Cristo

La vida religiosa tal como la conocemos hoy -tanto la contemplativa como la activa- ha evolucionado a lo largo de dos milenios

En este último de cuatro artículos, Christine Schenk analiza qué pudo haber llevado a las mujeres del cristianismo primitivo a ser contribuyentes activas de la edificación de la Iglesia

(Vatican News).- Como se relata en los tres artículos anteriores de esta serie, la evidencia que nos llega de la iconografía y las inscripciones en las tumbas sobre las mujeres del cristianismo primitivo, junto con los escritos contemporáneos sobre las “madres de la Iglesia”, todo esto demuestra que las mujeres han ejercido formas de gobierno en el servicio como viudas inscritas (en el catálogo de viudas), diaconisas, guías de iglesias domésticas y monasterios, evangelistas, maestras, misioneras y profetisas.

En muchos casos, las mujeres han gobernado a otras mujeres aunque hay excepciones relevantes como la de la diaconisa Marthana de Seleucia (Turquía), que gobernó un monasterio doble en el sitio del martirio de Santa Tecla. Estas mujeres del cristianismo primitivo testificaron y predicaron libremente a pesar de la fuerte oposición de los hombres del cristianismo primitivo.

Cómo las mujeres han superado a la oposición

IMG_6327Uno podría preguntarse con razón de dónde vino esa fuerza y autoridad interna que llevó a las mujeres de la Iglesia primitiva a ignorar los intentos de silenciarlas. Creo que lo que impulsó a las mujeres a hablar en lugar de permanecer en silencio fue su fe en el Cristo resucitado.

El sarcófago que vamos a examinar proporciona una pista de cómo al menos una mujer cristiana (a la que llamaremos Junia, ya que se desconoce su verdadero nombre) entendió cuál era la fuente de su autoridad interior.

En el centro de la figura 1, Junia tiene en la mano izquierda un código mientras la derecha se levanta en gestos de orador. A sus dos lados, escenas bíblicas que representan (de izquierda a derecha): Dios Padre con Caín y Abel; Cristo con Adán y Eva; la curación del paralítico; la curación del ciego de nacimiento; el milagro de Caná y la resurrección de Lázaro. Unos años antes de su muerte, Junia, o su familia, había encargado este sarcófago esculpido de forma única, para conmemorarla a ella y a los valores que habían plasmado su identidad.

Cuando Junia muriera, su sarcófago sería llevado a su casa donde ella estaría expuesta durante siete días para que familiares, clientes y amigos pudieran rendirle homenaje y admirar asombrados su memorial esculpido con tanta pericia: entrarían en un espacio liminal para meditar sobre su vida, sus valores, sus convicciones e, inevitablemente, sobre el significado de la vida y la muerte.

“Junia deseaba que sus seres queridos entraran en un espacio liminal para experimentar el poder de Cristo para revertir los efectos de la caída, con la curación del ciego y el lisiado, proporcionando vino en abundancia en el nuevo Reino de Dios y despertando a Lázaro (y Junia) de entre los muertos”

IMG_6328En un artículo publicado en 2004, la Dra. Janet Tulloch, especialista en artes figurativas del cristianismo primitivo, señaló que el arte antiguo podía considerarse como un discurso social destinado a atraer al observador como si fuera un participante” y que el arte se entendía “para interpretar significados, no simplemente para incorporarlos”. Según el criterio de la Dra. Tulloch, por lo tanto, es razonable pensar que Junia deseaba que sus seres queridos entraran en un espacio liminal para experimentar el poder de Cristo para revertir los efectos de la caída, con la curación del ciego y el lisiado, proporcionando vino en abundancia en el nuevo Reino de Dios y despertando a Lázaro (y Junia) de entre los muertos.

¿Dónde había encontrado, Junia, la autoridad para dar testimonio y enseñar a Cristo? Una sugerencia puede darnos la expresión de su rostro, esculpido cerca del de Cristo que se inclina hacia ella, con la boca abierta, como si estuviera murmurando algo en su oído (fig. 2). Junia y su familia querían que fuera recordada como una persona que había enseñado con la autoridad de Cristo. Las personas que la lamentan no solo se comunican con la difunta Junia, sino también con el Cristo que sana y levanta a través del significado evocado y “realizado” por el arte en su sarcófago. Junia exhorta a los vivos a abrazar a Cristo que ha autorizado su ministerio y del que ella da testimonio incluso más allá de la muerte.

Los siguientes  mujeres pioneras   

IMG_6329Estas mujeres del IV son precursoras de las religiosas monásticas y apostólicas de las épocas posteriores, que confiaban en el poder de Cristo para traer curación y justicia, a pesar de la fuerte oposición a la que se enfrentaban. Por ejemplo, el nacimiento y el desarrollo de la educación pública y de los hospitales -en Occidente y en el Sur del mundo- puede atribuirse a órdenes de religiosas que se negaron a ser encerradas en un convento para ser libres de asistir a los enfermos, a los pobres y a los analfabetos.

Clara de Asís escribió la primera regla monástica para mujeres: nunca más su comunidad habría confiado en las dotes de los ricos. Y eso significaría que todas sus hermanas serían iguales. El obispo le opuso una tenaz resistencia y solo cedió cuando Chiara se encontró en su lecho de muerte. A pesar del miedo a la Inquisición, Teresa de Ávila indicó nuevos caminos para experimentar la presencia de Dios en el centro de nuestra existencia y en las instituciones y sacramentos de la Iglesia. Durante la epidemia de la Estrella de la Muerte, Juliana de Norwich proclamaba un Dios misericordioso que no condenaba a la condenación eterna a los que morían antes de haber recibido la absolución, como en cambio la Iglesia enseñaba en aquel tiempo. “Todo irá bien, todas las cosas irán bien“, les decía a sus conciudadanos desesperados. En general, los Doctores de la Iglesia-mujer, como Teresa de Ávila, Hildegard von Bingen, Teresa de Lisieux y Catalina de Siena, daban testimonio de un Dios de la misericordia más que del juicio.

El nacimiento y el desarrollo de la educación pública y de los hospitales -en Occidente y en el Sur del mundo- puede atribuirse a órdenes de religiosas que se negaron a ser encerradas en un convento para ser libres de asistir a los enfermos, a los pobres y a los analfabetos”

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“En general, los Doctores de la Iglesia-mujer, como Teresa de Ávila, Hildegard von Bingen, Teresa de Lisieux y Catalina de Siena, daban testimonio de un Dios de la misericordia más que del juicio”

Los relieves esculpidos en la tumba de nuestra antepasada “Junia” nos permiten intuir que su experiencia de comunión con Cristo resucitado fue fundamentalpara su predicación y enseñanza, a pesar de las advertencias de permanecer en silencio. En la larga historia del cristianismo -y quizás en particular en la historia de las órdenes religiosas femeninas- la cercanía de Cristo ha ayudado a los creyentes a superar obstáculos aparentemente imposibles, alentándolos a afrontar riesgos para nuestro Abba, Dios-Padre, cuyo amor -al final- reinará tanto en la tierra como en el cielo.

Fuente Religión Digital

 

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San José

Martes, 19 de marzo de 2024
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Teresa de Jesús nos dice de José:

“Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido

(Vida 6,6)

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En vez del hombre de poder,

prefiero al hombre de presencia y de ternura,

el compañero que da el gusto de vivir.

*

(Fuente)

***

“Explícanos, José,

cómo se es grande sin exhibirse,

cómo se lucha sin aplauso,

cómo se avanza sin publicidad,

cómo se persevera y se muere uno

sin esperanza de un póstumo homenaje,

cómo se alcanza la gloria desde el silencio,

cómo se es fiel sin enfadarse con el cielo.

Dínoslo en este tu día, buen padre José.”

*

Oración popular

***

Lecturas del día de la Fiesta de San José

***

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Escuchen qué cosa y cosa
tan maravillosa, aquesta:
un padre que no ha engendrado
un Hijo, a quien otro engendra.

Un hombre que da alimentos
al mismo que lo alimenta;
cría al que lo crió, y a mismo
sustenta que lo sustenta.

Manda a su propio Señor
y su Hijo Dios respeta;
tiene por ama a una esclava,
y por esposa a una reina.

Celos tuvo y confianza,
seguridad y sospechas,
riesgos y seguridades
necesidad y riquezas.

Tuvo, en fin, todas las cosas
que pueden pensarse buenas;
y es fin, de María esposo
y, de Dios, padre en la tierra. Amén.

*

Sor Juana Inés de la Cruz

***

José, descendiente de David, era, probablemente, de Belén. Por motivos familiares o de trabajo, se trasladó más tarde a Nazaret, y allí se convirtió en esposo de María. El ángel de Dios le comunicó el misterio de la encarnación del Mesías en el seno de María, y José, hombre justo, aceptó, aunque no sin haber padecido una dura crisis interior.

Se fue después a Belén, para el nacimiento del niño, y tuvo que huir a Egipto, de donde volvió para ir de nuevo a Nazaret.

Cuando Jesús tiene doce años, vemos a José y a María en Jerusalén, donde encontraron a su hijo entre los doctores del templo. A continuación, el evangelio calla. Es posible que muriera antes del comienzo de la vida pública de Jesús.

***

Al sur de Nazaret se encuentra una caverna llamada Cafisa. Es un lugar escarpado; para llegar a él, casi hay que trepar. Una mañana, antes de la salida del sol, fui allí. No me di cuenta del paisaje, muy bello, ni de las fieras, ni del canto de mil pájaros…

Estaba yo fuertemente abatido; sin embargo, experimentaba en el fondo del corazón que habría de saber algo de parte del Señor.

