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Creando una iglesia donde los marginados estén en el centro.

Lunes, 6 de noviembre de 2023
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IMG_1218La reflexión de hoy es de Angela Howard Mc-Parland, colaboradora de Bondings 2.0.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el 31º Domingo del Tiempo Ordinario se pueden encontrar aquí.

Las lecturas litúrgicas de hoy son algo así como un estudio en contraste. Tanto en la primera lectura como en el pasaje del evangelio, recibimos duras palabras tanto del profeta Malaquías como del propio Jesús, que condenan la hipocresía de quienes predican las palabras y los mandamientos de Dios, pero no los practican ellos mismos.

Sin embargo, en la segunda lectura de la Primera Carta a los Tesalonicenses, San Pablo compara su ministerio al de una madre lactante, todo gentileza y atención, quitando cargas y regocijándose por la forma en que la comunidad realmente recibió y entendió “no como una palabra humana. sino, como verdaderamente es, la palabra de Dios”.

Vivo en Nueva Inglaterra, donde ha sido una temporada de otoño verdaderamente maravillosa. Toda la lluvia del verano combinada con temperaturas más cálidas para producir un arcoíris de follaje dorado en estas últimas semanas, un bálsamo para aquellos de nosotros que tememos el invierno a punto de llegar.

Y, al igual que los líderes religiosos de la época de Jesús, los árboles exhiben una acción en la superficie, mientras realizan activamente otra. Jesús critica a estos funcionarios porque sus acciones exteriores no ilustran lo que dicen llevar por dentro, es decir, el amor y la misericordia de Dios.

IMG_1215Nuestros hermosos árboles de octubre son similares, aunque opuestos: lo que parece ser una muerte, pérdida de hojas y volverse quebradizos durante el largo invierno, es en realidad el acto mismo que deja espacio para la resurrección cuando llegue la primavera. Mientras que los fariseos se encerraron en sí mismos por obligaciones egoístas, los árboles se encerraron en sí mismos para continuar su trabajo de sustentación de la vida el próximo año.

Con el cierre de la asamblea del Sínodo el fin de semana pasado y las decepciones para la comunidad LGBTQ+ en particular en torno al informe final, es tentador señalar que la iglesia institucional actúa de la misma manera que Jesús condena en Mateo 23: 3-5, donde las creencias proclamadas no coinciden con las acciones externas:

“Porque predican pero no practican. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar y las ponen sobre los hombros de la gente, pero ellos no mueven un dedo para moverlas. Todas sus obras están realizadas para ser vistas”.

Pero, como señala la declaración del New Ways Ministry en respuesta al informe final de la asamblea, podemos y debemos tener esperanza no sólo del proceso en sí, sino también de la discusión abierta y la promoción de la plena aceptación de las personas LGBTQ+ por parte de tantos participantes y miembros De la Iglesia mundial en la Asamblea.

Las condenas de Jesús a los fariseos se centran en su énfasis en las apariencias por encima de la adhesión a los deseos de Dios de justicia, amor y misericordia. Enfocan el honor y la gloria que deberían estar reservados para Dios en ellos mismos al reclamar asientos importantes en los banquetes, enfatizar demasiado los aspectos externos de la oración y negarse a ayudar a los agobiados entre ellos. Así como Jesús los llama a un cambio de enfoque, nosotros también podemos centrar nuestra atención en aquellos que están más agobiados por estructuras eclesiásticas y gubernamentales que no garantizan dignidad y respeto a las comunidades marginadas. Aunque exteriormente vemos algunas ramas frágiles, en el interior se ha creado nueva vida gracias al propio proceso sinodal.

Podemos actuar de buena fe por los católicos LGBTQ+, continuando presionando a nuestras parroquias y comunidades para que patrocinen programas, creen acceso a la vida sacramental y sigan a un Dios que modela la inclusión y afirmación radical, especialmente de los más vulnerables.

Podemos actuar con esperanza al ver que las semillas que se han sembrado en el acto del Sínodo mismo y en las voces que antes fueron ignoradas o excluidas se incluyen e incluso se amplifican.

Y podemos continuar actuando por amor, esforzándonos siempre para que nuestra acción exterior coincida con nuestras convicciones internas de la Amada Comunidad, donde los marginados están centrados y todos son verdaderamente bienvenidos.

—Angela Howard McParland (ella), Ministerio New Ways, 5 de noviembre de 2023

Fuente New Ways Ministry

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“Contribuir a la conversión de la Iglesia”. 31 Tiempo ordinario – A (Mateo 23,1-12)

Domingo, 5 de noviembre de 2023
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299368_254807651207684_183215645033552_814308_3458119_n1No son pocos los que se han alejado de la fe, escandalizados o decepcionados por la actuación de una Iglesia que, según ellos, no es fiel al evangelio ni actúa en coherencia con lo que predica. También Jesús criticó con fuerza a los dirigentes religiosos: «No hacen lo que dicen». Solo que Jesús no se quedó ahí. Siguió buscando y llamando a todos a una vida más digna y responsable ante Dios.

A lo largo de los años, también yo he podido conocer, incluso de cerca, actuaciones de la Iglesia poco coherentes con el evangelio. A veces me han escandalizado, otras me han hecho daño, casi siempre me han llenado de pena. Hoy, sin embargo, comprendo mejor que nunca que la mediocridad de la Iglesia no justifica la mediocridad de mi fe.

La Iglesia tendrá que cambiar mucho, pero lo importante es que cada uno reavivemos nuestra fe, que aprendamos a creer de manera diferente, que no vivamos eludiendo a Dios, que sigamos con honestidad las llamadas de la propia conciencia, que cambie nuestra manera de mirar la vida, que descubramos lo esencial del evangelio y lo vivamos con gozo.

La Iglesia tendrá que superar sus inercias y miedos para encarnar el evangelio en la sociedad moderna, pero cada uno hemos de descubrir que hoy se puede seguir a Cristo con más verdad que nunca, sin falsos apoyos sociales y sin rutinas religiosas. Cada uno hemos de aprender a vivir de manera más evangélica el trabajo y la fiesta, la actividad y el silencio, sin dejarnos modelar por la sociedad, y sin perder nuestra identidad cristiana en la frivolidad moderna.

La Iglesia tendrá que revisar a fondo su fidelidad a Cristo, pero cada uno hemos de verificar la calidad de nuestra adhesión a él. Cada uno hemos de cuidar nuestra fe en el Dios revelado en Jesús. El pecado y las miserias de la institución eclesial no me dispensan ni me desresponsabilizan de nada. La decisión de abrirme a Dios o de rechazarlo es solo mía.

La Iglesia tendrá que despertar su confianza y liberarse de cobardías y recelos que le impiden contagiar esperanza en el mundo actual, pero cada uno somos responsables de nuestra alegría interior. Cada uno hemos de alimentar nuestra esperanza acudiendo a la verdadera fuente.

José Antonio Pagola

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“No hacen lo que dicen”. Domingo 5 de noviembre de 2023. 31º Ordinario

Domingo, 5 de noviembre de 2023
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54-ordinarioa31Leído en Koinonia:

Malaquías 1,14b-2,2b.8-10: Os apartasteis del camino y habéis hecho tropezar a muchos en la ley.
Salmo responsorial: 130: Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
1Tesalonicenses 2,7b-9.13: Deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas.
Mateo 23,1-12: No hacen lo que dicen.

Malaquías es un profeta de la época postexílica, o sea, después de que a finales del siglo VI a.C. el pueblo judío que se hallaba en Babilionia retornara a Jerusalén. Su labor se concentró en cuestionar la política de los exiliados que comenzaron a expropiar a la gente que habitaba las tierras de Palestina y que llevaba allí más de medio siglo. La mayor parte de los exiliados estaban más preocupados por hacer fortuna y ocupar la mayor parte de tierra posible, que por reedificar los fundamentos éticos, sociales y fraternos del nuevo Israel.

Por su parte, los habitantes de la provincia de Judá, Galilea y Samaría se vieron sacudidos por una ola de agresivos repatriados que, disponiendo de cuantiosos capitales, pretendían apoderarse de la tierra tratando a la gente del país como extranjeros. Esta situación echó por tierra la esperanza de muchos profetas que esperaban que Israel hubiera cambiado su proceder después del exilio. Lo peor de todo era que esta manera abusiva y violenta de proceder era liderada por un grupo de levitas que se consideraban los propietarios de la auténtica religión de Israel.

El profeta Malaquías es muy directo en sus denuncias. Utiliza el mismo lenguaje ampuloso y rimbombante de las celebraciones litúrgicas para denunciar las arbitrariedades de la casta sacerdotal que se aprovecha de la ignorancia de la gente humilde de la provincia para cometer toda clase de atropellos. Lo peor de todo es que los que se presentan como baluartes de la Ley, no tengan ni el más mínimo sentido de justicia. No respetar el derecho de los pobres es violar la alianza del Señor, y ésta es una ofensa más grave que cualquier infracción ritual o disciplinaria.

La enseñanza de Jesús se orienta en esta misma dirección y pone en jaque las pretensiones de tantas personas que preocupándose por la ortodoxia descuidan los principios elementales de la justicia.

La catequesis se ha preocupado durante muchos siglos por transmitir la doctrina correcta, y por que la gente muriera como «hijos fieles de la Iglesia». Saber el catecismo, a poder ser de memoria, era muy importante. No apartarse lo más mínimo de «la fe de la Iglesia», era prácticamente lo más valorado. Este interés catequético es legitimo, pero es necesario preguntar: la catequesis que se preocupó tanto por la «doctrina correcta», la llamada «ortodoxia», se preocupó igualmente por la práctica correcta, la llamada «ortopraxis»?

El evangelio de Mateo es directo y tajante. Nos pide aceptar la ortodoxia pero siempre y cuando esté basada y fundamentada en la ortopraxis, es decir, en la práctica de la justicia. Pues, anunciar las doctrinas correctas, que todo el mundo acepta, es muy fácil. Lo difícil es practicarlas. Por eso, urge más revisar nuestras prácticas catequéticas que los sistemas doctrinales.

Durante mucho tiempo nuestra catequesis se limitó, en gran parte, a memorizar preceptos, doctrinas y fórmulas. El evangelio nos pide que, sin olvidar todo esto, nos preocupemos de realizar lo que ellas proponen. Lo fundamental de toda la doctrina cristiana, contenida en el evangelio, es la práctica comunitaria de la caridad expresada en una exigencia irrevocable de justicia. La comunidad cristiana existe para enunciar buenas noticias a la humanidad. Se convierte ella misma en buena noticia cuando transforma las realidades de muerte en caminos hacia la vida en abundancia y no cuando se anuncia a sí misma. Leer más…

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5.11.23. Evangelio del sínodo. Iglesia sin rabinos, padres ni instructores (Dom 31 TO, Mt 23,1-12)

Domingo, 5 de noviembre de 2023
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IMG_1193Del blog de Xabier Pikaza:

Ha terminado el Sínodo 23, dejándonos un sabor agridulce. Pero el evangelio del domingo nos da otra vez “moral”, nos pone nuevamente en camino. Ese texto ha sido recreado por Mateo, a nombre de Pedro, partiendo de  la palabra de Jesús en Mc 12, 37-40.

Ofrecerá a continuación unas anotaciones de base sobre ese evangelio, para elaborar después un comentario de conjunto del texto. No le sobra ni falta nada. puede debería tomarse al pie de la letra, como declaración básica para elSínodo 24.

Mateo 23,1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque no hacen lo que dicen.

Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar instructores, porque uno solo es vuestro instructor, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido

ANOTACIONES DE BASE

   Antes se presentar el comentario de este salmo (tomado de Evangelio Mateo) quiero ofrecer unas anotaciones telegráficas sobre su texto y contexto:

 1. Jesús habló a la gente y a sus discípulos (23, 1), como enseñanza para los de fuera (ojloi, muchedumbres: que sepan qué es la iglesia) y una instrucción para los de dentro (discípulos, mathetai), que sean iglesia

2. En la cátedra de Moisés se han sentado escribas (grammateis) y fariseos (23, 1). Han sentado cátedra sobre los demás, como dirigentes legales (escribas, clérigos) y como auto-nombrados ejemplo de vida (fariseos).

3. Mateo condensa así la iglesia “de origen judío” de Pedro, a quien Jesús ha nombrado “gran escriba” rabino de su iglesia (Mt 16, 17-19).Esta es la iglesia del Papa Francisco que asume el legado de Pedro y convoca un sínodo. En esta iglesia no hay =(no debe haber) lugar obispos, presbíteros/anciano, ni sacerdotes (ojo, aquí no se nombre ningún tipo de sacerdocio clásico, la iglesia judeo-cristiana de Mateo ha roto con los sacerdotes de Jerusalén):

4. Haced lo que digan, no hagáis lo que hagan… Estas palabras extienden una sospecha de base contra estos dos tipos de “autoridad” (la de libro: escribas; y la de autonombramiento: fariseos). En principio, según el evangelio, toda forma de autoridad establecida sobre otros es falsa…, una hipocresía (dicen, no hacen).

