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“Por delante de nosotros”. 28 de septiembre de 2014. 26 Tiempo ordinario (A). Mateo 21, 28-32

Domingo, 28 de septiembre de 2014
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49-OrdinarioA26Un día Jesús pronunció estas duras palabras contra los dirigentes religiosos de su pueblo: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de de Dios”. Hace unos años pude comprobar que la afirmación de Jesús no es una exageración.

Un grupo de prostitutas de diferentes países, acompañadas por algunas Hermanas Oblatas, reflexionaron sobre Jesús con la ayuda del libro Jesús. Aproximación histórica. Todavía me conmueve la fuerza y el atractivo que tiene Jesús para estas mujeres de alma sencilla y corazón bueno. Rescato algunos de sus testimonios.

.“Me sentía sucia, vacía y poca cosa, todo el mundo me usaba. Ahora me siento con ganas de seguir viviendo porque Dios sabe mucho de mi sufrimiento… Dios está dentro de mí. Dios está dentro de mí. Dios está dentro de mí. ¡Este Jesús me entiende!…”.

.“Ahora, cuando llego a casa después del trabajo, me lavo con agua muy caliente para arrancar de mi piel la suciedad y después le rezo a este Jesús porque él sí me entiende y sabe mucho de mi sufrimiento… Jesús, quiero cambiar de vida, guíame porque tú solo conoces mi futuro…”

.“Yo pido a Jesús todo el día que me aparte de este modo de vida. Siempre que me ocurre algo, yo le llamo y él me ayuda. El está cerca de mí, es maravilloso… Él me lleva en sus manos, él me carga, siento la presencia de él…”

. “En la madrugada es cuando más hablo con él. Él me escucha mejor porque en este horario la gente duerme. Él está aquí, no duerme. Él siempre está aquí. A puerta cerrada, me arrodillo y le pido que merezca su ayuda, que me perdone, que yo lucharé por él…”

. “Un día yo estaba apoyada en la plaza y dije: Oh, Dios mío, ¿será que yo solo sirvo para esto? ¿Solo para la prostitución?… Entonces es el momento en que más sentí a Dios cargándome, ¿entendiste?, transformándome. Fue en aquel momento. Tanto que yo no me olvido. ¿Entendiste?…”

. “Yo ahora hablo con Jesús y le digo: aquí estoy, acompáñame. Tú viste lo que le sucedió a mi compañera (se refiere a una compañera asesinada en un hotel). Te ruego por ella y pido que nada malo suceda a mis compañeras, Yo no hablo, pero pido por ellas pues ellas son personas como yo…”

. “Estoy furiosa, triste, dolida, rechazada, nadie me quiere, no sé a quien culpar, o sería mejor odiar a la gente y a mí, o al mundo. Fíjate, desde que era niña yo creí en Ti y has permitido que esto me pasara… Te doy otra oportunidad para protegerme ahora. Bien, yo te perdono, pero por favor no me dejes de nuevo…”

José Antonio Pagola

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“Recapacitó y fue.” Domingo 28 de septiembre de 2014. 26º Domingo de Tiempo Ordinario

Domingo, 28 de septiembre de 2014
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two_sonsLeído en Koinonia:

Ezequiel 18,25-28: Cuando el malvado se convierte de su maldad, salva su vida.
Salmo responsorial: 24: Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
Filipenses 2,1-11: Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.
Mateo 21,28-32: Recapacitó y fue.

La conversión de aquellos que el sistema religioso considera pecadores debería ser una señal profética con el poder de arrastrar a todos hacia el camino del bien. Sin embargo, esto no es lo que ocurre. Cada sistema religioso organiza sus valores en escalas jerárquicas en las que cuenta más la posición que la propia conciencia. El profeta Ezequiel y el evangelio se refieren a esta terrible realidad: los que se consideran a sí mismos salvados son incapaces de cambiar su manera de pensar para abrirse a la acción de Dios. Los más ilustres representantes de la religión (sacerdotes judíos, fariseos, escribas, etc.) incurren en el pecado de la falsa conciencia religiosa, es decir en la pretensión injustificada de considerarse salvados por sus propios méritos y no por la gracia de Dios. Pablo nos presenta una aguda reflexión sobre este problema y nos llama la atención sobre aquellos elementos de discernimiento que nos permiten evaluar nuestras prácticas cotidianas a la diáfana luz del amor misericordioso y del servicio solidario.

El profeta Ezequiel llama la atención a su pueblo, envuelto en intrigas, enajenado por las permanentes conspiraciones contra el imperio babilonio. La situación era extremadamente precaria luego de la primera deportación en el año 597 a.e.c. Los líderes del pueblo habían sido obligados a marchar a tierras extranjeras y vivían en condiciones extremadamente precarias. La situación en Jerusalén era extremadamente volátil. La falta de discernimiento, la manipulación de los sentimientos patrióticos y el oportunismo de los nuevos lideres los dejaban a la merced de una nueva y devastadora intervención de Babilonia como efectivamente ocurrió en el año 587 a.e.c. En medio de tanta tensión, caos y confusión el profeta hace un llamado a la cordura y al buen juicio. La falsa consciencia religiosa estaba inflando los planes de las autoridades del Templo y de los altos funcionarios de la corte. Se consideraban a sí mismos propietarios de la salvación y personas más allá del ‘bien y del mal’. Ezequiel los llama a la humildad y la honestidad, al servicio al pueblo y a la justicia, pues, en nombre del bien de la patria no cesaban de cometer crímenes e injusticias que contradecían el fundamento jurídico y ético de la alianza de Yahvé con su pueblo. Considerarse a si mismo justo, mientras se comenten las peores atrocidades no es sino un engaño inútil. El bien consiste en el respeto del derecho y en la práctica de la justicia.

La parábola que hoy nos propone Jesús, denuncia igualmente la falsa conciencia religiosa. La viña es la realidad del mundo, en la que el trabajo siempre es arduo y urgente. A esa viña el Padre envía a sus dos hijos. La respuesta de los dos es ambigua. Sin embargo, sólo el compromiso del que inicialmente se había negado al trabajo nos permite descubrir quién actúo coherentemente. De este modo Jesús denuncia a aquellos dirigentes y a todo el pueblo que públicamente se compromete a servir al Señor, pero que es incapaz de obrar de acuerdo con sus palabras. Actitud que contrasta con aquellos que aunque parecen negarse al servicio, terminan dando lo mejor de sí en la transformación de la viña.

Esta parábola plantea un dilema que pone al descubierto la praxis de sus oyentes y que, leída a la luz de los acontecimientos de la época de Jesús nos muestra cómo los que eran considerados pecadores por el aparato religioso eran, en realidad, los únicos atentos a la voz del profeta. La conversión no es un asunto de solemnes proclamas o de prolongados ejercicios piadosos, sino un llamado impostergable a la justicia y al discernimiento. Las palabras de Jesús herían la sensibilidad religiosa de sus contemporáneos que se consideraban auténticos seguidores de Yavé e inigualables hombres de fe, porque colocaba delante de ellos el testimonio de aquellas personas que eran consideradas una lacra social: las prostitutas y los publicanos.

Prostitutas y publicanos no sólo eran profesiones terriblemente despreciadas, sino que quienes las ejercían eran considerados personas asquerosas e inadmisibles entre la gente de bien. Jesús ridiculiza todas esas valoraciones lanzadas desde los pedestales del sistema religioso y muestra, con los hechos, que ni siquiera la presencia de un profeta tan grande como Juan Bautista es capaz de transformar las conciencias anquilosadas y estériles de aquellos que se consideran salvados únicamente por el alto cargo que ejercen en el aparato religioso.

Pablo nos muestra la misma realidad, desde el interior de la comunidad cristiana. Los creyentes, por sus mismas buenas intenciones, están más expuestos a crearse una falsa conciencia religiosa que los lleve a considerarse superiores a los demás o definitivamente salvados. El único criterio para determinar la autenticidad de las prácticas cristianas es lo que el llama ‘entrañas de misericordia’, o sea, el amor incondicional por aquellas personas excluidas y víctimas de la opresión y la miseria. Para Pablo, los cristianos no se pueden examinar únicamente a la luz de criterios piadosos, sino a la luz de la práctica de Jesús que actuó siempre en el mundo con entrañas de misericordia.

Más allá de una interpretación limitada al contexto judío del momento de Jesús, esta palabra suya puede y debe elevarse a categoría universal y a principio teórico: el de la primacía del hacer sobre el decir, de la praxis sobre la teoría. Un hermano dijo que sí, muy dispuesto, pero sus hechos desmintieron sus palabras: su palabra verdadera, su palabra práctica, fue un no. El otro hermano pareció estar desde el princpio fuera del camino de la salvación, por sus palabras negativas e inaceptables; pero a pesar de sus palabras, él de hecho fue a la viña, «hizo» la voluntad del Padre. Decir/hacer, teoría/praxis: el Evangelio está claramente decantado a un lado, sin vacilaciones, en estas disyuntivas. Leer más…

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Dom 28. IX. 24. Publicanos y prostitutas por el Reino

Domingo, 28 de septiembre de 2014
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

 Domingo 26. Tiempo ordinario, Mt 21, 28-32. Os precederán no sólo en el Reino Futuro de los Cielos, sino en la misma tierra, en este mundo donde el Dios de Cristo va construyendo su morada.

Ellos, varones y mujeres, expulsados, marginados, escoria de la tierra…, son los portadores del Reino de Dios, por encima de los sabios fariseos, de los altos sacerdotes, de los representantes de la Gran Sociedad de las finanzas y la empresa, los ejércitos y mandos que se creen supremos en la tierra.

Ésta es la paradoja, éste el misterio el misterio de la Trinidad hecho Vida en la vida de los hombres . Así lo anuncia y propone este evangelio escandaloso y consolador. No se dice que “os precederán” (en el futuro, en el Reino final del cielo), sino que os preceden ya (en este mundo), como Jesús que precede a los suyos en el camino de Jerusalén. Por eso quiero hablar en esta postal de publicanos y prostitutas por el Reino , fijándome de un modo especial de las prostitutas, en el amplio sentido de la palabra, pues de los publicanos he hablado más en otras ocasiones.

Aquí está el escándalo: el Reino de Dios no lo construyen los sabios empresarios, sacerdotes de Jerusalén, soldados del imperio sagrado (ellos construyen lo que saben y pueden, sus sistemas económicos, sacrales o políticos). El Reino lo construyen desde aquí, con Jesús, como hijos de Dios y con su fe, los publicanos y las prostitutas.Texto para temblar, texto para saltar de alegría.

imageswEste evangelio sigue en la línea del domingo pasado, donde se decía que el “señor” concede igual salario a todos los trabajadores, de primera y de última “redada”. Ahora vemos que los verdaderos trabajadores del Reino son los publicanos y prostitutas, expulsados sociales y personales, la “piedra desechada” que Dios ha convertido en Piedra Angular de su Edificio divino y humano, como seguirá diciendo el evangelio de Mateo (Mt 21, 42; Sal. 118).

