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El Templo convertido en refugio de ladrones y asesinos.

Domingo, 4 de marzo de 2018
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jesus-cleanses-the-temple-900x450Jn 2, 13-25

En las tres primeras lecturas de los domingos que llevamos de cuaresma, se nos ha hablado de pacto. Después de la alianza con Noe (Dom. 1) y con Abraham (Dom. 2), se nos narra hoy la tercera alianza, la del Sinaí. La alianza con Noe, fue la alianza cósmica del miedo. La de Abrahán fue la familiar de la promesa. La de Moisés fue la nacional de la Ley. ¿Cómo debemos entender hoy estos relatos? Noe, Abrahán y Moisés, son personajes legendarios.

La historia “sagrada” que narra la vida y milagros de estos personajes empezó a escribirse hacia el s. VII antes de Cristo. Son míticas leyendas que no debemos entender al pie de la letra. Se trata de experiencias vitales que responden a las categorías religiosas de cada época. Hoy nadie, en su sano juicio, puede pensar que Dios le dio a Moisés unas tablas de piedra con los diez mandamientos. No fue Dios quien utilizó a Moisés para comunicar su Ley, sino Moisés el que utilizó a Dios para hacer cumplir unas normas que él elaboró sabiamente.

Dios no hace pactos porque no puede ser “parte”. Una cosa es la experiencia de Dios que los hombres tienen según su nivel y otra muy distinta lo que Dios es. Jesús no habló del Dios de la “alianza eterna”. Dios actúa de una manera unilateral y desde el amor, no desde un “toma y da acá” con los hombres. Dios se da totalmente sin condiciones ni requisitos, porque el darse (el amor) es su esencia. En el Dios de Jesús no tienen cabida pactos ni alianzas. Lo único que espera de nosotros es que descubramos el don total de sí mismo.

No se trata de purificar el templo sino de sustituir. El relato del Templo lo hemos entendido de una manera demasiado simplista. Una vez más la exégesis viene en nuestra ayuda para descubrir el significado profundo del relato. Como buen judío, Jesús desarro­lló su vida espiritual en torno al templo; pero su fidelidad a Dios le hizo comprender que lo que allí se cocía no era lo que Dios esperaba. Recordemos que cuando se escribió este evangelio, ni existía ya el templo ni la casta sacerdotal tenía ninguna influencia en el judaísmo. Pero el cristianismo se había convertido ya en una religión que imitó la manera de dar culto a Dios.

Es casi seguro que, algo parecido a lo que nos cuentan sucedió realmente, porque el relato cumple perfecta­mente los criterios de historici­dad. Por una parte lo narran los cuatro evangelios. Por otra es algo que podía interpretarse por los primeros cristianos, (todos judíos) como desdoro de la persona de Jesús, no es fácil que nadie se lo pudiera inventar si no hubiera ocurrido y no hubiera estado en las primeras fuentes.

Nos han dicho que lo que hizo Jesús en el templo fue purificarlo. Esto no tiene fundamento, puesto que, lo que estaban haciendo allí los vendedores era imprescindible para el desarrollo de la actividad del templo. Se vendían bueyes ovejas y palomas, que eran la base de los sacrifi­cios. Los animales vendidos estaban controlados por los sacerdotes; así se garantizaba que cumplían todos los requisitos de pureza legal. También eran imprescindibles los cambistas, porque al templo solo podía recibir dinero puro, es decir, acuñado por el templo. En la fiesta de Pascua, llegaban a Jerusalén israelitas de todo el mundo, a la hora de hacer la ofrenda no tenían más remedio que cambiar su dinero romano o griego por el del templo.

Jesús quiso manifestar, con un acto profético, que aquella manera de dar culto a Dios no era la correcta. En esos días de fiesta podía haber en el atrio del templo 8000 personas. Es impensable que un solo hombre con unas cuerdas pudiera arrojar del templo a tanta gente. El templo tenía su propia guardia, que se encargaba de mantener el orden. Además, en una esquina del templo se levantaba la torre Antonia, con una guarnición romana. Los levantamientos contra Roma tenían lugar siempre durante las fiestas. Eran momentos de alerta máxima. Cualquier desorden hubiera sido sofocado en unos minutos.

Las citas son la clave para interpretar el hecho. Para citar la Biblia se recordaba una frase y con ella se hacía alusión a todo el contexto. Los sinópticos citan a (Is 56,3-7) “mi casa será casa de oración para todos los pueblos; y a (Jer 7,8-11) “pero vosotros la habéis convertido en cueva de bandidos”. Is hace referencia a los extranjeros y a los eunucos, excluidos del templo, y dice: “yo los traeré a mi monte santo y los alegraré en mi casa de oración. Sus sacrificios y holocaus­tos serán gratos sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.Dice que en los tiempos mesiánicos, los eunucos y los extranjeros podrán dar culto a Dios. Ahora no podían pasar del patio de los gentiles.

El texto de (Jer 7,8-11) dice así: “No podéis robar, matar, adulterar, jurar en falso, incensar a Baal, correr tras otros dioses y luego venir a presentaros ante mí, en este templo consagrado a mi nombre, diciendo: ‘Estamos seguros’ y seguir cometiendo los mismos crímenes. ¿Acaso tenéis este templo por una cueva de bandidos?” Los bandidos no son los que venden palomas y ovejas, sino los que hacen las ofrendas sin una actitud mínima de conversión. Son bandidos, no por ir a rezar, sino porque solo buscaban seguridad. Lo que Jesús critica es que, con los sacrificios, se intente comprar a Dios. Como los bandidos se esconden en las cuevas, seguros hasta que llegue la hora de volver a robar y matar.

Juan cita un texto de (Zac 14,20) “En aquel día se leerá en los cascabeles de los caballos: “consagrado a Yahvé”, y serán las ollas de la casa del Yahvé como copas de aspersión delante de mi altar; y toda olla de Jerusalén y de Judá estará consagrada a Yahvé y los que vengan a ofrecer comerán de ellas y en ellas cocerán; y ya no habrá comerciantes en la casa de Yahvé en aquel día”. Esa inscripción “consagrado a Yahvé” la llevaban los cascabeles de las sandalias de los sacerdotes y las ollas donde se cocía la carne consagrada. Quiere decir que en los tiempos mesiánicos, no habrá distinción entre cosa sagrada y cosa profana.

Los vendedores interpelados (los judíos) le exigen un prodigio que avale su misión. No reconocen a Jesús ningún derecho para actuar así. Ellos son los dueños y Jesús un rival que se ha entrometido. Ellos están acreditados por la institución misma, quieren saber quién le acredita a él. No les interesa la verdad de la denuncia, sino la legalidad de la situación, que les favorece. Pero Jesús les hace ver que sus credenciales han caducado. Las credenciales de Jesús serán: hacer presente la gloria de Dios a través de su amor.

Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré. Aquí encontramos la razón por la que leemos el texto de Jn y no el de Mc. Esta alusión a su resurrección da sentido al texto en medio de la cuaresma. Le piden una señal y contesta haciendo alusión a su muerte. Su muerte hará de él el santuario definitivo. La razón para matarlo será que se ha convertido en un peligro para el templo. El fin de los tiempos, en Jn está ligado a la muerte de Jesús.

Si dejásemos de creer en un Dios ‘que está en el cielo’, no le iríamos a buscar en la iglesia (edificio), donde nos encontramos tan a gusto. Si de verdad creyésemos en un Dios que está presente en todas y cada una de sus criaturas, trataríamos a todas con el mismo cuidado y cariño que si fuera él mismo. Nos seguimos refugiando en lo sagrado, porque pensando que hay realidades que no son sagradas. Una vez más el evangelio está sin estrenar.

Meditación

¿He salido ya de un ‘toma y da acá’ en mis relaciones con Dios?
¿He descubierto que Él me lo ha dado todo y que yo tengo que hacer lo mismo?
Mis relaciones con Dios tienen como base su amor total.
Nada puedo pedir ni esperar de él que no me haya dado ya.
Mi tarea consiste en tomar conciencia de ese don total.
Mi vida responderá entonces a esa realidad.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Palomas en el mercado.

Domingo, 4 de marzo de 2018
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jesus-echa-a-los-mercaderes-del-templo2¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia. (Epicuro)

4 de marzo. III Domingo de Cuaresma

Jn 2, 13-25

A los que vendían palomas les dijo: Quitad eso de ahí y no convirtáis la casa de mi Padre en un mercado (16)

María y José Ignacio López Vigil, hacen este conciso retrato de la personalidad vehemente de Jesús, en su libro Otro Dios es posible parte I, ante las sinrazones sociales:

“Como profeta que era, Jesús debió de estar dotado de una personalidad apasionada y sensible ante el sufrimiento humano y ante las injusticias que veía en su sociedad. Debió ser impaciente, ardiente, con gran capacidad para las relaciones humanas y con la fuerza de una palabra poética y llena de convicción”.

