“Extremistas, racistas y fanáticos”: así son los católicos que formarán parte del Gobierno de Donald Trump
El Consejo de Iglesias de EE.UU. alerta de sus propuestas “incompatibles con los principios cristianos”
“Representan un pasado de odio y exaltación de ideologías racistas, antisemitas y antimusulmanas”
“Sectores católicos han buscado un acercamiento al presidente-electo en base solo de los asuntos pro-vida, excluyendo a otras convicciones religiosas”
Todos los miembros del gabinete de Trump son LGTBfóbicos
(C. Doody).- En apenas dos horas, Donald Trump se convertirá en el 45 presidente de los Estados Unidos. La gran potencia mundial pasará a ser gobernada por un magnate de los negocios, sin pelos en la lengua y extremadamente polémico. También, desde el punto de vista religioso. Y es que la religión ha sido, precisamente, una de las claves de la victoria de Trump y, posiblemente, también lo será de sus primeros meses en la Casa Blanca.
“Estamos seriamente preocupados por las elecciones que Trump haga para su gabinete”. Esta fue la advertencia que lanzó hace poco el Consejo Nacional de las Iglesias de EEUU (NCC), temiendo que el republicano se rodee de un equipo que predica valores “moralmente inconsistente con los principios cristianos” y “antitéticos a los valores americanos”.
¿Cuáles fueron los motivos por esta preocupación del organismo ecuménico más importante del país? El NCC alertó que tres miembros del equipo representan una particular amenaza: Steve Bannon como consejero presidencial; Jeff Sessions como Ministro de Justicia; y Michael Flynn como Asesor de Seguridad Nacional. Los tres, alegó el NCC, plantean “perspectivas extremistas, racistas y fanáticas” diametralmente opuestas a los principios evangélicos del amor al prójimo y la igualdad.
“Estos candidatos”, criticó el Consejo de la Iglesias, “representan un pasado de odio que hemos venido denunciando y que trabajando infatigablemente para erradicar”. Añadió que el historial de los tres futuros asesores de Trump están marcados por “la defensa y exaltación de ideologías racistas, anti-semitas, de la supremacía blanca y anti-musulmanas”, que “no solo son inaceptables, sino que deberían descalificarlos para trabajar como servidores públicos”.
Pero no son las únicas razones para que los cristianos de EEUU siguen preocupados por la forma que está tomando su nuevo gobierno. Trump también ha propuesto a un negacionista del cambio climático, Scott Pruitt, para dirigir la Agencia de Protección del Medio Ambiente. También ha nominado a un neurocirujano contrario a los programas públicos de bienestar social, Ben Carson, para encabezar el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano.
Por otro lado, Tom Price -enemigo declarado del Obamacare-, podría liderar el Departamento de Sanidad. Price ha sido acusado de tráfico de influencias por haber realizado operaciones financieras en compañías de salud con información privilegiada, supuestamente habiéndose beneficiado de al menos 300.000 dólares, de los que habrá de responder ante el Congreso.
Una multimillonaria y defensora de privatizar el sistema de escuelas públicas, Betsy DeVos, dirigirá el Departamento de Educación. Otro multimillonario, Steve Mnuchin, llevará la Hacienda pública. Se trata de un ex-ejecutivo de Goldman Sachs que ejecutó la hipotecas de miles de estadounidenses, incluyendo la de una anciana de 90 años por una deuda de 27 centavos.
Rex Tillerson, otro magnate, dirigirá el Departamento de Energía, habiendo sido director ejecutivo de ExxonMobil. Aboga por el levantamiento de sanciones económicas a Rusia y a los límites ya existentes a la exploración petrolífera.
¿Y quiénes son los católicos que integrarán el nuevo gabinete? ¿Quiénes, cabría pensar, velarán en sus nuevas capacidades políticas por el tejido social, la dignidad humana de cada uno, y por el medio ambiente?
Son al menos seis. Junto a Bannon y Flynn, las nominaciones de Trump a los puestos de director del Consejo de Política Doméstica, Andrew Bremberg, y al de Secretario de Empleo, Andrew Puzder, son católicos. También lo son dos de los más importantes miembros del equipo de comunicaciones del magnate, Kellyanne Conway y Sean Spicer.
Las nominaciones de Puzder y Conway han sido particularmente controvertidas, y suponen una prueba más de cómo ciertos sectores católicos han buscado un acercamiento al presidente en base solo de los asuntos pro-vida, excluyendo a otras convicciones religiosas.
Puzder no solo se ha opuesto al aumento del salario mínimo, sino que también se ha visto inmerso en controversias por algunos anuncios de mujeres semidesnudas para la cadena de comida rápida de la que es director ejecutivo. Pero como también ha trabajado para que los mecanismos de adopción sean más fáciles y acesibles -como fundador de la Red Común de la Vida y Elección- fue alabado hace por uno de los grupos pro-vida más importantes de EEUU como un “campeón de la dignidad de las mujeres y los niños“.
Conway, por su parte, anunció que se dirigirá el 27 de enero a los asistentes a la Marcha por la Vida en Washington, una manifestación masiva que se convoca cada año en el aniversario de la decisión judicial que legalizó el aborto en 1973. La confirmación de su asistencia ha levantado ampollas entre algunos sectores de la sociedad no solo porque romperá por primera vez la norma no escrita de que oficiales de la Casa Blanca no acudan a este tipo de actos, sino también por robar protagonismo a la Marcha de las Mujeres convocada por el movimiento anti-Trump para ese mismo sábado.
Aunque esta última manfestación reivindicará los derechos de las minorías raciales, los inmigrantes, los trabajadores y los homosexuales, no se ha confirmado la asistencia allí de ninguno de los miembros del nuevo gobierno.
Fuente Religión Digital
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