Evidentemente, la liturgia de este domingo ha puesto como texto clave el Himno de Filipenses (Flp 2, 6-11), del Dios hecho esclavo, allá, entre la basura de la buena sociedad, como la mujer de la segunda imagen. Sin duda, este evangelio debe matizarse luego con cuidado en la marcha de la vida, pero sin desvirtuar su fuerte espíritu, su intenso mensaje, como evoca la lección de Miguel, al comienzo de este comentario. Buen domingo a todos.

TEXTO

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acerco al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.” Él le contestó: “No quiero.” Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor.” Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?” Contestaron: “El primero.”

Jesús les dijo: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os proceden (os llevan la delantera) en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis. (Mt 21, 28-32).

INTRODUCCIÓN

De los publicanos (es decir, de los vendidos y manipulados por dinero) he hablado con bastante frecuencia en este blog, al comentar el evangelio de Lucas (Jesús con publicanos, parábola del fariseo y del publicano…) y en diversos temas económicos. Por eso destaco hoy algo más el tema de las prostitutas, para ocuparme después, sencillamente, del texto de Jesús, dejándolo ante los lectores, para que ellos vean, entiendan, comenten.

¿METEMOS A LAS PROSTITUTAS EN UNA CASA DE ACOGIDA… O NOS DEJAMOS CAMBIAR CON Y POR ELLAS?

La tradición cristiana posterior ha sentido casi siempre dificultades en este campo. A las prostitutas en general se las ha seguido utilizando o, en el mejor de los casos, se las ha metido en casas de arrepentimiento y conversión. En muchos lugares de Castilla (como aquí en Salamanca) se recuerdan las “casas de arrecogías” para convertir a prostitutas… Pues bien, parece que Jesús no quiere convertirlas de esa forma, sino descubrir “su fe” (con la fe de los publicanos), para iniciar desde ahí (con ellas) su camino.

No son los buenos “hijos mayores” los que tienen que convertir a las prostitutas, para “meterlas de nuevo en su sistema”. Son los hijos mayores los que deben descubrir la fe que hay en muchas prostituías y publicanos, para dejarse cambiar desde ellos y por ellos (desde ellas y por ellas). Lo que deben hacer los mayores es abrir un camino en el que están ya como primeros los publicanos y las prostitutas…

No es el buen sistema el que debe convertir (encerrar) a las prostitutas, sino que debe dejarse iluminar por ellas. El sistema debe construir un camino y una casa donde los primeros sean expulsados y oprimidos, publicanos y prostitutas, iniciando así un camino de conversión (de Reino).

Aquí la raiz, aquí la verdadera autoridad de la Iglesia: Ella es creíble en la medida en que sigue acogiendo como Jesús (con Jesús) a publicanos y prostitutas, que saben que ella (la iglesia) es su hogar y su casa.

KALUSNER, JESUS Y LAS PROSTITUTA

Quizá la mayor crítica contra la Iglesia que ha podido escuchar la vi en un libro de J. Klausner, buen judío (Jesús de Nazaret, Paidós, Bardelona 1974). Éste era su argumento:

— Los buenos judíos querían organizar un mundo bueno, según ley, cada uno en su lugar
— Jesús, judío radical, trastocó ese orden y quiso colocar primeros a prostitutas y publicanos..
— Pero la Iglesia posterior, con buen criterio (como los buenos judíos) volvió al orden anterior, poniendo en su sitio (fuera del lugar sagrado) a las prostitutas y demás “gente”, que merece un respeto, pero no el primer puesto.

MI AMIGO MIGUEL Y LAS PROSTITUTAS, AMIGAS DE JESÚS

He visto el otro día a mi alumno y amigo Miguel, a quien enseñaba esta cosas allá en los años setenta. Él aprendió más de lo que yo decía, y mucho mejor. Así se hizo “párroco” de grupos de miles de postitutas de San Pablo, Brasil. Un par de veces al año les celebraba una misa solemne. Y yo le pregunté:

— ¡No les darás la comunión sin confesarlas y convertilas primero, con propósito de la enmienda…!

Él me contestó, con humor gallego:

— Evidentemente, les doy la comunión a todas las que vienen y quieren y les animo a que vengan, porque Jesús les quiere… La conversión, cuando es posible, tiene que hacerse de otra forma, desde toda la sociedad…

Pero, Miguelito, has visto los cinco cardenales de Roma que, en contra del Papa Francisco, no quieren dar la comunión ni a los divorciados, diciendo que que Jesús esa serio…

— ¡A esos cinco cardenales y a otros los metía yo dos años en un barrio de prostitutas de San Pablo, a ver si aprendían algo de Jesús.

VOLVER A LA BIBLIA, LEY JUDÍA (Prostitutas que muchas veces no lo son)

La prostitución aparece en la Biblia desde los tiempos más antiguos tanto en la tierra de Israel como en los países del entorno (Gen 28, 15), como en los países del entorno (Jc 16, 1; Prov 2, 16; 29, 3). Ella ha sido especialmente condenada en dos casos: (a) un sacerdote, y sobre todo el Sumo Sacerdote, no puede casarse con una prostituta, pues ello implicaría un riesgo para su santidad y, sobre todo, para la limpieza genealógica de sus hijos (cf. Lev 21, 7.14); (b) un padre no puede prostituir a su hija para lograr así ganancias económica (cf. Lev 19, 29).

En estos casos, la prostitución se utiliza en su sentido literal. Pero, como suele suceder en otros pueblos, las palabras vinculadas con la prostitución han tomado pronto un carácter simbólico, de tipo casi siempre religioso y negativo.

En este contexto debemos poner de relieve el hecho de que, por contaminación patriarcalista, el Antiguo Testamento presenta como prostitutas a mujeres que, estrictamente hablando no lo son, sino que poseen y ejercen una independencia social que las hace autónomas ante la sociedad o ante su misma familia. Los casos más famosos son los de Rajab, la «hospedera» de Jericó, que recibe a los espías de Israel (Jos 2, 1-3; 6, 17-25), y la «concubina» del Levita de Jc 19, 1-3; más que prostitutas en el sentido normal, ellas son mujeres que gozan de una libertad especial, sea en contexto social, sea en contexto matrimonial.

(1) Casos especiales. Evocamos algunos casos en los que el simbolismo de la prostitución tiene un papel importante para la Biblia.

(a) Prostitutos sagrados. Han sido especialmente condenados en Israel los prostitutos y prostitutas agrados (llamados «santos» y «santas»: de la raíz qds), vinculados al culto de algunos tempos cananeos o de otras ciudades del entorno. En este contexto se sitúa la famosa ley del Deuteronomio: «No traerás la paga de una prostituta ni el precio de un perro [=prostituto sagrado] a la casa de Yahvé tu Dios por ningún voto; porque abominación es a Yahvé tu Dios tanto lo uno como lo otro» (Dt 23, 18); en este contexto parece suponerse que en algún momento ha existido dentro del mismo templo de Yahvé algún tipo de prostitución sagrada.

(b) La idolatría como prostitución. El caso más significativo de prostitución sagrada, de tipo perverso, es la que está vinculada con el culto a los ídolos que, al menos desde Oseas, aparecen como amantes falsos (vinculados a veces con prácticas sexuales que la religión de Yahvé condena como inmorales). Entendida así la prostitución es el pecado nacional de Israel, como supone Os 2, 1; Is 1, 21; Jer 13 27. Especialmente significativo es, en ese contexto, el largo capítulo de Ez 16, dedicado a las prostituciones de las dos doncellas de Dios, Israel y Judá.

JESUS, Y LAS PROSTITUTAS QUE LO SON

Las prostitutas os precederán en el Reino de los cielos.

— El Nuevo Testamento conserva los diversos sentidos de la palabra. Así, dentro de la retórica moral del tiempo, hallamos algunas condenas generales de la prostitución, como la que aparece la crítica del hermano mayor de Lc 15, 30 o de 1 Cor 6, 15-16. Leer más…

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Los gais y lesbianas os llevan la delantera. Domingo 26. Ciclo A.

Domingo, 28 de septiembre de 2014
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4-April-Orthodox-Calendar-2013Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El título intenta ser tan provocador e hiriente como las palabras del evangelio. Pero los únicos que deben sentirse heridos son los que desprecian a gais y lesbianas, igual que los antiguos judíos que despreciaban a prostitutas y publicanos (recaudadores de impuestos)

Lucha a muerte en el recinto del templo

La liturgia, saltándose numerosos relatos evangélicos, nos traslada de repente a la inmensa explanada del templo de Jerusalén, en el día que nosotros conocemos como lunes santo. El día antes, Jesús ha entrado triunfalmente en Jerusalén, ha purificado el templo, expulsando a vendedores de animales y cambistas de monedas, y ha curado en el recinto sacro a cojos y ciegos, personas a las que les estaba absolutamente prohibida la entrada en el templo. Es fácil imaginar la indignación de los sacerdotes y de los escribas (representantes de moralistas, canonistas y teólogos). Ese día, domingo de ramos, se limitan a protestar. Pero al día siguiente, cuando Jesús vuelve a Jerusalén y al templo, todos los grupos con poder religioso y político se irán turnando para ponerlo en aprieto con las preguntas más comprometidas y poder condenarlo.

            La primera pregunta, la más directa, la formulan los sacerdotes y los senadores (representantes del poder político), pensando en lo ocurrido el día antes: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado esa autoridad?» Jesús se encuentra ante una disyuntiva. Si responde: «De Dios», lo pueden acusar de blasfemo. Si dice: «de mí mismo», lo considerarán un loco o un vulgar revolucionario. Evita la respuesta directa y les tiende una trampa. Ya que ellos son los jueces religiosos de Israel, y como tales lo interrogan, que den su opinión sobre otro personaje famoso: Juan Bautista. «El bautismo de Juan, ¿de dónde venía, de Dios o de los hombres?» Ellos, viendo el peligro de comprometerse en un sentido o en otro, responden: «No lo sabemos». Y Jesús termina con un escueto: «Pues yo tampoco os digo con qué autoridad hago esto». E inmediatamente pasa al contrataque, con una parábola que sólo transmite el evangelio de Mateo: la de los dos hijos (21,28-32).

Obras son amores, y no buenas razones

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

― ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”  Él le contestó: “No quiero.” Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor” Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?

Contestaron:

― El primero.

Jesús les dijo:

― Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.

           La historieta que propone Jesús es tan fácil de entender que sus enemigos caen en la trampa. Un padre y dos hijos. ¿Quién cumple la voluntad del padre? ¿El hijo protestón y maleducado que termina haciendo lo que le piden, o el hijo amable y sonriente que hace lo que le da la gana? La respuesta es fácil: el primero. Lo importante no es decir palabras bonitas; tampoco importa protestar mucho. Lo importante es hacer lo que el padre desea. «Obras son amores, y no buenas razones».

