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Cómo las hojas de higuera de Adán y Eva ocultan el verdadero significado de la caída

Lunes, 27 de febrero de 2023
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1D18DDA5-E212-4C75-B4A5-2CFB69E4FA5D-739x1024Adán y Eva” de Lucas Cranach, el Viejo, 1528

La reflexión de hoy es del colaborador de Bondings 2.0 Michaelangelo Allocca, cuya breve biografía se puede encontrar haciendo clic aquí.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el primer domingo de Cuaresma se pueden encontrar aquí.

Las lecturas litúrgicas de este domingo comienzan con un pasaje que se convirtió en la plataforma para gran parte de la obsesión genital distorsionada del cristianismo. Espero arrojar algo de luz sobre la esperanza genuina e incluso el gozo que se encuentra en su mensaje real, que culmina en la lección del evangelio.

El relato de Génesis de la Caída cuenta la historia de la lucha de la humanidad, atrapada entre Dios y la tentación. El relato de Mateo sobre la tentación de Jesús en el desierto, cuenta otra versión de la misma lucha. Lo que me llama la atención en la lectura de Génesis es su descripción de cómo Dios hace el jardín para nosotros, con árboles “deleitables a la vista y buenos para comer”. Aviso: agradable, y no simplemente útil. Un jardín que contenga sustento para la pareja humana es simplemente un buen sentido práctico. Pero hacerlo estéticamente agradable (“deleitable de ver“) también es, bueno, gratuito, como dijo una vez un amigo sobre la belleza elegante y frágil de una garza que estábamos observando. Es un recordatorio más, junto con el hecho de compartir el aliento de Dios que se recuerda con más frecuencia, de la relación íntima y amorosa de comunión gozosa que Dios pretendía.

Este énfasis en el deleite es aún más llamativo si recordamos el marcado contraste entre nuestros antepasados espirituales y las culturas que los rodeaban. En el antiguo Cercano Oriente, la idea de que toda la creación era el acto deliberado de un solo Dios era sorprendentemente inusual. La mayoría de los vecinos de los hebreos eran politeístas. Los mitos de la creación de estos vecinos generalmente veían nuestro mundo físico como un accidente, una ocurrencia tardía o el efecto secundario de una guerra entre diferentes grupos de deidades. Ninguno de estos mitos tiene un indicio de amor real por los humanos proveniente del dios creador. En cambio, el propósito de los humanos era casi siempre ser esclavos de los dioses y ser severamente castigados si fallaban en el trabajo.

Pero Génesis nos muestra como hijos predilectos de un Dios que quiere que disfrutemos del mundo en sociedad con Dios. Sin embargo, este disfrute y esta relación se rompen cuando “la serpiente” trata de reemplazar la asociación con la competencia por el poder y el control. Las comillas alrededor de “la serpiente” están ahí para mostrar que nuestros antepasados sabían leer simbólicamente una serpiente parlante: la serpiente es simplemente una manifestación física externa de pensamientos que los humanos ya albergaban. Eva ve que el árbol es “bueno para comer, [y] agradable a la vista”, una repetición casi textual de la descripción que escuchamos antes. ¿Este pensamiento le recuerda al Hacedor del árbol y le sugiere que debería confiar en ese Hacedor más que en la voz de la serpiente que le dice “Está mintiendo”? No. Y así comienza el pecado cuando los humanos pasan de la comunión amorosa del plan de Dios a la búsqueda del control y el poder.

Y, sin embargo, muchos en la historia cristiana han leído esta historia y no vieron el ansia de poder, sino simplemente la vieja lujuria, como el comienzo del pecado. De una tonta mala lectura de la imagen de la desnudez de la historia, muchos concluyen que esta historia trata sobre el sexo, razón por la cual la llamo la fuente de la obsesión genital de la Iglesia. Nada malo u obsceno se dice en la historia sobre los genitales de la pareja humana. De hecho, Dios no pensó que necesitaban ser cubiertos. La conciencia de los humanos de su desnudez no era más que una representación poética de la pérdida de la inocencia. (Los animales y los bebés no “saben que están desnudos”, por lo que no sienten vergüenza por ello).

Sospecho que la fusión cristiana (especialmente, pero no exclusivamente, católica) de la sexualidad con este primer pecado es la fuente principal de la denigración tanto de las mujeres como de todos los que pueden apartarse de “la norma” sexualmente hablando, más obviamente homosexuales o homosexuales. gente trans. Si el sexo es malo y debe controlarse estrictamente (por ejemplo, solo está permitido dentro del matrimonio de un hombre y una mujer), cualquiera que desafíe ese control está, por definición, “objetivamente desordenado”. Por eso debemos reclamar una lectura adecuada del relato de Génesis sobre “la caída”.

¿Realmente quiso decir Génesis que el pecado, en su raíz, se trata de aferrarse a una relación puramente transaccional basada en el poder con Dios y con el resto del mundo? La historia de la tentación de Mateo en el evangelio de hoy proporciona la respuesta. Satanás trata de seducir a Jesús (no con sexo, casi como si eso no fuera un problema tan grande) para que tenga una relación puramente transaccional basada en el poder con Dios y con el resto del mundo.

Satanás claramente conocía las Escrituras, pero creo que su verdadero error fue no darse cuenta de que Jesús entendió la historia de Génesis como una historia de poder. Satanás probó precisamente el mismo tipo de tentación en Jesús que le había ofrecido a Adán y Eva, como si esa historia no hubiera sido leída y estudiada por el pueblo de Jesús por generaciones. Ordena a estas piedras que se conviertan en pan (es decir, ejerce poder sobre ellas). Engañar a Dios para que ordene a sus ángeles que lo salven (es decir, use poder coercitivo/engañoso para obligar a Dios a usar el poder de Dios). Adórame, y te daré (presumiblemente para comandarlos y ejercer poder sobre ellos) todos los reinos del mundo.

Aunque tenían la intención de ocultar los órganos sexuales de Adán y Eva, esos Fruit-of-the-Looms [1] de hoja de parra lograron centrar la atención en ellos. Lo único que encubrieron fue el verdadero significado de la historia.

En lugar del mensaje claro de que el pecado original fue la introducción de dinámicas de poder y competencia en el hermoso y armonioso jardín de Dios, las hojas de higuera llevaron a algunas personas a engañarse pensando que el pecado era sexo, con consecuencias destructivas, principalmente para las mujeres y las minorías sexuales. , durante dos milenios.

Esta Cuaresma, que Jesús nos guíe individualmente y como Iglesia, lejos del deseo de mandar y controlar, y de regreso a la gozosa comunión que Dios quiso.

—Michaelangelo Allocca, New Ways Ministry, 26 de febrero de 2023

[1] Fruit of the Loom es una empresa estadounidense de ropa, en particular ropa informal y ropa interior. La sede mundial de la empresa se encuentra en Bowling Green, Kentucky. Desde 2002 ha sido una subsidiaria de Berkshire Hathaway (Wiquipedia)

Fuente New Ways Ministry

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“Nuestros errores”. 25 de febrero de 2023. 1º Cuaresma (A). Mateo 4, 1-11.

Domingo, 26 de febrero de 2023
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F2F457A7-599F-4CB5-B005-6E169298C9E0Toda persona que no quiera vivir alienada ha de mantenerse lúcida y vigilante ante los posibles errores que puede cometer en la vida.
Una de las aportaciones más válidas de Jesús es poder ofrecer a quien le conoce y sigue la posibilidad de ser cada día más humano. En Jesús podemos escuchar el grito de alerta ante los graves errores en que podemos caer a lo largo de la vida.

El primer error consiste en hacer de la satisfacción de las necesidades materiales el objetivo absoluto de nuestra vida; pensar que la felicidad última del ser humano se encuentra en la posesión y el disfrute de los bienes.

Según Jesús, esa satisfacción de las necesidades materiales, con ser muy importante, no es suficiente. El hombre se va haciendo humano cuando aprende a escuchar la Palabra del Padre, que le llama a vivir como hermano. Entonces descubre que ser humano es compartir, y no poseer; dar, y no acaparar; crear vida, y no explotar al hermano.

El segundo error consiste en buscar el poder, el éxito o el triunfo personal, por encima de todo y a cualquier precio. Incluso siendo infiel a la propia misión y cayendo esclavo de las idolatrías más ridículas.

Según Jesús, la persona acierta no cuando busca su propio prestigio y poder, en la competencia y la rivalidad con los demás, sino cuando es capaz de vivir en el servicio generoso y desinteresado a los hermanos.

El tercer error consiste en tratar de resolver el problema último de la vida, sin riesgos, luchas ni esfuerzos, utilizando interesadamente a Dios de manera mágica y egoísta.

Según Jesús, entender así la religión es destruirla. La verdadera fe no conduce a la pasividad, la evasión y el absentismo ante los problemas. Al contrario, quien ha entendido un poco lo que es ser fiel a un Dios, Padre de todos, se arriesga cada día más en la lucha por lograr un mundo más digno y justo para todos.

José Antonio Pagola

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”Jesús ayuna cuarenta días y es tentado”. Domingo 25 febrero de 2023. Domingo 1º de Cuaresma, ciclo A.

Domingo, 26 de febrero de 2023
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IMG_2094Leído en Koinonia:

Gn 2,7-9; 3,1-7: Creación y pecado de los primeros padres
Salmo responsorial 50: Misericordia, Señor: hemos pecado
Rom 5,12-19: Si creció el pecado, más abundante fue la gracia
Mt 4,1-11: Jesús ayuna cuarenta días y es tentado

 Los comentarios bíblico-litúrgicos para ayudar a la elaboración de las homilías dominicales de este típico “domingo de las tentaciones”, el primero de cuaresma, suelen presentar en esta ocasión un sencillo paralelismo antagónico: la primera tentación fue la que se le presentó a Eva, que acabó en el pecado; pero ha habido otra tentación, la que sufrió Jesús en el desierto, que acabó en victoria, de la que podemos tomar ejemplo. En esta línea es muy fácil encontrar comentarios en la red. Por eso mismo quisiéramos nosotros hacer esta vez una aportación diferente, en sentido crítico. Obviamente, este aspecto no será apropiado en cualquier caso para convertirlo sin más en una homilía… pero creemos que tampoco sería bueno que una homilía olvide este aspecto crítico. En todo caso, cada agente de pastoral sabrá lo que su comunidad necesita, y sabrá encontrarlo en otros puntos de servicio bíblico-litúrgico de la red.

 La primera lectura de este domingo reúne, resumidamente, dos importantes relatos bíblicos: el de la creación y el del pecado original. Son muy significativos, muy importantes, y hoy día, también muy problemáticos.

 Es importante hacer recordar a los oyentes que estos textos, y todos los que forman el grupo de los once primeros capítulos del Génesis, que se refieren a los inicios de la «historia de la Salvación», han sido entendidos desde siempre de un modo literal. Todas las generaciones que nos precedieron en la fe los entendieron así. Seguramente que nuestros padres -y ciertamente nuestros abuelos- nunca pensaron otra cosa, y muchos cristianos mayores también lo piensan hoy día. Desde tiempo inmemorial, estos textos han fungido para muchísimas generaciones, como una fuente capital de su comprensión del mundo y de la historia. Las “coordenadas generales” que estos mitos trazan (Dios arriba, naturaleza abajo, un acto divino de creación que pone en marcha el cosmos, una creación del ser humano distinta a la creación de todos los demás seres, Dios que prohíbe comer el fruto del árbol, la desobediencia del ser humano que se convierte en el «pecado original» que transformará la suerte de toda la humanidad posterior –¡y del cosmos!–, el protagonismo principal de la mujer en este pecado, el enfado de Dios, su consecuente ruptura de relaciones con la Humanidad por haber comido ésta el fruto prohibido…), han sido para toda esa humanidad judeocristiana de los tres mil últimos años, el “paradigma” desde el que han entendido tanto el mundo, como a Dios, como a sí mismos, es decir, la realidad global. Estamos ante unos mitos religiosos ante los que hay que descalzarse, como quien pisa tierra sagrada.

 Hace apenas cien años, en 1906, la Pontificia Comisión Bíblica –respaldada obviamente por la Inquisición romana, la actual Congregación para la Doctrina de la Fe, que todavía no se llamaba Santo Oficio–, reafirmaba solemnemente, y bajo pena de excomunión a quien no lo aceptara, que el contenido de los once primeros capítulos del Génesis es histórico, no mitológico.

 Es importante recordar a los oyentes que hoy no creemos que estos relatos haya que entenderlos así, literalmente. Es decir: que hoy sabemos que la Biblia no puede decirnos cómo fue el origen del cosmos, ni el del ser humano. Que la Biblia no contiene mensajes de física, ni de química, ni de biología evolutiva, ni de geofísica o astrofísica… que nos informen sobre todos esos campos. Y que por tanto se puede ser cristiano y aceptar lo que la ciencia nos dice hoy, incluidas las opiniones contrarias a tantas afirmaciones y supuestos incluidos en estos relatos bíblicos.

 Es importante hacer caer en la cuenta de que esta nueva manera de entender los textos bíblicos no fue fruto de un descubrimiento fácil e ingenuo, sino una intuición laboriosamente trabajada por los biblistas y teólogos, que durante varios siglos han tenido que enfrentarse a la oposición y a la condena de las autoridades de sus respectivas Iglesias. Todavía hoy, en tiempo de Benedicto XVI, el biblista argentino Ariel Álvarez Valdés, doctor en teología bíblica por la universidad de Salamanca, fue públicamente adversado y perseguido por la Secretaría de Estado del Vaticano por no sostener de la historicidad de Adán y Eva y su pretendido pecado original (véase su propio testimonio en Youtube [http://www.youtube.com/watch?v=2Ys3kcwjbSY&list=PL84001F9AB27C6E32].

