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Jesús es más sencillo que una campaña electoral. Entrada en Jerusalén

Domingo, 14 de abril de 2019
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F0EB4B8C-CAEB-4BB9-B0F0-405FF670006BDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

1. Domingo de Ramos y campaña electoral.

Ayer comenzaba la campaña electoral. Los líderes políticos entran cada cual con su ideología e intereses en las ciudades.

Jesús entró en Jerusalén de modo mucho más humilde y por razones muy diversas a las de una campaña electoral. Jesús entra en Jerusalén porque ha llegado su hora de entregar su vida y redimir nuestra existencia.

El Domingo de Ramos es el ocaso de los mesías y mesianismos triunfalistas de los poderosos de este mundo, que tienen dinero y poder, pero nada más queso: dinero y poder. La bondad, la justicia liberadora, el perdón entran en la vida humildemente…

En el torbellino de “slogans” políticos, noticias y acontecimientos de la vida en los que estamos inmersos: corrupción, desahucios, crisis, situación socio-política, tensiones eclesiásticas, además de las cuestiones personales, la Semana Santa puede ser un tiempo de calma, de cierto silencio interior, de contemplación de Cristo crucificado y resucitado.

2. Tres actitudes de Jesús.

Hemos escuchado la pasión del Señor según San Lucas. Y en esta tradición hay dos gestos, tres actitudes de Jesús que nos hacen bien, que sanan nuestra alma:

1.1. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen

1.2. Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso, (Lc 23,43).

Lo último que hace Jesús entre nosotros es lo que ha hecho toda su vida: perdonar. Son gestos de una bondad infinita.

* ü Nos pille como nos pille la vida y la muerte tengamos confianza (te lo aseguro) en Jesucristo. Dios y Jesucristo no se cansan nunca de perdonar. La confianza en Dios Padre es el acto de fe más fundamental que podemos hacer y en el que podemos vivir.

* ü hoy: no mañana, hoy, -ahora- estamos ya salvados. Es el hoy de San Lucas: hoy nos ha nacido un salvador, hoy se cumple la salvación que acabáis de escuchar, hoy ha entrado la salvación a esta casa. Hoy estarás conmigo en el Paraíso. Hoy estamos ya salvados: esa incógnita queda despejada por el Señor en la cruz.

Gocemos, disfrutemos hoy ya de una historia que solamente termina bien. “Dios no se cansa de perdonar”.

* ü El Paraíso es el símbolo de que esta historia nuestra (cuya realidad fáctica no podemos, no sabemos describir) termina bien en Dios.

1.3. Padre en tus manos confío mi espíritu (mi vida).

Jesús se sintió abandonado por Dios, por eso rezó en la cruz el salmo 21: Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado.

Durante toda su vida Jesús ha confiado en el Padre, pero es en la cruz donde proclama su confianza, su fe, en Dios Padre: Mi vida la pongo en tus manos, a tus manos encomiendo mi espíritu

También nosotros hemos podido tener, quizás estamos viviendo y tenemos recorridos de sufrimientos, dudas, angustias, sufrimientos de todo tipo, enfermedades. No temamos. Nuestra vida está en manos de Dios Padre. En tus manos pongo mi vida.

Biblia, Espiritualidad , , , , ,

No respetan ni la Semana Santa: El Vicario Episcopal de Lima Luis Gaspar Uribe,arremete contra el matrimonio igualitario en el n ‘Sermón de las Siete Palabras’

Miércoles, 4 de abril de 2018
Comentarios desactivados en No respetan ni la Semana Santa: El Vicario Episcopal de Lima Luis Gaspar Uribe,arremete contra el matrimonio igualitario en el n ‘Sermón de las Siete Palabras’

dzogdfnwkaautjlDurante la misa, Luis Gaspar Uribe generó polémica al referirse a la “ideología de género” y arremeter contra el matrimonio igualitario

El vicario episcopal, Luis Gaspar Uribe, arremetió contra los políticos que promueven la ideología de género y el matrimonio igualitario durante el ‘Sermón de las Siete Palabras’ que se celebra en la Catedral de Lima por Semana Santa. Gaspar Uribe comenzó su discurso pidiéndole a Dios que perdone a esos políticos por las ideas que promueven. Las cámaras de televisión captaron este momento. 

Tres horas duró el tradicional Sermón de las Siete Palabras por Semana Santa que hoy se celebró en la Catedral de Lima.

Durante la homilía, siete miembros de la Arquidiócesis de Lima se dirigieron a los fieles católicos con mensajes relacionados a la pasión de Cristo.

El Arzobispo de Lima, cardenal Juan Luis Cipriani, pidió al país aprender a perdonar e hizo un llamado a la unidad al considerar que el Perú vive una época en que se encuentra dividido.

“En este país nos estamos acostumbrando a no perdonar. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Esa malicia, dureza, con que agarramos a pedradas al árbol caído no es una cosa buena”, expresó.

Por su parte, el padre Luis Gaspar Uribe, quien fue el primero en hablar, generó controversia al referirse a la llamada “ideología de género” y criticar el matrimonio igualitario.

“A aquellos políticos que promueven leyes y políticas públicas a favor de la ideología de género, a favor de promover y destruir la vida humana desde el mismo momento de la concepción hasta su muerte natural (aborto), el matrimonio homosexual, equiparando el matrimonio natural entre un hombre y una mujer, perdónalos porque no saben lo que hacen. Son voces tentadoras y malignas”, dijo.

Y así lo explica este personaje dándoselas de expertísimo… manteniendo la mentira de la inexistente “ideología de género”, término creado por determinados “pensadores” fundamentalistas para acabar con la igualdad:

Fuente La República y El Comercio

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , , , ,

Sábado Santo… en silencio ante el Señor.

Sábado, 31 de marzo de 2018
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© Carmelo Blazquez 2013

(Fotografía de Carmelo Blazquez)

Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte hasta que con su resurrección se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pascuales.

Hombre en Soledad

 Contigo vengo, Dios, porque estás solo
en soledad de soledades prieta.
Conmigo vengo a Ti, porque estoy solo,
sintiendo por el pecho un mar de pena.
Qué tristeza me das, Dios, Dios, sin nadie
que te descanse, Dios, de tu grandeza,
que te descanse de ser Dios, sin nada
que te pueda inquietar o te comprenda.
Qué tristeza me doy, perdido en todo,
y todo mudo, tan lejano y cerca,
cada vez más presente ante mis ojos
en un mutismo que no se revela,
con el corazón loco por saberte,
preguntando en la noche que se adensa.
Con voz de espadas clamo por mi sangre,
rebusco con mis manos en la tierra
y escarbo en mi cerebro con mis ansias.
Y silencio, silencio, mudez tensa.
Dios, pobre mío, todo lo conoces.
Para Ti todo ha sido: nada esperas.
Hasta lo que me duele y no me encuentro
Tú lo conoces ya, porque en mí piensas.
Yo no conozco nada, Dios, y tengo
socavones de amor llenos de inquietas,
oscuras criaturas que me gritan
palabras, no sé dónde, que me queman,
preguntas que me tuercen y retuercen,
sábana viva chorreando estrellas.
Qué compasión me tengo, Dios, pequeño
llamando siempre a la inmutable puerta
con las palmas sangrando, a la intemperie
de mis luces y dudas y tormentas.
Qué compasión te tengo, Dios, tan solo,
siempre despierto, siempre Dios, alerta,
sin un pecho bastante, Dios, Dios mío,
que ofrezca su descanso a tu cabeza.
Cómo me dueles, Dios. Cómo me dueles,
herido por la angustia que te llena,
sin poder descansarte, sin caberte
en mis entrañas ni aun en mis ideas.
No puedo más Contigo, que me rompes
creciendo por mi dentro y por mi fuera,
cercándome, estrechándome, ahogándome,
dejando, sin saberlo, en mí tu huella.
Y soy hombre, Señor. Soy todo caspa
de angustiosa esperanza contrapuesta,
arcilla informe de reseco olvido,
quizá, capricho de tu indiferencia.
Señor, qué solo estás. Cómo estoy solo,
yo con mi carga insoportable a cuestas.
Tú, con todo y sin nada —(¡todo, nada! —
más que Tú, Dios perdido en tu grandeza,
muerto de sed de amor de algo supremo,
Dios, algo que te alegre y que te encienda.
Sin nada superior a Ti creado,
mi voz alzada al límite no llega
a rumor que resbale por tus sienes,
a brisa en tus oídos, que se secan
de no oír desde nunca una palabra
que antes de estar en hombre no supieras,
pobre Creador, Dios mío sin sosiego,
preso en tu creación, en diferencia.
A Ti vengo, Señor, porque estoy solo,
a veces aun sin mí. Pero no temas,
Señor que has puesto en mí necesidades
sin darme el modo de satisfacerlas.
Perplejo, recomido de inquietudes,
de Ti tengo dolor; de mí, conciencia
de ser como no quiero: ser inútil,
vana palabra, humana ventolera
con sabor de cenizas y de ortigas
clavándome alfileres en la lengua,
y un huracán de vida por la carne
que no ha encontrado carne que florezca.
Versos, versos, mas versos, siempre versos,
¿y para qué, Dios mío? Dentro queda
una fuente de llanto sofocado
minándome la hirviente calavera,
sin encontrar salida a la congoja
cada vez más patente. Y todo niebla.
Contigo vengo, Dios, porque estoy solo;
me huyes cada vez, más te me alejas.
¿No tienes qué decirme, Dios, qué darme?
¿No ves, Señor, no ves, Dios, cómo tiembla
este vaho que se alza de mi vida,
hierbecilla perdida que se hiela?
Encallece mi alma, Dios. Haz dura
la mano y la mirada: hazme de piedra.
Quítame el sentimiento que me escuece.
Borra, Señor, con sol, mi inteligencia.
Déjame en paz, en flor, en roca, en árbol,
en muda, resignada, dulce bestia
caminante con ritmo y sin sentido
por un mundo de instintos e inocencia,
o dame con la luz aquel sosiego
original del prado que apacientas

*

Ramón de Garciasol, Hombre en soledad,

***

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El Cristo de Velázquez
(Fragmentos)

IV
¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?
¿Por qué ese velo de cerrada noche
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno cae sobre tu frente?
Miras dentro de Ti, donde está el reino
de Dios, dentro de Ti, donde alborea
el sol eterno de las almas vivas.
Blanco tu cuerpo está como el espejo
del padre de la luz, del sol vivífico;
blanco tu cuerpo al modo de la luna
que muerta ronda en torno de su madre
nuestra cansada vagabunda tierra;
blanco tu cuerpo está como la hostia
del cielo de la noche soberana,
de ese cielo tan negro como el velo
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno.
Que eres Cristo, el único
Hombre que sucumbió de pleno grado,
triunfador de la muerte, que a la vida
por Ti quedó encumbrada. Desde entonces
por Ti nos vivifica esta tu muerte,
por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre,
por Ti la muerte es el amparo dulce
que azucara amargores de la vida;
por Ti, el Hombre mu
erto que no muere,
blanco cual luna de la noche. Es sueño,
Cristo, la vida, y es la muerte vela.
Mientras la tierra sueña solitaria,
vela la blanca luna; vela el Hombre
desde su cruz, mientras los hombres sueñan;
vela el Hombre sin sangre, el Hombre blanco
como la luna de la noche negra;
vela el Hombre que dio toda su sangre
porque las gentes sepan que son hombres.
Tú salvaste a la muerte. Abres tus brazos
a la noche, que es negra y muy hermosa,

porque el sol de la vida la ha mirado

con sus ojos de fuego: que a la noche
morena la hizo el sol y tan hermosa.
Y es hermosa la luna solitaria,
la blanca luna en la estrellada noche
negra cual la abundosa cabellera
negra del nazareno. Blanca luna
como el cuerpo del Hombre en cruz, espejo
del sol de la vida, del que nunca muere.
Los rayos, Maestro, de tu suave lumbre
nos guían en la noche de este mundo,
ungiéndonos con la esperanza recia
de un día eterno. Noche cariñosa
¡oh noche, madre de los blandos sueños,
madre de la esperanza, dulce Noche,
noche oscura del alma, eres nodriza
de la esperanza en Cristo Salvador!
*
Soledad
Abandonado de tu Dios y Padre,
que con sus manos recogió tu espíritu,
Te alzas en ese trono congojoso
de soledad, sobre la escueta cumbre
del teso de la calavera, encima
del bosque de almas muertas que esperaban
tu muerte, que es su vida. ¡Duro trono
de soledad! Tú, sólo, abandonado
de Dios y de los hombres y los ángeles,
eslabón entre cielo y tierra, mueres,
¡oh León de Judá, Rey del desierto
y de la soledad! Las soledades
hinches del alma, y haces de los hombres
solitarios un hombre; Tú nos juntas,
y a tu soplo las almas van rodando
en una misma ola. Pues moriste,
Cristo Jesús, para juntar en uno
a los hijos de Dios que andan dispersos,
solo un rebaño bajo de un pastor
*
La vida es sueño
¿Estás muerto, Maestro, o bien tranquilo
durmiendo estás el sueño de los justos?
Tu muerte de tres días fue un desmayo,
sueño más largo que los otros tuyos;
pues tú dormías, Cristo, sueños de Hombre,
mientras velaba el corazón. Posábase,
ángel, sobre tu sien esa primicia
del descanso mortal, ese pregusto
del sosiego final de aqueste tráfago;
cual pabellón las blandas alas negras
del ángel del silencio y del olvido
sobre tus párpados; lecho de sábana
pardo la tierra nuestra madre; al borde,
con los brazos cruzados, meditando
sobre sí mismo el Verbo. Y di, ¿soñabas?
¿Soñaste, Hermano, el reino de tu Padre?
¿Tu vida acaso fue, como la nuestra,
sueño? ¿De tu alma fue en el alma quieta
fiel trasunto del sueño de la vida
de nuestro Padre? Di, ¿de qué vivimos
sino del sueño de tu vida, Hermano?
¡No es la sustancia de lo que esperamos,
nuestra fe, nada más que de tus obras
el sueño, Cristo! ¡Nos pusiste el cielo,
ramillete de estrellas de venturas;
hicístenos la noche para el alma
cual manto regio de ilusión eterna!
Por ti los brazos del Señor nos brizan
al vaivén de los cielos y al arrullo
del silencio que tupe por las noches
la bóveda de luces tachonada
¡Y tu sueño es la paz que da la guerra,
y es tu vida la guerra que da paz!
*
Miguel de Unamuno
 ***

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El Cristo yacente de Santa Clara (Iglesia de la Cruz) de Palencia

Éste es aquel convento de franciscas,
de la antigua leyenda;
aquí es donde la Virgen toda cielo
hizo por largos años de tornera,
cuando la pobre Margarita, loca,
de eterno amor sedienta,
lo iba a buscar donde el amor no vive,
en el seco destierro de esta tierra.
Éste es aquel convento de las Claras,
las hijas de la dulce compañera
del Serafín de Asís que desde Italia
sembró estas flores en la España nuestra,
blancos lirios del páramo sediento
que en aroma conviértennos la queja.

Las pobres en el claustro que un tenorio
deslumbró con la luz de la tragedia,
llevándose a la pobre Margarita,
con su sed de ser madre, la tornera,
mientras la dulce lámpara brillaba
que ante la Madre Virgen encendiera,
cunan, vírgenes madres, como a un niño,
al Cristo formidable de esta tierra.

Este Cristo, inmortal como la muerte,
no resucita; ¿para qué?, no espera
sino la muerte misma.
De su boca entreabierta,
negra como el misterio indescifrable,
fluye hacia la nada,
a la que nunca llega,
disolvimiento.
Porque este Cristo de mi tierra es tierra.

