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Dios está aquí y nosotros también

Lunes, 10 de marzo de 2025

IMG_0316Desiré Findlay

La reflexión de hoy es de Desiré Findlay, directora espiritual certificada que vive en el área de Chicago y que disfruta del sol, la vida y todo lo que la haga reír o pensar profundamente.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el Primer Domingo de Cuaresma se pueden encontrar aquí.

Ríete y vuelve a empezar

Los vientos vinieron a llevárselo todo
Se hincharon y soplaron y dijeron:
¡Esto no es para ti!
Me derribaron
como castillos de arena en la orilla
construidos tan altos
que no había otro lugar a donde ir
excepto hacia abajo
Al día siguiente me quedé
mirando el paisaje vacío de mi vida
y me reí
porque sabía que esta era mi oportunidad
de volver a entrar al mundo
y empezar de nuevo.

La providencia de Dios y mi participación activa. Eso es lo que pienso cuando reflexiono sobre las lecturas litúrgicas de hoy. Escribí el poema anterior hace un par de semanas, después de reflexionar sobre algunos de los acontecimientos recientes de mi vida.

El mes pasado me despidieron de un trabajo que había estado pensando en dejar. Era un buen trabajo y una gran organización, pero era católica. Normalmente eso no es un problema, pero como miembro de la comunidad LGBTQIA+, tenía que mantener bastante silencio sobre mi vida personal y eso había comenzado a pesarme. Estaba en medio de la consideración de una nueva oferta de trabajo cuando USAID (United States Aid for International Development) fue desmantelada de manera devastadora.

La organización para la que alguna vez trabajé dependía de USAID para la mitad de su financiación. Con una pérdida tan abrumadora, tomaron la decisión de despedir a aproximadamente el 25% de su personal para tratar de mantener en funcionamiento la mayor cantidad posible de programas de asistencia. Mi equipo de nueve personas perdió a cuatro personas. Algunos miembros del personal lo vieron venir, otros se sorprendieron.

IMG_0315Yo ya había solicitado otros empleos mucho antes de que la ayuda internacional se convirtiera en un objetivo de la actual administración, pero había estado buscando por mis propios motivos personales. Resulta que –y siempre resulta que– el tiempo de Dios es impecable. Mientras mi equipo se reducía a casi la mitad, me ofrecí como voluntaria para irme y pude salvar a otro miembro del equipo del despido porque tenía otro trabajo al que recurrir.

He estado entre trabajos antes, pero en el pasado más reciente no tenía nuevas oportunidades en el horizonte. Pasé hambre muchas noches porque no tenía lo suficiente para pagar mis facturas mensuales, a pesar de tener un trabajo temporal mientras buscaba incesantemente un empleo de tiempo completo. Incluso entonces, Dios nunca me abandonó. Tenía gente que me apoyaba y me mantenía en pie hasta que pude valerme por mí misma.

Esta vez, sin embargo, las cosas sucedieron de manera diferente. Esta vez comencé a buscar un nuevo trabajo antes de necesitarlo. Como resultado, tenía un nuevo trabajo justo cuando mi otro trabajo llegó a su fin. ¿Las cosas siempre resultarán así? No. ¿Estaba haciendo algo mal la primera vez y por eso pasé tanto tiempo sin trabajar? Una vez más, no. Dios se manifiesta en nuestras vidas de manera diferente, pero Dios siempre se manifiesta.

Todos los pasajes de las lecturas de este domingo nos dicen que Dios está aquí para nosotros en abundancia y siempre lo estará. Por ejemplo:

Clamamos al Señor, el Dios de nuestros antepasados,
y Dios escuchó nuestro clamor
y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión.
(Deuteronomio 26:7)

Las lecturas también nos dicen que tenemos un papel activo en esa relación. Una historia sobre los oprimidos que asumen el poder: ¿dónde has visto esto antes? Un salmo cuya repetición nos insta a invocar a Dios en tiempos difíciles: ¿no estamos en tiempos difíciles ahora? Una carta que nos recuerda que debemos tener a Dios en nuestras mentes y en nuestros corazones: ¿hay momentos en los que has necesitado a Dios tanto en la calma como en la tormenta? Una lectura del Evangelio con un versículo introductorio que nos recuerda que Dios está con nosotros incluso en el desierto árido. ¿A dónde más podemos recurrir cuando todo parece imposible?

La ayuda internacional (su personal, sus programas y sus destinatarios en todo el mundo) está en problemas en este momento. Algunos de nosotros nos vemos afectados directamente, y cuando uno de nosotros se ve afectado, todos lo estamos. Desafortunadamente, ahora somos más los que estamos en la agenda. Las mujeres. La comunidad LGBTQIA+. Los pobres. Los inmigrantes.

Son muchos, así que tómate un descanso cuando lo necesites. Pasa un tiempo con Dios en silencio, lejos de las noticias y las redes sociales. Cuando estés listo para volver a participar, no lo hagas solo. Hazlo con tu comunidad, tu familia o familias elegidas y con Dios. Dios está aquí, y nosotros también.

–Desiré Findlay, 9 de marzo de 2025

Fuente New Ways Ministry

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No tentarás al Señor, tu Dios

Domingo, 9 de marzo de 2025

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¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
Él es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Por eso, no triunfarán los malvados en el juicio,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.

*

Salmo 1

***

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.

Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.

Entonces el diablo le dijo:

“Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.”

Jesús le contestó:

– “Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre»”.

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

“Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.”

Jesús le contestó:

“Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto»”.

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:

“Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»”.

Jesús le contestó:

“Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios»”.

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

*

Lucas 4, 1-13

***

El Evangelio nos presenta este duelo entre Jesús y Satanás. Jesús fue tentado. También él quiere conocer el combate entre el alma que desea permanecer fiel a Dios y el invasor que tratará de desviarla e inducirla al mal. Hay que recordar que cuanto se refiere a Jesús nos toca también a nosotros. La vida de Jesús configura la nuestra; lo que a él le acontece se refleja en nosotros.

¿Fue tentado Jesús? Tanto más podemos o debemos serlo nosotros.

Parece lógica la pregunta, puesto que vivimos en un mundo asediado y turbado por esa iniciativa oculta del que san Pablo llama “el príncipe de este mundo de tinieblas”. Estamos rodeados de algo funesto, malo, perverso, que excita nuestras pasiones, se aprovecha de nuestras debilidades, se deja insinuar en nuestras costumbres, sigue nuestros pasos y nos sugiere el mal. La tentación consiste, pues, en el encuentro entre la buena conciencia y la atracción del mal, y esto del modo más insidioso que se pueda imaginar.

El mal, de hecho, no se nos presenta con su rostro real de enemigo, como algo horripilante y espantoso. Sucede precisamente lo contrario: la tentación es simulación del bien; es el engaño del mal disfrazado de bien, es la confusión entre bien y mal. Este equívoco, que se puede presentar siempre ante nosotros, tiende a hacernos retener como bien donde, por el contrario, está el mal.

*

Pablo VI,
7 de marzo de 1965,
en U. Gamba, [ed.], Pensamientos de Pablo VI para todos los días del año,
Vigodarzere 1983, 279).

***

***

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“Lucidez y fidelidad ”. 1 Cuaresma – C (Lucas 4, 1-13)

Domingo, 9 de marzo de 2025

IMG_0244No le resultó fácil a Jesús mantenerse fiel a la misión recibida de su Padre sin desviarse de su voluntad. Los evangelios recuerdan su lucha interior y las pruebas que tuvo que superar, junto a sus discípulos, a lo largo de su vida.

Los maestros de la ley lo acosaban con preguntas capciosas para someterlo al orden establecido, olvidando al Espíritu, que lo impulsaba a curar incluso en sábado. Los fariseos le pedían que dejara de aliviar el sufrimiento de la gente y realizara algo más espectacular, «un signo del cielo», de proporciones cósmicas, con el que Dios lo confirmara ante todos.

Las tentaciones le venían incluso de sus discípulos más queridos. Santiago y Juan le pedían que se olvidara de los últimos y pensara más en reservarles a ellos los puestos de más honor y poder. Pedro le reprende porque pone en riesgo su vida y puede terminar ejecutado.

Sufría Jesús y sufrían también sus discípulos. Nada era fácil ni claro. Todos tenían que buscar la voluntad del Padre superando pruebas y tentaciones de diverso género. Pocas horas antes de ser detenido por las fuerzas de seguridad del templo, Jesús les dice así: «Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas» (Lucas 22,28).

El episodio conocido como las «tentaciones de Jesús» es un relato en el que se reagrupan y resumen las tentaciones que hubo de superar Jesús a lo largo de su vida. Aunque vive movido por el Espíritu recibido en el Jordán, nada le dispensa de sentirse atraído hacia formas falsas de mesianismo.

¿Ha de pensar en su propio interés o escuchar la voluntad del Padre? ¿Ha de imponer su poder de Mesías o ponerse al servicio de quienes lo necesitan? ¿Ha de buscar su propia gloria o manifestar la compasión de Dios hacia los que sufren? ¿Ha de evitar riesgos y eludir la crucifixión o entregarse a su misión confiando en el Padre?

El relato de las tentaciones de Jesús fue recogido en los evangelios para alertar a sus seguidores. Hemos de ser lúcidos. El Espíritu de Jesús está vivo en su Iglesia, pero los cristianos no estamos libres de falsear una y otra vez nuestra identidad cayendo en múltiples tentaciones.

Para seguir a Jesús con fidelidad hemos de identificar las tentaciones que tenemos los cristianos de hoy: la jerarquía y el pueblo; los dirigentes religiosos y los fieles. Una Iglesia que no es consciente de sus tentaciones pronto falseará su identidad y su misión. ¿No nos está sucediendo algo de esto? ¿No necesitamos más lucidez y vigilancia para no caer en la infidelidad?

José Antonio Pagola

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El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado”. Domingo 1º de Cuaresma

Domingo, 9 de marzo de 2025

17-cuaresmaC1 cerezoLeído en Koinonia:

Deuteronomio 26, 4-10: Profesión de fe del pueblo escogido.
Salmo responsorial: 90. Está conmigo, Señor, en la tribulación.
Romanos 10, 8-13:Profesión de fe del que cree en Jesucristo.
Lucas 4, 1-13: El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado.

Análisis

El texto “mi padre era un arameo errante”, fue motivo de arduas discusiones entre los estudiosos hace muchos años. Hoy parece que las aguas se han aquietado. Se afirmó —el gran biblista alemán G. von Rad— que estamos ante un “credo primitivo”, pronunciado en el santuario de Guilgal en la liturgia, y que representa el corazón histórico de Israel. Todo el Hexateuco, sigue diciendo, se formula a partir de este texto. Hoy tenemos muchos elementos para cuestionar su antigüedad, y podemos pensar que otros “credos” (como quizás el de Núm 20,14b-16) son más antiguos. Por otra parte, el esquema opresión-clamor-liberación es muy característico del autor deuteronomista (particularmente del libro de los Jueces) como para pensar en una pura originalidad. La importancia de la tierra, como lugar del descanso, tierra dada por Yahvé también es muy importante en el deuteronomista por lo que no parece fácil seguir sosteniendo lo que von Rad decía. Sin embargo hay un elemento que es característico de los credos israelitas, y no debiera discutirse, y es su dimensión histórica. El Dios de Israel es un Dios que se revela en la historia de su pueblo, en la de ayer y la de hoy. En este sentido es muy importante notar, por un lado los usos de las primeras personas del singular, y los plurales: el orante se planta personalmente ante Dios (“mi padre”, “traigo”…) pero cuando debe hacer memoria de su pecado y la intervención salvadora de Dios recurre al plural: “nos maltrataron”, “nos oprimieron”, “nos impusieron servidumbre”, “clamamos”, “escuchó nuestra voz”… “nos trajo”). Ese cambio de personas puede resumirse diciendo “mi padre era Israel, por lo tanto nosotros somos Israel”.

Tradicionalmente esto no ha tenido dificultad, pues desde siempre la tradición cristiana ha heredado con toda naturalidad esa visión según la cual nuestra fe es una respuesta a la intervención de Dios en la historia. Siempre nos ha parecido «natural» que Dios intervenga en el mundo con hechos milagrosos para decirnos algo, o para hacer algo con su pueblo. A Dios siempre lo hemos pensado como un vecino del piso de arriba, pero como un vecino que puede bajar en cualquier momento, y de hecho está siempre pendiente de nosotros. HOY es muy problemática esta visión, porque no forma parte ya de la cosmovisión moderna entender la realidad cósmica como dos pisos: el nuestro y el de Dios. Como sugiere el título del libro de Lenaers, «No hay un Dios ahí arriba». El Dios altísimo, el dios en lo alto del cielo… ha pasado a ser una frase hecha, con sabor añejo, o rancio, que ya no se sabe bien qué significa, porque en nuestra visión moderna actual no hay dos pisos, ni creemos estar conviviendo con vecinos del segundo piso que puedan bajar a éste en cualquier momento.

