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“El Viajero Gay” o El País banalizando la homofobia en Dubái

Lunes, 23 de abril de 2018
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inigo-ayuso-event-one-dmcEl “viajero” Iñigo Ayuso

Por la importancia que supone que un medio de comunicació, supuestamente serio difunda semejante artículo y porque nos parece certero, publicamos íntegramente este artículo que publica EstoyBailando

Por Jordi García

Lo siento, El País; lo siento Íñigo; pero esto no es una guía de viajes “desde un punto de vista gay”. Esto es un insulto y una falta de respeto. Y si creéis que ése es el único “punto de vista” que un gay puede aportar a un viaje, apaga y vámonos.

Cuando uno se prepara para hacer un viaje es habitual buscar información en internet sobre el sitio que quieres visitar. Cuando un gay se prepara para hacer un viaje además de buscar puntos turísticos, tarifas y demás información básica también se informa sobre la situación del colectivo en ese país. ¿Es legal la homosexualidad? ¿Puedo ir a la cárcel si me olvido de dónde estoy y cojo a mi novio de la mano?

Y algunos incluso se hacen la pregunta del millón: ¿Quiero colaborar con mi dinero en la industria turística de un país que condena a prisión o a muerte a otros como yo que no tuvieron la suerte de nacer en mi país?

Si Íñigo Ayuso se hizo todas esas preguntas antes de viajar a Dubái… las respuestas no debieron incomodarle demasiado. En un artículo publicado hoy en Tentaciones (suplemento de El País) Íñigo estrena la sección “El Viajero Gay” y, de paso, se marca un texto que podría ser el equivalente “periodístico” a Dulceida regalando gafas del Zara a niños africanos y haciéndoles una foto para subirla a su Instagram.

¿Un país musulmán?” Se pregunta Íñigo al principio del texto, un texto que por más que releo sigue sin decirme exactamente qué tiene de especial Dubái para que yo, hombre gay, quiera visitarlo. Ayuso repite una y otra vez que Dubái es una ciudad prefabricada, en la que hay mil opciones de ocio (todas importadas), en la que todo es muy caro y en la que el único interés que parece poder despertar en un viajero es el de gastarse una millonada aparentando en un lugar creado para aparentar.

el-pais-viajero-gay-dubai-696x522Pero dejando a un lado el lamentable clasismo que desprende el artículo (los trabajadores “no cualificados del subcontinente indio” se mezclan con la clase media que “ocupa las recepciones, consejerías o barras de bar” y con una clase media alta formada por “jóvenes, guapos, dinámicos, bien formados y que conducen coches de gama alta“) Ayuso no tiene problema en darle glamour a la homofobia del país. Así, por ejemplo, El Viajero Gay recomienda que “si eres gay no vayas de la mano ni beses a tu pareja en público. Ni te pasees con tacones por el metro elevado. No es Madrid durante el Orgullo“. Es cierto que Ayuso explica que las estrictas leyes sobre la decencia en Dubái también afectan a heterosexuales; pero olvida que la heterofobia no existe y que ningún heterosexual ha sido condenado a prisión o a muerte por ser heterosexual.

El acto homosexual está penalizado con hasta 10 años de prisión, incluso dormir en la misma casa sin estar casado, hetero o gay“; explica Ayuso, que en lugar de denunciar ese hecho (que puedes ir a la cárcel, Íñigo, por follar como follas tú) prefiere pasarlo por alto (como hacen los hoteles de lujo que no aplican la ley) y recomendar que pidas camas separadas porque “son enormes y sirven para dos personas de todas formas“. ¿Para qué se va a preocupar el Viajero Gay Cis y con dinero de las leyes homófobas si total, la cama de tu hotel de lujo es grande y puedes llevarte a un ligue a pasar la noche porque la recepcionista no llamará a la policía?

En Dubái tampoco hay ambiente gay, pero según Ayuso sí hay ciertas zonas en los bares de los hoteles (llenos de ex-pat, a los que parece venerar casi como si fueran Dioses) donde se juntan hombres gais y algunos locales que cada viernes organizan una fiesta gay. Eso sí, “ve de punta en blanco, el look de moderna desaliñada no se lleva para nada. Dubái es todo brilli brilli, camisas impolutas, vaqueros ajustados, marcas de diseñador internacional. Y mucho músculo.” Y ahí está otro gran error de Ayuso: creer que todos los gais del mundo viajamos únicamente con la intención de follar. Porque ¿qué si no va a hacer un gay de viaje?

Por eso recomienda cómo utilizar las apps de contactos (apps muchas veces utilizadas por las policías de países homófobos para detener a hombres gai, como se hizo en Chechenia durante la purga de 2017 que acabó con centenares de muertos y desaparecidos). Primero, instálate un VPN para deslocalizar tu teléfono; algo que reconoce es ilegal y te pueden expulsar del país pero… ¿a quién le importa eso cuando puedes “hacer match con cientos de atractivos árabes de los países colindantes y ex-pat deseosos de gente nueva“? Y, por supuesto, no subas una foto de tu cara en el perfil. “Por seguridad“, dice; y recomienda poner una foto “de pecho o abdominales“. Porque si estás gordo o muy delgado no viajas, y si lo haces no vas a Dubái, un lugar en el que se llevan las marcas de diseñador internacional y mucho músculo.

viaje-gay-600x678¿Alguien le ha explicado a este señor que hay gais sin abdominales?

Obviamente cada uno puede viajar a donde le dé la gana y hacer con su dinero lo que le salga de ahí abajo, y también es cierto que a pesar de sus leyes y tradiciones Dubái puede considerarse un destino relativamente seguro para gais, lesbianas y bisexuales. Y déjalo ahí. Las experiencias turísticas de una persona trans en un país así puede que no tengan tanto brilli brilli, ni tantas copas a 20 dólares, ni tantos ex-pats simpatiquísimos y guapísimos con los que ligar… por mucho sentido común con el que viajen. Banalizar la persecución homófoba y moral en un destino turístico y quitarles hierro con frases como “en Dubái no tienes garantizado el derecho al habeas corpus ni el acceso inmediato a un abogado. Viaja con sentido común” es un acto profundamente egoísta y que roza la xenofobia; hay tantas excusas y consejos para sortear lo que a todas luces son violaciones de los derechos humanos que al final lo que te están diciendo es un “mala suerte si vives allí, pero si vas de visita y tienes pasta te lo vas a pasar de la hostia”.

No sé qué próximos destinos visitará Íñigo ni si seguirá hablando de ellos como si los gais únicamente supiéramos viajar para ir a fiestas gais y ligar con hombres musculados y ligar. Es evidentísima la homofobia interiorizada en ese planteamiento de que el gay no tiene ningún tipo de utilidad social y, por lo tanto, su existencia ha de basarse únicamente en pasárselo bien sin incomodar al patriarcado (algo que vemos constantemente en medios gais y sobre lo que el caso de Dolce&Gabbana es un ejemplo clarísimo). Tan evidente que resulta hiriente. Tanto para mí como para los centenares de miles de personas que no pueden vivir su sexualidad o identidad de forma libre por la homofobia institucional financiada (no en el caso de Dubái, pero sí en el caso de países como Indonesia) con el dinero de los turistas que prefieren hacer la vista gorda incluso cuando el gobierno les ataca a ellos.

3855740236El rascacielos Burj Khalifa

Lo siento, El País; lo siento Íñigo; pero esto no es una guía de viajes “desde un punto de vista gay“. Esto es un insulto y una falta de respeto. Y si creéis que ése es el único “punto de vista” que un gay puede aportar a un viaje, apaga y vámonos. Es tal la falta de solidaridad, de empatía, en el texto de Ayuso respecto al colectivo LGTB+ natural de Dubái; es tal la banalización que hace de la persecución que sufren (y que él se salta instalando una app para deslocalizar su móvil, como si eso fuera algo aceptable); es tan asquerosa la forma en que glorifica los estereotipos tóxicos sobre el colectivo de hombres gais y su propio privilegio que acaba convirtiendo la homofobia en un juego del ratón y el gato y por eso ni se plantea que esté mal, ni qué hacer para luchar contra eso: se inventa formas de sortearla porque él puede hacerlo.

Si El Viajero Gay decide quedarse en casa y no volver a publicar sobre el tema… Nadie lo echará de menos. Porque el “punto de vista gay” respecto a un viaje a Dubái es otro muy diferente, por mucho que los 828 metros de altura del Burj Khalifa se iluminen “con miles de colorines formando dibujos y banderas frente a una fuente con chorros de agua de 50 metros. No puede ser más gay.

Fuente EstoyBailando

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“Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían”. Domingo 18 de febrero de 2018. Domingo primero de cuaresma

Domingo, 18 de febrero de 2018
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19-cuaresma B1 cerezoLeído en Koinonia:

Génesis 9,8-15: El pacto de Dios con Noé salvado del diluvio.
Salmo responsorial: 24:Tus sendas, Señor, son mi misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.
1Pedro 3,18-22: Actualmente os salva el bautismo.
Marcos 1,12-15:Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían.

La primera lectura, Génesis 9, contiene la «alianza de Dios con Noé». La alianza famosa, la más importante, tendrá lugar más tarde, la alianza con Abraham. La Alianza con Noé pertenece a un segundo plano de “la economía de la salvación”. ¡Nunca más habrá diluvio para destruir la tierra!, le asegura Dios a Noé (Gn 9,11). Y esta promesa va acompañada de un memorial: el arco iris, señal del nuevo pacto entre Dios y la humanidad.

¡El miedo al “diluvio” ha sido quebrado! Ahora tenemos una nueva alianza a partir de una alternativa de vida para todos los seres vivientes. El arca que ha abrigado a la familia se transforma en una gran casa acogedora de la vida, en donde el cuidado con los animales se destaca de una manera especial (Gn 9,1-7). Es la casa de la vida que coloca al ser humano en comunión con la tierra, con la naturaleza, con el cosmos.

El río Jordán, el desierto, y la Galilea son como un mismo “hilo conductor” de un desplazamiento fundamental que da inicio al evangelio de Marcos. Ahí percibimos el movimiento del reino de Dios que nos invita a movilizarnos en búsqueda de nuestros propios “lugares del Reino” donde se concreten y desarrollen nuestras opciones por la vida, por la dignificación de las personas y de las comunidades.

El río Jordán evoca grandes y significativos hechos de la historia de Israel. El más importante, sin duda, cuando Josué y el grupo del desierto atraviesan el río para entrar en la tierra prometida (Jos 3-4). Relato de los orígenes de aquel proyecto de vida igualitaria revelado por Dios a los esclavos fugitivos de Egipto. A partir de esta memoria primordial, Juan el Bautista convoca al pueblo alrededor de una nueva esperanza mesiánica. Allí también acude Jesús, procurando “las aguas de Juan”.

El desierto es muy frecuentemente mediación de discernimiento, formación y maduración en el proyecto de Dios. Jesús es llevado por el Espíritu al desierto, lugar por excelencia donde Israel aprendió a ser pueblo. Sujeto y proyecto anudados alrededor de la memoria del éxodo dando inicio al evangelio de Jesús.

Galilea es el lugar donde Jesús concreta su opción de humanidad y de humanización. Esta geografía es para Jesús el espacio vital del Reino. Es un mar, una tierra y un pueblo abierto a las naciones del entorno. Las fronteras se “cruzan” dando lugar a la inclusión de lo diverso en múltiples “misturas”. Favorabilidad donde madura e irrumpe el kairós del reino de Dios.

El paso del Jordán al desierto, plantea la articulación de movimientos mesiánicos proféticos que tienen en esos lugares, sus fuentes de inspiración y de organización. La confrontación con Satanás, como principio cósmico del mal que Marcos lo vincula con la enfermedad, la marginación y la muerte de los pobres, será para Jesús la definición de su vida por la ruta del reino de Dios. El desierto deja de ser lugar de prueba y penitencia según la tradición judía, para convertirse en lugar de aprendizaje definitivo en la confrontación y el desequilibrio. El Espíritu de Dios lleva a Jesús hasta la memoria fundacional de Israel, donde, venciendo a Satán, la vida se torna en fidelidad hacia Dios y hacia lo humano.

El simbolismo de los “cuarenta” tiene que ver con el trauma del nuevo nacimiento. Los poderes de la historia se hallan enfrentados: Jesús como principio de la humanidad liberada desde Dios, y Satanás, que es signo y causa de la muerte en el mundo. Nos hallamos frente al relato de un nuevo origen. Marcos re-escribe la historia, llevándonos del agua del bautismo a la re-construcción de la humanidad, para decirnos que Jesús está ahí apostando por una opción de vida, dignidad y felicidad humana. Pero Jesús no asume el combate solitario. Está junto con los animales y los ángeles como evocando un nuevo paraíso. El servicio angélico comunica esperanza y porta salvación. Al retomar el “paraíso” para re-iniciar el camino de lo humano, Jesús cuenta con fuerzas naturales y angelicales (la tierra y el cielo) favorables. Jesús se encuentra entre la tentación satánica y el servicio angélico. Es el dilema que permanentemente enfrentaremos. Marcos ha evocado estos poderes como en un espejo para que podamos mirarnos en ellos. Nos ha dicho lo que es tentar y servir, nos ha arraigado en la “historia original”. Ya en la historia concreta esos actores sobrenaturales desaparecen y es cuando Jesús nos enseña a servir, sirviendo a su comunidad discipular.

Obviamente, los cuarenta días del desierto no desaparecen. Duran todo el evangelio, toda la vida. Son paradigma de la contradicción y el desequilibrio que permanentemente atraviesan la historia. En la trama de la vida humana se ha venido a introducir y decidir la trama de pecado y esperanza de todos los vivientes (incluidos los animales, los ángeles y los diablos).

En definitiva, la liturgia nos presenta este evangelio del comienzo del ministerio de Jesús, por paralelo con el comienzo de la cuaresma. La Cuaresma es la vida humana… Leer más…

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Tentación sin tentaciones. Primer domingo de Cuaresma. Ciclo B

Domingo, 18 de febrero de 2018
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tentaciones“… y los ángeles le servían”

Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Volver a empezar

El primer domingo de Cuaresma, en cualquiera de los tres ciclos, se dedica siempre a recordar las tentaciones de Jesús. Eso supone que debemos dar marcha atrás, olvidarnos de que ya estaba recorriendo Galilea con sus discípulos y volver a empezar. Jesús acaba de bautizarse, ha recibido una misión de Dios. Pero antes de lanzarse a una actividad pública, el espíritu lo impulsa al desierto. Con este relato, muy simbólico y que no se presta a conclusiones piadosas, Marcos quiere plantearnos desde el comienzo el misterio de la persona de Jesús.