Dormir, dormir, dormir…, es el descanso
de la fatiga eterna,
y del trabajo del vivir que mata
es la trágica siesta.
No la quietud de paz en el ensueño,
sino profunda inercia,
y cual doliente humanidad, en la sima
de sus entrañas negras,
en silencio montones de gusanos
le verbenean.

Cristo que, siendo polvo, al polvo ha vuelto;
Cristo que, pues que duerme, nada espera.
Del polvo prehumano con que luego
nuestro Padre del cielo a Adán hiciera
se nos formó este Cristo tras-humano,
sin más cruz que la tierra;
de polvo eterno de antes de la vida
se hizo este Cristo,
tierra de después de la muerte;
porque este Cristo de mi tierra es tierra.

“No hay nada más eterno que la muerte;
todo se acaba —dice a nuestras penas—;
no es ni sueño la vida;
todo no es más que tierra;
todo no es sino nada, nada, nada…
y hedionda nada que al soñarla apesta.
Es lo que dice el Cristo pesadilla;
porque este Cristo de mi tierra es tierra.

Cierra los dulces ojos con que el otro
desnudó el corazón a Magdalena,
y hacia dentro de sí mirando, ciego,
ve las negruras de su gusanera.

Este Cristo cadáver, que como tal no piensa,
libre está del dolor del pensamiento,
de la congoja atroz que allá en la huerta
del olivar al otro
—con el alma colmada de tristeza—
le hizo pedir al Padre que le ahorrara
el cáliz de la pena.
Cuajarones de sangre
sus cabellos prenden,
cuajada sangre negra,
que en el Calvario le regó la carne
pero esa sangre no es ya sino tierra;
grumos de sangre del dolor del cuerpo,
grumos de sangre seca.
Más del sudor de angustia
de la recia batalla del espíritu,
de aquel sudor con que la seca tierra
regó, de aquellos densos goterones,
rastro alguno le queda.
Evaporóse aquel sudor llevando
el dolor de pensar a las esferas
en que sufriendo el pobre pensamiento,
buscando a Dios sin encontrarlo, vuela.
¿Y cómo ha de dolerle el pensamiento
si es sólo carne muerta,
mojama recostrada con la sangre,
cuajada sangre negra?
Ese dolor espíritu no habita
en carne, sangre y tierra.

No es este Cristo el Verbo que encarnara
en carne vividera;
este Cristo es la Gana, la real Gana,
que se ha enterrado en tierra;
la pura voluntad que se destruye
muriendo en la materia;
una escurraja de hombre trogloditico
con la desnuda voluntad que, ciega,
escapando a la vida,
se eterniza hecha tierra.

Este Cristo español que no ha vivido,
negro como el mantillo de la tierra,
yace cual la llanura,
horizontal, tendido,
sin alma y sin espera.
Con los ojos cerrados cara al cielo
avaro en lluvia y que los panes quema.
Y aún con sus negros pies de garra de águila
querer parece aprisionar la tierra.

O es que Dios penitente acaso quiso
para purgar de culpa su conciencia
por haber hecho al hombre,
y con el hombre la maldad y la pena,
vestido de este andrajo miserable
gustar muerte terrena.

La piedad popular ve que las uñas
y el cabello le medran,
de la vida lo córneo, lo duro, supersticiones secas,
lo que araña
y aquello de que se ase la segada cabeza.

La piedad maternal de aquellas pobres
hijas de Santa Clara
le cubriera con faldillas
de blanca seda y oro
las hediondas vergüenzas,
aunque el zurrón de huesos y de podre
no es ni varón ni hembra;
que este Cristo español, sin sexo alguno,
más allá yace de esa diferencia
que es el trágico nudo de la historia,
pues este Cristo de mi tierra es tierra.

¡Oh Cristo pre-cristiano y post-cristiano.
Cristo todo materia,
Cristo árida carroña recostrada
con cuajarones de la sangre seca;
el cristo de mi pueblo es este Cristo:
carne y sangre hechos tierra, tierra, tierra!

Y las pobres franciscas del convento
en que la Virgen Madre fue tornera
—la Virgen toda cielo y toda vida,
sin pasar por la muerte al cielo vuelta—
cunan la muerte del terrible Cristo
que no despertará sobre la tierra,
porque él, el Cristo de mi tierra,
es sólo tierra, tierra, tierra, tierra…
carne que no palpita,
tierra, tierra, tierra, tierra…
cuajarones de sangre que no fluye,
tierra, tierra, tierra, tierra…

¡Y tú, Cristo del cielo,
redímenos del Cristo de la tierra!

*

Miguel de Unamuno

Poema en audio: El Cristo yacente de Santa Clara (Iglesia de la Cruz) de Palencia de Miguel de Unamuno por Fernando Fernán Gómez

***

Cristo muerto de Holbein

*

Cristo muerto de Holbein

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Amor-Cruz-Vida

Sábado, 31 de marzo de 2018
Comentarios desactivados en Amor-Cruz-Vida

Del blog Amigos de Thomas Merton:

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Para pensar en estos días.

A propósito de la celebración de la pasión y muerte de Jesús, creo que debemos cuidarnos de un exagerado “dolorismo”, de acentuar tanto el dolor, que olvidemos su lugar en el proyecto de Jesús.

Se ha dicho que seguir de cerca a Jesús no es fácil porque la vía que elige es la vía de la cruz.

Yo diría que es la vía del amor, por eso abraza la cruz.

En el Triduo, digamos que el viernes no se entiende sin el jueves, así como el domingo no se entiende sin el viernes.

AMOR-CRUZ-VIDA, sólo así la cruz es cristiana, entre el amor y la vida. O como lo dijo una amiga: no hay amor sin cruz, no hay cruz sin amor porque no vale la pena; amor y cruz son vida, vida es amor y cruz.

*

Manuel Enrique Valls
(2014)

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Cristo Yacente

Viernes, 30 de marzo de 2018
Comentarios desactivados en Cristo Yacente

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Oh Cristo yacente

Subes por mi calle

tu bello dolor

de golpeada carne de madera

Y cómo la oreas

de claveles

de alas de requiebros

de goterones de lágrimas

en ese íntimo escalofrío

de la emoción

profunda

de un barrio

Al pararse el paso

el arrebato

de una mano

vuela

a taponarte

un instante sólo

la herida abierta

del costado

como si aún te manase

sangre limpia

Oh Cristo yacente

Qué importa

que no crea

que anduvieras en la mar

que del lodo

de tu saliva

dieras la luz

a unos ojos ciegos

que sacaras

de un cesto

el ágape

de una multitud

Qué importa

Subes por mi calle

la lírica parábola

de la pureza

de una vida en un cuerpo

que me estremece

como si te viera

en el regazo de mirra

de tu madre

muerto

y ensangrentado

*

©Rubén Lapuente

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Viernes Santo: Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan

Viernes, 30 de marzo de 2018
Comentarios desactivados en Viernes Santo: Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan

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(Imagen Robert Recker gay Passion of Christ)

Isaías 52,13-53,12

Él fue traspasado por nuestras rebeliones

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quien creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomo el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

*

Salmo responsorial: 30

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cachorro inútil. R.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: “Tú eres mi Dios.”
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor. R.

*

Hebreos 4,14-16;5,7-9

Aprendió a obedecer / y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación

Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado con todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

*

Juan 18,1-19,42

Pasión de N.S.Jesucristo según san Juan

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús sabiendo todo lo que venia sobre él, se adelanto y les dijo:

+. “¿A quién buscáis?”

C. Le contestaron:

S. “A Jesús, el Nazareno.”

C. Les dijo Jesús:

+. “Yo soy.”

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: “Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+. “¿A quién buscáis?”

C. Ellos dijeron:

S. “A Jesús, el Nazareno.”

C. Jesús contestó:

+. “Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.”

C. Y así se cumplió lo que había dicho: “No he perdido a ninguno de los que me diste.” Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+. “Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?”

* Llevaron a Jesús primero a Anás

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: “Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.” Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

S. “¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?”

C. Él dijo:

S. “No lo soy.”

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentÁndose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contesto:

+. “Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.”

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. “¿Así contestas al sumo sacerdote?”

C. Jesús respondió:

+. “Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?”

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S. “¿No eres tú también de sus discípulos?”

C. Él lo negó, diciendo:

S. “No lo soy.”

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. “¿No te he visto yo con él en el huerto?”

C. Pedro volvió a negar, y enseguida canto un gallo.

Mi reino no es de este mundo

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en le pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. “¿Qué acusación presentáis contra este hombre?”

C. Le contestaron:

S. “Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.”

C. Pilato les dijo:

S. “Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.”

C. Los judíos le dijeron:

S. “No estamos autorizados para dar muerte a nadie.”

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. “¿Eres tú el rey de los judíos?”

C. Jesús le contestó:

+. “¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?”

C. Pilato replicó:

S. “¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mi; ¿que has hecho?”

C. Jesús le contestó:

+. “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.”

C. Pilato le dijo:

S. “Conque, ¿tú eres rey?”

C. Jesús le contestó:

+. “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”

C. Pilato le dijo:

S. “Y, ¿qué es la verdad?”

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:

S. “Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?”

C. Volvieron a gritar:

S. “A ése no, a Barrabás.”

C. El tal Barrabás era un bandido.

* ¡Salve, rey de los judíos!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los saldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. “¡Salve, rey de los judíos!”

C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. “Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.”

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. “Aquí lo tenéis.”

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. “¡Crucifícalo, crucifícalo!”

C. Pilato les dijo:

S. “Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.”

C. Los judíos le contestaron:

S. “Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.”

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. “¿De donde eres tú?”

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

S. “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?”

C. Jesús le contestó:

+. “No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.”

¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. “Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.”

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman “el Enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. “Aquí tenéis a vuestro rey.”

C. Ellos gritaron:

S. “¡Fuera, fuera; crucifícalo!”

C. Pilato les dijo:

S. “¿A vuestro rey voy a crucificar?”

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. “No tenemos más rey que al César.”

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Lo crucificaron, y con él a otros dos

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado “de la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: “Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.” Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. “No escribas: “El rey de los judíos”, sino: “Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos.””

C. Pilato les contestó:

S. “Lo escrito, escrito está.”

Se repartieron mis ropas

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Y se dijeron:

S. “No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.”

C. Así se cumplió la Escritura: “Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”. Esto hicieron los soldados.

Ahí tienes a tu hijo. – Ahí tienes a tu madre

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

+. “Mujer, ahí tienes a tu hijo.”

C. Luego, dijo al discípulo:

+. “Ahí tienes a tu madre.”

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Está cumplido

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

+. “Tengo sed.”

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

+. “Está cumplido.”

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

*Todos se arrodillan, y se hace una pausa

Y al punto salió sangre y agua

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán un hueso”; y en otro lugar la Escritura dice: “Mirarán al que atravesaron.”

Vendaron todo el cuerpo de Jesús, con los aromas

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

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***

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy

(24 de marzo de 1978)

Queridos hermanos:

Después de escuchar la palabra de Dios en esta tarde del Viernes Santo, narrándonos la tragedia del Calvario, mejor sería guardar silencio y con el corazón agradecido adorar al Divino Redentor. Pero es necesario, es obligación del celebrante, aplicar esta palabra eterna a los que estamos viviendo esta ceremonia. Y es que la liturgia no es simplemente un recuerdo, la liturgia es actualización; aquí en la Catedral esta tarde de marzo de 1978, Cristo nos está ofreciendo la fuente inagotable de su redención a los que hemos venido con fe, con esperanza, a contemplar este misterio de la redención.

Es como si en este momento lo que se acaba de leer estuviera pasando aquí ante nuestros ojos y fuéramos nosotros los que nos estamos salpicando con esa sangre que se derrama en el Calvario. Las tres preciosas lecturas nos dan la medida sin medida de este gesto de amor que se llama la redención.

La primera lectura nos presenta el abatimiento de Cristo hasta la profundidad de una humillación que no tiene nombre. La segunda lectura, carta a los Hebreos exalta ese personaje humillado en la cruz hasta las alturas del cielo hecho pontífice supremo de nuestra salvación. Y el precioso relato de la pasión que los jóvenes seminaristas acaban de hacer, nos dice cómo sucedió todo esto: la humillación y la exhaltación. Leer más…

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30.03.18. Viernes Santo, las mujeres de la Cruz de Jesús (con Etty Hillesum)

Viernes, 30 de marzo de 2018
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

El Nuevo Testamento ha destacado el sufrimiento y pasión de Jesús (cf. Heb 5, 7; Mc 14, 34; 15, 34-37; Lc 12, 50) y recoge, de un modo especial, su grito de muerte en la cruz:

Y dando un gran grito expiro” (Mc 15, 37).

Un grito, eso es lo que al final le queda… Un grito, con todos los que sufren, pidiendo ayuda a Dios y, sobre todo, ayudando a Dios desde la Cruz, en el sentido radical de la palabra, como dirá E. Hillesum

La tradición cristiana ha interpretado ese grito de Jesús con las palabras del salmo 22, 1 (Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?: Eloi, Eloi. Lema Sabaktani: Mc 15, 34) y de ese grito quiero hablar este día, grito de muerte de miles y millones de personas que siguen sufriendo con Jesús, personas a las que hoy recordados estremecidos, sin aliento.

Éste es el grito que han escuchado los primeras mujeres fieles de la Iglesia, que quizá no podían tejer hondas teorías mesiánicas, como los Doce Apóstoles, que habían encontrado razones para abandonar a Jesús en la Cruz.

No amaban a Jesús de teoría, sino en espíritu y verdad, en alma y cuerpo, y por eso ellas se quedaron hasta el final, ante la cruz, las únicas “discípulas”, que amaron y siguieron en fidelidad hasta el Calvario.

1850893-2529745Ellas, las “marías” del Viernes Santo, son las fundadoras de la Iglesia de Jesús. Entre ellas quiero citar hoy a E. Hillesum, una judía de Auschwicht .

Cito y presento a E. Hillesum, como Mujer del Viernes Santo judío y cristiano. Ella ha sido quizá la persona que mejor ha entendido a Jesús, en el gran Viernes/Sábado Santo de la shoa, nazi, el Gran Exterminio.

Con un gesto de silencio emocionado quiero aprender con ella el misterio del grito de dolor de Jesús y de aquellos que mueren “ayudando” a Dios, en el grande, oscuro, terrible y esperanzado Viernes Santo de la historia. Con ellas vuelvo al origen de la Iglesia, a los pies de la Cruz de Jesús, es decir, de su amor hasta (y por encima) de la muerte.

(Imágenes: E. Munch, El Grito; y E. Hillesum).

Un grito en la cruz.

Muchos exegetas han interpretado ese grito como invento de la iglesia (los crucificados mueren por asfixia y son incapaces de gritar). Otros lo han entendido como un signo apocalíptico del fin del mundo (como aparece en el Apocalipsis, libro de las últimas voces: Ap 4, 1; 5, 2; 8, 13 etc; cf. también Mc 1, 11).

Pues bien, pensamos que ese grito constituye un recuerdo histórico. Precisamente porque los crucificados no suelen gritar, la tradición cristiana ha conservado el recuerdo de ese grito, a pesar de los problemas que podía plantear a los creyentes. Desde ese fondo se entienden los otros signos que los evangelios han vinculado a la muerte de Jesús.

La tradición recuerda que Jesús no ha muerto como un desesperado, pues en ese caso no podría haberse mantenido su recuerdo salvador. Pero sabe también que, en otro aspecto, su muerte en cruz ha sido un fracaso, aunque ella sepa que, mirando las cosas desde una perspectiva más alta, ese fracaso ha sido culminación de su vida, un momento del Reino que llega. Un Jesús externamente victorioso debería haberse colocado en la línea de los vencedores del sistema, es decir, de los reyes y los sumos sacerdotes, de los ricos y fuertes, los prepotentes. Un Jesús triunfador no podría seguir siendo Mesías de los pobres, expulsados y asesinados, por quienes y con quienes ha proclamado e iniciado un camino de Reino.