 Todo cristiano medianamente culto puede tener su opinión sobre el origen del mundo, igual que puede tener sus opiniones en medicina, en astronomía o en psicología, libremente, sin coacción, y sin que haya ninguna opinión «oficial» de la Iglesia en esos campos que pudiera ser «obligatoria». Los relatos bíblicos están en otro plano, un plano simbólico, que no afecta al campo autónomo de la ciencia. Esto es al menos lo que solemos decir hoy día, después del Vaticano II, pero sería más correcto reconocer que aquellos relatos no fueron concebidos, como decimos, meramente en un plano simbólico; para nuestros ancestros religiosos-y-culturales, esos relatos eran históricos, y con esa historia inventada, sin ningún fundamento científico, trataban de encontrar respuestas a problemas humanos y existenciales de muy diverso género (el mal, la felicidad, la vida, nuestro origen, nuestro fuuro…). Es ahora, sólo ahora, cuando nosotros, al ver que sus creencias expresadas en esos mitos estaba profundamente equivocadas –como hoy sabemos por la ciencia– sostenemos que esos mitos sólo podemos interpretarlos de un modo puramente simbólico. Nuestros antepasados –hasta nosotros mismos hace 50 años entre los católicos– los hemos considerado obligadamente históricos, literales, contados directamente por la misma boca reveladora de Dios.

 Hay que dar claramente al público cristiano la buena noticia de que hoy no sostenemos que el símbolo judeo-cristiano del llamado «pecado original» tenga un fundamento histórico. No hay por qué sostenerlo. Más bien resulta prácticamente imposible que lo tenga, por cuanto lo más probable es que no hubo un solo filum biológico evolutivo de surgimiento de nuestra especie, y el poligenismo es hoy la opinión más común de la ciencia. La proclamación que la Iglesia católica hizo del monogenismo en el siglo pasado se debió al espejismo (que todavía sufría) de pensar que el significado del símbolo del pecado original dependía efectivamente de un pecado histórico real que habría cometido una primera pareja de la que descendemos absolutamente todos los hombres y mujeres.

 Resulta especialmente importante aclarar que hoy día resulta del todo inverosímil -teológicamente hablando- todo el conjunto simbólico de la tentación y el pecado original: pensar que toda la humanidad esté en una situación de postración espiritual (que sea una massa damnata, una «muchedumbre condenada», como repetía san Agustín) a raíz de un supuesto primer pecado de una inexistente primera pareja, y pensar que debido a ello Dios habría roto sus relaciones con la Humanidad, y que esa ruptura no podría ser superada sino nada menos que con la sangre de la muerte en cruz del Hijo de Dios, tal y como ha sido presentado por la tradición más común y constante del cristianismo, resulta hoy absolutamente inaceptable. Deben por tanto sentirse aliviados todas las personas que se sienten incómodas ante las acostumbradas explicaciones homiléticas al respecto, tan parecidas a las catequesis infantiles que recibimos cuando fuimos niños, y como nosotros, todas las generaciones cristianas durante más de milenio y medio.

 Otras varias salvedades y comentarios críticos también muy importantes se podrían hacer entre los temas implicados en esos dos grandes relatos bíblicos que han sido juntados en la primera lectura de este domingo (por ejemplo sobre la «transcendencia» de Dios, que ahí se presenta como obvia, sobre la imagen misma de “theos”, la visión negativa de la realidad que conlleva la creencia en un primer «pecado primordial», la terrible inferiorización y culpabilización de la mujer causada por ese texto…). Ya hemos dicho que no pretendemos que esta lista de advertencias críticas sea el contenido de una homilía, sino simplemente el trasfondo crítico a tener en cuenta a la hora de hablar de las “tentaciones” y del “pecado”, para lo que sin duda se encontrará mucho material en los numerosos portales de servicio bíblico de la red.

 Es importante que digamos claramente, e insistamos, en que se puede ser cristiano y ser «persona de hoy» en las propias opiniones científicas. Y que hay otras formas de hablar del la realidad del mal y del pecado, que la de tomar como referencia unos mitos religiosos elaborados hace dos milenios y medio.

 Finalizamos diciendo que ya que tantas veces hemos insistido en el pecado original y en sus fatales consecuencias para toda la humanidad, sería bueno compensar esa actitud refiriéndonos a lo que hoy intuye la teología de frontera: que, más bien, lo original no fue un pecado, sino una bendición… Puede ayudar el libro de FOX, Mathew, “Original Blessing”, Bear & Company 1983; traducido como: La bendición original. Una nueva espiritualidad para el hombre del siglo XXI, Obelisco, Barcelona 2002, 410 pp

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Cuaresma 2023 (Dom 1). Tentaciones de Jesús, poderes” de la Iglesia

Domingo, 26 de febrero de 2023
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tentacionesDel blog de Xabier Pikaza:

Las tentaciones de la iglesia son sus “poderes”, tomados como imposición, no como servicio de amor. Y si hubiera alguna tentación más sería tambien de   poder.

Estas fueron las de Jesús: Poder económico (pan/dinero),poder religioso (imposión sagrada), poder político/militar (imperio mundial). Estas son las de la iglesia actual: se aferra al dinero, quiere un control religioso sobre el mundo, elevarse por encima de todo y mandar sobre el mundo entero.


Si me atreviera a seguir imaginando diría que ésa ha sido y sigue siendo la tentación de un Dios inventado por los hombres: Quiere el poder absoluto, el control supremo, sobre/por el dinero, imponiendo un terrorismo sobre las conciencia y un mando sobre la voluntad…

Todo por poder, nada por amor en gratuidad. Ese es el Dios falso, el Cristo mentiroso, la iglesia prostituida, una economía mundial de imposición, unos estados concebidos como legalización de la violencia establecida. Frente a la Tiple-P. de esos poderes, nos sitúa el evangelio:  Ante la gratuidad del amor (no sólo de pan/engaño y dominio vive el hombre…

He tratado varias veces en RD y FB de las  tentaciones de Jesús según Mateo y Lucas. Los eruditos saben, desde antiguo, que ellas no exponen un dato externo, que deba tomarse al pie de la letra, como algo que pasó a Jesús un día, pero que definen el sentido de identidad mesiánica, y marcan desde la historia concreta de los hombres. Así lo he puesto de relieve (en la lìnea de lo que ahora sigue) en Historia de Jesùs, 

Esas tentaciones no pasaron externamente así, aunque es muy probable que, iniciando su mensaje, Jesús haya debido superar alguna prueba, como expresión del conflicto permanente de su vida y de su obra. Más aún, gran parte de los hombres y mujeres de su tiempo (y en especial del nuestro) habrían aceptado la oferta Diablo, que tenía muchas más “razones” que Jesús, como vio certeramente Dostoievsky: 

Si hubo alguna vez en la tierra un milagro verdaderamente grande fue aquel día, el día de esas tres tentaciones. Precisamente, en el planteamiento de esas tres cuestiones se cifra el milagro. Si fuese posible idear, sólo para ensayo y ejemplo, que esas tres preguntas del Espíritu terrible se suprimiesen sin dejar rastro en los libros y fuese menester plantearlas de nuevo, idearlas y escribirlas otra vez, para anotarlas en los libros, y a este fin se congregase a todos los sabios de la tierra… ¿piensas tú que toda la sabiduría de la tierra reunida podría discurrir algo semejante en fuerza y hondura a esas tres preguntas que, efectivamente, formuló entonces el poderoso e inteligente Espíritu en el desierto?…

Porque en esas tres preguntas aparece compendiada en un todo y pronosticada toda la ulterior historia humana y manifestadas las tres imágenes en que se funden todas las insolubles antítesis históricas de la humana naturaleza en toda la tierra (Los hermanos Karamásovi, en Obras completas, III, Aguilar, Madrid, 1964, 208)
Evangelio. Dom 1 Cuaresma
‒ En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Pero él le contestó, diciendo: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
‒ Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras. Jesús le dijo: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.
‒ Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: Todo esto te daré, si te postras y me adoras. Entonces le dijo Jesús: Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto. Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían. (Mt 4, 1-11; cf. Lc 4).

Contexto
A5E4E485-9F6D-4E0A-91DF-74F03CCFF36EEl Diablo que “tienta” a Jesús no es un “espíritu” cualquiera, sino “el espíritu del mundo”, aquel que ha dirigido y que dirige los grandes poderes del mundo: la economía “real”, la “Realpolitik” y la ideología de los grandes mass-media. Son esos los poderes que hablan a Jesús y que le dicen aquello de debía ser su mesianismo para triunfar sobre la tierra:‒ Le dicen que utilice su poder de “hijo de Dios” (ser poderoso) para que las piedras se hagan pan, pues el hambre muerde y quema a muchísimas personas. Simplemente tiene que “pedir rescate”, firmando el documento que le extienden.

‒ Le dicen que se sume a la máquina del poder, porque es grande la opresión de los gobiernos pervertidos, especialmente el imperial de Roma; que suba al carro de los poderosos, que pacte con ellos, y que así podrá triunfar.

‒ Le dicen que realice milagros externos de tipo religioso, al lado del gran templo, para que los hombres superen su angustia y puedan lograr seguridad sobre la tierra; que utilice así la religión para dominar a los demás.1º. Tentación, poder del pan venderse por dinero.  

«Si eres hijo de Dios di a esas piedras que se vuelvan alimento» (cf. Lc 4, 3). Así argumenta el Diablo, con lógica perfecta: si Dios nos ha creado y sacado de Egipto (esclavitud) es evidente que debe alimentarnos. Son millones los hambrientos: si hay Dios, debe resolver su problema. Jesús ha respondido que «no sólo de pan viven los hombres» (Lc 4, 4), sino, y sobre todo, del don creador de la gracia y de la libertad, es decir, de unas nuevas relaciones humana. Dostoievsky ha interpretado así la razón del Satán, con palabras de un Inquisidor de Sevilla:

«Tú quieres irle al mundo, y le vas con las manos desnudas, con una ofrenda de libertad que ellos, en su simpleza y su innata cortedad de luces, ni imaginar pueden… porque nunca en absoluto hubo para el hombre y para la sociedad humana nada más intolerable que la libertad. ¿Y ves tú esas piedras en este árido y abrasado desierto?… Pues conviértelas en pan, y detrás de Ti correrá la Humanidad como un rebaño, agradecida y dócil. Pero tú no quisiste privar al humano de su libertad y rechazaste la proposición, porque ¿qué libertad es esa -pensaste- que se compra con pan?» (Ibid 208-209).

img-gen7Sabemos que en tiempo de Jesús el problema del hambre resultaba intolerable. Él mismo pertenecía a la clase de los campesinos sin tierra, de los artesanos precarios, hallándose cerca de los mendicantes y mendigos de diverso tipo. ¿Qué significaba en ese contexto conseguir comida, convertir las piedras del desierto en pan? Los terratenientes y terratenientes se habían convertido en dueños de un pan que ellos empleaban para imponerse así sobre los pobres. Pues bien, Jesús no quiere asumir ese camino, resolviendo desde arriba el problema del pan, pues con ello acabaría construyendo un nuevo tipo de imposición, más perversa que todas las anteriores.

Jesús no quiere “convertir las piedras en pan”, sino cambiar a los hombres, para que ellos mismos compartan el pan, los de Grecia y Alemania, los del Sahel y los de China. El diablo de Dostoyevsky piensa que “sólo construye del todo el que da de comer” y dice a Jesús: “de haber optado por el pan habrías respondido al general y sempiterno pensar humano: ¿ante quién adorar?”.

Adorar a los que manejan el dinero (economía) desde arriba, convirtiéndonos así en esclavos de la Mamona. Ésta es la primera propuesta del Diablo, para quien el hombre es ante todo “economía” (un estómago) y sometimiento. Pues bien, en contra de eso, Jesús sabe que el hombre es, ante todo, libertad para el amor, de manera que la economía está al servicio de la comunicación humana. Por eso rechaza la propuesta del Diablo, que ha sabido dónde está el primer problema de los hombres, pero que lo ha presentado de forma equivocada, entendiendo el pan en forma de imposición y “milagro” externa. Leer más…

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“Adán, Eva y Jesús frente a la tentación”. Domingo 1º de Cuaresma. Ciclo A.

Domingo, 26 de febrero de 2023
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Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Tentación de Adán y Eva (Miguel Ángel)

Miguel Ángel. Tentación y expulsión del paraíso

Al comenzar la Cuaresma, tiempo de conversión y preparación para celebrar la Pascua, la Iglesia nos recuerda dos actitudes muy distintas frente a la tentación: la de Adán y Eva, en la que podemos vernos reflejados todos nosotros, y la de Jesús. En el primer caso triunfa la debilidad, la caída inmediata; en el segundo, la fuerza, la capacidad de resistir en la prueba. Esta contraposición no pretende desanimarnos ni denunciar lo débiles y malos que somos. Al contrario, como afirma Pablo en la segunda lectura, «si por la culpa de uno murieron todos, mucho más, gracias a un solo hombre, Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios desbordaron sobre todos».

01.- La debilidad de Eva y Adán (1ª lectura: Génesis 2,7-9; 3,1-7)

Aviso sobre el texto seleccionado. Desde la antigüedad, tanto los rabinos judíos como los teólogos cristianos se sentían libres para seleccionar de un texto bíblico lo que les interesaba, marginando lo demás. Ese mismo criterio se ha aplicado a la primera lectura de hoy, hasta el punto de que el original resulta irreconocible. Los capítulos 2-3 del Génesis pretenden explicar hechos muy distintos:

1) La realidad del matrimonio: tras crear al varón (Adán), Dios ve que necesita alguien que lo acompañe y le busca un complemento creando los animales, pero ninguno de ellos se le adecua; crea entonces a la mujer (Eva), y esta sí que es «hueso de mis huesos y carne de mi carne», por la que está dispuesto a abandonar a su padre y a su madre.

2) La existencia del mal en el mundo: ¿por qué debemos morir? ¿Por qué la mujer debe dar a luz con dolor? ¿Por qué el trabajo agobiante y a veces inútil? ¿Por qué la rebelión de la naturaleza contra nosotros?

3) El uso del vestido. (No se olvide que los pueblos semitas, a diferencia de los griegos, son muy pudorosos).

A la primera lectura del domingo solo le interesa el fenómeno de la tentación y el pecado y elimina todo lo demás: a) el permiso a Adán de comer de todos los árboles del jardín donde lo ha colocado, a excepción del árbol del bien y del mal; b) la creación de los animales; c) la creación de Eva y el origen del matrimonio; d) las consecuencias del pecado: castigo de Adán (muerte y trabajo), de Eva (parir con dolor) y de la serpiente (arrastrarse por la tierra).