Ya el evangelista Lucas advertía en 12, 5 que nuestra existencia no se deriva de las riquezas que poseemos: “Y les dijo: ¡Atención! ¡Guardaos de cualquier codicia que, por más rico que uno sea, la vida no depende de los bienes!”. Un refrán atribuido a Buda el príncipe indio que abandonó el palacio de su padre, dice: “No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita”.

La verdadera riqueza está en el hecho de repartir con los demás lo que tenemos, en ofrecer a los que sufren y están tristes, un ramo de flores pleno de rosas de felicidad y de alegría.

Lo recordaba Erasmo de Rotterdam en su Elogio de la locura: Habéis de saber que no hay goce alguno de las cosas si no se comparten con otros”. Goce que Rodolfo, protagonista de la ópera La Bohéme de Puccini, comparte con Mimí en una de sus arias, poética y musicalmente más hermosas: Che gelida manina. Para este consumado poeta, Mimí es una joven cegada por la admiración que le causa el hombre que le inició en el arte y en la vida espiritual. He asistido el sábado pasado a una sesión de cine en la que se representaba la obra en directo desde el Metropolitan de Nueva York. Confieso que no puede contener las lágrimas ante la escena final, en la que los restantes protagonistas, más pobres que las ratas, entregan sus únicas pertenencias para que se vendan y para que Mimí se pueda curar de su enfermedad: Shaunard, el abrigo; Musetta, los pendientes… etc., etc. El drama se consuma con la muerte de la protagonista.

Amy Jill-Levine lo deja claro en Relatos cortos de Jesús, refiriéndose a la parábola del hijo pródigo (Lc 16, 19-31): “Cada vez que una parábola empieza con la frase “había una vez un rico que…”, sabemos que el rico constituye un modelo negativo. Las Escrituras de Israel, la literatura judía del período del Segundo Templo, las fuentes rabínicas y numerosos dichos atribuidos a Jesús de Nazaret concuerdan en afirmar que la riqueza es una trampa, que los ricos deberían –aunque en general no lo hacen– atender a los pobres y que Dios tiene una preocupación especial por los desfavorecidos”.

En el versículo 16 del evangelio de Juan de este domingo leemos este párrafo: “A los que vendían palomas les dijo: Quitad eso de ahí y no convirtáis la casa de mi Padre en un mercado”. Y el filósofo griego Epicuro de Samos (341-270 aC.) dijo: ¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia”.

El pastor bautista protestante Calvin George (1971), pronunció en uno de sus sermones dominicales esta frase con notable resonancia de las de Jesús en los suyos: “Hay muchas bendiciones que no consisten en riquezas materiales. En realidad, hay muchas cosas que el dinero no puede comprar”.

DINERO

El dinero comprará:
Una cama pero no sueño,
libros pero no sabiduría,
comida pero no apetito,
adornos pero no belleza,
atención pero no amor,
una casa pero no un hogar,
un reloj pero no tiempo,
medicina pero no salud,
lujo pero no cultura,
admiración pero no respeto,
póliza de seguros pero no paz,
diversión pero no felicidad,
un crucifijo pero no un Salvador.

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Él hablaba del templo de su cuerpo.

Domingo, 4 de marzo de 2018
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cuerpo-cristoÉl hablaba del templo de su cuerpo y del nuestro. Formamos con todo el universo un cuerpo por el que corre la vida de Dios.

En estos años del siglo XXI experimentamos un profundo y rápido cambio en la concepción de la diferencia entre lo sagrado y lo profano. La línea divisoria se va haciendo cada vez más invisible.

Todas las religiones, incluso las que nos parecen que tienen más adeptos están en crisis y sin embargo reviven y con fuerza las espiritualidades.

Mientras la religión queda reducida a monólogos, preceptos, normas y leyes para vivir una vida ética sin hacer daño al prójimo, es una religión muerta, de hecho no es religión.

Religión, del latín “religio” significa acción y efecto de ligarse fuertemente a Dios. Eso es lo que hizo Moisés, ante el encargo de sacar al pueblo israelita de la opresión de Egipto para conducirle por el desierto a la Tierra Prometida.

En ese caminar, en medio de muchas dificultades, Moisés rompe con los miedos de su religión y sube al monte para hablar “cara a cara” con Dios. El monólogo se convierte en diálogo y el decálogo que Dios le entrega no es una ley muerta sino la base de una relación con Dios y con los demás.

El pueblo de Israel a lo largo de la historia explicó estos diez mandamientos en más de 600 normas que un judío había de cumplir si quería estar a bien con Dios. Muchas personas quedaban excluidas por su incapacidad real de cumplirlas.

Jesús en el Nuevo Testamento reduce el decálogo al amor a Dios y al prójimo. Podemos decir que amamos a Dios si amamos a los demás de una manera concreta y real. Así lo realiza él, liberando a las personas de las cargas absurdas que les imponen los que creen hablar con la autoridad de Dios. Les devuelve así la dignidad de hijos e hijas de Dios.

Pero se gana la indignación, el cuestionamiento y la persecución de escribas y fariseos que tienen bien “atado” lo que viene y lo que no viene de Dios: el límite entre lo sagrado y lo profano.

Han hecho del templo de Jerusalén un lugar para el mercadeo con Dios. El centro religioso y símbolo nacional de Israel, se ha convertido en lugar de comercio y explotación. La tendencia humana es hacer transacciones con Dios a través de dinero, sacrificios y cambiar a Dios por el dinero.

Jesús se encoleriza porque ve cómo la perversidad se aprovecha de los pobres e ignorantes. Él instaura el lugar de la relación definitiva con Dios: la persona misma.

Las ovejas representan al pueblo que debe ser liberado. Los cambistas, a quienes desparrama las monedas por el suelo volcando sus mesas, representan el sistema bancario del templo y el tributo que todos los judíos habían de pagar. Los vendedores de palomas se aprovechaban de los pobres prometiéndoles la reconciliación con Dios a través del sacrificio de estos animales.

No en vano Jesús había repetido: “No podéis servir a Dios y al dinero”. No iba dirigido al mensaje a los pobres de las aldeas de Galilea donde predicaba, sino a los que se enriquecían a costa de los pequeños usando para ello la religión del temor.

Jesús enfatiza en este momento la auténtica relación con Dios como Padre. Reduce a cero la religión falsa para dar paso a la relación familiar de amor y confianza.

Para nosotros cristianos, el templo está en Jesús y en todos y todas las que están poseídas por el Espíritu. Ese es el lugar del verdadero culto, que no se expresa en ritos vacíos, sino en una vivencia del recuerdo vivo de Jesús que nos impulsa a vivir como El. Esa es la espiritualidad: dejarnos conducir por el Espíritu.

“Los templos” están hoy bastante vacíos, los admiramos como mucho como obras de arte de un pasado glorioso. Los templos son nuestros cuerpos, los de nuestros hermanos y hermanas que sufren huyendo de la violencia en busca de hogar, los cuerpos de los sin techo, las víctimas de la trata de personas… El templo es hoy la tierra, explotada y expoliada, en peligro por nuestra avaricia de poseer cada vez más.

No vamos a volver por mucho que nos empeñemos a lo de antes. No se trata tanto de restaurar el templo con todas sus implicaciones, como de volver a los orígenes de ese movimiento itinerante que comenzó Jesús por las aldeas de Galilea. Unos pocos, entusiasmados por el reino reuniéndose en las casas  y compartiendo pan y vida.

Jesús no tiene miedo de lo que puedan hacer con su cuerpo. Llega hasta el final entregando su vida hasta las últimas consecuencias. Quitándole de en medio no tendrán que oír más esa crítica que pone en evidencia el montaje que han hecho en nombre de Dios.

“Nadie tiene amor más grande por los amigos que uno que entrega su vida por ellos. Vosotros sois amigos míos si hacéis lo que yo os mando”. Juan 14,13

Serán sus discípulos y nosotros y nosotras hoy los que tendremos que recordar, que el templo no es un edificio de piedra sino la vida en medio del mundo; que  el culto que a Dios le agrada es nuestra relación con Él, y que tiene consecuencias concretas en cómo nos relacionamos con los demás. Tenemos una responsabilidad en cuidar de nuestro planeta y de toda forma de vida.

