Vamos, que las cosas no marchan nada bien, que los problemas son muchísimos, que la humanidad estamos bastante desorientados. Lo vemos en el terreno político, en lo económico, en lo social: guerras, hambre, refugiados, Covid, enfermedades en el tercer mundo, inmigrantes muertos en el mar y en las fronteras. Muchísimas personas se manifiestan y piden “otro mundo”. Esta situación y estas realidades me escuecen fuertemente y trato de encontrar motivos para la esperanza, para la utopía. ¿Queda algún resquicio posible y real en medio de este panorama?
Parece todo una noche oscura. Y en medio de la oscuridad aparecen las luciérnagas. Pequeñas criaturas que emiten una luz tenue, pero que nos dicen que están ahí. Me encanta verlas en verano. Hay más de 2000 especies de luciérnagas en el mundo y todas ellas están en peligro de extinción. No acabemos con los testigos que lucen en medio de la oscuridad.
Ha llegado el momento de preguntar a todas las personas, a los países, al mundo global: ¿qué esperanza me ofreces? ¿En qué puedo confiar? Veo que hay varios caminos que me hacen caminar para adelante con luz.
1. Un primer camino es la información serena, profunda, íntegra, equilibrada, capaz de aportar datos, pero también de conocer causas, motivos, intereses. Acabo de leer un artículo de González Faus sobre la situación en Europa en este momento. Hay varios medios, pero uno muy sencillo y a manos de todos: los cuadernos de Cristianismo y Justicia.
2. Otro camino es mirar a esas personas sencillas, auténticas luciérnagas, que están ofreciendo al mundo su servicio, su entrega, su testimonio. En medio de un mundo convulso contamos con lucecitas que nos ayudan a descubrir por dónde está el buen camino, a la luz de esas personas. Son millones las que viven el amor, la entrega, el servicio. Hay muchas personas sencillas, generosas, que viven la vida desde el cariño a los suyos y que están sirviendo a los demás.
3. Mirar con gafas limpias y fijarnos en todo lo positivo, en todo lo bueno, en todo lo real, que funciona en el mundo. Y procurar conocerlo y darlo a conocer. Contra la oscuridad política y social, ver las luces, lo fenomenal de tantas personas e instituciones, anima un montón.
4. Vivir estas realidades actuales no huyendo o negándolas sino poniendo algún hecho positivo, de otro estilo. Eso pequeño gesto que realizamos engendra esperanza en nosotros y en los demás.
Las acciones que yo realice, serán pequeñas, pero tengo que dejar mi comodidad, salir, meterme en las realidades que pueda, comprometerme por ese mundo que a la vez se va construyendo desde la justicia y el amor.
Y si tenemos fuerza, vamos a hablar de eso constructivo, saliendo de pensar y hablar solo de lo oscuro de la vida. Esto nos va ayudar a cambiar nuestra experiencia.
5. Soy cristiano y quiero leer esa situación con fe, sabiendo que el mal, la muerte, lo negativo, no tienen la última palabra. Que Jesús murió, pero resucitó y que Él nos acompaña al intentar crear ese mundo nuevo.
Es cuestión de salir al campo para ver las luciérnagas.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta
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