Hay además un nuevo problema respecto a la historia. Esas intervenciones de Dios en la historia, bien registradas en la Biblia, están siendo cuestionadas por la arqueología científica. No es el lugar para exponerlo aquí, pero puede ser una buena recomendación para la propia formación el estudiar el tema del «nuevo paradigma arqueológico bíblico»: hay toda una nueva visión –documentada, científica, arqueológica– sobre la historicidad de hechos principales que narra la biblia, y que desde siempre creímos literalmente históricos. En realidad no es nada nuevo, pues ya hace mucho tiempo que sabemos que Moisés no escribió el Pentateuco, o que Jesús no nació el 25 de diciembre ni en Belén… pero hay nuevos datos muy llamativos sobre otros elementos cuya historicidad sería decisiva. (Véase la revista VOICES (http://eatwot.net/VOICES) y tómese su último número –en línea, gratuito–; ofrece un buen material de lectura para iniciarse en el tema).

La Iglesia nos propone el Salmo 91 (90) por ser, precisamente, el que utilizará el diablo en la tentación. Quizá para que podamos ver cómo «sacar un texto de contexto puede ser diabólico»… No es unánime la opinión de frente a qué tipo de Salmo nos encontramos, y esto condiciona la interpretación. Unos piensan en un diálogo litúrgico, otros en una homilía sapiencial.

Luego de la sección teológica de la carta a los romanos (caps 1-8) y antes de la sección parenética (caps. 12-15), Pablo introduce un paréntesis sobre Israel (caps. 9-11). Paréntesis que no es ajeno a la totalidad de la misma ya que desde el comienzo nos dijo que la salvación es para todos, pero “primero para los judíos” (1,16; 2,10). Sin embargo, sus “hermanos de raza” demoran en reconocer a Cristo, y Pablo manifiesta su dolor por ello; de todos modos lo ve como un tiempo pedagógico de Dios para dar oportunidad a la conversión de los paganos. Después -quizá movidos por los celos- todo Israel se salvará (11,26). Pero esto no exime de responsabilidad a los judíos ya que miran la justicia que les viene de ellos mismos y no la que viene de Dios. La iniciativa de Dios (gracia) es uno de los temas centrales de la teología paulina, y es grave creer que de nosotros depende. Ese es el motivo, además, por el que Pablo abunda en citas de la Escritura en esta unidad. Este es el marco del párrafo que hoy nos propone la liturgia. Es evidente, y el manejo de los textos lo confirma, que Pablo es consciente de estar polemizando.

Parece que la fuente Q –en la que el evangelio de Lucas se inspira– expresó en tres tentaciones tomadas de las tentaciones del pueblo en el desierto, las tentaciones que tuvo Jesús en su ministerio, al menos las dos últimas aparecen destacadas. Allí donde Israel no supo hacer la voluntad de Dios, Jesús surge fiel, verdadero “Hijo” como ya el Bautismo lo había mostrado. Esto confirma la intención cristológica del relato, y también su probable intencionalidad polémica con el Israel de su tiempo.

Dado que la primera hace referencia a la “palabra de Dios”, la segunda a lo político y la tercera al Templo, algunos han pensado que se estaría ante una triple tentación profética, real y sacerdotal, pero no parece que eso esté en juego aquí. Sólo la tentación real aparece clara, mientras que la profética y más aún la sacerdotal no se revelan, y más aún, parecen muy improbables. Las respuestas apuntan en otra dirección.

En el relato de Lucas, a diferencia del de Juan, Jesús va del desierto a la ciudad, y en la ciudad comienza su ministerio, como en la ciudad culminará todo para desde allí comenzar, siempre conducido por el Espíritu el tiempo nuevo de la Iglesia. En la primera tentación, el diablo no discute que Jesús sea el Hijo de Dios, lo da por supuesto, y lo tienta a convertir en pan una piedra ya que lógicamente tiene hambre. Más que un “nuevo pueblo”, Jesús es “hijo de Dios”, “el Hijo de Dios”. ¿Por qué Jesús no obra el milagro? Porque los milagros que Jesús hace son siempre para los otros, como la multiplicación de los panes: allí Jesús mismo se preocupa: “denles ustedes de comer” (9,13). La segunda es la tentación de poder (exousía) política. En tiempos donde todo el mundo conocido está sometido al imperio romano, se puede ver de un golpe de vista todo: el imperio mismo es diabólico y perverso. E idólatra. La tercera tentación no sólo tiene como característica que ocurre en Jerusalén, sino también que el diablo cita la Escritura. La Escritura mal citada, o mal leída, también puede ser diabólica, o idolátrica. Por otra parte, Jesús deja muy claro que su ministerio es para otros, no para él. No es salvarse a sí mismo, como tampoco en la cruz: “si eres… sálvate” (23,35.37.39).

Como dos rabinos, Jesús y el diablo discuten con citas bíblicas. Y nos queda claro que es falso servidor de Dios el que se sirve de su ministerio en su propio provecho, que no es propio de los fieles a Dios reclamar milagros ya que Dios puede salvar sin necesidad de estas obras “maravillosas” o “teatrales”. Jesús nos muestra -con su vida- el camino de la obediencia de hijo conducido por el espíritu.

Comentario

El evangelio de Lucas, nos pone a Jesús en paralelo con el pueblo de Israel. En las mismas circunstancias en las que el pueblo fue infiel, Jesús sale adelante; y para resaltar el paralelo entre ambas situaciones, el evangelista recurre al desierto y a citas del Deuteronomio. Allí donde Israel cayó, allí Jesús sale adelante. Más que un acontecimiento es una plataforma, un programa: unidos a Jesús nada tenemos que temer, sólo el amor cuenta. Deberíamos aprovechar la Cuaresma para revisar cuántos desencuentros, cuántas infidelidades, cuántas injusticias… Pero, al revisarlas, corregirlas; es que la Cuaresma es tiempo de conversión, y conversión significa caminar, camino de vuelta al Padre.

Mientras el pueblo de Israel, en la tentación, no fue fiel y cedió, ahora nos encontramos a Jesús en la misma situación, en la misma tentación. ¡Y triunfa! Jesús aparece en el Evangelio de hoy como el que vence la tentación. Porque es posible vencerla. Muchas voces, de dentro y de fuera buscan separarnos de Dios, de sus proyectos, de sus caminos. Pero hay una voz más fuerte, más firme, que puede vencer esas otras voces si disponemos el corazón para escucharla. Hace falta tener un oído muy fino, un silencio atento, un corazón dócil. Chile  Leer más…

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Mi padre fue un arameo emigrante (=errante). Historia y triunfo de los emigrantes bíblicos

Domingo, 9 de marzo de 2025

refugiados

Del blog de Xabier Pikaza:

Nosotros, herederos occidentales de la tradición de la Biblia, hemos olvidado y negado muchas veces nuestro nuestro origen: Somos  hijos de emigrantes/errantes que hemos entrado como ilegales en la tierra (Egipto, USA, España, Israel…) y nos hemos apoderado de ella, para hacernos después señores e impedir que otros entren…

La Biblia, en cambio, reconoce la verdad y nos hace confesar nuestro origen, para actuar en consecuencia.  Un país que no acoge emigrantes es infiel a la Biblia y está condenado a muerte… Será destruido por lo mismos emigrantes.

9.3.25. Dom 1 Cuaresma. Primera lectura. Dt  26, 4-10 

Confesión de fe. Este es el más importante de los  credos o confesiones de fe de la Biblia. El emigrante asentado en la nueva tierra lleva al templo una cesta con frutos de la tierra y da gracias a Dios diciendo.

“Mi padre fue un arameo errante (emigrante), que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas.

Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud.

Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos.

Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel . Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado.” Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.”

Exégesis breve

Muchos exegetas y teólogos, como mi profesor N. Lohfink, del Bíblico de Roma, afirman que este pasaje es el más importante del Pentateuco y de la Biblia hebrea:

  1. Es el principio del final del Pentateuco (Dt  26-33), reconociendo ante Dios que los israelitas son hijos de un emigrante arameo (Jacob-Israel) y que así pueden presentarse como signo y defensores de todos los emigrantes.
  2. De esta confesión de fe  y de reconocimiento  histórico brota la obligación de acoger y ayudar a emigrantes, mujeres oprimidas y huérfanos.
  3. Un pueblo (como USA, Europa…) que no acote y ayuda a emigrantes y errantes está condenado a la destrucción inexorable, como sigue diciendo todo lo que sigue (Dt 26-33).
  4. He desarrollado este tema en varios de mis trabajos exegéticos.

ISRAEL,EL TRIUNFO DE LOS EMIGRANTES

 Hay tres hipótesis sobre la “entrada” de Israel en Palestina: Invasión violenta, emigración compleja, revolución social. La más significativa es la segunda, vinculada a la tercera 8:

– La hipótesis de la invasión violenta toma como base los datos teologizados de Jo 1-12 donde se supone que el pueblo, formado de antemano bajo la opresión de Egipto, madurado a la lucha en intensas travesías de desierto y acercándose a los vados del Jordán, como un conjunto estatal de doce tribus, conquistó Palestina en tres campañas militares bien organizadas, aniquilando a los cananeos anteriores y repartiendo la tierra entre los vencedores (Jos 13-22).

Esta perspectiva, desarrollada por la escuela Dtr y asumida por algunos historiadores y arqueólogos, supone una visión dualista y destructiva de la guerra: unos eran buenos, y otros, malos; por eso resultaba necesaria una política de tierra y población quemada. Sobre la muerte de los enemigos y la victoria militar de los elegidos pudo asentarse Israel en Palestina, en rápida campaña de conquista 9.

Hipótesis de la emigración. Contra lo anterior  se elevan  datos de carácter religioso, arqueológico, exegético e histórico que  hicieron pensar que los israelitas se habían instalado en Palestina  poco a poco, como emigrantes pacíficos que fueron creciendo hasta adueñarse de la tierra. Llegaban como nómadas  (seminómadas)  de los desiertos de Siria, el Sinaí y la estepa transjordana.

Algunos escapaban de la esclavitud de Egipto, otros venían por razones económico-sociales, en busca de una tierra. Iban llegando en oleadas intermitentes, del XVII al XII a. de C., para establecerse de manera pacífica en las zonas montañosas de Samaria, Judea o la alta Galilea, regiones poco habitadas,  instalándose allí, en proceso de sedentarización que les puso en contacto con las ciudades cananeas de la zona costera y los bajos valles palestinos.

El proceso fue básicamente pacífico. Los cananeos controlaban las rutas comerciales y, debido a su ventaja económico-marcial, podían aprovecharse de las aportaciones ganaderas y agrícolas de los nuevos inmigrantes, en provechosa simbiosis. Pero luego la balanza del poder se fue inclinando a los (pre-) israelitas: su misma experiencia religiosa, vinculada al Dios de sus antepasados y al culto más austero del desierto, les mantuvo unidos; así, fueron creando lazos de solidaridad guerrera, mientras las ciudades cananeas, arrastradas por la decadencia del imperio egipcio, que ejercía sobre ellas protectorado y arbitraje (cf. cartas de Tell El-Amarna), carentes de iniciativa y creatividad, fueron decayendo.

Las ciudades palestinas no  tenían fuerzas para oponerse al avance religioso-social de las tribus israelitas, que las fueron absorbiendo, en  pequeñas guerras o de un modo pacífico. Este proceso, acelerado por el peligro filisteo, culminó en los reinados de Saúl y David (hacia el 1000 a. de C.). No hubo conquista militar propiamente dicha sino desarrollo superior de los israelitas, que lograron triunfar en plano demográfico, social y aun religioso, integrando en su estructura a las ciudades cananeas, como supondrían Jc y 1 Sam, ya ha defendido la escuela histórico-idealista de autores alemanes de la primera mitad del siglo XX 10.

Hipótesis de la revolución y conquista. La visión  anterior  encuentra dificultades. Ciertamente, había relación entre campesinos y pastores en los dos lados del Jordán; pero en aquel tiempo los pastores, más que nómadas (o aún seminómadas), capaces de emigrar por el desierto, eran trashumantes, moviéndose en un círculo de tierra bien determinado, en  complementariedad con los agricultores sedentarios, como sucedía hasta hace poco tiempo en lugares de la cuenca del Mediterráneo.

Antes del XIII a. de C. (domesticación del camello y razzias madianitas) no parece que hubiera invasiones de nómadas en torno a Palestina 11.  Por otra parte, las historias de Jc y la tradición que está al fondo de Jo hablan de guerras y cambios dentro de la misma tierra palestina.

Los protoisraelitas no eran simples invasores nómadas que, habiendo crecido en número, ocuparon el vacío de poder de las ciudades cananeas. Muchos de ellos se encontraban desde antiguo en la tierra y desde allí pudieron conquistarla en revolución popular que transformó la estructura social del conjunto, suscitando un pueblo nuevo en Palestina 12. Desde ese trasfondo estudiaremos la composición, ideología y carácter de la población (ejército) israelita 13.

 Comenzamos por la composición.La hipótesis de la invasión supone que los israelitas formaban ya un pueblo unitario y guerrero, que conquista Palestina desde fuera. La teoría de la inmigración les hace nómadas que fueron entrando pacíficamente, hasta crecer y adueñarse de las ciudades cananeas, carentes entonces de poder (por la decadencia de Egipto).