Entré en la gruta; había un gran vano formado por rocas negras con diferentes ángulos y corredores. Había muchas palomas y murciélagos, pero no hice ningún caso. Solo en aquel recinto severo no exento de majestad, me senté sobre una esterilla que llevaba conmigo. Puse, como Elías, mi cara entre las rodillas y oré intensamente. Tal vez por la fatiga o la tristeza, en cierto momento me adormecí. No sé cuánto tiempo estuve en oración y cuánto tiempo adormecido. Pero allí, en aquella gruta que nunca podré olvidar, durante aquellos momentos de silencio, me pareció ver un ángel del Señor, maravilloso, envuelto en luz y sonriente.

«José, hijo de David -me dijo-, no tengas miedo de acoger a María, tu esposa, y quedarte con ella. Lo que ha sucedido en ella es realmente obra del Espíritu Santo: tú lo sabes. Y debes imponer al niño el nombre de Jesús. Tu tarea, José, es ser el padre legal ante los hombres, el padre davídico que da testimonio de su estirpe… Y has de saber, José, que también tú has encontrado gracia a los ojos del Señor… Dios está contigo». El ángel desapareció. La gruta siguió como siempre, pero todo me parecía diferente, más luminoso, más bello.

«Gracias, Dios mío. Gracias infinitas por esta liberación. Gracias por tu bondad con tu siervo. Has vuelto a darme la paz, la alegría, la vida. Así pues, Jesús, María y yo estaremos siempre unidos, fundidos en un solo y gran amor…, en un solo corazón».

La tempestad había desaparecido, había vuelto el sol, la paz, la esperanza… Todo había cambiado.

*

J. M. Vernet,
Tú, José,
Ediciones STJ,
Barcelona 2001.

***

Desde este blog no somos de hacer publicidad pero hoy haremos una excepción por su mensaje:

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PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Viene bien la lectura de este artículo de Leonardo Boff: “San José tiene todas las características para ser la personificación del Padre en la Trinidad”

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La mística llega al cine de la mano de Teresa de Jesús

Lunes, 11 de diciembre de 2023
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IMG_1556Del blog de Peio Sánchez, Cine espiritual para todos:

Paola Ortíz , interpretación y símbolo

La lengua está en pedazos y es solo el amor el que habla

Teresa” es una propuesta arriesgada y a contratiempo sobre la santa de Jesús y del Carmelo, inspirada en su autobiografía, “El libro de la Vida”. Basada en un sugerente texto de Juan Mayorga titulado “La lengua en pedazos” que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Dramática 2013. La directora Paula Ortiz asume la misión de trasladar al lenguaje audiovisual el texto teatral redoblando el juego de los espacios, asomándose a las visiones y elaborando una semiótica de la experiencia mística. Sale airosa del lance ofreciendo una propuesta contenida, profunda y, en ocasiones, emocionante, en el sentido de afectación del corazón.

Donde Carlos Saura fracasó en “La noche oscura” (1988) con un San Juan de la Cruz más histriónico que místico, en el mismo terreno accidentadamente sobrenatural, Paula Ortíz deja entrever aquello que es imposible.  Ya que “ni puede la palabra recoger tanto amor”, dixit Teresa, ni la imagen tampoco alcanza. Aquí ayuda la humildad, el maestro Saura perpetró un texto que no comprendía a Juan de Yepes, Ortíz se apoya en uno de nuestros mejores dramaturgos, que ocupa el sillón “M” de la que dice Reverte es de “Hombres buenos”.

Recogiendo inspiración donde conviene, desde el Malick de “El árbol de la vida” hasta el “Vania en la calle 42” de Malle y la sombra de la serie “Teresa de Jesús” dirigida Josefina Molina y que también humildemente se apoyó en Víctor García de la Concha, que casualmente además dirigió la academia de los “Hombres buenos”.

IMG_1558Blanca Portillo ya nos había enseñado su don en “María, conversa” (2016) y nos sobrecogió en “Maixabel” (2021). Lo que asombra es una composición unitaria del personaje que vive “amor contra Amor” a través de múltiples registros de la profética y humilde, la rebelde y sagaz, la contenida y traspasada, la de las cebollas y la de su Señor. No le va a la zaga Asier Etxeandia que ya apuntaba maneras en “Dolor y gloria” aunque los premios de los llevara Banderas. Aquí interpreta al Inquisidor que va y viene de juez a alter ego demoníaco de Teresa, de creyente a medias a espejo “a veces roto” del mismo espectador. Y por fin, en ambos, voces de verdad en el cine español sin contar con los dobladores, a viva voz

La directora de “La novia” es ya experta en adaptaciones, de Lorca a Teresa pasando por Mayorga. Sabe poner ambientes que reflejen las palabras: la cocina del convento para la historia íntima, el claustro abierto para los duelos verbales, el infierno de vacíos y soledades para las tentaciones, la iglesia envelada para las confesiones. Elabora los símbolos: el agua, la llama de los candiles, la hoguera, las coronas de espinas, la mano del Señor, el hábito y el deshábito, las huellas ensangrentadas, la tierra en las manos y el cielo estrellado. Aunque quizás hubiera sido de más hondura preocuparse menos de poner símbolos a las palabras y procurar dejar progresar lentamente su significado al hilo de la narración. Algo que consigue mejor la banda sonora, me ha encandilado la composición de Juanma de la Torre interpretada por Rocío Márquez y las piezas tanto litúrgicas como barrocas.

IMG_1559Las paradojas de Teresa permiten acercarnos a la belleza de las formas y la radicalidad de lo humano. “Soy enemiga de dar pesadumbre en lo que se puede evitar, pero no temo tener enemigos”. “Aquí todas sabemos los cuidados que trae tener propio y la riqueza que está en la pobreza”. “Nuestras vidas solo deseamos que el Señor nos ofrezca en qué perderlas. Todo se gana en perderlo todo por él”. “A veces se llama desorden a lo que es espíritu”. Y aquí se desvela la fe de Teresa en su profunda verdad. “Es una gran pena, pero tan dulce que no hay deleite que más gusto dé. Dios aprieta al alma con abrazo que nunca querría ella salir de él

Y como colofón algunos trazos de la mujer que luchó a destiempo contracorriente. “A poco que hagamos las mujeres, se juzga exceso lo que hagamos. No hay acierto de mujer que no se ponga bajo sospecha. “Disparate de mujeres”, dicen enseguida. Nos tiene el mundo acorraladas, mariposas cargadas de cadenas. Pero el Señor hace a una niña sin letras más sabia que al obispo más letrado. Aunque no nos den libertad para dar voces, aunque sea en voz baja, no dejaremos de decir nuestras verdades”. Palabras escritas entre 1563 y 1565, como decíamos ayer…

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Fuente Religión Digital

 

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“Hermana nuestra”, por Gema Juan OCD

Viernes, 8 de diciembre de 2023
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Maria-modelo-discipulado-varones-mujeres_2448065170_16037495_660x371De su blog Juntos Andemos:

En la Galilea del siglo I, pobre y explotada, agitada políticamente y desestimada en lo religioso, sucedieron cosas admirables. Allí, una mujer, María de Nazaret, se convirtió en testigo de algo inmenso: testigo de la entrañable misericordia de Dios. De lo que es y hace ese Dios. De sus costumbres y maneras, de su tendencia a adelantarse y a tomar la iniciativa para bendecir y hacer bien.

María era una mujer de pueblo, y nada más. Su mínima densidad social muestra lo que Dios ve, en qué se fija; y su vida corriente revela cómo ese Dios se abre paso en la historia concreta de los hombres y mujeres, de cualquier época.

Teresa de Lisieux, que sabía poca cosa de crítica textual o de cuestiones historiográficas, intuía algo de todo esto, cuando se sentía atraída por María, al imaginarla mezclándose con las demás mujeres y andando por la vía común. Creía que la «llena de gracia» había vivido pobremente, sin «éxtasis, ni raptos, ni sonoros milagros», y le cantaba: «Tú me haces comprender que no es cosa imposible caminar tras tus huellas».

Cada año, vuelve la «fiesta de la gracia de María», la fiesta que celebra que estuvo envuelta, anticipadamente, en el amor y la fidelidad de Dios. Y celebramos lo que esa gracia especial descubre: que eso es lo que quiere hacer Dios, el camino que quiere recorrer con todos los seres humanos: envolver la vida de todos en ese amor absoluto.

Pero María era, también, una mujer libre y con capacidad de decisión. No se vio forzada por Dios, ni por su gracia anticipada. Y, cuando el Espíritu llamó a su vida, no dio un paso adelante porque no le quedara otro remedio. Dijo: «que se cumpla en mí tu Palabra», y lo hizo desde su fe y su libertad. Así es como pudo el Espíritu crear en ella una vida nueva.

Cuando el Espíritu de Dios encuentra abierta la puerta de la libertad humana y de la confianza, crea, realiza algo nuevo, algo que será un fruto para los demás. Ese es el modo de actuar del Espíritu de Dios, que en María se hace especialmente transparente.

Celebrar la Inmaculada es recordar que hay una buena noticia para todos los seres humanos y es mantener la esperanza en esta tierra. Es revivir la acción poderosa de Dios, poderosa en el amor y fuerte en la fidelidad. Pero conlleva un riesgo: el de perder de vista lo que la Iglesia, con paciencia y profundidad, ha logrado recuperar de María de Nazaret. Todo aquello que llevó a Pablo VI a llamar a la Madre de Jesús, «verdadera hermana nuestra».

