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La Federación Estatal LGTBI+ denuncia que negar el delito de odio en el juicio de Samuel Luiz invisibiliza la violencia contra el colectivo

Martes, 29 de octubre de 2024

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El asesinato de Samuel Luiz a grito de “maricón” no puede ni debe desvincularse del odio hacia su orientación sexual

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+) expresa su profunda preocupación y rechazo ante la estrategia de la defensa de los acusados por el asesinato de Samuel Luiz, que intenta desvincular el crimen de su motivación LGTBIfóbica al negar que se trató de un delito de odio basado en su orientación sexual.

El asesinato de Samuel Luiz, quien fue brutalmente agredido mientras sus atacantes le insultaban con gritos homófobos como «maricón de mierda», no puede ser considerado un simple acto de violencia desvinculado de la discriminación que sufre el colectivo LGTBI+. En este sentido, Paula Iglesias, presidenta de la Federación Estatal LGTBI+, señala que “negar la motivación de odio que impulsó el ataque supone invisibilizar la realidad de la violencia sistemática a la que se enfrenta este colectivo”.

Además, la entidad federada Alas A Coruña, en representación del colectivo, actúa como acusación popular en el juicio, reforzando así el compromiso del movimiento LGTBI+ en la lucha por la justicia para Samuel Luiz y todas las víctimas de la violencia LGTBIfóbica.

La violencia LGTBIfóbica: una realidad silenciada

Según la encuesta Estado LGTBI+ 2023, elaborada por 40db para la Federación Estatal LGTBI+, más de 280.000 personas LGTBI+ han sufrido agresiones en los últimos cinco años. Ángeles Blanco, vocal de delitos de odio de la FELGTBI+, destaca que “estas cifras alarmantes evidencian la gravedad de la situación. Negar el odio que promueve crímenes como el de Samuel Luiz no solo minimiza el dolor de las víctimas, sino que perpetúa los discursos de odio que desprotegen a quienes viven en situación de vulnerabilidad”.

Según explica Blanco, “el Código Penal español establece que un delito se considera de odio cuando está motivado por prejuicios hacia la orientación sexual, identidad de género, etnia u otras características protegidas. En este caso, la LGTBIfobia fue, sin duda, uno de los motores de la agresión contra Samuel, y debe ser reconocida como tal”.

Un llamado a la justicia

Paula Iglesias subraya la importancia de reconocer estos crímenes por lo que realmente son: actos de odio. El intento de obviar la orientación sexual de Samuel no solo es legalmente inaceptable, sino que representa un retroceso en el reconocimiento de los derechos y la dignidad de las personas LGTBI+. La justicia debe actuar en consecuencia y no permitir que este tipo de estrategias judiciales minimicen la gravedad del delito.

Para la Federación, la lucha contra los delitos de odio debe ser una prioridad en cualquier Estado de Derecho. “No podemos permitir que estos crímenes queden impunes o que su verdadera naturaleza sea desvirtuada por maniobras judiciales que intentan desviar el foco. Exigimos que se haga justicia para Samuel Luiz y que se reconozca la motivación LGTBIfóbica de su asesinato”, concluye Iglesias.

NOTA. Juicio Samuel Luiz – octubre 2024

Fuente FELGTBI+

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Concluye la fase de instrucción del juicio por el asesinato de Samuel Luiz con solicitudes de penas de 22 a 25 años de prisión

Lunes, 19 de febrero de 2024
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IMG_2849El juzgado de instrucción nº 8 de A Coruña ha finalizado el pasado 30 de enero la instrucción del caso del asesinato de Samuel Luiz, ocurrido el 3 de julio de 2021. Comienza la fase oral del juicio, que se prevé que tenga lugar antes del verano. Las cinco personas mayores de edad participantes en los hechos son acusadas de asesinato, al apreciarse las circunstancias agravantes de alevosía y ensañamiento. La Fiscalía y las acusaciones particulares solicitan penas de prisión de 25 años para los dos acusados que iniciaron el crimen, al considerar la agravante de discriminación por orientación sexual, y de 22 años para los tres restantes. Para uno de ellos, además, se solicita una pena de 5 años por el robo con violencia del móvil de asesinado.

La Audiencia Provincial de A Coruña celebrará antes del verano el juicio oral del caso del asesinato de Samuel Luiz, tras darse por concluida la fase de instrucción. El juez instructor ha estimado que existen indicios suficientes para que la acusación de los cinco implicados sea por el delito de asesinato y no de homicidio, al apreciar las circunstancias agravantes de alevosía (imposibilidad de defensa de la víctima) y ensañamiento.

Según el relato del juez instructor, en un primer momento dos de los acusados «con el propósito de causar el fallecimiento» de la víctima, y en todo caso «siendo conscientes»de que sus actos podían causar el fatal desenlace o «admitiendo el riesgo que ello comportaba», le dieron patadas y puñetazos en la cara y en la cabeza, mientras que la mujer acusada en el procedimiento, «en unidad de actuación del ataque», trató de evitar que el posteriormente fallecido fuese auxiliado por una amiga. Según todas las acusaciones, en poco tiempo se unieron a la agresión los otros dos varones que también serán enjuiciados, además de dos menores de edad en el momento de los hechos que ya han sido condenados por un delito de asesinato.

Según sostiene el juez instructor en su auto, «en ese escenario, la víctima se encontraba rodeada y golpeada, inerme, a merced y voluntad de su grupo agresores, en clara situación de inferioridad y desvalimiento, sin posibilidad alguna de defensa». De ahí la agravante de alevosía imprescindible para la acusación por asesinato.

De esta manera, tanto la Fiscalía como las acusaciones particulares han solicitado una pena de 22 años de prisión para los detenidos. A dos de ellos, los iniciadores de la agresión, se les añaden 3 años más por la agravante de discriminación por orientación sexual. Para uno de ellos, se solicitan además 5 años por el robo con violencia del teléfono móvil de Samuel.

Si bien la detención de los acusados se produjo con celeridad, el proceso de instrucción ha sido laborioso. La demora de tres años se debe, principalmente, a las comisiones rogatorias que sido necesario enviar a los Estados Unidos para acceder a las cuentas en redes sociales y aplicaciones similares de los sospechosos. Según declaraciones de los testigos, una vez que los acusados fueron conscientes de que Samuel estaba muerto, se reunieron para acordar eliminar las pruebas que pudieran existir en sus teléfonos móviles y redes.

La situación actual de los detenidos permanecerá igual, tres de ellos seguirán en prisión preventiva y dos (entre ellos la única mujer) en libertad.

En cuanto a los dos participantes menores de edad, fueron condenados por asesinato en abril de 2022 a tres años y medio de internamiento en régimen cerrado en un centro de menores, seguidos de tres años de libertad vigilada, tras llegar a un acuerdo de conformidad entre las partes personadas. Como medida preventiva, los dos permanecían en un centro de menores desde una semana después del crimen, el 11 de julio de 2021, por lo que es muy probable que cuando concluya el juicio oral ya hayan cumplido los tres años y medio de reclusión.