En línea de revolución creadora, pensamos que los protoisraelitas tenían  varias raíces: unos eran pastores transhumantes, otros campesinos marginales que habitaban en la zona montañosa, otros siervos de los señores feudales cananeos, aparceros de sus latifundios, etc. Algunos de ellos (o sus antepasados) aparecen en las cartas de Tell El-Amarna (XIV a. de C.) como habiru,  mercenarios inquietos, campesinos turbulentos que amenazan el frágil equilibrio feudal de las ciudades: son como un proletariado militar, personas dislocadas, que no han constituido todavía pueblo.

De un modo especial influyen los campesinos libres de la zona montañosa central de Palestina donde no había logrado imponerse el esquema feudal de las ciudades. Unos mismos  intereses económicos y un tipo de costumbres y creencias les fue vinculando hasta formar grupo importante en el mosaico inestable de ciudades y  poderes comerciales  cananeos 14 .

También parecen influir algunos fugitivos de Egipto, representados, quizá, por grupos de levitas y/o antepasados de los benjaminitas y efraimitas, portadores de una ideología sagrada de fuerte libertad. Conservan el recuerdo de la esclavitud a que se han visto sometidos en Egipto (Ex 1) y traen la certeza de que Dios mismo les sostiene en su camino (cf. Ex 3, 7-8), con el recuerdo de una intervención salvadora en la primera guerra santa, el paso del Mar Rojo :

 Yahvé retiró el mar con un recio viento solano que sopló toda la noche.  A la vigilia de la mañana miró Yahvé el campamento de los egipcios… y conturbó su campamento: agarrotó las ruedas de sus carros, haciéndolos avanzar pesadamente, y  los egipcios dijeron: huyamos…15.

 Ese recuerdo, repetido y celebrado como memoria fundante por los que se sienten liberados de Egipto, constituye el trasfondo de la lucha de liberación de los hebreos, el principio de constitución del pueblo israelita. El  terror de Yahvé, la crecida del agua, los carros del ejército enemigo que no pueden maniobrar en un espacio pantanoso… serán una constante en las batallas primordiales de  las aguas de Js 11, 5-9 (Merom) y Jc 4 (Quisón) donde se enfrentan:

  El pueblo se formó partiendo, según eso, de habiru (mercenarios desclasados), campesinos trashumantes, fugitivos de Egipto… que se fueron vinculando en conjuntos de tipo tribal, unidos por consanguinidad y  oposición al sistema feudal de las ciudades cananeas (o de Egipto), en comunidad no estatal, pero vinculada en clave económica, social y religiosa. Las tribus forman así una sociedad igualitaria, sin estado central, en contra de las ciudades cananeas, dominadas por un rey y una clase superior sacralizada con vínculos divinos. Esas tribus israelitas se vinculan ante Yahvé, su Dios, en pacto que les obliga a combatir el sistema cananeo:

 Cuando marche mi ángel ante ti y te introduzca en la tierra del amorreo, del hitita y ferezeo… no adores a sus dioses ni les sirvas, no fabriques lugares de culto como los suyos,sino que has de destruirlos y derribar también sus piedras sagradas (Ex 23, 23-24).

 Estas palabras forman parte de un  pacto de constitución sacral y/o social del pueblo (cf.  Ex 34,10-11; Jc 2,1-5;  Dt 7 y 20) 17 que se instituye probablemente en Guilgal, santuario de la transformación israelita, que vincula a los federados de Yahvé, haciendo que se opongan a los cananeos para destruirlos, en guerra militar e innovación popular. No matan a todos los habitantes de la tierra, como dirá la teología oficial Dt,  sino que luchan contra la oligarquía sacral cananea y destruyen, en guerra sagrada, sus signos de opresión fundamental, ligados al rey y al culto 18.  Israel se vuelve así nación santa y pueblo sacerdotal (cf. Ex 19, 5-6) con marginados, campesinos y fugitivos que destruyen la opresión feudal de las ciudades cananeas y suscitan una estructura fraterna de familias unidas libremente como tribus, en clave de solidaridad y ayuda mutua 19

CONCLUSIÓN Y NOTAS.

Los pueblos que llevan una Biblia en la mano y no se reconocen emigrantes… y no acogen a los emigrantes,,, son por un lado mentirosos y por otro están  condenados a la muerte.  Siguen notas eruditas.

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Las tentaciones de Jesús. Primer Domingo de Cuaresma. Ciclo C

Domingo, 9 de marzo de 2025

imageDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El primer domingo de Cuaresma se dedica siempre a recordar las tentaciones de Jesús. También los evangelios sinópticos abren su vida pública con ese famoso episodio. Es un relato programático, para que el lector del evangelio sepa desde el primer momento cómo orienta Jesús su actividad y los peligros que corre en ella. Para eso, lo enfrentan con Satanás, que encarna las fuerzas de oposición al plan de Dios, y que intentará apartarlo de su camino.     

Las tentaciones empalman directamente con el episodio del bautis­mo y explican cómo entiende Jesús lo que dijo en ese momento la voz del cielo: Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto. ¿Significa esto que la vida de Jesús vaya a ser cómoda y maravillosa como la de un príncipe?

1ª tentación: utilizar el poder en beneficio propio

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En aquello días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo:

—Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.

Jesús le contestó:

—Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre”. 

Partiendo del hecho normal del hambre después de cuarenta días de ayuno, la primera tentación es la de utilizar el poder en beneficio propio.

La tentación se deja de sutilezas y va a lo concreto: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”. El pueblo de Israel, durante su marcha por el desierto, se quejó de hambre, murmuró, acudió a Moisés para que resolviese el problema. Jesús no necesita nada de eso. Es el Hijo de Dios. Puede resolver el problema fácilmente, por sí mismo. Pero Jesús, el nuevo Israel, demuestra que tiene aprendida desde el comienzo esa lección que el pueblo no asimiló durante años:Está escrito: No sólo de pan vive el hombre.

La enseñanza de Jesús en esta primera tentación es tan rica que resulta imposible reducirla a una sola idea. Está el aspecto evidente de no utilizar su poder en beneficio propio. Está la idea de la confianza en Dios. Pero quizá la idea más importante, expresada de forma casi subliminar, es esa visión amplia y profunda de la vida como algo que va mucho más allá de la necesidad primaria y se alimenta de la palabra de Dios.

2ª tentación: Tener, aunque haya que arrastrarse

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.

Jesús le contestó:

—Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto”.

Este episodio siempre me trae a la memoria mi decepción cuando subí a la cumbre del monte Nebo con la esperanza de ver, como Moisés, toda la Tierra Prometida. La neblina permitía ver el Mar Muerto a duras penas. Cuanto más alto llevase Satanás a Jesús, menos vería el esplendor de todos los reinos del mundo. El episodio no debemos interpretarlo en sentido literal e histórico. Lo importante es su sentido.

La segunda tentación no es la tentación provocada por la necesidad urgente, sino por el deseo de tener todo el poder y la gloria del mundo. ¿Es esto malo, tratándose del Mesías? Los textos proféticos y algunos Salmos hablaban de su dominio cada vez mayor, universal, concedido por Dios. Pero Satanás parte de un punto de vista muy distinto, propio de la mentalidad apocalíptica: el mundo presente es malo, no está en manos de Dios, sino en las suyas; es él quien lo domina y entrega su poder a quien quiere. Solo pone como condición que se postren ante él, que lo reconozcan como dios. Jesús se niega a ello, citando de nuevo un texto del Deuteronomio: “Está escrito: al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto”.

El relato es tan fantástico que cabe el peligro de no advertir su tremenda realidad. El ansia de poder y de gloria lo percibimos continuamente, y también es clara la necesidad de arrastrarse para conseguir ese poder. Pero este peligro no es solo de políticos, banqueros y grandes empresarios. Todos nos creamos a menudo pequeños ídolos ante los que nos postramos y damos culto.

3ª tentación: pedir pruebas que corroboren la misión encomendada.

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:

Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”.

Jesús le contestó:

Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”.

Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

Esta tentación se presta a interpretaciones muy distintas. Podríamos considerarla la tentación del sensacionalismo, de recurrir a procedimientos extravagantes para tener éxito en la actividad apostólica. La multitud congregada en el templo contempla el milagro y acepta a Jesús como Hijo de Dios. Pero esta interpretación olvida un detalle importante: el tentador nunca hace referencia a esa hipotética muchedumbre, lo que propone ocurre a solas entre Jesús y los ángeles de Dios.

Considero más exacto decir que la tentación consiste en pedir pruebas que corroboren la misión encomendada. Nosotros no estamos acostumbrados a esto, pero es algo típico del Antiguo Testamento, como recuerdan los ejemplos de Moisés (Ex 4,1‑7), Gedeón (Jue 6,36‑40), Saúl (1 Sam 10,2‑5) y Acaz (Is 7,10‑14). Como respuesta al miedo y a la incertidumbre espontáneos ante una tarea difícil, Dios concede al elegido un signo milagroso que corrobore su misión. Da lo mismo que se trate de un bastón mágico (Moisés), de dos portentos con el rocío nocturno (Gedeón), de una serie de señales diversas (Saúl), o de un gran milagro en lo alto del cielo o en lo profundo de la tierra (Acaz). Lo importante es el derecho a pedir una señal que tranquilice y anime a cumplir la tarea.

Jesús, a punto de comenzar su misión, tiene derecho a un signo parecido. Basándose en la promesa del Salmo 91,11‑12 (a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en volandas para que tu pie no tropiece en la piedra), el tentador le propone una prueba espectacular y concreta: tirarse del alero del templo. Así quedará claro si es o no el Hijo de Dios.

Jesús no acepta esta postura, y la rechaza citando de nuevo un texto del Deuteronomio: “No tentarás al Señor tu Dios” (Dt 6,16). La frase del Deuteronomio es más explícita: No tentaréis al Señor, vuestro Dios, poniéndolo a prueba, como lo tentasteis en Masá”, cuando el pueblo, durante la marcha por el desierto, se queja por falta de agua para beber y se pregunta:¿Está o no está con nosotros el Señor?” (v.7). En el fondo, cualquier petición de signos y prodigios encubre una duda en la protección divina. Jesús confía plenamente en Dios, no quiere signos ni los pide. Su postura supera con mucho incluso la de Moisés.

Cuando termina el relato de las tentaciones, Lucas añade queel tentador lo dejó hasta otro momento. Ese momento será al final de la vida de Jesús, cuando esté crucificado.

Nuestras tentaciones

Las tentaciones tienen también un valor para cada uno de nosotros y para toda la comunidad cristiana. Sirven para analizar nuestra actitud ante las necesidades, miedos y apetencias y nuestro grado de interés por Dios.

1) La necesidad primaria: afecto, comprensión.

2) ¿Está Dios en medio de nosotros?

3) La tentación de tener.

 

1ª lectura: recordar nuestra historia con gratitud (Deuteronomio 26, 4-10)

El texto del Deuteronomio recoge la oración que pronuncia el israelita cuando, después de la cosecha, ofrece a Dios las primicias de los frutos. Va recordando la historia del pueblo, desde Jacob (“mi padre era un arameo errante”), la opresión de Egipto, la liberación y el don de la tierra. En el contexto de la cuaresma, esta lectura nos invita a pensar en los beneficios recibidos de Dios y a ser generosos con él. El agradecimiento a Dios es más importante incluso que la mortificación cuaresmal.

Dijo Moisés al pueblo:

El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios:

            “Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”.

            Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios».

2ª lectura: confesar al Señor e invocarlo (Romanos 10, 8-13)

En este breve pasaje Pablo comenta dos frases de la Escritura, aplicándolas al tema de la salvación personal (1ª cita) y de toda la humanidad (2ª cita). ¿Cómo se alcanza la salvación? Confesando que Jesús es el Señor y que Dios lo resucitó de entre los muertos. Algo que estamos tan acostumbrados a repetir que no valoramos rectamente. A mediados del siglo I, confesar a Jesús como Señor (Kyrios), cuando el Emperador romano era considerado el único Kyrios (César), suponía mucho valor. Y confesar que Dios lo había resucitado podía provocar más sonrisas y escepticismo del que podemos imaginar.

La segunda cita «Nadie que cree en él quedará defraudado» la interpreta Pablo de forma revolucionaria. Para un judío, estas palabras sólo podrían aplicarse a los judíos, al pueblo elegido. Ellos serían los único en no quedar defraudados. En cambio Pablo la aplica a toda la humanidad, judíos y griegos. Cualquiera que invoca el nombre del Señor alcanzará la salvación.

Hermanos:

La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón».

Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.

Dice la Escritura:

«Nadie que cree en él quedará defraudado».

Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará».

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I Domingo de Cuaresma. 09 de marzo, 2025

Domingo, 9 de marzo de 2025

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Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.

(Lc 4, 1-13)

Tras la fuerte e íntima experiencia de su propio Bautismo, Jesús se dirige al desierto. Acaba de conocer quién es, su identidad: Tú eres mi Hijo amado. Hijo y Mesías, Hijo y enviado, el Ungido.

Por la fragilidad de su condición humana necesita tiempo, espacio, pensar, asimilar su identidad y, en función de ella, reorientar su vida. Se retira al silencio y a la soledad del desierto. Con el paso de los días y lejos de las distracciones exteriores, es ahí, en la quietud del desierto, en su noche, cuando le asaltan los temores y la voz de su ego: si eres hijo de Dios… Reto que también le acompañará en la Cruz: si eres hijo de Dios, sálvate a ti mismo y baja de la cruz”.

