Comentarios desactivados en Vivir en la Luz de la comprensión
Fiesta de Navidad
25 diciembre 2022
Jn 1, 1-18
Fuera de la comprensión, todo es oscuridad y, en consecuencia, confusión y sufrimiento. Por el contrario, la comprensión es luz, claridad y liberación. Por lo que no resulta exagerado afirmar que todo se ventila en ella, y que solo ella aporta plenitud de vida.
Pero “comprender” no se reduce a “entender”. No es, por tanto, una actividad exclusivamente mental. La mente se mueve en el mundo de los objetos –“objeto” es todo aquello que puede ser observado- y trata de entenderlos por medio del análisis y la reflexión. Es una tarea imprescindible. Sin embargo, si nos reducimos a ella, quedamos encerrados en la peor ignorancia.
Comprender equivale a “ver”. Y así lo recoge la raíz sánscrita “vid”, de donde viene el verbo latino “video” = “yo veo”. “Vid” significa, a la vez, “conocer” y “ver”. Esta es la comprensión de la que hablamos. Y no llegamos a ella a través de la mente, sino más bien al contrario, en el silencio de la mente, en una atención desnuda que transciende el plano de las formas u objetos.
Comprender significa saber de manera experiencial qué somos; permanecemos en la ignorancia mientras lo desconocemos, tomándonos por lo que no somos. Dicho brevemente: si el autoconocimiento es el principio de la sabiduría, la identificación con el yo es el principio de la ignorancia.
Ahora bien, la comprensión no se halla al alcance de la mente, porque esta nunca podrá conducirnos más allá de ella misma. La comprensión no se conquista; se recibe. Lo que cabe hacer es desarrollar aquellas actitudes y capacidades que puedan “disponernos” a recibirla.
¿Qué hacer? Podría resumirlo en cuatro palabras: atender, indagar, experimentar y silenciarse. En concreto, se trata de desarrollar la capacidad de atender; indagar a partir de la primera pregunta “¿Qué soy yo?”, abriéndome a descubrir qué soy más allá de lo que pienso ser; experimentar en nuestra vida cotidiana qué ocurre cuando vivo las circunstancias creyendo que soy un yo particular o cuando las vivo desde la “hipótesis” de que mi identidad profunda es la consciencia una, la vida misma, la totalidad; practicar y saborear el silencio de la mente, permaneciendo en quietud, más allá de las formas.
¿Me conformo con “entender” (pensar) o estoy abierto/a a “comprender”?
Comentarios desactivados en Una vez que Dios había pronunciado su palabra en su Hijo, ya no tenía más que decir. (S Juan de la Cruz)
Del blog de Tomás Muro La verdad es Libre:
Meditación en la Navidad
01.- En el principio.
San Juan piensa y redacta su evangelio teniendo como transfondo el Génesis y la creación de una nueva humanidad.
o Si al comienzo la tierra era un caos (Génesis) en el evangelio de Juan desde principio existía el orden, la palabra (Logos – razón, sentido): todo tiene un sentido por principio, todo está bien creado y en orden.
También nuestra vida al inicio es un mundo a realizar, a recorrer a llenar de orden y sentido.
La Palabra, JesuCristo, se encarna para crear una nueva humanidad, que no es un caos, sino que es vida, luz y sentido.
Si la vida no tuviese sentido, Dios no la habría creado.
Recordemos el espléndido y delicado texto del libro de la Sabiduría, que dice:
Tú, Señor, amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho, pues, si algo hubieses odiado, no lo habrías creado. Y ¿cómo subsistirían las cosas y los seres si no hubieses querido? ¿Cómo conservarían su existencia si Tú no las hubieses llamado? Pero Tú a todos perdonas, porque son tuyos, Señor que amas la vida. (Sabiduría 11,24-26).
La palabra era Vida. San Juan no emplea en su Evangelio la expresión Reino (de Dios o de los cielos), la sustituye por el término “vida”. Emplea 37 veces la expresión “vida”.
Toda la creación es un canto a la vida. La Palabra era creación, creatividad y vida.
¿Trato de crear vida en mi existencia
La Palabra era luz: La vida y la luz se hacen presentes de nuevo en la humanidad y es lo que celebramos en Navidad: Cristo es el nuevo Adán, está naciendo una nueva humanidad.
Vendrán oscuridades y tempestades, pero la luz está en medio de nosotros.
En el principio existía no un caos, confusión y oscuridad, sino la Palabra y la luz.
02.- Vivimos en la nada.
Mucho han cambiado las cosas para que llegáramos a finales del siglo XIX (Nietzsche) y hasta nuestros días, para afirmar y vivir en:
Al principio era el absurdo,
y el absurdo era Dios
y Dios era el absurdo. [1]
¿No se ha tornado absurda la vida del ser humano postmoderno? Nietzsche nos “aconsejaba” vivir en la nada, porque no hay nada, ni Dios, ni valores, ni criterios. ¿No es ese el estilo y “modus vivendi” del momento cultural que hoy estamos viviendo? ¿No hay un gran vacío en los planes de educación, en la Universidad, en los medios de comunicación, en la vida socio-política?
principio en la tradición creyente significa que el Universo, la existencia, nuestra vida está llena de sentido.
¿Mi vida transcurre por los “espacios siderales” de nada o vivo y transmito sentido y horizontes en mi vida?
03.- Logos: Palabra: verbo: Xto.
La Palabra de Dios no es un “vademecum” de verdades religiosas, sino que la Palabra de Dios es JesuCristo. Lo que Dios quería decir al ser humano es JesuCristo.
San Juan de la Cruz (1542-1591) lo dice espléndidamente: una vez que Dios había pronunciado su palabra en su Hijo, ya no tenía más que decir.
Pon los ojos sólo en Él, porque en Él lo tengo todo dicho y revelado. Él es toda mi Palabra y respuesta. [2]
04.- La Palabra era y es luz y vida.
JesuCristo es la luz y la vida de Dios: son vivencias de fe expresadas continuamente en san Juan.
En Jesús, ya entre nosotros, comienza una nueva manera de ser persona. Pilato no se equivocó cuando lo presentó al pueblo: “Aquí tenéis al hombre: Ecce homo, (Jn 19,5). JesuCristo es una semilla débil, pero llena de vida y ha caído en el surco de nuestra tierra, en nuestro barro para sembrar vida.
La Navidad es un momento para encontrarse con la debilidad, que es luz y vida. Y en la fragilidad de Jesús y de los débiles, Dios se hizo humanidad.
“Dios es como el sol”, no lo podemos mirar porque quema nuestras pupilas. Es una luz demasiado intensa. Necesitamos un filtro y un camino para “ver” a Dios. Tal camino es JesuCristo pobre y débil (sarx). En Él vemos reflejado a Dios.
La debilidad de Dios hecho ser humano transparenta a Dios. Los cristianos (si lo somos) vemos a Dios y estamos con Dios, cuando “tocamos” periferias, pateras, pobreza.
La palabra, la luz y la vida se hicieron presentes en JesuCristo.
[1] F Nietzsche, Así habló Zaratustra.
[2] San Juan de la Cruz: Subida al Monte Carmelo, II, 22,5.
Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré
El Señor habló a Moisés:
“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:
“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.
Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”
*
Salmo responsorial: 66
El Señor tenga piedad y nos bendiga.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.
*
Gálatas 4,4-7
Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
*
Lucas 2,16-21
Encontraron a María y a José, y al niño.
A los ocho días, le pusieron por nombre JesúsEn aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.
Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios.
Comentarios desactivados en “Dios encarnado”. Santa María, Madre de Dios – C (Lucas 2,16-21)
La Navidad nos obliga a revisar ideas e imágenes que habitualmente tenemos de Dios, pero que nos impiden acercarnos a su verdadero rostro. Dios no se deja aprisionar en nuestros esquemas y moldes de pensamiento. No sigue los caminos que nosotros le marcamos. Dios es imprevisible.
Lo imaginamos fuerte y poderoso, majestuoso y omnipotente, pero él se nos ofrece en la fragilidad de un niño débil, nacido en la más absoluta sencillez y pobreza. Lo colocamos casi siempre en lo extraordinario, prodigioso y sorprendente, pero él se nos presenta en lo cotidiano, en lo normal y ordinario. Lo imaginamos grande y lejano, y él se nos hace pequeño y cercano.
No. Este Dios encarnado en el niño de Belén no es el que nosotros hubiéramos esperado. No está a la altura de lo que nosotros hubiéramos imaginado. Este Dios nos puede decepcionar. Sin embargo, ¿no es precisamente este Dios cercano el que necesitamos junto a nosotros? ¿No es esta cercanía a lo humano la que mejor revela el verdadero misterio de Dios? ¿No se manifiesta en la debilidad de este niño su verdadera grandeza?
La Navidad nos recuerda que la presencia de Dios no responde siempre a nuestras expectativas, pues se nos ofrece donde nosotros menos lo esperamos. Ciertamente hemos de buscarlo en la oración y el silencio, en la superación del egoísmo, en la vida fiel y obediente a su voluntad, pero Dios se nos puede ofrecer cuando quiere y como quiere, incluso en lo más ordinario y común de la vida.
Ahora sabemos que lo podemos encontrar en cualquier ser indefenso y débil que necesita de nuestra acogida. Puede estar en las lágrimas de un niño o en la soledad de un anciano. En el rostro de cualquier hermano podemos descubrir la presencia de ese Dios que ha querido encarnarse en lo humano.
Esta es la fe revolucionaria de la Navidad, el escándalo más grande del cristianismo, expresado de manera lapidaria por Pablo: «Cristo, a pesar de su condición divina, no se aferró a su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de siervo, haciéndose uno de tantos y presentándose como simple hombre» (Filipenses 2,6-7).
El Dios cristiano no es un Dios desencarnado, lejano e inaccesible. Es un Dios encarnado, próximo, cercano. Un Dios al que podemos tocar de alguna manera siempre que tocamos lo humano.
Comentarios desactivados en Octava de Pascua, la fiesta de María 1.1.22. Santa María, madre de Dios: Iniciadora, Amiga, Hermana (Propuesta mariana para el 2022)
Del blog de Xabier Pikaza:
El Año del Señor a.D. (anno Domini) 2022, ha comenzado con la Solemnidad de María, Madre de Dios, a quien la tradición ha llamado Ianua Coeli, Puerta del Cieloy Virgen de Enero, mes de la Puerta del Cielo, Ianua Coeli Dios que es María.
Pero de hecho, siendo la más importante de las fiestas de María (viene del IV d.C.) apenas se conoce, pues, gran parte del mundo católico pasa directamente de la Navidad a la Epifanía (Reyes).
Es una fiesta antigua, reinstaurada tras el Vaticano II y fechada (con el nuevo Ordo Litúrgico) el 1 de Enero, Octava de la Navidad, que solía dedicarse a la Circuncisión de Jesús.
Es importante recuperar la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (del siglo IV-V d.C.) y así lo hago insistiendo en tres de sus notas y presentándolas como deseos (propuestas) eclesiales para el año 2022.
| X. Pikaza
ntroducción
Ésta es una fiesta poco conocida. Eso se debe, quizá, a que la renovación litúrgica del Vaticano II no ha culminado y al hecho de que los nuevos movimientos apostólicos (como Acción católica, Caritas, HOAC, Cristianos por el Socialismo, Hijas de María, Legión de María, Opus Dei, Cursillos de Cristiandad, Neopentecostales, Neocatecumenales, Focolares, Comunión y Liberación, Comunidad de San Egidio, Legionarios etc.), variados y distintos entre sí, no han creado ni impulsado, que yo sepa, una nueva y verdadera mariología (devoción mariana), que pueda encarnarse en formas populares.