Inequívocamente un delito de odio

El juez instructor ha encontrado indicios suficientes de que hubo un componente de discriminación por orientación sexual en el inicio de la agresión. Por ello dos de los acusados se enfrentan a una circunstancia agravante que puede incrementar la pena de prisión en tres años.

Sin embargo, muy especialmente durante los primeros días tras su muerte, tanto fuentes policiales como medios de comunicación, opinadores, columnistas y participantes en redes sociales (algunos de ellos no precisamente anónimos…) se esforzaron por evitar calificar como homófoba la agresión sufrida por Samuel. Incluso negaban expresamente que así hubiera sido.

IMG_2848Especialmente relevante en la actualidad fue la reacción de la hoy titular del Instituto de las Mujeres, Isabel García, entonces diputada provincial de Valencia y delegada federal LGTBI del PSOE. En su cuenta de la red social Twitter, Isabel García condenaba los hechos pero afirmaba que «No parece ser un asesinato por motivos homófobos».

Los negacionistas del delito de odio se agarraban a argumentos tan endebles como el hecho de que la víctima no hubiera revelado su condición de gay a su familia, sin tener en cuenta sus condicionantes familiares (Samuel, de origen brasileño, pertenecía a una familia de fuertes convicciones evangélicas). O declaraciones de su propio padre, reticente a que el colectivo LGTBI considerase a Samuel un símbolo.

Todo ello como si el hecho de que la víctima de una agresión homófoba no haya verbalizado ante su familia su condición de gay obligase a aportar pruebas extraordinarias de «gaicidad». O como si no supiéramos que las agresiones por LGTBIfobia se dirigen contra toda aquella persona percibida como LGTBI, incluyendo a personas heterosexuales con expresión de género no normativa.

Los hechos según los testigos

Haremos un breve recordatorio de lo sucedido aquella fatídica madrugada del 3 de julio de 2021. Samuel Luiz, un joven auxiliar de enfermería, disfrutaba de la noche en compañía de unos amigos en un local de A Coruña. Cerca de la hora del cierre Samuel salió a fumar junto a una de sus amigas, de nombre Lina. En ese momento hicieron una videollamada a otra amiga, testigo a distancia del inicio de la agresión. Un grupo de jóvenes que se encontraban cerca pensaron que los estaban grabando y les gritaron. Samuel y su amiga intentaron explicarles que no era así, pero uno de ellos le espetó directamente a Samuel «O paras de grabar o te mato, maricón». «¿Maricón de qué?», se revolvió entonces Samuel, antes de recibir varios golpes.

La agresión no se detuvo ahí, pese a que el agresor se alejó de Samuel en ese primer momento. Samuel, consciente y en un estado relativamente bueno pese a las contusiones, pidió a Lina que buscara su móvil, que se le había caído (luego se supo que lo robó uno de los agresores). Instantes después, sin embargo, el agresor volvió acompañado de cerca de una docena de personas, varias de las cuales lo acorralaron y golpearon brutalmente pese a los gritos de horror de su amiga, al grito de «¡maricón de mierda!». Samuel intentó escapar y corrió durante unos 200 metros, pero los agresores lo alcanzaron, lo derribaron y continuaron pateándolo con saña, hasta que quedó inconsciente y se dejó de mover. En ese momento los agresores se dispersaron. Dos jóvenes senegaleses, Ibrahima Diack y Makate Ndiaye, intentaron defender a Samuel durante la paliza, pero no pudieron hacer nada ante la turba y de hecho Ibrahima recibió varios golpes. Aunque los profesionales sanitarios intentaron reanimarlo de forma denodada, Samuel fallecía esa misma noche debido a la gravedad de los golpes recibidos. Además del traumatismo craneoencéfalico severo, presentaba contusiones y hematomas por todo el cuerpo.

La Policía Nacional pudo identificar, durante los días siguientes, a la mayor parte del grupo agresor. Utilizaron para ello las declaraciones de varios testigos (al menos uno de ellos conocía de vista a alguno de los agresores), además de imágenes grabadas con móviles por algunos testigos e imágenes de las cámaras de vigilancia de la zona. El hecho de que en ese momento en Galicia fuese necesario dar el DNI para acceder a locales de ocio debido a la pandemia de covid-19 fue también de ayuda. Las pruebas de ADN también fueron importantes para reforzar la acusación de algunos de los detenidos.

Fuente Dosmanzanas

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Se cumple un año de la muerte de Samuel Luiz, el brutal asesinato que puso a España frente al espejo de su propia LGTBIfobia

Lunes, 4 de julio de 2022
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samuelEste 3 de julio se cumplió un año del asesinato de Samuel Luiz. Dos de sus asesinos, menores de edad, han sido ya condenados. Otros cinco acusados están a la espera de juicio. La muerte de Samuel, víctima de una terrible paliza, puso de manifiesto no solo la brutalidad que tantas veces acompaña al odio homófobo, sino la hipocresía de una sociedad que seguramente se encuentra a nivel global entre las más tolerantes del mundo en materia LGTBI, pero en la cual las fuerzas de seguridad se resistieron inicialmente a admitir la motivación homófoba y no pocos medios de comunicación, opinadores y participantes en redes sociales llegaron a negarla expresamente.

Haremos un breve recordatorio de lo sucedido aquella fatídica madrugada del 3 de julio de 2021. Samuel Luiz, un joven auxiliar de enfermería, disfrutaba de la noche en compañía de unos amigos en un local de A Coruña. Cerca de la hora del cierre Samuel salió a fumar junto a una de sus amigas, de nombre Lina. En ese momento hicieron una videollamada a otra amiga, testigo a distancia del inicio de la agresión. Un grupo de jóvenes que se encontraban cerca pensaron que los estaban grabando y les gritaron. Samuel y su amiga intentaron explicarles que no era así, pero uno de ellos le espetó directamente a Samuel «O paras de grabar o te mato, maricón». «¿Maricón de qué?», se revolvió entonces Samuel, antes de recibir varios golpes.

La agresión no se detuvo ahí, pese a que el agresor se alejó de Samuel en ese primer momento. Samuel, consciente y en un estado relativamente bueno pese a las contusiones, pidió a Lina que buscara su móvil, que se le había caído (luego se supo que lo robó uno de los agresores). Instantes después, sin embargo, el agresor volvió acompañado de cerca de una docena de personas, varias de las cuales lo acorralaron y golpearon brutalmente pese a los gritos de horror de su amiga, al grito de «¡maricón de mierda!». Samuel intentó escapar y corrió durante unos 200 metros, pero los agresores lo alcanzaron, lo derribaron y continuaron pateándolo con saña, hasta que quedó inconsciente y se dejó de mover. En ese momento los agresores se dispersaron. Dos jóvenes senegaleses, Ibrahima Diack y Makate Ndiaye, intentaron defender a Samuel durante la paliza, pero no pudieron hacer nada ante la turba y de hecho Ibrahima recibió varios golpes. Aunque los profesionales sanitarios intentaron reanimarlo de forma denodada, Samuel fallecía esa misma noche debido a la gravedad de los golpes recibidos. Además del traumatismo craneoencéfalico severo, presentaba contusiones y hematomas por todo el cuerpo.