5.Estos escribas/fariseos identifican la religión como imposición (imponen cargas pesadas a los demás, no las tocan ellos con el dedo, no hacen lo que dicen). En principio, su autoridad es una forma de mentira/imposición organizada. A la iglesia actual se le ha acusado (y se le acusa) de andar imponiendo cargas legales y falsamente sacrales sobre el pueblo-pueblo. Quizá esa acusación sea exagerada, pero no la ha dicho cualquier, sino Jesús.

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  1. No llaméis a nadie “Rabino”, de Rab, grande… (con el sentido etimológico de maestro-magister, el que se hace “más”). Toda religión como supremacía es falsa (mentirosa y opresora). Ha habido “rabinos” judíos y cristianos (gente que sabe más, que tiene autoridad de sabiduría) que han sido “geniales”, que han ayudado a vivir a multitudes…, pero cuando ellos se convierten en “rabinismo” (autoridad establecida) se pervierten, pervierten el evangelio de la vida de Jesús, que no fue en ese sentido rabino.
  2. No llaméis a nadie “Padre” (en el sentido de aquel que tiene poder sobre los “hijos”). Dios no es Padre en ese sentido, su paternidad no es “poder”, sino servicio… Padre/Dios verdadero no es el que manda, sino el que da (se da) para que otros sean, el que es mejor para que sean grandes los otros.
  3. No llaméis a nadie “instructor” (kathegetes, dirigente…). La religión no es para que unos instruyan/dominan, a otros, sino para que todos se descubran libres, identificándose por dentro con Cristo (=el Maestro, dirigente interior, en libertad…). La religión de Jesús no es dependencia, sino experiencia y camino de libertad plena en el amor. Todo aquel que hace dependientes a los otros les destruye

6. Cuatro “marcas” negativas, cuatro negaciones de poder, en este evangelio:

  1. Sin vestidos especiales, que marquen su superioridad, distinción o dominio sobre los otros La “foto” de obispos y demás clérigos que se exhiben y distinguen por el vestido es mal judaísmo… mal cristianismo. La foto final del sínodo con cientos de obispos muy vestidos de sí mismos como obispos me da mucha ternura, pero según este evangelio resulta personal y corporativamente “no cristiana” (por no decir anticristiana)
  2. Sin primeros asientos en los banquetes (=ventajas económicas), es decir, sin comer a costa de los otros. Hay gente que se ha hecho escriba/fariseo para comer más y mejor en el banquete de la vida. Jesús ha empezado criticando de poder “alimenticio” de escribas/fariseos. Toda religión de superioridad económica, para comer a costa de otros es falsa por principio, sin paliativos.
  3. Sin primeras cátedras (prôtokathedías) en las sinagogas (reuniones). La iglesia se constituye), está formada por sinagogas (reuniones en forma de mesas/redondas), sin cátedras superiores, es decir, sin lo que serán luego los obispos. Originalmente, esta iglesias petrinas eran comunidades de iglesias fraternas de iguales; no había en ellas obispos (primeras cátedras) como las que se establecieron a partir del siglo II,  es decir, después y en contra del Pedro del evangelio de Mateo. Según Mateo, Pedro  fue muy importante en todas las iglesias, pero no fue  obispo (pues no los había, ni los fundó él, como se deduce de  Mt 18, 15-18. Los obispos (es decir, los primer “cátedros”),  fueron importantes en la iglesia posterior… y pueden serlo en la que tiene que venir, pero con cambios esenciales; de lo contrario, ellos no son un bien, sino un mal para las iglesias.
  4. Sin derecho a saludos/honores especiales en la plaza (ágora), es decir, en la vida social… Una religión que trace un tipo de “superioridad” social en la plaza (ágora: Saludos, honores, vestidos, comidas etc) va en contra del evangelio. Los que buscan “saludos y honores” en la plaza por ser “autoridad religiosa” han confundido y negado el evangelio, según este pasaje de Mateo.

7. Una foto “desgraciada” para final del sínodo. Este es una foro de muchos hombres (sólo varones), vestidos de verde/autoridad, ocupando en grupo el primer asiento en el “banquete” eclesial y la primera cátedra en la enseñanza, dejando en un lugar invisible a “laicos, mujeres y demás gente”, va en contra de Mt 23, lo que debería haber sido el sínodo.

  1. Una foto del sínodo en San Pedro Vaticano… La gran “basílica” (casa real) de San Pedro del Vaticano, construida y decorada por las primeras “espadas” del arte, arquitectura y técnica edilicia del siglo XVI-XVII no era el mejor lugar para la foto de lo que quería ser el “sínodo” (caminar, comer, escuchar/compartir… según el evangelio).Ya sé que SanPedroVaticano es un espacio excelso de arte/historia de un cristianismo de poder… pero en sí mismo me parece poco apropiado (poco sinodal) en la línea de este evangelio de Mt 23.
  2. Jesús dijo “no es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre…”. Esa foto de los grandes varones obispos de verde (sólo ellos, varones, obispos…) va en contra de esa palabra de Jesús
  3. San PedroVaticano es un espacio para conservar, admirar, celebrar en línea histórico/técnica…pero el sínodo tenía que haber terminado a campo abierto, como solía hacer las cosas San Pedro de Galilea, que llegó a Roma con lo puesto…Pero de esto había que hablar en otra ocasión. Ahora paso al comentario del texto.

COMENTARIO. Mt 23, 1-12

  1. En la cátedra de[1].

 Este pasaje nos sitúa ante un tema clave de la identidad cristiana, en un momento en que la iglesia corre el riesgo de convertir el camino de Jesús en una carrera de honores:

23 2 En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos; 3 cumplid, por tanto, y guardad todo lo que os digan, pero no hagáis según sus obras, pues dicen y no hacen 4 Pues pesan cargas pesadas (e incapaces de soportar) y las echan a las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas

5 Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres: ensanchan sus filacterias y alargan los flecos; 6 buscan el primer puesto en los banquetes y la primera cátedra en las sinagogas, 7y los saludos en las plazas, y que los hombres le llamen Rabí (Mt 23, 5-7)[2].

       Mateo reconoce la autoridad magisterial de los escribas y fariseos (representantes de la tradición de Moisés), no sólo porque los seguidores de su evangelio vivían (o habían vivido) al interior de las comunidades judías, organizadas por intérpretes de la ley (escribas), siguiendo el ejemplo de los fariseos (testigos de un compromiso fuerte de pureza), sino porque su camino sigue siendo básicamente judío. En esa línea, al aceptar la autoridad de los maestros judíos, aunque negando su ejemplo (haced lo que dicen, no lo que hacen), Mateo defiende una continuidad básica con ellos, de forma que en principio, su Iglesia no despliega instituciones propias, pues se despliega desde el mismo judaísmo, en apertura mesiánica, aunque en contra de cierto rabinismo.  Leer más…

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Dos malos ejemplos y uno bueno. Domingo 31. Ciclo A

Domingo, 5 de noviembre de 2023
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IMG_1156La cátedra de Moisés

Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Los protagonistas de las tres lecturas (hoy tendré también en cuenta la segunda) son las personas que deberían estar al servicio de la comunidad. Unos se portan mal con Dios y con el prójimo; Pablo se entrega por completo a sus cristianos.

El mal ejemplo de los sacerdotes (1ª lectura)

            La primera lectura nos traslada a Judá en el siglo IV a.C. Por entonces, los judíos están sometidos al imperio persa. No tienen rey, sólo un gobernador, y los sacerdotes gozan cada vez de mayor poder y autoridad. Pero no lo ejercen como correspondería. Contra ellos se alza este profeta anónimo (Malaquías no es nombre propio sino título; significa “mi mensajero”).

            Las acusaciones que hace a los sacerdotes son muy duras, pero parecen muy genéricas: no dar gloria a Dios, no obedecerle, no guardar sus caminos, hacer tropezar a muchos. Si la liturgia no hubiese mutilado el texto, quedarían claras algunas de las cosas con las que los sacerdotes desprecian a Dios: ofreciendo sobre el altar pan manchado, animales ciegos, cojos, enfermos o incluso robados. En definitiva, no dan importancia al altar ni a lo que se ofrece a Dios. En cambio, hacen tropezar a muchos, son parciales en la instrucción, favoreciendo a unos y perjudicando a otros en cuestiones muy distintas (cultuales, económicas, matrimoniales).

          Lectura de la profecía de Malaquías 1, 14-2, 2b. 8-10

«Yo soy el Gran Rey, y mi nombre es respetado en las naciones -dice el Señor de los ejércitos. Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes. Si no obedecéis y no os proponéis dar gloria a mi nombre -dice el Señor de los ejércitos-, os enviaré mi maldición. Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis invalidado mi alianza con Leví -dice el Señor de los ejércitos-. Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo, por no haber guardado mis caminos, y porque os fijáis en las personas al aplicar la ley. ¿No tenemos todos un solo padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo, profanando la alianza de nuestros padres?»

El mal ejemplo de los escribas y fariseos (Mateo 23,1-12)

            En los domingos anteriores leíamos diversos enfrentamientos de grupos religiosos judíos con Jesús. Ahora le toca a él contraatacar. Y lo hace con un discurso muy extenso, del que hoy sólo se lee la primera parte, dirigido contra los escribas y fariseos, los principales representantes religiosos de los judíos después del año 70 (cuando los romanos incendiaron el templo de Jerusalén, los sacerdotes pasaron a segundo plano porque no podían ejercer su función cultual).

            Los escribas eran los especialistas en la Ley de Moisés, algo así como nuestros canonistas y moralistas. Los fariseos eran los seglares piadosos, que se esforzaban sobre todo por cumplir las normas de pureza y por pagar el diezmo incluso de lo más pequeño.

            Ni buen ejemplo ni buena enseñanza

En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.

a_burke_8El discurso comienza con una afirmación llena de ironía. Aparentemente distingue entre lo que dicen y lo que hacen. Lo que dicen es bueno, lo que hacen… es que no hacen nada. Sin embargo, esta afirmación hay que matizarla teniendo en cuenta el resto del evangelio. Entonces se advierte que Jesús no está de acuerdo con la enseñanza de escribas y fariseos, porque en otras ocasiones ha mostrado su desacuerdo con ellos, e incluso ha puesto en guardia a los discípulos contra su doctrina. Así lo demuestra la referencia a su enseñanza: toda ella se resume en agobiar a la gente con cargas pesadas, que ellos no se molestan en empujar ni con el dedo. Por consiguiente, la única forma adecuada de interpretar las palabras iniciales es la ironía. Jesús está en desacuerdo con la conducta de escribas y fariseos, y también con su enseñanza.

           Filacterias y alzacuellos, borlas y colorines

Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.

            El discurso sigue con el mismo enfoque irónico. Después de afirmar que «no hacen», dice que hacen muchas cosas, todas para llamar la atención. Y se detiene en algo a lo que Jesús daba mucha importancia: la forma de vestir.

            Las filacterias eran pequeñas cajas forradas de pergamino o de piel negra de vaca que contienen tiras de pergamino en las que están escritos cuatro textos bíblicos (Dt 11,13-22; 6,4-9; Ex 13,11-16; Ex 13,2-10). Desde los trece años, durante la oración de la mañana en los días laborables, el israelita varón se ponía una sobre la cabeza y otra en el brazo izquierdo, pronunciando estas palabras: «Bendito seas, Yahvé, Dios, Rey del Universo, que nos has santificado por tus mandamientos y que nos has ordenado llevar tus filacterias». Mateo alude a una costumbre de los judíos beatos, que llevaban las filacterias todo el día y agrandaban las borlas para hacerlas más visibles.

            El origen de las borlas se remonta a Nm 15,38s: «Di a los israelitas: Haceos borlas y cosedlas con hilo violeta a la franja de vuestros vestidos. Cuando las veáis, os recordarán los mandamientos del Señor y os ayudarán a cumplirlos sin ceder a los caprichos del corazón y de los ojos, que os suelen seducir». Los judíos beatos agrandaban esas borlas que llamar la atención. Escribas y fariseos caen en estos defectos, a los que se añaden otros detalles de presunción.