Lo es. Es Hijo de Dios, y además, Amado. Sentir esa certeza en lo más profundo de su ser es lo que le lleva a permanecer, al igual que en la cruz, hasta el final. En la soledad del desierto, en su noche, en la nada. Y sin embargo, esa misma permanencia le agudiza la escucha de la Palabra. Llenándole de confianza y seguridad, agarrándose a ella una y otra vez, y mirando cara a cara a sus temores: Está escrito….

Jesús escucha la Palabra, la acoge en su corazón, la pronuncia con sus labios y la cumple por medio de sus acciones. Interesante y difícil tarea la que nos propone para, al menos, estos cuarenta días de Cuaresma. Podemos prestar especial atención a nuestra manera de escuchar la Palabra, de escuchar las palabras de quienes nos rodean. Reflexionar sobre el valor que damos a nuestras propias palabras e interrogarnos cuántas veces rompemos el Silencio pronunciando palabras absurdas.

Oración

Dios Trinidad, nuestro corazón está alegre
porque sabe que tú lo escuchas y lo miras.
Ojalá tu Palabra se sienta escuchada y acogida por nuestro corazón.
Que nuestros labios no la corrompan al pronunciarla.
Ojalá nuestras acciones sean reflejo suyo.
Amén.”

*

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Retírate al desierto.

Domingo, 9 de marzo de 2025

tentacionesDOMINGO 1º DE CUARESMA (C) (Lc 4,1-13)

Debemos superar el enfoque maniqueo de la cuaresma. Sin embargo, el sentido profundo de la cuaresma debemos mantenerlo e incluso potenciarlo. En efecto, en ninguna época de la historia el ser humano se había dejado llevar tan masivamente por el hedonismo. A escala mundial el hombre se ha convertido en productor-consumidor.

¿Queremos consumir más o nos interesa ser cada día más humanos? En teoría no hay problema para responder, pero en la práctica, nos dejamos llevar por el hedonismo, aún a costa de menor humanidad. Aquí está la razón de la cuaresma. Debemos pararnos a pensar hacia dónde nos dirigimos. Alcanzar plenitud de humanidad exige esfuerzo.

Lo que llamamos mal no tiene ningún misterio; es inherente a nuestra condición de criaturas. La voluntad solo es atraída por el bien, pero la razón puede presentar a la voluntad un objeto como bueno, siendo en realidad malo. Todos buscamos el bien, pero nos encontramos con lo malo, no porque lo busquemos sino por ignorancia.

El mal es consecuencia del conocimiento limitado. Sin él, la capacidad de elección sería imposible y no habría mal. Si el conocimiento fuera perfecto, también sería imposible el mal. Si la voluntad va tras el mal, es siempre por ignorancia.

No es casual que sean tres tentaciones. Se trata de un resumen de las relaciones que puede desarrollar un ser humano. La tentación consiste en entrar en una relación equivocada con nosotros mismos. La relación con los demás depende de la relación con nosotros.

1ª tentación: Si eres Hijo de Dios… Si tú has hecho en todo momento la voluntad de Dios, también Él hará lo que tú quieres. Es la tentación de hacer la voluntad de Dios para que Él haga lo que yo quiero; es lo que estamos haciendo todos, todos los días. Jesús no es fiel a Dios porque es Hijo, sino que es Hijo porque es fiel.

No solo de pan… El pan es necesario, pero no es lo más importante. Nuestro hedonismo demuestra que aún no hemos aceptado esta propuesta. Dar al cuerpo lo que me pide es lo primero y esencial. El antídoto es el ayuno. Privarnos de lo que es bueno para el cuerpo, es la mejor manera de no ceder a lo que es malo.

Si me adoras, todo será tuyo. El poder es la idolatría suprema y lleva siempre consigo la opresión, único pecado. Si descubro mi ser profundo, no me importará desprenderme de mi falso yo y buscaré el servicio. El antídoto es la limosna. Para superar la tentación de dominio, debemos dar a todos de lo que tenemos y somos.

Tírate de aquí abajo. Realiza un acto verdaderamente espectacular, que todo el mundo vea lo grande que eres. Todos te ensalzarán y tu vana-gloria llegará al límite. La respuesta: deja a Dios ser Dios. Acepta tu condición de criatura y desde esa condición alcanza la verdadera plenitud. Dios no puede darte nada porque ya te lo ha dado todo.

Para llegar a tu verdadero ser, hay que atravesar tu propio desierto. Libérate de todo lo que crees ser para llegar a lo que eres de verdad. Mantente en el silencio, hasta que se derrumbe el muro que te separa de ti mismo. No confíes en milagros, nadie desde fuera de ti podrá llevarte hasta el fondo de tu ser y suplir el propio esfuerzo de encontrarte.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Dudas y tentaciones.

Domingo, 9 de marzo de 2025

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«El Espíritu le fue llevando por el desierto mientras era tentado por el diablo»

Estamos en los prolegómenos de la vida pública de Jesús cuando probablemente todavía está decidiendo su destino. Ha dejado oficio y familia, ha salido de Nazaret para ir  al encuentro del Bautista y ha sido bautizado por él. Es razonable pensar que en ese entorno ha terminado de asentar su intuición de Abbá y su esquema del Reino, y que a la sazón se encuentra en el trance de decidir si vuelve a Nazaret o se lanza a la incierta y arriesgada vida de predicador ambulante.

Tenemos tendencia a creer que Jesús adquiere plena conciencia mesiánica en el momento del bautismo y que ya no duda hasta llegar a la cruz, pero esta creencia choca con otra creencia básica para el cristiano; su inequívoca humanidad. La duda es consustancial con la condición humana, y es difícil imaginar a Jesús libre de dudas toda la vida y hasta el final. Si no duda, si no sufre tentación, si no se angustia, si no se cansa, si no se enfada, será una divinidad disfrazada, pero no el hombre verdadero en el que muchos creemos.

Por eso cabe pensar que son las dudas las que lo llevan al desierto antes de comprometerse definitivamente la misión, y que también son las dudas las que traen aparejadas las tentaciones. Lucas nos habla de tres tentaciones concretas, y, dentro del simbolismo con el que plantea el texto, algunos entendidos afirman que con ellas simboliza las tres grandes tentaciones que acompañaron a Jesús a lo largo de su vida.

Según esta interpretación, la primera tentación, las piedras convertidas en pan, representa su permanente tentación de dejarlo todo y volver a la cómoda existencia que había dejado en Nazaret. Arguyen que su actitud destemplada con los familiares que van a buscarle para llevarlo a casa, o la respuesta desmedida a Pedro en Cesárea, «¡Apártate de mí Satanás!», parecen la reacción típica de quien ve removida su conciencia con una tentación recurrente: dejarlo todo y volver.

La segunda, el poder sobre todos los reinos de la Tierra, simbolizaría la tentación de afrontar la misión desde la tradición de Israel, es decir, dejándose encumbrar a la posición de mesías davídico que el pueblo espera de él, e instaurar el reino de Dios desde el poder. Alegan que su reacción cuando quieren hacerlo rey –despachando a sus discípulos que probablemente azuzaban a la multitud y huyendo a la soledad a orar– perece responder a una tentación presente en él a lo largo de su vida.

La tercera, el pináculo del templo, podría referirse a la tentación de pedir a Dios una señal que afianzase su decisión de seguir adelante sin desmayo a pesar del riesgo que está corriendo; a pesar del enfrentamiento con los santos y los sabios de Israel…

Sin duda, una interpretación muy sugestiva… pero secundaria para nuestra fe. No obstante, el texto encierra dos elementos verdaderamente importantes para nosotros; el primero, que Jesús sufría las mismas tentaciones que sufrimos nosotros y tenía que vencerlas con esfuerzo; igual que nosotros. El segundo, que por encima de sus dudas y consciente del riesgo que entrañaba su decisión, Jesús abrazó con valentía la misión de proclamar el Reino y fue consecuente con ella hasta el final.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer un artículo de José E. Galarreta sobre un tema similar, pinche aquí

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El poder liberador de nuestros desiertos.

Domingo, 9 de marzo de 2025

158524_desierto.jpgCOMENTARIO AL EVANGELIO Lc 4, 1-13

9 de marzo de 2025

Iniciamos el tiempo de Cuaresma marcado por el ritmo anual de la liturgia. Cabe esperar que ya hemos superado esa visión de la Cuaresma como un tiempo oscuro, lúgubre, donde los sacrificios o penitencias eran la puerta necesaria para entrar en la Pascua. Se miraba más al exterior, al cumplimiento de una serie de normas con poco sentido, a realizar obras que cobraban valor si suponía un esfuerzo, una especie de precio a pagar para conseguir no sé qué tranquilidad de conciencia. Esta tradición probablemente nació por una distorsionada interpretación del tiempo que Jesús pasó en el desierto donde todo lo que vivió fueron tentaciones. Precisamente, el texto evangélico de este 1er Domingo de Cuaresma nos recuerda este pasaje de su vida.

Afortunadamente hoy podemos hacer un análisis más profundo y menos literal de esta etapa de la vida de Jesús, más liberador y constructivo para tod@s. Y lo que nos encontramos no son 40 días cronológicos viendo a un Jesús que pasa hambre, rodeado de animales y tentado por el diablo. Lo que nos encontramos es con un Jesús que vive una etapa en la que, como todo ser humano, tiene que hacer frente a las sombras conscientes e inconscientes que planean en su vida.

Comienza el texto con una afirmación que es clave para poder comprender todo lo posterior: Jesús, tras el Bautismo, se siente lleno de Espíritu Santo quien le conduce al desierto. No va al desierto por placer sino por elegir seguir la voz interior de ese impulso divino que le sitúa en la necesidad de cambiar de plano en su existencia.

Jesús ya había experimentado en el Bautismo su verdadera identidad – Hijo de Dios, una vivencia que le daba profundidad y una honda raíz para sostener el árbol de su vida. Ahora bien, no es suficiente, tampoco posible, vivir conectados permanentemente a nuestro centro existencial, porque nuestra vida es un proceso de integración de nuestros límites que no solo se presentan como enfermedades y sufrimientos físicos; también aparecen en formato de sombras que nos complican y muchas veces amargan. La sombra se genera porque un cuerpo, en sentido figurado en este contexto, se interpone en la luz. La luz de Jesús es su identidad de ser hijo de Dios, como la nuestra. Es la figura metafórica del diablo quien le recuerda que, si de veras es Hijo de Dios, lo puede todo. Lo que este personaje le plantea es cómo va a usar esa identidad, esa luz, el para qué, el por qué y el hacia dónde.

La sombra tiene mucho que ver con experiencias de las que probablemente no somos responsables pero que bloquean el fluir de la realidad divina que nos habita. Algunas sombras se generan por heridas y experiencias emocionales que nos han dejado tan vulnerables que pueden llegar a condicionar las grandes decisiones de nuestra vida. Otras sombras también son fruto de nuestra decisión consciente de vivir desconectados de nuestro centro porque nos da una compensación más inmediata, más placentera a corto plazo, pero sin solidez. Jesús, en el desierto, se enfrenta a la sombra del vacío interior, de la insana soledad, del hambre emocional, sombras de poder, de dominación, de posesión, de idolatría. Y maneja esta situación no desde la huida sino desde el diálogo con ella. Dialogar con nuestras sombras, con nuestra vulnerabilidad, es una manera muy liberadora de integrar nuestros límites. Se trata de sacarla a la luz como hizo Jesús en el desierto y no identificarse con ella porque somos más que sombras.

Te invito a iniciar esta Cuaresma realizando una doble mirada. La primera hacia tu interior, sin miedo, con valentía y ver qué cuerpos psicológicos de tu yo desenfocado están interfiriendo entre la Luz y tu vida. La segunda mirada hacia el exterior, hacia lo que en este mundo y en nuestros pequeños mundos, está retorcido: guerras, injusticias, poderes económicos, liderazgos que someten, dominan, empobrecen, excluyen y matan y un largo etcétera que puedes completar. Quizá te des cuenta de que todo el mal proviene de esa mala decisión de desconectarnos de lo que somos, del polo positivo de nuestra existencia, nuestra identidad más esencial, como en Jesús el ser Hijo de Dios.

Baste con mirar el 8 de marzo, el día internacional de la mujer, que, más allá de lo político e ideológico, nos muestra la necesidad de no ser cómplices de este sistema patriarcal en el que todavía vivimos. No se trata sólo de conseguir derechos sino de una mirada nueva a la verdadera dignidad que nos iguala. ¡¡¡FELIZ CAMINO DE CUARESMA!!!

Rosario Ramos

Fuente Fe Adulta

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Tener, poder, aparentar.

Domingo, 9 de marzo de 2025

IMG_0233Comentario al evangelio del domingo 9 marzo 2025

Lc 4, 1-13

El llamado “relato de las tentaciones de Jesús” -probablemente construido por el evangelista y colocado intencionadamente en el inicio de su actividad pública- muestra, de manera paradigmática, las tres apetencias básicas del ego: tener, poder y aparentar.