Sólo quien sabe perder puede amar de verdad a los demás y acompañarles. Los que quieren ganar siempre y tener siempre razón, acaban siendo dictadores, al servicio del sistema. Desde ese fondo queremos evocar la voz final de Jesús (“dando un fuerte grito, expiró”: Mc 15, 37), que requiere una aclaración, como sabe Marcos que ofrece dos interpretaciones diferentes.

1. Algunos pensaron que Jesús llamaba a Elías, para que viniera y le ayudara (15, 35). Esta opinión se sitúa en la línea del mensaje del propio Jesús, que se había presentado en forma de profeta-como-Elías y responde a la esperanza de aquellos que pensaban que el mismo Elías le sostenía y protegía (cf. Mc 6, 15 y 8, 28).

Entendido así, este grito podría ser signo de fracaso: Desde su patíbulo de muerte, Jesús llamó al profeta de los milagros y de la justicia salvadora, pero Elías, el mensajero de Dios (cf. Mal 4, 5), no vino a liberarle. Pues bien, este grito puede interpretarse también en un sentido positivo: Jesús llama a Elías y Elías vendrá, de una forma u otra, avalando la misión profética de Jesús, en la línea que había iniciado Juan Bautista.

2. La iglesia ha escuchado en ese grito unas palabras dolientes del salterio («¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?»: Mc 15, 34; cf. Sal 22, 2), reinterpretadas como llamada al Dios Padre, pues el testigo y protector de Jesús en su agonía no ha sido Elías, sino el mismo Dios, que le había ungido, diciéndole: ¡Tú eres mi Hijo querido, en ti me he complacido! (Mc 1, 11).

Ese Dios del Reino parece abandonarle ahora. Por eso, Jesús le invoca, dolido, con la voz del Sal 22, 2: «¡Dios mío, Dios mío!…». No le abandona Elías, sino el mismo Dios Padre. Por eso, Jesús le llama, elevando su última palabra, haciendo suyo el grito de los condenados que acuden a Dios desde el mismo borde de su muerte.

–- Mc 15, 34- 37 supone que Jesús murió dando un grito (una voz: fônê), que puede ser un signo apocalíptico, una voz de del fin de los tiempos… o el recuerdo de un grito histórico, de una llamada última de Jesús, desde el Calvario. Ciertamente, en ese contexto se suele recordar que los crucificados no gritan (mueren de asfixia). Pero no es imposible que ellos se esfuercen por decir su última palabra y Jesús debió decirla. Desde ese fondo se entienden las observaciones siguientes.

(1) La tradición ha mantenido el recuerdo del grito, que fonéticamente habría contenido un sonido parecido a “eli”, que podía interpretarse en relación con Dios o con Elías. No se puede demostrar que llamaba a Elías, pero esa llamada tiene un sentido dentro de la tradición. Tampoco es fácil demostrar que llamaba a Dios, pero ella se sitúa también dentro de toda la historia de Jesús y de la tradición israelita.

(2) Desde la perspectiva cristiana, lo más normal es pensar que Jesús llamaba a Di
os, pero algunos pensaron que llamaba a Elías. Ellos habrían confundido la palabra “Eli” (Dios mío) con un tipo de Eli-yah (mi Dios es Yahvé) o con un Eliya-ta (Elías ven). Desde el punto de vista puramente filológico es difícil resolver la cuestión y, además, la venida de Elías y la de Dios se encuentran vinculadas.

(3) El tema nos sitúa quizá ante una controversia entre seguidores y no seguidores de Jesús. Los cristianos tenderían a pensar que Jesús llamó a Dios, mientras que los no cristianos pensarían que llamó a Elías (que no vino a ayudarle).

El evangelio de Marcos recoge la interpretación de los que pensaron que murió llamando a Elías, pero sin rechazarla expresamente. Algunos exegetas piensan que Marcos quería oponerse a la opinión de los que afirmaban que Jesús murió llamando a Elías, aunque esa figura le había acompañado desde el comienzo de su ministerio (desde su contacto con Juan Bautista; cf. también Mc 9, 4).

En esa línea, la referencia a Elías está llena de sentido: humanamente hablando, resulta lógico que Jesús llamara al profeta de los milagros, al testigo de Dios, en cuyo nombre había salido a proclamar la llegada del Reino. Pero, el evangelio ha interpretado el grito de Jesús como invocación a Dios, con las palabras del salmo 22, 1: “Díos mío, Dios mío….”. Así lo suponen aquellos que, según Marcos, están ante la cruz.

Los sacerdotes han acusado a Jesús diciendo que Dios le ha rechazado (cf. Mc 15, 29-32; más expresamente en Mt 27, 39-43). Jesús responde llamándole: “Dios mío, Díos mío: ¿por qué me has abandonado?”.

Así lo han entendido los cristianos, interpretando esas palabras desde una perspectiva teológica, iluminando así la muerte de Jesús desde el Salmo 22, donde el orante israelita llama a Dios desde su abandono.

Estos datos nos sitúan ante la necesidad de interpretar la muerte de Jesús. El evangelio no ha querido responder de una manera teórica, no ha escrito un libro de “tesis” sobre Jesús, ni ha propuesto un conjunto de dogmas, sino que ha contado una historia, para que los lectores se decidan.

(1) Unos pueden pensar que Jesús ha fracasado. Empezó poniéndose en camino como Elías, para ser verdadero Rey-Mesías, en la línea de David. Pero no ha logrado su intento: Le han condenado como a rey falso. Ha llamado a Elías desde la cruz, pero Elías, profeta del fuego y la venganza, no ha venido .

(2) Otros han descubierto precisamente en la cruz la presencia más alta de Dios. En un nivel externo, Dios no responde, de manera que la pregunta de Jesús la siguen gritando millones de torturados y angustiados, sin escuchar una respuesta. Con ellos muere Jesús. Eleva su grito y Dios calla. Llama y nadie la responde. Pero los cristianos confiesan que Dios le ha respondido en un nivel de Pascua. Dios ama a Jesús, le sostiene en la Cruz y le asiste, haciéndole capaz de entregar hasta el final la propia vida, sin deseo de venganza. Por eso, hay que seguir leyendo el siguiente capitulo del evangelio: Mc 16, 1-8 .

2. Unas mujeres ante la cruz.

En el contexto de la muerte de Jesús, como culmen de la pasión y comienzo de la confesión pascual, ha introducido Marcos el dato de las mujeres. Ellas forman el eslabón más firme entre Jesús y nuestra Iglesia, como saben todos los evangelio, desde Marcos a Juan.

1. Marcos. Presencia ante la Cruz: «Había unas mujeres mirando de lejos, entres las cuales estaban María Magdalena y María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé. Las cuales le habían seguido cuando estaba en Galilea y le habían servido, con otras muchas, que habían subido también con él a Jerusalén» (Mc 15, 40-41). Éstas son las verdaderas discípulas de Jesús, las que van a servir como enlace entre su vida y el surgimiento de la iglesia pascual.

El evangelio de Juan introduce el mismo dato tradicional: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofas y María Magdalena” (Jn 19, 25). Creo que el dato es histórico. Mientras los hombres le abandonan, hay unas mujeres que siguen a Jesús hasta la cruz. Ellas son el signo y principio de la Iglesia cristiana.

2. Fue sepultado, mujeres ante la tumba: «Y María Magdalena y María la de José miraban donde le enterraban» (15, 47). Según Marcos, el entierro lo dirige un hombre rico, José de Arimatea. Pero las que de verdad conservan el testimonio de la sepultura, para transmitirlo a la comunidad (ofreciendo el mensaje de la tumba vacía) son estas mujeres. Todo parece indicar que esta “María la de José” es la misma “madre de Santiago el Mejor y de José” del pasaje anterior. Los hombres no han seguido a Jesús hasta el final, no pueden dar testimonio de su muerte y sepultura. La iglesia cristiana nacerá del testimonio de unas mujeres.

3. Ha resucitado, mujeres de la tumba vacía y del menaje pascual. Fueron muy de mañana «María Magdalena, y María la de Santiago y Salomé» (16, 1). Ellas compraron los perfumes y vinieron para ungir a Jesús, descubriendo la tumba vacía y recibiendo el mensaje del joven de la pascua: «Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde lo habían colocado. Pero id, decir a sus discípulos y a Pedro que él os precede a Galilea, que allí le veréis, como os dijo» (16, 6-7). También aquí suponemos que María la de Santiago es la misma María de José del texto anterior. Estas mujeres aparecen también en el relato de pascua (Mc 16, 1-8)..

Este final de Marcos, con la presencia de las mujeres ante la cruz (en el entierro y el primer testimonio de la pascua), constituye uno de los temas más ricos y enigmáticos de la literatura cristiana primitiva y reproduce, con todo cuidado, la secuencia de la confesión de fe de Pablo en 1 Cor 15, 3-7: «Cristo murió, fue sepultado, resucitó…». Estas mujeres de la cruz y de la pascua, las que han escuchado el grito de Jesús llamando a Dios y le han buscado en la tumba para verle lleno de vida tras la muerte, son las fundadoras de la iglesia.

ETTY HILLESUM, UNA JUDÍA EN EL VIERNES SANTO DE JESÚS

En ese contexto, desde el centro del siglo XX, quiero evocar la figura (la vida) de una mujer judía, que supo estar a los pies de Jesús, como ha puesto de relieve J. I. González Faus, en un libro dedicado a su figura y presencia de testigo de Jesús en el gran Holocausto de muerte de los nazis (E. Hillesum. Una vida que interpela, Sal Terrae, Santander 2008)

Su nombre era Esther/eTTY Hillesum y había nacido el 15 de enero de 1914 en Middelburg, en Holanda, de una familia judía. Allí, su padre, el doctor Louis Hillesum, enseñaba lenguas clásicas. Luego la familia se trasladó a Tiel, luego a Winschoten y finalmente, en 1924, se establecieron en Deventer, una pequeña ciudad de la Holanda oriental. Esther tenía dos hermanos varones, Mischa (nacido en 1920) y Jaap (nacido en 1916).

El padre de Etty era un gran estudioso. Su esposa, Rebecca Bernstein, había nacido en Rusia y desde aquí escapó a Holanda tras en llamado enésimo pogrom (exterminio, en ruso). Según su hija Esther, era una mujer pasional, muy desordenada y distinta del marido en casi todo.

Era una muchacha brillante, intensa, que tenía la pasión de la lectura y del estudio de la filosofía. Su hermano Mischa era un gran músico que a los 6 años tocaba a Beethoven en público. Para muchos era considerado uno de los pianistas más prometedores de Europa. El más joven de la casa, Jaap, era estudiante de medicina.

El drama del nazismo y de la guerra mundial

Etty obtuvo su primer diploma en Derecho en la Universidad de Ámsterdam; después se matriculó en la facultad de Letras para el estudio de las lenguas eslavas. Más tarde, cuando comenzó a estudiar la carrera de psicología, estalló la guerra.

El día 15 de julio de 1942, gracias al interés de algunos amigos, Etty encontró trabajo como mecanógrafa en una de las secciones del Consejo Hebraico. Como en otros territorios ocupados, esta organización había nacido bajo la presión de los alemanes y actuaba de puente entre los nazis y la población judía.

Desde agosto de 1942 hasta el fin de septiembre de 1943, Etty Hillesum se ofreció voluntaria para trabajar como asistenta y enfermera en el campo de concentración de Westerbork, como enviada del Consejo Hebraico. Gracias a un permiso especial de viaje, pudo volver una docena de veces a Amsterdam. Actuó como correo de la resistencia y llevaba consigo cartas y mensajes de los prisioneros, además de recoger medicinas para llevar al campo.

Etty se sentía muy afectada por la persecución sufrida por los demás judíos. Es la época en la que comienza un camino de interiorización personal que expresa con gran profundidad en sus diarios:

«Viernes (…) Y ahora parece que los judíos no podrán más entrar en los negocios de fruta y verdura, que deberán entregar sus bicicletas, que no podrán subir más a los tranvías ni salir de la casa después de las 8 de la noche. Sí, me siento deprimida por estas disposiciones; esta mañana, por un momento, he percibido estas normas como una amenaza plomiza, que buscaba sofocarme, pero no es por la disposición en sí. Me siento simplemente muy triste, y entonces esta tristeza busca confirmación. No son nunca las circunstancias exteriores, es siempre el sentimiento interior –depresión, inseguridad, etc.– que da a estas circunstancias una apariencia triste o amenazante. En mi caso, funciona siempre del interior al exterior, nunca viceversa. A menudo las disposiciones más amenazadoras –y son muchas actualmente- van a quebrarse contra mi seguridad y confianza interior, y una vez resuelta dentro de mí, perdono mucho de su carga temerosa.» (Diario, 12 de junio de 1942).

La salud de Etty se resintió mucho a sus 27 años por lo que tuvo que ser ingresada en el hospital de Amsterdam. Ante la barbarie que percibía a su alrededor en una Europa enloquecida, Etty se refugia en laexperiencia religiosa interior y especialmente en la oración íntima e intensa. Escribe:

«(…) Las amenazas y el terror crecen día a día. Me refugio en la oración como un muro oscuro que ofrece seguridad, me refugio en la oración como si fuera la celda de un convento; ni salgo, tan recogida, concentrada y fuerte estoy. Este retirarme en la celda cerrada de la oración, se vuelve para mí una realidad siempre más grande, y también un hecho siempre más objetivo. La concentración interna construye altos muros entre los cuales me reencuentro yo misma y mi totalidad, lejos de todas las distracciones. Y podré imaginarme un tiempo en el cual estaré arrodillada por días y días, hasta no sentir los muros alrededor, lo que me impedirá destruirme, perderme y arruinarme.» (Diario, 18 de mayo de 1942)

Etty Hillesum, en Auschwitz y ejecutada

Mientras, seguía aumentando el número de deportaciones de civiles judíos. En el año 1943, Etty llegó a la conclusión de que la prisión era inevitable y se negó a aceptar los escondites que se le ofrecieron para no ser capturada por la Gestapo. Después de meditarlo, Etty se entregó a las SS el día 6 de junio de 1943, junto a sus padres y a sus hermanos.

La última parte del diario fue escrita después del primer mes en prisión en el campo de Westerbork. Algunas de las últimas frases dicen:

«Quisiera vivir muchos años, para poder explicarlo posteriormente. Mas si no se me concede este deseo, otro lo hará, otro continuará viviendo mi vida, desde donde terminó» (…) «Si llegase a sobrevivir esta etapa, surgiré como un ser más sabio y profundo. Más si sucumbo, moriré como un ser más sabio y profundo».

Etty dejó sus diarios a unos amigos, con los que también mantuvo una larga correspondencia durante su encarcelamiento en Westerbork. En una de las cartas afirma:

— «Jopie, Klaas, mis queridos amigos: desde mi litera, que es la tercera hacia lo alto, quiero desencadenar sin demora una verdadera catarata de cartas. Dentro de pocos días tendremos un límite a toda nuestra correspondencia; yo me volveré oficialmente “residente en el campo” y podré mandar sólo una carta cada dos semanas y deberé entregarla abierta. Y hay todavía algunas cosas de las cuales quiero hablar con vosotros. ¿Es cierto que he escrito una carta tan desalentadora? Casi no llego a creerlo.