Eso supondrá cambiar nuestra mente, nuestro corazón y sobre todo nuestro estilo de vida.

Todo lo que hacemos está en el ámbito de lo sagrado porque la vida es sagrada.

Carmen Notario

www.espiritualidadintegradoracristiana.es

Fuente Fe Adulta

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Jesús no se llevó muy bien ni con el templo ni con los del templo

Domingo, 4 de marzo de 2018
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250px-concepcion_churchDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

01. JESÚS Y EL TEMPLO.

Jesús no tuvo muchas ni muy buenas relaciones con el Templo y con el sistema religioso-económico del mismo.

El encuentro de Jesús con el sistema del Templo es un tanto agresivo: les vuelca las mesas, el negocio.

Los evangelios sinópticos sitúan este hecho pocos días antes de la detención, pasión y muerte de Jesús. Históricamente bien pudo ocurrir en este momento final de la vida de Jesús. Sin embargo Juan, cuya versión hemos escuchado hoy, presenta este encontronazo de Jesús con el Templo de los judíos al comienzo de su Evangelio, en el cp. 2. Con ello la tradición joánica está diciendo dos cosas:

a. Que Jesús desde el principio y por principio está enfrentado al sistema religioso judío.

b. Se nos dice también en esta tradición joánica que Jesús desde el comienzo está condenado a muerte. Ponerse contra el poder lleva a la muerte.

02. LA PASCUA, PERO DE LOS JUDÍOS. ALGUNOS DATOS.

215px-missa_tridentina_002Según el evangelio de San Juan, Jesús adulto conoció y celebró tres Pascuas, (Jn 2,13; 6,4; 11,55). Lo cual significa que -según San Juan- la actividad pública de Jesús habría durado unos tres años.

La celebración de la Pascua era recordar y celebrar el Éxodo y la libertad, la tierra de promisión.

San Juan, con la ironía que le caracteriza, habla siempre de la Pascua de los judíos, que no es la Pascua del Señor. Ya no es la celebración del Éxodo, de la libertad, sino que la Pascua era para los judíos -como para nosotros- la comercialización de la Navidad, de Semana Santa, el día del padre o de San Valentín. Esas son las “Pascuas de los judíos”: comerciales, rentables, pero nada evangélicas.

Algunos datos:

Por Pascua se acercaban a Jerusalén más de 100.000 personas. Por Pascua se sacrificaban alrededor de 18.000 corderos-ovejas. El negocio del Templo estaba, pues, asegurado durante la Pascua y fuera de ella.

DOS CONSIDERACIONES:

02.1 El Templo y la religión pueden llegar fácilmente a convertirse en un mercado. Toda realidad buena se pervierte cuando es usada como instrumento de poder o de comercio, que -más o menos- es lo mismo.

Son cuestiones delicadas, pero es triste que se trate de volver a cobrar los aranceles por los “servicios religiosos”, incluso algunas cuestiones como las indulgencias llevan una componente económica teológicamente poco clara y económicamente turbia, ¿estipendios por las Misas?

Es más humano y cristiano ser pobre que ser vendedor del Templo.

02.2 El Templo y lo religioso pueden convertirse también en un mercado en sentido figurado, pero real. Las religiones, también la católica, tienen mucho peligro de convertirse en el lugar de “compraventa” de Dios y sus beneficios, cuando en realidad el Dios de Jesús es amor y el amor es gratuito. Dios es de balde, gracia, gratitud. ¿Se vende lo gratuito? ¿Se vende la gracia?

03. A DIOS SE LE ADORA EN ESPÍRITU Y EN VERDAD (Jn 4,19.20.21.23ª).

Cuando llegue el Mesías, no habrá ningún comerciante en el Templo, había anunciado el profeta Zacarías (Zac 14,21).

En el largo diálogo entres Jesús y la mujer samaritana (Jn 4), ésta le pregunta a Jesús: ¿dónde hay que adorar a Dios: aquí en el templo de Garizím (Samaria) o en Jerusalén? Jesús le responde con gran potencia: A Dios no se le adora en ningún Templo, sino en espíritu y en verdad.

El culto que agrada a Dios no es el de los ritos y sacrificios, sino la honradez y honestidad en la vida: Misericordia quiero y no sacrificios, (Mt 9,13);

Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. (Salmo 50,18-19).

Hoy en día llama la atención el restauracionismo de lo sacral en los templos, en las liturgias: campanillas, bandejas, lavabos, inciensos, roquetes y ornamentos, etc.

El Templo y el culto cristiano es ante todo el ser humano: ¿No sabéis que sois Templos del Espíritu? (1Cor 3,16). Templo de Dios es el Universo, la vida, la bondad y compasión.

El culto cristiano es la limosna, la comprensión, acogida y ayuda al débil, al refugiado.

04. LOS TEMPLOS SON ÚTILES, PERO NO ABSOLUTOS

235879395_34c30ea9a2_zAl comienzo los cristianos se reunían en sus propias casas. Probablemente por necesidades sociológicas fueron surgiendo en la historia templos de diversos estilos arquitectónicos: desde la basílica romana, al románico, el gótico, el renacimiento, el barroco, hasta Meier o Moneo. Cada estilo subraya alguna perspectiva antropológica y teológica.

Pero creo que el estilo y el culto cristiano es otro y es otra cuestión: A Dios no se le encuentra ni se le adora en la sacralidad de las piedras, del cemento o de las relaciones religiosas, sino que a Dios se le encuentra en las relaciones humanas, en la laicidad de las relaciones humanas.

Señor,
¿quién puede vivir en tu Templo?
¿Quién puede habitar en tu santo monte?
Solo el que vive sin tacha y hace lo bueno;
el que dice la verdad de todo corazón;
el que no habla mal de nadie;
el que no hace daño a su amigo
ni ofende a su vecino;
(Salmo 15)

A la casa del Padre vamos todos: pecadores, publicanos, Zaqueos, Magdalenas, hijos pródigos. (Y estamos muchos en la historia).

El Templo lo hace el espíritu y talante (espíritu y verdad) con el que nos reunimos los que acudimos él. Tienes una familia cuando acoges y eres bien acogido y querido, no cuando compras un piso (Templo).

744679_105. EL TEMPLO ES LA VIDA, EL CULTO LA MISERICORDIA

Destruid este Templo y lo reconstruiré. La Resurrección, la vida, es el cumplimiento del designio de Dios. El Templo es la vida, el Universo de Dios.

Jesús hablaba del templo de su cuerpo, que es lo que celebramos en la Eucaristía: la presencia de Cristo en medio de nosotros.

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“Encender una fe gastada”. 32 Tiempo ordinario – A (Mateo 25,1-13)

Domingo, 12 de noviembre de 2017
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Mateo 25, 1-13

La primera generación cristiana vivió convencida de que Jesús, el Señor resucitado, volvería muy pronto lleno de vida. No fue así. Poco a poco, los seguidores de Jesús se tuvieron que preparar para una larga espera.

No es difícil imaginar las preguntas que se despertaron entre ellos. ¿Cómo mantener vivo el espíritu de los comienzos? ¿Cómo vivir despiertos mientras llega el Señor? ¿Cómo alimentar la fe sin dejar que se apague? Un relato de Jesús sobre lo sucedido en una boda les ayudaba a pensar la respuesta.

Diez jóvenes, amigas de la novia, encienden sus lámparas y se preparan para recibir al esposo. Cuando, al caer el sol, llegue el novio a tomar consigo a la esposa, los acompañarán a ambos en el cortejo que los llevará hasta la casa del esposo, donde se celebrará el banquete nupcial.

Hay un detalle que el narrador quiere destacar desde el comienzo. Entre las jóvenes hay cinco «sensatas» y previsoras que toman consigo aceite para alimentar sus lámparas a medida que se vaya consumiendo la llama. Las otras cinco son unas «necias» y descuidadas que se olvidan de tomar aceite, con el riesgo de que se les apaguen las lámparas.

Pronto descubrirán su error. El esposo se retrasa y no llega hasta medianoche. Cuando se oye la llamada a recibirlo, las sensatas alimentan con su aceite la llama de sus lámparas y acompañan al esposo hasta entrar con él en la fiesta. Las necias no saben sino lamentarse: «Que se nos apagan las lámparas». Ocupadas en adquirir aceite, llegan al banquete cuando la puerta está cerrada. Demasiado tarde.