Debido a nuestra propia constitución psicológica, el ego persigue en todo y de manera constante la seguridad. Consciente de su propio vacío -solo es una creación del pensamiento-, busca por todos los medios a su alcance obtener una seguridad en la que sostenerse.

Para lograrlo dispone del mecanismo de la apropiación: apropiándose de todo aquello que, aparentemente, pueda dotarle de consistencia, crea la ilusión, no solo de ser “alguien” con entidad propia, sino de lograr respeto y admiración por parte de los otros.

Con esos mimbres, el ego va buscando, por encima de todo, de manera manifiesta o sutil, consciente o inconsciente, reconocimiento. Como les ocurre a los niños, el hecho de sentirse reconocido le aporta una sensación de seguridad. No sorprende que, desde temprano, se vea lanzado a una carrera ansiosa por lograr tener, alcanzar poder y ofrecer una imagen “valiosa” de sí mismo.

Una vez asumido ese programa de vida, la persona puede instalarse en él, aun sin ser consciente de la mentira que encierra. Sencillamente, se ha acostumbrado a sobrevivir, buscando las mayores gratificaciones posibles y evitando al máximo el malestar. Habrán de ser el sufrimiento o el discernimiento los que le hagan abrir los ojos y, de ese modo, posibilitando la comprensión de lo que somos, trascender la identificación que mantenía con el ego y reconocerse finalmente en su verdad última. La comprensión le hará ver que no necesita buscar nada para sentirse completa, porque ya es, en sí misma, plenitud.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Tentaciones: “Sed buenos si podéis” .

Domingo, 9 de marzo de 2025

IMG_3154Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Cuaresma – Ceniza.

        Con el símbolo de la ceniza comenzamos el tiempo de cuaresma: los cuarenta días en los que nos preparamos a la celebración de la Pascua, que es no solamente la fiesta, sino el centro de la fe y de la esperanza cristiana.

En realidad la vida es una cuaresma camino de la Pascua

        Desde el siglo IV las comunidades cristianas vivían con intensidad este tiempo de cuaresma camino de la Pascua. Sobre todo vivían la cuaresma con la lectura / escucha de la Palabra, la oración, la toma de conciencia de que somos caminantes hacia la tierra de promisión por el desierto de la vida y con un cierto sentido penitencial.

02.- Historia de la Salvación.

        La primera lectura de hoy, -tomada del libro del Deuteronomio- es una evocación del “credo” del Antiguo Testamento y de su fe:

  • Los hijos de Israel se sienten hijos de Abraham: mi padre fue un arameo errante. También nosotros somos peregrinos en la vida.

En cierto sentido todos somos emigrantes, “estamos aquí de paso”… Solemos cantar en la liturgia: peregrinos, caminantes, vamos hacia Ti

  • La situación de esclavitud de los israelitas en Egipto será el punto de partida hacia la libertad.

También nosotros vivimos encadenados por mil esclavitudes de la vida. La vida es una cuaresma, un desierto por el que caminamos hacia la libertad.

  • El Éxodo, el paso del mar Rojo es el comienzo de la libertad de aquellas tribus hebreas.

La cuaresma puede ser un momento de tomar conciencia de que ha comenzado nuestra liberación.

  • Cuarenta años por el desierto.

Cuarenta es un número significativo en la mentalidad bíblica: cuarenta significa toda la vida: Cuarenta fueron los días que duró el descenso de las aguas después del diluvio; las tribus hebreas caminaron cuarenta años por el desierto; Moisés estuvo en el Sinaí 40 días, Jesús fue tentado el desierto cuarenta días y cuarenta noches…

La libertad nos costará caminar por el desierto toda la vida…

  • Finalmente llegarán a la tierra de promisión, al menos como gran esperanza y con los grandes y graves problemas que esta cuestión ha traído y trae en la historia.

La tierra de promisión no es tanto un lugar geográfico cuanto la meta soñada. La tierra de promisión es el horizonte de Dios.

Y esa es nuestra cuaresma: peregrinar por la vida, saliendo de nuestras esclavitudes hacia la meta soñada. Y todo ello, con la protección de Dios liberador.

        Para la fe de Israel Dios es liberador.

03.- Tentaciones, tentativas, intentos.

        Dice el evangelio de hoy que Jesús fue tentado. Que no se nos olvide que Jesús fue hombre, vivió las mismas tentaciones que vivimos los humanos. (La película “La última tentación de Cristo” de Martín Scorsese refleja bien la humanidad de Cristo tentada como todo ser humano).

        Las palabras tentación, intentar, intento, tentativa contienen un significado muy similar.

Podríamos pensar que toda la vida es un intento, una tentativa, una tentación.

Las tentaciones son una explosión de nuestros sufrimientos y nostalgias más profundas, tal vez inconscientes y ocultas.

        Toda nuestra vida es un intento de buscar el bien y la verdad, una tentativa de ser libres, un intento de ser felices.

Detrás de lo que llamamos tentaciones hay una llamada a la felicidad.

En toda tentación hay un intento de “romper el límite” y dar un paso más hacia adelante.

A veces acertamos, muchas veces nos equivocamos.

04.- Entre pecado y neurosis

        En muchas -muchísimas- ocasiones, por los entresijos de las tentaciones es funcionan más mecanismos y problemas psicológicos que morales. Muchas tentaciones tienen que ver más con la psicología que con la moral.

        Somos pecadores, pero el pecado vivido desde JesuCristo no es causa de angustia ni neurosis, sino de sentirnos perdonados como el hijo pródigo, el publicano, como Zaqueo, el buen ladrón y tantos otros…

Reconocer el pecado infunde una profunda paz.

05.- Jesús fue impulsado por el espíritu al desierto.

        El buen espíritu de Jesús es el que le mueve e impulsa en la vida. Es el espíritu que le dio la vida por medio de María. Es el espíritu descendió sobre Jesús en el bautismo, en la Transfiguración, es el espíritu que está sobre mí desde el comienzo de su actividad pública

Un buen espíritu, un sano idealismo impulsa hacia el bien también al ser humano. Lo que nos ayuda a dominar un poco las pulsiones y tentaciones es una buena causa, un buen espíritu.

06.- Comencemos la cuaresma. Conversión.

        La historia de nuestra conversión es la historia de nuestra debilidad. Hemos comenzado muchas cuaresmas, advientos, hemos hecho muchos ejercicios pero seguimos igual, cambiamos poco.

Muchos de nosotros somos ya mayores, lo hemos intentado (tentaciones) mil veces en la vida, hemos conseguido poco, pero lo hemos intentado.

Para muchos de nosotros -entrados ya en años- nuestra conversión consiste en descansar en el Señor y vivir lo que dicen los salmos

No me rechaces ahora en la vejez,

me van faltando las fuerzas, no me abandones,

no abandones la obra de tus manos;

 (Del salmo 70)

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“ Jesús vence las fuerzas del anti-reino e inicia el Reino de Dios para los pobres de la tierra”, por Consuelo Vélez

Domingo, 9 de marzo de 2025

IMG_0247De su blog Fe y Vida:

Comentario al evangelio del I Domingo de Cuaresma (9-03-2025)

Jesús es conducido al desierto por el Espíritu. A diferencia del pueblo, tentado en el desierto, Jesús sí las vence

Son tentaciones “mesiánicas”, es decir, que ponen en cuestión su mesianismo, invitándolo a valerse de este para provecho propio

El mesianismo de Jesús, coherente con los valores del reino, se enfrenta a los “otros reinos” o al “anti-reino” del diablo

Las tentaciones siguen presentes en cada uno de los creyentes y la fidelidad de Jesús nos invita a mantener la propia fidelidad

Jesús, lleno de Espíritu Santo, se alejó del Jordán y se dejó llevar por el Espíritu al desierto, donde permaneció cuarenta días, siendo tentado por el Diablo. En ese tiempo no comió nada, y al final sintió hambre.  El Diablo le dijo:

– Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.

Le respondió Jesús:

Está escrito: No sólo de pan vive el hombre.

Después lo llevó a un lugar muy alto y le mostró en un instante todos los reinos del mundo. El Diablo le dijo:

– Te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí me lo han dado y lo doy a quien quiero. Por tanto, si te postras ante mí, todo será tuyo.

Le replicó Jesús:

Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto.

Entonces lo condujo a Jerusalén, lo colocó en la parte más alta del templo y le dijo:

– Si eres Hijo de Dios, tírate abajo desde aquí, porque está escrito: Ha dado órdenes a sus ángeles para que te cuiden y te llevarán en sus manos, para que tu pie no tropiece en la piedra.

Le respondió Jesús:

Está dicho: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios.

Acabada la tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno

(Lc 4, 1-13).

Este conocido texto de las tentaciones de Jesús recuerda las tentaciones del pueblo de Israel en el desierto con la diferencia de que Jesús sí supera las tentaciones. Este pasaje también está en Mateo, lo que revela que ambos siguen la misma fuente (Q), con la diferencia de que Lucas invierte el orden de las dos últimas tentaciones, tal vez, con la intención de que esta etapa también termine en Jerusalén.

Comienza el relato diciendo que Jesús va al desierto “lleno del Espíritu Santo. Lo mismo se dirá en el libro de Hechos de los Apóstoles al inicio de la Iglesia. Esto señala que el protagonista de la misión de Jesús y de la Iglesia es el Espíritu Santo. Jesús pasa 40 días en el desierto, sin comer y es tentado por el diablo. Conviene señalar aquí que no debemos tomar el pasaje de manera literal sino como una narración que nos va mostrar cómo la tentación acompaña la vida de Jesús, igualmente que acompaña la nuestra. Son tentaciones “mesiánicas”, es decir, que ponen en cuestión su mesianismo, invitándolo a valerse de este para provecho propio. El diablo le invita a mostrar poder -convirtiendo las piedras en pan-, a apoderarse de todos los reinos que el diablo le promete y a hacer actos extraordinarios como lanzarse de lo más alto del templo. A cada tentación Jesús responde con citas del Deuteronomio y, a diferencia del pueblo, como ya dijimos, vence las tentaciones y sigue fiel a la misión encomendada para el bien de todos.

Es interesante notar que el diablo le dice que él le dará sus reinos, o sea, es poseedor de otros reinos. Con esto Lucas pretende mostrar que el mesianismo de Jesús, coherente con los valores del reino de Dios, se enfrenta a los “otros reinos” o al “anti-reino” del diablo.

Termina el texto diciendo que el diablo se alejó hasta un tiempo oportuno. Es decir, volverá cuando “entre en Judas” (Lc 22, 3) y cuando pretende entrar en Pedro (Lc 33,31-34) y cuando se desate la persecución contra Jesús hasta crucificarlo. Lo del “tiempo oportuno” es también una característica de Lucas que coloca a Jesús como centro del tiempo. Con él se hace presente el “hoy” del reino cuando en la sinagoga dice que “la escritura se ha cumplido hoy” (Lc 4, 21) y ahora con las tentaciones que, al vencerlas, comienza el reino de Dios para los pobres.

Las tentaciones siguen presentes en cada uno de los creyentes y la fidelidad de Jesús nos invita a mantener la propia fidelidad sin acomodarnos a los anti valores que, anteponen las riquezas, el honor y el propio interés al bien común, a la vida plena para todos y todas, como Dios lo desea para todos sus hijos e hijas.

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“Tentaciones y desafíos de una Iglesia en tiempos de crisis “, por Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Domingo, 9 de marzo de 2025

1ER-DOMINGO-DE-CUARRESMA-1De su blogKristau alternatiba (Alternativa cristiana):

Las lecturas del primer Domingo que nos introducen en la Cuaresma nos ofrecen interesantes elementos para la reflexión sobre los procesos de cambio en la Iglesia.

Quisiera partir del pasaje evangélico del primer domingo que nos propone el tema de las Tentaciones de Jesús. En un tiempo prolongado de prueba -han pasado cuarenta días- es más fácil caer en la tentación, se es más frágil cuando hay hambre. Y las tres tentaciones ilustradas muestran tres actitudes en las que también la Iglesia, cuando vive un momento de crisis, de cambio como el actual, corre el riesgo de caer.

1.- Transforma las piedras en pan: comprometerse a satisfacer las necesidades, las continuas y más diversas peticiones. Es una práctica gratificante en el corto plazo, porque responde a peticiones pero genera continuamente una presión sobre el hacer, que no hace más que aumentar aún más las expectativas. Porque una cultura del consumo sólo genera demandas y expectativas, no pertenencia a una comunidad. El autoengaño de resolver todo inmediatamente es el de decirnos “soy útil”, muriendo sin embargo en un funcionalismo estéril y en un pragmatismo que ya no sabe captar un sueño más allá de la necesidad. Así es como se responde al estómago de las personas y no a sus corazones.

2.- Lánzate y déjate atrapar por los ángeles de una manera bastante espectacular: llamar a los más fieles a reunirse, a ocupar espacios, a la atención, como un acto de fuerza, mostrar el propio músculo para decir ‘¡Yo existo!’. Una venganza identitaria que ingenuamente nos hace sentir vivos pero que incrementa la autorreferencialidad y la soledad y, por tanto, la crisis y la depresión a largo plazo. Identificar a un enemigo no es suficiente para definir una identidad generativa. El autoengaño es decirse a uno mismo “todavía soy fuerte”, reflejándose narcisistamente en un reflejo distorsionado y autoproducido. Así se responde así a los ojos pero no al corazón.