El texto resultante describe el proceso que lleva al pecado. No lo hace con un lenguaje intelectual, sino mediante un dialogo vivo. Para ello introduce a la serpiente, que ya en el poema mesopotámico de Gilgamesh aparece como enemiga del hombre, al que roba la planta de la vida y la inmortalidad. Pero el autor de nuestro relato enfoque el tema de manera distinta, más profunda. La serpiente no roba la planta de la vida, sino que destruye al ser humano por dentro.

 

El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente, y colocó en él al hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal.

La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer:

«¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?».

La mujer respondió a la serpiente:

—«Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte”».

La serpiente replicó a la mujer:

«No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal».

La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó el fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió.

Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.

La tentación comienza con una mentira, falseando la prohibición de Dios, que se limitaba a comer del árbol de la ciencia. Presenta al Señor como alguien inhumano y cruel, que impone al hombre algo terrible. Sus palabras son tan burdas que, al principio, es fácil rechazarlas. Pero la tentación insiste. Niega la existencia de peligro. Surge entonces la atracción por lo prohibido, y la apetencia. Hasta entonces, parece como si Eva y Adán no se hubiesen fijado en el árbol. El simple miedo a morir los retrae de su contemplación. Ahora, «la mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia». A partir de ese momento está perdida, y también su marido.

Al punto, el pecado produce sus frutos. La serpiente había prometido que se les abrirían los ojos. Efectivamente, se les abren y adquieren un conocimiento nuevo. Pero lo que aprenden es que están desnudos, y esto provoca vergüenza mutua y la necesidad de cubrir la propia desnudez.

(El responsable del asesinato bíblico ha omitido otros datos esenciales en el relato primitivo: la vergüenza y miedo de la pareja ante Dios, el sentimiento de culpa, y el ansia de descargar en otro la propia responsabilidad. En su deseo de justificarse, el hombre culpa a la mujer, rompiendo con ello la solidaridad entre la pareja. La mujer, sin otra alternativa, culpa a la serpiente.)

02.- La fortaleza de Jesús (evangelio: Mateo 4,1-11)

El contraste más fuerte con Eva y Adán lo representa Jesús en el momento de las tentaciones, que empalman con el episodio del bautismo. En él, la voz del cielo proclama: «Tú eres mi hijo amado, en quien me complazco». ¿Cómo entiende Jesús su filiación divina? ¿Cómo un salvoconducto para pasarlo bien y triunfar? Todo lo contrario. Inmediatamente después marcha al desierto, y allí va a quedar claro cómo entiende su filiación.

            Primera tentación: solucionar las necesidades primarias

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.

El tentador se le acercó y le dijo:

—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.

Pero él le contestó, diciendo:

Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

 

PTentacion jesusartiendo del hecho normal del hambre después de cuarenta días de ayuno, la primera tentación es la de utilizar el poder en benefi­cio propio. Es la tentación de las necesidades imperiosas, la que sufrió el pueblo de Israel repetidas veces durante los cuarenta años por el desierto. Al final, cuando Moisés recuerda al pueblo todas las penalidades sufridas, le explica por qué tomó el Señor esa actitud: «(Dios) te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios» (Dt 8,3).

En el caso de Jesús, el tentador se deja de sutilezas y va a lo concreto: «Si eres Hijo de Dios, di que las piedras éstas se conviertan en panes». Jesús no necesita quejar­se de pasar hambre, ni murmurar como el pueblo, ni acudir a Moisés. Es el Hijo de Dios. Puede resolver el problema fácilmente, por sí mismo. Pero Jesús tiene aprendida desde el comienzo esa lección que el pueblo no asimiló durante años: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino también de todo lo que diga Dios por su boca».

La enseñanza de Jesús en esta primera tentación es tan rica que resulta imposible reducirla a una sola idea. Está el aspecto evidente de no utilizar su poder en beneficio propio. Está la idea de la confianza en Dios. Pero quizá la idea más importante, expresada de forma casi subliminal, es la visión amplia y profunda de la vida como algo que va mucho más allá de la necesidad primaria y se alimenta de la palabra de Dios.

            Segunda tentación: pedir pruebas a Dios

Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice:

—Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”.

Jesús le dijo:

—También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”.

 

Tentación pináculo del temploLa segunda tentación (tirarse desde el alero del templo) también se presta a interpretaciones muy distintas. Podríamos considerar­la la tentación del sensacionalismo, de recurrir a procedi­mientos extravagantes para tener éxito en la actividad apostóli­ca. La multitud congregada en el templo contempla el milagro y acepta a Jesús como Hijo de Dios. Pero esta interpretación olvida un detalle importante. El tentador nunca hace referencia a esa hipotética muchedumbre. Lo que propone ocurre a solas entre Jesús y los ángeles de Dios. Por eso parece más exacto decir que la tentación consiste en pedir a Dios pruebas que corroboren la misión encomendada. Nosotros no estamos acostumbrados a esto, pero es algo típico del Antiguo Testamento, como recuerdan los ejemplos de Moisés (Ex 4,1-7), Gedeón (Jue 6,36-40), Saúl (1 Sam 10,2-5) y Acaz (Is 7,10-14). Como respuesta al miedo y a la incertidumbre espontá­neos ante una tarea difícil, Dios concede al elegido un signo milagroso que corrobore su misión. Da lo mismo que se trate de un bastón mágico (Moisés), de dos portentos con el rocío nocturno (Gedeón), de una serie de señales diversas (Saúl), o de un gran milagro en lo alto del cielo o en lo profundo de la tierra (Acaz). Lo importante es el derecho a pedir una señal que tran­quilice y anime a cumplir la tarea.

Jesús, a punto de comenzar su misión, tiene derecho a un signo parecido. Basándose en la promesa del Salmo 91,11-12 («a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en volandas para que tu pie no tropiece en la piedra»), el tentador le propone una prueba espectacular y concreta: tirarse del alero del templo. Así quedará claro si es o no el Hijo de Dios. Sin embargo, Jesús no acepta esta postura, y la rechaza citando de nuevo un texto del Deuteronomio: «No tentarás al Señor tu Dios» (Dt 6,16). La frase del Dt es más explícita: «No tentaréis al Señor, vuestro Dios, poniéndolo a prueba, como lo tentasteis en Masá (Tentación)», donde la auténtica tentación consistió en dudar de la presencia y protección de Dios: «¿Está o no está con nosotros el Señor?» (v.7). En el fondo, cualquier petición de signos y prodigios encubre una duda en la protección divina. Jesús no es así. Su postura supera con mucho incluso a la de Moisés.

            Tercera tentación: el deseo de triunfar

Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo:

—Todo esto te daré, si te postras y me adoras.

Entonces le dijo Jesús:

—Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”.

Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.

Tentación de los reinosLa tercera tentación, a tumba abierta por parte del tentador, consiste en la búsqueda del poder y la gloria, aunque suponga un acto de idolatría. No es la tentación provocada por la necesidad urgente o el miedo, sino por el deseo de triunfar. Jesús rechaza la condición que le impone Satanás citando Dt 6,13. Como prueba de la victoria, Satán se aleja y los ángeles se acercan a servirlo.

* * *

Para Mateo, Jesús en el desierto es lo contrario de Israel en el desierto. En aquella época, el pueblo sucumbió fácilmente a las pruebas inevitables de la marcha: hambre, sed, ataques enemigos. Dudaba de la ayuda de Dios, se quejaba de las dificultades. Jesús, nuevo Israel, sometido a tentaciones más fuertes, las supera. Y las supera, no remontándo­se a teorías nuevas ni experiencias personales, sino a las afirmaciones básica de la fe de Israel, tal como fueron propues­tas por Moisés en el Deuteronomio. Los judíos contemporáneos de Mateo y de su comunidad no tienen derecho a acusar a su fundador de no atenerse al espíritu más auténtico. Jesús es el verdadero hijo de Dios, el único que se mantiene fiel a Él en todo momento.

            El problema de la historicidad

El relato de Mateo nos obliga a preguntarnos si se trata de hechos históricos o ficticios. Porque el diálogo con el tentador, el viaje a la ciudad santa y el otro a una montaña altísima no parecen tener nada de histórico.

Es interesante recordar que el cuarto evangelio no contiene un episodio de las tentaciones, pero habla de ellas a lo largo de la vida de Jesús. La más fuerte es la del poder, en el momento en que los galileos quieren nombrar a Jesús rey. Y tentaciones muy parecidas en su contenido, no en la forma, se repiten al final de la vida de Jesús, en la cruz: «Si eres Hijo de Dios, sálvate y baja de la cruz» (Mt 27,40). Estas tentaciones reflejan otro dato de gran interés: los tentadores son los hombres, no Satanás.

Reflexión final

La tentación es un hecho real en la vida de Jesús, a la que se vio sometida por ser verdadero hombre.

Mt ha recogido este tema para dejarnos claro desde el princi­pio cómo entiende Jesús su filiación divina: no como un privile­gio, sino como un servicio.

En el fondo, las tres tentaciones se reducen a una sola: colocarse por delante de Dios, poner las propias necesidades, temores y gustos por encima del servicio incondicional al Señor, desconfiando de su ayuda o queriendo suplantarlo.

Las tentaciones tienen también un valor para cada uno de nosotros y para toda la comunidad cristiana. Sirven para analizar nuestra actitud ante las necesidades, miedos y apetencias, y nuestro grado de interés por Dios.

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Primer Domingo de Cuaresma. 26 de febrero, 2023

Domingo, 26 de febrero de 2023
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“Entonces le dijo Jesús:

-Vete, Satanás, porque está escrito:

Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto.

Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían”.

Mt 4, 1-11

Empieza este tiempo de preparación para la gran fiesta de la Pascua. No conviene olvidar que la Cuaresma debe conducirnos hasta la Pascua. A veces le damos tanta importancia a los preparativos que cuando llegamos a la fiesta estamos agotadas; ¡grave error! Vivamos en profundidad la Cuaresma pero orientando todas nuestras energías hacia la Pascua, no vaya a ser que nos perdamos la Resurrección…

A lo largo de estos cinco domingos vamos a recorrer escenarios muy diferentes: las tentaciones de Jesús, la transfiguración, el encuentro con la Samaritana, la curación del ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro. Conociendo el itinerario conviene dosificar las fuerzas.

Este primer domingo de Cuaresma nos sitúa en mitad del desierto y en compañía de nuestras contradicciones.

Podríamos identificar el desierto con ese lugar íntimo y personal: nuestro propio ser. Ese “adentro” que nos constituye, donde nos descubrimos como nosotras mismas y donde no puede entrar nadie (es nuestro desierto personal).

Pero en ese desierto interior sabemos de sobra que tienen lugar nuestras grandes batallas. Ahí se dan cita lo mejor de nosotras mismas (el mismo Espíritu de Dios que nos habita) y nuestras sombras más oscuras (Satanás en persona).

Y en esa soledad nos toca elegir. Lo que se pone en juego es, nada más y nada menos que, nuestra libertad. El poder que Dios ha puesto en nuestras manos y con el que podemos llegar a la plenitud o destruirnos como personas.

Hay oscuridad en nuestro interior (también en nuestro mundo) pero no tiene la última palabra, el poder para actuar se lo damos nosotras.

Satanás no puede hacer nada sin nuestro consentimiento. Jesús lo sabe y termina su lucha con un: “-Vete, Satanás.” Y Satanás se va, porque no puede hacer nada más que convencernos. No tiene la fuerza por eso viene a buscarnos. Sin nosotras se desvanece.

Oración

Ven, Trinidad Santa, a recordarnos que podemos dominar el pecado (Gn 4, 4-7). Amén.

Circuito Cuaresma, destino La Pascua

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

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No se trata de sacrificarme sino de buscar lo mejor para mí, aunque me cueste.

Domingo, 26 de febrero de 2023
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img_men_2011_2014-3-09_6DOMINGO 1º DE CUARESMA (A)Mt 4,1-11

Se nos ha repetido que la cuaresma era un tiempo de examen para sentirnos pecadores. Descubierta nuestra indignidad, pedir a Dios que nos sacara de ella y si Dios era reacio a perdonarnos, ahí estaba la muerte de Jesús que nos daba derecho a ese perdón. Pasada la alegría de sentirnos perdonados, seguía la angustia de volver a fallar. Esta actitud represiva debe dejar paso a una toma de conciencia de nuestras posibilidades de absoluto.

La cuaresma en un tiempo para analizar la trayectoria de nuestra vida y descubrir que, con frecuencia, damos pasos que nos alejan de la plenitud humana que es nuestra meta. No tiene sentido que nos paremos a analizar la piedra en la que hemos tropezado. Más importante sería poner más atención al caminar para evitar el tropiezo. Tampoco se trata de hacer penitencia, como requisito para que Dios nos perdone. Sería tomar conciencia de que alcanzar la meta supone un esfuerzo para no dejarnos llevar por la comodidad.

Más importante que mirar hacia atrás angustiándome por los pasos mal dados, es descubrir el rumbo adecuado y caminar en esa dirección. Pero resulta que no puedo saber dónde está la meta, porque nunca estuve allí. Aquí viene en nuestra ayuda la experiencia de otros seres humanos que sí han llegado a ella. Para nosotros, el hombre que más cerca estuvo de ella es Jesús, por eso debemos fijarnos en él y tomarlo como guía en nuestra vida. No para mirarlo desde fuera sino para descubrir en nosotros lo que él descubrió.

Las tentaciones de Jesús nos advierten de la necesidad de esfuerzo para no ser engañados por el placer inmediato. Los animales disponen de un piloto automático que les conduce en todo momento a su propia meta. Al ser humano se le han entregado los mandos de la nave y no tiene más remedio que dirigirla. No podemos conducir un vehículo si el volante está bloqueado. Las normas que nos llegan de fuera pueden impedir hacernos cargo de nuestro propio vehículo. Tampoco nadie puede conducirlo por nosotros, ni siquiera Dios.