Devolver a María su humanidad, en nada disminuye su grandeza. Muestra su hondura –la que puede alcanzar el ser humano– y su inmensa capacidad, su ser imagen de Dios, en definitiva. Y revela la presencia creadora, la fuerza de la Palabra cuando es acogida.

Los escuetos relatos bíblicos dejan el rastro que se puede seguir para acercarse a María. ¿Qué sucedió? Nadie lo sabe exactamente. María aceptó la palabra que Dios le dirigió, dio fe a la presencia del Espíritu y respondió libremente: así se hizo carne Dios.

La magnitud del misterio, no disipa el rigor de la historia ni trastoca mágicamente las circunstancias. Más bien, desvela cómo lo grande se realiza a través de lo pequeño.

La decisión de María cambió la historia de la humanidad, pero tuvo para ella consecuencias graves y la llevó a recorrer un camino difícil. Si conoció la inmensa alegría que nace de vivir con el ancla echada en Dios y de la fe compartida, también vivió la más larga y dolorosa soledad.

Teresa de Jesús recordaba a María al pie de la cruz y decía que estaba allí «no dormida». Hablaba de una mujer despierta en el mundo, consciente del dolor y de las fosas de desesperanza que pueden tragarse a la humanidad, a la vista de la injusticia. Porque lo que María veía era a su hijo, que había sido repudiado sin haber hecho nada malo, hasta el punto de ser torturado y condenado a muerte por los poderes del momento.

El siglo XXI está lleno de Galileas. Lugares desechados, en el tercer mundo y en el primero. Poblados de chabolas, barrios deprimidos, ciudades arrasadas por las guerras, países hundidos bajo dictaduras, de la mano de un hombre o del puño del dinero. Y está, todavía, lleno de mujeres que no pueden levantar la cabeza como lo hizo María: con libertad y dignidad.

Su Cántico es el canto de una mujer verdadera y por eso puede tender la mano a quienes habitan en esos lugares. Su gracia se hace solidaria y se extiende por generaciones, como la misericordia de Dios, que deshace el camino de los poderosos y endereza a los hundidos.

Esta mujer es María Inmaculada, «verdadera hermana nuestra». La mujer de fe, que reclama y sostiene en los creyentes la confianza en Dios, la fe que puede hacer que sigan sucediendo cosas admirables en todas las Galileas.

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“Juntos andemos, Señor”… de la mano de Teresa de Jesús

Sábado, 14 de octubre de 2023
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Esta tarde, con las primeras vísperas de su fiesta, el Carmelo Teresiano, la Iglesia Católica y muchos creyentes del mundo entero, recordaremos a esta genial mística castellana y española, Teresa de Jesús… Yo os recomiendo vivamente leer sus Obras completas, acercarse a alguna de las buenas biografías que hay en el mercado. Caminemos de la mano de esta mística de la Humanidad de Cristo, maestra de oración que en el capítulo ocho de su autobiografía nos recuerda que, “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8, 5).

 

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“Estando en la Encarnación el segundo año que tenía el priorato, octava de San Martín, estando comulgando, partió la Forma el Padre fray Juan de la Cruz, que me daba el Santísimo Sacramento, para otra hermana. Yo pensé que no era falta de Forma, sino que me quería mortificar, porque yo le había dicho que gustaba mucho cuando eran grandes las Formas (no porque no entendía no importaba para dejar de estar el Señor entero, aunque fuese muy pequeño pedacico). Díjome Su Majestad: «No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de Mí»; dándome a entender que no importaba. Entonces representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo interior, y dióme su mano derecha, y díjome: «Mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy. Hasta ahora no lo habías merecido; de aquí adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra, sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía». Hízome tanta operación esta merced, que no podía caber en mí, y quedé como desatinada, y dije al Señor que o ensanchase mi bajeza o no me hiciese tanta merced; porque, cierto, no me parecía lo podía sufrir el natural. Estuve así todo el día muy embebida. He sentido después gran provecho, y mayor confusión y afligimiento de ver que no sirvo en nada tan grandes mercedes.”

*

Rel 35;Cfr 7M 2, 1).

***

“Lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino intelectual, aunque más delicada que las dichas , como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax vobis»“. Continúa diciendo sobre esta unión de Dios y el alma: “Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual“. *

*

 Moradas. 7, capítulo 2, núm 2,3

***

Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.”

*

(Libro de la Vida, capítulo 9,1)

***

“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejara yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo.

*

(Libro de la Vida, capítulo 6,9)

*

“Juntos andemos Señor.

Por donde vayas tengo que ir,

por donde pases tengo que pasar.”

*

(Camino de Perfección 21, 26)

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Entre los pucheros anda el Señor…

 

“No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior.”

*

Fundaciones 5, 8

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Teresa de Jesús, hoy.

Sábado, 14 de octubre de 2023
Comentarios desactivados en Teresa de Jesús, hoy.

1572630141_4139682b84Leído en la página web de Redes Cristianas

Si la máxima de Ortega, “yo soy yo y mis circunstancias”fuera cierta, no lo sería menos referida a la espiritualidad del ser humano. En cualquier circunstancia, una espiritualidad que diera la espalda a la realidad histórica estaría renunciando a un componente muy sustancial de su propia identidad, y, por eso mismo, estaría acumulando sobrados motivos para ser tachada de engañabobos. Pero, a su vez, una espiritualidad religiosa, cristiana, que renunciara a la tras”-des”-cendencia”y “calidez” del misterio, sería, cuando menos, imperfecta y difícil de entender. Uniendo ambas dimensiones, el papa Francisco, desde su llegada al obispado de Roma, no cesa de clamar contra la “cultura de la indiferencia” y de proponer como revulsivo “la revolución de la ternura”.

La espiritualidad en las religiones siempre ha estado tentada por el escapismo o la huida de la realidad, y por refugiarse en mundos imaginarios y fantásticos frecuentemente aberrantes. La historia, como se irá evidenciando en estas páginas, está cuajada de ejemplos en este sentido. Pero simultáneamente se ha venido desarrollando otro tipo de espiritualidad, generalmente incomprendida por las instituciones, que, desde tiempos inmemoriales, se ha ido haciendo cargo de las irritaciones y desafíos de la realidad. Las tradiciones bíblicas —desde los primeros capítulos del libro del Éxodo, pasando por los Salmos, Job y los profetas hasta Jesús de Nazaret— no han cesado de preguntarse, desde el lado oscuro de la historia, “¿dónde está tu Dios?”. Porque el Dios bíblico, descubierto como amor, es también Dios de justicia; siendo la justicia la mejor imagen que representa al Dios que es amor.

Desde el último cuarto del pasado siglo, el teólogo J. B. Metz ha venido calificando este tipo de espiritualidad, profundamente bíblico, como “Mística de ojos abiertos” (cfr. Por una Mística de los ojos abiertos. Cuando irrumpe la espiritualidad). Una espiritualidad samaritana que, en la terminología del mártir Ignacio Ellacuría, se hace cargo de, carga con, y se encarga de la realidad doliente. A juicio de este eminente teólogo de Münster, cofundador de la revista Concilium, se trata de una espiritualidad que, mirando de reojo al juicio evangélico de las naciones (Mt 25), asume como imperativo ético y político la centralidad y autoridad de las víctimas.

Pues la búsqueda incesante del ser humano por un más allá —que la teodicea reasume en la pregunta por Dios— solo se justifica plenamente desde el sufrimiento y la justicia debida a las personas que sufren y a las empobrecidas. Se trata entonces de una espiritualidad que sitúa en la encrucijada de la historia humana el conflicto entre la injusticia reinante (que proyecta el ser humano a una tarea mesiánica, liberadora) y la plenitud de la justicia que se espera del futuro.

Dedicamos estas páginas a Teresa de Ávila en el quinto centenario de su nacimiento. Es nuestro pequeño homenaje a esta mujer tan entrañablemente nuestra. Fue la suya una espiritualidad de “ojos abiertos”. Nos sigue cautivando aquel gracejo del que es ejemplo su disgusto ante el único retrato en su vida, que le hizo fray Juan de la Miseria: “Me habéis hecho fea y legañosa, fray Miseria, ¡Que Dios os lo perdone!”.

Nos sigue sorprendiendo la profundidad que una mujer “sin letras” —como ella misma se dice en el Libro de su Vida— llegó a cultivar su propio “huerto” y alcanzar una tal experiencia del ser humano y de la divinidad. Nos sobrecoge, sobre todo, su gran habilidad para moverse al filo de la censura doctrinaria de la institución y sortear las siempre amenazantes llamas de la Inquisición. La riqueza personal, de la que Teresa es plenamente consciente, la empuja a moverse con serenidad y sabiduría entre aquellas aguas turbulentas de la religión de su tiempo. El extraordinario temple de esta mujer singular se refleja plenamente en la confesión que le hizo a un fraile carmelita cuando ya rondaba los cincuenta años: “Sabed, padre, que en mi juventud me dirigían tres clases de cumplidos; decían que era inteligente, que era una santa y que era hermosa; en cuanto a hermosa, a la vista está; en cuanto a discreta, nunca me tuve por boba, en cuanto a santa, solo Dios sabe”.