Un relato sin tentaciones

Si se hiciera una encuesta a los cristianos sobre las tentaciones de Jesús (suponiendo que hayan oído hablar de Jesús y de las tentaciones) algunos mencionarían la de convertir una piedra en pan; otros, que Satanás le ofreció toda la gloria y riqueza si lo adoraba; los más listos incluso recordarían lo de tirarse desde el pináculo del templo. Con eso, demostrarían conocer los relatos de las tentaciones que cuentan Mateo y Lucas. Pero Marcos no dice nada de eso.

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían.

Más que un relato parece un guion con seis datos que el catequista deberá desarrollar.

El Espíritu. En las tradición bíblica, el Espíritu es el que impulsa a los Jueces y a los profetas a realizar la misión que Dios les encomienda: salvar al pueblo de sus enemigos o transmitir su palabra. En este caso, con notable diferencia, el Espíritu impulsa a Jesús al desierto.

 El desierto es el lugar de la prueba, como lo fue para el pueblo de Israel cuando salió de Egipto, camino de la Tierra Prometida. Allí fue tentado, para ver si eran fieles. Y la inmensa mayoría sucumbió en la prueba, mostrándose un pueblo de corazón duro y obstinado. Jesús, en cambio, superará en el desierto la tentación.

 Los cuarenta días equivalen a los cuarenta años que, según la tradición bíblica, pasó Israel en el desierto. Es número de plenitud, de tiempo redondo (recuérdense los cuarenta días del diluvio, los cuarenta días entre la resurrección de Jesús y la Ascensión, etc.).

Satanás. Nosotros hemos adornado este personaje con tantos elementos (incluidos cuernos y rabo) que conviene dejar claro cómo lo concibe Mc. El evangelista usa el nombre de Satanás en cinco ocasiones (1,13; 3,23.26; 4,15; 8,33), y desaparece en la segunda parte del evangelio (cc.9-16); curiosamente, la última vez que se menciona a Satanás no se refiere al demonio sino el apóstol Pedro, que quiere apartar a Jesús de la pasión y la cruz. Por consiguiente, Satanás es el símbolo de la oposición al plan de Dios. Satanás quiere apartar a Jesús del camino que Dios le ha trazado en el bautismo: hacer que se olvide de pobres y afligidos, dejar de consolar a los tristes, no anunciar la buena noticia. O, como hará Pedro más adelante, pedirle que cumpla su misión, pero sin pensar en cruz ni sufrimientos.

 Fieras y ángeles. Esta curiosa mención está cargada de simbolismo. Los animales del desierto no son los que ve cualquier campesino galileo a su alrededor: mulos, vacas, ovejas… Son escorpiones, alacranes, etc. Y esto nos recuerda el Salmo 91,11-13, donde aparecen mencionados junto con los ángeles:

«A sus ángeles ha dado órdenes

para que te guarden en todos tus caminos;

te llevarán en sus palmas

para que tu pie no tropiece en la piedra;

caminarás sobre chacales y víboras,

pisotearás leones y dragones».

Jesús, en el desierto, sufre la tentación de Satanás. Pero Dios está a su lado, lo protege mediante sus ángeles, y hace que triunfe de todos los peligros.

Estos elementos (tentación, vivir con los animales, servicio de los ángeles) recuerdan al relato de Adán en el paraíso, tal como se contaba en las tradiciones rabínicas. De este modo, Mc presenta a Jesús como el nuevo Adán, que, a diferencia del primero, no sucumbe a la tentación, sino que la supera.

Primera actividad de Jesús y síntesis de su predicación

El relato de las tentaciones en Mc es tan breve que la liturgia ha añadido las frases siguientes. Aunque tratan un tema muy distinto (el comienzo de la actividad de Jesús) y ya las leímos en el Domingo 3º, la invitación a la conversión encaja muy bien al comienzo de la Cuaresma.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Esas palabras ya las leímos el domingo 3º. Recuerdo lo que comenté a propósito de ellas. Marcos ofrece tres datos: 1) momento en que comienza a actuar; 2) lugar de su actividad; 3) contenido de su predicación.

 Momento. Cuando encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de Juan. Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios Padre le hablase igual que a nosotros, a través de los acontecimientos. En este caso, la desaparición de Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío.

Lugar de actividad. A diferencia de Juan, Jesús no se instala en un sitio concreto, esperando que la gente venga a su encuentro. Como el pastor que busca la oveja perdida, se dedica a recorrer los pueblecillos y aldeas de Galilea, 204 según Flavio Josefo. Galilea era una región de 70 km de largo por 40 de ancho, con desniveles que van de los 300 a los 1200 ms. En tiempos de Jesús era una zona rica, importante y famosa, como afirma el libro tercero de la Guerra Judía de Flavio Josefo (BJ III, 41-43), aunque su riqueza estaba muy mal repartida, igual que en todo el Imperio romano.

Los judíos de Judá y Jerusalén no estimaban mucho a los galileos: “Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur”, comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: “Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta” (Jn 7,52).

Mensaje. ¿Qué dice Jesús a esa pobre gente, campesinos de las montañas y pescadores del lago? Su mensaje lo resume Marcos en un anuncio (“Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca”) y una invitación (“convertíos y creed en la buena noticia”).

El anuncio encaja en la mentalidad apocalíptica, bastante difundida por entonces en algunos grupos religiosos judíos. Ante las desgracias que ocurren en el mundo, y a las que no encuentran solución, esperan un mundo nuevo, maravilloso: el reino de Dios. Para estos autores era fundamental calcular el momento en el que irrumpiría ese reinado de Dios y qué señales lo anunciarían. Jesús no cae en esa trampa: no habla del momento concreto ni de las señales. Se limita a decir que “está cerca”.

Pero lo más importante es que vincula ese anuncio con una invitación a convertirse y a creer en la buena noticia.

Convertirse implica dos cosas: volver a Dios y mejorar la conducta. La imagen que mejor lo explica es la del hijo pródigo: abandonó la casa paterna y terminó dilapidando su fortuna; debe volver a su padre y cambiar de vida. Esta llamada a la conversión es típica de los profetas y no extrañaría a ninguno de los oyentes de Jesús.

Pero Jesús invita también a “creer en la buena noticia” del reinado de Dios, aunque los romanos les cobren toda clase de tributos, aunque la situación económica y política sea muy dura, aunque se sientan marginados y despreciados. Esa buena noticia se concretará pronto en la curación de enfermos, que devuelve la salud física, y el perdón de los pecados, que devuelve la paz y la alegría interior.

El recuerdo del bautismo (dos primeras lecturas)

Desde antiguo, la celebración de la Pascua quedó vinculada con el bautismo de los catecúmenos el Sábado Santo, y eso ha influido en la selección de las lecturas de la Cuaresma, que pretenden recordar episodios que jugaron un gran papel simbólico en la preparación para el bautismo. La carta de Pedro (llamada así aunque no la escribió san Pedro) ve en el diluvio un simbolismo del bautismo: Noé y sus hijos se salvaron cruzando las aguas del diluvio, el cristiano se salva sumergiéndose en el agua bautismal. Menos clara es la relación de la lectura del Génesis con el bautismo; aunque también ella habla de Noé, todo se centra en la promesa de Dios de no volver a destruir la tierra. Es posible que se haya elegido el texto por la convivencia de hombre y animales, que recuerda a lo que dice el evangelio sobre Jesús viviendo con las fieras.

Jesús y nuestro bautismo

La presentación de Jesús como nuevo Adán está estrechamente relacionada con la nueva vida que comienza en el cristiano con el bautismo. La Cuaresma es el mejor momento para profundizar en este sacramento que, en la mayoría de los casos, recibimos sin ser conscientes de lo que recibíamos.

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Primer Domingo de Cuaresma. 18 de febrero, 2018

Domingo, 18 de febrero de 2018
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cuaresma-i

El Espíritu impulsó a Jesús al desierto”.

(Mc 1, 12-15)

Parece que al leer esto, lo primero que nos sale es: “¡Ay, ay, Jesús no vayas! ¡Ten cuidado! Van a intentar liarte y hacerte mal… ” Pero se nos olvida, o no prestamos atención, al sujeto de la frase: el Espíritu. Es Dios quien le empuja… No va a estar solo… Además, el evangelista Marcos nos lo presenta justo después del Bautismo donde Jesús escuchó: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”.

Nos olvidamos de la acción del Espíritu de Dios en nuestro día a día. Nos podemos preguntar: ¿qué pasaría si fuesemos consciente de la acción de Dios en cada momento, en este mismo instante? ¿Cómo sería si nos dejásemos empujar libremente por su Espíritu? Nuestra vida cambiaría, ¿verdad? Seríamos personas llenas de agradecimiento, de confianza, de esperanza.

El desierto… ese lugar que nos atrae y nos da miedo al mismo tiempo… Silencio y soledad. Escucha atenta. Mirada profunda. Encuentro con nuestras sombras, con aquello que tratamos de esconder en nuestra vida porque duele… Dios está aquí, con nosotras, siempre.

Jesús fue puesto a prueba, y no solo en el desierto. Dios decidió hacerse persona, y eso incluía las pruebas, los miedos y el dolor. Conoce nuestra fragilidad, nuestros límites. Y, con toda nuestra realidad, nos llama a amar, a servir y a anunciar su Reino.

Se nos invita hoy también a convertirnos, a volver el corazón a Dios, a creer en el Evangelio. ¿Creemos en la Buena Noticia de Jesús? ¿Nos habla la Palabra de Dios? ¿Nos interpela y nos mueve a hacerla vida?

Tenemos tarea para esta Cuaresma (y para toda nuestra vida): volver nuestro corazón a Dios, creer en la Buena Noticia de Jesús y ponerla en práctica, y dejarnos impulsar por el Espíritu. ¡Ánimo, que promete salir bien!

Oración

Trinidad Santa, vuelve nuestro corazón a ti. Haz que nos dejemos impulsar por tu Espíritu en cada momento de nuestra existencia.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Sin lucha no puede haber victoria.

Domingo, 18 de febrero de 2018
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20130418-jesus_tentacion_en_el_desierto_pinturaMc 1, 12-15

Durante siglos, hemos puesto en el perdón de Dios la meta de nuestras relaciones con Él. Esta idea de Dios está en las antípodas del evangelio. Jesús nos dice que el perdón es el punto de partida. Nuestro concepto de pecado se basa en el mito de la ruptura. A partir de ahí, la religiosidad consistirá en una recuperación de lo perdido. Hoy tenemos datos para intentar otras explicaciones. Somos fruto de la evolución y seguimos avanzando.

El pecado es una de las experiencias más dolorosas y humillantes del ser humano. Lo que tenemos que superar es una explicación demasiado primitiva de fallo y descubrir un modo de afrontarlo que pueda ser útil para superarlo eficazmente. El mal no tiene nada de misterio. Es consecuencia inevitable de nuestra condición de criaturas limitadas. Una inercia de tres mil millones de años de evolución, que nos empuja hacia el individualismo, no puede ser contrarrestada por unos cientos de miles de años de trayectoria humana.

El primer objetivo de todo ser vivo fue mantener esa vida contra todas las agresiones externas e internas. Esta experiencia se va almacenando en el ADN. Gracias a él, la vida no solo se conservó, sino que fue alcanzando cotas más altas de perfección, hasta llegar al “homo sapiens”. Su relativa perfección permite al hombre unas relaciones completamente distintas; ahora fundadas en la armonía. Pero permanece el instinto de conservación que le lleva al individualismo. La visión miope tiene que ser superada por un nuevo conocimiento.

Fijaos bien que los tres temas clásicos de la cuaresma son: Oración, ayuno, limosna. En ellos quedan resumidas todas las posibles relaciones humanas: con Dios, con uno mismo, con los demás. La calidad humana del hombre depende de la calidad de sus relaciones. Si no sobrepasan lo puramente instintivo, esas relaciones estarán basadas en un individualismo feroz, buscando el provecho biológico inmediato. Si esas relaciones están basadas en el conocimiento de tu auténtico ser, te llevarán a la armonía con todos los seres.

El hecho de que Mc sea tan breve, siendo el primero que escribió, nos está diciendo que en Mt y Lc, se trata de una elaboración progresiva, y no de un olvido de los detalles por parte de Mc. También pudiera ser que Mt y Lc encontraran ya el relato ampliado en la fuente Q, anterior a Mc. En todo caso, esas diferencias nos estarían demostrando el carácter simbólico del relato, más allá de las limitaciones de tiempo y lugar. Mc está planteando en tres líneas toda la trayectoria humana de Jesús.

El objetivo del relato es muy distinto en Mt y Lc, y en Mc. Este último no pretende ponernos en guardia sobre las clases de tentaciones que podemos experimentar. En Mc no hay tres tentaciones, porque plantea toda su vida como una constante lucha contra el mal. En el evangelio de Mc, no vuelve a aparecer Satanás. Su lugar lo van a ocupar instituciones y personas de carne y hueso, que a través de toda la obra intentarán apartar a Jesús de su misión liberadora. La tentación está siempre a nuestro alrededor.

Inmediatamente. Comienza la lectura de hoy con la anodina frase de siempre “en aquel tiempo”. Es interesante saber que en el versículo anterior nos habló de la bajada del Espíritu sobre Jesús en el bautismo. Es muy significativo que el Espíritu se ponga a trabajar, de inmediato. Toda la actuación de Jesús se realiza bajo la fuerza del Espíritu. Este Espíritu, no es todavía el “Espíritu Santo” según la idea que nosotros tenemos; se trata de la fuerza de Dios que le capacita para actuar.

El Espíritu le empujó. El verbo griego empleado es “ekballo” = Empujar, echar fuera. No se trata de una amable invitación, sino de una acción que supone una cierta violencia. El Espíritu no abandona a Jesús, pero le arrastra a otro lugar: el desierto. Al recibir el Espíritu en el bautismo, Jesús no queda inmunizado y apartado de la lucha contra el maligno. Como todo hijo de vecino (hijo de hombre), Jesús tiene que debatirse en la vida para alcanzar su plenitud. Precisamente por haber alcanzado la meta como ser humano, está capacitado para marcarnos el camino a nosotros.

Al desierto. El desierto es el lugar teológico de la lucha, de la prueba; y, superada la prueba, del encuentro con Dios. Es imposible comprender todo el simbolismo del desierto para el pueblo judío. La clave de su historia religiosa se encuentra en el desierto. Jesús sufre las mismas tentaciones que Israel, pero las supera. No se trata del desierto físico, sino del símbolo de la lucha. Es muy significativo que todos los evangelios nos hagan ver cómo Jesús encontrará a Satanás en su mismo pueblo.

Se quedó en el desierto cuarenta días. El número cuarenta es otra clave simbólica para entender el relato: 40 días duró el diluvio, 40 años pasó el pueblo judío en el desierto. 40 días estuvo Moisés en el Sinaí. 40 días fueron necesarios para que se conviertan los ninivitas. 40 días camina Elías por el desierto. No se trata de señalar un tiempo cronológico, sino de evocar una serie de acontecimientos salvíficos en la historia del pueblo judío, que quedarán superados por la experiencia de Jesús.