La primera tentación pretende convertir a Jesús en oprimido y le ofrece liberarse a cambio de pan. La segunda le ofrece honor y gloria a cambio de servidumbre. La tercera es una oferta de poder desmedido sobre todo y sobre todos. Tanto oprimir a otro como dejarse oprimir son ofertas satánicas. La opresión es el único pecado, porque es lo único que nos impide ser humanos. Vamos a analizar las tentaciones de Jesús en lo que tienen de común con las nuestras que, con apariencia de bien, nos arrastran al mal.

A nadie se le ocurrirá hoy tomar el relato del Génesis como un hecho histórico. El pecado de Adán es un mito ancestral que encontramos en muchas culturas. Esto no quiere decir que sea mentira. El mito es un intento de explicar conflictos vitales del ser humano, que no se pueden entender de una manera racional. El relato de Adán y Eva intenta explicar el problema del mal, y lo hace partiendo de las categorías de aquel tiempo.

Tampoco el relato de las tentaciones es histórico. Se trata de un relato mítico igual que el de Adán y Eva. Jesús se retiró muchas veces al desierto para entrar dentro de sí y descubrir su auténtico ser. El relato resume todas las pruebas que tuvo que superar Jesús en toda su vida. En Jesús la tentación tiene una connotación especial, porque se plantea conforme a su situación personal. La talla de su humanidad tiene que darla en relación con la tarea que se le ha encomendado: cómo desarrollar su auténtico mesianismo.

Los posibles tropiezos al recorrer su camino mesiánico, se relatan condensados en un episodio al comienzo de su vida pública, pero expresan la lucha que mantuvo durante toda su vida. A Jesús no le tentó ningún demonio. La tentación es algo inherente a todo ser humano. Es el mejor argumento a favor de su humanidad. Quien no se haya enterado de que la vida es lucha, tiene asegurado el fracaso absoluto. A todos se nos dan infinitas posibilidades de plenitud, pero alcanzarlas supone poner toda la carne en el asador.

A ver si consigo haceros ver que no se trata de una elección entre el bien y el mal. El ser humano no es el lugar de lucha de dos fuerzas contrarias: el Espíritu y el diablo. Esa alternativa no es real porque el mal no puede mover la voluntad. Se trata de discernir lo bueno y lo malo, yendo más allá de las apariencias. La lucha se plantea entre el bien real y el aparente. El plantear una lucha contra el mal no tiene ni pies ni cabeza. Una vez que descubro que algo es malo para mí, no tengo que hacer ningún esfuerzo para evitarlo.

Las tres tentaciones de Jesús no son zancadillas puntuales que el diablo le pone. Se trata de contrarrestar una inercia que, como todo ser humano, tiene que superar. Ni el placer sensible, ni la vanagloria, ni el poder, pueden ser el objetivo último. El poder y las seguridades, como base de la relación con Dios, quedan excluidos. El poder podía haber dado eficacia a su mesianismo, pero no le llevaría a la libertad. La salvación tiene que llegar al hombre desde dentro de sí mismo, por lo que tiene de específicamente humano.

No necesitamos ningún diablo que nos tiente. Somos lo bastante complicados para meternos solitos en la trampa. La tentación es inherente al ser humano, porque en cuanto surge la inteligencia y tiene capacidad de conocer dos metas, no tiene más remedio que elegir. Como el conocimiento es limitado, la posibilidad de equivocarse está siempre ahí. Y suele suceder que adhiriéndose a lo que creía bueno, se encuentra con lo que es malo. Si no lo tengo claro, pondré el fallo en la voluntad que elige el mal, lo cual es imposible.

Si el problema no está en la voluntad, no lo resolveremos con voluntarismo. Aquí está una de las causas de nuestro fracaso en la lucha contra el pecado. Nos han insistido en la fuerza de voluntad para superar la tentación, pero esa estrategia es ineficaz. Si el problema es del conocimiento, solo se podrá resolver por el conocimiento. Mi tarea será descubrir lo que es bueno o malo para mí. Ese “para mí”, se refiere a mi verdadero ser, no al yo individualista. Ni siquiera podemos esperar de Dios que me saque del dilema.

En nuestra sociedad tendemos a considerar bueno lo que la mayoría acepta como tal. El esfuerzo por alcanzar una verdadera humanidad es todavía una actitud de minorías. A través de la historia, han sido muy pocos los que han alcanzado una plenitud humana. La mejor prueba es que los consideramos seres extraordinarios. La mayoría de los mortales nos contentamos con vivir cómodamente sin valorar el esfuerzo por llegar a ser algo más.

El “está escrito” es vital. Adán y Eva pretendieron ser ellos los dueños del bien y del mal, es decir, que sea bueno lo que yo determine como tal y que sea malo lo que yo quiero que lo sea. Es la constante tentación del hombre. Cuando Jesús repite por tres veces “está escrito”, reconoce que no depende de él lo que está bien o lo que está mal, está determinado, no por una voluntad de Dios, sino por la naturaleza del nuestro ser. Si no descubro esa naturaleza nunca descubriré, lo que me deteriora o me construye.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Vencer la tentación.

Domingo, 26 de febrero de 2023
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Mt 4, 1-11

«Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo».

Cuando se escribe el cuarto evangelio ya hace tiempo que están en circulación los sinópticos que recogen los hechos y dichos de Jesús, y quizá por ello, está concebido como un amplio tratado teológico donde no se hace ningún esfuerzo por resaltar la humanidad de Jesús, sino todo lo contrario. En cambio, lo sinópticos nos presentan un hombre verdadero que se cansa, se enfada, se angustia… y que está sometido a tentación como cualquiera de nosotros.

El texto de hoy es un relato de alto contenido simbólico en el que se muestra a Jesús ayunando en el desierto tras su visita al Bautista; probablemente para poner a prueba su vocación antes de abrazarla definitivamente. Y la primera conclusión podría ser que la vocación de Jesús no fue algo tan fulgurante, patente y arrollador que no dejaba lugar a dudas, sino algo mucho más humano que le obligó a un proceso de oración y penitencia para ponerla a prueba y superar las dudas que le asaltaban.

Mateo nos presenta en un solo relato las tentaciones más profundas de Jesús, las que sin duda sufrió su espíritu durante toda su vida; como todo ser humano. Y tratando de interpretar los símbolos que nos ofrece el evangelio, cabría pensar que se sintió tentado a volver a la tranquilidad de Nazaret (las piedras convertidas en panes), o pedirle a Dios una señal antes de comprometerse con la misión (el pináculo del templo), o afrontar la misión desde la tradición de Israel, es decir, dejándose encumbrar a la posición de mesías davídico a la que el pueblo le empujaba, e instaurar el reino de Dios desde el poder (los reinos de la tierra) …

Pero todas estas conjeturas no tienen más valor que satisfacer nuestra curiosidad, pues lo realmente importante es que Jesús fue tentado como cualquiera de nosotros, y que venció la tentación. Como decía Ruiz de Galarreta: «En Jesús vemos la situación humana completa: el ser humano acosado por debilidades y oscuridades… y lleno de la fuerza de Dios que le hace superar todo eso para cumplir el plan de Dios».

Y esto nos pone frente a un dilema ancestral que nos atañe muy directamente, y es el referido a nuestra capacidad, o no, de vencer la tentación. El cronista del tercer capítulo del génesis —el mito de Caín y Abel— trató de afrontarlo en su versículo siete, donde Yahvé le dice a Caín: «¿No es verdad que si obraras bien andarías erguido, mientras que si no obras bien, estará el pecado acechando a tu puerta como fiera acurrucada, a la que tú “debes dominar”?»

La traducción del original hebreo de esta última expresión, “tú debes dominar”, ha dado lugar a diversas interpretaciones que nos sitúan en distintos escenarios frente al mal (el pecado). La traducción que hemos elegido (Nácar Colunga) la presenta como mandato de Dios: «debes dominar al pecado», pero otras traducciones la presentan como promesa de Dios: «dominarás al pecado». Por último, también se traduce como: «puedes dominar al pecado», donde Dios reconoce la capacidad del ser humano para vencer al mal. El libro de John Steinbeck “Al Este del Edén” nos ofrece una preciosa reflexión en torno a este tema.

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Aduta

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No sólo de ego vive lo humano.

Domingo, 26 de febrero de 2023
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b22a3fce51f505a5a401188868d40d8272a45212ee87d5e9b9286b3f7d4fbe95Mt 4, 1-11

COMENTARIO AL EVANGELIO Mt 4, 1-11

26 de febrero de 2023

El ritmo de nuestra liturgia nos marca una nueva etapa:  el Tiempo de Cuaresma. Sin entrar en su significado ya conocido, origen y etimología, nos sitúa ante un momento importante en la vida de todo creyente, un tiempo interpretado de diferentes maneras y con múltiples matices. La tradición, en numerosas ocasiones, nos ha conducido a mirar este tiempo desde una visión más penitencial que de interiorización y discernimiento como nos muestra este pasaje del evangelio de hoy.

Jesús es conducido al desierto por el Espíritu. Allí le espera otro personaje, bastante retorcido, con el que va a tener una conversación profundamente interesante. En realidad, este pasaje, claramente metafórico, narra un paseo interior que Jesús necesita realizar para situarse, de la mejor manera posible, ante la vida. Podríamos pensar que él ya sabe quién es y para qué está hecho, puesto que en el relato del Bautismo se le revela su identidad: “Hijo de Dios”. Pero ese mismo Espíritu que le hizo ser consciente de su identidad divina, ahora quiere revelarle su identidad humana.

El escenario en el que se desarrolla este pasaje es en el desierto, un lugar árido, sin distracciones, en soledad, una experiencia vital que todos necesitamos conocer en diferentes momentos de nuestra vida, aunque huyamos de ella por miedo, muchas veces, a nuestra propia verdad.

Parece que en el texto aparecen muchos personajes: Jesús, el Espíritu, el diablo y Dios que permanece en un plano secundario, pero que le convierte en el rival principal de ese diablo. En realidad, está Jesús solo para discernir y conectar con su verdadera naturaleza y con el sentido de su existencia. Jesus es tentado, pero más bien, es expuesto a los desafíos que nuestra condición humana nos va presentando a lo largo de la vida. ¿Y quién nos enreda en esta maraña? Sin duda la parte de nuestro ego desajustada y hambrienta, ansiosa por colonizar nuestra identidad profunda.

Tras el Bautismo, antes referenciado, Jesús toma conciencia de que es Hijo de Dios. De hecho, el mismo diablo se lo recuerda en esta conversación para cuestionar cómo va a usar esa certeza: “Si de veras eres Hijo de Dios…”  ¿Cómo usamos y para qué nuestras potencias naturales, la fuerza de lo que somos?

Jesús se enfrenta a tres desafíos humanos por los que nuestra mente egoica queda secuestrada casi inconscientemente. Por un lado, el poder, poder sobre otr@s, cada cual, desde sus estrategias, justificaciones, manipulaciones que no siempre vienen en formato de poderío sino también de victimismo.

Por otro lado, el poseer, poseer no solo compulsivamente bienes materiales, también personas, ideologías, ritualismos, dogmas, imagen personal, creencias, roles, estereotipos, es decir, todo aquello que sacia nuestra hambre y ansia para compensar un vacío interior que queremos llenar con lo que realmente no sacia.

Y, por último, la idolatría, no solo la idolatría social que busca endiosar líderes, modas, tecnologías, etc, sino también la idolatría religiosa: adorar y vivir sumisos a una imagen de un Dios que no tiene nada que ver con el que Jesús quiso encarnar: el Dios de la vida, de la liberación, de la justicia, de la libertad, de la paz, de la luz, de la limpieza de corazón, de la inclusión, del respeto, de la verdad. Te invito a que sigas añadiendo aquello que ya hayas vivido y descubierto del Dios de Jesús.

¿Y cómo resuelve Jesús esta situación desafiante? Parece que lo primero que hace es “centrarse”, es decir, conectar con su verdadera naturaleza, y, desde ella, reconstruir su identidad y vocación. En cada respuesta que da al diablo hace referencia a Dios, es a Dios a quien desafía, es decir, a la dimensión divina como raíz y principio de lo que somos. Rechaza el poder sobre otros, pero acepta el poder con otros, rechaza el poseer para llenar un vacío, pero acepta el poseer para compartir y para que todos tengan, rechaza a un Dios dictador que mueve a su antojo los hilos del mundo, pero acepta a un Dios que se hace humano, y que vive en unidad con nuestra naturaleza.

Nuestros mundos personales están llenos de desafíos, es inevitable, es la vida misma, ahora bien ¿Cómo los resolvemos? ¿Cómo los afrontamos? ¿Cómo nos situamos frente a ellos? ¿Cedemos a otr@s el honor de resolverlos?  Y nuestra también “casa común”: guerras, dramas humanos, enfermedades, desastres naturales, económicos, sociales, añade lo que quieras pero que, nada ni nadie, nos separe de lo ESENCIAL.

¡¡FELIZ DOMINGO!!

 

Rosario Ramos

Fuente Fe Adulta

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Camino de fidelidad

Domingo, 26 de febrero de 2023
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255AC134-D757-4CCB-ABD5-F6ADC4B6E0EDDomingo I del Cuaresma 

26 febrero 2023

Mt 4, 1-11

«Tu única obligación en cualquier período vital consiste en ser fiel a ti mismo», proclamaba Richard Bach en Juan Salvador Gaviota. La fidelidad a sí mismo es, a la vez, señal y fuente de armonía. Y lo es porque nos unifica por dentro, teniendo en cuenta todas nuestras dimensiones.

Queriendo poner luz en esta cuestión, podemos empezar con una pregunta: ¿cómo vivo o desde dónde me vivo cuando no soy fiel a mí mismo? Porque, indudablemente, conscientes o no de ello, siempre que no somos fieles a nosotros mismos, vivimos alienados, es decir, sometidos a otras instancias a las que otorgamos el poder de manejar nuestra existencia. ¿Cuáles son esas instancias?

A simple vista, parecen ser dos: los otros y el propio ego. En el primer caso, vivimos en la práctica a merced de los demás, tratando de agradar o reaccionando a lo que dicen o hacen. En el segundo, giramos en torno al propio ego, sus gustos y sus esquemas, en un bucle narcisista.

Al mirar más detenidamente, observamos que, en realidad, lo que nos hace vivir alienados son nuestras necesidades pendientes -no respondidas en su momento- y desproporcionadas, en particular, la necesidad de seguridad.

