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Despertar o seguir dormido, esa es la cuestión.

Domingo, 12 de noviembre de 2017
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depositphotos_11203345-stock-photo-man-waking-upMt 25, 1-13

En los tres domingos que quedan vamos a leer todo el capítulo 25 de Mt (el último, antes del relato de la pasión). Los tres episodios que en él se narran (diez doncellas, los talentos y juicio definitivo) siguen siendo advertencias a su comunidad, con el fin de poner en guardia a los cristianos de las consecuencias definitivas de sus actitudes vitales. Dios no puede hacer ya nada. La pelota está en nuestro tejado y depende de nosotros que la juguemos o no, que la juguemos bien o mal. En cualquier caso, pitarán el final del partido.

Los textos de estos últimos domingos de año litúrgico nos invitan a despertar, a estar preparados. Por fortuna, ya no pensamos en ese Dios vengativo que está al acecho para ver como puede cogernos en un renuncio y condenarnos. Ya no se oye la tremenda frase: “Dios te coja confesado”, que es un insulto a Dios y a todo el mensaje de Jesús. Dios no nos espera al final del camino para someternos a un juicio. No, Dios es el principio y está en nosotros todos los instantes de nuestra vida para que podamos llevarla a plenitud.

Hoy no tiene sentido meter miedo: No sabéis el día ni la hora. ¡Temblad! Y eso que, en el ciclo (A) nos libramos de textos apocalípticos, que son todavía más terroríficos. No es la muerte la que tiene que dar sentido a nuestra vida, sino al revés, solo viviendo a tope, se aprende a morir. Aunque solo os quedara un segundo de vida, haríais mal en pensar en la muerte. Sería mucho más positivo el vivir plenamente ese segundo. La muerte ni quita ni añade nada; el sentido debemos dárselo a la vida, mientras estamos de pie.

Recordad. Después de un año, o más, de desposorios, se celebraba la boda, que consistía en conducir a la novia a la casa del novio, donde se celebraba el banquete. Esta ceremonia no tenía ningún carácter religioso. El novio, acompañado de sus amigos y parientes, iba a casa de la novia para conducirla a casa de su propia familia. En su casa le esperaba la novia con sus amigas, que la acompañarían. Todos estos rituales empezaban a la puesta del sol y tenían lugar de noche, de ahí la necesidad de las lámparas.

La importancia del relato no la tiene el novio ni la novia, ni siquiera los acompañantes. Lo que el relato destaca es la luz. La luz es más importante que las mismas muchachas, porque lo que determina que entren o no entren en el banquete es que tengan o no tengan el candil encendido. Una acompañante sin luz no pintaba nada en el cortejo. Ahora bien, para que dé luz una lámpara, tiene que tener aceite. Aquí está la madre del cordero. Lo importante es la luz, pero lo que hay que procurar es el aceite.

Jesús había dicho: Yo soy la luz del mundo. Y también: vosotros sois la luz del mundo. El ser humano es luz cuando ha desplegado su verdadero ser; es decir, cuando trasciende y va más allá de lo que le pide su simple animalidad. No es que nuestra condición de animales sea algo malo, al contrario, es la base para alcanzar nuestra plenitud, pero si no vamos más allá cercenamos nuestras posibilidades de humanidad.

La primera lectura nos puede ayudar a encontrar el sentido de la parábola. La verdadera Sabiduría es encontrar el sentido de la vida. Dar sentido a la vida es más importante que la vida misma. Ese sentido no viene dado, tenemos que buscarlo. Esa es la tarea específicamente humana. Nuestra vida puede quedar malograda como vida humana. Esa es la advertencia de la parábola. Hay que estar alerta, porque el tiempo pasa. Hay que despertar, porque de lo contrario, perderás la oportunidad de ser tú.

¿Cuál es el aceite que arde en la lámpara? Si acertamos con la respuesta a esta pregunta, tenemos resuelto el significado de la parábola. En (Mt 7,24-27) se dice: Todo aquel que escucha estas palabras mías y las pone por obra, se parece al hombre sensato que edificó su casa sobre rocaY todo aquel que no las pone por obra, se parece al necio que edificó sobre arena. La luz, son las obras. El aceite que alimenta la llama, es el amor. El ser sensato no depende de un conocimiento mayor, sino de la plenitud de Vida.

Así se entiende que las sensatas no compartan el aceite con las necias. No es egoísmo. Es que resulta imposible amar en nombre de otro. Nuestra lámpara no puede arder con aceite prestado. Dar sentido a la vida no se puede improvisar en un instante. Solo con lo que hay de Dios en mí, descubierto, reconocido, desplegado, puede considerarse encendido nuestro ser. Ese despliegue constituye la Sabiduría de la que nos hablaba la primera lectura. Sin esa llama, seremos irreconocibles incluso para el mismo Dios.

Interpretar la parábola en el sentido de que debemos estar preparados para el día de la muerte, es tergiversar el evangelio. El esperar una venida futura de Jesús, es pura mitología que nos lleva a un callejón sin salida. La parábola no hace especial hincapié en el fin, sino en la inutilidad de una espera que no va acompañada de una actitud de amor y de servicio. Las lámparas deben estar encendidas siempre; si esperamos a prepararlas en el último momento, toda la vida transcurrirá carente de sentido.

Obsesionados por la “salvación eterna” y para el más allá, hemos interpretado esta parábola como una advertencia de preparación para la muerte, o peor aún, para el juicio. Nada más lejos del sentido del relato. Si el aceite es el amor, que hace funcionar la vida cristiana, no podemos pensar en el último día para que tenga sentido. Hay que buscar una interpretación más de acuerdo a todo el mensaje de Jesús.

La venida de Jesús al final de los tiempos, es una imagen escatológica que no podemos tomar al pie de la letra; tiene un significado mucho más profundo. Jesús, con su muerte en la cruz, consumió todo su aceite en una llamarada que sigue iluminándonos. El don total de sí mismo trasformó todo lo humano en divino. Allí culminó su “historia” porque solo permanecerá identificado con Dios, y Dios está fuera del tiempo y del espacio.

Los cristianos cayeron en la trampa de entender la segunda venida de Jesús de una manera temporal. Nosotros seguimos esperando esa segunda venida en la que no se hablará de cruz, sino de gloria para todos. No nos gusta cómo terminó Jesús su paso por la tierra. Esta es la causa por la que hemos inventado un futuro a nuestro gusto para él y para nosotros. Nos sentiríamos muy a gusto si volviera lleno de gloria y nos comunicara a los “buenos” esa misma gloria. Esta visión raquítica, la hacemos desde nuestro falso yo, que nunca aceptará el desaparecer, mucho menos consumirse en beneficio de los demás.

Si de verdad queremos dejar de ser necios y empezar a ser sensatos, debemos desplegar nuestra vida desde otra perspectiva. Tenemos que abandonar todo proyecto de glorificación, sea en este mundo o sea en el otro, y entrar por el camino del servicio a los demás hasta la entrega total. El aceite solo da luz a costa de consumirse. Si aceptamos el programa del evangelio solo porque nos han prometido una “gloria”, la cosa no puede funcionar. Estamos completamente equivocados si pretendemos alzarnos con el santo y la limosna.

Meditación-contemplación

“Yo soy la luz del mundo”.
Su experiencia de Dios, fue su lámpara encendida.
Dentro de ti debes descubrir el aceite.
Si prende, dará luz que alumbrará tus pasos.
Tú eres la lámpara, el aceite y la luz.
Nadie te lo puede prestar, porque es tu propia vida.

Fuente Fe Adulta

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Maestro del amor.

Domingo, 12 de noviembre de 2017
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jesus-at-the-door-39617-printSi hay música en tu alma, se escuchará en todo el universo (Lara Chow)

12 de noviembre, domingo XXXII del TO

Mt 25, 1-13

Como el novio tardaba, les entró el sueño y se durmieron

La interpretación habitual de los dichos y hechos del Jesús evangélico ha sido hecha por la Iglesia tradicional jerárquica a modo de Bolero de Ravel: literalidad repetitiva induciendo a los oyentes hasta el sueño. Y así el pueblo fiel quedó narcotizado durante siglos.

Pero hoy, las vírgenes prudentes han provisto sus lámparas de aceite y entraron con el novio al banquete. Petrushka, de Stravinski, es un paradigma más significativo para nuestros tiempos. Los espectadores se perderán la función si no prestan especial atención a cada compás de la obra. Han de pensar por sí mismos, y hacer una interpretación de los mencionados dichos y hechos a la luz de su realidad personal y social presente. Así, las puertas que dan acceso al banquete del Reino estarán abiertas siempre para todos.

Quienes actúan de este modo son, como se dice de la mirada del poeta Marcos Ana en el retrato que le hizo José Mª Párraga: “Parece atravesar la frontera del lienzo como si fuera una ventana al futuro”.

En una entrevista a la cantante y compositora belga Lara Chow (1970) ésta dijo en una ocasión a un periodista: “Si hay música en tu alma, se escuchará en todo el universo”, a lo que el entrevistador comentó: “Una alegría, una felicidad que puede ser transmitida al resto del mundo. Yo lo entiendo así, y más o menos, es el pensamiento que yo tengo de Mi Mundo. Toda la felicidad, toda la luz que puedas tener dentro de ti, es contagiosa, se la puedes transmitir a los demás. Sobre todo a esos seres que están faltos de luz, que se sienten solos y oscuros”.

En la película Un sueño posible (2009), del director americano John Lee Hancock el protagonista Granper le dice a Leigh Anne: “Lo que haces me parece fantástico: abrirle tus puertas a ese chico. Cielos, le estás cambiando la vida”. A lo que ésta le responde: “No, él está cambiando la mía”.

Cuando el alma está sedienta del Señor, como canta el Salmo 62, y quienes buscan la sabiduría la encuentran (Sab 6, 12), las vírgenes prudentes, a pesar de haberles entrado el sueño y dormirse (Mt 25, 5), al llegar el novio las despierta y las sienta en la mesa del Reino.

Una lección del Maestro del Amor que, como pelícano amoroso enseña a los hombres su camino. Y al que toda la cristiandad podría aplicar como propias las palabras que Alma escribió de su marido, Mahler, en su diario: “Es el único hombre que puede dar sentido a mi vida, porque supera a todos los que he conocido hasta ahora”.

EL PELÍCANO

“Pie pellicane, Iesu Domine”,
cantó Tomás en uno de sus himnos.
Superas a los hombres
en tu gesto amoroso hacia los hijos;
eres como el pintor que tiñe el lienzo
de tu seno nevado en rojo vivo.

Señor Jesús, pelícano amoroso,
-los dos humanos, y los dos divinos-
eleva a los altares sus heridas
y enseñad a los hombres su camino.

(Naturalia. Los sueños de las criaturas. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

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Lámparas encendidas.

Domingo, 12 de noviembre de 2017
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jesus-parabola-10-virgenes-09-parabola_10_verginiMt 25,1-13

El evangelio de hoy es un texto, como mínimo, provocador. En las ocasiones en las que lo he profundizado con otros, sobre todo con jóvenes, ha surgido siempre alguna pregunta por el comportamiento de las llamadas “prudentes” en la parábola. “¿Dónde queda el ser solidario y compartir lo que se tiene?” – preguntan algunos. “¿Esta enseñanza no fomenta el egoísmo?” – cuestionan otros. Si nos quedamos en una primera lectura puede parecer que en el Reino de los cielos no hay cabida para todos o que, si no andamos con cuidado, no se nos perdona un despiste ni se acepta el arrepentimiento. La sabiduría (de la que se habla con entusiasmo en la primera lectura de hoy), relacionada con una postura aparentemente egoísta, no resulta atractiva.