            Ni maestro, ni padre

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

            Mateo, que no quiere limitarse a ironizar, sino que desea evitar los mismos peligros en la comunidad cristiana, termina esta parte introductoria exhortando a evitar todo título honorí­fico: maes­tro, padre, consejero. En su opinión, no se trata de una cuestión secundaria: el uso de estos títulos equivale a introducir dife­rencias dentro de la comunidad, olvidando que todos somos igua­les: todos herma­nos, todos hijos del mismo Padre. Más aún, esos títulos signifi­can desposeer a Dios y al Mesías de la dignidad exclusiva que les pertenece, para atribuírsela a simples hombres. Por eso, frente al deseo de aparentar de escri­bas y fariseos, el principio que debe regir entre los cristianos es que «el más grande de vosotros será servidor vuestro». Y el que no esté dispuesto a aceptarlo, que se atenga a las consecuen­cias: «A quien se eleva, lo abajarán, y a quien se abaja, lo elevarán».

romero_01Oscar Romero, un buen ejemplo

El buen ejemplo de Pablo (1ª Tesalonicenses 2,7b-9.13)

            Por pura casualidad, y sin que sirva de precedente, la segunda lectura de hoy se puede relacionar con las otras dos. Frente al mal ejemplo de desinterés, autoritarismo, vanidad y presunción, Pablo ofrece un ejemplo de entrega absoluta a los cristianos de Tesalónica, como una madre, trabajando día y noche para no resultarles gravoso.

Hermanos:
Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Ésa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes.

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Domingo XXXI. 05 Noviembre, 2023

Domingo, 5 de noviembre de 2023
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“Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque unos solo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor, Cristo.”

(Mt 23, 1-12)

Muchas veces me he preguntado si este fragmento del evangelio está en todas las biblias o solamente en algunas. Y me viene a la memoria una conversación que tuve hace años con un amigo. Algo le comentaba yo del evangelio, le decía que había cosas que no entendía y le preguntaba si a él no le pasaba lo mismo. Me contestó bromeando: No, yo las páginas que no entiendo o no me gustan las arranco y problema resuelto.

Aquella broma me hizo reír entonces, pero también me ha hecho pensar en más de una ocasión ya que tristemente a la Biblia le hemos hecho decir lo que hemos querido y también hemos silenciado aquello que nos ha interesado. Así, resaltando unas cosas y callando otras, hemos deformado profundamente el Rostro de Dios que vino a mostrarnos Jesús.

El evangelio de hoy es un vivo ejemplo. ¡Madre mía, cómo nos hemos llenado de títulos en la Iglesia! ¿Qué cara se le pondría a Jesús si escuchase lo de “eminencia”, “ilustrísimo”, “santo padre”, “excelentísimo”…? ¡Lo de maestro, padre o jefe es una nimiedad!

No vale decir que esto no tiene importancia, porque sí la tiene. El lenguaje es poderoso. No es lo mismo llamar a alguien “padre” que llamarle “hermano”. Tampoco es lo mismo acercarse a los demás con corazón de “jefe” o “superior” que hacerlo “como uno más”.

Cada momento histórico aporta sus tesoros y sus sombras y el poder de la Iglesia es una sombra muy alargada. Desde luego, gracias al inmenso poder que durante siglos ha ostentado la Iglesia como institución es mucho por lo que los cristianos tenemos que pedir perdón.

Porque hemos subido muy arriba, ahora la bajada se nos hace más penosa y difícil. Pero nos viene bien. La profunda crisis de vocaciones no es por culpa de la sociedad. Ni es por la falta de compromiso de los jóvenes de hoy. Es un crisol que volverá a colocarnos en el lugar que nos corresponde de la misma manera que ha sucedido en otras grandes crisis.

Oración

No nos dejes seguir cayendo en la tentación de dejarnos llamar con títulos y sentirnos mejores y superiores que los demás. Bendice, Trinidad Santa, a nuestra Iglesia, a cada persona cristiana, con el don de la humildad. ¡Amén!

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Santísimo Padre, Eminencia Reverendísima. Muy Reverendo Padre Superior.

Domingo, 5 de noviembre de 2023
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DOMINGO 31 (A)tin-mung-mt-231-12

Mt 23, 1-12

Sigue el mismo discurso. Después de las controversias, Mateo sigue hablando para su comunidad y poniendo en boca de Jesús lo que quiere decir él a aquellos cristianos. Su intención es hacer ver la diferencia entre el antiguo Israel y la nueva comunidad. En el relato de hoy, Jesús no habla a los fariseos, sino a la gente y a sus discípulos. Mateo pide a su comunidad que no caiga en los mismos errores que critica. Su preocupación está justificada, porque el cristianismo cayó muy pronto en un fariseísmo peor que el judío.

El ambiente reflejado en este texto no es el del tiempo de Jesús, sino el de la comunidad de Mateo sesenta años después. Los furibundos ataques contra los fariseos que aparecen en los evangelios, seguramente no corresponden a Jesús, sino a una situación que comienza a partir de la muerte de Jesús y se agudiza a partir de la destrucción del Templo en el año 70. Desaparecido el sacerdocio y el culto, los fariseos se hicieron con el absoluto control del judaísmo e impusieron a todos su manera de pensar. Solo entonces decidieron expulsar del judaísmo a los cristianos y declararles formalmente herejes.

Lo que reflejan los evangelios es la reacción de los cristianos contra esos fariseos, que se mantuvo a través de los siglos. En el texto de hoy encontramos dos pistas para descubrir que esas palabras no las dijo Jesús: a) Nunca pudo decir que el único Señor era él mismo. b) La denominación de “hermanos”, que el evangelista pone en boca de Jesús, fue un distintivo de la primera comunidad cristiana. El saber que no lo dijo Jesús no resta un ápice la importancia de la advertencia a aquellas primeras comunidades.

Vamos a revisar alguna de las frases que acabamos de leer. Hoy no se necesita ninguna exégesis especializada. Se entiende todo perfectamente. Otra cosa es que nos interese de verdad seguir las directrices del evangelio. De muchos, que se encuentran hoy sentados en cátedras, se podía decir lo mismo que el evangelio dice a los fariseos. ¡Qué poco han cambiado las cosas en veinte siglos! El texto sigue teniendo una rabiosa actualidad.

Ellos no hacen lo que dicen. No es exacto que los fariseos fueran por definición “fariseos”. Eran cumplidores, pero su rigorismo en la interpretación de la Ley les obligó a disimular que eran incapaces de cumplirla para poder seguir exigiendo a los demás lo que ellos no hacían. Pero el engaño mayor consistía en exigirles en nombre de Dios unas prácticas que no les podían traer salvación, porque solo eran preceptos humanos.

Cargan a la gente con fardos pesados e insoportables. Eran 613 los preceptos que tenía que cumplir todo israelita para ser fiel a la Ley; según algunos, todos tenían la misma importancia porque eran la voluntad de Dios. En ese fárrago de prescripciones la vida humana quedaba aprisionada y las personas sumidas en una frustración alienante. Recordemos lo que Jesús había dicho: “Mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente. Cuando se pone la perfección en el cumplimiento de normas externas, solo caben dos salidas: En la medida que la alcances, la soberbia. Soy más que los demás y puedo mirarlos por encima del hombro. En la medida que no la alcanzas, la simulación. Lo que los demás piensen de mí es más importante que lo que soy realmente. De ahí el afán por exagerar todos los signos externos de religiosidad. Muchos cristianos de hoy estamos en esa misma dinámica.

Vosotros, en cambio… Aquí tenemos la clave del texto. La nueva comunidad no debe comportarse como los fariseos, sino desde la autenticidad. Esto es lo que quiere dejar claro Mateo. El mensaje central del evangelio consiste en abandonar todo intento de superioridad y entrar en una dinámica de servicio incondicional a los demás. Cuando Juan habla del pecado del mundo, se refiere siempre al oprimir a otro o al dejarse oprimir.

“No os dejéis llamar maestros, no llaméis a nadie padre, no os dejéis llamar jefes”.¡Qué poco dura lo auténtico! Seguramente ya se empezaba a estructurar la comunidad y ya había, en aquella época, quien quería ser más que los demás. Los seres humanos somos capaces de remover el cielo y la tierra, con tal de justificar el estar por encima de los demás y de alguna manera utilizarlos en beneficio propio.

El primero entre vosotros será vuestro servidor. Jesús exige lo que él vivió. El mismo Jesús comenta en otro lugar: “lo mismo que el Hijo de hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. Recordad que cuando Juan dice “dar su vida”, no emplea “zoe” ni “bios”, sino “psiques”. No está hablando de la vida biológica, que entregó en la cruz, sino de la vida psicológica (propiamente humana) que pone al servicio de los demás durante toda su andadura.

Ciertamente, a primera vista el principal reproche se hace a los superiores. A ello nos empuja también la primera lectura. Sin duda ninguna, la jerarquía debía hacer un serio examen de conciencia partiendo de estas palabras del evangelio y de otras que van en la misma dirección, pero los títulos se los damos nosotros. Una vez más debemos recordar que Jesús no lanza sus diatribas contra la autoridad, sino contra la autoridad que se ejerce como poder. El que quiera ser primero que sea el último y el servidor de todos.

La Iglesia empezó muy pronto a organizarse copiando en su estructura el organigrama del imperio. Poco a poco, le fue dando más importancia al poder que a la autoridad, y terminó sacralizando la autoridad y olvidándose del servicio, en contra del evangelio. Una vez que entró por la dinámica del poder no ha visto la manera de salir de ella porque pensó que actuaba en nombre de Dios. Desde la Edad Media, se han alzado en todas las épocas voces en contra de la estructura de poder (jerarquía) de la Iglesia. Nadie ha sido capaz de emprender con éxito esa renovación. Juan Pablo I lo anunció, pero no vivió para realizarla.

No toda la culpa la tienen los superiores. Un examen cuidadoso de la psicología humana, nos llevara a descubrir que somos los inferiores los que tendemos a buscar el refugio de otras personas en las que depositamos la responsabilidad para encontrar seguridad, a cambio de que nos liberen de la necesidad de decidir, aunque eso suponga un cierto grado de sumisión. La carga de que me libero parece mayor de la que supone la sumisión. Esta es la trampa, porque actuando de esta manera renuncio a la responsabilidad de ser yo.

Obedecer órdenes no garantiza el cumplimiento de la voluntad de Dios. Ser fiel a Dios es ser fiel a ti mismo. Lo que Dios quiere de ti, te lo está diciendo desde dentro de ti mismo. Todo el que quiera doblegar tu voluntad en nombre de Dios, te está engañando. Es verdad que nunca podremos alcanzar la plenitud en soledad, pero los demás tienen que ayudarme a descubrir la meta de esa plenitud, mostrándome el camino para alcanzarla.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Y los suyos no le recibieron.

Domingo, 5 de noviembre de 2023
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Mt 23, 1-12

«¡Ay de vosotros letrados y fariseos hipócritas!»

El pueblo judío va depurando su fe a lo largo de la historia y plasma este proceso en las Escrituras. Va descubriendo la esencia de Dios muy por delante de sus vecinos, y llega a concebirlo como Aliado que les defiende de sus enemigos y les proporciona la Ley; o como Juez misericordioso lento a la cólera y rico en perdón; o incluso como Padre todopoderoso y eterno. Pero es Jesús quien da el salto definitivo: Dios no es un juez justo que nos juzga por nuestros pecados, sino la Madre que nos quiere incondicionalmente y nos ayuda a salir de la esclavitud del pecado.

Y ésa es la mejor noticia que el ser humano podía recibir; tanto, que cuando Jesús la descubre decide lanzarse a los caminos de Galilea para proclamarla a los cuatro vientos. Pronto le siguen los que tienen necesidad de ese Dios que predica, es decir, los que se sienten rechazados por el Dios de Israel a causa de sus pecados y sin expectativa de salvación. Y es que Jesús les abre de par en par la puerta a la esperanza, y ellos le siguen entusiasmados.

Los escribas y fariseos muestran desde el primer momento su rechazo frontal a Jesús. Si leemos los tres primeros capítulos de Marcos, vemos que el enfrentamiento con él se va agravando por momentos, y llega a un punto en que los fariseos se conciertan con los herodianos, sus enemigos acérrimos, para matarle.

Y este rechazo por parte de los letrados (muchos de secta farisea) es lo más lógico que podía ocurrir, pues eran ellos los que marcaban la teología y la espiritualidad del pueblo, y no podían permitir que sus creencias seculares se viesen suplantadas por las patrañas de aquel farsante que ni siquiera guardaba el Sábado. A lo largo de los siglos, la concepción de Yahvé como Juez que premia a los justos y castiga a los impíos había empapado por completo la conciencia de aquellos hombres, y era imposible que ahora admitiesen que Dios se comporta de la forma que afirmaba aquel carpintero.