Tentado por Satanás. “Peireo” indica más bien una prueba que hay que superar. No puede haber un aprobado si no hay examen. ‘Satán’ significa el que acusa en el juicio, exactamente lo contrario que ‘paráclito’, el que defiende en un juicio. En Mt y Lc, las tentaciones tienen lugar al final de los cuarenta días de ayuno. En Mc no aparece el ayuno por ninguna parte, y la tentación abarca todo el tiempo que duró el retiro en el desierto. Mc no nos habla de penitencia, sino de lucha.

Estaba entre las fieras. La traducción oficial de “alimañas” condiciona la interpretación. El texto griego y el latino dice: animales salvajes concretos, conocidos por todos. Puede entenderse como que Jesús está en la vida en medio de todas las fuerzas que condicionan al hombre, unas buenas (Espíritu, ángeles), otras malas (Satanás, fieras). Pero también podría aludir a los tiempos idílicos del paraíso, donde la armonía entre seres humanos y la naturaleza entera era total. Recordemos que el tiempo mesiánico se había anunciado como una etapa de armonía entre hombres, naturaleza y fieras.

Y los ángeles le servían. El verbo que emplea es “diakoneô”, que significa servir, pero con un matiz de afecto personal en el servicio. En el NT “diaconía” es un término técnico que expresa la actitud vital de servicio, de los seguidores de Jesús. Su primer significado era, “servir a la mesa”. Pero aquí este significado iría en contra de todo el sentido del relato, porque indicaría que en vez de ayunar era alimentado por los ángeles. Podría significar las fuerzas del bien, o expresar que Dios estaba de su parte.

Nada ni nadie puede malearnos sustancialmente; ni el pecado de Adán, ni nuestros propios pecados. Nuestra tarea consiste en ir descubriendo lo que nos deteriora como seres humanos y lo que nos va construyendo como personas.

Meditación

La tentación fundamental es hacer un dios a mi medida,
dejándome llevar por una cómoda idolatría.
El antídoto es el Dios de Jesús,
el Abba que me hace vivir su misma Vida.
Si descubro mi verdadero ser,
surgirán dentro de mí la armonía y la capacidad de amar.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Hambre de Evangelio.

Domingo, 18 de febrero de 2018
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003-jesus-waterHay que hablar del anhelo, de la sed interior y del deseo de la plenitud con las palabras que utiliza hoy la gente. A menudo, el discurso eclesiástico engarza poco con la sensibilidad y el lenguaje de la gente común (Pablo D’Ors)

18 de febrero. Domingo I de Cuaresma

Mc 1, 12-15

Era tentado por Satanás. Vivía con las fieras y los ángeles lo servían

La parábola de Lázaro y el rico Epulón (Lc 16, 19-31) termina con una advertencia, que siguiendo a la teóloga americana Amy-Jill Levine (1956) en su obra Relatos cortos de Jesús, podríamos glosar con este comentario: Haz caso a los mandamientos que te ordenan ayudar a los pobres, a los enfermos y a los hambrientos, o acabarás sufriendo una pobreza peor, un sufrimiento mayor, un hambre más terrible. No solo contribuyas a la colecta de alimentos, sino que además invita al hambriento a tu casa. No solo pongas dinero en la bandeja, sino que además usa tus recursos para proporcionar empleo y apoyo a los necesitados. No trates al enfermo como una carga, sino como a un miembro querido de la familia que merece amor y cuidado. Conoce el nombre de los indigentes, cada uno de los cuales tiene una historia que contar. Admite, como dice Jesús, que no puedes servir a Dios y a Mamón (Lc 16, 13).

Este hambre de Lázaro y los pobres, que no es sólo de pan material, sino espiritual, se satisface proporcionando ayuda de todo orden a quienes lo necesitan. Jesús los invitó a su mesa, y nos dice que Dios los sentará en el Banquete del Reino. En la parábola del Banquete de Bodas, Jesús aconseja que se invite a “pobres, mancos, cojos y ciegos” (Lc, 14, 13).

¡Qué hermoso es cultivar la “Creaturidad”! Un neologismo, quizás, que podríamos definir como el hecho de ponernos en contacto con los seres creados y -¡cómo no!- con el su Creador. ¿Podríamos considerar ésto como “hambre de Dios”? Es posible que no dejara de tener sentido interpretándolo como una invitación a participar todos en la mesa del Banquete de Bodas y del Reino. Todos, como en Tatiana Blue The Nightingale Serenade, de André Rieu: la música, la ardilla, el ruiseñor, los patos, los gansos, la mariposa, el río, el bosque, las nubes y las flores. Música, Naturaleza, Espiritualidad, Evangelio.

La necesidad de la poesía en el mundo actual, y de la poesía mística en particular, la expresó Fernando Rielo en 1985, en un discurso ante la UNESCO: “la poesía es forma de una cultura que pasa por una espiritualidad insobornable; privada de este paso, no puede darnos el fruto de la paz. (…) la cultura es sabiduría que eleva a sistema las intuiciones de la vida. Su lenguaje, la poesía; su fruto, la paz”. Y otro tanto podríamos decir de la espiritualidad que nos oferta el Evangelio. Éste, en términos que entiende el mundo entero. En un lenguaje capaz de ser comprendido incluso por los que los letrados llaman analfabetos. “Hay que hablar del anhelo, de la sed interior y del deseo de la plenitud con las palabras que utiliza hoy la gente. A menudo, el discurso eclesiástico engarza poco con la sensibilidad y el lenguaje de la gente común”, ha dicho en una ocasión Pablo D’Ors, consejero del Papa Francisco.

José Paz, amigo mío y poeta, ha escrito unos hermosos versos en su último libro, Poemas en el tiempo, en el que internacionaliza la sublime tarea -¿divina, humana, evangélica?- de apagar el hambre de pan y de Evangelio.

LA HAMBRUNA DE ETIOPÍA (Fragmento)

(…) Si entre todos los hombres del mundo

existiese un poco de amor,

ante tamaño dolor

digamos un no rotundo;

no perdamos ni un segundo;

vayamos a socorrer

las plantas, que en su nacer,

habrían de echar corolas.

¡No las dejemos tan solas

ni de hambrunas perecer!

 

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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¿Qué experiencias de desierto sostienen mi vida?

Domingo, 18 de febrero de 2018
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hombre_rezando_en_el_desiertoMc 1, 12-15

El texto del evangelio de este domingo empieza diciéndonos que el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Parece que el texto contradice lo que nos enseña el apóstol Santiago: “Nadie diga en la tentación que es tentado por Dios. Porque Dios ni puede ser tentado al mal, ni tienta a nadie; sino que cada uno es tentado por su concupiscencia, que lo atrae y seduce” (1, 13-14)

A muchas generaciones nos han educado diciéndonos que las tentaciones eran pruebas que teníamos que pasar, luchas en las que muchas veces perderíamos, porque vencería la fuerza del mal. Nos enseñaron a temerlas, como algo negativo. Hoy vamos a ver su dimensión positiva, tanto si proceden de estímulos de fuera de nosotros, como si son nuestros deseos y miedos las que desencadenan el proceso.

A Israel se le hizo muy laaaargo el tiempo de prueba en el desierto, de lucha contra sus propias debilidades y miedos. Lo expresó diciendo que habían estado 40 años de prueba, porque cuarenta años era el tiempo que tardaba toda una generación infiel en desaparecer y dejar paso a otra generación que fuera capaz de empezar algo nuevo.

Una generación tuvo que aprender de los errores cometidos por la anterior y reflexionaron de este modo:

“Acuérdate del camino que el Señor te ha hecho andar durante cuarenta años a través del desierto con el fin de humillarte, probarte y conocer los sentimientos de tu corazón y ver si guardabas o no sus mandamientos. Te ha humillado y te ha hecho sentir hambre para alimentarte luego con el maná, desconocido de tus mayores; para que aprendieras que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del Señor. No se gastaron tus vestidos ni se hincharon tus pies durante esos cuarenta años. Reconoce en tu corazón que el Señor, tu Dios, te corrige como un padre hace con su hijo. Guarda los mandamientos del Señor, tu Dios; sigue sus caminos y respétale”. (Deuteronomio 8, 26)

Han pasado más de tres mil años y los errores de entonces son sabiduría para nosotros.

Moisés necesitó 40 días, para ser transformado en lo alto del Sinaí. Necesitó mucho tiempo para captar el sueño de Dios sobre su pueblo, para comprender que era imprescindible un comportamiento moral para que pudieran respetarse unos a otros. La raíz de ese comportamiento tenía que ser una profunda experiencia de Dios: podrían amar a Yahvé con todo su corazón, su mente y sus fuerzas si antes caían en la cuenta que, de ese modo, eran amados por Dios.

Pero, al bajar del monte para compartir esta revelación, el pueblo se había hecho su becerro de oro. Se les hizo larga la estancia de Moisés en la cima del monte, y organizaron una fiesta para distraerse y gozar de lo tangible.

También este error se ha convertido en sabiduría para todo el pueblo judío y para la Iglesia.

Jesús, en una profunda soledad, tuvo una experiencia fundante, que marcó su vida y le dio un giro. Se enfrentó a lo que todos los seres humanos nos tenemos que enfrentar una y otra vez:

· Que nacemos con un germen de poder. Esa semilla intenta crecer y expandirse por todos los medios posibles. Fijémonos en los poderosos de la tierra, para ver los efectos devastadores del crecimiento de este germen. Para conseguir ese poder, para tener parte en el banquete de los poderosos, podemos llegar a arrodillarnos ante los demás y “adorarlos”.

Jesús nos dice: el amor y el servicio son dos formas de poder que dan vida.

· Queremos quitar los obstáculos de nuestro camino para tener la vida más fácil. Intentamos convertir “las piedras en panes” con lo tenemos a mano: amenazas, extorsión, enchufes, mentiras…

Jesús nos dice: que la Palabra sostenga tu vida.

· Nos sentimos tentados a poner a Dios a nuestro servicio, a comprarle con nuestros ritos y cumplimiento, a negociar, creyendo que está en deuda con nosotros.

Jesús nos invita a vivir como hijos e hijas, sin tentar a Dios.

¿Cuál es nuestro desierto hoy? El espacio interior, vacío, en el que no cabe nada, ni nadie, de lo que nos sostiene a diario. Allí no pueden entrar ni nuestros seres queridos ni ningún objeto, por preciado que sea. Es un enfrentamiento, cuerpo a cuerpo con el mal… ¡incluso con Dios!

¿Cuántas veces hemos experimentado este desierto? ¿Cuánto tiempo hemos pasado en él, sin huir? Igual que Israel, cuando nuestras experiencias de desierto se nos hacen largas, tenemos la tentación de construirnos un “becerro de oro” que dé por finalizada la experiencia. Eso nos permite “bajar inmediatamente de la cima del monte” donde el encuentro con Dios puede llegar a ser casi insoportable, por su densidad y hondura.

Es bueno luchar “cuerpo a cuerpo con Dios”. Es bueno dialogar, preguntar, protestar… ante Dios, porque también crecemos en esta confrontación. Recordemos las palabras de Job: “Voy a quejarme en la amargura de mi alma…” (7, 11) “¿Qué es el hombre para que lo visites todas las mañanas y a cada instante lo sometas a prueba?” (7, 17-18) “Quiero hablar con el Omnipotente, quiero discutir con Dios” (13,3) “Siempre mi queja es una rebelión” (23,2).

Es bueno luchar en el desierto, en nuestro propio desierto, y es imprescindible que la lucha acabe en rendición, para poder experimentar lo mismo que Dios le dijo a Job: “Atiende, escúchame, calla hasta que yo haya terminado de hablar. Si tienes algo que decir, habla, pues yo deseo darte la razón. Si no tienes nada, escúchame; calla y yo te enseñaré la sabiduría” (33, 31-33)

Que en esta cuaresma podamos acoger esta sabiduría, personalmente y en los grupos o comunidades de los que formamos parte.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.

Imaginemos el impacto que pudo suponer para Jesús y su entorno el brutal asesinato de Juan Bautista en medio de un espectáculo, con danza incluida, para entretener a los poderosos. Era un hombre que había anunciado la conversión y reavivado la esperanza del pueblo.

Para Marcos, la muerte de Juan marcó un antes y un después en la vida de Jesús. Cuando los poderosos consiguieron acallar la voz del precursor, era el momento apropiado –el Kairós- para salir a predicar la Buena Noticia y mostrar los signos del Reino.

Pero empezar predicando en Galilea era como perder el tiempo, en la mentalidad de entonces. Era como “echar perlas a los cerdos”, porque una buena parte de la población estaba contaminada por lo que entonces se consideraba pecado: no subir a Jerusalén a celebrar la Pascua, no respetar el sábado, vivir en estado de impureza, etc. Muchos hombres y mujeres galileos tenían pocas esperanzas de salvación.

Precisamente allí, donde apenas quedaba esperanza humana, llegó Jesús con un mensaje sorprendente y unos signos que hicieron que muchos marginados pudieran ponerse en pie, se liberaran del mal que les aprisionaba y comenzaran un nuevo tipo de vida.

¿Podemos imaginar el impacto que supondrían las palabras y curaciones de Jesús en la gente marginal y desesperanzada? ¿No se nos reaviva nuestra pasión evangelizadora, para ofrecer hoy caminos de liberación hoy?

El gesto de recibir la ceniza ha sido como calzarnos las botas de montaña, ponernos la ropa adecuada, colocarnos la mochila al hombro y empezar “a caminar hacia el centro de nuestro ser”, conscientes de que este camino nos humaniza y diviniza al mismo tiempo. Desde ahí podemos salir al encuentro de los demás con otra hondura, con un amor más limpio y la fuerza del Espíritu; más libres de enredos emocionales y con más gratuidad.

Marifé Ramos (www.mariferamos.com)

Fuente Fe Adulta

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¿Tentaciones o intentos?

Domingo, 18 de febrero de 2018
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icono_cristo_pantocratorDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. LA VIDA ES CAMINAR POR EL DESIERTO.

Los cuarenta días cuaresmales evocan los 40 años que las tribus hebreas caminaron por el desierto (de la vida) hasta llegar a la tierra de libertad.

La vida es caminar por el desierto de las dificultades, crisis, enfermedades, problemas con una gran nostalgia de libertad, de tierra de promisión.

02. LAS TENTACIONES DE JESÚS.

Hemos escuchado cómo Jesús vivió también la tentación. Jesús fue hombre como nosotros, menos en el pecado.

Las tentaciones de Jesús no pensemos que se producen materialmente en el desierto y, de la noche a la mañana, una vez vencidas, Jesús queda libre de todo peligro. Por tanto hemos de pensar que Jesús fue tentado, como todos nosotros, a lo largo de toda su existencia.