Muchos comentaristas tratan de buscar un significado secreto al símbolo del aceite. ¿Está Jesús hablando del fervor espiritual, del amor, de la gracia bautismal…? Tal vez es más sencillo recordar su gran deseo: «Yo he venido a traer fuego a la tierra, ¿y qué he de querer sino que se encienda?». ¿Hay algo que pueda encender más nuestra fe que el contacto vivo con Jesús?

¿No es una insensatez pretender conservar una fe gastada sin reavivarla con el fuego de Jesús? ¿No es una contradicción creernos cristianos sin conocer su proyecto ni sentirnos atraídos por su estilo de vida?

Necesitamos urgentemente una calidad nueva en nuestra relación con él. Cuidar todo lo que nos ayude a centrar nuestra vida en su persona. No gastar energías en lo que nos distrae o desvía de su Evangelio. Encender cada domingo nuestra fe rumiando sus palabras y comulgando vitalmente con él. Nadie puede transformar nuestras comunidades como Jesús.

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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Jesús, nuevo templo de Dios. Domingo 3º de Cuaresma. Ciclo B

Sábado, 14 de marzo de 2015
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Il-Messia-Roberto-RosselliniLo publicamos hoy ya que no contabamos con él el pasado domingo. Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El evangelio del próximo domingo nos recuerda la escena de la expulsión de los mercaderes del templo. La cuentan los cuatro evangelios. Pero, como ocurre a menudo, hay algunas diferencias entre ellos.

Preguntas para un concurso

  1. ¿Cuándo tuvo lugar dicha escena? ¿Al comienzo de la vida de Jesús o al final?
  2. Esta escena ha sido pintada por numerosos artistas, entre ellos el Greco. En todas ellas aparece Jesús empuñando un azote del cordeles. Pero, de los cuatro evangelios, sólo uno menciona dicho azote; en los otros tres Jesús no recurre a ese tipo de violencia. ¿De qué evangelio se trata?
  3. Sólo un evangelio dice que Jesús prohibió transportar objetos por la explanada del templo. ¿Cuál?
  4. ¿Qué evangelista cuenta la escena de la forma más breve?
  5. ¿Quién la cuenta con más detalle, incluyendo una discusión con las autoridades judías?

Respuestas

  1. Juan la sitúa al comienzo de la vida de Jesús. Mateo, Marcos y Lucas al final, pocos días antes de morir.
  2. El único que menciona el azote es Juan.
  3. Esa prohibición sólo se encuentra en Marcos.
  4. El más breve es Lucas.
  5. Juan.

El relato de Juan (Jn 2,13-25)

El concurso anterior no se debe a un capricho. Pretende recordar que los evangelistas no cuentan el hecho histórico tal como ocurrió, sino transmitir un mensaje. Por eso alguno insiste en un detalle, mientras otros lo omiten por no considerarlo adecuado para su auditorio. Lucas, por ejemplo, reduce al mínimo la actitud violenta de Jesús, mientras que Juan la subraya al máximo. El relato de Juan se divide en dos partes: la expulsión de los mercaderes y la breve discusión con los judíos.

Un gesto revolucionario

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

̶  Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»

A nuestra mentalidad moderna le resulta difícil valorar la acción de Jesús, no capta sus repercusiones. Nos ponemos de su parte, sin más, y consideramos unos viles traficantes a los mercaderes del templo, acusándolos de comerciar con lo más sagrado. Pero, desde el punto de vista de un judío piadoso, el problema es más grave. Si no hay vacas ni ovejas, tórtolas ni  palomas, ¿qué sacrificios puede ofrecer al Señor? ¿Si no hay cambistas de moneda, cómo pagarán los judíos procedentes del extranjero su tributo al templo? Nuestra respuesta es muy fácil: que no ofrezcan nada, que no paguen tributo, que se limiten a rezar. Esa es la postura de Jesús. A primera vista, coincide con la de algunos de los antiguos profetas y salmistas. Pero Jesús va mucho más lejos, porque usa una violencia inusitada en él. Debemos imaginarlos trenzando el azote, golpeando a vacas y ovejas, volcando las mesas de los cambistas.

Imaginemos la escena en nuestros días. Jesús entra en una catedral o una iglesia. Comienza a ver todo lo que no tiene nada que ver con una oración puramente espiritual, lo amontona y lo va tirando a la calle: cálices, copones, candelabros, imágenes de santos, confesionarios, bancos…  ¿Cuál sería nuestra reacción? Acusaríamos a Jesús de impedirnos decir misa, de poder comulgar, confesarnos, incluso rezar.

Juan intuye la gravedad del problema y añade unas palabras que no aparecen en los otros evangelios: «Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: El celo de tu casa me devora.» El celo por la causa de Dios había impulsado a Fineés a asesinar a un judío y una moabita; a Matatías, padre de los Macabeos, lo impulsó a asesinar a un funcionario del rey de Siria. El celo no lleva a Jesús a asesinar a nadie, pero sí se manifiesta de forma potente. Algo difícil de comprender en una época como la nuestra, en la que todo está democráticamente permitido. El comentario de Juan no resuelve el problema del judío piadoso, que podría responder: «A mí también me devora el celo de la casa de Dios, pero lo entiendo de forma distinta, ofreciendo en ella sacrificios». Quienes no tendrían respuesta válida serían los comerciantes, a los que no mueve el celo de la casa de Dios sino el afán de ganar dinero.

La reacción de las autoridades

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:

̶  ¿Qué signos nos muestras para obrar así?

Jesús contestó:

̶  Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.

Los judíos replicaron:

̶  Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

En contra de lo que cabría esperar, las autoridades no envían la policía a detener a Jesús (como le ocurrió siglos antes al profeta Jeremías, que terminó en la cárcel por mucho menos). Se limitan a pedir un signo, un portento, que justifique su conducta. Porque en ciertos ambientes judíos se esperaba del Mesías que, cuando llegase, llevaría a cabo una purificación del templo. Si Jesús es el Mesías, que lo demuestre primero y luego actúe como tal.

La respuesta de Jesús es aparentemente la de un loco: “Destruid este templo y en tres días lo reconstruiré”. El templo de Jerusalén no era como nuestras enormes catedrales, porque no estaba pensado para acoger a los fieles, que se mantenían en la explanada exterior. De todas formas, era un edificio impresionante. Según el tratado Middot medía 50 ms de largo, por 35 de ancho y 50 de alto; para construirlo, ya que era un edificio sagrado, hubo que instruir como albañiles a mil sacerdotes. Comenzado por Herodes el Grande el año 19 a.C., fue consagrado el  10 a.C., pero las obras de embellecimiento no terminaron hasta el 63 d.C. En el año 27 d.C., que es cuando Juan parece datar la escena, se comprende que los judíos digan que ha tardado 46 años en construirse. En tres días es imposible destruirlo y, mucho menos, reconstruirlo.

Curiosamente, Juan no cuenta cómo reaccionaron las autoridades a esta respuesta de Jesús. (Resulta más lógica la versión de Marcos: los sumos sacerdotes y los escribas no piden signos ni discuten con Jesús; se limitan a tramar su muerte, que tendrá lugar pocos días después.) Pero el evangelista sí nos dice cómo debemos interpretar esas extrañas palabras de Jesús. No se refiere al templo físico, se refiere a su cuerpo. Los judíos pueden destruirlo, pero él lo reedificará.

Cuaresma y resurrección

Esto último explica por qué se ha elegido este evangelio para el tercer domingo. En el segundo, la Transfiguración anticipaba la gloria de Jesús. Hoy, Jesús repite su certeza de resucitar de la muerte. Con ello, la liturgia orienta el sentido de la Cuaresma y de nuestra vida: no termina en el Viernes Santo sino en el Domingo de Resurrección.

Jesús, nuevo templo de Dios

Hay otro detalle importante en el relato de Juan: el templo de Dios es Jesús. Es en él donde Dios habita, no en un edificio de piedra. Situémonos a finales del siglo I. En el año 70 los romanos han destruido el templo de Jerusalén. Se ha repetido la trágica experiencia de seis siglos antes, cuando los destructores del templo fueron los babilonios (año 586 a.C.). Los judíos han aprendido a vivir su fe sin tener un templo, pero lo echan de menos. Ya no tienen un lugar donde ofrecer sus sacrificios, donde subir tres veces al año en peregrinación. Para los judíos que se han hecho cristianos, la situación es distinta. No deben añorar el templo. Jesús es el nuevo templo de Dios, y su muerte el único sacrificio, que él mismo ofreció.