La interpretación más convencional es la escatológica, fundamentada sobre todo en la sentencia final (velad, pues no sabéis el día ni la hora): la figura del novio se identifica con Cristo y se acentúa la invitación a estar preparados para reconocer su presencia y acoger su venida. Adentrándonos en la estructura y composición del texto, encontramos la combinación de dos relatos distintos, fusionados en uno por alguna necesidad pastoral surgida en el seno de la comunidad mateana. Uno de ellos sería el que narra la historia de las jóvenes que celebraron el banquete de bodas con el novio e iría en la línea de parábolas que subrayan la alegría del encuentro, como la de quien halla un tesoro en el campo (13,44) o la del que lo vende todo para comprar una sola perla (13,45). El otro relato sería el que introduce al grupo de quienes no han previsto lo necesario para la fiesta y estaría relacionado con la enseñanza sobre la prudencia/sabiduría o imprudencia/necedad, como en el conflicto con los fariseos (22,15ss).

Esta doble perspectiva nos posibilita sacarle más jugo a la parábola, porque nos recuerda la dimensión de celebración por el encuentro con el novio y de alegría por ser invitados a la fiesta; realidades que, en una lectura rápida, quedan escondidas ante el sinsabor que nos suscita la desesperación de quienes pierden la oportunidad y quedan fuera del banquete.

La realidad es que, desde el inicio del texto, el autor nos hace posicionarnos ante las diez mujeres reconociendo dos grupos absolutamente diferenciados: “cinco eran necias y cinco prudentes”. Nuestra atención se centra en ellas y el símbolo del banquete nupcial pierde fuerza. De hecho, resulta llamativo que se hable del novio, pero no de la novia. Tampoco se nombran otros invitados (aunque sí hay una voz externa que avisa de la llegada del esperado), ni se sabe nada del banquete en sí o de otros preparativos para la fiesta. Es significativo igualmente que se indique el retraso del personaje principal (¡en su propia boda!) y que nos sumerjamos en la narración en una noche profunda que hace que todas (también las prudentes) se duerman.

Desde la perspectiva de los primeros receptores del evangelio de Mateo, en los inicios del cristianismo, podemos captar que están surgiendo dificultades. El retraso de la segunda venida del Mesías, que esperaban inminente, hace dudar a quienes han proclamado su fe en Jesucristo, perdiendo la esperanza y modificando su conducta. Con esta parábola el evangelista los cuestiona. Es el momento de preguntarse sobre qué están, realmente, asentando su esperanza.

Nosotros también podemos hacernos esta pregunta. El texto provoca que, nada más comenzar, tengamos que posicionarnos: ¿en cuál de los dos grupos me encuentro? ¿en cuál de ellos deseo estar? La narración utiliza las lámparas y el aceite como símbolos que marcan la diferencia entre un grupo y otro. Nuestra vida, asentada en la de Quien es la Luz del mundo (Jn 8,12), está llamada a irradiar luz, a iluminar la realidad en la que habitamos, aunque a veces nos envuelva la noche oscura. ¡Vosotros sois la luz del mundo! (5,14).

¿Cómo está mi lámpara? ¿y mi reserva de aceite? ¿de qué modo colaboro para que el Novio pueda celebrar la fiesta? ¿cómo soy luz en medio de tantas noches por las que atraviesa nuestro mundo? Porque la realidad es que todas las jóvenes tenían lámpara. Todas habían sido invitadas a la fiesta. Todas tenían la misma encomienda. El hecho de pertenecer a un grupo o a otro no se les impone desde fuera. Cada uno de los personajes de la parábola, en el fondo, ha sido libre y ha decidido con su actitud (previsora y sabia, o imprudente y descuidada), en qué grupo situarse.

También todos nosotros somos portadores de una lámpara y todos estamos invitados a la fiesta. Podemos alentarnos unos a otros para vivir desde nuestra verdad más profunda, desde la Luz que nos habita, pero, al final, que a nuestra lámpara le falte o no aceite depende de cada una/o, de nuestra responsabilidad, de nuestra previsión, del cuidado delicado y agradecido de todo lo recibido, de la capacidad para sostener la esperanza en las noches, aunque a veces sobrevenga el sueño y… sobre todo, del amor y la alegría que alimentemos en el deseo de encontrarnos, día a día, con el Novio, seguros de que siempre viene. Sólo así seremos luz creíble para otros, alumbraremos -humildemente- alguna oscuridad, y contagiaremos la alegría de sabernos, ¡todos!, invitados a la Fiesta.

Inma Eibe, ccv

Fuente Fe Adulta

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No es lo mismo estar sedado que estar en paz, velad.

Domingo, 12 de noviembre de 2017
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si3la04_tmDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. HACIA EL FINAL DEL AÑO LITÚRGICO

Poco a poco vamos llegando al final del año y también del año litúrgico (el 3 de diciembre comenzaremos el nuevo año litúrgico con el primer domingo de adviento). Durante estos tres domingos que nos quedan, las lecturas nos irán hablando del final, del futuro que nos cabe aguardar.

02. HACIA EL FUTURO.

Aunque no lo parezca, la primera lectura de hoy (1ª Tesalonicenses) y el Evangelio tratan de la misma cuestión: el futuro que nos aguarda.

¿Qué nos cabe esperar en la vida y en la muerte?

03. ¿QUÉ PASA CON LOS QUE VAN MURIENDO?

En los primeros años de la vida de la Iglesia: más o menos por los años 40-70.

1ª Tesalonicenses es el escrito más antiguo del NT. La carta data del año 50.

Los cristianos pensaban, creían que el Hijo del Hombre estaba al llegar “cualquier día de estos”, muy pronto. Y cuando llegara el Hijo del Hombre, se acabaría el mundo y nos llevaría con él.

Pero el Hijo del Hombre no viene y entonces el problema que se les plantea en aquella comunidad es cuál es la suerte de los difuntos.

Pablo piensa en esta carta da un giro en su pensamiento y trata de alentar la esperanza de aquellos cristianos. Pablo dejará de pensar en términos de tiempo, porque el tiempo cuando llegue el Hijo del Hombre no tiene importancia alguna. Y Pablo pasa a pensar más sencillamente: Seremos en Cristo.

San Pablo fortalece la fe y esperanza de aquellos cristianos -y la nuestra- con la idea de que seremos en Cristo.

04. VELAD

evangelio_190En la parábola de la espera lúcida o adormecida del esposo por parte de aquellas vírgenes no se trata de una cuestión matrimonial, sino que es un mundo de símbolos para la vida eclesial.

Todo ser humano tenemos “instalado en nuestro Windows personal” el problema de la muerte.

Probablemente es el problema más serio que tenemos en la vida: la muerte.

La cultura moderna – postmoderna ha eliminado, adormecido el problema de la muerte, seda la muerte.

De hecho la muerte es el gran tabú de nuestro tiempo. De la muerte no se habla, ni se hace consciente. Se margina el problema de la muerte.

MIEDO A LA MUERTE.

Tenemos miedo a la muerte, lo cual hasta cierto punto es algo natural:

+ Es natural que sintamos miedo al dolor, al sufrimiento, aunque hoy en día con los cuidados paliativos, incluso la sedación, este aspecto queda muy aliviado.

+ Es natural que tengamos miedo a la muerte porque parece que dejamos de existir. Se terminó. Unamuno -y todos- tenía y tenemos nostalgia de existir, existir siempre.

+ Los católicos tienen miedo no tanto a la muerte, sino a condenación, al infierno. Nos han mandado tantas veces al infierno y por cosas tan nimias, que se tiene miedo a morir porque el fracaso y el fuego eterno lo tenemos garantizado.

Quizás por ello sentimos miedo ante la muerte.

05. ESTAD DESPIERTOS: ESTAREMOS CON XTO.

Vivamos serena y lúcidamente, porque SEREMOS EN EL SEÑOR.
Difícil, por no decir imposible, describir como haya de ser la finalización del ser humano. Mejor acallar nuestra curiosidad y descansemos (consolaos) en que estaremos siempre en el Señor. El lugar del hombre es Dios

CUANDO LA IGLESIA SE DESESCATOLOGIZA

Tiene importancia que la Iglesia, tanto la Iglesia institucional, como nosotros, pequeños grupos de fe miremos al futuro y vivamos esperando la llegada del Reino de Dios: justicia, paz, libertad, la venida de Cristo.

Cuando la Iglesia pierde o perdemos el horizonte futuro absoluto y la mirada escatológica, nos instalamos, y esto no es bueno, porque la Iglesia termina sustituyendo a Cristo. Una Iglesia sin apremio hacia el futuro se instala en este mundo: en la “pompa y circunstancia” de este mundo: Estados Pontificios, poder, institucionalización y afincamiento en este mundo.

Cuando nos instalamos nos adormecemos: se está bien aquí, hagamos tres tiendas, (Mt 17,1-8).

Las vírgenes salieron a esperar al esposo. Abraham salió de tierra, Moisés con su pueblo salió de Egipto, los dos de Emaús salieron de Jerusalén en busca de la luz-fe. La Iglesia o sale de sus cuarteles, de sus instalaciones o si no se convertirá en un ghetto, en un coto privado y cerrado.

Mala cosa es que muchas Iglesias locales se preocupen tanto por afirmar la institución y tan poco -o nada- por trabajar contra la injusticia y la corrupción.

SALID AL ENCUENTRO.

 

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“Bienaventuranzas”, por Nemesio de Lara Guerrero

Jueves, 12 de octubre de 2017
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Hace dos años que, en Zaragoza, cuatro hermanos recibíamos el sacramento del orden sacerdotal. Nos vinculábamos así y por medio de la promesa de obediencia a las Comunidades en las que Dios nos había sembrado, convirtiéndonos en servidores de las mismas. Ojalá también seamos capaces de vivir, como Jesús,  la denuncia profética ante la injusticia y que se cumplan en nosotros, y seamos capaces de transmitir, estas bienaventuranzas:

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Bienaventurados los que creen en las bienaventuranzas.
Bienaventurados los que no recitan como papagayos las bienaventuranzas.
Bienaventurados los que se aventuran a navegar en el mar de la pobreza.
Bienaventurados los que no venden palabras hueras.
Bienaventurados los que construyen amor y no lo infectan.
Bienaventurados los que se arriesgan en el fuego de la humildad.
Bienaventurados los que amasan pan y pescan peces para repartirlos.
Bienaventurados los que enseñan a amasar pan y pescar a los que no saben.
Bienaventurados los que ven a Dios donde no se espera a Dios.

Bienaventurados los que abrazan con abrazos, tocan a los intocables.
Bienaventurados los que osan pisar la tierra que nunca estuvo prometida.
Bienaventurados los que conquistan corazones sin amenazar.
Bienaventurados los que piden perdón y no exigen que se lo pidan.

Bienaventurados los que piensan que todos cabemos en esta inmensa isla.
Bienaventurados los que cambian la espada por el arado, el látigo por la sonrisa.
Bienaventurados los que abren puertas y dejan entrar sin salvoconducto.
Bienaventurados los que dan de comer y rezan a los postres, y no al revés.
Bienaventurados los que no ven pajas ni vigas, sino miradas, en los ojos ajenos.
Bienaventurados los que encuentran el evangelio en las pústulas de los miserables.
Bienaventurados los que se confunden entre los corderos en vez de pastorearlos.
Bienaventurados los que caminan por los caminos de los que están aprendiendo a caminar.