Porque, con mucha frecuencia, lo que buscamos, tras el ansia del tener, del poder o del aparentar, es sentirnos más seguros. Nos hacemos dependientes de los otros buscando su aprobación y reconocimiento. Y giramos en torno al propio ego por dos motivos: en búsqueda de seguridad o como mecanismo de defensa para compensar carencias antiguas que todavía nos siguen pensando hoy.

Nos aferramos así a nuestras creencias y mapas mentales, porque (creemos que) nos aportan seguridad, aun a riesgo de caer en la rigidez; exigimos tener razón o quedar por encima de los demás; tratamos de construirnos un pequeño paraíso narcisista que alivie nuestros malestares…, sin ser conscientes de que todo ello nos aleja del único camino que merece la pena: ser fieles a nosotros mismos.

Porque no se trata de una fidelidad a nuestro ego ni a nuestras creencias, ni siquiera a nuestros principios morales, por más nobles que nos parezcan. Se trata de ser fiel a lo mejor de sí, a nuestra verdadera identidad. Y entonces se produce una paradoja significativa: la fidelidad a uno mismo es, sencillamente y a la vez, fidelidad a la vida. Y se va plasmando en lo concreto de nuestro vivir cotidiano en el aprendizaje de vivir diciendo sí. Aquí van cayendo creencias y mapas para vivirnos como cauces por los que la vida pasa. Es la sabiduría del fluir.

¿Voy creciendo en fidelidad a lo mejor de mí?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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De Ti procede el perdón, y así infundes respeto. Dios se hace respetar por el perdón a nuestras caídas en las tentaciones,

Domingo, 26 de febrero de 2023
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E6A321A9-BBEB-4711-BEDB-0F1D542FFB3FDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- De nuevo al desierto.

    El primer domingo de cuaresma está dedicado siempre a pensar un poco en el problema del mal, las tentaciones, la libertad humana (dañada o limitada). Jesús también fue hombre y, por tanto, fue tentado.

Los hebreos se pasaron “cuarenta años” caminando por el desierto, es decir: toda la vida. Y es que, salir de “Egipto” (y de todos nuestros “egiptos y esclavitudes particulares”) para llegar a la tierra de promisión y a la libertad, eso cuesta toda la vida.

Así es que, ligeros de equipaje, comencemos esta santa cuaresma, pero mirando hacia la libertad y a la tierra de promisión, que a Egipto no quiero volver.

02.- Peligros y tentaciones.

El primer domingo de cuaresma nos ofrece e invita siempre a pensar un poco en lo que se ha dado en llamar: las tentaciones. ¡Cuántas veces hemos rezado: No nos dejes caer en la tentación!

    Yo no creo, -en sentido de fe-, no creo en la visión de la tentación como si Dios permitiese que un señor, el diablo, ande suelto por el mundo intentando –tentando- un poco infantilmente captar clientes para el infierno.

Esa visión supone que existiría alguien (el diablo) y habría un lugar (el infiernos) ante los cuales Dios no podría decir ni hacer nada.

Esa es una visión mitológica, relatos gráficos para explicar algunas cosas.

Entonces ¿Qué es la tentación o qué son las tentaciones?

    Algunas sencillas consideraciones

03.- La tentación la fascinación de “ser como dioses

    ¿Podríamos pensar que la tentación es la fascinación que ejercen sobre nosotros (sobre nuestra libertad limitada o dañada) algunas cosas o situaciones de la vida? Hay ciertas “manzanas” que nos ofrecen ser como dioses.

    El placer, el dinero, el poder, pueden ejercer sobre nosotros el gran atractivo de tener más, de ser más felices, de “ser como dioses.

En otras situaciones: las adicciones a la droga, al erotismo, cleptomanías, ludopatías, etc. que ofrecen falsos paraísos terrenales.

En ocasiones límite la tentación es cesar en la vida, el suicidio: “no puedo más, me voy”, que en el fondo calmar y salir de un gran dolor existencial: el dolor del rechazo, de la soledad, el dolor del desafecto, de los fracasos, de la ansiedad, del mal trato de la infancia, de las culpabilidades morales, el dolor de “muchas asignaturas pendientes en la vida” o cualquier otro tipo de dolor.

La tentación (caer en la tentación) es buscar “falsos paraísos” o intentar aliviar sufrimientos profundos con una “huida definitiva” o con un erotismo compulsivo, con un robo o una ludopatía que me ofrezcan un paraíso terrenal.

    Por lo general, son “tentaciones de la vida cotidiana”, pero que responden al mismo esquema: buscar ser como dioses o huir del sufrimiento que la vida nos puede deparar

04.- ¿Y la salida a la tentación?

La salida a las tentaciones no está en “Egipto”, con sus faraones y abundancia material (pan), en el poder político o religioso (Templo) o en el poder que fuere, tampoco la sed se apacigua con el placer compulsivo, ni en adorar a los ídolos de este mundo en busca de un poco de poder.

La salida está en Dios: en el horizonte, en la tierra de promisión, en la libertad:

  • “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
  • “No tentarás al Señor, tu Dios.”
  • “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto.”

Al mismo tiempo es de tener muy en cuenta que en estas cuestiones de las tentaciones y tendencias del ser humano, se entremezclan y funcionan mecanismos psicológicos, temperamentos, subconscientes, represiones morales, bajos fondos y “viejas historias”, etc., que en ocasiones pueden requerir atención médica, psiquiátrica.

05.- No culpabilizar, ni amenazar.

    Es cierto que cuando “caemos en tentación”, “nos hacemos daño”, podemos también hacer daño a los demás”, “destrozamos, más o menos, la creación” y “Dios está triste”. [1]

    Dios no castiga, Dios no es inmisericorde. Por ello, no culpabilicemos, no amenacemos con castigos que no vienen de Dios, ni hurguemos en viejas heridas, no carguemos moralmente con fardos pesados a los demás. No culpabilicemos ni condenemos a los demás.

    Solemos tener la mala costumbre de culpabilizar a los demás: “la culpa la tiene…”

    No encaucemos la vida al “colapso moral”. Abramos horizontes, caminos, puertas, Éxodos, liberación, paz, vida, resurrección [2]

    Dios no se enfada con estas situaciones nuestras, no nos deja en la estacada, mucho menos nos manda al infierno.

En el cristianismo la salida a la caída en la tentación está en el perdón de Dios. El salmo 129 dice que el Dios de Jesús no es un Dios eternamente enojado, que cantábamos en aquellas cuaresmas de nuestra juventud, sino que nuestro Dios se hace sentir por su bondad y misericordia:

De Ti procede el perdón, y así infundes respeto.

Dios se hace respetar por el perdón a nuestras caídas en las tentaciones, no por el látigo del castigo. La salida a la tentación y a nuestras caídas está en descansar en el Señor, su respeto no está en la disciplina, en el castigo, sino en el perdón y la acogida (la casa del Padre y el hijo pródigo).

No nos dejes caer en la tentación, pero si caemos en tentación, que caeremos, después viene: líbranos del mal.

Somos barro, somos ceniza, somos dolor, tentación, somos caídas:

Si creció el pecado, más abundante fue la gracia (San Pablo, Romanos 5,20)


Oración de los fieles

+   Oramos por las penas y sufrimientos de tantas personas. Oramos por sus y nuestras tentaciones explícitas o inconscientes.

¡No nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal, Señor!

+   Como el hijo pródigo también nosotros hemos podido caer muy bajo en la vida.

¡No nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal, Señor!

+   Para cuando uno llega a cesar en la vida, ha tenido que sufrir y pasar mucho y malo. Recordamos a los enfermos de depresión, a quienes no ven salida en la vida, a sus familias y amigos; oramos por los suicidas

¡No nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal, Señor!

+   Hemos transmitido una imagen tuya, Señor, de un Dios implacable e insaciable. Sin embargo el Dios de Jesús se hace respetar con el perdón.

¡No nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal, Señor!

+   Recordamos en la oración a los pobres, encarcelados, enfermos, olvidados, a los perdidos por las calles de la vida, drogadictos, ancianos marginados, encarcelados.

¡No nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal, Señor!


[1]
Dios, el padre del hijo pródigo, jamás se enfada: está triste, sufre, nos espera y siempre nos acoge

[2] Jesús no fue un predicador del infierno, sino de la vida. Jesús no culpabilizó a la mujer adúltera: “No te condeno”.

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Destrucción

Lunes, 7 de marzo de 2022
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KIEV, UKRAINE - JULY 27, 2016 : Parishioners Ukrainian Orthodox Church Moscow Patriarchate during religious procession. At present there is undeclared war of Kiev Patriarchate and Moscow Patriarchate

La política sin principios,
las leyes sin espíritu,
el progreso sin compasión,
el trabajo sin beneficio,
la riqueza sin esfuerzo,
la pobreza sin compromiso,
la erudición sin silencio,
el derecho sin justicia,
la verdad sin diálogo,
la religión sin riesgo,
la razón sin dudas,
el culto sin consistencia,
los medios de comunicación social sin ética,
los mitos sin hondura,
los roles sin ternura
y la vida sin responsabilidad…:
¡Destrucción del mundo,
de tu obra y buena noticia,
de nuestras esperanzas y utopías
y de tu reino entre nosotros!

Y, sin embargo, son tentaciones de cada día.

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

ucrania3

***

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Fe en un futuro LGBTQ+

Lunes, 7 de marzo de 2022
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51-ROR0X_400x400La publicación de hoy es de la colaboradora invitada Laurel Marshall Potter. Laurel es un Ph.D. candidata en Teología Sistemática y Comparada en Boston College, con intereses que incluyen el pensamiento y la praxis decoloniales y las teologías de la liberación latinoamericanas. Laurel practica el culto e investiga en colaboración con comunidades eclesiales marginales de El Salvador, donde vivió y trabajó durante varios años.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el primer domingo de Cuaresma se pueden encontrar aquí.

Recientemente tuve la oportunidad de escuchar a padres de niños y adultos LGBTQ+ sobre su tensa relación con la iglesia. Fue un regalo ser recibido en este espacio en pie de igualdad. No soy padre, y mis ahijados y otros niños que conozco aún no tienen la edad suficiente para expresar su orientación sexual o identidad de género en esos términos.

A veces, aquellos de nosotros en el lado más joven de la brecha generacional imaginamos que tenemos que andar con cuidado con nuestros mayores, pero no fue el caso con este grupo. Me llamó la atención la fe de estos padres, su decisión y claridad al escoger a sus hijos sin renunciar a su iglesia. No anduvieron de puntillas, gritaron, lamentaron, exigieron que nuestra iglesia practique la inclusión y el amor que a veces predica. Se necesita una increíble cantidad de fe y esperanza para hablar tan clara y proféticamente al poder. Protegido por mi rectángulo de Zoom, me quité los zapatos mientras pisamos juntos esta tierra sagrada.

La primera lectura del leccionario de hoy del libro de Deuteronomio se lee un poco como un manual litúrgico. Moisés instruye a su pueblo sobre cómo ofrecer sacrificios: Entrega al sacerdote la canasta con la ofrenda, y después de que la coloque sobre la mesa, lee un texto ritual particular. Cuántas veces hemos visto un intercambio similar en la Misa, cuántas veces hemos seguido los movimientos, nos hemos desconectado durante nuestra oración eucarística, dejando que las palabras y afirmaciones familiares nos inunden. Esto me pasa todo el tiempo. Hay mucho que pensar en estos días.

Pero Moisés está describiendo una liturgia que aún no existe. Mientras da estas instrucciones, Moisés y el pueblo hebreo siguen en el desierto, años después de haber escapado de Egipto, esperando llegar a la tierra rebosante de leche y miel que Dios les ha prometido. Moisés asegura al pueblo que llegarán, que volverán a producir alimentos. “Y cuando llegues allí”, dice Moisés, “recuerda a Aquel que cumple las promesas. Ofrece tus primeros frutos. Esto es lo que Dios quiere para ti”. Moisés era un hombre lleno de esperanza, fiel y verdadero, aunque murió antes de que llegara el pueblo. Nunca vio la tierra prometida, pero su esperanza profética llevó a su pueblo allí.

Tentacion jesus

En el Evangelio de hoy, también Jesús se encuentra en el desierto, en retiro, discerniendo. Jesús creció aprendiendo cómo Dios liberó a sus antepasados de la esclavitud en Egipto, cómo Dios les prometió su propia tierra y cómo Dios cumple sus promesas. Pero eso fue entonces. Esto es ahora. En el mundo de Jesús, el Imperio Romano aterroriza a sus súbditos para que se sometan crucificando a los disidentes. Tanta gente está marginada en la sociedad de Jesús: mujeres y otras personas de género diverso, discapacitados, pobres. La violencia amenaza con estallar, chisporroteando y chisporroteando a lo largo de las fronteras coloniales y entre los revolucionarios celosos. Entonces, cuando la tentación de perder la fe y derribar todo por el poder de la justicia mundana y los superpoderes milagrosos está sobre la mesa, es difícil no aceptar. “Muéstrales”, susurra el mal. “Haz que todo termine, hoy”.

Pero Jesús se resiste. Aunque Jesús no sobrevivió a la liberación de Egipto, recuerda las historias. Sabe que no sólo de pan se vive, que sólo Dios es digno de adoración, que no hay pruebas que lo demuestren, sino el testimonio y las enseñanzas de su propio pueblo.

Tanto Moisés como Jesús creen en el futuro que Dios promete para el pueblo de Dios. Ambos deciden soñar con Dios, sueños ridículos. Una tierra rebosante de leche y miel en el desierto. Un mundo donde nadie quede herido al costado del camino. Una sociedad donde se cuida a los extranjeros, los enfermos y los ancianos. Esto es irrazonable, cosas sobrenaturales. Apenas podemos concebirlo.

Y todavía. Moisés, al borde de la muerte, ya le está diciendo a la gente cómo ofrecer los primeros frutos de una tierra que nunca verá. Jesús es torturado y asesinado, sin saber si sus amigos continuarán con su mensaje. Su testimonio es tan poderoso que es la fuente de nuestra propia fe, todos estos siglos después.