Esta concepción tan distinta de Dios hace que los criterios de Jesús en relación a lo que se debe o no se debe hacer sean tan diferentes de los que ellos propugnan. Para escribas y fariseos lo primero es el cumplimiento de la Ley; para Jesús lo primero son las personas; por encima de la Ley. Para escribas y fariseos, la religión se expresa a través de los signos externos; para Jesús, la religión surge del interior y se manifiesta en las buenas obras…

Durante la etapa galilea, Jesús mantiene un enfrentamiento constante con escribas y fariseos, pero sin perder la esperanza de que el Reino acabe por imponerse a pesar de ellos (parábola del grano de mostaza). Pero cuando sube a Jerusalén y ve el rechazo frontal y amenazante de todos sus estamentos políticos y religiosos, radicaliza su postura, arremete contra ellos y firma su sentencia de muerte. El texto de hoy narra esta ruptura final. Ya no hay sitio para Jesús en Israel. Y lo matan.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Tod@s vosotr@s sois herman@s

Domingo, 5 de noviembre de 2023
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5 de noviembre de 2023

¡Menudo discurso de Jesús nos regala hoy Mateo! El mismo texto ya es un comentario de lo más esclarecedor sobre su mensaje; claramente muestra una fuerte tensión entre su movimiento y sus seguidores con una de las dos corrientes religiosas judías: la farisea. En este capítulo 23, en concreto, el maestro de Nazaret denuncia la hipocresía más genuina que vivían los fariseos ante un público que no sólo estaba formado por sus discípulos, sino también por gente del pueblo. Es este uno de esos textos que revuelven por la claridad, valentía, transparencia y autoridad de sus palabras.

Jesús no se anda con rodeos, comienza señalando a quiénes van dirigidas sus palabras. Ubica a los destinatarios de su mensaje reconociéndoles, eso sí, que están en el lugar autorizado por su institución religiosa, la Cátedra de Moisés, donde se explican las escrituras; incluso, se molesta en hacer una valoración de sus palabras por ser perfectos conocedores de la ley. Con cierta ironía lanza una invitación a obedecerles. Ahora bien, lo que Jesús está poniendo de manifiesto es la poca autoridad que pueden tener los dirigentes cuando su discurso es manipulador y falso. Como veremos, en la última parte del texto de hoy, Jesús quiere contrastar dos estilos de liderazgo y proponer el suyo como un nuevo estilo que nada tiene que ver con los mandatarios de Isael. Estamos ante un nuevo desafío a su religión.

Esta valentía de Jesús tiene una gran trascendencia, no solo en los liderazgos de la primera comunidad cristiana sino también en la nuestra y cómo se ha ido forjando a lo largo de la historia. Jesús denuncia un liderazgo autócrata, hipócrita, deformado y sin autoridad en el que se anteponen las ansias de poder a la misión de enseñar la ley esencial del judaísmo. No quiere que sus seguidores repitan los modelos de injusticia y degeneración en los que los fariseos estaban instalados, unos modelos que buscaban tener al pueblo sometido y silenciado.

Con mucha aspereza Jesús va desgranando con detalle las características de este modelo de liderazgo que ha de hacernos pensar también en los nuestros, no solo en la institución eclesiástica, sino también en la clase política o en los líderes de nuestros grupos humanos, laborales, vecinales…etc a los que pertenecemos. Jesús denuncia actitudes que suelen definir los liderazgos menos influyentes y más tóxicos, actitudes como la incoherencia, es decir, no hacer lo que se dice, no creer en lo que se obliga a cumplir; imponer cargas morales sólo para los demás y no para uno mismo; buscar el protagonismo y afán de notoriedad, así como recibir reverencias cayendo, a veces, en necesidades idólatras.

En la segunda parte de este texto, Jesús pretende que sus discípulos comprendan un nuevo liderazgo coherente e inspirador, un nuevo liderazgo que se sitúe más en la circularidad que en la jerarquía, donde el único maestro y centro es Cristo; un círculo donde todos sus miembros son equidistantes y están al servicio del bien común, un verdadero discipulado de iguales.  Me resulta muy sugerente esta imagen del círculo y tod@s alrededor en igualdad de dignidad, aunque con ministerios y roles diferentes. Realmente es una constelación eclesial que va más allá de la sinodalidad porque refleja a una Iglesia transformada de raíz que no sólo afecta a lo hace o dice, sino a su misma estructura esencial y evangélica.

Pero no nos emocionemos, ya que es muy fácil analizar con todo lujo de detalles a nuestros líderes, pero ¿No creéis que en la segunda parte de este texto Jesús trasciende los liderazgos religiosos y dirige su mirada a nuestra vida personal, social y religiosa? Yo creo que sí, que Jesús ya nos mira a tod@s y denuncia actitudes incompatibles con la novedad del Evangelio; condena lo que nosotros llamamos fariseísmo: mostrar una imagen ante los demás que no es la verdadera buscando únicamente que nos quieran, reducir la fe a una presencia dominical en una iglesia, o a una visita a un santuario o lugar de peregrinación, realizar prácticas religiosas que calman nuestra conciencia e inseguridades, sentirnos mejores que los demás por creer que hemos sido elegidos para “salvar” a la humanidad.

Intuyo que Jesús también apunta a que todos somos líderes de nuestras vidas y tenemos en nuestras manos el poder de decidir vivir en coherencia, el poder de decidir no manipular, el poder de decidir situarnos en igualdad de dignidad aunque se ejerzan roles diferentes, el poder de decidir vivir como aprendices porque la vida auténtica, la que trasciende lo biológico, no termina nunca; el poder de decidir encontrar nuestro sitio desde la conciencia de estar vivos para realizar un servicio a la humanidad.

FELIZ DOMINGO

Rosario Ramos

Fuente Fe Adulta

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La Religión como poder

Domingo, 5 de noviembre de 2023
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IMG_1097Domingo XXXI del Tiempo Ordinario

5 noviembre 2023

Mt 23, 1-12

No conozco palabras que desnuden con más vigor las pretensiones de cualquier persona que quiera aparecer como gurú (en cualquiera de los sentidos y en todos los ámbitos posibles), que estas que leemos hoy en el evangelio de Mateo.

En concreto, en el medio religioso, estas palabras retoman la denuncia constante que Jesús dirige al poder religioso. Porque si sabemos que el ego busca apropiarse de todo lo que halla a su alcance, es comprensible que en la religión encuentre un alimento particularmente apetitoso.

Al remitir a la divinidad, quien se presenta como “mediador” de la misma se ve automáticamente revestido de un poder que, no solo lo sitúa por encima de los demás, sino que con mucha probabilidad le hace entrar en un camino habitualmente caracterizado, a partes iguales, por la vanidad y la hipocresía. Vanidad de quien se considera “elegido” por encima de otros y se apropia de ello. Hipocresía de quien se identifica con el rol y cuida, sobre todo, la imagen, olvidando aquello que, paradójicamente, predica.

Jesús es lúcido en su análisis cuando dice que no os dejéis llamar “maestro”, ni “padre” ni “jefe” (señor). Porque no son títulos cuyo sujeto pueda ser una persona. Todos somos maestros y discípulos a la vez. Todos aprendemos y enseñamos a lo largo de toda nuestra existencia. El único maestro, el único padre, el único señor es la Totalidad, la Vida misma. El sujeto no es ningún yo personal, sino la Realidad transpersonal.

          Cuando el ego se apropia de ella, la religión se pervierte y se hace dañina. Solo la comprensión profunda de lo que somos aleja de la pretensión egoica y mantiene en la humildad. Hay luz y desapropiación.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Cuando hablamos de Iglesia ¿Hablamos de Pueblo de Dios o de Jeraquía?

Domingo, 5 de noviembre de 2023
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comunidadfeDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. Ha terminado el sínodo.

    La clausura del Sínodo el pasado domingo, día 29, y el evangelio de hoy se prestan a hacer alguna consideración sobre la Iglesia.

El sínodo es  una cuestión eclesial, y el texto del evangelio de hoy refleja las ideas de fondo de cómo eran y cómo vivían  las comunidades judeo-cristianas de Mateo.

No llaméis a nadie Maestro… Todos vosotros sois hermanos… El primero entre vosotros será vuestro servidor…

02.- La Iglesia nació de modo plural

    La Iglesia no nació como una congregación religiosa: un fundador que en tal año, con unas constituciones crea un grupo que se denomina orden religiosa, congregación, asociación, etc…

    El movimiento que Jesús desencadenó con su Palabra y su actividad se va configurando después de Él, a partir de la Pascua y de modo plural conforme al acento que los diversos apóstoles ponen en su predicación y atendiendo la diversidad de gentes, pueblos y culturas que comenzaban a creer en el Señor Jesús. Por ello, el nacimiento de la Iglesia no fue uniforme sino plural

+ Las comunidades de Pablo son carismáticas, con la peculiar teología de la justificación de JesuCristo por la fe (no por las obras), la libertad frente a la ley, etc.

+ Las comunidades de San Juan que aparecen en el NT ha sufrido mucho y han quedado reducidas a grupos pequeños, centrados “casi exclusivamente” en “el que es”, en Cristo: “Yo soy”; son comunidades sin apenas estructura.

+ La iglesia que aparece al final de NT (Tito y   2 Timoteo) está formada por comunidades más estructuradas en las que ya comienzan los ministerios (presbíteros – obispos, aunque no como los actuales).

+ Las comunidades de Mateo son comunidades formadas por cristianos de tradición judía que buscan su identidad desgajándose “como pueden” del judaísmo. El pueblo de Dios ya no es Israel, sino la iglesia, la comunidad de hermanos son el nuevo pueblo de Dios con una igualdad radical: todos sois hermanos. Ello supone un universalismo, una gran apertura frente al “reduccionismo” judío.

La Iglesia es, pues,  una comunidad plural, ¿una comunidad de comunidades? La Iglesia es una unidad, pero no es uniforme.

03.- ¿Podremos llegar a una Iglesia sinodal en la que caminemos de verdad juntos, unidos?

El pasado domingo, día 29, terminaba -hasta cierto punto- el Sínodo que se ha denominado “Sínodo de la sinodalidad”: un pueblo que camina unido: caminamos juntos…

Solemos cantar en la liturgia: Somos un pueblo que camina y juntos caminando…

¿De verdad que algún día llegaremos a caminar juntos?

04.- Tres  consideraciones:

4.1. Cuando nosotros hablamos de Iglesia, propiamente no hablamos de Iglesia, de pueblo de Dios que camina, hablamos de Jerarquía, de Roma, de los “cardenales dubia” enfrentados al papa Francisco, de los obispos de las diócesis, etc.

Cuando preguntamos qué dice la Iglesia acerca del divorcio, del celibato, del ministerio de la mujer en la Iglesia, de la homosexualidad, etc…, no preguntamos qué dice el Pueblo de Dios acerca de esas y otras muchas cuestiones, sino que preguntamos qué dice Roma, qué dice el Papa, qué dice el Derecho Canónico acerca de tales cuestiones.

Sin embargo la Iglesia es el Pueblo de Dios.

4.2. Vivimos en una eclesiología casi exclusivamente piramidal ya desde el siglo XI, reforzada en el siglo XIX en el Vaticano I con la definición de la infalibilidad del primado más por motivos históricos, que por necesidad dogmática.

(El cardenal Newman decía que nunca un dogma fue tan innecesario para la Iglesia).

4.3. Personalmente y en mi fuero interno no me gusta mucho pensar en términos de “laicos y jerarquía”, aunque comprendo que hay que hacerlo. Y no me gusta pensar en esos términos porque es admitir una distinción que difícilmente encuentra respaldo en el Evangelio de Jesús. Una cosa es que en la iglesia existan unas necesidades y tareas que atender y, por tanto, tenga que haber unos ministerios que atiendan la vida de la comunidad. Pero de ahí a todo lo que ha venido posteriormente en la historia y en la configuración de la jerarquía, hay mucha distancia.

No llaméis a nadie maestro ni señor, ni consejero: todos sois hermanos.

05.- Situación eclesial en la diócesis.

¡Qué bueno y hermoso es que los hermanos vivan unidos!, dice el salmo 133. Es un buen comentario al texto del evangelio de hoy: Todos vosotros sois hermanos… Es esta una gran verdad que la experimentamos en algunos ámbitos de amistad, de convivencia.

Sin embargo y por desgracia es difícil decir esto del ámbito eclesial.

5.1. Situación eclesial dañada en nuestra diócesis

En la Iglesia hay malestar, que significa: estar mal. En nuestra propia diócesis el clima es difícil, duro. La situación diocesana ha quedado muy dañada, aunque se quiera maquillar o edulcorar el problema.

No nos ha extrañar, porque si el papa Francisco está viviendo en un fuego cruzado, ¿qué podemos esperar los demás?

La comunión eclesial no se logra por sometimiento, por dominación o imposición de una línea ideológica. Somos hermanos porque todos tenemos un mismo Padre.