Por otra parte, el “marianismo” de algunos de algunos movimientos resulta menos evangélico (incluso regresivo), no logra conectar con el movimiento de Reino de Jesús, ni con la nueva misión la Iglesia, en línea de gozo real de la vida, de amor-amistad, en valoración de la mujer, fraternidad y justicia etc.
Por poner un ejemplo, el último libro “serio” sobre mariología publicado en castellano es el Nuevo Diccionario, del año 1988. Desde entonces estamos en un desierto, con fugaces espejismos que el viento borra en un momento, y con una mariología a servicio de un poder y de una devoción poco evangélica.
Evidentemente, no se puede resolver el tema de un modo general, aunque pienso que puedo ofrecer algunas indicaciones, en la línea de un trabajo publicado en RD sobre la devoción mariana, con la semblanza sobre el Diccionario de Mariología y lo que he dicho ayer sobre el fin de año con María. En ese contexto quiero presentar de nuevo unas ideas tomadas de la entrada “Libertad”, que publique en el diccionario. Tres son, a mi juicio, los rasgos que puede destacar esta fiesta de Santa María, Madre de Dios, puerta de enero, puerta de renovación cristiana este año 2022:
1.María es, ante todo, iniciadora de Fiesta, como destaca Jn 2, en el relato de las Bodas de Caná. Ella “pone en marcha” la celebración del Reino de Jesús, el paso del agua de las purificaciones penitenciales al vino de la vida. Seguimos en una iglesia más penitencial y legalista que festiva. No proclamamos y vivimos el evangelio como fiesta de vino y libertad. Es como si María no estuviera ya en Caná de Galilea.
2.María es, en segundo lugar, madre-amiga del discípulo amado, amiga de los creyentes de Jesús, como ha puesto de relieve Jn 19, 25-27: Ella forma parte de la “casa del amigo”, de los compañeros de Jesús que tienen en el mundo la tarea de celebrar el amor. Ella parece secuestrada por una iglesia de observantes legales “pietistas”, pero sin humanidad. No parece tampoco que éste sea animadora y amiga de los que aman la vida y la regalan a los otros.
3.María es, finalmente, la hermana más significativa de los hermanos de Jesús, que forman la iglesia, conforme al relato de Pentecostés (Hch 1,12-14). Según el texto de los Hechos ella está entre todos y con todos (apóstoles, parientes de Jesús y las mujeres amigas), como hermana universal, la gran Hermana, como signo de arraiga en la vida y de entrega por la comunión de todos.
Éstos son mis deseos “marianos” para el 2022, con María, Madre de Dios: (a) que se extienda la fiesta del vino de la vida a todos los “impotentes y oprimidos” afectivos, sociales… (b) Que se extienda la iglesia del “amado”, que se extienda por la Iglesia la comunidad de los aman y son amados. (c) Que triunfe la fraternidad, entre todos, apóstoles, hermanos de Jesús, mujeres… Leer más…
Comenzamos el año de estas dos maneras: contemplando a María de Nazareth como madre de Jesús, Dios y hombre, y orando por la paz. Si tenemos en cuenta que Jesús es el príncipe de la paz, enseguida nos puede venir la idea de que su madre sería la reina de la paz. Por pura lógica; lógica puramente humana.
Muchas veces se nos olvida que la lógica de Dios va por otra parte muy diferente a la nuestra. Tiene mucho que ver, o todo, mejor dicho, que ver con el amor, la humildad y la sencillez. No se trata de títulos, riquezas, ni de adornos; tampoco de tener ni de hacer. Va más bien por ser, solo y complicadamente: ser y dejarse hacer.
Volvamos de nuevo nuestra mirada hacia María, la mujer bendita de Nazareth. Para ello te propongo una imagen y una canción. La imagen nos sitúa en Israel, concretamente Ain Karen, en el lugar en el que la tradición cristiana ubica el encuentro de María con su prima Isabel. Se trata de una escultura que representa a dos mujeres judías embarazadas, una frente a otra agarrándose con ternura. No hay distinción entre ambas, ni adornos, ni riquezas. Nada indica quién es quién.
En cuanto a la canción, describe ese encuentro y bien podría ser la banda sonora de la imagen anterior: “Risas en el aire, gozo hecho canción; música de encuentro, danza de dos cuerpos al ritmo de un abrazo, dos vidas multiplicadas por el AMOR…”. Ser y dejarse hacer.
Así es María de Nazareth, toda una mujer de paz; la que guarda en su corazón diversos momentos, situaciones, sean buenos o no tan buenos, y no deja que pasen sin más, sino que vuelve a ellos para mirarlos con ternura.
Oración
Trinidad Santa, bendícenos y guárdanos;
haz brillar tu rostro sobre nosotras y concédenos tu favor;
Comentarios desactivados en Año nuevo María madre: Dios está más allá del concepto de Padre y de Madre
Lc 2, 16-21
Hoy tenemos cuatro frentes abiertos: La circuncisión, la paz, María Madre y el tiempo. Empezaremos hablando de la circuncisión. Era el signo de pertenencia del pueblo judío. Para nosotros es imposible tomar conciencia de lo que la circuncisión significó y sigue significando para un judío. Es mucho más que un rito de iniciación. Significa la seña de identidad religiosa. Debemos desmontar el mito del “pueblo judío”: un examen genético ha demostrado que no hay tal raza judía. Los judíos no vinieron de ninguna parte. Surgieron en la misma Palestina y se fueron aislando del resto. No tienen por padre a Abrahám ni a David. Tampoco es realista hablar de pueblo elegido.
La paz está en boca de todos, pero a nadie le interesa afrontar los retos que plantea. Todos pedimos a Dios que nos libre de la guerra, de los conflictos, de las peleas, pero no estamos dispuestos a exigir en nuestro entorno justicia y libertad que son las condiciones de una auténtica paz. Luchar por la paz haciendo la guerra, garantiza el fracaso. El concepto de guerra preventiva es perverso. El ser humano se puede defender de toda agresión sin tener que luchar contra nada ni contra nadie.
Juan XXIII, en su encíclica “Pacis in terris”, advirtió que la paz será la consecuencia de la Verdad, la Justicia, la Libertad y el amor. Esto lleva consigo tener claro que ningún ser humano es más que otro. Mientras no nos enteremos de esto, mientras haya un solo hombre, grupo o nación que se sienta superior, no podrá haber paz. Esta utopía debía ser el fundamento de toda relación humana. Hay muchas personas que intentamos ser justos, ser amables, ser comprensivos, pero con la condición de que no se ponga en duda nuestra superioridad. Esta postura es de auténtica hipocresía.
Unos buscamos la paz de los cementerios: ¡Que nadie se mueva! ¡Ay de aquel que se atreva a vivir! Ahí están los “vivos” de siempre, impidiendo el más ligero signo de vida a los demás. Otros nos contentamos con la paz romana: todos bajo la bota del imperio. Una paz que responde a la ley del más fuerte, sostenida con las armas. Que mueren personas inocentes, “daños colaterales”. Que quedan seres humanos destrozados, da lo mismo, lo importante es cumplir el objetivo. Paz conseguida gracias a que la inmensa mayoría no tiene capacidad de reivindicar los más elementales derechos y libertades.
La que debíamos buscar todos es la paz-armonía, fruto de la Justicia. Pero el mayor enemigo de la justicia es la legalidad que unos pocos privilegiados imponemos a todos, buscando siempre nuestro provecho. ¿Qué pasaría si las leyes del comercio mundial las hicieran los países más pobres, los que pasan hambre hasta la muerte? El primer objetivo de las grandes coaliciones entre las naciones es defender sus intereses económicos. ¿Contra quién? Es demencial. Y encima tenemos que estar oyendo todos los días que somos los buenos. ¡Qué iba a ser del mundo, si no fuera por nosotros!
María Madre. Es la fiesta más antigua de María que se conoce. Pablo VI la recuperó del olvido. Es bonito empezar el año mirando a María Madre, sobre todo si aprendemos a verla sin capisayos ni abalorios. Se cree que la primera imagen que se tuvo de Dios fue la de Madre. María suple las carencias que conllevaba la idea de un Dios exclusivamente Padre. La maternidad de María es un dogma, definido en Éfeso en el 431. Es interesante constatar que ese dogma tuvo que ser aclarado y en cierto modo limitado, veinte años después por el concilio de Calcedonia (451) afirmando que María era madre de Dios “en cuanto a su humanidad”. Seguimos interpretando mal lo que el dogma quiso decir.
El dogma se definió para confirmar que el fruto del parto de María fue una única persona, contra la tesis nestoriana que afirmaba dos personas en Jesús. Fue una definición cristología, no mariológica. María no era aún motivo de la reflexión teológica. No debemos olvidar que este concilio lo promovió Nestóreo para condenar a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo y por lo tanto que María era, con pleno sentido, madre de Jesús. A punto estuvo de condenarse como herejía el dogma definido.
La expresión “Theotokos” (que pare a Dios) se ha entendido mal, porque no se ha tenido en cuenta el sentido de la palabra en aquel contexto. Es ejemplo de cómo, conservando la palabra, estamos diciendo algo completamente distinto de lo que se quiso definir. En aquella época se creía que la nueva criatura procedía solo del padre. La madre no tenía otra misión que la de ser recipiente donde se desarrollaba la semilla. No se tenía ningún inconveniente en aceptar que alguien pudiera ser hijo de un dios naciendo de una mujer.
En la concepción de Jesús, no podemos mezclar lo biológico y lo divino. Se trata de dos planos de naturaleza distinta que no tienen posibilidad de interferir uno en otro. En el orden espiritual, lo biológico no tiene ninguna importancia. Hay que defender con rotundidad que lo que Jesús fue y significó solo podía ser obra del Espíritu. Eso nadie lo pone en duda. En los relatos del nacimiento y bautismo se ve con claridad: “Concebido por el Espíritu Santo”; “Nacido del Espíritu Santo”; “Ungido por el Espíritu Santo”; “Movido por el Espíritu Santo”; “El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada”.
Lo que estamos celebrando es que María hace presente a Dios (Emmanuel). S. Agustín dice que María fue madre de Dios, no por su relación biológica, sino por haber aceptado el proyecto de Dios. En eso, María puede seguir siendo modelo porque todos tenemos a Dios en el centro de nuestro ser y todos tenemos que dar a luz a Dios (Eckhart). Los primeros padres llamaban a la Iglesia partera, porque su misión era ayudar a los seres humanos a alumbrar a Dios. Dios sigue dándose a todos y cada uno de los hombres. Experimentar ese don es la tarea más importante que puede llevar a cabo un ser humano.
El cuarto tema es el tiempo (Año Nuevo). El comienzo del año nos tiene que hacer pensar en el tiempo y en la eternidad. Como seres construidos de materia, formamos parte del tiempo, del devenir, de la evolución. Pero a la vez, la eternidad, de alguna manera, nos está atravesando. Si camináramos por el tiempo con los ojos bien abiertos, descubriríamos horizontes de eternidad en la misma temporalidad. El concepto de eternidad que manejamos, como algo que está más allá del tiempo, nos está jugando una mala pasada. Alcanzaremos la eternidad sumergiéndonos en la temporalidad hasta el fondo.
En el NT se manejan dos conceptos muy distintos de tiempo. Uno es “Chronos” el tiempo astronómico (la medida del movimiento), que nos permite conectar con la realidad material y sentirnos inmersos en la contingencia. El otro concepto es el “Kairos”, que sería el tiempo psicológico o espiritual. Este nos permite ir más allá de lo temporal y experimentar en cualquier momento lo trascendente, lo divino, la eternidad. Para nuestra mente cartesiana es imposible hacernos a esta idea, pero es la base de la espiritualidad.