3.- Todo lo que veas será tuyo si me adoras: ser subordinado al mundo, estar a la moda, caer en la mundanidad. Esto se hace para mantener la relevancia, la importancia y el control sobre ciertos espacios. Un sacrificio inducido por el miedo a dejar de ser vistos y considerados, a perder posiciones. El autoengaño es decirse a uno mismo “soy agradable, interesante”, adaptarse a la realidad, seguir las modas del momento aunque éstas nos pidan eclipsar el núcleo fundador de nuestra fe. Nos embellecemos, nos hacemos liftings, discutimos de todo siempre que sea de interés, perdiendo de vista lo más importante y bello. Así, uno responde más al hígado -miedo- que al corazón.

¿Cuál es la raíz de las tres tentaciones? La tentación más grande, la que le será dirigida a Jesús bajo la cruz tres veces (¡el mismo número de tentaciones en el desierto!): “¡Sálvate a ti mismo!”Ésta es la gran tentación de la Iglesia, como de toda institución: ¡tratar de salvarse a sí misma!

Al fin y al cabo, es cierto que toda institución es creada por los hombres, pero a la larga es ella quien toma el mando y sólo pide una cosa: ¡ser salvada! ¡Ser preservada! Pero las instituciones eclesiales no existen para su propia conservación, tienen un valor icónico, remiten al Reino de Dios, y por tanto son formas transitorias que conservan, eso sí, un núcleo generativo y vital que requiere de vez en cuando formas nuevas, espacios, tiempos, lenguajes para permanecer fieles a la realidad y al hombre.

Cuando el hombre intenta hacerlo por sí mismo, se vuelve tan rígido como las instituciones que guía, cae en la tentación de conservar lo que existe, se encuentra ante tres consecuencias bien narradas en el segundo libro de Samuel respecto a la tentación de David de realizar un censo de sus tropas. Dios le da a elegir entre tres opciones.

Posibilidad número 1: siete años de hambruna. Un largo tiempo en el que no se podrá producir comida, alimento para la gente, generar sabor, gusto. Es una pobreza creativa y sapiencial.

Posibilidad 2: tres años huyendo de un enemigo que está frente a ti. El enemigo está adelante y crees que estás mirando el horizonte, pero en realidad estás corriendo hacia atrás, impulsado por el miedo.

Posibilidad 3: Tres días de peste negra. Cuando un ambiente ya no es generativo, atractivo, se llena de aire insalubre, enfermo, de virus,… y muchos mueren. Es decir, muchos se van y se alejan. Pensemos simplemente en el gran problema de la “salida” más que de la “entrada” de no pocas congregaciones religiosas.

La Palabra nos presenta así grandes riesgos o tentaciones, que si sabemos meditar a la luz de las acciones pastorales y de gobierno que se realizan en la Iglesia, pueden abrirnos destellos de luz, para purificar nuestro corazón, nuestros modelos mentales y finalmente nuestras prácticas.

Es un camino arduo para una Iglesia proyectada hacia la Pascua, donde es Cristo quien gana, no las formas, no las instituciones, no nuestros hábitos inerciales, no nuestros preconceptos.

 Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

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¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?

Domingo, 9 de junio de 2024
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Propósito

Por fin echaré a andar…
Sólo, por donde sea,
por donde quiera Dios y su momento
y mi sinceridad.

Ya me estaba cansando
de pisarme la vida tristemente.

¡Aire, cielo, aire, mar, cielo, mar, aire!

Sólo, o con vosotros, ¡con los hombres!
¡¡ pero fuera de mí !!

*

Pedro Casaldáliga

Palabra Ungida, 1955

***

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En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales. También los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: “Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.”

Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas:

“¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.

Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Llegaron su madre y sus hermanos y, desde fuera, le mandaron llamar. La gente estaba sentada a su alrededor, y le dijeron:

-“¡Oye! Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.”

Jesús les respondió:

-“¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?”

Y mirando entonces a los que estaban sentados a su alrededor, añadió:

-“Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.”

*

Marcos 3, 20-35

***

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       El ser humano puede llegar a ser y se hace, de hecho, culpable. Esta es una convicción cristiana fundamental de fe. La encontramos expresada de manera clara o implícita en todos los escritos de la Biblia. «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros» (1 Jn 1,8). La convicción de la posibilidad de la realidad de la culpa humana no brota sólo de la revelación divina de la antigua y de la nueva alianza. Se basa asimismo en la experiencia humana cotidiana, en cuyo interior conocemos nuestro fracaso personal, la libertad, la responsabilidad y la culpa […].

        La libertad es una realidad que se nos da en virtud de que el hombre es persona, aunque no es plenamente comprensible de un modo analítico. La libertad podemos experimentarla, pero no comprenderla. De este carácter incomprensible participa asimismo la culpa, en cuanto abuso de la libertad. En el fondo, no es posible explicar ni las decisiones libres ni el fracaso culpable. Sólo es posible explicar los procesos que pueden estar motivados y pueden ser esclarecidos sobre la base de la regularidad, en cuanto desarrollos necesarios. La libertad o, mejor aún, la libertad de elección atestigua en realidad precisamente lo contrario de la regularidad y de la necesidad.

        En la esencial incapacidad en que nos encontramos de «llevar las bridas» de nuestras propias decisiones libres y de nuestra propia culpabilidad, de comprender del todo y de demostrarlas de una manera convincente, ahí precisamente, en esa incapacidad, es donde se fundamenta la posibilidad de negarlas. Si queremos escapar del peligro que supone semejante desconocimiento de nosotros mismos, debemos mantenernos abiertos al testimonio de la revelación y a la experiencia de nosotros mismos que aparece en la conciencia.

*

Dirk Grothues, Schuld und Vergebung, Munich 1972, pp. 7ss;
existe trad. italiana: Amare il prossimo, Brescia 1991, pp. 139ss.

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¿Cuáles son sus pactos (bajo el arco iris de Dios) en esta Cuaresma?

Lunes, 19 de febrero de 2024
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IMG_3150La reflexión de hoy es del colaborador invitado John Huân Vũ. John es un líder del ministerio laico en la Diócesis de San José y miembro del consejo asesor LGBTQ+ del Departamento de Policía de San José. Es gerente de producto en PayPal y ex voluntario que trabaja en la empresa como presidente de oración interreligiosa global.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el primer domingo de Cuaresma se pueden encontrar aquí.

En este primer domingo de Cuaresma, nos sumergimos en la historia de Noé y su familia, quienes acaban de sobrevivir a una inundación masiva en la tierra. Dios reconoció la destrucción y estableció un pacto, una declaración o una promesa a Noé y sus descendientes de que “nunca más toda vida será destruida por el agua de un diluvio; nunca más habrá diluvio que destruya la tierra” (Génesis 9:11 NVI).

Demos un paso atrás e imaginemos cómo se habrían sentido Noé y su familia en ese momento. Me imagino que sintieron miedo, tristeza, confusión o incluso enojo. Al reconocer estos sentimientos, Dios ofreció una “señal” de su alianza: un arco iris.🏳️‍🌈

¿No es hermoso que la primera aparición de la palabra “arco iris” en las Escrituras Hebreas apareciera en un acontecimiento tan significativo? Casi todos hemos visto un arcoíris, especialmente aquellos que miran a través de las nubes después de un poco de lluvia. Un día lluvioso puede ser deprimente, pero ver un arcoíris puede levantarnos el ánimo. Un arcoíris es un hermoso regalo para recordarnos que debemos seguir esperando en el pacto de Dios.

Cuando ves un arcoíris, ¿qué significa para ti? ¿Qué tal una bandera arcoíris, un cartel o incluso un pin en un edificio gubernamental, una casa o las pertenencias personales de otra persona?

En junio de 2022, estaba en un crucero de Alaska que hizo escala en el puerto de Skagway. Temprano en la mañana, antes de emprender una excursión ese mismo día, decidimos aventurarnos por el pueblo de camino a una caminata en un bosque cercano. Mientras caminábamos por este pequeño y tranquilo pueblo, notamos que varias tiendas tenían algo inesperado: banderas de arcoíris, pancartas y parafernalia. ¡Nunca esperé que esta ciudad de Alaska tuviera tantos artículos de arcoíris!

Más tarde, ese mismo día, Skagway estaba lleno de turistas y tiendas abiertas. Caminando por la ciudad, notamos a una mujer marimacha de aspecto estereotipado ayudando a los visitantes. Le preguntamos si Skagway era una ciudad amigable con LGBTQ+ dada la cantidad de arcoíris que vimos a lo largo del día. Ella sonrió y nos dijo que este era el inicio del tercer Skagway Pride anual. Unos minutos más tarde, esta ciudad tuvo un pequeño pero poderoso desfile del Orgullo compuesto por cinco autos decorados con banderas arcoíris, con las drag queens y los reyes del festival. ¡Si parpadearas, te perderías el desfile!

En el evento de inauguración del Orgullo más tarde esa noche, éramos los únicos pasajeros que conocimos a varios residentes para escuchar cómo se unieron para el Skagway Pride. Fue conmovedor escuchar al alcalde compartir lo importante que era para él que la asamblea municipal aprobara una resolución que daba la bienvenida a Skagway a personas de todas las identidades de género y orientaciones sexuales.

IMG_3149Mientras caminábamos de regreso a nuestro crucero, reflexioné sobre lo que significó toda esta experiencia para mí. Ver esos artículos del arcoíris representó un pacto, una declaración o una promesa de que la pequeña ciudad de Skagway realmente les da la bienvenida a todos. Esos arcoíris reflejaron la esperanza intrínseca de que Dios estará con nosotros para ayudar a la humanidad a ser inclusiva, acogedora y amorosa.

Cuando miramos a nuestra sociedad, esa esperanza intrínseca parece cada vez más imposible. Aunque podemos elegir fácilmente el miedo, la tristeza, la confusión o incluso la ira como Noé y su familia, sabemos que eventualmente aparecerá un arcoíris. Vemos ese arco iris cuando extraños ayudan a extraños. Vemos ese arcoíris cuando las personas se ofrecen como voluntarias en un refugio, abren sus hogares, donan sus pertenencias o ayudan a otros a encontrar a sus seres queridos. Vemos ese arco iris cuando las personas pueden dejar de lado sus creencias, sus diferencias y sus puntos de vista políticos para trabajar juntos para ser inclusivos, acogedores y amorosos.

Entonces, la próxima vez que seas testigo de un “arco iris en las nubes” en forma de compasión y bondad humana, piensa en el pacto que Dios está haciendo contigo. ¿Es un pacto de protección? ¿Es un pacto de vida plena? ¿Es una alianza de amor? ¿Es un pacto de servicio? ¿Es algo más?

En todos estos años que existió la humanidad, Dios ha sostenido su arco iris. ¿Confías en que el pacto de Dios se ha hecho contigo “y con todos los seres vivientes de toda especie”?

¿Qué pacto harás para ti, para los demás y para Dios durante este tiempo de Cuaresma?

–John Huân Vũ, 18 de febrero de 2024

Fuente New Ways Ministry

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“Escuchar la llamada a la conversión”. Domingo 1 Cuaresma – B (Marcos 1,12-15)

Domingo, 18 de febrero de 2024
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IMG_3019«Convertíos, porque está cerca el reino de Dios». ¿Qué pueden decir estas palabras a un hombre o una mujer de nuestros días? A nadie nos atrae oír una llamada a la conversión. Pensamos enseguida en algo costoso y poco agradable: una ruptura que nos llevaría a una vida poco atractiva y deseable, llena solo de sacrificios y renuncia. ¿Es real mente así?

Para comenzar, el verbo griego que se traduce por «convertirse» significa en realidad «ponerse a pensar», «revisar el enfoque de nuestra vida», «reajustar la perspectiva». Las palabras de Jesús se podrían escuchar así: «Mirad si no tenéis que revisar y reajustar algo en vuestra manera de pensar y de actuar para que se cumpla en vosotros el proyecto de Dios de una vida más humana».

Si esto es así, lo primero que hay que revisar es aquello que bloquea nuestra vida. Convertirnos es «liberar la vida» eliminando miedos, egoísmos, tensiones y esclavitudes que nos impiden crecer de manera sana y armoniosa. La conversión que no produce paz y alegría no es auténtica. No nos está acercando al reino de Dios.

Hemos de revisar luego si cuidamos bien las raíces. Las grandes decisiones no sirven de nada si no alimentamos las fuentes. No se nos pide una fe sublime ni una vida perfecta; solo que vivamos confiando en el amor que Dios nos tiene. Convertirnos no es empeñarnos en ser santos, sino aprender a vivir acogiendo el reino de Dios y su justicia. Solo entonces puede comenzar en nosotros una verdadera transformación.