            Pero Jesús saca de aquí una consecuencia asombrosa. Es preferible vivir de mala manera, si al final haces lo que Dios quiere, que vivir de forma aparentemente piadosa y negarse a cumplir la voluntad de Dios. Dicho con las palabras hirientes del evangelio: es preferible ser prostituta o ladrón, si al final te conviertes, que pertenecer a cualquier organización o institución religiosa y ser incapaz de convertirse.

            ¿En qué consiste la conversión? Nueva sorpresa. No se trata de aceptar a Jesús y su mensaje, sino a Juan Bautista, que mostraba el camino de la justicia, de la fidelidad a Dios, como primer paso hacia el evangelio. Con ello, Jesús responde indirectamente a la pregunta que no habían querido responder las autoridades: «¿de dónde procedía el bautismo de Juan, de Dios o de los hombres?» El bautismo de Juan era cosa de Dios, su predicación marcaba el camino recto. Las prostitutas y los recaudadores, representados por el hijo protestón, pero obediente, creyeron en él. Las autoridades religiosas, representadas por el hijo tan amable como falso, no le creyeron.

¿Tirando piedras contra el propio tejado?

Lo curioso de esta interpretación de la parábola es que parece volverse contra Juan y contra Jesús. Los que dan testimonio a su favor son gente indigna de crédito, prostitutas y explotadores; quienes lo rechazan o se abstienen, personalidades religiosas de buena fama, los sacerdotes. Puestos a elegir, ninguna persona piadosa aceptaría la opinión de unos cuantos drogatas y unas pocas prostitutas en contra de lo que decida una Conferencia Episcopal.

            Además, el judío piadoso de tiempos de Jesús (como muchos cristianos piadosos de nuestro tiempo) está convencido de que no necesita convertirse. Y si en algo tiene que cambiar, el camino no deben indicárselo personas tan extrañas y discutibles como Juan Bautista, Martin Lutero King, Oscar Romero, Pedro Casaldáliga o el Papa Francisco.

Así adquieren pleno sentido las palabras de Jesús: «los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios». Para entrar en ese reino, hay que abrirse a una nueva forma de vida, aunque suponga un corte drástico y doloroso con la vida anterior. La institución religiosa seguirá firme en sus trece, incluso utilizará el argumento de la parábola para recha­zar a Juan y a Jesús. Pero el Reino se irá incrementando con esas personas indignas de crédito, pero que creen en quien les muestran el camino de una nueva forma de fidelidad a Dios. Esas personas que, como dice el profeta Ezequiel en la primera lectura, son capaces de recapacitar y convertirse.

Así dice el Señor: Comentáis: “No es justo el proceder del Señor”. Escuchad, casa de Israel: ¿es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.

Nota final

Para explicar el evangelio de este domingo he tenido que remontarme a diversos episodios anteriores. Por desgracia, la liturgia usa la técnica del zapping, saltando de un episodio a otro sin la menor lógica. Espero que dentro de dos o tres siglos se realice una mejor selección de los textos litúrgicos. Que así sea.

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Mirar la Cruz

Sábado, 27 de septiembre de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

Vangelis Kyris (10)

Mirar la cruz, es hacer memoria:
acordarse de la muerte y de la resurrección,
amar hoy hasta dar su vida,
esperar la llegada del hijo del Hombre.

Desde mi edad más joven, me llamaste a seguirte, Señor
Hoy, quiero totalmente entregárme a tí
y a tu cruz gloriosa, por el amor del mundo del sufrimiento.
¡ Qué sea tu testigo alegre con el fin de que descubra tu inmenso amor!

María, tú que has caminado hacia el calvario,
dame la fuerza de imitar a tu hijo,
me confío a tí porque sabes que soy demasiado débil.
Con este mundo de sufrimiento, María, oh, madre mía,
te doy gracias y te alabo por todo lo que me darás.

Amen.

*

Hermano Christophe de Tibhirine 1950-1996

 

 

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José Antonio Pagola publica “Grupos de Jesús” en PPC

Jueves, 18 de septiembre de 2014
Comentarios desactivados en José Antonio Pagola publica “Grupos de Jesús” en PPC

Hemos añadido el enlace a los Grupos de Jesús entre los nuestros por si se sdesea participar en ellos.

pagol2_560x280Invitación a participar en un itinerario de conversión individual y grupal al Evangelio

A la venta simultáneamente en España, Argentina, Colombia y México y en formato eBook

(PPC).- Grupos de Jesús es mucho más que un libro; es la invitación a participar en un itinerario de conversión individual y grupal a la alegría del Evangelio de Jesús y al proyecto humanizador de Dios. Un proceso que se está gestando en numerosos grupos en España y en América Latina desde hace tres años.

El recorrido ayudará a conocer mejor a Jesús y a arraigar en nuestra vida su mensaje. A través de 40 temas expuestos en 7 etapas, el libro ahonda de manera sencilla en lo esencial del Evangelio.

José Antonio Pagola ha ido sembrando este proyecto a través de numerosas charlas, cursos y encuentros con grupos y comunidades. Las experiencias, inquietudes, preguntas y comentarios que se suscitan en este itinerario podrán compartirse a través de la web www.gruposdejesus.com, una iniciativa novedosa en el ámbito del libro religioso en español y que abre las puertas a la comunicación entre grupos y el autor.

Tanto el libro, que ahora se pone a la venta simultáneamente en España, Argentina, Colombia y México y que está disponible en formato eBook, como el proceso ya están siendo noticia. El semanario Vida Nueva publica esta semana un reportaje sobre esta experiencia de conversión con la que los grupos de Jesús buscan volver a Él recuperando la frescura del Evangelio.

 En este vídeo, Pagola presenta un libro “muy importante para mí” -dice el autor- y la “propuesta de hacer un proceso personal y grupal ahondando en lo más sencillo del Evangelio”.

Más en www.gruposdejesus.com

Y en www.ppc-editorial.com/Pagola.html

Fuente Religión Digital

Biblioteca, Cristianismo (Iglesias), General, Iglesia Católica , , , , , ,

“Aprender a perder”. 31 de agosto de 2014. 22 Tiempo ordinario (A). Mateo 16, 21-27.

Domingo, 31 de agosto de 2014
Comentarios desactivados en “Aprender a perder”. 31 de agosto de 2014. 22 Tiempo ordinario (A). Mateo 16, 21-27.

45-OrdinarioA22El dicho está recogido en todos los evangelios y se repite hasta seis veces: “Si uno quiere salvar su vida, la perderá, pero el que la pierde por mí, la encontrará”. Jesús no está hablando de un tema religioso. Está planteando a sus discípulos cuál es el verdadero valor de la vida.

El dicho está expresado de manera paradójica y provocativa. Hay dos maneras muy diferentes de orientar la vida: una conduce a la salvación, la otra a la perdición. Jesús invita a todos a seguir el camino que parece más duro y menos atractivo, pues conduce al ser humano a la salvación definitiva.

El primer camino consiste en aferrarse a la vida viviendo exclusivamente para uno mismo: hacer del propio “yo” la razón última y el objetivo supremo de la existencia. Este modo de vivir, buscando siempre la propia ganancia o ventaja, conduce al ser humano a la perdición.

El segundo camino consiste en saber perder, viviendo como Jesús, abiertos al objetivo último del proyecto humanizador del Padre: saber renunciar a la propia seguridad o ganancia, buscando no solo el propio bien sino también el bien de los demás. Este modo generoso de vivir conduce al ser humano a su salvación.

Jesús está hablando desde su fe en un Dios Salvador, pero sus palabras son una grave advertencia para todos. ¿Qué futuro le espera a una Humanidad dividida y fragmentada, donde los poderes económicos buscan su propio beneficio; los países, su propio bienestar; los individuos, su propio interés?

La lógica que dirige en estos momentos la marcha del mundo es irracional. Los pueblos y los individuos estamos cayendo poco a poco en la esclavitud del “tener siempre más”. Todo es poco para sentirnos satisfechos. Para vivir bien, necesitamos siempre más productividad, más consumo, más bienestar material, más poder sobre los demás.

Buscamos insaciablemente bienestar, pero ¿no nos estamos deshumanizando siempre un poco más? Queremos “progresar” cada vez más, pero, ¿qué progreso es este que nos lleva a abandonar a millones de seres humano en la miseria, el hambre y la desnutrición? ¿Cuántos años podremos disfrutar de nuestro bienestar, cerrando nuestras fronteras a los hambrientos?

Si los países privilegiados solo buscamos “salvar” nuestro nivel de bienestar, si no queremos perder nuestro potencial económico, jamás daremos pasos hacia una solidaridad a nivel mundial. Pero no nos engañemos. El mundo será cada vez más inseguro y más inhabitable para todos, también para nosotros. Para salvar la vida humana en el mundo, hemos de aprender a perder.

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde el mensaje liberador de Jesús. Pásalo

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“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo”. Domingo 31 de agosto de 2014. 22º domingo de tiempo ordinario.

Domingo, 31 de agosto de 2014
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Take_Up_Your_Cross_by_Angry_EyesLeído en Koinonia:

Jeremías 20,7-9: La Palabra del Señor se volvió oprobio para mí
Salmo responsorial 62: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Romanos 12,1-2: Presentad vuestros cuerpos como hostia viva
Mateo 16,21-27: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo

La liturgia de hoy centra la atención sobre las consecuencias dolorosas del ministerio profético y del seguimiento de Jesús. Tanto Jeremías como Mateo, llaman la atención sobre el conflicto que tienen que afrontar tanto el profeta como Jesús.

La experiencia del exilio marcó la vida del pueblo de Israel. Fue un momento muy doloroso que le exigió replantear su fe en el Dios de la Alianza. En este marco histórico se ubica el Profeta Jeremías.

Este pasaje pone de relieve el clamor del profeta porque Dios le ha seducido y le ha forzado, ha sido objeto de burla de todos y la palabra ha sido motivo de dolor y desprecio. Por eso el profeta ha querido desentenderse de la misión pero la Palabra ha sido más fuerte y, prácticamente, lo ha vencido.

La mayoría de los profetas bíblicos han sufrido experiencias similares a las de Jeremías. Son rechazados por sus propios hermanos y por las autoridades correspondientes. Muchos de ellos tuvieron que sufrir la muerte o el destierro. Pero pudo más la fidelidad a Dios y a su Pueblo que su propia seguridad y bienestar. La Palabra de Dios actúa en el profeta como un fuego abrasador que no lo deja tranquilo y lo mantiene siempre alerta en el cumplimiento de su misión.

La segunda lectura de la carta de Pablo a los cristianos de Roma utiliza un lenguaje imperativo. Estos versículos sirven de enlace entre la parte anterior de orden más indicativo. El lenguaje es exhortativo. Les habla no sólo como hermano en la fe sino con la autoridad del Apóstol. Les invita a hacer de su cuerpo una ofrenda permanente a Dios. El verdadero culto no se reduce a ritos externos sino que procede de una vida recta. El cuerpo, vehículo de la vida interior, debe ser un canto de alabanza y gratitud a Dios. En esto consiste la conversión para Pablo: en una vida totalmente transformada por el Espíritu de Dios, en el cambio de mentalidad, de valores, de horizonte. Sólo así se podrán tener los criterios de discernimiento para buscar, encontrar y realizar la voluntad de Dios.