Bienaventurados los que derrochan alegría en los páramos de la tristeza.
Bienaventurados los que van para que los últimos de los últimos vengan.
Bienaventurados los que se postran ante los postrados.
Bienaventurados los que huyen de los pedestales.
Bienaventurados los que redimen a los culpables que jamás tuvieron culpa.
Bienaventurados los que resucitan a los moribundos.
Bienaventurados los que regalan niñez a los niños que no la tienen.
Bienaventurados los que no muestran el cielo con una mano y con la otra el infierno.

Bienaventurados los que nunca se alían con los ganadores.
Bienaventurados los que no prohíben sin prohibirse.
Bienaventurados los que luchan en la guerra de la paz.
Bienaventurados los que juzgan desde el corazón de los desheredados.
Bienaventurados los que se atreven a predicar a las víboras en el desierto.
Bienaventurados los que se dejan prostituir con la ternura.
Bienaventurados los que ofrecen trigo y no incienso a los hambrientos.
Bienaventurados los que fabrican muletas y no resignaciones para los tullidos.
Bienaventurados los que salvan del dolor antes que salvar por el dolor.
Bienaventurados los que se arrodillan ante los arrodillados.
Bienaventurados los que ayudan a encontrar el alma desde el cuerpo.
Bienaventurados los que rezan con obras.

Bienaventurados los que aman al Señor que no exige ser glorificado.
Bienaventurados los que aman al Señor que ama y ama que nos amemos.
Bienaventurados los que aprenden a volar pisando las inmundas ciénagas.
Bienaventurados los que se ganan a sí mismos perdiéndose con los perdedores.
Bienaventurados los que no esperan recompensa cuando compensan.
Bienaventurados los que buscan la Verdad durante toda la vida.
Bienaventurados los que jamás se jactan de haber encontrado la Verdad.
Bienaventurados los que derrumban fronteras.
Bienaventurados los que anteponen justicia a caridad.

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“Con letra negrita”, por Gerardo Villar

Miércoles, 11 de octubre de 2017
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Yo siento que lo im15940435_10154693728471006_3921165420462472077_nportante es ser buenas personas. Con lenguaje evangélico: construir el reino, la sociedad de hijos de Dios. Ahí es donde hemos de echar el resto. Eso es lo que hizo  Jesús. El habló muy poco de sí mismo. Si trabajamos por un mundo de hermanos, eso tiene muchos valores cristianos. Lo que ocurre es que hay que pasar de ser buenos, a ser consecuentes, a ser honestos, a vivir con valores, a comprometer la vida. Fácilmente compaginamos el ‘ser buenos’ con la indiferencia ante el refugiado, el marginado, el preso.

Nos sentimos buenos y no pagamos los impuestos. Somos buenas personas y no nos hablamos con varios vecinos. Nos habituamos a ir tirando, a ser ‘normales’. Y creo que el Evangelio me lleva a tener que tomar opciones especiales, comprometidas, exigentes. Tales como el evangelio. Eso de Jesús: ‘Si quieres… deja, vende, perdona…’

Aquello de yo ni robo ni mato, ni blasfemo… y ya está. Cada frase del evangelio me indica un nivel de exigencia, de compromiso. Nos sabemos las bienaventuranzas de memoria, pero no me interrogan en mi conducta.

Creo que podríamos suprimir la primera lectura de la misa y repetir las veces que sea preciso el evangelio y en comentario común, analizar las exigencias que me supone el vivirlo.

Fácilmente entramos en contradicción: “si cuando vas al altar, te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja ahí tu ofrenda y vete primero a reconciliarte con tu hermano”. No. Es más fácil ponerme en otro banco y así no me cuesta dar la paz. “Comparte con tu hermano…” y lo cumplo porque ya me he venido a misa previsto de moneditas. Pero eso no es compartir… “No digáis muchas palabras al orar…” y me hincho a pedir a los santos para que se me arregle el problema.

Pienso que es muy necesario plantearme si quiero ser cristiano o me contento con la apariencia externa. Qué alegría verme escrito en el libro de partidas de bautismos, o llevar la medalla de la cofradía.

Y algo que me cuesta mucho ver y aceptar es que estemos en la eucaristía y no comulguemos. Vemos, oímos, y nos vamos…. Damos la razón de que no nos hemos confesado, pero yo siento mayor causa. No me paro a pensar que no hay eucaristía sino participo. La eucaristía es desde “el señor está con vosotros, hasta el podéis ir en paz”: participando, orando, cantando, comulgando…

Vamos bajando el grado de conciencia, de compromiso y así estamos, somos uno más dentro de la multitud. Va a ser verdad lo que dice el cardenal Burke: que no son buenas las eucaristías multitudinarias… y a veces son multitudinarias en cuanto pasan de seis.

Necesitamos testigos de Jesús en la vida. Y esto nos invita a hacerlo de una manera fuerte, chocante, que se note de verdad que somos seguidores de  Jesús, no miembros de una comunidad sin más. De forma que nuestro comportamiento cree interrogantes. Y hay muchos campos donde lo podemos demostrar: familia, pueblo, sociedad, trabajo, dinero… Que actuemos siempre con letra negrita. Y si hace falta, hasta subrayada. Cuando queremos remarcar una conducta, unas creencias, una fe, es preciso hacerlo enérgicamente, con letra negrita, no para que lo vea la gente, pero sí que lo sienta y lo perciba… y se interrogue.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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Las mujeres le seguían.

Lunes, 9 de octubre de 2017
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algunas-mujeres-acompanaban-a-jesus-y-lo-ayudabanEl evangelista Lucas nos cuenta que a Jesús le acompañaban los doce y que algunas mujeres le seguían durante su misión itinerante… ¿Significa esto que tuvo también discípulas? De ser así, habría constituido algo audaz a la par que escandaloso, ya que resultaba incomprensible que un maestro enseñara los textos sagrados a mujeres y que se dejara acompañar por ellas, no una vez, sino en salidas de varios días por los caminos de Galilea y Samaría. Eran tiempos donde primaba la certeza de la condición intelectual inferior femenina y que resultaba pernicioso enseñar algo sagrado a personas “irresponsables”, de “segunda categoría”. Pero su seguimiento físico a la vista de todos, lo tiene de símbolo teológico, pues ellas también “dejando las redes (confort, prestigio, fama, seguridades…), le siguieron”.

El hecho de que los evangelios mencionen en varias ocasiones que un grupo de mujeres seguían a Jesús, es significativo. Y más todavía cuando señalan algo revelador a propósito de la Resurrección: “Ellas entonces recordaron sus palabras” (Lc 24, 5-8). Es decir, que las mujeres habían escuchado las enseñanzas para el grupo reducido de sus seguidores más cualificados que Jesús compartió en torno sobre lo que le venía encima en los últimos días de su vida, dando a entender que ellas participaron de esas enseñanzas (Marcos 16, 6-7). Y encima, solo ellas fueron las testigos directos de la Resurrección, acontecimiento central cristiano recogido por los cuatro evangelistas.

Las primeras comunidades cristianas crecieron en una cultura donde ser mujer suponía una gran desventaja social, con leyes que permitían al hombre vivir con varias esposas o concubinas (poligamia y poliginia), pero no al revés. Aun así, aquellos primeros cristianos potenciaron la participación de las mujeres en las tareas de la Iglesia, algunas de las cuales ocuparían puestos importantes en sus comunidades con funciones de liderazgo, como nos cuenta San Pablo. ¿Por qué lo hicieron? Porque fue la actitud del Maestro con ellas. En la Edad Media se intentó corregir la situación injusta que padecía la mujer, pero no fueron más allá de la discusión sobre si el género femenino tenía alma, quedando su papel reducido a labores secundarias dentro del laicado ya de por sí marginado en la comunidad eclesial.

No podemos obviar esta conducta de Jesús en clave de mensaje, la manera de relacionarse con las mujeres de su tiempo de forma constante que culminó en que fueron las primeras testigos de la gran Noticia Pascual; no fueron los apóstoles. A pesar de la posición social que tenía la mujer, Él contaba con ellas y compartía su amistad sin ceder a las presiones y comentarios. Su nivel de relación fue un tú a tú tan humano como asombroso y polémico.

Jesús rompe tabúes y cuestiona leyes, anticipándose a los tiempos. La mujer samaritana, por ejemplo, simboliza la impureza étnica porque siendo parte del pueblo elegido, los samaritanos se relacionaban con paganos provocando el mestizaje. Jesús se para a hablar con una de ellas y le ofrece lo mejor que tiene: su propia revelación. O la mujer cananea: una extranjera, gente a excluir según el sentimiento religioso de los judíos con los gentiles. Jesús ve la fe de aquella mujer y no duda en curar a su hija. Qué decir de la mujer prostituta y el escándalo que Jesús provocó al dejarse acariciar los pies con un perfume carísimo. Y con la mujer adúltera se enfrenta directamente al legalismo inmisericorde que condena lo externo y prescinde de la conducta interior; un pasaje rompedor que ratifica la primacía del amor sobre cualquier norma.

Y por encima de todo, su madre María, la persona más importante y alabada de toda la historia del pueblo de Dios, tras Jesús, modelo a seguir porque nadie como ella supo aceptar el mensaje de amor con tanta radicalidad ¿Cuál sería la actitud del Maestro con las mujeres de hoy, con la Iglesia institución y con la curia actual? Yo no soy exégeta; en esto me asemejo a los discípulos y discípulas que acompañaron la vida pública de Jesús. Pero con el viento favorable actual a los derechos de las mujeres, en un contexto infinitamente distinto al que se vivía en el siglo I, constato la asignatura pendiente de la mujer en la Iglesia. Creo que en nuestro contexto cultural, Jesús sería todavía mucho más claro en el seguimiento de las mujeres.

Gabriel Mª Otalora

Fuente Fe Adulta

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Francisco de Asís, vestido de Evangelio

Miércoles, 4 de octubre de 2017
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En la Fiesta de san Francisco de Asís siguiendo su ejemplo, se nos invita a despojarnos  de todo lo superfluo y revestirnos con la desnudez del Evangelio:

S.Francesco'StripBenedetto

Su vida estuvo enteramente caracterizada -hasta el momento de la conversión- por la búsqueda de un modelo que pudiera educar y plasmar su natural propensión al canto.

Lo encontró de repente en el Señor Jesús, en la belleza de su vida narrada por el Evangelio y, en particular, en el luminoso canto nuevo de su muerte en la cruz.

Dejó que la pasión marcara cada uno de sus pasos y afinara de manera progresiva todas las fibras de su persona con la humanidad del Hijo de Dios, que se entregó por completo a sí mismo por nosotros.

Francisco oró así: «Te ruego, oh Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de todas las cosas que hay bajo el cielo, para que muera yo de amor por tu amor, como tú te dignaste morir por amor a mi amor» (oración Absorbeat).

Su camino estuvo siempre acompañado por confirmaciones y consuelos. Su predicación y su ministerio tocaron el corazón de las personas y suscitaron decisiones de conversión y de reconciliación.

Su manera de seguir radicalmente al Señor se volvió, cada vez más, casa hospitalaria para otros muchos hermanos y hermanas, que encontraron en su itinerario personal una modalidad radical y actual de interpretar y vivir el Evangelio de la nueva estación histórica que avanzaba. Sin embargo, en el tiempo del monte Alverna, parece apagarse el canto fluente.