Marcos no especifica las tentaciones que sufrió Jesús. Pero hemos de pensar que sufrió las mismas tentaciones que padecemos todos en la vida, pues Jesús se hizo hombre semejante en todo a nosotros, menos en el pecado.

La escena del evangelio de hoy se sitúa “a continuación” del bautismo de Jesús en el Jordán, donde el Espíritu desciende sobre Jesús: este es mi Hijo.

“Cuarenta días” es toda la vida.

Jesús atravesó el desierto de la vida, y durante toda su vida tuvo sus tentaciones, como todos.

03. ¿LA GRAN TENTACIÓN (INTENTO) NO SERÁ EL DESEO DE ABSOLUTO?

b01_8La tentación no es una invitación al pecado, sino una llamada al infinito.

En lo más hondo de nuestro ser, todos tenemos una nostalgia infinita de vida y bienestar. Somos un eterno deseo incumplido, al menos hoy por hoy. Somos una pasión infinita.

Todo ser humano es una búsqueda infinita. Esta eterna búsqueda no es una cuestión religiosa. La llamada de la felicidad no depende de que uno sea creyente o no. Todos, creyentes y no creyentes, tenemos “hambre y sed de todo y del Todo.” “Todo placer reclama eternidad. El gozo quiere ser eterno”, decía Nietzsche, irreligioso terminal.

Somos siempre para nosotros mismos una asignatura pendiente. Somos una diferencia entre lo que somos y lo que quisiéramos ser y vivir.

Ninguna realidad humana llena nuestro corazón. Nunca el placer es bastante, nunca el dinero colma el corazón de ser humano. El hombre se supera a sí mismo infinitamente porque siempre está en camino hacia la plenitud infinita.

Sobrepasamos el mundo de la naturaleza, superamos el listón de nuestros instintos, pero nuestro corazón no se aquieta con la simple satisfacción de nuestras pulsiones e instintos.

San Agustín escribía aquello de: Nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquieto, pues solamente descansará cuando te encuentre.

Un salmo expresa muy bien estas cosas:

Mi alma tiene sed de ti, mi vida ti ansia de Ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua, (Salmo 63,2)

La misma expresión: “tentación”, viene de “intentar”. Intentamos hacernos con la plenitud, “ser como dioses”. La tentación es la continua tentativa de llegar al absoluto. Las tentaciones son momentos concretos y expresiones de ese deseo “irremediable” de felicidad que todos llevamos dentro.

La tentación está llena de sentido: es un querer salir de la limitación, de la pobreza de todo tipo, del sufrimiento para llegar al puerto de la plenitud. La tentación en el fondo es como un querer llegar rápidamente a la felicidad.

Lo que pasa es que en ocasiones nos equivocamos.

04. ¿TENTACIONES, PECADO, EQUIVOCACIONES O DESEQUILIBRIOS?

viewMuchas opciones en la vida más que pecado, son desequilibrios, errores, viejos problemas psíquicos, costumbres inveteradas, tendencias que tienen que ver más con la psicología, cuando no con la patología, que con la moral. Un drogadicto, un ludópata, un alcohólico no tienen tentaciones. La libertad la tienen, la tenemos dañada. Ya San Pablo experimentaba en sí mismo aquello de: hago el mal que no quiero, (Rom 7,19).

Muchas veces las tentaciones son las diversas crisis con las que nos debatimos en la vida: la desesperación, la desconfianza, las amarguras que pueden terminar por llevarnos a una pérdida de la fe, de la esperanza, del amor.
Hay casos límite como puede ser el suicidio, las adicciones a la droga, el erotismo, cleptomanías, ludopatías, etc. En el fondo se busca calmar y salir de un gran dolor existencial: el dolor del rechazo, de la soledad, el dolor del desafecto, de los fracasos, de la ansiedad, del mal trato de la infancia, de las culpabilidades morales, el dolor de “muchas asignaturas pendientes en la vida” o cualquier otro tipo de dolor.

Probablemente las adicciones consisten en buscar salidas (compulsivas) a grandes sufrimientos y ansiedades. Eso no son tentaciones, ni pecado y no sería cristiano culpabilizar (nunca es cristiano culpabilizar). En estas cosas de tentaciones y tendencias del ser humano, se entremezclan y funcionan mecanismos psicológicos, subconscientes e inconscientes, “viejas historias”, etc., que pueden requerir atención médica, psiquiátrica, también espiritual y, sobre todo, cristiana. La bondad y el sentirse querido sana más que mil ritos religiosos.

VOLUNTARISMOS.

Voluntarismo viene de voluntad, fuerza de voluntad.

Demasiado “olímpicamente” decimos que hay que tener fuerza de la voluntad para dominar tal situación, tentación, etc. Pero no siempre las tentaciones, los desequilibrios, adicciones, etc., se resuelven desde la voluntad. No siempre es cierto el refrán castellano: querer es poder. No siempre ni todo el que quiere, puede.

Hay búsquedas y tentaciones que han de ser tratadas desde la medicina, psicología, logoterapia, desde la apertura a la misión, a los demás, desde la bondad.

Los voluntarismos pueden terminar siendo patológicos. Basta recordar directores espirituales, confesores y confesiones que hemos padecido.

05. LA CUARESMA Y LA VIDA SON TIEMPO DE GRACIA Y EVANGELIO

panLa vida es tiempo de gracia y de evangelio.

Que el espíritu, la fuerza de Dios nos atraiga y nos impulse en la vida, de modo que no nos cansemos de caminar, que, tal vez sea la gran tentación

Tentaciones no nos van a faltar, probablemente el pecado estará presente en nuestra vida, pero con toda seguridad quien estará siempre con nosotros es Dios, como la nube que cubría al pueblo por el desierto.

La conversión no equivale a evocar culpabilidades y remordimientos, sino a poner nuestra mirada en Dios. No significa mirar atrás con amargura, sino mirar hacia adelante con esperanza.

Los cristianos vivimos aquello que dice el salmo 31,1:

Dichoso aquel a quien Dios no le tiene en cuenta su culpa,
a quien le han sepultado su culpa.

Con este espíritu vivamos la cuaresma desde el Evangelio: confiad en el evangelio.

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“Nuestra gran tentación”. 5 de marzo de 2017. 1 Cuaresma (A). Mateo 4, 1-11.

Domingo, 5 de marzo de 2017
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20130418-jesus_tentacion_en_el_desierto_pinturaLa escena de “las tentaciones de Jesús” es un relato que no hemos de interpretar ligeramente. Las tentaciones que se nos describen no son propiamente de orden moral. El relato nos está advirtiendo de que podemos arruinar nuestra vida, si nos desviamos del camino que sigue Jesús.

La primera tentación es de importancia decisiva, pues puede pervertir y corromper nuestra vida de raíz. Aparentemente, a Jesús se le ofrece algo bien inocente y bueno: poner a Dios al servicio de su hambre. “Si eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”.

Sin embargo, Jesús reacciona de manera rápida y sorprendente: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de boca de Dios”. No hará de su propio pan un absoluto. No pondrá a Dios al servicio de su propio interés, olvidando el proyecto del Padre. Siempre buscará primero el reino de Dios y su justicia. En todo momento escuchará su Palabra.

Nuestra necesidades no quedan satisfechas solo con tener asegurado nuestro pan. El ser humano necesita y anhela mucho más. Incluso, para rescatar del hambre y la miseria a quienes no tienen pan, hemos de escuchar a Dios, nuestro Padre, y despertar en nuestra conciencia el hambre de justicia, la compasión y la solidaridad.

Nuestra gran tentación es hoy convertirlo todo en pan. Reducir cada vez más el horizonte de nuestra vida a la mera satisfacción de nuestros deseos; hacer de la obsesión por un bienestar siempre mayor o del consumismo indiscriminado y sin límites el ideal casi único de nuestras vidas.

Nos engañamos si pensamos que ese es el camino a seguir hacia el progreso y la liberación. ¿No estamos viendo que una sociedad que arrastra a las personas hacia el consumismo sin límites y hacia la autosatisfacción, no hace sino generar vacío y sinsentido en las personas, y egoísmo, insolidaridad e irresponsabilidad en la convivencia?

¿Por qué nos estremecemos de que vaya aumentando de manera trágica el número de personas que se suicidan cada día? ¿Por qué seguimos encerrados en nuestro falso bienestar, levantando barreras cada vez más inhumanas para que los hambrientos no entren en nuestros países, no lleguen hasta nuestras residencias ni llamen a nuestra puerta?

La llamada de Jesús nos puede ayudar a tomar más conciencia de que no sólo de bienestar vive el hombre. El ser humano necesita también cultivar el espíritu, conocer el amor y la amistad, desarrollar la solidaridad con los que sufren, escuchar su conciencia con responsabilidad, abrirse al Misterio último de la vida con esperanza.

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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”Jesús ayuna cuarenta días y es tentado”. Domingo 5 de marzo de 2017. Domingo 1º de Cuaresma, ciclo A.

Domingo, 5 de marzo de 2017
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14-CuaresmaA1Leído en Koinonia:

Gn 2,7-9; 3,1-7: Creación y pecado de los primeros padres
Salmo responsorial 50: Misericordia, Señor: hemos pecado
Rom 5,12-19: Si creció el pecado, más abundante fue la gracia
Mt 4,1-11: Jesús ayuna cuarenta días y es tentado

 Los comentarios bíblico-litúrgicos para ayudar a la elaboración de las homilías dominicales de este típico “domingo de las tentaciones”, el primero de cuaresma, suelen presentar en esta ocasión un sencillo paralelismo antagónico: la primera tentación fue la que se le presentó a Eva, que acabó en el pecado; pero ha habido otra tentación, la que sufrió Jesús en el desierto, que acabó en victoria, de la que podemos tomar ejemplo. En esta línea es muy fácil encontrar comentarios en la red. Por eso mismo quisiéramos nosotros hacer esta vez una aportación diferente, en sentido crítico. Obviamente, este aspecto no será apropiado en cualquier caso para convertirlo sin más en una homilía… pero creemos que tampoco sería bueno que una homilía olvide este aspecto crítico. En todo caso, cada agente de pastoral sabrá lo que su comunidad necesita, y sabrá encontrarlo en otros puntos de servicio bíblico-litúrgico de la red.

 La primera lectura de este domingo reúne, resumidamente, dos importantes relatos bíblicos: el de la creación y el del pecado original. Son muy significativos, muy importantes, y hoy día, también muy problemáticos.

 Es importante hacer recordar a los oyentes que estos textos, y todos los que forman el grupo de los once primeros capítulos del Génesis, que se refieren a los inicios de la «historia de la Salvación», han sido entendidos desde siempre de un modo literal. Todas las generaciones que nos precedieron en la fe los entendieron así. Seguramente que nuestros padres -y ciertamente nuestros abuelos- nunca pensaron otra cosa, y muchos cristianos mayores también lo piensan hoy día. Desde tiempo inmemorial, estos textos han fungido para muchísimas generaciones, como una fuente capital de su comprensión del mundo y de la historia. Las “coordenadas generales” que estos mitos trazan (Dios arriba, naturaleza abajo, un acto divino de creación que pone en marcha el cosmos, una creación del ser humano distinta a la creación de todos los demás seres, Dios que prohíbe comer el fruto del árbol, la desobediencia del ser humano que se convierte en el «pecado original» que transformará la suerte de toda la humanidad posterior –¡y del cosmos!–, el protagonismo principal de la mujer en este pecado, el enfado de Dios, su consecuente ruptura de relaciones con la Humanidad por haber comido ésta el fruto prohibido…), han sido para toda esa humanidad judeocristiana de los tres mil últimos años, el “paradigma” desde el que han entendido tanto el mundo, como a Dios, como a sí mismos, es decir, la realidad global. Estamos ante unos mitos religiosos ante los que hay que descalzarse, como quien pisa tierra sagrada.

 Hace apenas cien años, en 1906, la Pontificia Comisión Bíblica –respaldada obviamente por la Inquisición romana, la actual Congregación para la Doctrina de la Fe, que todavía no se llamaba Santo Oficio–, reafirmaba solemnemente, y bajo pena de excomunión a quien no lo aceptara, que el contenido de los once primeros capítulos del Génesis es histórico, no mitológico.

 Es importante recordar a los oyentes que hoy no creemos que estos relatos haya que entenderlos así, literalmente. Es decir: que hoy sabemos que la Biblia no puede decirnos cómo fue el origen del cosmos, ni el del ser humano. Que la Biblia no contiene mensajes de física, ni de química, ni de biología evolutiva, ni de geofísica o astrofísica… que nos informen sobre todos esos campos. Y que por tanto se puede ser cristiano y aceptar lo que la ciencia nos dice hoy, incluidas las opiniones contrarias a tantas afirmaciones y supuestos incluidos en estos relatos bíblicos.

 Es importante hacer caer en la cuenta de que esta nueva manera de entender los textos bíblicos no fue fruto de un descubrimiento fácil e ingenuo, sino una intuición laboriosamente trabajada por los biblistas y teólogos, que durante varios siglos han tenido que enfrentarse a la oposición y a la condena de las autoridades de sus respectivas Iglesias. Todavía hoy, en tiempo de Benedicto XVI, el biblista argentino Ariel Álvarez Valdés, doctor en teología bíblica por la universidad de Salamanca, fue públicamente adversado y perseguido por la Secretaría de Estado del Vaticano por no sostener de la historicidad de Adán y Eva y su pretendido pecado original (véase su propio testimonio en Youtube [http://www.youtube.com/watch?v=2Ys3kcwjbSY&list=PL84001F9AB27C6E32].

 Todo cristiano medianamente culto puede tener su opinión sobre el origen del mundo, igual que puede tener sus opiniones en medicina, en astronomía o en psicología, libremente, sin coacción, y sin que haya ninguna opinión «oficial» de la Iglesia en esos campos que pudiera ser «obligatoria». Los relatos bíblicos están en otro plano, un plano simbólico, que no afecta al campo autónomo de la ciencia. Esto es al menos lo que solemos decir hoy día, después del Vaticano II, pero sería más correcto reconocer que aquellos relatos no fueron concebidos, como decimos, meramente en un plano simbólico; para nuestros ancestros religiosos-y-culturales, esos relatos eran históricos, y con esa historia inventada, sin ningún fundamento científico, trataban de encontrar respuestas a problemas humanos y existenciales de muy diverso género (el mal, la felicidad, la vida, nuestro origen, nuestro fuuro…). Es ahora, sólo ahora, cuando nosotros, al ver que sus creencias expresadas en esos mitos estaba profundamente equivocadas –como hoy sabemos por la ciencia– sostenemos que esos mitos sólo podemos interpretarlos de un modo puramente simbólico. Nuestros antepasados –hasta nosotros mismos hace 50 años entre los católicos– los hemos considerado obligadamente históricos, literales, contados directamente por la misma boca reveladora de Dios.

