La proclamada renovación que llevó al Vaticano el Papa Francisco tuvo otro hito importante con la realización del
Simposio Mundial de Jóvenes contra la Trata. Mientras tanto, otros temas, como el reconocimiento de los gays o la sanción a curas abusadores, todavía esperan.
El tráfico de personas con fines sexuales o para explotación laboral, fue el tema central del encuentro que tuvo lugar el sábado y domingo pasados en la Casona Pío IV en el Vaticano, a instancias del Papa Francisco, y organizado por la Academia de Ciencias del Vaticano, la Asociación Civil Vínculos en Red (de Villa María, Córdoba) y Global Freedom Network (Red Mundial para la Libertad).
La titular de la ONG Vínculos en Red, la cordobesa Alicia Peressutti, de fuertes vínculos con Jorge Bergoglio desde sus épocas de cardenal de la ciudad de Buenos Aires, hace 18 años que trabaja en la problemática de la trata de personas. Cuando asumió como Papa, Alicia fue designada como asesora ad honorem del Vaticano y es en ese carácter que fue una de las organizadoras del evento que reunió a un centenar de jóvenes de 50 países, no sólo católicos, sino también de otras religiones.
El nombre del encuentro fue Simposio de Jóvenes contra la Prostitución y la Trata de Personas, Máximas Violencias contra el Ser Humano, y consistió en ponencias de distintas personas que trabajan en la temática, y testimonios de víctimas de trata, la mayoría de ellos, muy jóvenes.
Si bien el tema se centró en el tráfico de personas con fines de esclavitud o explotación sexual, también se abordó la problemática de las personas que mediante engaños son llevados de un país a otro, para trabajar en condiciones de semi-esclavitud. Sin embargo, como la explotación sexual es mucho más redituable, la mayoría de las redes de trata reclutan a niños, niñas, adolescentes y jóvenes, para prostituirlos.
La periodista Alejandra Conti, enviada especial del diario La Voz del Interior, entrevistó a Alicia Peressutti, quien fue muy clara cuando expresó que las mafias que trafican con personas “apuntan a niñas, niños y jóvenes, y cada vez más a niños y varones jóvenes“. Rechazó que la aceptación del trabajo infantil y el tráfico de niños y jóvenes, sean “cuestiones socioculturales“, para ella son directamente “cuestiones de dinero”. “Un esclavo laboral rinde unos dos mil dólares al mes. Un esclavo sexual, 20 mil. De allí el poder de los explotadores sobre la política, la economía, la Justicia, la policía“.
Alicia fue candidata a Cordobesa del Año 2012 por su trabajo social, que consiste en alertar, informar y educar sobre el poder de las mafias de traficantes de personas. Su organización Vínculos en Red también trabaja en la contención de las víctimas que logran salir de las redes. Ha publicado nueve novelas sobre el tema de la trata y es una de las impulsoras de la diplomatura de Género y contra la Trata de Personas de la Universidad Nacional de Villa María.
Por su estrecha relación con el entonces cardenal Bergoglio, hoy su trabajo tiene un fuerte respaldo del Vaticano, donde además de asesorar ad honorem en el tema de trata de personas, es también colaboradora permanente de la Academia Pontificia de Ciencias del Vaticano, que preside el suizo Werner Arber, Premio Nobel de Medicina en 1978 y que fue el primer científico protestante en ocupar ese cargo, designado en 2011 por el papa Benedicto XVI.
Complicidad oficial
Cuestión íntimamente relacionada con el delito de trata de personas, fue también abordada por el Seminario, y la mayoría de los testimonios de las víctimas fueron muy elocuentes cuando hablaron de la actitud de las fuerzas de seguridad. Según Conti, se diferenciaron dos grupos: en los países desarrollados se resaltó la actitud de la policía para el rescate de las personas víctimas de trata; pero en los países de Asia, África y Latinoamérica, se denunció la complicidad de las fuerzas policiales con las redes mafiosas.