En esta estación encuentra Francisco la prueba más terrible: las fatigas originadas por un movimiento que se institucionaliza -que pierde en intensidad evangélica y llega incluso a dudar sobre la posibilidad de que sea integralmente practicable su estilo de vida- repercuten en su misma fe.

La pregunta sobre la verdad de sus intuiciones más profundas y la duda sobre el origen divino de su proyecto de vida resuenan en un silencio opresor en el que Dios no parece hablarle ya, a pesar de haberlo buscado con tanta tenacidad.

Francisco experimenta el abandono de Dios y se retira de los hermanos para no mostrar su semblante, que ha perdido la serenidad habitual. El canto nuevo, por consiguiente, no le fue dado en un momento de paz y consolación, sino en un momento en el que -como dice el salmista- «fallan los cimientos» (Sal 11,3) y todas las seguridades parecen hundidas

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C. M. Martini – R. Cantalamessa,
La cruz como raíz de la perfecta alegría,
Verbo Divino, Estella 2002, pp. 15-16).

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Leer también: “Francisco de Asís, en quien el ser humano resultó bien”, por Leonardo Boff

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“Por delante de nosotros”. 01 de octubre de 2017. 26 Tiempo ordinario (A). Mateo 21, 28-32

Domingo, 1 de octubre de 2017
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two_sonsUn día Jesús pronunció estas duras palabras contra los dirigentes religiosos de su pueblo: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de de Dios”. Hace unos años pude comprobar que la afirmación de Jesús no es una exageración.

Un grupo de prostitutas de diferentes países, acompañadas por algunas Hermanas Oblatas, reflexionaron sobre Jesús con la ayuda del libro Jesús. Aproximación histórica. Todavía me conmueve la fuerza y el atractivo que tiene Jesús para estas mujeres de alma sencilla y corazón bueno. Rescato algunos de sus testimonios.

.“Me sentía sucia, vacía y poca cosa, todo el mundo me usaba. Ahora me siento con ganas de seguir viviendo porque Dios sabe mucho de mi sufrimiento… Dios está dentro de mí. Dios está dentro de mí. Dios está dentro de mí. ¡Este Jesús me entiende!…”.

.“Ahora, cuando llego a casa después del trabajo, me lavo con agua muy caliente para arrancar de mi piel la suciedad y después le rezo a este Jesús porque él sí me entiende y sabe mucho de mi sufrimiento… Jesús, quiero cambiar de vida, guíame porque tú solo conoces mi futuro…”

.“Yo pido a Jesús todo el día que me aparte de este modo de vida. Siempre que me ocurre algo, yo le llamo y él me ayuda. El está cerca de mí, es maravilloso… Él me lleva en sus manos, él me carga, siento la presencia de él…”

. “En la madrugada es cuando más hablo con él. Él me escucha mejor porque en este horario la gente duerme. Él está aquí, no duerme. Él siempre está aquí. A puerta cerrada, me arrodillo y le pido que merezca su ayuda, que me perdone, que yo lucharé por él…”

. “Un día yo estaba apoyada en la plaza y dije: Oh, Dios mío, ¿será que yo solo sirvo para esto? ¿Solo para la prostitución?… Entonces es el momento en que más sentí a Dios cargándome, ¿entendiste?, transformándome. Fue en aquel momento. Tanto que yo no me olvido. ¿Entendiste?…”

. “Yo ahora hablo con Jesús y le digo: aquí estoy, acompáñame. Tú viste lo que le sucedió a mi compañera (se refiere a una compañera asesinada en un hotel). Te ruego por ella y pido que nada malo suceda a mis compañeras, Yo no hablo, pero pido por ellas pues ellas son personas como yo…”

. “Estoy furiosa, triste, dolida, rechazada, nadie me quiere, no sé a quien culpar, o sería mejor odiar a la gente y a mí, o al mundo. Fíjate, desde que era niña yo creí en Ti y has permitido que esto me pasara… Te doy otra oportunidad para protegerme ahora. Bien, yo te perdono, pero por favor no me dejes de nuevo…”

José Antonio Pagola

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“Recapacitó y fue.” Domingo 01 de octubre de 2017. 26º Domingo de Tiempo Ordinario

Domingo, 1 de octubre de 2017
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49-OrdinarioA26Leído en Koinonia:

Ezequiel 18,25-28: Cuando el malvado se convierte de su maldad, salva su vida.
Salmo responsorial: 24: Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
Filipenses 2,1-11: Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.
Mateo 21,28-32: Recapacitó y fue.

La conversión de aquellos que el sistema religioso considera pecadores debería ser una señal profética con el poder de arrastrar a todos hacia el camino del bien. Sin embargo, esto no es lo que ocurre. Cada sistema religioso organiza sus valores en escalas jerárquicas en las que cuenta más la posición que la propia conciencia. El profeta Ezequiel y el evangelio se refieren a esta terrible realidad: los que se consideran a sí mismos salvados son incapaces de cambiar su manera de pensar para abrirse a la acción de Dios. Los más ilustres representantes de la religión (sacerdotes judíos, fariseos, escribas, etc.) incurren en el pecado de la falsa conciencia religiosa, es decir en la pretensión injustificada de considerarse salvados por sus propios méritos y no por la gracia de Dios. Pablo nos presenta una aguda reflexión sobre este problema y nos llama la atención sobre aquellos elementos de discernimiento que nos permiten evaluar nuestras prácticas cotidianas a la diáfana luz del amor misericordioso y del servicio solidario.

El profeta Ezequiel llama la atención a su pueblo, envuelto en intrigas, enajenado por las permanentes conspiraciones contra el imperio babilonio. La situación era extremadamente precaria luego de la primera deportación en el año 597 a.e.c. Los líderes del pueblo habían sido obligados a marchar a tierras extranjeras y vivían en condiciones extremadamente precarias. La situación en Jerusalén era extremadamente volátil. La falta de discernimiento, la manipulación de los sentimientos patrióticos y el oportunismo de los nuevos lideres los dejaban a la merced de una nueva y devastadora intervención de Babilonia como efectivamente ocurrió en el año 587 a.e.c. En medio de tanta tensión, caos y confusión el profeta hace un llamado a la cordura y al buen juicio. La falsa consciencia religiosa estaba inflando los planes de las autoridades del Templo y de los altos funcionarios de la corte. Se consideraban a sí mismos propietarios de la salvación y personas más allá del ‘bien y del mal’. Ezequiel los llama a la humildad y la honestidad, al servicio al pueblo y a la justicia, pues, en nombre del bien de la patria no cesaban de cometer crímenes e injusticias que contradecían el fundamento jurídico y ético de la alianza de Yahvé con su pueblo. Considerarse a si mismo justo, mientras se comenten las peores atrocidades no es sino un engaño inútil. El bien consiste en el respeto del derecho y en la práctica de la justicia.

La parábola que hoy nos propone Jesús, denuncia igualmente la falsa conciencia religiosa. La viña es la realidad del mundo, en la que el trabajo siempre es arduo y urgente. A esa viña el Padre envía a sus dos hijos. La respuesta de los dos es ambigua. Sin embargo, sólo el compromiso del que inicialmente se había negado al trabajo nos permite descubrir quién actúo coherentemente. De este modo Jesús denuncia a aquellos dirigentes y a todo el pueblo que públicamente se compromete a servir al Señor, pero que es incapaz de obrar de acuerdo con sus palabras. Actitud que contrasta con aquellos que aunque parecen negarse al servicio, terminan dando lo mejor de sí en la transformación de la viña.

Esta parábola plantea un dilema que pone al descubierto la praxis de sus oyentes y que, leída a la luz de los acontecimientos de la época de Jesús nos muestra cómo los que eran considerados pecadores por el aparato religioso eran, en realidad, los únicos atentos a la voz del profeta. La conversión no es un asunto de solemnes proclamas o de prolongados ejercicios piadosos, sino un llamado impostergable a la justicia y al discernimiento. Las palabras de Jesús herían la sensibilidad religiosa de sus contemporáneos que se consideraban auténticos seguidores de Yavé e inigualables hombres de fe, porque colocaba delante de ellos el testimonio de aquellas personas que eran consideradas una lacra social: las prostitutas y los publicanos.

Prostitutas y publicanos no sólo eran profesiones terriblemente despreciadas, sino que quienes las ejercían eran considerados personas asquerosas e inadmisibles entre la gente de bien. Jesús ridiculiza todas esas valoraciones lanzadas desde los pedestales del sistema religioso y muestra, con los hechos, que ni siquiera la presencia de un profeta tan grande como Juan Bautista es capaz de transformar las conciencias anquilosadas y estériles de aquellos que se consideran salvados únicamente por el alto cargo que ejercen en el aparato religioso.

Pablo nos muestra la misma realidad, desde el interior de la comunidad cristiana. Los creyentes, por sus mismas buenas intenciones, están más expuestos a crearse una falsa conciencia religiosa que los lleve a considerarse superiores a los demás o definitivamente salvados. El único criterio para determinar la autenticidad de las prácticas cristianas es lo que el llama ‘entrañas de misericordia’, o sea, el amor incondicional por aquellas personas excluidas y víctimas de la opresión y la miseria. Para Pablo, los cristianos no se pueden examinar únicamente a la luz de criterios piadosos, sino a la luz de la práctica de Jesús que actuó siempre en el mundo con entrañas de misericordia.

Más allá de una interpretación limitada al contexto judío del momento de Jesús, esta palabra suya puede y debe elevarse a categoría universal y a principio teórico: el de la primacía del hacer sobre el decir, de la praxis sobre la teoría. Un hermano dijo que sí, muy dispuesto, pero sus hechos desmintieron sus palabras: su palabra verdadera, su palabra práctica, fue un no. El otro hermano pareció estar desde el princpio fuera del camino de la salvación, por sus palabras negativas e inaceptables; pero a pesar de sus palabras, él de hecho fue a la viña, «hizo» la voluntad del Padre. Decir/hacer, teoría/praxis: el Evangelio está claramente decantado a un lado, sin vacilaciones, en estas disyuntivas. Leer más…

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Dom 01.10.17. Publicanos y prostitutas os preceden en el Reino

Domingo, 1 de octubre de 2017
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22089859_863339983843195_3322836024810394500_nDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 26. Mt 21, 28-32. Evangelio escandaloso, consolador. exigente:

 Jesús no dice “os precederán” (en el cielo futuro), sino que os están precediendo ya (en este mundo), en el camino concreto de Jerusalén, para instaurar el Reino, abriendo con Jesús el camino de la nueva humanidad (libertad, justicia), desde su sufrimiento y opresión, no los grandes “gurús” (sacerdotes) y los diputados (presidentes de reinos o repúblicas)

— Jesús no dice esta palabra a la gente de la calle en general , que bastante tienen con vivir, sino a los “sumos sacerdotes y ancianos/senadores”(Mt 21, 23), que son las autoridades religiosas y civiles. A diferencia de esos sacerdotes/senadores, enrocados en su verdad parcial (y en el fondo falsa), “ellas y ellos”, en pareja de hecho, prostitutas y publicanos, pueden toman y toman el camino de la nueva humanidad liberada, porque sufren y “creen”, y pueden convertirse al amor.

— Jesús viene de “discutir” con sacerdotes y políticos (senadores), y ha visto que no cambian, no pueden cambiar, de manera que (al menos por ahora) les ve irrecuperables, en Roma y Samarcanda,en Madrid y Barcelona, para iniciar con ellos el camino de la nueva humanidad. Han tomado “sus puestos de mando” y no los dejan. Navegan sin vacilación hacia el desastre. Por eso inicia el camino con publicanos y prostitutas, que tienen al menos un resquicio de amor, una bocanada de esperanza.

