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“Cómo salir del armario en Navidad”, por Carlos Osma

Lunes, 24 de diciembre de 2018
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pexels-photo-283778De su blog Homoprotestantes:

Es posible que ya estés algo cansada de que todo el mundo crea que eres heterosexual y te estés planteando afrontar ese rito de inicio por el que, cual circuncisión judía, tenemos que pasar las personas gais: la salida del armario. Supongo que ya sabes que no hay momentos más o menos buenos para dar este paso, y que cualquiera que escojas será visto como inoportuno por quienes te quieren como ellos quieren. Pero como me imagino que lo que más te importa es la reacción de tu familia, y estamos justamente en época navideña, pues llámame tonta, pero yo diría que si no quieres ir haciendo salidas del armario todos los días, o que tu tía María se entere de “lo tuyo” por una llamada de tu primo Moisés; una estrella del cielo puede estar mostrándote que quizás el día de la comida de Navidad, con toda tu familia reunida alrededor de una mesa, es el mejor momento para hacerlo.

Si tu estrategia se resume en presentarte en tan señalada fecha con una botella de vino y tu guapísimo novio, yo no te lo aconsejaría. Mi amiga Elisabeth lo probó, apareció con su novia Agar en casa de sus padres el día de Navidad del año pasado, y a pesar de pasarse toda la comida enganchadas como lapas, y dándose más de un beso con lengua y todo, nadie pareció percatarse. De hecho, la madre de Elisabeth le dice de vez en cuando que vuelva a invitar a casa a esa amiga que tiene, que no recuerda como se llama, pero que le pareció muy maja. Algo parecido le pasó a Pablo, que trajo al novio que había conocido la semana anterior en un bar leather, y se le olvidó comentarle que para una comida tan importante era mejor que llevase puesto algo más que unos pantalones de cuero que dejaban al aire todo su trasero, unos tirantes que apenas tapaban las estrellas que llevaba en los pezones, y un látigo. Sorprendentemente toda la familia actúo como si el novio leather llevara puesto un esmoquin, menos el tío Santiago que de vez en cuando le daba una palmadita en el culo y le decía: “Tienes que venir a nuestra iglesia, yo puedo enseñarte lo que Dios quiere para ti”.

No se trata de algo personal, tu familia se aferrará a tu heterosexualidad hasta límites inverosímiles, y no vas a conseguir que abra los ojos a la realidad simplemente porque seas gay. Así que renuncia a las soluciones fáciles, no metas a nadie en algo que debes afrontar sola, y échale valor. Piensa que eres el Josué de la diversidad y que lo único que tienes a favor son las palabras de Dios que te dicen: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas[1]. Si lo piensas bien, este versículo puede serte de mucha ayuda, y después de que tu padre haya bendecido durante diez minutos la cena de Navidad, y antes de hincarle el diente al pollo relleno (mientras tu hermana le echa un ojo a los bíceps del novio de tu prima), puedes coger la copa de cava, darle golpecitos con una cuchara, y cuando tengas la atención de todo el mundo, lees la cita, carraspeas, y anuncias que te has armado de valor para anunciarles algo muy importante. Te aseguro que menos tu tío Jonás que nunca se entera de nada, los demás van a poner una cara de terror que flipas.

Antes de entrar en materia, yo te recomendaría haber ensayado antes en casa o en tu habitación lo que vas a decir. En el caso de que tengas las llaves de la iglesia, puedes ir cuando no haya nadie, subir al púlpito y ensayar desde allí. Si tienes alguna amiga o amigo de la iglesia que sabe “lo tuyo”, que te acompañe en los ensayos, porque nosotras tenemos cierta tendencia al melodrama. De lo que se trata es de que digas con la convicción de la samaritana (que incluso hizo cambiar de opinión al mismo Jesús) lo que quieres decir. Ni más, ni menos. Nada de momentos lacrimógenos, por mucho que quieras a tu familia, no se lo merecen. Si al menos te hubieran echado un cable cuando tenías doce años y estabas más perdido que Marco buscando a su madre, se entendería, pero si decidieron callarse “el secretito” que sospechaban, y controlar toda emoción que pudiera delatarles, pues ahora sigue su ejemplo. Tú limítate a transmitirles quién eres.

Estaría bien ponerle algo de música de fondo, como en la iglesia. De algo te tiene que haber servido pasar en ella todas las mañanas de los domingos desde que naciste. Así que si tienes un teléfono móvil con conexión a algún altavoz cercano puedes llevar preparada una canción que refuerce lo que vas a decir, te ayude a no perderte, y permita entender a tu auditorio que estamos ante un momento divino. Si tu móvil es del paleolítico o no quieres estar pendiente de la logística del momento sino del contenido, necesitarás contar con la ayuda de algún familiar que sepa de tecnología. Si tienes un hermano o hermana entre 5 o 15 años, es la persona perfecta. Con esta edad controlan la tecnología como nadie. Yo pondría la canción “Ain’t no mountain high enough”, pero eso va a gustos, lo que sí que te diría es que no pongas ninguna de Marcos Vidal, porque si tu padre o tu madre se ponen a llorar, no vas a saber si lo han hecho por lo que has dicho, por que se sienten culpables, porque tu tía Abigail ha puesto demasiada cebolla al consomé, o porque no hay ser humano que pueda escuchar a este cantautor sin que se le salten las lágrimas.

Llegados a este punto, si estás convencida de que quieres salir del armario ante tu familia en la comida de Navidad, recapitulemos y situémonos de nuevo en la mesa. Estás de pie, con la copa en la mano, el discurso ensayado, el tono decidido y la música sonando por fin de fondo. Míralos entonces a todos y diles la verdad, que los quieres pero que te has callado hasta ahora quién eres porque son la mejor familia del mundo y tenías miedo de perderles. Repíteles que los quieres, que lo vuelvan a escuchar, pero que tú no te has sentido tan querida como crees que mereces. Que sabes que no lo han tenido fácil tampoco, que seguro que no han sabido como afrontarlo, pero que tú eras la niña o el niño que necesitaba su ayuda y no la tuviste. Explícales que estas más que agradecido por la educación cristiana que te han dado, que te ha aportado muchas cosas buenas, pero que también ha sido uno de los elementos que más difícil ha hecho que te quieras y te aceptes. Diles que has tenido tus problemas con ese dios al que te enseñaron a orar y cantar en la escuela dominical, que es un dios que no se ha portado bien contigo, que estás un poco perdido con todo eso de la fe, que ahora incluso dudas, pero que si con algo te has sentido siempre identificada es con el niño Jesús que nace en un pesebre porque todas las puertas de los hostales le fueron cerradas. Toma aire, y vuelve a decirles que los quieres, pero que solo puedes hacerlo como lesbiana, como gay, que te niegas a quererlos con mentiras. Que así eres tú, que lo tomen o lo dejen, pero que te aterra y siempre te ha aterrado perderles. Diles que estás decidida a ser feliz, a querer y que te quieran, a acertar y equivocarte, a vivir en definitiva. Diles que vengan contigo, y que tú quieres ir con ellos, pero que sabes que eso no depende ahora solo de ti. Mira a tu madre, a tu padre, a tus hermanos y hermanas, míralos a todos a los ojos, diles de nuevo que los quieres, bébete por fin la copa de cava (te la mereces), explícales que es la primera vez que en este día sientes que ha irrumpido de verdad la vida y la esperanza, y antes de sentarte agotada; deséales una feliz Navidad.

  1. El discurso final es solo una propuesta, no olvides adaptarlo a tus circunstancias… ¡Y una cosa más! Dales al menos dos o tres meses para que hagan la digestión de la comida, no mucho más, que si no se acomodan y volverás a estar en las mismas. A la valentía ahora necesitarás añadir paciencia y algo de suerte. Te deseo lo mejor. Feliz Navidad.

Carlos Osma

NOTAS:

[1] Jos 1,9

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Salir del armario con los hijos

Jueves, 23 de agosto de 2018
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padre e hijoEn la actualidad, las parejas de gays o lesbianas que tienen hijos se han visto obligadas a salir del armario hace mucho tiempo. Unas por principios, ya que no imaginarían la vida de otra manera, y otras por necesidad. En primer lugar, porque es obligatorio que estén casadas para que el hijo sea legalmente de los dos, y en segundo lugar, porque los procesos de adopción, inseminación o subrogación, a veces, son tan largos, que, para cuando termina dicho proceso, su condición sexual ya es pública para su familia, amigos, vecinos y cualquier ser viviente que se encuentre a diez kilómetros a la redonda. Por lo tanto, los hijos crecen ya desde niños en un ambiente completamente distendido, sincero y natural.

Sin embargo, hay niños que no han conocido esa realidad desde la infancia. No podemos olvidar que hay una generación anterior, que proviene de una época no tan lejana, donde los derechos adquiridos hoy en día por los gays y lesbianas no existían. Algunos hombres y mujeres contrajeron matrimonio (heterosexual), unos debido a las circunstancias sociales y otros por ser bisexuales, dentro del cual tuvieron a sus hijos. Con los años, llegó la separación, y esos hijos, ya adolescentes o preadolescentes, se encuentran de repente, con una realidad desconocida para ellos.

Aunque parezca mentira, para estos hombres y mujeres el hecho de salir del armario ante determinadas personas es más complicado, ya que hay demasiados factores que les influyen, primordialmente el miedo.

El miedo es el peor enemigo. El miedo a disipar a los amigos, a ser rechazado por la familia, al qué dirán en el trabajo, pero fundamentalmente, el miedo a perder el amor de los hijos.

Pero a la hora de la verdad son ellos, nuestros hijos, los que nos acaban sacando del armario. Para ellos eres su padre o madre ante todas las cosas, y eso no va a cambiar nunca. Pueden ser manipulados por exparejas resentidas, pueden sentirse desconcertados al principio o incluso enfadados, pero conforme pasen los días lo irán aceptando como algo natural. Lo esencial es ser sinceros con ellos, hablarles abiertamente de esta nueva situación y hacerles partícipes de nuestra nueva vida. Y, sobre todo, dejarles muy claro que nuestro amor por ellos es algo inamovible y que jamás cambiará.

Una vez resuelto este pequeño gran asunto ya sí que se puede uno preparar para salir del armario a pasos forzados, puesto que serán ellos los encargados de ir pregonándolo a los cuatro vientos y dejarnos en evidencia en cualquier lugar y ante cualquier persona. En el fondo son niños deseosos de ver felices a sus padres, sea con la pareja que sea, ya que saben que la felicidad se contagia y, como dice mi hijo: “Si tú eres feliz, yo lo soy mil veces más.”

Opinión del especialista:

Decirle que soy gay a un hijo adolescente

La adolescencia es la etapa donde se gesta nuestra personalidad genuina y única. Por eso solemos pasar mucho tiempo en nuestro propio mundo y confrontar todo lo ajeno a él. Esto es muy sano, pero muchas veces dificulta la convivencia. Te recomiendo que se lo digas con naturalidad, positividad y mucho afecto, teniendo en cuenta que en esta edad igual necesita tiempo para asimilar los cambios y las diferencias,  que sus reacciones en este tiempo muchas veces son inesperadas o desproporcionadas pero que, pasado este tiempo, será un dato más en vuestra vida, sin mayor importancia, ya que tu hijo todavía está aprendiendo cómo funciona el mundo, y está mucho más abierto a entender las diferencias que muchos adultos.

R. Carballo. Psicóloga psicoterapeuta.

Fuente Oveja Rosa

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La emocionante respuesta de unos padres cuando su hijo sale del armario

Viernes, 3 de agosto de 2018
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A veces es tan difícil salir del armario con los padres… pero no es este el caso: Alejandro Rodríguez, compartió en su cuenta de Twitter el momento en que decidió hablar con sus padres y contarles que le gustaban los chicos.

El joven temeroso ante un posible rechazo y entre lágrimas les confesó que era gay; sin embargo, ellos reaccionaron con muestras de apoyo, cariño y orgullo, mientras le confesaban que era algo que ya sabían.

“Nosotros te queremos igual y te apoyamos. Estamos muy orgullosas de ti porque eres estudioso y eres una persona normal”, fueron las palabras de los padres de Alejandro después de que les hablara de su homosexualidad.