5.2. Respeto

Quizás hoy en nuestra diócesis la comunión eclesial signifique respeto, saber respetar y respetarse las diversas líneas y movimientos religiosos y entre los curas de diversas tendencias.

En nuestra diócesis (supongo que en otras muchas diócesis también) pensamos y tenemos formulaciones de la fe diversas, desde la forma de vestir, hasta el modo de entender la fe, la teología, la moral, las celebraciones, etc…

Ya en el mismo NT hubo discrepancias y enfrentamientos entre diversos modos de pensar y vivir la fe: En la Iglesia de Antioquía el enfrentamiento entre Pablo y la Iglesia judaizante de Jerusalén (Santiago y Pedro) fue frontal.

Pablo dice en la carta a los Gálatas que “tuve que echarle en cara a Pedro” su comportamiento en la cuestión de los judaizantes, (Gál 2,11)

Los hermanos nos queremos, nos ayudamos, nos respetamos, pero también tenemos nuestras discrepancias, incluso discusiones. Ser hermano no significa ser amigo.

Nuestra diócesis de San Sebastián hoy en día cuenta con unos 60 sacerdotes por debajo de los 75 años. (Hace cincuenta años nuestra diócesis contaba con más de 800 curas).

Por otra parte, las generaciones de curas que crecimos y seguimos viviendo en el Pentecostés liberador del Concilio Vaticano II, somos mayores o muy mayores, tenemos más de 75 años. Los curas más jóvenes son –en general- de otra mentalidad distinta al Concilio. Hace unos días decía Jesús Rico obispo de Ávila y hasta ahora rector del Colegio Español de Roma (buena atalaya para conocer el clero español) decía que: “Entre los curas jóvenes hay resistencias al Papa”

Pero –por- edad en ellos está la “fuerza”, la vitalidad y son los que van a llevar adelante esta iglesia local nuestra en los próximos años, ¿décadas?

La postura racional y razonable no creo que sea la del enfrentamiento, tampoco la de la tristeza o amargura  lamentaciones incluidas,  sino la de –respetuosamente- hacerse a un lado y dejar paso.

Por nuestra parte y sin estar de acuerdo en muchas cosas, formulaciones teológicas, ritos, etc. seguiremos viviendo en el habitat presente del Concilio,  disfrutando y terminando nuestros días en lo que supuso el Concilio.

Para muchos de nosotros el Concilio Vaticano II fue un Pentecostés, un “Éxodo liberador de la esclavitud de Egipto”. Yo a Egipto no vuelvo.

Además, y si buenamente podemos –y mientras podamos-, mantendremos vivas las brasas de Emaús.

Todos vosotros sois hermanos

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Dos ejemplos malos y uno bueno.

Domingo, 1 de noviembre de 2020
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a_burke_8Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Los protagonistas de las tres lecturas (hoy tendré también en cuenta la segunda) son las personas que deberían estar al servicio de la comunidad. Unos se portan mal con Dios y con el prójimo; Pablo se entrega por completo a sus cristianos.

 El mal ejemplo de los sacerdotes (1ª lectura)

 La primera lectura nos traslada a Judá en el siglo IV a.C. Por entonces, los judíos están sometidos al imperio persa. No tienen rey, sólo un gobernador, y los sacerdotes gozan cada vez de mayor poder y autoridad. Pero no lo ejercen como correspondería. Contra ellos se alza este profeta anónimo (Malaquías no es nombre propio sino título; significa “mi mensajero”). Las acusaciones que hace a los sacerdotes son muy duras, pero parecen muy genéricas: no dar gloria a Dios, no obedecerle, no guardar sus caminos, hacer tropezar a muchos. Si la liturgia no hubiese mutilado el texto, quedarían claras algunas de las cosas con las que los sacerdotes desprecian a Dios: ofreciendo sobre el altar pan manchado, animales ciegos, cojos, enfermos o incluso robados. En definitiva, no dan importancia al altar ni a lo que se ofrece a Dios.

 Lectura de la profecía de Malaquías 1, 14-2, 2b. 8-10

«Yo soy el Gran Rey, y mi nombre es respetado en las naciones -dice el Señor de los ejércitos. Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes. Si no obedecéis y no os proponéis dar gloria a mi nombre -dice el Señor de los ejércitos-, os enviaré mi maldición. Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis invalidado mi alianza con Leví -dice el Señor de los ejércitos-. Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo, por no haber guardado mis caminos, y porque os fijáis en las personas al aplicar la ley. ¿No tenemos todos un solo padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo, profanando la alianza de nuestros padres?»

 El mal ejemplo de los escribas y fariseos (evangelio)

 En los domingos anteriores leíamos diversos enfrentamientos de grupos religiosos judíos con Jesús. Ahora le toca a él contraatacar. Y lo hace con un discurso muy extenso, del que hoy sólo se lee la primera parte, dirigido contra los escribas y fariseos, los principales representantes religiosos de los judíos después del año 70 (cuando los romanos incendiaron el templo de Jerusalén, los sacerdotes pasaron a segundo plano porque no podían ejercer su función cultual).

Los escribas eran los especialistas en la Ley de Moisés, algo así como nuestros canonistas y moralistas. Los fariseos eran los seglares piadosos, que se esforzaban sobre todo por cumplir las normas de pureza y por pagar el diezmo incluso de lo más pequeño.

           Ni buen ejemplo ni buena enseñanza

 En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. 

 El discurso comienza con una afirmación llena de ironía. Aparentemente distingue entre lo que dicen y lo que hacen. Lo que dicen es bueno, lo que hacen… es que no hacen nada. Sin embargo, esta afirmación hay que matizarla teniendo en cuenta el resto del evangelio. Entonces se advierte que Jesús no está de acuerdo con la enseñanza de escribas y fariseos, porque en otras ocasiones ha mostrado su desacuerdo con ellos, e incluso ha puesto en guardia a los discípulos contra su doctrina («la levadura de los escribas y fariseos»). Así lo demuestra la referencia a su enseñanza: toda ella se resume en agobiar a la gente con cargas pesadas, que ellos no se molestan en empujar ni con el dedo. Por consiguiente, la única forma adecuada de interpretar las palabras iniciales es la ironía. Jesús está en desacuerdo con la conducta de escribas y fariseos, y también con su enseñanza.

 Filacterias y alzacuellos, borlas y colorines

 Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.

El discurso sigue con el mismo enfoque irónico. Después de afirmar que «no hacen», dice que hacen muchas cosas, pero todas para llamar la atención. Y se detiene en algo a lo que Jesús daba mucha importancia: la forma de vestir.

Las filacterias eran pequeñas cajas forradas de pergamino o de piel negra de vaca que contienen tiras de pergamino en las que están escritos cuatro textos bíblicos (Dt 11,13-22; 6,4-9; Ex 13,11-16; Ex 13,2-10). Desde los trece años, durante la oración de la mañana en los días laborables, el israelita varón se ponía una sobre la cabeza y otra en el brazo izquierdo, pronunciando estas palabras: «Bendito seas, Yahvé, Dios, Rey del Universo, que nos has santificado por tus mandamientos y que nos has ordenado llevar tus filacterias». Mateo alude a una costumbre de los judíos beatos, que llevaban las filacterias todo el día y agrandaban las borlas para hacerlas más visibles.

El origen de las borlas se remonta a Nm 15,38s: «Di a los israelitas: Haceos borlas y cosedlas con hilo violeta a la franja de vuestros vestidos. Cuando las veáis, os recordarán los mandamientos del Señor y os ayudarán a cumplirlos sin ceder a los caprichos del corazón y de los ojos, que os suelen seducir». Los judíos beatos agrandaban esas borlas que llamar la atención. Escribas y fariseos caen en estos defectos, a los que se añaden otros detalles de presunción.

            Ni maestro, ni padre

            Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Mateo, que no quiere limitarse a ironizar, sino que desea evitar los mismos peligros en la comunidad cristiana, termina esta parte introductoria exhortando a evitar todo título honorí­fico: maes­tro, padre, consejero. En su opinión, no se trata de una cuestión secundaria: el uso de estos títulos equivale a introducir dife­rencias dentro de la comunidad, olvidando que todos somos igua­les: todos herma­nos, todos hijos del mismo Padre. Más aún, esos títulos signifi­can desposeer a Dios y al Mesías de la dignidad exclusiva que les pertenece, para atribuírsela a simples hombres. Por eso, frente al deseo de aparentar de escri­bas y fariseos, el principio que debe regir entre los cristianos es que «el más grande de vosotros será servidor vuestro». Y el que no esté dispuesto a aceptarlo, que se atenga a las consecuen­cias: «A quien se eleva, lo abajarán, y a quien se abaja, lo elevarán».

            Una anécdota que viene a cuento

 Me contaban hace poco que un compañero fue a visitar a un cardenal. Cometió el tremendo error de llamarle “Reverencia” (título de un obispo) en vez de “Eminencia”. Al interesado se le mudó la cara ante tamaña ofensa. Y mi compañero no consiguió lo que pedía. Lógico.

El buen ejemplo de Pablo (2ª lectura)

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Oscar Romero, un buen ejemplo

Por pura casualidad, y sin que sirva de precedente, la segunda lectura de hoy se puede relacionar con las otras dos. Frente al mal ejemplo de desinterés, autoritarismo, vanidad y presunción, Pablo ofrece un ejemplo de entrega absoluta a los cristianos de Tesalónica, como una madre, trabajando día y noche para no resultarles gravoso.

Hermanos:
Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Ésa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes.

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En nuestro auténtico ser, nadie es más que nadie.

Domingo, 1 de noviembre de 2020
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tin-mung-mt-231-12Domingo 31 (A).

Mt 23, 1-12

Sigue el mismo discurso. Después de las controversias, Mateo sigue hablando para su comunidad y poniendo en boca de Jesús lo que quiere decir él a aquellos cristianos. Su intención es hacer ver la diferencia entre el antiguo Israel y la nueva comunidad. En el relato de hoy, Jesús no habla a los fariseos, sino a la gente y a sus discípulos. Mateo pide a su comunidad que no caiga en los mismos errores que critica. Su preocupación está justificada, porque el cristianismo cayó muy pronto en un fariseísmo peor que el judío.

Nos llevaría demasiado tiempo el explicar cada una de las frases que hemos leído. Vamos a revisar solo algunas. La verdad es que hoy no se necesita ninguna exégesis especializada. Se entiende todo perfectamente. Otra cosa es que nos interese, de verdad, seguir las directrices del evangelio. De muchos, que se encuentran hoy sentados en cátedras, se podía decir lo mismo que el evangelio dice a los fariseos. ¡Qué poco han cambiado las cosas! El texto sigue teniendo una rabiosa actualidad.

El ambiente reflejado en este texto no es el del tiempo de Jesús, sino el de la comunidad de Mateo. Los furibundos ataques contra los fariseos, que aparecen en los evangelios, seguramente no corresponden a Jesús, sino a una situación que comienza a partir de la muerte de Jesús y se agudiza a partir de la destrucción del Templo en el año 70. Desaparecido el sacerdocio y el culto, los fariseos se hicieron con el absoluto control del judaísmo e impusieron a todos su manera de pensar. Solo entonces decidieron expulsar del judaísmo a los cristianos y declararles formalmente herejes.

Lo que reflejan los evangelios es la reacción de los cristianos contra esos fariseos, que se mantuvo a través de los siglos. En el texto de hoy encontramos dos pistas para descubrir que esas palabras no las dijo Jesús: a) Nunca pudo decir que el único Señor era él mismo. b) La denominación de “hermanos”, que el evangelista pone en boca de Jesús, fue un distintivo de la primera comunidad cristiana. El saber que no lo dijo Jesús no resta un ápice la importancia de la advertencia a aquellas primeras comunidades.

Ellos no hacen lo que dicen. No es exacto que los fariseos fueran por definición “fariseos”. Eran cumplidores, pero su rigorismo en la interpretación de la Ley les obligó a disimular que eran incapaces de cumplirla, para poder seguir exigiendo a los demás lo que ellos no hacían. Pero el engaño mayor consistía en exigirles, en nombre de Dios, unas prácticas que no les podían traer salvación, porque solo eran preceptos humanos.

Cargan a la gente con fardos pesados e insoportables. Eran 613 los preceptos que tenía que cumplir todo israelita para ser fiel a la Ley; según algunos, todos tenían la misma importancia. En ese fárrago de prescripciones, la vida humana quedaba aprisionada y las personas sumidas en una frustración alienante. Recordemos que Jesús había dicho: “Mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente. Cuando se pone la perfección en el cumplimiento de normas externas, solo caben dos salidas: En la medida que la alcances, la soberbia. Soy más que los demás y puedo mirarlos por encima del hombro. En la medida que no la alcanzas, la simulación. Lo que los demás piensen de mí es más importante que lo que soy realmente. De ahí el afán por exagerar todos los signos externos de religiosidad. Muchos cristianos de hoy estamos es esa misma dinámica.