Dios no ha terminado de soñar con la Creación. Frente a todas las luchas de nuestro mundo que se sienten tan abrumadoras y sin esperanza, Dios promete que tendremos paz.

Afirmamos especialmente que Dios sueña con la vida plena de todas las personas LGBTQ+, desde la niñez hasta la vejez, y que Dios promete darnos consuelo a nosotros y a nuestras familias, como a todos aquellos cuyas vidas no encajan en el mundo del imperio mortífero. Es una afirmación ridícula, y es nuestra fe.

Soñemos, como lo hizo Moisés, con esa realidad que quizás nunca veamos, pero que existirá para nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos:

– De un mundo libre de crímenes de odio LGBTQ+

– De un mundo donde los niños queer son amados, aceptados y celebrados. Donde estén empoderados para aprender a través del deporte, el arte y la educación y puedan recibir atención médica física y mental adecuada.

– De un mundo donde las familias no tengan que ocultar nuestras luchas y dolores de crecimiento y puedan ser apoyadas por nuestras comunidades.

– De un mundo donde la sexualidad sea aceptada como parte integral de la vida humana, donde se nos enseñe la verdad sobre nuestros buenos deseos y podamos vivir plenamente en nuestros cuerpos.

– De un mundo donde padres e hijos se reconcilian.

– De un mundo donde las personas de todos los géneros puedan descubrirse y expresarse de manera libre y segura.

Confiemos, como lo hizo Jesús, en que vale la pena apostar la vida por esta promesa. Acompañados por el Espíritu Santo, vivimos nuestro propio futuro extraño; vivimos en el sueño de Dios para el pueblo de Dios.

—Laurel Marshall Potter, 6 de marzo de 2022

Fuente New Ways Ministry

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No tentarás al Señor, tu Dios

Domingo, 6 de marzo de 2022
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¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
Él es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Por eso, no triunfarán los malvados en el juicio,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.

*

Salmo 1

***

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.

Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.

Entonces el diablo le dijo:

“Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.”

Jesús le contestó:

– “Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre»”.

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

“Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.”

Jesús le contestó:

“Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto»”.

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:

“Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»”.

Jesús le contestó:

“Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios»”.

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

*

Lucas 4, 1-13

***

El Evangelio nos presenta este duelo entre Jesús y Satanás. Jesús fue tentado. También él quiere conocer el combate entre el alma que desea permanecer fiel a Dios y el invasor que tratará de desviarla e inducirla al mal. Hay que recordar que cuanto se refiere a Jesús nos toca también a nosotros. La vida de Jesús configura la nuestra; lo que a él le acontece se refleja en nosotros.

¿Fue tentado Jesús? Tanto más podemos o debemos serlo nosotros.

Parece lógica la pregunta, puesto que vivimos en un mundo asediado y turbado por esa iniciativa oculta del que san Pablo llama “el príncipe de este mundo de tinieblas”. Estamos rodeados de algo funesto, malo, perverso, que excita nuestras pasiones, se aprovecha de nuestras debilidades, se deja insinuar en nuestras costumbres, sigue nuestros pasos y nos sugiere el mal. La tentación consiste, pues, en el encuentro entre la buena conciencia y la atracción del mal, y esto del modo más insidioso que se pueda imaginar.

El mal, de hecho, no se nos presenta con su rostro real de enemigo, como algo horripilante y espantoso. Sucede precisamente lo contrario: la tentación es simulación del bien; es el engaño del mal disfrazado de bien, es la confusión entre bien y mal. Este equívoco, que se puede presentar siempre ante nosotros, tiende a hacernos retener como bien donde, por el contrario, está el mal.

*

Pablo VI,
7 de marzo de 1965,
en U. Gamba, [ed.], Pensieri di Paolo VI per ogni giorno dell’anno, Vigodarzere 1983, 279).

***

***

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“Convertir todo en pan”. 1 Cuaresma – C (Lucas 4, 1-13)

Domingo, 6 de marzo de 2022
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18_1-CUA-C_1507185Es nuestra gran tentación. Reducir todo el horizonte de nuestra vida a la mera satisfacción de nuestros deseos: empeñarnos en convertirlo todo en pan con que alimentar nuestras apetencias.

Nuestra mayor satisfacción, y a veces casi la única, es digerir y consumir productos, artículos, objetos, espectáculos, libros, televisión. Hasta el amor ha quedado convertido con frecuencia en mera satisfacción sexual.

Corremos la tentación de buscar el placer más allá de los límites de la necesidad, incluso en detrimento de la vida y la convivencia. Terminamos luchando por satisfacer nuestros deseos, aun a costa de los demás, provocando la competitividad y la guerra entre nosotros.

Nos engañamos si pensamos que es ese el camino de la liberación y de la vida. Al contrario, ¿no hemos experimentado nunca que la búsqueda exacerbada de placer lleva al aburrimiento, el hastío y el vaciamiento de la vida? ¿No estamos viendo que una sociedad que cultiva el consumo y la satisfacción no hace sino generar insolidaridad, irresponsabilidad y violencia?

Esta civilización, que nos ha «educado» para la búsqueda del placer fuera de toda razón y medida, está necesitando un cambio de dirección que nos pueda infundir nuevo aliento de vida.

Hemos de volver al desierto. Aprender de Jesús, que se negó a hacer prodigios por pura utilidad, capricho o placer. Escuchar la verdad que se encierra en sus inolvidables palabras: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios».

¿No necesitamos liberarnos de nuestra avidez, egoísmo y superficialidad, para despertar en nosotros el amor y la generosidad? ¿No necesitamos escuchar a Dios, que nos invita a gozar creando solidaridad, amistad y fraternidad?

José Antonio Pagola

 

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El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado”. Domingo 1º de Cuaresma

Domingo, 6 de marzo de 2022
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17-cuaresmaC1 cerezoLeído en Koinonia:

Deuteronomio 26, 4-10: Profesión de fe del pueblo escogido.
Salmo responsorial: 90. Está conmigo, Señor, en la tribulación.
Romanos 10, 8-13:Profesión de fe del que cree en Jesucristo.
Lucas 4, 1-13: El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado.

Análisis

El texto “mi padre era un arameo errante”, fue motivo de arduas discusiones entre los estudiosos hace muchos años. Hoy parece que las aguas se han aquietado. Se afirmó —el gran biblista alemán G. von Rad— que estamos ante un “credo primitivo”, pronunciado en el santuario de Guilgal en la liturgia, y que representa el corazón histórico de Israel. Todo el Hexateuco, sigue diciendo, se formula a partir de este texto. Hoy tenemos muchos elementos para cuestionar su antigüedad, y podemos pensar que otros “credos” (como quizás el de Núm 20,14b-16) son más antiguos. Por otra parte, el esquema opresión-clamor-liberación es muy característico del autor deuteronomista (particularmente del libro de los Jueces) como para pensar en una pura originalidad. La importancia de la tierra, como lugar del descanso, tierra dada por Yahvé también es muy importante en el deuteronomista por lo que no parece fácil seguir sosteniendo lo que von Rad decía. Sin embargo hay un elemento que es característico de los credos israelitas, y no debiera discutirse, y es su dimensión histórica. El Dios de Israel es un Dios que se revela en la historia de su pueblo, en la de ayer y la de hoy. En este sentido es muy importante notar, por un lado los usos de las primeras personas del singular, y los plurales: el orante se planta personalmente ante Dios (“mi padre”, “traigo”…) pero cuando debe hacer memoria de su pecado y la intervención salvadora de Dios recurre al plural: “nos maltrataron”, “nos oprimieron”, “nos impusieron servidumbre”, “clamamos”, “escuchó nuestra voz”… “nos trajo”). Ese cambio de personas puede resumirse diciendo “mi padre era Israel, por lo tanto nosotros somos Israel”.

Tradicionalmente esto no ha tenido dificultad, pues desde siempre la tradición cristiana ha heredado con toda naturalidad esa visión según la cual nuestra fe es una respuesta a la intervención de Dios en la historia. Siempre nos ha parecido «natural» que Dios intervenga en el mundo con hechos milagrosos para decirnos algo, o para hacer algo con su pueblo. A Dios siempre lo hemos pensado como un vecino del piso de arriba, pero como un vecino que puede bajar en cualquier momento, y de hecho está siempre pendiente de nosotros. HOY es muy problemática esta visión, porque no forma parte ya de la cosmovisión moderna entender la realidad cósmica como dos pisos: el nuestro y el de Dios. Como sugiere el título del libro de Lenaers, «No hay un Dios ahí arriba». El Dios altísimo, el dios en lo alto del cielo… ha pasado a ser una frase hecha, con sabor añejo, o rancio, que ya no se sabe bien qué significa, porque en nuestra visión moderna actual no hay dos pisos, ni creemos estar conviviendo con vecinos del segundo piso que puedan bajar a éste en cualquier momento.

Hay además un nuevo problema respecto a la historia. Esas intervenciones de Dios en la historia, bien registradas en la Biblia, están siendo cuestionadas por la arqueología científica. No es el lugar para exponerlo aquí, pero puede ser una buena recomendación para la propia formación el estudiar el tema del «nuevo paradigma arqueológico bíblico»: hay toda una nueva visión –documentada, científica, arqueológica– sobre la historicidad de hechos principales que narra la biblia, y que desde siempre creímos literalmente históricos. En realidad no es nada nuevo, pues ya hace mucho tiempo que sabemos que Moisés no escribió el Pentateuco, o que Jesús no nació el 25 de diciembre ni en Belén… pero hay nuevos datos muy llamativos sobre otros elementos cuya historicidad sería decisiva. (Véase la revista VOICES (http://eatwot.net/VOICES) y tómese su último número –en línea, gratuito–; ofrece un buen material de lectura para iniciarse en el tema).

La Iglesia nos propone el Salmo 91 (90) por ser, precisamente, el que utilizará el diablo en la tentación. Quizá para que podamos ver cómo «sacar un texto de contexto puede ser diabólico»… No es unánime la opinión de frente a qué tipo de Salmo nos encontramos, y esto condiciona la interpretación. Unos piensan en un diálogo litúrgico, otros en una homilía sapiencial.

Luego de la sección teológica de la carta a los romanos (caps 1-8) y antes de la sección parenética (caps. 12-15), Pablo introduce un paréntesis sobre Israel (caps. 9-11). Paréntesis que no es ajeno a la totalidad de la misma ya que desde el comienzo nos dijo que la salvación es para todos, pero “primero para los judíos” (1,16; 2,10). Sin embargo, sus “hermanos de raza” demoran en reconocer a Cristo, y Pablo manifiesta su dolor por ello; de todos modos lo ve como un tiempo pedagógico de Dios para dar oportunidad a la conversión de los paganos. Después -quizá movidos por los celos- todo Israel se salvará (11,26). Pero esto no exime de responsabilidad a los judíos ya que miran la justicia que les viene de ellos mismos y no la que viene de Dios. La iniciativa de Dios (gracia) es uno de los temas centrales de la teología paulina, y es grave creer que de nosotros depende. Ese es el motivo, además, por el que Pablo abunda en citas de la Escritura en esta unidad. Este es el marco del párrafo que hoy nos propone la liturgia. Es evidente, y el manejo de los textos lo confirma, que Pablo es consciente de estar polemizando.

Parece que la fuente Q –en la que el evangelio de Lucas se inspira– expresó en tres tentaciones tomadas de las tentaciones del pueblo en el desierto, las tentaciones que tuvo Jesús en su ministerio, al menos las dos últimas aparecen destacadas. Allí donde Israel no supo hacer la voluntad de Dios, Jesús surge fiel, verdadero “Hijo” como ya el Bautismo lo había mostrado. Esto confirma la intención cristológica del relato, y también su probable intencionalidad polémica con el Israel de su tiempo.

Dado que la primera hace referencia a la “palabra de Dios”, la segunda a lo político y la tercera al Templo, algunos han pensado que se estaría ante una triple tentación profética, real y sacerdotal, pero no parece que eso esté en juego aquí. Sólo la tentación real aparece clara, mientras que la profética y más aún la sacerdotal no se revelan, y más aún, parecen muy improbables. Las respuestas apuntan en otra dirección.

En el relato de Lucas, a diferencia del de Juan, Jesús va del desierto a la ciudad, y en la ciudad comienza su ministerio, como en la ciudad culminará todo para desde allí comenzar, siempre conducido por el Espíritu el tiempo nuevo de la Iglesia. En la primera tentación, el diablo no discute que Jesús sea el Hijo de Dios, lo da por supuesto, y lo tienta a convertir en pan una piedra ya que lógicamente tiene hambre. Más que un “nuevo pueblo”, Jesús es “hijo de Dios”, “el Hijo de Dios”. ¿Por qué Jesús no obra el milagro? Porque los milagros que Jesús hace son siempre para los otros, como la multiplicación de los panes: allí Jesús mismo se preocupa: “denles ustedes de comer” (9,13). La segunda es la tentación de poder (exousía) política. En tiempos donde todo el mundo conocido está sometido al imperio romano, se puede ver de un golpe de vista todo: el imperio mismo es diabólico y perverso. E idólatra. La tercera tentación no sólo tiene como característica que ocurre en Jerusalén, sino también que el diablo cita la Escritura. La Escritura mal citada, o mal leída, también puede ser diabólica, o idolátrica. Por otra parte, Jesús deja muy claro que su ministerio es para otros, no para él. No es salvarse a sí mismo, como tampoco en la cruz: “si eres… sálvate” (23,35.37.39).

Como dos rabinos, Jesús y el diablo discuten con citas bíblicas. Y nos queda claro que es falso servidor de Dios el que se sirve de su ministerio en su propio provecho, que no es propio de los fieles a Dios reclamar milagros ya que Dios puede salvar sin necesidad de estas obras “maravillosas” o “teatrales”. Jesús nos muestra -con su vida- el camino de la obediencia de hijo conducido por el espíritu.