“Perdón, ma, es que he visto videos dónde los padres no los quieren”, consternado afirmó Alex, mientras su madre y padre lo calmaban y le aseguraban que ese no era su caso, que no les importaba si era gay porque para ellos es otro ser humano.

El vídeo por supuesto, se ha hecho viral,  porque aunque cada día hay más “apertura” por parte de las familias para reconocer, aceptar y apoyar la orientación sexual en la que se reconocen sus hijos aun existen ciertas personas que lo criminalizan.

Fuente Publímetro.com.mx/Twitter de Alejandro Rodríguez

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“Querida Eva”, por Carlos Osma

Jueves, 2 de agosto de 2018
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beautiful-1867093_1280De su blog Homoprotestantes:

Tienes toda la razón, la primera vez que te escribí fue para comentarte que había algo en tu discurso evangélico que era diferente al resto. No era un discurso fundamentalista, ni paternalista, tampoco liberal; era una aproximación muy humana a la homosexualidad. Y eso lo hace quien en algún momento de su vida ha sido consciente de que no cabe en alguna etiqueta que la mayoría entiende como natural o divina. Es cierto que el envoltorio de tu discurso era ortodoxo, pero las mujeres como tú, siempre logran en algún momento de su vida desbordar los límites que les limitan o, mejor dicho, les asfixian. La ortodoxia evangelical es como una cámara de gas para todas las personas LGTBIQ que, por desgracia, hemos nacido en ese entorno.

Supongo que cuando he utilizado la palabra “desgracia” habrás sentido cierta incomodidad, a mí también me pasa. La razón es que en ese entorno hemos recibido cosas muy valiosas que nos han construido como personas y a las que no estamos dispuestos a renunciar; pero por otro lado, y por eso utilizo la palabra, nos ha generado un disonancia entre quienes somos, y quienes nos dicen que debemos ser. Entiendo el conflicto por el que has pasado, imagino que no te ayudará saber que hay millones de personas que han tenido que pasar por lo mismo… Algunas de ellas, no han sido tan fuertes como tú; unas no han podido, muchas no se han atrevido, y otras, se han acostumbrado a vivir una doble vida. Estaría bien que te preguntaras qué ha hecho que tú te decidieras por el camino de la dignidad, de la autenticidad, y de la verdad. Quizás te des cuenta que, además de la homofobia, hay personas de tu entorno que te han transmitido que el evangelio no es la aceptación de unos dogmas, sino una forma de vivir que produce liberación en quienes lo siguen.

Siento lo que estás pasando ahora, es sin lugar a dudas el momento más doloroso; cuando encuentras la incomprensión de tu familia e iglesia. Cuando te sientes sola, y además engañada, pero te aferras a la fe. Es difícil encajar que tu familia te vea de otra manera por haberles dicho que eres lesbiana, cuando en realidad tú sigues siendo la misma persona de siempre; y que estén dispuestos a perderte, o incluso a echarte de casa, si no aceptas sus principios homófobos. No te voy a mentir, no sé qué ocurrirá en el futuro, si acabarán por aceptarte o si preferirán alejarse de ti… Quizás unos hagan una cosa y otros otra. Necesitan tiempo para encajar lo que ha ocurrido, aun así, te recomiendo una cosa: no les esperes. Todo el mundo tiende a vivir en su zona de confort, y no se moverán de allí, si tú te quedas a su lado. Tienes que moverte, tienes que vivir tu vida, y ellos decidirán si quieren esforzarse por estar a tú lado. Les va a costar, hay que reconocer que también ellos padecerán a partir de ahora la homofobia de su entorno evangélical… Pero tendrán que decidir si quieren o no estar contigo. Esa decisión no es tuya, tú puedes decidir darles tiempo, ser comprensiva, dialogante… pero no puedes obligarles a que te quieran como eres. Es duro, lo sé… Pero las cosas son así.

Respecto a tu iglesia, te lo voy a decir de una manera romántica: creo que los besos de la mujer a la que amas te han hecho despertar del sueño en el que vivías inmersa. Los evangélicos no somos “el remanente fiel”, ni “los escogidos”, tampoco “los verdaderos seguidores de Jesús”. En la mayoría de ocasiones (siempre hay excepciones) su discurso de amor hacia los seres humanos, es únicamente un gancho para hacer proselitismo. Actualmente el trato que las iglesias evangelicales nos dan a las personas LGTBIQ, es la prueba irrefutable de que se han alejado del evangelio, del seguimiento de Jesús. Sé que es difícil, muy difícil, romper con personas con las que has compartido juegos, enseñanzas, experiencias, sueños… desde que eras una niña. Sé que descubrir la contradicción profunda que hay entres sus palabras y sus actos, te puede llevar a una crisis de fe. Pero es mejor poner tierra de por medio… No tienes nada que hacer, necesitarán que seas un chivo expiatorio para poder seguir aferrándose a su manera de interpretar la Biblia. Si quieres tener alguna posibilidad de tener una fe evangélica sana, escapa, no mires atrás. No te rindas, sigue buscando y compartiendo tu fe con quienes tengan una visión más acorde con las enseñanzas de Jesús. Espero que vivas cerca de las pocas comunidades inclusivas que existen en el país, pero si no es así, siempre hay personas con las que quedar un día para dialogar, leer la Biblia, u orar juntas, en un ambiente en el que todo el mundo pueda mostrarse tal como es.

Me comentas que no puedes orar, que estás rota y que no puedes permitirte en este momento abrirte de esa manera. A mí me ayudó en aquel momento escribir… expresar como me sentía. Sacar la irá, el enfado, la rabia, y expresar el dolor que tenía dentro de mí. No sé si tú puedes hacer lo mismo, y si te puede también ayudar… no pierdes nada por intentarlo. Creo que fue C.S. Lewis quien dijo que la oración no cambia a Dios, sino que nos cambia a nosotros. Y esto es lo más importante: cambiarte por dentro, volver a repensar todo lo que has aprendido desde que eras una niña, quedarte con las muchísimas cosas buenas por las que deberías estar agradecida, y desechar las que te restan y te hacen daño… Las que no te permiten vivir de la forma que Dios ha pensado para ti.

Tengo que decirte también que eres una mujer afortunada, no todo el mundo se ha enamorado. Me explicas que las cosas en este momento son difíciles para las dos. Si tienes claros tus sentimientos, yo no me rendiría… En Cataluña celebramos el día de Sant Jordi, el caballero que según la leyenda salvó a la princesa del dragón. A mis hijas les he enseñado desde pequeñas que nadie tiene que venir a salvarlas, que ellas pueden tomar la iniciativa. Así que si yo fuera tú, me iría directamente a por ella, a sacarla de esa cueva oscura donde está metida y que seguro le hace ser infeliz. Si lo logras y ella acepta, pues disfrutad todo lo que podáis de vuestro amor… Si no, pasa página y mira hacia el futuro. Eres una gran mujer, y las grandes mujeres no se rinden fácilmente.

Sé que en este momento te sientes frágil, tengo que decirte que yo no te veo así… Has tenido mucho valor para decir sencillamente quien eres. Ya me gustaría ver a todas esas personas que ahora te dan la espalda, saber qué hubieran hecho ellas en tu situación. Me decías en tu última carta que te habías dado cuenta de que antes no permanecías callada para intentar someterte a lo que Dios quería, sino por miedo a romper tu reputación y perder el mundo en el que vivías. Ya ves que tenías razón, pero a pesar de eso has actuado con determinación… Ahora eres más libre, no pierdas la oportunidad de avanzar en ese camino que tú misma vas a tener que trazar. No es tan fácil como el camino ya marcado por el que muchas personas transitan, pero sin duda es mucho más auténtico y apasionante. No te dejes engañar por espejismos, ni te rindas a la aceptación de nadie… Sigue adelante, el Señor está contigo, Él es tu pastor.

Carlos Osma

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“Sacudirse la culpa”, por Carlos Osma

Sábado, 3 de febrero de 2018
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culpa2De su blog Homoprotestantes:

Cada día conozco más homosexuales cristianos de esos que los heterosexuales exclaman cuando se enteran: ¡Quién lo diría! Homosexuales ejemplares que se embarcan en acciones loables para salvar el mundo, su país, su ciudad, su barrio, a cuatro amigas suyas, o incluso a la foca con capucha que está en peligro de extinción. Mujeres y hombres, hay de todo, que se pasan por el forro lo que piense la mayoría fundamentalista y se niegan a abandonar sus iglesias solo porque la ignorancia y la falta de empatía se hayan apropiado del discurso cristiano políticamente correcto. Y no es que hayan renunciado a nada, porque hay algunos que incluso después de las celebraciones dominicales o de los estudios bíblicos de los miércoles por la tarde, se van a su casa a re(to)zar con su pareja del mismo sexo que conocieron en un curso de meditación o en una discoteca de ambiente.

Es verdad que más de una tiene que escuchar de vez en cuando desde el púlpito predicaciones en las que el mensaje liberador del evangelio brilla por su ausencia, e incluso en ocasiones, con la excusa de ir al baño, han preferido escapar de una charla en la que un teólogo sin estudios, un psicólogo sin escrúpulos, o simplemente alguna sabelotodo con aspiraciones papales, hablan sobre el peligro de la ideología de género o de lo perversas y antinaturales que son las relaciones sexuales entre dos hombres o dos mujeres. Pero no les importa, de hecho, mientras esperan que terminen los ataques de odio, envían sentados desde la taza del váter un whatsapp a sus parejas para decirles que las quieren mucho y que les esperen despiertos porque esa noche quieren guerra. Después, al salir del lavabo, sonríen como si nada hubiera pasado y se integran con sus hermanas de la iglesia en conversaciones sobre cómo hacer un mundo mejor y más humano.

Son cristianas que levantan la voz contra la falta de políticas sociales, que se rasgan las vestiduras frente a la corrupción política, o que se manifiestan para pedir salarios dignos y una renta mínima garantizada para toda la población. Incluso a veces, mirando dentro de sus comunidades, se atreven a animarlas a implicarse en todas esas luchas, a ser una voz profética y a vivir un cristianismo encarnado en la vida de los más desfavorecidos. Sin embargo, cuando se habla de la discriminación a las personas lgtbi, su voz profética se diluye en un susurro y prefieren no entrar en confrontación. Como mucho a veces, balbucean afirmaciones como: “quién esté libre de culpa que tiré la primera piedra”, “no somos nadie para juzgar”, o “parece que las cosas no están tan claras y hay otras interpretaciones”.

Incongruencias y contradicciones tenemos todas, eso que vaya por delante, pero creo que es justo indicar que hay algo en esta actitud que chirría. ¿Defienden al pobre por coherencia con el evangelio o porque el cristianismo políticamente correcto afirma que hay que hacerlo? Y si lo hacen por coherencia, ¿por qué no son coherentes cuando tiene que ver con algo que les implica personalmente como es su identidad sexual o de género? ¿No será en el fondo que, para parecer aceptables, para pagar el precio por no ser lo que los demás esperan, juegan a ser abanderados de otras luchas por la justicia? ¿No será que en realidad más que seguir el evangelio, viven presas de un sentimiento de culpa?

También es cierto que prefiero mil veces a una persona que intenta hacer un mundo mejor porque necesita silenciar su malestar y su falta real de aceptación, que otra que se siente maravillosamente consigo misma lo destruya. No quiero minusvalorar el trabajo y la actitud de estas personas, ya me gustaría a mí parecerme un poco a muchas de ellas, pero dudo de que su motivación nazca de un compromiso real con el evangelio. (Aunque que yo lo dude no tiene aquí la mínima importancia, más bien lanzo esta duda a esas personas -si me leen- por si quieren pararse a pensar si en algo tengo razón, o estoy completamente equivocado). Creo que, si una persona cristiana es consciente de una injusticia que vive en carne propia, debe posicionarse y denunciarlo. Evidentemente la denuncia tiene un precio, pero: ¿No tiene un precio tomar partido contra el autoritarismo de un gobierno? ¿No tiene un precio ayudar a la gente que no tiene techo y denunciar a los bancos por arrebatarles sus casas? ¿O es que en realidad solo hacemos discursos bonitos porque no nos acarrean consecuencias? ¿Es el evangelio una denuncia de todo aquello a lo que somos inmunes? ¿Sobre lo que nos incumbe debemos mantenernos callados?