 Hay que dar claramente al público cristiano la buena noticia de que hoy no sostenemos que el símbolo judeo-cristiano del llamado «pecado original» tenga un fundamento histórico. No hay por qué sostenerlo. Más bien resulta prácticamente imposible que lo tenga, por cuanto lo más probable es que no hubo un solo filum biológico evolutivo de surgimiento de nuestra especie, y el poligenismo es hoy la opinión más común de la ciencia. La proclamación que la Iglesia católica hizo del monogenismo en el siglo pasado se debió al espejismo (que todavía sufría) de pensar que el significado del símbolo del pecado original dependía efectivamente de un pecado histórico real que habría cometido una primera pareja de la que descendemos absolutamente todos los hombres y mujeres.

 Resulta especialmente importante aclarar que hoy día resulta del todo inverosímil -teológicamente hablando- todo el conjunto simbólico de la tentación y el pecado original: pensar que toda la humanidad esté en una situación de postración espiritual (que sea una massa damnata, una «muchedumbre condenada», como repetía san Agustín) a raíz de un supuesto primer pecado de una inexistente primera pareja, y pensar que debido a ello Dios habría roto sus relaciones con la Humanidad, y que esa ruptura no podría ser superada sino nada menos que con la sangre de la muerte en cruz del Hijo de Dios, tal y como ha sido presentado por la tradición más común y constante del cristianismo, resulta hoy absolutamente inaceptable. Deben por tanto sentirse aliviados todas las personas que se sienten incómodas ante las acostumbradas explicaciones homiléticas al respecto, tan parecidas a las catequesis infantiles que recibimos cuando fuimos niños, y como nosotros, todas las generaciones cristianas durante más de milenio y medio.

 Otras varias salvedades y comentarios críticos también muy importantes se podrían hacer entre los temas implicados en esos dos grandes relatos bíblicos que han sido juntados en la primera lectura de este domingo (por ejemplo sobre la «transcendencia» de Dios, que ahí se presenta como obvia, sobre la imagen misma de “theos”, la visión negativa de la realidad que conlleva la creencia en un primer «pecado primordial», la terrible inferiorización y culpabilización de la mujer causada por ese texto…). Ya hemos dicho que no pretendemos que esta lista de advertencias críticas sea el contenido de una homilía, sino simplemente el trasfondo crítico a tener en cuenta a la hora de hablar de las “tentaciones” y del “pecado”, para lo que sin duda se encontrará mucho material en los numerosos portales de servicio bíblico de la red.

 Es importante que digamos claramente, e insistamos, en que se puede ser cristiano y ser «persona de hoy» en las propias opiniones científicas. Y que hay otras formas de hablar del la realidad del mal y del pecado, que la de tomar como referencia unos mitos religiosos elaborados hace dos milenios y medio.

 Finalizamos diciendo que ya que tantas veces hemos insistido en el pecado original y en sus fatales consecuencias para toda la humanidad, sería bueno compensar esa actitud refiriéndonos a lo que hoy intuye la teología de frontera: que, más bien, lo original no fue un pecado, sino una bendición… Puede ayudar el libro de FOX, Mathew, “Original Blessing”, Bear & Company 1983; traducido como: La bendición original. Una nueva espiritualidad para el hombre del siglo XXI, Obelisco, Barcelona 2002, 410 pp Leer más…

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Dom 5.3.17. Tentaciones de Jesús ¿pecados de la Iglesia?

Domingo, 5 de marzo de 2017
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acua01bnk01Del blog de Xabier Pikaza:

Dom 1 de Cuaresma, ciclo A. Mt 4, 1-11. Suelen llamarse tentaciones de Jesús, como si hubiera sido suyas, y no tuvieran nada que ver con la Iglesia o con nosotros. Pero el evangelio las presenta como riesgos de pecado de la Iglesia, esto es, de los seguidores de Jesús (es decir, de nosotros), aunque estén escenificadas en Jesús. Son tres como se sabe:

‒ La primera es la del pan, comerlo todo, asegurar la vida a base de dinero. En esta tentación ha caído bastante la Iglesia, que ha querido tener, conseguir mucho dinero. Y es evidente que a veces ha hecho bien con sus tesoross: catedrales, obras de arte, palacios… y sobre todo asistencia social, comida a los pobres, hospitales…

Pero en ese camino la iglesia ha corrido el riesgo de quedar entrampada en el dinero, destruyendo así el mensaje de Jesús, su propia identidad cristiana. Bueno será que lo recordemos y cambiemos, esa cuaresma.

‒ La segunda tentación es el poder espiritual, saberlo todo, tener todas las respuestas, dominando a los fieles con un tipo de “dictadura espiritual”. Ésta ha sido la tentación de los “milagros”, como si la Iglesia tuviera el monopolio de la sabiduría, en forma un poco máfica: “doctores tiene la Iglesia que os sabrán responder”.

Se trata de por andar por ahí sobrados de razones, dando respuestas de todo, a diestro y siniestro, diciendo a los demás lo que han de hacer… Jesús no quiso eso, ni hizo los milagros “del diablo”, ni intento saber más, ni imponer sus razones a los demás.

‒ La tercera tentación es el poder-poder, sin más: “Todo esto te daré”, los reinos del mundos, las riberas sagradas (como en la novela de Redondo, de ese título). La iglesia ha querido y quiere, en ciertos estamentos, dominar el mundo, como poder supremo, las tres tiaras (sacerdocio, profecía, reino…).

Ciertamente, ella quiere un poder para bien, es evidente, pero en el camino son (somos) muchos los dominados por el ansia de poder, que podemos utilizar la religión como forma de mando: Por el Imperio hacia Dios (por Dios hacia el Imperio). Más claro no se podía decir. Pero ese es el argumento del Diablo, como podrá ver quien siga leyendo.

Estas son las tres tentaciones de la Iglesia, que el evangelio ejemplifica en Jesús,
ellas son la reflexión de la liturgia en este primer domingo de Cuaresma, y así las presento en las reflexiones que sigue (utilizando unas páginas de mi Diccionario de la Biblia (Verbo Divino, Estella 2016).

Las reflexiones que siguen no quieren ser una crítica a la iglesia sin más, sino la expresión más honda de su fe, fundada en Jesús, principio de una renovación esencial, que ha de comenzar ya, de un modo radical, si es que ella (¿nosotros?) cree/creemos en el evangelio. Buen fin de semana.

1ª tentación. Mesianismo y pan

imagessinfotogif¡Que las piedras se vuelvan alimento! (4, 2-4).

El primer problema es el hambre, la primera acción mesiánica será ofrecer comida (pan), seguridad económica. A ese nivel nos situaba Gen 2-3: Eva sintió “hambre” de un pan especial (del fruto del conocimiento pleno); también a Jesús le llega el hambre, necesita saciar su deseo. Ésta sigue siendo la principal tentación de nuestro tiempo: saciar para siempre a los hombres (como dice en otro contexto Jn 4, 15, refiriéndose al agua). Parece evidente que sólo es mesías verdadero quien ofrece pan, en programa integral de transformación económica, pero no en la línea del Diablo:

4 2 Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. 3 Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. 2 Pero él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

Aún admitiendo que resulta necesario alimentar a los hambrientos, Jesús sabe que la solución del Diablo (que actúa como la Serpiente de Gen 3), resulta perversa: abandona a los hombres en manos de su lucha por el pan, les encierra en su necesidad económica, para que ellos vendan así su dignidad, esto es, su palabra, por alimento o dinero. El tentador intenta cerrar a los hombres en el círculo del poder material de la comida, en la línea de Gen 3 donde el mismo tentador dice a los primeros hombres que pueden convertir todo en comida. Se trata de que todo sea pan, todo dinero, al servicio del hambre de posesión ilimitada de los hombres.

16998981_746689895508205_538228153937515892_nEl Diablo dice ahora: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes, Pero él responde: No sólo de vive el hombre, sino de toda palabra… Ser Hijo de Dios significaría imponerse por pan sobre los hombres, convertir todo en alimento, y hacer que todos coman, cumpliendo de inmediato sus deseos materiales y obteniendo así el control material sobre la vida. Ésta es la tentación (la de de Eva, en Gen 3) que ahora se repite en Jesús. El hombre se descubre como ser necesitado, limitado por el mandato (¡no comas!) y el deseo (¡Jesús sintió hambre!). Trascender ese límite, saciar de inmediato la necesidad: esa sería la señal mesiánica, la divinización del humano, que Jesús descubre como tentación diabólica:

Pervivencia y triunfo del Diablo. La humanidad actual (año 2017) sabe producir, de forma que parece estar capacitada para realizar el deseo del Tentador: convertir las piedras en pan, saciar un tipo de hambre. En esa línea, en conjunto, con su desarrollo científico y técnico, el hombre puede resolver el tema de la producción, alimentando a todos los hambrientos de la tierra, y consiguiendo externamente aquello el Diablo que quería. Pues bien, conforme al camino de Jesús, en el fondo de ese deseo (¡convertir las piedras en pan o dinero!) se esconde la tentación de la Mamona (Mt 6, 24), es decir, del dinero/pan convertido en anti-dios, verdad única del hombre que adora algo que él mismo ha producido (¡capital financiero!), un pan que lleva en sí el germen de la división de unos contra otros (como formula en otro plano 25, 31-46, situando junto a la del pan otras necesidades humana, y como ratifica 26, 6-13, hablando de un tipo de pan más elevado).

‒ Verdad de Jesús, la palabra. Frente al pan del Diablo, que sería una especie de capital divinizado, que divide/destruye a los hombres, apela Jesús a un poder más alto: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (cf. Dt 8, 3 LXX), una palabra que se escucha y acoge, que se comunica y comparte en forma de comunicación interhumana. Ciertamente, el pan que sacia el hambre física se debe compartir (como irá mostrando el evangelio: multiplicaciones), pero, cerrado en sí, ese pan puede conducir a la idolatría del poder y a la acumulación y posesión que enfrenta a unos con los otros. En contra de eso, la Palabra de Dios ha de ser por siempre origen y sentido de comunicación humana, en la línea del mensaje de Jesús y de la Última Cena (Mt 26, 25-30). Más que la producción (convertir piedras en pan) y la posesión (amontonar un Capital divinizado), la palabra de Dios suscita y funda un tipo de comunicación universal.

Nuestra humanidad (siglo XXI) sabe producir, pero no ha querido aprender a compartir, no ha conseguido que sus miembros dialoguen de un modo fraterno, desplegando su vida a nivel de palabra, es decir, de búsqueda compartida de fraternidad, en apertura a Dios, en comunión de vida. Allí donde la economía es sólo economía (en manos del deseo impositivo de los potentados) y el poder acaba siendo medio de imposición y engaño (como en el Diablo), el humano corre el riesgo de perderse a sí mismo, cayendo en manos de su pura destrucción. Leer más…

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“Necesidades, miedo y ambición.” Domingo 1 de Cuaresma. Ciclo A.

Domingo, 5 de marzo de 2017
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b22a3fce51f505a5a401188868d40d8272a45212ee87d5e9b9286b3f7d4fbe95Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo.

Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo:

«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.»

Pero él le contestó, diciendo:

«Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”»

Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice:

«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras.”» 

Jesús le dijo:

También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios.”»

Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo:

«Todo esto te daré, si te postras y me adoras.»

Entonces le dijo Jesús:

«Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto.”»
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.

El primer domingo de Cuaresma se dedica siempre a recordar el episodio de las tentaciones de Jesús. El relato más antiguo, el de Marcos, es muy breve y misterioso. Mateo y Lucas lo completaron con las tres famosas tentaciones que todos conocemos, y que empalman con el episodio del bautismo, en el que la voz del cielo proclama: «Tú eres mi hijo amado, en quien me complazco». ¿Cómo entiende Jesús su filiación divina? ¿Cómo un salvoconducto para pasarlo bien y triunfar? Todo lo contrario. Inmediatamente después marcha al desierto, y allí va a quedar claro cómo entiende su filiación divina.

Primera tentación

Partiendo del hecho normal del hambre después de cuarenta días de ayuno, la primera tentación es la de utilizar el poder en benefi­cio propio. Es la tentación de las necesidades imperiosas, la que sufrió el pueblo de Israel repetidas veces durante los cuarenta años por el desierto. Al final, cuando Moisés recuerda al pueblo todas las penalidades sufridas, le explica por qué tomó el Señor esa actitud: «(Dios) te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios» (Dt 8,3).

En la experiencia del pueblo se han dado situacio­nes contrarias de necesidad (hambre) y superación de la necesidad (maná). De ello debería haber aprendido dos cosas. La primera, a confiar en la providencia. La segunda, que vivir es algo mucho más amplio y profundo que el simple hecho de satisfacer las necesidades primarias. En este concepto más rico de la vida es donde cumple un papel la palabra de Dios como alimento vivifica­dor. En realidad, el pueblo no aprendió la lección. Su concepto de la vida siguió siendo estrecho y limitado. Mientras no estu­viesen satisfechas las necesidades primarias, carecía de sentido la palabra de Dios.

En el caso de Jesús, el tentador se deja de sutilezas y va a lo concreto: «Si eres Hijo de Dios, di que las piedras éstas se conviertan en panes». Jesús no necesita quejar­se de pasar hambre, ni murmurar como el pueblo, ni acudir a Moisés. Es el Hijo de Dios. Puede resolver el problema fácilmente, por sí mismo. Pero Jesús tiene aprendida desde el comienzo esa lección que el pueblo no asimiló durante años: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino también de todo lo que diga Dios por su boca».

La enseñanza de Jesús en esta primera tentación es tan rica que resulta imposible reducirla a una sola idea. Está el aspecto evidente de no utilizar su poder en beneficio propio. Está la idea de la confianza en Dios. Pero quizá la idea más importante, expresada de forma casi subliminar, es la visión amplia y profunda de la vida como algo que va mucho más allá de la necesidad primaria y se alimenta de la palabra de Dios.

Segunda tentación

La segunda tentación (tirarse desde el alero del templo) también se presta a interpretaciones muy distintas. Podríamos considerar­la la tentación del sensacionalismo, de recurrir a procedi­mientos extravagantes para tener éxito en la actividad apostóli­ca. La multitud congregada en el templo contempla el milagro y acepta a Jesús como Hijo de Dios. Pero esta interpretación olvida un detalle importante. El tentador nunca hace referencia a esa hipotética muchedumbre. Lo que propone ocurre a solas entre Jesús y los ángeles de Dios. Por eso parece más exacto decir que la tentación consiste en pedir a Dios pruebas que corroboren la misión encomendada. Nosotros no estamos acostumbrado a esto, pero es algo típico del Antiguo Testamento, como recuerdan los ejemplos de Moisés (Ex 4,1-7), Gedeón (Jue 6,36-40), Saúl (1 Sam 10,2-5) y Acaz (Is 7,10-14). Como respuesta al miedo y a la incertidumbre espontá­neos ante una tarea difícil, Dios concede al elegido un signo milagroso que corrobore su misión. Da lo mismo que se trate de un bastón mágico (Moisés), de dos portentos con el rocío nocturno (Gedeón), de una serie de señales diversas (Saúl), o de un gran milagro en lo alto del cielo o en lo profundo de la tierra (Acaz). Lo importante es el derecho a pedir una señal que tran­quilice y anime a cumplir la tarea.