La Policía Nacional pudo identificar, durante los días siguientes, a la mayor parte del grupo agresor. Utilizaron para ello las declaraciones de varios testigos (al menos uno de ellos conocía de vista a alguno de los agresores), además de imágenes grabadas con móviles por algunos testigos e imágenes de las cámaras de vigilancia de la zona. El hecho de que en ese momento en Galicia fuese necesario dar el DNI para acceder a locales de ocio debido a la pandemia de covid-19 fue también de ayuda. Las pruebas de ADN también fueron importantes para reforzar la acusación de algunos de los detenidos.

El siguiente vídeo, minutado por eldiario.es, pertenece a unas de las cámaras de vigilancia que grabaron lo sucedido desde la distancia:

 

La actuación posterior de los agresores

De hecho, las declaraciones de testigos e implicados permitió reconstruir el comportamiento de los agresores tras matar a Samuel. De forma resumida (este artículo de eldiario.es lo explica con detalle) hubo dos reuniones en las horas siguientes en las que hablaron del linchamiento. La primera de ellas, apenas una hora después, en un parque situado lejos del lugar de la agresión en la otra punta de la ciudad. Una testigo escuchó parte de una conversación en la que uno de los agresores que fueron luego detenidos se refirió a Samuel como «puto maricón, si era un maricón de mierda».

La siguiente reunión tuvo lugar algo más tarde, en otro parque cercano. Al parecer ya eran plenamente conscientes de que Samuel estaba muerto. En esta reunión el grupo acordó eliminar las pruebas que pudieran existir en sus teléfonos móviles y redes (los esfuerzos para conseguir recuperarlos, de hecho, son una de las causas de la demora del procedimiento).

Dos menores, ya condenados

Aunque las informaciones llegaron a hablar de la detención de 13 sospechosos, tras la investigación policial los acusados formalmente del crimen fueron finalmente siete personas: cinco mayores de edad (cuatro hombres y una mujer) y dos menores. Cabe señalar que uno de los adultos acusados no fue detenido hasta el mes de septiembre.

Los dos menores fueron condenados por asesinato el pasado mes de abril a tres años y medio de internamiento en régimen cerrado en un centro de menores, seguidos de tres años de libertad vigilada, tras llegar a un acuerdo de conformidad entre las partes personadas. En estos momentos, hay tres varones en prisión provisional y la única mujer detenida fue puesta en libertad con medidas cautelares.

Por lo que se refiere a los mayores de edad, están a la espera de un juicio se celebrará con jurado. Tres de ellos se encuentran en prisión preventiva y otros dos (entre ellos la mujer) en libertad vigilada. Tanto Fiscalía como acusaciones particulares solicitan que sean condenados por asesinato. A dos de ellos se les atribuye además un posible delito de odio. El que se quedó con el móvil de Samuel está acusado además de otro delito de robo con violencia.

Quizá el único elemento positivo que podemos encontrar en lo sucedido es que Ibrahima Diack y Makate Ndiaye, los dos senegaleses que intentaron evitar la muerte de Samuel, consiguieron regularizar su situación en España y un puesto de trabajo en la empresa Puertas Betanzos, cuyo propietario quedó impresionado tras conocer su historia.

Negación de la homofobia y rabia en el colectivo LGTBI

Pasado el tiempo pocas dudas persisten ya sobre lo sucedido y sobre el papel que la homofobia jugó en el asesinato de Samuel. Sin embargo, muy especialmente durante los primeros días tras su muerte, tanto fuentes policiales como medios de comunicación, opinadores, columnistas y participantes en redes sociales (algunos de ellos no precisamente anónimos…) se esforzaron por evitar calificar como homófoba la agresión sufrida por Samuel. Incluso negaban expresamente que así hubiera sido. Se agarraban para ello a argumentos tan endebles como el hecho de que la víctima no hubiera revelado su condición de gay a su familia, sin tener en cuenta sus condicionantes familiares (Samuel, de origen brasileño, pertenecía a una familia de fuertes convicciones evangélicas). O declaraciones de su propio padre, reticente a que el colectivo LGTBI considerase a Samuel un símbolo.

Todo ello como si el hecho de que la víctima de una agresión homófoba no haya verbalizado ante su familia su condición de gay obligase a aportar pruebas extraordinarias de «gaicidad». O como si no supiéramos que las agresiones por LGTBIfobia se dirigen contra toda aquella persona percibida como LGTBI, incluyendo a personas heterosexuales con expresión de género no normativa.

Por lo que se refiere a la acusación por delito de odio, no sabemos que sucederá una vez se celebre el juicio. En cualquier caso, lo decíamos hace un año y nos ratificamos ahora: las personas LGTBI sabemos que muchas investigaciones policiales y/o procesos judiciales se inclinan finalmente por invisibilizar el componente homófobo de muchas agresiones a no ser que la evidencia sea abrumadora. Pero en la España actual las agresiones por LGTBIfobia pocas veces son la consecuencia de una decisión planificada en frío y plasmada documentalmente. En sociedades como la nuestra las mayoría de las agresiones son el fruto explosivo del odio acumulado. Un odio alimentado por discursos de deshumanización del diferente que tras una época de relativa calma vuelven a escucharse de la boca de políticos y líderes de opinión y que son amplificados, cada vez con menos reservas, por medios y redes. En la mayor parte de las situaciones, ese odio queda contenido por la fuerza de los usos y costumbres, pero estalla cuando encuentra la oportunidad. El desencadenante puede ser cualquiera. Incluso un incidente banal que con otras personas no tendría mayores consecuencias, pero con una persona LGTBI supone un estallido de violencia que revela la LGTBIfobia que lo trasciende.

Sea como sea, lo que nadie puede ya evitar es que el asesinato de Samuel actuase como revulsivo del activismo LGTBI, que en las semanas que siguieron fue capaz de movilizar en las calles a multitudes nunca vistas en concentraciones y manifestaciones de protesta (Orgullos aparte). En el caso de Madrid, lamentablemente, desembocando en una intervención policial absolutamente desproporcionada (curiosamente, pocas semanas después, una manifestación neonazi de carácter homófobo tenía lugar en el barrio de Chueca sin que este caso nadie hiciera nada por evitarlo. Pero esa es otra historia…).

Fuente Dosmanzanas

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“Puto maricón, si era un maricón de mierda”: Así justificó el linchamiento uno de los principales agresores de Samuel Luiz

Lunes, 16 de agosto de 2021
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samuel

La investigación policial confirma que hubo una discusión previa al asesinato de Samuel e insultos homófobos

El sumario recoge que pocas horas después del crimen, uno de los agresores actualmente en prisión se reunió en un parque de A Coruña con un grupo de amigos ante los que repitió los insultos homófobos contra Samuel.

Poco a poco se van conociendo más detalles del sumario judicial del asesinato de Samuel Luizel pasado 3 de julio en A Coruña que ayudan a establecer lo que ocurrió aquella madrugada. La semana pasada ya trascendió que los tres jóvenes actualmente en prisión son acusados de un delito de asesinato. Hay una cuarta acusada, una mujer que está en libertad provisional, a la que se va acusar de encubrimiento. Este jueves, RTVE ha accedido al atestado policial y por este documento se ha conocido que Samuel Luiz y su amiga había discutido con sus agresores dos horas antes de la agresión mortal en el interior de la discoteca Andén, situada en el paseo marítimo de A Coruña.