Ser cristianos lgtbi nos convierte necesariamente en activistas por los derechos lgtbi. Y el activismo empieza siempre en nuestro entorno más cercano. Junto a la familia, las amistades y la iglesia. Esos son los lugares donde nos curtimos más, los lugares más difíciles para ser activistas, porque la incomprensión y el rechazo duele más de la gente a la que queremos. Aquí es donde ponemos a prueba si nos aceptamos tal y como somos, o estamos intentando hacer trampas con discursos rimbombantes. Si de verdad hemos entendido qué es el evangelio de Jesús, o si estamos decididos a edulcorarlo para no enfrentarnos al rechazo y la incomprensión. Es mejor sincerarse con una misma y no decir que en nuestras iglesias nos callamos lo que somos porque no nos gusta ponernos una etiqueta; o porque nuestras hermanas son buenas personas, pero incapaces de entender el tema. Se hace por pura cobardía, por temor a perder algo que aporta mucho en multitud de aspectos, porque se es consciente (con razón) de que todo va a cambiar cuando se sepa y nadie volverá a mirarnos de la misma forma.

Se hace por miedo, pero en la medida que de verdad creamos que el evangelio nos mueve a construir un mundo más justo para todas, levantaremos nuestra voz para defender un mundo más justo también para nosotras. Si no somos capaces de afrontar el propio dolor, el rechazo o la incomprensión; es poco creíble que pidamos a otras personas que luchen por salir del lugar donde otros las han marginado. Si no podemos decirles a nuestras familias, amistades, a nuestra iglesia, que cometen una injusticia con nosotras; perdemos toda credibilidad cuando lo hacemos hacia instituciones o gobiernos que hacen lo mismo con otras personas. Si no somos valientes, es lógico que los demás se pregunten qué nos motiva para pedirles a otros que lo sean. Y para eso yo solo veo una solución: sacudirse la culpa. No digo que sea sencillo, pero sí que es lo coherente.

Carlos Osma

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Un luchador, Mike Parrow, sale del armario y admite que llegó a recurir a las terapias de conversión

Viernes, 5 de enero de 2018
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630x800-deportes-miek-parrow-y-su-pareja-instagramMike Parrow (Dcha fotografía) y su pareja Instagram – Foto: Uso permitido

El luchador de Orlando, Mike Parrow, sale del armario como homosexual en una entrevista en la que revela que incluso llegó a recurrir a las terapias de conversión proque no aceptaba su orientación sexual, estando actualmente centrado en ayudar a los jóvenes a aceptar su homosexualidad.

A sus 34 años de edad, Mike Parrow, jugador profesional residente en Orlando, Florida, sale del armario como homosexual a través de una entrevista en la que también ha revelado que llegó a acceder a las terapias de conversión con la intención de «curar» su homosexualidad. «Siempre he sabido que soy gay. Eso nunca fue una pregunta en mi mente. Pero creciendo, fui a una escuela católica toda mi vida. Mi madre es una profesora de catequesis los domingos», explica el luchador que, con sus 136kilos de peso repartidos en 1,95 metros de altura, crece en una comunidad católica de un pequeño municipio de Nueva York.

«Vengo de un pequeño pueblo de norte de Nueva York. No tenía una floreciente comunidad gay. La única exhibición que vi de cualquier muestra de cultura gay era extremadamente afectada y era lo que había en la televisión. No soy como Jack de Will & Grace, así que no soy gay», explica Parrow, quien al no verse reconocido en modelos de homosexuales que encajen con su manera de ser, decide mantener su orientación sexual en secreto durante años, concentrándose en lo que considera son «cosas masculinas», como jugar al futbol, aunque no sólo como refugio, sino porque «esas eran las cosas por las que gravitaba, movidas competitivas», explica. Tras un periodo intentando relacionarse afectiva y sexualmente con mujeres, siente que las está engañando, que está siendo «un poco mezquino», al terminar sus relaciones alegando que no eran lo suficiente bonitas y cosas por el estilo.

Cuando decide mudarse a Florida para enfocarse en la lucha, piensa que va a poder cambiar las cosas y explorar su sexualidad, pero las cosas no salen como tenía planeado al ser rechazado debido a que le consideran un «caso de armario», lo que dificulta las relaciones, como por el rechazo hacia su aspecto físico. «Aprendí que la comunidad gay te puede avergonzar mucho, o cual es realmente extraño, pero sucede», asegura en la entrevista, lo que le lleva de vuelta al armario en lugar de ayudarle a salir, polo que decide centrarse en la lucha y su carrera. Pero a pesar del éxito profesional, siempre está el temor de que alguien averigue algo sobre su vida personal, temiendo que pudiera llevar al fin de sus trayectoria profesional.

Una situación que le lleva a caer en una depresión, llegando a tener pensamientos suicidas e incluso probando las terapias de conversión. Una experiencia que califica de «una broma absoluta. Algo hilarante. Basicamente ellos se limitaban a decir ‘vamos a prepararte citas con chicas y eso es lo que te va a gustar’», lo que, obviamente no funciona y le conduce a requerir los servicios de un psiquiatra, quien les explica que no le pasa nada malo, simplemente que está deprimido porque no aceptaba su homosexualidad. Finalmente encuentra a una persona que, tras una gran lucha, consigue entenderle y apoyarle, ayudándole a revelar su orientación sexual tanto a sus familiares como a sus colegas, con quien actualmente está felizmente comprometido.

Actualmente está comprometido en ayudar a que los jóvenes acepten su homosexualidad y salgan del armario. En sus combates luce el número 49 en honor a las víctimas de la matanza del club Pulse, un suceso que le marca emocionalmente porque perdió a muchos de los amigos que le estaban ayudando a salir del armario, particularmente una amiga que le hablaba de lo difícil que es cuando eres un niño, «decirle a tus amigos que eres gay, porque en realidad no hay modelos para los deportistas jóvenes y homosexuales, porque todo lo que ves en televisión es un estereotipo», animándole a hablar públicamente de su orientación sexual con lo que podría contribuir a ayudar a un adolescente con los mismos problemas que el mismo había conseguido superar. «Es por eso que uso el 49. Para honrarlos y ser yo mismo. Para recordarme que necesitas decírselo a la gente. Deben entender que no todos son iguales, que todos tienen un viaje que necesitas seguir adelante», concluye Parrow en su emotiva entrevista.

Fuente Universogay

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Padre Gregory Greiten: “¡Soy sacerdote y sí, soy gay!”

Jueves, 21 de diciembre de 2017
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gregory-greiten-cUn cura estadounidense sale del armario en mitad de la misa

“Abrazaré a la persona que Dios me creó a ser”, declara el padre Gregory Greiten

Un sacerdote católico de Milwaukee, Gregory Greiten, sale del armario como homosexual con el consentimiento de su arzobispo y la aprobación de sus feligreses, defendiendo que la iglesia debe abandonar su postura homofóbica.

Cansado de disimular, reprimirse y mantener en secreto su orientación sexual un sacerdote católico, Gregory Greiten, decide revelar que es homosexual a su congregación de la Parroquia St. Bernadette, en Milwaukee, el pasado domingo, 17 de diciembre. Lejos de ser rechazado, la respuesta es una gran ovación por parte de sus feligreses.

(Cameron Doody).- “¡Soy sacerdote y sí, soy gay!”. Con este anuncio, que vino en mitad de su homilía dominical y que fue recibido con una gran ovación por sus feligreses, el sacerdote católico de Milwaukee Gregory Greiten salió del armario.

El cura confesó su homosexualidad en la iglesia de St. Bernadette este pasado domingo 17, y también escribió una tribuna en el National Catholic Reporter, publicada este lunes 18, en la que explica su decisión de tomar este paso.

Greiten quiere ser, en sus propias palabras, un modelo a seguir para los demás sacerdotes que son homosexuales. «Me siento más libre hoy en mi vida de lo que realmente me sentí en los años precedentes. Si podemos aportar ese tipo de honestidad e integridad en la vida de otros, mi historia de salir del armario ha valido la pena», declara el reverendo, que a sus 24 años ya era consciente de su orientación sexual, pero prefiere no revelarla al haber sentido ya la llamada para convertirse en sacerdote, llegando incluso a superar una crisis en la que estuvo a punto de suicidarse. «Estaba literalmente en una ventana, y quería saltar del quinto piso de un edificio hacia el asfalto de abajo. Ese fue el punto más bajo», asegura.

Según su punto de vista, de esta manera contribuye a romper el silencio de las personas homosexuales dentro del clero y que puedan reclamar su propia voz, asegurando que  “Abrazaré a la persona que Dios me creó a ser”, escribió el sacerdote. “En mi vida y ministerio sacerdotales, yo, también, te ayudaré, seas homo o heterosexual, bisexual o transgénero, a ser tu yo auténtico: a estar plenamente vivo viviendo según la imagen y semblanza de Dios que eres“.

Greiten asimismo afirmó que con su decisión de revelar su homosexualidad quiere juntarse a “los pocos curas valientes que han corrido el riesgo de salir de las sombras y escoger vivir en la verdad y la autenticidad”.

Gregory Greiten además escribió que la Iglesia necesita modelos de conducta saludables para los sacerdotes que están luchando para reconciliarse con su orientación sexual.

En su artículo, Greiten culpa a la postura silenciosa de la iglesia sobre los sacerdotes homosexuales lo que les aboca a una vida de vergüenza, reclamando que la Iglesia necesita modelos de conducta saludables para aquellos que luchan para reconciliarse con su orientación sexual y llegar a un acuerdo entre su vocación sacerdotal y su orientación sexual. Según un estudio publicado hace sólo tres meses, los casos de abusos sexuales a menores en la iglesia se producen como consecuencia de la combinación del celibato y la homofobia.

La postura de la Iglesia sobre los sacerdotes homosexuales “sólo perpetúa una vergüenza tóxica y un secretismo sistemático”, denunció el cura. En vez de fingir que no existan o de condenarlos, añadió, la Iglesia debe proponer “ejemplos auténticos de curas homosexuales y célibes sanos y equilibrados” a todos los que se están enfrentando a su propia identidad sexual”.

El arzobispo de Milwaukee, Jerome Listecki, declaró en un comunicado publicado el lunes que desde la archidiócesis “apoyamos al padre Greiten en su recorrido personal y su revelación de la historia en la que llega a entender y a vivir con su orientación sexual” confirmando que Greiten le había consultado antes de hablar públicamente de su orientación sexual:  “Tal como la Iglesia enseña, aquellos que tienen atracción a personas del mismo sexo se les ha de tratar con comprensión y compasión”, puntualizó Listecki. Palabras que están en consonancia con lo que predica el padre James Martin en su libro Construyendo un puente: cómo la Iglesia Católica y la comunidad LGBT pueden entrar en una relación de respeto, compasión y sensibilidad.

Fuente Religión Digital

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“Yo vengo de un silencio”, por Carlos Osma

Lunes, 11 de diciembre de 2017
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callateDe su blog Homoprotestantes:

Me siento muy identificado con la letra de la canción “Jo vinc d’un silenci[1]del cantautor valenciano Raimon. Cada vez que la escucho, ya los primeros versos me retrotraen a experiencias que he vivido como homosexual, o que han tenido otras personas ltgtbi que he conocido: “Jo vinc d’un silenci antic i molt llarg de gent que va alçant-se desde el fons dels segles…” (Yo vengo de un silencio antiguo y muy largo de gente que va levantándose desde el fondo de los siglos…). Una experiencia que tiene como fundamento, el silencio, pero no un silencio escogido, sino impuesto por una red invisible, a veces, de normas y tabúes que nos dejaron bien claro en muchos momentos de nuestra vida, que lo mejor que podíamos hacer era mantenernos callados.

