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Jesús, confío en ti

Lunes, 22 de junio de 2015
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Del blog Homoprotestantes:

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Jesús es mi luz y mi salvación;
ya no tengo miedo.
Jesús es la fortaleza en la que vivo seguro;
ya nada logra atemorizarme.
Cuando quienes se definían como buenos vinieron contra mí para destruirme,
ellas y ellos, mis enemigos y mis adversarias, tropezaron y cayeron.
Aunque un ejercito de homofobia y odio acampe contra mí,
no temerá mi corazón.
Aunque en mi contra se levante el odio de la ignorancia y el egoísmo,
a pesar de todo eso, yo viviré confiado.

Pues una cosa he pedido al maestro, y esa es la que buscaré sin descanso,
poder estar junto a él, en su casa, todos los días de mi vida,
para contemplar su justicia, su ejemplo, su entrega,
y poder después reflejarla en su templo y en toda la Tierra.
En el día de la angustia, Jesús me protegerá y consolará,
y en mi interior, cuando esté sólo, curará mis heridas;
después sobre una roca que nadie puede mover ni destruir, me pondrá en alto.
En ese día que ya empieza a atisbarse, quienes han olvidado el ejemplo del maestro,
se atreverán a mirarme a la cara, para ver quién soy, y pedirán perdón por su pecado.
Y allí, en el templo del maestro, en el mundo que me envuelve,
ofreceré sacrificios de alabanza;
cantaré, sí, cantaré a mi alrededor las cosas que Jesús ha hecho conmigo.

Escucha, oh Señor, mi voz cuando a ti clamo;
ten piedad de mí, respóndeme.
Cuando me dijiste: trabaja por la justicia, no te rindas. Mi corazón te respondió:
tu rostro buscaré sin cesar, e iré donde tú me pidas.
Pero no te escondas por mucho tiempo de mí;
no rechaces a tu siervo por sus imperfecciones, por sus errores;
tú siempre has sido mi ayuda.
No me abandones, no me dejes sólo,
oh Dios de mi esperanza y de mi salvación.
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
aunque quienes me vieron nacer y me hablaron de tu amor, me rechacen,
tú siempre me acompañas, tú siempre estás conmigo.

Vuelve a mostrarme hoy tu camino Jesús,
y llévame por una senda que sea fácil junto a otras personas que van tras de ti,
para que no me engañen quienes para defender su verdad, desean mi mal.
No me entregues a la voluntad de quienes te nombran sin conocerte,
muchos mentirosos se han levantado contra mí,
han intentado destruirme con lecturas bíblicas cargadas de violencia.
Hubiera yo desmayado, si no hubiera confiado en ver tu justicia y tu bondad
a mi alrededor, construyendo un mundo y unas iglesias más humanas.

Espero al Señor, ya no tardará,
me esfuerzo y siento su aliento en mi corazón.
Te espero, Señor.

*

Carlos Osma

***

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Empuja mis velas

Viernes, 29 de mayo de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

magula

Espíritu del Señor,
Ven a darme tu aliento de vida,
Porque en mí, todo es triste, todo está muerto.

Me pasa a veces que me falta tu aliento,
No sé avanzar, a dónde ir,
No sé qué hacer,
No sé rogarte.

Ven a soplar en las velas de mi vida,
Sobre todo, dame un corazón
Que se desborda de coraje y de audacia.
Dame un corazón capaz de amar.

Dame la inteligencia para comprenderte.
Hoy, perdí mi fe infantil.
Todo me parece confundido, complicado, difícil.
Dame la inteligencia de tu palabra.
Ven a quitar mis dudas,
Todo lo que esconde tu rostro tan hermoso.

Dame la fuerza para comprometerme
En mi propio entorno.
Hay tanto sufrimiento, tanto herido.

Dame tu paz y tu alegría
Para que mi vida se desarrolle con señorío y en bondad.
No te pido que hagas por mí.
Necesito sobre todo rostro que me atraiga.

Me gustaría oír, yo también, esta palabra
Que removió a los apóstoles:
“No temas … estoy aquí. “

Espíritu Santo, aliento de Dios,
Empuja mis velas.

Amén.

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“Haced esto en memoria mía”,

Jueves, 2 de abril de 2015
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David Lachapelle(Imagen David LaChapelle)

HACED ESTO EN MEMORIA MÍA”

Luis Sandalio

ECLESALIA, 30/03/15.-

 ¿No os suena a rito por los siglos de los siglos repetido?

Lo dijo Jesús aquella tarde de despedida

en la que la negrura del horizonte

y la angustia fiera todo se lo comía.

Aquella noche en que, nerviosos y confundidos,

como ladrón forzudo y a deshora sentían

que se acercaba a ellos penosamente su renacer.

¿Y si aquellos amigos más íntimos

no supieron entenderlo bien?

No nos extrañe, ¡era tan nuevo

e inesperado todo lo que salía de Él!

A veces le hacían preguntas idiotas

y Él con paciencia se lo hacía ver:

Felipe, tanto tiempo con vosotros

y aún no podéis comprender?”

 

Recordad quiénes son los dichosos

¿Cuántas veces os lo repetiré?

Los pobres, los hambrientos los que lloran…

¡dadles vosotros de comer!

Este pan que nos une como un cuerpo,

este vino de alegría que nos ayuda a crecer

como humanos, como hermanos,

como hijos de Aquel que nos dio el ser.

 

Recordad tantas comidas que hicimos juntos

entre nosotros que no siempre nos caímos bien.

Había que limpiar la mente de prejuicios

y acoger a aquellos otros, más despreciados, también.

Sin miedo a la impureza, sin asco, sin orgullo,

haciendo para ellos un hueco, que tal vez

algunos no lo quieran y aún rechacen,

un hueco confortable e íntimo tendrá que ser.

 

Recordad lo que os decía: el que me quiera

seguir que se niegue a sí mismo. Bien;

pero no basta. Que deje de controlar su vida

y la ponga vacía y clara en las manos de Él.

Que luego se una a los hermanos y busquen

esa misión que parece imposible. Fiel

y poderoso es Aquel que inició su obra

en nosotros, la sostiene y la hará florecer.

 

Ahora en esta última cena y de despedida

quiero abriros mi corazón y poneros frente a Él:

No os confundáis por favor, ¡es muy fácil!

no multipliquéis más ritos que os armen de poder.

Todo es sencillo y claro, lo habéis vivido

conmigo y llenó de luz y gozo vuestro ser.

Ahora toca a vosotros continuarlo sin medida

Sin calendario, sin miedo, sin que me podáis tocar ni ver.

 

Yo estaré con el Padre velando por vosotros

repitiéndoos: dadles vosotros de comer;

Llenándoos de un gozo sin medida

para que lo podáis sentir y  sembrar y ver crecer;

Haciéndoos comprender la fiesta de la Vida:

Amaos los unos a los otros como yo os amé.

Sed luz del mundo y hacedlo en memoria mía

Buscad el manantial inagotable que desborde vuestro ser.

 

            Y si hay que pagar un precio. Sea la vida.

Ya os lo advertí: alzad la copa y brindad por Él.

*

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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“Un Mesías saliendo del armario”, por Carlos Osma.

Lunes, 16 de marzo de 2015
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FB_IMG_1424896978274Leído en el blog Homoprotestantes:

Una lectura queer de Mr 1,1-3,19

  1. INTRODUCCIÓN
  • 1. Para empezar situémonos…. ¿Cuándo, quién, dónde, cómo y porqué?

El Evangelio de Marcos fue escrito alrededor del año setenta. Tradicionalmente se atribuía a Juan Marcos que lo habría escrito en Roma basándose en las enseñanzas del discípulo Pedro[1]. Los estudios actuales apuntan más bien a Siria como lugar aparición, y a un desconocido Marcos, que no tendría nada que ver con el anterior, como autor[2].

Marcos lo escribió utilizando un Relato de la Pasión, escrito en Jerusalén en la década 40/50, relatos orales o escritos de exorcismos y sanaciones con las que la gente envolvió desde el principio la figura de Jesús, y tradiciones apocalípticas[3]. Es importante tener en cuenta que el autor uniendo todos estos elementos creó el género literario llamado “evangelio” que después seria imitado y adaptado por otros autores.

Los primeros seguidores de Jesús provenían del judaísmo pero más tarde, sobre todo gracias a la predicación del apóstol Pablo, personas no judías aceptaron el mensaje de Jesús (importante tener en cuenta que en aquel momento los cristianos, aunque con peculiaridades y ciertas tensiones, formaban parte del judaísmo). La conversión de paganos al evangelio produjo una fuerte discusión dentro del cristianismo que reflejan las Cartas Paulinas. ¿Tenían éstos que circuncidarse y cumplir la Torah? El Concilio de Jerusalén, hacía el año 50, aborda este tema y decide que no era necesario, sólo se les pide “abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de lo ahogado y de la fornicación[4].

Pero han pasado 20 años desde el Concilio y la comunidad para la que Marcos escribe, con intención canónica y relativizando la Torah, está formada mayoritariamente por personas que proceden del paganismo. Aún así, era una comunidad que todavía estaba dentro del judaísmo, y eso le generaba dos tensiones muy fuertes. Por una parte era percibida socialmente como una amenaza tras las revueltas judías que pretendían liberarse del poder de Roma, y por otra, era vista como una amenaza por el judaísmo ya que cuestionaba pilares básicos como la observancia de la Ley y el monoteísmo.