Es cierto que hay momentos en que uno cree verdaderamente no poder seguir más adelante. Pero después siempre se va adelante, también esto se aprende con el tiempo; pero el paisaje que tenemos alrededor aparece de improviso mutado, el cielo se vuelve bajo y negro, nuestro modo de sentir la vida sufre grandes mutaciones y nuestro corazón se vuelve completamente gris y milenario. Pero no es siempre así. Un ser humano es una cosa bien singular. La miseria que reina aquí es verdaderamente indescriptible. En las grandes barracas se vive como topos en una cloaca.» (Carta de 3 de julio de 1943)

Este intercambio epistolar terminó con una tarjeta postal con fecha 7 de septiembre de 1943, arrojada desde un camión de ganado. Describe la repentina inclusión de ella y su familia en un transporte hacia Auschwitz que salió con 987 reclusos, incluidos 170 niños. La postal se despide con estas palabras: «Me esperaréis, ¿verdad?». Leer más…

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Como era hombre lo mataron y esa muerte es irreversible.

Viernes, 30 de marzo de 2018
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Las tres partes en que se divide la liturgia de este viernes expresan perfectamente el sentido de la celebración. La liturgia de la palabra nos pone en contacto con los hechos que estamos conmemorando y su anuncio profético en el AT. La adoración de la cruz nos lleva al reconocimiento de un hecho insólito que tenemos que tratar de asimilar y desentrañar. La comunión nos recuerda que la principal ceremonia litúrgica de nuestra religión es la celebración de una muerte, en la que podemos descubrir la Vida.

Se ha insistido, y se sigue insistiendo tanto en lo externo, en lo “folklórico”, en lo sentimental, que es imposible olvidarnos de todo eso e ir al meollo de la cuestión. No debemos seguir insistiendo en el sufrimiento. No es el dolor lo que nos salva. Tampoco debemos apelar a la voluntad de Dios. Menos aún “sucedió para que se cumplieran las Escrituras”. Ese amor, manifestado en el servicio a los demás, es lo que demuestra su verdadera humanidad y, a la vez, su plena divinidad. Mientras el cristianismo siga siendo un ropaje exterior, nos podemos sentir abrigados y protegidos, pero no nos cambia interiormente; y por tanto no nos salva.

¿Qué añade la muerte de Jesús al evangelio? Aporta una dosis de autenticidad. Sin esa muerte y sin las circunstancias que la envolvieron, hubiera sido mucho más difícil para los discípulos dar el salto a la experiencia pascual. La muerte de Jesús es sobre todo un argumento definitivo a favor del AMOR. En la muerte, Jesús dejó absolutamente claro que el amor era más importante que la misma vida. Aquí podemos y debemos encontrar el verdadero sentido de esa muerte.

La muerte de Jesús, como resumen de su vida, nos lo dice todo sobre su persona. Nos dice todo sobre nosotros mismos, si queremos ser humanos como él. Además nos lo dice todo sobre el Dios de Jesús, y sobre el nuestro si es que es el mismo. Sobre Jesús, nos dice que fue plenamente un ser humano. Una trayectoria humana que comenzó naciendo, como la de todos los hombres, nos demuestra que las limitaciones humanas, incluida la muerte, no impiden al hombre alcanzar su plenitud.

La buena noticia de Jesús fue que Dios es amor. Pero ese amor se manifiesta de una manera insospechada y desconcertante. El Dios manifestado en Jesús es tan distinto de todo lo que nosotros podemos llegar a comprender, que, aún hoy, seguimos sin asimilarlo. Como no aceptamos un Dios que se da infinitamente y sin condiciones, no acabamos de entrar en la dinámica de relación con Él que nos enseñó Jesús. El tipo de relaciones de toma y da acá, que desplegamos entre nosotros los humanos, no puede servir para aplicarlas al Dios de Jesús. Por eso el Dios de Jesús nos desconcierta y nos deja sin saber a qué atenernos.

Un Dios que siempre está callado y escondido, incluso para una persona tan fiel como Jesús, ¿qué puede aportar a mi vida? Es realmente difícil confiar en alguien que no va a manifestarse nunca. Es muy complicado tener que descubrirle en lo hondo de mi ser, pero sin añadir nada a mi ser, sino constituyéndose en el fundamento de mi ser, siendo parte de mi ser en lo que tiene de fundamental.

Nos descoloca un Dios que es impasible al dolor humano, sin darnos cuenta de que al aplicar a Dios sentimientos, le estamos haciendo a nuestra propia imagen. Naturalmente, al hacerlo, nos estamos fabricando nuestro propio ídolo. Nuestra imagen de Dios siempre tendrá algo de ídolo, pero nuestra obligación es ir purificándola cada vez más.

Un Dios que nos exige deshacernos, disolvernos, aniquilarnos en beneficio de los demás, no para tener en el más allá un “ego” más potente si no para quedar incorporados a su SER, que es ya nuestro verdadero ser, no puede ser atrayente para nuestra conciencia de individuos separados. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, permanece solo, pero si muere da mucho fruto”. Este es el nudo gordiano que es imposible desenredar. Es el rubicón que no nos atrevemos a pasar.

La muerte de Jesús deja claro que su objetivo es imitar a Dios. Si Él es Padre, nuestra obligación es la de ser hijos. Ser hijo es salir al padre, imitar al padre de tal modo que viendo al hijo se descubra cómo es el padre. Esto es lo que hizo Jesús, y esta es la tarea que nos dejó si de verdad somos sus seguidores. Pero el Padre es don total, entrega incondicional a todos y en toda circunstancia. No solo no hemos entrado en esa dinámica, la única que nos puede asemejar a Jesús, sino que vamos en la dirección contraria, cuando buscamos seguridades, incluso para el más allá.

A ver si tenemos claro esto. La muerte en la cruz no fue un mal trago que tuvo que pasar Jesús para alcanzar la gloria. La suprema gloria de un ser humano es hacer presente a Dios en el don total de sí mismo, sea viviendo, sea muriendo para los demás. Dios está solo donde hay amor. Si el amor se da en el gozo, allí está Él. Si el amor se da en el sufrimiento, allí está Él también. Se puede salvar el hombre sin cruz, pero nunca se puede salvar sin amor. Lo que aporta la cruz, es la certeza de un amor autentico, aún en las peores circunstancias que podamos imaginar.

El hecho de que no dejara de decir lo que tenía que decir, ni de hacer lo que tenía que hacer, aunque sabía que eso le costaría la vida, es la clave para compren­der que la muerte no fue un accidente, sino fundamental en su vida. Lo esencial no es la muerte, sino la actitud de Jesús que le llevó a una total fidelidad. El que le mataran podía no tener mayor importancia; pero que le importara más la defensa de sus convicciones que la vida… nos da la verdadera profundi­dad de su opción vital. Había experimentado la verdadera Vida y comprendido que la vida biológica y psicológica tenía solamente un valor relativo y efímero.

Cuando un ser humano es capaz de consumirse por los demás está alcanzando su consumación. En ese instante puede decir: Yo y el Padre somos uno. En ese instante manifiesta un amor semejante al amor de Dios. Dios está allí donde hay verdadero amor, aunque sea con sufrimiento. Si seguimos pensando en un dios de “gloria” ausente del sufrimiento humano, será muy difícil comprender el sentido de la muerte de Jesús. Dios no puede abandonar a ningún ser humano y menos al que sufre.

Al adorar la cruz esta tarde debemos ver en ella el signo de todo lo que Jesús quiso trasmitirnos. Ningún otro signo abarca tanto, ni llega tan a lo hondo. Pero no podemos tratarlo a la ligera. Debemos tener muy claro que es un signo que nos permite significar la realidad de una vida entregada a los demás. Poner la cruz en todas partes, incluso como adorno, no garantiza una vida cristiana. Tener como signo religioso la cruz, y vivir en el más refinado hedonismo, indica una falta de coherencia que nos tenía que hacer temblar.

Aún tenemos que reflexionar mucho sobre esa muerte para comprender el profundo significado que tiene para nosotros. Su muerte es el resumen de su vida. Se trata de una muerte que lleva a la verdadera Vida. Pero no se trata de la muerte física, sino de la muerte al yo y al egoísmo. Este es el mensaje que no queremos aceptar, por eso preferimos salir por peteneras y buscar soluciones que no nos exijan entrar en esa dinámica. Si nuestro “falso yo” sigue siendo el centro de nuestra existencia, no tiene sentido celebrar la muerte de Jesús; y tampoco celebrar su “resurrección”.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Viernes Santo 2018. 30 marzo, 2018

Viernes, 30 de marzo de 2018
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pascua2018

Al despertar Jacob de su sueño, dijo:

Verdaderamente el Señor en este lugar y yo no lo sabía” Gn 28,16

Al orar el texto que este año hemos escogido como hilo conductor de la Pascua, no puedo sino conmoverme y descubrir paralelismos entre el texto de Jacob y la crucifixión de Jesús.

Si miramos la Cruz, ¿qué vemos? ¿Nos hemos acostumbrado a ella como un símbolo? Nos hemos acostumbrado a esa imagen, pero de verdad sabemos lo que significa?

¿Es la Cruz un trofeo, o simplemente un adorno que llevamos pero que no nos compromete?

Jesús no nos pide besar la Cruz, sino cargar con ella, (Mc. 8,34) que no es otra cosa que seguir sus pasos de manera responsable y comprometida

1/ PEREGRINAR

Jacob fue bendecido por su padre Isaac con el fin de marchar a otro lugar. Partió de su tierra a casarse con una mujer que no fuera cananea. Tuvo que abandonar su lugar de origen.

Jesús fue crucificado fuera de las murallas de Jerusalén, no le dejaron morir en su tierra, sino fuera del recinto sagrado, fue desterrado y murió junto a malhechores.

2/ LA NOCHE

Llegado a cierto lugar se dispuso a pasar allí la noche, porque ya el sol se había puesto” Gn 28,11

Hacía el mediodía las tinieblas cubrieron toda la región hasta las tres de la tarde. El sol se oscureció. Mt 23,44

3/ EL SUEÑO

Entonces tuvo un sueño: Veía una escalinata que, apoyándose en tierra, tocaba con su vertice el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles del Señor.”

La cortina del templo se rasgó en dos de arriba a abajo”. Mc 15, 38

4/ DESPERTAR

Jacob al despertar de su sueño, exclamó, verdaderamente el Señor estaba en este lugar y yo no lo sabía. (Gn 28,16)

Jesús, lanzando un fuerte grito expiró y el centurión que estaba frente a Jesús, al ver que había expirado de aquella manera dijo:  – Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios

Y hoy, este Viernes Santo os invito a realizar la peregrinación que tanto Jacob como Jesús hicieron

Mirar la Cruz no es lo mismo que contemplarla y es a lo que os invito en este Viernes Santo. Y vamos a seguir el itinerario que Jacob y Jesús hicieron.

“ NOS PONEMOS EN CAMINO” Para cargar con la cruz hay que contemplarla y no solo conocerla mentalmente, sino comprender cuál es nuestra cruz y su sentido.

Para ello tenemos que atrevernos a mirarla cara a cara, reconocerla y acogerla como parte de nosotras mismas.

“LA CRUZ NOS SUMERGE EN LA NOCHE” La Cruz duele, y nadie la quiere, de hecho nos pasamos parte de la vida evitándola e intentando no pensar en ella.

Pero dice un himno, que la noche es tiempo de salvación, es el lugar de la intimidad, del encuentro,de la profundidad. La noche es POSIBILIDAD para adentrarnos en la Realidad que verdaderamente somos.

La noche, simboliza también las crisis, la oscuridad, lo que no entendemos, lo que no queremos, lo que nos duele, las injusticias, los sufrimientos, los dolores, y sin embargo sin crisis no crecemos, no traspasamos la oscuridad que nos deja ver la de nuevo la luz y una Luz distinta.

Máximo el Confesor (S.VI VII) dice “que todas las cosas están atravesadas por la cruz, en cuanto están redimidas de su encerramiento sobre sí mismas”2 Nos habla de que la Cruz es el espacio de la libertad, donde nos abandonamos completamente a Su Voluntad

La Cruz es la puerta que nos abre a la grandeza del Amor, es camino, vereda, canal, cauce que nos permite transitar hacía la plenitud.

La Cruz nos saca de nuestros pequeños limites, de esa visión tan mental y tan aprendida de acercarnos para besarla, pero no para cargar con ella

En los sueños, en nuestro inconsciente se revela una comprensión especial, es como si entráramos en un santuario y en ese espacio descubrimos la sacralidad que somos y nos encontramos con el Amor de Dios y un fogonazo de certeza invade el ser sabiendo que Dios nos habita y que la Cruz es posibilidad de crecer hacía el Amor que Dios nos ofrece.

Y efectivamente, hay escaleras, hay subidas y bajadas porque la vida es un proceso, y vivirlas sin temor es lo importante. La Cruz nos invita a cambiar el temor en confianza, pero esto no ocurre por nuestra propia voluntad, sino por la comprensión que va otorgando el silencio, y ese silencio se convierte en Silencio, en la medida que se va llenando de Dios

La escalinata de Jacob o el velo del templo que se rasgó en dos de arriba abajo, simbolizan los pequeños egos que se van resquebrajando a medida que contemplo la Cruz y acojo su comprensión donde el dolor, mi limite, se transforma en don

Los dos maderos de la Cruz, el horizontal y el vertical se convierten en uno solo, porque ya no hay humanidad y divinidad dividida, sino dolor traspasado por Amor y lo divino resplandece en todo. No existe dualidad, ni comparación , ni mejor ni peor, sino semillas de divinidad esparcidas, semillas de amor, bondad, comprensión, respeto, donde todas somos una en Dios. No somos Dios, somos lo que Dios es dándose en nosotras.

Y Jacob al despertar del sueño, del encuentro con Dios en la desnudez de lo que es, no en la consciencia de lo aprendido, tiene la certeza, la absoluta certeza que Dios estaba en él, pero el no lo había descubierto

Jesús dio un fuerte grito y expiró, y por su manera de morir, de despertarse a la Vida, el centurión descubrió que era el Hijo de Dios. Descubrió que Dios estaba con ellos y no habían sido conscientes.

Hoy os invito a contemplar la Cruz en silencio, pero no en un silencio que es mutismo, sino en un silencio de comprensión donde algo dentro se inunda de su silencio y hace comprender la cruz como el vaciamiento de lo que tememos, para dejar que el amor inunde lo que somos y nos haga “comprender”

LA CRUZ COMO POSIBILIDAD DE REDENCIÓN

  • SILENCIO DE DIGNIDAD:

La dignidad de quién ha sido y es fiel a si mismo

  • SILENCIO DE CONFIANZA

Sabernos sostenidas y fundamentadas más allá de las circunstancias cambiantes

  • SILENCIO DE SABIDURIA

El silencio que nos conecta con nuestra identidad más honda. Este es el silencio necesario para percibir la profundidad, para acceder a aquella verdad a la que el razonamiento no puede acceder.

El silencio es la morada de la persona sabia, desde él se vive, o mejor, permite que la vida Viva, fluya y se exprese a través de la persona

Este es el silencio de la contemplación el que hace ir a la raíz del dolor que lleva AL AMOR

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Ten misericordia de nosotros.

Viernes, 30 de marzo de 2018
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pareja-gay-refugiadosPadre, ten misericordia de nosotros

Jesús, sales hacia el huerto, esta noche dormirás a la intemperie. Jesús que sufre con los transeúntes, con los sin techo, con los que no tienen donde ni con quién cobijarse. En tu sufrimiento nos encontramos con todos los que no conocen el confort de una cama, el calor de un hogar, el abrazo de alguien que te espera.

La noche es fría y sufre tu corazón con los que tiritan cada noche a la intemperie, con los que sienten congelar sus cuerpos en las pateras, surcando las aguas del Mediterráneo en busca de una vida mejor, con los que nunca han recibido una abrazo cálido.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús traicionado por uno de los suyos. En su traición recordamos a todos los que se sienten engañados, sometidos por sus parejas, utilizados y abusados por sus superiores, por los pederastas, por los chulos del burdel.