En el evangelio nos encontramos con un bello esquema catequético «sobre el discipulado como seguimiento de Jesús hasta la cruz». Jesús pone de manifiesto a sus discípulos que el camino de la resurrección está estrechamente vinculado a la experiencia dolorosa de la cruz. El núcleo principal es el primer anuncio de la pasión. Pero los discípulos, simbolizados en la persona de Pedro, no han comprendido esta realidad. Ellos están convencidos del mesianismo glorioso de Jesús que se enmarca dentro de las expectativas mesiánicas del momento. Jesús rechaza enfáticamente esta propuesta, pues la voluntad del Padre no coincide con la expectativa de Pedro y los discípulos. Por eso Pedro aparece como instrumento de Satanás delante de Jesús para obstaculizar su misión.

El maestro invita al discípulo a continuar su camino detrás de él porque aún no ha alcanzado la madurez del discípulo. Luego Jesús se dirige a todos los discípulos para señalarles que el camino del seguimiento por parte del discípulo también comporta la cruz. No hay verdadero discipulado si no se asume el mismo camino del Maestro. El anuncio del evangelio trae consigo persecución y sufrimiento. Tomar la cruz significa participar en la muerte y resurrección de Jesús. La pérdida de la vida por la Causa de Jesús habilita al discípulo para alcanzarla en plenitud junto a Dios.

En el Bautismo hemos sido consagrados sacerdotes profetas y reyes. Por lo tanto la dimensión profética de nuestra fe es intrínseca a la consagración bautismal. Hoy no podemos prescindir del profetismo en el seguimiento de Jesús. Y sabemos que las consecuencias del profetismo, vinculado estrechamente a la misión evangelizadora, son la oposición, la persecución, el rechazo y el martirio. Muchos hombres y mujeres en distintas partes del mundo se han jugado la vida por la fe y la defensa de los valores evangélicos. Si se quiere seguir a Jesús en fidelidad tendremos que enfrentar muchas contradicciones, caminar a contravía de lo que propone el orden establecido, la cultura imperante y la globalización del mercado –que no es otra cosa que la globalización de la exclusión–.

Quisiéramos vivir un cristianismo cómodo, sin sobresaltos, sin conflictos. Pero Jesús es claro en su invitación: hay que tomar la cruz, hay que arriesgar la vida, hay que perder los privilegios y seguridades que nos ofrece la sociedad si queremos ser fieles al evangelio. ¿Cómo vivimos en la familia y en la comunidad cristiana la dimensión profética de nuestro bautismo? ¿Estamos dispuestos/as a correr los riesgos que implica el seguimiento de Jesús? ¿Conocemos personas que han vivido la experiencia del martirio por el evangelio? ¿Ya no es tiempo para mártires, o lo es para mártires de otra manera? Leer más…

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Dom 31 8 1. Pedro quiere vencer para instaurar el Reino

Domingo, 31 de agosto de 2014
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10569071_317227545121111_8094684761863658643_nDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 22 tiempo ordinario. Ciclo A. Mt 16, 21-27. Presenté el domingo pasado un primer comentario de este texto, oponiendo la estrategia de Jesús y de Mahoma, con ocasión de las pretendidas guerras santas de nuestro tiempo. Queda pendiente mi visión positiva de Pedro como “piedra” mesiánica de Jesús.

Pues bien, el mismo Simón que aparecía como Piedra de Cimiento (Papa, portador de las llaves) aparece ahora como Piedra de Tropiezo (Satanás), tentador/tentación, en el sentido original de “skandalon”: lo que hace caer).

Estamos pues ante dos “pedros” que son uno:

— Piedra base de la Iglesia, signo de comunión de las restantes piedras
— Piedra escándalo (Satán), riesgo de que toda la Iglesia se hunda.

Marcos 8 sólo citaba el primer rasgo, como si Pedro no hubiera cumplido todavía sus “deberes” de Piedra (cf. Mc 16, 7-8). Mateo 16 los une de forma sorprendente: Entre lo más alto (ser piedra de cimiento) y lo más bajo (ser escándalo satánico, riesgo de caída para el edificio) se ha dado y sigue dándose una intensa conexión que nos sitúa ante el principio, la historia y la actualidad de la Iglesia.

Desde ese fondo quiero evocar hoy el tema de un pedro-iglesia que resiste a Jesús, desde la perspectiva de las postales anteriores, que han tratado de la estrategia de violencia y de no violencia de Israel. Buen domingo.

Punto de partida

a. Principio. Tanto en la historia de Jesús como al principio de la Iglesia Pedro ha sido una figura ambivalente. Histórica ha sido su destino de “piedra”, histórico el “escándalo satánico” asociado a su figura. A pesar de (o quizá por) esa misma ambivalencia Pedro ha sido venerado en principio de la Iglesia, como signo de humanidad cristiana.

b. Historia. A lo largo de los tiempos, la Iglesia de Roma (no así la ortodoxa ni la protestante) ha tendido a silenciar el rasgo satánico de Pedro, vinculado al deseo de Poder Religioso (es decir de “no sufrir”). Por eso, ella ha destacado la función de Piedra Firme y Poderosa… olvidando a veces que la misma firmeza de esa Piedra puede convertirse en “escándalo”, haciendo tropezar y caer al mismo Cristo eclesial (¡eres escándalo para mí, dice Jesús!).

c. Actualidad. Nos hallamos hoy, como siempre, ante los dos rasgos de Pedro, tal como suele “encarnarse” en el Papa (su Vicario o Sucesor): es Piedra firme que une a la Iglesia; es Satanás-Escándalo, que pone en riesgo de caída el edificio de Jesús.

El mismo Pedro/piedra es dos cosas a la vez:

a. Piedra cimiento que sostiene todo el edificio (piedra de Dios)
b. Piedra escándalo que hace tropezar y caer (piedra de Satán)
Ambas cosas a la vez es Pedro (ha sido Pedro) según el evangelio que vamos a leer. Ambas funciones van unidas en la historia, aunque una debería desaparecer.

Texto: Mateo 16,21-27

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: “¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.” Jesús se volvió y dijo a Pedro: “Quítate de mi vista, Satanás, porque eres “escándalo” para mí (me haces tropezar); tú piensas como los hombres, no como Dios.” Entonces dijo a sus discípulos: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.”

1. El Hijo de Hombre tiene que sufrir.

Después de aceptar la respuesta de Simón (¡Tú eres el Cristo!) y de llamarle Pedro (¡Piedra de la Iglesia!), Jesús profundiza en el tema y entiende (interpreta) su mesianismo (su tarea de Reino) en una línea de entrega (hasta la muerte, si hace falta) a favor de los demás. No es Mesías el que gana y se impone, sino aquel que quiere y puede dar la vida (como indicado su mensaje de no-juicio, de perdón y amor al enemigo).

El tema no es ya sólo cómo viene el Reino de Dios, sino qué hace él (Jesús) y que hace Pedro para que venga. En un momento dado, Jesús ha descubierto que él debe encarnar y cumplir en su vida la verdad de su mensaje:

Ha de entregarse en amor, no para sufrir sin más (en gesto masoquista), sino para amar, regalando su vida hasta el final en Jerusalén y ratificando de esa forma su tarea, pues sólo así podrá hacer que llegue el Reino (de un modo distinto al que querían Pedro y los demás discípulos).

En esa línea, Jesús no aparece ya como Cristo sin más, sino como Hijo de hombre, en un sentido personal. No ha venido para instaurar un Reino por la fuerza, sino para encarnar en su vida la verdad y tarea del Reino, precisamente en Jerusalén, como quiere Pedro, pero subiendo allí sin armas, no para triunfar sin para amar (es decir, para encarnar y cumplir en su vida su propio mensaje).

Disputa con Pedro: Quítate de mi vista Satanás, pues eres escándalo para mí.

Pedro no acepta esa visión y ese proyecto de Jesús y así sigue pensando en aquello que el Reino ha de darle, atreviéndose a corregir a Jesús, en nombre de una buena tradición israelita. Pues bien, Jesús rechaza a Pedro y su manera de entender el mesianismo como triunfo propio.
En ese contexto, el evangelio recoge un duro enfrentamiento que ha debido darse al interior del grupo de Jesús, en el comienzo de la Iglesia: su proyecto de Reino resultaba discutible y ha sido discutido de hecho (en el tiempo de Jesús o en el tiempo de sus primeros discípulos). En el fondo de esa discusión se halla, sin duda, la forma en que Jesús y sus discípulos han interpretado la subida a Jerusalén y la llegada (implantación) del Reino.

Todo nos permite suponer que el texto actual de Mateo recoge controversias mesiánicas que debieron darse más tarde en la comunidad cristiana, pero en su base hay un fondo histórico: El mismo Jesús ha debido ir precisando el sentido de su envío y su tarea mesiánica, al servicio del Reino, presentándose en un momento dado como Hijo de hombre que entrega la vida por el Reino.

Este pasaje de Mateo (y de Mc 8, 27-33) actúa como bisagra, recogiendo, por un lado, la experiencia anterior del proyecto de Jesús (lo que él ha pretendido) y, abriendo, por otro, un camino que sólo se entenderá en Jerusalén y Roma, en el despliegue de la Iglesia primitiva, cuando se plantea la gran alternativa entre el poder para conseguir el Reino sin tener que morir (Pedro), o el amor que está dispuesto a morir por el Reino (en la línea de Jesús). Leer más…

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Pedro, portavoz de Satanás, y la parábola del maletín y el joyero. Domingo 22. Ciclo A

Domingo, 31 de agosto de 2014
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22-TOA-evDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

En el evangelio del domingo anterior, Pedro, inspirado por Dios, confiesa a Jesús como Mesías. Inmediatamente después, dejándose llevar por su propia inspiración, intenta apartarlo del plan que Dios le ha encomendado. El relato lo podemos dividir en tres escenas.

1ª escena: Jesús y los discípulos (primer anuncio de la pasión y resurrección)

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Pedro acaba de confesar a Jesús como Mesías. Él piensa en un Mesías glorioso, triunfante. Por eso, Jesús considera esencial aclarar las ideas a sus discípulos. Se dirigen a Jerusalén, pero él no será bien recibido. Al contrario, todas las personas importantes, los políticos (“ancianos”), el clero alto (“sumos sacerdotes”) y los teólogos (“escribas”) se pondrán en contra suya, le harán sufrir mucho, y lo matarán. Es difícil poner de acuerdo a estas tres clases sociales. Sin embargo, aquí coinciden en el deseo de hacer sufrir y eliminar a Jesús. Pero todo esto, que parece una simple conjura humana, Jesús lo interpreta como parte del plan de Dios. Por eso, no dice a los discípulos: «Vamos a Jerusalén, y allí una panda de canallas me va a perseguir y matar», sino «tengo que ir» a Jerusalén a cumplir la misión que Dios me encomienda, que implicará el sufrimiento y la muerte, pero que terminará en la resurrección.