Meditación
Para saber dónde estoy, debo saber de donde vengo y a donde voy.
El presente consciente incluye el pasado.
El futuro está ya en el presente de la persona despierta.
La figura de María Madre nos ayuda a comprender a Dios. Dios Padre = poder, autoridad, exigencia; seguridad externa. Dios Madre = acogida, comprensión, cariño, seguridad interna.
Comentarios desactivados en María arquetipo de una espiritualidad para nuestro tiempo.
(Definimos arquetipo como prototipo ideal que sirve como ejemplo o pauta para reproducirlo).
Hoy, primer día del año 2022. Empieza un año en nuestro calendario: para la fe, es una continuidad, para el planeta es una millonésima de segundo en el conjunto de los billones de años del Universo. Y aquí estamos, muy puestos en decidir quién es quién en el conjunto de nuestro planeta: Quién toma las decisiones de quién vive y quién se extingue… también en la comunidad cristiana, nuestras decisiones pueden decidir quién se conecta con el Dios Vivo o quién sigue apoyando una religiosidad moribunda.
Y la liturgia de hoy nos viene enmarcada en una gran Bendición o decir-bien, de todo, y ello nos recuerda el deseo y cariño de una madre, lo que necesitamos ser para gestar la nueva humanidad. Empieza así:
…El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor;
el Señor se fije en ti,
y te conceda la paz.
(Números 6, 22-27)
El tiempo actual no es muy distinto del de los orígenes del Cristianismo, por su complejidad socio-política y también religiosa.
El Evangelio de Lucas nos cuenta al principio de su relato que un anuncio al sacerdote del templo, Zacarías, no acogido, le deja mudo, porque interrumpe la comunicación con Dios al no fiarse de su Palabra, él, el que rezaba en nombre de todo el pueblo.
Entiendo la mudez también como el que hablando no dice nada, homilías repetitivas… ausencia de profetismo también en los responsables del templo de hoy.
La mudez de Zacarías, contrasta con la fe de su anciana esposa, que se atreve a creer contra toda lógica, y concibe y da a luz a un profeta, el cual, aprendió de su madre a serlo, anunciando con su vida que venía otro a quien él sólo preparaba el camino.
Esta fue la experiencia de Isabel, que recibe la visita inesperada de Miriam de Nazaret que también está gestando la vida que viene del Espíritu- Ruah.
Ellas toman otra ruta, y fecundadas por el Espíritu del Dios vivo, caminan y corren y se abrazan y danzan y denuncian la injusticia, anunciando un tiempo nuevo.
Isabel acoge el anuncio, y también la joven Miriam, quién a diferencia de Zacarías –el cual pide garantías– pregunta con inteligencia y apertura, cómo será aquello, y en ese diálogo –primera escuela de oración cristiana– la mujer de tú a tú con Dios, es la que propicia la presencia humana del Abba: Jesús.
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer… como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: Abbá, Padre. Así que ya no eres siervo sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios (Gal 4,4-7)
Los signos son para que entendamos por dónde anda Abba. Y nos hablan de una cueva, lugar que solemos esconder, tal vez lo identificamos con nuestra sombra, sin saber que ahí está la luz. Y nos hablan de unos astrólogos que siguiendo las estrellas se encuentran con Su estrella. Y nos dicen por dónde ir para encontrarla y por donde no ir.
Está claro, el único camino es el que evitamos.
Evitamos bajar a nuestra cueva, evitamos la intemperie por donde andan los pastores, los que también se dejan acompañar por las estrellas.
¡Qué poco nos gusta la noche! y sin embargo, es en el único espacio donde se pueden contemplar y disfrutar de las estrellas. Sólo que haya una luz artificial, ya brillan menos, y como consecuencia, nos cuesta discernir por dónde seguir.
Y nos dice Lucas, que la señal es encontrar a un niño envuelto en pañales…maravillosa descripción de la humanidad de Dios. Y a una chica: María que conservaba el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior (Lc 2,19).
Y yo sugiero que esta es una señal para nuestro mundo vacío de espiritualidad, cansado de una religión casi muda, o a veces, preferentemente muda.
La señal es que al inicio del cristianismo, está UNA MUJER QUE MEDITA.
Ella nos lo dice todo. Este es el arquetipo que hemos obviado y que mientras no lo atendamos y cultivemos, no veremos las estrellas, ni niños en las fronteras, ni mujeres consagrando la vida. Tampoco la madre de Jesús es digna del sacerdocio, por ser mujer (???)
Ella consagra su vida a educar al que nos dará la siguiente clave, la que llena la meditación silenciosa de Vida y futuro:
Al principio ya existía la Palabra, y la palabra era Dios. Ella contenía vida y la vida era la luz para la humanidad: esa luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la ha apagado… a los que la aceptan los hace capaces de hacerse hijos de Dios: a esos que mantienen la adhesión a su persona… (Jn 1, 1ss)
María encuentra en el silencio reflexivo el consuelo, el camino y la fuerza para gestar la Palabra, como nosotros, cuando oramos desde el silencio, escuchando la Palabra que, como en ella, toma la forma del Cristo.
María nos abre el camino, hoy, primer día de un año, que se nos regala, y que es un gran interrogante, para que lo vivamos en plenitud, como hijas de Dios.
Que el Señor nos bendiga y proteja. Que nos ilumine y se fije en nosotrxs para que merezcamos ser llamadxs hijxs de Dios.
La meditación es la llave que abre la puerta a la cueva y que nos conduce a la Fuente. Es en ese silencio donde nos unimos con todas las personas de bien, de todas las religiones y espiritualidades, que han descubierto ahí la vida. Es la gran herramienta que puede enderezar el eje de nuestra vida y el del Planeta. Y, como siempre, todo empieza con una mujer. Feliz Año todas las mujeres, que como María de Nazaret bendecís, consagráis, predicáis, acompañáis la Vida.
Comentarios desactivados en TEMPUS FUGIT: no todos los contemporáneos somos coetáneos.
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
1.- Feliz año nuevo.
En primer lugar: feliz tiempo, un año nuevo sereno, una vida tranquila en el Señor.
Los seres humanos necesitamos fragmentar el tiempo para estructurar la vida, para romper el hastío del eterno retorno. Por eso organizamos el trabajo, las fiestas, las celebraciones.
Posiblemente el primer calendario está ya en el Génesis. Dios crea los astros de los que el hombre se ha servido para medir el tiempo, los ritmos de la vida, el día la noche. Al mismo tiempo encontramos una medición mítica de la semana y del trabajo: el primer día, el segundo, tercero, etc… y el séptimo descansó.
2.- Entre cronómetros y vivencias.
El tiempo: cuestión cultural
El tiempo es una cuestión cultural y comunitaria y ello en dos sentidos:
Todos vivimos al mismo tiempo, aunque no todos los que vivimos el mismo tiempo somos coetáneos. En el siglo XXI hay personas que viven en otra edad, en el siglo XVI, otros se han apuntalado en el XIX, etc. No todos los contemporáneos, somos coetáneos.
Por otra parte, el tiempo es una vivencia común y social de la realidad: trabajamos, celebramos las fiestas en común: los cristianos, el domingo; los judíos, el sábado, el Islam: los viernes.
3.- El telescopio espacial James Webb de la NASA
El día de Navidad se lanzó al espacio desde la Guayana Francesa un gran telescopio en el cohete Ariane 5; es una notable hazaña de ingeniería astronómica, que estará observando el espacio durante unos cinco años y nos ofrecerá muchos datos sobre el origen del Universo (pluriversos), pero al final nos quedará la gran cuestión, ¿quién, cuándo y cómo nació y puso en marcha los espacios siderales? ¿Cómo se produjo el paso de la nada al ser? ¿La materia es eterna?
Admitiendo de buen grado los datos que aportará la ciencia, los cristianos creemos que en el principio del tiempo y del espacio, estabas Tú, Señor, y al final del tiempo y del espacio, también estás tú, Señor. Cristo alfa y omega, principio y fin.
4.- Tiempo cronológico y tiempo vivido
Esta media noche las cadenas de televisión y radio nos han retransmitido con tanta precisión como estupidez las doce campanadas y, matemáticamente nos han dicho que ya estamos en el año 2022.
Una cosa es el reloj, el cronómetro, las campanadas, el calendario y otra muy distinta el tiempo vivido.
El tiempo cronológico es algo distinto al tiempo vivido. Cuando uno está enfermo el tiempo es “eterno” y no pasa nunca. Cuando estamos sumidos en un problema, un conflicto, el tiempo es infinitamente más largo a cuando estamos en una situación amable, más o menos feliz.
No es lo mismo el tiempo cronológico, que el tiempo vivido.
5.- Tiempo cronológico y tiempo salvífico
Al tiempo vivido serenamente como salvación se le denomina kairós: tiempo salvífico.
El tiempo vivido como salvación tiene una duración amable o, cuando menos, llena de sentido.
6.- María meditaba y guardaba todas las cosas en su corazón.
No es una cuestión fácil de dilucidar qué es el tiempo. Si no me preguntas, sé lo que es; en cuanto me preguntas, no sé lo que es, decía san Agustín
Podíamos pensar que el tiempo es una cristalización, una densidad del transcurrir humano. El tiempo en realidad somos nosotros mismos, la memoria, “nuestra alma es el aula del tiempo” (San Agustín).
María vio y vivió muchos acontecimientos que no entendía, o que seguramente le chocaban mucho, por eso fue la “primera creyente”. Desde el nacimiento de su hijo, Jesús, hasta su muerte (y resurrección), muchas cosas le resultaban chocantes e inexplicables. De ahí que María guardaba todas estas cosas en su corazón y les daría más de cuatro vueltas.
María guardaba en su corazón lo vivido en el tiempo. La memoria, el corazón son el lugar del tiempo, de lo vivido, del kairós.
7.- El consuelo del tempo es el mérito.
Hay expresiones un tanto significativas y algo negativas sobre cómo vivimos el tiempo: “pasatiempos”, “matar el tiempo”.
La fugacidad del tiempo nos causa una cierta desazón, porque vamos perdiendo facultades, envejecemos, se nos olvidan las cosas, por otra parte un refrán dice: “no hay veinte años feos, ni sesenta bonitos”, etc. Quisiéramos amarrar el tiempo, pero no podemos. El tiempo se nos escapa como el agua entre las manos.
El tiempo pasa rápido, tempus fugit, pero lo realizado queda,permanece. Cuando se vive con intensidad y trabajo, la existencia queda llena de mérito. El consuelo del tiempo es lo realizado, no el éxito, pero sí el mérito de lo realizado.Los minutos y los años pasan, lo vivido y realizado, queda.
8.- Como María.
En estos días, y en el transcurrir de nuestra vida, tengamos la actitud de María, que meditaba todas estas cosas, guardándolas en su corazón.
Comentarios desactivados en Los ángeles cantan, María medita, se encarna Dios (Vigilia de fin de año)
Del blog de Xabier Pikaza:
Como otros cristianos, durante muchos años, he dedicado unas horas finales del año a evocar en oración la gracia del año anterior, la tarea de Jesús y la bendición del Año Nuevo
En ese contexto, este fin de año 2021, ofrezco unas ideas para aquellos que quieran cantar con los ángeles (Lc 2, 14), meditar con María (Lc 2, 19) y encarnarse con Jesús (Jn 1, 14)
El lector interesado puede centrarse en uno de esos textos o contemplar los tres unidos. A los que así hagáis, os deseo con Mabel, y Mikel, mi hermano, que os queráis y cuidéis unos otros, con unos textos tomados de 40 palabra de Jesús.
Gloria a Dios en el Cielo, paz en la tierra a los hombres
Texto: Lucas 2,8-14
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y el ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: “No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.”