Comentario

El evangelio de Lucas, nos pone a Jesús en paralelo con el pueblo de Israel. En las mismas circunstancias en las que el pueblo fue infiel, Jesús sale adelante; y para resaltar el paralelo entre ambas situaciones, el evangelista recurre al desierto y a citas del Deuteronomio. Allí donde Israel cayó, allí Jesús sale adelante. Más que un acontecimiento es una plataforma, un programa: unidos a Jesús nada tenemos que temer, sólo el amor cuenta. Deberíamos aprovechar la Cuaresma para revisar cuántos desencuentros, cuántas infidelidades, cuántas injusticias… Pero, al revisarlas, corregirlas; es que la Cuaresma es tiempo de conversión, y conversión significa caminar, camino de vuelta al Padre.

Mientras el pueblo de Israel, en la tentación, no fue fiel y cedió, ahora nos encontramos a Jesús en la misma situación, en la misma tentación. ¡Y triunfa! Jesús aparece en el Evangelio de hoy como el que vence la tentación. Porque es posible vencerla. Muchas voces, de dentro y de fuera buscan separarnos de Dios, de sus proyectos, de sus caminos. Pero hay una voz más fuerte, más firme, que puede vencer esas otras voces si disponemos el corazón para escucharla. Hace falta tener un oído muy fino, un silencio atento, un corazón dócil. Chile  Leer más…

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Cuaresma 1. Las tentaciones de Cristo (Mt 4, 1-11; Dom 6.3.22)

Domingo, 6 de marzo de 2022
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Del blog de Xabier Pikaza:

Estrictamente hablando no son “tentaciones”, sino pruebas y trabajos de la vida. No son exclusivas de Cristo, sino de todo el judaísmo (AT), con  los pueblos antiguos, los Imperios (Egipto, Babilonia,Roma) y los sabios de oriente y occidente, en especial de Grecia.

El primer tema-problema del hombre es la comida (el pan) y para asegurarla en un entorno comercial es necesario capital.

El segundo tema-problema es la religión:el pensamiento, la ciencia, la cultura; una cultura-religión capaz de resolver todos los problemas, de superar todas la crisis, “tirándonos del templo”, del templo como superstición para entrar en el santuario-banco de  la sabiduría salvadora.

El tercer y último problema es el poder que brota del dinero y de la ciencia, que nos hace reyes soberanos. Por eso quien domine el dinero,la ciencia/ideología y el poder será salvador del mundo, será Cristo.

 Pero Jesús vino a presentarse de otra forma. Le interesó muchísimo el pan, pero no como capital, sino como comida para todos, empezando por los pobres.

Le importó muchísimo el milagro, pero no como ideología salvadora, sino como principio de transformación de los hombres, es decir, como fuente de salud…

Fue un hombre de inmenso poder, pero no para imponerse,  sino para acompañar, empoderar (potenciar), enamorar a los hombres.

Fue un transgresor, el mayor que conocemos  Reinterpretó gran parte de los códigos de vida de Israel, invirtió el tema del capital (Mt 6, 24), la ideología militar de los imperios, la sabiduría opresora de las grandes escuelas retóricas, políticas, económicas y militares… para volver a la raices de la vida humana, como “cristo”, ungido con el “aceite-perfume” de Dios.

Para presentarse como Cristo de Dios, tuvo que superar tres pruebas, como han hecho otros iniciados y maestros.El evangelio les llama “tentaciones”. Pero mas que tentaciones externas fueron posibilidades distintas de realizar su obra mesiánicas.

 La tradición dice que esas tentaciones fueron dirigidas por un Diablo malvado, llamado Satanás, empeñado en apartar a Jesús de su camino. Pero todo nos hace pensar que no fueron problemas venidos de fuera, sino los problemas centrales de la historia con los que millones de personas y de instituciones tuvieron y tienen que enfrentarse a lo largo de la vida.

            Una fue la prueba del pan (comida, economía),otra la prueba de la religión (a quien someterse para vivir), otra la prueba del poder. Estos fueron los tres “núcleos” de la historia de Jesús,descritospor el documento más antiguo de su historia,que por comodidad suele llamarse “documento Q”, que está en la base de los evangelios de Lucas y Mateo.

            La misa de este próximo 6, primer domingo de Cuaresma, toma la versión de Lucas (Lc 4). Pero he preferido seguir el orden Mateo (aunque los dos son parecidos). Lucas, como buen “helenista” culmina las pruebas en la religion (pan, poder, religión…). Mateo como buen judío pone en la meta el poder (pan, religión, poder). Ambos empiezan por el pan, el capital.

Este es el triatlón de Jesús, la triple lucha o competición de su vida... Abrió un camino, trazó una senda de salvación para la humanidad que sigue estando hoy (2022) en tiesgo de destruirse por estos mismos temas: el pan-capital, el milagro-ciencia-propaganda y el poder.

Éstas fueron  las pruebas de Jesús. Son las pruebas y tareas actuales de la humanidad y de la iglesia.  El próximo domingo presentaré estas pruebas a partir de la ideología de la modernidad en que creemos estas… y después seguiré re-presentando desde el evangelio. Buen domingo a todos.

Texto litúrgico: Mt 4, 1-11

1 Entonces Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. 2 Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. 3 El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». 4 Pero él le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».

5 Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo 6 y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”». 7 Jesús le dijo: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».

8 De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, 9 y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». 10 Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». 11 Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.  (Quien se atreva a leer una interpretación más precisa del tema puede seguir mi comentario de Mateo).

LA PRUEBA DE PAN. COMIDA, ECONOMÍA ¡DI QUE LAS PIEDRAS SE VUELVAN ALIMENTOS! (4,1-4)

El primer problema humano es el hambre, la primera acción mesiánica será ofrecer comida (pan), seguridad económica. A ese nivel nos situaba Gen 2-3: Eva sintió «hambre» de un pan especial (del fruto del conocimiento pleno); también a Jesús le llega el hambre, necesita colmar su deseo. Esta es la tentación principal de nuestro tiempo: saciar para siempre a los HOMBRES  (como sabemos en otro texto de Jn 4,15). Parece evidente que sólo es mesías verdadero quien ofrece pan a los humanos, en programa integral de transformación económica. La cristología se volvería de esa forma.

Pues bien, en contra eso, Mt 4, aun admitiendo que resulta necesario alimentar a los hambrientos, sabe que la solución del Diablo (que actúa como la serpiente de Gen 3), resulta peligrosa para los humanos: les abandona en manos de su propio poder, les encierra en su necesidad económica, para que ellos vendan su misma dignidad personal (de seres que escuchan y responden a nivel de gratuidad) por alimento o dinero

 El tentador intenta clausurar a los humanos en el círculo de su propio poder; al fondo de Gen 3 hay un «tú puedes» absoluto, un deseo de comer (de poseer) que se presenta como solución y plenitud de todos los problemas. El Diablo de Mt 4,1-4 recuerda a Jesús lo que debería ser su poder creador (transformador), interpretado como signo mesiánico: «si eres Hijo de Dios, dí que esas piedras». Ser Hijo de Dios significa para él imponerse sobre el mundo, comer todo.

El triunfo mesiánico supondría el cumplimiento inmediato de los deseos, el control material sobre la vida.

Esta es la aspiración primera, la tentación adámica (de Adán y Eva, en Gen 3) y antropológica (de Jesús en Mt 4). El humano se descubre como ser necesitado, limitado por el mandato (¡no comas!) e inquietado por el deseo (¡Jesús sintió hambre!). romper el límite, saciar inmediatamente la necesidad: esa sería la señal del mesianismo, la divinización del humano. Hacernos o ser dioses: poder o tener todo. Tal sería la misión de Jesucristo, la tarea del Espíritu divino (a quien Mt llama Diablos o tentador).

¿Ha triunfado el Diablo? La mundo actual sabe producir, de forma que parece estar capacitada para realizar el deseo satánico: convertir la piedra en pan, saciar el hambre. En conjunto, la cultura de Occidente, con su desarrollo científico y técnico, puede resolver el problema de la producción, alimentando a todos los hambrientos de la tierra. De esa forma ha logrado aquello que quería el Diablo, pero no lo ha hecho sólo a través de un pecado (vendiendo el alma al Diablo), sino en un proceso también positivo de conocimiento y transformación técnica de los bienes de la tierra.

Verdad de Jesús. Dialogar es más que producir, la comida sola no resuelve el tema humano. Nuestra humanidad sabe producir, no ha aprendido de verdad a compartir, no ha conseguido que sus miembros dialoguen de un modo fraterno, desplegando su vida a nivel de palabra, es decir, de búsqueda compartida de fraternidad, en apertura a Dios, en participación de los bienes humanos (no sólo económicos). Allí donde la economía es sólo economía (que acaba quedando en manos del deseo impositivo de los potentados) y el poder puro el humano corre el riesgo de perderse a sí mismo, cayendo en manos del Diablo tentador.

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Las tentaciones de Jesús. Primer Domingo de Cuaresma. Ciclo C

Domingo, 6 de marzo de 2022
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imageDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El primer domingo de Cuaresma se dedica siempre a recordar las tentaciones de Jesús. También los evangelios sinópticos abren su vida pública con ese famoso episodio. Es un relato programático, para que el lector del evangelio sepa desde el primer momento cómo orienta Jesús su actividad y los peligros que corre en ella. Para eso, lo enfrentan con Satanás, que encarna las fuerzas de oposición al plan de Dios, y que intentará apartarlo de su camino.

            Marcos habla de ellas de forma escueta y misteriosa: “En seguida el Espíritu lo empujó al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, y Satanás lo ponía a prueba; estaba con las fieras y los ángeles le servían” (Mc 1,12-13). Tenemos los datos básicos que recogerán todos los evangelios (menos Juan, que no habla de las tentaciones): lugar (desierto), duración (40 días), la prueba. Pero Mc no habla del ayuno ni concreta en qué consistían las tentaciones; y el servicio de los ángeles es continuo durante esos días.

            Mateo y Lucas, utilizando una tradición paralela, han completado el relato de Marcos con las tres famosas tentaciones que todos conocemos; al mismo tiempo, presentan a Jesús ayunando durante esos cuarenta días (igual que Moisés en el Sinaí) y relegan el servicio de los ángeles al último momento.

            Las tentaciones empalman directamente con el episodio del bautis­mo y explican cómo entiende Jesús lo que dijo en ese momento la voz del cielo: “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”. ¿Significa esto que la vida de Jesús vaya a ser cómoda y maravillosa como la de un príncipe?

1ª tentación: utilizar el poder en beneficio propio

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En aquello días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo:

—Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.

Jesús le contestó:

—Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre”. 

Partiendo del hecho normal del hambre después de cuarenta días de ayuno, la primera tentación es la de utilizar el poder en beneficio propio.

La tentación se deja de sutilezas y va a lo concreto: “Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”. El pueblo de Israel, durante su marcha por el desierto, se quejó de hambre, murmuró, acudió a Moisés para que resolviese el problema. Jesús no necesita nada de eso. Es el Hijo de Dios. Puede resolver el problema fácilmente, por sí mismo. Pero Jesús, el nuevo Israel, demuestra que tiene aprendida desde el comienzo esa lección que el pueblo no asimiló durante años: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”.

La enseñanza de Jesús en esta primera tentación es tan rica que resulta imposible reducirla a una sola idea. Está el aspecto evidente de no utilizar su poder en beneficio propio. Está la idea de la confianza en Dios. Pero quizá la idea más importante, expresada de forma casi subliminar, es esa visión amplia y profunda de la vida como algo que va mucho más allá de la necesidad primaria y se alimenta de la palabra de Dios.

2ª tentación: Tener, aunque haya que arrastrarse

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

—Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.

Jesús le contestó:

—Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto”.

            Este episodio siempre me trae a la memoria mi decepción cuando subí a la cumbre del monte Nebo con la esperanza de ver, como Moisés, toda la Tierra Prometida. La neblina permitía ver el Mar Muerto a duras penas. Cuanto más alto llevase Satanás a Jesús, menos vería el esplendor de todos los reinos del mundo. El episodio no debemos interpretarlo en sentido literal e histórico. Lo importante es su sentido.

La segunda tentación no es la tentación provocada por la necesidad urgente, sino por el deseo de tener todo el poder y la gloria del mundo. ¿Es esto malo, tratándose del Mesías? Los textos proféticos y algunos Salmos hablaban de su dominio cada vez mayor, universal, concedido por Dios. Pero Satanás parte de un punto de vista muy distinto, propio de la mentalidad apocalíptica: el mundo presente es malo, no está en manos de Dios, sino en las suyas; es él quien lo domina y entrega su poder a quien quiere. Solo pone como condición que se postren ante él, que lo reconozcan como dios. Jesús se niega a ello, citando de nuevo un texto del Deuteronomio: “Está escrito: al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto”.

El relato es tan fantástico que cabe el peligro de no advertir su tremenda realidad. El ansia de poder y de gloria lo percibimos continuamente (mucho más en España en tiempos de elecciones y de formación de gobierno), y también queda clara la necesidad de arrastrarse para conseguir ese poder. Pero este peligro no es solo de políticos, banqueros y grandes empresarios. Todos nos creamos a menudo pequeños ídolos ante los que nos postramos y damos culto.

3ª tentación: pedir pruebas que corroboren la misión encomendada.

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:

Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”.

Jesús le contestó:

—Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”.

Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

En 1972, cuando todavía estaba permitido llegar hasta el pináculo del Templo de Jerusalén, tuve ocasión de contemplar la impresionante vista de las murallas de Herodes prolongándose en la caída del torrente Cedrón. Una de las pocas veces en mi vida en las que he sentido vértigo. En ese escenario sitúa Satanás a Jesús para invitarlo a que se tire, confiando en que los ángeles vendrán a salvarlo.

Esta tentación se presta a interpretaciones muy distintas. Podríamos considerarla la tentación del sensacionalismo, de recurrir a procedimientos extravagantes para tener éxito en la actividad apostólica. La multitud congregada en el templo contempla el milagro y acepta a Jesús como Hijo de Dios. Pero esta interpretación olvida un detalle importante: el tentador nunca hace referencia a esa hipotética muchedumbre, lo que propone ocurre a solas entre Jesús y los ángeles de Dios.