Para la concepción popular del Mesías, como la que podían tener Pedro y los otros, esto resulta inaudito. Sin embargo, la idea de un personaje que salva a su pueblo y triunfa a través del sufrimien­to y la muerte no es desconocida al pueblo de Israel. La expresó un profeta anónimo, y su mensaje ha quedado en el c.53 de Isaías sobre el Siervo de Dios.

2ª escena: Pedro y Jesús (vuelven las tentaciones)

Jesús termina hablando de resurrección, pero lo que llama la atención a Pedro es el «padecer mucho» y el «ser ejecutado». Según Mc 8,32, Pedro se puso entonces a reprender a Jesús, pero no se recogen las palabras que dijo. Mateo describe su reacción con más crudeza:

Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:

― ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.

Jesús se volvió y dijo a Pedro:

― Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.

         Ahora no es Dios quien habla a través de Pedro, es Pedro quien se deja llevar por su propio impulso. Está dispuesto a aceptar a Jesús como Mesías victorioso, no como Siervo de Dios. Y Jesús, que un momento antes lo ha llamado «bienaventurado», le responde con enorme dureza: «¡Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar!»

Estas palabras traen a la memoria el episodio de las tentaciones a las que Satanás sometió a Jesús después del bautismo. El puesto del demonio lo ocupa ahora Pedro, el discípulo que más quiere a Jesús, el que más confía en él, el más entusiasmado con su persona y su mensaje. Y Jesús, que no vio especial peligro en las tentaciones de Satanás, ve aquí un grave peligro para él. Por eso, su reacción no es serena, como ante el demonio; no aduce tranquilamente argumentos de Escritura para rechazar al tentador, sino que está llena de violencia: «tú piensas como los hombres, no como Dios.» Los hombres tendemos a rechazar el sufrimiento y la muerte, no los vemos espontáneamente como algo de lo que se pueda sacar algún bien. Dios, en cambio, sabe que eso tan negativo puede producir gran fruto.

Esta función de tentador que desempeña Pedro en el pasaje y la reacción tan enérgica de Jesús nos recuerdan que las mayores tentaciones para nuestra vida cristiana no proceden del demonio, sino de las personas que están a nuestro lado y nos quieren. Frente a una mentalidad que mitifica y exagera el peligro del demonio en nuestra vida, es interesante recordar este episodio evangélico y unas palabras de santa Teresa que van en la misma línea. Después de contar las dudas e incerti­dumbres por las que atravesó en muchos momentos de su vida, causadas a veces por confesores que le hacían ver el demonio en todas partes, resume su experiencia final: «…tengo yo más miedo a los que tan grande le tienen al demonio que a él mismo; porque él no me puede hacer nada, y estotros, en especial si son confe­sores, inquietan mucho, y he pasado algunos años de tan gran trabajo, que ahora me espanto cómo lo he podido sufrir» (Vida, cap. 25, nn.20-22).

3ª escena: Jesús y los discípulos (parábola del maletín y el joyero)

Entonces dijo Jesús a sus discípulos:

― El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.

            No se conocían de nada, sólo les unió compartir dos asientos de primera clase. Ella colocó en el compartimento un elegante estuche con sus joyas. Él, un pesado maletín con su portátil y documentos de sumo interés. El pánico fue común al cabo de unas horas, cuando vieron arder uno de los motores y oyeron el aviso de prepararse para un aterrizaje de emergencia. Tras el terrible impacto contra el suelo, ella renunció a sus joyas y corrió hacia la salida. Él se retrasó intentando salvar sus documentos. El cadáver y el maletín los encontraron al día siguiente, cuando los bomberos consiguieron apagar el incendio. Extrañamente, ella recuperó intacto el estuche de sus joyas.

En tiempos de Jesús no había aviones, y él no pudo contar esta parábola. Pero le habría servido para explicar la enseñanza final de este evangelio. Para entender esta tercera parte conviene comenzar por el final, el momento en el que el Hijo del Hombre vendrá a pagar a cada uno según su conducta. En realidad, sólo hay dos conductas: seguir a Jesús (salvar la vida, renunciando al joyero) o seguirse a uno mismo (salvar el maletín a costa de la vida). Seguir a Jesús supone un gran sacrificio, incluso se puede tener la impresión de que uno pierde lo que más quiere. Seguirse a uno mismo resulta más importante, salvar la vida y el maletín. Pero el avión está ya ardiendo y no caben dilaciones. El que quiera salvar el maletín, perderá la vida. Paradójicamente, el que renuncia al joyero salva la vida y recupera las joyas.

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“Jesús no haría la pastoral vocacional de la Iglesia”, por Rufo González

Martes, 26 de agosto de 2014

21c6d7de73fe003fccf425df1812c02d_620x412Leído en la página web de de Redes Cristianas

¿“Llamaría” hoy Jesús como “llama” la Iglesia?

Cuando se trata de reclutar vocaciones para el Clero, la propaganda eclesiástica también utiliza medias verdades: “le espera un sueldo fijo, un trabajo gratificante y un buen hogar”.
Si esto fuera la verdad completa, la colas del paro se trasladarían de las Oficinas de Empleo a los seminarios o a los palacios episcopales (¡si Cristo lo viera! Mt 11,8; Lc 7,25). Basta preguntar dónde está ese chollo, para desvanecer toda esperanza. Lo primero: olvídate del “hogar”. No puedes casarte, hacer una familia, engendrar hijos, combate toda tu vida los instintos primarios, etc. Leamos la reflexión del buen amigo de este Blog, de Pepe Mallo, que nos obsequia con este artículo veraniego. Gracias.

Escribe Pepe Mallo:

“MUCHOS SON LOS LLAMADOS…” (¿En busca de las vocaciones perdidas?)

Si no lo leo no lo creo

Hace unos días (17 de julio), la Redacción de Religión Digital se destapó con este titular: “En busca de las vocaciones perdidas” y comienza su reseña con este texto:

“El más pequeño del grupo del seminario menor de Sevilla tiene 13 años, si continúa estudiando, le espera un sueldo fijo, un trabajo gratificante y un buen hogar. El sacerdocio ofrece una vida “diferente”, que no quiere decir “rara”, como afirma el rector del Seminario Metropolitano de Sevilla, Antero Pascual. Cuando el pequeño alumno termine sus estudios obligatorios y el bachillerato, si su fe es fuerte y siente la vocación, se ordenará sacerdote tras seis cursos de estudios teológicos y filosóficos.”

Un ilusionado futuro

En tiempo de crisis, tanto económica como eclesial, viene bien este eco publicitario de la Institución como reclamo. Se ofrece generosamente un ilusionado futuro, con un trabajo gratificante (sin riesgo de paro), un sueldo fijo, y sobre todo, un buen hogar (sin hipoteca); o sea, el sacerdocio como “medio de vida”. Para lo cual, sabiamente, se saca a los adolescentes de su hogar familiar, de su entorno escolar, de su ambiente de amigos y amigas y se le interna en un seminario donde el contacto con la familia y la sociedad será escaso o nulo. Con esta expectativa, comienza una vida de incertidumbre para los muchachos “llamados” en plena pubertad. Si después de acabar los estudios secundarios y el bachillerato, tras otros seis años de cursos filosóficos y teológicos, “siente la vocación, será ordenado sacerdote”. ¡¡¡Cuán largo me lo fiáis, Comendador!!!

“Comerciales” deDios

Hace pocos años, al comienzo de la crisis económica, ya la Iglesia española lanzó esta misma campaña el día dedicado al Seminario, casi con las mismas palabras que ha empleado este rector de Sevilla. Y digo yo. ¿La vocación la tiene ya el “aspirante”- lógicamente infundida por Dios- o le va a germinar en el “seminario” (que ya la palabra indica su función)? Si la vocación es una “llamada de Dios”, ¿por qué no “llama más”? Da impresión que Dios tiene poco poder de convocatoria, a pesar de ser todopoderoso. Claro, resulta que es que Dios no llama directamente, sino a través de… O sea que Dios, como cualificado empresario del culto, tiene sus “comerciales” que le simplifican y facilitan la labor de reclutamiento. Y además, son ellos mismos quienes realizan el casting y resuelven infaliblemente quién es realmente llamado por Dios y quién no. Así interpretan la frase “Muchos son los llamados y pocos los elegidos”.

¿Se intenta hacer futuro de un pasado frustrado?

Allá por los años cincuenta del siglo pasado, delegados de seminarios y congregaciones religiosas peinaban los pueblos en busca de vocaciones sacerdotales. (Me tocó vivir esa época). El sacerdote entonces gozaba de gran autoridad y prestigio. Muchos de aquellos chavales pueblerinos buscaban en el seminario una salida a su futuro, para muchos de ellos única alternativa para resolver su vida; comenzaba la crisis del campo y el éxodo rural. Y así se llenaron los seminarios, que llegaron a convertirse en “ciudades-convento”. Una década después, durante los años sesenta, aquellos muchachos estaban estudiando Teología, muchos de ellos sin una clara definición vocacional. En plena transición motivada por el Concilio Vaticano II, la figura del sacerdote va decayendo, los jóvenes se replantean su “proyecto de vida” y comienzan los abandonos. Y los seminarios fueron despareciendo, y sus espléndidas y magníficas construcciones se venden o cambian de cometido.

¿Se trata, pues, de volver hoy, quizás con rabiosa nostalgia, a aquellos añorados, prósperos y florecientes años ya desvanecidos? ¿Se intenta hacer futuro de un pasado frustrado? No lo quiera Dios.

Es evidente que, en este siglo XXI, la vocación sacerdotal no responde a las expectativas de éxito postuladas por la sociedad. La mentalidad y sensibilidad de las jóvenes generaciones crea un estilo juvenil, en general, muy ajeno a las in­quietudes vocacionales. Digámoslo claramente: ser cura no entra hoy como una posibilidad real dentro de las perspectivas vitales de la inmensa mayoría de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. No constituye ni siquiera una alternativa que se considere atenta­mente, aunque sea para descartarla. Es una propuesta que ni siquiera se plantea.

¿Qué convocatoria haría Jesús?

Por eso, a la hora de “convocar”, la respuesta a tal llamamiento dependerá de la diversidad de la oferta. Se habla de seminarios florecientes y de seminarios precarios. Yo creo que todo depende de la forma con que se presente esta convocatoria. Podríamos poner unos ejemplos sugerentes:

Propuesta de seminario: “Joven, Cristo te llama para ser “su elegido”, entre los más dignos de entre todos los cristianos. Serás “hombre de Dios”, instrumento en las manos de Dios. Vas a ser “consagrado” sacerdote, como Cristo, Sumo Sacerdote. Te llamarán padre y (mon)-señor; te harán reverencias y ocuparás los primeros puestos en las celebraciones. Cuando tus manos sean ungidas con el óleo sagrado, signo del Espíritu Santo, serán destinadas a servir al Señor como sus manos en el mundo de hoy. Y las palabras sagradas que pronunciarás serán capaces de transustanciar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, el gran sacramento de nuestra fe. El celibato será signo de tu entrega total absoluta y exclusiva a los demás sin sentirte atado por otros lazos que no sean los de Cristo. Tú, como elegido y pastor de almas, impondrás las leyes en tu “feudo”. Atarás y desatarás. Quien te alabe y te pelotee será bendito. Quien te critique y censure será arrojado a las tinieblas exteriores… Y serás dignísimo sacerdote “in aeternum”. ¿Qué respondes a esta oferta?”