Según esta información, Samuel y su amiga tuvieron un encontronazo con el grupo agresor en uno de los reservados de la discoteca. El portero de la discoteca tuvo que acudir para poner orden.

Hasta ahora se sabía que uno de los detenidos había lanzado un insulto homófobo a Samuel justo antes agredirlo, pero el sumario recoge también que pocas horas después del crimen, ese mismo agresor se reunió en un parque de A Coruña con un grupo de amigos ante los que repitió los insultos homófobos. “Puto maricón, si era un maricón de mierda”, dijo según una testigo que no tiene nada que ver con el grupo agresor.

El sumario también establece que Samuel recibió más de 40 golpes, entre ellos un botellazo en la cabeza. Samuel presentaba derrames en el encéfalo, en el corazón y edemas en los pulmones.

Son varios los testimonios que apuntan a la homofobia en las motivaciones del brutal crimen de Samuel Luiz, el joven de 24 años asesinado a golpes en el paseo marítimo de A Coruña la madrugada del pasado 3 de julio. En el abultado sumario judicial, al que ha tenido acceso elDiario.es, uno de los principales agresores, hoy en prisión preventiva y cuya identidad corresponde a las iniciales D. M. M., justificó en varias ocasiones su agresividad en la condición de homosexual del joven asesinado. “Puto maricón, si era un maricón de mierda. Quién le mandaba al puto maricón meterse en eso”, replicó D. M. M., de 25 años, cuando una hora tras la brutal paliza, su novia, C. S. B., de 19 años y también imputada por su participación en el crimen, le recriminó el estado en el que habían dejado a Samuel tirado en el suelo.

Es una testigo, considerada “de referencia” por la Policía, quien relató parte de la conversación que tuvo la pareja tras la brutal paliza que acabó con la vida de Samuel. Aquella noche, de regreso a su casa con dos amigos, se cruzaron con la pareja y decidieron seguirlos discretamente por temer que la fuerte discusión que mantenía podía derivar en algún incidente de violencia machista. Llegaron incluso a ofrecer ayuda a la mujer, que la declinó. La pareja, que tras la agresión a Samuel acudió al parque Europa de la ciudad para reunirse con otros amigos suyos también implicados, en menor o mayor medida, en el crimen, hablaba de una pelea que acababa de ocurrir y la chica, muy enfadada, le recriminó a su novio: “¡Cómo le dejasteis! Algún día te van a dar a ti las hostias”. Fue entonces cuando el aludido respondió refiriéndose a la víctima como “maricón de mierda”.

Una expresión que repitió varias veces, según ratificó esta testigo en sus declaraciones ante la Policía, el mismo día del crimen, y posteriormente ante el juez instructor del caso. En esa última, la mujer amplia su testimonio y cuenta que la novia de D.M.M., ante su insistencia en referirse a la víctima como “maricón“, le pregunta si tiene “algún problema con eso, ya que ella [C.S.B.] era bi“, es decir, bisexual. Entonces, según este testimonio, el acusado de asesinato pasa a referirse a Samuel como “esa persona”. Pero siempre en tono despectivo, aseguró la testigo a preguntas de la Fiscalía.

Son varios los testimonios que afirman que cuando D.M.M. se abalanzó sobre Samuel aquella madrugada le increpó a grito de “maricón“. No se conocían de nada y ambos iban acompañados de respectivas amigas cuando comenzó la agresión, a las puertas cerca de una discoteca y varios pubs del paseo marítimo de A Coruña. Samuel estaba realizando una videollamada acompañado de su amiga Lina cuando D.M.M., pensando que lo estaba grabando a él y a su novia, le increpó a gritos de “maricón, deja de grabarnos, a ver si te voy a matar maricón”. Fue entonces cuando empezó a pegarle a Samuel, y lo tiró al suelo. Otro joven, amigo de dos de los principales implicados en el crimen, también testificó voluntariamente ante la Policía que la brutal paliza se inició cuando el principal agresor se abalanzó sobre Samuel recriminándole: “me estás grabando, que me estás grabando, maricón”.

Otro de los cuatro jóvenes que hoy están en prisión preventiva acusados de asesinato y que responde a las iniciales K.A.S.C., relató en su declaración que su amigo D.M.M. le había confesado “tener problemas con los gais” en general. No obstante, en su declaración ante el juez, el principal acusado, a preguntas de su abogado, insistió en negar haberse referido a la supuesta condición sexual de Samuel Luiz, que, según afirmó, no conocía de nada. Sin embargo, son varios los testimonios recabados en el sumario que confirman que el linchamiento que acabó con la vida de Samuel sí tuvo tintes homófobos, aunque no fuera la única motivación de un crimen brutal e irracional que levantó una oleada de indignación y protestas en toda España.

Fuente Público/El Diario

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Samuel, mañana.

Sábado, 24 de julio de 2021
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samuelLa ensayista catalana Brigitte Vasallo escribe sobre el crimen de Samuel Luiz Muñiz, el joven asesinado a palos en La Coruña al grito de “maricón” que sacudió a España y al mundo.

Hoy no es como el día antes de que lo mataran. Hoy somos otra cosa. Y antes de seguir con nuestras agendas aprovechando el impulso de la visibilidad, habría tal vez que pensar si es el momento de nuestra agenda o es el momento de la agenda de Samuel.

La Coruña, después del asesinato de Samuel no es la misma ciudad. No puede ser la misma ciudad.

Estas palabras las pronunció Claudia Delso hace unos días en el pleno del Ayuntamiento de esa ciudad, justo antes de que la alcaldesa la mandara callar. Este no es un lugar donde venir a expresar emociones, le dijo.

En un tono bastante jodido, añado yo.

Pero antes de ser callada, Claudia Delso tuvo tiempo de decir cosas importantes. Una de ellas: que lo que se dice, y lo que no se dice desde las instituciones y demás altavoces, importa. Otra: que hoy, A Coruña, después del asesinato de Samuel no es la misma ciudad. No puede ser la misma ciudad.

La vida y la muerte no son la misma cosa aunque formen parte de lo mismo. Hace una semana en esa ciudad, en el paseo marítimo, delante de mucha gente, asesinaron a palos a Samuel Luiz Muñiz gritándole maricón. Samuel fue asesinado.

La vida y la muerte no son la misma cosa. Hay ahí una línea abismal, hay ahí la distancia insondable entre el ser y el no ser de Fanon. Por esa distancia insondable entre lo uno y lo otro, entre la posibilidad de existencia y la posibilidad de inexistencia, el asesinato de Samuel no se enmarca en un cúmulo de violencias, no es una violencia más, sino que es otro tipo de violencia, es la violencia paradigmática, el abismo, la irreparabilidad absoluta. El asesinato de Samuel es otra cosa. Y me preocupa que lo narremos como una violencia más, porque igual que engloba, igual que contextualiza, también minimiza, también ningunea. Su asesinato forma parte de una violencia que no es aislada, pero hoy A Coruña no es la misma ciudad y hoy, nosotras no deberíamos ser las mismas.