Portentos y sabiduría (1 Corintios 1,22-25)

En la segunda lectura aparece también el tema de los prodigios. Pablo, judío de pura cepa, pero que predicó especialmente en regiones de gran influjo griego, debió enfrentarse a dos problemas muy distintos. A la hora de creer en Cristo, los judíos pedían portentos, milagros (como se ha contado en el evangelio), mientras los griegos querían un mensaje repleto de sabiduría humana. Poder o sabiduría, según qué ambiente. Pero lo que predica Pablo es todo lo contrario: Cristo crucificado. El colmo de la debilidad, el colmo de la estupidez. Ninguna universidad ha dado un doctorado “honoris causa” a Jesús crucificado; lo normal es que retiren el crucifijo. Pero ese Cristo crucificado es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Quien sienta la tentación de considerar el mensaje cristiano una doctrina muy sabia humanamente, digna de ser aceptada y admirada por todos, debe recordar la experiencia tan distinta de Pablo.

Hermanos:
Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados -judíos o griegos-, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. 

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Predicamos a Cristo crucificado

Domingo, 8 de marzo de 2015
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Crucifixión 2

Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres,

pero, para los llamados, sabiduría de Dios.

Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres;

y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

*

(1ª Corintios 1,22-25)

***

 

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“Un templo nuevo”. 3º de Cuaresma – B (Juan 2,13-25)

Domingo, 8 de marzo de 2015
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808111Los cuatro evangelistas se hacen eco del gesto provocativo de Jesús expulsando del templo a «vendedores» de animales y «cambistas» de dinero. No puede soportar ver la casa de su Padre llena de gentes que viven del culto. A Dios no se le compra con «sacrificios».

Pero Juan, el último evangelista, añade un diálogo con los judíos en el que Jesús afirma de manera solemne que, tras la destrucción del templo, él «lo levantará en tres días». Nadie puede entender lo que dice. Por eso, el evangelista añade: «Jesús hablaba del templo de su cuerpo».

No olvidemos que Juan está escribiendo su evangelio cuando el templo de Jerusalén lleva veinte o treinta años destruido. Muchos judíos se sienten huérfanos. El templo era el corazón de su religión. ¿Cómo podrán sobrevivir sin la presencia de Dios en medio del pueblo?

El evangelista recuerda a los seguidores de Jesús que ellos no han de sentir nostalgia del viejo templo. Jesús, «destruido» por las autoridades religiosas, pero «resucitado» por el Padre, es el «nuevo templo». No es una metáfora atrevida. Es una realidad que ha de marcar para siempre la relación de los cristianos con Dios.

Para quienes ven en Jesús el nuevo templo donde habita Dios, todo es diferente. Para encontrarse con Dios, no basta entrar en una iglesia. Es necesario acercarse a Jesús, entrar en su proyecto, seguir sus pasos, vivir con su espíritu.

En este nuevo templo que es Jesús, para adorar a Dios no bastan el incienso, las aclamaciones ni las liturgias solemnes. Los verdaderos adoradores son aquellos que viven ante Dios «en espíritu y en verdad». La verdadera adoración consiste en vivir con el «Espíritu» de Jesús en la «Verdad» del Evangelio. Sin esto, el culto es «adoración vacía».

Las puertas de este nuevo templo que es Jesús están abiertas a todos. Nadie está excluido. Pueden entrar en él los pecadores, los impuros e, incluso, los paganos. El Dios que habita en Jesús es de todos y para todos. En este templo no se hace discriminación alguna. No hay espacios diferentes para hombres y para mujeres. En Cristo ya «no hay varón y mujer». No hay razas elegidas ni pueblos excluidos. Los únicos preferidos son los necesitados de amor y de vida. Necesitamos iglesias y templos para celebrar a Jesús como Señor, pero él es nuestro verdadero templo.

José Antonio Pagola

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“Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”. Domingo 8 de marzo de 2015. Domingo tercero de Cuaresma

Domingo, 8 de marzo de 2015
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21-cuaresma B3 cerezoLeído en Koinonia:

Éxodo 20,1-17: La Ley se dio por medio de Moisés.
Salmo responsorial: 18: Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
1Corintios 1,22-25: Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero, para los llamados, sabiduría de Dios.
Juan 2,13-25: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.

El evangelio de Juan coloca esta manifestación mesiánica de Jesús al comienzo de su actividad pública y en el contexto de una fiesta de Pascua en Jerusalén. Para Juan es muy importante poner a Jesús y a su comunidad en ese marco de la sucesión de las fiestas judías. Eso lo vemos a lo largo de todo el evangelio, pues no hay ningún acontecimiento fuera de ese marco. Juan optó por encuadrar toda la actividad pública de Jesús en el tiempo religioso de los que su propio Evangelio define como “los judíos” (!). Al organizar la narración en función de una serie de fiestas judías, deja entrever una construcción ideológica y cultural rica, articulada e intencionada (hoy sabemos que las cosas no se sucedieron así, sino que se trata de una organización literaria de la narración, con una intención significativa).

La pascua judía es confrontada por Jesús y su comunidad discipular tres veces en el evangelio de Juan. Es evidente el simbolismo: con Jesús irrumpe una nueva Alianza (tres siempre simboliza el nacimiento de algo nuevo). El tiempo del Reino construye una nueva festividad. El tiempo de las fiestas judías es contrapuesto con un tiempo inusual y alternativo. El relato centra su interés en la dialéctica entre la estructura simbólica y temporal del judaísmo, y una estructura nueva alternativa que se quiere afirmar e institucionalizar.

El simbolismo de la revelación mesiánica de Jesús es sumamente resaltado en la confrontación con el templo. El relato necesita hacerlo; al fin y al cabo se está construyendo y afirmando una nueva identidad. El templo de Jerusalén es el centro de las instituciones y símbolo de la gloria y el poder de la nación judía (tanto la residente en Palestina como la que se encuentra en la Diáspora). El evangelio emplea un símbolo conocido para indicar la presentación mesiánica de Jesús: el “látigo con cuerdas”. Era proverbial la frase “el látigo del Mesías” para significar la violencia que implica la irrupción de la era mesiánica. El uso que Jesús hace del “látigo” no deja la menor duda acerca de su identidad y del proyecto que encarna: con él arroja fuera del templo el ganado que se vendía para los sacrificios, las ovejas y los bueyes. Sacrificios, como ovejas y bueyes, así como sus potenciales compradores (sólo los ricos podían ofrecer este tipo de ganado en el sacrificio) son puestos fuera del horizonte del nuevo proyecto mesiánico-profético.

Al echar todos afuera del templo con sus ovejas y sus bueyes, Jesús declara la invalidez del culto de los potentados, del que los sacrificios constituían el momento cumbre. Jesús no denuncia solamente, como habían hecho los profetas, «el culto que encubre la injusticia», sino que declara infame «el culto que es en sí mismo una injusticia», por ser medio de explotación, pero sobre todo «por ser legitimación religiosa de la injusticia y del crimen». No propone una reforma del culto, sino su abolición.

La expulsión de los bueyes tiene que ver con la misma constitución de la sociedad tributaria-monárquica. El primer rey de Israel se constituyó a partir del “grupo de campesinos propietarios de bueyes”. No es de extrañar que a partir de entonces, latifundistas, bueyes y sacrificios en el templo estén articulados en un solo proyecto, y que se correspondan ideológica y religiosamente. Además el dios Baal de los agricultores cananeos se representaba con un buey. La agricultura y la ganadería necesitan su propio dios y su propio culto. Los latifundistas fueron aliados importantes de Herodes para la consolidación de su poder, y él, como retribución, mantuvo en forma opulenta al templo. Así podemos entender por qué el templo estaba lleno de bueyes, si la ideología religiosa dominante cuyo centro simbólico estaba allí era la justificación principal del sistema social estratificado y concentrador en Palestina desde la Reforma de Josías.

La expulsión de las ovejas del templo tiene también un rico sentido simbólico. Las ovejas son figura del pueblo, encerrado en el recinto donde está condenado al sacrificio. Los dirigentes explotan y asesinan al pueblo –verdadera víctima del culto–, sacrifican y destruyen al rebaño, a cuya costa viven. Jesús no se propone reformar aquella institución religiosa propósito por cierto inútil, sino rescatar al pueblo de ella.

Todos los grupos judíos esperaban la utopía del Reino, de forma que la agitación del primer siglo hizo a muchos pensar que la hora estaba próxima. Para los zelotas era la hora de tomar las armas contra la ocupación romana para instaurar el reino de Dios en el cual el templo y su personal ya no estuvieran sujetos a ningún imperio. Los saduceos no esperaban activamente el Reino y se contentaban con mantener como mejor podían el culto del templo con la ayuda de las autoridades romanas. Los esenios, como los zelotas, estaban listos para tomar las armas por el Reino, pero se habían retirado al desierto en espera del momento oportuno (kairós), considerando que el templo estaba en manos ilegítimas. Los fariseos también consideraban que para que llegara el Reino había que acabar con el dominio extranjero y restaurar la autonomía del templo. Sin embargo, no entraron a ninguna guerrilla y se dedicaron a la más riguroso observancia de la ley.

