Alemania amenaza con expulsar a dos refugiados ugandeses, uno gay y otra lesbiana, argumentando que Uganda “ya los protege”
Una noticia indignante que nos llega de Alemania. Kyabangi y Sekulima, dos jóvenes homosexuales procedentes de Uganda y que llevan cerca de cuatro años viviendo en Múnich, podrían ser expulsados después de que sus solicitudes de asilo hayan sido denegadas. ¿El motivo? Que las autoridades alemanas consideran, contra toda evidencia de la espantosa realidad que viven las personas LGTB, que el Gobierno ugandés protege a las personas LGTB.
Las historias de estos dos refugiados son similares, en su dureza, a las de muchos jóvenes LGTB en Uganda. Kyabangi, de 35 años, nació en una localidad cercana a Kampala. Su primera novia fue asesinada en plena calle, solo por ser lesbiana. Para evitar un matrimonio forzoso exigido por la mayoría de su entorno social y familiar, la joven huyó a la capital ugandesa. Allí, tras un periodo breve de calma, su homosexualidad salió a la luz y comenzó la pesadilla: chantajes, pérdida de su negocio y su domicilio y la humillación de encontrarse su imagen por todo el barrio impresa en panfletos con su nombre y la palabra “sodomía”. Gracias a la ayuda de una comunidad religiosa, Kyabangi consiguió un pasaporte y pudo huir del país en verano de 2011.
Sekulima, el otro joven amenazado de expulsión, tiene 30 años y gozaba de una buena posición social en Uganda como jefe de control de calidad de una empresa de equipamiento médico. Cuando su superior se enteró de su homosexualidad, fue despedido sin más contemplaciones. La noticia se difundió y Sekulima fue víctima de dos ataques violentos: lo golpearon en la mandíbula y lo apuñalaron en el costado. Temiendo que la próxima agresión le costara la vida, logró huir a Alemania y en el centro para refugiados de Múnich conoció e hizo amistad con Kyabangi.
Ambos refugiados tardaron un tiempo en poder explicar el motivo de su solicitud de asilo debido a las terribles experiencias sufridas en Uganda. Pero con el tiempo y la ayuda de los voluntarios de las organizaciones LGTB muniquesas Sub y LeTRa, consiguen integrarse en su nuevo país, aprender el idioma y hacer amigos, e incluso participar en los principales eventos LGTB de la ciudad. Sekulima planea estudiar ingeniería biomédica y Kyabangi, formarse como electricista. Unos proyectos de futuro que ahora podrían truncarse por la decisión de la Agencia Federal de Migración y Refugiados (BAMF) de devolverlos a Uganda; país donde, en contra del erróneo criterio de la BAMF, corren peligro de muerte.
La decisión puede, sin embargo, ser recurrida ante la justicia y los jóvenes cuentan para ello con el apoyo legal y económico de Sub y LeTRa. A esta posibilidad se agarra Sekulima, que por lo demás, se encuentra consternado. “En Holanda y en Finlandia han reconocido como perseguidos a varios amigos gays. Y cuando los políticos alemanes viajan a Uganda, condenan la discriminación. Pero a nosotros nos dicen: no hay ningún problema”. El joven lo tiene claro: “No quiero vivir más como un animal. No me quiero esconder más. Para eso, mejor morir”.
Y esta es la situación del “paraíso” ugandés …
Y es que, como casi todo el mundo conoce, el clima de odio hacia las personas LGTB en Uganda es terrible y, además, se ha exacerbado con motivo del proceso de discusión y aprobación de una ley que pretendía endurecer el trato penal a la homosexualidad; una ley que ha sido anulada por el Tribunal Constitucional de Uganda por un defecto de forma, a pesar de lo cual ya se ha puesto en marcha otra iniciativa para aprobar una nueva ley que sustituya a la anterior. Una norma que eliminaría las referencias directas a la homosexualidad, que sería sustituida por el eufemismo “prácticas sexuales antinaturales” y se centraría en castigar con penas de cárcel cualquier actividad considerada como “promoción” de las relaciones no tradicionales.
Una jugada con la que el presidente Yoweri Museveni intentaría mantener su popularidad sin poner en riesgo la ayuda externa que recibe el país. Aunque el presidente amagó en su momento con vetar la anterior ley, al final optó por sumarse a la corriente homófoba y apoyarla; una decisión adoptada en clave interna, pero que a nivel internacional no le trajo más que quebraderos de cabeza, incluyendo sanciones económicas en forma de reducción de la ayuda exterior.
Un informe elaborado por Sexual Minorities Uganda en mayo de 2014 denunciaba el extraordinario aumento en los ataques contra las personas LGTB en el país desde que se inició todo este proceso legal. Desde su aprobación inicial y hasta la fecha de elaboración del informe, se habían producido 162 de estos incidentes, que incluían linchamientos, violencia colectiva, incendio de hogares, chantaje, pérdida de puestos de trabajo, detenciones, expulsiones y suicidios. El informe denunciaba el ambiente de hostilidad creado durante todo el proceso de tramitación de la ley, cuyo fruto es la autoridad práctica para perseguir a las personas LGTB con total impunidad. El ejemplo más reciente de esta situación, de los numerosos que desgraciadamente existen, lo recogíamos hace apenas dos semanas.
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