Sin embargo el Evangelio de Marcos muestra como, a pesar de las circunstancias, la comunidad marcana no se dejó llevar simplemente por estas dos tensiones, sino que se atrevió a reflexionar su fe en Jesús desde sus propias categorías, desde su propia experiencia y necesidades. No sólo como una respuesta a las preguntas que les venían desde fuera, sino buscando respuestas a las preguntas que en ella misma se producían.

  • 2. Compartiendo experiencias

Hacer una identificación entre la experiencia de los cristianos y cristianas LGTBI y la de aquella comunidad para la que Marcos escribió sería absurdo. Pero es evidente que salvando muchas distancias puede haber puntos de contacto. Si la comunidad marcana entendió que aceptar a Jesús no implicaba la aceptación de la Ley y normas judías; las cristianas y cristianos LGTBI entienden cada vez de una manera más clara que el seguimiento del evangelio no implica la aceptación del sistema heteronormativo con el que ha sido envuelto. Es posible vivir la buena noticia de Jesús desde la propia experiencia, y preguntarse con honestidad si aún hoy tiene algo que decir. Enrocarse en justificarse ante unas comunidades que viven con mayor o menor controversia la diversidad sexual y de género, forma parte de un paradigma ya caduco en el que se mueve con facilidad el patriarcalismo y el fundamentalismo. Las nuevas comunidades inclusivas formadas mayoritariamente por personas LGTBI reflexionan el evangelio desde lo que son, tratando de abrirse con honestidad a lo que creen que Dios quiere decirles.

La lectura del Evangelio de Marcos que sigue a continuación pretende ser una de esas reflexiones.

  1. PREPARACIÓN DEL MINISTERIO DE JESÚS (1,1-13)
  • 1. Comienza el evangelio de Jesús

La palabra evangelio, como verbo, indica la proclamación de un cambio inminente en el poder; Dios reinará y liberará a su pueblo. Como sustantivo significa el nacimiento o entronización de un emperador. Alrededor del año 68 d.C. Vespasiano llega al poder, saca al Imperio de una profunda crisis y trae la paz y la estabilidad. Sin embargo Vespasiano no formaba parte de una dinastía legitimada por nacimiento, por eso, para legitimarlo se decía que había sido elegido por los dioses y se cuentan historias de curaciones milagrosas que había realizado[5].

Los cristianos que predicaban y esperaban la vuelta de su Mesías Jesús para liberarlos, se encuentran que quien había venido en realidad era Vespasiano, el Emperador romano. En ese momento Marcos escribe su evangelio, mejor dicho su anti-evangelio. El mensaje será claro a lo largo de su obra: para ser un actor de ese cambio inminente que cristianos y cristianas esperan, se necesita entrar en el discipulado del sufrimiento, renunciar a toda propiedad y afrontar la persecución. La liberación pasa siempre por la entrega y por asumir riesgos.

Uno de los poderes que hoy envuelve a cristianos y cristianas LGTBI y al que tienen que hacer frente es el patriarcalismo.  Si anhelan la liberación que promete el evangelio, se enfrentaran a la opresión de quienes dicen que no pueden ser, sentir, o actuar tal y como son. Que la naturaleza o los dioses no los han elegido a ellas y ellos, y que tienen que renunciar y someterse. El evangelio, la buena noticia, parecen predicarla quienes les oprimen, porque da la impresión de que sólo ellos pueden asegurar una vida plena y en paz. Pero el evangelio del que Marcos habla comienza proponiendo a las personas LGTBI ser sujetos del cambio y afrontar con valentía los riesgos con los que el patriarcalismo les amenaza: exclusión social, religiosa, bullying, negación de derechos, ocultamiento, patologización, etc. Leer más…

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Sed como niños

Martes, 3 de marzo de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

 

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” Para llegar a ser ‘pescadores de hombres’,

no es necesario ser 

ni oradores eminentes

ni personalidades brillantes.

Se trata simplemente de seguirme

como niños pequeños ”

*

El 26 de febrero, Vivir por el Espíritu.

***

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“Cosas de la noche (III): Mudanzas”, por Gema Juan OCD

Domingo, 8 de febrero de 2015
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15228888315_c6aa709fdf_mDe su blog Juntos Andemos:

Mudanza y seguimiento son dos palabras que están profundamente unidas desde que Jesús de Nazareth dijo que «el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Algunos exegetas dicen de Él que fue un itinerante perpetuo y, como poco, los evangelios reflejan que no se instaló por mucho tiempo en ningún lugar, tras comenzar su vida pública.

Juan de la Cruz entendió claramente que instalación y seguimiento no podían ir juntos. No por un afán caprichoso o por inconstancia, sino por la necesidad evangélica de vivir desprendidos para poder servir. Y vio también la dificultad de muchos creyentes para mudar y desinstalarse.

Desde el comienzo de sus escritos, mientras va explicando el camino de seguimiento –o «de la unión», como lo llama él– habla de la necesidad de desinstalarse. Sin duda, porque tenía conciencia de que el seguimiento, como «la vida solo se conserva cambiando, en una cadena de transformaciones misteriosas que no rompen la identidad»*.

Y Juan habla rápido y claro. Para mudar, lo primero es dejarse mover. Si el Cántico Espiritual comienza con una herida que hace salir: «Habiéndome herido / salí tras ti clamando», en el primer libro de la Noche insiste en que es Dios el mudador: el que hace pasar a una nueva etapa, el que «comienza a llevar por estas soledades del desierto», el que «desteta», como gráficamente explica.

Destetar, desarrimar, desapropiar, desamparar… utiliza una infinidad de verbos para hablar de la necesaria mudanza. Y para advertir de que, casi siempre, mudanza y noche se dan la mano, porque los cambios remueven el suelo en que se ha hecho asiento.

Pero, al mismo tiempo, Juan hace lo posible para que no se pierda la perspectiva del camino, para que, en medio de la oscuridad, la luz del seguimiento vaya iluminando todo. La mudanza forma parte del discipulado. Por eso, recordará que Jesús pide libertad para seguirle –la renuncia a barcas y redes propias– en todos los aspectos de la vida. El abandono que pide es una mudanza, un cambio de intereses, acentos y del modo de conducir las propias apetencias.

Cada seguidor debe tomar la decisión por sí mismo, pero Juan no se cansa de recordar que «hasta que Dios lo hace», la persona no acaba de realizar la verdadera mudanza. Si «no le envían el exceso de calor» necesario para moverse, no se decide a salir de donde está. Y el calor que mueve es el amor, por eso dice que «muda como amante» y «muda en amor», para cambiar el «modo de recibir y obrar».

Con esta idea por delante, será muy claro con quien quiera hacer este camino: es necesario «que arroje todos los dioses ajenos… las extrañas aficiones y asimientos… estar muy en pie y desarrimada, según el afecto y sentido». Es imprescindible abrir el corazón, sincerarse, dejarse limpiar, como el leproso de los evangelios. Y dejar «el viejo entender» para vivir «un nuevo entender de Dios en Dios… y un nuevo amar a Dios en Dios».

De todo eso habla Juan cuando trata de «cuán necesario sea al alma ir a Dios en esta noche oscura». Dios mueve, pero la persona «ha de ir», ha de hacer mudanza, sin huir de la oscuridad que produce el cambio. Que, además, será diferente para cada quien, pues se muda «según el afecto», según dónde se está instalado.

En todo caso, para avanzar en el seguimiento, «para aprovechar en el camino espiritual [es necesario] mudar estilo y modo de oración», es decir, dejar atrás lo que se va adquiriendo y comprendiendo. No convertir las ideas sobre Dios en cómodos sillones sino en pistas de despegue. No permitir que las cosas, del tipo que sean, retengan. Mudar es relativizar sin negar ni rechazar lo que se va descubriendo, es andar con soltura ante Dios y ante los demás.

Juan hila fino, porque sabe que en el seguimiento se juega el cristiano su autenticidad, y advierte de un peligro próximo a la instalación: el de no asentar en nada ni comprometerse con nadie, por no parar de buscar el propio gusto en todo. Y así dice que hay a quienes se «les acaba la vida en mudanzas de estados y modos de vivir», simplemente por no tolerar la oscuridad, por no aceptar las renuncias que abren la puerta de la mejor libertad.

A las mudanzas de la vida, Juan las llama «noche», porque el camino por donde se hacen suele ser oscuro. Pero siempre advierte que es una noche transformadora, que la mudanza no es un simple preludio del siguiente cambio, es mucho más, porque en ella se hace viva la experiencia de ser hijos de Dios y por eso habla de «recibir el espíritu de Dios en pura transformación».

La mudanza puede ser costosa y la noche muy oscura pero, sobre todo, es una «noche dichosa y amable» porque va iluminando lo que más desea el corazón humano: vivir en la plena armonía, «en la interior bodega», en la comunión más profunda y liberadora.

Por eso, se puede llegar a exclamar con Juan: «Múdese todo muy enhorabuena, Señor Dios, porque hagamos asiento en ti».

* La cita pertenece a J. I. Gonzáles Faus, en «Calidad Cristiana», Sal Terrae, Santander 2006, 379.