Propuesta evangélica: “Joven, Cristo te llama para “servir a la comunidad”, no tanto para servir a Dios ni a los ritos, sino a las personas. El que quiera ser el más importante que sea el “esclavo de todos”. No te dejes llamar padre ni (mon)señor. Y en los acontecimientos solemnes ocupa siempre los últimos puestos. No busques ser alabado. Tampoco lo vas a conseguir dado como está la sociedad. Más bien estarás en boca de todos como objeto de murmuración. No desees prebendas ni privilegios. Eres llamado a ser pastor, a ir tras la oveja perdida… No impongas más cargas sobre las espaldas de las personas; al contrario, echa una mano para aliviar las que ya soportan. Acoge a todos aunque no piensen como tú. No especules tanto en salvaguardar los derechos divinos, como en promover los derechos humanos, porque ante Dios todas las personas son iguales y no establece distinción ni por la raza, ni por el sexo ni por la ideología… Más que “hacer teología” vive el evangelio… Más que hombre de Dios (que lo serás), sé hombre de hombres. ¿Esperamos tu respuesta?” Leer más…

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Si queremos ser de Jesús.

Jueves, 21 de agosto de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

Caminemos todo el verano con el papa Juan XXIII

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Si queremos ser de Jesús, ser de los suyos aquí abajo, y luego
en la bienaventurada eternidad del cielo, debemos seguirlo;
tomar la cruz y llevarla con él, siguiéndole:
imponer una regla a nuestra naturaleza herida por el pecado,
con el fin de que triunfe en ella el hombre nuevo, que fue
“creado a imagen de Dios en la justicia y la santidad verdaderas” (Ep 4, 24)

No nos dejemos engañar, cegar, ilusionar:
la cruz es siempre la única esperanza de salvación;
la ley de Dios siempre está presente, con sus diez mandamientos,
para recordar al mundo que sólo ella es el refugio seguro,
la muralla de las conciencias,
y que observándolos se posee el secreto de la paz y la tranquilidad de conciencia.
El que lo olvida, incluso el que aparece huir de todo compromiso serio,
Se reserva tarde o temprano la tristeza y la miseria.

*

Su Santidad Jean XXIII
Alocución del 3 de abril de 1960 La documentación católica n°1330

*

(Nota)

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Somos hermanos

Domingo, 27 de julio de 2014
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Del blog  de la Communion Béthanie:

Caminemos todo el verano con el papa Juan XXIII

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¡ Somos hermanos!
La luz que resplandece por encima de nosotros,
que está en nuestros corazones y en nuestras conciencias,
es la luz de Cristo,
del Cristo que verdaderamente quiere dominar por su gracia
todas las almas…

El espectáculo que se me ofrece en este momento es tal
que permanecerá mucho tiempo en mi alma, como se quedará en la tuya.
Hagamos honor a esta hora tan preciosa.
Qué nuestros sentimientos sean siempre éstos mismos que expresamos este momento
en presencia del cielo y de la tierra:
fe, esperanza, caridad…

Ten para el que sufre una palabra de consuelo…

Recordemos particularmente el vínculo de la caridad y,
ya cantemos, suspiremos y lloremoss,
estemos siempre llenos de confianza en Cristo,
que nos ayuda y nos cuesta y persigamos nuestro camino
en la serenidad y la confianza.

*
Su Santidad Juan XXIII
Alocución al pueblo de Roma el 11 de octubre de 1962
La documentación católica n°1387

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“La decisión más importante”. 27 de julio de 2014. 17 tiempo ordinario (A). Mateo 13, 44-52.

Domingo, 27 de julio de 2014
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40-OrdinarioA17El evangelio recoge dos breves parábolas de Jesús con un mismo mensaje. En ambos relatos, el protagonista descubre un tesoro enormemente valioso o una perla de valor incalculable. Y los dos reaccionan del mismo modo: venden con alegría y decisión lo que tienen, y se hacen con el tesoro o la perla. Según Jesús, así reaccionan los que descubren el reino de Dios.

Al parecer, Jesús teme que la gente le siga por intereses diversos, sin descubrir lo más atractivo e importante: ese proyecto apasionante del Padre, que consiste en conducir a la humanidad hacia un mundo más justo, fraterno y dichoso, encaminándolo así hacia su salvación definitiva en Dios.

¿Qué podemos decir hoy después de veinte siglos de cristianismo? ¿Por qué tantos cristianos buenos viven encerrados en su práctica religiosa con la sensación de no haber descubierto en ella ningún “tesoro”? ¿Dónde está la raíz última de esa falta de entusiasmo y alegría en no pocos ámbitos de nuestra Iglesia, incapaz de atraer hacia el núcleo del Evangelio a tantos hombres y mujeres que se van alejando de ella, sin renunciar por eso a Dios ni a Jesús?

Después del Concilio, Pablo VI hizo esta afirmación rotunda: ”Solo el reino de Dios es absoluto. Todo lo demás es relativo”. Años más tarde, Juan Pablo II lo reafirmó diciendo: “La Iglesia no es ella su propio fin, pues está orientada al reino de Dios del cual es germen, signo e instrumento”. El Papa Francisco nos viene repitiendo: “El proyecto de Jesús es instaurar el reino de Dios”.

Si ésta es la fe de la Iglesia, ¿por qué hay cristianos que ni siquiera han oído hablar de ese proyecto que Jesús llamaba “reino de Dios”? ¿Por qué no saben que la pasión que animó toda la vida de Jesús, la razón de ser y el objetivo de toda su actuación, fue anunciar y promover ese proyecto humanizador del Padre: buscar el reino de Dios y su justicia?

La Iglesia no puede renovarse desde su raíz si no descubre el “tesoro” del reino de Dios. No es lo mismo llamar a los cristianos a colaborar con Dios en su gran proyecto de hacer un mundo más humano, que vivir distraídos en prácticas y costumbres que nos hacen olvidar el verdadero núcleo del Evangelio.

El Papa Francisco nos está diciendo que “el reino de Dios nos reclama”. Este grito nos llega desde el corazón mismo del Evangelio. Lo hemos de escuchar. Seguramente, la decisión más importante que hemos de tomar hoy en la Iglesia y en nuestras comunidades cristianas es la de recuperar el proyecto del reino de Dios con alegría y entusiasmo.

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Contribuye a descubrir el tesoro oculto del reino de Dios. Pásalo.

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” Vende todo lo que tiene y compra el campo”. Domingo 27 de julio de 2014. 17º domingo de tiempo ordinario.

Domingo, 27 de julio de 2014
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40. A 17Leído en Koinonia:

1Reyes 3,5.7-12: Pediste discernimiento
Salmo responsorial: 118:  ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
Romanos 8,28-30:  Nos predestinó a ser imagen de su Hijo
Mateo 13,44-52: Vende todo lo que tiene y compra el campo

 La palabra de Dios siempre nos va a proponer motivos y razones para acrecentar nuestra inseguridad frente a la vida y frente al seguimiento, de una causa que creemos muy importante para los que nos llamamos cristianos: el Reino, la Utopía.

Las lecturas de hoy son un llamado al cambio de actitudes relativas de nuestras prácticas, muchas veces tan egoístas, a los valores profundos y absolutos que propone Jesús desde la propuesta del proyecto del Reino.

Hay que tener muy claro que la presentación de Salomón que hace el primer libro de los Reyes, pretende mostrar (bastante románticamente) lo que para el escritor sagrado representaba y significaba este rey “maravilloso” en la teoría, pero que en la práctica y por lo que consiguió en la historia del pueblo, no pasó a ser sino un rey más, que se aprovechó de su poder para explotar, esclavizar y manipular la conciencia débil del pueblo, y construir su reinado de gloria en la magnificencia literaria que se construyó en torno a su figura y su reinado.

Hay que saber diferenciar entre la estructura del reino que representa Salomón (la de la monarquía con sus estructuras económicas, políticas, militares y religiosas para manejar los hilos del poder) y la propuesta del Reino que presenta y enseña Jesús con sus palabras, pero sobre todo con su práctica de justicia y de igualdad.

Descubrir el mensaje que se revela por Jesús y su reinado, abre los horizontes hacia una nueva humanidad. Una vez que se ha descubierto el valor absoluto que tiene el Reino, es necesario tomar una posición, y frente a este descubrimiento ningún precio es demasiado alto, pues el Reino se convierte en el único valor absoluto para quien lo descubre.

El proyecto del «Reino de los cielos», según la expresión de Mateo, se convierte para muchas personas en una alegre pero exigente sorpresa, que en el caminar normal de la vida se produjo por medio de un encuentro afortunado que impregnó de una gran riqueza la existencia. Ese Reino trajo una exigencia, que genera al mismo tiempo inseguridad, pues se descubre que es necesario venderlo todo, despojarse de muchos «bienes» que atan, e ir al encuentro de la absoluta posesión del Reino, como su mayor riqueza. Quien ha descubierto desde su práctica concreta en la vida, los valores del Reino… encontró su mejor tesoro, la mejor perla que podía estar buscando extraviadamente en otros rincones.

Las dos parábolas iniciales (del tesoro escondido y de la perla) parece que se contrapusieran a la llamada e invitación de Jesús a dejar bienes y riquezas para seguirlo. Sin embargo nos enseñan las parábolas, que el Reino es la mayor riqueza para el seguidor de Jesús: Luego de sentir la llamada de Jesús y de descubrir el Reino, el camino se debe seguir con alegría, porque se ha encontrado todo.

En estas dos parábolas, el Reino es la realidad que supera a nuestro egoísmo. Dejar las certezas inseguras del hoy, por la certeza mayor, abre los caminos para que venta a nosotros el reinado de Dios, el Buen Vivir, el mayor Bien (Ubi bonum, ibi Regnum), la transformación radical de nuestro mundo, con sus tantas y tantas estructuras injustas.

Para el seguidor de Jesús es necesario romper los esquemas de muchas estructuras que deshumanizan. Personas que esperan un cambio sin ponerse en búsqueda, pero se atan a su herencia legalista, que no les permite salir a encontrar nuevas posibilidades para su existencia o para la existencia de los demás. Estas parábolas se refieren a otras personas, que encuentran un sentido que creían perdido para sus vidas y se arriesgan al cambio y a la novedad, y se ponen en marcha hacia proyectos alternativos de hermandad solidaria entre los seres humanos.