La palabra ángel es un símbolo “teológico”. No hace falta que “creas” en ángeles-personas, con alas o sin alas, con cuerpo o sin cuerpo, con rostro más o menos masculino o femenino. Quizá no existen ángeles en ese sentido externo con sus nombres y su historia personal. Tengo en mi estantería un bellísimo libro dedicado a los Nombres y Propiedades de los ángeles en hebreo (Porciúncula, Asís 1994); es un gozo releerlo entrando en el imaginario simbólico de los ángeles. Desde ese plano simbólico ha de entenderse este pasaje.
Este evangelio empieza hablando del Ángel de Dios en singular (melek Yahvé, angelos Kyriou), es decir, del mismo Dios que se hace mensajero y habla con los hombres, guiándoles en el camino, cantando, tocando instrumentos de música y bailando. Pero junto a ese ángel único, que es Dios, que anuncia la Navidad a los pastores (Lc 2, 10-12) se corporaliza y aparece, en la noche de Belén, el inmenso coro (orquesta divina) que canta al Dios hecho niño, repitiendo sin cesar el “gloria”: Gloria a Dios en la altura, paz en la tierra a los hombres, amados de Dios
Estos ángeles músicos, que rodean a Dios y que cantan su grandeza, aparecen con cierta frecuencia en la literatura tardía israelita, no sólo en la canónica (como en el libro de Daniel), sino en la apócrifa (como en los Libros de I Henoc). Ellos forman la corte de Dios, y le rodean y cantan, por miles de millones, como dice a lo largo de casi todas sus páginas el libro del Apocalipsis. Son seres celestes, cuya esencia es la música y cuya forma es la gloria, el fuego y la luz que se expande y rodea al misterio de Dios. Así aparecen aquí en torno al Excelso al que se llama Señor de los Ejércitos (Yahvé Sebaot), que forman un coro incontable de espíritu cantores. Así ensalzan en ese pasaje a Dios y a los hombres:
Gloria a Dios en las alturas. Gloria se dice en griego doxa, aquello que brilla y resplandece, como una luz, una gran claridad. Pero el sentido básico que recibe en este pasaje viene del hebreo, donde gloria se dice kabod, una palabra que está internamente vinculada a quien define en sentido propia. Entendida así, gloria es ante todo la riqueza y el poder, que se expresa en las grandes manifestaciones de los príncipes del mundo, y más propiamente en Dios.
La gloria de Dios se manifiesta en su teofanía, cuando libera a su pueblo victorioso en las aguas del Mar Rojo, y de un modo especial en el Monte Sinaí, cuando despliega su grandeza y revela a los hombres su ley. La misma gloria de Dios, expresada en la Nube que se posa sobre el Tabernáculo, dirige a los hebreos a través del desierto y se posa después y reside en el Templo de Jerusalén, sentado sobre Querubines (Ex 25, 18-21). Gloria es, pues, la dignidad y la grandeza insuperable del Excelso, a quien ningún ser humano puede contemplar sin morir.
Pues bien, la gloria, es decir, la grandeza y poderío, el honor y majestad de Dios se manifiesta de un modo especial, incomparable, en el nacimiento de Jesús, un simple niño. Esta es la paradoja cristiana, la novedad inefable del Dios que no expresa su poderío en el terror sagrado de las convulsiones agónicas del mundo, ni en la lucha y destrucción de los poderes adversarios (en una guerra y victoria escatológica), sino en el nacimiento de un niño, lo más frágil y pequeño de la historia humana, en la línea de aquello que había dicho Is 7, 14, al predecir la revelación de Dios en el niño Emmanuel, Dios con nosotros (cf. Mt 1, 23).
La gloria de los ángeles cantores (¡ejército celeste de paz!) se abre y despliega ante los pastores de Belén, hombres, en general, despreciados. Dios no anuncia la llegada de su Cristo a reyes y sacerdotes, sino a pastores, a quienes dedica la melodía de los ángeles del cielo.
Esos pastores que escuchan el canto de Dios en los campos abierto, fuera del poblado, ellos no tienen que hacer ningún ejercicio de meditación profunda, como los videntes de 1 Henoc 14, que preparan cuidadosamente el ascenso hasta el último círculo de Dios, sino que se limitan a escuchar. No tienen estudios superiores, no son especialistas religiosos, no cumplen las ceremonias sagradas del templo, pero han sido capaces de descubrir la presencia de Dios en el niño, compartiendo el canto de los ángeles.
Y sobre la tierra paz. Los ángeles cantan la gloria de Dios en la altura. Pero, a través, a través de una ampliación que es normal en la Biblia desde el Génesis 1,1-2 (al principio creó Dios los cielos y la tierra) pasan de la altura o cielo de Dios a la tierra de los hombres, traduciendo o expandiendo así gloria en forma de paz.
Ésta es la palabra clave: Paz se dice en griego eirene, palabra de la que viene “irenismo” y que significa concordia, tranquilidad, equilibrio. Pero es más significativa la palabra hebrea que está en su fondo, y que es shalom, que significa más que simple eirene. Shalom es prosperidad, felicidad, seguridad en sentido personal y social, pero es, al mismo tiempo, plenitud vital y personal, en todos los sentidos. No hay nada mayor ni más importante que la paz, pues el mismo Dios es Paz, Shalom, que se expresa y despliega en la vida de los hombres.
La novedad de nuestro canto está en que identifica la paz definitiva con el nacimiento de un niño al que no acogen en Belén, un niño a quien sólo reciben los pastores del campo, no los grandes habitantes de ciudad real de David, o de Jerusalén, la capital de los sacerdotes. Los ángeles de la gloria de Dios anuncian de esa forma la llegada y triunfo paz que se extiende sobre el mundo a través de los hombres y mujeres que son como estos pastores del campo, que vigilan y custodian sus rebaños en la noche.
A los hombres de (la) buena voluntad… Más difícil de traducir es esta última frase, que puede tener dos sentidos. El primero y más conocido consiste en tomar la palabra “buena voluntad” (es decir, la eudokía) como una propiedad de los hombres. Según eso, Dios ofrece su paz a los hombres, a través del niño que nace. Eso significaría en el fondo “paz para los buenos” (y para los malos, por tanto, guerra).
Pero desde una perspectiva bíblica, y en el contexto en que se encuentran los pastores, resulta preferible traducir esa palabra eudokiaa desde su trasfondo semita (en hebreo razôn“), diciendo “paz a los hombres de la buena voluntad de Dios”, es decir, a los hombres a los que Dios ama gozosamente, porque su hijo nace entre ellos. Aquí se expresa, por tanto, la “buena voluntad” de Dios, su gozo más alto, su placer supremo, que consiste en alegrarse y gozar con los hombres.
El gozo de los ángeles de Dios que cantan anunciando la paz a los hombres es la manifestación suprema de su gloria, es decir, de su kabod más alto. Este pasaje, de tipo hímnico, nos sitúa ante el Dios que se goza con los hombres en la fiesta del nacimiento de su Hijo. Sólo por este gozo de Dios pueden los hombres alegrarse y vivir, compartiendo el misterio del mismo Dios.
2. MEDITACIÓN DE MARÍA
Lucas 2,16-21:
María guardaba todas estas cosas comparándolas en su corazón
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Los ángeles cantan (no piensan: Tocan instrumentos, bailan…). María en cambio piensa (esto es, medita): A ella le toca quedarse con el niño: Amamantar, limpiar, cuidad, educar al mismo Hijo de Dios. Por eso, ella tiene que meditar.
Las palabras de 2, 19 (meditaba todas estas cosas…), repetidas en Lc 2, 51 (tras la escena del niño perdido en el templo), muestran a María, Madre de Jesús, como expresión suprema de una fe pensante, de un pensamiento creyente y activo. Su pensamiento está centrado en el niño, que Dios mismo le ha dado (a ella y a José), en la forma de cuidarle.
Las “cosas” en las que María medita son aquí las referentes al nacimiento de Jesús en un campo de rebaños (fuera de Belén, ciudad donde sus “parientes” no le reciben), con el testimonio de los pastores que hablan de la manifestación del Ángel de Dios y el canto del coro de los ángeles (Lc 2, 1-8)…
María, arropada por José, piensa en el niño de descampado, como los miles y miles de niños del suburbio, de la cueva, de las villas barrosas, de la calle, barrida por el frío y por el viento. A María le ha “tocado” una buena: Por eso tiene que pensar en las cosas la vida del niño (de todos los niños del mundo), la tarea inmensa que el mismo Dios le ha confiado (a ella con José). Este pasaje nos sitúa ante la revelación de Dios que se realiza en obras y palabra (gesta y verba), conforme a la teología tradicional de la iglesia, aunque aquí encontramos antes “cosas que son palabras”, como seguiré indicando.
Todas estas cosas son como he dicho las referentes al nacimiento de Jesús. La terminología es básicamente hebrea, pues “cosas” se dice, que en sentido estricto significa “palabras”, es decir, aquello que se dice. Pero, desde el trasfondo del lenguaje hebreo que Lucas está empleando aquí, esas palabras/cosas en las que María medita sondebarim;, de dabar, cosa importante, asunto… . En esa línea, dabar no es la idea que simplemente se piensa, sino la cosa que se hace diciendo. María piensa estas cosas (debarim),las que tiene que hacer, las que hará su niño; cosas de niño, más importantes que las de Herodes rey, más significativas que la de Augusto emperador.
Guardaba… María conservaba y recreaba “esas cosas”, y así las mantenía, de manera que ellas tenían no sólo una existencia fuera, sino también en su corazón. Eso significa que hay una conexión muy honda entre el mundo exterior y el interior, de manera que no pueden separarse. Pero ella no es simplemente un “depósito” donde se guardan la cosas que han pasado, sino que, al mantenerlas dentro de sí, María las recrea, tiene que cumplirlas, tiene que empezar una vida nueva al servicio del niño, de todos los niños del mundo[1].
Comparándolas… También se podría decir “meditándolas”, porque la palabra griega aquí empleada (symbalein, como símbolo) tiene un sentido muy concreto de echar o poner dos cosas, una junto a otra (symballô). De esta forma se evoca un pensar por comparación, poniendo unas al lado de la otras dos o más partes o elementos de un todo, como se hace en el símbolo (que viene de la misma raíz). Esta palabra significa que María comparaba los acontecimientos del nacimiento de Jesús con el conjunto de su experiencia creyente y de la experiencia de su pueblo, como israelita que conocía las promesas de Dios y las palabras de los profetas. María sitúa su tarea de madre de Jesús en el contexto de la tarea de todas las madres, la más importante de todas las obras de la humanidad.
María aparece aquí como la primera “teóloga” en el sentido radical de la palabra, pues “teologar” no es un pensar en abstracto, sino repensar la tradición desde las nuevas circunstancias de la vida, desde su propia experiencia de Jesús. Estamos, pues, ante una meditación y teología de tipo histórico, concreto, reelaborando en la propia vida el proceso de los acontecimientos de la salvación.
En esta línea se mantiene la palabra hebrea tahageh:,meditar de un modo concreto sobre los acontecimientos y tareas de la propia vida, en el sentido incluso físico de “rumiar”, como un pensamiento que no se ha separado del movimiento de labios que se mueven produciendo un sonido característico. Esa es la hagôn omeditación clásica que aparece en la historia israelita, como pensamiento concreto de la vida, experiencia comprometida de vinculación personal con el despliegue de la realidad, y especialmente con la manifestación de Dios.