A diferencia de los grupos anteriores, la actitud de Jesús y de su comunidad discipular es de tajante oposición al templo, lo que aparece de una manera mucho más radicalmente –no sólo como rechazo de un culto de los poderosos– en las acciones contra los cambistas, a quienes les desparrama las monedas, y contra los vendedores de palomas, a quienes les ordena quitar de en medio su mercancía.

Los cambistas representaban “el sistema financiero” de la época. Todos los varones judíos mayores de 21 años estaban obligados a pagar un tributo anual al templo, e infinidad de donativos en dinero iban a parar al tesoro del templo. Además, en la antigüedad, los templos, por la inmunidad que les confería su carácter sagrado, eran el lugar elegido por los pudientes para depositar sus tesoros. El templo de Jerusalén llegó a ser uno de los mayores bancos de la antigüedad. Pero pagar el tributo y los donativos no se podía hacer en monedas que llevasen la efigie imperial, considerada idolátrica por los judíos: el templo acuñaba su propia moneda y los que iban a pagar tenían que cambiar sus monedas por las del templo. Los cambistas cobraban, naturalmente, su comisión. Al volcar sus mesas y desparramar sus monedas, Jesús estaba atacando directamente el tributo al templo y, con él, al sistema económico religioso dominante. El templo es para Jesús una empresa que explota económicamente al pueblo. De hecho, el culto proporcionaba enormes riquezas a la ciudad y a los comerciantes, sostenía a la nobleza sacerdotal, al clero y a los empleados. La acción de Jesús toca, por tanto, un punto neurálgico: el sistema económico e ideológico que representaba el templo en Israel.

La acción contra los vendedores de palomas es igualmente de enorme impacto ideológico. Las palomas eran animales sacrificiales de menor importancia, pues con ellas los pobres ofrecían sus cultos a Dios; sin embargo el hecho de que sus vendedores hayan sido los únicos a quienes Jesús se dirige y a los que hace responsables de la corrupción del templo, quiere hacer ver la enorme preocupación de Dios por la suerte de los pobres y su enojo por quienes hacen negocio con su pobreza. En contraste con las dos acciones anteriores, Jesús no ejecuta acción alguna, sino que se dirige a los vendedores mismos acusándolos de explotar a los pobres por medio del culto, del impuesto, y del fraude de lo sagrado.

El templo es “casa del mercado”, y allí el dios es el dinero. Al llamar a Dios mi Padre, Jesús no lo identifica con el sistema religioso del templo. La relación con Dios no es religiosa sino familiar, está en el ámbito de la casa familiar. La relación se desacraliza y se familiariza. En la casa del Padre ya no puede haber comercio ni explotación, siendo casa-familia acoge a quien necesite amor, intimidad, confianza, afecto.

Aún, Jesús da un paso más en su confrontación radical con el templo al proponerse él mismo como santuario de Dios. Frente al poder de Herodes (cuarenta y seis años de construcción del templo) emerge el poder del resucitado (tres días). En el Reino de Dios no se requiere templos sino cuerpos vivos. Éstos son los santuarios de Dios, donde brilla su presencia y su amor, si viven dignamente. Jesús no viene a continuar la línea religiosa tradicional. Vino a proponer una humanidad restaurada a partir del principio de la ultimidad de la vida en cuerpos que viven con dignidad. Sobre esta base es posible soñar y construir otra manera de vivir y otra manera de creer. Leer más…

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Dom 8. 3.15. ¡Destruid ese templo! La nueva “religión” de Jesús

Domingo, 8 de marzo de 2015
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expulsion_mercaderesDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 3º de Cuaresma. Ciclo B. Jn 2,13-25. La Cuaresma nos va ofreciendo los grandes signos de la vida y mensaje de Jesús, de las tentaciones (dom. 1º) y la transfiguración (dom. 2º) a la expulsión de los mercaderes del templo(dom 3º).

Este signo (vinculado a los sacrificios violentos y al dinero) con la construcción del nuevo (formado por la vida de los creyentes unida a la de Cristo) está en el centro de su mensaje, como han sabido los grandes cristianos, desde Ignacio de Antioquía a Francisco de Asís. También el Papa está empeñado en destruir muchas cosas del viejo “templo” de la Iglesia.

Evidentemente, un tipo de templo está cayendo hoy, año 2015. ¿Qué haremos? ¿Llorar su caída? ¿Contemplarla indiferentes? ¿Ayudar a derrumbarlo?

Tiene que surgir sin duda un nuevo templo, nuestro propio cuerpo (unido al de Jesús, la nueva humanidad, como proclama este evangelio de prodigiosa actualidad personal y eclesial, individual y social: Él hablaba de su templo, es decir, del templo mesiánico. Buen domingo a todos.

Imagen 1. Interpretación del siglo XV, retablo catedral vieja de Salamanca, donde el tema clave son las jaulas de palomas y el “dinero”, con los sacerdotes como banqueros de una religión opresora.
Imagen 2. Interpretación moderna, un Jesús airado con vuelo de palomas. Es como si interesaran más esas palomas que la transformación del dinero.
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Texto

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.”

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: “El celo de tu casa me devora.” Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: “¿Qué signos nos muestras para obrar así?” Jesús contestó: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.” Los judíos replicaron: “Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre (Juan 2,13-25).

BREVE COMENTARIO

jesus-expulsando1) ¿Cuándo se debe situar este pasaje? De manera más histórica, Mc 11 par (los sinópticos) sitúan ese signo de Jesús al final de su ministerios, después de haber proclamado la llegada del Reino, al subir y entrar a Jerusalén. Juan la sitúa al comienzo del ministerio de Jesús, de un modo simbólico y muy significativo. Lo último viene a convertirse de esa forma en lo primero: si no empiezas destruyendo tus “templos” sagrados no harás el camino del reino.

2) Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Es una “fiesta de Pascua”, de paso del viejo al nuevo templo… El evangelio de Juan, desde una perspectiva ya alejada de la historia primitiva de Jesús, habla de “la fiesta de los judíos”, como separando a Jesús de ellos. De todas maneras, conforme a este evangelio, “la fiesta de los judíos” es la de aquellos “cristianos de nombre”, aferrados a templos y dominios religiosos, con sacrificios violentos, con tributo de dinero (cambistas).

3) Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas… El ritual del templo se ha convertido en mercancía… y se encuentra dominado por los vendedores-comerciantes, que son sus dueños verdaderos. Por encima del ideal religioso de Israel (codificado en Éxodo-Levítico) ha venido a surgir el comercio. El evangelio está criticando aquí una religión que está al servicio del comprar-vender, no del compartir. Evidentemente, éste no es templo de Jesús, que ha venido a llamar y convocar a los que no pueden comprar bueyes-ovejas-palomas. La degeneración de la religión consiste en ponerla al servicio del dinero.

4) y a los cambistas sentados… Los vendedores de bueyes al menos tienen que moverse y trabajar para ganar… En cambio los cambistas ganan su dinero sentidos ante un “banco” de cambio. Son ellos los que han dominado desde antiguo el tráfico social y religioso. Ellos definen al final lo que es bueno y malo, y aparecen así como los dueños reales del templo-banco, al servicio de sí mismos, es decir, de su propio dinero. No es casual que muchos, desde Savonarola a Marx hayan dicho que el templo real es el banco. No en vano el problema de cierta Iglesia sigue siendo el dinero.

5) y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes… No se dice que les pegara o azotara, sino que les expulsó. ¿A quienes? La frase queda ambigua. En sentido estricto parece que expulsa a los vendedores-cambistas, mostrando así que ellos no son dueños del templo, que no tienen nada que hacer allí. Pero se supone que expulsó también a los bueyes-ovejas-palomas, no para ir en contra de ellos, sino para devolverles su verdadera identidad. Dios no ha “creado” a los animales para que los matemos en su nombre. En este contexto se puede hablar de un tipo de “ecología animal” de Jesús, que se opone a los sacrificios de animales.

