Desde joven me ha movido el anhelo y la determinación por llegar a comprender qué somos y, posteriormente, la invitación y el gusto por compartirlo. Podría decir que todo lo que escribo y todo lo que hablo no busca otro objetivo, sino el de ayudar a comprender y a vivir lo que somos. Por escrito y de palabra me apasiona ofrecer claves teóricas y herramientas psicológicas y meditativas que faciliten tal comprensión.
¿Cómo favorecer la comprensión de lo que somos y, en último término, la comprensión de lo real?
Desde la antigüedad, los sabios han mostrado que la clave se hallaba contenida en la respuesta a la primera y decisiva cuestión: ¿quién soy yo? Y han propuesto una aproximación no-dual a lo real.
Ambas cuestiones constituyen dos pilares fundamentales de la llamada sabiduría o filosofía perenne: la centralidad de la pregunta “¿quién soy yo?” y la afirmación de la naturaleza no-dual de lo real.
Ambas claves sostienen también la estructura de este nuevo libro, cuya novedad radica en el recurso a la metáfora como vehículo pedagógico. A través de ella intento expresar, del modo más sencillo posible, la naturaleza no-dual de lo real y responder a la cuestión decisiva: ¿Quiénes somos?, ¿qué es lo realmente real?
Tal como indica su propia etimología, la metáfora (meta = más allá, pherein = llevar), gracias a su capacidad evocadora, posee la virtualidad de trasladarnos más allá de lo que aparece a primera vista, más allá de lo que puede ser captado por la mente. A partir de una imagen sencilla, nos abre la puerta para acceder a la dimensión más profunda de nuestro ser.
Al mismo tiempo, la metáfora facilita la comprensión de conceptos que, por su novedad, podrían resultar no fáciles de entender. Por ese motivo, me parece que el libro puede resultar asequible incluso para quienes nunca se hayan aproximado a estas cuestiones.
Presento setenta metáforas que abordan temas vitales: nuestros miedos y nuestras certezas, el camino de la liberación del sufrimiento, la comprensión de lo que somos, la raíz de nuestra ignorancia y la fuente de toda confianza, las creencias y la verdad, nuestras ideas acerca del “bien” y del “mal”, el funcionamiento de la mente, la confusión entre lo real y lo aparente, el falso dilema entre libre albedrío y determinismo, el elogio de la libertad, la comprensión y vivencia del amor, la fuente de la transformación…
Todas ellas, sin embargo, orbitan en torno al eje siempre central: ¿quién soy yo? Este es el verdadero trasfondo de todas las metáforas, porque es el único camino de la auténtica indagación. El camino de la verdad empieza por la indagación rigurosa y lúcida acerca de nuestra verdadera identidad. Porque de la respuesta a esta primera cuestión dependerán absolutamente todas las demás. Según el modo como me vea a mí mismo, así veré a los otros y al conjunto de lo real.
Las metáforas quieren ser un medio que despierte la búsqueda y aliente la sabiduría: operan, así, como puertas que abren a la comprensión, recordatorios de lo que hemos olvidado, en definitiva vehículos que nos trasportan más allá de lo que aparece a primera vista para mostrarnos lo que somos.
Así nos muestran, por ejemplo, que somos el cielo y que todo lo demás es el clima; que somos un remolino que ha olvidado que es agua, que somos a la vez la ola y el mar, el baile y el bailarín… Y que la realidad es, al mismo tiempo, vida y seres vivos, lo que es y lo que pasa, dulzor y miel, estación y trenes que circulan…
Al tratarse de metáforas, el libro ofrece diferentes niveles de lectura: puede leerse como una primera aproximación a la no-dualidad, o como medio para profundizar en lo comprendido. Incluso como material susceptible de ser utilizado para trabajar en grupo o con jóvenes que se inician en la comprensión.
Quiero señalar también que el libro ha sido enriquecido con unas cuidadas y preciosas ilustraciones, obra del diseñador gráfico Javier Abril del Diego, a quien también aquí quiero expresar mi más cálida gratitud. Si la metáfora nos “traslada más allá”, la imagen le ofrece un plus de evocación y gusto.
Deseo de corazón que la comprensión, de la mano de las metáforas, nos traslade a “casa” de la que, paradójicamente y a pesar de las apariencias, nunca nos habíamos alejado. Porque, tal como escribe Fidel Delgado en el Prólogo, “dichoso quien se sabe en camino y en casa a la vez”.
Metáforas de la no-dualidad. Señales para ver lo que somos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2018.
Enrique Martinez Lozano
Fuente Fe Adulta
Espiritualidad
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