Sin embargo, Peressutti dice sin rodeos que es el propio sistema capitalista el que “se beneficia de la esclavitud”, por eso no hace lo suficiente para combatirla, “¿cómo va a ir contra el negocio que le da de comer?”, se pregunta. “Los operativos muy aparatosos son para dejar tranquila a la gente y a las ONG. La verdad es que no hay investigación seria; ni aquí ni en muchos otros países”. “Aunque un funcionario o un policía no cobre de la mafia, si mira para otro lado también es corrupto”.
Delito que mueve millones
Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), la trata de personas afecta prácticamente a todos los países, ya sea como punto de origen, tránsito o destino, y en base a sus informes se puede afirmar que en 137 Estados se ha explotado a víctimas de por lo menos 127 países
Para la Unodc, el tráfico humano es uno de los negocios ilícitos más lucrativos en Europa, donde las mafias obtienen beneficios calculados en 3 mil millones de dólares al año, siendo un negocio criminal que se abastece de la población mundial más marginalizada.
En Europa, unas 140.000 mujeres se encuentran atrapadas en una situación de violencia y degradación por motivos de explotación sexual, y una de cada siete trabajadoras sexuales ha sido esclavizada en la prostitución a consecuencia de la trata de personas.De manera global, una de cada cinco víctimas son niños, aunque en las regiones y subregiones más pobres de África y Asia, conforman la mayoría de las personas traficadas. Por su parte, las mujeres equivalen a dos tercios de las víctimas de la trata de personas en el mundo.
Abusos contra niños
El respaldo que viene brindando el Vaticano en materia de lucha contra el tráfico de personas, que afecta muy especialmente a los niños, niñas y adolescentes, debería ser acompañado por un mayor esfuerzo para denunciar y enjuiciar a los curas acusados por pedofilia, abusos sexuales y corrupción de menores.
Si bien en enero de este año, por primera vez el papa Francisco envió a un representante del Vaticano a una reunión convocada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre ese tema, los miles de casos denunciados en todo el mundo, y la falta de una respuesta contundente por parte de la Iglesia Católica, para sancionar a los responsables y no ocultar estos hechos, es una verdad que comprueban dolorosamente los propios feligreses. En la Argentina, los casos del cura Grassi (condenado por abuso infantil) o del capellán Von Wernich (por delitos de lesa humanidad), que no han sido expulsados de la Iglesia, son ejemplos que nos eximen de mayores comentarios.
Así como no puede haber contemplaciones para quienes explotan y trafican con niños, y los utilizan como mano de obra barata o esclava, o para prostituirlos, tampoco se puede ocultar o mirar para otro lado, cuando las denuncias de curas pedófilos son constantes en muchos países.
Monseñor Silvano Tomasi, representante de la Santa Sede ante Naciones Unidas en Ginebra, fue quien expuso ante el comité de la ONU sobre los Derechos del Niño, constituyendo la primera vez que el Vaticano se aviene a debatir públicamente sobre los abusos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes en todo el mundo.
Tomasi reconoció que el caso de los sacerdotes abusadores es “particularmente grave”, porque se trata de personas que gozan de una gran confianza y como religiosos están para proteger a los niños, y nunca para aprovecharse de esa situación para someterlos y abusarlos.
En esa reunión se evaluó el cumplimiento de los compromisos de la Santa Sede, en cuanto a ratificar la Convención de los Derechos del Niño, luego de los escándalos surgidos en relación a abusos cometidos por sacerdotes en todo el mundo.
Habrá que ver en el tiempo, si esos compromisos son acompañados de políticas concretas en la materia, para evaluar la sinceridad y efectividad de la renovación que proclama Francisco.
Gays y divorciados
El sínodo de obispos que se reunió en octubre en el Vaticano, para debatir un documento sobre la familia, no aprobó el borrador que había propuesto el Papa, donde flexibilizaba la tradicional posición negatoria de la Iglesia respecto a los homosexuales, así como la posibilidad de que los divorciados pudieran recibir los sacramentos.
Aunque el documento constituyó un “cambio de tono” en el tratamiento de la homosexualidad y los divorciados, no produjo la modificación que muchos católicos esperaban.
Fuente ArgenPress
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