Telescopio
Un día despertó Hitler la antigua ilusión que contrapone la ciencia y la religión. Estaba convencido ciertamente de que afirmaba una verdad definitiva cuando declaraba: «Colocad un telescopio en un país y habréis terminado con Dios». Bajo la ordinariez de la propuesta se esconde un a priori que no corresponde sólo a la ideología nazi. Toda generación tiene su contingente de individuos que piensan haber terminado con la imagen de Dios gracias a la ciencia. Los hombres seríamos sólo el objeto de una manipulación genética, títeres producidos por casualidad. La idea de Dios se habría convertido, definitivamente, en una antigualla.
Sin embargo, precisamente la experiencia del telescopio puede llevar a una conclusión opuesta a la de Hitler. Si se os presenta la ocasión, no la dejéis escapar. Al contrario, buscadla. Es fascinante. Creo que en la vida humana hay un «antes» y un «después» cuando, gracias al telescopio, se ha tenido la posibilidad de experimentar de una manera visible, concreta, el infinito y su esplendor, por una parte, y nuestro límite y el vuelco que se impone a la inteligencia bajo la impresión de tal realidad, por otra. La historia de la civilización confirma la experiencia.
*
B. Bro.
***
Comentarios recientes