En su corazón. El lugar propio de esta meditación no es la mente que conoce ideas, sino el corazón que valora y compara experiencias. Así lo indica ya la palabra griega evn th/| kardi,a| auvth/j,, en su corazón (kardi,a) así entendido como “facultad de amar” (es el hogar del sentimiento y del afecto) y también de conocer en profundidad, como dice la bienaventuranza de los “limpios de corazón que verán a Dios” (Mt 5, 7). Cuando el corazón descubre y despliega las cosas con limpieza interior (no puramente externa) se abre a lo divino.
En este contexto es quizá más significativa la expresión hebrea: be-libba., en su corazón. Ciertamente, la palabra leb, corazón evoca en primer lugar el órgano físico vinculado con la respiración y la sangre; pero en sentido simbólico, alude al hombre entero en su capacidad de amar y pensar, de sentir y conocer en el sentido más profundo de la palabra. El corazón vincula al hombre con Dios, y con los demás hombres, para conocimiento y comunión de vida, aunque se puede convertir y se convierte también a veces en lugar de malos pensamiento y deseos.
El corazón de María es el lugar en el que Dios mismo viene a expresar el sentido de su revelación, es la sede de la palabra y del conocimiento salvador, vinculado de un modo especial con Jesús niño, que depende por un lado de ella, siendo por otro la expresión más honda del misterio de Dios. Significativamente este pasaje nos pone ante un corazón/pensamiento de mujer, que “medita” sobre Dios, deliberando y pensando con amor de madre en la suerte de su hijo.
3. LA PALABRA DE DIOS SE HIZO CARNE (Jn 1, 14)
Y habitó entre nosotros
Jn 1, 9-14: La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Los ángeles cantaban, sin más preocupación que la música de Dios. María meditaba con la gran preocupación y gozo que Dios les había dado (a ella y a José, en forma de niño)… Finalmente queda, en otro plano, el Dios que se ha hecho carne en el niño. El Dios que lo sabe y tiene todo, que tiene que aprender a ser niño, a ser hombre-persona, al servicio de todos. En la vigilia de esta noche, tras habernos puesto en el lugar de los ángeles (cantando) y en el de María (meditando), tenemos que ponernos en el lugar de Dios: Como si fuéramos Dios, como si tuviéramos que hacernos hombres.
Esta afirmación (Dios se hizo carne) constituye el centro de identidad del cristianismo (frente a griegos y judíos) al afirmar que el Logos que era Dios en el principio se hizo carne en la historia de los hombres. No es una sentencia para discutir. Aceptada o no. ella ha de ser bien situada desde la perspectiva del Dios que se encarna, que nace y vive en (con) los hombres. Leer más…
Comentarios desactivados en Santa María Madre de Dios. Viernes 01 de Enero de 2021
De Koinonia:
*
Números 6,22-27
Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré
El Señor habló a Moisés:
“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:
“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.
Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”
*
Salmo responsorial: 66
El Señor tenga piedad y nos bendiga.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.
*
Gálatas 4,4-7
Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
*
Aleluya Heb 1, 1-2
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. En muchas ocasiones habló Dios antiguamente
a los padres por los profetas.
En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo. R.
*
Lucas 2,16-21
Encontraron a María y a José, y al niño.
A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.
Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios. Leer más…
Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré
El Señor habló a Moisés:
“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:
“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.
Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”
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Salmo responsorial: 66
El Señor tenga piedad y nos bendiga.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.
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Gálatas 4,4-7
Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
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Lucas 2,16-21
Encontraron a María y a José, y al niño.
A los ocho días, le pusieron por nombre JesúsEn aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.
Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios. Leer más…
Comentarios desactivados en “La madre”. Santa María, Madre de Dios – A (Lucas 2,16-21)
A muchos puede extrañar que la Iglesia haga coincidir el primer día del nuevo año civil con la fiesta de Santa María Madre de Dios. Y, sin embargo, es significativo que, desde el siglo IV, la Iglesia, después de celebrar solemnemente el nacimiento del Salvador, desee comenzar el año nuevo bajo la protección maternal de María, Madre del Salvador y Madre nuestra.
Los cristianos de hoy nos tenemos que preguntar qué hemos hecho de María estos últimos años, pues probablemente hemos empobrecido nuestra fe eliminándola demasiado de nuestra vida.
Movidos, sin duda, por una voluntad sincera de purificar nuestra vivencia religiosa y encontrar una fe más sólida, hemos abandonado excesos piadosos, devociones exageradas, costumbres superficiales y extraviadas.
Hemos tratado de superar una falsa mariolatría en la que, tal vez, sustituíamos a Cristo por María y veíamos en ella la salvación, el perdón y la redención que, en realidad, hemos de acoger desde su Hijo.
Si todo ha sido corregir desviaciones y colocar a María en el lugar auténtico que le corresponde como Madre de Jesucristo y Madre de la Iglesia, nos tendríamos que alegrar y reafirmar en nuestra postura.
Pero ¿ha sido exactamente así? ¿No la hemos olvidado excesivamente? ¿No la hemos arrinconado en algún lugar oscuro del alma junto a las cosas que nos parecen de poca utilidad?
Un abandono de María, sin ahondar más en su misión y en el lugar que ha de ocupar en nuestra vida, no enriquecerá jamás nuestra vivencia cristiana, sino que la empobrecerá. Probablemente hemos cometido excesos de mariolatría en el pasado, pero ahora corremos el riesgo de empobrecemos con su ausencia casi total en nuestras vidas.
María es la Madre de Cristo. Pero aquel Cristo que nació de su seno estaba destinado a crecer e incorporar a sí numerosos hermanos, hombres y mujeres que vivirían un día de su Palabra y de su gracia. Hoy María no es solo Madre de Jesús. Es la Madre del Cristo total. Es la Madre de todos los creyentes.
Es bueno que, al comenzar un año nuevo, lo hagamos elevando nuestros ojos hacia María. Ella nos acompañará a lo largo de los días con cuidado y ternura de madre. Ella cuidará nuestra fe y nuestra esperanza. No la olvidemos a lo largo del año.
Comentarios desactivados en “Encontraron a María y a José, y al niño. A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús”. Miércoles 1 de enero de 2020. Santa María Madre De Dios, Jornada Mundial de la Paz
De Koinonia:
Números 6,22-27: Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré. Salmo responsorial: 66: El Señor tenga piedad y nos bendiga. Gálatas 4,4-7: Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer. Lucas 2,16-21: Encontraron a María y a José, y al niño. A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús.
Litúrgicamente, hoy es la fiesta de «Santa María Madre de Dios»; es también la «octava de Navidad», y por tanto el recuerdo de «la circuncisión de Jesús», celebración judía que se celebraba al octavo día del nacimiento de los niños, y en la que se les imponía el nombre. Para nosotros, hombres y mujeres de hoy, esos tres componentes de la festividad litúrgica de hoy nos aparecen como muy lejanos, extraños, tal vez irrelevantes para nuestra vida… tanto por el lenguaje que en que son expresados, como por el «imaginario religioso» al que pertenecen…
Pero, por otra parte, hoy es también el primer día del año civil, «¡Año Nuevo!», y la Jornada Mundial por la Paz, celebración esta que, aunque originalmente procede una iniciativa eclesiástica católica, ha alcanzado una notable aceptación en la sociedad, gozando ya de un cierto estatuto civil.
Como se puede ver, pues, hay una buena distancia entre la conmemoración litúrgica y los motivos «modernos» de celebración. Esta distancia, que se repite en otras fechas, con bastante frecuencia, habla por sí misma de la necesidad de «actualizar» el calendario litúrgico, y, mientras esa tarea no sea acometida oficialmente por quien corresponde, será preciso que los agentes de pastoral tengan creatividad y audacia para reinterpretar el pasado, abandonar lo que está muerto, y recrear el espíritu y a veces la letra misma y los símbolos de las celebraciones.
Pero veamos en primer lugar los textos bíblicos que la ordenación litúrgica posconciliar nos deparó.
Nm 2,22-27 es la llamada bendición aaronítica (de Aarón), porque se afirma que Dios la reveló a Moisés para que éste a su vez la enseñara a Aarón y a sus hijos, los sacerdotes de Israel, para que con ella bendijeran al pueblo. Seguramente fue usada ampliamente en el antiguo Israel. Incluso se ha encontrado grabada en plaquetas metálicas para llevar al cuello, o atada de algún modo al cuerpo, como una especie de amuleto. Arqueológicamente dichas plaquetas datan de la época del 2º templo, es decir, del año 538 AC en adelante. Bien nos viene una bendición de parte de Dios al comenzar el año: que su rostro amoroso brille sobre todos nosotros como prenda de paz. La paz tan anhelada por la humanidad entera, y lamentablemente tan esquiva. Pero es que no basta con que Dios nos bendiga por medio de sus sacerdotes. No basta que él nos muestre su rostro. Aquí no se trata de bendiciones mágicas sino de un llamado a empeñarnos también nosotros en la consecución y construcción de la paz: con nosotros mismos, en nuestro entorno familiar, con los cercanos y los lejanos, con la naturaleza tan maltratada por nuestras codicias; paz con Dios, Paz de Dios.
Buen comienzo del año éste de la bendición. El refrán popular ha consagrado ese deseo de “volver a comenzar” que sentimos todos al llegar esta fecha: “Año nuevo, vida nueva”. Uno quisiera olvidar los errores, limpiarse de las culpas que molestan en la propia conciencia, estrenar una página nueva del libro de su vida, y empezarla con buen pie, dando rienda suelta a los mejores deseos de nuestro corazón… Por eso es bueno comenzar el año con una bendición en los labios, después de escuchar la bendición de Dios en su Palabra.
Bendigamos al Señor por todo lo que hemos vivido hasta ahora, y por el nuevo año que pone ante nuestros ojos: nuevos días por delante, nuevas oportunidades, tiempo a nuestra disposición… Alabemos al Señor por la misericordia que ha tenido con nosotros hasta ahora. Y también porque nos va a permitir ser también nosotros una bendición en este nuevo año que comienza: bendición para los hermanos y bendición para Dios mismo. Año nuevo, vida nueva, bendición de Dios.
Gál 4,4-7 es una apretada síntesis de lo que Pablo nos enseña en tantos otros pasajes de sus cartas. En primer lugar, nos dice que el tiempo que vivimos es de plenitud, porque en él Dios ha enviado a su Hijo, no de cualquier manera, sino «nacido de mujer y nacido bajo la ley», es decir, semejante en todo a nosotros, en nuestra humanidad y en nuestros condicionamientos históricos. Pero este abajamiento del Hijo de Dios, nos ha alcanzado la más grande de las gracias: la de llegar a ser, todos nosotros los seres humanos, sin exclusión alguna, hijos de Dios, capaces de llamarlo «Abba», es decir, Padre. Nuestra condición filial fundamenta una nueva dignidad de seres humanos libres, herederos del amor de Dios. Parecerían hermosas palabras, nada más, frente a tantos sufrimientos y miserias que todavía experimentamos, pero se trata de que pongamos de nuestra parte para que la obra de Jesucristo se haga realidad. Se trata de que nos apropiemos de nuestra dignidad de hijos libres, rechazando los males personales y sociales que nos agobian, luchando juntos contra ellos. Esto implica una tarea y una misión: la de hacernos verdaderos hijos de Dios, a nosotros y a nuestros hermanos que desconocen su dignidad.
Nacido de mujer, nacido bajo la ley, nos recuerda Pablo (Gál 4,4). Nació en la debilidad, en la pobreza, fuera de la ciudad, en la cueva, porque no hubo para ellos lugar en la posada… Nace en la misma situación que el conjunto del pueblo, los sencillos, los humildes, los sin poder.
Este nacimiento real y concreto es asumido por Dios para abrazar en el amor a todos los que la tradición había dejado fuera. Es la visita real de aquel que, por simple misericordia, nos da la gracia de poder llamar a Dios con la familiaridad de Abba -“papito”- y la posibilidad de considerar a todos los hombres y mujeres hermanos muy amados.