— En este momento (1.10.17) muchos “sacerdotes/senadores” de Madrid y Barcelona hablan de justicia, legalidad y futuro…pero nuestro Jesús de publicanos y prostitutas, tras haber discutido mucho con ellos, descubre que no pueden cambiar, están enrocados en su pequeña verdad falsa, no quieren que haya una para todos. Quizá se puedan salvar para el cielo futuro, pero en ese mundo no tienen ya nada que hacer, bien lo han demostrado.

Ciertamente, hay otros poderes importantes, civiles y/o religiosos, empresarios y gente del “teatro”, jueces y soldados del imperio que hace lo que saben y pueden en su campo. Pues bien, tampoco en ellos confía Jesús para cambiar la humanidad y crear el Reino… Al contrario, él escoge como primeras en el camino, como compañeras y colaboradoras a las prostitutas (con los publicanos).

Texto para temblar, texto para saltar de alegría. Si no estuviera en el evangelio habría que inventarlo, pues nos habla de los verdaderos constructores del “reino”, es decir, de la nueva humanidad, ya aquí, en ese mundo.

Hombres como M. Foucault (Historia de la sexualidad), han comprendido esta palabra de Jesús mejor que miles de eclesiásticos. Miles de prostitutas (prostituidas, víctimas sexuales, utilizadas y expulsadas de la buena sociedad…) han sido y son el punto de partida y centro del camino de Reino de Jesús. No sé si lograré decir algo de lo que quiso afirmar Jesús, que sabía bien.

Como en días anteriores, tomo la base del texto de mi Comentario al Evangelio de Mateo. Buen día a todos, día alegre, porque si nos preceden puede haber también lugar para nosotros.

TEXTO

imagesEn aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acerco al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.” Él le contestó: “No quiero.” Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor.” Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?” Contestaron: “El primero.” Jesús les dijo: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis. (Mt 21, 28-32)

INTRODUCCIÓN

De los publicanos (tema de dinero) he hablado con más frecuencia en este blog, por eso insisto hoy más en el casode las prostitutas, para ocuparme después, sencillamente, del texto de Jesús, dejándolo ante los lectores, para que ellos vean, entiendan, comenten.

Prostitutas

La prostitución aparece en la Biblia desde los tiempos más antiguos tanto en la tierra de Israel como en los países del entorno (Gen 28, 15), como en los países del entorno (Jc 16, 1; Prov 2, 16; 29, 3). Podemos citar dos casos que tratan de ella: (a) un sacerdote, y sobre todo el Sumo Sacerdote, no puede casarse con una prostituta, pues ello implicaría un riesgo para su santidad y, sobre todo, para la limpieza genealógica de sus hijos (cf. Lev 21, 7.14); (b) un padre no puede prostituir a su hija para lograr así ganancias económica (cf. Lev 19, 29).

En estos casos, la prostitución se utiliza en su sentido literal. Pero, como suele suceder en otros pueblos, las palabras vinculadas con la prostitución han tomado pronto un carácter simbólico, de tipo casi siempre religioso y negativo.

En este contexto debemos poner de relieve el hecho de que, por contaminación patriarcalista, el Antiguo Testamento presenta como prostitutas a mujeres que no lo son en sentido alguno, sino que poseen y ejercen una independencia social que las hace autónomas ante la sociedad o ante su misma familia. Los casos más famosos son los de Rajab, la «hospedera» de Jericó, que recibe a los espías de Israel (Jos 2, 1-3; 6, 17-25), y la «concubina» del Levita de Jc 19, 1-3. Ellas no son prostitutas en el sentido normal del término, sino mujeres que gozan de una libertad especial, sea en contexto social, sea en contexto matrimonial.

(1) Casos especiales. Evocamos algunos casos en los que el simbolismo de la prostitución tiene un papel importante para la Biblia.

(a) Prostitutos sagrados. Han sido especialmente condenados en Israel los prostitutos y prostitutas agrados (llamados «santos» y «santas»: de la raíz qds), vinculados al culto de algunos tempos cananeos o de otras ciudades del entorno. En este contexto se sitúa la famosa ley del Deuteronomio: «No traerás la paga de una prostituta ni el precio de un perro [=prostituto sagrado] a la casa de Yahvé tu Dios por ningún voto; porque abominación es a Yahvé tu Dios tanto lo uno como lo otro» (Dt 23, 18); en este contexto parece suponerse que en algún momento ha existido dentro del mismo templo de Yahvé algún tipo de prostitución sagrada.

img_2596El caso más significativo de prostitución sagrada, de tipo perverso, es la que está vinculada con el culto a los ídolos que, al menos desde Oseas, aparecen como amantes falsos (vinculados a veces con prácticas sexuales que la religión de Yahvé condena como inmorales). Entendida así la prostitución es el pecado nacional de Israel, como supone Os 2, 1; Is 1, 21; Jer 13 27. Especialmente significativo es, en ese contexto, el largo capítulo de Ez 16, dedicado a las prostituciones de las dos doncellas de Dios, Israel y Judá.

(c) Las prostitutas os precederán en el Reino de los cielos.

El Nuevo Testamento conserva los diversos sentidos de la palabra. Así, dentro de la retórica moral del tiempo, hallamos algunas condenas generales de la prostitución, como la que aparece la crítica del hermano mayor de Lc 15, 30 o de 1 Cor 6, 15-16. Pero la novedad mayor del evangelio aparece allí donde Jesús viene presentarse como el Mesías o cristo de las prostitutas, a las que se acerca sin condenarlas (cf. Mt 21, 32; cf. Lc 7, 34), diciendo que ellas, con los publicanos, son los que “preceden” a los otros en el (camino del) Reino de Dios. Ellas son las primeras, las adelantadas de la gracia de Dios, son constructoras del Reino, es decir, de la nueva humanidad, ya aquí, en un sentido “social”, personal.

¿Por qué dice Jesús que las prostitutas os precederán…?

PORQUE DIOS ES DIOS, Y ELLAS (Y ELLOS) SON SUS HIJOS

Está el hijo mayor que dice cumplir, pero no cumple; que dice que va, pero no va. Es como el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo… ¡Qué pena de Dios Padre con estos hijos!

Pero Dios tiene otros hijos… que dicen que no van… pero en el fondo van. Éstos son como el hijo pródigo: son los capaces de escuchar al Padre… Son los que pueden hacer camino de Reino, porque dejan que el Padre les alumbre con su amor.

PORQUE FUERON CON JESÚS DONDE JUAN BAUTISTA

Jesús no habla de oídas… Él conoce bien a los publicanos y prostituías, porque ha compartido con ellos la escuela de Juan Bautista. Ciertamente, no todos los publicanos y prostitutas fueron… pero fueron algunas, las suficientes para descubrir que Dios abre con ellas un camino de salvación. Ellas formaron parte de “la escuela” de Jesús, es decir, de la escuela donde Jesús escuchó la voz de Dios, con pecadores y prostitutas.

Jesús no vino a aprender a un “seminario de santos” (para que le dieran un buen Master de Buen Reino) sino a una escuela donde se juntaban publicanos y prostitutas, para dejarse cambiar por la gracia de Dios, por el Reino.

PUBLICANOS Y PROSTITUTAS LE CREYERON

Creyeron a Juan, creyeron en Dios… Muchos de los “grandes” constructores del Templo Oficial (piedras sublimes de la masonería de Nueva Humanidad) sólo quieren construirse a sí mismos, construir su templo. No creen en Dios, no creen en la gracia, creen en sí mismos… Por el contrario, muchos publicanos y prostitutas “creyeron”, es decir, aceptaron la existencia de un misterio de gracia… No buscaban “su” salvación, se dejaron encontrar por “la salvación de Dios” (como dirá San Pablo, en el centro de todo su mensaje). Leer más…

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Los gais y lesbianas os llevan la delantera. Domingo 26. Ciclo A.

Domingo, 1 de octubre de 2017
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4-April-Orthodox-Calendar-2013Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El título intenta ser tan provocador e hiriente como las palabras del evangelio. Pero los únicos que deben sentirse heridos son los que desprecian a gais y lesbianas, igual que los antiguos judíos que despreciaban a prostitutas y publicanos (recaudadores de impuestos)

Lucha a muerte en el recinto del templo

La liturgia, saltándose numerosos relatos evangélicos, nos traslada de repente a la inmensa explanada del templo de Jerusalén, en el día que nosotros conocemos como lunes santo. El día antes, Jesús ha entrado triunfalmente en Jerusalén, ha purificado el templo, expulsando a vendedores de animales y cambistas de monedas, y ha curado en el recinto sacro a cojos y ciegos, personas a las que les estaba absolutamente prohibida la entrada en el templo. Es fácil imaginar la indignación de los sacerdotes y de los escribas (representantes de moralistas, canonistas y teólogos). Ese día, domingo de ramos, se limitan a protestar. Pero al día siguiente, cuando Jesús vuelve a Jerusalén y al templo, todos los grupos con poder religioso y político se irán turnando para ponerlo en aprieto con las preguntas más comprometidas y poder condenarlo.

            La primera pregunta, la más directa, la formulan los sacerdotes y los senadores (representantes del poder político), pensando en lo ocurrido el día antes: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado esa autoridad?» Jesús se encuentra ante una disyuntiva. Si responde: «De Dios», lo pueden acusar de blasfemo. Si dice: «de mí mismo», lo considerarán un loco o un vulgar revolucionario. Evita la respuesta directa y les tiende una trampa. Ya que ellos son los jueces religiosos de Israel, y como tales lo interrogan, que den su opinión sobre otro personaje famoso: Juan Bautista. «El bautismo de Juan, ¿de dónde venía, de Dios o de los hombres?» Ellos, viendo el peligro de comprometerse en un sentido o en otro, responden: «No lo sabemos». Y Jesús termina con un escueto: «Pues yo tampoco os digo con qué autoridad hago esto». E inmediatamente pasa al contrataque, con una parábola que sólo transmite el evangelio de Mateo: la de los dos hijos (21,28-32).

Obras son amores, y no buenas razones

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

― ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”  Él le contestó: “No quiero.” Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor” Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?

Contestaron:

― El primero.

Jesús les dijo:

― Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.

           La historieta que propone Jesús es tan fácil de entender que sus enemigos caen en la trampa. Un padre y dos hijos. ¿Quién cumple la voluntad del padre? ¿El hijo protestón y maleducado que termina haciendo lo que le piden, o el hijo amable y sonriente que hace lo que le da la gana? La respuesta es fácil: el primero. Lo importante no es decir palabras bonitas; tampoco importa protestar mucho. Lo importante es hacer lo que el padre desea. «Obras son amores, y no buenas razones».

            Pero Jesús saca de aquí una consecuencia asombrosa. Es preferible vivir de mala manera, si al final haces lo que Dios quiere, que vivir de forma aparentemente piadosa y negarse a cumplir la voluntad de Dios. Dicho con las palabras hirientes del evangelio: es preferible ser prostituta o ladrón, si al final te conviertes, que pertenecer a cualquier organización o institución religiosa y ser incapaz de convertirse.