Editorial del nº 127 de EXODO, espiritualidad: Teresa de Jesús, hoy

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“Santa Teresa: mujer, andariega, inquieta, doctora de la Iglesia…”, por Consuelo Vélez

Sábado, 14 de octubre de 2023
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santa-teresa-avilaDe su blog Fe y Vida:

Cada 15 de octubre se recuerda en la Iglesia a Santa Teresa de Jesús (1515-1582), monja carmelita, reformadora de su orden, fundadora de 16 conventos, escritora, mística, maestra de oración. En 1970, Pablo VI, la reconoce como la primera mujer, Doctora de la Iglesia. Es muy importante este título porque solo se ha otorgado a 4 mujeres (Santa Catalina de Siena, Santa Teresita del Niño Jesús e Hildegarda de Bingen, frente a más de 30 varones) pero, sobre todo, porque esa proclamación supone reconocer que puede ser maestra de fe para todo el Pueblo de Dios.

Santa Teresa de Jesús supo enseñar sobre la vida de oración con la bella imagen de “Las moradas o Castillo Interior” y también con el huerto regado por el agua de cuatro maneras distintas -que ella reconoce como los cuatro grados de oración-. En los dos casos, la oración no supone un rezo convencional de repetir palabras, sin saber lo que se dice, o de pedir favores convirtiendo a Dios en un dispensador de milagros, sino en un diálogo “con quien sabemos nos ama”, más aún, con el mismo Jesús, tan humano, como el Jesús de la historia, con el que ella puede conversar y experimentar que “Solo Dios Basta”.

 Pero esa doctrina sencilla sobre la oración como diálogo, como encuentro, como conocimiento personal, como donación mutua, algunos pretenden identificarla con prácticas de meditación más al estilo oriental -válidas para quien encuentre en ello dominio de sí y vaciamiento de toda distracción- pero que no tienen que ver con la enseñanza de Teresa. Los cuatro grados de oración no son una escala ascendente que la persona puede alcanzar por medio de prácticas de respiración u otro tipo de ascesis corporal, tampoco las moradas son una línea recta de habitaciones a la que se va subiendo paso a paso. En los dos casos, Teresa avisa que todo es gracia divina y la persona no deja de experimentar su humanidad con las faltas de amor que vive -y esa es la humildad que brota del conocimiento propio que da la oración- y tampoco puede, por sus propios méritos, alcanzar la gracia de regar el jardín sin el más mínimo esfuerzo de su parte, porque el encuentro con Dios es pura gracia, puro don, puro regalo.

Para Teresa la oración no se queda en el acto mismo de orar sino en los frutos que produce en la persona: “la oración no es tanto pensar mucho, sino amar mucho”, de ahí que decía a las religiosas que, aquello que más las llevara a amar, eso es lo que debían hacer. Otra manera de explicarlo era decir que “Dios estaba entre los pucheros”. Es decir, la oración no es solamente el momento explícito en que la persona se dispone a orar, sino que toda la vida ha de ser oración, incluidas las cosas más pequeñas, más básicas, más cotidianas.

Asombra también de Teresa que en tiempos en que el acceso a la Biblia era prácticamente imposible y menos por parte de las mujeres, ella aprovecha los libros de espiritualidad que podía leer para tener contacto con los pasajes de los evangelios que allí encontraba. Ella, sin tener demasiada formación, es capaz de ir a las fuentes de la revelación y nutrirse de ellas. Claro que, ante la dificultad de acercarse mucho más al texto sagrado, también entiende que el mismo Jesús con el que conversa en la oración, es la Palabra Viva a la que puede tener acceso. Y, efectivamente, el cristocentrismo de su experiencia de fe la lleva a decir que Teresa es de Jesús y Jesús de Teresa”, usando sus propias palabras en lugar de las de Pablo en la carta a los Gálatas: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (2, 20).

Finalmente, Teresa muestra que el feminismo no es cosa de algunas mujeres desadaptadas -como algunos lo catalogan en el presente-, sino que es un movimiento que, sin haber tenido ese nombre en épocas anteriores, si denuncia la discriminación que han sufrido las mujeres y la forma como se les niegan sus derechos. Santa Teresa así lo expresaba quejándose ante Jesús del clero de su tiempo: “Confío yo, Señor mío, en estas siervas tuyas que aquí están, que veo y sé no quieren otra cosa ni la pretenden sino contentarte (…). Pues tu no eres, Creador mío, desagradecido para que yo piense que les darás menos de lo que te piden, sino mucho más, porque no aborreciste a las mujeres cuando andabas por el mundo, antes las favoreciste siempre con piedad y hallaste en ellas tanto amor y más fe que en los hombres (…) ¿No basta Señor, que nos tiene el mundo acorraladas (…) que no hagamos cosa que valga nada por ti en público, ni osemos hablar de algunas verdades que lloramos en secreto, para que no vayas a oír petición tan justa? No lo creo yo, Señor, de tu bondad y justicia, que eres justo juez y no como los jueces del mundo, que como hijos de Adán y, en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa (…) porque veo los tiempos de manera, que no hay razón para desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres”. Teresa vive en el contexto donde las cosas de mujeres no se valoran y se desechan, pero ella no puede imaginar, de ninguna manera que Dios se porte igual que los jueces de este mundo, a los que con una fina ironía describe como “hijos de Adán y, en fin, todos varones”. Este párrafo fue borrado del manuscrito original y descubierto hace relativamente poco, porque en su época la censura no podía permitir una acusación tan directa, como hoy tampoco se acepta fácilmente prefiriendo desacreditar cualquier voz que se levanta denunciando este mundo patriarcal en el que todavía vivimos.

Celebrar a Santa Teresa no es solo recordar su memoria sino recibir su legado y llevarlo a la práctica. Efectivamente, en estos tiempos recios, como los que ella vivió, sigue siendo urgente que las mujeres de fe trabajemos por la igualdad fundamental de mujeres y varones en la sociedad y en la iglesia y por vivir una espiritualidad transformadora, por fidelidad al reino de Dios anunciado por Jesús, donde la oración sea fuente de vida y compromiso y, en ningún momento, alienante y desentendida del mundo que vivimos.

(Foto tomada: https://alfayomega.es/la-santa-andariega-que-fascino-al-papa-caminante/)

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La cara feminista de Santa Teresa

Sábado, 14 de octubre de 2023
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poster-mediano-11-731x1024Recuperamos este texto que ya publicamos al comienzo del V Centenario de su nacimiento y de mucha actualidad ahora que partidos negacionistas como la entente PP/VOX están retrocediendo, allí donde gobiernan juntos, en derechos de las mujeres y la defensa contra la Violencia de Género

El V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús muestra la imagen más revolucionaria de la fundadora de las carmelitas descalzas.

“El mundo nos tiene acorraladas”, escribió Santa Teresa de Jesús refiriéndose a las mujeres

Ana Flotats

Santa Teresa de Jesús fue probablemente la primera mujer feminista de la Iglesia Católica. En pleno siglo XVI, la fundadora de las carmelitas descalzas se despachó en diversos libros contra la desigualdad que observaba en las decisiones de la jerarquía eclesiástica. “El mundo nos tiene acorraladas”, “aunque las mujeres no somos buenas para consejo, alguna vez acertamos” o “no son tiempos de desechar ánimos fuertes, aunque sean de mujeres” son algunas de las afirmaciones que esta religiosa, doctora de la Iglesia Católica, dejó escritas en un momento en que las mujeres eran prácticamente invisibles, tanto en esta religión como en la sociedad civil.

Santa Teresa fue una mujer libre, independiente y con una fuerte determinación para emprender grandes reformas. Pero esa no es la imagen que se tiene de ella. Ni siquiera la serie que protagonizó Concha Velasco en los ochenta mostró, según los expertos, la verdadera cara de Teresa de Ávila. El V Centenario del nacimiento de Santa Teresa Jesús, que se conmemora a partir del año que viene, busca precisamente actualizar su figura. “Teresa apostó por la mujer en su condición de dignidad, para ser oída y no sólo oyente“, explica a Público Máximo Herraiz, ex vicario general, doctor en Teología y uno de los mayores expertos en el estudio de Teresa como mujer y escritora.

De hecho, precisamente para que su voz fuera escuchada, en el libro Camino de perfección la religiosa critica a los inquisidores por prohibir libros y, a su vez, a los sacerdotes que lo toleran, a quienes llama “falsos profetas” y “medios letrados”. En este texto dedicado a 12 mujeres que inician la fundación del nuevo Carmelo —llevado a cabo por Teresa—, la religiosa escribe: “No son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo” (…)”. Y exhorta a sus hermanas: “No hagan caso de la opinión del vulgo [el gremio sacerdotal].

Santa Teresa no quiere que ningún hombre ejerza de superior en los conventos. “Desea que las monjas sean independientes, autónomas, y de hecho, acaban eligiendo a sus superioras cada tres años, lo que supone una auténtica revolución“, insiste Herraiz. Después de la primera asamblea electiva y legislativa de los carmelitas, en marzo de 1581, Teresa insta a sus comunidades de carmelitas a que envíen su opinión sobre las constituciones que quieren y ella escribe: En nuestras cosas no hay que dar parte a los frailes”.

Santa Teresa quiere que sus monjas intervengan activamente en la elaboración de sus leyes. La clausura, explica Herraiz, “no es para que no puedan salir, sino para que nadie entre a gobernarlas”. “Esto es lo que temen mis monjas: que han de venir prelados pesados que las abrumen mucho”, escribe. La religiosa acusa a los sacerdotes de “malos cristianos” y “negros devotos” que “destruyen los conventos femeninos” por prohibir libros a las mujeres.