Ni el evangelio ni Juan de la Cruz reducen la necesidad de mudanza al ámbito personal. Para una reflexión en clave de comunidad eclesial, remito a otra obra del autor citado: «Otro mundo es posible… desde Jesús», capítulos 10 y 14, especialmente.

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“Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.”

Domingo, 25 de enero de 2015
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 Jesús les dijo:

 “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios:
convertíos y creed en el Evangelio
.”

 “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.”

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron…

y se marcharon con él.

*

Marcos 1,14-20

***

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“Ir detrás de Jesús”. 3º Tiempo Ordinario – B (Marcos 1,14-20)

Domingo, 25 de enero de 2015
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793781-300x201 Cuando el Bautista fue detenido, Jesús vino a Galilea y comenzó a «proclamar la Buena Noticia de Dios». Según Marcos, no enseña propiamente una doctrina para que sus discípulos la aprendan y difundan correctamente. Jesús anuncia un acontecimiento que está ya ocurriendo. Él lo está ya viviendo y quiere compartir su experiencia con todos.

Marcos resume así su mensaje: «Se ha cumplido el plazo»: ya no hay que mirar hacia atrás. «Está cerca el reino de Dios»: pues quiere construir un mundo más humano. «Convertíos»: no podéis seguir como si nada estuviera ocurriendo; cambiad vuestra manera de pensar y de actuar. «Creed en esta Buena Noticia». Este proyecto de Dios es la mejor noticia que podéis escuchar.

Después de este solemne resumen, la primera actuación de Jesús es buscar colaboradores para llevar adelante su proyecto. Jesús va «pasando junto al lago de Galilea». Ha comenzado su camino. Es un profeta itinerante que busca seguidores para hacer con ellos un recorrido apasionante: vivir abriendo caminos al reino de Dios. No es un rabino sentado en su cátedra, que busca alumnos para formar una escuela religiosa. Ser cristiano no es aprender doctrinas, sino seguirle a Jesús en su proyecto de vida.

El que toma la iniciativa es siempre Jesús. Se acerca, fija su mirada en aquellos cuatro pescadores y los llama a dar una orientación nueva a sus vidas. Sin su intervención, no nace nunca un verdadero cristiano. Los creyentes hemos de vivir con más fe la presencia viva de Cristo y su mirada sobre cada uno de nosotros. Si no es él, ¿quién puede dar una nueva orientación a nuestras vidas?

Pero lo más decisivo es escuchar desde dentro su llamada: «Venid detrás de mí». No es tarea de un día. Escuchar esta llamada significa despertar la confianza en Jesús, reavivar nuestra adhesión personal a él, tener fe en su proyecto, identificarnos con su programa, reproducir en nosotros sus actitudes… y, de esta manera, ganar más personas para su proyecto.

Este podría ser hoy un buen lema para una comunidad cristiana: Ir detrás de Jesús. Ponerlo al frente de todos. Recordarlo cada domingo como el líder que va por delante de nosotros. Generar una nueva dinámica. Centrarlo todo en seguir más de cerca a Jesucristo. Nuestras comunidades cristianas se transformarían. La Iglesia sería diferente.

José Antonio Pagola

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“Un comienzo sorprendente”. Domingo 3º del Tiempo Ordinario. Ciclo B

Domingo, 25 de enero de 2015
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Jesús llamaJuan 1,35-42Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El domingo pasado, el evangelio de Juan nos contó cómo Jesús entró en contacto con algunos de los que más tarde serían sus discípulos. Este domingo volvemos al evangelio de Marcos, que será el usado básicamente durante el Ciclo B. En tres escenas, las dos últimas estrechamente relacionadas, nos cuenta la forma sorprendente en que comienza a actuar Jesús.

1ª escena: Actividad inicial de Jesús.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:

̶  Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.

Marcos ofrece tres datos: 1) momento en que comienza a actuar; 2) lugar de su actividad; 3) contenido de su predicación.

Momento. Cuando encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de Juan. Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios Padre le hablase igual que a nosotros, a través de los acontecimientos. En este caso, el acontecimiento es la desaparición de Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío.

Lugar de actividad. A diferencia de Juan, Jesús no se instala en un sitio concreto, esperando que la gente venga a su encuentro. Como el pastor que busca la oveja perdida, se dedica a recorrer los pueblecillos y aldeas de Galilea, 204 según Flavio Josefo. Galilea era una región de 70 km de largo por 40 de ancho, con desniveles que van de los 300 a los 1200 ms. En tiempos de Jesús era una zona rica, importante y famosa, como afirma el libro tercero de la Guerra Judía de Flavio Josefo (BJ III, 41-43), aunque su riqueza estaba muy mal repartida, igual que en todo el Imperio romano.

Los judíos de Judá y Jerusalén no estimaban mucho a los galileos: “Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur”, comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: “Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta” (Jn 7,52).

Mensaje. ¿Qué dice Jesús a esa pobre gente, campesinos de las montañas y pescadores del lago? Su mensaje lo resume Marcos en un anuncio (“Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca”) y una invitación (“convertíos y creed en la buena noticia”).

El anuncio encaja en la mentalidad apocalíptica, bastante difundida por entonces en algunos grupos religiosos judíos. Ante las desgracias que ocurren en el mundo, y a las que no encuentran solución, esperan un mundo nuevo, maravilloso: el reino de Dios. Para estos autores era fundamental calcular el momento en el que irrumpiría ese reinado de Dios y qué señales lo anunciarían. Jesús no cae en esa trampa: no habla del momento concreto ni de las señales. Se limita a decir que “está cerca”.

Pero lo más importante es que vincula ese anuncio con una invitación a convertirse y a creer en la buena noticia.

Convertirse implica dos cosas: volver a Dios y mejorar la conducta. La imagen que mejor lo explica es la del hijo pródigo: abandonó la casa paterna y terminó dilapidando su fortuna; debe volver a su padre y cambiar de vida. Esta llamada a la conversión es típica de los profetas y no extrañaría a ninguno de los oyentes de Jesús (la 1ª lectura, del libro de Jonás, se centra en ese tema).

Pero Jesús invita también a “creer en la buena noticia” del reinado de Dios, aunque los romanos les cobren toda clase de tributos, aunque la situación económica y política sea muy dura, aunque se sientan marginados y despreciados. Esa buena noticia se concretará pronto en la curación de enfermos, que devuelve la salud física, y el perdón de los pecados, que devuelve la paz y la alegría interior.

2ª y 3ª escenas: llamamientos de Simón y Andrés, Santiago y Juan

Pasando junto al lado de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo:

̶  Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. 

Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Jesús ha pasado unas semanas, quizá meses, recorriendo él solo Galilea. Hasta que decide buscar unos discípulos que lo acompañen y continúen su obra. No los busca en Jerusalén, entre los alumnos de los grandes rabinos. Los busca entre los pescadores. Económicamente no son unos miserables, tienen barca e incluso les ayudan unos jornaleros. Pero en una sociedad agraria, como la del Imperio romano, el obrero manual estaba por debajo del campesino, y sólo por encima de las clases de la gente impura y de los despreciables (en la clasificación de Gerhard Lenski).

El relato de Marcos resulta desconcertante. ¿Es posible que cuatro muchachos sigan a Jesús sin conocerlo, abandonando su familia y su trabajo? El lector moderno, buscando una respuesta, acude al cuarto evangelio, donde se dice que Jesús ya los conoció cuando el bautismo. Pero el lector antiguo, que sólo tenía a su disposición el evangelio de Marcos, se queda admirado del poder de atracción que ejerce Jesús y de la disponibilidad absoluta de los discípulos.

Estos cuatro discípulos representan el primer fruto de la predicación de Jesús: muchachos que creen en la buena noticia del Reinado de Dios, siguen a Jesús y cambian radicalmente de vida.

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Éste es el Cordero de Dios.

Domingo, 18 de enero de 2015
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En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos

y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:

–¡Mirad, ese es el Cordero de Dios!

Los dos discípulos de Juan le oyeron decir esto y siguieron a Jesús.

Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les preguntó:

–¿Qué estáis buscando?

Ellos dijeron:

–Maestro, ¿dónde vives?

Jesús les contestó:

–Venid a verlo.

Fueron, pues, y vieron dónde vivía;

y pasaron con él el resto del día, porque ya eran como las cuatro de la tarde.

*

Juan 1, 35-39

Agnus
***

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“Aprender a vivir”. 2º Tiempo Ordinario – B (Juan 1,35-42)- 18 de enero 2015

Domingo, 18 de enero de 2015
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793780-300x232Venid y lo veréis

Los discípulos preguntan a Jesús: Maestro, ¿dónde vives? ¿Cuál es el secreto de tu vida? ¿Qué es vivir para ti?

Jesús les responde directamente: Venid y lo veréis. Haced vosotros mismos la experiencia. No busquéis información de fuera. Venid a vivir conmigo y descubriréis cómo vivo yo, desde dónde oriento mi vida, a qué me dedico y qué es lo que me hace vivir así.

Solo conviviendo con Jesús aprenderemos a vivir como él. Este es el paso decisivo que hemos de dar. Esto es entrar en el camino de Jesús.