6) y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas… No les dijo que emplearan bien el dinero, no les mandó que lo pasaran de “banco malo” a un banco bueno… Echó las monedas al suelo, para decir que la vida no se hace de monedas, sino de intercambio directo de vida… Jesús está suponiendo aquí que puede haber un mundo sin bancos, un mundo de encuentros personales… Un mundo donde el valor supremo es el cuerpo y la palabra…. Leer más…

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Dios nos confía sus bienes

Lunes, 17 de noviembre de 2014
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Del blog Pays de Zabulon:

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Jesús hablaba a sus discípulos de su regreso; y les dijo esta parábola:

” un hombre, que iba de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes.

(Mt 25,14)

 

Dios nos confía sus bienes.
¿De qué bienes hablamos?
¿El Mundo, la tierra, el entorno?
Sí.

Nos confía también la relación,
esta capacidad de mantener el vínculo entre nosotros.
Interconexión vital y esencial.

Nos confía sus bienes,
y pues tiene tiene allí varios,
y pues el lazo entre ellos.

Nos confía sus bienes,
nos confía este vínculo entre nosotros,
hace a nosotros servidores
de la comunión.

Y luego, está este cuerpo,
Templo del Espíritu,
Receptáculo de sus bienes.

Y luego el Espíritu mismo.
Estamos hechos a imagen de Dios,
a su semejanza.

Dios nos confía sus bienes.
se da él mismo
y nos deja la libertad
De probar el amor de su casa.

¿A su regreso,
¿Los bienes habrán fructificado,
El amor habrá triunfado?

Zabulon

[Fuente foto : malemodelscene]

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El Templo de mi cuerpo

Domingo, 9 de noviembre de 2014
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Del blog Pays de Zabulon:

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Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

– “Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.”

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: “El celo de tu casa me devora.”

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:

– “¿Qué signos nos muestras para obrar así?”

Jesús contestó:

– “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.”

Los judíos replicaron:

– “Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”

Pero él hablaba del templo de su cuerpo.

Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

 

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*

(Fuente de las fotos: http://diosesdcarne.wordpress.com/ y http://www.hairybear120.com)

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“¿Cómo es nuestra religión?”. 9 de noviembre de 2014. Dedicación de la Iglesia de Letrán. Juan 2, 13-22

Domingo, 9 de noviembre de 2014
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55-OrdinarioA32El episodio de la intervención de Jesús en el templo de Jerusalén ha sido recogido por los cuatro evangelios. Es Juan quien describe su reacción de manera más gráfica: con un látigo Jesús expulsa del recinto sagrado a los animales que se están vendiendo para ser sacrificados, vuelca las mesas de los cambistas y echa por tierra sus monedas. De sus labios sale un grito: “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”.

Este gesto fue el que desencadenó su detención y rápida ejecución. Atacar el templo era atacar el corazón del pueblo judío: el centro de su vida religiosa, social y económica. El templo era intocable. Allí habitaba el Dios de Israel. Jesús, sin embargo, se siente un extraño en aquel lugar: aquel templo no es la casa de su Padre sino un mercado.

A veces, se ha visto en esta intervención de Jesús su esfuerzo por “purificar” una religión demasiado primitiva, para sustituirla por un culto más digno y unos ritos menos sangrientos. Sin embargo, su gesto profético tiene un contenido más radical: Dios no puede ser el encubridor de una religión en la que cada uno busca su propio interés. Jesús no puede ver allí esa “familia de Dios” que ha comenzado a formar con sus primeros discípulos y discípulas.

En aquel templo, nadie se acuerda de los campesinos pobres y desnutridos que ha dejado en las aldeas de Galilea. El Padre de los pobres no puede reinar desde este templo. Con su gesto profético, Jesús está denunciando de raíz un sistema religioso, político y económico que se olvida de los últimos, los preferidos de Dios.

La actuación de Jesús nos ha de poner en guardia a sus seguidores para preguntarnos qué religión estamos cultivando en nuestros templos. Si no está inspirada por Jesús, se puede convertir en una manera “santa” de cerrarnos al proyecto de Dios que él quería impulsar en el mundo. La religión de los que siguen a Jesús ha de estar siempre al servicio del reino de Dios y su justicia.

Por otra parte, hemos de revisar si nuestras comunidades son un espacio donde todos nos podemos sentir en “la casa del Padre”. Una comunidad acogedora donde a nadie se le cierran las puertas y donde a nadie se excluye ni discrimina. Una casa donde aprendemos a escuchar el sufrimiento de los más desvalidos y no solo nuestro propio interés.

No olvidemos que el cristianismo es una religión profética nacida del Espíritu de Jesús para abrir caminos al reino de Dios construyendo un mundo más humano y fraterno, encaminado así hacia su salvación definitiva en Dios.

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Promueve la religión de Jesús. Pásalo.

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“Espiritualidad sin templo”, por Antonio Gil de Zúñiga

Lunes, 18 de agosto de 2014
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aaapart_20Antonio Gil de Zúñiga, pofesor de IES, poeta y filósofo, se estrena como autor en ATRIO, pero no es un desconocido aquí. Su libro sobre Blas de Otero ya fue recensionado en ATRIO por Juan José Tamayo: Blas de Otero, poeta vasco y místico laico.

Sostiene Antonio Machado que la poesía es palabra esencial en el tiempo; otro tanto hay que decir de la espiritualidad, en cuanto actitud radical y relacional del ser humano con el Ser trascendente. Se puede decir que la espiritualidad es ante todo palabra, diálogo óntico de un ser que se siente profundamente religado con un Tú trascendente. Para X. Zubiri Dios no es una “realidad-objeto”, sino una “realidad-fundamento”, a la que el hombre ha de estar re-ligado, ya que “el hombre encuentra a Dios en la plenitud de su ser”.

 Pablo de Tarso expresa con vehemencia la religación en su discurso filosófico a los atenienses; en Dios “vivimos y nos movemos y existimos”(Hchos. 17,28). Este diálogo o palabra esencial implica una vivencia pletórica en el interior de la persona, que viene a ser el músculo cardíaco de la existencia. Pero creo que es importante añadir un tercer elemento que configura la espiritualidad humana y no es otro que la mirada; una mirada altiva de encarar de frente la historia; las “circunstancias” orteguianas que posibilitan el desarrollo y profundidad del yo. Escribe Laín Entralgo que ontológicamente el “ser de mi realidad individual se halla constitutivamente referido al ser de los otros”.

Estos son los ejes cartesianos de una espiritualidad sin templo; es decir, una espiritualidad laica. Jesús de Nazaret fue un judío laico, que vivió y murió como un judío laico. Llama poderosamente la atención que este dato nuclear en los evangelios apenas se enfatiza en la teología, en los tratados de espiritualidad o en los estudios sobre el Jesús histórico. John P. Meier en su voluminosa obra sobre el Jesús histórico apenas dedica unas líneas a Jesús como judío laico, centrándose, en cambio, en que es un judío marginal.

Ahora bien, Jesús, un judío laico, piadoso y cumplidor de la Torá, no necesita del templo para llevar a cabo su relación con el Tú trascendente; es más, tiene al templo en su punto de mira, porque para él su ideal como judío no es habitar en el templo, como recogen con frecuencia los poetas bíblicos: “Una cosa pido al Señor, y sólo eso es lo que busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida” (Sal. 27,4). Ese ideal no es otro que compartir la suerte y el privilegio del sacerdote: habitar en el recinto sacro. Su proyecto, sin embargo, es más radical: “la destrucción del templo”, como se evidencia en el diálogo intenso con la samaritana, en el que Jesús ante la interpelación de la samaritana revela una verdad profundamente laica: “pero se acerca la hora, dice Jesús, o mejor dicho, ha llegado” (Jn. 4,23) en que ni en aquel monte próximo a la ciudad samaritana de Sicar ni en Jerusalén se adorará a Dios; o lo que es lo mismo, no son lugares exclusivos para relacionarse con Dios.

Si ahondamos en esta actitud de animadversión hacia el templo, podemos descubrir varias razones: a) del templo sale la ley (Is. 2,3). Una ley opresora, que se materializa en un laberinto de normas y ritos, como se pone de manifiesto en la “ley del sábado”. La ley emanada del templo pretende la alienación y el sometimiento y no la liberación integral del hombre y de la mujer. Jesús propone y realiza la desobediencia civil con su “ellos os dicen, pero yo os digo”. Para Jesús de Nazaret el templo no ha de ser un lugar de sacrificios, sino de la misericordia, y ésta es su “nueva ley”; b) el templo se ha pervertido, hasta el punto de que se ha convertido en “cueva de ladrones”. Ya no es un lugar de oración, sino de intercambios y trapicheos comerciales, donde impera, pues, la cultura del dinero, que tanto se rechaza en los textos evangélicos; c) es la “vivienda del sacerdote”, un hombre que con su status social vive ajeno a las necesidades y penurias de los demás: “Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo” (Lc. 10,30-31).