De hecho, sus obras fueron ampliamente censuradas y en 1559, cuando se publica el Índice de libros prohibidos del inquisidor Fernando de Valdés, los inquisidores —siguiendo sus instrucciones— desvalijan la pequeña biblioteca que Santa Teresa tenía en el monasterio de la Encarnación. La Inquisición mandó requisar su obra El libro de la Vida, pero Santa Teresa se quedó con una copia del manuscrito. “No se paró ni ante la Inquisición”, remarca Herraiz, “y se enfrentó también al arzobispo de Toledo y al de Burgos“.

Como dice el director del Centro Internacional de Estudios Teresianos de Ávila y vicepresidente de la Fundación V Centenario, Javier Sancho, “la fe cristiana ayudó a Santa Teresa a ser más mujer”. La religiosa, que creó 17 convenios en España y dos colegios para la formación de las niñas, defendió siempre su dignidad como mujer. Herraiz recuerda una anécdota: “Un día que Teresa fue a visitar las obras del primer monasterio, en Ávila, un albañil dijo a un compañero al ver pasar a Teresa: “¡Qué lástima, una mujer tan guapa y que sea monja!“. Teresa lo oyó, volvió sobre sus pasos y le dijo al piropeador: “A ti te da igual porque nunca me hubiera casado contigo”.

Parte de los pensamientos de Teresa de Jesús, además, pueden leerse ahora en el libro Estudios Teresianos. Autógrafos de Santa Teresa de Jesús en Europa y América, que supone una fotografía global de la existencia de las 500 cartas recuperadas en España, Italia, Portugal y América Latina. Sus autores, Tomás Álvarez y Rafael Pascual, han tardado cinco años en publicar esta obra, dadas las dificultades por encontrar a los depositarios de las cartas.

Fuente Público

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San José.

Domingo, 19 de marzo de 2023
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Teresa de Jesús nos dice de José:

“Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido

(Vida 6,6).

iman-maleki-5-49524393c8San josé

(Iman Maleki)

En vez del hombre de poder,

prefiero al hombre de presencia y de ternura,

el compañero que da el gusto de vivir.

*

(Fuente)

***

“Explícanos, José,

cómo se es grande sin exhibirse,

cómo se lucha sin aplauso,

cómo se avanza sin publicidad,

cómo se persevera y se muere uno

sin esperanza de un póstumo homenaje,

cómo se alcanza la gloria desde el silencio,

cómo se es fiel sin enfadarse con el cielo.

Dínoslo en este tu día, buen padre José.”

*

Oración popular

***

Lecturas del día de la Fiesta de San José

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***

Escuchen qué cosa y cosa
tan maravillosa, aquesta:
un padre que no ha engendrado
un Hijo, a quien otro engendra.

Un hombre que da alimentos
al mismo que lo alimenta;
cría al que lo crió, y a mismo
sustenta que lo sustenta.

Manda a su propio Señor
y su Hijo Dios respeta;
tiene por ama a una esclava,
y por esposa a una reina.

Celos tuvo y confianza,
seguridad y sospechas,
riesgos y seguridades
necesidad y riquezas.

Tuvo, en fin, todas las cosas
que pueden pensarse buenas;
y es fin, de María esposo
y, de Dios, padre en la tierra. Amén.

*

Sor Juana Inés de la Cruz

***

José, descendiente de David, era, probablemente, de Belén. Por motivos familiares o de trabajo, se trasladó más tarde a Nazaret, y allí se convirtió en esposo de María. El ángel de Dios le comunicó el misterio de la encarnación del Mesías en el seno de María, y José, hombre justo, aceptó, aunque no sin haber padecido una dura crisis interior.

Se fue después a Belén, para el nacimiento del niño, y tuvo que huir a Egipto, de donde volvió para ir de nuevo a Nazaret.

Cuando Jesús tiene doce años, vemos a José y a María en Jerusalén, donde encontraron a su hijo entre los doctores del templo. A continuación, el evangelio calla. Es posible que muriera antes del comienzo de la vida pública de Jesús.

***

Al sur de Nazaret se encuentra una caverna llamada Cafisa. Es un lugar escarpado; para llegar a él, casi hay que trepar. Una mañana, antes de la salida del sol, fui allí. No me di cuenta del paisaje, muy bello, ni de las fieras, ni del canto de mil pájaros…

Estaba yo fuertemente abatido; sin embargo, experimentaba en el fondo del corazón que habría de saber algo de parte del Señor.

Entré en la gruta; había un gran vano formado por rocas negras con diferentes ángulos y corredores. Había muchas palomas y murciélagos, pero no hice ningún caso. Solo en aquel recinto severo no exento de majestad, me senté sobre una esterilla que llevaba conmigo. Puse, como Elías, mi cara entre las rodillas y oré intensamente. Tal vez por la fatiga o la tristeza, en cierto momento me adormecí. No sé cuánto tiempo estuve en oración y cuánto tiempo adormecido. Pero allí, en aquella gruta que nunca podré olvidar, durante aquellos momentos de silencio, me pareció ver un ángel del Señor, maravilloso, envuelto en luz y sonriente.

«José, hijo de David -me dijo-, no tengas miedo de acoger a María, tu esposa, y quedarte con ella. Lo que ha sucedido en ella es realmente obra del Espíritu Santo: tú lo sabes. Y debes imponer al niño el nombre de Jesús. Tu tarea, José, es ser el padre legal ante los hombres, el padre davídico que da testimonio de su estirpe… Y has de saber, José, que también tú has encontrado gracia a los ojos del Señor… Dios está contigo». El ángel desapareció. La gruta siguió como siempre, pero todo me parecía diferente, más luminoso, más bello.

«Gracias, Dios mío. Gracias infinitas por esta liberación. Gracias por tu bondad con tu siervo. Has vuelto a darme la paz, la alegría, la vida. Así pues, Jesús, María y yo estaremos siempre unidos, fundidos en un solo y gran amor…, en un solo corazón».

La tempestad había desaparecido, había vuelto el sol, la paz, la esperanza… Todo había cambiado.

*

J. M. Vernet,
Tú, José,
Ediciones STJ,
Barcelona 2001.

***

***

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“Teresa de Jesús: mujer libre e iluminada”, por Pedro Miguel Lamet

Sábado, 5 de noviembre de 2022
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1C710CFE-ACB1-4240-9F93-249EDD8D1F11Leído en su blog:

¿Qué puede fascinar de Teresa a un joven de hoy?

“ ¡No somos tan fáciles de conocer las mujeres!, que (los hombres) muchos años las confiesan, y después ellos mismos se espantan de lo poco que han entendido”.

Lleva adelante su propio camino. Es cierto que se ayuda de confesores, sobre todo de los más ilustrados, dominicos y jesuitas, pero cambia con libertad y frecuencia, según lo necesita. Y no tiene miedo de plasmar sus experiencias en sus escritos, entre sospechas inquisitoriales de iluminismo.

En un momento como el actual de avidez de contemplación, aunque sea en calderilla, con la práctica del yoga, el zen y el mindfulness, ahondar en su autobiografía o en Las Moradas es apuntar al silencio interior, donde el ser humano puede intuir la unidad del todo y el último sentido de la vida.

Me preguntan en El Cultural qué puede fascinar de Teresa de Jesús a un joven de hoy desde la perspectiva de la fe. En las escasas líneas que me conceden, diré en primer lugar que “la mujer”. En una época de marginación absoluta de las féminas, Teresa, enorme lectora y mejor autora, funda las descalzas, se enfrenta a los calzados, se cartea con Felipe II, sortea a la Inquisición y escribe con valentía que las mujeres tienen más fe que los hombres hasta afirmar: ”¡No somos tan fáciles de conocer las mujeres!, que muchos años las confiesan, y después ellos mismos se espantan de lo poco que han entendido”.

Si Hernando de Talavera le escribe a Isabel la Católica que “comúnmente las mujeres están y fueron hechas para estar encerradas e ocupadas en su casa, y los varones para andar en procurar las cosas de fuera”, la andariega atraviesa España fundando en una carreta. Cuando escribí mi novela biográfica sobre san Juan de la Cruz, me sorprendió cómo éste estuvo siempre a sus órdenes, como toda la rama masculina del Carmelo.

No menos sorprendente es su libertad en lo espiritual. Lleva adelante su propio camino. Es cierto que se ayuda de confesores, sobre todo de los más ilustrados, dominicos y jesuitas, pero cambia con libertad y frecuencia, según lo necesita. Y no tiene miedo de plasmar sus experiencias en sus escritos, entre sospechas inquisitoriales de iluminismo.

Pero sobre todo fascina la doctora de la Iglesia (se retrasó esta proclamación hasta Pablo VI porque se pensaba que obstat sexus) como mística. En un momento como el actual de avidez de contemplación, aunque sea en calderilla, con la práctica del yoga, el zen y el mindfulness, ahondar en su autobiografía o en Las Moradas es apuntar al silencio interior, donde el ser humano puede intuir la unidad del todo y el último sentido de la vida. ”Acá no hay nada de esto, ni se ve oscuridad, sino que se representa una por una noticia del alma más clara que el sol”. Todo con los pies el suelo, sentido común y una encantadora “humildad, que es la verdad”.

 

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“Juntos andemos, Señor”… de la mano de Teresa de Jesús

Sábado, 15 de octubre de 2022
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Hoy, el Carmelo Teresiano, la Iglesia Católica y muchos creyentes del mundo entero, recordaremos a esta genial mística castellana y española, Teresa de Jesús… Yo os recomiendo vivamente leer sus Obras completas, acercarse a alguna de las buenas biografías que hay en el mercado. Caminemos de la mano de esta mística de la Humanidad de Cristo, maestra de oración que en el capítulo ocho de su autobiografía nos recuerda que, “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8, 5).