***

El evangelista Juan ha puesto un interés especial en indicar a sus lectores cómo se inició el pequeño grupo de seguidores de Jesús. Todo parece casual. El Bautista se fija en Jesús que pasaba por allí y les dice a los discípulos que lo acompañan: «Este es el Cordero de Dios».

Probablemente, los discípulos no le han entendido gran cosa, pero comienzan a «seguir a Jesús». Durante un tiempo, caminan en silencio. No ha habido todavía un verdadero contacto con él. Están siguiendo a un desconocido y no saben exactamente por qué ni para qué.

Jesús rompe el silencio con una pregunta: «¿Qué buscáis?» ¿Qué esperáis de mí? ¿Queréis orientar vuestra vida en la dirección que llevo yo? Son cosas que es necesario aclarar bien. Los discípulos le dicen: «Maestro, ¿dónde vives?» ¿Cuál es el secreto de tu vida? ¿Qué es vivir para ti? Al parecer, no buscan conocer nuevas doctrinas. Quieren aprender de Jesús un modo diferente de vivir. Quieren vivir como él.

Jesús les responde directamente: «Venid y lo veréis». Haced vosotros mismos la experiencia. No busquéis información de fuera. Venid a vivir conmigo y descubriréis cómo vivo yo, desde dónde oriento mi vida, a quiénes me dedico, por qué vivo así.

Este es el paso decisivo que necesitamos dar hoy para inaugurar una fase nueva en la historia del cristianismo. Millones de personas se dicen cristianas, pero no han experimentado un verdadero contacto con Jesús. No saben cómo vivió, ignoran su proyecto. No aprenden nada especial de él.

Mientras tanto, en nuestras iglesias no tenemos capacidad para engendrar nuevos creyentes. Nuestra palabra ya no resulta atractiva ni creíble. Al parecer, el cristianismo, tal como nosotros lo entendemos y vivimos, interesa cada vez menos. Si alguien se nos acercara a preguntarnos: «dónde vivís», «qué hay de interesante en vuestras vidas», ¿cómo responderíamos?

Es urgente que los cristianos se reúnan en pequeños grupos para aprender a vivir al estilo de Jesús escuchando juntos el evangelio. Él es más atractivo y creíble que todos nosotros. Puede engendrar nuevos seguidores, pues enseña a vivir de manera diferente e interesante.

José Antonio Pagola

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“Vieron dónde vivía y se quedaron con él”. Domingo 18 de enero de 2015. 2º domingo de tiempo ordinario

Domingo, 18 de enero de 2015
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11-ordinario (B) cerezoLeído en Koinonia:

1Samuel 3,3b-10.19: Habla Señor, que tu siervo escucha.
Salmo responsorial: 39. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
1Corintios 6,13c-15a.17-20: Vuestros cuerpos son miembros de Cristo.
Juan 1,35-42: Vieron dónde vivía y se quedaron con él

La primera y la tercera lecturas se complementan presentándonos el tema de «la vocación»: la vocación del pequeño Samuel en la primera, y la vocación o el llamado de Jesús a sus primeros discípulos.

El libro de Samuel nos presenta la infancia del joven Samuel en el templo al cual fue consagrado por su madre en virtud de una promesa. El niño duerme, pero una voz lo llama. Creyendo que es la voz de su maestro Elí, con ingenua obediencia se levanta el niño tres veces en la noche acudiendo a su llamado. Samuel no conoce aún a Yahvé, pero sabe de la constancia en la obediencia, y sabe acudir al llamado, una vez más, aun cuando en las primeras ocasiones le parecía haberse despertado en vano. Elí comprendió que era Yahvé quien llamaba al niño y le enseñó entonces a crear la actitud de escucha: “Habla señor, que tu siervo escucha”.

La vida actual está llena de ruido, palabras que van y vienen, mensajes que se cruzan y con frecuencia los seres humanos perdemos la capacidad del silencio, la capacidad de escuchar en nuestra interioridad la voz de Dios que nos habita. Dios puede continuar siendo aquel desconocido de quien hablamos o a quien afirmamos, creer pero con quien pocas veces nos encontramos en la intimidad del corazón, para escuchar contemplativamente.

Este texto sobre Samuel niño se ha aplicado muchas veces al tema de la “vocación”, palabra que, obviamente, significa “llamado”. Toda persona, en el proceso de su maduración, llega un día –una noche- a percibir la seducción de unos valores que le llaman, que con una voz imprecisa al principio, le invitan a salir de sí y a consagrar su vida a una gran Causa. Esas voces vagas en la noche, difícilmente reconocibles, provienen con frecuencia de la fuente honda que será capaz más tarde de absorber y centrar toda nuestra vida. No hay mayor don en la vida que haber encontrado la vocación, que es tanto como haberse encontrado a sí mismo, haber encontrado la razón de la propia vida, el amor de la vida. No hay mayor infortunio que no encontrar la razón de la vida, no encontrar la Causa con la que uno vibra, la Causa por la que vivir (que siempre es, a la vez, una causa por la que incluso merece la pena morir).

Pablo, en su carta a los corintios, nos recuerda que el cuerpo es templo, y que toda nuestra vida está llamada a unirse a Cristo, por lo que es necesario discernir en todo momento, qué nos aleja y qué nos acerca al plan de Dios. Por que la relación con Dios, no hace referencia solamente a nuestra experiencia espiritual sino a toda la vida: el trabajo, las relaciones humanas, la política, el cuidado del cuerpo, la sexualidad… En todo momento en cualquier situación debemos preguntarnos si estamos actuando en unidad con Dios y en fidelidad a su plan de amor para con todo el mundo.

En el evangelio de hoy, Juan nos relata en encuentro de Jesús con los primeros discípulos que elige. Es un texto del evangelio, obviamente simbólico, no un relato periodístico o una “crónica” de aquellos encuentros. Todavía, algunos de los símbolos que contiene no sabemos interpretarlos: ¿qué quiso Juan aludir, al especificarnos que… “serían las cuatro de la tarde”? Hemos perdido el rastro de lo que pudo tener de especial aquella hora concreta como para que Juan la detalle.

Dos discípulos de Juan escuchan a su maestro expresarse sobre Jesús como el “cordero de Dios”, y sin preguntas ni vacilaciones, con la misma ingenuidad que el joven Samuel que hemos contemplado en la primera lectura, «siguen» a Jesús, es decir, se disponen a ser sus discípulos, lo que conllevará un cambio importante para sus vidas. El diálogo que se entabla entre ellos y Jesús es corto pero lleno de significado: “¿Qué buscan?”, “¿Maestro donde vives?”, ”Vengan y lo verán”. Estos buscadores desean entrar en la vida del Maestro, estar con él, formar parte de su grupo de vida. Y Jesús no se protege guardando las distancias, sino que los acoge sin trabas y los invita nada menos que a venir a su morada y quedarse con él.

Este gesto simbólico se ha comentado siempre como una de las condiciones de la evangelización: no basta dar palabras, son precisos también los hechos; no sólo teorías, sino también vivencias; no «hablar de» la buena noticia, sino mostrar cómo la vive uno mismo, en su propia carne estremecida de gozo. O sea: una evangelización completa debe incluir una visión teórica, pero sobre todo tiene que ser un testimonio. El evangelizador no es un profesor que da una lección, sino un testigo que ofrece su propio testimonio personal. El impacto del testimonio de vida del maestro, conmueve, transforma, convence a los discípulos, que se convierten en testigos mensajeros.

Seguir a Jesús, caminar con él, no puede hacerse sino por haber tenido una experiencia de encuentro con él. Las teorías habladas –incluidas las teologías–, por sí solas, no sirven. Nuestro corazón –y el de los demás– sólo se conmueve ante las teorías vividas, por la vivencia y el testimonio personal.

En la vida real el tema de la vocación no es tan fácil ni tan claro como lo solemos plantear. La mayor parte de las personas no pueden plantearse la pregunta por su vocación, no pueden «elegir su vida», sino que han de aceptar lo que la vida les presenta, y no pocas tienen que esforzarse mucho para sobrevivir apenas. El llamado de Dios es, ahí, el llamado de la vida, el misterio de la lucha por la sobrevivencia y por conseguirla del modo más humano posible. Este llamado, la «vocación» vivida en estas difíciles circunstancias de la vida, son también un verdadero llamado de Dios, que debemos valorar en toda su dignidad. Leer más…

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Dom 18. 1. 15. “Samuel, voz de juicio y cambio en la noche del templo”

Domingo, 18 de enero de 2015
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samuelLeído en el blog de Xabier Pikaza:

Domingo 2, tiempo ordinario. Ciclo B. 1 Sam 13; Juan 1, 35-42. El texto del evangelio es muy bello, pero hoy quiero comentar la historia de la “vocación” de Samuel, con el juicio de Helí (=Elí), sacerdote.

La liturgia del día sólo cita una parte del texto (1 Sam 3,3b-10.19), y de esa forma mutila su sentido, entendiéndolo como escena piadosa de oración de un niño, pero el texto entero es más hondo y actual: ofrece, con la oración emocionada del niño/joven, el juicio y condena de una familia de “sacerdotes oficiales” que asumieron el poder para dominar al pueblo. Éstos son los dos o tres temas de nuestra historia:

Es la historia de Elí, con la caída de una fuerte dinastía de sacerdotes y políticos de Silo, que habían convertido su servicio en imposición sobre los pobres. En el fondo del pasaje hay otros matices, como el intento de explicar la “caída” sacral de Silo y la elevación de Jerusalén (que deberían matizarse históricamente), pero aquí sólo quiero recoger lo que dice actualmente el texto.