Vosotros, en cambio… Aquí tenemos la clave del texto. La nueva comunidad no debe comportarse como los fariseos, sino desde la autenticidad. Esto es lo que quiere dejar claro Mateo. El mensaje central del evangelio consiste en abandonar todo intento de superioridad y entrar en una dinámica de servicio incondicional a los demás. Cuando Jn habla del pecado del mundo, se refiere siempre al oprimir o al dejarse oprimir.

“No os dejéis llamar maestros, no llaméis a nadie padre, no os dejéis llamar jefes”. ¡Qué poco dura lo auténtico! Seguramente ya se empezaba a estructurar la comunidad y ya había, en aquella época, quien quería ser más que los demás. Los seres humanos somos capaces de remover el cielo y la tierra, con tal de justificar el estar pon encima de los demás y de alguna manera utilizarlos en beneficio propio.

El primero entre vosotros será vuestro servidor. Jesús exige lo que él vivió. El mismo Jesús comenta en otro lugar: “lo mismo que el Hijo de hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. Recordad que cuando Juan dice “dar su vida”, no emplea “zoe” ni “bios”, sino “psiques”. No está hablando de la vida biológica, que entregó en la cruz, sino de la vida psicológica (propiamente humana) que pone al servicio de los demás durante toda su andadura.

Ciertamente, a primera vista el principal reproche se hace a los superiores. A ello nos empuja también la primera lectura. Sin duda ninguna, la jerarquía debía hacer un serio examen de conciencia partiendo de estas palabras del evangelio y de otras que van en la misma dirección, pero los títulos se los damos nosotros. Una vez más debemos recordar que Jesús no lanza sus diatribas contra la autoridad, sino contra la autoridad que se ejerce como poder. El que quiera ser primero, que sea el último y el servidor de todos.

La Iglesia empezó muy pronto a organizarse copiando en su estructura el organigrama del imperio. Poco a poco, le fue dando más importancia al poder, y terminó sacralizándolo, en contra del evangelio. Una vez que entró por esa dinámica, no ha visto la manera de salir de ella. Desde la Edad Media, se han alzado en todas las épocas voces en contra de la estructura de poder (jerarquía) de la Iglesia Romana. Nadie ha sido capaz de emprender con éxito esa renovación. Juan Pablo I lo anunció, pero no vivió para realizarla.

No toda la culpa la tienen los superiores. Un examen cuidadoso de la psicología humana, nos llevara a descubrir, que somos los inferiores los que tendemos a buscar el refugio de otras personas en las que depositamos la confianza para encontrar seguridad, a cambio de que nos liberen de las responsa­bilidades, aunque eso suponga un cierto grado de sumisión. La carga de que me libero parece mayor de la que supone la sumisión. Esta es la trampa, porque actuando de esta manera renunciamos a la libertad responsable.

Obedecer órdenes no te garantiza el cumplimiento de la voluntad de Dios. Ser fiel a Dios es ser fiel a ti mismo, a tu auténtico ser. Lo que Dios quiere de ti, te lo está diciendo Él desde dentro de ti mismo. Entre Dios y tú no puede haber intermediarios. Todo el que quiera doblegar tu voluntad, en nombre de Dios, te está engañando. Es verdad que nunca podremos alcanzar la plenitud en soledad, pero los demás, todos los demás, tienen que ayudarme a descubrir la meta de esa plenitud, mostrándome el camino para alcanzarla o indicándome los errores que me lo puedan impedir.

Meditación

En el orden espiritual todos valemos lo mismo.
Todo lo que somos se lo debemos a Dios
y Dios da a todos por igual porque se da Él mismo.
Mi tarea consiste en descubrir y vivir esa realidad.
Si la descubro también en los demás,
la tentación de creerme superior desaparece.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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“No hacen lo que dicen”. 31 Tiempo ordinario – A (Mateo 23,1-12)

Domingo, 5 de noviembre de 2017
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299368_254807651207684_183215645033552_814308_3458119_n1Jesús habla con indignación profética. Su discurso, dirigido a la gente y a sus discípulos, es una dura crítica a los dirigentes religiosos de Israel. Mateo lo recoge hacia los años ochenta para que los dirigentes de la Iglesia cristiana no caigan en conductas parecidas.

¿Podremos recordar hoy las recriminaciones de Jesús con paz, en actitud de conversión, sin ánimo alguno de polémicas estériles? Sus palabras son una invitación para que obispos, presbíteros y cuantos tenemos alguna responsabilidad eclesial hagamos una revisión de nuestra actuación.

«No hacen lo que dicen». Nuestro mayor pecado es la incoherencia. No vivimos lo que predicamos. Tenemos poder, pero nos falta autoridad. Nuestra conducta nos desacredita. Un ejemplo de vida más evangélica de los dirigentes cambiaría el clima en muchas comunidades cristianas.

«Atan cargas pesadas e insoportables y las ponen sobres las espaldas de los hombres; pero ellos no mueven ni un dedo para llevarlas». Es cierto. Con frecuencia somos exigentes y severos con los demás, comprensivos e indulgentes con nosotros. Agobiamos a la gente sencilla con nuestras exigencias, pero no les facilitamos la acogida del Evangelio. No somos como Jesús, que se preocupa de hacer ligera su carga, pues es humilde y de corazón sencillo.

«Todo lo hacen para que los vea la gente». No podemos negar que es muy fácil vivir pendientes de nuestra imagen, buscando casi siempre «quedar bien» ante los demás. No vivimos ante ese Dios que ve en lo secreto. Estamos más atentos a nuestro prestigio personal.

«Les gusta el primer puesto y los primeros asientos […] y que les saluden por la calle y los llamen maestros». Nos da vergüenza confesarlo, pero nos gusta. Buscamos ser tratados de manera especial, no como un hermano más. ¿Hay algo más ridículo que un testigo de Jesús buscando ser distinguido y reverenciado por la comunidad cristiana?

«No os dejéis llamar maestro […] ni preceptor […] porque uno solo es vuestro Maestro y vuestro Preceptor: Cristo». El mandato evangélico no puede ser más claro: renunciad a los títulos para no hacer sombra a Cristo; orientad la atención de los creyentes solo hacia él. ¿Por qué la Iglesia no hace nada por suprimir tantos títulos, prerrogativas, honores y dignidades para mostrar mejor el rostro humilde y cercano de Jesús?

«No llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo». Para Jesús, el título de Padre es tan único, profundo y entrañable que no ha de ser utilizado por nadie en la comunidad cristiana. ¿Por qué lo permitimos?

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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“No hacen lo que dicen”. Domingo 5 de noviembre de 2017. 31º Ordinario

Domingo, 5 de noviembre de 2017
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54-ordinarioa31Leído en Koinonia:

Malaquías 1,14b-2,2b.8-10: Os apartasteis del camino y habéis hecho tropezar a muchos en la ley.
Salmo responsorial: 130: Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
1Tesalonicenses 2,7b-9.13: Deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas.
Mateo 23,1-12: No hacen lo que dicen.

Malaquías es un profeta de la época postexílica, o sea, después de que a finales del siglo VI a.C. el pueblo judío que se hallaba en Babilionia retornara a Jerusalén. Su labor se concentró en cuestionar la política de los exiliados que comenzaron a expropiar a la gente que habitaba las tierras de Palestina y que llevaba allí más de medio siglo. La mayor parte de los exiliados estaban más preocupados por hacer fortuna y ocupar la mayor parte de tierra posible, que por reedificar los fundamentos éticos, sociales y fraternos del nuevo Israel.

Por su parte, los habitantes de la provincia de Judá, Galilea y Samaría se vieron sacudidos por una ola de agresivos repatriados que, disponiendo de cuantiosos capitales, pretendían apoderarse de la tierra tratando a la gente del país como extranjeros. Esta situación echó por tierra la esperanza de muchos profetas que esperaban que Israel hubiera cambiado su proceder después del exilio. Lo peor de todo era que esta manera abusiva y violenta de proceder era liderada por un grupo de levitas que se consideraban los propietarios de la auténtica religión de Israel.

El profeta Malaquías es muy directo en sus denuncias. Utiliza el mismo lenguaje ampuloso y rimbombante de las celebraciones litúrgicas para denunciar las arbitrariedades de la casta sacerdotal que se aprovecha de la ignorancia de la gente humilde de la provincia para cometer toda clase de atropellos. Lo peor de todo es que los que se presentan como baluartes de la Ley, no tengan ni el más mínimo sentido de justicia. No respetar el derecho de los pobres es violar la alianza del Señor, y ésta es una ofensa más grave que cualquier infracción ritual o disciplinaria.

La enseñanza de Jesús se orienta en esta misma dirección y pone en jaque las pretensiones de tantas personas que preocupándose por la ortodoxia descuidan los principios elementales de la justicia.

La catequesis se ha preocupado durante muchos siglos por transmitir la doctrina correcta, y por que la gente muriera como «hijos fieles de la Iglesia». Saber el catecismo, a poder ser de memoria, era muy importante. No apartarse lo más mínimo de «la fe de la Iglesia», era prácticamente lo más valorado. Este interés catequético es legitimo, pero es necesario preguntar: la catequesis que se preocupó tanto por la «doctrina correcta», la llamada «ortodoxia», se preocupó igualmente por la práctica correcta, la llamada «ortopraxis»?

El evangelio de Mateo es directo y tajante. Nos pide aceptar la ortodoxia pero siempre y cuando esté basada y fundamentada en la ortopraxis, es decir, en la práctica de la justicia. Pues, anunciar las doctrinas correctas, que todo el mundo acepta, es muy fácil. Lo difícil es practicarlas. Por eso, urge más revisar nuestras prácticas catequéticas que los sistemas doctrinales.

Durante mucho tiempo nuestra catequesis se limitó, en gran parte, a memorizar preceptos, doctrinas y fórmulas. El evangelio nos pide que, sin olvidar todo esto, nos preocupemos de realizar lo que ellas proponen. Lo fundamental de toda la doctrina cristiana, contenida en el evangelio, es la práctica comunitaria de la caridad expresada en una exigencia irrevocable de justicia. La comunidad cristiana existe para enunciar buenas noticias a la humanidad. Se convierte ella misma en buena noticia cuando transforma las realidades de muerte en caminos hacia la vida en abundancia y no cuando se anuncia a sí misma. Leer más…

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Dom 5. 11. 12. Ni rabinos, ni padres, ni dirigentes. La autoridad de la an-arquía

Domingo, 5 de noviembre de 2017
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76446371_49300329Del blog de Xabier Pikaza:

Dom 31, tiempo ordinario. Mt 23, 1-12. Mt 23 es un capítulo de dura polémica, en el que Jesús (=Mateo) se opone a un tipo de judíos que, a su juicio, quieren convertir la religión en poder,con mandos superiores (rabinos, padre, dirigentes)… Pero, al mismo tiempo, él se opone, aún con más fuerza, a un tipo nuevo de cristianos que quieren expresar el mensaje y vida de Jesús en una forma de autoridad sagrada (jer-arquía) sobre los otros (rechazando de esa forma el evangelio).

En sentido externo, Jesús critica a los escribas y fariseos de un tipo de judaísmo. Pero en sentido más profundo él se eleva en contra de aquellos que, haciéndose pasar por cristianos,no lo son, pues asumen y ejercen en nombre de Cristo un poder que va en contra de Dios. 

iglesia_san_marcos_o_c-jpg_1306973099Éste es un capítulo de intensa y durísima retórica que resulta esencial para entender el evangelio, pues rechaza toda jer-arquía, fundando así una an-arquía superior, que viene del Cristo y se expresa en forma de fraternidad universal.

Más que del judaísmo rabínico de entonces (que tenía, sin duda, sus problemas de poder), Mateo plantea aquí de los riesgos de poder de su grupo cristiano, al que amonesta en nombre de Jesús, para que no convierta el evangelio en principio de dominio sagrado sobre otros.

Sobre esa an-arquía radical se fundará en Mt 28,18 la nueva ex-ousía de la misión cristiana, que es la ousía-esencia que sale de sí misma (ex) para así hacer que otros existan. Sólo allí donde se niega todo poder (an-arquía) puede darse la verdadera ex-ousía, que es autoridad creadora.