Mi primer silencio tenía su razón de ser en la imposibilidad de encontrar palabras con las que expresar lo que sentía. No existía un discurso que me permitiese verbalizar que me pasaba y porqué mi cuerpo se comportaba de una determinada manera, cuando se suponía que tenía que hacerlo de otra. Más que un descubrimiento de la propia sexualidad, mi adolescencia, como la de muchas otras personas, fue un mar de confusión y de falta de referencias. A este primer silencio le siguió un segundo, puesto que cuando ya fui capaz de decirme a mí mismo que me ocurría, no tenía ningún referente con el que poder sentirme identificado. Además, cualquier posibilidad de exponer en público mis sentimientos, para compartirlos con las personas que estaban viviendo lo mismo que yo, hubiese chocado con la homofobia de mi entorno, que evidentemente percibía con claridad. Si no quería ser tratado como un maricón, era mejor no decir quien era el compañero de clase por el que perdía la cabeza. Si no quería hacer sufrir a mi familia evangélica, era mejor no aclararles que yo era uno de esos hombres a los que les gustaría yacer con otros hombres. Un silencio al que hoy sé, me condenaba una sociedad homófoba, y por el que más tarde esa misma sociedad me llamó mentiroso.

Cuando, tras más de un acto heroico, decidí ir saliendo del armario; mi vida fue invadida por una profunda esquizofrenia, producida por la tensión constante de saber si estaba en un espacio en el que podía ser yo mismo, o en otro en el que debía mantenerme callado. Incluso la situación podía complicarse si esos dos espacios coincidían en algún momento. Por poner un ejemplo: comportarme como un heterosexual con mis amigos, mientras les presentaba a mi pareja, para quienes evidentemente solo “era un amigo”. Finalmente, los silencios más complicados de abandonar, fueron aquellos en los que me jugué ser rechazado por las personas que siempre habían formado parte de mi vida: amistades íntimas, personas con las que tantas cosas había compartido en la iglesia, y como no, mi familia. Y para ser sincero, pude verificar con bastante dolor que la homofobia no me engañaba cuando me advertía que mejor me mantuviese callado si no quería perder gente a la que quería. Aunque a día de hoy, y después de varios años de todo aquello, me alegro de haber decidido abandonar ese silencio que me acompañó desde la adolescencia, y que me hubiese impedido tener la vida que hoy disfruto. Llegar a tener una vida normalizada y satisfactoria, cuesta más si eres homosexual, pero es posible. Y lo que es más importante: por mucho que te acompañen personas a las que quieres, pero que te rechazarían si supiesen quién eres, aquello que hay tras el silencio, no es vida.

Después tuve que enfrentarme al silencio de las buenas personas, ese que casi me creí, y que me decía que lo que yo tenía con mi pareja, formaba parte de nuestra intimidad, que no hacía falta que todo el mundo lo supiese. El espacio público solo admitía un discurso, el de la heterosexualidad, ellos y ellas si que podían expresar constantemente que eran heterosexuales, mientras que yo, lo tenía que hacer solo en la intimidad. Las iglesias más progresistas eran inclusivas, pero en silencio, cualquier acto público era evidentemente heteronormativo. Recuerdo por ejemplo que el día de mi boda, hace ahora diez años, en la iglesia se nos quería impedir que hiciéramos fotos, e incluso se nos pidió que identificáramos a los invitados con algún elemento visible para dejarles entrar en el templo. Se trataba de ser discretos, porque si hay algo que tiene que ver con las personas homosexuales, es el silencio. Pero no solo en la iglesia, también en mi entorno laboral, una vez una compañera me comentó que al alumnado no le importaba si yo era gay o no, a lo que yo le contesté que todo ese alumnado sabía que ella era heterosexual y eso hasta ahora no había supuesto un problema para nadie.

Si hay algo que imposibilita cualquier silencio para una pareja homosexual, es tener hijas. Esa es la verdadera razón por la que las organizaciones homófobas luchan contra la posibilidad de que un niño o una niña pueda tener reconocidos dos padres o dos madres. No se trata del bien del menor, créanme que los menores viven sanos y felices, se trata de proteger su discurso de odio. Sin embargo, la sociedad defendiendo todavía sus principios heteropatriarcales, juega a ser inclusiva y progresista cuando por ejemplo dice que los hijos e hijas de las familias lgtbi son tratados de la misma manera que el resto en las escuelas, pero en realidad los discrimina al no incluir su modelo familiar o la diversidad afectivo sexual desde la educación infantil. Se podría hacer todo un estudio de la resistencia que los centros educativos, que tanto hablan de inclusión, ofrecen para cambiar simplemente sus formularios de inscripción. En la inmensa mayoría se pregunta: nombre del padre y nombre de la madre. Para el resto de familias, un inmenso silencio.

Esta mañana leía en el evangelio de Marcos que Juan el Bautista gritaba desde el desierto: “Preparad el camino del Señor. ¡Enderezad sus sendas![2]”, anunciando la irrupción inminente del enviado de Dios. Y pienso que la actitud del precursor del Mesías tiene mucho que enseñarnos a las personas lgtbi. Estamos acostumbrados al silencio, hemos vivido siempre con él, pero necesitamos gritar. Decir con claridad qué sentimos, quienes somos, que nos hace felices o infelices, cuáles son nuestros sueños y miedos, o que nuestros derechos y el de nuestras familias deben ser respetados. Preparar el camino del Señor es hacer que nuestros gritos consigan que otras personas ya no necesiten vivir entre silencios. Enderezar sus sendas es trabajar para que la salvación se haga presente. Y la salvación, no se entiende en el evangelio como una vida tras la muerte, o una elevación del espíritu al cielo, la salvación es vida en abundancia, vida plena. Con nuestras pequeñas victorias sobre el silencio que la heteronormatividad ha querido imponernos, preparamos el camino del Señor… En la medida en que nos vamos liberando de tanta opresión, que enderezamos la senda de nuestras vidas, reconocemos al Mesías de Dios actuando en ellas. El silencio puede parecer a corto plazo algo beneficioso, pero inevitablemente nos aleja de la vida. El Mesías irrumpe tras el grito, tras la llamada al arrepentimiento por tanta cobardía a veces, y tras purificarnos y empezar de nuevo, dejando el silencio en el fondo del Jordán.

Venimos del silencio, pero “d’un silenci que romprà la gent que ara vol ser lliure i que estima la vida, que exigeix les coses que li han negat” (de un silencio que romperá la gente que ahora quiere ser libre y que ama la vida, que exige las cosas que le han negado).

Carlos Osma

[1] https://www.youtube.com/watch?v=4skMnle8R1c

[2] Mc 1,3

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Ian McKellen avisa a los actores gais en el armario: salid ya, que no pasa nada

Martes, 14 de noviembre de 2017
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ian-mckellen-cancerEn una entrevista con The Hollywood Reporter, Ian McKellen habla de su activismo LGTB y de cómo salir del armario no sólo no le afecto sino que ayudó a que su carrera como actor de cine mejorara considerablemente.

Que Ian McKellen es uno de los mejores seres humanos del planeta (al menos hasta que se demuestre lo contrario, que hoy en día yo ya no pongo la mano en el fuego por nadie) es algo en lo que seguramente todos estemos más o menos de acuerdo.

McKellen, de 78 años, está a punto de estrenar una serie documental titulada “McKellen: Playing the Part” que repasará su carrera como actor… y como activista LGTB+. Porque ahí donde le ves Gandalf/Magneto lleva media vida (literalmente) fuera del armario; decidió dar ese paso en una época en la que no era tan fácil como ahora ser gay en países como Reino Unido o Estados Unidos y no fue una salida del armario de boquilla sino que se implicó al 100% con el colectivo.

En los años 80, por ejemplo, McKellen fue uno de los co-fundadores de la mayor ONG LGTB+ de Reino Unido, Stonewall; organización que nació con la intención de oponerse a las leyes homófobas que aún estaban en vigor en Reino Unido. Como explica McKellen en una entrevista concedida a The Hollywood Reporter, probablemente ése sea el hecho por el que más vale la pena recordarle, incluso más que por alguno de sus míticos trabajos en el cine o el teatro: “Estoy muy orgulloso de mis pequeñas contribuciones para cambiar la ley en este país y para cambiar las actitudes, todo para mejor. Y supongo que en el esquema de todas las cosas eso es más importante y tiene más mérito y perdurará más que cualquier papel que haya interpretado. Aunque supongo que eso lo tendrá que juzgar la gente, ¿no?

McKellen aprovecha la entrevista para explicar cómo luchó en Reino Unido para derogar la Sección 28 y cómo sigue visitando hoy en día las escuelas del país para animar a los estudiantes a no discriminar ni acosar a los demás: “Pero las viejas actitudes y los prejuicios son duros de matar, así que tenemos que seguir hablando sobre ello, especialmente a la gente joven, que a veces aprenden esos malos hábitos de sus mayores.” McKellen también explica que cuando visita países como África o India se siente en cierta manera responsable de las leyes homófobas que el imperio británico dejó atrás: “Cuando viajo (a África o a India) les pido perdón, perdón por haber dejado atrás esas leyes, y por favor que se libren de ellas, porque hay muchos hombres y mujeres gay en India o en China, donde he estado hace poco, o en Rusia, y allí las leyes son particularmente malas. De hecho la Sección 28 contra la que luchamos en este país es ahora la ley estatal en Rusia, y las personas gais están realmente discriminadas por la ley y por esas viejas actitudes. Hay mucho trabajo que hacer alrededor del mundo. Y eso sin incluir los problemas de las personas transgénero. Así que aún continúa.

En la misma entrevista McKellen reconoce que salir del armario con 49 años fue de lo mejor que pudo pasarle a su carrera: “Cualquier persona gay que haya salido del armario te dirá que es lo mejor que han hecho en toda su vida porque han dejado de mentir. Cuentan la verdad sobre si mismos. Se vuelven personas más atractivas, más seguras de si mismas. Todo en tu vida mejora incluyendo, en mi caso, la actuación. Fue capaz de usar mi trabajo para contar la verdad sobre la naturaleza humana en lugar de disfrazarla.

Y el actor, además, tiene un aviso para todos los compañeros de profesión que aún están en el armario: “No es fácil salir del armario para algunas personas. Todo el mundo tiene miedo de perder sus trabajos. Los actores piensan: ‘oh, no volveré a conseguir trabajos’. Eso no es verdad. Mi carrera como actor de cine despegó muy poco después de ser sincero y salir del armario. Así que ése es mi mensaje para los actores que están teniendo ese problema: no lo tengas.

Fuente The Hollywood Reporter, vía EstoyBailando

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El video juego Footbal Manager incluye como variable que un jugador salga del armario

Martes, 7 de noviembre de 2017
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football-manager-jugadores-salir-armario-gay-696x522Los desarrolladores del videojuego de gestión de equipos Football Manager incluyen entre los eventos aleatorios que un jugador salga del armario.

El videjuego  Football Manager es un gestor de equipos de fútbol. Tú te conviertes en el presidente/entrenador de un equipo de fútbol y te pones a contratar y despedir jugadores, colocarlos, echarles broncas, subirles o bajarles el sueldo… y algunos son reales y otros imaginarios. Y esos jugadores pues se lesionan, la lían en los medios, hacen cosas y tú tienes que gestionar los resultados de eso como puedas.

Pues en la edición de 2018 el Football Manager incluye una variante nueva: los jugadores pueden salir del armario.  La salida del armario será aleatoria y sólo afectará a los jugadores ficticios porque, como explica el director del juego, Miles Jacobson: “Con estos jugadores podemos hacer cosas que no podemos hacer con los jugadores reales, porque no pueden demandarnos.

Cuando un jugador salga del armario los efectos serán buenos y malos. Lo bueno es que, por ejemplo, el club comenzará a generar ingresos extras porque la comunidad LGTB+ le apoyará. Pero también habrá cosas negativas, aunque aún no han explicado en qué consistirán (pero es fácil imaginárselo).

Esta opción no estará activada en todos los países del mundo. Los productores del juego han explicado que en gran parte de los países en los que se distribuye el juego se desactivará la opción. Como explica Jacobson: “Hemos tenido que recibir algo de apoyo legal, porque en algunos países que son menos avanzados que el Reino Unido aún sigue siendo ilegal ser gay. En esos casos hemos respetado sus leyes, así que si el gaymer está en uno de esos países, el jugador no saldrá del armario.

Es un poco extraño que un videojuego que representa a personajes ficticios haga que estos respeten las leyes reales, pero Jacobson explica que han decidido hacer eso porque en el mundo real sí hay futbolistas gais: “Sabemos por un buen número de profesionales que tiene que haber jugadores que son gay pero sienten que no quieren salir del armario. Creo que es raro que eso siga siendo un problema en el fútbol así que decidimos intentar enseñar a la gente que salir del armario no es tan grave y puede ser algo positivo. Es una locura que en 2017 vivamos en un mundo en el que la gente no puede ser ella misma.