En esta noche te recordamos la soledad de la noche en el hospital, atemorizados ante la incertidumbre de un diagnóstico fatal, entristecidos por no sentirse acompañados ni valorados; amputados en su cuerpo y en el corazón porque no conocen el amor. Recordamos a todos los niños, jóvenes, adultos, ancianos desaparecidos en una noche fría como la tuya dejando rotos los corazones de padres, madres, parejas, familias enteras que no saben ya cómo vivir.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús que conoces el dolor y el rechazo. Recordamos a todos los inmigrantes, las prostitutas, los refugiados, los excluidos de lo pactado socialmente, a los discapacitados síquicos que señalamos y arrinconamos. Todos ellos te acompañan en tu soledad y en tu dolor. Recordamos a cada una de las víctimas de las guerras, cinco años de guerra en Siria con miles de muertos, miles de huérfanos, viudas, miles de amputados cada día por los bombardeos. Oramos también por los refugiados que pierden la vida en el camino hacía una vida posible y digna; a los que malviven en los campos de refugiados esperando que los gobernantes del mundo decidan abrir las fronteras y derribar todas las concertinas.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús que naciste niño en una aldea perdida. Contigo están todos los niños y niñas que nacen fruto de una violación, los que nacen con la vida sentenciada por el hambre y la guerra; los niños que son abandonados en los conteiner o los parques; los que son explotados laboralmente y los que son vendidos para el turismo sexual. Oramos también por los niños acosados en el colegio, por los niños que no tienen acceso a la escolarización y por aquellos que fracasan en sus estudios, por los que son abusados sexualmente por sus padres, por sus entrenadores o familiares o personas cercanas a su entorno.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús negado por Pedro. En su negación encontramos a todos los que se les niega un empleo, un salario digno, una vivienda donde cobijarse, una comida con que paliar su hambre. Recordamos a todos los que no encuentran respuesta a sus preguntas, a todos los que viven sin sentido ni esperanza, a los que suplican ayuda y no la encuentran. A todos los que les negamos el saludo porque son diferentes, a todos los que no nos atrevemos a abrazar porque han sido mutilados por accidentes de tráfico, por la violencia, por las minas anti persona o porque han nacido deformes.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús inocente y torturado. Recordamos a todos los hombres y mujeres que son torturados en las cárceles de todo el mundo, a los que mueren en celdas habitadas por causa de una sentencia injusta. Tu inocente, condenado por los que no te entienden. Recordamos a todos los que nosotros condenamos porque no piensan como nosotros, a los que condenamos a muerte por nuestra insolidaridad, a los que menospreciamos y no acogemos porque no han nacido aquí; a los que la hambruna mata cada día, a los que mueren sin que nos preocupen porque nos resultan sin valor o invisibles.

Padre, ten misericordia de nosotros

Al pie de tu cruz María, tu madre. Oremos por todas las mujeres. Por todas las madres que dedican sus vidas al cuidado de los hijos enfermos, dependientes; por aquellas que se preocupan y ocupan con mimo de sus padres también enfermos. Por las mujeres que viven el infierno de los malos tratos, que viven con miedo a perder su vida o la de sus hijos porque la pareja o padre es terriblemente violento. Por las mujeres y padres cuyos hijos desaparecen y son condenados a vivir el infierno de no saber qué ha sido de ellos. Por las mujeres que no se sienten valoradas por el mero hecho de ser mujer; a las que se les niega el acceso a ciertos puestos de trabajo y responsabilidad. Oremos por las amas de casa que dedican su vida y su tiempo al cuidado de la familia sin que nadie lo agradezca ni lo reconozca.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús que conociste la fragilidad de tus discípulos. Oremos por la mediocridad de nuestra Iglesia, por todos nosotros que vivimos dormidos, con una fe recibida, acomodada, y no apuntamos ni con nuestras palabras ni con nuestros gestos, hacía el Reino. Por los sacerdotes, religiosos y religiosas que han hecho de su vocación una costumbre, un estado de vida cómodo, asegurado, lejos de los más desfavorecidos. Oremos por una Iglesia que no se implica, no se moja, una Iglesia que abusa, que no acoge al diferente, que juzga y que no ofrece el perdón. Oremos por la Iglesia atrapada por el miedo al cambio, por los que no maduran ni crecen en la fe, por los de una fe pequeña que buscan la seguridad en la Tradición, por los que no nos atrevemos a correr riesgos en nuestras celebraciones, por los que nos preocupamos por el número pero no por el seguimiento. Por los que nos resistimos a perder dejando de ser signos del Evangelio.

Padre, ten misericordia de nosotros

Jesús mueres sin entender. En tu cuerpo también se enfrían todas las esperanzas que se abortaron, los corazones que al final de su vida fueron traspasados por la lanza del fracaso, los días que se oscurecieron de golpe por la tragedia; todas las vidas entusiastas que se entregaron por una causa que creyeron justa pero que cubrió el velo rasgado del olvido.

Padre, ten misericordia de nosotros

Vicky Irigaray

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Miradas desde el silencio.

Viernes, 30 de marzo de 2018
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tumblr_n3ix6bLWod1r2d8pzo1_1280Viernes Santo – 2018

En la noche de Getsemaní las miradas se convirtieron en el lenguaje del silencio hasta coronar el Calvario.

Mirada opaca de Judas y su beso con hedor a traición.

Mirada violenta y espada en alto… ¡así no, Pedro, así no!

Miradas interesadas y susurros sibilinos de los guardianes de lo “religiosamente correcto” caiga quien caiga… ¡qué más da! ¿verdad… Anás, Caifás…?

Tu transparente mirada provoca, afrenta… primera bofetada. ¡Qué engreído el guardia… se sintió con poder, el que envenena!

Y las tres miradas incisivas, detectivescas: ¿No eres tú de los suyos? ¿Te he visto con ese hombre?.. insistían los impertinentes que te reconocieron. ¡Ay… Pedro! Tú que querías andar por encima del agua, ahora hubieras querido que te tragara la tierra.

Tus evasivas miradas teñidas por el miedo, te dejaron en la intemperie existencial de quien reniega de quien más ama. El sonido del gallo –despertador sin pilas- anunciando el alba de un nuevo día, te encontró sumido en la negra noche de los tiempos de la que solo no pudiste salir.

Hartazgo en la mirada del representante del poder político. ¡Pobre Pilatos…! ¡no los aguanto, quiero otro destino, por favor! Mirada excéptica, la única que te puedes permitir: “¿Y qué es la verdad?” La que Jesús te ofrece pero no puedes aceptar, tienes el corazón tan seco que sólo te permite actuar como un autómata. Con benevolente mirada te vuelves al pueblo desde el poder: ¡Venga os lo regalo!… ¿Elegís a éste, que no parece que tenga culpa de nada o al maleante ese que andáis vitoreando? Y la mirada ciega del pueblo manipulado elige lo que le eligen creyendo que fue libre para elegir. Así seguimos.

COMIENZA EL ASCENSO…

Cargado con una condena opaca, en la que todos son activos participantes y cobardes esquivando responsabilidades; con la cruz, instrumento de tu tortura y muerte, inicias en soledad el ascenso hacia el Calvario. “Salió al sitio llamado de la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota)…”.

Sigues avanzando, en este Viernes Santo de 2018, como en todos los anteriores y como cada día de la vida del mundo. Caes ante el peso del infinito sufrimiento humano y te levantas para ayudar a los que siguen avanzando tras tus pasos.

Encuentras a tu Madre y cruzas una mirada de dolor por las que no se encontrarán con sus hijos que partieron para lograr una vida mejor y desaparecieron en las aguas del Mediterráneo, o en las tierras sin alma de los desiertos previos a los muros construidos o en construcción. Haces a tu Madre, madre de los niños y niñas que mueren junto a sus madres, padres y hermanos huyendo de guerras atroces, hambrunas escandalosas, violencias irresistibles de denominar… todos se unen a Ti, siguen avanzando. Te sigue una gran multitud, innumerable… invisible para los que miran para otro lado, que avanza sin perderte de vista.

Hay Cirineos en todos los siglos, que se implican en el avance. Vocaciones inesperadas, quizás también para ellos mismos; son las luces brillantes en medio de la tiniebla del mundo.

Teresa de Calcuta y sus hermanas con los moribundos de las calles de Calcuta y de tantos sitios del mundo; Mons. Romero de América, denunciando la injusticia que provoca la pobreza; Ellacuría y sus compañeros, en El Salvador; Samuel Ruiz y los millones de indígenas de Chiapas (México); Pedro Casaldáliga en el Mato Grosso en Brasil donde sigue como Cirineo de 90 años; los siete monjes cistercienses de Tibhirine (Argelia) que eligieron permanecer junto a sus vecinos musulmanes y eso hicieron hasta su secuestro y posterior muerte.

Hay Cirineos como Juan José Aguirre, misionero comboniano y obispo en la República Centroafricana, que permanece, en un fuego cruzado, en un país roto, ayudando a pacificar fuegos y socorrer a un pueblo que está extenuado… y avanza con ellos hacía el Calvario de todos los días. Avanzan, se unen miles de cruces… Te siguen.

Y aquí, un poco más debajo de Gibraltar, Santiago Agrelo, franciscano, obispo de Tánger, la voz que grita en el desierto de las Redes Sociales, denunciando los asentamientos, las muertes, los injusticias que se cometen con los africanos que quieren cruzar a Europa. No se corta al decir “que sin los pobres el evangelio se queda sin destinatarios”.

Y el cirineo Francisco, Papa Francisco… te ayuda con la cruz dentro de la Casa, la Iglesia, invitando a dar pasos hacia las fronteras donde las cruces crecen como trébol en primavera

Y llegan muchos Cireneos y Verónicas, hoy mismo, desconocidos, invisibles que son requeridos para ayudar a otros a avanzar con sus cruces, que las hacen suyas. Son Cirineos que se acercan con nombre de siglas de ONG’s, que son tantas veces atacados, despreciados; luchan por los Derechos Humanos, por los derechos de los invisibles; se mueven avanzando con las corrientes migratorias de millones de personas huyendo de sus países, por la violencia, la desaparición de los recursos de sus tierras… Verónicas que con el whatsapp ayudan a localizar pateras para poder ser rescatadas; enjugan lágrimas, abrazan bebés ateridos… y todos siguen avanzando, aunque les quieran detener; se unen a los diariamente crucificados de este mundo y la marea sigue creciendo, como una gran mancha de aceite hacia la colina, escueta colina del Calvario.

Miras con infinita compasión a las mujeres que llorando te siguen: “No lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos”… millones de mujeres siguen llorando pero avanzando, porque pararse es perder y hay que llegar al final para volver a empezar.

Y cuando ya todo parece que va a acabar: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”, le dices a tu Madre; y al discípulo que tanto querías: “Ahí tienes a tu madre”.

Tomando aire para un último impulso: ¡Madre, estate cerca… que no olviden que todos son hermanos!… llegará la Pascua, y… nos vemos en Pentecostés.

Mari Paz López Santos

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Getsemaní…

Jueves, 29 de marzo de 2018
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I
GETSEMANÍ
I
SOLEDAD EN GETSEMANÍ

Llegó Jesús con ellos a un huerto llamado Getsemaní y dijo a sus discípulos:
“Sentaos aquí, mientras yo voy más allá a orar”. Y llevándose a Pedro
y a los dos hijos del Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia.
(Mt. 26, 36-37)

En la piedra del miedo
se habían afilado las traiciones
y la noche de Jerusalén ya no escondía
la densidad del abandono.
El Maestro lo supo,
y no un presentimiento, una certeza
comenzó a golpearle contra la soledad.
Ahora la soledad no era
aquella extensión dulce donde encontrar al Padre,
ni era
el campo de batalla donde el Hijo
de Dios fuera tentado como Hijo
de Dios.
La soledad era una fuerza
incontenible: vaciaba de luz
todas las casas del espíritu, dolía
como el frío
cuando hiela la sangre.
La soledad mordiendo
el corazón del hombre,
la soledad poniendo al descubierto
al hombre, solo al hombre.
(La soledad es una calle larga
que lleva a la tristeza).
Quiso salir de la ciudad. Bajo la luna
la espalda de los que se volvían era un incendio
que le abrasaba la memoria.
Acaso
fueran piadosos los olivos con su óleo
de intimidad donde resuena
la palabra del Padre.
¡Oh paradoja del ascenso
donde los pies se hunden
en el lodo del hombre!
¡Oh paradoja del conocimiento
donde todo es maraña de raíces!
Getsemaní no es una zarza ardiendo,
es la espesura sin piedad
donde el hombre está solo,
desnudamente solo, sin asilo,
despojado del hombre,
despojado de Dios.
Getsemaní no es óleo, es agonía,
es otra vez un campo de batalla donde el Hijo
del Hombre ha de enfrentarse
con todos los demonios del hombre:
el tedio, la amargura, la angustia, los peldaños
que van a dar al morir.
Getsemaní no es óleo. Es agonía:
y en el centro del huerto queda solo
un verdadero hombre verdadero
abrazado al silencio de Dios, pero obediente.
Fiat, Señor, digo hoy contigo,
fiat, Señor, aunque me duela.

II

 NO ERA EL SUEÑO, SEÑOR…

Bajo la luna llena encanecían los olivos.
La quietud era sólida y destilaba
un plomo ardiente que invadía los cuerpos.
El silencio
se había vuelto mineral
y en la sangre aún rompían las palabras
anunciadoras y terribles
que se habían mezclado con el vino.

Regresó y volvió a encontrarlos dormidos,
pues sus ojos estaban cargados
(Mt. 26, 43)

No era el sueño, Señor, era el espanto
lo que subía
río arriba del alma hasta los ojos:
era el espanto
de ver luchar a Dios y no hacer nada.

III

 EL BESO

Entonces todos los discípulos
lo abandonaron y huyeron.
(Mt. 26, 56)

En la piedra del miedo
se habían afilado las traiciones
y ahora
iban subiendo entre las luces,
ensayando
el más turbio, el más falso
de los besos.
¿Quién dijo que el amor era un abrazo?
Este beso no es beso, es un cuchillo
que asesina de lejos y empozoña
el corazón de muchos y lo cubre
de la callosidad del abandono.
En el puente del beso se ha cumplido
lo que dijeron los profetas, pero
Señor te pido ahora que me quites
esa suerte de puente y que me dejes
del lado del amor, en tus orillas.

IV

ORACIÓN PARA NO DORMIR

 Pedro lo siguió de lejos
(Mt., 26, 58)

Oh, Señor, en esta hora
en que también se confunde
la distancia con el miedo,
si Tú me ves que me aparto
de tu agonía y que duermo
para no ver al que sufre
ni ver mi interior desierto,
mírame, que yo te sigo,
aun como Pedro de lejos.
Mírame y en tu mirada
sostenme para que el fuego
de tanto amor me despierte
siempre que me venza el sueño.

*

Mercedes Marcos Sánchez,

Poeta ante la Cruz (Meditación en Mateo)

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Mi Cuerpo es Comida

Jueves, 29 de marzo de 2018
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Mis manos, esas manos y Tus manos

hacemos este Gesto, compartida

la mesa y el destino, como hermanos.

Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.

Unidos en el pan los muchos granos,

iremos aprendiendo a ser la unida

Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos.

Comiéndote sabremos ser comida,

EI vino de sus venas nos provoca.

El pan que ellos no tienen nos convoca

a ser Contigo el pan de cada día.

Llamados por la luz de Tu memoria,

marchamos hacia el Reino haciendo Historia,

fraterna y subversiva Eucaristía.

*

Pedro Casaldáliga

(en su 90 cumpleaños)

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Jueves Santo, huella y camino de amor: La próxima Copa en el Reino

Jueves, 29 de marzo de 2018
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Jesús ha sabido beber y ha bebido la Copa del Reino, con sus seguidores y amigos, a quienes ha invitado al banquete de su vida. Desde ese fondo se entiende su gesto y entrega de amor hasta la muerte.

