Magdalena Benassar
Madrid
ECLESALIA, 25/11/15.- Quisiera entrar en esa entraña de misericordia del Crucificado, moribundo, asesinado injustamente por un sistema patriarcal misógeno, violento y manipulador. Entraña que expresa para todos los seres humanos el modo de ser y amar de Dios. Y precisamente es ese modo peculiar, diferente y único de amar lo que provoca un antes y un después en la historia de la humanidad.
Estos días estamos celebrando eventos para concienciarnos de la catástrofe que la violencia, sea contra la mujer o contra la población de países enteros, causa en la carne y sangre de la humanidad más vulnerable.
Ellos, esos jefecillos políticos, militares y religiosos, llenos de complejos y problemas serios de poder y control, matan, asesinan, controlan, desprecian, violan porque por sus venas corre la falta de amor, la falta de ternura que por mil situaciones la vida les ha deparado. Y reconozco que no sólo los varones pueden llegar a ser así, también las mujeres, hijas del mismo sistema y llenas de ambición y de necesidad de ser aceptadas en un sistema misógeno y patriarcal, podemos ser crueles. El problema no está en el sexo sino en el cerebro.
Ellos asesinan “lo femenino” en Jesús. Bloquean el hemisferio derecho del cerebro de la humanidad de un modo violento y aterrador.
Así justifican la sumisión, la esclavitud, la explotación de la tierra, de la mujer y de todo lo que peligrosamente empieza en “la” porque es femenino: la bondad, la ternura, la verdad, la dignidad, la belleza, la solidaridad, la igualdad, la misericordia, la hospitalidad, la risa, la cordialidad…
¿Por qué digo que bloquean lo femenino en Jesús y en él en toda la humanidad? Porque desde una postura de poder civil y religioso crucifican, es decir maldicen para todos los tiempos, todo lo que la persona y misión de Jesús trajo a la historia de la humanidad: las entrañas de misericordia de nuestro Dios hechas humanidad, en cuerpo de varón con alma también de mujer. Él fue la persona integrada, completa y equilibrada.
Y, eso, ese equilibrio, de todo su ser, con unas actitudes fuertes y tiernas, justas y compasivas, claras y valientes…es lo que molesta, porque denuncia, sin palabras incluso, lo que es diferente.
Jesús activa en nosotras y nosotros el hemisferio derecho. Sabemos lo que le causó a él hablar de una manera diferente, actuar desvelando no sólo el amor incondicional del Abba, sino a la vez, desvelando las trampas de una Ley que dejaba de producir profetas porque se había ido quedando estéril.
Dice el Evangelio de Lucas que Dios viene al mundo por lo femenino, por la mujer. El bueno de Zacarías queda mudo porque en su oración le pide garantías a Dios de que lo que le dice se cumplirá…Isabel, la estéril, la anciana, la invisible para el Templo, acoge el misterio (que por cierto esa capacidad se aloja en el hemisferio derecho), y en sus entrañas toma forma el profeta que junto con su madre son la bisagra entre el caducado viejo testamento y la nueva ley, en forma de fetito en el cuerpo de otra joven invisibilizada por el sistema. María, que tenía activado su hemisferio derecho, dejó entrar a Dios porque estaba a la escucha.
Hablar de la no-violencia a las puertas de Adviento es para mí una oración, un lamento por el dolor que provoca el desequilibrio en los varones que buscan en la mujer lo que ellos no son capaces de encontrar en sí mismos, la paz y armonía fruto del equilibrio entre los dos hemisferios.
Propongo que además de más rapidez en la actuación policial ante las denuncias por violencia de género y de todo tipo, activemos en nosotros y en la sociedad el hemisferio derecho.
De ello hay experiencias en educación, y poco a poco se van introduciendo nuevos modos más de acuerdo con la integración de la persona. El problema es que, en estos momentos, la inmensísima mayoría de la humanidad está educada mayormente desde el lado izquierdo, programados para producir, consumir, explotar, competir, propio de la etapa, ya caducada, de la industrialización.
Para ello, este tiempo del año es precioso. Soltar nuestros lastres y dejarlos ir, como nos enseñan los sabios árboles de hoja caduca. Se renuevan todos los años. Dejan caer sus hojas secas para que la nueva savia de vida a hojas nuevas: Dejar ir formas viejas, secas y caducas, que produjeron en su momento pero que ahora ya no dan nada para acoger la nueva vida, sabia,porque proviene de las raíces hondas en la tierra.
Tierra de siempre y siempre nueva que produce, a pesar de ser vieja, savia nueva porque es sabia y se deja nutrir por todos los nutrientes escondidos en las oscuras capas por donde sus raíces buscan alimento.
Dejémonos nutrir por el seno de Dios, inmensa placenta, llena de amor, que nos envuelve y protege y conforma a su imagen, si nos dejamos.
Todo sería distinto, habría unos cielos nuevos y una tierra nueva donde los hombres y las mujeres vivirían en armonía entre ellos y con la tierra que los sustenta. Esa entraña de misericordia del crucificado que se abre para dar a luz una humanidad nueva, un hombre y una mujer que se complementan, respetan y ayudan a que cada uno dé lo mejor de sí.
Mientras los sueldos sean desiguales, los gobiernos e iglesias estén dominados por uno en detrimento de la otra, las cuentas no saldrán, dice la lógica, ausente parece, en este caso, y tan presente cuando son ellos los que quieren dominar con la lógica patriarcal.
Os aviso, el ángel que le habló a Zacarías, a Isabely a María, ya quiere sacar los billetes pero desconoce destino. ¿Te interesa hospedarle o mejor que viaje a otro lado? Mira que si viene y me quedo sin mis viejas hojas…
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Espiritualidad
Femenino, Jesús, Persona, Ser, Temor, Valor, Violencia de género
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