            ¿En qué consiste la conversión? Nueva sorpresa. No se trata de aceptar a Jesús y su mensaje, sino a Juan Bautista, que mostraba el camino de la justicia, de la fidelidad a Dios, como primer paso hacia el evangelio. Con ello, Jesús responde indirectamente a la pregunta que no habían querido responder las autoridades: «¿de dónde procedía el bautismo de Juan, de Dios o de los hombres?» El bautismo de Juan era cosa de Dios, su predicación marcaba el camino recto. Las prostitutas y los recaudadores, representados por el hijo protestón, pero obediente, creyeron en él. Las autoridades religiosas, representadas por el hijo tan amable como falso, no le creyeron.

¿Tirando piedras contra el propio tejado?

Lo curioso de esta interpretación de la parábola es que parece volverse contra Juan y contra Jesús. Los que dan testimonio a su favor son gente indigna de crédito, prostitutas y explotadores; quienes lo rechazan o se abstienen, personalidades religiosas de buena fama, los sacerdotes. Puestos a elegir, ninguna persona piadosa aceptaría la opinión de unos cuantos drogatas y unas pocas prostitutas en contra de lo que decida una Conferencia Episcopal.

            Además, el judío piadoso de tiempos de Jesús (como muchos cristianos piadosos de nuestro tiempo) está convencido de que no necesita convertirse. Y si en algo tiene que cambiar, el camino no deben indicárselo personas tan extrañas y discutibles como Juan Bautista, Martin Lutero King, Oscar Romero, Pedro Casaldáliga o el Papa Francisco.

Así adquieren pleno sentido las palabras de Jesús: «los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios». Para entrar en ese reino, hay que abrirse a una nueva forma de vida, aunque suponga un corte drástico y doloroso con la vida anterior. La institución religiosa seguirá firme en sus trece, incluso utilizará el argumento de la parábola para recha­zar a Juan y a Jesús. Pero el Reino se irá incrementando con esas personas indignas de crédito, pero que creen en quien les muestran el camino de una nueva forma de fidelidad a Dios. Esas personas que, como dice el profeta Ezequiel en la primera lectura, son capaces de recapacitar y convertirse.

Así dice el Señor: Comentáis: “No es justo el proceder del Señor”. Escuchad, casa de Israel: ¿es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.

Nota final

Para explicar el evangelio de este domingo he tenido que remontarme a diversos episodios anteriores. Por desgracia, la liturgia usa la técnica del zapping, saltando de un episodio a otro sin la menor lógica. Espero que dentro de dos o tres siglos se realice una mejor selección de los textos litúrgicos. Que así sea.

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Domingo XXVI. 01 de octubre, 2017

Domingo, 1 de octubre de 2017
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“Luego se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él respondió: “Voy, Señor”. Pero no fue.”

(Mt 21, 28-30)

Supongo que a todos nos gustaría ser el tercer hijo. El que no sale en la parábola, quizá porque es el que nos la cuenta. Ser como Jesús, que dice que va a la viña y no solo va sino que se deja matar por la viña. Se entrega.

Sí, nos gustaría. Por eso el cristianismo es precisamente eso: el seguimiento de Jesús. Pero cuando miramos a nuestra Iglesia, a nuestras comunidades. Cuando nos miramos cara a cara a nosotras mismas quizá encontramos más del “segundo hermano” de lo que nos gustaría.

¿Cuantas veces hemos dicho que íbamos a la viña y nos hemos quedado en nuestras comodidades? ¡Y cuántas veces esperamos a que vayan los demás o nos quejamos de que nadie quiere ir mientras discutimos sentadas en el sofá!

Esta viña, a la que nos llama el Padre, es más que un trabajo. Mucho más. Sabemos que debemos ir. Queremos de verdad ir. Y muchos días emprendemos el camino. Muchas horas las pasamos en esa viña. Más de una vez somos el “primer hermano” que dice que no con la boca, pero dice que sí con la vida.

Sin embrago, todavía no somos lo que estamos llamados a ser. No acabamos de ser como Jesús. La buena noticia es que eso no importa. Ni nuestras negativas, ni nuestras ausencias conseguirán que el Padre cambie de opinión. Él volverá, puntualmente, constantemente, con su invitación. Asaltará nuestras vidas una y otra vez, sin cansarse, sin decepcionarse.

Y nosotras seguiremos siendo el primer hermano, el segundo y por supuesto nos iremos pareciendo cada vez más al tercero. Volveremos a levantarnos, quizá con menos fuerzas, pero con un amor más probado, más acrisolado.

Oración

Trinidad Santa, renueva nuestros corazones con tu invitación siempre nueva y retadora. Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Rectificar es más humano que hacer alarde de bondad.

Domingo, 1 de octubre de 2017
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d-3-14-3a-semana-tiempo-adviento1-436x321Mt 21, 28-32

Jesús acaba de realizar la “purificación del templo”. En el episodio inmediatamente anterior, los sumos sacerdotes y los senadores, preguntan a Jesús con qué autoridad actúa así. Él les responde con otra pregunta: ¿El bautismo de Juan era cosa de Dios o cosa humana? No se atreven a contestar, y Jesús les cuenta esta parábola. Mateo trata de justificar que la comunidad cristiana se apartara del organigrama religioso judío, pero quiere advertir también a la nueva comunidad, que no debe caer en el mismo error.

En este capítulo, siguen las advertencias a la comunidad. Es muy peligroso creerse perfecto. Lo importante es descubrir los fallos y rectificar lo que has hecho mal. La pura teoría no sirve para nada, solo la vida salva. Lo que digamos o lo que proclamemos son palabras vacías, mientras no vayan acompañadas por una actitud vital, que inevitablemente se manifestará en las obras. En el evangelio de Juan, Jesús pone como instancia definitiva sus obras. “Si no me creéis a mí, creed a las obras”.

El domingo pasado nos hablaba de jornaleros. Hoy nos habla de hijos. En el AT, el pueblo en su conjunto, se consideraba hijo de Dios. Jesús distingue ahora dos hijos: los que se consideran verdaderos israelitas y los que los jefes religiosos consideran pecadores. Recordemos que ser hijo significaba hacer en todo la voluntad del padre. Un buen hijo era el que salía al padre. El que dejaba de hacer la voluntad del padre, dejaba de ser hijo. “¿Quién hizo la voluntad del padre?” quiere decir “¿quién es verdadero Hijo?

Jesús se enfrenta a los jefes religiosos, como respuesta a la radical oposición que ellos le han manifestado. Todos los evangelios dejan clara esa lucha a muerte de las instancias religiosas contra Jesús. Sin embargo, no podemos sacar de estas parábolas argumentos antisemitas. Las prostitutas y los recaudadores de impuestos, que Jesús pone por delante de los jefes religiosos, eran también judíos; y los primeros cristianos eran todos judíos.

Los fariseos no tenían nada de qué arrepentirse, eran perfectos, porque decían “sí” a todos los mandamientos. Consideraban que tenían derecho al favor de Dios, por eso rechazan de plano, el cambio que les propone Jesús. Como los de primera hora del domingo pasado exigen la paga justa por su trabajo. Para ellos es intolerable que Dios pague lo mismo al que no ha trabajado. No se dan cuenta de que su respuesta es solamente formal, sin compromiso vital alguno. El espíritu de la Ley les importaba un pito.

El escándalo está servido: Para Jesús no hay duda, los que se consideran buenos son los malos, y los malos son los buenos. Los primeros eran lo estrictos cumplidores de la Ley, los segundos ni la conocían, ni podían cumplirla. Los primeros ponían su empeño en el cumplimiento externo de las normas. Los otros buscaban una posibilidad de hacerse más humanos, porque se sabían pecadores. Jesús deja claro cual es la voluntad de Dios, y quién la cumple. Pero Jesús da a entender que tanto los unos como los otros, son hijos.

Los recaudadores y las prostitutas os llevan la delantera en el Reino. Es una de las frases más hirientes que pudo decir Jesús a los jerifaltes religiosos. Eran las dos clases de personas más denigradas y odiadas por las instancias religiosas. Pero Jesús sabía muy bien lo que decía. El organigrama religioso-social de su tiempo era represivo e injusto. Que esa situación se mantuviera en nombre de Dios no podía aguantarlo quien había descubierto un Dios, que lo único que quiere es el bien del hombre.

No se alude en el relato a las otras dos situaciones que se pueden dar: El hijo que dice sí y va a trabajar a la viña; y el hijo que dice no, y no va. En estos dos casos no hay posibilidad de equivocarse ni cabe la pregunta de quién cumple la voluntad del padre. Lo que pretende el relato es advertir sobre el engaño en que puede caer el que interprete superficialmente la situación del que dice “sí” y no va; y del que dice “no” pero va.

No debemos engañarnos. La simplicidad del relato esconde una enseñanza fundamental. Como conclusión general, tenemos que decir que los hechos son lo importante, y que las palabras sirven de muy poco. La praxis prevalece siempre sobre la teoría. El evangelio no nos invita a decir primero no y después sí. El ideal sería decir sí y hacer; pero lo maravilloso del mensaje está precisamente ahí: Dios comprende nuestra limitación y admite la posibilidad de rectificación, después de “recapacitar”, dice el texto.

Nuestras actitudes religiosas son incoherentes. Llevamos muchos siglos haciendo una religión de ritos, doctrinas y preceptos. Desde el bautismo decimos “sí voy”, pero nos quedamos siempre en donde estamos. No hay más que ver lo que se entiende por “practicante” para darse cuenta de que no tiene nada que ver con la vida real. Nos estamos yendo cada vez más por las ramas y alejándonos de la raíz del evangelio.

Se nos llena la boca proclamando pomposamente que somos cristianos, pero hay muchos que sin serlo, cumplen el evangelio mucho mejor que nosotros. El fariseísmo se ha convertido en moneda corriente entre nosotros, y damos por hecho que basta hablar del evangelio u oír hablar de él para tranquilizar nuestra conciencia. Hay un refrán que lo expresa muy bien: “Una cosa es predicar y otra dar trigo”.

En la primera lectura ya se nos dice que ni siquiera los mayores fallos son definitivos. Podemos en cualquier momento rectificar la trayecto­ria equivocada. Los errores cometidos pueden ayudarnos a encontrar el camino verdadero. Somos limitados y tenemos que aceptar esta condición porque es parte de nuestra naturaleza. No podemos pretender, ni para nosotros ni para los demás, la perfección. Cuando exigimos a un ser humano ser pluscuamperfecto estamos exigiéndole que deje de ser humano.

Solo la experiencia me dice qué es lo que me deteriora como ser humano y qué es lo que me enriquece. Cuando damos por absoluta una norma nos anclamos en el pasado y nos negamos a progresar. El gran peligro para esta fijación es creer que Dios nos ha dado directamente esa norma. Desde esa perspectiva se siguen cometiendo verdaderas barbaridades en contra del ser humano. El Dios de Jesús nunca puede ir en contra del hombre; las normas que hemos promulgado en su nombre, sí. Entender la religión como verdades, normas y ritos absolutos, es fundamentalismo puro.

También hoy podemos ir un poco más allá de la parábola. Ni siquiera las obras tienen valor absoluto. Las obras pueden ser la manifestación de una actitud vital, pero pueden ser reacciones automáticas desconectadas de nuestro verdadero ser, y conectadas solo al interés egoísta. Los fariseos cumplían escrupulosamente todas las normas, pero lo hacían mecánicamente, sin ninguna sinceridad de corazón. No pierdas el tiempo tratando de situarte en una de las partes. Todos estamos diciendo “no” cada tres por cuatro, y todos estamos diciendo “sí” con una pasmosa ligereza. La vida es una constante rectificación.