Jesús, a punto de comenzar su misión, tiene derecho a un signo parecido. Basándose en la promesa del Salmo 91,11-12 («a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en volandas para que tu pie no tropiece en la piedra»), el tentador le propone una prueba espectacular y concreta: tirarse del alero del templo. Así quedará claro si es o no el Hijo de Dios. Sin embargo, Jesús no acepta esta postura, y la rechaza citando de nuevo un texto del Deuteronomio: «No tentarás al Señor tu Dios» (Dt 6,16). La frase del Dt es más explícita: «No tentaréis al Señor, vuestro Dios, poniéndolo a prueba, como lo tentasteis en Masá (Tentación)». Contiene una referencia al episodio de Números 17,1-7. Aparentemente, el problema que allí se debate es el de la sed; pero al final queda claro que la auténtica tentación consiste en dudar de la presencia y la protección de Dios: «¿Está o no está con nosotros el Señor?» (v.7). En el fondo, cualquier petición de signos y prodigios encubre una duda en la protección divina. Jesús no es así. Su postura supera con mucho incluso a la de Moisés.

Tercera tentación

La tercera tentación, a tumba abierta por parte del tentador, consiste en la búsqueda del poder y la gloria, aunque suponga un acto de idolatría. No es la tentación provocada por la necesidad urgente o el miedo, sino por el deseo de triunfar. Jesús rechaza la condición que le impone Satanás citando Dt 6,13.

Para Mt, Jesús en el desierto es lo contrario de Israel en el desierto. En la época del desierto, el pueblo sucumbió fácilmente a las pruebas inevitables de la marcha: hambre, sed, ataques enemigos. Dudaba de la ayuda de Dios, se quejaba de las dificultades. Jesús, nuevo Israel, sometido a tentaciones más fuertes, las supera. Y las supera, no remontándo­se a teorías nuevas ni experiencias personales, sino a las afirmaciones básica de la fe de Israel, tal como fueron propues­tas por Moisés en el Deuteronomio. Los judíos contemporáneos de Mateo y de su comunidad no tienen derecho a acusar a su fundador de no atenerse al espíritu más auténtico. Jesús es el verdadero hijo de Dios, el único que se mantiene fiel a Él en todo momento.

El problema de la historicidad

Pero el relato de Mt nos obliga a plantearnos el proble­ma de si trata hechos históricos o es ficticio. Porque el diálogo con el tentador, el viaje a la ciudad santa y el otro a una montaña altísima no parecen tener nada de histórico. El hecho de que las tentaciones en Lc sean iguales, sólo que cambiando el orden, no significa nada.

Es interesante recordar que el cuarto evangelio no contiene un episodio de las tentaciones, pero habla de ellas a lo largo de la vida de Jesús. La más fuerte es la del poder, en el momento en que los galileos quieren nombrar a Jesús rey. Y tentaciones muy parecidas en su contenido, no en la forma, se repiten al final de la vida de Jesús, en la cruz: «Si eres Hijo de Dios, sálvate y baja de la cruz» (Mt 27,40). Estas tentaciones reflejan otro dato de gran interés: los tentadores son los hombres, no Satanás.

En resumen, podemos decir:

La tentación es un hecho real en la vida de Jesús, a la que se vio sometida por ser verdadero hombre.

Mt ha recogido este tema para dejarnos claro desde el princi­pio cómo entiende Jesús su filiación divina: no como un privile­gio, sino como un servicio.

En el fondo, las tres tentaciones se reducen a una sola: colocarse por delante de Dios, poner las propias necesidades, temores y gustos por encima del servicio incondicional al Señor, desconfiando de su ayuda o queriendo suplantarlo.

Las tentaciones tienen también un valor para cada uno de nosotros y para toda la comunidad cristiana. Sirven para analizar nuestra actitud ante las necesidades, miedos y apetencias y nuestro grado de interés por Dios.

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Primer Domingo de Cuaresma. 5 Marzo, 2017

Domingo, 5 de marzo de 2017
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di-cuaresma

“Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para ser tentado por el diablo”.

Mt 4, 1-11

Así comienza el evangelio de hoy. Llegaremos a las tentaciones pero vamos a detenernos unos segundos en este comienzo. Pocas veces nos encontramos a Jesús como sujeto pasivo: no dice, no sana, no camina, no cruza a la otra orilla, no va, ni viene… es llevado. Y tan pasivo, que no protesta, no pone impedimentos, se entrega, se deja llevar y de esta manera, se deja hacer por el Espíritu.

Podemos dar un paso más y ahondar en la entrega de Jesús, en ese dejarse llevar. Si vamos más lejos de la simple acción de ser llevado, en esta ocasión desde la zona del Jordán donde acaba de ser bautizado al desierto, nos encontramos con que permanece en el desierto, en la soledad, en el silencio. Permanece, no importa el número de días, pero no huye de sus ruidos internos, de su miedo; no se engancha al ipod, móvil, tablet, ni a nada de su época que le anestesie la consciencia y disfrace la realidad. Permanece, a pesar de todo, a pesar de sí mismo… dejándose hacer.

Con el paso de los días y lejos de las distracciones exteriores, es ahí, en la quietud del desierto, de su desierto, en medio de la nada, en su noche cuando le asaltan los temores y la voz de su ego: “si eres hijo de Dios…”.

Claro que lo es. Es Hijo de Dios, y además, Amado. Sentir esa certeza en lo más profundo de su ser es lo que le hace permanecer en la soledad del desierto, en la nada. Y sin embargo, esa misma permanencia le agudiza la escucha de la Palabra llenándole de confianza y seguridad, agarrándose a ella una y otra vez: “está escrito…”. Mira cara a cara a sus ruidos, “conversa” con ellos y les pone nombre: Satanás. Como ve que no le aportan nada bueno les pide que se vayan: “Retírate, Satanás”. Y el diablo lo dejó, dice el texto.

Nos cuesta mucho. Nos cuesta la Cuaresma, el ayuno, el silencio con minúsculas, nuestros ruidos, revisarnos (ay, cuánto más fácil revisar a las demás). Reconozcamos que, sí, eso, que lo que nos ocurre es que nos costamos nosotras mismas, que hay días en los que nos cansan nuestras “cadaunadas”.

¿Qué pasaría si nos dejamos llevar al desierto? ¿si en el Silencio miramos nuestros ruidos y les ponemos nombre? ¿Qué pasaría si les decimos “retírate, Satanás”? ¿Qué pasaría si… en definitiva, nos dejamos hacer? Complicada y costosa tarea la que nos pone delante este comienzo de Cuaresma. A por ella. Nosotras también somos Hijas de Dios, además, Amadas… y encima, lo sabemos.

Oración

Padre nuestro, susúrranos tu Palabra Creadora, tu Palabra de vida eterna.

Jesús de Nazaret, tú eres nuestro Maestro, deseamos dejarnos hacer.

Espíritu Santo, llévanos al desierto, llévanos al Silencio.

Trinidad Santa, en vos confiamos. Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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La tentación es siempre una oferta engañosa

Domingo, 5 de marzo de 2017
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img_men_2011_2014-3-09_6Mt 4, 1-11

Se nos ha insistido hasta la saciedad que la cuaresma era un tiempo de examen de conciencia para descubrir nuestros fallos, para concienciarnos de que habíamos ofendido a Dios, para sentirnos pecadores. Una vez que descubrimos que estábamos enfangados en la mierda, pedir a Dios que nos sacara de ella y si Dios era reacio a perdonarnos, ahí estaba la muerte de Jesús que nos daba derecho a ese perdón. Pasada la alegría de sentirnos perdonados, llegaba la angustia de volver a fallar. Así año tras año.

La cuaresma es un tiempo privilegiado para analizar la trayectoria humana de nuestra vida y descubrir que, con demasiada frecuencia, nos equivocamos, dando pasos que nos alejan de la meta. No tiene mucho sentido que nos paremos a analizar la piedra en la que tropezamos, ni si nos hemos alejado un paso o un kilómetro. Se trata de tomar conciencia de dónde nos encontramos y desde ahí, enderezar nuestros pasos hacia la meta.

De lo dicho se desprende, que más importante que mirar hacia tras mortificándonos por los pasos mal dados, es descubrir donde está la meta y comenzar a andar en esa dirección. Lo importante es tomar conciencia clara de donde está la meta. Pero resulta que no puedo saber donde está porque nunca estuve allí. Aquí puede venir en nuestro auxilio la experiencia de otros seres humanos que sí se aproximaron a ella. Para nosotros los cristianos, el hombre que más cerca estuvo de ella es Jesús, por eso es nuestro guía.

Las tentaciones de Jesús y las nuestras, nos advierten de la necesidad de esfuerzo para llegar a la meta. Los animales disponen de un piloto automático que les conduce en todo momento a su propia meta. Al ser humano se le han entregado los mandos de la nave y no tiene más remedio que dirigirla él. No podemos conducir un vehículo manteniendo fijo el volante. Tampoco nadie puede conducirlo por nosotros, ni siquiera Dios.

Las dos primeras tentaciones pretenden convertir a Jesús en oprimido u opresor, a cambio de pan, poder o gloria. Tanto oprimir a otro como dejarse oprimir son ofertas satánicas. La opresión es el único pecado, porque es lo único que nos impide ser humanos. Vamos a analizar las tentaciones de Jesús en lo que tienen de común con las trampas que el placer, con apariencia de bien, tiende a todos los hombres.

A nadie se le ocurrirá hoy tomar el relato del Génesis como un hecho histórico. El pecado de Adán es un mito ancestral. Esto no quiere decir que sea simplemente mentira. El mito, en sentido estricto, es un intento de explicar conflictos vitales del ser humano, que no se puede entender de una manera racional. El relato de Adán y Eva intenta explicar el problema del mal, y lo hace partiendo de las categorías de aquel tiempo.

Tampoco el relato de las tentaciones es una crónica de sucesos. Jesús se retiró muchísimas veces al “desierto”. Se trata de resumir todas las pruebas que tuvo que superar a lo largo de su vida. En Jesús la tentación tiene una connotación especial, porque se plantea conforme a su situación personal. La talla de su humanidad tiene que darla en relación con la tarea que se le ha encomendado: cómo desarrollar su mesianismo.

Los posibles tropiezos al recorrer su camino mesiánico, se relatan condensados en un episodio al comienzo de su vida pública, pero resumen la lucha que tuvo que mantener durante toda su vida. A Jesús no le tentó ningún demonio. La tentación es algo inherente a todo ser humano. Por eso es el mejor argumento a favor de su humanidad. Quien no se haya enterado de que la vida es lucha, tiene asegurado el más estrepitoso fracaso.

No se trata de una elección entre el bien y el mal. El ser humano no es el lugar de lucha de dos fuerzas contrarias: el Espíritu y el diablo, el Bien y el Mal. Esa alternativa no es real porque el mal no puede mover la voluntad. Se trata de discernir lo bueno y lo malo, más allá de las apariencias. La lucha se plantea entre el bien auténtico y el aparente. El plantear una lucha contra el mal no tiene ni pies ni cabeza. Una vez que descubro que algo es malo para mí, no tengo que hacer ningún esfuerzo para vencerlo.

Las tres tentaciones de Jesús no son zancadillas puntuales que el diablo le pone. Se trata de contrarrestar una inercia que, como todo ser humano, tiene que superarla. Ni el placer sensible, ni la vanagloria, ni el poder, pueden ser el objetivo último de un ser humano. El poder y las seguridades, como fundamento de una relación con Dios quedan excluidos. El poder podía haber dado eficacia a su mesianismo, pero no llevaría la libertad al hombre. La salvación tiene que llegar al hombre desde dentro de sí mismo.

No necesitamos ningún enemigo que nos tiente. Somos lo bastante complicados para meternos solitos en esos berenjenales. La tentación es inherente al ser humano, porque en cuanto surge la inteligencia y tiene capacidad de conocer dos metas a la vez, no tiene más remedio que elegir. Como el conocimiento es limitado, puede equivocarse y, adhiriéndose a lo que creía bueno, se encuentra con lo que es malo. Si esto no lo tenemos claro, pondremos el fallo en la voluntad que elige el mal, lo cual es imposible.

Si el problema no está en la voluntad, no se podrá resolver con voluntarismo. Aquí está una de las causas de nuestro fracaso en la lucha contra el pecado. Si el problema es de entendimiento, solo se podrá resolver por el conocimiento. Mi tarea será descubrir lo que es bueno o es malo para mí. Ese “para mí”, se refiere a mi verdadero ser, no al yo egoísta e individualista. Ni siquiera podemos esperar de Dios que me saque del dilema.

En nuestra sociedad tendemos a considerar como bueno lo que la mayoría acepta como tal. El esfuerzo por alcanzar una verdadera humanidad es todavía una actitud de minorías. A través de la historia humana, han sido muy pocos los que han manifestado con su vida una plenitud humana. La mejor prueba es que los consideramos seres extraordinarios. La mayoría de los mortales nos contentamos con vivir cómodamente sin valorar el esfuerzo por llegar a ser algo más. Aquí el valor de la democracia queda muy relativizado.

Elestá escrito,repetido por tres veces, tiene un profundo significado. Adán y Eva pretendieron ser ellos los dueños del bien y del mal, es decir, que sea bueno lo que yo determine como tal y que sea malo lo que yo quiero que lo sea. Es la constante tentación de todo ser humano. Cuando Jesús repite por tres veces: “está escrito”, reconoce que no depende de él lo que está bien o lo que está mal, está determinado, no por una voluntad externa de Dios, sino por la misma naturaleza del ser.

Meditación-contemplación

Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu.
La verdadera conquista de lo humano, se consigue en el interior.
Solo lejos del bullicio, del ruido y de la vorágine de los sentidos
te puedes encontrar contigo mismo y dilucidar tu futuro.

No te dejes engañar por los cantos de sirena.
Son cada vez más y con más poder de seducción.
Pero la fuerza del Espíritu, siempre será mayor,
Y, si te dejas guiar, te conducirá a la plenitud.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Tentaciones de Jesús

Domingo, 5 de marzo de 2017
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003-jesus-waterHe cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer: no he sido feliz (Borges)

5 marzo, I domingo de Cuaresma

Gén 2, 7-9; 3, 1-7 Creación y pecado de los primeros padres

Mt 4, 1-11

No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios

Las tres primeras lecturas sobreabundan en el tema del pecado y sus consecuencias para el hombre: desde Génesis 2 y 3 hasta Romanos 5, pasando por el Salmo 50. El Evangelio, en cambio, hace resaltar la misión de Jesús como proyecto del reino de Dios y la manera concreta de anunciarlo, celebrarlo y llevarlo a la práctica con hechos.