La homofobia no es el móvil de un asesinato. Si buscamos eso, pocas veces lo encontraremos. La homofobia es el marco que permite que cualquier cosa sirva de excusa para acabar con una vida marica. Como lesbiana visible mucho antes incluso de ser lesbiana, como marimacho, conozco perfectamente el mecanismo. ¿Por qué te ha gritado el guardia de seguridad? ¿Por qué se ha puesto agresivo contigo este tío si tú ibas por la calle sin hacer nada? ¿Por qué te han pegado un puñetazo a la salida del metro? ¿Pero lo conocías de algo? Llevo toda la vida contestando a estas preguntas, realizadas de buena fe pero sin entender nada. Buscando tal vez en mí el detonante, en algo que yo haya hecho más allá del mero hecho de existir. Pero no hay otro por qué. Mi existencia es lo que hace que alguien se permita descargar su ira conmigo y es lo que hace que me escoja a mí para descargarla, y no a cualquier otra persona.

Es tu energía, Brigitte, concluyen a menudo… obviando que “mi energía” se llama pluma.

Tal vez los y las asesinas de Samuel no lo conocían con anterioridad, pero fue la homofobia lo que les permitió tratar su cuerpo como un objeto inmerecedor de vida, como si al estar vivo desafiase las categorías, ofendiese las categorías. La homofobia es el factor deshumanizador que hace posible todo lo demás. Que hace que fuese Samuel la víctima elegida y no cualquier otra de toda la gente que pasaba por allí.

Y sí, los asesinos pueden tener amigos maricas. También los feminicidas dicen amar a sus compañeras.

Este no es un lugar donde venir a expresar emociones, le dice la alcaldesa de A Coruña a Claudia Delso, en un tono bastante jodido, paradójicamente bastante emocional, de una emocionalidad violenta, de una emocionalidad siniestra. La muerte no es cualquier cosa. El asesinato no es cualquier cosa. Cualquier muerto ilustre tiene su momento de panegírico en cualquier ayuntamiento que quiera apropiarse de su nombre. ¿Por qué a la alcaldesa de A Coruña le parece que hablar de Samuel, incluso 30 segundos más allá del tiempo reglamentario, es algo inaceptable? ¿Por qué hace callar justamente al cuerpo lesbiano de la Delso? Ando leyendo a Sara Ahmed estos días, y solo puedo pensar en la felicidad y el voluntarismo. La aguafiestas que viene a romper la promesa de felicidad, que viene a señalar que la ciudad no puede seguir siendo la misma, porque ya no lo es, porque ya es otra cosa, y que esa cosa hay que atenderla, hay que parar máquinas, hay que escuchar cómo se siente la ciudad después del asesinato de Samuel. Y la Delso es la bollera voluntariosa que no se rinde. Se calla, sí, pero no se rinde: esa imagen suya dejando el micro con todo el dolor y toda la rabia es una imagen que ya es nuestra. Una imagen que va a seguir hablando.

Si Samuel Luiz Muñiz hubiese sido asesinado por ser blanco o por ser payo, ¿hubiese habido espacio para hablar de él, incluso saltándose unos segundos el turno de palabra? ¿Si hubiese sido asesinado por español? ¿Y por gallego? ¿Si hubiese sido asesinado por ser hombre, o por ser personal sanitario? ¿Y si lo hubiese matado ETA? ¿Y Al-Qaeda? Todas estos supuestos habrían merecido un tiempo extra y la fotogénica emocionalidad de la alcaldesa. Samuel habría sido de ella, como ella. Pero no es el caso. Lo que viene después del asesinato sigue siendo parte del todo. Homofobia también es eso.

La ciudad ya no es la misma. ¿Y nuestras ciudades, están siendo las mismas? Sé que estos días estamos diciendo que todas somos Samuel, y entiendo la frase. Y aún así, me preocupa que de ser tanto todas Samuel nadie acabe siendo, ni siquiera él. Nos están matando a todas, sí. Pero nos están matando cada vez que lo matan a él, que es el que ha sido asesinado. Hay infinidad de grupos, también políticos, pero no solo, “aprovechando” el momento para sacar a la luz temas importantes de su agenda previa. Los temas son importantes, pero el momento es un asesinato y “aprovechar” hace que la frase sea jodida. Hoy no es como el día antes de que lo mataran. Hoy somos otra cosa. Y antes de seguir con nuestras agendas aprovechando el impulso de la visibilidad, habría tal vez que pensar si es el momento de nuestra agenda o es el momento de la agenda de Samuel. No sé si estamos preguntado suficiente a su entorno qué necesita. Qué necesitan en A Coruña, qué necesitan sus compañeres, que necesitan les compañeres allá, que necesitan en el contexto, y cuál es su agenda. La agenda de Samuel. El timing de los debates es importante también. Y que lo que se dice, y lo que no se dice desde las instituciones y demás altavoces, importa. Y mucho.

Publicado originalmente en Revista Pikara

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Querido Samuel

Martes, 20 de julio de 2021
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samuelDel blog de Miguel Ángel Mesa, Otro mundo es posible:

“Es indignante el aumento de la violencia por razones de identidad sexual”

El pasado 3 de julio saltó a los medios una terrible, espantosa noticia: habían matado de forma cruel, a golpes, a patadas y al grito de «maricón de mierda», en A Coruña, a Samuel Luiz, un chico homosexual, que trabajaba como auxiliar de enfermería en una residencia de mayores, era voluntario de la Cruz Roja y pertenecía a una Iglesia Pentecostal

Siguen aumentando cada día los constantes insultos, amenazas y ataques físicos a las personas de la comunidad LGTBIQ+, en un espiral alentada por las declaraciones de los miembros de las formaciones políticas de extrema derecha

Hace unos días, en concreto el 28 de junio, asistíamos Marisa y yo a la Manifestación del Orgullo Crítico, para manifestar públicamente nuestra solidaridad con las demandas del colectivo LGTBIQ+. Cada vez que asistimos a estas manifestaciones, muchachos gays, chicas lesbianas y personas trans, entre otras, se acercan a nosotros para saludarnos, abrazarnos y agradecernos nuestra presencia. Y la verdad es que es un placer asistir a una convocatoria de lo más festiva y reivindicativa, de la que sales lleno de alegría y esperanza.

Pero todo cambió el día 3 de julio, cuando saltó a los medios una noticia terrible, espantosa: habían matado de forma cruel, a golpes, a patadas y al grito de «maricón de mierda», en A Coruña, a Samuel Luiz, un chico homosexual, que trabajaba como auxiliar de enfermería en una residencia de mayores, era voluntario de la Cruz Roja y pertenecía a una Iglesia Pentecostal.

Siguen aumentando cada día los constantes insultos, amenazas y ataques físicos a las personas de la comunidad LGTBIQ+, en un espiral alentada por las declaraciones de los miembros de las formaciones políticas de extrema derecha, con sus exabruptos y un discurso que lava la cara a la violencia machista e intenta derogar leyes y revertir los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBIQ+, alentando así la violencia de los sectores más extremistas, que se sienten amparados por estos discursos.

