San Lucas, apóstol.
De las cartas de Pablo se desprende que Lucas fue médico (Col 4,14) se desprende asimismo que Pablo le quería mucho, dado que le facilitó la actividad apostólica en calidad de colaborador suyo (Flm 24). También las llamadas ‘secciones-nosotros’ de los Hechos de los apóstoles -ésas en las que Lucas emplea el pronombre de la primera persona del plural, con lo que deja entrever su presencia junto a Pablo en el ejercicio de su apostolado- dicen que Lucas es uno de los responsables de la acción misionera de los primeros tiempos cristianos.
Como es bien conocido, Lucas es el único de los evangelistas que sintió la necesidad de escribir, además de un evangelio, también los Hechos de los apóstoles, en una obra unitaria que deja aparecer la concepción teológica de la historia propia de Lucas: una historia que une, íntimamente, a Jesús con la Iglesia, y a la Iglesia con Jesús.
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En aquel tiempo, el Seńor designó a otros setenta [y dos] y los envió por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares que él pensaba visitar.
Y les dio estas instrucciones:
+ La mies es abundante, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡En marcha! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos.
No llevéis bolsa, ni alforjas ni sandalias, ni saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa.
Si hay allí gente de paz, vuestra paz recaerá sobre ellos; si no, se volverá a vosotros.
Quedaos en esa casa y comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa.
Si al entrar en un pueblo os reciben bien, comed lo que os pongan.
Curad a los enfermos que haya en él y decidles: Está llegando a vosotros el Reino de Dios.
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Evangelio: Lucas 10,1-9
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En la Iglesia de Lucas se hablaba de Jesús no sólo al hilo de los relatos históricos, sino que también se le anunciaba con la finalidad de que su recuerdo suscitara en los oyentes la fe en él. Para responder a cada una de estas finalidades -la memoria histórica y el anuncio ordenado a la fe-, Lucas compuso un evangelio en el que figurar la parte de historia que sirve para conectar fe con el acontecimiento-Cristo y la parte de teología que capta en la historia el mensaje que suscita la fe.
A pesar de ciertas alusiones a la historia (1,5; 2,1 ss; 3,lss), Lucas no es propiamente un historiador; tampoco puede decirse que sea propiamente un teólogo. Lucas es más bien un Ťhombre de Iglesiať que, al final de los tiempos apostólicos, pretende asegurar a la Iglesia Ťla solidezť (1,4) de la tradición evangélica, que él recibe y al mismo tiempo transmite. Lucas es un recolector de recuerdos evangélicos; también es ordenador de los mismos, a fin de que éstos asuman todo su propio valor: el de ser fuentes v fundadores de la fe de la Iglesia. En un tiempo en el que, por la evaporación en las brumas del tiempo de las raíces de las tradiciones originarias presentes en las Iglesias judeocristianas y etnicocristianas, la realidad físico-histórica de Jesús empezaba a ser objeto de discusión por ciertas teologías ambiguas configuradas en la primera carta de Juan (4,1-6) y que conducirán, a comienzos del siglo II, al docetismo -cuyos defensores están marcados a fuego por san Ignacio de Antioquía (siglos l-ll) como ‘sepultureros’ de Cristo (A los esmirniotas, 5,2)-, y cuando la realidad mistérica de Jesús empezaba a ser diluida por las especulaciones judeo-helenísticas-cristianas vigorosamente combatidas por las cartas a los Colosenses (2,8-23) y a los Efesios (3,4-12), Lucas fijó el carácter real de Jesús componiendo un evangelio que salía garante de la realidad histórica de la verdad teológica de Jesús para todas las Iglesias.
La intención que guiaba a Lucas en la redacción de sus escritos era dar consistencia al pasado de Jesús en el presente de la Iglesia. Para conseguirlo Lucas estableció una serie de conexiones en las que intervienen de manera sinérgica la historia, la fidelidad a la tradición, la experiencia de fe, el anuncio de Jesús llevado a cabo mediante la Palabra y su puesta por escrito.
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Mario Masini.
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