En la tentación referida al hambre –“Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan” (Mt 4, 3)- Satanás ataca a Jesús por el flanco más débil de sus preocupaciones por la gente: satisfacer el hambre de los necesitados; lo recodaba Isaías en 58, 7. Las obras de Misericordia son la esencia del Evangelio y, entre las corporales, después de la atención a la salud figura la de “dar de comer al hambriento.

La segunda tentación, la de saltar del pináculo del templo –“Si eres hijo de Dios, tírate abajo, pues está escrito: Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti; te llevarán en sus palmas para que tu pie no tropiece en la piedra”– es la de la prepotencia y el orgullo. Durante las fiestas Saturnales, introducidas por Roma a principios del siglo III a.C., los esclavos eran frecuentemente liberados de sus obligaciones; en ocasiones eran cambiados con los de sus dueños. Jesús se consideró siempre servidor de servidores.

La tentación de los reinos del mundo y su atracción significa la ambición desmedida por las cosas terrenales: “De nuevo se lo llevó el Diablo a una montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo en su esplendor, y le dijo: Todo esto te daré si postrándote me rindes homenaje”Jesús se mostró contrario a ella cuando (Mt 20, 26-28) se puso como ejemplo de servicio: “Lo mismo que este Hombre no vino a ser servido, sino a servir”.

Un representante del Clasicismo, el francés Ary Scheffer (1795-1858), pintó un lienzo –La tentación de Cristo– en el que nos muestra un Jesús victorioso en el pináculo del Templo.

Yo, por mi parte, no mantendré las expectativas rabínicas de que los ángeles me lleven en sus palmas para que mi pie no tropiece en la piedra (Sal 91, 12), ni que herede todos los reinos de la tierra, pero sí me alistaré en el ejército de los que quieren trabajar por la construcción del reino aquí en la tierra. Como hizo Jaime cuando en la película española dirigida por el cineasta Sigfrid Monleón, El cónsul de Sodoma (2009), su madre le tienta con la ambición, el orgullo y el bienestar mundano. A lo que el hijo le contesta: “Eso no es políticamente correcto nunca; es justicia”“Como si el hombre, harto ya de luchar con sus demonios deciden entregarles el gobierno y la administración de su pobreza”. Postura desafiante y valiente que deja luego clara en un Manifiesto: “Pido que España expulse a esos demonios, que la pobreza suba hasta el gobierno, que sea el hombre el dueño de su historia”. Los partidos políticos han sido creados para servir a los ciudadanos. Cosa que no siempre sucede. La Iglesia jerárquica ha quebrantado gravemente esta norma durante muchos siglos.

Con frecuencia nos acompañan en la vida las calles con las luces apagadas, y hay que encenderlas para vencer demoníacas sombras y revivir los más ilusionantes sueños. En una ocasión dijo Borges: “He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer: no he sido feliz”. Y otra argentina, Mafalda, nos proporciona el secreto para hacerlo: “Cuando no sepas qué ponerte… pues ponte feliz… La felicidad combina con todo”. La fórmula mágica de los hechos, como nos muestra el breve pero aleccionador cuento sufí que relatamos.

ENSEÑANZAS

Dos hombres se encontraban de visita en casa de un maestro y uno le preguntó al otro:

-¿Has venido, también, a escuchar sus enseñanzas?

El otro repuso:

-No, para mí es suficiente ver cómo se ata las sandalias.

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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¿Cómo se presentan hoy las tentaciones?, por Marifé Ramos González

Domingo, 5 de marzo de 2017
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1-cuaresma-1Mt 4, 1-11

El fin de semana en la casa rural prometía ser intenso. El departamento de recursos humanos había organizado un curso sobre “Liderazgo y estilo empresarial”; asistían el director general y las personas más representativas de la empresa.

El objetivo era profundizar en todo aquello que debía convertir a cada asistente en una persona segura, agresiva y triunfadora. Y, sobre todo, entregada en cuerpo y alma a la empresa.

Eva sabía bien lo que podía significar este fin de semana en su vida. Cada vez que había asistido a un curso de este tipo había ascendido un poco más en el escalafón. El “estilo empresarial” se había hecho carne de su carne y estaba a punto de lograr el puesto de directora regional, con el consiguiente aumento de sueldo.

El sábado la formación fue tan intensa que acabó rendida. Salió a tomar el fresco. Tenía un rato de descanso antes de la cena.

El sol se ponía tras la montaña. Empezó a caminar, absorta, por un pequeño sendero que llevaba a la cumbre. No conocía la zona y se fue alejando más y más de la casa rural. Sentía que, de este modo, se alejaba también de las tentaciones que le acechaban allí.

El director general le había dicho:

– Esta noche nos vemos.

Eva sabía que, tras la cena y las copas, tendría que someterse a sus deseos. Cuando se ponía de rodillas ante él, tenía asegurados viajes y joyas. ¡Recibía tanto a cambio de satisfacer sus caprichos! Había algo en la mirada del director que le desagradaba profundamente, pero no tenía valor para enfrentarse a él ni negarse a sus deseos.

Absorta en sus pensamientos, se fue adentrando en una zona rocosa que se hacía cada vez más escarpada, hasta que se dio cuenta de que no podía retroceder por el mismo camino. Cayó la noche. En medio de la oscuridad, tanteando entre las piedras, dio un traspié y rodó varios metros por la ladera de la montaña, hasta acabar en un lugar que parecía un pequeño barranco.

Al ponerse en pie sintió un dolor tan fuerte que no podía caminar. Durante un buen rato gritó con todas sus fuerzas, pidiendo auxilio, pero sus gritos se perdieron en medio de un silencio sepulcral. No tenía ninguna posibilidad de volver a la casa rural.

Se acurrucó junto a un árbol, en postura fetal, temiendo que fuera la peor noche de su vida. Quizá la última.

Pero no fue así.

El hambre, la sed, la soledad y el miedo fueron dando paso a una experiencia sobrecogedora: el cielo, plagado de estrellas, era como un manto que le cubría. Y, en medio de la oscuridad, empezó a percibir su vida con una claridad inusitada.

Se descubrió esclava de algunas personas y de muchas cosas. Se dio cuenta de que la vanidad y la codicia le habían ido enredando y ahora estaba totalmente atrapada. Veía con claridad el alto precio que había ido pagando para conseguir la imagen que tenía.

El cielo estrellado era como una pantalla que le ayudaba a recordar escenas de su vida, desde su infancia. Recordó que había descuidado la relación con sus abuelos y con la gente del pueblo porque le parecían pobres e ignorantes; ahora se daba cuenta de cuanto les debía. Había dejado a un lado el voluntariado que llenó de sentido su adolescencia y juventud. Había renunciado a sus sueños sobre la familia, y solo vivía experiencias puntuales en las que estaba más presente el alcohol que el amor. Apenas había estado en contacto con la naturaleza porque lo consideraba una pérdida de tiempo. Había dejado a un lado a Dios, porque ella se bastaba para conducir su propia vida…

Se despertó con las primeras luces del alba y el canto de los pájaros. Se arrastró como pudo hacia un reguero cercano; con el cuenco de su mano fue llevándose a la boca el agua fresca y transparente. Recordó que así bebía cuando era pequeña, en el manantial que había en el prado de sus abuelos. Comió algunas frambuesas salvajes. Se sintió profundamente agradecida a la naturaleza, que le ofrecía estos pequeños placeres, gratuitos y al alcance de su mano.

De repente, oyó que un helicóptero sobrevolaba la zona y gritó con todas sus fuerzas, agitando con fuerza sus brazos. La vieron. Por megafonía le dijeron que estuviera tranquila, que un equipo se acercaría a rescatarla.

Se arrodilló. Oró. Dio gracias a Dios. No sólo porque le salvaban la vida, sino porque la noche en el barranco le había salvado de perder su dignidad y le había permitido recuperar los valores que había ido perdiendo.

De vuelta hacia la casa, con la pierna entablillada, le dijeron:

– Ha tenido usted mucha suerte. Hay fieras en esta zona y podía haber muerto esta noche.

– He pasado buena parte de la noche luchando contra las fieras que hay en mi interior, sobre todo contra la ambición y la cobardía, –respondió Eva con aplomo–. La lucha ha sido dura pero he vencido.

Los miembros del equipo de rescate se miraron y uno de ellos dijo en voz baja:

– Pobrecilla, después de una noche en este barranco, herida, es normal que diga tonterías.

El director general, al verla, le dijo al oído:

– Cuando te recuperes, nos vemos.

El encuentro con sus compañeros fue apoteósico. Tras agradecer las muestras de cariño, Eva les dirigió unas palabras.

– He logrado un buen puesto en esta empresa renunciando a muchos de mis principios. Mi sueldo ha ido creciendo en la misma medida en la que yo he dejado a un lado mis valores para hacerme a imagen y semejanza de lo que me pedían. Desde hace años he sucumbido a todas las tentaciones que se me presentaban, incluso he sucumbido a los deseos del director general.

Se detuvo unos momentos. Le dirigió una mirada que todos comprendieron. Él se puso rojo y miró hacia otro lado, incapaz de sostener la mirada de Eva. Ella prosiguió.

– Ayer vine a este lugar para aprender a ser una ejecutiva agresiva y adquirir herramientas para triunfar. He pasado la noche en el barranco, sobrecogida por la belleza de las estrellas y experimentando mi fragilidad. He visto con claridad que no quiero que el centro de mi vida sean ni este trabajo, ni los viajes ni las joyas. Me voy de la empresa. Os deseo que también cada uno de vosotros veáis vuestra vida “desde algún barranco” y Dios os ayude a recordar todo lo bueno que habéis perdido por el camino.

Se subió al helicóptero. En tierra quedaban un grupo de hombres y mujeres mirando hacia lo alto, impactados al ver cómo Eva había roto sus ataduras y volaba hacia otro horizonte.

Cuaresma es como el barranco en el que, tomando distancia de nuestra vida diaria, podemos ver con más claridad las tentaciones que nos enredan y esclavizan cada día.

Marifé Ramos González

Fuente Fe Adulta

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No tentarás al Señor, tu Dios

Domingo, 14 de febrero de 2016
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¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
Él es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Por eso, no triunfarán los malvados en el juicio,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.

*

Salmo 1

***

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.

Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.

Entonces el diablo le dijo:

“Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.”

Jesús le contestó:

– “Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre»”.

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

“Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.”

Jesús le contestó:

“Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto»”.

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:

“Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»”.

Jesús le contestó:

“Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios»”.

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

*

Lucas 4, 1-13

(tomado del canal de youtube de José L. Garcia Mallada )

***

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“Identificar las tentaciones”. 1 Cuaresma – C (Lucas 4,1-13)

Domingo, 14 de febrero de 2016
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1-CUAR-267x300Según los evangelios, las tentaciones experimentadas por Jesús no son propiamente de orden moral. Son planteamientos en los que se le proponen maneras falsas de entender y vivir su misión. Por eso, su reacción nos sirve de modelo para nuestro comportamiento moral, pero, sobre todo, nos alerta para no desviarnos de la misión que Jesús ha confiado a sus seguidores.

Antes que nada, sus tentaciones nos ayudan a identificar con más lucidez y responsabilidad las que puede experimentar hoy su Iglesia y quienes la formamos. ¿Cómo seremos una Iglesia fiel a Jesús si no somos conscientes de las tentaciones más peligrosas que nos pueden desviar hoy de su proyecto y estilo de vida?

En la primera tentación, Jesús renuncia a utilizar a Dios para «convertir» las piedras en panes y saciar así su hambre. No seguirá ese camino. No vivirá buscando su propio interés. No utilizará al Padre de manera egoísta. Se alimentará de la Palabra viva de Dios, solo «multiplicará» los panes para alimentar el hambre de la gente.

Esta es probablemente la tentación más grave de los cristianos de los países ricos: utilizar la religión para completar nuestro bienestar material, tranquilizar nuestras conciencias y vaciar nuestro cristianismo de compasión, viviendo sordos a la voz de Dios que nos sigue gritando ¿dónde están vuestros hermanos?

En la segunda tentación, Jesús renuncia a obtener «poder y gloria» a condición de someterse como todos los poderosos a los abusos, mentiras e injusticias en que se apoya el poder inspirado por el «diablo». El reino de Dios no se impone, se ofrece con amor, solo adorará al Dios de los pobres, débiles e indefensos.

En estos tiempos de pérdida de poder social es tentador para la Iglesia tratar de recuperar el «poder y la gloria» de otros tiempos pretendiendo incluso un poder absoluto sobre la sociedad. Estamos perdiendo una oportunidad histórica para entrar por un camino nuevo de servicio humilde y de acompañamiento fraterno al hombre y a la mujer de hoy, tan necesitados de amor y de esperanza.

En la tercera tentación, Jesús renuncia a cumplir su misión recurriendo al éxito fácil y la ostentación. No será un Mesías triunfalista. Nunca pondrá a Dios al servicio de su vanagloria. Estará entre los suyos como el que sirve.

Siempre será tentador para algunos utilizar el espacio religioso para buscar reputación, renombre y prestigio. Pocas cosas son más ridículas en el seguimiento a Jesús que la ostentación y la búsqueda de honores. Hacen daño a la Iglesia y la vacían de verdad.

José Antonio Pagola

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“El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado”. Domingo 1º de Cuaresma

Domingo, 14 de febrero de 2016
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17-cuaresmaC1 cerezoLeído en Koinonia:

Deuteronomio 26, 4-10: Profesión de fe del pueblo escogido.
Salmo responsorial: 90.
Está conmigo, Señor, en la tribulación.
Romanos 10, 8-13Profesión de fe del que cree en Jesucristo.
Lucas 4, 1-13: El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado.

Análisis

El texto “mi padre era un arameo errante”, fue motivo de arduas discusiones entre los estudiosos hace muchos años. Hoy parece que las aguas se han aquietado. Se afirmó —el gran biblista alemán G. von Rad— que estamos ante un “credo primitivo”, pronunciado en el santuario de Guilgal en la liturgia, y que representa el corazón histórico de Israel. Todo el Hexateuco, sigue diciendo, se formula a partir de este texto. Hoy tenemos muchos elementos para cuestionar su antigüedad, y podemos pensar que otros “credos” (como quizás el de Núm 20,14b-16) son más antiguos. Por otra parte, el esquema opresión-clamor-liberación es muy característico del autor deuteronomista (particularmente del libro de los Jueces) como para pensar en una pura originalidad. La importancia de la tierra, como lugar del descanso, tierra dada por Yahvé también es muy importante en el deuteronomista por lo que no parece fácil seguir sosteniendo lo que von Rad decía. Sin embargo hay un elemento que es característico de los credos israelitas, y no debiera discutirse, y es su dimensión histórica. El Dios de Israel es un Dios que se revela en la historia de su pueblo, en la de ayer y la de hoy. En este sentido es muy importante notar, por un lado los usos de las primeras personas del singular, y los plurales: el orante se planta personalmente ante Dios (“mi padre”, “traigo”…) pero cuando debe hacer memoria de su pecado y la intervención salvadora de Dios recurre al plural: “nos maltrataron”, “nos oprimieron”, “nos impusieron servidumbre”, “clamamos”, “escuchó nuestra voz”… “nos trajo”). Ese cambio de personas puede resumirse diciendo “mi padre era Israel, por lo tanto nosotros somos Israel”.