Jesús concluye esta enseñanza preguntando si han entendido todo lo dicho por medio de la palabra, que había estado escondida, pero que ahora no deja de salir a la luz. Y presenta el modelo ideal del discípulo, capaz de entender el mensaje del Reino y sacar oportunamente lo viejo y lo nuevo del mensaje que ha recibido. La novedad del Reino viene por medio de la palabra, acumulada en la historia del propio pueblo por medio de sus valores, la cultura, el proyecto original en torno al cual se dio origen a Israel como pueblo, sus luchas y procesos en búsqueda de la justicia y su interpretación de la historia desde un Dios liberador, con su opción por los pobres. Esta oferta del Reino que propone Jesús es una realidad que quiere hombres y mujeres capaces de incorporar los propios valores del Reino a las nuevas realidades que Jesús puso en marcha a partir del anuncio y la práctica del Reino.

El evangelio de hoy no está incluido entre los capítulos de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL. Proponemos utilizar el capítulo 52, titulado «Las diez dracmas». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://radialistas.net/article/52-las-diez-dracmas/ Puede ser escuchado aquí: http://radioteca.net/media//uploads/audios/%25Y_%25m/052.mp3 O escójase otro capítulo adecuado, aquí: http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/?page=1

Para la revisión de vida

Somos muchos los bautizados, pero ¿somos muchos los cristianos, los que vivimos de acuerdo con nuestra fe, los que vivimos convencidos de que el Reino de Dios es el mayor tesoro de nuestra vida? Y yo ¿qué soy: bautizado o discípulo de Jesús? Leer más…

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Dom 27.7.14. Un tesoro, una perla… Nos dan miedo las parábolas

Domingo, 27 de julio de 2014
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elrescatedelaovejaperdida_teichertDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 17. Tiempo ordinario. Mt 13, 44-52. Este evangelio ha recogido dos parábolas fulgurantes de Jesús: Una del tesoro, otra de la perla (13, 44-46). Ellas nos sitúan ante una experiencia desencadenante de vida, ante la sorpresa de Dios, y así exponen y ponen en marcha el camino del Reino.

Pero el mismo gran Mateo ha tenido miedo de ellas y por eso ha querido “domarlas”, añadiendo una “honesta” alegoría que habla de peces buenos y malos (13, 47-50), en la línea del mejor moralismo sensato, propio de “buenos” rabinos y escribas. No ha sido capaz de “soportar” el brillo de las dos breves parábolas, y así añade este “buen razonamiento”, para gente sensata y moralista, con miedo al evangelio.

Finalmente, un comentarista posterior (quizá el mismo Mateo) ha introducido aquí la enseñanza sobre el “buen escriba”, que junta y matiza lo nuevo con lo antiguo (13, 51-52), en contra de Mc 2, 21-22. Este hombre de iglesia tiene miedo de Jesús y de alguna forma “camufla” su enseñanza (como se ha hecho desde el buen Mateo, hasta el Magisterio de hoy, 2014.)

Tenemos miedo a las parábolas:

— Nos asusta el tesoro, la perla ¿Qué hacemos? Preferimos la vulgar mediocridad.
— Nos da miedo el riesgo: No queremos vender todo para vivir de/con el tesoro.
— No creemos y por eso las camuflamos y las embellecemos para no cumplirlas…

Esta es nuestra situación, éste el sentido del comentario que sigue:

Damos muchas gracias a ese escriba (a esta iglesia)que administra el gran arcón de los recuerdos y riquezas de la Iglesia. Le agradecemos también su alegoría (peces buenos y malos)…, pues sirve de aviso para mareantes. Pero no podemos seguirle sin más, sino que debemos volver a las parábolas originarias de Jesús. Eso deseo a todos mis lectores, si siguen entrando en el texto. Buen fin de semana a todos.

(He desarrollado el tema en La Historia de Jesús, VD, Estalla 2013)

TEXTO ENTERO: MT 13, 44-52

Parábola 1. En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo (Mt 13, 44).

Parábola 2. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra (Mt 13, 45-46).

Alegoría. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes (Mt 13, 47-50).

Aplicación final. ¿Entendéis bien todo esto?” Ellos le contestaron: “Sí.” Él les dijo: “Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.

JESÚS. DOS PARÁBOLAS

10155547_308544775989388_7426749931800787062_n‒ En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

‒ El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

A los pobres de Galilea les hablaba Jesús de un inmenso tesoro escondido en el campo de su vida, de una perla preciosa, de más valor que todo lo que ellos podían imaginar. Hablaba Jesús a los pobres, que nada tenían, y les ofrece un tesoro una perla más preciosa.

Entendido así, el Reino de Dios no es pobreza, ni es sacrificio, sino la más alta riqueza, mayor que todos los tesoros de los reyes y que todos los diamantes de los comerciantes. Hay algo mayor, es un don, algo que todos pueden encontrar y adquiriri. Ellos que no tienen nada pueden encontrar y encuentran (reciben por Jesús) el Tesoro del Reino, la Perla del Rey

Estas dos parábolas (tesoro, perla) nos sitúan ante la máxima riqueza; pero ellas exigen, el mismo tiempo, el mayor desprendimiento: hay que dejarlo (venderlo), jugárselo todo para alcanzar el tesoro, para obtener la perla. Estas parábolas no pueden entenderse en sentido moralista, pues rompen la lógica del mundo:

‒ ¿Es justo engañar al dueño del campo, no decirlo que tiene un tesoro y comprarla la tierra?
‒ ¿Es razonable venderlo todo para comprar la perla…? ¿De qué vivirá la familia del comerciante en perlas si se arruina al comprar la perla más valiosa.

El evangelio no responde a esas ni a otras preguntas que hagamos, sino que nos invita a romper las redes de un puro pensamiento instrumental, centrado en el negocio… para soñar en lo más alto, para pensar en lo más hondo, para comprometernos a descubrir y cultivar nuestro tesoro, la perla de la vida.

EVANGELISTA, HOMBRE DE IGLESIA (MT 13, 47-50). UNA MORAL DE JUICIO

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

El Reino se parece a una red… No es ya una parábola, es una alegoría, que nos sitúa ante un tipo de moral ordinaria de juicio, según la cual Dios condena a los flacos (los peces pequeños, expulsados de nuevo) y salva a los “gordos y ricos”, en una línea de justicia conmutativa… Dios recibe en su reino a los “peces gordos”…, Dios vuelve a echar al mar a los peces flacos y malos…

Ciertamente, en un sentido, esa moral de la justicia es buena, responde a la división de los hombres (peces buenos, peces malos; obras buenas, obras malas…). Pero, en sí misma, esa alegoría no responde al mensaje de Jesús que viene a salvar precisamente a los pecadores y excluidos, como puso de relieve Pablo. Ésta es una advertencia moral de la Iglesia posterior, no una parábola de Jesús, que ha venido a salvar precisamente a los “peces flacos”.

Ciertamente, esta alegoría tiene cierto valor… pues nos invita a descubrir lo que somos, para transformarnos y así convertirnos en peces buenos… Pero es una alegoría de prudencia “humana”, no de enseñanza salvadora de Jesús, que se expresa en las dos parábolas anteriores paradójicas y sorprendentes (del tesoro y de la perla). Pero esa separación no se puede hacer en este mundo, como sabía la parábola de la cizaña. Además, las redes de Dios son distintas a las redes de este mundo… y Jesús ha muerto para salvar a todos.

APLICACIÓN FINAL, UNA “BUENA TEOLOGÍA”: EL BUEN ESCRIBA

¿Entendéis bien todo esto?” Ellos le contestaron: “Sí.” Él les dijo: “Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.

Jesús pregunta a sus discípulos si entienden…. y luego se presenta como un “escriba sabio” que mezcla lo antiguo y lo nuevo… El mensaje de Israel y las palabras de Jesús… Ese escriba bueno y sabio que mezcla lo antiguo y lo nuevo está actuando en la elección de los textos anteriores, y en su vinculación.

Mt 13, 44-45 es mensaje nuevo, es parábola de Jesús, es don de Dios que se ofrece a todos, como perla, como tesoro… Ahí está hablando Jesús. Mt 13, 47-50 forma parte del discurso moral y apocalíptico del judaísmo del tiempo de Jesús. En sentido escrito no es evangelio (va en contra del mensaje de Jesús). Pero el buen maestro (el buen escriba) tiene que recuperar también eso e integrarlo en el mensaje de Jesús…

Esta aplicación recoge la función y tarea del buen evangelista (es decir, de Mateo), que recoge las parábolas de Jesús (tesoro, perla) y las vincula con la enseñanza moral judía del juicio (con los peces gordos y los flacos, con los buenos y los malos…). Marcos es un hombre de “arcón”, alguien que saca de su “despensa” pensamientos nuevos de Jesús y pensamientos y alegorías anteriores del judaísmo.

Mateo lo quiere ser infiel a Jesús, pero tiene que vincular el fulgor de sus parábolas con un tipo de ley judía (que se expresa en la alegoría anterior), para que así el “buen judaísmo” (de los peces gordos, religiosos) pueda entrar en la novedad de las parábolas de Jesús.

Desde nuestra perspectiva, podemos dejar a un lado la alegoría (peces grandes y pequeños), lo mismo que la enseñanza final del escriba (que guarda en su arcón cosas nuevas y viejas) para volver a las parábolas de Jesús.

PARÁBOLAS DE JESÚS, MÁS ALLÁ DE LA LÓGICA

Las parábolas son relatos breves, de carácter figurado, que despliegan el sentido de la realidad desde una perspectiva imprevista, rompiendo el orden normal del pensamiento discursivo. Así aparecen en muchos pueblos y culturas, donde se vinculan con los enigmas y los cuentos, los koan y las paradojas, los poemas breves y las adivinanzas, los apólogos y las alegorías y otras composiciones de la literatura oral más que de la escrita. Leer más…

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Parábolas para tiempo de crisis (final). Domingo 17 Ciclo A.

Domingo, 27 de julio de 2014
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Jesus_Mafa_Hidden_Treasure_Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

 En los dos domingos anteriores, el discurso en parábolas ha respondido a tres preguntas que se hace la antigua comunidad cristiana y que nos seguimos planteando nosotros:

1) ¿Por qué no aceptan todos el mensaje de Jesús? (parábola del sembrador).

2) ¿Qué hacer con quienes no lo aceptan? (el trigo y la cizaña).

3) ¿Tiene futuro esta comunidad tan pequeña? (el grano de mostaza y la levadura)

Quedan todavía otras dos preguntas por plantear y responder.

¿VALE LA PENA?

La pregunta que puede seguir rondando en la cabeza de los segui­dores de Jesús es si todo esto vale la pena. A la pregunta responden dos parábolas muy breves, aparentemente idénticas en el desarrollo y con gran parecido en las imágenes. Por eso se las conoce como las parábolas del tesoro y la perla. Lo que ocurre en ambos casos es lo siguiente:

a) El protagonista descubre algo de enorme valor.

b) Con tal de conseguirlo, vende todo lo que tiene.

c) Compra el objeto deseado.

Sin embargo hay curiosas diferencias entre las dos parábolas, empezando por los protagonistas.