1. En la cátedra de Moisés se han sentado… (23, 2-7).

Este pasaje nos sitúa ante un tema clave de la identidad cristiana, en un momento en que la iglesia corre el riesgo de convertir el camino de Jesús en una carrera de honores. Hay cristianos que se sienten superiores y se sientan en sus “cátedras”, diciendo que son de Dios/Moisés, siendo de su propio orgullo:


23 2 En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos; 3 cumplid, por tanto, y guardad todo lo que os digan, pero no hagáis según sus obras, pues dicen y no hacen 4 Pues pesan cargas pesadas (e incapaces de soportar) y las echan a las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas
5 Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres: ensanchan sus filacterias y alargan los flecos; 6 buscan el primer puesto en los banquetes y la primera cátedra en las sinagogas, 7y los saludos en las plazas, y que los hombres le llamen Rabí (Mt 23, 5-7) .

evangelio-de-mateoEl mayor problema que Mateo ha visto en las comunidades es la hipocresía, el hecho de que se eleven en ellas un tipo de vigilantes, imponiendo sobre los pequeños unos cargas y pesos que ellos no soportan. De esa forma condena un riesgo que él advierte en algunas comunidades regidas por escribas y fariseos, donde el purismo (a su juicio falso) de los dirigentes desemboca en la opresión de los pequeños, un pecado que él había destacado en el discurso eclesial (Mt 18), pues no se encuentra sólo en los judíos de fuera, sino también en los cristianos.

Mateo no ha inventado este reproche, sino que lo ha tomado del Q (cf. Lc 11, 46) y especialmente de Mc 12, 38-39, lo que indica que el problema surgió pronto en ciertos grupos, en un tiempo en que muchos cristianos seguían integradas en las sinagogas, y no se habían independizado de ellas, formando así comunidades mixtas. Ni los cristianos habían abandonado del todo las sinagogas judías, ni los judíos de tendencia rabínica se habían cerrado aún de un modo exclusivista, como harán más tarde al condenar a los “minim” o herejes (entre los que estarán después los cristianos) .

Los cristianos de Mateo no habían instituido todavía un cuerpo separado de dirigentes, con mandos exclusivos,pues los cristianos siguen conviviendo, al menos en parte, con otros judíos. Pues bien, en contra del testimonio de Jesús, algunas comunidades rabínicas, a las que se encuentran asociados los cristianos, están creando (conforme a las acusaciones de Mateo) un sistema de honores,tomando el poder como signo de Dios.

‒ Poder de apariencia: “Hacen las cosas para ser vistos” (23, 5). Antes, en un contexto donde todos, en general, eran judíos, no había que acentuar los distintivos exteriores. Pero ahora algunos sienten la necesidad de decir con sus vestidos de “presidentes” que son mejores que los demás, vistiéndose de un modo distinto, para que los otros les vean, creando así una competición por el aspecto externo.

‒ Poder de presidencia: “Buscan los primeros asientos en los banquetes y las primeras cátedras en las sinagogas” (23, 6).Surge así una religión hecha de autoridad en las comidas y reuniones, en las que, más que el diálogo personal y la ayuda mutua (comunicación entre iguales, desde los más pequeños, como había puesto de relieve Mt 18), importa un tipo de estratificación social. Ciertamente, éste es un riesgo de muchas comunidades instituidas (no sólo judías y cristianas), y así puede verse en grupos religiosos de diverso tipo, pues la crítica de Mateo se dirige no sólo a los escribas/fariseos, dirigentes de las comunidades judías en general, sino, y sobre todo, a los cristianos .

En contra del mensaje de Jesús, la dinámica del poder está empezando a introducirse en las comunidades de sus seguidores, de manera que el mismo evangelio puede hacerse fuente y signo de distinción y jerarquización social, en un contexto donde empiezan dominan elementos económico/políticos (primeros puestos en comidas y reuniones). De esa forma, los que ocupan las primeras cátedras (como los obispos posteriores) tienden a convertirse en referencia fundamental de Dios, como una expresión de su poder sobre los otros (es decir, sobre los más pequeños), en contra de la norma central del juicio (25, 31-46).Evidentemente, este Jesús no aceptaría la iglesia posterior de obispos con primeras cátedras.

‒ Honor y poder social: “Y los saludos en las plazas, y que los hombres les llamen Rabí” (23, 7). Poder significa honor y afirmación pública en la sociedad antigua, un reconocimiento que tiene tanta importancia como la riqueza económica, con la que se vincula (cf. 6, 19-34 y 19, 16-30). Éste no es sólo un tema de pequeña moralidad para administradores eclesiales, sino un problema básico de institución comunitaria. De esa manera, el mensaje mesiánico, dirigido a los pobres y excluidos, a los que Jesús ha querido ofrecer toda la dignidad (cf. Mt 18), se convierte en un medio para el establecimiento de nuevas y más hondas desigualdades, fundadas en motivos religiosos .

Mateo no condena el buen judaísmo de la honradez y devoción profunda, ni el buen cristianismo del seguimiento de Jesús, sino un mal judaísmo y un cristianismo con jerarcas ansiosos de poder. Leer más…

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Dos malos ejemplos y uno bueno. Domingo 31. Ciclo A

Domingo, 5 de noviembre de 2017
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a_burke_8Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Los protagonistas de las tres lecturas (hoy tendré también en cuenta la segunda) son las personas que deberían estar al servicio de la comunidad. Unos se portan mal con Dios y con el prójimo; Pablo se entrega por completo a sus cristianos.

 El mal ejemplo de los sacerdotes (1ª lectura)

 La primera lectura nos traslada a Judá en el siglo IV a.C. Por entonces, los judíos están sometidos al imperio persa. No tienen rey, sólo un gobernador, y los sacerdotes gozan cada vez de mayor poder y autoridad. Pero no lo ejercen como correspondería. Contra ellos se alza este profeta anónimo (Malaquías no es nombre propio sino título; significa “mi mensajero”). Las acusaciones que hace a los sacerdotes son muy duras, pero parecen muy genéricas: no dar gloria a Dios, no obedecerle, no guardar sus caminos, hacer tropezar a muchos. Si la liturgia no hubiese mutilado el texto, quedarían claras algunas de las cosas con las que los sacerdotes desprecian a Dios: ofreciendo sobre el altar pan manchado, animales ciegos, cojos, enfermos o incluso robados. En definitiva, no dan importancia al altar ni a lo que se ofrece a Dios.

 Lectura de la profecía de Malaquías 1, 14-2, 2b. 8-10

«Yo soy el Gran Rey, y mi nombre es respetado en las naciones -dice el Señor de los ejércitos. Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes. Si no obedecéis y no os proponéis dar gloria a mi nombre -dice el Señor de los ejércitos-, os enviaré mi maldición. Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis invalidado mi alianza con Leví -dice el Señor de los ejércitos-. Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo, por no haber guardado mis caminos, y porque os fijáis en las personas al aplicar la ley. ¿No tenemos todos un solo padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo, profanando la alianza de nuestros padres?»

 El mal ejemplo de los escribas y fariseos (evangelio)

 En los domingos anteriores leíamos diversos enfrentamientos de grupos religiosos judíos con Jesús. Ahora le toca a él contraatacar. Y lo hace con un discurso muy extenso, del que hoy sólo se lee la primera parte, dirigido contra los escribas y fariseos, los principales representantes religiosos de los judíos después del año 70 (cuando los romanos incendiaron el templo de Jerusalén, los sacerdotes pasaron a segundo plano porque no podían ejercer su función cultual).

Los escribas eran los especialistas en la Ley de Moisés, algo así como nuestros canonistas y moralistas. Los fariseos eran los seglares piadosos, que se esforzaban sobre todo por cumplir las normas de pureza y por pagar el diezmo incluso de lo más pequeño.

           Ni buen ejemplo ni buena enseñanza

 En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. 

 El discurso comienza con una afirmación llena de ironía. Aparentemente distingue entre lo que dicen y lo que hacen. Lo que dicen es bueno, lo que hacen… es que no hacen nada. Sin embargo, esta afirmación hay que matizarla teniendo en cuenta el resto del evangelio. Entonces se advierte que Jesús no está de acuerdo con la enseñanza de escribas y fariseos, porque en otras ocasiones ha mostrado su desacuerdo con ellos, e incluso ha puesto en guardia a los discípulos contra su doctrina («la levadura de los escribas y fariseos»). Así lo demuestra la referencia a su enseñanza: toda ella se resume en agobiar a la gente con cargas pesadas, que ellos no se molestan en empujar ni con el dedo. Por consiguiente, la única forma adecuada de interpretar las palabras iniciales es la ironía. Jesús está en desacuerdo con la conducta de escribas y fariseos, y también con su enseñanza.

 Filacterias y alzacuellos, borlas y colorines

 Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.

El discurso sigue con el mismo enfoque irónico. Después de afirmar que «no hacen», dice que hacen muchas cosas, pero todas para llamar la atención. Y se detiene en algo a lo que Jesús daba mucha importancia: la forma de vestir.

Las filacterias eran pequeñas cajas forradas de pergamino o de piel negra de vaca que contienen tiras de pergamino en las que están escritos cuatro textos bíblicos (Dt 11,13-22; 6,4-9; Ex 13,11-16; Ex 13,2-10). Desde los trece años, durante la oración de la mañana en los días laborables, el israelita varón se ponía una sobre la cabeza y otra en el brazo izquierdo, pronunciando estas palabras: «Bendito seas, Yahvé, Dios, Rey del Universo, que nos has santificado por tus mandamientos y que nos has ordenado llevar tus filacterias». Mateo alude a una costumbre de los judíos beatos, que llevaban las filacterias todo el día y agrandaban las borlas para hacerlas más visibles.

El origen de las borlas se remonta a Nm 15,38s: «Di a los israelitas: Haceos borlas y cosedlas con hilo violeta a la franja de vuestros vestidos. Cuando las veáis, os recordarán los mandamientos del Señor y os ayudarán a cumplirlos sin ceder a los caprichos del corazón y de los ojos, que os suelen seducir». Los judíos beatos agrandaban esas borlas que llamar la atención. Escribas y fariseos caen en estos defectos, a los que se añaden otros detalles de presunción.

            Ni maestro, ni padre

            Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Mateo, que no quiere limitarse a ironizar, sino que desea evitar los mismos peligros en la comunidad cristiana, termina esta parte introductoria exhortando a evitar todo título honorí­fico: maes­tro, padre, consejero. En su opinión, no se trata de una cuestión secundaria: el uso de estos títulos equivale a introducir dife­rencias dentro de la comunidad, olvidando que todos somos igua­les: todos herma­nos, todos hijos del mismo Padre. Más aún, esos títulos signifi­can desposeer a Dios y al Mesías de la dignidad exclusiva que les pertenece, para atribuírsela a simples hombres. Por eso, frente al deseo de aparentar de escri­bas y fariseos, el principio que debe regir entre los cristianos es que «el más grande de vosotros será servidor vuestro». Y el que no esté dispuesto a aceptarlo, que se atenga a las consecuen­cias: «A quien se eleva, lo abajarán, y a quien se abaja, lo elevarán».

            Una anécdota que viene a cuento

 Me contaban hace poco que un compañero fue a visitar a un cardenal. Cometió el tremendo error de llamarle “Reverencia” (título de un obispo) en vez de “Eminencia”. Al interesado se le mudó la cara ante tamaña ofensa. Y mi compañero no consiguió lo que pedía. Lógico.

El buen ejemplo de Pablo (2ª lectura)

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Oscar Romero, un buen ejemplo

Por pura casualidad, y sin que sirva de precedente, la segunda lectura de hoy se puede relacionar con las otras dos. Frente al mal ejemplo de desinterés, autoritarismo, vanidad y presunción, Pablo ofrece un ejemplo de entrega absoluta a los cristianos de Tesalónica, como una madre, trabajando día y noche para no resultarles gravoso.

Hermanos:
Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Ésa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes.

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Domingo XXXI. 05 Noviembre, 2017

Domingo, 5 de noviembre de 2017
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“Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque unos solo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor, Cristo.”

(Mt 23, 1-12)

Muchas veces me he preguntado si este fragmento del evangelio está en todas las biblias o solamente en algunas. Y me viene a la memoria una conversación que tuve hace años con un amigo. Algo le comentaba yo del evangelio, le decía que había cosas que no entendía y le preguntaba si a él no le pasaba lo mismo. Me contestó bromeando: No, yo las páginas que no entiendo o no me gustan las arranco y problema resuelto.

Aquella broma me hizo reír entonces, pero también me ha hecho pensar en más de una ocasión ya que tristemente a la Biblia le hemos hecho decir lo que hemos querido y también hemos silenciado aquello que nos ha interesado. Así, resaltando unas cosas y callando otras, hemos deformado profundamente el Rostro de Dios que vino a mostrarnos Jesús.