En Jesús, nacido de María -la mujer que aceptó ser instrumento en las manos de Dios para iniciar la nueva historia- todos los seres humanos hemos sido declarados hijos y no esclavos, hemos sido declarados coherederos, por voluntad del Padre. La bendición o benevolencia de Dios para los seres humanos da un gran paso: Dios ya no bendice con palabras, ahora bendice a todos los seres humanos y aun a toda la creación, con la misma persona de su Hijo, que se hace hermano de todos. Y nadie queda marginado de su amor.
“Ha aparecido la bondad de Dios” en Jesús, y es hora de alegría estremecida, para hacer saber al mundo -y a la creación misma- que Dios ha florecido en nuestra tierra y todos somos depositarios de esa herencia de felicidad.
Lc 2,16-21, en el lenguaje «intencionado» que por ser un género literario (“evangelio de la infancia”) utiliza con sus signos, Jesús no nace entre los grandes y poderosos del mundo sino, muy en la línea de Lucas, entre los pequeños y los humildes; como los pastores de Belén, que no son meras figuras decorativas de nuestros «belenes», pesebres o nacimientos, sino que eran, en los tiempos de Jesús, personas mal vistas, con fama de ladrones, de ignorantes y de incapaces de cumplir la ley religiosa judía. A ellos en primer lugar llaman los «ángeles» a saludar y a adorar al Salvador recién nacido. Ellos se convierten en pregoneros de las maravillas de Dios que habían podido ver y oír por sí mismos. Algo similar pasa con María y José: no eran una pareja de nobles ni de potentados, eran apenas un humilde matrimonio de artesanos, sin poder ni prestigio alguno. Pero María, la madre, «guardaba y meditaba estos acontecimientos en su corazón», y seguramente se alegraba y daba gracias a Dios por ellos, y estaba dispuesta a testimoniarlo delante de los demás, como lo hizo delante de Isabel, entonando el Magníficat.
Todo ello dentro de una composición teológica más elaborada de lo que su aparente ingenuidad pudiera insinuar. En todo caso, la simplicidad, la pobreza, la llaneza del relato y de lo relatado casan perfectamente con el espíritu de la Navidad.
La «maternidad divina de María», motivo oficial de la celebración litúrgica de hoy, y uno de los tres «dogmas» marianos -si se puede hablar así-, es una formulación que hace tiempo «chirría» en los oídos de quien la escucha desde una imagen de Dios adulta y crítica. Como ocurre con tantos otros «dogmas» y tradiciones tenidas como tales, el pueblo cristiano las ha amalgamado fantásticamente con los evangelios, llegando a pensar que provienen directamente del evangelio.
Pablo no conoció a Jesús, ni tampoco se encontró con María. El versículo Gál 4,4 que hoy leemos, es «todo lo que Pablo dice de María». Ni siquiera cita su nombre. En el cristianismo, la maternidad divina de María es, claramente, una construcción eclesial: ni los evangelios ni Pablo saben nada de ella, y no será formulada ni «declarada» hasta el siglo V.
En este contexto, es importante desempolvar y recordar la historia de tal «dogma», con la conocida «manipulación» del concilio de Éfeso, en el año 431, cuando Cirilo de Alejandría forzó y consiguió la votación antes de que llegaran los padres antioqueños, que representaban en el Concilio la opinión contraria. Se dice que el Pueblo cristiano acogió con entusiasmo esta declaración mariana, pero hay que añadir que se trata de los habitantes de Éfeso, la ciudad de la antigua «Gran Diosa Madre», la originaria diosa-virgen Artemisa, Diana… La fórmula de Éfeso, en cualquier caso, ha sido siempre tenida como sospechosa de concebir la filiación divina y la encarnación en términos «monofisitas», que hasta cosifican a Dios, como si se pudiera procrear a Dios y no más bien a un hombre en el que, en cuanto Hijo de Dios, Dios mismo se nos hace patente a la fe… (Nos estamos refiriendo a lo que dice Hans Küng, en Ser cristiano, Cristiandad, Madrid 1977, pág. 584ss).
El título «madre de Dios» no es bíblico, como es sabido. Para el evangelio María es siempre, nada más y nada menos que «la madre de Jesús», un título tan entrañable, real e histórico, que acabará sepultado y abandonado en la historia bajo un montón de otros títulos y advocaciones construidos eclesiásticamente. San Agustín (siglos IV y V) todavía no conoce himnos ni oraciones ni festividades marianas. El primer ejemplo de una invocación directa a María lo encontramos en el siglo V, en el himno latino Salve Sancta Parens.
La Edad Media europea dará rienda suelta a su imaginario teológico y devocional respecto de María. Mientras los primitivos Padres de la Iglesia todavía hablan de las posibles imperfecciones morales de María, en el siglo XII aparece la opinión de su exención del pecado, tanto del personal como del «original». En el mismo siglo XII aparece el Avemaría. El ángelus en el XIII. El rosario en el XIII-XIV. El mes de María y el mes del rosario en el XIX-XX. Los puntos culminantes de esta evolución serán la definición de la «inmaculada concepción de María» (1854, por Pío IX) y la definición de la «asunción de María en cuerpo y alma al cielo» (1950, por Pío XII). Momentos finales de este apogeo mariano son la «consagración del mundo al Corazón de María» en 1942 y 1954, por Pío XII.
Pero todo este marianismo remitió con sorprendente rapidez con el Concilio Vaticano II, que renunció a nuevos «dogmas» y desechó la anterior mariología «cristotípica» (característica de la escuela mariológica española preconciliar), dando paso a una comprensión mariológica mucho más sobria, bíblica e histórica, en la línea «eclesiotípica» (de la escuela alemana principalmente). Aunque la veneración a María (hyper-dulía), superior a la tributada a los santos (dulía), siempre fue distinguida teóricamente de la dada a Dios (latría), lo cierto es que en la religiosidad popular muchas veces María fungió como un verdadero «correlato femenino de la divinidad», y su condición de criatura, de discípula de Jesús y miembro de la Iglesia casi fueron olvidadas (en forma paralela a lo que ocurrió con Jesús respecto de su humanidad).
Hoy, la imagen conciliar de María que la Iglesia tiene es la de «la madre de Jesús», desmitificada, despojada de tantas adherencias fantásticas como se le habían puesto encima a lo largo de la historia: María es una cristiana, muy cercana a Jesús, una «discípula» suya, un destacado miembro de la Iglesia: la «madre de Jesús», en un título insustituible que le da el mismo evangelio, y a cuyo uso muchos creyentes vuelven en la actualidad, prefiriéndolo al creado en el siglo V. La Constitución dogmática Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II, en su capítulo octavo (nn. 52-69) ofrece todavía la mejor síntesis de la mariología para nuestros tiempos. El Concilio Vaticano II nos sigue marcando el camino, también en mariología. A la hora de predicar sobre María, debemos remitirnos, necesariamente, a ese capítulo octavo de la Lumen Gentium.
Concluimos. Seguimos estando en tiempo de Navidad, tiempo en el que la ternura, el amor, la fraternidad, el cariño familiar… se nos hacen más palpables que nunca. La ternura de Dios hacia nosotros, que se expresó en el niño de Belén, inunda nuestra vida, en las luces de colores, los adornos navideños, los villancicos y las reuniones familiares. Todo ayuda a ello en este tiempo todavía de Navidad. Dejemos recalar estos sentimientos en nuestro corazón, para que perduren a lo largo de todo el año.
Al comenzar el año, al poner el pie por primera vez en este nuevo regalo que el Señor nos hace en nuestra vida, vamos a agradecerle con todo el corazón la alegría de vivir, la oportunidad maravillosa que nos da de seguir amando y siendo amados, y la capacidad que nos ha dado para cambiar y rectificar.
Otro enfoque válido y provechoso de la homilía podría orientarse hacia el tema de la Jornada Mundial de la Paz… así como hacia el hecho del Año Nuevo, que si bien es algo simplemente convencional, astronómicamente insignificante, tiene el valor simbólico inevitable y profundo de recordarnos el inexorable paso del tiempo… Leer más…
Comentarios desactivados en 1.1.20. Año Nuevo: María, Madre de Dios; Dios de la Carne de María (1)
Del blog de Xabier Pikaza:
Caro cardo salutis 2020
La humanidad: historia carnal de Dios
Celebra hoy (1.1.20) el conjunto de la humanidad la fiesta del comienzo del año del Sol. La iglesia celebra, al mismo tiempo, la fiesta de María, Madre del Dios/Sol encarnado, que es Jesús. Felicidades a todos, los que de un modo y/u otro, la celebran.
En ese contexto quiero presentar (en tres o cuatro postales/aportaciones) el sentido cristiano de María, que no es sólo una figura intra-eclesial, vinculada a la experiencia de los fieles que la evocan e invocan, la sientan cercana y la exaltan como signo de presencia amorosa y salvadora de Dios, sino también, sino también un signo central de la historia de occidente, que ha influido en el arte (pintura, escultura, literatura, música), en la imaginación y en la vida más honda de millones y millones de personas que la han tomado como expresión y garantía de la “carne de Dios”,encarnada por ella en Jesús.
Así dicen los cristianos que ella es Virgen (la Virgen), pero virgen de carne y hueso, de humanidad gozosa y doliente, es decir, de encarnación. Si hoy podemos afirmar que Dios se hace carne en la carne de la historia (enfermos y encarcelados, hambrientos y exiliados, desnudos y explotados, y todas las mujeres y los hombres) es porque Dios ha hecho carne en (por) la Carne de María, en contra de todo escapismo espiritualista y de todo posible sistema de imposición de los poderosos.
Por eso, lo que celebramos este Año Nuevo no es la fiesta del Espíritu contra la carne, sino la fiesta de la carne espiritualizada, elevada, salvada (siendo precisamente carne, no espíritu inmaterial) como dice la Iglesia desde antiguo, con una frase famosa de Tertuliano, en contra de los místicos‒espiritualistas, que se evadían de la “carne”, para refugiarse en un Dios y Cristo de fantasía imaginaria, afirmaba: Caro, cardo salutis, el cardo o quicio, la puerta y la vía de salvación es la “carne”, , la misma vida humana, espiritualizada y transformada como carne (¡sin dejar la encarnación, sino por ella!), la Virgen‒Carne de María.
¿Por qué se habla de carne de mujer y no de varón? Por algo muy simple: Porque la “carne de mujer” se ha visto desde antiguo (al menos en un contexto semita y bíblico) como signo de impureza, de sangre peligrosa (menstrual, puerperal…), como carne para ser violada por varones de carne poderosa, como recuerda de forma lapidaria el libro de Job, en la gran queja de 14, 1: El hombre (varón),nacido de mujer… corto de días, harto de inquietudes, como flor que se abre y marchita…
En ese contexto, la maldición concreta del hombre (varón fuerte) no ha sido la de “haber nacido” (como dice Calderón de la Barca), sino la de haber nacido de mujer.Pues bien, en contra de eso, la “inversión” mayor del cristianismo es la certeza de que el el Verbo de Dios (Dios mismo) se ha hecho carne, y no de un modo general, por un milagro “extra‒carnal” de encarnación en el Espíritu, sino por el milagro más grande de la Carne Espiritualizada de María, como sabe. la mario‒logía cristiana, que trata del “logos” o palabra carnal de Santa María de la Encarnación, como indica esta fiesta del 1 de Enero, Año Nuevo, Fiesta de la Puerta de Carne (carne‒persona, humanidad concreta, para bien de hombres y mujeres), que es la Puerta (Ianua Coeli), puerta del cielo, de María, como seguiré indicando, hoy y en los dos días siguientes. Feliz Año Nuevo, con María, carne de Dios, Dios encarnado, a todos los amigos y lectores.