Es la historia de Samuel,el niño/joven que aprende a escuchar y actuar como profeta, para anunciar que Dios destruirá a los políticos/sacerdotes, iniciando un tiempo nuevo de palabra y salvación, precisamente desde ellos, desde los niños/jóvenes que escuchan de verdad la palabra de Dios. Volver a la Palabra de Dios, por encima de los poderes instituidos; éste es el mensaje del texto.

Este es un pasaje emocionante y durísimo; un idilio de ternura y un prodigio de dureza: Tiene que morir esta familia de antiguos sacerdotes de templo oficial (estos políticos, estos dictadores religiosos) para que empiece un tiempo de nuevos profetas, que escuchen de nuevo la gran Palabra de Dios.

Por eso quiero comentar el texto entero (1 Sam 3, 1-21). Evidentemente, tiene otros matices místicos, poéticos, sociales y religiosos, pero aquí me centro en la relación entre Elí/Samuel y Dios. No hará falta decir que este pasaje puede y debe aplicarse (sin gran esfuerzo) a nuestra situación, en la Iglesia y el mundo. Dejo las conclusiones para los lectores; buen fin de semana a todos ellos

Texto

2877909416_56d875841e1) Introducción:

El joven Samuel servía a Yahvé bajo el cuidado de Elí. En aquellos días la palabra de Yahvé era rara y no eran frecuentes las visiones.
Un día estaba Elí acostado en su habitación; se le iba apagando la vista y casi no podía ver. Aún ardía la lámpara de Dios y Samuel estaba acostado en el templo de Yahvé donde estaba el Arca de Dios.

2) Tres llamadas. Aprender a escuchar

a) Y Yahvé llamó a Samuel y él le respondió: – ¡Aquí estoy! Y corrió a donde esta Elí y le dijo: -¡Aquí estoy! (aquí vengo) porque me has llamado. Y le respondió:- No te he llamado. Vuelve, acuéstate. Y se acostó.

b) Y Yahvé volvió a llamar otra vez a Samuel; y Samuel se levantó y fue a adonde estaba Elí y le dijo: -(Aquí estoy! (Vengo) porque me has llamado. Y le respondió: -¡No te he llamado, hijo mío! Vuelve, acuéstate. Y Samuel no conocía aún a Yahvé, pues no se le había revelado la palabra de Yahvé.

c) Y por tercera vez llamó Yahvé a Samuel y se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: -Aquí estoy! (Vengo) porque me has llamado. Y comprendió Elí que era Yahvé quien llamaba al joven. Y dijo Elí a Samuel;-Vete, acuéstate. Y si alguien te llama responde: ¡Habla, Yahvé, que tu siervo escucha!

3) Palabra de Yahvé.. Condena de Elí, sacerdote y político

Y vino Yahvé y haciéndose presente le llamó las otras veces:
-¡Samuel, Samuel!
Y Samuel respondió: -¡Habla, que tu siervo escucha! Y dijo Yahvé a Samuel: -Mira, yo voy a hacer en Israel una cosa (= un palabra) que a todos los que la oigan les retumbarán los oídos. Aquel día haré que venga contra Elí y contra su familia todo lo que he dicho sin que falte nada.
Comunícale a Elí que yo condeno a su familia para siempre, por el pecado de saber que sus hijos se estaban envileciendo y no habérselo impedido. Por eso juro a la familia de Eli que jamás se expiará su pecado, ni con sacrificios ni con ofrendas.

4. Diálogo con Elí y conclusión

Se acostó Samuel hasta la mañana y (entonces) abrió las puertas de la casa de Yahvé Tenía miedo de contar su visión a Elí. Y Elí le preguntó a Samuel: -Samuel, hijo mío! Y le respondió -¡Aquí estoy! Y le preguntó: – ¿Cuál es la palabra que te han dicho? No me ocultes nada. Así empiece a castigarte Dios y así prosiga si me ocultas una sola palabra de todas las que te han dicho!

Y Samuel le contó todas las cosas; nada le ocultó.
Y Elí dijo: ¡Es Yahvé! Que haga lo que le parece bien.
Samuel crecía y Yahvé estaba con él y no dejó de cumplirse ninguna de sus palabras. Y todo Israel supo, desde Dan hasta Berseba, que Samuel había sido acreditado como profetas de Yahvé.

El niño profeta en el templo.

Conforme a los textos de las vocaciones de Isaías (Is 6) y Jeremías (Jer 1), el profeta es un hombre o mujer que escucha y transmite la Palabra, para anunciar al pueblo un juicio destructor que, paradójicamente, acabará teniendo forma salvadora. Sobre ese modelo han compuesto y recreado los autores de la Biblia Hebrea otras llamadas como las de Abrahán (Gen 12) y Moisés (Ex 3-4) . Ahora evocamos la de Samuel que refleja de forma insuperable el proceso de escucha, educación y juicio del profeta. Estos son los personajes. Elí, sacerdote de Silo, y Samuel, un muchacho.

Con el título de el niño (o pequeño) Samuel se ha popularizado esta escena. Pero Samuel no es un niño sino un joven (na’ar: 1 Sam 3,1): ha entrado en la adolescencia, sin alcanzar aún la madurez (puede estar entre los 15 y 25 años) . El texto dice que sirve (mesaret) a Yahvé, como criado o ministro del sacerdote en las tareas del culto: duerme en el templo (hekal: 3,3) y cuida su lámpara hasta entrada la noche; a la mañana abre sus puertas (6,15); evidentemente vela por el orden de la Casa. Elí, el anciano sacerdote, liturgo de una vieja dinastía corrompida (cf 1Sam 2,11-36 ), casi ciego, y Samuel, el joven servidor que aprende a escuchar la voz de Dios educándose en el templo (3,2. 7), son protagonistas de la escena.

1) Introducción (1 Sam 3,1-3).

Comienza presentando a los personajes (3,1a) y añade: era rara la palabra (dabar) y la visión (hazon) de Yahvé. Silencio y oscuridad dominaban en el mundo del anciano sacerdote ciego. Es como si la lámpara de Dios fuera a extinguirse y todo el pueblo terminara a oscuras con Elí ya retirado en sus habitaciones. Leer más…

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Primer profeta y primeros discípulos. 2º domingo. Ciclo B

Domingo, 18 de enero de 2015
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seguimiento2Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El domingo pasado leímos el relato del bautismo. Si hubiéramos seguido con el evangelio de Marcos, lo siguiente serían las tentaciones de Jesús. Pero, en un prodigio de zapping litúrgico, cambiamos de evangelio y leemos el próximo domingo un texto de Juan. El cuarto evangelio no cuenta el bautismo de Jesús. Pero sí dice que fue a donde estaba Juan bautizando, y allí entró en contacto con quienes más tarde serían sus discípulos. Para ambientar este episodio, y con fuerte contraste, la primera lectura cuenta la vocación de Samuel.

La vocación de un profeta

            Samuel no es el primer profeta. Antes de él se atribuye el título a Abrahán, y a dos mujeres: María, la hermana de Moisés, y Débora. Pero el primer gran profeta, con fuerte influjo en la vida religiosa y política del pueblo, es Samuel. Por eso, se ha concedido especial interés a contar su vocación, para darnos a conocer qué es un profeta y cómo se comporta Dios con él.

Lectura del primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19

En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió:

̶  Aquí estoy.

Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:

̶  Aquí estoy; vengo porque me has llamado.

Respondió Elí:

̶  No te he llamado; vuelve a acostarte.» 

Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel.  Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: 

̶  Aquí estoy; vengo porque me has llamado. 

Respondió Elí:

̶  No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.

Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor.  Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo:

̶  Aquí estoy; vengo porque me has llamado.

El comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel:  

̶  Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha”

Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes:

̶  ¡Samuel, Samuel!

Él respondió:

̶  Habla, Señor, que tu siervo te escucha.

Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.

            Quien sólo lea este episodio conocerá muy poco de Samuel: que es un niño, está al servicio del sumo sacerdote Elí, y duerme en la habitación de al lado. No sabe que su madre lo consagró al templo de Siló desde pequeño, y que, más tarde, en virtud de su vocación profética, jugará un papel capital en la introducción de la monarquía en Israel y en la elección de los primeros reyes, Saúl y David.

            Curiosamente, el relato nos ofrece más datos a propósito de Dios. Se revela como un Dios que elige a un tipo de hombre concreto, el profeta, para transmitir su voluntad. Al mismo tiempo, se revela como un ser extraño, desconcertante, que parece jugar al ratón y al gato, haciendo que el niño se levante tres veces de la cama antes de hablarle con claridad.

            Finalmente, ese Dios que se muestra cercano al profeta, que lo acompaña de por vida, se revela también como un ser exigente, casi cruel, que le encarga al niño una misión durísima para su edad: condenar al sacerdote con el que ha vivido desde pequeño y que ha sido para él como un padre. Esto no se advierte en la lectura de hoy porque la liturgia ha omitido esa sección para dejarnos con buen sabor de boca.