Él ha muerto, en el sentido antiguo (le han matado), pero ha empezado a vivir de un modo nuevo más alto. corazón de amor en la arena de la gran Playa del Mundo, abierta a todos los mares de la vida.

Sintiéndose amenazado, sabiendo que su anuncio y camino de Evangelio culminaba, Jesús quiso beber con sus amigos el vino del gozo compartido, desde esta ribera, junto al mar de todos, abierto a sus olas, prometiendo que la próxima vez lo bebería con ellos en el Reino.

29594654_956733327837193_3573620807152640304_n— Éste es el sentido del texto central del Jueves Santo: “La próxima copa en el Reino”: Al acabar su camino en el mundo antiguo, Jesús nos invita a la “nueva copa de Dios”, que es nuestra vida (nuestra herencia).

— Esperando esa copa vivimos y bebemos, compartiendo la Eucaristía del camino, el signo supremo de la comunión: Vivir unos con otros (en los otros), sabiendo que esa misma comunión de amor es Dios.

— Por eso, el Jueves Santo es el día del amor fraterno, que es, al mismo tiempo, materno y paterno, filial y de amistad, amor enamorado y solidario, revelación de Dios, allí donde culmina el camino de Jesús y se abre a todos los hombres y mujeres.

29543277_956733124503880_6871875677606237905_nÉste es el principio y sentido del Jueves Santo, la raíz y sentido del amor cristiano, universal, gozoso… pues la copa final queda siempre pendiente para el Reino, pero el camino podemos y debemos recorrerlo, dejando nuestras huellas bien plantadas en la arena del reloj de la vida, que es Dios.

“Logion” o texto escatológico. El vino del reino.

Uno de los textos más misteriosos y profundos del evangelio es aquel donde Jesús, en su cenal final, de despedida, dice a sus discípulos que no beberá ya más vino en este mundo viejo… porque la próxima copa con ellos será la del Reino.

Por eso, el Jueves Santo es para los cristianos el día del Vino. Éste es el día del amor que se expresa del modo más perfecto por eel vino. “En verdad os digo, que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que beba (con vosotros) el vino nuevo del Reino” (Mc 14,25). Esta palabra tiene dos elementos, implicados:

Mc 14, 25a par. Voto de abstinencia: «En verdad os digo, que ya no volveré a beber del fruto de la vid…». Como he puesto de relieve en mi comentario de Marcos, este logion (pasaje) vincula dos elementos:
(1) Jesús hace un voto de renuncia, comprometiéndose a no tomar más vino mientras siga existiendo el mundo actual.
(2) Jesús hace un voto de abundancia: promete a los suyos el vino del Reino.

evangelio-de-marcosEl texto comienza de un modo elevado (en verdad os digo…), y sigue con una triple negación (que ya no beberé: ouketi ou mê…), que debe interpretarse como juramento o voto sagrado, en el que el mismo Dios actúa como testigo, en fórmula que podría traducirse: «así me haga Dios en el caso de que…».

En el momento más solemne de su vida, rodeado por sus discípulos, tomando con ellos la última copa, Jesús se compromete a no beber más hasta que llegue en plenitud el Reino que él ha prometido e iniciado (cf. Mc 9, 1; 13, 30). Este juramento puede interpretarse como voto de abstinencia escatológica, en línea de compromiso total, de tal manera que, de ahora en adelante, Jesús puede presentarse como nazareo (voluntario) del Reino de Dios.

El vino (con el pan) ha sido un signo importante de su vida y esperanza. Lógicamente, al acercarse el momento decisivo, Jesús proclama que ya no beberá más vino en este mundo viejo, en este orden de cosas (pues podrán matarle), pero añade que llega (se está acercando de inmediato) el reino.

Mc 14, 25b. Vino nuevo del Reino. Jesús promete abstenerse de beber vino “hasta que beba (con vosotros) el vino nuevo del Reino”. Eso significa que ha puesto su destino al servicio de la viña de Dios, es decir, de la plenitud escatológica. Con el “vino de este mundo”, en la fiesta de su despedida (entrega), ha prometido a sus amigos el “vino nuevo” (es decir, el vino de la nueva cosecha del Reino).

Este juramento escatológico deriva de todo su camino de evangelio: Jesús ha ofrecido su mesa (pan y peces) a los marginados y pobres, a los publicanos y multitudes. Ahora, en el momento final, asumiendo y recreando la mejor tradición israelita, él declara y proclama delante de sus amigos que ha cumplido su camino, ha terminado su tarea: sólo queda pendiente la respuesta de Dios, el vino del “año nuevo”, la fiesta del Reino.

Así pasa del “vino viejo” de esta fiesta de despedida (que el ritual de la institución eucarística interpreta como sangre de alianza: Mc 14, 23-24) al “vino nuevo” de la promesa de culminación mesiánica: al beber así la última copa (copa vieja), en compañía de sus discípulos, Jesús les está invitando a tomar la “nueva copa” en el Reino, es decir, en la vida compartida para siempre.

Entendido de esta forma, este logion desborda el nivel de los elementos centrales de la pascua judía (pan sin levadura, hierbas amargas o cordero sacrificado), abriéndose a la nueva tierra y vino del Reino.

Recordando esa palabra sobre el vino, la tradición evangélica sabe que Jesús se ha mantenido fiel a su proyecto de Reino, hasta la muerte. Sin esa “fidelidad” hubiera sido imposible el camino posterior del evangelio (el nacimiento de la Iglesia). Pues bien, esa fidelidad se inscribe en un contexto de “negación” de los discípulos que, en el momento decisivo, no han querido (o no han podido) aceptar el proyecto de Jesús, abandonándole y dejándole a solas con la muerte. En este mismo contexto se sitúa el relato de la “fundación eucarística” (Mc 14, 22-24 par).

Vino. La tradición de la entrega.

Junto al logion anterior (del vino), la tradición de Jueves Santo ha trasmitido la palabra de Jesús sobre el pan y el vino, es decir, la eucaristía. En su forma actual, el relato eucarístico consta de dos signos, uno de pan, otro de vino (cf. Mc 14, 22-24), que, al unirse, forman el mejor retrato de Jesús, hombre del pan compartido con los pobres (con todos), hombre del vino de la fiesta del Reino.

a. La bendición del vino

Tal como ha sido narrado por Marcos, ese signo del vino (Mc 14, 23-24 par: Mt 26, 26-0; Lc 22, 152º y 1 Cor 11, 23-25), que concretiza y desarrolla el sentido del “logion escatológico” del texto que acabo de explicar (Mc 14, 25), incluye tres momentos:

1. Tomó una copa (potêrion).
La copa es señal de agradecimiento (eukharistía). Mientras un grupo de hombres y/o mujeres sean capaces de beber juntos una copa podrán dar gracias a Dios, no están abandonados sobre un mundo adverso. El mismo vino, fruto de la tierra y del trabajo humano, es para ellos un signo del cuidado de Dios, expresión del valor de la vida. Jesús no ofrece a sus discípulos una sesión de ayuno, hierbas amargas, en plano de sudores, sino el más gozoso y bello producto de la tierra mediterránea. Leer más…

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Mt 6: Ha culminado el amor, Jueves Santo (Mt 25, 31-46)

Jueves, 29 de marzo de 2018
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29062647_947728382071021_2766847485168511070_nDel blog de Xabier Pikaza:

Varias veces he presentado en este blog la liturgia del Jueves Santo, con sus diversos elementos:

Última Cena, gran despedida: Testamento de Jesús.

Lavatorio de pies, servicio mutuo: Amor universal

Mandato cristiano: el ministerio universal de Cristo,nuevo sacerdocio (como aparece en la primera imagen de las catacumbas)

Este año quiero hacerlo siguiendo el esquema del Curso de Mateo, con la lectura central del juicio en amor, conforme al pasaje clave: Mt 25, 31-46.

A la caída de la tarde nos examinarán en el Amor, Amor que es Dios, revelado en Cristo, por la Cena y la Eucaristía, Amor que es Dios, la Vida en Plenitud. Ésta es la tarde de la vida, el Jueves Santo, un día para descubrir y celebrar el amor.

29572434_956151161228743_263728227188611592_nMás de una vez he celebrado el Jueves Santo meditando este pasaje y descubriendo que Dios se ha hecho en Jesús hambriento y sediento de amor, exilado y desnudo en la tierra, herido, encarcelado. Con este pasaje de evangelio introduce Mateo su “semana santa”, ofreciendo sentido y las implicaciones, el don y tarea del Jueves Santo de la vida.

Acompañar a Jesús en ese camino de Vida, ser y vivir (en) con él. Este es el principio y meta de la vida en Cristo, que aparece caminando con su Cáliz de Vino (invitando al amor) por las calles de la ciudad.

Que esta lectura (os) nos ayude a celebrar el Amor, es decir, el Jueves Santo.

Mt 25, 31-46. Una lectura adecuada para la Última Cena

Jesús ha sido el gran sediento de amor, dejándose querer y queriendo a corazón entero. Así le vemos en esa parábola hambriento de amor en todos los hambrientos…

evangelio-de-mateoEn esta “parábola” culminan del evangelio de Mateo, desde una perspectiva de revelación de Dios y juicio de los hombres. Algunos rasgos de esa revelación y juicio pueden encontrarse no sólo en Israel, sino en otras naciones y culturas cercanas y lejanas (de Mesopotamia a Grecia, de Egipto a China…). Pero en su conjunto, tal como aparece dentro de Mateo, esta parábola ofrece un mensaje único, y ha marcado no sólo la visión del cristianismo, sino de toda la cultura de occidente (y del mundo). Ésta es la gran parábola del día del amor fraterno, es decir, del Jueves Santo.

[Parábola] 25 31 Pues cuando venga el Hijo del Hombre en su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en el trono de su gloria; 32 y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. 33 Y colocará las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
[Salvación] 34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui extranjero y me acogisteis; 36 estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí…

1. Un texto de juicio, revelación de la verdad

Mt 25, 31-46 es un texto de juicio, elaborado desde una perspectiva israelita de pacto, un juicio que invierte la forma normal de interpretar la vida, poniendo en el centro el derecho de los pobres, en clave de misericordia creadora. Es una obra cumbre de la tradición judía, en línea de apertura universal (sin referencia a Israel, ni a su Ley, ni a Jesús), identificando a Dios (a su representante) con los necesitados:

‒ Este pasaje responde al mensaje de Jesús, que había vinculado su Reino con el juicio que ha de aplicarse a todos, partiendo de la misericordia de Dios, la curación de los enfermos y la salvación de los hombres. En esa línea, el mismo Jesús o sus seguidores inmediatos han podido afirmar que Dios se identifica con los pequeños y los pobres, con quienes sufre y a quienes ofrece salvación.

‒ Este pasaje responde al mensaje de Mateo, con rasgos de “derecho escatológico” (Lc 12, 8-9; Mc 8, 38), expresado en la figura del Hijo del hombre, que, por un lado, comparte la suerte de los pobres (con quienes se identifica) y, por otro, les juzga según la manera que ellos han tenido de tratarles. En esa línea podemos afirmar que ha sido formulado en su sentido actual por una iglesia judeocristiana como la de Mateo.

Mt 25, 31-46 está poderosamente influido por las estructuras del pacto, es decir, de la vinculación del Mesías de Dios con los pobres y por la manera en que Dios ha de juzgar a los poderosos, por su forma de servir o no servir a los necesitados. (a) En esa línea, Jesús, el Emmanuel, Dios con nosotros (1, 23), aparece por un lado como el pobre por excelencia, pues ha compartido con los hombres hambre y sed, exilio y enfermedad. (b) Pero, al mismo tiempo, él se presenta, como aquel que ayuda a los pobres (pequeños, enfermos, hambrientos, excluidos). Leer más…

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El amor manifestado en Jesús es el Ágape.

Jueves, 29 de marzo de 2018
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os_he_dado_ejemploJn 13,1-15

El tema central del Triduo Pascual es el AMOR. El Jueves se manifiesta en los gestos y palabras que lleva a cabo Jesús en la entrañable cena. El Viernes queda patente el grado supremo de amor al dar la vida por no renunciar al bien del hombre. El Sábado celebramos la Vida que surge de ese Amor incondicional. En la liturgia de estos días intentamos manifestar, de manera plástica, la realidad del amor supremo que se manifestó en Jesús. Lo importante no son los ritos, sino el significado que éstos encierran.

La liturgia del Jueves Santo está estructurada como recuerdo de la última cena. La lectura del evangelio de Jn nos debe hacer pensar; se aparta tanto de los sinópticos que nos llama la atención que no mencione la fracción del pan, pero en su lugar, nos narra una curiosa actuación de Jesús que nos deja desconcertados. Si el gesto sobre el pan y el vino tuvo tanta importancia para la primera comunidad, ¿por qué lo omite Juan? Y si realmente Jesús realizó el lavatorio de los pies, ¿por qué no lo mencionan los tres sinópticos?

No es fácil resolver estas cuestiones, pero tampoco debemos ignorarlas o pasarlas por alto a la ligera. Seguiremos haciendo sugerencias, mientras los exégetas no lleguen a conclusiones  más o menos definitivas. Sabemos que fue una cena entrañable, pero el carácter de despedida se lo dieron después los primeros cristianos. Seguramente en ella sucedieron muchas cosas que después se revelaron como muy importantes para la primera comunidad. El gesto de partir el pan y de repartir la copa de vino era un gesto normal que el cabeza de familia realizaba en toda cena pascual. Lo que pudo añadir Jesús, o los primeros cristianos, es el carácter de símbolo de lo que en realidad fue la propia vida de Jesús.

El gesto de lavar los pies era una tarea exclusiva de esclavos. A nadie se le hubiera ocurrido que Jesús la hiciera si no hubiera acontecido algo similar. Es una acción más original y de mayor calado que el partir el pan. Seguramente, en las primeras comunidades se potenció la fracción del pan, por ser más sencilla. Poco a poco se le iría llenando de contenido sacramental hasta llegar a significar la entrega total de Jesús. Pero esa misma sublimación llevaba consigo un peligro: convertirla en un rito estereotipado que a nada compromete. Aquí veo yo la razón por la que Jn se olvida de la fracción del pan. La explicación que da de la acción, lleva directamente al compromiso con los demás y no es fácil escamotearla.

Parece demostrado que, para los sinópticos, la Última Cena es una comida pascual. Para Jn no tiene ese carácter. Jesús muere cuando se degollaba el cordero pascual, es decir el día de la preparación. La cena se tuvo que celebrar la noche anterior. Esta perspectiva no es inocente, porque Jn insiste, siempre que tiene ocasión, en que la de Jesús es otra Pascua. Identifica a Jesús con el cordero pascual, que no tenía carácter sacrificial, sino que era el signo de la liberación. Jesús el nuevo cordero, es signo de la nueva liberación.

Los amó hasta el extremo. Se omite toda referencia de lugar y a los preparativos de la cena. Va directamente a lo esencial. Lo esencial es la demostración del amor. “Hasta el extremo” (eis telos) = en el más alto grado, hasta alcanzar el objetivo final. Manifestó su amor durante toda su vida, ahora va a manifestarse de una manera total y absoluta. “Había amado… y demostró su amor hasta el final”, dos aspectos del amor de Dios manifestado en Jesús: amor y lealtad, (1,14) amor que no se desmiente ni se escatima.

Dejó el manto y tomando un paño, se lo ató a la cintura. No se trata en Jn de la cena ritual pascual, sino de una cena ordinaria. Jesús no celebra el rito establecido, porque había roto con las instituciones de la Antigua Alianza. Dejar el manto significa dar la vida. El paño (delantal, toalla) es símbolo del servicio. Manifiesta cuál debe ser la actitud del que le siga: Prestar servicio al hombre hasta dar la vida como Él. Jn pinta un cuadro que queda grabado para siempre en la mente de los discípulos. Esa última acción de Jesús, tiene que convertirse en norma para la comunidad. El amor es servicio concreto y singular a cada persona.