Es indignante que, hoy en día, se produzca en nuestras calles un incremento de la violencia contra las personas que tienen una identidad sexual o de género distinta a la heteronormativa, y que se enfrentan y luchan, desde su propia forma de ser y de expresarse, contra una sociedad patriarcal y machista, para dar a luz a una nueva sociedad donde se acepten y se respeten estos derechos y se legisle para garantizarlos por ley.

De todas formas, no son las leyes las que garantizarán la tolerancia y el respeto hacia la comunidad LGTBIQ+ o de cualquier otro colectivo oprimido, sino la educación y el cambio de actitudes, favorecido desde los colegios, las familias y los distintos estamentos políticos y sociales. Y en esa lucha algunos estamos y seguiremos, a pesar de todos los pesares.

No son las leyes las que garantizarán la tolerancia y el respeto hacia la comunidad LGTBIQ+ y otros colectivos oprimido, sino la educación y el cambio de actitudes, favorecido desde los colegios, las familias y los estamentos políticos y sociales

Al día siguiente del asesinato de Samuel, distintos colectivos y asociaciones de todo el país convocaron concentraciones para mostrar la condena y repulsa por el crimen. En Madrid, el Movimiento Marika de Madrid la convocó en la Puerta del Sol, que se llenó a rebosar. Había tanta gente que me recordó a la ocupación de esta plaza los días del 15M hace ya diez años. Pero en esta ocasión lo que se oían eran las palmas, las manos alzadas no violentas, las lágrimas de tantas chicas y chicos, sobre todo jóvenes, que no entendían esta barbarie y que mostraban su rabia y su rechazo con esta muestra de fuerza no violenta, que proviene únicamente de su deseo de vivir en paz y de que se respete la diversidad, que siempre nos enriquece.

Fueron dos chicos senegaleses sin papeles las únicas personas que se enfrentaron a los violentos y protegieron el cuerpo de Samuel con el suyo propio, aunque ya fue tarde. Deberían aprender del ejemplo de estos chicos los que se visten de patriotismo, cuando la única patria debe ser la dignidad y el derecho a la vida de cualquier ser humano. Por este hecho se está pidiendo que les concedan los papeles legales, para poder vivir y trabajar sin ser perseguidos. Y con toda la razón. Pero es algo que se debería conceder a todas las personas, sea cual sea su nacionalidad o procedencia, porque ningún ser humano debería ser ilegal en ningún país del mundo.

Hace algunas semanas escribía en este mismo blog que no me gustan las banderas pero, en todo caso, la única bajo la que querría cobijarme sería la bandera arcoíris, la de la multiculturalidad, la diversidad, la igualdad, el respeto, la dignidad y la justicia. Termino uniéndome al dolor de la familia de Samuel, al dolor de toda la gente que lucha por los derechos del colectivo LGTBIQ+, por la paz y la justicia, proclamando: «Yo también soy un maricón de mierda, como tú, querido Samuel».

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesias Pentecostales ,

“Samuel Luiz, hermano querido “, por José I. González Faus

Miércoles, 14 de julio de 2021
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samuelDe su blog Miradas cristianas:

INCREIBLE

No qué siento más: si tristeza o rabia.

“Me gustaría saber quién os educó, a qué colegio fuísteis”

Visteis en él algo que no os gustaba y no supisteis ver que había en vosotros algo mucho más despreciable que lo que despreciabais en Samuel: vuestra animalidad, vuestra falta de calidad humana.

¿Qué sentirá aquel que se despierta una mañana, echa una ojeada a su vida y, al hacerlo, reconoce que por la cuneta del camino de su vivir no quedan más que ruinas; ruinas de hombres a los que él ha destrozado con su egoísmo? ¿Qué sentirá quien, ante tales experiencias, no empieza en seguida a segregar reflejos convulsivos para quitarles importancia?

Hermano querido: otro motivo más para llorar. No qué siento más: si tristeza o rabia; pero noto que la una me alimenta a la otra. Encima, cambiándote solo una letra, te llamabas igual que aquel Samuel Ruiz, el obispo de Chiapas tan querido para mí.

La tristeza no la siento ya por ti a quien creo renacido a una Vida verdadera. La siento por tus padres que te han perdido. Y la rabia, empañada también de tristeza, la siento por esos bravos “machotes” que se han permitido machacarte hasta acabar contigo.

Se discute aún si tu asesinato fue un crimen homófobo, aunque parece lo más probable. Pido pues disculpas a los miembros del LGTBI por la forma como voy a hablar ahora: fijaos que no hablo de manera afirmativa sino concesiva: no digo que sea así, sino “aunque fuese así”.

Pues bien, asesinos de Samuel: si creíais que vuestra víctima tenía “desviado” el encaje corporal del amor, vosotros, con vuestro desprecio y vuestra violencia habéis mostrado tener destrozada toda vuestra humanidad y no solo un aspecto de ella. Lo cual es muchísimo más grave y más despreciable de lo que le pasara a Samuel. No sé si conocéis (aunque supongo que no) aquella frase evangélica: “ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio”. Esa frase os retrata: visteis en él algo que no os gustaba y no supisteis ver que había en vosotros algo mucho más despreciable que lo que despreciabais en Samuel: vuestra animalidad, vuestra falta de calidad humana.

Sois jóvenes: si no os degradáis todavía más y un día se abren vuestros ojos, os acompañará siempre como una pesadilla la imagen de aquel pobre chaval, víctima ni siquiera de su supuesta inferioridad (según vosotros) sino de vuestra cobarde superioridad numérica. Es probable que no quisierais matarle sino solo “darle un buen repaso”; pero olvidasteis eso que ni siquiera la pandemia nos ha logrado enseñar: que la ley de la vida está en que no somos individuos únicos y que, si todos hacen lo mismo que yo, pueden ocurrir cosas mucho más terribles que si lo hago yo solo.

Quizá pensasteis que esa sensación como de debilidad que dan algunos homosexuales (y que es el reverso de una mayor sensibilidad), o el hecho de que era un muchacho que “iba a la iglesia”, lo convertían en una piltrafa humana. ¿Quién os enseñó esto? ¡Qué equivocados estabais! Habéis encarnado (y confirmado) algo de lo que escribí otra vez sobre el “anticristo” de Nietzsche; pero, desde luego, sin la inteligencia y la categoría humana del alemán.

Seguramente, como tantas veces sucede, vuestra culpa no será solo vuestra. Me gustaría saber quién os educó en esta España que toma la educación no como un derecho de todo ciudadano, sino como un arma de cada gobierno; me gustaría saber a qué colegio fuisteis y si alguna vez ha pasado por vuestras cabezas algo parecido a lo que dice un gran escritor alemán que voy a citaros:

“¿Qué sentirá aquel que se despierta una mañana, echa una ojeada a su vida y, al hacerlo, reconoce que por la cuneta del camino de su vivir no quedan más que ruinas; ruinas de hombres a los que él ha destrozado con su egoísmo? ¿Qué sentirá quien, ante tales experiencias, no empieza en seguida a segregar reflejos convulsivos para quitarles importancia? ¿No irá a dar a un abismo que tiene toda la profundidad de su desesperación o de su necesidad de perdón? ¿A quién dirigirá sus quejas cuando estas lleguen a ser algo más que un vago lamento impreciso?… ¿No  es demasiado evidente que tales quejas no podemos traspasarlas a un tercero?” [1].