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“Estando en la Encarnación el segundo año que tenía el priorato, octava de San Martín, estando comulgando, partió la Forma el Padre fray Juan de la Cruz, que me daba el Santísimo Sacramento, para otra hermana. Yo pensé que no era falta de Forma, sino que me quería mortificar, porque yo le había dicho que gustaba mucho cuando eran grandes las Formas (no porque no entendía no importaba para dejar de estar el Señor entero, aunque fuese muy pequeño pedacico). Díjome Su Majestad: «No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de Mí»; dándome a entender que no importaba. Entonces representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo interior, y dióme su mano derecha, y díjome: «Mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy. Hasta ahora no lo habías merecido; de aquí adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra, sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía». Hízome tanta operación esta merced, que no podía caber en mí, y quedé como desatinada, y dije al Señor que o ensanchase mi bajeza o no me hiciese tanta merced; porque, cierto, no me parecía lo podía sufrir el natural. Estuve así todo el día muy embebida. He sentido después gran provecho, y mayor confusión y afligimiento de ver que no sirvo en nada tan grandes mercedes.”

*

Rel 35;Cfr 7M 2, 1).

***

“Lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino intelectual, aunque más delicada que las dichas , como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax vobis»“. Continúa diciendo sobre esta unión de Dios y el alma: “Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual“. *

*

 Moradas. 7, capítulo 2, núm 2,3

***

Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.”

*

(Libro de la Vida, capítulo 9,1)

***

“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejara yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo.

*

(Libro de la Vida, capítulo 6,9)

*

“Juntos andemos Señor.

Por donde vayas tengo que ir,

por donde pases tengo que pasar.”

*

(Camino de Perfección 21, 26)

***

Entre los pucheros anda el Señor…

“No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior.”

*

Fundaciones 5, 8

***

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Teresa de Jesús, hoy.

Sábado, 15 de octubre de 2022
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1572630141_4139682b84Leído en la página web de Redes Cristianas

Si la máxima de Ortega, “yo soy yo y mis circunstancias”fuera cierta, no lo sería menos referida a la espiritualidad del ser humano. En cualquier circunstancia, una espiritualidad que diera la espalda a la realidad histórica estaría renunciando a un componente muy sustancial de su propia identidad, y, por eso mismo, estaría acumulando sobrados motivos para ser tachada de engañabobos. Pero, a su vez, una espiritualidad religiosa, cristiana, que renunciara a la tras”-des”-cendencia”y “calidez” del misterio, sería, cuando menos, imperfecta y difícil de entender. Uniendo ambas dimensiones, el papa Francisco, desde su llegada al obispado de Roma, no cesa de clamar contra la “cultura de la indiferencia” y de proponer como revulsivo “la revolución de la ternura”.

La espiritualidad en las religiones siempre ha estado tentada por el escapismo o la huida de la realidad, y por refugiarse en mundos imaginarios y fantásticos frecuentemente aberrantes. La historia, como se irá evidenciando en estas páginas, está cuajada de ejemplos en este sentido. Pero simultáneamente se ha venido desarrollando otro tipo de espiritualidad, generalmente incomprendida por las instituciones, que, desde tiempos inmemoriales, se ha ido haciendo cargo de las irritaciones y desafíos de la realidad. Las tradiciones bíblicas —desde los primeros capítulos del libro del Éxodo, pasando por los Salmos, Job y los profetas hasta Jesús de Nazaret— no han cesado de preguntarse, desde el lado oscuro de la historia, “¿dónde está tu Dios?”. Porque el Dios bíblico, descubierto como amor, es también Dios de justicia; siendo la justicia la mejor imagen que representa al Dios que es amor.

Desde el último cuarto del pasado siglo, el teólogo J. B. Metz ha venido calificando este tipo de espiritualidad, profundamente bíblico, como “Mística de ojos abiertos” (cfr. Por una Mística de los ojos abiertos. Cuando irrumpe la espiritualidad). Una espiritualidad samaritana que, en la terminología del mártir Ignacio Ellacuría, se hace cargo de, carga con, y se encarga de la realidad doliente. A juicio de este eminente teólogo de Münster, cofundador de la revista Concilium, se trata de una espiritualidad que, mirando de reojo al juicio evangélico de las naciones (Mt 25), asume como imperativo ético y político la centralidad y autoridad de las víctimas.

Pues la búsqueda incesante del ser humano por un más allá —que la teodicea reasume en la pregunta por Dios— solo se justifica plenamente desde el sufrimiento y la justicia debida a las personas que sufren y a las empobrecidas. Se trata entonces de una espiritualidad que sitúa en la encrucijada de la historia humana el conflicto entre la injusticia reinante (que proyecta el ser humano a una tarea mesiánica, liberadora) y la plenitud de la justicia que se espera del futuro.

Dedicamos estas páginas a Teresa de Ávila en el quinto centenario de su nacimiento. Es nuestro pequeño homenaje a esta mujer tan entrañablemente nuestra. Fue la suya una espiritualidad de “ojos abiertos”. Nos sigue cautivando aquel gracejo del que es ejemplo su disgusto ante el único retrato en su vida, que le hizo fray Juan de la Miseria: “Me habéis hecho fea y legañosa, fray Miseria, ¡Que Dios os lo perdone!”.

Nos sigue sorprendiendo la profundidad que una mujer “sin letras” —como ella misma se dice en el Libro de su Vida— llegó a cultivar su propio “huerto” y alcanzar una tal experiencia del ser humano y de la divinidad. Nos sobrecoge, sobre todo, su gran habilidad para moverse al filo de la censura doctrinaria de la institución y sortear las siempre amenazantes llamas de la Inquisición. La riqueza personal, de la que Teresa es plenamente consciente, la empuja a moverse con serenidad y sabiduría entre aquellas aguas turbulentas de la religión de su tiempo. El extraordinario temple de esta mujer singular se refleja plenamente en la confesión que le hizo a un fraile carmelita cuando ya rondaba los cincuenta años: “Sabed, padre, que en mi juventud me dirigían tres clases de cumplidos; decían que era inteligente, que era una santa y que era hermosa; en cuanto a hermosa, a la vista está; en cuanto a discreta, nunca me tuve por boba, en cuanto a santa, solo Dios sabe”.

Editorial del nº 127 de EXODO, espiritualidad: Teresa de Jesús, hoy

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“Santa Teresa: mujer, andariega, inquieta, doctora de la Iglesia…”, por Consuelo Vélez

Sábado, 15 de octubre de 2022
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santa-teresa-avilaDe su blog Fe y Vida:

Cada 15 de octubre se recuerda en la Iglesia a Santa Teresa de Jesús (1515-1582), monja carmelita, reformadora de su orden, fundadora de 16 conventos, escritora, mística, maestra de oración. En 1970, Pablo VI, la reconoce como la primera mujer, Doctora de la Iglesia. Es muy importante este título porque solo se ha otorgado a 4 mujeres (Santa Catalina de Siena, Santa Teresita del Niño Jesús e Hildegarda de Bingen, frente a más de 30 varones) pero, sobre todo, porque esa proclamación supone reconocer que puede ser maestra de fe para todo el Pueblo de Dios.

Santa Teresa de Jesús supo enseñar sobre la vida de oración con la bella imagen de “Las moradas o Castillo Interior” y también con el huerto regado por el agua de cuatro maneras distintas -que ella reconoce como los cuatro grados de oración-. En los dos casos, la oración no supone un rezo convencional de repetir palabras, sin saber lo que se dice, o de pedir favores convirtiendo a Dios en un dispensador de milagros, sino en un diálogo “con quien sabemos nos ama”, más aún, con el mismo Jesús, tan humano, como el Jesús de la historia, con el que ella puede conversar y experimentar que “Solo Dios Basta”.

Pero esa doctrina sencilla sobre la oración como diálogo, como encuentro, como conocimiento personal, como donación mutua, algunos pretenden identificarla con prácticas de meditación más al estilo oriental -válidas para quien encuentre en ello dominio de sí y vaciamiento de toda distracción- pero que no tienen que ver con la enseñanza de Teresa. Los cuatro grados de oración no son una escala ascendente que la persona puede alcanzar por medio de prácticas de respiración u otro tipo de ascesis corporal, tampoco las moradas son una línea recta de habitaciones a la que se va subiendo paso a paso. En los dos casos, Teresa avisa que todo es gracia divina y la persona no deja de experimentar su humanidad con las faltas de amor que vive -y esa es la humildad que brota del conocimiento propio que da la oración- y tampoco puede, por sus propios méritos, alcanzar la gracia de regar el jardín sin el más mínimo esfuerzo de su parte, porque el encuentro con Dios es pura gracia, puro don, puro regalo.

Para Teresa la oración no se queda en el acto mismo de orar sino en los frutos que produce en la persona: “la oración no es tanto pensar mucho, sino amar mucho”, de ahí que decía a las religiosas que, aquello que más las llevara a amar, eso es lo que debían hacer. Otra manera de explicarlo era decir que “Dios estaba entre los pucheros”. Es decir, la oración no es solamente el momento explícito en que la persona se dispone a orar, sino que toda la vida ha de ser oración, incluidas las cosas más pequeñas, más básicas, más cotidianas.