Tradicionalmente esto no ha tenido dificultad, pues desde siempre la tradición cristiana ha heredado con toda naturalidad esa visión según la cual nuestra fe es una respuesta a la intervención de Dios en la historia. Siempre nos ha parecido «natural» que Dios intervenga en el mundo con hechos milagrosos para decirnos algo, o para hacer algo con su pueblo. A Dios siempre lo hemos pensado como un vecino del piso de arriba, pero como un vecino que puede bajar en cualquier momento, y de hecho está siempre pendiente de nosotros. HOY es muy problemática esta visión, porque no forma parte ya de la cosmovisión moderna entender la realidad cósmica como dos pisos: el nuestro y el de Dios. Como sugiere el título del libro de Lenaers, «No hay un Dios ahí arriba». El Dios altísimo, el dios en lo alto del cielo… ha pasado a ser una frase hecha, con sabor añejo, o rancio, que ya no se sabe bien qué significa, porque en nuestra visión moderna actual no hay dos pisos, ni creemos estar conviviendo con vecinos del segundo piso que puedan bajar a éste en cualquier momento.

Hay además un nuevo problema respecto a la historia. Esas intervenciones de Dios en la historia, bien registradas en la Biblia, están siendo cuestionadas por la arqueología científica. No es el lugar para exponerlo aquí, pero puede ser una buena recomendación para la propia formación el estudiar el tema del «nuevo paradigma arqueológico bíblico»: hay toda una nueva visión –documentada, científica, arqueológica– sobre la historicidad de hechos principales que narra la biblia, y que desde siempre creímos literalmente históricos. En realidad no es nada nuevo, pues ya hace mucho tiempo que sabemos que Moisés no escribió el Pentateuco, o que Jesús no nació el 25 de diciembre ni en Belén… pero hay nuevos datos muy llamativos sobre otros elementos cuya historicidad sería decisiva. (Véase la revista VOICES (http://eatwot.net/VOICES) y tómese su último número –en línea, gratuito–; ofrece un buen material de lectura para iniciarse en el tema).

La Iglesia nos propone el Salmo 91 (90) por ser, precisamente, el que utilizará el diablo en la tentación. Quizá para que podamos ver cómo «sacar un texto de contexto puede ser diabólico»… No es unánime la opinión de frente a qué tipo de Salmo nos encontramos, y esto condiciona la interpretación. Unos piensan en un diálogo litúrgico, otros en una homilía sapiencial.

Luego de la sección teológica de la carta a los romanos (caps 1-8) y antes de la sección parenética (caps. 12-15), Pablo introduce un paréntesis sobre Israel (caps. 9-11). Paréntesis que no es ajeno a la totalidad de la misma ya que desde el comienzo nos dijo que la salvación es para todos, pero “primero para los judíos” (1,16; 2,10). Sin embargo, sus “hermanos de raza” demoran en reconocer a Cristo, y Pablo manifiesta su dolor por ello; de todos modos lo ve como un tiempo pedagógico de Dios para dar oportunidad a la conversión de los paganos. Después -quizá movidos por los celos- todo Israel se salvará (11,26). Pero esto no exime de responsabilidad a los judíos ya que miran la justicia que les viene de ellos mismos y no la que viene de Dios. La iniciativa de Dios (gracia) es uno de los temas centrales de la teología paulina, y es grave creer que de nosotros depende. Ese es el motivo, además, por el que Pablo abunda en citas de la Escritura en esta unidad. Este es el marco del párrafo que hoy nos propone la liturgia. Es evidente, y el manejo de los textos lo confirma, que Pablo es consciente de estar polemizando.

Parece que la fuente Q –en la que el evangelio de Lucas se inspira– expresó en tres tentaciones tomadas de las tentaciones del pueblo en el desierto, las tentaciones que tuvo Jesús en su ministerio, al menos las dos últimas aparecen destacadas. Allí donde Israel no supo hacer la voluntad de Dios, Jesús surge fiel, verdadero “Hijo” como ya el Bautismo lo había mostrado. Esto confirma la intención cristológica del relato, y también su probable intencionalidad polémica con el Israel de su tiempo.

Dado que la primera hace referencia a la “palabra de Dios”, la segunda a lo político y la tercera al Templo, algunos han pensado que se estaría ante una triple tentación profética, real y sacerdotal, pero no parece que eso esté en juego aquí. Sólo la tentación real aparece clara, mientras que la profética y más aún la sacerdotal no se revelan, y más aún, parecen muy improbables. Las respuestas apuntan en otra dirección.

En el relato de Lucas, a diferencia del de Juan, Jesús va del desierto a la ciudad, y en la ciudad comienza su ministerio, como en la ciudad culminará todo para desde allí comenzar, siempre conducido por el Espíritu el tiempo nuevo de la Iglesia. En la primera tentación, el diablo no discute que Jesús sea el Hijo de Dios, lo da por supuesto, y lo tienta a convertir en pan una piedra ya que lógicamente tiene hambre. Más que un “nuevo pueblo”, Jesús es “hijo de Dios”, “el Hijo de Dios”. ¿Por qué Jesús no obra el milagro? Porque los milagros que Jesús hace son siempre para los otros, como la multiplicación de los panes: allí Jesús mismo se preocupa: “denles ustedes de comer” (9,13). La segunda es la tentación de poder (exousía) política. En tiempos donde todo el mundo conocido está sometido al imperio romano, se puede ver de un golpe de vista todo: el imperio mismo es diabólico y perverso. E idólatra. La tercera tentación no sólo tiene como característica que ocurre en Jerusalén, sino también que el diablo cita la Escritura. La Escritura mal citada, o mal leída, también puede ser diabólica, o idolátrica. Por otra parte, Jesús deja muy claro que su ministerio es para otros, no para él. No es salvarse a sí mismo, como tampoco en la cruz: “si eres… sálvate” (23,35.37.39).

Como dos rabinos, Jesús y el diablo discuten con citas bíblicas. Y nos queda claro que es falso servidor de Dios el que se sirve de su ministerio en su propio provecho, que no es propio de los fieles a Dios reclamar milagros ya que Dios puede salvar sin necesidad de estas obras “maravillosas” o “teatrales”. Jesús nos muestra -con su vida- el camino de la obediencia de hijo conducido por el espíritu.

Comentario

El evangelio de Lucas, nos pone a Jesús en paralelo con el pueblo de Israel. En las mismas circunstancias en las que el pueblo fue infiel, Jesús sale adelante; y para resaltar el paralelo entre ambas situaciones, el evangelista recurre al desierto y a citas del Deuteronomio. Allí donde Israel cayó, allí Jesús sale adelante. Más que un acontecimiento es una plataforma, un programa: unidos a Jesús nada tenemos que temer, sólo el amor cuenta. Deberíamos aprovechar la Cuaresma para revisar cuántos desencuentros, cuántas infidelidades, cuántas injusticias… Pero, al revisarlas, corregirlas; es que la Cuaresma es tiempo de conversión, y conversión significa caminar, camino de vuelta al Padre.

Mientras el pueblo de Israel, en la tentación, no fue fiel y cedió, ahora nos encontramos a Jesús en la misma situación, en la misma tentación. ¡Y triunfa! Jesús aparece en el Evangelio de hoy como el que vence la tentación. Porque es posible vencerla. Muchas voces, de dentro y de fuera buscan separarnos de Dios, de sus proyectos, de sus caminos. Pero hay una voz más fuerte, más firme, que puede vencer esas otras voces si disponemos el corazón para escucharla. Hace falta tener un oído muy fino, un silencio atento, un corazón dócil. Leer más…

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Dom 14.2.16. El Diablo de (= que tentó a) Jesús.

Domingo, 14 de febrero de 2016
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49_bDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 1 Cuaresma, ciclo C. Es el domingo del Diablo, que quiere apoderarse de Jesús No era un diablo cualquiera (=un demonio) , sino el Diablo, Uno y Falso, en contra de Dios que es Uno y Verdadero.

Como sabe bien la tradición judía (y luego la cristiana), Diablo sólo hay Uno, y es el anti-Dios; demonios, en cambio, hay casi infinitos, tantos como seres humanos, pues cada hombre tiene su ángel, pero también su demonio, su “yo deformado”, de manera la historia verdadera de cada ser humano culmina allí donde el ángel que lleva dentro de sí destruye (aniquila) a su demonio.

Ésta es una historia compleja y profunda, que ha sido revelada por las Escrituras, pero que nuestro mundo parece olvidarla,
quedando así a merced de sus propios demonios, que no son los que aparecen en las películas, casi siempre simplistas, de exorcismos, sin otros mucho peligrosos. El Nuevo Testamento ha distinguido con toda precisión:

‒ Los hombres normales tenemos “demonios”, y en nuestra tradición eclesiástica muchos son demonios sexuales de tercera categoría… De todas formas, hay algunos demonios más profundo: de destrucción psíquica, de posesión mental, de destrucción humana contra los que luchó Jesús y contra los debe luchar su iglesia. Pero el Diablo en sí sólo se ha revelado por Jesús.

‒ Como Hijo de Dios (Dios en persona sobre el mundo), Jesús ha debido enfrentarse con el Diablo, es decir, con el Anti-Dios, el Jefe de todos los demonios, como dicen con toda precisión Mc 1, 12-13, Mt 4, 1-11 y Lc 4, 1-13, que es, con el pasaje de la cruz y de la pascua, el más profundo del Nuevo Testamento.
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‒ Los demonios de ese Diablo de Jesús dominan y enloquecen a los hombres y mujeres que se dejan poseer por ellos (siendo en gran medida chivos expiatorios de una sociedad que expresa en ellos su potencial diabólico), para así enfrentarse contra el Diablo en persona. Era Todo-Dios, pero pudo convertirse en Todo-Diablo, porque se arriesgó a penetrar en su hondura, para allí vencerlo con su amor creador. Así descubrió Jesús que el auténtico Diablo y sus demonios se sitúan en el plano del Pan/Capital, del Poder/Opresión y de la Ideología/Mentira (en principio de tipo religioso)

Se sabía ya que hay Diablo-Uno y demonios-infinitos en el Antiguo Testamento. Pero sólo en (por) Jesús se ha desvelado en toda su fuerza el Diablo, como el Anti-Dios, que es en realidad el Anti-Cristo.

Nunca se había revelado con esa claridad, nadie lo había visto con esa hondura, ni Platón ni Confucio, ni Zoroastro ni Buda… Sólo Jesús lo ha visto, sólo Jesús ha luchado de esa forma contra él, no contra un demonio de segunda o tercera categoría, sino contra el mismo Diablo.

Este Diablo de Jesús es Uno, y son al mismo tiempo Tres, como ha puesto de relieve con claridad escalofriante el autor del Apocalipsis. No es un demonio particular, es lo Diabólico, el mismo anti-Dios. Sólo allí donde Dios se revela con toda claridad se alza y eleva también el Diablo, Aquello/Aquel que es opuesto a Dios. Sólo Jesús lo ha visto de esa forma, como muestran sus tres tentaciones:
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‒ El Diablo (lo contrario a Dios) es el pan convertido en (=destruido por el) Dinero, los bienes del mundo que se vuelven Capital, para así dominar sobre todo lo que existe. Ésta es la Primera Persona del Diablo, la Mamona (como sabe Mt 6, 24: No podéis servir a Dios ya a Mamona).

‒ La Segunda Persona del Diablo es el Poder, convertido en dominio que esclaviza: “Todo esto te daré…”. No es poder para dar y compartir, sino para dominar y destruir. Es el Poder que convierte a todos los demás en siervos, destruyendo la libertad, condenando a todos a la esclavitud. Éste es el Segundo Diablo.

‒ La Tercera Persona del Diablo es la Ilusión Religiosa, la verdad hecha Mentira: “Tírate del templo y vendrán los ángeles de los milagros a salvarte…”. Ésta es la magia y el engaño de la ideología, que quiere dominar y destruirlo todo a través de un dominio religioso pervertido…

Con esto debería bastar para leer el texto de Lc 4, 1-13, y entenderlo, cada uno desde su propio lugar o circunstancia. Así lo presentaré a continuación, para ofrecer después una historia inicial del Diablo y sus demonios, que presentaré como un “torso”, sin profundizar en ella, sin sacar las consecuencias.

Más adelante, otro día, retomaré el hilo conductor del tema para aclarar en lo posible parte de ese gran ovillo del Diablo y sus Demonios dentro de nuestra historia. Buen domingo a todos, buena Cuaresma .
Imágenes de Blake… Representación medieval.

Texto: El Diablo, las tentaciones de Jesús: Lucas 4, 1-13

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: “Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.” Jesús le contestó: “Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre»”.

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: “Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.”Jesús le contestó: “Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto»”.

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»”. Jesús le contestó: “Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios»”.

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

El Diablo y los demonios, introducción temática

Demonios, un dato cultural y antropológico

Los demonios (del griego daimón, con diminutivo en daimonion) constituyen uno de los elementos más constantes de la religiosidad antigua. Se supone que arriba puede haber un Dios fundante, Padre de los dioses y principio de la vida de este mundo. O también puede pensarse que hay un tipo de divinidad abarcadora, que se identifica con el ritmo de equilibrio y movimiento del conjunto de este cosmos. Pero al lado de ese Dios-divinidad suele extenderse un mundo de poderes sobrehumanos, de númenes, de dioses o de espíritus, que influyen en la vida de los hombres de una forma benéfica o perversa.

Éste es el campo en que se mueven los «daimones». Se trata de poderes que actúan y se expresan en los planos más diversos de la realidad, entre las fuerzas de este cosmos: en la fuente, el árbol o la piedra, el bosque o la montaña sagrada. Pero se desvelan especialmente en los hombres: en su excitación poética o su enfermedad, en su poder o su impotencia.

Originariamente esos espíritus-daimones no son malos. Carecen de carácter moral y se harán buenos o malos según las circunstancias. Esa distinción moral de los espíritus parece introducida por los persas y después por los judíos. Sea como fuere, estos demonios llenan el espacio intermedio entre Dios y los hombres (la tierra). Leer más…

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