            En resumen, la vocación de un profeta no sólo le cambia la vida, también nos ayuda a conocer a Dios.

La vocación de los discípulos

            La liturgia vuelve a usar la tijera para mutilar el texto del cuarto evangelio. En él se cuenta cómo entran en contacto con Jesús cinco discípulos: Andrés y otro no mencionado (generalmente se piensa en Juan), Simón Pedro, Felipe y Natanael, Por desgracia, se ha suprimido lo referente a Felipe y Natanael.

Lectura del evangelio según san Juan 1, 35-42

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:

̶  Éste es el Cordero de Dios.

Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:

̶  ¿Qué buscáis?

Ellos le contestaron: 

̶  Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?

Él les dijo: 

̶  Venid y lo veréis.

Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.

Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:

̶  Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).

Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:

̶  Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).

            El contraste con la vocación de Samuel es enorme. Aquella ocurre en el santuario, de noche, con una voz misteriosa que se repite y un mensaje que sobrecoge. Aquí todo ocurre de forma muy humana, muy normal: un boca a boca que va centrando la atención en Jesús, cuando no es él mismo quien llama, como en el caso de Felipe. Y las reacciones abarcan desde la simple curiosidad de los dos primeros hasta el escepticismo irónico de Natanael, pasando por el entusiasmo de Andrés y Felipe.

Dos datos comunes

  1. En ambos relatos, la vocación cambia la vida. En adelante, “el Señor estaba con Samuel”, y los discípulos estarán con Jesús. Este cambio se subraya especialmente en el caso de Pedro, al que Jesús cambia el nombre en Cefas. Lo que significará este cambio no lo descubre el lector hasta que termina de leer el cuarto evangelio. Igual que Samuel quedaba plenamente al servicio de Dios, Pedro y los otros quedan al servicio de Jesús.
  2. La vocación revela a Dios en el caso de Samuel, y a Jesús en el caso de los discípulos. Cada vocación aporta un dato nuevo sobre la persona de Jesús, como distintas teselas que terminan formando un mosaico: Juan Bautista lo llama “Cordero de Dios”; los dos primeros se dirigen a él como Rabí, “maestro”; Andrés le habla a Pedro del Mesías; Felipe a Natanael de aquel al que describen Moisés y los profetas, Jesús, hijo de José, natural de Nazaret; y el escéptico Natanael terminará llamándolo “Hijo de Dios, rey de Israel”.

Un compromiso para nosotros

La liturgia nos sitúa al comienzo de la actividad de Jesús. Lo iremos conociendo cada vez más a través de las lecturas de cada domingo. Pero no podemos limitarnos a un puro conocimiento intelectual. Como Samuel, como los discípulos, tenemos que comprometernos con Dios, con Jesús.

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Comunicado final de la XVII Semana andaluza de Teología: “Seguir a Jesús desde las víctimas”

Domingo, 30 de noviembre de 2014
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015_3De la página web de Redes Cristianas:

Procedentes de Andalucía y de otras partes del país, 350 personas hemos compartido esta XVII Semana Andaluza de Teología como espacio cristiano, vivo y comunitario, donde se estimula y celebra nuestra fe en Jesús de Nazaret y se refuerzan con entusiasmo nuestras esperanzas y compromisos por otra sociedad más justa y otra institución-Iglesia más evangélica. Ante la crueldad y sinrazón del lucro insaciable de unas minorías, seguimos creyendo en la razón y justicia de los derechos de las víctimas. En estos dias nos hemos comunicado compromisos personales o locales, pequeños pero transformadores, germen de un modelo alternativo de vivir, de creer en la Sabiduría Divina y de seguir a Jesús. Compromisos que ponen en su eje la compasión solidaria con las víctimas heridas, expoliadas y excluidas.

Sabemos que creer en Dios no es la cuestión clave, sino en qué Dios creemos. Como personas seguidoras de Jesús damos nuestra adhesión-confianza al Dios de Jesús y también al Jesús de Dios. Para ser fieles en esa fe-seguimiento precisamos “volver a Jesús” siempre, para ir por sus caminos con libertad y creatividad, atentos a las sugerencias de su Espíritu, que trasciende y desborda el marco religioso-institucional y se hace sentir en el clamor de los empobrecidos y de las víctimas sociales.

La prioridad de la vida sobre la religión es la consecuencia más radical que brota de las propuestas de Jesús sobre el Reino y también su exigencia más urgente. La mediación esencial entre los seres humanos y Dios es la vida, pues a El lo encontramos en hacer que todas las personas vivan con dignidad y sean respetadas en sus derechos; lo hallamos en el gozo y la alegría de vivir compartidos en igualdad. Siguiendo a Jesús, la orientación esencial de la espiritualidad cristiana consiste en el compromiso con la vida humana: su seguridad, su dignidad, sus derechos y su felicidad. Porque no puede captarse el alcance y la hondura de la fe cristiana si no la vivimos desde el lugar social de las víctimas de la exclusión. Esta opción de seguimiento de Jesús así puede incluso llevarnos a vivirlo al margen de los marcos religiosos instituidos, esos que tantas veces desfiguran, ocultan y dificultan el acceso a su Vida y Mensaje a muchas personas.

Cuando se margina el Evangelio y se avivan la religión, lo sagrado, los ritos, la pertenencia confesional, etc. la institución-Iglesia aparece como netamente religiosa, aliada con los poderes sociales y económicos y también poco o nada evangélica, de modo que se incapacita para mantener viva la memoria subversiva y la propuesta de Jesús y cuanto representa de liberador para las personas. Así pues, el compromiso con las víctimas es expresión ineludible del seguimiento de Jesús.

Nuestra talla ética a nivel colectivo no vendrá medida por el PIB, sino por nuestra radicalidad democrática y comprometida con los prójimos-víctimas. Si observamos solamente nuestra realidad española, continúa la caída de los ingresos familiares y crece el aumento de la desigualdad en el reparto, con hundimiento de las rentas más bajas. El número de hogares sin ingresos en nuestro país supera los 700.000 y de ellos 334.000 hogares andaluces, viven en pobreza severa. Se agudizan sin cesar los procesos que limitan el acceso a derechos y servicios básicos (alimentación, educación, sanidad, vivienda) y la tasa de paro llega a más del 27% de la población activa y entre los jóvenes supera el 50%. La situación laboral es así: menos empleo y más paro, la mayoría de empleos nuevos son de carácter temporal o precarios y con salarios bajos o muy bajos. En síntesis: pobreza creciente y derechos menguantes.

Entre las incontables víctimas del sistema socio-económico imperante tenemos presentes las vidas segadas, prohibidas, perseguidas o expulsadas de miles de personas inmigrantes que no hallan en nuestras sociedades opulentas la acogida hospitalaria y la debida justicia ante sus situaciones de emergencia.

“Hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la desigualdad”. Esa economía mata. Grandes masas de población son excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Vivimos en la cultura del “descarte”: los excluidos no son “explotados”, sino desechos, “sobrantes”. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la desigualdad, no se resolverán los problemas del mundo. La desigualdad es la raíz de los males sociales” (Papa Francisco).

Confesamos que seguir a Jesús nos mueve a llevar consigo la esperanza y el impulso de una nueva sociedad con unos valores alternativos a los dominantes. Estamos convencidos/as de que la fe cristiana tiene una irrenunciable dimensión social y pública de la que brota un ineludible impulso hacia el compromiso ético sociopolítico. Nuestra fe cristiana nos da Vida y queremos vivirla como una fe atravesada por el clamor de la justicia, la igualdad y la liberación. “Ahí queremos estar. La llama de la esperanza subversiva sigue viva, a pesar de todo. Queremos cuidar el fuego de indignación y de paz para hacer frente a la codicia insaciable del Mercado –el peor de los terrorismos, la peor de las epidemias- para cuidar mejor de nosotros/as, para cuidar de las hermanas/os que perecen, para cuidar la tierra y la vida amenazada de todos los vivientes, para curar y salvar la Vida. Jesús nos inspira y nos impulsa” (José Arregi).

El Morche-Torrox (Málaga) 21-22-23 Noviembre 2014

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La oración de la cabra

Jueves, 27 de noviembre de 2014
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cabra

Decididamente, Señor
no tenemos buena prensa las cabras.
Falla alguien en su cordura mental,
rápido dicen que está como una de nosotras.
A nuestros cabritos y machos cabríos
les endosaron siempre los peores papeles.
Tú mismo, recuerda tu Juicio Final,
nos colocas a tu izquierda
con pasaporte directo a los infiernos.
¿No te parece demasiado?

Tú sabes que no nos hiciste ni mejores
ni peores que al resto de tus criaturas.
Que ni quisiste, ni pudiste hacernos…”malas”;
que nos hiciste simplemente… “distintas”.

Por eso nos arriesgamos
por senderos y trochas que nadie ha pisado.
Por eso mordisqueamos hierbecillas que nadie olfateó.
Por eso sentimos esa especie de alergia a “ir en rebaño”.
Por eso gozamos y sufrimos esa fama de “locas”,
porque sabemos que el mundo y que tu Iglesia
también necesita locos… ¡divinos locos!