Asombra también de Teresa que en tiempos en que el acceso a la Biblia era prácticamente imposible y menos por parte de las mujeres, ella aprovecha los libros de espiritualidad que podía leer para tener contacto con los pasajes de los evangelios que allí encontraba. Ella, sin tener demasiada formación, es capaz de ir a las fuentes de la revelación y nutrirse de ellas. Claro que, ante la dificultad de acercarse mucho más al texto sagrado, también entiende que el mismo Jesús con el que conversa en la oración, es la Palabra Viva a la que puede tener acceso. Y, efectivamente, el cristocentrismo de su experiencia de fe la lleva a decir que Teresa es de Jesús y Jesús de Teresa”, usando sus propias palabras en lugar de las de Pablo en la carta a los Gálatas: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (2, 20).

Finalmente, Teresa muestra que el feminismo no es cosa de algunas mujeres desadaptadas -como algunos lo catalogan en el presente-, sino que es un movimiento que, sin haber tenido ese nombre en épocas anteriores, si denuncia la discriminación que han sufrido las mujeres y la forma como se les niegan sus derechos. Santa Teresa así lo expresaba quejándose ante Jesús del clero de su tiempo: “Confío yo, Señor mío, en estas siervas tuyas que aquí están, que veo y sé no quieren otra cosa ni la pretenden sino contentarte (…). Pues tu no eres, Creador mío, desagradecido para que yo piense que les darás menos de lo que te piden, sino mucho más, porque no aborreciste a las mujeres cuando andabas por el mundo, antes las favoreciste siempre con piedad y hallaste en ellas tanto amor y más fe que en los hombres (…) ¿No basta Señor, que nos tiene el mundo acorraladas (…) que no hagamos cosa que valga nada por ti en público, ni osemos hablar de algunas verdades que lloramos en secreto, para que no vayas a oír petición tan justa? No lo creo yo, Señor, de tu bondad y justicia, que eres justo juez y no como los jueces del mundo, que como hijos de Adán y, en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa (…) porque veo los tiempos de manera, que no hay razón para desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres”. Teresa vive en el contexto donde las cosas de mujeres no se valoran y se desechan, pero ella no puede imaginar, de ninguna manera que Dios se porte igual que los jueces de este mundo, a los que con una fina ironía describe como “hijos de Adán y, en fin, todos varones”. Este párrafo fue borrado del manuscrito original y descubierto hace relativamente poco, porque en su época la censura no podía permitir una acusación tan directa, como hoy tampoco se acepta fácilmente prefiriendo desacreditar cualquier voz que se levanta denunciando este mundo patriarcal en el que todavía vivimos.

Celebrar a Santa Teresa no es solo recordar su memoria sino recibir su legado y llevarlo a la práctica. Efectivamente, en estos tiempos recios, como los que ella vivió, sigue siendo urgente que las mujeres de fe trabajemos por la igualdad fundamental de mujeres y varones en la sociedad y en la iglesia y por vivir una espiritualidad transformadora, por fidelidad al reino de Dios anunciado por Jesús, donde la oración sea fuente de vida y compromiso y, en ningún momento, alienante y desentendida del mundo que vivimos.

(Foto tomada: https://alfayomega.es/la-santa-andariega-que-fascino-al-papa-caminante/)

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La cara feminista de Santa Teresa

Sábado, 15 de octubre de 2022
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El V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús muestra la imagen más revolucionaria de la fundadora de las carmelitas descalzas.

“El mundo nos tiene acorraladas”, escribió Santa Teresa de Jesús refiriéndose a las mujeres

Ana Flotats

Santa Teresa de Jesús fue probablemente la primera mujer feminista de la Iglesia Católica. En pleno siglo XVI, la fundadora de las carmelitas descalzas se despachó en diversos libros contra la desigualdad que observaba en las decisiones de la jerarquía eclesiástica. “El mundo nos tiene acorraladas”, “aunque las mujeres no somos buenas para consejo, alguna vez acertamos” o “no son tiempos de desechar ánimos fuertes, aunque sean de mujeres” son algunas de las afirmaciones que esta religiosa, doctora de la Iglesia Católica, dejó escritas en un momento en que las mujeres eran prácticamente invisibles, tanto en esta religión como en la sociedad civil.

Santa Teresa fue una mujer libre, independiente y con una fuerte determinación para emprender grandes reformas. Pero esa no es la imagen que se tiene de ella. Ni siquiera la serie que protagonizó Concha Velasco en los ochenta mostró, según los expertos, la verdadera cara de Teresa de Ávila. El V Centenario del nacimiento de Santa Teresa Jesús, que se conmemora a partir del año que viene, busca precisamente actualizar su figura. “Teresa apostó por la mujer en su condición de dignidad, para ser oída y no sólo oyente“, explica a Público Máximo Herraiz, ex vicario general, doctor en Teología y uno de los mayores expertos en el estudio de Teresa como mujer y escritora.

De hecho, precisamente para que su voz fuera escuchada, en el libro Camino de perfección la religiosa critica a los inquisidores por prohibir libros y, a su vez, a los sacerdotes que lo toleran, a quienes llama “falsos profetas” y “medios letrados”. En este texto dedicado a 12 mujeres que inician la fundación del nuevo Carmelo —llevado a cabo por Teresa—, la religiosa escribe: “No son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo” (…)”. Y exhorta a sus hermanas: “No hagan caso de la opinión del vulgo [el gremio sacerdotal].

Santa Teresa no quiere que ningún hombre ejerza de superior en los conventos. “Desea que las monjas sean independientes, autónomas, y de hecho, acaban eligiendo a sus superioras cada tres años, lo que supone una auténtica revolución“, insiste Herraiz. Después de la primera asamblea electiva y legislativa de los carmelitas, en marzo de 1581, Teresa insta a sus comunidades de carmelitas a que envíen su opinión sobre las constituciones que quieren y ella escribe: En nuestras cosas no hay que dar parte a los frailes”.

Santa Teresa quiere que sus monjas intervengan activamente en la elaboración de sus leyes. La clausura, explica Herraiz, “no es para que no puedan salir, sino para que nadie entre a gobernarlas”. “Esto es lo que temen mis monjas: que han de venir prelados pesados que las abrumen mucho”, escribe. La religiosa acusa a los sacerdotes de “malos cristianos” y “negros devotos” que “destruyen los conventos femeninos” por prohibir libros a las mujeres.

De hecho, sus obras fueron ampliamente censuradas y en 1559, cuando se publica el Índice de libros prohibidos del inquisidor Fernando de Valdés, los inquisidores —siguiendo sus instrucciones— desvalijan la pequeña biblioteca que Santa Teresa tenía en el monasterio de la Encarnación. La Inquisición mandó requisar su obra El libro de la Vida, pero Santa Teresa se quedó con una copia del manuscrito. “No se paró ni ante la Inquisición”, remarca Herraiz, “y se enfrentó también al arzobispo de Toledo y al de Burgos“.

Como dice el director del Centro Internacional de Estudios Teresianos de Ávila y vicepresidente de la Fundación V Centenario, Javier Sancho, “la fe cristiana ayudó a Santa Teresa a ser más mujer”. La religiosa, que creó 17 convenios en España y dos colegios para la formación de las niñas, defendió siempre su dignidad como mujer. Herraiz recuerda una anécdota: “Un día que Teresa fue a visitar las obras del primer monasterio, en Ávila, un albañil dijo a un compañero al ver pasar a Teresa: “¡Qué lástima, una mujer tan guapa y que sea monja!“. Teresa lo oyó, volvió sobre sus pasos y le dijo al piropeador: “A ti te da igual porque nunca me hubiera casado contigo”.

Parte de los pensamientos de Teresa de Jesús, además, pueden leerse ahora en el libro Estudios Teresianos. Autógrafos de Santa Teresa de Jesús en Europa y América, que supone una fotografía global de la existencia de las 500 cartas recuperadas en España, Italia, Portugal y América Latina. Sus autores, Tomás Álvarez y Rafael Pascual, han tardado cinco años en publicar esta obra, dadas las dificultades por encontrar a los depositarios de las cartas.

Fuente Público

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15.10.22. Teresa de Jesús, camino y morada de Dios (pechos divinos, amor enamorado)

Sábado, 15 de octubre de 2022
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iconoDel blog de Xabier Pikaza:

Hoy, día de su fiesta, apertura del “año santo teresiano” en la diócesis de Salamanca y en otros lugares, quiero presentarla como camino y morada hacia Dios, desde la perspectiva de Jesús a quien ama y de la Trinidad en la que mora.

Escribió  varios libros (Vida, Camino, Moradas, Fundaciones…) que son una guía de Dios para cristianos y creyentes de otras religiones.

Empezaré con una cita del tratado trinitario de Piero Coda y seguiré retomando unos  pasajes de Diccionario Pensadores cristianos, de Fiesta del pan/fiesta del vino (eucaristía trinitaria) y Enquiridion Trinitatis en los queTeresa aparece como maestra, guía y testimonio de enamoramiento y comunión de amor en Dios y con Dios.  Añado iconos de Teresa, empezando por el que preside la capilla del CITES o Universidad de la mística (Ávila, España). Felicidades a las “teresas”, en comunión con todos sus devotos, empezando por Mabel, mi mujer,  de Teresa de Jesús y por los amigos, hermanos y hermanas dela Orden del Carmelo,  clérigos y seglares, reformados y animados por ella.