Fuente | Pink News, vía estoyBailando

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Las personas LGTBI con discapacidad intelectual o del desarrollo, cada vez más visibles

Jueves, 12 de octubre de 2017
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union_gay3FELGTB y Plena inclusión suman fuerzas con motivo del Día para Salir del Armario.

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) y Plena inclusión conmemoran mediante una campaña conjunta el Día para Salir del Armario (Coming Out Day), que se celebra internacionalmente cada 11 de octubre. Ambas ONGs pretenden dar visibilidad a las personas LGTBI con discapacidad intelectual o del desarrollo, quienes sufren discriminaciones múltiples debido a su orientación sexual, identidad de género, expresión de género o discapacidad.

Las organizaciones quieren trasladar a este colectivo que cuentan con su respaldo para, si lo desean, dar el paso de ‘salir del armario’. Plena inclusión y FELGTB son conscientes de las grandes barreras que persisten en la sociedad hacia la aceptación de la diversidad en todas sus dimensiones, siendo todavía un gran tabú temas como la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. “Es una esfera sobre la que todavía persisten muchos prejuicios y desconocimiento, hechos que pueden llegar a ocasionar mucho sufrimiento prescindible tanto en estas personas como en sus familias y resto de entorno”, ha manifestado Enrique Galván, director de Plena Inclusión.

“Salir del armario sigue siendo una situación emocionalmente compleja para las personas que no somos heterosexuales o cisgénero. Se trata de un momento −o de muchos momentos, ya que se sale del armario con la familia, amistades, lugar de trabajo…− en el que confluyen una gran cantidad de condicionantes, tantos como componen nuestra identidad y circunstancias personales”, ha explicado Jesús Generelo, presidente de FELGTB, para transmitir la complejidad que puede llegar a suponer una decisión así en personas que puedan sufrir múltiples discriminaciones.

Según los datos del informe anual correspondiente a 2016 sobre delitos de odio que elabora el Ministerio del Interior, a pesar de que el número total registrado disminuyó, los motivados por identidad u orientación sexual y los relativos a la discapacidad aumentaron un 36,1 por ciento y un 15,9 por ciento, respectivamente.

Ante esta situación, las organizaciones suman fuerzas para continuar derribando barreras, sensibilizando al conjunto de la población, formando a profesionales, empoderando a las personas en riesgo de exclusión social, denunciando los actos discriminatorios y ejerciendo presión para la aprobación de leyes que garanticen mejor sus derechos fundamentales, como la proposición de Ley de Igualdad LGTBI, aceptada a trámite por el Congreso de los Diputados el 19 de septiembre.

Plena Inclusión y FELGTB firmaron un convenio de colaboración el 16 de diciembre de 2016 con el objetivo de visibilizar, promocionar la accesibilidad y crear espacios de participación e inclusión de personas LGTBI con discapacidad intelectual o del desarrollo. Fruto de ese trabajo surge esta campaña dirigida de manera prioritaria a aquellas personas que todavía teman ‘salir del armario’, pero también a esas otras que mantienen estereotipos sobre este colectivo, tales como que no tienen deseo sexual o que están confusas sobre cuál es su identidad de género, entre otros muchos que persisten.

Fuente FELGTB

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Más de la mitad de las personas LGTB no sale del armario en el trabajo

Viernes, 18 de agosto de 2017
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trabajo_armarioEn términos de productividad, una persona que debe ocultar su orientación sexual puede invertir mucho tiempo en ocultar y en mentir, repercutiendo en su interacción con el resto del equipo. 

Más de la mitad de las personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales ocultan su identidad y orientación sexual en el trabajo, según revela el Informe Aequalis 2016, presentado hace unos días por la directora académica del informe y directora de Driversity, Margarita Alonso.

“En España, tenemos leyes muy avanzadas”, ha subrayado Alonso sobre el ámbito LGTBI, pero indica que el mundo laboral es más lento en incorporar algunas buenas prácticas. Alonso ha lamentado que “en España, no es seguro salir del armario siempre“, por lo que ha evitado hacer un llamamiento generalizado para evidenciar la identidad sexual en según qué entornos, que ha llamado a cambiar. Igualmente, ha insistido en que la empresa debe dar el “primer paso para generar un entorno seguro para trabajar”, y ha advertido de las consecuencias de esconder la diversidad sexual en el ámbito privado, puesto que repercute en el ámbito de los afectos, la familia y los derechos laborales.

En términos de productividad, una persona que debe ocultar su identidad sexual puede invertir mucho tiempo en ocultar y en mentir, repercutiendo en su interacción con el resto del equipo, ha observado la directora del informe. “Salir del armario no es activismo, sino que es ser uno mismo”, indica Alonso, que ha puesto como ejemplo buenas prácticas empresariales y ha dado motivos a las empresas para incluir la diversidad LGTBI: legalidad, gestión de talento, derechos laborales y nicho de mercado.

Por su parte, la directora de Igualdad de la Generalitat de Cataluña, Mireia Mata, subraya que la Ley contra la homofobia y transfobia aprobada por el Parlament en 2014 ha sido solo un primer paso: “Cuando una ley está hecha, empieza realmente el trabajo”. Así, ha insistido en la necesidad de que las empresas lleven a cabo buenas prácticas, puesto que en el trabajo es donde un individuo puede pasar la mayor parte de las horas del día, y el fundador y presidente de Axel Hotels, Juan Julià, ha celebrado la segunda edición del informe.

La directora general de Barcelona Activa, Sara Berbel, ha resaltado la necesidad de hacer público este informe “porque aún existen situaciones de clara discriminación” LGTBI con situaciones que pueden afectar de forma profunda a las personas que las sufren. Berbel ha subrayado que para el Ayuntamiento de Barcelona, las políticas LGTBI son una prioridad de su trabajo, y para Barcelona Activa esta cuestión se encuentra “en el corazón” de la empresa. Por otro lado, ha afirmado que cuando se produce un rechazo de estas características se da un problema de justicia social, que ha advertido que, además, puede ocasionar una pérdida de talento para las compañías, incurriendo en un problema de “miopía y un error garrafal”. En este sentido, ha lamentado que la inserción laboral es especialmente complicada para mujeres transgénero, y ha apelado a las empresas de alto retorno social, consideradas de tercera generación, a hacer pedagogía sobre este asunto y dar ejemplo.

Estas empresas, caracterizadas por su creatividad e innovación, ya no se limitan a cumplir la ley como sucedía en los años 80, sino que son “agentes de cambio” en su entorno, su actividad, sus clientes y sus trabajadores, que son más fieles a la compañía.

Desde la Diputación de Barcelona, la asesora técnica de Igualdad y Ciudadanía, Sílvia Casola, ha hablado del estudio como un “gran espejo” que da herramientas para cambiar la realidad, y ha insistido en que la corporación ha situado este ámbito como un importante foco de su acción. Casola ha puesto de manifiesto que sobre los municipios recae la puesta en marcha de gran parte de las políticas para conseguir una sociedad igualitaria, y ha dicho que este trabajo les servirá para ayudar a entidades locales.

Fuente Agencias, vía Cáscara Amarga

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Ryan Atkin se convierte en el primer árbitro de la liga inglesa que sale del armario como homosexual

Lunes, 14 de agosto de 2017
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dep1320133dfa6e23e_0Con la intención de luchar contra la homofobia en el fútbol, Ryan Atkin se convierte en el primer árbitro de la liga inglesa que sale del armario.

Natural de Plymouth, Ryan Atkin es árbitro de la liga inglesa desde 1999 y a sus 32 años de edad ha querido dar un paso más en la lucha contra la homofobia en el fútbol saliendo del armario como homosexual, convirtiéndose en el primero en hacerlo en este deporte en el Reino Unido. « Ser gay no tiene ninguna importancia cuando se trata de arbitrar un partido de fútbol, pero si hablo de igualdad y de diversidad, voy a mencionar que soy gay porque es lo pertinente. La homofobia siempre es un problema. Aunque las cosas mejoran cada día, podemos cambiar el juego y la cultura si cambiamos las mentes», declara en una entrevista publicada este jueves, 10 de agosto, por la publicación deportiva Sky Sports.

Atkin será el cuarto árbitro de los partidos de esta temporada de la Premier League, además de ser colegiado principal en encuentros de la National League North y South del Reino Unido. Desde que fuera lanzada por la asociación en defensa de los derechos de gays, lesbianas y transexuales, Stonewall, ha apoyado la campaña ‘Rainbow Laces’ (Cordones Arco Iris), también respaldada por la Federación Inglesa (FA por sus siglas en inglés: Football Association ) y la Liga Inglesa (PL por sus siglas en ingles: Premier League), cuyo objetivo es el de la sensibilización de la afición de fútbol hacia un lenguaje menos homofóbico en las gradas, así como conseguir la erradicación de comportamientos discriminatorios.

630x800-deportes-rainbow-lacesRainbow Laces – Foto: Uso permitido

«El presidente de la FA, Greg Clarke, y el director ejecutivo de PL, Bill Bush, han hecho recientemente comentarios positivos que contribuyen de alguna manera a resolver los problemas del juego moderno. Los próximos torneos internacionales tienen lugar en países donde ser gay es un crimen o donde la gente es perseguida por su sexualidad. Es más importante que nunca que los órganos de gobierno, las principales organizaciones y marcas sigan apoyando y patrocinando campañas que promuevan la igualdad para todos», declara el comprometido árbitro inglés, que espera que revelar su orientación sexual sirva como modelo a seguir en un deporte tradicionalmente tan homofóbico como el fútbol.

630x800-deportes-ryan-atkinRyan Atkin – Foto: Uso permitido

«Claramente es un salto a lo desconocido. En el fútbol profesional inglés sabemos muy bien que no hay ningún homosexual declarado y que nunca ha habido uno entre los árbitros (…). La gente que se siente cómoda en su piel es más eficaz. Lo mismo ocurre en el deporte profesional», explica Atkin, quien ha sido plenamente apoyado por Neale Barry, máximo representante de la FA, que ha celebrado que haya echo pública su orientación sexual. « La FA apoya completamente a Ryan. Nuestro papel es apoyar a todos los árbitros, ayudarles en su desarrollo, maximizar su potencial pero, sobre todo, ayudarles a que sus experiencias sean positivas», ha declarado Barry.

SI bien una encuesta revelaba que la gran mayoría de la afición británica no tendría ningún problema en tolerar jugadores homosexuales, lo cierto es que los pocos que han salido del armario, como Adam McCabe o Matt Hatzke, lo hacían una vez habían colgado definitivamente sus botas. Jesús Tomillero, el primer árbitro español en salir del armario, no encontraba en la afición española el respaldo que Atkin aspira encontrar en la británica. Tras ser víctima de insultos homofóbicos durante un encuentro en La Linea de la Concepción, terminaba dimitiendo ante la reiteración de este comportamiento y el poco apoyo recibido por parte de las autoridades deportivas, llegando incluso a recibir amenazas de muerte posteriormente.

Fuente Universogay

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Antoine Griezmann dice por qué los futbolistas gays no salen del armario

Sábado, 10 de junio de 2017
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griezmann1En entrevista para El País, el jugador de la selección francesa dijo abiertamente que si fuera gay, lo revelería sin ningún problema.

Antoine Griezmann, el joven promesa del Atletico de Madrid abrió su corazón a ICON del diario El País donde reveló asuntos personales como su atracción hacia David Beckham y la homosexualidad en los campos de fútbol.

El chico de 26 años y nacido en Mâcon, Francia confesó su admiración y atracción fuera del campo hacia el astro inglés David Beckham. “Cada vez que va a un acto siempre hay flashes sobre él y eso indica que llama mucho la atención. Por su pelo, el traje que lleva, la clase que tiene… Eso es lo que más me gusta”, dijo.

Por lo que aceptó ser fan del glamour que rodea a los actores, modelos y cantantes… “Me gusta ver cómo van vestidos actores, cantantes… Ver cómo llevan el pelo, el traje… Miro lo que publican en sus redes sociales y copio el look”, reconoció al asegurar que el último atuendo que copió fue el de J. Balvin.