La espiritualidad de Jesús ahonda sus raíces fuera del templo, en un territorio, etimológicamente, profano; es, pues, una espiritualidad laica. Jesús de Nazaret se retira al desierto a orar y a otros lugares no oficiales, y no es miembro de la comunidad de los esenios. Siente profundamente su religación con el Padre, dialoga con él, se alimenta interiormente de esa relación íntima, pero vuelve al mundo, a la historia en la que se ha encarnado.

Sin embargo, esa espiritualidad laica ha sido secuestrada por el cenobio, por el “templo”, hasta el punto de que, cuando se habla de alguien que siente y vive la espiritualidad, se piensa automáticamente en que se trata de una persona que vive monacalmente o es miembro de alguna comunidad religiosa institucional. El monacato se impone de manera desmedida al proclamarse como paradigma único y excluyente de la espiritualidad y de la vida cristiana misma. Y así la vida del cristiano, toda entera, debe seguir las sendas monacales, incluida la sexualidad. El texto de san Anselmo lo ilustra por sí mismo: “La virginidad es oro, la continencia plata, el matrimonio cobre; la virginidad es opulencia, la continencia medicina, el matrimonio pobreza; la virginidad es paz, la continencia rescate, el matrimonio cautiverio…” El monacato, pues, ha impuesto sus reglas y sus ritos, en ocasiones asfixiantes para el espíritu; y como advertía H. Bergson ha desarrollado considerablemente la “mecánica”, pero no “la mística”, puesto que la espiritualidad viene a ser la mediación vehicular del hombre y de la mujer para ponerse en contacto con el Misterio.

Una espiritualidad basada en la “huida del mundo” no se puede considerar modélica para el cristiano (no ya para cualquier hombre y mujer). El diálogo con el Ser trascendente, que nos ha manifestado Jesús de Nazaret, empuja necesariamente a echar una mirada alrededor y una mirada compasiva y misericordiosa, como la del samaritano de la parábola. El diálogo trascendente, la fe, finaliza irremediablemente en la ética liberadora y compasiva. M. Fraijó, recordando que I. Ellacuría habla de la espiritualidad de hacerse cargo misericordiosamente de la realidad, nos deja este corolario: la mirada compasiva y misericordiosa es “un imperativo de la espiritualidad laica”.

Fuente Atrio

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Nace en Berlín el primer templo cristiano-judío-musulmán

Viernes, 4 de julio de 2014
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14043172856933Recreación del aspecto que tendrá el templo.house-of-one.org

Rosalía Sánchez. Especial para EL MUNDO. Berlín

En la sección de noticias internacionales vemos a diario cómo la religión es utilizada como motivo de enfrentamientos, de actos violentos e incluso de guerras. Pero son muchos los hombres religiosos que están convencidos de que la gran fuerza de la religión debe ser utilizada para todo lo contrario, para unir a las personas, y con ese espíritu nace en Berlín el proyecto House of One, un templo en el que orar juntos cristianos, judíos y musulmanes, con la esperanza de llegar a entenderse mejor.

El párroco Gregor Hohberg, implicado en el proyecto, destaca que el edificio será levantado en “el lugar más antiguo de culto de Berlín, el solar donde estuvo la primera iglesia, y desde ahí queremos mirar hacia el futuro, sobre aquellos cimientos construir una nueva casa de oración que será un espacio común en el que convivir las tres religiones, una sinagoga, una iglesia y una mezquita bajo un mismo techo, un espacio de diálogo y de buena voluntad“.

El gran edifico proyectado se levantará a base de donaciones. Cualquiera puede participar, donar un ladrillo cuesta 10 euros, y la idea ha despertado ya gran entusiasmo.

¿Por qué Berlín?

“Para los judíos se trata de una ciudad donde resulta especialmente difícil perdonar y especialmente necesario”, así lo expresa el rabino Tovia Ben-Chorin. Es en una ciudad como Berlín, asegura, donde se pueden encontrar las respuestas del nuevo ecumenismo. “Con un rabino, un párroco y un imán en el mismo edificio, donde hay una sinagoga, una iglesia y una mezquita y en el centro de esos templos un espacio común donde todos pueden encontrarse, tendremos un foco donde la gente, no solo los creyentes sino todos aquellos con inquietudes religiosas, y todos los interesados en el diálogo entre religiones se sentirán como en casa”, predice.

Según el imán Kadir Sanci, “este edificio de reconciliación y convivencia multicultural puede ser el símbolo perfecto que muestre al mundo el carácter pacífico y no violento de la gran mayoría de los musulmanes. Y que ayude a entender la religión como un nexo que une, no que separa”.

Fuente El Mundo

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Un hotel y un templo de Japón desafían la ley y ofrecen bodas para gays y lesbianas.

Sábado, 22 de marzo de 2014
Comentarios desactivados en Un hotel y un templo de Japón desafían la ley y ofrecen bodas para gays y lesbianas.

noticias_file_foto_744495_1395319197Aunque el matrimonio entre personas del mismo sexo en Japón no es legal, el país del sol naciente quiere comenzar a ser conocido como destino LGBT y, por ello, un hotel y un templo budista de la ciudad de Kyoto se han unido para organizar ‘bodas espiritules’ de parejas del mismo sexo. Precisamente esta iniciativa es una de las 15 propuestas de turismo gay y lésbico que se presentaron en la ITB de Berlín 2014 y que os sugerimos con motivo del especial de la revista RAGAP MAGAZINE que lanzamos en este evento.

El Hotel Gran Vía Kyoto y el Templo Shunkoin dan la bienvenida a parejas del mismo sexo celebrando bodas tradicionales budistas. Las parejas ataviadas con el kimonos ceremoniales japoneses tienen la oportunidad de unirse en un templo Zen construido en 1590. El acto en sí, de momento, no tiene validez legal y se trata de un compromiso espiritual.

El paquete de bodas incluye todo lo que necesitan las parejas para la celebración y posterior luna de miel: Una estancia de tres noches en la suite junior con desayuno, dos kimonos tradicionales para este tipo de celebración, un ramo de boda personalizado, el servicio de limusina para los traslados de los contrayentes y una romántica cena de la noche de bodas al estilo tradicional japonés para la pareja. El paquete cuesta para dos personas 777.000 yenes (aproximadamente unos 5.500 euros).

repositorio_obj_3261_1395317890El Gran Vía de Kyoto es el primer hotel japonés que se unió a la Internacional Gay y Lesbian Travel Association (IGLTA) en 2006. Fecha en la que comenzó a promover viajes para el segmento LGTB a Japón. Shiho Ikeuchi, directora de este establecimiento hotelero asegura que “es un desafío difundir estas bodas extraordinarias para el mundo porque estamos encantados de ofrecer a las parejas LGBT de todo el mundo esta maravillosa oportunidad de experimentar la esencia de una boda tradicional japonesa”. Este hotel se une a otras empresas de todo el mundo que están dando pasos hacia la aceptación social de las parejas LGBTI, mientras que sus gobiernos se quedan atrás.

Así que ya sabes, si te apetece a ti y tu pareja experimentar y lograr que ese día tan especial, el de vuestra boda, sea diferente, aquí tenéis esta propuesta. Hay mucho que descubrir en Japón antes y después de la ceremonia: Desde lugares espectaculares y restaurantes de lujo en la llamada Ruta de Oro (Tokio, Osaka, Kyoto) hasta relajarse con tratamientos o con un buen masaje para dos en los spas del país.

Japón es de los países asiáticos en los que la sociedad es más tolerante con la visibilidad con el colectivo LGTB aunque no se apliquen en la práctica políticas de igualdad. Destacamos el caso de Kanako Otsuji, una política japonesa que se declaró abiertamente lesbiana. Fue candidata al senado y miembro del Parlamento de Osaka. Contrajo matrimonio con su pareja durante la celebración de un Festival para la prevención del VIH/SIDA organizado por la Asociación Gay Lésbica Revolución de Japón. Su valiente acto le llevó a ser felicitada por el gobernador de Osaka, Fusae Ota. A pesar de todo, su matrimonio no ha sido reconocido por el gobierno. En uno de sus discursos Ojsuji afirmó que muchos gays y lesbianas japoneses se ocultan porque tienen miedo al rechazo social. La político y activista sigue luchando para hacer conocer a su país que las personas LGBT existen y son parte de la sociedad.

Fuente Ragap

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