Mariologías de la Biblia. Punto de partida
María ha sido una persona concreta, en un contexto cultural, social y familiar muy definido. No es un puro símbolo, una idea general (eterno femenino), ni una diosa. Ella ha sido y sigue siendo una mujer histórica bien determinada, mujer de carne y hueso, de Nazaret de Galilea, madre y seguidora de un pretendiente mesiánico judío. Así debemos recordarla, por su tarea única e irrepetible, vinculada a Jesús, su hijo, y al cristianismo primitivo.
Hay otros hombres y mujeres importantes en la historia humana y religiosa (Moisés y Mahoma, Buda o Confucio, Sócrates o Mani), pero ninguno ha desarrollado una tarea mesiánica como la de Jesús, ni ha muerto como él, ni le han visto como resucitado, ni ha sido declarado hijo de Dios por sus creyentes. Pues bien, a su lado, los cristianos han recordado la figura de María por su función de madre y por su tarea particular como persona y miembro de la iglesia. Ningunas de las otras madres o mujeres de los profetas y fundadores citados ha tenido su importancia. Los seguidores de Jesús no sólo han seguido recordando a su Madre, sino que han recreado su figura creyentes, de manear que podemos hablar de una mariología de la historia y de varias mariologías de la fe.
− Historia: mujer concreta.No son muchas las cosas que de ella sabemos en un nivel de puros hecho, pero son muy importantes y significativas. 1) Era una mujer judía, de una familia creyente, significativa, de Nazaret de Galilea; se llamaba María y estaba desposada con José. 2) Fue madre de Jesús, con quien se relacionó de forma dramática; pero tuvo también una familia más extensa, compuesta por varones y mujeres que el Nuevo Testamento llama normalmente hermanos de Jesús y que parecen ser hijos de María. 3) Tras la muerte de Jesús, ella perteneció a la comunidad de seguidores de su hijo y ejerció un papel importante dentro de la iglesia, que la ha recordado.
− Varias mariologías: María, figura de fe.El Nuevo Testamento ha recordado a María porque ella forma parte del misterio de Jesús, su hijo, y ha expresado de diversas formas su sentido, desde su experiencia radical de “encarnación” es decir de “carne histórica”. En ese sentido, la única fe mariana de la Iglesia se expresa en diversas formas de mariología, que se diversifican según los lugares y estilos de las comunidades, reflejándose así en la teología de los diversos escritos del Nuevo Testamento. Este es un fenómeno poco valorado, perodefine el pasado y futuro de las mariologías, que pueden vincularse y se vinculan desde los credos que afirman que Jesús fue “concebido por obra del Espíritu Santo y nació de la Virgen María”.
Partiendo de Jesús. Dos mariologías básicas[1]
Con ocasión de las fiestas de Pascua, Jesús, hijo de una mujer llamada María, subió a Jerusalén, para ofrecer su proyecto de Reino. Le siguieron los Doce, algunas mujeres y otros simpatizantes. Pero fue rechazado por los representantes del Templo, que se sintieron amenazados por las consecuencias sociales y sacrales de su mensaje. Todo nos permite suponer que su mensaje fue discutido y en parte aceptado, de manera que las autoridades del Templo actuaron por miedo (cf. Mc 11, 15-15; 14, 1-2.57). Algunos discípulos le traicionaron y negaron (cf. 14, 43-50.66-72). Los jerarcas romanos le crucificaron. De esa forma surgieron varios grupos convergentes de “cristianos”, seguidores del Cristo Jesús judío, hijo de María:
Cualquier judío sabe que a un niño hay que circuncidarlo a los ocho días de nacer. Así lo ordenó Dios a Abrahán: “A los ocho días de nacer, todos vuestros varones de cada generación serán circuncidados” (Génesis 17,12). Por consiguiente, cuando la iglesia adoptó el 25 de diciembre como fecha del nacimiento, el 1 de enero pasó a celebrarse la fiesta de la circuncisión e imposición del nombre de Jesús.
Existía también una fiesta de Santa María, Madre de Dios, solemnidad que se había introducido en las iglesias orientales hacia el año 500 y que la iglesia católica romana terminó celebrando el 11 de octubre. Parecía lógico relacionar más estrechamente esta fiesta de la maternidad de María con el nacimiento de Jesús. Por eso, a partir de 1970 se trasladó la fiesta al 1 de enero.
Esto implicó unir dos celebraciones importantes el mismo día: nombre de Jesús y Maternidad divina de María. Por si fuera poco, a Pablo VI se le ocurrió celebrar también el 1 de enero la Jornada Mundial por la Paz.
Dado que incluso los cristianos más piadosos celebran el Fin de Año y no están al día siguiente con la cabeza demasiado despejada, se ha decidido aligerar un poco de celebraciones el 1 de enero.
Y lo ha pagado quien menos se podía imaginar. La fiesta del Nombre de Jesús ha perdido la categoría de fiesta y pasa este año 2016 a celebrarse el día 3 de enero, aunque se mantiene en la misa del día 1 la referencia a la circuncisión e imposición del nombre.
El libro bíblico de los Números no lo escribió san Francisco de Asís
La primera lectura de hoy dice:
El Señor habló a Moisés:
-Di a Aarón y a sus hijos:
Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:
“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz.”
Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.»
Muchas personas piensan que esta bendición es de san Francisco de Asís. La escribió muchos siglos antes un autor bíblico para que la pronunciaran los sacerdotes sobre los israelitas. Es tan breve, clara y profunda que cualquier comentario sólo sirve para estropearla.
Tres actitudes para el nuevo año (Lucas 2,16-21)
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores.
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanzaa Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
El texto relaciona dos acontecimientos muy distintos, separados por ocho días de distancia. El primero, la visita de los pastores, es lo mismo que leímos el 25 de diciembre en la segunda misa, la del alba. En la escena se distinguen diversos personajes:
ü Empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. Los pastores simbolizan la “política incorrecta” de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no se comunica al Sumo Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a los estudiosos escribas, ni a los piadosos fariseos. Se comunica a unos pastores que, en la escala social de aquel tiempo, ocupan el penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se equipara al de los ladrones. Sin embargo, esta gente tan poco digna socialmente, corre hacia Jesús, cree que un niño envuelto en pañales y en un pesebre puede ser el futuro salvador, aunque ellos no se beneficiarán de nada, porque, cuando ese niño crezca, ellos ya habrán muerto. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: “Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla.”
ü Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás gente de la posada, pero que probablemente nos representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.
ü Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina alabando en el Magnificat las maravillas que Dios ha hecho en ella. Pero, cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite “proclama mi alma la grandeza del Señor”. Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.
Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios. Tres actitudes muy recomendables para el próximo año.
La segunda escena tiene lugar ocho días más tarde. Algo tan importante y querido para nosotros como el nombre de Jesús lo cuenta Lucas en poquísimas palabras. Su sobriedad nos invita a reflexionar y dar gracias por todo lo que ha supuesto Jesús en nuestra vida.
En vez de propósitos y buenos deseos, una buena compañía
El comienzo de año es un momento ideal para hacer promesas que casi nunca se cumplen. También se formulan deseos de felicidad, generalmente centrados en la clásica fórmula: salud, dinero y amor. La liturgia nos traslada a un mundo muy distinto. Abre el año ofreciéndonos la compañía de Dios Padre, que nos bendice y protege, de Jesús, que nos salva, de María, que medita en todo lo ocurrido.
Comentarios desactivados en 01 Enero. Solemnidad de Santa María Madre de Dios. Ciclo A
“Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba todas esas cosas, meditándolas en su corazón.”
Celebramos hoy la Solemnidad de María, Madre de Dios y con ella estrenamos este nuevo año, con toda la ilusión y con toda la resaca de ayer.
Si la noche de ayer estaba llena de propósitos y bueno deseos el día de hoy es un reclamo para “ponernos en marcha”. Para hacer realidad todas esas ilusiones.
María tiene en sus brazos al hijo que acaba de nacer. La realidad de un bebé frágil y necesitado que depende en gran medida de ella. Pero recibe la visita de los pastores que hablan de ilusiones, de cosas que sucederán, de lo que llegará a ser ese niño… Y ella escucha.
Como buena israelita escucha. Escucha con atención y medita en su corazón lo que oye y lo que vive. Une, con esfuerzo y empeño, la fragilidad del bebé que sostiene en sus brazos, con las ilusiones que despierta en los pastores. El presente con la promesa de futuro.
De nuevo confía y se compromete. Aunque sus ojos ven fragilidad (acaba de dar a luz en un establo fuera de la ciudad porque no había sitio para ellos…) confía en las promesas de Dios.
Sabe escuchar, en la voz de los pastores, el acento de la voz de Dios y también sabe ver más allá de las apariencias. Porque seguro que tampoco ella había imaginado que el Mesías esperando nacería en un establo.
Confía, piensa, espera y actúa. Tiene entre los brazos al Hijo de Dios, a su hijo. Y mientras espera a ver cómo se las arregla Dios para que ese bebé sea el Mesías Salvador, ella lo cuida.
Lo mira, lo contempla mientras resuenan en sus oídos las palabras de los pastores. Mientras vuelven a su corazón las palabras del ángel: “-El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios.”
Y mira a Jesús dormido en su regazo. “Será santo”, ahora solo es un bebé. Ahora es mi hijo pequeño que ha nacido en un establo y todo ha ido bien.
Oración
María, Madre de Dios y madre de un niño nacido en un establo, enséñanos a descubrir las promesas de Dios presentes en nuestra realidad. Pide para nosotras una visión larga y profunda como la tuya. ¡Amén!
Comentarios desactivados en Dios es Padre, pero sobre todo es Madre.
Lc 2,16-21
Es una fecha cargada de connotaciones profundamente humanas: la circuncisión e imposición del nombre a Jesús, la maternidad de María, el comienzo del año. El día de la paz. No me gusta tratar más de un tema en cada homilía, pero hoy tenemos que hacer una excepción. La fiesta quedaría incompleta si omitiéramos alguno de estos aspectos. De todas formas, desde el punto de vista litúrgico, el más importante es el de María Madre y a ello dedicaremos mayor espacio.
1º.- “María madre de Dios”. Es la fiesta más antigua de María en occidente. Pablo VI la recuperó y la colocó en este día de la octava de Navidad y primero del año. La maternidad de María es un dogma. Esto no nos tiene que asustar, porque lo que de verdad importa es la manera de entender hoy esa verdad. Fue definido en Éfeso en el 431. Pero no se trata de un dogma mariológico, sino cristológico. Ni en los evangelios ni en los primeros escritos cristianos se preocuparon de María.
La mejor prueba de que en la definición de Éfeso no querían decir lo que se entendió, es que tuvo que ser aclarada veinte años después por el concilio de Calcedonia (451). En este concilio se afirmó, que María era madre de Dios, pero “en cuanto a su humanidad”. ¿Qué queremos decir cuando hablamos de la humanidad de Dios? Efectivamente, llamar a María “madre de Dios”, porque fue la madre de Jesús, es violentar los conceptos. Jesús fue un ser humano que comenzó a existir en un momento determinado de la historia. El niño que lloraba y que mamaba, se meaba y se cagaba, no puede ser identificado con Dios que está fuera del tiempo y no tiene ni principio ni fin.
Para entender el dogma de la “Theotokos” (la que pare a Dios), debemos tener en cuenta el contexto en que fue formulado. Era un intento de confirmar que el fruto del parto de María fue una única persona: Jesús. Contra Nestóreo que afirmaba dos personas en Jesús, una humana que era Jesús, y una divina, la segunda de la trinidad. No debemos olvidar que el concilio de Éfeso lo promovió el mismo Nestóreo para condenar a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo. Faltó el canto de un duro para que condenaran como herejía lo que se definió como dogma.