Si algo de eso os pasara algún día será muy duro de soportar. Lo sé. Pero, por favor, no tratéis entonces de rehuirlo porque solo tragándoos hasta el fondo esa experiencia podréis rehaceros y recuperar vuestra calidad humana perdida. Y si algún día algo de eso para por vosotros y tenéis la suerte de leer un precioso libro (titulado: El regreso del hijo pródigo), sabed entonces una cosa: el autor de ese libro, que tanto podría ayudaros, era un homosexual…

Quizás (y paradójicamente) os ayudarán a ese retorno los padres de Samuel que, en estos momentos, ya sin lágrimas en los ojos, seguirán probablemente repitiendo aquel verso de A. Machado: “Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería”. Pero que, precisamente por cariño a Samuel, estarán dispuestos a acogeros y daros una mano si os pasa lo que describía el citado autor alemán.

Yo no sé decir más.

[1] J. B. Metz en Stimmen der Zeit, 1997, p. 126.

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica ,

Lgtbifobia y otra fobias que fomentan la violencia

Lunes, 12 de julio de 2021
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samuelUn artículo de Victoriano Pérez Prieto en su blog Armonía en la Diversidad y al que agradecemos la mención que hace a este blog de Cristianos Gays. Sólo una pequeña aclaración, aquí hay católicos y de otras denominaciones cristianas. Pero… gracias, muchas gracias.

Por el asesinato homofóbico del joven Samuel

Más allá de la homofobia que llevó en este caso a una violencia extrema, se trata de otra expresión más del odio. ¡Hace falta mucho odio para ser capaz de matar a golpes a una persona!”

“Esta postura, que está causando la mayor parte de la violencia en este país, en vez de ser una verdadera expresión de poder, es la manifestación de todo lo contrario. Es la expresión del miedo”

“Desgraciadamente, el odio está metido en todos los rincones de la sociedad; también –aunque no lo reconozca- en nuestra Iglesia patriarcal, que dice representar a una religión cuyo fundador manifestó un amor especial por los diferentes”

“También hay colectivos católicos homosexuales y curas que  bendicen a las parejas homosexuales e iglesias que acogieron la Gaypride”

Las manifestaciones multitudinarias no solo en A Coruña y en todas las ciudades y villas gallegas, sino en toda España, por el asesinato homofóbico del joven Samuel Luiz, son la expresión de un auténtico clamor de ¡basta ya! frente a  la discriminación y la violencia contra personas ycolectivos  LGTBI+. Un grito cada vez más grande, más amplio y con menos miedo de salir a la luz. Aunque la justicia, que ya ha detenido a cuatro presuntos culpables de la paliza mortal que recibió el joven, dice que aún no sabe con seguridad si el horrible asesinato fue realmente por homofobia, los testigos han afirmado claramente que los atacante lo mataron a golpes al grito de “maricón”. Un cartel con las manos pintadas con los colores de la bandera arcoíris de la diversidad chorreando sangre, sirvió como primera convocatoria.

92EBD8AC-25CB-4B4A-853F-4B9B9950FB87Más allá de la homofobia que llevó en este caso a una violencia extrema, se trata de otra expresión más del odio. ¡Hace falta mucho odio para ser capaz de matar a golpes a una persona! Odio como expresión de homofobia, lgtbifobia, misoginia,aporofobia o xenofobia. Pero también de efebofobia, paidofobia o gerontofobia; acusando últimamente a los jóvenes de peligrosos propagadores del COVID y aún a los niños, o viendo a los viejos como un estorbo inútil y una ruina para la Seguridad Social. En fin, es la centralista catalanofobia, gallegofobia y vascofobia por querer “romper la sagrada unidad de la patria”, que vivimos en los últimos tiempos, pero que es tan antigua en España como su historia desde los llamados Reyes Católicos.

Es el odio al contrario y aún al diferente, simplemente por ser lo que es: diverso y diferente. Es el odio al derecho a ser uno lo que es, diferente de lo que yo soy,  y expresarse como tal; el odio a una armonía en la diversidad, como se llama este blog. Este odio es la expresión de que lo que yo soy y representa mi colectivo macho, heterosexual, blanco, occidental y cristiano, es “lo que debe ser”. En consecuencia, esta presunta superioridad manifiesta que todo lo que diverge de lo que yo soy y represento, es una depravación; o, en todo caso, un atraso que es necesario esconder, corregir, purgar y aún extirpar para el bien de la sociedad, pues se trata de una peligrosa enfermedad que amenaza con extenderse como un cáncer si no se elimina.

Pero esta postura, que está causando la mayor parte de la violencia en este país, en vez de ser una verdadera expresión de poder, es la manifestación de todo lo contrario. Es la expresión del miedo, aunque los que la ejercen pretendan manifestarse como todo lo contrario. Es una manera de canalizar su impotencia con un falso poder.

He manifestado muchas veces de palabra y por escrito mi convicción de que el machismo es una expresión del miedo a que las mujeres, con sus valores en los que superan a los varones, puedan cuestionar y aun quitarles el puesto superior que los varones, macho-blanco-hetero, tienen en la sociedad patriarcal, ganado a pulso a lo largo de la historia.

822EA76D-6C29-483E-AEFE-E12DD109F46FLo mismo sucede con la presunta superioridad de los blancos, los occidentales y aún los europeos -olvidando que hemos sido los causantes de las dos guerra más devastadoras de la historia humana- para legitimar su dominio colonial sobre los negros, los mulatos, los amarillos, etc.

Desgraciadamente, el odio está metido en todos los rincones de la sociedad; también –aunque no lo reconozca- en nuestra Iglesia patriarcal, que dice representar a una religión cuyo fundador manifestó un amor especial por los diferentes, por los que son marginados por serlo: los pobres, los enfermos, las mujeres. Aunque teóricamente esta Iglesia acepte y anuncie el mensaje de amor y paz de Jesús de Nazaret para las personas, colectivos y toda la sociedad, su discriminación de los diferentes, de los que representan algo que no coincide con sus presupuestos, es una violencia ejercida frente a todo tipo de marginados.

Si antes eran los indios o los negros y luego los orientales, como sustento ideológico-religioso de la colonización, luego fueron los que tenían una orientación sexual diferente, condenados como degenerados o enfermos aunque la vivieran como expresión del amor; o las mujeres que reclama el derecho a ejercer el ministerio en una Iglesia solo gobernada por varones.

Cristianos Gays

Afortunadamente, frente a la lgtbifobia que aun padece la Iglesia, sobre todo las jerarquías episcopales y vaticanas –a pesar de las buenas palabras de Francisco-, hay colectivos católicos homosexuales y curas que  bendicen a las parejas homosexuales e iglesias que acogieron la Gaypride. Aunque ha sido mayormente fuera de España, también en esta país hay colectivos de católicos como Cristianos gays, que se autodefinen como un “espacio de encuentro para  cristian@ unid@s contra la la lgtbfobia”, Betania LGTBI+, “un grupo formado por gays, lesbians, trans y personas que quieren acercarse a la realidad creyente LGTBI+”; o Crismhom, una “Comunidad Cristiana LGTBI+H. Asociación de Diversidad Sexual e Indentidad de Género”, y otros, que también cuenta con el apoyo de curas, frailes y monjas, como el Padre Angel. Este último colectivo afirma: Como comunidad, queremos tender un puente basado en el respeto, la compasión y la sensibilidad, tal como lo expresa el Catecismo de la Iglesia Católica”.