La vida nunca es plenitud ni éxito total. Hemos de aceptar lo «inacabado», lo que nos humilla, lo que no acertamos a corregir. Lo importante es mantener el deseo, no ceder al desaliento. Convertirnos no es vivir sin pecado, sino aprender a vivir del perdón, sin orgullo ni tristeza, sin alimentar la insatisfacción por lo que deberíamos ser y no somos. Así dice el Señor en el libro de Isaías: «Por la conversión y la calma seréis liberados» (30,15).

José Antonio Pagola

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“Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían”. Domingo 18 de febrero de 2024. Domingo primero de cuaresma

Domingo, 18 de febrero de 2024
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19-cuaresma B1 cerezoLeído en Koinonia:

Génesis 9,8-15: El pacto de Dios con Noé salvado del diluvio.
Salmo responsorial: 24:Tus sendas, Señor, son mi misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.
1Pedro 3,18-22: Actualmente os salva el bautismo.
Marcos 1,12-15:Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían.

La primera lectura, Génesis 9, contiene la «alianza de Dios con Noé». La alianza famosa, la más importante, tendrá lugar más tarde, la alianza con Abraham. La Alianza con Noé pertenece a un segundo plano de “la economía de la salvación”. ¡Nunca más habrá diluvio para destruir la tierra!, le asegura Dios a Noé (Gn 9,11). Y esta promesa va acompañada de un memorial: el arco iris, señal del nuevo pacto entre Dios y la humanidad.

¡El miedo al “diluvio” ha sido quebrado! Ahora tenemos una nueva alianza a partir de una alternativa de vida para todos los seres vivientes. El arca que ha abrigado a la familia se transforma en una gran casa acogedora de la vida, en donde el cuidado con los animales se destaca de una manera especial (Gn 9,1-7). Es la casa de la vida que coloca al ser humano en comunión con la tierra, con la naturaleza, con el cosmos.

El río Jordán, el desierto, y la Galilea son como un mismo “hilo conductor” de un desplazamiento fundamental que da inicio al evangelio de Marcos. Ahí percibimos el movimiento del reino de Dios que nos invita a movilizarnos en búsqueda de nuestros propios “lugares del Reino” donde se concreten y desarrollen nuestras opciones por la vida, por la dignificación de las personas y de las comunidades.

El río Jordán evoca grandes y significativos hechos de la historia de Israel. El más importante, sin duda, cuando Josué y el grupo del desierto atraviesan el río para entrar en la tierra prometida (Jos 3-4). Relato de los orígenes de aquel proyecto de vida igualitaria revelado por Dios a los esclavos fugitivos de Egipto. A partir de esta memoria primordial, Juan el Bautista convoca al pueblo alrededor de una nueva esperanza mesiánica. Allí también acude Jesús, procurando “las aguas de Juan”.

El desierto es muy frecuentemente mediación de discernimiento, formación y maduración en el proyecto de Dios. Jesús es llevado por el Espíritu al desierto, lugar por excelencia donde Israel aprendió a ser pueblo. Sujeto y proyecto anudados alrededor de la memoria del éxodo dando inicio al evangelio de Jesús.

Galilea es el lugar donde Jesús concreta su opción de humanidad y de humanización. Esta geografía es para Jesús el espacio vital del Reino. Es un mar, una tierra y un pueblo abierto a las naciones del entorno. Las fronteras se “cruzan” dando lugar a la inclusión de lo diverso en múltiples “misturas”. Favorabilidad donde madura e irrumpe el kairós del reino de Dios.

El paso del Jordán al desierto, plantea la articulación de movimientos mesiánicos proféticos que tienen en esos lugares, sus fuentes de inspiración y de organización. La confrontación con Satanás, como principio cósmico del mal que Marcos lo vincula con la enfermedad, la marginación y la muerte de los pobres, será para Jesús la definición de su vida por la ruta del reino de Dios. El desierto deja de ser lugar de prueba y penitencia según la tradición judía, para convertirse en lugar de aprendizaje definitivo en la confrontación y el desequilibrio. El Espíritu de Dios lleva a Jesús hasta la memoria fundacional de Israel, donde, venciendo a Satán, la vida se torna en fidelidad hacia Dios y hacia lo humano.

El simbolismo de los “cuarenta” tiene que ver con el trauma del nuevo nacimiento. Los poderes de la historia se hallan enfrentados: Jesús como principio de la humanidad liberada desde Dios, y Satanás, que es signo y causa de la muerte en el mundo. Nos hallamos frente al relato de un nuevo origen. Marcos re-escribe la historia, llevándonos del agua del bautismo a la re-construcción de la humanidad, para decirnos que Jesús está ahí apostando por una opción de vida, dignidad y felicidad humana. Pero Jesús no asume el combate solitario. Está junto con los animales y los ángeles como evocando un nuevo paraíso. El servicio angélico comunica esperanza y porta salvación. Al retomar el “paraíso” para re-iniciar el camino de lo humano, Jesús cuenta con fuerzas naturales y angelicales (la tierra y el cielo) favorables. Jesús se encuentra entre la tentación satánica y el servicio angélico. Es el dilema que permanentemente enfrentaremos. Marcos ha evocado estos poderes como en un espejo para que podamos mirarnos en ellos. Nos ha dicho lo que es tentar y servir, nos ha arraigado en la “historia original”. Ya en la historia concreta esos actores sobrenaturales desaparecen y es cuando Jesús nos enseña a servir, sirviendo a su comunidad discipular.

Obviamente, los cuarenta días del desierto no desaparecen. Duran todo el evangelio, toda la vida. Son paradigma de la contradicción y el desequilibrio que permanentemente atraviesan la historia. En la trama de la vida humana se ha venido a introducir y decidir la trama de pecado y esperanza de todos los vivientes (incluidos los animales, los ángeles y los diablos).

En definitiva, la liturgia nos presenta este evangelio del comienzo del ministerio de Jesús, por paralelo con el comienzo de la cuaresma. La Cuaresma es la vida humana… Leer más…

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18.2.24 Metanoia: Con-versión, supra-conocimiento (Mc 1, 14-15, Dom 1 Cuaresma)

Domingo, 18 de febrero de 2024
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IMG_3085Del blog de Xabier Pikaza:

Si no cambiamos de forma de pensar y vivir, de trabajar y relacionadas (en un plano ecológico, económico, afectivo, social, militar…) moriremos pronto como individuos y especie.

Del polvo venimos y al polvo cósmico volvemos (pulvis es et in pulverem reverteris), a no ser que nos convirtamos (meta-noeîte),subiendo de nivel de pensamiento y obra). Así dice la palabra clave de la cuaresma: el “plazo (kairos) se ha cumplido, llega el reino de Dios (o la muerte cósmica); convertíos y creed en el evangelio (Mc 1,14-15).

Introducción.

Esta es la palabra y experiencia clave que voy a comentar al comienzo de cuaresma, como palabra de iglesia (evangelio) que puede y debe aplicarse en un plano personal y social, familiar y eclesial, económico, político, militar. Del polvo venimos, ante la muerte estamos, a no ser que nos con-virtamos (que cambiemos de vertiente, vertedera, arada).

Así comienza el cuerpo evangelio de Marcos (Mc 1,14-15), con una formulación que vincula el mensaje/vida de Jesús básico y la teología de Pablo. Entendida en esa línea, la conversión ha sido, en formas diversas y convergentes la palabra clave de la modernidad, desde la ilustración al marxismo, desde el nazismo a Heidegger (su famosa Kehre o vuelta), desde el capitalismo a las revoluciones post-nacionales, con las “terceras olas” sexuales y afectivas, ecológicas, económicas, y los diversos tipos de dependencias y drogadicciones.  Si  no nos convertimos y cambiamos moriremos

Pequeña historia bíblica.

Entre los elementos de la religión se suelen citar la conversión o trans-formación del ser humano y de la historia (por presencia de Dios y por cambio humano), con el arrepentimiento, el perdón (vinculado a unos ritos sagrados y a la gracia de Dios) y a un tipo de mutación humana

En esa línea ha destacado el judaísmo, que ha sido y  es religión de gracia y amor (elección, alianza), siendo también religión de conversión y arrepentimiento, como muestran algunos de los textos centrales de la Biblia, desde Ex 34,5-7 y Sal 51 (¡Miserere!), hasta Lev 16 y Dan 3,23-34. En esa línea destaca el texto clave de penitencia y conversión titulado Oración de Manasésde la Biblia Griega (de algunas ediciones los LXX), escrito hacia el siglo II a.C., que ha tenido y sigue teniendo un gran influjo en el “ordo” penitencial de las iglesias, especialmente en las comunidades cristianas ortodoxas y en muchas tradiciones católica

            «Pues tú, Señor, Dios de los justos, no estableciste la conversión (metanoia) para los justos, para Abrahán, Isaac y Jacob, que no pecaron contra ti, sino que estableciste la conversión para mí, pecado porque he cometido más pecados que las arenas del mar, se han multiplicado mis culpas, Señor, se han multiplicado, y no soy digno de volver la mirada hacia la altura del cielo por la multitud de mis injusticias (OrMan 8-9). A ti pido, Señor: ¡perdóname, Señor, perdóname! Porque tú eres, oh Dios, el Dios de los que se arrepienten» (OrMan 13, libro de Joel).  

            La Oración de Manasés y el judaísmo en general)tiende a interpretar la conversión como algo que los hombres pueden realizar, por misericordia de Dios; ellos, por sí solos, serían incapaces, pero Dios ha establecido en su favor un nuevo principio de vida: les ofrece tiempo y camino de conversión. A diferencia de eso, conforme al mensaje de Jesús y a la teología de Pablo, Dios no empieza estableciendo un tiempo de conversión para los hombres, sino ofreciendo un tiempo de perdón, de manera que la conversión podrá venir después, como efecto del perdón anterior de Dios.

            Conforme a un esquema de pacto legal, la Oración de Manasés y el judaísmo rabínico en general supone que los hombres son capaces de realizar la obra buena de la conversión, de manera que la salvación empieza por ella. Así lo muestran otros  textos como la Vida de Adán-Eva, Sabiduría y los Testamentos de los XII Patriarcas. Según ellos, Dios ofrece a los judíos un camino de conversión; no les deja perderse en el pecado, no se desentiende de ellos, sino que les busca y ayuda a fin de que se transformen. Pero al final son ellos, los judíos los que deben convertirse y hacerse así merecedores del perdón. Les salva Dios, si ellos se salvan; les convierte, si ellos se convierten. Ésta es la grandeza y límite del judaísmo en su visión de lo divino. Dios necesita que el hombre se convierta, para así volverse justo.

En esa línea, OrMan define al Señor como Dios de los justos(=Theos tôn dikaiôn). No es el Dios que justifica a los pecadores, según la formulación mesiánica de de Jesús y de Pablo, sino el amigo de los que ya son justos, según la teología del judaísmo. Por eso, el pecador se debe convertir, de manera que su justicia se expresa precisamente allí donde confiesa su pecado para superarlo. Lógicamente, cuando más intensa sea su confesión de culpas mayor será su mérito.

A través de su metanoia o penitencia creadora, el pecador se vuelve justo, llegando de esa forma a ser amigo de Dios. Por eso, para mostrar su conversión tiene que multiplicar y multiplica sus palabras de confesión de pecados. En el fondo, esta OrMan nos sitúa dentro de la más fuerte retórica de confesión de culpas. En este contexto podemos hablar de una de una antropología penitencial, es decir, del hombre que llega a ser justo a través de la conversión. El pecado era destrucción del humano; la conversión es recreación. Dios quiere perdonar todo… pero necesita que los hombres se confiesen pecadores y le invoquen: ¡Perdóname, Señor, perdóname! (OrMan 13, Sal 51 ).

  Novedad de Jesús  

 En ese contexto, pero superando la obsesión penitencial de Manasés y de otros textos semejantes se sitúa el mensaje de Jesús quien,  superando la praxis penitencial de los sacerdotes (y la enseñanza de los escribas oficiales de su tiempo que aparecen como agoreros de la ira de Dios y administradores de un pequeño perdón según sus  leyes d intereses), proclama ante los pecadores un perdón gratuito, superior, antecedente, sin exigir que ellos se conviertan primero (sin necesidad de que empiecen recitando un tipo de oración como la de Manasés). Según eso, antes que hablar de un Dios de los justos hay que hablar de un Dios de los justificados,  Dios que justifica y cura, Dios que perdona y llama, potenciando así a los hombre y mujeres para que le respondan,  pero no por ley, sino por gratuidad.

Éste es el ensanchamiento de Dios, en línea de impulso de vida: Dios perdona (acoge, impulsa, promete salvación y vida) de antemano, por principio, sin exigir que los hombres cambien previamente de conducta, es decir, sin necesidad de conversión legal (sin sacerdotes o templos). Dios se ensancha introduciéndose como potencial de amor en la vida de los hombres, de forma que ellas no sólo puedan acogerle (pistis, fe),  sino que se transformen. Ese Dios no está fuera, sino que como aliento vital (Gen 2, 7) forma la parte/dimensión más honda de la vida de los hombres.

           Sobre el polvo de la tierra en que vivimos, superando el miedo cósmico y la obsesión de pecado y muerte, Dios ofrece a los hombres perdón (esto es, camino y futuro de vida),   sin exigir que empiecen haciendo hagan penitencia, ni siquiera después de haber sido perdonados. No lo hace desde fuera, por arriba, sino desde dentro de ellos: como Padre que alienta amando en sus hijos, amigo que habita por dentro en los amigos.