Se puso a lavarles los pies y a secárselos con la toalla. El lavar los pies era un signo de acogida o deferencia. Solo lo realizaban los esclavos o las mujeres. Lavar los pies en relación con una comida, siempre se hace antes, no durante la misma. Esto muestra que lo que Jesús hace no es un servicio cualquiera. Al ponerse a los pies de sus discípulos, echa por tierra la idea de Dios creada por la religión. El Dios de Jesús no actúa como Soberano, sino como servidor. El verdadero amor hace libres. Jesús se opone a toda opresión. En la nueva comunidad todos deben estar al servicio de todos, imitando a Jesús. La única grandeza del ser humano es ser como el Padre, don total y gratuito para los demás.

¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Esta explicación, que el evangelista pone en boca de Jesús, nos indica hasta qué punto es original esa actitud. Retomó el manto pero no se quita el delantal. Se recostó de nuevo, símbolo de hombre libre. El servicio no anula la condición de hombre libre, al contrario, da la verdadera libertad y señorío. La pregunta quiere evitar cualquier malentendido. Tiene un carácter imperativo. Comprended bien lo que he hecho con vosotros, porque éstas serán las señas de identidad de la nueva comunidad.

Vosotros  me  llamáis  “Maestro” y “Señor” y decís bien porque lo soy. Jn es muy consciente de la diferencia entre Jesús y ellos. Lo que quiere señalar es que esa diferencia no crea rango de ninguna clase. Las dotes o funciones de cada uno no justifican superioridad alguna. Los hace iguales y deben tratarse como iguales. La única diferencia es la del mayor o menor amor manifestado en el servicio. Esta diferencia nunca eclipsará la relación personal de hermanos, todo lo contrario, a más amor más igualdad, más servicio.

Pues si yo os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Reconoce los títulos, pero les da un significado completamente nuevo. Es “Señor”, no porque se imponga, sino porque manifiesta el amor, amando como el Padre. Su señorío no suprime la libertad, sino que la potencia. El amor ayuda al ser humano a expresar plenamente la vida que posee. Llamarle Señor es identificarse con él, llamarle Maestro es aprender de él, pero no doctrinas sino su actitud vital. Sienten la experiencia de ser amados, y así amarán con un amor que responde al suyo.

Os dejo un ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. Los sinópticos dicen, después de la fracción de pan: “Haced esto para acordaros de mí”. Es exactamente lo mismo, pero en el caso del lavatorio de los pies, queda mucho más claro el compromiso de servir. Lo que acaba de hacer no es un gesto momentáneo, sino una norma de vida. Ellos tienen que imitarle a él como él imita al Padre. Ser cristiano es imitar a Jesús en un amor que tiene que manifestarse siempre en el servicio a todos los hombres.

Es una pena que una vivencia tan profunda se haya reducido a celebrar hoy el día de la caridad. Tranquilizamos nuestra conciencia con un donativo de algo externo a nosotros, siempre de lo que me sobra, o por lo menos, que en nada compromete mi nivel de vida. Podemos aceptar que no somos capaces de seguir a Jesús, pero no tiene sentido engañarnos a nosotros mismos con ridículos apaños. Celebrar la eucaristía es comprometerse con el gesto y las palabras de Jesús. Él fue pan partido y preparado para ser comido. Él fue sangre (vida) derramada para que todos los que encontró a su paso la tuvieran también. Jesús promete y da Vida definitiva al que es capaz de seguirle por el camino que nos marcó. La misma Vida de Dios, la comunica a todo el que acepta su mensaje. No al que es perfecto, sino al que, con autenticidad, se esfuerza por imitarle en la preocupación por el hombre.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Jueves Santo 2018. 29 marzo, 2018

Jueves, 29 de marzo de 2018
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pascua2018
Dios está aquí y yo no lo sabía.

Jacob es un personaje del libro del Génesis, un patriarca. Hijo de Isaac y hermano de Esaú. Esaú era el primogénito pero Jacob, con astucia y mentiras, despoja a su hermano de todos sus derechos. Esto provoca, naturalmente, el enfado de Esaú y Jacob tiene que huir. En su huida se encuentra con Dios en Betel (ahora hablaremos detenidamente de este lugar). Este encuentro es importante para Jacob pero no lo transforma. Después del encuentro se refugia en casa de su tío y prueba su propia medicina. Jacob saborea la mentira, el engaño de su tío Labàn. Durante 14 años Jacob servirá a Labàn antes de regresar a su casa y en el camino de vuelta se encuentra de nuevo con Dios, en Penuel y aquí sí, Jacob es transformado.

Podemos decir que Jacob vive una conflictiva e intensa experiencia de Dios.

Comienza robando el lugar de su hermano en la familia, huye para salvar su vida y retener la herencia sustraída con engaño. Pero su camino más que un viaje físico se convierte en un itinerario espiritual. Dios lo envuelve en su misterio y lo recrea en su amor. Dios lo espera en cada esquina, en cada acción sosteniéndolo y reconduciéndolo, esperando pacientemente que deje de sostenerse en sí mismo para abrazarse a él.

BETEL

Jacob salió de Berseba y se dirigió a Jarán. Acertó a llegar a un lugar; y como se había puesto el sol, se quedó allí a pasar la noche. Tomó una piedra del lugar, se la puso como almohada y se acostó en aquel lugar. Tuvo un sueño: una rampa, plantada en tierra, tocaba con el extremo el cielo. Mensajeros de Dios subían y bajaban por ella. El Señor estaba en pie sobre ella y dijo: —Yo soy el Señor, Dios de Abrahán tu padre y Dios de Isaac. La tierra en que yaces te la daré a ti y a tu descendencia. Tu descendencia será como el polvo de la tierra; te extenderás a occidente y oriente, al norte y al sur. Por ti y por tu descendencia todos los pueblos del mundo serán benditos. Yo estoy contigo, te acompañaré adonde vayas, te haré volver a este país y no te abandonaré hasta cumplirte cuanto te he prometido. Despertó Jacob del sueño y dijo: —Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía. Y añadió aterrorizado: —¡Qué terrible es este lugar! Es nada menos que Casa de Dios y Puerta del Cielo. Jacob se levantó de mañana, tomó la piedra que le había servido de almohada, la colocó a modo de estela y derramó aceite en la punta. Y llamó al lugar Casa de Dios –la ciudad se llamaba antes Luz–. Jacob pronunció un voto: —Si Dios está conmigo y me guarda en el viaje que estoy haciendo y me da pan para comer y vestido con que cubrirme, y si vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios, y esta piedra que he colocado como estela, será una casa de Dios y te daré un diezmo de todo lo que me des.  (Gn 28, 10-22)

Betel es el eje de todo su camino, es donde recibe las promesas y adonde volverá para confesar la fidelidad de Dios. Tras su huida de la casa paterna Jacob experimenta la soledad, el miedo y en la noche Dios le hace sentir su presencia para regalarle lo que él había robado. Pero esto solo es el comienzo porque el regalo divino ha de ser acogido como don, pero Jacob todavía sigue mirándose a sí mismo. Dios se hace su compañero de camino y lo invita a un viaje hacia el interior. La debilidad de Jacob es el punto de partida para un encuentro liberador y rehabilitador de su persona. Dios le muestra su proyecto, pero lo impulsa a recrearlo y a hacerlo el centro de su existencia.

Jacob se sobrecoge ante el misterio de Dios que se le hace presente pero todavía duda, necesita confirmaciones que le aseguren que la revelación de Dios se cumplirá. En un sueño, el Dios de sus antepasados le hace la promesa sobre su futuro y sobre su presente, recibe de Dios asistencia y fidelidad. Él, por su parte, se compromete a hacer de Betel un santuario para el Señor, y sella este compromiso con un gesto simbólico: levanta la piedra y la unge. Es decir, derrama aceite sobre la piedra, de manera que esa piedra queda consagrada, queda convertida en altar.

Cada una de nosotras tenemos, en nuestro itinerario personal esos altares, esos lugares sagrados en los que nos hemos encontrado con Dios. Una mirada, una palabra, una persona, un atardecer… cada una de nosotras tenemos lugares, objetos o personas que se han convertido en altares porque nos han hecho descubrir que “Dios estaba AQUÍ”.

PENUEL

Pero volvamos con Jacob. Después de su encuentro con Dios su vida cambia, descubre una Presencia que lo acompaña, lo cuida y lo bendice, pero él todavía no ha aprendido a abandonarse. Jacob ha vivido importantes experiencias en casa de Labán. Se ha hecho rico, ha negociado y no ha dejado de ponerse a él el primero en todos los acontecimientos. Ahora, de regreso a su tierra natal, Dios vuelve a buscarlo y lo reta a un encuentro cara a cara con él.

Todavía de noche se levantó, tomó a las dos mujeres, las dos criadas y los once hijos y cruzó el vado del Yaboc. A ellos y a cuanto tenía los hizo pasar el río. Y se quedó Jacob solo. Un hombre peleó con él hasta despuntar la aurora. Viendo que no le podía, le golpeó la cavidad del muslo; y se le quedó tiesa a Jacob la cavidad del muslo mientras peleaba con él. Dijo: —Suéltame, que despunta la aurora. Pero Jacob respondió: —No te suelto si no me bendices. Le dijo: —¿Cómo te llamas? Contestó: —Jacob. Repuso: —Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con dioses y hombres y has podido. Jacob a su vez le preguntó: —Dime tu nombre. Contestó: —¿Por qué preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Jacob llamó al lugar Penuel, diciendo: —He visto a Dios cara a cara, y he salido vivo. Salía el sol cuando atravesaba Penuel; y marchaba cojeando –por eso los israelitas no comen el tendón del muslo de la cavidad del muslo hasta hoy, porque Jacob fue herido en la cavidad del muslo, en el tendón del muslo–.  (Gn 32, 23-33)

Jacob sigue sin estar contento consigo mismo, necesita reconciliarse con su pasado y de nuevo en la noche se experimenta solo y débil, con miedo a las represalias de su hermano y con un futuro incierto. El río que ha de traspasar se convierte en la frontera simbólica del cambio existencial que necesita dar a su vida. Penuel es el lugar de encuentro “cara a cara” con Dios. El encuentro se presenta como una lucha, un desafío. Al comienzo Jacob no sabe con quién lucha, pero el combate hasta el amanecer le va revelando de quién se trata. Dios lo coge por sorpresa, no le da tiempo a planear una estrategia y Jacob siente la amenaza, pero a la vez también la atracción. Hay certezas, pero a la vez oscuridad. Jacob lucha con Dios, pero en realidad lucha consigo mismo con su egoísmo, con su mentira, con el miedo a perder el control. El Señor le obliga a confesar su nombre, es decir, su pecado, su forma de ser y de actuar. El nombre de Jacob significa el suplantador. Tras la noche Jacob es una persona nueva, se ha dejado conquistar por Dios y recibe un nombre nuevo: Israel, símbolo de su nueva existencia marcada por la debilidad fortalecida y sus propias fuerzas derrotadas. La articulación dislocada de su muslo, su cojera, será el signo de lo que ha acontecido. Aquí queda enterrado el estafador embustero y nace una persona nueva. Con su fe y su oración Jacob/Israel ha superado la noche oscura; reconciliado con Dios, puede pedirle perdón a su hermano.

También nosotras hemos recibido un nombre nuevo: cristianas. Cristo significa el Ungido. Podemos ver esa lucha de Jacob en la que recibe la bendición de Dios como el aceite con el que un día, el día de nuestro bautismo, nos ungieron. Y también como el aceite que más tarde, en nuestra confirmación nos volvió a ungir. Hoy es un día muy propicio para volver a esos dos acontecimientos de nuestra vida, al bautismo y a la confirmación, ya que hoy en muchos lugares se reúnen el obispo, los sacerdotes y el pueblo para bendecir y consagrar los distintos aceites, óleos con los que se ungirá a los nuevos bautizados, confirmados, catecúmenos y enfermos.

Ungir es preparar, fortalecer, capacitar a alguien para algo. Algunos de los grandes personajes del Antiguo Testamento fueron ungidos para realizar distintas misiones, algunos eran reyes y profetas. Otros reyes, jueces y profetas. Otros sacerdotes y profetas… hasta que con el Nuevo Testamento, llega JESÚS. Jesús es el UNGIDO por excelencia, porque Él viene a realizar la gran MISIÓN. Jesús viene a SALVARNOS, a hacer de cada uno de nosotros hijos e¡ hijas de Dios. Y para realizar su misión recibe el ESPÍRITU SANTO. El Espíritu está presente desde el primer instante de la vida de Jesús; “María concibe por obra y gracia del Espíritu Santo.” Como nos cuenta Lucas al principio de su Evangelio. Será la Santa Ruah quien descienda sobre Jesús en el Jordán y quien le acompañe después al desierto. Jesús se sabe habitado por el Espíritu y por eso hace suyas las palabras de la profecía; “El Señor me ha ungido para proclamar la Buena Noticia…” Para Jesús el Espíritu es algo propio, por eso al Espíritu le llamamos también Espíritu de Jesús. Y porque es algo suyo puede ofrecerlo, Jesús promete enviar su Espíritu. El aceite con el que somos ungidas en el Bautismo, la Confirmación o la Unción de Enfermos representa la fuerza del Espíritu, la marca de Dios en lo más profundo de nuestros corazones. Y ahora que nos ponemos en marcha, ahora que nos decidimos, una vez más, a acompañar a Jesús en estos días de su Pasión, vamos a dejarnos ungir, como él mismo se dejó.

Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los Ázimos. (…) Estando él en Betania, invitado en casa de Simón el Leproso, llegó una mujer con un frasco de perfume de nardo puro muy costoso. Quebró el frasco y se lo derramó en la cabeza. Algunos comentaban indignados: —¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haberlo vendido por trescientos denarios para dárselos a los pobres. Y la reprendían. Pero Jesús dijo: —Dejadla, ¿por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena conmigo. A los pobres los tendréis siempre entre vosotros y podréis socorrerlos cuando queráis; pero a mí no siempre me tendréis. Ha hecho lo que podía: se ha adelantado a preparar mi cuerpo para la sepultura. Os aseguro que en cualquier parte del mundo donde se proclame la Buena Noticia, se mencionará también lo que ella ha hecho.  (Mc 14, 1. 3-9)

Para ayudar a la reflexión personal.

Sueño de Jacob, Betel “Casa de Dios” (Gn 28, 10, 22)

Después de leer el relato ¿Es mi debilidad lugar de encuentro con Dios? ¿Me siento regalada con una bendición y una promesa? ¿Cómo siento a Dios compañero de camino? Rememoro junto a Dios los momentos en que me he sentido atraída por Dios, pero no acababa de confiar en él. ¿Cuáles son mis resistencias? Todos los altares son etapas de un camino que sigue abierto, dirigido hacia el futuro que marcan las promesas. Recorre los altares de tu historia personal con un corazón agradecido.

Jacob lucha con Dios, Penuel “Cara de Dios” (Gn 32, 23-33)

Jacob teme encontrarse con su hermano porque es consciente de su pecado. ¿Qué pecados, qué miedos necesito poner delante de Dios para poder acercarme a mis hermanos?

La cojera de Jacob se convertirá en el signo de su encuentro con Dios, de su bendición, ¿cuál

es tu cojera, esa herida por la que Dios ha entrado en tu vida y te ha dejado marcada para siempre?

El aceite con el que un día nos ungieron en nuestro bautismo o en nuestra confirmación es el símbolo del Espíritu, de la Santa Ruah. Es la fuerza que hemos recibido para responder al proyecto que Dios tiene sobre cada una de nosotras. ¿Cómo recibo el proyecto que Dios ha puesto en mi vida?