Sobre la elegancia en los hombres, aseguró que su concepto se basa en alguien que se pone cualquier cosa y le queda bien. Por ejemplo, Beckham puede salir en pijama y está elegante.

Una pregunta, ¿por qué los jugadores de fútbol se dan manotazos en el culo, cosa que nunca se hace fuera del campo?, abrió la puerta a tratar un tema polémico en el futbol: la homosexualidad. “A veces también acariciamos el pelo del compañero. Eso en la calle no lo hacemos, es verdad. Creo que lo del culo es porque es la parte que está más cerca de la mano (risas)”, reconoció.

Sobre besar a algún compañero para celebrar un gol indicó que nunca lo ha hecho porque no le gusta, sin embargo no lo descartó “igual lo hago dentro de un año, cuando gane un Mundial o la Champions“.

A pregunta expresa sobre porqué se esconde la homosexualidad de algunos jugadores, aseguró: “Ummm. Es una buena pregunta. Yo creo que en el fútbol no es habitual porque nos hacemos los duros y los fuertes. Y tenemos miedo a lo que puedan decir. Yo no tengo nada en contra: respeto a todo el mundo”. “Los futbolistas no salen del armario porque tienen miedo a que les insulten. Si yo fuera homosexual lo diría. Aunque es más fácil decir esto cuando no lo eres”

Cambiando a temas personales, el francés reveló que la parte de su cuerpo que menos le gusta son sus piernas ya que son muy musculosas y cuando quiere usar pantalones ajustados se ven muy raras.

Reveló que las joyas de su armario son “una camiseta rosa de Yves Saint Laurent, una sudadera de la marca de mi hermano, una chaqueta vaquera de Gucci”.

Vía Cáscara amarga

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El periodista de TV argentino Lucas Bertero sale del armario

Sábado, 25 de marzo de 2017
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2016041217121874522El panelista de El Diario de Mariana sale del clóset y revela su difícil historia de vida. En una charla íntima con Ciudad.com evocó aquel crucial momento cuando, en 2010, tomó la decisión de hablar con Paula, la madre de su hijo, Teo, de tres años en aquel entonces.

Ese día que Lucas Bertero (41) veía lejano o imposible, llegó. El periodista de El Diario de Mariana abrió su corazón en un mano a mano con Ciudad.com, en una nota íntima en la que habló abiertamente de su sexualidad, luego de varios años de ponerle punto final a su historia de amor con Paula, con quien estuvo en pareja por más de una década y fue padre de Teo (10).

“Cuando nació mi hijo yo tenía 30 años y empecé a preguntarme qué me pasaba. No me permitía pensar qué había del otro lado con mi sexualidad. Tenía culpa y me di cuenta de que tomar la decisión de ser feliz es muy difícil. La charla con Paula fue súper dramática: yo sentía culpa, pero no era algo que había elegido… Fue una charla desgarradora, ella me decía ‘¿pero cómo?, ¿cómo puede ser?’ y eran respuestas que ni yo tenía. ‘Creo que soy gay’ fue la primera frase”, comenzó Bertero su relato con este portal.

Con sus palabras resonando en los medios, Mariana Fabbiani destinó varios minutos de su programa para hablar con su compañero de todas las tardes sobre su valiente confesión. “Es un día muy especial. Es raro para mí ponerlo en palabras en este lugar. Nunca pensé que llegaría este momento… Quiero confesar abiertamente que soy gay y lo quiero decir con felicidad y con alegría, sin que nadie me presione. No hubo bajada de línea del programa ni familiar… Yo tenía un nivel de represión tal que durante años ni siquiera me permití pensar en qué habría del otro lado. Salía el tema de la homosexualidad y yo me iba, me evadía, reflexionó el panelista sobre su propia vida.

Estoy muy orgulloso de lo que soy. Y si hoy llego a hacer esta producción de fotos y hablar de esto es porque recién ahora estoy orgulloso de lo que soy. Durante mucho tiempo me hicieron sentir que no tenía que estar orgulloso de lo que soy, de que tenia que tener culpa, de que esos sentimientos eran malos”, agregó Bertero.

Atenta a sus palabras, Fabbiani le brindó su apoyo a Lucas y lo hizo emocionar hasta las lágrimas con su devolución: “Nosotros y yo, personalmente, celebro que hayas tomado el camino de la libertad, el camino de la felicidad. Te he visto sufrirlo. Te he visto disfrutarlo, también. No me llores que no quiero hacerte llorar. Lo celebramos… Hay mucha gente que está pasando lo que vos viviste y esto es un empujoncito. Es un decir ‘se puede’. Es buscar ser honesto con lo que uno es. El proceso puede ser duro, pero el resultado siempre es el mejor”, le dijo la conductora a Bertero, quien al concluir la nota se acercó a Mariana para fundirse en un emotivo y afectuoso abrazo.

Fuente: Ciudad.com

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El político estadounidense Cecil Brockman sale del armario como bisexual para concienciar a la gente

Sábado, 12 de noviembre de 2016
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531a304f3458a-imageUn político de Carolina del Norte, Cecil Brockman, sale del armario como bisexual para animar a otras personas homosexuales a que se desarrollen carreras políticas y para concienciar a la gente sobre políticos que podrían haber votado sin saber que pertenecían al colectivo LGTB.

«Espero que esto sea una liberación catártica para mí, porque es algo con lo que he luchado tremendamente», declara Cecil Brockman, representante del estado de Carolina del Norte, que sale del armario como bisexual en una acción para concienciar a esos colegas que apoyan la discriminatoria ley HB2, sin ser capaces de identificar a una persona que se identifica como gay, lesbiana, bisexual o transexual.

«Fue increíblemente frustrante escuchar a personas que tienen opiniones muy ignorantes, porque muy pocas de esas personas conocen a un miembro de la comunidad LGBT», declara Brockman en una entrevista. «He escuchado lo que la gente dice sobre las personas LGBT cuando piensan que están hablando en una habitación llena de gente heterosexual», que nada tienen que ver a las que tienen cuando tienen constancia de que hay alguna persona del colectivo. Su principal objetivo al salir del armario es el de poner en evidencia que hay personas homosexuales o bisexuales a las que pueden perfectamente haber votado para que les representen en el gobierno, sin que sepan que pertenecen al colectivo LGTB.

Brockman apunta a intensificar aún más su labor como legislador comprometido con el colectivo, habiendo sido ya un defensor de la igualdad LGBT incluso antes de salir el armario: porque sintió que estaba pegado «a la comunidad LGBT, incluso cuando no estaba fuera del armario. Quiero hacer más de mi parte, ser más fuerte y admitir al mundo que yo también soy un miembro de esta comunidad».

Su decisión de hacer pública su orientación sexual está motivada en parte por una agresión homofóbica a su colega, Chris Sgro, director ejecutivo de Equality North Carolina, cuando estaban en un restaurante y un individuo en estado de ebriedad se acercó y le lanzó todo tipo de improperios hasta que el encargado del establecimiento le echó del lugar. Sgro se encuentra actualmente terminando el mandato en sustitución del fallecido Ralph Johnson, hasta finales de año. El valor de Sgro ante esta agresión le ha servido de inspiración a Brockman para contar su historia.

« Realmente quiero que los jóvenes sepan que pueden ser un miembro de la comunidad LGBT, y está bien. Puedes presentarte a cargos públicos y servir honorablemente. No tienes que dejar que nadie te ponga en una caja», explica Brockman, quien pretende cambiar con esta acción las mentes de los políticos intolerantes: «quiero que la gente reconozca que los miembros de la comunidad LGBT son sus hijos y sus hijas, sus tías y tíos. No puedes huir de los miembros de la comunidad. Es importante para mí, como una persona de color, defender a la comunidad negra, así como defender a la comunidad LGBT. Soy parte de ambas comunidades y quiero impulsar a mi comunidad a ser más tolerante».

Fuente Universogay

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Reflexiones de un profesor gay fuera del armario.

Lunes, 3 de octubre de 2016
Comentarios desactivados en Reflexiones de un profesor gay fuera del armario.

imageEste artículo está publicado en el número 460 (octubre 2015) de la revista Cuadernos de Pedagogía. Y hace unos días su autor lo tuiteó mencionándonos e invitándonos a leerlo y difundirlo, lo que hacemos gustosamente:

Hace siete años empecé a trabajar como profesor de Lengua y Literatura en un instituto público de Madrid y desde hace cinco estoy completamente fuera del armario con mis alumnos. Con este escrito pretendo reflexionar sobre esta experiencia, aclarar las razones que me han llevado a hacerlo, y animar a mis compañeros a plantearse salir del armario.

¿Qué significa estar fuera del armario?

La definición más sencilla sería que “estar fuera del armario” quiere decir que todas las personas que te rodean saben que eres gay o lesbiana, no porque lo sospechen sino porque en algún momento lo has hecho evidente. No se trata de que los demás conozcan tu orientación sexual sino de que la sospecha o intuición que tenían en algún momento se ha visto confirmada porque lo has dicho tú. Parecería que es lo mismo, total ¿qué más da que lo sepan porque lo sospechen o porque se lo digamos? Pero importa y mucho, lo expresado en palabras adquiere una realidad que no se puede soslayar. Un compañero puede estar en contra de la extensión del derecho al matrimonio a parejas de gais y lesbianas. Si hemos expresado claramente con palabras que somos gais o lesbianas, tiene que afrontar que nos está negando derechos a personas de carne y hueso. (A propósito, puede suceder que nuestro compañero lo afronte y se encuentre perfectamente cómodo negándonos derechos).

He titulado este escrito Reflexiones de un profesor gay fuera del armario, ¿tendría las mismas connotaciones e implicaciones que el título hubiera sido: Reflexiones de un profesor lector apasionado del Quijote? ¿O Reflexiones de un profesor enamorado de la lírica tradicional? Sin lugar a dudas, no. De hecho, resultarían títulos pomposos sin mucho sentido. Y esto, por varias razones. En primer lugar la consideración social que se les otorga difiere completamente. Que a alguien le guste el Quijote y disfrute con las jarchas no tiene mayor trascendencia que el placer estético que pueda extraer de ellas. Que a alguien le gusten las personas de su mismo sexo, y todavía más, que alguien ame a una persona de su mismo sexo, va mucho más allá de las personas implicadas. Para empezar, este mismo artículo escrito por otro profesor que se halle en otras circunstancias (en alguno de los más de 80 países que persiguen la homosexualidad por ley, por ejemplo) le puede costar el trabajo, la libertad e incluso la vida. Simplemente el escribirlo es un lujo que está al alcance de una porción mínima de profesores gais y lesbianas. El coste sería demasiado alto.

Otra de las razones por las que el título de este escrito provoca efectos muy diferentes es que ser percibido como gay o lesbiana supone que lo que eres va a ser interpretado principalmente a través de este prisma. Da igual que alguien no lo sienta como algo relevante en su identidad, esa parte de tu personalidad va a convertirse en la fórmula que explique y dé sentido a toda tu vida.

Y por último está la cuestión de ser profesor, y por tanto, estar en contacto con menores. Dentro del imaginario homófobo ocupa un lugar destacado la figura del homosexual (y en este caso se refieren solo al homosexual masculino) como depredador sexual de menores. Cualquier gay cuyo trabajo esté relacionado con menores habrá escuchado esta pregunta, en cualquiera de sus variantes: “Pero, ¿tú no les harás nada malo, verdad?” La homofobia que implica esta pregunta creo que no necesita explicación. Presentarse como “profesor fuera del armario” conlleva un cierto riesgo, hasta en las situaciones más favorables que se puedan imaginar.

¿Por qué, entonces, salir del armario?