           Jesús empieza ofreciendo a los hombres el perdón, es decir, la vida,  confiando que ellos se “convertirán” y cambiarán, pero no por amenaza y Ley (para seguir siempre sometidos), sino por gracia, es decir, por impulso interior y comunitario de vida, en una línea de comunión de amor y esperanza de Reino (de nueva humanidad).

           En ese sentido estricto, Jesús perdona sin condiciones antecedentes (que los hombres confiesen primero sus pecados), ni consecuentes (que reparen el mal que han cometido de un modo legal, por sometimiento), pues la misma vida nueva, en fe, en comunicación gratuita es ya perdón. Dios no exige arrepentimiento al estilo de un tipo templo de Jerusalén, donde los sacerdotes perdonaban o declaraban perdonados a los arrepentidos (según la ley sagrada, conforme a un talión sacrificial), sino que se sitúa y sitúa a los hombres por encima de un modelo de ley o talión, perdonando por pura gracia de Dios,  para que así los hombres y mujeres puedan perdonarse a sí mismos a través de una vida renovada..

Un tipo  judaísmo rabínico (y después un tipo  cristianismo oficial) ha tenido a legalizar la conversión, en la línea de la Oración de Manasés, elevando a unos hombres especiales (sacerdotes, rabinos) por encima de los otros,  como ejecutores y garantes de un perdón establecido y sancionado por ley, instaurando una ley penitencial, de acción/reacción, culpa/castigo, manejada por un tipo de jueces aliados del poder..

En contra de eso, Juan Bautista había confesado ya que el pecado es demasiado grande para ser perdonado a través de un arrepentimiento. Eso significa que este mundo, cerrado en sí mismo, carece de perdón, de forma que no tiene más salida que la muerte (muerte cósmica/ecológica, muerte socia y militar etc.). Lógicamente, los hombres no pueden hacer otra cosa que “confesar sus pecados” e introducirse en el agua del bautismo, esperando el juicio de Dios, para poder entrar en la tierra prometida.

Situándose en la línea del Bautista y suponiendo que la conversión del hombre cerrado en sí resulta insuficiente,  pero añadiendo que Dios actúa, se expresa y perdona a través (desde dentro) de los hombres, Jesús proclama y ofrece ya el perdón de Dios como expresión y presencia de su Reino; no se limita a anunciar un perdón para el final del mundo sino que acoge a los pecadores y abre ante ellos un camino de vida (un Reino, una Reconciliación, un futuro de esperanza, una resurrección).

Eso significa que Jesús no ha sido un profeta de conversión, sino un mensajero de la gracia de Dios, esto es, de la gracia y esperanza humana que se expresa no sólo en el perdón de los pecados, sino en la curación de los enfermos, en la acogida de los excluidos, en la purificación de los manchados  y  en la apertura a una vida distinta de amor y de gracia, no por ley impuesta desde fuera, sino por transformación personal y social de gracia y amor.

Desde ese fondo, actúa Jesús como promotor de un movimiento de trasformación radical de la vida humana, no por imposición militar (celotas), ni por sumisión sacerdotal (templo de Jerusalén), ni por orden imperial (Roma), sino por conversión (meta-noia, supra-conocimiento, metamorfosis de acción vida en gratuidad, desde  los campesinos galileos, empezando por abajo, partiendo de los pobres y expulsados del sistema, para iniciar con ellos un camino gratuito de “conversión”, es decir, de Reino. Así lo muestra su gran proclamación, formulada de un modo clásico por Pablo y colocada por el evangelio de Marcos como principio y lema de la nueva experiencia de Dios, expresada en forma de transformación humana en un par de versos en paralelismo  sintético  de tipo creciente (Mc 1, 15):

  • se ha cumplido (llenado) el tiempo (kairos) ↔ y se ha acercado (está presente) el Reino de Dios
  • con-vertíos (metanoeite) cambiad de mente (gnosis) ↔ y creed (piestêute) en el evangelio

Se ha cumplido/llenado (peplèrôtai) el tiempo (kairos). Se ha cumplido el tiempo, que no aparece como kronos (tiempo cronológico, de astros o reloj: cronología), sino como kairos (tiempo humanizado, en la línea de acontecimiento, mutación antropológica, histórica y socia). Nosotros, occidentales modernos, que simplificamos las cosas, solemos utilizar para todo el mismo término (tiempo, time), aunque la filosofía moderna comenzó precisamente analizando los diversos sentidos de tiempo, partiendo de M. Heidegger, Sein und Zeit (Ser y tiempo, 1927), retomando motivos que habían sido analizados en otro tiempo por los clásicos bíblicos (cf. Kohelet 3).

Lo que se ha cumplido, según Mc 1, 15 no es el kronos cósmico (a pesar de Gal 4, 4: al llegar la plenitud del kronos, tiempo), sino el kairos de la historia humana.  Ese kairos (tiempo de la acción y del pecado de los hombres, tiempo de la manifestación de Dios) se había cumplido/llenado cuando Jesús anunciaba el reino: Había crecido de forma insoportable la maldad histórico/social de los hombre, se había cumplido la paciencia/esperanza de Dios.

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Jesús contra el Diablo: demonios del mundo y de la iglesia (Mc 1, 12-13)

Domingo, 18 de febrero de 2024
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Del blog de Xabier Pikaza:

El evangelio de este Dom 1 Cuaresma (Mc 1, 12-15) consta de dos partes. De la segunda (1, 14-15: Mensaje de Jesús: conversión o metanoia) traté ayer. De la primera (1, 12-13: Jesús y el Diablo) trato aquí de forma esquemática. He desarrollado el tema con mucha extensión en otros trabajos. Aquí lo presento de un modo esquemático, como introducción al evangelio de Marcos y reflexión sobre el drama de Dios y la tarea de los hombres. Buen domingo.

Texto, Marcos 1,12-15

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre animales, y los ángeles le servían.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.”

Introducción  

            Hoy comento la primera parte del texto, que retoma el  motivo del paraíso (Gen 2-3) y lo aplica a Jesús, como hombre nuevo (verdadero Adán/Eva), principio de la nueva humanidad, presentación de los dos personajes del evangelio de Marcos:  el Diablo y Jesús.  Estos son sus cuatro temas.

— Jesús estuvo en el desierto cuarenta días. Cuarenta días son el tiempo de prueba de la vida, camino que en Éxodo lleva de la esclavitud (Egipto) a la libertad de la tierra. Primitiva. Jesús es la Nueva humanidad, en él condensada, varón y mujer, judíos y gentiles. Esos cuarenta días no son tiempo “cronológico”, sino kairológico (kairos, condición de la vida humana)

— Siendo tentado por Satanás. Jesús es el Hijo (la humanidad de Dios, como acaba de decir la voz de 1,9-11). Es Dios encarnado, realizando la travesía de la humanidad. Satanás (Diablo/Tentador) forma parte de la humanidad/encarnación de Dios. Se le puede entender como condición de la finitud (Dios haciéndose tierra, vida humana) y riesgo de culpabilidad. No  un Satán Externo (Dios o diablo con cuernos y poderes cósmicos). Es la misma tentación o riesgo de la vida.

Dios no lo crea (no es creación, sino anti-creación, un tipo de antimateria). Ese Diablo/tentación es la misma prueba de la vida humana. Es por una parte lo más grande que somos/tenemos (libertad, poder dudar del mismo Dios, de nosotros mismos), siendo por otra parte lo más arriesgado y peligroso (poder de destruirnos, poder de muerte). Según eso, el Diablo/tentación forma  parte necesaria y peligrosa de nuestra vida. No es un diablo material externa, es la condición diabólico/divina de nuestra vida humana.

— Y vivía con las animales (theriôn), es decir de los animales (no de las alimañas como pone de un modo equivocado la traducción litúrgica española). Éste es el nuevo Adán, que pone nombre a los animales, como dice Gen 2-3, pero que esta sólo ante ellos y con ellos, pues no le dan verdadera compañía. La buena nueva de Jesús es un retorno de nuestro origen cósmico y animal, el descubrimiento de que somos tierra/polvo, de que somos árbol/planta, de que somos animales, ha puesto de relieve la tradición ecológica.

—Y los ángeles le servían (Mc 1, 12-13). Siendo parte del mundo animal, el hombre es parte del mundo angélico, es decir, del espíritu y palabra de Dios…Sabiendo que todo está al servicio de los hombres… Igual que los animales están al servicio de los hombres, también están a su servicio los ángeles, las “inteligencias, la vida”, como dice de un modo radical Pablo: “  todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios. (1 Cor 3, 22-23).

Esta es la nueva humanidad, condensada en Jesús, a quien el mismo Dios ha llamado (creado, instituido, como Hijo: Mc 1, 10-11) es un relato simbólico, de intenso contenido existencial, que ha de entenderse bien, pues indica la hondura abismal y la tarea de la vida de Jesús (y de los que en él creen/creemos), en términos de fondo sagrado y de intenso compromiso, como ayer mostraba. Es un texto que ha de entenderse como relato de nueva creación (como Rom 5), pero con unas  anotaciones fundamentales

  1. Este Cristo, hijo de Dios, es la humanidad entera, varón y mujer, judíos y gentiles (cf. Gal 3, 28), humanidad que no comienza en un paraíso (Gen 2-3), sino en un desierto que debemos atravesar, para convertirlo en paraíso. El mundo del que nacemos, en el crecemos no es aún paraíso, sino que es desierto que debemos convertir en paraíso.
  2. Esta nueva humanidad no se transmite por generación varón-mujer (como en Gen 2-3), sino por comunicación humana, a través de la palabra y testimonio, por humanidad compartida. No se niega la generación biológico-personal, pero se abre un tipo más alto de comunicación humana.
  3. Desde aquí (a partir de Mc 14-15: tema de la conversión, metanoia o nueva conocimiento-ser) comienza la nueva humanidad, el evangelio como conocimiento nuevo, recreación humana.
  4. Desde ese fondo hay que re-interpretar el tema de las “fieras” (animales, sería), que no son alimañas como he dicho sino el fondo animal de la vida humana… Conforme a la tradición apocalíptica, los animales puede convertirse en fieras destructoras (Dan 7), en un tipo de monstruos demoniacos.
  5. Éste es el prólogo de todo el evangelio. El conjunto de Marcos será la concreción y desarrollo de este comienzo… Este es el tema del Apocalipsis de Juan, pero expresado en forma biográfica, no de escatología consecuente.

Entorno bíblico. Los judíos, un pueblo experto en “satanismo ·

IMG_3147División de “espíritus”. Israel ha trazado una separación de campos: ángeles y demonios han dejado de ser equivalentes: Partiendo de un dualismo moral, que adquiere caracteres muy intensos, los ángeles se muestran como poderes buenos, al servicio de Dios y para ayuda de los hombres; los demonios son, en cambio, negativos, destructores.

a) La separación de campos no llega al dualismo teológico: El Diablo no tiene verdadera categoría de antidiós; es simplemente un principio del mal que en ámbito de cosmos y, sobre todo, en un plano de división antropológica. Lo demoníaco forma parte de una historia humana que se destruye a sí misma.

b) Jerarquización de lo demoníaco: El ámbito de poderes o espíritus perversos se halla dominado y dirigido por un príncipe del mal que ha recibido el nombre de Satán, Mastema, Diábolos o Diablo, Belial y Beelzebú, según las tradiciones; los demonios son sus ayudantes y seguidores, son la expresión concreta de lo demoníaco/satánico en la vida de los hombres.

c) Ángeles y demonios realizan (simbolizan) funciones contrarias que se centran, básicamente, en estos cinco espacios: sostenimiento o destrucción de la vida humana, apertura y cierre de la historia, origen del mal, libertad o esclavitid del cosmos, plenitud  (cielo, resurrección) o destrucción de la vida humana (muerte, infierno: retorno al abismo/caos del que ha surgido la humanidad de Dios por medio de la palabra y el amor).

d) Conclusión cristiana: Jesús, gran ángel encarnado en la historia, Hijo de Dios. El Nuevo Testamento reasume esos rasgos y supone esas funciones, pero las transforma y retraduce de una forma que juzgamos decisiva. Para ello, significativamente, rompe el paralelo entre los dos espacios: quien se enfrenta con lo demoníaco no es ya el mundo de los ángeles, sino el mismo Hijo de Dios, que es Jesucristo. Por eso, los ángeles pierden su importancia, al menos desde un punto de vista teológico; la función que ellos podían realizar, como enviados de Dios y amigos de los hombres, vienen a cumplirla Cristo y el Espíritu.

Teología satánica del Antiguo Testamento. Las tres perversiones

             Entre los ángeles que forman la corte de Yahvé y que de acuerdo con la vieja terminología politeísta reciben el nombre de sus «hijos», debe haber como en las cortes de este mundo un funcionario que defienda el interés de Dios y observe los pecados de los hombres, acusándoles delante de su trono. Tal es el personaje que aparece en Job 1 y que se llama, con su nombre de trabajo, el «satán», que significa «aquel que prueba» o adversario.

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