El evangelio de hoy es un vivo ejemplo. ¡Madre mía, cómo nos hemos llenado de títulos en la Iglesia! ¿Qué cara se le pondría a Jesús si escuchase lo de “eminencia”, “ilustrísimo”, “santo padre”, “excelentísimo”…? ¡Lo de maestro, padre o jefe es una nimiedad!

No vale decir que esto no tiene importancia, porque sí la tiene. El lenguaje es poderoso. No es lo mismo llamar a alguien “padre” que llamarle “hermano”. Tampoco es lo mismo acercarse a los demás con corazón de “jefe” o “superior” que hacerlo “como uno más”.

Cada momento histórico aporta sus tesoros y sus sombras y el poder de la Iglesia es una sombra muy alargada. Desde luego, gracias al inmenso poder que durante siglos ha ostentado la Iglesia como institución es mucho por lo que los cristianos tenemos que pedir perdón.

Porque hemos subido muy arriba, ahora la bajada se nos hace más penosa y difícil. Pero nos viene bien. La profunda crisis de vocaciones no es por culpa de la sociedad. Ni es por la falta de compromiso de los jóvenes de hoy. Es un crisol que volverá a colocarnos en el lugar que nos corresponde de la misma manera que ha sucedido en otras grandes crisis.

Oración

No nos dejes seguir cayendo en la tentación de dejarnos llamar con títulos y sentirnos mejores y superiores que los demás. Bendice, Trinidad Santa, a nuestra Iglesia, a cada persona cristiana, con el don de la humildad. ¡Amén!

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Nadie es más que nadie.

Domingo, 5 de noviembre de 2017
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tin-mung-mt-231-12Mt 23, 1-12

Sigue el mismo discurso. Después de las controversias, Mt sigue hablando para su comunidad y poniendo en boca de Jesús lo que quiere decir él a aquellos cristianos. Su intención es hacer ver la diferencia entre el antiguo Israel y la nueva comunidad. En el relato de hoy, Jesús no habla a los fariseos, sino a la gente y a sus discípulos. Mt pide a su comunidad que no caiga en los mismos errores que critica. Su preocupación está justificada, porque el cristianismo cayó muy pronto en un fariseísmo peor que el judío.

Nos llevaría demasiado tiempo el explicar cada una de las frases que hemos leído. Vamos a revisar solo algunas. La verdad es que hoy no se necesita ninguna exégesis especializada. Se entiende todo perfectamente. Otra cosa es, que nos interese, de verdad, seguir las directrices del evangelio. De muchos, que se encuentran hoy sentados en cátedras, se podía decir lo mismo que el evangelio dice a los fariseos. ¡Qué poco han cambiado las cosas! El texto sigue teniendo hoy una rabiosa actualidad.

El ambiente reflejado en este texto, no es el del tiempo de Jesús, sino el de la comunidad de Mt. Los furibundos ataques contra los fariseos que aparecen en los evangelios, seguramente no corresponden a Jesús, sino a una situación que comienza a partir de la destrucción del Templo en el año 70. Fue entonces cuando, desaparecido el sacerdocio y el culto, los fariseos se hicieron con el absoluto control del judaísmo e impusieron a todos su manera de pensar. Solo entonces decidieron expulsar del judaísmo a los cristianos y declararles formalmente herejes.

Lo que reflejan los evangelios es la reacción de los cristianos contra esos fariseos, que se mantuvo a través de los siglos. En el texto de hoy encontramos dos pistas para descubrir que esas palabras no las dijo Jesús: a) Nunca pudo decir que el único Señor era él mismo. b) La denominación de “hermanos”, que el evangelista pone en boca de Jesús, fue un distintivo de la primera comunidad cristiana. El saber que no lo dijo Jesús no resta un ápice la importancia de la advertencia a aquellas primeras comunidades.

Ellos no hacen lo que dicen. No es exacto que los fariseos fueran por definición “fariseos”. Eran cumplidores, pero su rigorismo en la interpretación de la Ley les obligó a disimular que eran incapaces de cumplirla, para poder seguir exigiendo a los demás lo que ellos no hacían. Pero el engaño mayor consistía en exigirles, en nombre de Dios, unas prácticas que no les podían traer salvación, porque solo eran preceptos humanos.

Cargan a la gente con fardos pesados e insoportables. Eran 613 los preceptos que tenía que cumplir todo israelita para ser fiel a la Ley, según algunos, todos tenían la misma importancia. En ese fárrago de prescripciones, la vida humana quedaba aprisionada y las personas sumidas en una frustración alienante. Recordemos que Jesús había dicho: “Mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente. Cuando se pone la perfección en el cumplimiento de normas externas, solo caben dos salidas: En la medida que la alcances, la soberbia. Soy más que los demás y puedo mirarlos por encima del hombro. En la medida que no la alcanzas, la simulación. Lo que los demás piensen de mí es más importante que lo que soy realmente. De ahí el afán por exagerar todos los signos externos de religiosidad. Muchos cristianos de hoy estamos en esa misma dinámica.

Vosotros, en cambio… Aquí tenemos la clave del texto. La nueva comunidad no debe comportarse como los fariseos, sino desde la autenticidad. Esto es lo que quiere dejar claro Mt. El mensaje central del evangelio consiste en abandonar todo intento de superioridad y entrar en una dinámica de servicio incondicional a los demás. Cuando Jn habla del pecado del mundo, se refiere siempre al oprimir o al dejarse oprimir.

“No os dejéis llamar maestros, no llaméis a nadie padre, no os dejéis llamar jefes”. ¡Qué poco dura lo auténtico! Seguramente ya se empezaba a estructurar la comunidad y ya había, en aquella época, quien quería ser más que los demás. Los seres humanos somos capaces de remover el cielo y la tierra, con tal de justificar el estar pon encima de los demás y de alguna manera utilizarlos en beneficio propio.

El primero entre vosotros será vuestro servidor. Jesús exige lo que él vivió. El mismo Jesús comenta en otro lugar: “lo mismo que el Hijo de hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. Recordad que cuando Jn dice “dar su vida”, no emplea “zoe” ni “bios”, sino “psiques”. No está hablando de la vida biológica, que entregó en la cruz, sino de la vida psicológica (propiamente humana) que pone al servicio de los demás durante toda su andadura.

Ciertamente, a primera vista el principal reproche se hace a los superiores. A ello nos empuja también la primera lectura. Sin duda ninguna la jerarquía debía hacer un serio examen de conciencia partiendo de estas palabras del evangelio y de otras que van en la misma dirección, pero los títulos se los damos nosotros. Una vez más debemos recordar que Jesús no lanza sus diatribas contra la autoridad, sino contra la autoridad que se ejerce como poder. El que quiera ser primero que sea el último y el servidor de todos.

La Iglesia empezó muy pronto a organizarse copiando en su estructura el organigrama del imperio. Poco a poco, le fue dando más importancia al poder, y terminó sacralizándolo, en contra del evangelio. Una vez que entró por esa dinámica, no ha visto la manera de salir de ella. Desde la Edad Media, se han alzado en todas las épocas voces en contra de la estructura de poder (jerarquía) de la Iglesia Romana. Nadie ha sido capaz de emprender con éxito esa renovación. Juan Pablo I lo anunció, pero no vivió para realizarla.

No toda la culpa la tienen los superiores. Un examen cuidadoso de la psicología humana, nos llevará a descubrir, que somos los inferiores los que tendemos a buscar el refugio de otras personas en las que depositamos la confianza para encontrar seguridad, a cambio de que nos liberen de las responsa­bilidades, aunque eso suponga un cierto grado de sumisión. La carga de que me libero parece mayor de la que supone la sumisión. Esta es la trampa, porque actuando de esta manera renunciamos a la libertad responsable.

Obedecer órdenes no garantiza el cumplimiento de la voluntad de Dios. Ser fiel a Dios es ser fiel a ti mismo, a tu auténtico ser. Lo que Dios quiere de ti, te lo está diciendo Él desde dentro de ti mismo. Entre Dios y tú no puede haber intermediarios. Todo el que quiera doblegar tu voluntad en nombre de Dios, te está engañando. Es verdad que nunca podremos alcanzar la plenitud en soledad, pero los demás, todos los demás, tienen que ayudarme a descubrir el camino de esa plenitud, mostrándome el camino para alcanzarla o indicándome los errores que me lo puedan impedir.

Meditación

En el orden espiritual, nadie es más que nadie.
Todo lo que somos se lo debemos a Dios.
Y Dios da a todos lo mismo porque se da Él mismo.
La energía para caminar ya la tengo.
Falta saber en qué dirección tengo que orientar mis pasos.
El que ya ha subido a la cumbre, puede mostrarme las dificultades.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Dieta de Silencio

Domingo, 5 de noviembre de 2017
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20111028103515e423ddSi tu palabra no es mejor que tu silencio, guarda silencio (Proverbio indio)

5 de noviembre, domingo XXXI del TO

Mt 23, 1-12

Lo que os digan ponedlo por obra, pero no los imitéis; pues dicen y no hacen

Un decir y hacer evangélico que ha de manifestarse en obras para realmente serlo. El americano Jack Kornfield (1945), escritor y maestro del budismo vipassana, resalta la idea de que dichas obras han de explicitarse en el quehacer de cada día. En su sugerente libro “Después del éxtasis, la colada”, escribe: “La verdadera tarea de la vida espiritual no se halla en lugares lejanos o extraños estados de consciencia: está aquí, en el presente”.

El profeta Malaquías, como Jesús, critica duramente a los escribas y fariseos, a las clases dirigentes de su tiempo por su hipocresía y el modo interesado de realizar su ministerio. El profeta, en siglo V a. C., lanza un duro ataque a los sacerdotes de su época por lo mal que realizan el culto y el mal ejemplo que dan en su vida. Buscan su propia gloria en vez de la de Dios: “Pero vosotros os apartasteis del camino, hicisteis tropezar a muchos con vuestras instrucciones, invalidasteis y habéis hecho que muchos tropiecen en la ley, invalidasteis la alianza con Leví”. (Mal 2, 8-9). Aunque el ataque a letrados y fariseos tenga más de caricatura que de retrato, Jesús les reprocha su afán de ostentación y de no cumplir lo que enseñan.

El escándalo provocado por su predicación entre los jerarcas judíos podría ser comparado con el producido entre el público por tantas obras musicales o literarias como, por ejemplo, la primera representación de La consagración de la primavera del ruso Igor Stravinski en 1913 o Histoire d’O, de la francesa por Dominique Aury en 1974.

Hoy nuestras jerarquías -tanto religiosas como políticas, con raras y loables excepciones- siguen mereciendo el azote de las palabras que el profeta les dedicó 460 años antes de Cristo. Un olvido del pueblo que ya el cardenal de París, Emmanuel Suhard, lo lamentó en su carta de Cuaresma de 1949: “Existe un muro que separa la Iglesia de la gente. Ese muro hay que derribarlo para devolver a Cristo a la gente”Un triste y secular muro que impide unir la calle con el Templo.

El Lama vietnamita Thich Nhat Hanh, puso también de manifiesto la necesidad del decir y el hacer, cuando dijo: “He sido monje durante 65 años, y lo que he encontrado es que no hay religión, ni filosofía, ni ideología más alta que la humanidad; con solidaridad y fraternidad, todo es posible”.

El versículo 3 de Mateo “Lo que os digan ponedlo por obra, pero no los imitéis; pues dicen y no hacen”, y el proverbio indio Si tu palabra no es mejor que tu silencio, guarda silencio”, lo dejan igualmente bien claro.

En nuestro Poema El lecho de Procusto, encabezado por Mt 5-20 “Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los letrados y fariseos, no entraréis en el reino de Dios”, se relata la triste historia de este bandido y posadero griego, talibán fundamentalista que asesinaba sin piedad a cuantos no fueran de su misma medida y pensamiento.

EL LECHO DE PROCUSTO

Jesús reconduce la Ley a su último objetivo:
servicio a la vida, a la justicia,
al amor, y a la verdad.

Un Torquemada griego laico y primitivo.
Un talibán fundamentalista,
para el que todo
cuanto no se ajustaba al angosto y rígido lecho de su mente
acababa despiadadamente mutilado.

Y la historia se reescribe.
Visionarios de vía estrecha, elegidos
por no se sabe bien qué demiurgo.
Se consideran gestores responsables
de pastorear las ideas ajenas,
no cesando en su celoso empeño
hasta encerrarlas –velis nolis–
en el redil, de sus certezas personales.

Un discurrir oscuro
por el angosto Cañón del Colorado,
condenado a la horca inexorable
de sus estrechas y rígidas creencias:
Caballeros de la armadura oxidada,
Jinetes del Apocalipsis.
Como Narcisos
ya irredentos acaban ellos y sus fieles
ahogados en el fondo del cauce de sí mismos.

(EVANGÉLICO CUARTETO. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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