¿Qué nos falta entonces?
Pastores, nada más que pastores.
Pero, ojo, Señor: ¡Pastores de cabras!
Pastores de los otros,
pastores de ovejas normales y sumisas,
más o menos los hay… De éstos, en cambio,
es muy difícil encontrarlos. Amén.

*

Revista orar. Nº142

***

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“¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!”. Domingo 9 de noviembre de 2014. 32º domingo de tiempo ordinario

Domingo, 9 de noviembre de 2014
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Mateo 25, 1-13Leído en Koinonia:

Sabiduría 6,12-16:Encuentran la sabiduría los que la buscan.
Salmo responsorial: 62: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
1Tesalonicenses 4,13-18:
A los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él.
Mateo 25,1-13: ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!

En estos domingos «finales» del año litúrgico, los textos nos dirigen una invitación a reflexionar sobre el «fin» de toda existencia. Éste fin es considerado no sólo como la meta en que la vida adquiere realización o acabamiento, sino también como la meta del caminar histórico colectivo del ser humano y de la realidad toda. Semanas para contemplar este aspecto ineludible de nuestras vidas.

La primera lectura, del Libro de la Sabiduría, es un himno que canta los maravillas de la Sabiduría. Ésta sale al encuentro de quienes la buscan, de quienes la aman, y ella misma se muestra. La sabiduría es una cualidad, una manera en que Dios se manifiesta a quienes realmente le buscan. La única condición para que este encuentro se llegue a dar, es estar abierto a la sabiduría, buscarla; como se busca a Dios. (Importante darse cuenta de que la Sabiduría es presentada en este libro como «personificada», pero no «hipostasiada»: la personificación es simplemente una figura literaria, una forma de hablar).

Por su parte Pablo, en la carta a los Tesalonicenses, intenta responder las dudas de algunos hermanos que han ingresado hace poco a la comunidad. Estos hermanos consideran desfavorecidos a los difuntos porque iban a estar ausentes de la cercana venida del Señor. Pablo reafirma la enseñanza que él recibió. Los que murieron en Jesús estarán presentes con él en el último día. Ellos resucitarán en primer lugar y los que quedemos seremos llevados al Señor. Por que si creemos que Jesús murió y resucitó, Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús, pues para Pablo en el bautismo, expresión de conversión, nos sumergimos en la muerte del Señor para resucitar con él; así mismo quienes murieron con Cristo resucitan con él porque han participado del camino, del seguimiento, y la alegría por continuar anunciando la Utopía de Dios, que llamamos Reino. Terreno difícil para distinguir lo que es sustancia de nuestra fe –o de nuestra esperanza- sin confundirla con una cosmología o mitología del tiempo y de la cultura helenista que no era la de Jesús… teniendo en cuenta que la cosmología o representación de la vida y la muerte en la cultura de la sociedad en que vivió Jesús tampoco son para nosotros «Palabra de Dios»…

El evangelio del día de hoy nos trae la parábola de las diez vírgenes, prudentes y necias, que estaban esperando al novio. No dice a sus novios o a los novios. «El novio» designa a Jesús mismo (Mateo 9, 15). Y recordemos que el reino de Dios también es simbolizado con un banquete de bodas…

La parábola nos enseña que el final de cada persona depende del camino que se escoja, que de alguna manera, la muerte es consecuencia de la vida –prudente o necia- que se ha llevado. Muchachas necias son las que han escuchado el mensaje de Jesús pero no lo han llevado a la práctica. Muchachas prudentes son las que lo han traducido en su vida, por eso entran al banquete del Reino. De esta manera, la lectura del evangelio se enmarca en la preocupación de los cristianos recién convertidos de la comunidad de Tesalónica, Grecia, (los Tesalonicenses), la preocupación por el final de los tiempos.

La parábola es una seria llamada de atención para nosotros. “ustedes velen, porque no saben el día ni la hora“. No dejen que en ningún momento se apague la lámpara de la fe, porque cualquier momento puede ser el último. Estén atentos, porque la fiesta de la vida está teniendo lugar ya, ahora mismo. El Reino está ya aquí. Enciendan las lámparas con el aceite de la fe, con el aceite de la fraternidad, de la caridad mutua. Nuestros corazones llenos así de luz nos permitirán vivir la auténtica alegría aquí y ahora. Los demás, los que viven a nuestro alrededor se verán también iluminados, conocerán también el gozo de la presencia del Novio esperado. Jesús nos pide que nunca nos falte ese aceite en nuestras lámparas.

Ciertamente tenemos que aprovechar el momento presente, pero para construir fraternidad, no para buscar de manera egoísta nuestro propio bienestar. Las vírgenes necias pusieron otro aceite en sus lámparas: el que sólo sirve para alumbrar egoístamente nuestro camino. No pudieron entrar en la fiesta de la boda. Y si hubiesen entrado no hubiesen entendido absolutamente nada. En la fiesta de la hermandad los que sólo miran por su propio interés se aburren.

Sería bueno preguntarnos de qué tipo es el aceite que alimenta nuestras lámparas. Sería bueno examinar cómo trabajamos día a día para aumentar la intensidad de nuestro fuego, y de nuestras reservas. ¿O acaso desperdiciamos las ocasiones de crear fraternidad, de amar y servir a los hermanos?

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Luz en la noche, muchachas en vela (Mt 25, 1-13)

Domingo, 9 de noviembre de 2014
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virgenes prudentesDel blog de Xabier Pikaza:

La humanidad entera son diez chicas que aguardan al Novio, con velas encendidas, y así lo indica esta parábola, evocando la esperanza del amor como don y tarea de la vida.

Es una parábola extraña, como todas, un cuento del oriente antiguo, mujeres en vela (con vela), con lámparas que parecen de Aladino, pero que no son para abrir la cueva del tesoro, sino el tesoro del amor en plenitud, para el que todos de algún modo nos estamos preparando.

No es un texto machista, sino al contrario, pues todos, hombres y mujeres, tenemos una misma tarea, simbolizada en diez doncellas que esperan al novio, preparando el aceite de su alcuza o lucernario: ¡Hombres y mujeres, sin distinción, somos aprendizaje de amor en la noche. Para eso hemos sido creados y crecemos, esperando, cuidando la vida, compartiendo.

imagesÉse amor es mutuo, un don compartido. Pero al mismo tiempo ha de ser personal, pues cada hombre, cada mujer, es destinatario de un amor único, de forma que ante el misterio de la Vida nadie puede sustituirle.

En esa línea, sabiendo con el evangelio que unos somos vida y luz para los otros, debemos recordar que cada uno somos y tenemos una responsabilidad personal, de manera que en un sentido simbólico podemos afirmar no sólo que “cada uno aguante su vela”, sino que la tenga encendida, mientras llega el Cristo, es decir la plenitud. Éste es el único aprendizaje, la única tarea de la vida.

sCiertamente, al final de la vida cada uno será “examinado” en el Amor, es decir, desde y por el amor que es Dios, como dice Juan de la Cruz. Pero todo amor busca amor, y así Jesús (Dios que viene) quiere y espera el amor de los hombres, como mendigo, mendicante de cariño, en gesto de humanidad comprometida, no de magia como la que ofrecía aladino.

Ciertamente, en Cristo hemos de ser todos luz unos de otros, para otros, como expresión de la vida de Dios. Pero eso supone que cada uno debemos cuidar nuestra luz de amor Por eso pido a Dios que nos iluminemos mutuamente con la luz gozosa de la vida del resucitado, como se celebra en la Vigilia de Pascua.

Siga quien quiera evocar y entender mejor esta parábola extraña, propia del evangelio de Jesús, que traduce así, en un contexto nuevo, el mensaje del evangelio. Buen domingo a todos.

Parábola

La parábola es parábola: cinco eran sabias, cinco eran necias… Jesús ha venido para que todas sean buenas, porque es bueno él… Pero la diferencia entre las muchachas sigue siendo importante

“Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!”

Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.”
Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.”

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.”

Una parábola fuerte

Las parábolas son relatos provocadores, que replantean el sentido de la vida desde una perspectiva extraña. No son historias edificantes,ni meditaciones piadosas sino enigmas para pensar y para decidir el sentido de la vida.

Las parábolas no cierran el tema (no son dogmas, ni demostraciones), sino señales que cada uno debe interpretar y resolver desde su propia vida. Ante las parábolas uno puede rebelarse, para descubrir el lado oculto… Por eso son palabras interactivas que no tienen la solución dada de antemano.

Fondo cultural.

Esta parábola de las necias y las prudentes está contada desde el trasfondo de la historia de Israel, tal como la reinterpreta Mateo. Pero hay en ellas rasgos que son universales, entre ellos los siguientes: .

La vida un camino en la noche. Quizá algunos de los lectores recuerden la dolorosa parábola de D. Alonso: Mujer con Alcuza… ¿Una mujer, diez mujeres? ¿Un tren en la noche, que no sabemos dónde va…?

Las muchachas son toda la humanidad... Se nos ha dado un aceite y no sabemos del todo para qué sirve… ¿Para que vea yo mismo, para que vean otros? Este el signo preferido de los cristianas en las catacumbas… lugar y signo de la gran espera.