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Se levantó de la mesa…

Jueves, 29 de marzo de 2018
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041317-jn-13-1-15-660x330En la noche en que iba a ser entregado, Jesús realizó un gesto insólito: se levantó de la mesa distanciándose del lugar reservado a quienes presiden y se situó en el de los que, entonces y ahora, pertenecen a la categoría de “los que sirven”. Sabía que el lugar en que estemos situados condiciona nuestra mirada y por eso tomó distancia y adoptó la perspectiva que le permitía percibir otras dimensiones de la vida. Desde ese lugar se toca de cerca el barro, el polvo, el mal olor, la suciedad…, todo eso de lo que los sentados a la mesa creen estar a salvo o sencillamente ignoran y desprecian. A ras del suelo y en contacto con los pies de los demás, se produce un cambio de plano que revela lo elemental de cada persona, su desnudez, las limitaciones de su corporalidad. Y miradas desde ahí, cualquier pretensión de superioridad o dominio se descubre como ridícula y falsa.

Desde aquel lugar, el de “uno de tantos”, él veía cerca y dentro a los que otros consideraban lejos y fuera y, en cambio, los de arriba resultaban estar abajo. Porque para él los más, los mayores y los importantes eran aquellos que a nuestros ojos son menos. El lugar en que había decidido situarse había creado esta “revolución de adverbios” que tanto nos sobresalta y a la que tanto nos resistimos. La sola posibilidad de ese desplazamiento nos resulta amenazadora porque nos saca del terreno de lo conocido y nos invita a descubrir nuevos significados que no coinciden con los que consideramos evidentes. Y sin embargo él se lo exigirá a quien quiera seguirle: tendrá que estar dispuesto, lo mismo que él, a “no tener dónde reclinar la cabeza”, a ir más allá de todo aquello en lo que la cabeza (la de ellos y la nuestra) “se reclina”, descansando en lo que se cree saber, controlar o dominar.

Dolores Aleixandre

Fuente Fe Adulta

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“El cuerpo de Jesús”, por Carlos Osma

Jueves, 29 de marzo de 2018
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crossDe su blog Homoprotestantes:

Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo (Mc 14,22).

El cuerpo de Jesús es un elemento central de la experiencia cristiana. De hecho, según la tradición, fue partido por todos nosotros (1 Cor 11:24). Muchos cristianos LGTBI al hablar sobre su propio cuerpo, podrían repetir aquella famosa frase que acuñó el colectivo de mujeres francés Ma Colère: “Mi cuerpo es un campo de batalla”. Por eso me propongo hacer una lectura sobre los últimos días de la vida de Jesús, desde esa experiencia tan nuestra de cuerpos que todavía están expuestos a la voluntad de poderes religiosos y políticos, para ser sometidos, transformados o eliminados.

“Entrando Jesús en el Templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el Templo. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas” (Mc 11,15).

Esta acción de Jesús al poco tiempo de entrar en Jerusalén, nos permite ver a un hombre que, a pesar de ser consciente del peligro, se mueve libremente y critica con su comportamiento un pilar fundamental de la sociedad y la religión israelita: el Templo. El cuerpo de Jesús no es un cuerpo hegemónico, es cierto que hay muchos otros “por debajo” del suyo, pero su acción no tiene un origen en el derecho de su cuerpo a actuar de una manera que a todas luces se nos presenta como violenta. Algunas personas podrían entender que el cuerpo de Jesús al ser dotado de la categoría “hombre”, tenía más libertad para reaccionar de esa forma. Pero la incomodidad que el texto ha supuesto siempre para la mayoría de intérpretes cristianos, indica que dentro del espacio sagrado, un “hombre” debía de comportarse de otra forma. De hecho, se nos avisa que para los poderes religiosos, para las buenas personas, esta acción justifica una condena a muerte.

Los cuerpos de las personas LGTBI suponen indudablemente un ataque a muchos de los presupuestos sagrados que existen en nuestras sociedades. O mejor dicho, los cuerpos de las personas LGTBI que se atreven a moverse con libertad denunciando la compra venta de dignidades e indulgencias, ponen nerviosos a quienes han divinizado construcciones culturales como hombre y mujer, han dividido a los seres humanos en machos y hembras, y han determinado cuál debe ser el objeto de deseo de cada ser humano. La voz profética de las personas LGTBI anuncia, ante el escándalo de quienes viven de los beneficios de la heteronormatividad y el patriarcalismo, que los Templos erigidos por estas ideologías, y que los cuerpos creados a su imagen y semejanza, serán destruidos por el mismo Jesús. Los ladrones que intentaron utilizar la casa de Dios en beneficio de sus intereses, se quedarán sin nada. Y aparecerá un nuevo Templo a través del cual todas las naciones, todos los cuerpos, independientemente de cualquier condicionante; podrán hacer sus oraciones a Dios. Los negocios humanos habrán acabado, y todo ser humano, tendrá libre acceso para hablar con Dios.

“Y cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar” (Mc 14,17).

Hay quien cree estar vendiendo el cuerpo de un amigo, para ganar unas monedas, y al cabo de unos días acaba colgando el suyo por el cuello en un árbol. Evidentemente quien no respeta el cuerpo de quien ha sido capaz de actuar con dignidad, es difícil que lo haga con el suyo. Es posible que todo tenga un precio, también los seres humanos, el de Jesús fueron 30 monedas de plata, o mejor dicho, ese fue el precio por el que Judas Iscariote se vendió. La traición siempre comienza cuando el traidor determina el valor que él mismo tiene. Estoy convencido de que los sacerdotes le hubieran dado mucho más si lo hubiera pedido, las arcas del Templo estaban a rebosar en esa época por las ofrendas que los peregrinos realizaban, pero Judas tenía interiorizado que valía muy poco. No es fácil desprenderse del autodesprecio, de la baja autoestima; hay muchas personas a las que les cuesta tener la seguridad necesaria para que no haya suficientes monedas en los templos que puedan comprarles.

La experiencia nos dice que nuestros mayores enemigos se sientan a la mesa con nosotros. Muchas de las personas a las que les gustaría enchufar cientos de cables a nuestro cuerpo para sanarlo, entregarlo a los Sumos Sacerdotes de la ortodoxia para que lo declaren impuro, o simplemente nos lanzan piedras todos los días; son personas LGTBI. Hombres y mujeres que se autodesprecian, que no son capaces de valorarse, que no saben lo que es amarse a uno mismo ni a otro ser humano. Ellos y ellas se viven a sí mismos y a los demás únicamente como cuerpos que se compran y se venden, desprendiéndoles de todo sentimiento y de toda empatía. El cuerpo es solo un objeto, y ellos han vendido el suyo para ser aceptados. El beso de Judas a Jesús puso en contacto dos cuerpos muy distintos: uno que tenía la dignidad suficiente para llegar hasta el final y mostrar su verdadera identidad, y otro invadido por el miedo y la culpa. Los dos acabaron siendo colgados, pero uno es origen de vida y redención, y el otro una muestra total de traición a uno mismo y a los demás.

“Y le golpeaban la cabeza con una vara, le escupían y, doblando la rodilla, le hacían reverencias. Después de burlarse así de él, le quitaron la capa de color rojo oscuro, le pusieron su propia ropa y lo sacaron para crucificarlo” (Mc 15,19-20).

Un Jesús que se movía libremente por un espacio, y en un momento, que debían controlar los poderes religiosos y políticos, era demasiado peligroso. En los márgenes, allí donde sus palabras eran solo incómodas, pero que no pasaban de ser las de un charlatán; su riesgo era mucho menor. Se pueden aceptar ciertos cuerpos incómodos, siempre que estos acepten formar parte de la marginalidad, de la insignificancia que no trastoca nada. Pero Jesús al no reconocer esta división espacial y temporal de los cuerpos, permite hacernos ver que ningún poder, por grande que sea, puede hacer lo que quiera. Por eso los sacerdotes, por miedo a las revueltas, tienen que buscar el momento y el lugar necesario para apresar a Jesús. Sus acciones inhumanas también tienen lugar en los márgenes, en la oscuridad de la noche y fuera de la ciudad. Y después de allí, una vez aislado el cuerpo de Jesús del resto de cuerpos, es juzgado. La ley, no es quien salvaguarda la convivencia, sino que es una herramienta que el poder utiliza en beneficio propio. No hace falta forzarla, leerla literalmente es suficiente para condenar a quien no rige con ella su vida. Y entonces, aquel cuerpo que se movió libremente anunciando la salvación y un mundo nuevo, se convierte en un mensaje claro del poder opresor y piramidal que pueden leer el resto de seres humanos. Los latigazos, los golpes, la corona de espinas, el camino obligado arrastrando una cruz, deforman el cuerpo de Jesús convirtiéndolo simplemente en una caricatura de quien realmente era. Esos cuerpos maltratados solo tienen una posibilidad, la crucifixión y la muerte; en ellos escribe el poder su violencia. Esa es la forma de asegurar la paz, de hacer cumplir la ley, y de ser fieles a la voluntad divina.

Las personas LGTBI en realidad no somos ningún problema para nadie siempre y cuando nos mantengamos en la periferia. Llenas están las iglesias y las sociedades de este tipo de personas que utilizan su libertad para sobrevivir intentando pasar desapercibidas, y levantando su voz solo cuando saben que no habrá ninguna consecuencia. Y tienen todo el derecho a hacerlo, seguir el camino de Jesús no es una obligación para nadie, y nadie debería seguirlo sin saber cuáles pueden ser sus consecuencias. No es cierto que no podamos cambiar las cosas, que no podamos hacer caer el sistema heteronormativo y patriarcal que nos rodea, de eso nos percatamos cuando vemos las reacciones de los poderes opresores cuando ocupamos con nuestros cuerpos los lugares que ellos consideran de su propiedad. Los cuerpos de lesbianas, gais, trans, intersexuales, bisexuales, queer… que se atreven a pedir leyes, normas, acciones, lecturas que les integren; son rápidamente interpretados como una amenaza por los cuerpos dominantes. Y es entonces cuando se revela la verdadera naturaleza de estos poderes dispuestos a todo por defender sus privilegios. Su forma de actuar siempre es la misma, separarnos del resto de cuerpos, asilarnos y juzgarnos con unas leyes que no son las nuestras para declararnos culpables. Después comienza el proceso de degradar y destrozar nuestros cuerpos, mostrándolos al resto del mundo como no son, para justificar que son dignos de ser crucificados; y para advertirles que no se permitirán disidencias, que habrá que pagar un precio muy alto. La cruz de Jesús es el lugar por el que las personas LGTBI no queremos pasar, pero paradójicamente sabemos que la liberación de nuestros cuerpos transita necesariamente por ella. A unos nos lo dice la experiencia, a otras la evidencia.

“Después se apareció Jesús, bajo otra forma, a dos de ellos que caminaban dirigiéndose al campo” (Mc 16,12).

Decía Pablo que “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación y vana es también nuestra fe” (1Cor 15,14). En el evangelio de Marcos se nos explica que el cuerpo traspasado de Jesús fue bajado de la cruz y depositado inerte dentro de un sepulcro. Pero se afirma también que el silencio no fue la última palabra que Dios pronunció sobre ese cuerpo, sino que él mismo lo llamó de nuevo a la vida y lo resucitó. El Dios creador dignificó el cuerpo que el poder religioso y político pretendió humillar. Y no lo hizo borrando las huellas de las heridas recibidas, sino manteniéndolas, para mostrar que el nuevo cuerpo no es una aniquilación del anterior, sino una recreación suya. El cuerpo golpeado, azotado y traspasado de Jesús, no es el que Dios deseaba para él, ni tampoco para ningún otro ser humano; pero fue ese cuerpo desechado por todos, el que Dios levantó de la muerte para hablarnos de esperanza. La esperanza no es la ausencia de corporeidad, ni el olvido, ni la negación de lo ocurrido; la esperanza es la transformación de cuerpos que yacen muertos en la oscuridad de algún sepulcro, en cuerpos llenos de vida que se mueven con libertad en un mundo más justo. No se trata de una nueva creación estrictamente, sino de una recreación. No se trata de la revelación de un Dios todopoderoso que es capaz de volver a crear tantas veces como sea necesario, sino de anunciar a un Dios que se pone del lado de los que han padecido la humillación en sus propios cuerpos, para dignificarlos y llamarles hijas e hijos.

La última palabra para las personas LGTBI no es la cruz y la muerte, sino la resurrección y la vida. Aquí reside verdaderamente la esencia de la fe cristiana para nosotras, no en la repetición de unos versículos sacados de contexto o en la sumisión a una jerarquía determinada. El daño que lesbianas, queer, intersexuales, bisexuales, gais… hemos sufrido, las crucifixiones que padecidas en nombre de la seguridad, la tradición o la voluntad divina; han generado un impacto imborrable en nuestra vida y en nuestro cuerpo. Pero si nos quedamos atrapados en este paso, y nos resistimos a bajar de la cruz y a salir después del sepulcro; no habrá resurrección para nosotros. El mensaje cristiano no es el abrazo del dolor y los padecimientos, sino la esperanza de que a pesar de nuestras heridas podemos tener una vida plena. No ganarán los verdugos, ganará la voluntad de Dios, del Dios de Jesús, ese que siempre está al lado de los que son negados. Y ese Dios no quiere nuestros cuerpos colgando de un madero, allí lo han puesto quienes ven amenazado su poder por ellos; los quiere vivos, dando testimonio de que el Reino irrumpe irremediablemente. Esa es la comisión que se nos ha encomendado: “Id por todo el mundo y anunciad a todos la buena noticia” (Mc 16,15) de que al final, gana la vida.

Carlos Osma

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Contemplar y comprender.

Jueves, 29 de marzo de 2018
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lavatorio-5Hermanos, hoy Dios se nos revela como servidor. Quiere reunirnos, sentarnos a su mesa, lavarnos los pies y mirarnos a los ojos y al corazón. Oremos.

Jesús, danos ojos para contemplar y comprender

Jesús nos reúne porque no quiere que faltemos ninguno a la fiesta. Nos reúne porque nos ve y siente dispersos. Nos reúne y nos quiere estrechar contra su pecho, como al discípulo amado. Le gusta vernos aquí, formando comunidad.

Jesús, danos ojos para contemplar y comprender

Jesús nos sienta a su mesa porque es un signo de su amistad y confianza; porque nos ve débiles, pobres y hambrientos. En su mesa hoy nos sentimos personas con dignidad, hijos, hermanos, familia, y él sirve y se da, para que no nos conformemos con lo que tenemos y compartamos con los que no tienen.

Jesús, danos ojos para contemplar y comprender

Jesús, nos lava los pies. Es su forma de decirnos quién es él y cómo nos ama él. Es para decirnos que el amor no tiene reparos en tirarse al suelo y llegar hasta lo más bajo. Es para decirnos que el amor está hecho de esmero y ternura; de pasta recia y sufrida. Es para que comprendamos que el amor duele.

Jesús, danos ojos para contemplar y comprender

Jesús nos mira a los ojos y al corazón. Hablar de amor y entrega, de siervos y esclavos, de dignidad y vida sólo puede hacerse mirando a los ojos y al corazón; poniendo al descubierto lo que El es y lo que somos nosotros. Deja actuar hoy a Jesús…

Jesús, danos ojos para contemplar y comprender

Padre bueno, el Evangelio de hoy es, no sólo una llamada e invitación a amar rompiendo todos los límites, sino también la experiencia de lo que es sentirse amados por un amor sin medida, gratuito y entrañable como es el tuyo. Te damos gracias Padre, por ponernos delante a tu hijo Jesús.

Vicky Irigaray

Fuente Fe Adulta

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