Meditación-contemplación

Si a la primera no somos capaces de decir sí,
Dios acepta siempre nuestra rectificación.
Casi siempre acertamos a costa de rectificaciones.
No estamos capacitados para descubrir la meta a la primera.
No deben preocuparnos las equivocaciones.
Pero me debe preocupar que sea incapaz de rectificar.

 Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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No quiero.

Domingo, 1 de octubre de 2017
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imagen114Un buen arrepentimiento es la mejor medicina que tienen las enfermedades del alma (Miguel de Cervantes)

1 de octubre. Domingo XXVI del TO

Mt 21, 28-32

El hijo le respondió: No quiero: pero luego se arrepintió y fue (v 29)

En las anotaciones al presente evangelio, Schokel comenta que lo que importa no son las apariencias externas, sino el interior de la persona; la observación de unos ritos externos es secundario. En tiempo de Jesús, el legalismo había creado una forma de ser centrada en las apariencias. Jesús sabía que para Dios, que conoce lo secreto del corazón, el hijo verdadero es el que, de hecho, practica la justicia. Esta parábola lo expresa con claridad: las relaciones auténticas con Dios y con los hombres se establecen sobre el compromiso.

Mateo da mucha importancia a las obras. Tanta, que con ellas “Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el Reino de Dios”. El hijo del “sí, voy” representa a los indiferentes, el de “no voy” pero va luego, a los observadores estrictos de la ley, jefes y fariseos. Y en la película estadounidense de 1988, dirigida por Sidney Lumet, “Un lugar en ninguna parte”le dice el hijo a su padre: “Tenemos que cuestionar la autoridad; eso me lo enseñaste tú”.

Otro ejemplo nos lo muestra Krzysztof Penderecki (1933), compositor vanguardista y director de orquesta polaco, eterno rebelde de la música clásica, como lo fueron los Beatles de la música moderna en los años sesenta. “Toda mi vida nadé contra corriente”, dijo en una ocasión. Por eso su música no suele dejar indiferente a nadie, y desde hace más de medio siglo entusiasma a gente de todo el mundo, aunque también genera protestas. Cuando no compone, se dedica a plantar árboles y a cuidar de su Jardín Botánico con más de mil seiscientas especies de árboles y arbustos: todo un símbolo de lo que él es y de lo que cree debe ser la vida. Para él, el árbol nos enseña que toda obra de arte –y el vivir lo es– debe tener doble raíz, tanto en el cielo como en la tierra, es decir, en lo mundano y lo divino“Sin raíces, ninguna obra puede persistir”, advierte.

Por mi parte me he sentido árbol creciendo para arriba y para abajo, recorriendo los caminos blancos de la Luz y el Evangelio. Y al recorrerlo, he podido percatarme de que los seres humanos sentimos desilusión cuando, lo que deseamos, no lo conseguimos. Y he conseguido también darme cuenta de que quien conoce las reglas de la vida, acoge sin objeción lo que sucede. Porque, con demasiada frecuencia, el ser humano es afortunado no obteniendo lo que desea. Con frecuencia, lo que suele llamarse mal, no es más que el instrumento que permite que el bien apetecido sea realizado.

Miguel de Cervantes Saavedra fue soldado, y de estas batallas de la vida era gran experto. Lo confirmó diciendo que “Un buen arrepentimiento es la mejor medicina que tienen las enfermedades del alma”.

Pido al águila –ave de altos vuelos– que me enseñe a ver la Tierra desde las alturas, mis iluminaciones y mis sombras, que también son mías y las quiero.

El ÁGUILA

Tu sueño, a velas desplegadas,
que sienten la montaña, el mar, el bosque.
Que subes sus entrañas
hasta el cielo.
Enséñame a elevar mis pensamientos.

Que descansen
en tu corona real y en el regazo
del Dios que los creó.
Enséñame a ver la tierra
desde las alturas.
Si de día, mis iluminaciones;
si de noche, mis oscuridades,
que también son mías y las quiero.

(NATURALIA. Los sueños de las criaturas. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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¿Sí o no?

Domingo, 1 de octubre de 2017
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1Hay tantos modos de evitar dar una respuesta clara, de no definirnos, y eso que los españoles tenemos fama de ser directos. En el mundo anglo norteamericano hay una expresión que lo dice todo cuando no quieren mojarse, que como en todos sitios, es frecuente: “creative postponing”, creo que lo entendemos todos, y además con creatividad, con excusas convincentes. Nuestro “dar largas”. Me decía una mujer joven de allí, “eso de ser hija de Dios me resulta fuerte, yo me conformo con ser sobrina”. Sincera la mujer.

Decir sí o decir no, es rotundo, es radical. Es lo que Jesús pide de sus seguidores, sobre todo de aquellas personas que se consideran discípulas. El texto de hoy nos invita a entrar en el significado del sí y del no en nuestro seguimiento y en nuestra vida.

Primero entendamos el texto en su contexto: El pueblo judío dijo “sí” al aceptar la ley de Moisés, pero se niega, a través de los dirigentes, a aceptar la propuesta de Jesús. Sin embargo, los paganos y los pecadores, que primero dijeron “no”, al final son los que aceptan el reino, acogen el proceso de ir entrando en el modo diferente que propone Jesús.

Para Jesús, la fidelidad a Dios no pasa por la observancia de la Ley, sino por la práctica de un amor sin excepciones. Jesús cambia el modo de relación con Dios, al que presenta como él lo vive, no como el distante Dios del Templo, sino como el Abba cercano y comprometido con la vida. Esto desmonta el tinglado de una religión súper estructurada alrededor de las normas y las leyes de pureza, de impureza, de sacrificios como paga por los pecados los cuales han sido determinados por unos jerarcas que imitan a un dios lejano, frío, a quien hay que calmar con ofrendas, que se quedan los sacerdotes…

En lenguaje de hoy diríamos que Jesús “flipa” con esa doblez, y para denunciarla utiliza el inteligente y oriental lenguaje de las parábolas.

La que nos ocupa hoy, la de los dos hijos, va dirigida especialmente a la infidelidad de los dirigentes: dicen pero no hacen; son fieles por fuera pero podridos por dentro… Toda esa gama de expresiones que expresa una indignación en aumento y una compasión más profunda hacia aquellos marginados, considerados pecadores por las leyes hipócritas.

Serán, de hecho, ellos los que acogerán la radicalidad de Jesús, aunque en apariencia sean unos pasotas o critiquen la institución.

Tal vez hoy, uno de octubre, que nuestro país vive una situación muy complicada por falta de diálogo, cuyo término es repetido pero no se practica, podemos preguntarnos qué significa un sí o un no: a un sistema, a unas políticas corruptas… todos y todas debemos reflexionar, ¿por qué quiere separarse una pareja, un país, una autonomía…? La autenticidad del sí y del no nos daría claves de interpretación de la realidad y perspectiva de futuro.

Propongo una segunda o tercera lectura, como en la Lectio Divina, en clave de conversión personal. Ver que estos dos hijos, estas dos posturas o actitudes, conviven dentro de nosotras. Yo soy la hija buena que dice que sí al proyecto de Jesús, y me apunto a muchas movidas, pero cuando me tocan el ego, o el bolsillo, o mi tiempo… entonces doy un “creative postponing”, es decir, no me defino, no me comprometo, no me pillo los dedos.

Y también convive en mí la rebeldilla, la indignada, la que dice que no porque, entre muchas otras cosas que no me gustan, una especialmente me duele en las entrañas: a las mujeres nos tienen retiradas, nos utilizan para lo que necesitan, cuando ellos no llegan… pero cuando dejo que la mirada de Jesús sea más potente que la de “los monseñores de turno” entonces voy, entonces me mojo, me abro, corro para que su proyecto siga, para que nadie lo ahogue, para que nadie pueda estropearlo. Porque he escuchado por dentro algo que ha autentificado mi respuesta “si tú me miras, yo me vuelvo hermosa, como la hierba a que bajó el rocío” (G. Mistral)

Cuando no hay coherencia con nuestras posturas, con nuestro “sí” y nuestro “no”, los psicólogos dicen que se produce ansiedad. Es decir, que el alma chirría porque la persona sufre cierta angustia que puede hacerse crónica. La angustia que produce la doblez, que se puede convertir en rigidez, en un atarse a la ley, o en un sarcasmo hiriente, o en tristeza interior causada por la mediocridad, por la falta de fuelle para correr a colaborar con el proyecto de Jesús.

Es su legado el que está hoy en nuestras manos. La disponibilidad o la pereza, la decepción, la excusa repetida de necesidades familiares que no se acaban nunca, es tema de conciencia. Será lo que tú y yo decidamos. El reino espera, Jesús espera, la tarea está ahí. ¿Quieres colaborar? ¿Sí o no? Tú dirás, yo diré, con la vida.

Magdalena Bennàsar Oliver

www.espiritualidadintegradoracristiana.es

Fuente Fe Adulta

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La verdad no se dice, se hace

Domingo, 1 de octubre de 2017
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imagesDel blog de Tomás Muro, La verdad es libre:

01. SIEMPRE DOS HERMANOS.

Resulta curioso las veces que en la Biblia aparecen dos hermanos: Caín y Abel, (Gn 4,1-2); Esaú y Jacob, (Gn 25,24ss); un padre tenía dos hijos en la parábola del padre y el hijo pródigo, (Lc 15,11ss); en la parábola de hoy también un padre tenía dos hijos… Dos hermanas: Marta y María

Tal vez más que dos hermanos se trata de dos aspectos de un único personaje, que todos llevamos dentro en una especie de “esquizofrenia inevitable”. Probablemente todos somos algo de Caín y de Abel; algo tenemos de hermano mayor cumplidor, prepotente; y algo de hijos pródigos. Todos hablamos mucho y hacemos poco, como en la parábola de hoy.

Al mismo tiempo, en todo ser humano hay algo de la bondad de Abel y del arrepentimiento del hijo menor, además de las incoherencias del hijo al que le dio un “perrenque”, dijo que no iba a trabajar, pero luego se lo pensó y fue.

Las “esquizofrenias” y los dobles momentos antes que de la psicología y de la psiquiatría son de la vida misma y algo de sentido común. Como se dice en estos tiempos, todos somos algo “bipolares”.

02. LA VIÑA.

La viña, los campos de trigo son el pueblo de Dios, la humanidad, la historia en la que hay mucho que trabajar; las más de las veces el trabajo son sencillas, pequeñas tareas, pero son trabajos nobles.

Todos estamos llamados a trabajar en la mies, en la viña del Señor. San Pablo dice un poco estentóreamente aquello de que: quien no trabaje que no coma, (2Tes 3,10).

El trabajo no es solamente un medio de ganarse la vida, sino un modo de construir la propia persona-personalidad y la historia.

Trabajar -en la medida en que uno puede- es bueno y hace bien.

03. OBRAS SON AMORES, QUE NO BUENAS RAZONES.

Así acuñó Santa Teresa esta afirmación que ha pasado a ser un refrán: obras son amores, que no buenas razones. De grandes palabras (palabrería) están llenos los espacios políticos, eclesiásticos y también los personales. Las promesas de las campañas electorales duran hasta el día siguiente de las elecciones. ¡Si la Iglesia fuese conforme a lo que leemos en el Nuevo Testamento, en las encíclicas y documentos!, etc.

O4. ORTODOXIA Y ORTO PRAXIS.

imagessORTO significa: recto / correcto. DOXA: doctrina / pensamiento y praxis: práctica / acción.