La travesía de la vida un aprendizaje de amor,un aprendizaje gozoso pero fuerte, lleno de misterio. Estamos esperando las bodas de la vida, todos como mujer, como muchachas que acompañan a la novia, en el cortejo de las bodas de Dios, con aceite en la alcuza, con luz en las manos…

Es inquietante el fifty/fifty (aquícinco/cinco) de la comparación… Pero ése es un motivo común de las parábolas, que tienden a dividir la humanidad en dos mitades. Buenos y malos ¿qué significa eso? ¡Cómo comportarnos en el camino?. Jesús cuenta, expone, no define… Deja que los lectores entren, entra también tú. Eres parte de la parábola.

Todos somos estas diez muchachas (¿amigas de la novia? ¿novias todas?: El tema queda abierto). Todos vamos haciendo un camino de aprendizaje para el amor, no tenemos otra tarea que ir avanzando en el gran aprendizaje del amor, en la noche.

Jesús ha venido para que todas sean buenas (para que todos seamos buenos)…

La parábola es provocadora, como tiene que ser, por su género literario y por su finalidad… Pero Jesús, que ha contado la parábola, ha venido y ha vivida, ha querido y ha muerto para que todas sean buenas… para que todos seamos luz…

La parábola no es final del final, sino el final de un determinado camino… Por eso debemos afirmar que Jesús no es el esposo egoísta que sólo se queda con cinco, dejando a otras cinco en la noche. El esposo universal, Jesús, hijo de Dios, las quiere a todas, nos quiere a todos, en las bodas de la vida. No es hombre ni mujer en cuanto aislados u opuestos, sino el mismo Dios, vida de la vida de todos. Leer más…

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“Preparando el examen final”. Domingo 32. Ciclo A.

Domingo, 9 de noviembre de 2014
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Jesús - Parábola 10 vírgenes - 09-parabola_10_verginiDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Se acerca el fin del año (litúrgico)

Nos acercamos al final del año litúrgico, que terminará el día 30 de noviembre. Como si nos aproximáramos al final de curso y tuviéramos que hacer un examen, la Iglesia quiere que nos preparemos a fondo y con tiempo. Para ello, en estos tres últimos domingos del año (32-34º), se leen tres parábolas que se complementan: las diez muchachas, los talentos, el Juicio Final. Estas parábolas sólo se encuentran en el evangelio de Mateo, que las añade con un fin muy concreto. El evangelio de Marcos termina la enseñanza de Jesús con el discurso sobre el fin del mundo. Quizá a Mateo le pareció un final demasiado sensacionalista y añadió estas tres parábolas, que animan a tomarse la vida muy en serio.

La parábola de las diez muchachas

«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.” Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos. “Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

En tiempos de Jesús, cuando se celebraba una boda, un grupo de muchachas acompa­ñaba al novio a recoger a la novia para acompañarlo a la ceremonia. A partir de este hecho tan trivial crea Jesús la parábola. Nos encon­tramos ante diez muchachas divididas en dos grupos de cinco: unas necias, que se olvidan del aceite para los candiles; otras sensatas, que llevan aceite de repues­to. Hasta aquí todo es posible. Pero la parábola adquiere de repente un tono irreal, porque quien da el plantón no es la novia, sino el novio, que se retrasa hasta la medianoche.

Mientras, las diez se han quedado dormidas. Y los candiles siguen consumiendo aceite. Al llegar el novio, unas pueden reponerlo fácilmente, los otros están casi agotados. Las sensatas no quieren darles aceite, y el novio se niega a admitirlas después de cerrada la puerta.

La conclusión de la parábola es desconcertante: “Por tanto, estad en vela, porque no sabéis el día ni la hora”. Es desconcer­tante, porque ninguna de la diez ha velado, todas se quedaron dormidas. Lo cual significa que la vigilancia, en este caso, equivale a la sensatez de llevarse la provisión de aceite. Pero, ¿qué significa esto en la práctica?

Dos interpretaciones posibles

La parábola se ha interpretado en dos líneas principales.

Una concede especial importancia al aceite, viéndolo como imagen de la fe, del fervor, de las buenas obras. Lo que hace falta es estar preparados espiritualmente.

Otra línea no concede una importancia capital al simbolismo del aceite; lo que quiere decir la parábola es que hay que prepararse con antelación, porque entonces será demasiado tarde. Esta segunda línea parece la más exacta, como lo demuestra su traducción al lenguaje moderno. Diez universitarios se acercan al fin de curso. Cinco han estudiado durante todo el año, asistido a las prácticas, tomado apuntes; otros cinco han empalmado movida con movida. En el momento de entrar al examen piden a los primeros que les pasen las respuestas. Cosa a la que los otros se niegan, como es lógico. El examen se prepara con tiempo, no se improvisa ni se copia.

La clave de la 1ª lectura

La primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría, ofrece una perspectiva muy interesante. Se ha elegido porque su tema empalma con el de la sensatez de la cinco muchachas.

La sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean. Quien madruga por ella no se cansa: la encuentra sentada a la puerta. en ella es prudencia consumada, el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones; misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada pensamiento.

En esta lectura, la sabiduría no es algo intelectual, un conjunto de conocimientos, sino una persona a la que se ama, se busca y se encuentra, o que se encuentra sentada a nuestra puerta esperándonos. Los primeros cristianos aplicaron esta imagen personalizada de la sabiduría a Jesús, que es la Sabiduría de Dios.

Con esto, la parábola adquiere un sentido nuevo. ¿Cómo podemos estar preparados? ¿En qué consiste la vigilancia? En tener ese contacto con Jesús, pensar en Él, hablar con Él, dejarnos encontrar por Él. Para que no nos ocurra lo que dice el novio a las cinco muchachas insensatas: “No os conozco”. La amistad con Jesús, la capacidad de diálogo con Él, no se improvisan. Hay que ejercitarlas todos los días para poder disfrutar luego del banquete de bodas.

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San Sergio y San Baco

Martes, 7 de octubre de 2014
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1064Hoy celebramos la festividad de estos dos mártires. Nos encomendamos a ellos y les encomendamos tantos  hermanos y hermanas perseguidos, calumniados, golpeados, asesinados… Y que ayuden a los padres sinodales a volverse al Dios de la Misericordia para así abrir las puertas de la Iglesia de par en par a los excluídos.

SANTOS SERGIO Y BACO

(Festividad: 7 de Octubre)

Todavía en el siglo X, una crónica define a Sergio como “dulce compañero y amante” de Baco. Otra más antigua* (probablemente, del s. V) dice que eran “en su amor a Cristo cual una sola persona”. En el s. VI, el patriarca Severo de Antioquía reprobó citarlos por separado: “No debemos separar en el lenguaje a quienes están unidos en la vida”.

A finales del s. III, Sergio y Baco eran soldados romanos de elevada posición, gozando de la confianza personal del emperador. De ninguno de los dos se dice que tuvieran esposa.

Sabedores sus enemigos envidiosos de que eran cristianos, los denunciaron. Aquello provocó la ira del emperador, quien les ordenó ofrecer sacrificios a los ídolos. Como se negaran, los humilló vistiéndolos como mujeres y haciéndolos desfilar por la ciudad, en una clara burla a la masculinidad de los amantes. Ellos respondieron entonando salmos “con una sola boca” (expresión típica de los relatos de martirio de matrimonios heterosexuales). Fueron entonces entregados a la tortura.

Como perseveraran en su fe, Baco fue flagelado con látigos de cuero sin curtir (en otras crónicas, con nervios de buey) hasta la muerte. Sergio “con el corazón enfermo por la pérdida de Baco, lloraba y gritaba: (…) Te han desunido de mí, has ido al cielo y me has dejado solo en la tierra, sin compañía ni consuelo”. Aquella noche el espíritu de su amado se le apareció y le animó a afrontar el martirio: “Para mí la corona de la justicia es estar contigo”.

Al día siguiente, Sergio fue obligado correr quince kilómetros, calzado con unos zapatos cuyas suelas estaban llenas de clavos que se hundían en la carne. Pero por la noche un ángel le curó los pies, que quedaron como si nada. Contrariado, el verdugo le obligó a recorrer de nuevo la misma distancia con la misma tortura en los pies, y como Sergio permaneciese firme pese a todo, mandó decapitarlo. Sucedió en Siria, el año 303 o 309 (según la versión).

En su iconografía, que se remonta al s. IV, se les representa unas veces cabalgando juntos, otras a la usanza en que representaban a los matrimonios, con la efigie de Jesús entre sus cabezas como símbolo de unión – como en el icono del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí, datado en el s. VII -.

La intercesión de los santos Sergio y Baco era invocada en las liturgias de unión homosexual bendecidas por la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, y de las que el texto más antiguo data del siglo VIII (haciéndose a su vez eco, al parecer, de usos que se remontarían a los ss. II-III).

Pese a que en Occidente, a partir del s. XIV, tales uniones empezaron a ser proscritas – sin que el Papa llegara a pronunciarse explícitamente contra ellas: habría supuesto reconocer su arraigo tradicional, y lo que se quería era borrar su memoria -, su arraigo en los Balcanes siguió siendo tal que en Albania aún sobrevivirían hasta el s. XVIII. (Cf. BOSWELL, John. “Las Bodas de la Semejanza.”)

Sergio y Baco2
…………….

* Los pasajes entrecomillados a continuación son citas de la misma.

Cristianismo (Iglesias), General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , ,

Recordatorio

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