Considero más exacto decir que la tentación consiste en pedir pruebas que corroboren la misión encomendada. Nosotros no estamos acostumbrados a esto, pero es algo típico del Antiguo Testamento, como recuerdan los ejemplos de Moisés (Ex 4,1‑7), Gedeón (Jue 6,36‑40), Saúl (1 Sam 10,2‑5) y Acaz (Is 7,10‑14). Como respuesta al miedo y a la incertidumbre espontáneos ante una tarea difícil, Dios concede al elegido un signo milagroso que corrobore su misión. Da lo mismo que se trate de un bastón mágico (Moisés), de dos portentos con el rocío nocturno (Gedeón), de una serie de señales diversas (Saúl), o de un gran milagro en lo alto del cielo o en lo profundo de la tierra (Acaz). Lo importante es el derecho a pedir una señal que tranquilice y anime a cumplir la tarea.

Jesús, a punto de comenzar su misión, tiene derecho a un signo parecido. Basándose en la promesa del Salmo 91,11‑12 (“a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en volandas para que tu pie no tropiece en la piedra”), el tentador le propone una prueba espectacular y concreta: tirarse del alero del templo. Así quedará claro si es o no el Hijo de Dios.

Sin embargo, Jesús no acepta esta postura, y la rechaza citando de nuevo un texto del Deuteronomio: “No tentarás al Señor tu Dios” (Dt 6,16). La frase del Deuteronomio es más explícita: “No tentaréis al Señor, vuestro Dios, poniéndolo a prueba, como lo tentasteis en Masá”. ¿Qué ocurrió en Masá? Lo cuenta el libro de los Números en el c.17,1-7: el pueblo, durante la marcha por el desierto, se queja por falta de agua para beber. Y en esta queja se esconde un problema mucho más grave que el de la sed: la auténtica tentación consiste en dudar de la presencia y la protección de Dios: “¿Está o no está con nosotros el Señor?” (v.7). En el fondo, cualquier petición de signos y prodigios encubre una duda en la protección divina. Jesús confía plenamente en Dios, no quiere signos ni los pide. Su postura supera con mucho incluso la de Moisés.

Cuando termina el relato de las tentaciones, Lucas añade que “el tentador lo dejó hasta otro momento”. Ese momento será al final de la vida de Jesús, cuando esté crucificado.

Nuestras tentaciones

Las tentaciones tienen también un valor para cada uno de nosotros y para toda la comunidad cristiana. Sirven para analizar nuestra actitud ante las necesidades, miedos y apetencias y nuestro grado de interés por Dios.

1) La necesidad primaria: afecto, comprensión.

2) ¿Está Dios en medio de nosotros?

3) La tentación de tener.

4) La tentación del dejarse arrastrar, dejar hacer a los demás, callar.

1ª lectura: recordar nuestra historia con gratitud (Deuteronomio 26, 4-10)

            El texto del Deuteronomio recoge la oración que pronuncia el israelita cuando, después de la cosecha, ofrece a Dios las primicias de los frutos. Va recordando la historia del pueblo, desde Jacob (“mi padre era un arameo errante”), la opresión de Egipto, la liberación y el don de la tierra. En el contexto de la cuaresma, esta lectura nos invita a pensar en los beneficios recibidos de Dios y a ser generosos con él. El agradecimiento a Dios es más importante incluso que la mortificación cuaresmal.

Dijo Moisés al pueblo:

El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios:

            “Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”.

            Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios».

2ª lectura: confesar al Señor e invocarlo (Romanos 10, 8-13)

            En este breve pasaje Pablo comenta dos frases de la Escritura, aplicándolas al tema de la salvación personal (1ª cita) y de toda la humanidad (2ª cita). ¿Cómo se alcanza la salvación? Confesando que Jesús es el Señor y que Dios lo resucitó de entre los muertos. Algo que estamos tan acostumbrados a repetir que no valoramos rectamente. A mediados del siglo I, confesar a Jesús como Señor (Kyrios), cuando el Emperador romano era considerado el único Kyrios (César), suponía mucho valor. Y confesar que Dios lo había resucitado podía provocar más sonrisas y escepticismo del que podemos imaginar.

            La segunda cita «Nadie que cree en él quedará defraudado» la interpreta Pablo de forma revolucionaria. Para un judío, estas palabras sólo podrían aplicarse a los judíos, al pueblo elegido. Ellos serían los único en no quedar defraudados. En cambio Pablo la aplica a toda la humanidad, judíos y griegos. Cualquiera que invoca el nombre del Señor alcanzará la salvación.

Hermanos:

La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón».

Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.

Dice la Escritura:

«Nadie que cree en él quedará defraudado».

Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará».

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I Domingo de Cuaresma. 06 de marzo, 2022

Domingo, 6 de marzo de 2022
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Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.

(Lc 4, 1-13)

Tras la fuerte e íntima experiencia de su propio Bautismo, Jesús se dirige al desierto. Acaba de conocer quién es, su identidad: “Tú eres mi Hijo amado”. Hijo y Mesías, Hijo y enviado, el Ungido.

Por la fragilidad de su condición humana necesita tiempo, espacio, pensar, asimilar su identidad y, en función de ella, reorientar su vida. Se retira al silencio y a la soledad del desierto. Con el paso de los días y lejos de las distracciones exteriores, es ahí, en la quietud del desierto, en su noche, cuando le asaltan los temores y la voz de su ego: “si eres hijo de Dios…” Reto que también le acompañará en la Cruz: “si eres hijo de Dios, sálvate a ti mismo y baja de la cruz”.

Lo es. Es Hijo de Dios, y además, Amado. Sentir esa certeza en lo más profundo de su ser es lo que le lleva a permanecer, al igual que en la cruz, hasta el final. En la soledad del desierto, en su noche, en la nada. Y sin embargo, esa misma permanencia le agudiza la escucha de la Palabra. Llenándole de confianza y seguridad, agarrándose a ella una y otra vez, y mirando cara a cara a sus temores: “Está escrito…”.

Jesús escucha la Palabra, la acoge en su corazón, la pronuncia con sus labios y la cumple por medio de sus acciones. Interesante y difícil tarea la que nos propone para, al menos, estos cuarenta días de Cuaresma. Podemos prestar especial atención a nuestra manera de escuchar la Palabra, de escuchar las palabras de quienes nos rodean. Reflexionar sobre el valor que damos a nuestras propias palabras e interrogarnos cuántas veces rompemos el Silencio pronunciando palabras absurdas.

Oración

Dios Trinidad, nuestro corazón está alegre
porque sabe que tú lo escuchas y lo miras.
Ojalá tu Palabra se sienta escuchada y acogida por nuestro corazón.
Que nuestros labios no la corrompan al pronunciarla.
Ojalá nuestras acciones sean reflejo suyo.
Amén.”

*

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Retírate al desierto.

Domingo, 6 de marzo de 2022
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tentacionesDOMINGO 1º DE CUARESMA  (C)

Lc 4,1-13

Debemos superar el enfoque maniqueo de la cuaresma que hemos arrastrado durante demasiado tiempo. Sin embargo, el sentido profundo de la cuaresma debemos mantenerlo e incluso potenciarlo. En efecto, en ninguna época de la historia el ser humano se había dejado llevar tan masivamente por el hedonismo. A escala mundial el hombre se ha convertido en productor-consumidor. El grito de guerra de las revueltas estudiantiles del 68 en Francia, era: “No queremos vivir peor que nuestros padres”. No querían ganar menos y consumir menos; para nada hacían alusión a la posibilidad de ser más humanos.

La crisis económica del coronavirus nos puede ayudar a superar la trampa. ¿Queremos consumir más o nos interesa ser cada día más humanos? En teoría no hay problema para responder, pero en la práctica, nos dejamos llevar por el hedonismo, aún a costa de menor humanidad. Aquí está la razón de la cuaresma. Todos tenemos la obligación de pararnos a pensar hacia dónde nos dirigimos. Alcanzar plenitud de humanidad exige el esfuerzo de no instalarnos en la comodidad. Para crecer en humanidad debemos ir más allá de la satisfacción de los instintos. Este es el planteamiento de una cuaresma para la reflexión.

No debemos escandalizarnos cuando los exégetas nos dicen que los relatos de las tentaciones no son historia sino teología. Marcos, que fue el primero que escribió, reduce el relato a menos de tres líneas. No son crónicas de sucesos, pero son descarnadamente reales. Empleando símbolos conocidos por todos, nos quieren hacer ver una verdad teológica fundamental: La vida humana se presenta siempre como una lucha a muerte entre los dos aspectos de nuestro ser; por una parte lo instintivo o biológico y por otra lo espiritual o trascendente. Esa lucha no hay que plantearla en el orden del obrar sino en el del conocer.

El mito del mal personificado (diablo) ha atravesado todas las culturas y religiones hasta nuestros días. No necesitamos ningún enemigo que nos tiente desde fuera. El diablo nace como necesidad de explicar el mal, que no puede venir de Dios. Lo que llamamos mal no tiene ningún misterio; es inherente a nuestra condición de criaturas. La voluntad solo es atraída por el bien, pero como nuestro conocimiento es limitado, la razón puede presentar a la voluntad un objeto como bueno, siendo en realidad malo. Todos buscamos el bien, pero nos encontramos con lo malo entre las manos, no porque lo busquemos sino por ignorancia.

El mal es consecuencia de una inteligencia limitada. Sin conocimiento, la capacidad de elección sería imposible y no podría haber mal moral. Si el conocimiento fuera perfecto, también sería imposible el mal, porque sabríamos lo que es malo, y no nos atraería. Si la voluntad va tras el mal, es siempre consecuencia de una ignorancia. Es decir, creemos que es bueno para nosotros lo que en realidad es malo. La libertad de elección solo se puede dar entre dos bienes. Plantear una lucha entre el bien y el mal es puro maniqueísmo. La lucha se da entre el bien aparente (mal) y el bien real para mí. Esto es muy importante.

El ser humano es un proyecto que está toda su vida desarrollándose. Para que el desarrollo humano concluya con éxito, cada etapa tiene que integrar la anterior y unificarse en una personalidad, solo que más cerca del objetivo final. Que las tentaciones sean tres no es casual. Se trata de un resumen perfecto de las relaciones que puede desarrollar un ser humano. La tentación consiste en entrar en una relación equivocada con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Una auténtica relación humana con los demás depende, querámoslo o no, de una adecuada relación con nosotros mismos y con Dios.

1ª tentación: poner la parte superior de nuestro ser al servicio de la inferior. Si eres Hijo de Dios… No se debe entender desde los conceptos dogmáticos acuñados en el s. IV. No hace referencia a la segunda persona de la Trinidad. Significa hijo en el sentido semita. Si tú has hecho en todo momento la voluntad de Dios, también Él hará lo que tú quieres. Fíjate bien que la tentación de hacer la voluntad de Dios para que después Él haga lo que yo quiero, no tiene que venir ningún diablo a sugerírnosla; es lo que estamos haciendo todos, todos los días. Jesús no es fiel a Dios porque es Hijo, sino que es Hijo porque es fiel.

Di que esta piedra se convierta en pan. La tentación permanente es dejarse llevar por el placer que dan los instintos, sentidos, apetitos. Es decir hacer en todo momento lo que te pide el cuerpo. Es negarse a seguir evolucionando y superarse a sí mismo, porque eso exige esfuerzo. Los instintos nos ayudan a garantizar nuestro ser animal. Si ese fuera nuestro objetivo, no habría nada de malo en seguirlos, como hacen los animales. En ellos los instintos nunca son malos. Pero si nuestro objetivo es ser más humanos, solo a través del esfuerzo lo podremos conseguir, porque debemos ir más allá de lo puramente biológico. El fallo está en utilizar la inteligencia para potenciar nuestro ser animal.

No solo de pan vive el hombre. El pan es necesario, pero, ni es lo único necesario ni es lo más importante. Para el animal sí es suficiente. Nuestro hedonismo cotidiano demuestra que aún no hemos aceptado estas palabras de Jesús. El dar al cuerpo lo que me pide es para muchos lo primero y esencial, descuidando la preocupación por todo aquello que podría elevar nuestra humanidad. El antídoto de esta tentación es el ayuno. Privarnos voluntariamente de aquello que es bueno para el cuerpo es la mejor manera de entrenarnos para no ceder, en un momento dado, a lo que es malo aunque sea apetitoso.

2ª tentación: Si me adoras, todo será tuyo. El poder es la idolatría suprema. El poder lleva siempre consigo la opresión, que es el único pecado. Adorar no es dar incienso a un dios exterior. Se trata de descubrir que nuestro verdadero ser es Dios en nosotros. Nuestro auténtico ser no está en el ego aparente sino más a lo hondo. Si descubro mi ser profundo, no me importará desprenderme de mi falso yo y, en vez de buscar el dominio, buscaré el servicio. El antídoto es la limosna. Para superar la tentación de dominar a todos, debemos hacer ejercicios de donación voluntaria de lo que tenemos y de lo que somos.

3ª tentación: Tírate de aquí abajo. Realiza un acto verdaderamente espectacular, que todo el mundo vea lo grande que eres. Todos te ensalzarán y tu vana-gloria llegará al límite. La respuesta: deja a Dios ser Dios. Acepta tu condición de criatura y desde esa condición alcanza la verdadera plenitud. Dios no tiene que darte nada. Ya se lo ha dado todo a todos. Eres tú el que debes descubrir las posibilidades de ser que tienes sin dejar de ser criatura. Ya es hora de que dejemos de acusar a Dios de haber hecho mal su obra y exigirle que rectifique. El antídoto es la oración. Al decir oración no queremos decir “rezos” sino meditación profunda. Descubrir al verdadero Dios me librará de utilizar al dios ídolo.

Para llegar a tu verdadero ser, hay que atravesar tu propio desierto. Libérate de todo lo que crees ser para llegar a lo que eres de verdad. Mantente en el silencio, hasta que se derrumbe el muro que te separa de ti mismo. No confíes en milagros; nadie desde fuera de ti podrá llevarte hasta el fondo de tu ser y suplir el propio esfuerzo de encontrarte.

Meditación

Para llegar a tu verdadero ser hay que atravesar tu propio desierto.
Libérate de todo lo que crees ser para llegar a lo que eres de verdad.
En el desierto, y solo, tienes que tomar la decisión definitiva.
La tierra prometida”, está ya ahí, al otro lado de tu falso yo.
Mantente en el silencio, hasta que se derrumbe el muro que te separa de ti mismo.
En tu verdadero ser ya lo eres todo.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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