Piero Coda,

de la Comisión Teológica Internacional, el teólogo quizá más conocido de Italia  publicó el año 2014 un tratado ya clásico sobre el misterio de Dios,  en el que presenta a Teresa como Maestra y Doctora trinitaria. Así comienza hablando ella de la Trinidad  

A las personas ignorantes parécenos que las Personas de la Santísima Trinidad todas tres están -como lo vemos pintado- en una Persona, a manera de cuando se pinta en un cuerpo tres rostros; y ansí nos espanta tanto, que parece cosa imposible y que no hay quien ose pensar en ello, porque el entendimiento se embaraza y teme no quede dudoso de esta verdad y quita una gran ganancia. Lo que a mí se me representó, son tres Personas distintas, que cada una se puede mirar y hablar por sí. Y después he pensado que sólo el Hijo tomó carne humana, por donde se ve esta verdad. Estas Personas se aman y comunican y se conocen (…). En todas tres Personas no hay más de un querer y un poder y un señorío, de manera que ninguna cosa puede una sin otra, sino que de cuantas criaturas hay es sólo un Criador. ¿Podría el Hijo criar una hormiga sin el Padre? No, que es todo un poder, y lo mismo el Espíritu Santo; así que es un solo Dios todopoderoso, y todas tres Personas una Majestad (Relaciones 33 (versión it. Opere, Roma 1981).

cartel-ancc83o-jubilar-teresiano-1086x1536-1-724x1024Conforme a la metáfora que Teresa ha hecho célebre, el alma ha sido creada para convertirse en “castillo interior” donde habita la Santísima Trinidad. (Podemos) considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas. Que si bien lo consideramos, hermanas, no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice El tiene sus deleites. Pues ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un Rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita? No hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues El mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza (Castillo interior I, 1,1, versión it. En Opere, 761-762).

El testimonio de Teresa aparece, por tanto, en esta luz, como la exégesis carismática y casi como la encarnación de la palabra de Jesús: Si alguien me ama  vendremos a él y pondremos en él nuestra morada (Jn 14,23). Así cuenta Teresa:

Y metida en aquella morada , por visión intelectual, por cierta manera de representación de la verdad, se le muestra la Santísima Trinidad, todas tres personas, con una inflamación que primero viene a su espíritu a manera de una nube de grandísima claridad, y estas Personas distintas, y por una noticia admirable que se da al alma, entiende con grandísima verdad ser todas tres Personas una sustancia y un poder y un saber y un solo Dios; de manera que lo que tenemos por fe, allí lo entiende el alma, podemos decir, por vista, aunque no es vista con los ojos del cuerpo, porque no es visión imaginaria. Aquí se le comunican todas tres Personas, y la hablan, y la dan a entender aquellas palabras que dice el Evangelio que dijo el Señor: que vendría El y el Padre y el Espíritu Santo a morar con el alma que le ama y guarda sus mandamientos .

Parecióme se me representó como cuando en una esponja se incorpora y embebe el agua; así me parecía mi alma que se henchía de aquella divinidad y por cierta manera gozaba en sí y tenía las tres Personas. También entendí: «No trabajes tú de tenerme a Mí encerrado en ti, sino de encerrarte tú en Mí». Parecíame que de dentro de mi alma – que estaban y vía yo estas tres Personas- se comunicaban a todo lo criado, no haciendo falta ni faltando de estar conmigo . Comenzó a inflamarse mi alma, pareciéndome que claramente entendía tener presente a toda la Santísima Trinidad (…). Y así me parecía hablarme todas tres Personas, y que se representaban dentro en mi alma distintamente (…). Entendí aquellas palabras que dice el Señor: que estarán con el alma que está en gracia las tres divinas Personas, porque las veía dentro de mí por la manera dicha (cf. Jn 14,23) .

Éste es el comienzo de la séptima morada del Castillo Interior, que constituye la última etapa en el itinerario hacia la plena comunión con Dios Trinidad, que culmina en la perfecta unión esponsal con Cristo. (cf. Teresa de Jesús, Castillo Interior, VII, 1,69; Relaciones 18 y 16 ((Tomado de P. Coda,Desde la Trinidad. El Advenimiento de Dios entre Historia y Profecía, Sec. Trinitario, Salamanca 2014,505-507).

PIKAZA 1. TERESA DE JESÚS, PENSADORA CRISTIANA

Teresa - Icono(Comentario de Makario Tong Tong Ofilada, amigo filipino e hispano de Teresa: Creo que es una alegoría del Castillo Interior. Jesús y Teresa están en el centro más íntimo y ahí hay una mariposa, el gusanillo que murió y que renació como mariposa, con alas, para significar que es Cristo quien vive, no ella. Y la fuente (o el pozo en el jardín) que dimana del centro…la vida de Dios corre, fluye, se disemina, irriga o riega el terreno íntegro del ser humano, incluso hacia las extremidades, la parte seca que es el desierto fuera de la cerca del castillo).

Teresa de Jesús 1515-1582).

1. Una vida discutida. No fue escritora de oficio, ni tenía formación académica (reservada a los varones), pero supo escribir de un modo extraordinariamente preciso, en lenguaje popular culto, desde su propia experiencia y reflexión, y así ofreció en sus obras uno de los testimonios teológicos más importantes de la historia católica. No elaboró un sistema, pero el conjunto de su obra posee unan intensa coherencia teológica y nos permite así recuperar las raíces de la experiencia cristiana. No era “letrada” (profesional), pero había leído los mejores libros de narrativa de su tiempo (de Caballerías) y diversas obras de espiritualidad y, además, estuvo en contacto con algunos de los pensadores cristianos más significativos de su tiempo (→ Juan de la Cruz y Juan de Ávila, Báñez), que valoraron su inteligencia y la defendieron, ante aquellos que sospechaban de su obra, pensando que se hallaba cercana a la herejía. En ese contexto se sitúan sus “dificultades” con la Inquisición, que ya el año 1559 había secuestrado algunos libros que leía (de → Luis de Granada y Juan de Ávila) y que retendrá y examinará su Libro de la Vida, que sólo podrá publicarse tras su muerte, el año 1587 (con aprobación expresa de → Luis de León y D. Báñez).

En la edición facsímil de las obras de Santa Teresa, que está realizando → T. Álvarez (ediciones de Camino de Perfección, 1965; Castillo Interior, 1990; Libro de la Vida, 1999 y Fundaciones, 2004, en Monte Carmelo, Burgos), pueden observarse con claridad las correcciones y tachaduras que los inquisidores fueron poniendo en sus obras, pues tenían la sospecha de que sus visiones y revelaciones podían ser “obra del diablo” o separarse de la fe de la iglesia. Pero después la misma Iglesia defendió su doctrina y la proclamó Doctora de la Iglesia, el año 1970, presentándola así como una de las grandes pensadoras del cristianismo.

En este contexto, pero quiero ofrecer varios rasgos de su pensamiento más significativo, tal como aparece en las Moradas Séptimas, donde el alma celebra ya en el mundo el desposorio con Dios. En esa línea he querido poner de relieve su experiencia de la humanidad de Jesús como Esposo, su visión de Dios como Padre-Madre (pechos divinos), y su inmersión-comunión en lo divino.

2. Humanidad de Jesús. En el centro del pensamiento de Teresa está su encuentro y unión con la humanidad de Jesús, entendida como fuente de amor y de compromiso al servicio de los demás. En contra de algunos maestros espirituales que le aconsejaban que abandonara a Jesús hombre, para centrarse en su divinidad (Jesús eterno, Hijo divino), en una línea más cercana a → Osuna y Laredo, Teresa responde apelando siempre a su humanidad, para apoyarse siempre en la historia del evangelio:

«Pues vengamos ahora a tratar del divino y espiritual matrimonio, aunque esta gran merced no debe cumplirse con perfección, mientras vivimos, pues si nos apartásemos de Dios se perdería este tan gran bien. La primera vez que Dios hace esta merced, quiere su Majestad mostrarse al alma por visión imaginaria de su sacratísima Humanidad, para que lo entienda bien y no esté ignorante de que recibe tan soberano don. A otras personas será por otra forma: a ésta de quien hablamos se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, como después de resucitado, y le dijo que ya era tiempo de que sus cosas tomase ella por suyas, y Él tendría cuidado de las suyas, y otras palabras que son más para sentir que para decir…

Parecerá que no era ésta una novedad, pues otras veces se había representado el Señor a esta alma en esta manera. Pero fue tan diferente, que la dejó bien desatinada y espantada: lo uno, porque fue con gran fuerza esta visión; lo otro, porque las palabras que le dijo, y también porque en lo interior de su alma, adonde se le representó, si no es la visión pasada, no había visto otras… Porque entended que hay grandísima diferencia de todas las pasadas a las de esta Morada, y tan grande del desposorio espiritual al matrimonio espiritual, como lo hay entre dos desposados (y dos casados a los que ya no se pueden apartar). Aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria, sino intelectual, aunque más delicada que las dichas, como se apareció a los Apóstoles, sin entrar por la puerta, cuando les dijo: Pax vobis» (Moradas VIII, II, 1-3).

La vida cristiana de Teresa se interpreta así como experiencia de amor con Jesús, un amor entendido en claves matrimoniales (es decir, de encuentro personal), de manera que sólo así, desde el encuentro humano con Jesús, ella puede hablar de contemplación de lo divino. Contemplar a Dios no significa separarse de la vid humana, sino vivir en plenitud y en iluminación interior la tarea de la vida humana. Por eso, su pensamiento es siempre un experiencia de humanidad (encuentro con Jesús hombres), en claves de dualidad (comunión de personas), de manera que sólo así puede hablarse de revelación de Dios y de unión con lo divino. A través de la humanidad (historia) de Jesús se unifican el hombre y lo divino:

 «Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel memento la gloria que hay en el Cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual…

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