Si este odio a los diferentes es expresión de una ideología y aun una pedagogía social, una manera de educar en la que los niños son niños deben “portarse como hombres”, y las niña son niñas y debe portarse como “mujercitas”, la única alternativa es educar en una sociedad basada en la tolerancia, el respeto a la diversidad y la empatía ante los diferentes. Y esto también deberá acontecer en la Iglesia; de lo contrario padecerá la misma enfermedad de odio y proliferarán los abusos, aunque cada vez serán menos impunes, porque la sociedad, a pesar de violencias como la apuntada aquí, avanza en la progresión de los derechos humanos y animales.

Cristianismo (Iglesias), General, Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , ,

El brutal asesinato de un joven gay en A Coruña sacude al colectivo LGTBI español

Martes, 6 de julio de 2021
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samuelMás de una decena de personas (trece, según las últimas informaciones) han sido ya detenidas en relación con el asesinato de Samuel Luiz, un joven auxiliar de enfermería de 24 años que en la madrugada del sábado al domingo era víctima de una brutal paliza en A Coruña. El probable componente homófobo de la agresión, con independencia de cual fuera su desencadenante inicial, ha provocado en pocas horas una ola de indignación con escasos precedentes. Colectivos LGTBI de toda España han convocado numerosos actos de protesta para este lunes, mientras que líderes políticos y sociales han condenado lo sucedido, aunque no todos ellos han sido igual de claros a la hora de considerar lo sucedido un delito de odio homófobo.

El delegado del Gobierno pide “tiempo” para aclarar el crimen de Samuel y no descarta  la motivación homófoba

La policía toma declaración a más de una decena de personas

Aún se desconocen muchos detalles de lo sucedido la pasada madrugada en el paseo marítimo de A Coruña,  cuando Samuel paseaba en compañía de varias amigas y tuvo la desgracia de toparse con el grupo de personas que lo golpearon hasta matarlo, trece de las cuales han sido ya detenidas. No está claro cuántas de ellas participaron directamente en la paliza (se estima por el momento que siete) y cuántas les dieron cobertura. Los agresores huyeron del lugar cuando vieron que Samuel ya no respiraba. Al lugar acudieron los servicios de emergencias, que al parecer intentaron reanimarlo durante un largo periodo, con resultado infructuoso. Samuel fue declarado muerto en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña dos horas después de la agresión. La presencia de algún testigo clave que al parecer conocía a alguno de los agresores, el hecho de que en este momento las personas que acceden a discotecas de la zona deban dejar sus números de DNI (debido a las restricciones por la pandemia de coronavirus) y las grabaciones de cámaras de seguridad de la zona habrían sido de vital importancia para detenerlos tan pronto.

Al margen del detalle de los hechos, hay circunstancias que parecen ya claras: Samuel fue víctima de una agresión salvaje pero claramente intencionada, alimentada por un odio extremo y con la intención de causar el mayor daño. La muerte de Samuel no fue un trágico accidente. Fue un asesinato brutal de una persona indefensa a manos de un grupo numeroso que se ensañó con él.  Según la versión que desde el entorno de la investigación se ha trasladado a los medios locales (y que el propio padre de la víctima, Maxsoud Luiz, compartía pocas horas después de la muerte de su hijo) el desencadenante inicial habría sido la «confusión» de los agresores al ver como una de las acompañantes de Samuel entablaba una videollamada. El grupo habría interpretado que los estaban grabando, lo que habría dado pie a encararse con Samuel. En este punto, nos parece que hay un aspecto importante que considerar: Samuel era gay, y según personas de su entorno han insistido en redes sociales, mientras sus agresores se ensañaban a golpes con él le dedicaban insultos homófobos (este aspecto no forma parte de la versión policial).

Somos los primeros que creemos necesario avanzar en la investigación de los hechos, especialmente ahora que los agresores han sido detenidos. Pero son demasiados déjà vu en nuestras vidas: las personas LGTBI, especialmente las que tenemos ya una cierta edad, sabemos por experiencia propia cómo tantas investigaciones policiales y/o procesos judiciales se inclinan por invisibilizar el componente homófobo de muchas agresiones, a no ser que la evidencia sea irrefutable. Pero en la España actual las agresiones por LGTBIfobia pocas veces son la consecuencia de una decisión de agredir a una persona LGTBI planificada en frío y mucho menos plasmada documentalmente. En sociedades como la nuestra las mayoría de las agresiones son el fruto explosivo del odio acumulado. Un odio alimentado por discursos de deshumanización del diferente que tras una época de relativa calma vuelven a escucharse de nuevo de la boca de políticos y líderes de opinión y son amplificados, cada vez con menos reservas, por medios de comunicación y redes sociales. En la mayor parte de las situaciones, ese odio queda contenido por la fuerza de los usos y costumbres, pero estalla en cuanto encuentra la más mínima oportunidad. El desencadenante puede ser cualquiera. Incluso un incidente banal que quizá con otras personas no tendría mayores consecuencias, pero con una persona LGTBI supone un estallido de violencia que revela la LGTBIfobia que lo trasciende. Y por supuesto, los agresores, si son detenidos, siempre la niegan. Damos por descontado que también lo harán en este caso.

Seguiremos con atención las informaciones que se produzcan en próximos días, pero de lo que cabe ya poca duda es de que el asesinato de Samuel supone un aldabonazo que nos recuerda cómo de endebles son los derechos conquistados y cómo de fuerte es el odio que alimenta a las alimañas. A las que golpean hasta la muerte a un joven indefenso, pero también a las que difunden sus discursos de odio desde las tribunas del Congreso o desde las tertulias matinales de radios y televisiones. Por lo pronto, la reacción del colectivo LGTBI bajo los hashtags #JusticiaParaSamuel y #XustizaParaSamuel, tanto de grupos y asociaciones como a título individual, ha sido impresionante. Mañana lunes se han convocado en diferentes puntos de España numerosas concentraciones de repulsa a las que animamos a asistir. Líderes políticos y sociales han condenado también lo sucedido, aunque no todos ellos han sido igual de claros a la hora de considerarlo una agresión homófoba. Entre las personalidades que lo han hecho se encuentran por cierto varios miembros del Gobierno, como la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz; la ministra de Igualdad, Irene Montero, y la ministra de Derechos Sociales Ione Belarra.

No han faltado también, por supuesto, los que critican que «se utilice» el asesinato de Samuel para denunciar tanto la ofensiva de odio de la extrema derecha como su normalización y blanqueamiento por otros políticos y medios de comunicación, ni los que aseguran que la homofobia nada tuvo que ver en el asesinato. Era de esperar.

Fuente Dosmanzanas

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