Corren tiempos en los que se disfruta buscando recuperar una ultra-ortodoxia que anquilosa la vida y el evangelio, cuando lo que importa es la ortopraxis, es decir la vida.

Muchas veces la ortodoxia tiene poco que ver con lo que hacemos, con la ortopraxis.

o A veces la ortodoxia no es más que una trinchera donde se defienden miedos y posicionamientos ideológicos y religiosos. Algunos movimientos religiosos modernos viven afincados en una super-ortodoxia intransigente, sin significado, pero es el “santo y seña”.

o Otras personas y actitudes hacen la verdad: están con los que sufren, los pobres, el SIDA, ancianos etc., incluso con una doctrina (ortodoxia) muy elemental, incluso no muy puritana para el orden establecido.

La verdad no se dice, se hace.

Esta veta la recogió con energía la Teología de la Liberación.

Es evidente que el papa Francisco se sitúa en la praxis, en el hijo que va a trabajar, incluso aunque sus palabras no lo parezcan. Es también vidente que los que se oponen y se enfrentan con la línea de Francisco son ultramontanos fanáticos que guardan con celo la doctrina, pero no mueven un dedo para ayudar a la humanidad a cargar con el peso de la vida y de la historia (Mt 23,1-12)

Quiera Dios que la ultraortodoxia fundamentalista no pise la praxis evangélica.

05. ¿QUIÉN HIZO LA VOLUNTAD DE DIOS PADRE?

imagess1Lo de Jesús tiene su retranca.

No es un diletantismo exegético, pero conviene leer con atención el cp 21 de Mateo.

Mt 21, 1-27: Jesús, tras expulsar con energía del Templo a los comerciantes, Jesús pronuncia tres parábolas contra los dirigentes religiosos, es decir contra el poder (no contra el pueblo):
Mt 21,29-32 Parábola de los dos hijos

Mt 21,33-46 Parábola de los viñadores homicidas, (el poder crucifica)

Mt 22,1-14 Parábola del banquete del Reino al que no quieren asistir los invitados

La conclusión de la parábola de hoy es desconcertante y osada. Jesús pone modelos de vida algo que escandaliza a los estamentos oficiales. Probablemente nadie se lo creyó entonces, ni hoy, que los publicanos (ladrones legales de impuestos) y las prostitutas, la gente de los cruces de los caminos estarán, están, por delante de nosotros en la viña del Señor, en el Reino.

Nos puede resultar escandaloso y molesto, pero en el cristianismo de Jesús las cosas -gracias a Dios- son así.

 

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Si queremos ser de Jesús.

Domingo, 3 de septiembre de 2017
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Si queremos ser de Jesús, ser de los suyos aquí abajo, y luego
en la bienaventurada eternidad del cielo, debemos seguirlo;
tomar la cruz y llevarla con él, siguiéndole:
imponer una regla a nuestra naturaleza herida por el pecado,
con el fin de que triunfe en ella el hombre nuevo, que fue
“creado a imagen de Dios en la justicia y la santidad verdaderas” (Ep 4, 24)

No nos dejemos engañar, cegar, ilusionar:
la cruz es siempre la única esperanza de salvación;
la ley de Dios siempre está presente, con sus diez mandamientos,
para recordar al mundo que sólo ella es el refugio seguro,
la muralla de las conciencias,
y que observándolos se posee el secreto de la paz y la tranquilidad de conciencia.
El que lo olvida, incluso el que aparece huir de todo compromiso serio,
Se reserva tarde o temprano la tristeza y la miseria.

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 Juan XXIII
Alocución del 3 de abril de 1960 La documentación católica n°1330

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En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:

“¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.”

Jesús se volvió y dijo a Pedro:

“Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.

Entonces dijo a sus discípulos:

“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.

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Mateo 16,21-27

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“Aprender a perder”. 03 de Septiembre de 2017. 22 Tiempo ordinario (A). Mateo 16, 21-27.

Domingo, 3 de septiembre de 2017
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El dicho está recogido en todos los evangelios y se repite hasta seis veces: “Si uno quiere salvar su vida, la perderá, pero el que la pierde por mí, la encontrará”. Jesús no está hablando de un tema religioso. Está planteando a sus discípulos cuál es el verdadero valor de la vida.

El dicho está expresado de manera paradójica y provocativa. Hay dos maneras muy diferentes de orientar la vida: una conduce a la salvación, la otra a la perdición. Jesús invita a todos a seguir el camino que parece más duro y menos atractivo, pues conduce al ser humano a la salvación definitiva.

El primer camino consiste en aferrarse a la vida viviendo exclusivamente para uno mismo: hacer del propio “yo” la razón última y el objetivo supremo de la existencia. Este modo de vivir, buscando siempre la propia ganancia o ventaja, conduce al ser humano a la perdición.

El segundo camino consiste en saber perder, viviendo como Jesús, abiertos al objetivo último del proyecto humanizador del Padre: saber renunciar a la propia seguridad o ganancia, buscando no solo el propio bien sino también el bien de los demás. Este modo generoso de vivir conduce al ser humano a su salvación.

Jesús está hablando desde su fe en un Dios Salvador, pero sus palabras son una grave advertencia para todos. ¿Qué futuro le espera a una Humanidad dividida y fragmentada, donde los poderes económicos buscan su propio beneficio; los países, su propio bienestar; los individuos, su propio interés?

La lógica que dirige en estos momentos la marcha del mundo es irracional. Los pueblos y los individuos estamos cayendo poco a poco en la esclavitud del “tener siempre más”. Todo es poco para sentirnos satisfechos. Para vivir bien, necesitamos siempre más productividad, más consumo, más bienestar material, más poder sobre los demás.

Buscamos insaciablemente bienestar, pero ¿no nos estamos deshumanizando siempre un poco más? Queremos “progresar” cada vez más, pero, ¿qué progreso es este que nos lleva a abandonar a millones de seres humano en la miseria, el hambre y la desnutrición? ¿Cuántos años podremos disfrutar de nuestro bienestar, cerrando nuestras fronteras a los hambrientos?

Si los países privilegiados solo buscamos “salvar” nuestro nivel de bienestar, si no queremos perder nuestro potencial económico, jamás daremos pasos hacia una solidaridad a nivel mundial. Pero no nos engañemos. El mundo será cada vez más inseguro y más inhabitable para todos, también para nosotros. Para salvar la vida humana en el mundo, hemos de aprender a perder.

José Antonio Pagola

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“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo”. Domingo 03 de Septiembre de 2017. 22º domingo de tiempo ordinario.

Domingo, 3 de septiembre de 2017
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45-OrdinarioA22Leído en Koinonia:

Jeremías 20,7-9: La Palabra del Señor se volvió oprobio para mí
Salmo responsorial 62: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Romanos 12,1-2: Presentad vuestros cuerpos como hostia viva
Mateo 16,21-27: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo

La liturgia de hoy centra la atención sobre las consecuencias dolorosas del ministerio profético y del seguimiento de Jesús. Tanto Jeremías como Mateo, llaman la atención sobre el conflicto que tienen que afrontar tanto el profeta como Jesús.

La experiencia del exilio marcó la vida del pueblo de Israel. Fue un momento muy doloroso que le exigió replantear su fe en el Dios de la Alianza. En este marco histórico se ubica el Profeta Jeremías.

Este pasaje pone de relieve el clamor del profeta porque Dios le ha seducido y le ha forzado, ha sido objeto de burla de todos y la palabra ha sido motivo de dolor y desprecio. Por eso el profeta ha querido desentenderse de la misión pero la Palabra ha sido más fuerte y, prácticamente, lo ha vencido.

La mayoría de los profetas bíblicos han sufrido experiencias similares a las de Jeremías. Son rechazados por sus propios hermanos y por las autoridades correspondientes. Muchos de ellos tuvieron que sufrir la muerte o el destierro. Pero pudo más la fidelidad a Dios y a su Pueblo que su propia seguridad y bienestar. La Palabra de Dios actúa en el profeta como un fuego abrasador que no lo deja tranquilo y lo mantiene siempre alerta en el cumplimiento de su misión.

La segunda lectura de la carta de Pablo a los cristianos de Roma utiliza un lenguaje imperativo. Estos versículos sirven de enlace entre la parte anterior de orden más indicativo. El lenguaje es exhortativo. Les habla no sólo como hermano en la fe sino con la autoridad del Apóstol. Les invita a hacer de su cuerpo una ofrenda permanente a Dios. El verdadero culto no se reduce a ritos externos sino que procede de una vida recta. El cuerpo, vehículo de la vida interior, debe ser un canto de alabanza y gratitud a Dios. En esto consiste la conversión para Pablo: en una vida totalmente transformada por el Espíritu de Dios, en el cambio de mentalidad, de valores, de horizonte. Sólo así se podrán tener los criterios de discernimiento para buscar, encontrar y realizar la voluntad de Dios.

En el evangelio nos encontramos con un bello esquema catequético «sobre el discipulado como seguimiento de Jesús hasta la cruz». Jesús pone de manifiesto a sus discípulos que el camino de la resurrección está estrechamente vinculado a la experiencia dolorosa de la cruz. El núcleo principal es el primer anuncio de la pasión. Pero los discípulos, simbolizados en la persona de Pedro, no han comprendido esta realidad. Ellos están convencidos del mesianismo glorioso de Jesús que se enmarca dentro de las expectativas mesiánicas del momento. Jesús rechaza enfáticamente esta propuesta, pues la voluntad del Padre no coincide con la expectativa de Pedro y los discípulos. Por eso Pedro aparece como instrumento de Satanás delante de Jesús para obstaculizar su misión.

El maestro invita al discípulo a continuar su camino detrás de él porque aún no ha alcanzado la madurez del discípulo. Luego Jesús se dirige a todos los discípulos para señalarles que el camino del seguimiento por parte del discípulo también comporta la cruz. No hay verdadero discipulado si no se asume el mismo camino del Maestro. El anuncio del evangelio trae consigo persecución y sufrimiento. Tomar la cruz significa participar en la muerte y resurrección de Jesús. La pérdida de la vida por la Causa de Jesús habilita al discípulo para alcanzarla en plenitud junto a Dios.

En el Bautismo hemos sido consagrados sacerdotes profetas y reyes. Por lo tanto la dimensión profética de nuestra fe es intrínseca a la consagración bautismal. Hoy no podemos prescindir del profetismo en el seguimiento de Jesús. Y sabemos que las consecuencias del profetismo, vinculado estrechamente a la misión evangelizadora, son la oposición, la persecución, el rechazo y el martirio. Muchos hombres y mujeres en distintas partes del mundo se han jugado la vida por la fe y la defensa de los valores evangélicos. Si se quiere seguir a Jesús en fidelidad tendremos que enfrentar muchas contradicciones, caminar a contravía de lo que propone el orden establecido, la cultura imperante y la globalización del mercado –que no es otra cosa que la globalización de la exclusión–.

Quisiéramos vivir un cristianismo cómodo, sin sobresaltos, sin conflictos. Pero Jesús es claro en su invitación: hay que tomar la cruz, hay que arriesgar la vida, hay que perder los privilegios y seguridades que nos ofrece la sociedad si queremos ser fieles al evangelio. ¿Cómo vivimos en la familia y en la comunidad cristiana la dimensión profética de nuestro bautismo? ¿Estamos dispuestos/as a correr los riesgos que implica el seguimiento de Jesús? ¿Conocemos personas que han vivido la experiencia del martirio por el evangelio? ¿Ya no es tiempo para mártires, o lo es para mártires de otra manera? Leer más…

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