El suertudo y el concienzudo

El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

El protagonista de la primera es un hombre con suerte. Mientras camina por el campo, encuentra un tesoro. Su primera reacción no es llevarlo a la oficina de objetos perdidos (que entonces no existe) ni poner un anuncio en el periódico (que tampoco existen). Ante todo, lo esconde. Repuesto de la sorpresa, se llena de alegría y decide apropiarse del tesoro, pero legalmente. La única solución es comprar el campo. Es grande y caro. No importa. Vende todo lo que tiene y lo compra.

El protagonista de la segunda parábola es muy distinto. No pierde el tiempo paseando por el campo. Es un comerciante concienzudo que va en busca de perlas de gran valor. Por desgracia, la traducción litúrgica ignora este aspecto: en vez de “El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas”, debería decir “a un comerciante en busca de perlas finas”. No la encuentra por casualidad, va tras ella con ahínco. Como buen comerciante, calculador y frío, no salta de alegría cuando la encuentra, igual que el protagonista de la primera parábola. Pero hace lo mismo: vende todo lo que tiene para comprarla.

La perla y el comerciante

Otra diferencia curiosa es que la primera parábola compara el Reino de los Cielos con un tesoro, pero la segunda no lo compara con una perla preciosa, sino con un comerciante. Este detalle ofrece una pista para interpretar las dos parábolas.

Ni bonos basura ni timo de la estampita

No olvidemos que estas parábolas se dirigen a un comunidad que sufre una crisis profunda y se pregunta si ser cristiano tiene valor. En términos modernos: ¿me han vendido bonos basura o me han dado el timo de la estampita? La respuesta pretende revivir la experiencia primitiva, cuando cada cual decidió seguir a Jesús. Unos entraron en contacto con la comunidad de forma puramente casual, y descubrieron en ella un tesoro por el que merecía la pena renunciar a todo. Otros descubrieron la comunidad no casualmente, sino tras años de inquietud religiosa y búsqueda intensa, como ocurrió a numerosos paganos en contacto previo con el judaísmo; también éstos debieron renunciar y vender para adquirir.

Las parábolas, aparte de infundir ilusión, animan también a un examen de conciencia. ¿Sigue siendo para mí la fe en Jesús y la comunidad cristiana un tesoro inapreciable o se ha convertido en un objeto inútil y polvoriento que conservo sólo por rutina?

Al mismo tiempo, nos enseñan algo muy importan­te: es el cristiano, con su actitud, quien revela a los demás el valor supremo del Reino. Si no se llena de alegría al descubrir­lo, si no renuncia a todo por conseguirlo, no hará perceptible su valor. Estas parábo­las parecen decir: «Cuando te pregunten si ser cristiano vale la pena, no sueltes un discurso; demuestra con tu actitud que vale la pena».

¿QUÉ OCURRIRÁ A QUIENES ACEPTAN EL REINO, PERO NO VIVEN DE ACUERDO CON SUS IDEALES?

A esta última pregunta responde la parábola de la red lanzada al mar.

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

No queda claro si se habla de toda la humanidad, donde hay buenos y malos, o de la comunidad cristiana, donde puede ocurrir lo mismo. Ya que el tema del juicio universal se ha tratado a propósito del trigo y la cizaña, parece más probable que se refiera al problema interno de la comunidad cristiana. Interpretada de este modo, empalmaría muy bien con las dos anteriores. Hay gente dentro de la comunidad que no vive de acuerdo con los valores del evangelio, que no mantiene esa experiencia de haber descubierto un tesoro o una perla. ¿Qué ocurrirá con ellos? La respuesta es muy dura («a los malos los echarán al horno encendido») pero convie­ne completarla con la última parábola del evangelio de Mateo, la del Juicio final (Mt 25,31-46), donde queda claro cuáles son los peces buenos y cuáles los malos. Los buenos son quienes, sabiéndolo o no, dan de comer al hambriento, de beber al sediento, visten al desnudo, hospedan al que no tiene techo… Los que ayudan al necesitado, aunque ni siquiera intuyan que dentro de ellos está el mismo Jesús.

CONCLUSIÓN

¿Entendéis bien todo esto?»

Ellos le contestaron:
― Sí.

Él les dijo:

― Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.

Mateo termina las siete parábolas comparando al predicador del evangelio con un un padre de familia. Parece un nuevo enigma, esta vez sin explicación. En sentido inmediato, el escriba que entiende del reinado de Dios es Jesús. Para exponer su mensaje ha usado cosas nuevas y viejas. Del baúl de sus recuerdos ha sacado cosas antiguas: alguna alusión al Antiguo Testamento, la técnica parabólica y el lenguaje imaginati­vo de los profetas. Pero la mayor parte consta de cosas nuevas, fruto de su experiencia y de su capacidad de observación: la vida del campesino, del ama de casa, del pescador, del comerciante, de la gente que lo rodea, le sirven para exponer con interés su mensaje. Por eso, la comparación final es también una invitación a los discípulos y a los predicadores del evangelio a ser creativos, a renovar su lenguaje, a no repetir meramente lo aprendido.

LA PRIMERA LECTURA

La primera lectura nos invita a pedir a Dios esta sabiduría, igual que Salomón se la pidió para gobernar a su pueblo.

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo:
― Pídeme lo que quieras.
Respondió Salomón:
― Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?
Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo:
― Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.

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“¿Qué nos hace cristianas y cristianos?”, por Carlos Osma.

Martes, 10 de junio de 2014
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CristianaDel blog Homoprotestantes:

Podemos poner todas las condiciones que queramos a esto de ser cristianos: formar parte de una iglesia, cumplir una moral determinada, ser heterosexual, leer la Biblia e intentar vivir bajo una de sus interpretaciones. Podemos poner el listón tan alto o tan bajo como se nos antoje, intentando buscar el perfil de cristiana y/o cristiano que nos parece más sublime, más divino, más cercano al superhombre o la supermujer por la que Jesús murió en la cruz.

 Pero muy poco, o incluso nada de todo eso, tiene que ver con lo que en realidad nos ha hecho seguidoras y seguidores de aquel perdedor que no formó nunca parte de una iglesia, que tuvo conflictos con la moral de su tiempo, que jamás afirmó que la heterosexualidad era condición necesaria para construir el Reino de Dios; que no leyó la Biblia de manera literal, o que incluso se atrevió a reinterpretarla para que las mujeres y los hombres de su alrededor fueran más felices.

 Lo que nos ha hecho cristianas y cristianos es sencillamente la respuesta afirmativa a la llamada de Jesús:

 “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres [1]

 Es cierto que no todo el mundo ha escuchado esta llamada al seguimiento, incluso habiendo nacido en una familia cristiana. Y cuando digo escuchado no me refiero a que lo hayan oído, sino que no ha resonado dentro de su corazón las palabras de Jesús: “Ven en pos de mí”, exigiéndole una respuesta.

 La persona cristiana ha oído con claridad que Jesús la llama, como Simón y Andrés en el mar de Galilea, y entiende que se la invita a dejar su entorno, su vida y su mundo, para adentrarse en el seguimiento de aquel que la está llamando, sin saber exactamente hacia donde va. El cristianismo es por tanto seguimiento, es movimiento, no estancamiento. Un constante desplazamiento que no tiene su razón de ser en una meta en el más allá o en el más acá, sino que se justifica exclusivamente por el seguimiento constante del maestro, de Jesús de Nazaret. Él es el que en cada momento da sentido al lugar en el que estamos. Es hacia él que nos movemos, es sólo hacia él que deseamos aproximarnos.

 Por eso el conservadurismo cristiano no tiene sentido, por eso la bibliolatría es absurda, por eso las estructuras religiosas corren siempre el peligro de convertirse en un freno al cristianismo. Por eso quienes intentan poner cláusulas extras al seguimiento de Jesús lo hacen en nombre propio saltándose lo más básico del evangelio.

 Es también significativo que el llamamiento no se hace de manera individual, no es una voz del cielo que nos habla en lo más profundo y recóndito de nuestra alma. Sino que es una voz que escuchamos junto a otras personas y que nos invita a un seguimiento comunitario. La respuesta final es evidentemente individual, pero mucho tiene que ver nuestro entorno en todo esto. Es evidente que debemos actuar tal y como nuestra conciencia nos indique, por mucho que a muchos cristianos y cristianas les cueste respetar la libertad de conciencia, pero no debemos nunca olvidar que no somos llamados a una relación personal con Jesús, sino a una relación comunitaria con él. No siempre se puede ser cristiano y vivir en comunidad, la experiencia lo demuestra en multitud de ocasiones, pero la vocación cristiana no es un alejamiento del hermano y la hermana, sino una llamada a caminar juntos tras los pasos de Jesús.

 La persona cristiana no sólo escucha sino que responde a la invitación de Jesús dejándolo todo y poniéndose en marcha. No es una respuesta teórica, no es necesario repetir un determinado credo, no hay que cumplir ciertas normas, sólo hay que dejar las redes, bajar de la barca, y ponerse a caminar. Y digo sólo de manera muy rápida, porque para muchas personas ese seguimiento ha significado y significa ponerse en una situación de vulnerabilidad, de riesgo, de peligro, o simplemente de marginalidad. A veces no entendemos lo que significa dejar las redes, el sustento, la seguridad… y nos montamos un pseudoevangelio que busca seguridades; es como si todavía siguiésemos pescando en el mar de Galilea y fuésemos incapaces de bajar de nuestra barca para seguir al maestro. Y desde allí gritamos y condenamos a quienes se han puesto en marcha tras las buenas noticias de Jesús. Pero sólo hay una respuesta posible al llamado de Jesús que nos convertirá en sus seguidores, dejarlo todo, y seguirle, sin nada más que el hermano y la hermana que viene a nuestro lado.

 Tenemos muchas destrezas y habilidades, quizás tengamos una gran formación intelectual o destaquemos por nuestra enorme simpatía. Pero nada de todo esto sirve en principio en nuestra nueva vida cristiana. Lo que debemos hacer, hacia donde debemos ir, nuestra tarea inmediata, viene únicamente determinada por la voluntad del maestro. Él nos hará… no nos hace en un momento, no es un llamamiento mágico, sino un llamado que nos trasformará, que nos hará personas nuevas. Quizás después, mientras somos transformados nuestros dones se puedan poner a disposición del evangelio, o quizás no. El seguimiento transforma, o dicho más radicalmente, sólo el cristiano y la cristiana que siguen a Jesús van siendo transformados a la imagen del maestro.

 Jesús nos hará, junto a otros cristianos, nunca de manera individual o aislada, nuevas personas. En la comunidad seremos transformados, en una comunidad de seguimiento, no de estancamiento. En una comunidad que tienen su única razón de ser en el llamado de Jesús, no en cualquier otra característica humana. Las comunidades de heterosexuales no son comunidades cristianas, tampoco las comunidades lgtb o las de personas de un nivel social determinado… las comunidades cristianas son comunidades de personas diversas que han escuchado la llamada de Jesús y han decidido ir tras él. El resto de condicionamientos o características de una determinada comunidad son absolutamente secundarios. Sólo seguir a Jesús nos hace cristianos. Leer más…

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