Aunque no fue la intención del concilio, lo que se entendió del dogma, no deja de tener su importancia a la hora de pensar la realidad de Dios. Que nos hayamos atrevido a dar una madre a Dios tiene unas connotaciones psicológicas incalculables. Manifiesta una necesidad de comprender a Dios desde nuestra realidad humana. Somos hijos de Dios y Él es a la vez Hijo de una mujer… Dios entrando en la dinámica humana y el hombre entrando en la dinámica divina. Llamar a María Madre es manifestar que es origen de algo tan importante como es la presencia de Dios en Jesús.
2º.-La circuncisión se hacía a los ocho días y era el rito religioso fundamental para el pueblo judío. Mucho más que el bautismo para nosotros. Implicaba ponerle un nombre, que en aquella época era muy importante y que en este caso, según el relato, no lo eligen ellos, sino que viene impuesto. Lo que significa el nombre “Jesús” (Dios salva) resume toda su vida. La circuncisión suponía, además, la adhesión legal de la criatura al pueblo de Israel. Si era primogénito, como en el caso de Jesús, había que rescatarlo de la obligación de ofrecer al Señor todo primogénito.
3º.-El comienzo del año supone traspasar una frontera. En el NT griego, encontramos dos palabras que traducimos por “tiempo”, pero que tienen un significado muy diferenciado. “Chronos” es el tiempo astronómico. Se refiere al paso de las horas, días y años… En principio, es lo que estamos celebrando hoy. “Kairos” sería el tiempo humano. Es el tiempo oportuno para hacer algo importante que atañe a la condición humana de cada uno. Éste es mucho más importante desde el punto de vista religioso. Es el tiempo que se me da como oportunidad de crecer en el ser. No debería traspasar la frontera del año sin hacer una reflexión sobre mí mismo, y valorar cómo estoy haciendo uso de algo tan importante y tan efímero como el tiempo cronológico.
Sabemos que Dios es amor y que el don de sí mismo es total, absoluto y eterno. Nunca se podrá “arrepentir” de ser lo que es para nosotros. Pero ese don no es una imposición desde fuera. Si el hombre no lo descubre y lo acepta, no significará absolutamente nada para él. La aceptación de ese don, que es Dios, tenemos que hacerla desde la más profunda humanidad. No es suficiente una vida animal y racional plena. Es necesaria una perspectiva humana que sólo se da más allá de lo biológico y lo racional. Para que Dios llegue a nosotros, tenemos que concebirlo y darlo a luz.
4º.-El día mundial de la paz. Tal vez sea una de las carencias que más afecta al ser humano de hoy, porque la ausencia de paz es la prueba palpable de una falta de humanidad a todos los niveles. Ahora bien, la reflexión que hacemos no puede quedarse en aspavientos y quejas sobre lo mal que está el mundo. No podemos descubrir lo que significa la paz hablando de guerras y conflictos. Menos aún, quedándonos en una crítica externa sin mover un dedo para cambiar.
No son las contiendas internacionales, por muy dañinas que sean, las que impiden a los seres humanos alcanzar su plenitud. Los grandes conflictos internacionales los originamos nosotros con nuestras riñas y pendencias individuales. Si no hay paz a escala mundial, la culpa la tengo yo, que lucho a brazo partido por imponer mis criterios o caprichos egoístas a los que están a mi alrededor. El egoísmo, que impide la armonía en nuestras relaciones personales, es el causante de las más feroces guerras a todos los niveles.
La paz no es una realidad que podamos buscar con un candil. La paz será siempre la consecuencia de unas relaciones verdaderamente humanas entre nosotros. Es muy deprimente que nos sigamos rigiendo por el proverbio latino: “si vis pacem parat vellum”. Si te preparas para la guerra, es que estás pensando en quedar por encima del otro para esclavizarlo. Si no existe una auténtica calidad humana no puede haber una verdadera paz, ni entre las personas ni entre las naciones.
El primer paso en la búsqueda de la paz, tengo que darlo yo caminando hacia mi interior. Si no he conseguido una armonía interior; si no descubro mi verdadero ser y lo asumo como la realidad fundamental en mí, ni tendré paz ni la puedo llevar a los demás. Este proceso de maduración personal es el fundamento de toda verdadera paz. Pero es también lo más difícil porque exige la superación de todo egoísmo. Una auténtica paz interior se reflejaría en todas nuestras relaciones humanas, comenzando por las familiares y terminando por las internacionales.
¡Recuperemos el shalom judío! En esa palabra se encuentra resumido todo lo que intento deciros en estas líneas. Nuestra palabra “paz” tiene connotaciones exclusivamente negativas: ausencia de guerra, ausencia de conflictos, etc. Pero el shalom se refiere a realidades positivas. Decir shalom significaría un deseo de que Dios te conceda todo lo que necesitas para ser auténticamente tú, incluida la misma presencia de Dios en ti.
El ser humano auténtico es el que ha superado el egoísmo, es decir, ha dejado de pretender que todo, personas y cosas, giren en torno a él. Aprender a amar, preocuparse de los demás, entrar en armonía no sólo con los demás sino con toda la creación, es la auténtica preparación para la paz. El que ama no pelea por nada ni pretende nada de los demás, sino que está encantado de que todos saquen provecho de él.
Meditación
¡Convertir el Chronos en Kairos! Esta es mi principal tarea como ser humano.
Tengo que aprovechar el “tiempo” que se me da.
Mi tiempo no puede ser sólo geológico o biológico.
Mi tiempo tiene que ser siempre “humano”
El tiempo que dedico a mí mismo,
puede ser el más humano y el más inhumano.
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¿Un Dios nacido en las cadenas de producción y montaje de la Factoría Humanidad? (Klaas Hendrikse)
1 de enero Octava de la Navidad
Gál 4, 4-7 Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer
Lc 2, 16-21
Al verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño. Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores
Los Reyes Magos saben de Jesús, según el relato evangélico de Lucas, lo que los demás les habían dicho. Y cuantos lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores. Las Biblias de todas las religiones son escritos de pluma y pensamiento humano. En su libro Croire en un Dieu qui n’existe pas, Klaas Hendrikse (1947) afirma que Todo lo que se dice de Dios procede del hombre. De ahí términos como todopoderoso, eterno, omnipresente, creador. Un camino que no parece adecuado: partir de Dios para llegar al hombre. Lo idóneo es lo contrario: partir del hombre para llegar a Dios. De nosotros, de la vida, de las experiencias de la gente. De la necesidad de la mente humana batallando por configurarle a nuestra imagen y semejanza y no al contrario, como se afirma en el Génesis 1, 26.
Este pastor protestante de la parroquia holandesa de Middelburg y que subtitula su obra Manifeste d’un pasteur athée, añade en su obra esta frase: ¿Un Dios nacido en las cadenas de producción y montaje de la Factoría Humanidad? La Reverenda Kirsten Slattennar, líder de la misma iglesia (la Iglesia del Éxodo) piensa igual que Klass cuando, refiriéndose a Jesús, rechaza la idea central para el Cristianismo de que era divino y humano a la vez. Y manifiesta: “Creo que ‘Hijo de Dios’ es una especie de título. No creo que fuera un dios o mitad dios. Yo creo que era un hombre, pero era un hombre especial”. Posición doctrinal defendida ya por el arrianismo en el siglo IV.
Conocido es el texto del poeta y filósofo griego Jenófanes (570-475 a.C.) sobre cuestiones teológicas: “Chatos, negros: así ven los etíopes a sus dioses. De ojos azules y rubios: así ven a sus dioses los tracios. Pero si los bueyes, caballos y leones tuvieran manos, manos como las personas para dibujar, para pintar, para crear una obra de arte, entonces los caballos pintarían a los dioses semejantes a los caballos, los bueyes semejantes a los bueyes, y a partir de sus figuras crearían las formas de los cuerpos divinos según su propia imagen: cada uno según la suya”.
¿Cuándo se cambiará el rimbombante “Palabra de Dios” del final de la lectura del evangelio dominical, por un sencillo y respetuoso silencio?
Pedro Casaldáliga (1928), pensador, poeta y obispo de Sao Félix de Araguala, Brasil, nos señala en sus versos que lo importante es vivir en esta tierra nuestra.
POEMAS (Fragmentos)
“¿Por dónde iréis hasta el cielo si por la tierra no vais? ¿Para quién vais al Carmelo si subís y no bajáis?”
(Salmos de vigilia)
“Esta es la tierra nuestra …la tierra de los hombres que caminan por ella a pie desnudo y pobre. Que en ella crecen, de ella, para crecer con ella, como troncos de espíritu y de carne.”
Comentarios desactivados en Abrirnos al asombro y la liberación de Dios.
Lc 2, 16-21
Lc 2,16-21
La capacidad de asombro de los pastores puede ser una buena disposición para iniciar el nuevo año. Lo contrario al asombro es la rutina. El ya me lo sé o el siempre ha sido así nos hace inmunes al milagro cotidiano de la vida y sus señales. Necesitamos seguir aprendiendo cada día a mirar con hondura la realidad en sus gestos más pequeños e insignificantes y poner especial atención en lo que el poder y su lógica invisibiliza o desprecia. Quizás solo así captemos el misterio de Amor que la habita.
El Dios de Jesús no es el Dios que lo tiene todo preparado, atado y bien atado, no es el Dios de la inercia o la rutina, sino el Dios que lo hace todo nuevo y por eso nos urge a la renovación permanente y nunca a la instalación (Ap 21, 4). Es el Dios que por no “atar” las cosas ni cerrarlas no cierra ni la creación, por eso nos invita a ser co-creadores y co-creadoras con Él en una creación continua a través del trabajo y la acción humana. Es el Dios de la sorpresa y la libertad; una libertad humana que conduce a situaciones imprevisibles. ¿Cómo descubrimos y experimentamos esta novedad, en nuestra vida, en nuestros contextos, en la historia? ¿Qué quiere hacer Dios de nuevo en nosotras y con nosotras, en nuestros ambientes este año que empieza?
El Dios encarnado, vulnerable, hecho niño, acostado en un pesebre, que se nos revela en Jesús de Nazaret nos urge a no cansarnos de seguir posando nuestra mirada y sensibilidad no en los primeros planos de la historia, ni en los personajes principales, sino en los secundarios y en su revés. La salvación, la liberación que anhelamos acontece en lo cotidiano y desde los últimos y últimas. Requiere también abrirnos a la pedagogía de los procesos y lo seminal, porque como nos recuerda el papa Francisco: “De las semillas de esperanza sembradas en las periferias olvidadas del planeta, de esos brotes de ternura que lucha por subsistir en la oscuridad de la exclusión, crecerán árboles grandes, surgirán bosques tupidos de esperanza para oxigenar el mundo” (Discurso del papa Francisco en el II Encuentro con los movimientos populares, Bolivia, 2015)
Jesús, el hijo de María, nacido de mujer (Gal 4,4) toma de ella su carne y se hace buena noticia de liberación también para nosotras las mujeres. Por eso el espíritu de Evangelio nos urge a no acostumbrados ni naturalizar la violencia de género ni la feminización de la pobreza y a no cansarnos en la lucha por una sociedad y una iglesia donde ninguna mujer sea excluida, hasta que la dignidad sea costumbre, porque ya nadie puede ser esclava, sino que por voluntad del Amor somos herederas de la liberación de Dios (Gal 4,6-7)
Como María de Nazaret guardemos también nuestras perplejidades en el corazón.
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