En primer lugar, la visibilidad LGTB (siglas que se corresponden con lesbianas, gais, bisexuales y transexuales) nos concede la posibilidad de actuar políticamente, entendida aquí la política en su sentido más amplio y no solo como elecciones. En política rige una ley parecida a la que Piaget descubrió en los bebés, a la que llamó permanencia del objeto, hasta cierta edad un objeto que desaparece de la vista deja de existir para un bebé. En nuestro caso, aquello que no se ve, no existe. Si no nos ven, no existimos, por tanto, no contamos, no tenemos problemas, no existen discriminaciones, no hay nada que plantearse. El verbo ver resulta engañoso, no se trata de literalmente de ver, sino de percibirnos y reconocernos. Pondré un ejemplo que creo que lo ilustra perfectamente. Podemos ver una pareja de mujeres ir de la mano por la calle, pero únicamente las veremos como lesbianas si ellas así lo manifiestan, de otro modo serán dos amigas que se quieren mucho. Que dos amigas se quieran mucho nos parece perfecto, y envidiable, y no se le puede objetar nada salvo lo siguiente. Dos amigas que se quieren mucho no necesitan plantearse quién va a poder decidir sobre su tratamiento si una de ellas se encuentra en un hospital, ni van adoptar o concebir hijos, ni van a tener problemas en cuanto a herencias, ni serán despedidas del trabajo, ni tendrán miedo a ser separadas por sus familiares cuando sean mayores…Por lo tanto, no es necesario reformar leyes que las discriminan, ni estudiar las situaciones de discriminación para plantear políticas sociales que las erradiquen, ni plantearse su visibilidad en los medios; no será necesario porque no se ven, y por tanto, no existen.

La visibilidad es, además, una cuestión en la que la cantidad y la cualidad importan. Es más efectivo políticamente que haya un número grande de personas LGTB que sean visibles, que estén fuera del armario; y es necesario que esa visibilidad sea lo más transversal posible. En las sociedades occidentales más permisivas, la visibilidad LGTB se reduce fundamentalmente a gais, y solo cuando son jóvenes, guapos, y con dinero. No se ven prácticamente lesbianas, transexuales y bisexuales, o se ven como estereotipos. En el caso de los gais, no se ven a los ancianos, los parados, los discapacitados, los niños, los enfermos crónicos (salvo que sean enfermos de Sida), etc. que son gais. Y por tanto, no es necesario plantearse qué podemos hacer para combatir la discriminación de todo tipo (incluido la que proviene de la propia comunidad gay), que sufre un gay que ha tenido la osadía de envejecer. Los gais, como podría suponerse por nuestra visibilidad pública, nacemos y morimos jóvenes, y mientras tanto, consumimos.

Otra cuestión por la que se debe salir del armario es la construcción de la propia identidad. Anteriormente me he referido a una de las desventajas de ser percibido como persona LGTB, o de salir del armario: el que esa parte de tu identidad va a arrollar a todas las demás, y se convertirá, se quiera o no, en la principal tarjeta de presentación. Es cierto, pero la alternativa creo que es peor. Permanecer en el armario nos deja más indefensos ante la identidad que se nos va a adjudicar, tendremos menos oportunidades de negociarla y dotarla de otro significado.

¿A qué identidad me refiero? A la que da la injuria. Antes de saber que nos gustaban los hombres, hemos sabido que “maricón” era uno de los peores insultos que se nos podían hacer. No hacía falta entender el significado concreto de la palabra, bastaba con que intuyéramos el lugar que se asignaba al así designado: los márgenes, el afuera. La palabra “maricón”, o cualquiera de sus múltiples sinónimos, actúa como un virus para el que existe un vacuna cuyo precio no todo el mundo puede pagar. Si has sido vacunado, si eres heterosexual o actúas como tal dentro de unos límites precisos que marca cada sociedad en cada momento, el insulto va a ser inocuo para ti. Si por el contrario, no eres heterosexual o no te adecúas a las prescripciones de género (ser un hombre o una mujer “como Dios manda” ) que se te exigen, el virus te hará enfermar y llegado el caso, puede ser letal. Esto explica el uso omnipresente en los pasillos de los institutos de la palabra maricón. Cuando les recrimino a los alumnos, siempre de la manera más cordial, me contestan que no le están llamando al otro de verdad “maricón”, que no le están insultando. Y queda ahí retratada toda la homofobia que les rodea como el aire, invisible pero que se respira a cada momento. Efectivamente, ellos saben que el “otro” no es maricón, que está vacunado, no hay peligro de que enferme. Solo enfermará quien lo sea, solo en ese caso estarán insultando.

Curiosamente, y siguiendo con la metáfora, salir del ambiente (de nuevo, en las sociedades más permisivas) supone acceder a una cierta vacuna. Si tu entorno sabe que eres una persona LGTB probablemente te vas a evitar un montón de situaciones incómodas, chistes homófobos y la homofobia ambiente se va a aligerar.

¿Y por qué hacerlo en la escuela?

¿Y por qué no? podría ser la primera respuesta que diéramos. La respuesta a esta segunda pregunta es obvia, tiene un coste elevado, nos da miedo, puede traernos problemas. Para poder contrarrestar todas estas objeciones tenemos que precisar qué beneficios se pueden derivar del hecho de salir del armario, no solo con nuestros compañeros de trabajo, sino con nuestros alumnos.

En los colegios e institutos, los veamos o no, lo sepan ellos mismos o no, tenemos un alumnado LGTB que lo tiene más difícil que sus compañeros a la hora de ir creándose una identidad. Y también tenemos un alumnado que no es LGTB pero que es percibido como tal y puede sufrir la misma discriminación.

Para crearnos una identidad tenemos que tener referentes, personas con las que compararnos, admirar, rechazar, etc. En el caso de los adolescentes heterosexuales los referentes se encuentran por todas partes, en su familia, sus vecinos, sus amigos, en las novelas que lee, en la clase de Literatura, en la televisión, en las letras de las canciones que escucha, en los cuadros de la clase de Historia del Arte …, literalmente, en todas partes.

El alumnado LGTB lo tiene mucho más difícil, ¿cuántos novelas adolescentes van a tener una protagonista LGTB, cuántas películas, cuántas canciones? Siendo optimistas, muy pocas. Si analizáramos los personajes LGTB que aparecen en la televisión o en las películas probablemente llegaríamos a la conclusión de que un porcentaje alto son personajes planos, estereotipados con pocas posibilidades que los jóvenes LGTB pudieran identificarse.

En la vida real, lo normal es que no conozcan a mucha gente que esté fuera del armario. Por ello me parece importante que los profesores salgamos del armario para poder proporcionar referentes a nuestros alumnos. Con esto no estoy diciendo que seamos su modelo a seguir, sino que seamos un modelo real con el que se puedan medir, que puedan aceptar o rechazar, que les ayude a construirse su propia identidad.

Sin lugar a dudas, otra consecuencia de salir del armario es que se crea un barrera protectora frente a la agresión homófoba. Ahora va a resultar más difícil meterse con un alumno LGTB sabiendo que hay un profesor que abiertamente lo es. Ojo, es un barrera, pero no asegura en absoluto que la agresión no se dé, aunque no sea delante de nosotros.

Otro de los efectos positivos es que empujas los límites de lo que es la normalidad, entendida en su versión más antipática: el cómo deben ser los seres humanos. Durante mi infancia asistí a un colegio religioso en el que todas las familias eran prácticamente iguales, papá, mamá, dos o tres hijos. El más mínimo signo de diferencia suponía un problema. Afortunadamente, este país ha cambiado mucho en los últimos cuarenta años, y cualquier clase de un colegio público (no así en muchos de los colegios concertados y privados) refleja una gran variedad: alumnos con distintos orígenes, distintas creencias, distintas situaciones familiares, distintas capacidades. Que un profesor salga del armario añade otro grado más de diversidad al grupo. Y no es baladí, en la medida en que todos los alumnos se reconocen como diversos, pueden aceptar mejor su propia diferencia y no vivirla como exclusión del grupo.

¿Cómo salir del armario con los alumnos?

Una consideración previa, como cualquier persona LGTB sabe, esta pregunta, y esta otra relacionada ¿cuándo puedo ir de la mano con mi pareja o simplemente relajarme en la calle sin exponerme a una agresión?, se nos van a plantear a cada rato, no se contestan de una vez para siempre. Y desgraciadamente, esto les parecerá un lujo asiático a la gran mayoría de personas LGTB de este mundo.

Supongamos que podemos y queremos dar ese paso. ¿Cómo hacer pública una información que todo el mundo considera que pertenece a nuestra intimidad, y que por tanto, no tiene mucha cabida en las aulas? Desde luego huyendo como de la peste del modelo “tengo algo que confesarte”. Con los adultos siempre lo he tenido claro, mi salida del armario es indirecta, forma parte del decorado, no está dentro del espacio iluminado por el foco. Para que se me entienda, no empiezo diciendo “yo soy gay”, sino “un novio mío fue el primer insumiso juzgado en este país”, o algo parecido. No estamos hablando de si soy gay, el que yo sea gay lo vas a saber de la misma forma que yo entiendo que eres heterosexual cuando veo la foto de tu familia.

Con los alumnos lo abordo desde la cuestión del respeto. Al comienzo del curso les digo que para mí es muy importante que todos nos respetemos para que podamos convivir y aprender. Y les cuento mi experiencia de acoso en el colegio en el que estudié. Aquí sí es importante verbalizar claramente que eres gay. Cuando lo haces, entiendes por qué nuestros antepasados creían en conjuros, las palabras producen efectos, tienen poder, cambian cosas. De entrada, algo impensable en las aulas de los institutos, que durante unos segundos se haga un silencio de los que se cortan con cuchillo.

Mi experiencia de cinco años fuera del armario con los alumnos.

Como dije en la introducción, hace siete años empecé a trabajar como profesor. Durante dos años fui interino, y trabajé en los institutos madrileños IES Grande Covián, y IES Jaime Vera. A pesar de que ya había estado colaborando con el grupo de Educación de Cogam dando charlas sobre diversidad afectivo-sexual, decidí no salir del armario, me mantuve en el llamado “armario de cristal”, no lo dije pero tampoco lo oculté. Me sentía muy inseguro como profesor como para meterme en un berenjenal más. Al año siguiente aprobé la oposición y entré a trabajar en el IES Luis Buñuel de Alcorcón, y allí empezó la experiencia de estar fuera del armario en un instituto. Los últimos cuatro años he estado en el IES Rosa Chacel de Colmenar Viejo.

Sin duda, puedo calificar la experiencia como muy gratificante a nivel personal. No he tenido ningún problema con los profesores, los alumnos o los padres.

Los chavales parecen asumir sin ningún problema el tener un profesor gay. Las anécdotas más tiernas tienen que ver con mis alumnos más pequeños, los de doce a catorce, porque todavía mantienen la espontaneidad de los niños. Desde aparecer por un pasillo con una amiga que no es alumna mía para cerciorarse de que yo soy gay de verdad, y ver la cara que se le pone con mi respuesta; hasta pedirme sinceras disculpas cuando en las escaleras uno a otro se han llamado maricón, y de pronto, ven que yo estoy por allí.

Los incondicionales de la teoría del “choque de civilizaciones” no encontrarán confirmada sus teorías en mi experiencia. Entre los alumnos más cariñosos conmigo (también es cierto que no les doy clase, ya se sabe que la convivencia estropea muchas cosas) está un grupo de chicos adolescentes de origen marroquí. Lo menciono aquí porque en el imaginario colectivo está el que necesariamente tiene que haber problemas con estos adolescentes. Como digo, no ha sido mi caso.

Un momento emocionante fue cuando vino un ex alumno del centro a visitarnos y me contó cuánto le había ayudado para poder aceptarse como gay, aunque en su momento no me dijera nada. También me contó algo que me ha hecho reflexionar desde entonces, en muchas ocasiones me había defendido ante sus compañeros cuando me insultaban. Se me ocurren varias consideraciones. Obviamente, el que yo no perciba comportamientos homófobos entre mis alumnos no quiere decir que no existan. Y el hecho de estar fuera del armario puede tener un efecto no buscado, el que los alumnos LGTB sean testigos presenciales de insultos homófobos dirigidos al profesorado LGTB, es decir, aumentar la concentración de homofobia que respiran a diario.

Por otro lado está la cuestión de la formación de la identidad masculina a través del rechazo de la homosexualidad y la feminidad. Puede que parte de esos insultos se deban a la necesidad de configurarse como “hombres” en un sentido muy tradicional.

Pese a todo, y voy terminando, creo que es útil salir del armario con los alumnos, aunque no sea suficiente para erradicar la homofobia de los institutos; y creo que el profesorado LGTB debemos reflexionar sobre estas cuestiones, sea cual sea la decisión que tomemos finalmente.

Además de agradecer a mis compañeros y alumnos de todos los institutos en los que he estado su apoyo y cariño, me gustaría terminar con una utopía y una cita.

La utopía sería que este texto se volviera cuanto antes incomprensible (suponiendo que no lo sea ya por otros motivos), que resultara tan absurdo como ahora ocurriría con un texto en el que aparecieran frases como esta “¿Cómo decirles a tus alumnos que te fascina el número pi?”, que necesitara numerosas notas a pie de página para explicar un contexto histórico que en nada se pareciera al del lector, que ese lector no pudiera creerse que hubo un momento en el que las diferencias que se dan entre los seres humanos fueran motivo de discriminación.

Y la cita:

“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.”

Eduardo Galeano.

Sigamos caminando.

Carlos Javier Herrero Canencia. Profesor del IES Rosa Chacel, de Colmenar Viejo.

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“Dentro del armario no hay cristianismo “, por Carlos Osma

Viernes, 2 de septiembre de 2016
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miedoDe su blog Homoprotestantes:

Todavía me sorprende que a día de hoy los evangélicos de mi país vivan mayoritariamente armarizados y se “dejen” maltratar psicológicamente por los discursos fundamentalistas que encuentran en sus iglesias y sus familias evangélicas. Me parece tan repugnante a veces el maltrato al que son sometidos que me cuesta entender porqué el fuego, que según la leyenda cayó sobre Sodoma, no cae de forma real sobre esas iglesias y esas familias y las hace desaparecer para siempre. Es que es patético ver como se humilla a la gente y se la hace sufrir de manera tan cruel mientras se canta y predica el amor de Jesús. ¡Que pandilla de hipócritas!

Pero dejando a un lado la actitud de estos supuestos seguidores de Jesús que en realidad no son más que un grupito de mediocres a los que les gustaría ser los primeros, me pregunto porqué los evangélicos lgtbi que formáis parte de todas y cada una de las iglesias evangélicas de este país, no salís huyendo de estos campos de concentración o cámaras de tortura. Sí, ya lo sé, sé que tenéis una dependencia emocional, y que si os atrevéis a ser vosotros mismos o vosotras mismas seréis expulsados del único mundo que conocéis y os da seguridad. ¿Pero qué seguridad es esa que te destroza la vida? ¿Qué seguridad es aquella que te lleva hasta la desesperación? ¿O aquella que te hace tirar por la alcantarilla la vida feliz que podrías tener?

Es absolutamente cierto que en la mayoría de ocasiones salir del armario en un entorno evangélico supone quedarte solo, quedarte sola. Y esa es una experiencia muy dura, que deja muy claro que evangelio siguen los evangélicos con los que crecimos. Pero bendita soledad aquella que te permite volver a construir tu vida, una vida de verdad, y no la vida de mierda que tienes ahora. Un regalo divino es la soledad en la que ya no escuchas las palabras paternalistas de quienes quieren ser buenos contigo pero que en realidad te hacen daño. Una oportunidad irrepetible quedarte sólo para empezar de nuevo, para abrirte a la esperanza de conocer algo distinto, para poder respirar y moverte con libertad. ¿Te imaginas? Quizás ni eso puedes ya.

Y es que las personas lgtbi que vivís armarizadas dentro de las iglesias evangélicas, podréis ser pastoras, cantantes, diáconos, o profesores de escuela dominical; pero no sois cristianas, o al menos no vivís el cristianismo. Porque el seguimiento de Jesús no tiene nada que ver con el paripé al que habéis reducido vuestra vida. El seguimiento de Jesús revienta todas las jaulas en las que os han metido, y es posible que os deje en medio de la nada, pero una nada donde podéis seguir a Jesús, al maestro, y no la montaña de ignorancias y superficialidades religiosas con las que hemos sido educados. Dentro de un armario no hay fe, no hay seguimiento, no hay amor.. No hay cristianismo. Y todo ese sufrimiento que produce la represión, y con el que crees ganarte el cielo, no sirve para nada… El cielo se vive desde aquí siguiendo a Jesús, no al mundillo evangélico que te dice como tienes que vivir tu vida para ser aceptable.

¡En algún momento hay que decidirse a ser valiente, digo yo!. En algún momento las lecturas bíblicas que has hecho desde que eras un niño o una niña y que mostraban a personas enfrentándose a la hipocresía, a las convenciones sociales, a la muerte incluso… deben interpelarte, deben decirte: “El evangelio me empuja a abandonar mi vida de engaño para poder vivir la vida de verdad que Dios quiere para mi”. En algún momento, si la homofobia en las que has sido educado, ha dejado algún resquicio para que el evangelio ponga una semilla dentro de ti, te dirás: “Yo quiero seguir a Jesús de verdad, y tengo que oponerme al odio de la homofobia. Mi fe, me llama a eso”. En algún momento, si no te han destrozado la vida, o no te han hecho perder la fe para siempre, te dirás: “Yo quiero ser cristiano”.

Y si no, puedes seguir como hasta ahora, con tu doble no vida, con el dolor en el pecho, con el miedo a ser descubierto. Con subidas y bajadas emocionales que a la larga te producirán una enfermedad psicólogica, si no la tienes ya. O con la comodidad de hacer alguna escapadita de vez y en cuando para aliviarte y después volver al redil a mirar con malos ojos a quienes no son tan buenos cristianos como tú. Puedes esconderte detrás de cinco versículos, o de la biblia entera, pero bien sabes que eres un cobarde, no un cristiano. Si quieres serlo tendrás que escuchar al maestro, que te llama a dejar las redes en las que estás atrapado, y con la que a veces intentas atrapar a otras y otros, y le sigas. Eso es el cristianismo, un salto al vacío, no un cambio de iglesia. Un salto al vacío, hacia la nada, pero con una clara dirección: la felicidad, el amor y la libertad.

Carlos Osma
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Salir del clóset a los 60

Martes, 12 de julio de 2016
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Marcelo-Gustavo-Michanie-JUANO-TESONE_CLAIMA20160626_0107_17Enfrentan a hijos y nietos para confesarles sus sentimientos y arman vínculos con personas del mismo sexo, después de separarse o enviudar.

En Capital, ya se casa por semana una pareja gay mayor de 60 años.Durante años ajustaron sus vidas a lo que la sociedad exigía de ellos dejando de lado sus propios deseos y expectativas. Los mandatos familiares y lo que culturalmente estaba “bien visto” los hizo reprimir, entre otras cosas, su orientación sexual. Así fue que salieron del closet recién de grandes. Le pasó a Mercedes Sánchez (70) y a Marcelo Robles (62) quienes, a pocos días de la celebración del Orgullo Gay, compartieron sus historias con Clarín.

Según Graciela Balestra, presidenta de la Asociación Civil Puerta Abierta a la Diversidad y coordinadora del primer y único Centro de Jubilados LGBT del país, ellos no son los únicos que blanquearon a la edad de jubilarse. “En los últimos años, se duplicaron las consultas de adultos mayores que se acercan a pedir asistencia psicoterapéutica para salir del closet y hablar con sus familias sobre el tema”, sostiene Balestra quien remarca que también llegan buscando un grupo de pares que los contenga y entienda. Y el reconocimiento público muchas veces viene de la mano del casamiento. Así queda evidenciado en los números: en lo que va del 2016, hubo más de una boda gay de mayores de 60 por semana en Capital.

Este último dato surge del Registro Civil de la Ciudad, desde donde precisaron a Clarín que este año ya se registraron 171 matrimonios igualitarios y que 27 de ellos fueron de personas de más de 60, es decir que, hasta el momento, los adultos mayores resultaron protagonistas de casi el 16% de los casamientos en el ámbito porteño, celebrando una boda cada aproximadamente cinco días.

En el caso de Mercedes Sánchez, que es psicóloga social, la salida del closet vino efectivamente acompañada de la unión legal con su actual pareja Claudia Lagos (53), cuando ella tenía 67. “Ni la sociedad ni yo estábamos preparadas antes para la verdad”, afirma Mercedes sobre la razón por la que esperó tanto para “dejar las tinieblas”. De joven, tuvo varias parejas heterosexuales que no funcionaron. “Yo me aburría pero seguía buscando, pensaba que no tenía suerte con los hombres”, resume. Eso fue hasta pasados los 30 cuando entendió lo que le sucedía, pero se lo guardó. Por esa época, conoció a Alicia que fue su pareja por 20 años, hasta que falleció. Vivíamos juntas pero decíamos que éramos amigas. La gente sospechaba pero nunca preguntaron ni nosotras contamos”, relata. Con poco tiempo de diferencia, además de Alicia murió su mamá, y ella se quedó sin las, hasta entonces, dos mujeres de su vida.

Recién hizo el duelo cuando llegó a Puerta Abierta y comenzó a participar de un grupo de reflexión a los 61. Dos años después, tomó coraje y empezó a mostrarse libremente. En ese camino, conoció a Claudia en el cumpleaños de una amiga en común de la Asociación. “Ni bien la vi me enamoré. Ese día me contó que se estaba mudando de la casa en la que vivía con su marido y sus cuatro hijas”, suma. La charla siguió por Facebook hasta que concretaron una salida. “Al final del encuentro, que empezó en una plaza y terminó en mi casa, le dije que me gustaba mucho”, sigue Mercedes. A los pocos días, se pusieron de novias y no se separaron más. Hace tres años, tuvieron su matrimonio igualitario, del que participaron las hijas de Claudia y su nietito que ahora dice que, de ese lado, tiene “dos abuelas y un abuelo”.

Marcelo Robles siempre se sintió atraído por los varones más que por las chicas. Sin embargo, a los 31 se casó con una mujer con la que tuvo tres hijos. Casi 20 años después, se separó y empezó a experimentar con hombres. “Un día los senté a mis hijos y les conté. Ellos se merecían una explicación”, dice Marcelo quien confía que, al principio, “no les causó ninguna gracia”.

“Con el tiempo, cuando vieron que no me salían cuernos ni alas y que seguía siendo el mismo, la cosa se fue ablandando, explica. Tres años después de esa revelación, conoció a través de un chat gay a Gustavo Michanie (47), que es presidente de la Asociación Judíos Argentinos Gays (JAG) con el que se casó el año pasado, a sus 61. Marcelo, que es arquitecto, dice que cuando conoció a Gustavo sufrió el “efecto ladrillazo”. “Fue como si me hubieran dado un golpe en la cabeza: sentí que por primera vez tenía certeza absoluta de lo que quería”, cierra Marcelo, feliz de haberse animado a dar el gran paso.

Fuente: Clarín, vía SentidoG

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Ian McKellen urge a todos los actores y actrices LGTB a salir del armario

Miércoles, 15 de junio de 2016
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ian-mckellen-cancerEn esta web somos muy fans de Ian McKellen, pero sobre todo somos fans del hecho de que de un tiempo a esta parte ya todo se la traiga al pairo y no tenga ningún problema en hablar abiertamente sobre su homosexualidad o sus experiencias en el mundo del cine y el teatro.

Hace unos días McKellen estaba dando una charla en el Rose Bruford College of Theather and Performance de Londres ante un montón de estudiantes de arte dramático y les instó (a ellos y a todos los actores y actrices del mundo) a no quedarse metidos en el armario: “En nuestro negocio existe la idea de que probablemente sería mejor que no hables de tu sexualidad. A no ser que seas hetero, claro, en ese caso puedes hablar sobre ella constantemente.

McKellen criticó la idea establecida de que “el público no aceptará a un actor si saben que es gay. Ésa es la idea que prevalece en Hollywood. Y he escuchado a Rupert Everett y otros decir eso en Inglaterra“. Everett declaró en una entrevista que su salida del armario había arruinado completamente su carrera. Pero McKellen, que triunfó como Gandalf en El Señor de los Anillos y como Magneto en la saga X-Men (y no estamos hablando de cine LGTB precisamente, aunque os encanten esas películas, maricones) tiene un punto de vista muy diferente.

Lo que digo es que si eres gay, o si eres diferente, tienes que expresar esa diferencia y ser tú mismo, porque si no lo haces no estarás disfrutando de la vida. Y si descubres que no puedes tener éxito como actor romántico en películas de Hollywood… Aunque bueno, ¿cuántos de esos sueles encontrarte? ¿Tres? Si se trata de una elección entre esa ambición y ser abierto y ser tú mismo: apuesta por ser tú mismo. Y olvida ese nivel de actuación.

Fuente | GayTimes, vía estoyBailando

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